Vous êtes sur la page 1sur 3

10/11/2019 Cuentos espirituales | Una sensación de satisfacción

UNA SENSACIÓN DE SATISFACCIÓN

Sucedió un día en que daba un paseo vespertino por la Ocean Avenue, tratando
de ordenar mis pensamientos y deteniéndome, de vez en cuando, para
comprobar los progresos del sol que se ponía poco a poco. No recuerdo
exactamente como pasó, pero quiso el destino que me viera conversando con un
hombre por completo desconocido para mí.

Por la razón que fuese, quizás una simple coincidencia, pareció existir un canal
de comunicación común que fue reconocido por ambos al instante. Unos días
antes vi a Dan paseando tranquilamente por los acantilados sumido en sus
propios pensamientos, como lo estaba de nuevo este otro día. En el desarrollo de
nuestra conversación me dijo:

-¿Sabes una cosa? Llevo mucho tiempo buscando una sensación que
experimenté hace muchos años. Yo fui un verdadero joven prodigio entre los
agentes de bolsa, financieramente en la cumbre del mundo, hasta poco después
de cumplir los treinta años. Entonces, un buen día, me di cuenta de que no era
feliz. En medio de la incredulidad de mis colegas, lo dejé todo, sin más.

-Cuando dejaste tu trabajo, ¿sabías realmente lo que querías? ¿Tenías en mente


otros negocios? –le pregunté.

-La verdad es que no tenía idea de lo que quería. De lo único que estoy seguro es
de que estaba harto de aquella proverbial carrera de ratas, enfermo por aquella
adoración al dinero, hastiado de aquella mentalidad de ganar a toda costa, de la
gente con la que trabajaba a diario y cansado del mundo como yo le conocía en
aquella época. Lo único que deseaba era alejarme lo antes posible de la jungla
del dinero y tener la oportunidad de reflexionar sobre la vida.

»Compré una curiosa casa vieja y pequeña, en un barrio modesto –continuó


contándome-, guardé mis trajes, camisas de vestir y corbatas en un baúl y me
crecimiento.webcindario.com/una-sensacion-de-satisfaccion.htm 1/3
10/11/2019 Cuentos espirituales | Una sensación de satisfacción

compré un par de monos de trabajo. Al principio pasaba la mayor parte del


tiempo arreglando la casa y tratando de dar a mi mente el descanso y la
relajación que le debía desde hacía tanto tiempo. Después, al cabo de algún
tiempo y en mi propio garaje, empecé a hacer ventanales y cristaleras de colores
que vendía en la vecindad. Jamás nada me produjo tanto placer en mi vida. En
ocasiones, meditaba sobre el drástico cambio de mi estilo de vida. Me costaba
trabajo creer que aquel joven prodigio que había triunfado en el negocio bursátil
era el mismo hombre que ahora vestía ropas de obrero, trabajaba con sus manos
y hacía ventanas de vidrios de color.

-¿Es eso lo que echas de menos ahora, al hacer esos ventanales? –le pregunté
con creciente fascinación por su pasado.

-Era algo más específico que eso, era el momento en sí, eso es. Recuerdo que
vestía mis ropas de trabajo, había terminado mi faena del día y me sentaba en los
escalones de entrada de mi casa. Era primavera y una brisa cálida llegaba desde
el océano. No puedo describir exactamente lo que sentía, excepto que mi mente
estaba totalmente relajada, la única época de mi vida que recuerdo en que me
sucediera una cosa así. Y, de repente, me resulta muy difícil ponerlo en palabras.
Experimenté una sensación de satisfacción, de contento que se apoderaba de
todo mi cuerpo, una sensación de total alegría. Tenía conciencia de mi deseo de
congelar el momento de vivir en ese estado de contento durante toda la
eternidad.

La suave sonrisa de su rostro se desvaneció lentamente mientras dirigía su


mirada al océano y continuó:

-Llevo quince años buscando, tratando de volver a capturar aquella sensación de


éxtasis, buscándola en la creencia de que debe hallarse en alguna parte, pero
más allá de…

En este punto su voz se cortó hasta convertirse en un susurro apenas audible.

Dan describió su paso por la vida de adulto tan adecuadamente, destiló la


esencia de su existencia con tan vívido detalle que me sentí como si hubiera
realizado esa experiencia de modo directo, con él, y experimentando lo que él me
había contado. Vacilando, en cierto modo, por el temor a causarle una angustia
inmerecida, presioné sobre él con mis preguntas:

-¿Qué crees que era? ¿Por qué piensas que nunca volverás a capturar de nueva
esa sensación única de contento y alegría?

-Es divertido, ¿sabes? Ahora me resulta obvio, pero en aquel tiempo no lo vi


venir. Poco a poco mientras seguía trabajando solo en el garaje, la demanda de
mis ventanales crecía, hasta que finalmente tuve que contratar a un asistente. El
éxito llama al éxito hasta el punto de que pronto me encontré con una buena
nómina de empleados y tuve que trasladar mi negocio a un edificio comercial. No
me di cuenta de lo que había perdido con aquel triunfo hasta que fue demasiado
tarde. Fue como si despertara de un sueño y me encontré a mí mismo revisando
proyectos, celebrando reuniones de producción, haciendo gestiones de venta…,

crecimiento.webcindario.com/una-sensacion-de-satisfaccion.htm 2/3
10/11/2019 Cuentos espirituales | Una sensación de satisfacción

es decir, de vuelta al campo de batalla. Todo lo que había hecho fue cambiar de
campo de actividad. Lo demás era más o menos lo mismo, la misma gente, los
mismos problemas, la misma tensión.

Robert Ringer

Página Principal   Cuentos espirituales

crecimiento.webcindario.com/una-sensacion-de-satisfaccion.htm 3/3

Vous aimerez peut-être aussi