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AMARU SALVADOR

Los Spiritus del Plenilunium


Jesús Manya Salas

El Viejo Puma Editores


AMARU SALVADOR
Los Spiritus del Plenilunium
Jesús Manya Salas
AMARU SALVADOR
Los Spiritus del Plenilunium

Jesús Manya Salas


© El Viejo Puma - Editores
Alameda Pachakuteq 700
Telf: 51-84-984456218
jesusmanya@hotmail.com
jesusmanya@yahoo.es
www.elviejopuma.blogspot.com
www.jesusmanya.blogspot.com
Cusco - Perú

Ilustraciones:
Mario Curasi &
Taller El Buho

Corrección de textos:
Carlos Velázquez
Fernando Pomareda
José Sánchez Yañac

Cusco, Octubre del 2010


Para María,
mi madre.
Los Potrillos de Qori Pukyu
Amaru de jugar con unos cuantos periquitos
verdes de cabeza azul y pico amarillo que llega-
ban de los grandes valles con la maduración de
los primeros choclos, empezó a cazarlos cuando se
convirtieron en una gran bandada de loros que
devoraban como plagas las mazorcas de maíz en
unas pocas horas. Con su warak´a de colores
hondeaba piedras desde muy lejos para asustar-
los y evitar la destrucción de la cosecha. No eran
suficientes los espantapájaros colocados. Por eso
todos los niños de siete a doce años colaboraban
en el cuidado de las chacras para evitar la hambru-
na.

Cansado de perseguirlos, bajó al ojo del agua a


beber y divisó sorprendido la danza de unos
pequeños potrillos, que relinchaban muy alegres
al compás de unas esquilas, campanillas que
colgaban adornando la prestancia de sus cuellos;
trotaban sin cansancio alrededor del Qori Pukyu.
Amaru, pretendió coger a uno de ellos, pero todos
esquivaron con agilidad y saltaron raudamente

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al centro del pozo y el agua los cubrió con olas y
burbujas. Nervioso esperó la tranquilidad de las
olas en el manante y admirado vio que los siete
corceles se habían convertido en qonopas de pie-
dra de un vistoso color negro y adornos blancos.

El manante de oro, el Qori Pukyu siguió evapo-


rando musicalmente burbujas coloradas, invitan-
do a recoger las qonopas de los rocines. Amaru
ingresó al pozo con mucho cuidado evitando
remover las arenas doradas; cogió uno por uno
los siete potrillos y los secó con su camisa blanca,
colocándolos con cuidado en su ch´uspa de lana
de alpaca. Y corrió con toda la fuerza de adoles-
cente a su casa; narró la noticia y mostró las qono-
pas a sus padres, quienes lo abrazaron y agrade-
cieron el secreto que entregaba el ojo del agua.
Explicaron al hijo el mensaje de la Pacha Mama,
Madre Tierra que retaba y comprometía con las
piedras pequeñas a un mayor esfuerzo para el
trabajo y los colocaron en su altar junto a una cruz
que regía la veneración, para ofrendarles plega-
rias y sus mejores productos. Al día siguiente
toda la familia bajaría en compañía de un sacer-
dote andino el altomisayoq para agradecer a Qori
Pukyu por los dones que entregaba a la familia,

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por intermedio del menor de sus hijos.

El ch´allakuy, ceremonia de ofrenda se inició


extendiendo el mejor poncho del padre de
Amaru, una excelente prenda tejida con hilos de
vicuña heredada de sus antepasados, el cual
permitió organizar el Hanan y Urin mundo de
arriba y abajo y el Yana masintin entre el lado
izquierdo y derecho. Invocando a sus cerros
tutelares y otros manantes de agua de origen
sagrado, colocaron las mejores hojas de qoqa kintu
y al frente las semillas escogidas de maíz y papa;
acompañaron unas conchas marinas con las
flores del qantu rojo y amarillo; unas pequeñas
campanillas las pusieron en la manta con una
vasija de vino y finalmente el feto de una llama
con una estrella de espejo. Todo el conjuro fue
atado con solemnidad en el poncho de vicuña y
colocado en la profundidad del pozo y tapado
con las arenas doradas.

Desde entonces, la familia progresó poco a poco


y con mucho trabajo solidario salieron de la
pobreza, los potrillos se multiplicaron y crecie-
ron las caballerizas de montura y carga hasta
formar una recua con cientos de animales que

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empezaron a viajar de pueblo en pueblo. Las
tropas de Amaru, eran de una raza sobria y resis-
tente, una sangre con vigor, fuerza y valor. De los
valles amazónicos traían café, cacao, maní, aguar-
diente y las ricas frutas; de las quebradas costeñas
transportaban vino, aceitunas, azúcar y otros
productos; de las punas cargaban el ch´arki, la
moraya y la qañiwa; los valles intermedios contri-
buían con el maíz, el rocoto y frutas como el
durazno y el capulí.

Cada cierto tiempo cuando volvían de los viajes


al pueblo, las esquilas de las mulas y caballos se
oían a muchos kilómetros de anticipación; enton-
ces su madre empezaba a preparar la chicha de
maíz para los sedientos arrieros y la merienda,
una comida muy especial para la recuperación de
fuerzas gastadas en caminatas de semanas y
meses. En muchos de estos viajes Amaru, acom-
pañó a su padre y hermanos a distintas comarcas
del país, cruzando ríos y cerros en aguaceros
torrenciales y en un sol abrasador. Ahí descubrió
que el rico Chiri Uchu nació entre arrieros y viaje-
ros en un puerto o en un tambo para descansar;
cuando al extender sus ponchos multicolores y
abrir sus alforjas hermanaban sus alimentos e

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integraban el diverso mundo andino y amazóni-
co. Los que bajaban de las punas invitaban
ch´arki, el qowi asado y el queso; quienes subían
de los grandes valles convidaban rocoto, gallina
cocida, tostado y tortilla de maíz; los que cruza-
ron los andes desde la costa brindaban qochayuyo,
caucau o huevera de pescado y el sabroso embu-
tido de chancho.

La familia de Amaru con la oportunidad que le


brindó Qori Pukyu y sus qonopas de piedra, siguió
trabajando alegre y agradecido con los nuevos
potrillos que recorren los pueblos, hermanando
silenciosamente la rebelión del agua y la piedra
para reconstruir su mundo.

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JESÚS MANYA SALAS cusqueño de nacimiento;
sus trabajos abarcan ensayos y artículos políticos y sociales, en
diversas publicaciones nacionales e internacionales. Sus primeros
pasos por las letras los experimentó con unos micro relatos en
Ch´akeychis - Tirando Piedras; ahora con el tiempo vuelve con
AMARU SALVADOR: Los Spiritus del Plenilunium, una perspectiva
generacional y personal que recorre calles de un pueblo en sus
intimidades y extremos, tradicionales y mutantes, con miserias y
valores, humanos y profanos, silenciosos y bulliciosos, desesperantes y
matinales, voces en una atmósfera perturbadora e irreverente de
sobrevivir al mundo cotidiano de estos tiempos.
Prepara otros relatos en CUSCO ROJO: Los Secretos del Puma; y
nuevamente con AMARU SALVADOR - Los Temblores del Señor,
visión inaugural de un adolescente andino y universal; trabaja unos
Haykus y Tankas experimentales en Quechua su idioma cultural.

El Viejo Puma Editores

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