El saber jurídico tiene por objeto el aspecto jurídico de la sociedad humana; es
éste su objeto de estudio y de conocimiento. En ese sentido, el aspecto formal del saber jurídico es la socialidad humana vista sub especie iuris, o si se prefiere, sub especie iustitiae. En otras palabras, cuando la relación social se presenta con un contenido de derecho, deuda o exigencia de las personas respecto a las otras, bien por su condición personal, bien por su condición social.
Los niveles del conocimiento jurídico
Nivel de conocimiento fundamental:
Desarrollo ontológico del derecho, pero dirigido a la solución del caso
concreto. Contempla la realidad jurídica como inherente al hombre y a la sociedad en virtud de su naturaleza y sus caracteres naturales, siempre conforme al objeto formal del saber jurídico.
Nivel de conocimiento científico:
Se encarga del estudio fenomenológico de lo jurídico, es decir, la
doctrina. Se dirige a conocer las causas próximas y aparentes (lo captable empíricamente).
Nivel de conocimiento casuístico:
Está abocado a la solución del caso en concreto a partir de lo que se
obtiene en el nivel fundamental y en el nivel científico.
Nivel de conocimiento prudencial:
Este nivel si bien comporta un conocimiento, también comporta una
decisión. Esta decisión es producto de una virtud: la prudencia jurídica. Se refiere al obrar recto y correcto en el caso en concreto.
La prudencia jurídica tiene dos dimensiones: cognoscitiva y otra
preceptiva.
Para poder aconsejar o mandar a un tercero o a sí mismo lo que se debe
hacer, es necesario conocer las diferentes posibilidades de conductas y establecer cuál de esos caminos es el más apropiado para conseguir el fin propuesto. Sólo el que conoce y valora los diversos. El conocimiento jurídico, siendo constitutivamente práctico, no tiene por objeto la contemplación de una esencia inteligible, sino que su finalidad es dirigir o valorar con mayor o menor precisión y rectitud a la conducta en la que aparece comprometida la justicia. Dicho saber ofrece distintos grados: filosófico, científico y prudencial; precisamente a este último le compete el determinar y/o poner en existencia a la concreta, contingente e histórica conducta jurídica.
El objeto terminal de la gnoseología jurídica es siempre una decisión a
tomar en una circunstancia concreta, y es responsabilidad del nivel prudencial el procurar aquí y ahora la realización de la operación que dé o no le quite al otro lo suyo; a tales fines tiene que indicar cuál es ella y que llevaría a cabo.
El momento "determinador" creador" de lo que les corresponde a los
individuos, grupos o a toda la sociedad política pasa por la prudencia jurídica como su matriz más específica. Pero esta autonomía propia de la perspectiva prudencial, no implica desvincularla de los restantes planos del saber jurídico, pues éste constituye una unidad, y así la decisión prudencial encontrará un auxilio imprescindible en la ciencia y en la filosofía jurídica para lograr su mayor solidez, coherencia y corrección. La ciencia jurídica y la filosofía jurídica colaboran, aunque sin sustituir el momento específico de la conducta jurídica cuya definición e imperio corresponde a la Prudencia.