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Instituto Superior Pedro Francisco Bonó

Doctrina Social de la Iglesia


Nombre: Yasniel Romero Marrero, sj

Los principios

El principio del bien común: Es el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las
asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección. Como es
natural, no es la suma de todos los bienes de cada uno delos individuos que conforman la sociedad, sino
como un principio del que participan todos, de manera que está al servicio de cada individuo. Además, cada
sujeto tiene una responsabilidad por hacerlo valer y cumplir a sí mismo y a todos los demás.

Subsidiaridad: Se entiende como ayuda económica, institucional, legislativa, ofrecida a las entidades sociales
más pequeñas; de manera que con ello se protege a las personas de los abusos de las instancias sociales
superiores e insta a ayudar a los particulares y a los cuerpos intermedios a desarrollar sus tareas. De ella se
derivan el respeto y la promoción efectiva del primado de la persona y de la familia; la valoración de las
asociaciones y de las organizaciones intermedias y el impulso ofrecido a la iniciativa privada.
La participación: Se entiende como una serie de actividades a través de las cuales el ciudadano, como
individuo, contribuye a la vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenece.
Constituye así un deber de todos que han de cumplir. Asimismo, no puede ser delimitada a algún contenido
particular de la vida social. Además, la participación puede lograrse en todas las relaciones posibles entre el
ciudadano y las instituciones.

La solidaridad: Es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el
bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos. De esta manera
se comprende como una virtud fundamental. Implica así que los hombres de nuestro tiempo cultiven aún
más la conciencia de la deuda que tienen con la sociedad en la cual están insertos.

Los valores:

La verdad: La fe cristiana se ampara en el principio que afirma que el ser humano tiene una obligación de
inclinarse hacia la verdad; y tiene un importante significado en las relaciones sociales, ya que las personas y
los grupos sociales cuanto más se esfuerzan por resolver los problemas sociales según la verdad, tanto más
se alejan del arbitrio y se adecúan a las exigencias objetivas de la moralidad.

La libertad: Es signo eminente de la imagen divina y signo de la sublime dignidad de cada persona humana.
Necesariamente se ejercita en las relaciones humanas. Toda persona, creada a imagen de Dios, tiene el
derecho natural de ser reconocida como un ser libre y responsable. Debe ser respetado cuando a cada
miembro de la sociedad le es permitido realizar su propia vocación personal. Además, debe ejercerse como
capacidad de rechazar lo que es moralmente negativo.

La justicia: Básicamente consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es
debido, traduciéndose en la actitud determinada por la voluntad de reconocer al otro como persona. No es
una simple convención humana, porque lo que es justo no está determinado originariamente por la ley, sino
por la identidad profunda del ser humano.

Ejemplos de dos principios:

La solidaridad contrasta actualmente con el influjo del postmodernismo. Con la crisis generalizada de las
instituciones parece derrumbarse el pilar sobre el que se fundamenta la solidaridad. Cada vez más el influjo
individualista invade diversas esferas que configuran las relaciones sociales. Aunque con la irrupción de la
revolución informática y de las comunicaciones, parece vislumbrarse una nueva forma de solidaridad, la cual
se manifiesta en las redes sociales. No es de extrañar que ante cualquier suceso que toca la sensibilidad más
profunda, al aparecer en las redes sociales se reproducen y provocan las más diversas reacciones. Y esto es
una forma de solidaridad.

Las políticas de subsidiaridad donde mejor se han hecho patentes ha sido en el llamado Estado del bienestar
del que han participado gran parte de los países europeos. Uno de los peligros de la subsidiaridad es
precisamente es tender hacia el paternalismo, muy característico en los estados totalitarios. Pero este tipo
de peligro ha sido descartado en estas sociedades donde se complementan el respeto a la libertad con la
asistencia al más débil.

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