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*** w75 15/11 pág. 701 párrs.

23-24 Sea constante en la oración ***


23 Las reuniones cristianas por lo general se abren y cierran con oración, pues todos los que
están reunidos acuden a su Magnífico Instructor como la fuente de su enseñanza. Aquí, de nuevo,
es apropiado que el que represente a la congregación delante de Dios piense cuidadosamente
antes de orar a favor de los presentes. Puede haber una petición de bendición divina al principiar la
reunión y, al cerrar, una nota de acción de gracias por lo que se ha aprendido y aquello de que se
ha disfrutado. El que ora debe expresar palabras apropiadas, teniendo presente el propósito de la
oración y la ocasión del momento.
24 Se puede decir mucho en pocas palabras, como se demostró en la Oración Modelo de Mateo

6:9-13. Cuando ore, ¡piense! ¿Qué necesita esta congregación? Se puede hacer petición en
cuanto a la obra de testimonio en aquella zona, en sustancia que los hermanos presenten el
mensaje eficazmente y se hagan aptos en enseñar la verdad bíblica. Como en la oración personal,
se puede utilizar variedad en cuanto al contenido de la petición pública unida, con amplio alcance
de pensamientos aplicables. Para que la congregación prospere y para que abunde el amor, la
oración es una provisión divina, así como lo es la asociación regular con los de igual fe preciosa.
Todos los que se han congregado deben oír claramente la oración para que puedan decir “Amén”
al concluir.—1 Cor. 14:16.

*** w09 15/11 págs. 6-7 ¿Qué revelan sobre usted sus oraciones? ***
Cuando oramos en público
17 Jesús solía buscar oportunidades para orar a solas, lejos de las multitudes (Mat. 14:13; Luc.
5:16; 6:12). También nosotros necesitamos esos momentos. Cuando oramos en calma y sin
distracciones, es más fácil tomar decisiones que agraden a Dios y que contribuyan a nuestro
bienestar espiritual. Ahora bien, Jesús también oraba en público. ¿Cómo debemos orar nosotros
cuando se nos da el privilegio de representar a los demás?
18 En nuestras reuniones hay hombres leales que oran en representación de la congregación
(1 Tim. 2:8). Al final de esas oraciones, todos los presentes deben poder decir “amén”, expresión
que significa “así sea”. Claro, para que puedan hacerlo, tienen que estar de acuerdo con lo que se
ha dicho. En el padrenuestro, Jesús no dijo nada que pudiera ofender o perturbar a los demás
(Luc. 11:2-4). Tampoco se puso a repasar los problemas ni las necesidades de cada uno de los
presentes. Los asuntos personales deben reservarse para las oraciones que hacemos en privado,
no en público. Y debemos tener cuidado de no revelar información confidencial al orar en público.
19 Cuando alguien nos representa en oración, tenemos que demostrar un “temor [reverencial] de

Dios” (1 Ped. 2:17). Hay algunas costumbres que no son malas si se hacen en su debido lugar y
momento, pero que serían inapropiadas durante las reuniones (Ecl. 3:1). Por ejemplo, si alguien
tratara de que un grupo de hermanos se tomaran de la mano o del brazo durante la oración,
algunos asistentes —entre quienes es posible que haya visitantes— podrían ofenderse o
distraerse. Algún cristiano tal vez quiera darle la mano discretamente a su esposa, pero si la
estrecha entre sus brazos, podría hacer tropezar a alguien. Podría dar la impresión de que está
más concentrado en su relación de pareja que en su relación con Jehová. Por tanto, seamos
reverentes y respetuosos, hagamos “todas las cosas para la gloria de Dios” y evitemos las
acciones que pudieran distraer, ofender o hacer tropezar a otros (1 Cor. 10:31, 32; 2 Cor. 6:3).

*** w87 15/7 pág. 14 párrs. 19-20 ¿Cuán significativas son sus oraciones? ***
19En vista de la importancia de la oración, los ancianos nombrados deben ejercer buen juicio al
escoger a los que hacen una oración pública a favor de la congregación. El hombre bautizado que
represente a la congregación debe ser un ministro cristiano maduro. Su oración debería revelar
que se halla en excelente relación con Dios. Y los que tienen el privilegio de hacer tales oraciones
deben considerar que es necesario que se les oiga, porque no oran solo por sí mismos, sino
también por la congregación entera. De otro modo, ¿cómo puede el resto de la congregación decir
“Amén” al fin de la oración? (1 Corintios 14:16.) Por supuesto, para que el resto de las personas
puedan decir un “Amén” significativo tienen que escuchar atentamente, sin dejar que sus
pensamientos vaguen, realmente haciendo suya la oración que se ofrece. Otro punto que pudiera
vigilarse es que, puesto que tales oraciones se ofrecen a Jehová Dios, no deben usarse como
pretexto para predicar a los que escuchan ni para presentar ideas puramente personales.
20 Cuando las oraciones que hacemos en voz alta son verdaderamente significativas, imparten

una bendición a los oyentes.


*** km 6/00 pág. 3 Sección de preguntas ***
▪ ¿Quiénes pueden hacer las oraciones en las reuniones de congregación?
Las oraciones de la congregación constituyen una parte esencial de nuestra adoración.
Representar a otras personas ante Jehová es un gran privilegio y una seria responsabilidad. Dada
su importancia, los ancianos tienen que ser juiciosos al determinar qué hermanos cumplen los
requisitos para hacer oraciones en las reuniones. Los hermanos bautizados que representen a la
congregación deben ser ministros cristianos maduros, a quienes se considere buenos ejemplos y
se respete en la congregación. Sus oraciones reverentes y respetuosas han de reflejar que tienen
una buena relación con Jehová Dios. El artículo “Ore con corazón humilde ante otras personas”,
que se halla en el número del 15 de mayo de 1986 de La Atalaya, presenta importantes principios,
particularmente útiles para quienes hacen oraciones públicas en nombre de la congregación.
Los ancianos no deben conceder este privilegio a quienes se sabe que tienen una conducta
cuestionable o frívola. No debería escogerse a ningún hermano que tienda a mostrarse
descontento o que utilice las oraciones públicas para airear sus diferencias personales (1 Tim. 2:8).
Aunque un adolescente esté bautizado, los ancianos tienen que determinar si posee la talla
espiritual necesaria para orar en nombre de la congregación (Hech. 16:1, 2).
De vez en cuando, si en las reuniones para el ministerio del campo no hay ningún hermano
cualificado que pueda representar al grupo, quizá sea necesario que una hermana bautizada haga
la oración. En tal caso, deberá tener una cobertura adecuada en la cabeza. Si es probable que
no vaya a haber ningún hermano cualificado en ciertas reuniones para el servicio, los ancianos
asignarán la dirección del grupo a una hermana ejemplar.
Es costumbre que el presidente de la Reunión Pública pronuncie la oración de apertura. Sin
embargo, si hay varios hermanos cualificados, en las demás reuniones de congregación podría
asignarse la oración de apertura o de conclusión a alguien que no sea el hermano que abre la
reunión o el que presenta la última parte. En cualquier caso, debe informarse de antemano a quien
se asigne una oración en una reunión de congregación, para que pueda pensar en lo que va a
decir. De ese modo podrá ofrecer una oración coherente y sincera, que sea apropiada para esa
reunión en particular.
Estas oraciones no tienen por qué ser largas. Cuando un hermano haga una oración en público,
por lo general se le entenderá mejor si se pone en pie, se expresa con el volumen suficiente y
habla con claridad. Esto permitirá a los reunidos oír la oración y, a su término, pronunciar un
sentido “amén” (1 Cró. 16:36; 1 Cor. 14:16).

*** w95 15/3 pág. 7 Vale la pena examinar las oraciones de la Biblia ***
¿Cómo debería prepararse el hermano para representar a una reunión grande en oración? Un
cristiano con experiencia explica: “Pienso por adelantado por qué cosas debo dar gracias, qué
solicitudes pueden tener los hermanos, y qué puedo pedir por ellos. Ordeno mentalmente las
ideas, incluidas las expresiones de alabanza. Antes de pronunciar la oración pública, hago una
oración en silencio en la que pido ayuda para representar a los hermanos de una manera digna”.

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