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18_04_25 ST PENAL 2 ZGZ (122-18) ATROPELLO CICLISTAS BOTORRITA.

DOC

JUZGADO DE LO PENAL NUMERO DOS DE ZARAGOZA


PROCEDIMIENTO ABREVIADO Nº 245/2017
CAUSA/DELITO: CONTRA LA SEGURIDAD VIAL, CONDUCCIÓN TEMERARIA, HOMICIDIO POR
IMPRUDENCIA GRAVE
ACUSADO/DEMANDADO: LEONCIO M.P.,

PROCURADOR: Dª ELENA FERRER BARCELÓ

ABOGADO: D. MARIO BLANCO FERNÁNDEZ


DENUNCIANTE/DEMANDANTE: JOAQUINA G.L., CARLOS C.G., MARÍA AZUCENA U.C., MARÍA ÁNGELES R.R.,
MARÍA M.R.,
PROCURADOR:Dª BELÉN RISUEÑO VILLANUEVA, D. FERNANDO GREGORIO CORBINOS CUARTERO, Dª
ISABEL PEDRAJA IGLESIAS,
ABOGADO: D. IGNACIO ÍÑIGUEZ ORTEGA, D. MARIANO MONTESINOS LORÉN, Dª VIRGINA LAGUNA MARÍN-
YASELI,
RESPONSABLE CIVIL SUBSIDIARIA: MUTUA MADRILEÑA AUTOMOVILISTA
PROCURADOR: Dª INMACULADA ISIEGAS GERNER

ABOGADO: D. ALEJANDRO LORDA SÁNCHEZ

SENTENCIA Nº 122/2018

EN ZARAGOZA, A 25 DE ABRIL DE 2018

EN NOMBRE DE S.M. EL REY,

Don EDUARDO MARQUINA SERNA, Ilmo. Sr. Magistrado-Juez titular del Juzgado
de lo Penal nº 2 de Zaragoza, ha visto los presentes autos de juicio oral, seguidos
ante este Juzgado por un delito CONTRA LA SEGURIDAD VIAL (conducir un
vehículo de motor bajo la influencia de bebidas alcohólicas), un delito de
CONDUCCIÓN TEMERARIA y dos delitos de HOMICIDIO POR IMPRUDENCIA
GRAVE, con el número Procedimiento Abreviado nº 245/2017, con intervención
del Ministerio Fiscal, en representación de la acción pública. Como Acusaciones
particulares doña JOAQUINA G.L. y don CARLOS C.G.(en su propio nombre y
como heredero de don ENRIQUE C.T.), representados por la Procuradora doña
BELÉN RISUEÑO VILLANUEVA y asistidos por el Letrado don Ignacio Íñiguez
Ortega; doña MARÍA AZUCENA U.C., representada por el Procurador don

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FERNANDO GREGORIO CORBINOS CUARTERO y asistida del Letrado don


MARIANO MONTESINOS LORÉN; y doña MARÍA ÁNGELES R.R. y doña MARÍA
M.R., representadas por la Procuradora doña ISABEL PEDRAJA IGLESIAS y
asistidas por la Letrada doña VIRGINA LAGUNA MARÍN-YASELI. Como acusado
don LEONCIO M.P., nacido en Mesones de Isuela (Zaragoza) el día 8/11/1953,
representado por la Procuradora de los Tribunales doña ELENA FERRER
BARCELÓ y asistido del Letrado don MARIO BLANCO FERNÁNDEZ. Y como
Responsable civil directa la aseguradora “MUTUA MADRILEÑA
AUTOMOVILISTA”, con la representación de la Procuradora doña INMACULADA
ISIEGAS GERNER y la defensa del Letrado don ALEJANDRO LORDA SÁNCHEZ.

El acusado estuvo detenido por estos hechos el día 21 de agosto de 2016 y en


prisión provisional desde el 1 de septiembre de 2016 al 30 de noviembre de
2016.

Así mismo, está cautelarmente privado del permiso de conducir desde el 21 de


agosto de 2016.

ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO. - En este Juzgado se han incoado Diligencias, procedentes del
Juzgado de Instrucción nº 6 de Zaragoza (Previas nº 1.751/2016), dictándose
auto de incoación y admisión de pruebas y verificando el señalamiento del
modo que consta en autos.

SEGUNDO. - El Ministerio Fiscal, en sus Conclusiones definitivas, dirigió la


acusación contra don LEONCIO M.P., calificando los hechos como constitutivos
de un delito CONTRA LA SEGURIDAD VIAL, previsto y penado en el artículo 380-
1 y 2, y dos delitos de HOMICIDIO POR IMPRUDENCIA GRAVE del artículo 142-1

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y 2, penándose conforme a los artículos 382 y 77-1 y 2, todos ellos del Código
penal, sin circunstancias, solicitando la imposición de las siguientes penas:

- PRISIÓN DE CUATRO AÑOS CON INHABILITACIÓN PARA EL DERECHO DE


SUFRAGIO PASIVO DURANTE LA CONDENA Y PRIVACIÓN DEL DERECHO A
CONDUCIR VEHÍCULOS A MOTOR Y CICLOMOTORES POR TIEMPO DE SEIS
AÑOS (lo que conlleva la pérdida de vigencia del permiso por aplicación del art.
47-3). Costas. Respecto a las indemnizaciones, en su escrito inicial entendía que
el acusado debía indemnizar:

a) En cuanto a los familiares de don Enrique C., a su esposa doña Azucena U.C.,
respecto a la que la aseguradora ya ha consignado 111.400 €, en 78.765 € por
lucro cesante, 111.000 € por perjuicio patrimonial básico, 400 € y los que se
acrediten por daño emergente, entierro y funeral, con los incrementos
porcentuales que prevea la Ley; a su madre doña Joaquina G. en 40.000 € por
perjuicio patrimonial básico, 10.000 € por perjuicio personal particular al
quedar viuda tras fallecer su esposo después del accidente y 400 € por daño
emergente; a su padre don Enrique C. en 40.000 € por perjuicio patrimonial
básico, mínimo de 400 € por daño emergente y 30.000 € por discapacidad
previa al siniestro, que corresponderá a sus herederos, habiéndose consignado
para él 40.400 €; a su hermano don Carlos C. en 15.000 € por perjuicio
patrimonial básico, un mínimo de 400 € por daño emergente y 3.750 € por
perjudicado único en su categoría.

b) En cuanto a los familiares de don Alberto M.F., a su esposa doña MARÍA


ÁNGELES R.R. en 73.335 € por lucro cesante y 97.000 € por perjuicio básico,
con los incrementos porcentuales que marque la Ley; a su hija doña María en
20.000 € por perjuicio personal básico, 5.000 € por perjuicio personal
particular como perjudicado único en su categoría, 5.000 € por perjuicio
excepcional por su enfermedad y pérdida de examen de oposiciones, 400 € por

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daño emergente y 31.162 € por lucro cesante; a su madre doña Francisca F.S. en
40.000 € por perjuicio personal básico, 10.000 € por perjudicado único en su
categoría y 400 € por daño emergente; a sus hermanos doña María Pilar, don
Jorge Florencio y doña Mercedes en 15.000 € por perjuicio personal básico y
400 € por daño emergente. Siendo responsable civil directa la Cía. “MUTUA
MADRILEÑA AUTOMOVILISTA”, más intereses legales. No obstante, en sus
conclusiones definitivas se adhería en su caso a lo que solicitasen las
Acusaciones particulares.

La Acusación particular ejercida por doña JOAQUINA G.L. y don CARLOS C.G.(en
su propio nombre y como heredero de don ENRIQUE C.T.) dirigió la acusación
contra don LEONCIO M.P., calificando los hechos como constitutivos de un delito
CONTRA LA SEGURIDAD VIAL, previsto y penado en el artículo 379-2 por
conducir bajo los efectos de bebidas alcohólicas, un delito de HOMICIDIO POR
IMPRUDENCIA GRAVE del artículo 142-1 por el fallecimiento del Sr. Enrique
C.G. y un delito CONTRA LA SEGURIDAD VIAL, previsto y penado en el artículo
380 por conducción temeraria, penándose los dos primeros conforme al artículo
382 y solicitando la imposición de las siguientes penas:

- Por los dos primeros delitos, PRISIÓN DE CUATRO AÑOS Y PRIVACIÓN DEL
DERECHO A CONDUCIR VEHÍCULOS A MOTOR Y CICLOMOTORES POR TIEMPO
DE SEIS AÑOS.

- Por el delito de conducción temeraria, PRISIÓN DE DOS AÑOS Y PRIVACIÓN


DEL DERECHO A CONDUCIR VEHÍCULOS A MOTOR Y CICLOMOTORES POR
TIEMPO DE SEIS AÑOS. Costas.

Debiendo indemnizar solidariamente con su aseguradora a doña Joaquina


G.(madre del fallecido) en 40.400 €, a don Carlos C.(hermano) en 19.150 €,
habiendo sido ya indemnizados ambos, y a don ENRIQUE C.T. (padre) en 40.000

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€ por perjuicio básico, 400 € por perjuicio patrimonial emergente y en 30.000 €


por perjuicio particular a causa de discapacidad previa al accidente, 75 % de la
indemnización básica, quedando pendiente de reconocerse y de indemnizar esta
última suma, más 2.129 € de intereses.

La Acusación particular ejercida por doña MARÍA ÁNGELES R.R. y doña MARÍA
M.R. dirigió la acusación contra don LEONCIO M.P., calificando los hechos como
constitutivos de un delito de CONDUCCIÓN TEMERARIA, previsto y penado en el
artículo 380, y dos delitos de HOMICIDIO POR IMPRUDENCIA GRAVE del
artículo 142-1 y 2, penándose conforme a los artículos 382 y 77, todos ellos del
Código penal, sin circunstancias, solicitando la imposición de las siguientes
penas:

- PRISIÓN DE CUATRO AÑOS Y PRIVACIÓN DEL DERECHO A CONDUCIR


VEHÍCULOS A MOTOR Y CICLOMOTORES POR TIEMPO DE SEIS AÑOS. Costas.

Debiendo indemnizar a la viuda de don Alberto M.F., doña María Ángeles R.R., en
73.335 € por lucro cesante, 400 € por daño emergente y 97.000 € por perjuicio
personal básico, total 170.735 €, cantidad que ya ha sido entregada. Y a la hija
doña MARÍA M.R. en 20.000 € por perjuicio personal básico, 5.000 € por
perjuicio personal particular como perjudicado único en su categoría, 5.000 €
por perjuicio excepcional por su enfermedad y pérdida de examen de
oposiciones, 400 € por daño emergente y 27.353 € por lucro cesante, total
57.753 €, habiendo sido entregadas las dos primeras sumas y los 400 €,
quedando por tanto pendientes los 5.000 € de perjuicio excepcional de los arts.
33 y 77 de la Ley 35/15 y la dependencia económica de 27.353 €. Además,
deberá indemnizarse a la hija en los enseres que portaba su padre (bicicleta,
casco, gafas, ropa, reloj ordenador) por importe de 2.770,01 €. Así pues, el total
pendiente a favor de doña MARÍA M.R. es de 35.123,01 €. Las cantidades a favor
de los demás familiares del fallecido (su madre doña Francisca F.S. en 40.000 €

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por perjuicio personal básico, 10.000 € por perjudicado único en su categoría y


400 € por daño emergente; y cada uno de sus hermanos doña María Pilar, don
Jorge Florencio y doña Mercedes en 15.000 € por perjuicio personal básico y
400 € por daño emergente) ya habían sido entregadas. Siendo responsable civil
directa la Cía. “MUTUA MADRILEÑA AUTOMOVILISTA”, más intereses
moratorios del art. 20 de la Ley de Contrato de Seguro desde la fecha del
accidente y hasta su efectivo pago, respecto de las cantidades entregadas a
cuenta y de las pendientes.

Finalmente la Acusación particular ejercida por doña MARÍA AZUCENA U.C.


dirigió la acusación contra don LEONCIO M.P., calificando los hechos como
constitutivos de un delito CONTRA LA SEGURIDAD VIAL, previsto y penado en el
artículo 379-2 por conducir bajo los efectos de bebidas alcohólicas, en concurso
del art. 382 con un delito de HOMICIDIO POR IMPRUDENCIA GRAVE del
artículo 142 por el fallecimiento del Sr. Enrique Javier C.G. , y de un delito
CONTRA LA SEGURIDAD VIAL, previsto y penado en el artículo 379 y un delito
del 380 por conducción temeraria, por los ocurridos antes del atropello mortal,
y solicitando la imposición de las siguientes penas:

- Por el homicidio imprudente, con resultado de dos personas fallecidas,


conforme al art. 77 CP las penas de PRISIÓN DE CUATRO AÑOS, ACCESORIA
LEGAL, Y PRIVACIÓN DEL DERECHO A CONDUCIR VEHÍCULOS A MOTOR Y
CICLOMOTORES POR TIEMPO DE SEIS AÑOS, CON PÉRDIDA DEL PERMISO.

- Por el segundo delito, PRISIÓN DE SEIS MESES, ACCESORIA LEGAL Y


PRIVACIÓN DEL DERECHO A CONDUCIR VEHÍCULOS A MOTOR Y
CICLOMOTORES POR TIEMPO DE DOS AÑOS. Costas.

Debiendo indemnizar a la viuda de don Enrique C., su esposa doña Azucena U.C.,
respecto a la que la aseguradora ya ha indemnizado hasta ahora 193.577,94 €,

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la suma de 231.729,15 € (111.000 € por perjuicio personal básico, 27.750 € por


perjuicio excepcional, 400 € por daño emergente, 7.362,57 € gastos de entierro,
1.530,58 € por bicicleta y 83.686 € por lucro cesante), por lo que quedarían
pendientes 38.151, 21 €. Todo ello con los intereses que en su caso y para la
aseguradora serán los del art. 20 de la Ley de Contrato de Seguro.

En todos los casos descontando las sumas entregadas por el encausado el día del
juicio.

La defensa del acusado por su parte pidió la libre absolución por los homicidios
imprudentes al no haberse acreditado en ellos la influencia del alcohol,
aquietándose por el delito contra la seguridad vial por conducción alcohólica del
379-2 a la pena mínima, en su caso con responsabilidad civil.

Finalmente, la Aseguradora “MUTUA MADRILEÑA AUTOMOVILISTA” entendió


que había pagado a los perjudicados todo lo que correspondía a cada uno; y si
había exceso por las cantidades entregadas por el acusado, debían devolverse a
la Mutua.

TERCERO. - Tras ello informaron en apoyo de sus pretensiones, quedando


seguidamente los autos vistos para sentencia tras concederse al acusado la
última palabra.

CUARTO. - En la tramitación del presente juicio se han observado todas las


prescripciones legales.

HECHOS PROBADOS
1º) Queda probado y así se declara que el acusado don LEONCIO M.P., mayor de
edad y condenado el 16 de mayo de 2000 por delito de conducción bajo la

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influencia de bebidas alcohólicas, antecedente susceptible de cancelación, sobre


las 9:50 horas del día 21 de agosto de 2016 conducía el vehículo de su
propiedad “Opel Vectra”, con seguro obligatorio cubierto con la compañía
“MUTUA MADRILEÑA AUTOMOVILISTA”, por la carretera N-330 de Zaragoza,
sentido levante, haciéndolo bajo los efectos del abundante alcohol que había
ingerido con anterioridad, por lo que tenía profundamente mermadas sus
facultades psicofísicas con la consiguiente lentitud de reflejos, reducción del
campo visual y alteraciones de la percepción, efectos que limitaban gravemente
en el acusado su aptitud para el manejo del vehículo de motor.

A causa de su estado el acusado condujo sin la diligencia y precaución


necesarias, lo que motivó que a la altura del km. 476,700 de la citada vía,
término municipal de Botorrita (Zaragoza), en un tramo recto y con perfecta
visibilidad, y siendo que las circunstancias atmosféricas existentes en ese
momento y la posición del sol eran óptimas para conducir, no se apercibió, pese
a que acababa de adelantar a un grupo de ciclistas, de que por delante de él
otros dos, don Enrique Javier C.G. y don Alberto M.F., circulaban de modo
correcto con sus bicicletas por la citada vía, el primero dentro del arcén derecho
de 1,20 metros de anchura y el otro por seguridad a su izquierda, ligeramente
más adelantado y ocupando la mínima parte del carril derecho, de modo que el
acusado, con manifiesta negligencia en el manejo de su coche fruto de la pésima
influencia del alcohol en su organismo, fue saliéndose del carril por su derecha y
se metió progresiva y completamente en el arcén hasta que embistió y se llevó
por delante a los Srs. C. y M., frenando el vehículo a 110 metros del punto de
colisión pues solo cuando ya se había consumado el doble impacto se dio cuenta
de lo que acababa de ocurrir.

Dado lo violento del golpe, don Enrique Javier C.G., que como se ha dicho
circulaba dentro del arcén, fue levantado sobre la tapa del motor del vehículo

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del acusado golpeando contra la luna del parabrisas para caer posteriormente
sobre la calzada. Y décimas de segundo después del primer impacto, don Alberto
M.F., que circulaba ligeramente más adelantado que su compañero, fue
alcanzado por el coche y arrastrado junto a su bicicleta y posteriormente
levantado sobre la tapa del motor del vehículo siendo volteado y cayendo por el
lateral derecho, produciéndose el fallecimiento de ambos de modo instantáneo.

Practicada al encausado con etilómetro de aproximación una prueba orientativa


de alcoholemia nada más llegar la Guardia Civil al lugar del accidente, dio como
resultado 0’71 miligR. de alcohol por litro de aire espirado.

Seguidamente fue invitado a realizar las pruebas con etilómetro de precisión


marca “Drager Alcotest” 7110-E, debidamente verificado y calibrado, dando
como resultado 0’76 miligR. de alcohol por litro de aire espirado a las 10:29
horas y 0’66 miligR. de alcohol por litro de aire espirado a las 10:55 horas,
rehusando la posibilidad ofrecida por los Agentes de contrastar esos resultados
mediante una extracción sanguínea.

El acusado presentaba síntomas evidentes de hallarse bajo la influencia del


alcohol, tales como intensa halitosis alcohólica, deambulación titubeante, habla
pastosa, agotamiento, cansancio, rostro sudoroso, pupilas algo dilatadas y
conjuntiva enrojecida.

2º) Antes de ocurrir estos hechos el encausado había pasado la noche y la


madrugada en diversos locales de ocio de Zaragoza ingiriendo alcohol. Como
mínimo entre las 8:50 y las 9:36 horas estuvo circulando con su coche por la
Autovía A-23 con esa misma negativa influencia del alcohol, inicialmente en
sentido Huesca, de forma que otros usuarios vieron cómo se iba de un carril a
otro, acelerando y desacelerando sin criterio, prefiriendo no adelantarle para
evitar riesgos, hasta que antes de la salida al Polígono de Zuera, punto

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kilométrico 316 de la citada vía, por circular sin la necesaria cautela no se


apercibió el acusado de una baliza de plástico verde perteneciente a la empresa
de mantenimiento de la Autovía “INNOVÍA COPTALIA”, contra la que colisionó,
sufriendo la misma daños que no constan tasados. También el vehículo del
acusado resultó con desperfectos, por lo que éste se salió de la Autovía para
parar y observarlos durante unos segundos tras lo cual, y con manifiesta
negligencia dado que acababa de sufrir un pequeño accidente y había bebido
durante la noche, continuó circulando, tomando la dirección de Zaragoza y
adentrándose en la vía donde minutos después ocurriría el doble atropello
mortal.

Según informe médico forense, a partir de los índices de alcoholemia que dio el
acusado en las pruebas practicadas por la Guardia Civil en la N-330, puede
presumirse que en el momento en que circulaba por la Autovía A-23 sentido
Huesca el índice de alcohol en aire espirado en el encausado era de entre 0,95 y
0,98 miligR. de alcohol por litro de aire espirado.

3º) Don Enrique Javier C.G., nacido el 24 de octubre de 1954, estaba casado
desde el día 31 de julio de 1981 con doña MARÍA AZUCENA U.C., nacida el 27 de
febrero de 1957, no tuvieron descendencia y a su fallecimiento vivían su
hermano don Carlos C.G., nacido el 7 de abril de 1964, y ambos padres, doña
Joaquina G.L., nacida el 2 de diciembre de 1930, y don ENRIQUE C.T., nacido el
día 25 de febrero de 1929, quien a la fecha del siniestro estaba ingresado en una
residencia en estado de dependencia para todas las actividades de la vida diaria
por diversas enfermedades, entre ellas Alzheimer con deterioro cognitivo
severo, por lo que se había instado contra él demanda de incapacidad, si bien
fue archivada sin sentencia al fallecer el 21 de febrero de 2017, siendo único
heredero el hijo superviviente Carlos, ya mencionado anteriormente.

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Tanto la madre como el hermano han sido ya indemnizados por la compañía


aseguradora del encausado y nada más reclaman.

Con respecto al Sr. C.T., la aseguradora “MUTUA MADRILEÑA AUTOMOVILISTA”


consignó a su favor el día 12 de diciembre de 2016 la cantidad de 40.400 €, que
meses después se entregaron a su heredero.

Don Enrique Javier C.G. estaba ya jubilado al ocurrir los hechos, percibiendo una
pensión de jubilación parcial que entre el 1 de enero de 2016 y el 31 de agosto
de 2016 supuso unos ingresos íntegros de 17.527,78 €, con una deducción por
IRPF en dicho período de 2.767,63 € (15,79 %), siendo concretamente el
importe íntegro mensual abonado en el período de 1.845,03 €.

Dicha aseguradora ha entregado a su viuda 111.400 €, consignados el 12 de


diciembre de 2016, y otros 82.177,94 €, consignados el 19 de enero de 2018.

4º) Don Alberto M.F. nació el 3 de mayo de 1948, estaba casado desde el 21 de
diciembre de 1974 con doña María Ángeles R.R., nacida el 10 de julio de 1954, y
tenían una hija, doña MARÍA M.R., nacida el 28 de noviembre de 1978, que
dependía económicamente de su padre ya que éste le hacía una transferencia
mensual de 600 euros y no tenía trabajo fijo, por lo que ese año pretendía
presentarse a oposiciones para el cuerpo de Auxiliares de Justicia. A favor de
doña María la aseguradora consignó el 22 de diciembre de 2016 la cifra de
25.400 €, entregados el 20 de febrero de 2017.

Al fallecimiento del Sr. M.F. vivían su madre doña Francisca F.S., nacida el 12 de
junio de 1926, y sus hermanos doña María Pilar M.F., nacida el 17 de diciembre
de 1949, don Jorge Florencio M.F., nacido el 2 de julio de 1955, y doña Mercedes
M.F., nacida el 4 de octubre de 1956.

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Don Alberto M.F. estaba jubilado y el importe anual neto de su pensión de


jubilación ascendía a 28.851,90 euros. En el accidente resultaron destrozados
los enseres que portaba (bicicleta, casco, guantes, culotte, zapatillas, ordenador
y ruedas), valorados en 2.770,01 €.

Su viuda, madre y hermanos han sido indemnizados por “MUTUA MADRILEÑA


AUTOMOVILISTA” y nada más reclaman.

5º) El día 15 de marzo de 2018, cuatro días antes de empezar el juicio oral, el
acusado consignó 25.000 €, que fueron entregados el 20 de marzo de 2018
(último día de las sesiones) de la siguiente forma: 8.333,34 € para la Sra. U.,
4.166,66 € para don Carlos C., 4.166,67 € para doña Joaquina G., 4.166,67 € para
la Sra. R. y 4.166,66 € para doña María M.

FUNDAMENTOS JURÍDICOS
PRIMERO.- Valorando en su conjunto y del modo ordenado por el artículo 741
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal las pruebas practicadas en el juicio, se
obtiene razonablemente la convicción de que los hechos enjuiciados, relatados
como probados, son constitutivos de un delito CONTRA LA SEGURIDAD VIAL,
previsto y penado en el artículo 379-2 (conducir un vehículo de motor bajo la
influencia de bebidas alcohólicas), en concurso con dos delitos de HOMICIDIO
POR IMPRUDENCIA GRAVE del artículo 142-1, penándose conforme a los
artículos 382 y 77-1 y 2, todos ellos del Código penal.

El primero de los preceptos castiga la conducción de un vehículo a motor o


ciclomotor bajo la influencia de bebidas alcohólicas, pudiendo decirse que el
legislador ha establecido la presunción automática de dicha influencia cuando el
conductor sobrepasa ciertas tasas de alcohol (0,60 miligR. por litro en aire
espirado y 1,2 gR. por litro en sangre).

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Este es el único delito que admite la defensa del encausado, ante el hecho
incontrovertible (folios 11 y ss) de que el Sr. M., que reconoció haber consumido
alcohol la noche precedente a los hechos, dio en el momento del accidente
mortal las tasas de alcohol superiores a 0,60 miligR. por litro en aire espirado
que se reflejan en los hechos probados tras las pruebas a que le sometió la
Guardia Civil, a lo que ha de añadirse que en la conducción previa por la Autovía
A-23 dirección Huesca, donde tuvo el primer accidente con resultado de daños
materiales, también iba con tasas que excedían de ese límite legal según la
pericial forense de los folios 156 y ss.

Lo que no admite la defensa es que su patrocinado haya incurrido además en un


doble homicidio imprudente, al considerar que existen dudas acerca de cómo
pudo producirse el impacto con los ciclistas y si en el mismo existió
responsabilidad del encausado e influencia del alcohol.

Partiendo de la base de que el acusado manejaba bebido un vehículo de motor y


que los ciclistas don Alberto M.F. y don Enrique Javier C.G. circulaban por
delante de él, todos ellos en la misma dirección de forma que los alcanzó por
detrás, ya de por sí no bastaría con insinuar esas dudas, sino que debería
haberse desplegado por parte del Sr. M. alguna prueba de posible maniobra
irregular de los fallecidos.

Pero ninguna prueba ha proporcionado. En primer lugar, incurrió en


contradicciones con sus previas manifestaciones, pues dijo en el juicio oral que
vio a los ciclistas de lejos, a unos 200 metros, cuando en su primera
manifestación en el Juzgado Instructor (folio 40) reconoció que no los vio,
siendo esto último lo verdaderamente creíble y lo que en el momento dijo al
testigo Sr. E.; o también que con anterioridad había dado a una baliza pero no
que hubiera conducido de forma irregular, cuando en esa primera declaración
confesó que desde las 4 de la mañana hasta que tuvo el accidente de Botorrita

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no recordaba lo que había hecho; por no hablar de sus cambios de versiones


acerca del destino que llevaba y por qué cambió de dirección o su intento de
minimizar el consumo de alcohol, según él unas pocas cervezas cuando la
pericial de los Forenses Drs. Cobo y Baena fue contundente en el sentido de que
si dio las tasas que se reflejaron en los tikets del alcoholímetro y en su estudio
de los folios 156 y ss, cercanas a 1 miligramo de alcohol por litro, es porque
ingirió de tirón medio litro de coñac o bebida similar o 3 litros de cerveza de
botellín. Con esa premisa, si en el Juzgado Instructor recordó que un minuto
antes adelantó a un grupo de ciclistas, no vio a los fallecidos y solo recordó el
impacto en la luna, sin poder explicar qué pasó, su afirmación en el juicio oral
en el sentido de que no ocupó el arcén carece completamente de
credibilidad.

Y, en segundo lugar, puesto que no tiene testigos que eliminen su culpa y


achaquen la responsabilidad o la mayor parte de ella a los fallecidos, la otra
posibilidad hubiera sido un estudio pericial que hubiera reconstruido el
siniestro estableciendo una causa para el mismo diferente de la que dictaminan
los informes de la Guardia Civil. Pero únicamente ha aportado un análisis del
Ingeniero Sr. R.C. (folios 537 y ss.) que no estuvo en el lugar del siniestro, que no
propone ninguna hipótesis y que se limita una vez más a sembrar dudas por
unas supuestas carencias de datos técnicos en los Atestados. Es decir, es una
mera crítica de éstos, no una verdadera prueba pericial sobre la mecánica del
accidente.

SEGUNDO. - De todos modos, que el acusado no haya probado nada no exime


evidentemente a las acusaciones (dado que nos movemos en el ámbito penal) de
demostrar la negligencia punible del Sr. M. y su exclusiva responsabilidad en el
desgraciado accidente.

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Para esa demostración se cuenta en primer término con un trabajo exhaustivo


de la Guardia Civil, tanto en sus Atestados que no olvidemos que son cuatro
(folios 4 y ss, 58 y ss, 87 y ss y 182 y ss), como en la testifical en el juicio oral de
uno de sus autores (nº F-89288-L). Es más, en dicha testifical se dejó constancia
incluso de lo que podría favorecer al acusado (por ejemplo, que su velocidad no
era excesiva y en palabras textuales “no iba como un loco”, o que la tasa
superaba el límite penal, pero se hallaba en un estado de shock no propio de
ella). En todo caso, y como ya quedó reflejado en el último de los Atestados
donde se hace el completo análisis técnico de lo sucedido, el Agente testigo
dejó claro que los ciclistas circulaban correctamente en lo que denominó “al
tresbolillo”, esto es, el Sr. C. completamente dentro del arcén y el Sr. M. y para
mayor seguridad pegado a su izquierda, un poco más adelantado y ocupando la
mínima parte del carril derecho, de forma que el punto de colisión está dentro
del arcén porque al golpear el coche por detrás a la bici del Sr. C. ésta hizo un
derrape y la rueda trasera dejó una marca de tiznadura dentro del arcén (que sí
está fotografiada a los folios 60 y 203 pese a lo que arguyó la defensa), huella
que era reciente porque el testigo la pisó y porque no podía ser de otra bici ya
que coincidía con la zona del accidente y ningún ciclista que circule
normalmente hace derrapar intencionadamente su bici de esa manera, como
también era reciente la huella de fricción o arrastre que un poco más adelante
(folio 204) dejó en la línea longitudinal que separa el arcén del carril la bicicleta
del Sr. M., indicando el testigo en el juicio (para eso están las vistas orales) que
aunque no hizo una comparativa en el laboratorio, ambas huellas eran
compatibles con los materiales de que estaban hechas ambas bicis, ya que no se
olvide que la Guardia Civil al comparecer en el lugar pudo tener acceso visual a
todo (la vía, los vehículos, los cuerpos, los restos dejados por éstos, etc.), de
forma que en los informes se deja constancia de lo esencial y no de todos los
detalles y en la posterior testifical se pueden ampliar datos, que además se
enriquecen con la experiencia de los Agentes (en este caso, más de 20 años

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analizando siniestros de tráfico). Por lo demás, en el Atestado se identifican,


posicionan y miden ambas huellas (folio 204).

Establecido el punto de conflicto, dentro del arcén y sin que a juicio del testigo
hubiera intervención alguna de los fallecidos porque circulaban
correctísimamente, descarta así mismo el informe técnico de la Guardia Civil
cualquier incidencia desfavorable en la vía o en las circunstancias
ambientales, ya que es una carretera recta, con perfecta visibilidad, un mínimo
cambio de rasante alejado que para nada afectaba la visión, sin
deslumbramiento por la posición del sol, etc.

De este modo, la única causa del siniestro fue lo que el testigo consideró
una conducción en modo automático fruto de la previa ingesta de alcohol.
Por eso no se detectaron maniobras evasivas bruscas de volantazo o frenazo. El
acusado, gravemente influido por el alcohol, tras sobrepasar por fortuna sin
incidencias a otros ciclistas, entre ellos los testigos a que luego se aludirá, fue
desviándose hacia el arcén hasta introducirse totalmente en él. Dado que uno de
esos testigos llegó a ver que levantaba polvo, es posible que antes del impacto el
coche llegara a meterse algo en la tierra adyacente y estuviera a punto de salirse
por el talud terroso que formaba la cuneta (folios 197 y ss). En todo caso,
invadió el arcén y primero golpeó y volteó por encima del capó la bici del Sr. C.,
quien se chocó fatalmente de cabeza contra el parabrisas, alcanzando
seguidamente al Sr. M., a quien arrastró unos metros antes de elevarlo y
expulsarlo por el lateral derecho del turismo, donde arrancó el retrovisor al
golpearse con él antes de caer al suelo, cayendo algo más adelante el Sr. C. una
vez que finalizó el proceso de “envoltura” sobre el capó y el parabrisas, tras lo
cual el vehículo del acusado, sin acción brusca de frenado o de otra clase, se
detiene a 110 metros del punto de colisión (folios 216 a 221).

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Por tanto, el influjo negativo del alcohol fue de tal calibre que se fue
desplazando progresivamente a su derecha, no hizo maniobra alguna para
corregir esa peligrosa trayectoria y por tanto no se apercibió de la correcta
presencia de ambos ciclistas en el arcén ni fue consciente de lo que había pasado
hasta consumarse el doble atropello mortal y detener su vehículo más adelante,
porque tampoco en el momento del impacto se aprecian en la vía indicios de
que corrigiese con la típica maniobra evasiva. Como explicaron los Médicos
Forenses, el efecto depresivo del alcohol sobre el sistema nervioso se potencia si
el individuo además tiene somnolencia, cosa más que probable en el encausado
pues si creemos su versión estuvo bebiendo en varios bares esa noche al menos
hasta las 4 de la mañana, tras lo cual dice que se fue a dormir un rato a su coche;
pero según los forenses, si uno simplemente tiene sueño y se duerme al volante,
en caso de alerta, como sería notar el primer impacto, hay una subida de
adrenalina que provoca una inmediata reacción en el sistema nervioso, lo cual
sin embargo no ocurre si el sujeto, además de cansado y somnoliento, va bebido.

Así pues, la previa y abundante ingesta de alcohol explica que el encausado


no reaccionase ni antes ni después del impacto y seguramente explica
también la actitud constatada por el cabo de la Guardia Civil (“me sorprendió la
falta de empatía, estaba como en otro mundo, llamó por teléfono y hablaba de
forma aséptica”).

TERCERO. - Por lo demás, hay más datos que avalan que las bicis iban
correctamente y resultaron alcanzadas sorpresivamente y que en ningún caso
hubo por parte de los ciclistas un desplazamiento lateral de forma que
fuesen los ciclos los que impactasen contra el coche y no al revés. Así, la bici
del Sr. C. presenta la rueda trasera destrozada, fruto del primer impacto con
arrastre y tiznadura sobre el suelo, pero el cuadro solo está descuadrado y con
arañazos, no con un impacto fuerte como si se hubiese cruzado delante del

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coche por maniobra irregular o extraña del ciclista (folio 195), lo que hace
pensar que éste justo antes de ser alcanzado y levantado sobre el capó llevaba
una trayectoria rectilínea. La propia posición de los cadáveres, uno quedó sobre
el arcén y el otro un poco más adelante sobre el carril derecho y cerca de la línea
divisoria con el arcén, así como de sus bicis, ambas en la cuneta, corrobora la
tesis de la Guardia Civil, ya que al ser despedido por el lado derecho el Sr. M.,
primero fue escupida hacia la cuneta su bici mientras su cuerpo aún rodó unos
metros sobre el arcén derecho hasta quedar en su posición final, en tanto que el
Sr. C. quedó “envuelto” con su bici sobre el vehículo y cayó un poco más adelante
por lo que su bicicleta quedó casi a su altura (folios 201 a 203). También a juicio
del Dr. Baena, que asistió al levantamiento de los cadáveres y por tanto estuvo
en el lugar, los ciclistas fueron desplazados en línea recta; además las lesiones
apreciadas en las autopsias (folios 227 y ss) también resultan coherentes con el
desarrollo del siniestro descrito por la Guardia Civil al folio 217.

Por otro lado, apreciaron los Agentes restos de cristales correspondientes al


proyector delantero derecho y al retrovisor derecho del coche diseminados
precisamente en la cuneta, por la totalidad del espacio donde se desarrolló el
siniestro (folio 204), lo que sería imposible si el turismo hubiese circulado
correctamente por su carril y hubiese intentado sobrepasar a los ciclistas
dejando el metro y medio reglamentario.

Vistos los daños en el coche, y una vez descartados los que sufrió minutos antes
al estrellarse con una baliza cerca de Zuera (de lo que más tarde se hablará), se
aprecia la trayectoria de impacto contra la parte derecha del turismo del
primer ciclista atropellado (Sr. C.), completamente recta, dejando incluso un
resto de tejido en el proyector derecho, y la del segundo (Sr. M.), de izquierda
a derecha porque aunque no hubo maniobra evasiva en sentido estricto es
seguro que el encausado, al notar el primer impacto del Sr. C. en la luna del

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coche, describió una mínima maniobra hacia el interior de la calzada por la


inercia de giro de volante y por la deriva de cualquier móvil al recibir un
impacto en su zona derecha (folios 188 a 191), lo que explicaría lo relatado por
el testigo Sr. Armando F. de que vio el coche un poco escorado (o sea, inclinado
como un barco) en la calzada, que se salía del arcén, o por el testigo Sr. E., que
vio que el coche daba un bandazo derecha-izquierda.

Finalmente, se cuenta con la declaración de los tres testigos ciclistas que


circulaban justo detrás del siniestro, Srs. Pedro M., Francisco E. y Sr. Armando F.
Los tres iban por esa carretera minutos antes por delante, fueron rebasados por
los fallecidos y luego por el acusado, quien por suerte lo hizo sin problemas.

Pero unos metros después es cuando el acusado, por su grave negligencia e ir


bebido, empieza a meterse en el arcén hasta alcanzar a los Srs. C. y M. que
circulaban correctamente por el mismo, de modo que al notar el impacto se va
algo hacia el carril derecho. No de otra manera puede entenderse lo que cada
uno de los testigos vio en las décimas de segundo en que levantaron la vista. En
efecto, el Sr. M. explicó que no vio el instante de cómo se metió en el arcén ni el
impacto, pero que el compañero Armando (que iba el tercero) exclamó “¡¿qué
hace ese coche?!”, entonces levantó la vista y vio un ciclista volando por el capó y
el otro en el suelo y que justo en ese momento el coche estaba dentro del arcén,
añadiendo que previamente los fallecidos les sobrepasaron y continuaron a la
par, un poco en paralelo con uno algo más adelantado y sin género de duda
dentro del arcén y sin salirse de él, sin que esa mañana hubiera viento ni nada
sorpresivo como un animal. Por su parte el Sr. E. confirmó que Armando hizo
esa exclamación y por eso él levantó la vista y vio que el coche daba un bandazo
derecha-izquierda sin poder precisar más detalles del impacto por la distancia,
pero añadiendo igualmente que los fallecidos, tras rebasarles a ellos, siguieron
perfectamente por el arcén. Finalmente, el Sr. Armando F. dijo que vio el coche

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de color oscuro un poco escorado en la calzada, que se salía del arcén,


observando también que despedía polvareda, por lo que cree que debió de
meterse en la zona de tierra adyacente a la calzada, viendo después que un
ciclista volaba a la altura del techo; tampoco vio el momento justo del impacto,
pero antes observó que los ciclistas iban dentro del arcén. Por tanto, aunque
este testigo precisara que al decir escorado quería decir que vio el coche un
poco inclinado, con las ruedas de la parte derecha levantadas y en el carril, no se
refería al momento anterior al choque ni al instante mismo del impacto, sino a
esa maniobra inmediatamente posterior y ya señalada de irse el acusado por
inercia hacia su izquierda cuando notó el impacto en la zona derecha del capó y
parabrisas. Téngase en cuenta que hablamos de décimas de segundo y que cada
ciclista tenía una posición diferente en la calzada. En todo caso, ninguno de
estos testigos vio a los fallecidos circular indebidamente fuera del arcén o
hacer una maniobra anómala de echarse contra el vehículo, como tampoco
ninguno de ellos vio que el coche justo antes, en el instante mismo y décimas de
segundo tras el impacto se hallara correctamente posicionado en su carril e
intentando adelantarles reglamentariamente.

CUARTO.- La calificación de la imprudencia es extremadamente grave, al ir


notoriamente influido por el alcohol y, fruto de ello, no guardar la necesaria
diligencia que exige manejar un mecanismo de riesgo como es un coche, lo que
le llevó con manifiesta contravención (entre otros) de los arts. 3, 30-1 y 88 del
Reglamento de Circulación de 21/11/2003, a ir saliéndose del carril por su
derecha y a meterse progresiva y completamente en el arcén derecho
(posiblemente casi saliéndose de la vía) hasta que alcanzó y se llevó por delante
a los Srs. C., que iba perfectamente metido dentro de ese arcén, y M., que dada la
estrechez del mismo (1,20 metros) iba por seguridad a su izquierda,
ligeramente más adelantado y ocupando la mínima parte del carril derecho,

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ambos consiguientemente respetando lo preceptuado por (entre otros) los arts.


36 y 64 de la misma norma.

Esa calificación se ve confirmada por la previa y anómala conducción


desarrollada por el encausado en la Autovía A-23 sentido Huesca, fruto
igualmente de la abundante y perjudicial ingesta de alcohol de aquella noche.

No negó el acusado que fuera por dicha Autovía, según él porque había decidido
ir a Jaca a ver un amigo, pero luego rectificó y dio la vuelta para volver a su casa
de La Muela y finalmente, ya en la Z-40, optó por ir a Cuarte de Huerva a ver a su
hijo y sus nietos, en definitiva, como si en todo momento fuera consciente de las
rutas que siguió. Tesis novedosa que no resulta creíble porque a la Guardia
Civil lo primero que le dijo fue que se iba a su casa de La Muela y que estando en
Valdespartera su intención era incorporarse a la Z-40 (folio 59).

La opinión de este Tribunal es que en realidad iba tan influido por el


alcohol que desde que cogió el turismo se equivocó de camino y condujo
de una forma completamente anómala y errática hasta que se produjo el
fatal atropello. En efecto, cuando menos desde las 8:50 hasta las 9:36 estuvo
circulando ida y vuelta por la Autovía A-23 (folios 270 y 92 y ss) y a tenor de las
manifestaciones de los testigos doña Gema I. , don Jorge L. y don Santiago M.,
que circulaban en dos coches por esa misma vía en sentido Huesca, el encausado
iba de lado a lado pasando de uno a otro carril (recordemos que es una Autovía),
acelerando y desacelerando hasta que en la salida anterior al Polígono de Zuera
se chocó contra una baliza (sufriendo los daños constatados por la Guardia Civil
y ajenos por tanto al posterior atropello), tras lo cual dio un volantazo y se
metió de nuevo en el carril, saliendo poco después y parando junto a una
empresa, donde se bajó unos instantes para comprobar los daños, después de lo
cual reanudó la conducción, debiendo de ser en ese momento cuando se dio la
vuelta; el tercer testigo precisó que le adelantó pero el acusado volvió a

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rebasarle a más velocidad, si bien seguidamente redujo y él prefirió no


adelantarle de nuevo “por si se picaba”, observando que adelantaba a gran
velocidad a varios coches e incluso a una moto “a la que dio un susto porque se
echó hacia ella e hizo un extraño” (si bien no especificó más y el motorista no fue
identificado), añadiendo que las maniobras que hacía no eran bruscas pero sí
peligrosas.

A la vista tanto del informe forense escrito (folios 156 y ss) como de la
declaración en juicio de los Forenses, durante este trayecto por la Autovía
indudablemente iba con la tasa superior a 0,60 miligR. de alcohol por litro
de aire espirado que automáticamente implica delito del art. 379-2, ya que a
partir de las tasas medidas por la Guardia Civil y de sus manifestaciones acerca
de las horas de consumo de alcohol se calcula un índice de entre 0,95 y 0,98
miligR. de alcohol por litro de aire espirado, lo que de por sí es muy elevado y
está en el origen de todas las maniobras antirreglamentarias y gravemente
imprudentes que vieron esos tres testigos.

QUINTO. - En conclusión, y por lo que atañe a la calificación jurídica global de la


conducta y del desgraciado doble fallecimiento, estamos como se ha señalado
más arriba ante un delito de conducción alcohólica en concurso con dos
delitos de homicidio por imprudencia grave.

No se aplica la conducción temeraria del art. 380 CP postulada por varias


Acusaciones en lugar del delito del 379-2, una de ellas con carácter doble pues
entiende que la conducción por la A-23 constituyó un delito autónomo del 380 y
la conducción por la N-330 con el doble atropello mortal otro delito autónomo
del 380 en concurso con los homicidios imprudentes. A la postre (y salvo en este
último caso, donde habría dos penas independientes) la conclusión punitiva de
apreciar o no el art. 380 no varía, pues para fijar la pena siempre habría que
acudir a la regla del art. 382 y por tanto castigar solo la infracción más grave (en

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este caso el homicidio imprudente) en su mitad superior; y dentro de ésta


última otra vez en la mitad superior por imperativo del art. 77-2, ya que fueron
dos homicidios.

Pero para apreciar el 380 se tendrían que haber demostrado los requisitos del
artículo. Con carácter general el apartado 1 del precepto castiga al que conduce
“con temeridad manifiesta y pusiere en concreto peligro la vida o la integridad de
las personas”. Ello significa según la jurisprudencia que se conduce un vehículo
de motor o un ciclomotor con temeridad manifiesta, por la vulneración de las
más elementales normas objetivas de cuidado recogidas en el Reglamento de la
Circulación, poniendo en concreto peligro la vida de las personas, su integridad
o sus bienes, por la proximidad absoluta, próxima o cercana al evento lesivo que
si se produce pasará a integrar el delito de lesión correspondiente, pero además
siendo la conducta de conducir así inequívocamente dolosa, es decir, con
conciencia del agente de que está conduciendo con manifiesta temeridad y
que pone en concreto peligro los bienes protegidos (dolo de peligro).

Pues bien, más allá de que en la conducción por la A-23 no está claramente
demostrado que se pusiera en concreto peligro la vida o integridad física de
otros usuarios de la vía, lo esencial es que la conducción global del acusado
era totalmente antirreglamentaria pero no porque intencionadamente
condujera haciendo eses, acelerando, desacelerando, etc., sino porque era el
alcohol el que le hacía conducir así. El art. 380-1 está pensado para
conductas que, cumpliendo los requisitos del precepto, sean temerarias para
cualquier persona media (conducir a velocidad alocada saltándose semáforos o
señales de STOP, ir en contradirección, meterse en sentido contrario en una
Autopista o Autovía, subirse por aceras, etc.) pero además realizadas por el
culpable de forma indudablemente intencionada y sabiendo el peligro que
genera con ellas. Sin embargo, cuando lo que se produce es una conducción

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peligrosa contraviniendo normas de tráfico porque el sujeto está bajo los


efectos de tasas elevadas de alcohol y no se prueban los demás requisitos del
380, entonces debe actuar el 379.

Por su parte el art. 380-2 viene a establecer una modalidad específica y


automática de conducción temeraria al señalar que “A los efectos del presente
precepto se reputará manifiestamente temeraria la conducción en la que
concurrieren las circunstancias previstas en el apartado primero y en el inciso
segundo del apartado segundo del artículo anterior”. Ello significa que, aunque
no haya propiamente maniobras temerarias como las ejemplificadas en el
párrafo anterior, automáticamente se reputa la conducción como temeraria si el
sujeto conduce con tasas superiores a 0,60 (como es el caso) pero también (el
uso de la conjunción “y” implica que deben concurrir ambas circunstancias a
la vez) a una velocidad como la que regula el art. 379-1, lo que supondría 200
km/h en la autovía A-23 y 180 km/h en la N-330. Ninguna prueba existe de
que en la Autovía se alcanzara esa velocidad. Y por lo que hace a la N-330, la
Guardia Civil calculó que el acusado en el momento del atropello iría a unos 80
km/h (folio 212 y testifical). Así pues, tampoco cabe apreciar la presunción
automática del indicado apartado.

Finalmente, el hecho de que durante unos segundos se parara en la Autovía,


cerca de Zuera, para comprobar los daños que acababa de sufrir su coche tras
chocar con la baliza (folios 66 y ss), tampoco significa que hubiera dos
conducciones y que cada una merezca su propio castigo, sino una sola que se
prolongó más de una hora, toda ella desarrollada bajo la pésima influencia del
mucho alcohol que bebió en las horas previas, lo que le provocó una notoria y
prolongada desatención global en esa tarea, no un despiste puntual (informe
técnico de la Guardia Civil y testifical de su autor), que culminó cuando por su

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exclusiva culpa atropelló a los dos infortunados ciclistas. Por ello deberá ser
condenado a las penas que se dirán más adelante.

SEXTO. - Con respecto a la responsabilidad civil, lo primero que debe decirse es


que si bien a lo largo del procedimiento ninguna actuación se ha hecho con la
empresa titular de la baliza que en la A-23 resultó dañada por la imprudente
conducción del encausado (folios 66 a 73), ya que no consta que aquélla haya
renunciado habrá de dársele la oportunidad de reclamar en ejecución de
sentencia del modo que se indicará.

Dicho esto, las tres Acusaciones particulares, en interés de parte de los


parientes de ambos ciclistas, admiten que en gran medida han sido resarcidas
por “MUTUA MADRILEÑA AUTOMOVILISTA”, pero alegan que faltan por
indemnizar unos conceptos muy concretos, que ya reclamaron en su día en sus
escritos de conclusiones provisionales y que detallaron en sus conclusiones
definitivas y en sus informes.

Teniendo en cuenta las Tablas 1.A (perjuicio personal básico), 1.B (perjuicio
particular y excepcional) y 1.C (perjuicio patrimonial, daño emergente y lucro
cesante) del Anexo de la Ley 35/2015 de 22 de septiembre, que reforma el
sistema para la valoración de los daños y perjuicios causados a las personas en
accidentes de circulación, así como las documentales no impugnadas sobre
datos de filiación de los fallecidos y sus familiares perjudicados, gastos, ingresos,
consignaciones, entregas, etc., se centrará el resto de este fundamento jurídico a
esos conceptos que aún se reclaman, una vez que consta que doña Joaquina G.L.,
don CARLOS C.G.(en su condición respectiva de madre y hermano de don
Enrique Javier C.G. ), doña MARÍA ÁNGELES R.R.(viuda de don Alberto M.F.),
doña Francisca F.S.(madre de don Alberto M.F.) y doña Pilar, don Jorge
Florencio y doña Mercedes M.F. (hermanos de don Alberto) han sido ya
indemnizados antes del juicio por la mentada aseguradora.

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1º) El primer concepto discutido se refiere a la incapacidad del Sr. C.T., padre de
don Enrique Javier. Ninguna duda cabe a la vista del folio 361 y testifical de la
Dra. Torres que este señor estaba en una clara situación de total invalidez física
y mental, viviendo en la Residencia y siendo completamente dependiente.
Valorando el art. 69 de la misma Ley, que tiene en cuenta la alteración
perceptible que el fallecimiento provoca en la vida del perjudicado, es razonable
pensar que el desgraciado suceso no implicó una alteración elevada del régimen
de vida que llevaba el interesado en su vida residencial y en sus profundos
padecimientos físicos y cognitivos, por lo que el incremento previsto en la Ley
de entre el 25 y el 75 % sobre la indemnización básica se estima prudente
dejarlo en el 30 %, esto es, 12.000 € que corresponden a su heredero don Carlos
C.G. Como a éste se le abonaron por el encausado 4.166,66 €, restan por pagarle
7.833,34 €.

2º) El segundo concepto discutido es la indemnización a favor de la viuda de


don Enrique Javier por perjuicio excepcional de los arts. 77 y 33 de la Ley y por
lucro cesante. Comenzando por el perjuicio excepcional, el art. 33-5 lo admite
con criterios muy restringidos, a fin de respetar en la medida de lo posible los
exhaustivos cálculos del Anexo. Y aunque a partir de la testifical de su sobrina
doña Mª Ángeles I. no se duda que la pérdida traumática del marido para un
ama de casa sin hijos es durísima, no se han proporcionado pruebas suficientes
para reconocer una cuantía adicional que expresamente se excluye en otros
artículos (como el 70 o el 71) por entenderse comprendida en las elevadas
sumas que ya se conceden por el perjuicio personal básico.

Y en lo que hace al lucro cesante, constan aportados el día del juicio los
certificados de ingresos del fallecido (por pensión de jubilación parcial y por el
pacto con la que fue su empresa “General Motors”). A partir de tales documentos
y puesto que estaba ya jubilado (aunque por acuerdo con su empresa fuese una

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jubilación parcial), se tomará como referencia para los ingresos netos anuales
los de la jubilación, por imperativo del art. 83-1 inciso final de la mencionada
Ley.

Como el fallecimiento truncó el cobro del resto de la pensión del año 2016, a
partir del certificado del INSS aportado por la defensa de la Sra. U. el día del
juicio oral habrá de hacerse un cálculo o proyección de cuál habría sido dicha
pensión en todo el año de no haberse producido el lamentable suceso. Pues
bien, ya que en las primeras ocho mensualidades cobró, incluyendo una paga
extra, 17.527,78 € brutos y le retuvieron por IRPF 2.767,63 € (el 15,79 %), por
una simple regla de tres el resultado para los cuatro meses restantes más la otra
paga extra sería de otros 9.737,65 € brutos y de 1.537,57 € de retención por
IRPF. De manera que sumando los diversos conceptos tendríamos que para
2016 la pensión de jubilación neta habría sido de 22.960,23 € (27.265,43 €
brutos menos 4.305,20 € de retención de IRPF). Y si partiéron. del otro dato que
consta en ese certificado, esto es, el importe íntegro mensual que se le pagaba y
que ascendía a 1.845,03 €, por 14 mensualidades resultarían 25.830,42 €, de
donde habría que descontar por IRPF el 15,79 % (4.078,62 €), lo que nos daría
una pensión neta anual de 21.751,79 €. En todo caso, ya escojamos una u otra
cifra, al final el resultado de lucro cesante sería el mismo, pues dado que su
viuda tenía 59 años en el momento de perder a su marido y que el matrimonio
había durado algo más de 35 años, pero sin llegar a 36, se tiene en cuenta la
tabla de 35 años de duración del matrimonio y el parámetro de “ingreso neto
hasta 24.000 €” (página 84651 del BOE de publicación de la Ley), lo que implica
un lucro cesante de 66.503 €. Dado que la aseguradora, a tenor de la oferta
motivada que obra al folio 687, le reconoció 74.815 €, posiblemente porque
haría un cálculo diferente, o tenía otros datos, o tendría en cuenta los ingresos
que aún percibía de “General Motors” en virtud del acuerdo de jubilación parcial
así mismo aportado, la conclusión, una vez comparada dicha oferta con el

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cálculo efectuado por su representación procesal en conclusiones definitivas, es


que la Sra. U. C. tenía que percibir 111.000 € por perjuicio personal básico, 400
€ por gastos de fallecimiento sin necesidad de justificación, 7.362,57 € por
gastos de sepelio, 1.530,58 € por la bicicleta y 66.503 € por lucro cesante, total
186.796,15 €. Como la aseguradora le ha pagado antes del juicio 193.577,94 €,
la Sra. U. ha sido ya completamente resarcida.

3º) Por último está la reclamación de doña MARÍA M.R. Nada que objetar a los
daños materiales en bicicleta y demás utensilios portados por su padre, según la
documental traída el día del juicio (2.770,01 €). Restaría resolver sobre el
perjuicio excepcional de 5.000 € por su enfermedad y pérdida de examen de
oposiciones y los 27.353 € reclamados por lucro cesante.

De la documental aportada por su defensa (folios 420 y ss y la traída el día del


juicio) se constata que recibía una asignación mensual del fallecido de 600 €,
que no tiene trabajo estable y que por eso se estaba preparando unas
oposiciones. Por otro lado, su padre percibía de pensión anual neta 28.851,90 €.
Tales circunstancias determinan hablar de una hija de 37 años todavía
dependiente económicamente de su padre en el sentido del art. 82-2 de la Ley
35/2015. A la vista de esa edad y de la pensión de su padre, le corresponden
según la Tabla los 27.353 € solicitados por su representación procesal (página
84815 del BOE). Ahora bien, y dado el criterio restrictivo del art. 33-5 al que
más arriba se ha hecho alusión, se considera que no cabe hablar además de un
perjuicio excepcional, ya que los mismos parámetros que se invocan para éste
son los que explican el lucro cesante por no haber logrado su independencia
económica; y de reconocerse ese perjuicio excepcional se estarían
indemnizando dos veces las mismas circunstancias personales.

Por tanto, y, en resumen, a la Sra. M. R. le correspondían 20.000 € por perjuicio


personal básico, 5.000 € por perjuicio personal particular al ser hija única, 400

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€ por daño emergente básico, 27.353 € por lucro cesante y 2.770,01 € por
daños materiales de bicicleta y resto de enseres de su padre, total 55.523,01 €.
La aseguradora ya le ha pagado 25.400 € y el acusado 4.166,66 €, por lo que
restan a su favor 25.956,35 €.

Por lo demás, que el acusado decidiera pagar el día del juicio ciertas cantidades,
al igual que lo razonado en el punto 2º), en ningún caso supone que los
perjudicados que ya han cobrado deban restituir nada a la aseguradora, pues
ésta solicitó que se hicieran esos abonos y una restitución iría contra sus
propios actos.

SÉPTIMO. - Únicamente las dos cantidades reconocidas en esta sentencia a


doña María M. y al heredero de don ENRIQUE C.T. devengarán intereses
moratorios con cargo a la aseguradora “MUTUA MADRILEÑA
AUTOMOVILISTA”.

La tantas veces citada Ley 35/2015 ha modificado sustancialmente el art. 9 del


Real Decreto Legislativo 8/2004, de 29 de octubre, por el que se aprueba el
texto refundido de la Ley sobre responsabilidad civil y seguro en la circulación
de vehículos a motor. De este modo, la fecha del accidente sin pago o
consignación ya no se revela como el criterio esencial del art. 9 (que a su vez se
remite al art. 20 de la Ley de Contrato de Seguro), sino que lo decisivo es la
presentación al perjudicado, por parte de la aseguradora, de la oferta motivada
de indemnización a que se refiere el artículo 7-2 de ese Real Decreto Legislativo,
siempre que tal oferta se haga dentro del plazo previsto en el citado artículo y se
ajuste en cuanto a su contenido a lo previsto en el artículo 7-3.

En efecto, de conformidad con el art. 7-2, el hecho que motiva que empiece a
correr el plazo de tres meses para la sanción a la aseguradora por no actuar
correctamente es “la recepción de la reclamación del perjudicado”. Ante ella la

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aseguradora solo puede evitar el devengo de intereses moratorios con la oferta


motivada o el rechazo igualmente motivado en dicho plazo, ajustándose, al
responder, a las instrucciones que sigue marcando el precepto.

En este caso no consta en las actuaciones cómo y cuándo reclamaron a la


aseguradora los distintos perjudicados, lo que unido a que hay dos ofertas
motivadas (folios 263 y ss y 685 y ss) que en principio se ajustan a las
exigencias del art. 7-3, no permite valorar si conforme a los arts. 7 y 9 del Real
Decreto Legislativo aquélla incurrió o no en mora, por lo que en la duda, ya que
se trata de unos intereses punitivos y estamos en el ámbito penal, no procede
condenar a la compañía a tales intereses en cuanto a las cantidades ofertadas y
ya abonadas antes del juicio.

Ahora bien, a tenor del art. 9 a) de esa norma “La falta de devengo de intereses de
demora se limitará a la cantidad ofertada y satisfecha o consignada”. Como a
doña María M. y a don ENRIQUE C.T. (a su heredero, tras haber fallecido) nunca
se les ha ofertado, de hecho, nunca se les ha reconocido las cantidades que esta
sentencia sí concede, las mismas devengarán intereses moratorios en los
términos legalmente previstos en el citado artículo y en el artículo 20 de la Ley
de Contrato de Seguro al cual aquél se remite.

OCTAVO. - Tras lo analizado hasta ahora procede fijar las penas para el
encausado.

Lo primero que debe decirse es que no se aprecia una atenuante de


reparación del daño del art. 21-5ª CP. Cierto que ha abonado 25.000 €, pero lo
ha hecho 4 días antes del juicio, solo a una parte de los familiares, cuando la
mayoría ya habían sido resarcidos por la aseguradora y en una suma que, a la
postre, apenas representa el 4 % de los 621.604,16 € de la totalidad de
indemnizaciones.

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Sin embargo, el factor que principalmente se tiene en cuenta a la hora de


rechazar la reparación del daño no es el económico. Este pago tardío y
parcial no ha ido acompañado, ni en el momento del accidente, ni en la
instrucción, ni en el acto del juicio, de una asunción de su responsabilidad,
siendo que nunca ha habido el menor indicio de que el siniestro se debiera a
causas distintas de su propia negligencia y de haber abusado del alcohol.
Reconocer su culpa y arrepentirse sinceramente hubiera resultado
verdaderamente reparador para los familiares de los ciclistas y también para la
sociedad, en la lucha diaria contra los accidentes de tráfico, especialmente los
causados por el alcohol y las drogas. En lugar de eso ha ido cambiando sus
declaraciones, ha negado haber conducido de forma irregular por la A-23, ha
minimizado la entidad del consumo alcohólico alegando que no cenó y sobre
todo ha eludido cualquier responsabilidad en el doble atropello mortal
asegurando que no ocupó el arcén, lo que solo puede entenderse en el sentido
de que por alguna razón fueron los ciclistas los que se cruzaron en su
trayectoria.

Por todo ello, y valorando además que no es la primera vez que es condenado
por ir bebido y generar un siniestro (aunque por su antigüedad ese
antecedente no genere reincidencia), el largo tiempo que estuvo conduciendo
bajo el alcohol por diversas vías, que las tasas fueron elevadas porque el
consumo también lo fue, que ya en la Autovía condujo de forma peligrosa hasta
el punto de que otros conductores prefirieron no adelantarle y sufrió un
pequeño accidente, que pese a darse cuenta de ese primer choque optó
por seguir conduciendo y que en definitiva por una gravísima negligencia
minutos después se llevó por delante a dos ciclistas que circulaban
correctamente, de lo cual no se dio cuenta sino cuando ya se había consumado el
atropello, con el terrible resultado de dos fallecimientos, procede imponerle
las máximas penas contempladas en el art. 142-1 CP.

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NOVENO.- Con arreglo a lo establecido en el artículo 123 del Código Penal y en


los artículos 239 y 240 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, las costas
procesales se entienden impuestas por la ley a los criminalmente responsables
de todo delito, por lo que en este caso se impondrán al acusado, incluyendo las
de las Acusaciones particulares por ser la norma general y no apreciarse
razones que justifiquen una decisión distinta, sin que el hecho de no apreciarse
el art. 380 tenga incidencia alguna en esta imposición puesto que en su lugar se
aplica el art. 379-2.

Vistos los preceptos legales citados y demás de general y pertinente aplicación

FALLO
Que debo CONDENAR y CONDENO a don LEONCIO M.P. como Autor
responsable de un delito CONTRA LA SEGURIDAD VIAL, previsto y penado
en el artículo 379-2 (conducir un vehículo de motor bajo la influencia de
bebidas alcohólicas), en concurso con dos delitos de HOMICIDIO POR
IMPRUDENCIA GRAVE del artículo 142-1, penándose conforme a los artículos
382 y 77-1 y 2, todos ellos del Código penal, sin la concurrencia de
circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, a las penas de
CUATRO AÑOS de Prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el
derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de condena, y la Privación del
derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores por tiempo de SEIS
AÑOS.

En virtud de lo dispuesto en el art. 47-3 del CP, la pena impuesta conlleva la


pérdida de vigencia del permiso de conducir que ostenta el acusado.

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Para el cumplimiento de las penas abónesele, en su caso, el tiempo que ya haya


estado privado de libertad y sometido a privación cautelar del permiso de
conducir por esta causa.

Se condena también al acusado al pago de las costas, incluyendo las de las


Acusaciones particulares.

Asimismo, debo CONDENAR y CONDENO a don LEONCIO M.P. a que en


concepto de responsabilidad civil indemnice las siguientes sumas:

a) A “INNOVÍA COPTALIA” (folios 70 y ss) en la cantidad que se acredite en


ejecución de sentencia por daños en la baliza (si la reclamase).

b) A don CARLOS C.G. (heredero de don ENRIQUE C.T.) en la cantidad


pendiente de 7.833,34 €.

c) Y a doña MARÍA M.R. en la cantidad pendiente de 25.956,35 €.

Del pago de tales cantidades responderá en calidad de responsable civil directa


“MUTUA MADRILEÑA AUTOMOVILISTA”, a la cual, y por lo que se refiere a las
señaladas en los apartados b) y c), se impone el interés moratorio anual en
los términos del art. 9 del Real Decreto Legislativo 8/2004, de 29 de octubre, en
relación con el art. 20 de la Ley de Contrato de Seguro.

Se declaran pagadas por dicha aseguradora las demás indemnizaciones a los


perjudicados por estos hechos que contempla la Ley 35/2015 de 22 de
septiembre, que reforma el sistema para la valoración de los daños y perjuicios
causados a las personas en accidentes de circulación.

Firme que sea la presente resolución, remítase TESTIMONIO de la misma a la


Dirección General de Tráfico, a fin de que procedan a su anotación en el Registro
de conductores e infractores, así como a los efectos del art. 47-3 del CP y demás

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que legalmente procedan. Una vez recaída sentencia firme (incluso si fuere
revocada la presente), remítase así mismo TESTIMONIO a la Guardia Civil de
Tráfico de Zaragoza (Ref.- Atestado nº 1.230/2016) para su conocimiento y
efectos oportunos.

SE ABSUELVE al acusado del delito de CONDUCCIÓN TEMERARIA que así


mismo se le imputó.

Notifíquese la presente resolución a los perjudicados, tal y como dispone el


artículo 789.4 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

Notifíquese esta resolución de conformidad con lo dispuesto en el artículo 248


de la L.O.P.J., haciéndoles saber a las partes que, tal y como dispone el artículo
790 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, contra la presente sentencia cabe
interponer en el plazo de los DIEZ DÍAS siguientes a su notificación y ante este
Juzgado de lo penal recurso de APELACIÓN, para su resolución por la Ilma.
Audiencia Provincial de Zaragoza.

Así lo pronuncio, mando y firmo, don Eduardo Marquina Serna, Ilmo. Sr.
Magistrado-Juez titular del Juzgado de lo Penal nº 2 de Zaragoza y de su partido.

PUBLICACIÓN: Leída y publicada fue la anterior Sentencia por el Sr. Magistrado


que la firma, estando celebrando Audiencia Pública en el Juzgado, el mismo día
de su fecha. DOY FE.

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