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SENTENCIA Nº 122/2018
Don EDUARDO MARQUINA SERNA, Ilmo. Sr. Magistrado-Juez titular del Juzgado
de lo Penal nº 2 de Zaragoza, ha visto los presentes autos de juicio oral, seguidos
ante este Juzgado por un delito CONTRA LA SEGURIDAD VIAL (conducir un
vehículo de motor bajo la influencia de bebidas alcohólicas), un delito de
CONDUCCIÓN TEMERARIA y dos delitos de HOMICIDIO POR IMPRUDENCIA
GRAVE, con el número Procedimiento Abreviado nº 245/2017, con intervención
del Ministerio Fiscal, en representación de la acción pública. Como Acusaciones
particulares doña JOAQUINA G.L. y don CARLOS C.G.(en su propio nombre y
como heredero de don ENRIQUE C.T.), representados por la Procuradora doña
BELÉN RISUEÑO VILLANUEVA y asistidos por el Letrado don Ignacio Íñiguez
Ortega; doña MARÍA AZUCENA U.C., representada por el Procurador don
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ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO. - En este Juzgado se han incoado Diligencias, procedentes del
Juzgado de Instrucción nº 6 de Zaragoza (Previas nº 1.751/2016), dictándose
auto de incoación y admisión de pruebas y verificando el señalamiento del
modo que consta en autos.
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y 2, penándose conforme a los artículos 382 y 77-1 y 2, todos ellos del Código
penal, sin circunstancias, solicitando la imposición de las siguientes penas:
a) En cuanto a los familiares de don Enrique C., a su esposa doña Azucena U.C.,
respecto a la que la aseguradora ya ha consignado 111.400 €, en 78.765 € por
lucro cesante, 111.000 € por perjuicio patrimonial básico, 400 € y los que se
acrediten por daño emergente, entierro y funeral, con los incrementos
porcentuales que prevea la Ley; a su madre doña Joaquina G. en 40.000 € por
perjuicio patrimonial básico, 10.000 € por perjuicio personal particular al
quedar viuda tras fallecer su esposo después del accidente y 400 € por daño
emergente; a su padre don Enrique C. en 40.000 € por perjuicio patrimonial
básico, mínimo de 400 € por daño emergente y 30.000 € por discapacidad
previa al siniestro, que corresponderá a sus herederos, habiéndose consignado
para él 40.400 €; a su hermano don Carlos C. en 15.000 € por perjuicio
patrimonial básico, un mínimo de 400 € por daño emergente y 3.750 € por
perjudicado único en su categoría.
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daño emergente y 31.162 € por lucro cesante; a su madre doña Francisca F.S. en
40.000 € por perjuicio personal básico, 10.000 € por perjudicado único en su
categoría y 400 € por daño emergente; a sus hermanos doña María Pilar, don
Jorge Florencio y doña Mercedes en 15.000 € por perjuicio personal básico y
400 € por daño emergente. Siendo responsable civil directa la Cía. “MUTUA
MADRILEÑA AUTOMOVILISTA”, más intereses legales. No obstante, en sus
conclusiones definitivas se adhería en su caso a lo que solicitasen las
Acusaciones particulares.
La Acusación particular ejercida por doña JOAQUINA G.L. y don CARLOS C.G.(en
su propio nombre y como heredero de don ENRIQUE C.T.) dirigió la acusación
contra don LEONCIO M.P., calificando los hechos como constitutivos de un delito
CONTRA LA SEGURIDAD VIAL, previsto y penado en el artículo 379-2 por
conducir bajo los efectos de bebidas alcohólicas, un delito de HOMICIDIO POR
IMPRUDENCIA GRAVE del artículo 142-1 por el fallecimiento del Sr. Enrique
C.G. y un delito CONTRA LA SEGURIDAD VIAL, previsto y penado en el artículo
380 por conducción temeraria, penándose los dos primeros conforme al artículo
382 y solicitando la imposición de las siguientes penas:
- Por los dos primeros delitos, PRISIÓN DE CUATRO AÑOS Y PRIVACIÓN DEL
DERECHO A CONDUCIR VEHÍCULOS A MOTOR Y CICLOMOTORES POR TIEMPO
DE SEIS AÑOS.
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La Acusación particular ejercida por doña MARÍA ÁNGELES R.R. y doña MARÍA
M.R. dirigió la acusación contra don LEONCIO M.P., calificando los hechos como
constitutivos de un delito de CONDUCCIÓN TEMERARIA, previsto y penado en el
artículo 380, y dos delitos de HOMICIDIO POR IMPRUDENCIA GRAVE del
artículo 142-1 y 2, penándose conforme a los artículos 382 y 77, todos ellos del
Código penal, sin circunstancias, solicitando la imposición de las siguientes
penas:
Debiendo indemnizar a la viuda de don Alberto M.F., doña María Ángeles R.R., en
73.335 € por lucro cesante, 400 € por daño emergente y 97.000 € por perjuicio
personal básico, total 170.735 €, cantidad que ya ha sido entregada. Y a la hija
doña MARÍA M.R. en 20.000 € por perjuicio personal básico, 5.000 € por
perjuicio personal particular como perjudicado único en su categoría, 5.000 €
por perjuicio excepcional por su enfermedad y pérdida de examen de
oposiciones, 400 € por daño emergente y 27.353 € por lucro cesante, total
57.753 €, habiendo sido entregadas las dos primeras sumas y los 400 €,
quedando por tanto pendientes los 5.000 € de perjuicio excepcional de los arts.
33 y 77 de la Ley 35/15 y la dependencia económica de 27.353 €. Además,
deberá indemnizarse a la hija en los enseres que portaba su padre (bicicleta,
casco, gafas, ropa, reloj ordenador) por importe de 2.770,01 €. Así pues, el total
pendiente a favor de doña MARÍA M.R. es de 35.123,01 €. Las cantidades a favor
de los demás familiares del fallecido (su madre doña Francisca F.S. en 40.000 €
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Debiendo indemnizar a la viuda de don Enrique C., su esposa doña Azucena U.C.,
respecto a la que la aseguradora ya ha indemnizado hasta ahora 193.577,94 €,
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En todos los casos descontando las sumas entregadas por el encausado el día del
juicio.
La defensa del acusado por su parte pidió la libre absolución por los homicidios
imprudentes al no haberse acreditado en ellos la influencia del alcohol,
aquietándose por el delito contra la seguridad vial por conducción alcohólica del
379-2 a la pena mínima, en su caso con responsabilidad civil.
HECHOS PROBADOS
1º) Queda probado y así se declara que el acusado don LEONCIO M.P., mayor de
edad y condenado el 16 de mayo de 2000 por delito de conducción bajo la
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Dado lo violento del golpe, don Enrique Javier C.G., que como se ha dicho
circulaba dentro del arcén, fue levantado sobre la tapa del motor del vehículo
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del acusado golpeando contra la luna del parabrisas para caer posteriormente
sobre la calzada. Y décimas de segundo después del primer impacto, don Alberto
M.F., que circulaba ligeramente más adelantado que su compañero, fue
alcanzado por el coche y arrastrado junto a su bicicleta y posteriormente
levantado sobre la tapa del motor del vehículo siendo volteado y cayendo por el
lateral derecho, produciéndose el fallecimiento de ambos de modo instantáneo.
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Según informe médico forense, a partir de los índices de alcoholemia que dio el
acusado en las pruebas practicadas por la Guardia Civil en la N-330, puede
presumirse que en el momento en que circulaba por la Autovía A-23 sentido
Huesca el índice de alcohol en aire espirado en el encausado era de entre 0,95 y
0,98 miligR. de alcohol por litro de aire espirado.
3º) Don Enrique Javier C.G., nacido el 24 de octubre de 1954, estaba casado
desde el día 31 de julio de 1981 con doña MARÍA AZUCENA U.C., nacida el 27 de
febrero de 1957, no tuvieron descendencia y a su fallecimiento vivían su
hermano don Carlos C.G., nacido el 7 de abril de 1964, y ambos padres, doña
Joaquina G.L., nacida el 2 de diciembre de 1930, y don ENRIQUE C.T., nacido el
día 25 de febrero de 1929, quien a la fecha del siniestro estaba ingresado en una
residencia en estado de dependencia para todas las actividades de la vida diaria
por diversas enfermedades, entre ellas Alzheimer con deterioro cognitivo
severo, por lo que se había instado contra él demanda de incapacidad, si bien
fue archivada sin sentencia al fallecer el 21 de febrero de 2017, siendo único
heredero el hijo superviviente Carlos, ya mencionado anteriormente.
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Don Enrique Javier C.G. estaba ya jubilado al ocurrir los hechos, percibiendo una
pensión de jubilación parcial que entre el 1 de enero de 2016 y el 31 de agosto
de 2016 supuso unos ingresos íntegros de 17.527,78 €, con una deducción por
IRPF en dicho período de 2.767,63 € (15,79 %), siendo concretamente el
importe íntegro mensual abonado en el período de 1.845,03 €.
4º) Don Alberto M.F. nació el 3 de mayo de 1948, estaba casado desde el 21 de
diciembre de 1974 con doña María Ángeles R.R., nacida el 10 de julio de 1954, y
tenían una hija, doña MARÍA M.R., nacida el 28 de noviembre de 1978, que
dependía económicamente de su padre ya que éste le hacía una transferencia
mensual de 600 euros y no tenía trabajo fijo, por lo que ese año pretendía
presentarse a oposiciones para el cuerpo de Auxiliares de Justicia. A favor de
doña María la aseguradora consignó el 22 de diciembre de 2016 la cifra de
25.400 €, entregados el 20 de febrero de 2017.
Al fallecimiento del Sr. M.F. vivían su madre doña Francisca F.S., nacida el 12 de
junio de 1926, y sus hermanos doña María Pilar M.F., nacida el 17 de diciembre
de 1949, don Jorge Florencio M.F., nacido el 2 de julio de 1955, y doña Mercedes
M.F., nacida el 4 de octubre de 1956.
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5º) El día 15 de marzo de 2018, cuatro días antes de empezar el juicio oral, el
acusado consignó 25.000 €, que fueron entregados el 20 de marzo de 2018
(último día de las sesiones) de la siguiente forma: 8.333,34 € para la Sra. U.,
4.166,66 € para don Carlos C., 4.166,67 € para doña Joaquina G., 4.166,67 € para
la Sra. R. y 4.166,66 € para doña María M.
FUNDAMENTOS JURÍDICOS
PRIMERO.- Valorando en su conjunto y del modo ordenado por el artículo 741
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal las pruebas practicadas en el juicio, se
obtiene razonablemente la convicción de que los hechos enjuiciados, relatados
como probados, son constitutivos de un delito CONTRA LA SEGURIDAD VIAL,
previsto y penado en el artículo 379-2 (conducir un vehículo de motor bajo la
influencia de bebidas alcohólicas), en concurso con dos delitos de HOMICIDIO
POR IMPRUDENCIA GRAVE del artículo 142-1, penándose conforme a los
artículos 382 y 77-1 y 2, todos ellos del Código penal.
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Este es el único delito que admite la defensa del encausado, ante el hecho
incontrovertible (folios 11 y ss) de que el Sr. M., que reconoció haber consumido
alcohol la noche precedente a los hechos, dio en el momento del accidente
mortal las tasas de alcohol superiores a 0,60 miligR. por litro en aire espirado
que se reflejan en los hechos probados tras las pruebas a que le sometió la
Guardia Civil, a lo que ha de añadirse que en la conducción previa por la Autovía
A-23 dirección Huesca, donde tuvo el primer accidente con resultado de daños
materiales, también iba con tasas que excedían de ese límite legal según la
pericial forense de los folios 156 y ss.
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Establecido el punto de conflicto, dentro del arcén y sin que a juicio del testigo
hubiera intervención alguna de los fallecidos porque circulaban
correctísimamente, descarta así mismo el informe técnico de la Guardia Civil
cualquier incidencia desfavorable en la vía o en las circunstancias
ambientales, ya que es una carretera recta, con perfecta visibilidad, un mínimo
cambio de rasante alejado que para nada afectaba la visión, sin
deslumbramiento por la posición del sol, etc.
De este modo, la única causa del siniestro fue lo que el testigo consideró
una conducción en modo automático fruto de la previa ingesta de alcohol.
Por eso no se detectaron maniobras evasivas bruscas de volantazo o frenazo. El
acusado, gravemente influido por el alcohol, tras sobrepasar por fortuna sin
incidencias a otros ciclistas, entre ellos los testigos a que luego se aludirá, fue
desviándose hacia el arcén hasta introducirse totalmente en él. Dado que uno de
esos testigos llegó a ver que levantaba polvo, es posible que antes del impacto el
coche llegara a meterse algo en la tierra adyacente y estuviera a punto de salirse
por el talud terroso que formaba la cuneta (folios 197 y ss). En todo caso,
invadió el arcén y primero golpeó y volteó por encima del capó la bici del Sr. C.,
quien se chocó fatalmente de cabeza contra el parabrisas, alcanzando
seguidamente al Sr. M., a quien arrastró unos metros antes de elevarlo y
expulsarlo por el lateral derecho del turismo, donde arrancó el retrovisor al
golpearse con él antes de caer al suelo, cayendo algo más adelante el Sr. C. una
vez que finalizó el proceso de “envoltura” sobre el capó y el parabrisas, tras lo
cual el vehículo del acusado, sin acción brusca de frenado o de otra clase, se
detiene a 110 metros del punto de colisión (folios 216 a 221).
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Por tanto, el influjo negativo del alcohol fue de tal calibre que se fue
desplazando progresivamente a su derecha, no hizo maniobra alguna para
corregir esa peligrosa trayectoria y por tanto no se apercibió de la correcta
presencia de ambos ciclistas en el arcén ni fue consciente de lo que había pasado
hasta consumarse el doble atropello mortal y detener su vehículo más adelante,
porque tampoco en el momento del impacto se aprecian en la vía indicios de
que corrigiese con la típica maniobra evasiva. Como explicaron los Médicos
Forenses, el efecto depresivo del alcohol sobre el sistema nervioso se potencia si
el individuo además tiene somnolencia, cosa más que probable en el encausado
pues si creemos su versión estuvo bebiendo en varios bares esa noche al menos
hasta las 4 de la mañana, tras lo cual dice que se fue a dormir un rato a su coche;
pero según los forenses, si uno simplemente tiene sueño y se duerme al volante,
en caso de alerta, como sería notar el primer impacto, hay una subida de
adrenalina que provoca una inmediata reacción en el sistema nervioso, lo cual
sin embargo no ocurre si el sujeto, además de cansado y somnoliento, va bebido.
TERCERO. - Por lo demás, hay más datos que avalan que las bicis iban
correctamente y resultaron alcanzadas sorpresivamente y que en ningún caso
hubo por parte de los ciclistas un desplazamiento lateral de forma que
fuesen los ciclos los que impactasen contra el coche y no al revés. Así, la bici
del Sr. C. presenta la rueda trasera destrozada, fruto del primer impacto con
arrastre y tiznadura sobre el suelo, pero el cuadro solo está descuadrado y con
arañazos, no con un impacto fuerte como si se hubiese cruzado delante del
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coche por maniobra irregular o extraña del ciclista (folio 195), lo que hace
pensar que éste justo antes de ser alcanzado y levantado sobre el capó llevaba
una trayectoria rectilínea. La propia posición de los cadáveres, uno quedó sobre
el arcén y el otro un poco más adelante sobre el carril derecho y cerca de la línea
divisoria con el arcén, así como de sus bicis, ambas en la cuneta, corrobora la
tesis de la Guardia Civil, ya que al ser despedido por el lado derecho el Sr. M.,
primero fue escupida hacia la cuneta su bici mientras su cuerpo aún rodó unos
metros sobre el arcén derecho hasta quedar en su posición final, en tanto que el
Sr. C. quedó “envuelto” con su bici sobre el vehículo y cayó un poco más adelante
por lo que su bicicleta quedó casi a su altura (folios 201 a 203). También a juicio
del Dr. Baena, que asistió al levantamiento de los cadáveres y por tanto estuvo
en el lugar, los ciclistas fueron desplazados en línea recta; además las lesiones
apreciadas en las autopsias (folios 227 y ss) también resultan coherentes con el
desarrollo del siniestro descrito por la Guardia Civil al folio 217.
Vistos los daños en el coche, y una vez descartados los que sufrió minutos antes
al estrellarse con una baliza cerca de Zuera (de lo que más tarde se hablará), se
aprecia la trayectoria de impacto contra la parte derecha del turismo del
primer ciclista atropellado (Sr. C.), completamente recta, dejando incluso un
resto de tejido en el proyector derecho, y la del segundo (Sr. M.), de izquierda
a derecha porque aunque no hubo maniobra evasiva en sentido estricto es
seguro que el encausado, al notar el primer impacto del Sr. C. en la luna del
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No negó el acusado que fuera por dicha Autovía, según él porque había decidido
ir a Jaca a ver un amigo, pero luego rectificó y dio la vuelta para volver a su casa
de La Muela y finalmente, ya en la Z-40, optó por ir a Cuarte de Huerva a ver a su
hijo y sus nietos, en definitiva, como si en todo momento fuera consciente de las
rutas que siguió. Tesis novedosa que no resulta creíble porque a la Guardia
Civil lo primero que le dijo fue que se iba a su casa de La Muela y que estando en
Valdespartera su intención era incorporarse a la Z-40 (folio 59).
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A la vista tanto del informe forense escrito (folios 156 y ss) como de la
declaración en juicio de los Forenses, durante este trayecto por la Autovía
indudablemente iba con la tasa superior a 0,60 miligR. de alcohol por litro
de aire espirado que automáticamente implica delito del art. 379-2, ya que a
partir de las tasas medidas por la Guardia Civil y de sus manifestaciones acerca
de las horas de consumo de alcohol se calcula un índice de entre 0,95 y 0,98
miligR. de alcohol por litro de aire espirado, lo que de por sí es muy elevado y
está en el origen de todas las maniobras antirreglamentarias y gravemente
imprudentes que vieron esos tres testigos.
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Pero para apreciar el 380 se tendrían que haber demostrado los requisitos del
artículo. Con carácter general el apartado 1 del precepto castiga al que conduce
“con temeridad manifiesta y pusiere en concreto peligro la vida o la integridad de
las personas”. Ello significa según la jurisprudencia que se conduce un vehículo
de motor o un ciclomotor con temeridad manifiesta, por la vulneración de las
más elementales normas objetivas de cuidado recogidas en el Reglamento de la
Circulación, poniendo en concreto peligro la vida de las personas, su integridad
o sus bienes, por la proximidad absoluta, próxima o cercana al evento lesivo que
si se produce pasará a integrar el delito de lesión correspondiente, pero además
siendo la conducta de conducir así inequívocamente dolosa, es decir, con
conciencia del agente de que está conduciendo con manifiesta temeridad y
que pone en concreto peligro los bienes protegidos (dolo de peligro).
Pues bien, más allá de que en la conducción por la A-23 no está claramente
demostrado que se pusiera en concreto peligro la vida o integridad física de
otros usuarios de la vía, lo esencial es que la conducción global del acusado
era totalmente antirreglamentaria pero no porque intencionadamente
condujera haciendo eses, acelerando, desacelerando, etc., sino porque era el
alcohol el que le hacía conducir así. El art. 380-1 está pensado para
conductas que, cumpliendo los requisitos del precepto, sean temerarias para
cualquier persona media (conducir a velocidad alocada saltándose semáforos o
señales de STOP, ir en contradirección, meterse en sentido contrario en una
Autopista o Autovía, subirse por aceras, etc.) pero además realizadas por el
culpable de forma indudablemente intencionada y sabiendo el peligro que
genera con ellas. Sin embargo, cuando lo que se produce es una conducción
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exclusiva culpa atropelló a los dos infortunados ciclistas. Por ello deberá ser
condenado a las penas que se dirán más adelante.
Teniendo en cuenta las Tablas 1.A (perjuicio personal básico), 1.B (perjuicio
particular y excepcional) y 1.C (perjuicio patrimonial, daño emergente y lucro
cesante) del Anexo de la Ley 35/2015 de 22 de septiembre, que reforma el
sistema para la valoración de los daños y perjuicios causados a las personas en
accidentes de circulación, así como las documentales no impugnadas sobre
datos de filiación de los fallecidos y sus familiares perjudicados, gastos, ingresos,
consignaciones, entregas, etc., se centrará el resto de este fundamento jurídico a
esos conceptos que aún se reclaman, una vez que consta que doña Joaquina G.L.,
don CARLOS C.G.(en su condición respectiva de madre y hermano de don
Enrique Javier C.G. ), doña MARÍA ÁNGELES R.R.(viuda de don Alberto M.F.),
doña Francisca F.S.(madre de don Alberto M.F.) y doña Pilar, don Jorge
Florencio y doña Mercedes M.F. (hermanos de don Alberto) han sido ya
indemnizados antes del juicio por la mentada aseguradora.
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1º) El primer concepto discutido se refiere a la incapacidad del Sr. C.T., padre de
don Enrique Javier. Ninguna duda cabe a la vista del folio 361 y testifical de la
Dra. Torres que este señor estaba en una clara situación de total invalidez física
y mental, viviendo en la Residencia y siendo completamente dependiente.
Valorando el art. 69 de la misma Ley, que tiene en cuenta la alteración
perceptible que el fallecimiento provoca en la vida del perjudicado, es razonable
pensar que el desgraciado suceso no implicó una alteración elevada del régimen
de vida que llevaba el interesado en su vida residencial y en sus profundos
padecimientos físicos y cognitivos, por lo que el incremento previsto en la Ley
de entre el 25 y el 75 % sobre la indemnización básica se estima prudente
dejarlo en el 30 %, esto es, 12.000 € que corresponden a su heredero don Carlos
C.G. Como a éste se le abonaron por el encausado 4.166,66 €, restan por pagarle
7.833,34 €.
Y en lo que hace al lucro cesante, constan aportados el día del juicio los
certificados de ingresos del fallecido (por pensión de jubilación parcial y por el
pacto con la que fue su empresa “General Motors”). A partir de tales documentos
y puesto que estaba ya jubilado (aunque por acuerdo con su empresa fuese una
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jubilación parcial), se tomará como referencia para los ingresos netos anuales
los de la jubilación, por imperativo del art. 83-1 inciso final de la mencionada
Ley.
Como el fallecimiento truncó el cobro del resto de la pensión del año 2016, a
partir del certificado del INSS aportado por la defensa de la Sra. U. el día del
juicio oral habrá de hacerse un cálculo o proyección de cuál habría sido dicha
pensión en todo el año de no haberse producido el lamentable suceso. Pues
bien, ya que en las primeras ocho mensualidades cobró, incluyendo una paga
extra, 17.527,78 € brutos y le retuvieron por IRPF 2.767,63 € (el 15,79 %), por
una simple regla de tres el resultado para los cuatro meses restantes más la otra
paga extra sería de otros 9.737,65 € brutos y de 1.537,57 € de retención por
IRPF. De manera que sumando los diversos conceptos tendríamos que para
2016 la pensión de jubilación neta habría sido de 22.960,23 € (27.265,43 €
brutos menos 4.305,20 € de retención de IRPF). Y si partiéron. del otro dato que
consta en ese certificado, esto es, el importe íntegro mensual que se le pagaba y
que ascendía a 1.845,03 €, por 14 mensualidades resultarían 25.830,42 €, de
donde habría que descontar por IRPF el 15,79 % (4.078,62 €), lo que nos daría
una pensión neta anual de 21.751,79 €. En todo caso, ya escojamos una u otra
cifra, al final el resultado de lucro cesante sería el mismo, pues dado que su
viuda tenía 59 años en el momento de perder a su marido y que el matrimonio
había durado algo más de 35 años, pero sin llegar a 36, se tiene en cuenta la
tabla de 35 años de duración del matrimonio y el parámetro de “ingreso neto
hasta 24.000 €” (página 84651 del BOE de publicación de la Ley), lo que implica
un lucro cesante de 66.503 €. Dado que la aseguradora, a tenor de la oferta
motivada que obra al folio 687, le reconoció 74.815 €, posiblemente porque
haría un cálculo diferente, o tenía otros datos, o tendría en cuenta los ingresos
que aún percibía de “General Motors” en virtud del acuerdo de jubilación parcial
así mismo aportado, la conclusión, una vez comparada dicha oferta con el
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3º) Por último está la reclamación de doña MARÍA M.R. Nada que objetar a los
daños materiales en bicicleta y demás utensilios portados por su padre, según la
documental traída el día del juicio (2.770,01 €). Restaría resolver sobre el
perjuicio excepcional de 5.000 € por su enfermedad y pérdida de examen de
oposiciones y los 27.353 € reclamados por lucro cesante.
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€ por daño emergente básico, 27.353 € por lucro cesante y 2.770,01 € por
daños materiales de bicicleta y resto de enseres de su padre, total 55.523,01 €.
La aseguradora ya le ha pagado 25.400 € y el acusado 4.166,66 €, por lo que
restan a su favor 25.956,35 €.
Por lo demás, que el acusado decidiera pagar el día del juicio ciertas cantidades,
al igual que lo razonado en el punto 2º), en ningún caso supone que los
perjudicados que ya han cobrado deban restituir nada a la aseguradora, pues
ésta solicitó que se hicieran esos abonos y una restitución iría contra sus
propios actos.
En efecto, de conformidad con el art. 7-2, el hecho que motiva que empiece a
correr el plazo de tres meses para la sanción a la aseguradora por no actuar
correctamente es “la recepción de la reclamación del perjudicado”. Ante ella la
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Ahora bien, a tenor del art. 9 a) de esa norma “La falta de devengo de intereses de
demora se limitará a la cantidad ofertada y satisfecha o consignada”. Como a
doña María M. y a don ENRIQUE C.T. (a su heredero, tras haber fallecido) nunca
se les ha ofertado, de hecho, nunca se les ha reconocido las cantidades que esta
sentencia sí concede, las mismas devengarán intereses moratorios en los
términos legalmente previstos en el citado artículo y en el artículo 20 de la Ley
de Contrato de Seguro al cual aquél se remite.
OCTAVO. - Tras lo analizado hasta ahora procede fijar las penas para el
encausado.
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Por todo ello, y valorando además que no es la primera vez que es condenado
por ir bebido y generar un siniestro (aunque por su antigüedad ese
antecedente no genere reincidencia), el largo tiempo que estuvo conduciendo
bajo el alcohol por diversas vías, que las tasas fueron elevadas porque el
consumo también lo fue, que ya en la Autovía condujo de forma peligrosa hasta
el punto de que otros conductores prefirieron no adelantarle y sufrió un
pequeño accidente, que pese a darse cuenta de ese primer choque optó
por seguir conduciendo y que en definitiva por una gravísima negligencia
minutos después se llevó por delante a dos ciclistas que circulaban
correctamente, de lo cual no se dio cuenta sino cuando ya se había consumado el
atropello, con el terrible resultado de dos fallecimientos, procede imponerle
las máximas penas contempladas en el art. 142-1 CP.
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FALLO
Que debo CONDENAR y CONDENO a don LEONCIO M.P. como Autor
responsable de un delito CONTRA LA SEGURIDAD VIAL, previsto y penado
en el artículo 379-2 (conducir un vehículo de motor bajo la influencia de
bebidas alcohólicas), en concurso con dos delitos de HOMICIDIO POR
IMPRUDENCIA GRAVE del artículo 142-1, penándose conforme a los artículos
382 y 77-1 y 2, todos ellos del Código penal, sin la concurrencia de
circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, a las penas de
CUATRO AÑOS de Prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el
derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de condena, y la Privación del
derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores por tiempo de SEIS
AÑOS.
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que legalmente procedan. Una vez recaída sentencia firme (incluso si fuere
revocada la presente), remítase así mismo TESTIMONIO a la Guardia Civil de
Tráfico de Zaragoza (Ref.- Atestado nº 1.230/2016) para su conocimiento y
efectos oportunos.
Así lo pronuncio, mando y firmo, don Eduardo Marquina Serna, Ilmo. Sr.
Magistrado-Juez titular del Juzgado de lo Penal nº 2 de Zaragoza y de su partido.
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