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LOS DEVORADORES DE MALVAVISCOS.

El Libro “No te comas el malvavisco todavía” es una clara


exhortación a tomar el impulso que creamos necesario para
lograr mejores cosas en la vida, el autor en un relato breve y
ameno, a manera de charla informal entre un ejecutivo y su
chofer, busca generar en el lector la importante conciencia de
“orientar” nuestra vida para mejorarla en todos los aspectos.

En este mundo actual donde la motivación de los seres


humanos se ha limitado al sentido económico, a la
acumulación de capital, a una competencia sobre quien tiene
y sobre quien “puede” más, sería importante que por lo menos
mucha mas gente leyera libros como este, que de una manera
más “fácil” motivan en el lector el interés por ser diferente, por
lograr la posición del ejecutivo de la historia evitando la
“pasividad” de su chofer, lamentablemente esta virtud, a mi
parecer, la carece la mayoría de las personas que habitamos el
planeta y es lo que precisamente causa la tan mal afamada
“desigualdad social”.

Habría que analizar entonces cuales son los factores que la


generan, por qué unos están “arriba” y otros “abajo”, y cómo es
que ahora quedamos algunos en medio. Precisamente este
libro expone una de esas causas, que considero es una de las
más importantes: la diferencia en la forma de afrontar la vida
por parte del ser humano.

El hombre siempre será un agente de cambio, nacen personas,


como en el ejemplo del libro de la prueba científica, que
quieren comerse el “malvavisco” inmediatamente y aquellos
que, analíticamente, saben aprovechar las ventajas de todas
las perspectivas que se les presentan; los primeros reaccionan
por instinto, por necesidad, por supervivencia, los segundos
aunque seguramente de manera inconsciente obedecen a los
mismos patrones, esperan satisfacer no sólo lo básico, no sólo lo
elemental, sino que buscan el logro de aquello que les
represente un “valor agregado”, por eso de ellos es el mundo
actual.

Si más gente por lo menos leyera libros como estos, si mensajes


de este tipo llegaran a los más “bajos niveles sociales”, si el leer
no sólo fuera visto como una inevitable y aburrida tarea de
clase, si por lo menos se pudiera crear este tipo de conciencia
en el ser humano básico, el mundo sería un poco más justo en
todo sentido para todos, por ejemplo, es seguro y muy bueno
que en algunos de mis jóvenes compañeros por lo menos a
causa de la lectura de este libro quedara sembrada esta semilla
del querer hacer las cosas mejor, de lograr más.

Lamentablemente esto no es una tarea fácil para todos, para


cultivar una semilla se requiere de preparación, de la tierra, de
un tiempo justo, de la mano que la sembrará, esa mano que
representando a nuestros hogares en la mayoría de los casos de
la actualidad ha tenido poco o casi nulo empuje o capacidad
para “sembrarla y cultivarla”, inculcando desde el seno familiar
un cambio hacia el progreso mental.

Inscrito en la memoria colectiva de la mayoría de nuestros


pueblos, de nuestros ancestros, esta la de responder
“teológicamente” a nuestra existencia sin darse cuenta que la
doctrina que las religiones ocultaron por mucho tiempo ha sido
una imagen tergiversada de los conceptos de humildad,
obediencia, respeto, hacia instituciones que conformadas por el
mismo hombre están viciadas a favor de quienes saben esperar
a no comerse el malvavisco inmediatamente, a que el ser
humano actúe solo por supervivencia en su favor.
Precisamente ese dominio ciego sobre la mente humana, sobre
la masa, retrasa el ánimo de prosperidad de muchos de los seres
humanos, podríamos decir que no se trata solo de dos tipos de
mentalidad, sino de la mezcla de diversos factores que al igual
que lo hacen el autor en su libro, también podrían ponerse en
dos bandos, aquellos con la inteligencia, el interés investigativo,
el deseo de superación, la tenacidad, el interés y ambición de
ser mejores y el de aquellos que explotan todas estas mismas
características con egoísmo con el afán no sólo de superar sino
de dominar a otros. Es allí donde el capitalismo de hoy en día
toma su lado negativo.

La mayoría de personas por falta de una buena educación o


de madurez nos comemos el malvavisco antes de tiempo, y nos
convertimos en los malvaviscos de otros, que esperan
aprovechar una masa confinada al conformismo a la
mediocridad por ello es importante la invitación que hace este
ejecutivo a su chofer, enseñándole las características y ventajas
de ser planeadores de nuestro propio futuro.

La invitación es a hacer una nueva visión, una, que puede


interpretarse como la cara positiva del capitalismo, una que a
mi me resulta -por mi sentir al leerlo-, un poco restringida a mi
actual deseo de disfrutar en el momento algunos deliciosos
malvaviscos que te ofrece la vida, pero que sabiamente
plantea la necesidad de saber medirse, a “ahorrar” no sólo en
el sentido económico ya que aunque bien podría ser un libro
muy motivador hacia “cómo lograr tener una pequeña fortuna
para disfrutar la vejez ahorrando un poco a diario”, su mensaje
va más allá logrando dejar la enseñanza de cómo es mejor
prever y planear nuestro futuro en todo sentido preparándonos
correctamente para sabiamente saber obtener y escoger los
malvaviscos que mas disfrutaremos comiendo en nuestra vida.

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