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FLORA DE
LA REAL EXPEDICION BOTANICA
DEL NUEVO REINO DE GRANADA

PUBLICADA BAJO LOS AUSPICIOS DE LOS


GOBIERNOS DE ESPAÑA Y DE COLOMBIA
Y M E R C E D A LA C O L A B O R A C I O N
ENTRE LOS INSTITUTOS DE CULTURA
HISPANICA DE MADRID Y B O G O T A

EDICIONES CULTURA HISPANICA


MADRID
1
9J4
TOMO PRIMERO

LA REAL EXPEDICION BOTANICA


DEL NUEVO REINO DE GRANADA

CON TRECE RETRATOS EN COLOR,


DOS EN NEGRO, CUATRO ICONES
ILUMINADOS Y UNO EN NEGRO, DOS
F A C S I M I L E S Y DIBUJOS A P L U M A
R E L A C I O N A D O S C O N EL T E X T O

EDICIONES CULTURA HISPANICA


MADRID
19X4
SON AUTORES DEL PRESENTE TOMO

ENRIQUE PEREZ-ARBELAEZ, Director de Investigaciones Geoeconómicas y de Aprovechamiento de la Carta del Instituto Geográfico
de Colombia «Agustín Codazzi», para los ca pitillos I a IV, VI a XXX, XXXII, XXXIII y XXXV.

ENRIQUE ALVAREZ LOPEZ, Jefe de la Sección de Historia de la Botánica del Instituto Cavanilles, para el capítulo V .

LORENZO URIBE URBE, S. )., Director del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia, para

el capítulo X X X I .

E D U A R D O B A L G U E R í A S DE Q U E S A D A , Director del Real Jardín Botánico del Prado de Madrid, para el capítulo XXXIV.

ALFREDO SANCHEZ BELLA, Director del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, para los capítulos X X X V I y XXXVII.

PROLOGO de Salvador Rivas Goday, Director del Instituto Cavanilles del Consejo Superior de Investigaciones Científicas del Estado
Español.

APENDICE de Francisco de las Barras de Aragón.

LAMINAS de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada.

RETRATOS en color según cromofotografías de Tomás de la Concha.

DIBUJOS a pluma de Francisco Soriano.

De la FLORA DE LA REAL EXPEDICIÓN BOTANICA DEL NUEVO REINO DE GRANADA


se editan cincuenta ejemplares distinguidos con números romanos para los Institutos de
Cultura Hispánica de Madrid y Bogotá, y mil novecientos cincuenta con numeración arábiga

Ejemplar número JJ

OBSEQUIO A LA BIBLIOTECA DEL REAL JARDIN


BOTANICO DEL PRADO DE MADRID
Propiedad literaria:

I N S T I T U T O DE C U L T U R A HISPANICA
A v e n i d a de l o s R e y e s C a t ó l i c o s . C i u d a d U n i v e r s i t a r i a . M a d r i d (España)
INSTITUTO COLOMBIANO DE C U L T U R A HISPANICA
Biblioteca Nacional. Bogotá (Colombia)
;


FUERON PATRONOS DE LA
REAL EXPEDICION B O T A N I C A
DEL NUEVO REINO DE GRANADA,
SUS MAJESTADES
DON CARLOS III, DON CARLOS IV Y DON FERNANDO VII,
REYES DE ESPAÑA.

LA FAVORECIERON DE MANERA ESPECIAL


EL MINISTRO DEL DESPACHO GENERAL DE INDIAS
DON JOSE GALVEZ Y GALLARDO, MARQUES DE LA SONORA;
LOS EXCELENTISIMOS SEÑORES
DON ANTONIO CABALLERO Y GONGORA, VIRREY-ARZOBISPO;
DON FRANCISCO GIL Y LEMOS, DON JOSE DE EZPELETA,
DON PEDRO MENDINUETA Y MUSQUIZ
Y DON A N T O N I O AMAR Y BORBON,
VIRREYES DEL NUEVO REINO DE GRANADA.

FUE DIRECTOR DE LA EXPEDICION,


BOTANICO Y ASTRONOMO DE SU MAJESTAD,
DON JOSE CELESTINO BRUNO MUTIS Y BOSIO.

Laboraron en ella don Juan Eloy Valenzuela y Mantilla, agregado científico; don Francisco Antonio Zea,
auxiliar científico; don Sinforoso Mutis Consuegra, meritorio, director sustituto de Botánica; don Francisco
José de Caldas, auxiliar científico y director sustituto de Astronomía; don Jorge Tadeo Lozano, auxiliar
científico y director sustituto de Zoología; don Enrique Umaña, auxiliar de Mineralogía; el P. franciscano
Fray Diego García, meritorio y comisionado viajero; don José Candamo, encargado del herbario, y don
Salvador Rizo Blanco, mayordomo de la Expedición y jefe de los pintores que en diversos períodos y
lugares, por más o menos tiempo, dibujaron para ella.
SE INICIO LA PREPARACION
DE LA FLORA DE LA REAL EXPEDICION BOTANICA
DEL NUEVO REINO DE GRANADA
Y LA REDACCION DEL PRESENTE TOMO
CON EL OBJETO DE PRESENTARLOS A LA LUZ PUBLICA,
SIENDO JEFE DEL ESTADO ESPAÑOL
Y G E N E R A L I S I M O DE SUS E J E R C I T O S
EL EXCELENTISIMO SEÑOR DON
FRANCISCO FRANCO BAHAMONDE

Y SUCEDIENDOSE EN EL GOBIERNO DE COLOMBIA


LOS EXCELENTISIMOS SEÑORES
DOCTOR M A R I A N O OSPINA PEREZ,
DOCTOR LAUREANO GOMEZ,
DOCTOR ROBERTO URDANETA ARBELAEZ
Y TENIENTE GENERAL GUSTAVO ROJAS PINILLA,
PRESIDENTES DE LA REPUBLICA

LOS GOBIERNOS CONFIARON ESTA REALIZACION


A SUS I N S T I T U T O S DE C U L T U R A HISPANICA

Se publica la FLORA DE LA REAL EXPEDICION BOTANICA DEL NUEVO REINO DE GRANADA


en cumplimiento del Acuerdo Cultural entre España y Colombia celebrado el día 4 de noviembre de 1952,
como resultado de los patrióticos esfuerzos llevados a cabo por varios Ministros de Estado de ambos países,
por la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, por su correspondiente en Bogotá
y por el Real Jardín Botánico de Madrid, custodio solícito de los Archivos de la Expedición, y para
satisfacción de un anhelo constante de los promotores de la ciencia, de los conductores de la opinión y de
los guardianes de la cultura en una y otra nación.
P R O L O G O

Los Gobiernos de España y de la República de Colombia han acordado publicar la Flora de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino
de Granada, y el presente volumen es la Introducción de esa obra monumental.
La disposición de la Flora para la imprenta ha sido confiada al esfuerzo aunado de los Institutos de Cultura Hispánica de Madrid y Bogotá,
y estas entidades, a su vez, han designado un cuerpo científico de especialistas españoles y colombianos para que, en íntima colaboración, verifi-
quen las investigaciones indispensables complementarias, preparen los textos, obtengan las corresponsalías necesarias y asuman la responsabilidad
técnica de la empresa, cuyos primeros frutos editoriales hoy presentamos.
Fué la Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada un admirable esfuerzo cultural llevado a cabo por la Corona española en uno de
sus territorios americanos. Confiada desde su iniciación por la Majestad del Rey Don Carlos I I I a uno de los más eminentes científicos que ha
producido España, al gaditano Don José Celestino Mutis, sostenida y estimulada por los Monarcas que se sucedieron hasta la muerte de este
sabio, recibió tal orientación, ejerció tan saludable influencia social, fijó tan elevados derroteros científicos al país donde actuó; además acumuló
tan excelentes y depurados datos y materiales fitogeográficos, padeció vicisitudes de la historia común a España y América, agrupó y sirvió de
escuela a tan preclaros elementos humanos, que puede ser considerada como realización tipo de los ideales hispanos en el mundo colonial y
como modelo que debemos seguir en nuestro tiempo, para alcanzar la siempre anhelada, nunca suficientemente conseguida, ilímite y trascen-
dente unión espiritual del mundo hispano.
Para que esto se entienda, viene precisamente este volumen previo e introductorio de la Flora.
No fué la Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada la mera exploración florística de un territorio, ni menos la recopilación de
características sistemáticas de plantas encontradas al azar por exploradores poco o nada vinculados al país que recorren y que luego rinden sus
frutos publicitarios en tierras extrañas. Desde que Carlos III la sancionó a través de su Ministro General de Indias, Don José Gálvez, Marqués
de la Sonora, aprobando las medidas que tomó el Arzobispo Virrey de Nueva Granada Don Antonio Caballero y Góngora, en 1783, y desde
antes, cuando Mutis, en 1760, pisó primera vez en suelo americano, hasta que, por la muerte del sabio, por las convulsiones de la emancipación y
por otros varios imponderables de la Historia, se extinguió, fué la Expedición un verdadero Instituto en el sentido moderno, que tomó bajo su
responsabilidad el estudio indefinido de los recursos naturales de un área vastísima, la promoción de su aprovechamiento y la educación de una
juventud destinada a perpetuar tales intereses. Sobrepasó también la visión integral sobre la naturaleza, predominante, más que ahora, en el
siglo xvill y significó una tendencia que, aun presentada en nuestros días, sería tenida como moderna, porque consistió en la adaptación de
los hombres al medio intertropical, promesa de la humanidad.
Los capítulos que siguen a este Proemio, harán ver al lector la verdad de estos asertos, así como las razones que fundamentan el Acuerdo
Internacional y que sostendrán el esfuerzo gigantesco requerido por la publicación de la Flora iconográfica de Mutis.
Aunque ceñidos rigurosamente a los documentos históricos, no están modelados como quizás los escribiría un historiógrafo atado a nor-
mas de su especialidad en la presentación de sus hallazgos de archivo, ya que se destinan a los botánicos, principales interesados en la informa-
ción taxonómica de esta Flora. Sólo comprendiendo el ambiente natural, social, político y científico en que actuaron Mutis y su escuela, se
aprecia claramente la calidad de su labor, se valora su influencia, se mide su eficacia siempre oportuna, y forman corriente única, como en una
antigua catedral, los estilos que la integran, secularmente distanciados. Como tras una trayectoria que sobrepasara las nubes, describiendo una
parábola estremecedora que toca sólo las altas cumbres del movimiento hispanista, la creación de Mutis y su equipo, vuelve a nosotros intacta
y brillante, después de siglo y medio de vida latente, cuidadosamente custodiada y venerada por los que dirigieron y dirigen el Jardín Botánico
de Madrid.
Si cuando en 1932 se celebró el I I Centenario del nacimiento de Don José Celestino Mutis, jubileo promovido por Don José Joaquín
Casas, Ministro de Colombia en Madrid, por Don José Manuel Pérez Sarmiento, también colombiano y Cónsul en Barcelona, y por muchos cien-
tíficos españoles y de ultramar, si entonces se hubiese dado por terminada la investigación biográfica, histórica y científica sobre Mutis, la obra
actual sería aún imposible. No fué así afortunadamente, sino que eminentes especialistas en diversas disciplinas, estimulados por la atrayente
obra de Mutis, se dedicaron con entusiasmo, muchas veces vehemente, a aclarar, unos los detalles de la carrera de su vida, a analizar otros el
curso lógico y efectivo de sus móviles, a evocar el «climax» de progreso presagiado por el retorno de su espíritu, en fin, a clasificar en siste-
mática válida moderna, las maravillosas láminas de plantas, cuyos binomios mutisianos quedaron borrados por circunstancias adversas.
No poco mérito en toda la empresa que va a desarrollarse corresponde al Jardín Botánico de Madrid, hoy día integrante del Instituto
Antonio José Cavanilles del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, guardián celoso de los Icones de la Expedición del Nuevo Reino,
de sus archivos, de su herbario y de sus colecciones museológicas, los cuales en el Jardín se han conservado más de un siglo, tutelados por el
espíritu científico, hispanista y responsable ante el futuro, de sus Directores y del personal a sus órdenes.
Merced a una articulación lógica del pasado, del presente y de un porvenir hoy asegurado, la Flora de la Real Expedición Botánica llegará
a ser, cuando se termine, como lo quiso Mutis, una gloria de España, un orgullo de Colombia, un servicio al mundo científico, un estímulo
de superación para las mentes jóvenes, una exaltación digna de la Flora, de la cultura y del Creador. Y un hálito de bienaventuranza recreará los
espíritus de los que en esta empresa desde Mutis, habremos rendido la jornada.
INDICE GENERAL DE LA OBRA

Número Número

« C O N T E N I D O D E L T O M O t Z " ?
de
tomo Mutis

I La Real Expedición Botánica


II Algas, Hongos, Briofitas 6o
III Teridofitas, Gimnospermas, Pandanales, Helobiales, primeras Gramíneas 50
IV Gramíneas (Conclusión). Ciperáceas 80
V Príncipes, Sinantas, Espatifloras, Farinosas 52
VI Lilifloras. Escitamíneas 64
VII Microspermas 50
VIII Microspermas (Continuación) 50
IX Microspermas (Continuación) $0
X Microspermas (Continuación) . . 50
XI Microspermas (Continuación) . . . 50
XII Microspermas (Conclusión) 50
XIII Piperales 70
XIV Miricales, Balanopsidales, Yuglandales, Fagales, Urticales 60
XV Proteales. Santalales. Aristoloquiales 38
XVI Poligonales. Centrospermas 60
XVII Ranales 50
XVIII Ranales (Conclusión) Roeadales 70
XIX Rosales 70
XX Rosales (Conclusión) 60
XXI Geraniales 50
XXII Geraniales (Continuación) 60
XXIII Geraniales (Conclusión) 60
XXIV Sapindales 37
XXV Ramnales, Malvales 50
XXVI Malvales (Conclusión) 50
XXVII Parietales 50
XXVIII Parietales (Continuación) 50
XXIX Parietales (Conclusión). 50
XXX Opunciales, Mirtifloras 50
XXXI Mirtifloras (Conclusión) 60
XXXII Umbelíferas, Ericales 58
XXXIII Primulales, Ebenales 45
XXXIV Ebenales, Contortas $0
XXXV Contortas (Conclusión) 40
XXXVI Tubifloras 50
XXXVII Tubifloras (Continuación) 56
XXXVIII Tubifloras (Continuación) 60
XXXIX Tubifloras (Continuación) 60
XL Tubifloras (Continuación) 60
XLI Tubifloras (Conclusión) 50
XLII Plantaginales, Rubiales 50
XLIII Rubiales (Continuación) 50
XLIV Rubiales (Conclusión) 69
XLV Cucurbitales, Campanuladas 60
XLVI Campanuladas (Continuación) 57
XLVII Campanuladas (Continuación) 50
XLVIII Campanuladas (Continuación) 50
XLIX Campanuladas (Continuación) . . . . 5°
L Campanuladas (Conclusión) . . . . 5o
LI Indices.

Total aproximado de las láminas 2.666


INDICE DEL T O M O PRIMERO

Páginas

página de Honores de la Flora


página de Honores del Tomo primero IX
Prólogo XI
Indice general de la Flora XII
Résumé bibliographique XIV

PRIMERA PARTE.—Ambiente histórico 3

Capítulo I. Proemio entre murallas 5


» II. Sobre la estela del gran Almirante 7
» III. La España del setecientos 9
» IV. Más allá de los Pirineos I2

» V. Donde no se ponía el sol 15


» VI. Mutis de España y de Colombia 24
» VII. Preparación de una antigua cultura 27
» VIII. Mundo Nuevo 29
» IX. Grandezas y pequeñeces 33

SEGUNDA PARTE.—Trayectoria hacia el corazón de América 35

Capítulo X. De Madrid a Cartagena de Indias 37


» XI. Por el Río Grande de la Magdalena . . 40
» XII. Camino colonial 43
» XIII. En Santiago de Hontibón . . . 45
» XIV. Santa Fe y el Nuevo Reino . 47

TERCERA PARTE.—Proyectos, tentativas y espera 49

Capítulo XV. El médico del Virrey . 51


» XVI. En el Mayor del Rosario 54
» XVII. Plan de altivez española . . . 57
» XVIII. Auri sacra fames 60
» XIX. El Arzobispo-Virrey 63

CUARTA PARTE.—La Real Expedición Botánica 65

Capítulo XX. En la Mesa de Juan Díaz 67


» XXI. En Mariquita 7°
» XXII. Cómo trabajó la Expedición en Mariquita 73
» XXIII. Además de la Botánica 78
» XXIV. Relaciones científicas 80

» XXV. Otra vez la vegetación lanuda 82

» XXVI. El sabio viajero tudesco * 85


» XXVII. Los frutos que sazonaron 87

» XXVIII. Amagos de tormenta • 9°


» XXIX. Muerte al amanecer 92

QUINTA PARTE.—Dispersión en la luz •


Capítulo XXX. La generación ígnea 97
» XXXI. Los maestros pintores 102

» XXXII. Dii minores 107

» XXXIII. La fragata La Diam. ' \\ 109

» XXXIV. En el Real Jardín Botánico del Prado, de Madrid 112


» XXXV. No murió, se fué alejando. 118

» XXXVI. Presencia de España. . . 119

» XXXVII. Conclusión con urdimbre de esperanza 121

Apéndice.—Documentos sobre Mutis y la Real Expedición en el Archivo de Indias 125


Bibliografía de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino 137

Indice de láminas y de figuras 141

Indice de nombres 142

Colofón 147

- XIII -
RÉSUMÉ BIBLIOGRAPHIQUE

Les Gouvernements de l'Espagne et de la République de Colombie ont décidé la publication de la Flore de l'Expédition Royale Botanique
du Nouveau Royaume de Grenade. Ce célèbre institut naturaliste, fondé par le Roi d'Espagne Charles III, fut confié à la direction de
don JOSEPH CELESTINO M U T I S et reçut l'appui de savants notables de l'époque. Pendant plus d'un demi siècle—de 1760 à 1816—
l'Expédition Royale Botanique recueillit de nombreuses collections, dessins de plantes et manuscrits de descriptions botaniques, ayant pour
theâtre de ses opérations le vaste territoire de l'ancienne Nouvelle Grenade, qui de nos jours constitue la Colombie. Par l'influence très
profonde qu'elle exerça sur le développement d'un sentiment d'autonomie dans certains pays sud-américains, l'Expédition Botanique de Mutis
mérite d'être signalée comme l'œuvre culturelle la plus féconde accomplie par l'Espagne dans ses anciens territoires du Nouveau Monde.
L'œuvre monumentale dont la publication commence avec ce Tome I comprendra cinquante-et-un volumes dans lesquels paraîtront,
accompagnés des descriptions taxonomiques respectives, les merveilleux dessins éxécutés sous la direction de Mutis et représentant en cou-
leurs naturelles environ 3000 espèces de plantes de la Nouvelle Grenade. La préparation de ce Tome I, contenant l'Introduction, a été con-
fiée par les gouvernements respectifs de l'Espagne et de la Colombie aux soins des Instituts de Culture Hispanique de Madrid et de Bogotá.
Cette Introduction montre le milieu naturel, social, politique et scientifique dans lequel se sont déroulés les travaux de l'Expédition.
La Flore de l'Expédition Royale Botanique du Nouveau Royaume de Grenade sera certainement un des plus grands efforts réalisés dans
le domaine de la Botanique descriptive, surtout au point de vue historique et artistique.
Ce premier tome est illustré de trèize portraits en couleurs, deux portraits en noir, deux fac-similés de documents autographes, quatre
gravures en couleurs représentant deux plantes dessinées d'après nature par des artistes de l'Expédition, une gouache, et plusieurs dessins
à la plume.

PREMIÈRE PARTIE: L E MILIEU HISTORIQUE

Chapitre I. Présentation historique de J. C. Mutis.—-II. Le prélude de la conquête de l'Amérique.—III. La renaissance culturelle et colo-
niale de l'Espagne au XVIII ème siècle.—IV. Le mouvemente botanique dans le Nord de l'Europe au XVIII ème siècle.—V. La Botanique
Hispanique au XVIII ème siècle.—VI. Un homme personifiant l'Espagne devant un Continent.—VII. Les études de J. C. Mutis en Espagne.
VIII. Le Nouveau Monde, objet des études de J. C. Mutis.—IX. Difficultés pour le travail scientifique au Nouveau Royaume.

DEUXIÈME PARTIE: P É N É T R A T I O N À L'INTÉRIEUR DE L'AMÉRIQUE

Chapitre X. Le voyage de Mutis commence à Madrid.—XI. Et se poursuit sous les tropiques.—XII. Comment on voyageait sur les che-
mins américains.—XIII. La vie intime de la Cour Vice-Royale à Santa Fe de Bogotá.—XIV. Le Nouveau Monde et ses conditions sociales
et politiques.

TROISIÈME PARTIE: PROJETS, T Â T O N N E M E N T S E T A T T E N T E

Chapitre XV. Les premières activités de Mutis au Nouveau Royaume.—XVI. Mutis professeur.—XVII. La signification scientifique,
économique et sociales de l'Expédition Royale.—XVIII. Recherche de l'or, des plantes et des animaux.—XIX. L'Archevêque-Vice-Roi
Caballero y Góngora qui ordonna et protégea l'Expédition.

QUATRIÈME PARTIE: L'EXPÉDITION BOTANIQUE ROYALE

Chapitre XX. Au village appelé La Mesa de Juan Díaz.—XXI. L'Expédition à Mariquita.—XXII. L'ambiance et le travail scientifique
réalisé à Mariquita.—XXIII. Les travaux de Mutis autres que la Botanique.—XXIV. Relations scientifiques.—XXV. L'Expédition à
Santa Fe de Bogotá.—XXVI. Humboldt et Bonpland au Nouveau Royaume.—XXVII. Les efforts de Mutis pour publier ses œuvres.—
XXVIII. Le mouvement d'indépendance.—XXIX. La mort de Mutis.

CINQUIÈME PARTIE: DISPERSION R A Y O N N A N T E

Chapitre XXX. Les fondateurs de la République de Colombie et l'Expédition.—XXXI. Les artistes peintres, auteurs de l'Iconographie.
XXXII. Les amis de Mutis.—XXXIII. Les matériaux de l'Expédition sont emportés en Espagne.—XXXIV. Les soins pris pour leur
conservation au Jardin Botanique de Madrid.—XXXV. La tradition botanique en Colombie.—XXXVI. Essais pour publier la Flore de Mutis.
XXXVII. L'espoir de deux nations.
DON JOSE CELESTINO MUTIS
estudiando la M u t i s i a >> el Canelo de Andaquíes. Retrato
conservado en el Jardín Botánico de Madrid y que lleva la
signatura: C. A. Machado - Copia, 1882.
LA REAL EXPEDICION BOTANICA
DEL NUEVO REINO DE GRANADA
PRIMERA PARTE

AMBIENTE HISTORICO

S C E N A R I O sorprendente, donde por primera vez se tocaban las Españas: la peninsular y la dilatada en Amé-
rica tropical, Cartagena de Indias nos brinda el decorado de su bahía, de sus murallas, de sus mercados, de
sus gentes y de sus proezas, para presentar—desembarcando en su orilla—a don José Celestino Mutis, la figura
central de la Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada.
También Mutis había de servir como punto de contacto entre un mundo donde la primera conquista
había dejado hondos surcos de discriminaciones sociales; entre las inquietudes de superación mental y de
autarquía económica que agitaron la España de Carlos III; entre las corrientes científicas de Europa en el
setecientos, cuando nacían vigorosas las ciencias positivas determinándose la exploración naturalista del inter-
trópico; entre los adelantos intelectuales de la Madre Patria y el continente suramericano, pululante de promesas.

Si la personalidad de Mutis es, dentro de la historia española, una de tantas, en el magnífico desfile de sus patriotas, de sus sabios,
de sus ascetas y de sus empresarios colosales; para la América toda, representa un nuevo genio de la incorporación a la cultura europea,
de las tierras, de las gentes y de los espíritus que formaban el heterogéneo complejo de las Indias. Despertó la fe en nosotros mismos, borró
los límites que trazara el océano y por eso lo llamamos primero entre los colonos y ponemos su vida como dechado en que se realizan
las más depuradas intenciones de España en relación con sus provincias ultramarinas.
La empresa de Mutis, inspirada en la sangre española; en una educación universitaria genuinamente hispana; en una consonancia per-
fecta con la Corte de Madrid^ resarce a la Hispanidad de los errores cometidos por algunos de nuestros adelantados de la ocupación
inicial; errores que obedecieron a las locuras de selva y soledad, al choque con el mundo indígena incomprensible; a las ideas impositi-
vas y recias que eran generales a todos los pueblos de Europa en esa época, que se llamó de la bizarría, y a la vida marinera de entonces
que daba una última mano de aspereza a las voluntades de quienes viajaban al Nuevo Mundo, llenos de ambiciones, con un compromiso
celebrado ante la Casa de Contratación de Sevilla y con una ilusión de ganancias, engendrada en la Torre del Oro, que domina el puerto
del Guadalquivir.
El ambiente español en que se desarrolló la Expedición Botánica del Nuevo Reino se caracteriza por esos rezagos de la violencia pri-
mera; por las corrientes científicas venidas del extranjero cuando Carlos Linné empezaba a catalogar, en Suecia, con un criterio univer-
salista, los seres orgánicos del planeta; por el empeño que se desarrolló, más que en ninguna otra de Europa, en la Corte madrileña, de
indagar los recursos naturales de las provincias allende el mar y, finalmente, por el despertar luminoso de las Universidades, Academias
y Centros científicos españoles, donde bebió Mutis su insaciable afán de saber y de servir.
Aquella materialidad deprimente y esta espiritualidad surgente desarrollaron en su alma la mayor ambición de su vida que era alcan-
zar el título de Botánico de Su Majestad y de leal vasallo, como las ciudades emulaban por recibir de sus reyes el calificativo de muy
nobles y muy leales.
Finalmente, se da en esta primera parte una idea somera de la geografía, de la geomorfología, de la naturaleza viva y de las gentes de
esa América, abrazada por Mutis como objeto de sus múltiples e intensas actividades. En el mundo púber, los bosques estaban plenos de
incógnitas; las distancias y las vías asperísimas propiciaban el aislamiento y el olvido; la vida ciudadana apenas se insinuaba.
Y en ese ambiente, a sus veintiocho años, se sumergía Mutis, gaditano, médico del virrey Don Pedro Messía de la Cerda, al pisar por
primera vez las playas de Cartagena de Indias, entre un grupo de funcionarios del Gobierno, de soldados, de mercaderes y de marineros.
CAPITULO PRIMERO

PROEMIO ENTRE MURALLAS

Multum ille et terris iactatus et alto.

VIRGILII MARONIS, A e n e i s .

Los cañones de los fuertes atronaban la bahía replicando el de Y Caldas expresaba la verdad. Con la llegada de Don José
Manga a Manzanillo; San Luis a San Felipe (i), y desatando surtidores Celestino Mutis a Cartagena de Indias, se iniciaba la promoción más
de cohetes, por encima de las barriadas, de las islas, de los canales y de
enérgica de progreso científico, llevada a cabo por la España coloni-
los numerosos navios surtos en ellos, porque en tales momentos, a las zadora en el Continente Suramericano y al mismo tiempo se abría en
diez de una mañana bonancible, el miércoles 29 de octubre de 1760, forma magnifica la historia de la nación colombiana.
con todas las velas izadas, entraba por Bocachica a Cartagena de En los cántaros de barro y de oro en que el indio había bebido sus
Indias, el navio de guerra Castilla, de la Armada de Su Majestad, ideales de humanidad, nunca se había vertido en forma tan generosa
a bordo del cual venía a gobernar el Nuevo Reino de Granada, el el vino de virtudes exquisitas que se cosechó en Iberia. Nunca, como
excelentísimo señor Bailío, frey Don Pedro Messía de la Zerda y en la huella de aquel primer paso que se dió en Cartagena, donde hasta
Cárcamo, Marqués de la Vega de Armijo. la arena de las playas tiene hálitos de perennidad, se fijó el rumbo de
Apresuradamente, por la puerta de la Media Luna que del mer- nuestra patria para sus prodigiosas metamorfosis.
cado y de la aduana llevaba a la avenida del Cocal, un pelotón de las La época inicial de la conquista fué acá de los mares de un terrible
milicias salía a hacer alarde ante el nuevo Virrey y a mantener el individualismo. Arriesgar la vida a cada paso; romper a través de las
orden en la multitud abigarrada que se agolpaba al embarcadero (2). lanzas y de las flechas enherboladas; aventurarse a las corrientes de
Voces de marineros arriando las velas, algarabía tropical que reper-ríos de grandeza nunca vista; escalar montañas casi inaccesibles; abrirse
cutía en las murallas, repique de campanas en la atmósfera tibia. paso por bosques titánicos; vencer fieras desconocidas; subyugar a
Cuando un traquido de maderas y el correr afanoso de una cadena, los indios que defendían con furia sus derechos humanos innegables;
anunciaron que la armazón se había recostado a la orilla, la marinería expoliar el oro de sus santuarios y de sus tumbas; aterrarlos con caba-
y los viajeros cantaron una salve a la Virgen de la Popa, que los había llos y perros — monstruos de otros mundos — y someterlos a señores
conducido felizmente al término de su larga y peligrosa travesía. Los distantes, cuya grandeza difícilmente abarcaba la fantasía y de cuya
días anteriores, con el bochorno del mar dormido tropical, el manda- bondad no podía persuadirse el corazón; había sido, sin duda, impulso
tario había permitido que a su ejemplo se quitaran las casacas; pero el más de la desesperación y de la fuga, que del afán creador. Como dijo
Joan de Castellanos, los hombres lucharon entonces más que por sal-
día era de gala, gala de corte de Carlos III y el oro y la grana, la curio-
sidad y las pelucas y el olor a alhucema se apiñaban a la barandilla (3).var su vida, por vengar su muerte que veían segura.
Por la escala bajó el virrey precediendo a sus familiares. Figuraba Pero pasada la epopeya ansiosa y dominadora, vino la colonia
entre ellos un caballero, alto, joven todavía, de casaca obscura, ojos fecunda;l a paulatina extensión sobre América de la buena patria espa-
negros, labio inferior befo, frente espaciosa y grave continente, quien ñola, hidalga en sus generaciones, honesta en sus familias, religiosa en
no perdía detalle de cuanto pasaba a su alrededor. Escudriñaba a las su culto, pintoresca en sus alegrías, frugal en su yantar, cortesana en
gentes, blancos, indígenas y negros; observaba a los pescadores, miraba su gobierno, desenfadada, generosa y galante en todos sus ademanes.
los frutos que vendía un muchacho, se inclinaba a considerar las El espíritu de España avanzó en las tierras intactas del Nuevo Mundo,
con esa pausa, con esa seguridad e indeclinable rectitud con que la
hierbas que crecían entre las baldosas de las calles; dirigía, sobre todo,
la mirada, en que se adivinaba el ansia, hacia las laderas del Cerro de reja del arado va trazando el surco. Entonces sí fueron menester
la Popa, cubiertas de cardonales. motivos tenaces, fuerzas rítmicas y acompasadas como las del corazón
A él se volvería don Pedro mientras entraban al recinto amura- y de la savia.
llado y le preguntaría con familiaridad: La colonización española se halló recluida, en sus comienzos, den-
— ¿Qué os parece, don José, de este recibimiento? tro de murallas. La salud de los hombres, fundamento de su vigor
Cuando uno de los más célebres talentos americanos de aquella físico y mental, se veía amenazada por ataques desconocidos. La edu-
época, comenta esta escena, al parecer rutinaria, que acabamos de des- cación que después de la salud, pone al hombre al nivel de su época,
cribir, dice: unifica el sentido de las cosas, ordena los talentos y estimula las volun-
tades, presentaba problemas cuya solución pedía cavilaciones y ener-
El año IJ6O desembarcó en Cartagena, año para siempre memorable gías.
en los fastos de nuestros conocimientos y año en que comenzaron a reinar Vida colonial, según Earl Parker Hanson, es aquella en que un
las ciencias útiles sobre nuestro horizonte. pueblo produce uno o pocos elementos de vida y debe por ellos inter-

(1) Enrique Marco Dorta ha seguido con nitidez y minuciosidad la historia de los castillos, fuertes y bastiones de Cartagena de Indias precisando su origen, dura-
ción y reformas. A mediados del siglo XVIII, cuando arribó J. C. Mutis de la España peninsular, estaban en servicio el Castillo de San Felipe de Barajas; el de San Luis a l a
entrada de Bocachica; los fuertes de Manzanillo y de Santa Cruz cerrando el puerto interior y el fuerte de Manga en el interior del puerto.
Entonces también, y hasta 1770, hallábase abierto el estrecho de Bocagrande, de 1.200 toesas de longitud, aunque con poco fondo, pues sólo balandras pasaban por él.
No obstante, este boquete hacia el interior del puerto cartagenero, había sido aprovechado por los piratas para sus recientes ataques. Hacía poco, 1741, que Vernon había sido
derrotado por la firmeza de ese valeroso mutilado que se llamaba don Blas de Lezo.
En 1762 estalló la guerra con Inglaterra, llamada de los siete años, como consecuencia del Pacto de Familia concertado entre las ramas de la Casa de Borbón.
Sabiéndose que los ingleses habían atacado a La Habana y a La Florida, se hicieron prevenciones en Cartagena bajo la dirección del ingeniero castellano don Antonio Arévalo,
nacido en la villa de Martín Muñoz de la Dehesa. A l mismo se encargaron numerosas defensas a lo largo de la costa Caribe.
(2) De los antecedentes biográficos del virrey La Zerda o Cerda, como también se escribía en su época—desde su fe de bautismo hasta su llegada como virrey al Nuevo
Reino—, habla el insigne y escrupuloso historiador J. M. Restrepo Sáenz en sus Biografías de los Ministros y Mandatarios de la Real Audiencia (1672-1819) Bogotá, 1952.
Era natural de Córdoba, donde nació el 16 de febrero de 1700 de noble linaje; vistió el hábito de la orden militar de San Juan; ingresó en la Armada como guarda marina;
sirvió como jefe de la escuadra en el Mediterráneo y en el Caribe; como a tal le tocó recibir en Cartagena a su predecesor en el virreinato, al noble don José Solís Folch
de Cardona; en 1755 fué ascendido a teniente general de la Real Armada y en el 57 fué nombrado para el Consejo Supremo de Guerra. Su título de Virrey, Gobernador y
Capitán del Nuevo Reino de Granada está firmado en el Buen Retiro el 30 de julio de 1760 por S. M . el Rey.
(3) Según Restrepo Sáenz consta, por un certificado de los oficiales reales de Cartagena, que el Castilla fondeó en el amarradero de la bahía sólo el 31 de octubre
Y que el señor Messía saltó a tierra en la tarde de tal día. Pero más que por ellos nos dejamos guiar por los diarios de Mutis.
cambiar de fuera la multitud de medios que necesita para sostenerse y cuando hagáis vuestra obra perfecta, escribid en ella con vuestro nom-
progresar. América, generosa en recursos naturales, ignoraba todavía bre, vuestro título de americanos; vuestra naturaleza es un edén
las riquezas de su suelo, la manera de subyugarlas a su utilidad y de dadivoso, como los más ricos del mundo.»
darles entrada al comercio mundial. Y la tormenta se desencadenó desde Santa Fe, se hizo fulgurante
Faltaba la antorcha que iluminara esos caminos y fué Mutis quien en Cartagena y corrió hasta Quito por las vértebras de los Andes. Si
la empuñó y salió a la vanguardia de un avance exultante, como Bogotá fué una realidad culminante en el mundo que después se llamó
médico, como educador, como naturalista, como sacerdote, como bolivariano, ella debió su carácter privilegiado a esa lección de patria
maestro de una altísima política. expresada en forma tan elemental como convincente.
La ciencia fija el derrotero de los pueblos y aprestigia sus tenden- El 5 de abril de 1732, José Celestino Bruno Mutis y Bosio nació
cias y todo en la ciencia americana estaba vallado de murallas. Si los en Cádiz, la amurallada ciudad donde terminaba el mundo mediterrá-
colonos habían avanzado tras la fertilidad, adivinada sólo en el verde neo atalayando el More Tenebrosum. Desembarcó, pues, en Cartagena
azuloso de las montañas distantes, era preciso dar nombre a los dones a los veintiocho años de edad.
de la vida, a las plantas y animales uno a uno, para que sobre ellos Su llegada tiene el mismo sabor lírico que aquella descrita por
pudiera fijarse la mirada de los sabios, y Mutis se hizo colector y taxo- Horacio:
nomista, a una altura que difícilmente se había de repetir entre nos- Septimi, Gadis aditure mecum
otros. Si la codicia y la presa fácil habían socavado las minas y los pla- et cantabrum indoctum iuga ferre riostra et
ceres de los ríos en busca de los metales preciosos, él se hizo minero, barbaras Syrtis ubi Maura semper
exploró las vetas de esmeraldas y de otras gemas, reformó técnica- Aestuat unda.
mente la minería. Como médico investigó las dolencias, disipó super-
cherías y puso valla a los abusos de los teguas. Halló que el estudio de Pisó tierra, hoy colombiana, en los confines del mundo hispánico,
la naturaleza no se puede hacer ni comunicarse sus resultados si no lo entre gentes indómitas, entre el hervidero moreno, el español más emi-
preceden la geografía y la cartografía. Por eso los caminos asperísimos nente que nos dió la Colonia, y según L. López de Mesa, el primer
de la colonia lo vieron llevando con increíble solicitud sus instrumen- procer de la independencia de Colombia, el alfa y omega de nuestra
tos, verificándolos, haciendo de día y de noche observaciones baro- cultura.
métricas, tomando rumbos con la aguja magnética, midiendo con la Se ha alabado a Mutis porque mereció la estima de muchos sabios
corredera la velocidad de los ríos, precisando las coordenadas de los europeos, particularmente de los Linné y de Humboldt. Se han pon-
lugares que visitaba, fijando los factores de los climas, determinando, derado sus esfuerzos en la recolección, dibujo, análisis y en la divulga-
en las nastias de las plantas, las señales horarias. ción de la flora del Nuevo Reino. Se conocían por muchos las láminas
Y como la Geografía es imposible sin Astronomía, y el cielo en sí incomparables dibujadas bajo su dirección y hoy conservadas en el
mismo es la constante de continente a continente, fundó el observato- Jardín Botánico de Madrid. Todo ello aparecía como una obra
rio astronómico de Santa Fe de Bogotá, avanzada sobre el cielo antàr- trunca, arrebatada por el destino, hija más de la pasión por el estudio
tico, oculto a la Europa sabia. que de un plan armónico y operativo. Hoy los frutos sazonados se van
Como ese cielo, Mutis todo lo abarcó. Fué incansable en la pene- destacando entre el ramaje verde.
tración de ese todo, observando y anotando día a día y hora tras hora Mutis partió de una múltiple nada. Pero su creación de fe arrastró
con minuciosa precisión siempre en actitud de discípulo ante la natu- consigo a la gloria lo suficiente, para que al morir se pudiera dar por
raleza. Viajero infatigable, cuando viajar era sumergirse en un mundo estable el es píritu y el prestigio de una nación. Su mismo conato
agreste, asimiló nuestro paisaje, bebió de las linfas de nuestros torren- mútilo se había de repetir a lo largo de siglo y medio en todos los neo-
tes, y de las angustias de nuestro pueblo; llamó amigos lo mismo al granadinos, quemados por idénticos ideales.
arriero que al Virrey, aconsejó a los gobernantes y ennobleció la socie- Muchas veces, mirando clarear el alba, he sufrido la ilusión de con-
dad que lo rodeaba. templar en ella nubes, cordilleras, golfos y promontorios y he visto en
Después de la conquista y de la colonia vino la República: convul- esas costas proteicas los bosques y palmares que aquellos días más me
sión, lucha por una nación libre, en la cual se cumplieron aquellas impresionaron.
palabras de Miguel Antonio Caro: Así pasa con la vida de Mutis desplegada en el amanecer magnífico
de la historia hispanoamericana. En ella vemos las vicisitudes que la
Luchó contra sí misma, ciencia ha corrido en todo el continente, compendiadas sus creaciones
Cruel, la raza ibérica. y sus evanescencias; porque ese grande hombre vino a nosotros men-
sajero de España y heraldo de nosotros mismos. Su obra no pertenece
Pero la biografía de los libertadores no comenzó la víspera de la a una época ni puede fracasar; es la empresa de ayer, de hoy y de
batalla. Fué fruta madurada por Mutis en su casa de la botánica, mañana de conducir la Hispanidad por un camino de excelencias para
donde una generación recibió de él toda la altivez hispana, todo el hacerla respetable más allá de toda frontera.
valor, toda la ambición de autonomía que germina en la convicción Después de siglo y medio de cataclismos y de olvido, cuando ahora
de la propia suficiencia; toda la generosidad que pone la sangre a flor planeamos un servicio científico para las patrias española y colombiana
de sacrificio. Fué España en sus venas la que sacudió la vida secun- y publicidad adecuada para la obra de Mutis, no encontramos otro plan
dona, sumisa y controlada desde el remoto desconocido y descono- mejor, otro impulso más ambicioso que el que su autor supo infun-
cedor. dirle entonces, cuando España alzaba los bastiones de Cartagena de
La lección era sencilla en el ambiente idílico: Indias para defenderse de los piratas ingleses y franceses que medra-
«Vuestro talento es igual al de los hombres de la cultísima Europa; ban a su costa.

— 6 —
CAPITULO II

SOBRE LA ESTELA DEL GRAN ALMIRANTE

Arrebatados nuestros primeros conquistadores de la bizarría, aún


dominante en el siglo de las conquistasi consultaron más a su gloria
y ambición que a fundar unas colonias útiles a la metrópoli.

A . CABALLERO Y GÓNGORA, R e l a c i ó n de M a n d o , II, 2.

Aún no despuntaba el sol. Se estremecía apenas el alba del 3 de monias y sacrificios con que aquella gente, por industria de sus jeques y
agosto de 1492, cuando la Santa María, La Pinta y La Niña — las tres mohagnes sirven a los demonios como a dioses. Esta forma de hablar
con 120 personas a bordo — zarparon del pequeño puerto de Palos, llena toda una época.
sobre el río Tinto, junto a las últimas estribaciones de las sierras de Así la universal dualidad de un principio del bien y otro del mal
Aracena. Las comandaban Cristóbal Colón, con el título de almirante conducía, en las mentes del bajo pueblo, a una nueva teogonia: el rey,
de la mar océana y los dos hermanos Pinzón, armadores de navios. tutor de la cristiandad, se contraponía a cuanto el indio tuvo por
Cuatro pilotos de relevo, un inspector general, un cirujano, un sagrado pero que sólo era la obra de Lucifer; los aventureros debían
médico, criados y marineros, casi todos gentes de azarosa vida, a quie- rescatar las riquezas puestas al servicio de Satanás; los enviados de la
nes la justicia había concedido amnistía hasta dos meses después de su luz podían mojar en sangre los cascos de sus caballos y los hocicos de
regreso, formaban un mundo ciego e indeciso, como aquel amane- sus perros, porque esa sangre significaba idolatría y su libre correr,
cer, donde sólo en un cerebro se presagiaban destellos definidos. libertinaje. La máscara de la verdad quedaba así perfecta; y la arma-
Se ha querido idealizar la hazaña del descubridor de América, atri- dura de las conciencias más holgada que la de los cuerpos.
buyéndole móviles puramente místicos, y muchos también interpreta- El gobierno de la metrópoli, las milicias, la aristocracia y los letra-
ron los primeros acontecimientos de España en América como una dos — clérigos éstos en su mayoría — se mantuvieron reservados ante
gesta misionera, o de imperialismo, o de cálculo. Y es que para combi- la sorpresa del descubrimiento. En realidad, éste se calificaba como un
nar lo humano con lo heroico es indispensable la presencia de lo des- fracaso completo, porque ni se había podido, navegando al occidente,
conocido, sea ello quimérico, sea ultraterreno. llegar a las islas portuguesas de las especias, ni las tierras descubiertas
El descubrimiento y población de América movieron demasiados dejaban pasar hasta los confines del hemisferio español pactado en
hombres y voluntades, para que se pueda asignarles iguales intentos y Tordesillas en 1494. Por muchos años todavía la codicia de Europa
unánimes designios. Pero en el fondo de esa palestra continental y sería dominar los mares, antes que las tierras.
secular, bullía un negocio; en el centro de ese tropel asomaba las De esta suerte vino a establecerse, bajo postulados comunes, una
narices un judío usurero y a la zaga de Don Quijote proyectaban su diferencia profunda entre la España peninsular y la trasladada a las
sombra el Rucio y las alforjas de Sancho. Indias; diferencia que duró pocos lustros, pero que abrió cauces a
Pasar a las Indias, dijo Cervantes, era refugio a que se acogían los corrientes definitivas de historia. J. M. Ots Capdequí, corrobora esta
desheredados de España, y, cuando lo escribió, se tenían por deshereda- interpretación en su libro España y América. Las Instituciones
dos cuantos no eran mayorazgos, más la mitad de éstos porque nada coloniales (Bogotá, 1948).
tenían que heredar. La reconquista contra los moros, había sido el filo de un peligro
El mismo Colón había llegado al convento de Palos pidiendo un porque al marchitarse la solidaridad épica de la liberación, se descubría
pan para su hijo y esa experiencia de la miseria le haría decir: El oro un muro cuarteado.
es excelentísimo; del oro se hace tesoro y con él, quien lo tiene, hace cuanto Entonces los esfuerzos de los Reyes Católicos se concentraron en
quiere en el mundo y llega hasta que echa las ánimas al Paraíso. obtener, al amparo de la religión, la unidad política y racial del Estado
Naves como esas tres que bogan en la inmortalidad eran la estre- frente a los moros dispersos, pero maestros de las artes y de la técnica;
chez sobre lo ilímite, la sed sobre las aguas, una humanidad que se frente a los hebreos en cuyas faltriqueras se acumulaba la riqueza; con-
apretujaba para deshumanizarse. Quienes en ellas habían viajado, lite- tra los nobles que por servicios de guerra detentaban el poder rivali-
ralmente acosados, saltaban a tierra como perros zafados de tramojo o zando con el rey y a pesar de las ciudades que — campeadores en la
como toros sueltos de varas. Al dar a la palabra conquista el contenido gesta legendaria — habían ganado sus fueros y privilegios y anhelaban
que debía convertirse en historia, interpretaban las cosas de América ya ponerlos en vigencia.
en un sentido muy acomodado a sus particulares ambiciones. A los unos se los confina o expulsa; a los otros se los somete y se
Sin salir de nuestra propia casa, es decir, del territorio que hoy es derruyen sus castillos, para todos se robustece el fuero eclesiástico y
la república de Colombia, podemos seguir la trayectoria de las ideas se crea en 1480 el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición.
iniciales que dieron ser y fijaron el rumbo del descubrimiento y la Al abrirse las puertas de América fluye por la estela del Gran
colonia americanos. Almirante una selección humana de características complejas como
Habla primero a la Sacra Católica Real Majestad del rey Don Felipe consecuencia de los procesos que para muchos hacían invivible la pen-
nuestro señor, segundo de ese nombre, el P. fray Pedro de Aguado, ínsula.
de la Regular Observancia, Ministro Provincial de la Provincia de Fué el pueblo, ese que cree en las consejas de los marinos y que
Santa Fe y le dice: En el discurso de quince años, los mejores de mi vida, no tiene nada que perder; el que debe cumplir las leyes a la letra y
que me empleé en la conversión de los idólatras que como bestias vivían en más allá; el fijodalgo corrido y desesperanzado, el que trasladó a
el Nuevo Reino de aquellas Indias, en servicio del demonio, entendí por América la emoción de la aventura caballeresca. La corona no asumió
muchas cédulas que vi de Vuestra Majestad, el celo que tiene, tan católico, inicialmente la responsabilidad económica ni política del as expedicio-
del aprovechamiento y conversión de aquellas ánimas, con lo cual no sola- nes, sino que éstas se regulaban mediante contratos o capitulaciones
mente provee de personas eclesiásticas y seglares, para que las unas en el individuales, celebrados por la Real Casa de Contratación de Sevilla
ministerio de justicia y las otras en el de las conciencias, pongan en ejecu- con los empresarios de ellas. Los soberanos se limitaron a exigir, fuera
ción lo que con tánta cristiandad vuestra Majestad procura, que es la de lo que se tenía como sobrentendido en las costumbres hidalgas
multiplicación de los cristianos y aumento de la Iglesia y fé de ella/ sino españolas, trato de vasallos para los indios y a prescribir la propaga-
que con mucho cuidado ha enviado a mandar le avisen de los ritos y cere- ción entre ellos de la fe católica; a cobrar para sí y para la Iglesia una
parte de las utilidades de la empresa y a mantener su autoridad para en ellos y los persiguiesen y sujetasen con las armas, que él los absolvería.
corregir los abusos. Fué esa la realidad arrolladora de la Conquista; mientras el rey y
Así, mientras España se unificaba, América se diluía; mientras allá sus consejeros discutían en Madrid, aquí corrieron las pasiones y los
se dictaba una legislación admirable, aquí cada cual interpretaba su apetitos atropellándose con los perdones. Y , en cambio, los mismos
contrato según conciencia y conveniencia; mientras allá, en el apogeo descubridores, comenzando por Colón, se movían en un tropel de
de las esperanzas, se contrataba sobre fabulosas ganancias, aquí, en intrigas, de fraudes al tesoro real, de traiciones a los jefes, de delacio-
contacto con la realidad, se exprimían las oportunidades hasta el nes, de residencias y de castigos; del que se llamó con justicia el régi-
último ochavo. Y ¡ay del que se opusiera a ello! porque sería tratado men de la desconfianza.
como enemigo de Dios y del rey. Aquellas primeras páginas de la historia americana se pudieron
Poco a poco, fueron desvaneciéndose fantasmas e infiltrándose más compendiar en aquel episodio de nuestro amo y señor Don Quijote:
verídicas informaciones en las capas sociales superiores de la madre Como suele decirse, el gato al rato, el rato a la cuerda, la cuerda al
patria y entró en ella la preocupación por un sistema político que palo; daba el arriero a Sancho, Sancho a la moza, la moza a él, el ven-
armonizara mejor la religión con los intereses de las colonias y con tero a la moza y todos menudeaban con tanta priesa que no se daban
los medros individuales. punto de reposo.
Se dictaron medidas para que los descubridores redujeran a pobla- El candil yacía apagado y era ciego e indeciso aquel amanecer.
dos los indios fugitivos o nómades; se les prescribió la fundación de En 1573 promulgó Felipe II las Ordenanzas de nuevos descu*
ciudades en número proporcionado al título concedido y se les ordenó brimientos y Población que definieron y articularon la política
poner nombres a los lugares que establecieran. Ante todo se quiso jus- colonizadora del Estado español.
tificar la violencia y la guerra que se hicieran a los indios. Los primeros conquistadores no adivinaron en la suerte que ellos
Un jurista castellano (4), para quitar todo escrúpulo a los conten- deparaban a los indios la que pudieran correr sus propios hijos. Si
dores ideó el célebre requerimiento que los capitanes debían leer a los las ideas seguían su evolución incontrastable, la sangre debía también
indios antes de entrar a debelarlos, amonestándoles, a nombre del rey, refluir hacia el corazón y el instinto y los prejuicios mandaban por
domador de las gentes bárbaras y notificándoles, que existe un solo encima de las leyes.
Dios creador del mundo, que existe el Papa, su representante, que Como Colón, los primeros viajantes al nuevo mundo llevaban un
uno de los sucesores de San Pedro había hecho donación a los Reyes propósito equivalente al billete de ida y vuelta. La aspereza de la
de Castilla de todas las islas y tierra firme de este mar océano; que por vida en los mundos recién conquistados fortalecía tales decisiones de
tanto, sus Altezas eran reyes legítimos de las Indias y como a tales se regreso. Se emigraba para poder inmigrar de vuelta; a pagar a las cajas
los debía obedecer. Que si así lo hicieran el rey les daría privilegios y reales; a defenderse de émulos; a disfrutar simplemente lo ganado; a
mercedes y si no se les declararía guerra a muerte. demostrar, en el círculo de la familia o de la aldea nativa, que se había
Este peregrino apostrofe, contra el cual muchos protestaron, llegó triunfado en la vida.
hasta el río Sinú y Pedrarias mandó que se leyera a los indios según Los hechos, sin embargo, muchas veces, quebraban estos progra-
testifica el bachiller Fernández de Enciso, a lo cual dice que éstos res- mas, fuera por reveses inesperados, fuera porque la vida de América
pondieron, como si fueran filósofos, que el Papa daba lo que no era también tenía su embrujo, del cual pocos lograban escapar. Entonces
suyo, que el Rey que lo pedía, debía ser algún loco y que fuese a tomarlo surgieron muchos problemas: el del hijo de españoles en América y el
y le pondrían la cabeza en un palo, como tenían a otros de sus ene- del mestizo en quien se mezclaban una y otra sangre. Otra vez las
migos. ideas populares habían de imponerse para definir, en la nueva socie-
Así y todo, el requerimiento constituía tan buen pretexto para jus- dad, fundamentales discriminaciones y jerarquías.
tificar la guerra a los indios, que Lucas Fernández de Piedrahita Afortunados los conquistadores más exitosos, recibieron del rey
calcó en él una arenga dirigida por Jiménez de Quesada al cacique escudos heráldicos y títulos nobiliarios que equiparaban a la nobleza
Sacrezazipa, sucesor del Bogotá, antes de sacrificarlo y robarle sus peninsular, a ellos y a su estirpe. Pero los que no lo eran tanto pade-
tesoros (5). cían una disminución progresiva de generación en generación. La
No menos falaz era la aprobación de la guerra, fundándola en que nobleza y la pureza de la sangre no valían tanto por los honores, como
el indio era bárbaro, pecador, infiel, vicioso, en que sacrificaba vícti- por los gajes que traían, en derecho a poseer tierras, a mandar indios,
mas inocentes al demonio y en que atacaba a los españoles. a desempeñar los cargos del estado, a ejercer elevadas profesiones y a
Cuando el gobernador de Santa Marta, García de Lerma, envió a su disfrutar de determinada educación.
sobrino Pedro de Lerma al mando de doscientos hombres y acompa- Vieja raíz esta de las grandezas y pequeñeces de América.
ñado del obispo donjuán Ortiz, a descubrir por tierra el río Magdalena A los españoles y a los indios vino a sumarse otro elemento de
— primer conocimiento que se tuvo de su curso — dice Aguado vigor imponderable en nuestra demografía.
que el obispo iba atento para estorbar e impedir con celo pastoral que a los Diezmados los indios en el trabajo de las minas y sirviendo como
indios se les hiciesen algunas demasías, ni fuerzas ni malos tratamientos; acémilas en los caminos so pretexto de los derechos de conquista; en
sino que por el bien y con regalo fuesen traídos a la amistad y servidumbre realidad, por obra de la codicia, de la fuerza y del negocio, otra fuerza
de los españoles; como si la servidumbre se dulcificara con el señuelo. y otra codicia trajeron a América los negros esclavos africanos, impacto
Pero este su buen propósito, añade, no lo tuvo mucho tiempo... porque tremendo, sobre la raza hispanoamericana, sobre nuestras costumbres,
como fuesen entrando por gente de guerra que por su ferocidad acostum- nuestros sentimientos y nuestro futuro.
braban a comer carne humana, por lo cual son llamados comúnmente cari- Estos eran los escollos bárbaros donde siempre hervía la onda
bes, y llegasen a un pueblo cuyos moradores se habían ausentado y escondidomorena, lo que José Celestino Mutis pudo pensar cuando desembar-
a la primera faz, después vinieron con sus armas, que son arcos y flechas, caba en Cartagena de Indias. Esta fué la infancia de un mundo que
y comenzaron a flechar de suerte que el señor Obispo estuvo en riesgo y formó lo que hoy llamamos el primitivo super-ego de su sino secular.
aventura de ser mal herido de sus propias ovejas... por lo cual mudó de En este escenario es donde campea su genio que quiebra la línea del
improviso parecer y comenzó a inducir y decir a los soldados que hirieran pasado y magnetiza una nación hacia su más elevado destino.

(4) Este jurista fué Palacio Rubios. J. M. Ots Capdequí, en su Resumen jurídico: España en América (Bogotá, 1948, pág. 58), copia el texto del requerimiento y la
noticia dada por el Bachiller Fernández de Enciso, compañero de los conquistadores del Darién, sobre la respuesta de los indios del Cenú. Asimismo las protestas del historia-
dor Fernández de Oviedo contra este procedimiento que, lejos de justificar el derecho español, estaba en sí lleno de incomprensión de los adjuntos.
(5) Lucas Fernández de Piedrahita: Historia general de las conquistas del Nuevo Reino de Granada—a la S. C. R. Majestad de Don Carlos Segundo—.
Bogotá, 1881, página 1 3 1 .

— 8 —
S. M. EL REY DON CARLOS III
Por su orden y su generosidad, se fundó la Real Expedición
Botánica. Retrato de autor desconocido que se conserva en el
Museo Nacional de Historia en Bogotá.
CAPITULO III

LA ESPAÑA DEL SETECIENTOS

El nacimiento y la formación de estas naciones no constituye una


de las consecuencias de la ilustración y la revolución francesas, sino
un momento de la evolución orgánica de la nación española misma.

V . FRANKL.

Detrás de los Reyes Católicos gobernaron a España primero la maciones o bien son hombres de notable permanencia en el poder
casa de Austria con Carlos I, con los Felipes II, III y IV y con — caso de Felipe V y de Carlos III — o que viven para el futuro, es
Carlos II el Hechizado; después la casa de Borbón con Felipe V ; el decir, en quienes pesan más las generaciones venideras que la mul-
efímero Luis I; de nuevo Felipe V , Fernando V I (1746), Carlos III titud desesperanzada que los rodea. Este fué el hecho de J. C. Mutis.
(1759), Carlos IV (1788) y con Fernando V I I (1808). Se forma en consecuencia un ciclo cerrado en que primero los
Entretanto, a este lado del Atlántico numerosos navegantes y con- recursos naturales adquieren su plenitud; éste produce el trabajo
quistadores (1538-1564) descubrieron lo suficiente del territorio hoy extractivo y el bienestar de base, de éstos se origina la protección a las
colombiano, para que se pudiera decir que todo lo tenían recorrido. elevadas manifestaciones de la cultura, surgen los hombres geniales,
Tras ellos se sucedieron veintisiete presidentes de la Audiencia en dos los militares invencibles, la convicción nacional de superioridad y el
series (1564-1719 y 1725-1739). Actuaron, por último, a nombre de trabajo que refluye en la mayor productividad de la tierra. Las inter-
Su Majestad, trece virreyes — mal número — , pero lucida serie de mitencias de prosperidad y decadencia dependen de la falla o debilita-
sangre y señorío (1719 y 1740-1810). ción de estos engranajes, en conexión con otros coeficientes, inclusive
Sin embargo, los hechos nacionales no se rotulan por los nombres astrales, de que habla E. Hungtington en su libro sobre Las fuentes
de los gobernantes, pues más que de éstos, los sucesos memorables de la civilización que traducido se publicó en Méjico en 1949.
dependen de las ideas y pesan más en la historia las del pueblo que las De todo lo cual se colige que es arduo determinar dónde comien-
de los mandatarios. zan y dónde finalizan las edades de prosperidad y de depreciación y
Para los fines de esta narración, acabamos de ver la importancia que resulta difícil desmadejar la historia española donde se entre-
que tuvo en América, la clase media peninsular, con sus virtudes y sus cruzan trayectorias de tan diversas culturas como la visigoda y la
defectos, con sus prejuicios y sus tradiciones, los cuales no se deben árabe; la alemana del Sacro Romano Imperio y la francesa; la de los
calificar según los módulos hoy en vigencia, sino parangonarse con la dominios europeos y la africana; la de Flandes que fué marcha de
Europa brutal de aquellos tiempos, teniendo en cuenta fenómenos de infantería y la de América que suponía el florecimiento naval.
transmisión ideológica que en nuestras condiciones nacionales están Languidecía España al terminar el siglo xvn. Colonización de
mal estudiados todavía. América, guerras en Flandes, en Francia y en Italia; batallas en los
Por lo mismo, para comprender la trascendencia de la Expedición mares contra el Islam, en tierra contra los protestantes y los hugono-
Botánica del Nuevo Reino, es indispensable subir la historia arriba tes, venían mermando de tal suerte la poblacion que ya en 1520 el
hacia sus manantiales hasta allá por el año de 1700, cuando coinciden- escritor y diplomático veneciano A. Navagero decía: La noble ciu-
cialmente se inició, con el primer reinado de Felipe V, el predominio dad de Sevilla llegó a padecer tal falta de pobladores que parecía haber
en España de la casa de Borbón. quedado sólo en manos de las mujeres.
Entre las aberraciones de las ideas que produce el lenguaje, es nota- Con esta particularidad: que los españoles salidos de la península
ble la de atribuir realidad a los rótulos históricos y de aplicarles pre- no volvieron con familias que en las Indias hubieran criado, como sí lo
dicados que solamente convienen a los hombres. La Edad de Oro no hicieron los portugueses. Por eso, aun hoy, en fisonomías lusitanas
produjo las grandes figuras que la ennoblecieron, sino que éstas die- se advierten rasgos hindustanis, malayos y hasta africanos, lo que
ron origen a ese abstracto rutilante. La simultánea aparición de genios en España no se ve sino con menor evidencia y en contadas pro-
en el escenario de España hay que buscarla en otros hombres, en otros vincias.
hechos que, por su condición de nacionales, favorecieron el desarrollo Las antiguas posesiones norteuropeas habían recobrado su auto-
de las actividades y la luminosidad de los talentos. nomía y las recientes de Italia se habían adquirido más para fausto de
Medió una larga escala entre las altas sedes del espíritu y la clase los monarcas, de sus familiares y validos, que atendiendo a un signifi-
media peninsular; núcleo de la conquista. Otra gradería se estableció cado económico. Se habían perdido casi todas las plazas del Africa,
entre esta clase media y la población que en América se iba congluti- mercados del continente negro y descanso de los camellos polvorientos.
nando para dar origen a la España ultramarina. La evolución de estos El empobrecimiento del suelo español, de ese suelo que los moros
países nuevos, no se entiende sino a la luz de las evoluciones y revolu- y mozárabes habían surcado de canales de regadío y convertido en un
ciones ideológicas de la madre patria y sin contar con esas etapas que, jardín, era catastrófico. Sólo la construcción de la armada invencible
en cascada se ofrecieron a la trasmisión de las ideas. había exigido la tala de grandes robledales en España, riqueza que
Parecido fenómeno, pero con más rigidez y evidencia se observa en zozobró en pocos días en el canal de Inglaterra.
las eclosiones de la riqueza nacional. La historia se detiene embele- Felipe V era pusilánime, melancólico, aislado y nostálgico de su
sada para admirar las grandes catedrales, los palacios, el desarrollo de Francia; condiciones que lo desadaptaban para los peligros y calami-
potentes obras de irrigación, de prodigiosas vías, de centros de vida dades que por todas partes asediaban al reino. Gracias, sin embargo,
fabril. Pero estas magnificencias de trabajo y bienestar, precisan de a los aciertos de algunos de sus ministros, reformó los recaudos de la
una raíz honda, múltiple e intrincada, en las industrias extractivas y Hacienda Pública y limitó las responsabilidades que con Felipe II
en los recursos naturales, originales o recuperados, del país en donde habían dispersado la atención de los poderes públicos. Por lo mismo,
ellas se desplegaron — floraciones esplendorosas — a la luz de la en los gustos, en las artes, en las ceremonias, en las ideas y en los
admiración universal. galanteos, se iniciaron la preponderancia francesa y la tendencia
De suerte que el papel de un hombre, así sea gobernante, así sea pacifista que habían de acentuarse con Fernando V I de España, hijo
genio, siempre es balbuciente para desatar las transformaciones histó- de Felipe V , quien ciñó la corona en 1746.
ricas. Es una función, a lo más catalizadora, lenta en su penetración y La preocupación por conservar la pureza de la fe católica había
tardía en su síntesis. Por lo mismo, también las causas de las transfor- llevado a Felipe II a prohibir la salida de estudiantes hacia las Univer-
sidades extranjeras, madres nutricias de elevada cultura, pues el No era el caso igual al de la India portuguesa donde civilizaciones
ambiente herético había parecido peligroso para la juventud que regre- antiquísimas entregaban al comercio productos: sedas, especias, joyas,
saría a España. Esta disposición, que aminoraba el valer de eclesiásticos marfiles, elaborados con refinamiento.
y seglares, se mantuvo hasta muy cerca de la dominación Borbónica, Lo que de América se pudo llevar a España en la conquista se
y surtía sus efectos en las generaciones actuantes del setecientos. Los reducía al oro y a las piedras preciosas.
mismos estudios teológicos y canónicos que en España habían recibido Sin duda que muchos contratistas particulares hicieron en el Nuevo
brillo sideral con Laínez, Salmerón, Suárez, Molina y Melchor Cano, Mundo pingües fortunas. Pero quienes, en alas de la esperanza y
Bastidas y tantos otros, decayeron como consecuencia de las desave- la codicia aquí venían, sólo encontraron oro, plata y esmeraldas, tierras
nencias con la Santa Sede y con las limitaciones a la autoridad del inmensas e indios. Y estos dos últimos no cabían en la alforja.
Santo Oficio. Porque así pasa a toda ciencia, que con el interés que Ya para el setecientos era corriente decir que las de América eran
se le demuestra se vigoriza y florece, mientras que menospreciada se «divitias ultrices sui». Riquezas que ellas mismas tomaban venganza
asfixia. contra quien las adquiría.
A pesar del rechazo popular, el galicismo, más o menos asimilado, Hallar y desenterrar un tesoro de los indios quimbayas; llevarlo a
se apoderó de las modas españolas, sin que sepamos decir si ello fué lomo de indios hasta Cartagena, impedir que los cargueros soltaran su
calamidad o en aquel momento significó un progreso. reata y se fugaran con él o que otros compañeros de expedición lo
El Padre J. F. de Isla en su Historia de fray Gerundio de robaran; que los oficiales de la real hacienda lo decomisaran; que tantas*
Campazas, que publicó bajo el seudónimo de Francisco Lobón de aves de rapiña lo depredaran en el largo viaje, era una aventura más
Salazar, satiriza a los afrancesados en un personaje que introduce en el penosa que el venir desde España a buscarlo a tientas en las ásperas
capítulo V i l i de su tomo IV, un tal don Carlos, quien después de montañas. Y al lado de esto: hambre y sed y enemigos y jornadas y
ciertas graciosas ocurrencias, hablaba así: Yo me he tomado la libertad fieras; insectos y enfermedades y temporales y calores y noches en
de entrar en esta casa a la francesa. Oh, Señor Magistral, y qué domage continua alerta, con la daga en la mano adormecida.
es que un hombre de las luces de Vm. se halle tan prevenido de los prejui- Continuamente nos hablan los cronistas de fabulosas cantidades de
cios nacionales. Poca fortuna hará Vm. en la Corte. oro rescatadas por los conquistadores. Sus narraciones se remansan,
Leyendo las frases que tilda el clásico Isla, es curioso advertir su como en tópico favorito, cuando describen las joyas que hallaron, o
identidad con las usadas a mil leguas, en la Nueva Granada, por los sobre los cuerpos de los indios, jefes y vasallos, o en sus tumbas o en
miembros de la Expedición Botánica y aun con las que nosotros, des- el lecho de los ríos. Pueblo había como los guatavitas, los cuales todos,
pués de casi dos siglos, tenemos por castizas. Y remata el festivo al decir de Lucas Fernández, eran plateros de oro. A cada paso asisti-
jesuíta con estos versos referentes a las damas galiparlantes: mos en la historia a esa escena culminante que era la repartición de los
tesoros arrebatados a los indios y a sus sepulcros. Aquí y allá presen-
ciamos la inhumana empresa de esclavizar indios y arrastrarlos con
Otros defectos tienen no crecidos;
collares y carlancas a lavar oro en las aguas insalubres de los ríos tro-
Mas serán unas bestias sus maridos
picales. Como dijo E. Reclus algunos entendían su misión como un
Si las sufren y callan:
«enterrar a los vivos y desenterrar a los muertos».
Pues al pensar que se hallan
También se nos entera de la suerte de esas piezas de finísima orfe-
Con mujer Andaluza o Castellana,
brería, joyas de la estética indígena, monumentos etnológicos de
Sin sentir, de la noche a la mañana,
imponderable valor, que eran fundidas y hechas barras o acuñadas
Se les volvió Francesa
en monedas porque su arte era idolátrico.
Ya desde el siglo xvi se legisló para que las minas excelentes y las
Y como sucede con los individuos que, cuando carecen de persona- mejores vetas de las ordinarias fueran reservadas para Su Majestad,
lidad, se rebuscan e imitan lo estrambótico que ven, y eso les parece amén del quinto del oro que en éstas explotaran los vasallos. De ahí
elegantísimo, así las naciones, cuando llegan a desdeñar lo propio, se que en toda Colombia se hubieran hallado tantos tesoros enterrados.
vuelven mosaico de los usos ajenos. Fray Gerundio llegó a cambiar los Toda esta abundancia del codiciado metal, tan crudamente califi-
nombres castellanos del Santoral por los aztecas, llamando en el pùl- cado por G. Papini, no produjo en la península el efecto económico
pito Tlaloc a San Isidro, abogado de los agricultores y al mes de abril que muchos imaginan. Oro en vajillas, oro en alhajas de las mujeres,
Hueytzostli, tal y como lo había leído en cierta Historia General de oro en los trajes de los hombres, oro en lámparas, en pasamanos y
la América Septentrional. tachones de los palacios de recreo; oro para comprar, a subido precio
Gemelo no más del gusto gerundiano, ampuloso, envanecido y mercaderías de Flandes y de Italia; hizo decaer las industrias regiona-
abnorme, fué el arte arquitectónico de José Churriguera cuyo estilo, les, aisló a los gobernantes respecto de su pueblo y redujo la indepen-
o mejor, negación de estilos, se llamó barroco, como quien dice verru- dencia económica de la nación española.
goso y embrollado. Carlos III aunque no era de diferente pasta que su hermano y
No fué distinto de su padre en los arrestos y energía el rey antecesor y que su padre, sino introvertido y huraño como ellos, tuvo
Fernando VI, con lo cual se acentuó la influencia de los ministros y el privilegio de un largo reinado, que se inició en 1759 y duró hasta
más que ningún otro la del célebre marqués de Ensenada. Así se abrió 1788. La continuidad de la acción, la influencia de ministros celosos
paso a una, diríamos hoy, democratización del gobierno, emulación en de los privilegios de la corona, los vientos positivistas que soplaban
los servicios y distribución de los beneficios. del lado de Francia, orientaron la economía del reino, los negocios de
Limitada España en el dominio, en sus preocupaciones y en sus América y las manifestaciones de la alta cultura, con tal fuerza, que
esperanzas por los Pirineos, volvió las miradas al Occidente, a la ruta ante su reinado no puede haber juicios tibios: o se lo califica como don
descuidada que le abriera Colón. Cansada de preocuparse por Europa, Marcelino Menéndez y Pelayo, de desastre, o se lo equipara con un
quiso dedicarse a sí misma y a lo que más tenía por suyo que eran sus renacimiento.
territorios americanos. Esta tendencia la inculcaba de mano en mano, Respecto de la América el reinado de Carlos III tiene cara y sello
la moneda española en cuya cara se leía: Hispaniarum Rex Philippus V, antitéticos. Si el extrañamiento de los jesuítas cegó veneros innegables
o si no: Ferdinandus VI, Domini Gratia Hispaniae et Indiarum Rex y de cultura, la protección dispensada a la Expedición Botánica repercu-
en el sello, envolviendo las columnas de Hércules, el mote Utraque tió con vigor inmenso de creaciones; si se activaron las medidas para
unum. aumentar el rendimiento de las colonias, ello dió por resultado la sus-
América había sido para el Estado español fuente de desavenencias titución de las personalidades individuales, por una colectiva, la cual
y preocupaciones, gloria tardía y provento material muy limitado. se forma más fácilmente para la defensa que para el ataque, por una
La navegación lenta, estrecha e insegura de los mares; la intermi- burocracia y una milicia que a la primera contrariedad se tornan de
nable y áspera penetración de las tierras; la humedad tropical que serviles en agresivas.
corrompía las mercancías; el comején; la amenaza de los piratas; la hos- Una de las loas con que exalta Manzoni a Napoleón es decir de él
tilidad continua de los grupos indígenas; la ignorancia de aquellas épo- que fué objeto
cas; limitaron la lista de los productos que América podía proporcio- o de odio inextinguible
nar a la metrópoli. o de indomable amor.
Lo mismo pasa con algunas figuras españolas perjudicándose la sas científicas: Loefling, Proust, Godin, Herrgen; se fundaron becas
dad documentaría. Porque es frecuente en los escudriñadores de la para que los españoles pudieran perfeccionarse en las Universidades
. p0iítica española en América superponer, como en un vitral célebres más allá de las fronteras.
tedralicio, hechos realizados en siglos diversos y bajo diferentes sig- En lo social fué definitiva la igualdad que se declaró, por lo menos
de influencias. Por eso al estudiar las incidencias del setecientos en las reglamentaciones, entre los criollos y mestizos y los peninsulares
^'taremos divagar por otros caminos que los marcados con estas pie- y el acceso consiguiente de aquéllos a los estudios universitarios que
c e s miliarias: desde Felipe V a Fernando VII; de la influencia francesa primitivamente no se concedían sino a hijos de conquistadores o de
sitivista y refinada a la mayor intervención económica en América caciques. Así había de manifestarse en las colonias una creciente avi-
P °en Nueva Granada; desde los últimos presidentes de la Audiencia dez por la literatura de primera mano y por todas las fuentes vivas de
In su primer época que terminó en 1719, a través del virrey Jorge la cultura.
Villalonga (1719-1725) Y a l o l a r S ° d e l a segunda Audiencia (1725- A los arraigados en América se abría otra oportunidad de la fortuna.
N h as ta el virrey don Antonio Amar y Borbón, quien hubo de La conquista había producido una entidad económica y social, tras-
Afrontar la segunda revolución de la independencia en 1810. plantada de Castilla, que fué la encomienda y el repartimiento de indios.
Dentro de estos marcos se desarrollaron hechos definitivos para la La encomienda era un grupo de familias indígenas que, con sus
España peninsular y la colonial del ciclo mutisiano. propios caciques, quedaba sometido al mando de un encomendero
Sobresale en lo económico el hecho de la libertad de los mares. En español, el cual cumplía ciertas obligaciones y ofrecía determinados
tiempo de Felipe II, no sólo se había limitado al puerto de Sevilla el tributos. Hubo casos en que las encomiendas se adquirían por dere-
despacho y recibo de las flotas que habían de pasar a las Indias o cho de conquista, en otros se compraron, en otros fueron premio por
regresar de ellas, sino que se ordenó que la travesía debía hacerse en señalados servicios. Una de las obligaciones del encomendero era la de
conserva de flotas, acompañándose los bajeles convenientemente equi- prestar servicio militar a caballo cuando para ello fuera requerido y
pados, para la mutua seguridad. Además, por esos tiempos, se habían de residir en el lugar. Las encomiendas se concedían por una o dos
prescrito las rutas marítimas, se había prohibido el paso por el estre- vidas, pero fuera del papel se hicieron perpetuamente hereditarias y se
cho de Magallanes para navios que visitaran costas de América, se transformaron en derecho de uso y de abuso.
había limitado el comercio con otros países y entre las diferentes por- En 1701 el monarca reclamó para sí las encomiendas sin dueño resi-
ciones del continente y se prohibía, en fin, la producción de todo dente, y en 1718 se abolió totalmente la encomienda. La tierra sería
aquello que, como el vino y el aceite se beneficiara ventajosamente en de los indios y a la corona le correspondía el dominio eminente. Con
España. Estas medidas degeneraron por un lado en un tremendo estas disposiciones, otras entraron en juego que elevaban los derechos
desarrollo del contrabando, de la piratería y, por otro, en decadencia de los americanos, les infundían ambiciones de ilustración, les daban
inigualada de las capacidades de América. acceso a los empleos del Estado.
Todo ello cambió fundamentalmente en el siglo XVIII. Vientos de igualdad desatados por España fueron los que solazaron
La libertad que se concedió sobre los mares al comercio extranjero primero los espíritus y después sembraron en ellos la avidez de los
e intercontinental — por la cual trabajó mucho Messía de la Zerda — , derechos sin discriminaciones.
las facilidades al establecimiento en América de colonos extranjeros, Por eso es oportuna la cita que hace L . de Hoyos Saiz de unas
a los productos obtenidos en las mismas Indias, abría las puertas para palabras de Colón dirigidas a los Reyes: Placerá a Dios que vuestras
el trabajo, para las explotaciones y para el interés legal de otros países. Altezas enviaran acá hombres doctos y verían despues la verdad de todo.
Al propio tiempo se franqueaba el mar del pensamiento. A España Y la vieron. Verdad magnífica del U T R A Q U E U N U M que era la
fueron llamados sabios de diversas nacionalidades a dirigir empre- crisálida estremecida del U T R A Q U E D U O U N I T A .
CAPITULO IV

MAS ALLA DE LOS PIRINEOS

No conozco idea más grandiosa que esta del mutuo influjo de


los humanos entre sí.
J. T. FICHTE, El Destino del Sabio.

Si la transformación política de la Nueva Granada, para originar en Antes dé Linné los vegetales habían merecido la atención de los
los comienzos del ochocientos la Gran Colombia, se explica por sólo letrados por sus virtudes medicinales, por su belleza, por su valor ali-
sus antecedentes peninsulares, el fervor científico en que Mutis apa- menticio. Para Cesalpino la porción principal de las plantas era la cor-
rece como centro y cureña, no se puede declarar sin una irradiación de teza. Los antiguos, como Teofrasto, ordenaban las plantas en tres gru-
toda Europa, a través de España, sobre esa América que todavía nada pos: árboles, arbustos y hierbas. Así que el mundo vegetal, acrecido
activo significaba en la declaración del universo y en un proyecto de con las informaciones de los continentes recién explorados, se presen-
bienestar humano. taba como un impenetrable fárrago, como ese caos que describió
José Celestino Mutis habría de consagrar sus múltiples talentos a Ovidio en sus Metamorfosis: rudis, indigestaque molis, mole basta y
la naturaleza y a la educación, en una época en que la ciencia no se sin orden.
había bifurcado en tantas especialidades y cuando los naturalistas El acierto de Linné consistió en la nomenclatura binomial que para
necesitaban abarcar campos más heterogéneos, pero en la que debían siempre estableció; en el parentesco y la diferencia entre las plantas
poseer una visión más íntegra del cosmos. comparando los órganos florales. Su desacierto en haber exagerado el
Como educador, Mutis iba a ser el vino generoso que reflejara en valor de los detalles mínimos de tales órganos.
sus espumas todas las lámparas encendidas por su siglo, cuando Su mérito estuvo en la escuela que formó, en las obras que publicó
Europa, cansada de ciencias dogmatistas y verbales, buscaba en los y en su afán por comparar plantas procedentes de todo el mundo, las
fenómenos concretos, fuentes más genuinas del saber y algo que ali- cuales redujo a categorías.
viara mejor los dolores y las luchas de los humanos. Su fortuna derivó de haberse dedicado desde muy joven a un pro-
En realidad, como nota E. Nordenskioeld en su Geschichte der blema inagotable y haberle sidó fiel a lo largo de muchos años, que
Biologie, más que los investigadores profesionales fueron médicos coincidieron con el momento histórico en que ese problema se presen-
corrientes y clérigos sin pretensiones de sabiduría, observadores guia- taba más inquietante a los científicos.
dos por el sentido común y el análisis de lo minucioso, quienes crea- Resultaba imposible que el sabio sueco se liberara, por más que
ron en el setecientos la ciencia positiva. trató de sacudirla, de la estrechez que determinaban en sus raciocinios
El siglo X V I I I fué el de C. Linné, el de J. L. L. de Buffon, el de la flora lapónica y la vegetación escandinava.
A. Haller, el de I. Newton, el de R. J. Haüy, el de L. J. Proust, el Con tanto peso gravitaron sobre la obra de la Expedición Botánica
de C. M. de La Condamine. En una palabra, la centuria en que de Nueva Granada los principios del Sistema de Linné, tanto influye-
nacieron vigorosas a competencia las Ciencias Naturales modernas. ron en su avance y en su obra bibliográfica, que no podemos pasar sin
J. C. Mutis, cuando los nombres genéricos de las plantas hervían declararlos.
en su memoria, debía tener presentes los méritos de muchos cuya Linné tenía la clasificación y la denominación de las plantas por
labor estaba reciente y que eran como ecos de martillos venidos de fundamento de toda la Botánica. En realidad, la ciencia que sin cola-
talleres vecinos: F. Ruysch, H. Boerhaave, A. Cesalpino, P. Magnol, boración se entume, no progresa en ningún sentido si no llamamos
A. L. de Jussieu, Q. Rivinus, J. P. de Tournefort, N. J. Jacquin y todos a cada especie con el mismo nombre, y es imposible dárselo si no
cien más, cuyos libros y avances en descifrar la naturaleza llenaban el las ordenamos todos de la misma manera. Linné llamó clasificación
ambiente y que en la sombra de la distancia lo miraban y esperaban teórica la que reparte las plantas en clases, órdenes y géneros y clasi-
de él con comprensión fraternal. ficación práctica su ordenación en especies y variedades. Una y otra,
Ningún científico, sin embargo, colma tanto el ámbito biológico contra todo lo que hoy pensamos, serían independientes.
del siglo X V I I I ; a ninguno se debe lección tan duradera, por las catego- La unidad sistemática de Linné es la especie, entendiendo por tal
rías naturales que creó, por el minucioso análisis que les puso por base quot ab initio (después cambió y dijo: a principiis) creavit injinitum
y por los términos definidos que impuso; por sus hallazgos de unidad Ens. Para él las variedades se distinguen sólo en apariencia, los géne-
en el mundo orgánico de los diversos continentes, por su proselitismo ros se fundarían en la naturaleza, los órdenes y las clases, parte en la
científico, como Carlos Linné. naturaleza, parte en lo artificial y subjetivo.
Tampoco hubo quien le igualara en la amistad de Mutis. Lo que Al adoptar los estambres y pistilos como norma dye clasificación,
sólo es dado a los genios, Linné, con una sola frase, envolvió a Mutis Linné acogía las ideas de Sebastián Vaillant (1669-1772), discípulo de
en el ampo de su propia gloria y, a pesar de que muchos años antes José Pitton de Tournefort y después profesor en el Jardín de Plantas,
de su muerte perdió la memoria, siempre tuvo presente el nombre donde construyó el primer invernadero con calefacción que vió
de su amigo español (6). Francia.
El príncipe de los botánicos—que así se le llama—era el hijo mayor El sabio profesor upsalense presentó su Sistema en el Hortus
de un modesto párroco protestante, cuyo mejor descanso consistía Uplandicus publicado en 1731. Lo mejoró en su Flora Laponica
en cultivar el huerto de su casa. Es tremenda esa transmisión heredi- (1732) y, en vista de la aceptación, le dió el acabado en su obra maes-
taria del amor a la naturaleza. El padre debía llamarse Nils Ingersson, tra Systema Naturae (1735).
pero cambió su apellido por a Linné, es decir, del Tilo, por el arrobo El Sistema linneano clasifica las plantas por caracteres de sus órga-
que le producía un gran árbol de esta especie, bajo el cual sesteaban nos reproductores en cinco grados y veinticuatro clases, según el
los ganados en su pueblo natal de Sunerbo. siguiente esquema dicotòmico:

(6) En su Diario de Observaciones para 1778, durante el mes de septiembre, Mutis hace constar que recibió carta de don Juan Jacobo Gahn, en la que le dice
hablando de C. Linné, padre:
...ha caído algún tiempo ha con una enfermedad de vejez como de perlesía o caimiento de alma, de manera que ni habla, ni parece pensar con acierto, ni se puede absolutamente
ocupar en nada sino está civiliter muerto.

12 —
Grado i . ° Organos reproductores imperceptibles (clase 24).
pero sus principios fueron aplicados a la vegetación principalmente
» » perceptibles (clases 1-23).
por Karl von Goebel continuador de Goethe y de Julius Sachs, en el
Grado 2 . 0 Flores hermafroditas (clases 1-20).
estudio de la Organología^Comparada de los Vegetales.
Flores unisexuales en el mismo pie (clase 21, Monoe-
La Botánica taxonómica mantiene en nuestros días prendidos sus
eia); en diversos (clase 22, Dioecia); flores herma-
fanales, porque hoy como ayer, no se puede dar un paso ni en el conoci-
froditas y unisexuales en el mismo pie (clase 23,
miento de las plantas, ni en la Biología trascendental, ni en Silvicul-
Polygamia).
tura, ni en el uso y producción de las materias primas del planeta, ni
Grado 3 . 0 Estambres libres o independientes (clases 1 - 1 5 ) .
en los standards¡ sin una denominación internacional de cada unidad
Estambres reunidos por los filamentos en un haz (clase vegetal y sin una clasificación umversalmente aceptada por la solidez
16); en dos (clase 17); en más de dos (clase 18); de sus fundamentos filosóficos.
estambres unidos por las anteras (clase 19); estam- Por eso las floras regionales, como la de la Expedición Botánica,
bres unidos por las anteras y por los filamentos nunca pierden su actualidad, no sólo en los raciocinios de los adelan-
(clase 20). tados del pensamiento nacional, sino en las orientaciones ideológicas
Grado 4. 0 Estambres iguales (clases 1 - 1 3 ) . de todo el pueblo. Su presentación estética tal como la concibió el
Estambres desiguales (clase 14, Didynamia) (clase 15, noble hijo de Cádiz tendría un valor perenne de alta nota, para que
Tetradinamia). tras ella y a su nivel, se desatara toda la orquesta de las mani-
Grado 5. 0
Número e inserción de los estambres. festaciones del espíritu. Sobre esto volveremos a hablar más ade-
Estambres de uno a diez (clases 1 - 1 0 ) . lante.
Estambres de doce a dieciocho (clase 11); estambres Esta mitad del siglo xx nos trae corrientes, al parecer contradicto-
veinte o más, insertos en el cáliz (clase 12); estam- rias, en la sistemática natural de las plantas. De un lado la ciencia,
bres veinte o más, insertos en la base del gineceo o persuadida de que la denominación y clasificación de las plantas son
germen del fruto (clase 13). únicamente instrumentos para trabajos más relacionados con la eco-
nomía, permanece adherida al esquema de Engler, sin atreverse a
Los caracteres escogidos por Linné, con la experiencia de los años levantar el peso ingente de la tradición, de la bibliografía y de las ruti-
y con una mejor ponderación de la flora mundial, en parte se hallaron nas del siglo pasado, donde él aparece como base. De otra parte los
inapropiados, en parte han sido sancionados como estables. Así el avances de nuestros conocimientos sobre transformaciones genéticas,
grupo de las Gramíneas (3. a clase); el de las Cruciferas (15. a clase); el que nos han revelado tantos procesos como pueden cambiar experi-
de las Labiadas (14. a clase); el de las Compuestas (19. a clase); el de mental o espontáneamente los genotipos vegetales, están pidiendo otro
las Orquídeas (20.a clase), quedaron por su mano delimitados para concepto y crítica de las clasificaciones naturales y corroyendo las
siempre. Fuera de eso, la época linneana nos dejó un gran número de antiguas. Pero esto se sale del tema que tratamos.
especies determinadas por los verticilos reproductores. Tal vez entre los secuaces de Linné, quien más en lo vivo había de
La denominación global de Fanerógamas fué, con posterioridad, experimentar la insatisfacción del Systema fué Mutis. Estaba en la
introducida por Ventenat en 1799. El mismo Linné, en su Philosophia tierra precisa. La continuidad del clima en la misma localidad del tró-
Botanica (1751)5 introduce la importancia de los órganos embrionarios pico, la paulatina transformación del mismo al ascender sobre el mar;
fotosintéticos que primero se desarrollan de la semilla, fundamen- los diferentes orígenes geológicos de los seis diversos sistemas orográfi-
tando la división de Acotiledóneas, Mono y Policotiledóneas. cos; la multitud de habitaciones botánicas, suelos y aguas, han hecho
Fué obra de Linné, respetada por los siglos, como ya dijimos, la de Colombia un archipiélago de la flora.
denominación binomial de las plantas, según la cual cada vegetal lleva Mutis y sus discípulos, clausurados en el sistema linneano, experi-
expreso en su nombre el género en una primera palabra, embocadura mentaron muy pronto la necesidad de romper sus ligaduras. Caldas
para su agrupación y la especie en otra, que sólo a él denomina, como nos habla de las notables ideas de Mutis sobre el sistema y de sus apo-
si dijéramos su apellido de familia y su nombre individual. telogramas o conclusiones nuevas en taxonomía.
Previo Linné y fué mérito especial suyo — fruto de esa sensibili- Lo mismo había sentido ya N. J. Jacquin, quien se expresa así en
dad que sólo da el contacto con las plantas y con copiosas colec- el prefacio de su Selectarum Stirpium Americanarum Historia,
ciones — la inestabilidad de su propia construcción sistemática Viena, 1763.
que con el tiempo debía ser sustituida por otras clasificaciones más
naturales. In ordinandis stirpibus meis viri celéberrimi Caroli Linnaei Systema
Pero éstas debían ser la obra del siglo xix por virtud de los estudios sexuale adoptavi; atque aliis sponte praetuli ómnibus; non quod hoe omni
publicados por A. Lorenzo Jussieu en 1789, por Augusto Priamo de parte ábsolutum haberem, nec probé intelligerem expertus Naturae non
Candolle en 1813; por Esteban Endlicher desde 1826 al 40; por Adolfo raro illud vim inferre, et multis iisque saepe inevitabilibus vitiis laborare...
Broignart en 1843; por Alejandro Braun en 1864 y por A. W. Eichler Al vero nullas Natura leges a nobis assumit, quas ipsa prior non possuit
en 1883. A principios del siglo xx, Adolfo Engler comenzó a publi- deditque.
car el que, plagiando una denominación corriente en la literatura
pontificia romana, llamó Syllabus der Pflanzenfamilien, con pau- Cuántas veces, en el mismo ejemplar que estoy copiando, de la
tas para la clasificación natural que se han generalizado por casi todo obra de Jacquin y que le perteneció, Mutis leería estas palabras. De
el mundo. ahí nacería su principio de no variar en Taxonomía para no hacer
Desde luego echamos por la borda el valor exclusivo de los órganos engorrosa la Ciencia Botánica.
reproductores en la clasificación, no sólo tratándose de Fanerógamas, No había transcurrido un año de labores de la Expedición, año
sino de otras agrupaciones, como lo comprobé respecto del grupo que conocemos día a día por el diario que escribió Eloy Valenzuela,
Teridofitas en mi tesis doctoral, en un capítulo titulado: Kritische cuando la consideración, sobre todo de las Melastomatáceas, persua-
Betrachtung der Allgemeinregeln für die natürliche Einteilung. dió la incongruencia del sistema linneano para clasificar la flora neo-
También debemos corregir a Linné en las localidades de sus tipos que granadina.
obedecieron a la escasa información geográfica de su época. Por eso no es extraño que Mutis, viendo que su problema sistemá-
Las clasificaciones naturales, entrevistas por Linné, las mismas que tico crecía y crecía, que desde Santa Fe le era imposible discutirlo
había de buscar ávidamente, sin hallarlas en Nueva Granada, José con los sabios, compulsarlo y acordarlo, optara por evadirlo propo-
Celestino Mutis y que proclaman los inmediatos sistemáticos, no niendo en sus instrucciones, como título y división de su obra, el de
podían tener sino un sentido de semejanza y paulatina desemejanza «Centurias».
entre las especies. A lo más un significado fitogeográfico. Fué más Mutis, en contacto con la flora neogranadina, pudo en largos via-
tarde cuando irrumpieron en el mundo científico las ideas evolucio- jes de éxtasis, por ásperos caminos coloniales, ver, no ya en ejemplares
nistas de Carlos Darwin, las de Juan Bautista Pedro Antonio Monet mutilados de herbario, sino en los vivientes e íntegros, el valor sistemá-
de Lamarck y las que emitió sobre la ley biogenètica fundamental, tico de otros órganos distintos de los florales y ello le dió seguridades
Ernesto Haeckel, cuando las clasificaciones naturales gravitaron sobre para corregir respetuosamente a Linné en muchas de sus determi-
bases de contenido biológico. Haeckel fué un zoólogo y no botánico, naciones.

— 13 —
que no conocemos: oprobio que tanto nos han echado en caray que creí
Cuando los grandes maestros de la flora europea parecían satis-
deber concurrir a desagraviar en esta parte a la nación.
fechos con los grupos linneanos, el arzobispo-virrey Caballero y
No dice aquí el noble Caballero y Góngora quiénes fueron estos
Góngora, aconsejado por Mutis, escribía así en 1787, en su Plan
enviados ni a dónde pretendían viajar del Nuevo Reino, el cual enton-
de Universidad para Santa Fe, Capital del Nuevo Reino de
ces abarcaba mucho más de lo que hoy son Venezuela, Colombia,
Granada:
Ecuador y Panamá. Cuando ese rumor de exploraciones corría por
Cátedra de Botánica Perpetua... Para la enseñanza de la Botánica
América ya Loefling había muerto y Humboldt era todavía un
se deben adoptar, por ahora, los principios del célebre sueco Carlos Linneo.
Por ahora. Como quien dice: día vendrá en que no sea asi. Porque niño (7).
Mutis esperaba ponerse en contacto con la ciencia europea para Pero este párrafo del gobernante neogranadino nos revela todo un
enmendar a su maestro, así como Linneo había anhelado ver a Mutis estado psicológico de la España de Carlos III: altiva en su pensa-
para comparar más y le escribía en 1769: Ultinam redires salvus in miento, magnífica en sus celos y aunada en la fecundidad de su
Europam! Video, ex datis, quod redeas plantis et earum observationibus esfuerzo.
De esa emulación, unida a la necesidad del desarrollo econó-
ditior nummis Craeso. Utinam te in hac vita liceret semel coram intueri
mico, nacieron las expediciones naturalistas españolas a Venezuela,
quasi e paradiso reducem. Certe si redisses, auderem Hispaniam tui causa
a la Nueva España, a Cuba, al Perú, a la Argentina, al Paraguay, a
petere, nisi senium prohiberet et instans fatum.
Filipinas y en la Nueva Granada, sobre cuyo desarrollo y resultados
El espíritu universalista de Linneo se revela en el consejo que daba
nos hablará más adelante el doctor E. Alvarez López.
a sus discípulos de aceptar siempre las posibilidades que se les ofre-
M. Moebius ha recogido en su Geschichte der Botanik los nom-
cieran para viajar a lejanas partes del mundo.
bres de todos los botánicos que en el siglo x v m se derramaron por los
Cuando el rey Fernando V I invitó a Linné para que, con un cargo
digno de su prestigio, se trasladara a España, éste hubo de excusarse, continentes a arrebatarles los secretos de sus especies vegetales y que
pero envió a la península a uno de sus más aventajados alumnos: regresaban a publicar en Europa el triunfo de sus penosas exploracio-
Pedro Loefling. De ahí se originó el viaje de este gran científico al nes. Las noticias de este afanoso enjambre llegaban a España y a la
Orinoco, que finalizó con su muerte en Cumaná el año 1756. Nueva Granada como un zumbido excitante que fué definitivo para
Los alemanes estaban ansiosos de penetrar los misterios científicos los designios de Mutis, el confinado, el celoso, el incansable, el tortu-
del mundo colonial español, tanto que el arzobispo-virrey se movió a rado por el mundo equinoccial hispano.
fundar la Expedición Botánica con anticipación a la real aprobación, Felipe V , el versallés, ya viejo, presa de sus melancolías y del has-
en 1783, para adelantarse a los austríacos. Su Relación de Mando* tío de la Corte madrileña, paseaba por los jardines de la Real Granja
escrita en Turbaco en 1789, acabando de llamar al Nuevo Reino el de San Ildefonso, tratando de sentirse en su medio francés, refinado,
país de los metales y preciosidades, añade: perfumado y libre de interferencias. Los Pirineos no eran bastante
Estas habrían permanecido en la mayor parte desconocidas si con altos para detener la avalancha del gusto y de las tendencias galicadas
motivo de la orden de la Corte para auxiliar y conceder libre tránsito a que inundaban a España y se desbordaban hasta la lejana colonia neo-
unos exploradores alemanes en este Reyno, no hubiera yo prevenido su granadina.
intención y el oprobio que ciertamente nos resultaría de que estos extran- Fu vera gloria? Ai posteri
jeros viniesen a nuestros países a señalarnos los tesoros de la naturaleza V ardua sentenza...

(7) Los cuatro viajeros que según instrucción del Emperador José I, dada en Viena el 24 de abril de 1783, debían pasar a ambas Américas con el encargo particular
de recoger para el Gabinete y Jardín Imperial y para la Casa de Fieras, todas las curiosidades posibles y contenidas en los Reinos Vegetal y Animal, fueron el señor Marter,
profesor de Historia Natural en el Colegio Imperial Teresiano, quien era el jefe del viaje y como compañeros los señores Stupitz, Roos, jardinero del Palacio Imperial de
Schoenbrun; Moel, pintor imperial y Pretermeier.
Debían embarcarse en Bruselas, pasar a Filadelfia, luego a las provincias meridionales de Estados Unidos, a las Antillas, Panamá, Perú, Chile, Filipinas y dar vuelta
por el Asia.
Algo aparece cambiada la nómina de los viajeros en la carta, desafortunadamente sin fecha, hallada'por Guillermo Hernández de Alba, que dirigió el ministro Gálvez
al virrey de Santa Fe.

- 14 -
CAPITULO V
(8)
DONDE NO SE PONIA EL SOL

La historia, desde la evolución de los siglos más remotos, no alcanza


a ofrecernos ejemplo de algún rey que haya contribuido más que
Vuestra Majestad a ensalzar la admiración al Altísimo en la per-
fección de lo creado.

a Fernando V I al dedicarle el Iter


CARLOS L I N N É
Hispanicum de Loefling, en 1758.

Motivos de brevedad nos permiten apenas trazar en unas líneas El nuevo clima, favorable para la ciencia, se va creando así por el
el boceto de lo que fué el renacimiento y desarrollo de la botánica influjo de diversas entidades y personalidades y, en lo que se refiere
hispana durante el siglo XVIII, rota la continuidad en el anterior a la botánica, toma existencia con los Salvador y con Quer; se desarrolla
con aquella tradición brillante de los naturalistas e historiadores de con el magisterio de Barnades, Gómez Ortega y Palau, y empieza a
Indias, tantas veces inseparables en esta doble actividad de su pluma, dar frutos espléndidos con Mutis, con Cavanilles, con las expediciones
a la cabeza de los cuales se coronan de gloria Fernández de Oviedo, de Ruiz y Pavón, de Sessé y de Malaspina, en un período de apogeo
Acosta y Sahagún, con los médicos filósofos (como ellos mismos se que se prolonga aun a través de las guerras, de las dificultades de
titulan en ocasiones) presididos, por propio derecho, por Nicolás comunicación internacional que ellas suscitan y de los agobios del
Monardes y Francisco Hernández. erario que en ellas se agota, hasta la tragedia de 1808, en que la brutal
El triste reinado de Carlos I I y la brecha sangrienta de la guerra agresión napoleónica y las conmociones políticas que vinieron después,
de Sucesión explican tal interrupción y el retraso que con respecto a malogran el aprovechamiento de gran parte de lo con tantos trabajos
la ciencia de las plantas existió en nuestro país al alborear el siglo; si obtenido. Los resultados logrados antes de aquellas conmociones y lo
bien resista consolador comprobar cómo el movimiento restaurador, que por uno u otro camino fué posible salvar tienen, sin embargo,
que lentamente se va abriendo camino, no es un mero reflejo de la valor suficiente para consolidar la gloria de sus autores y cubrir de
política de una nueva dinastía, sino que cuenta con raíces anteriores méritos a los que en su obra les ayudaron o alentaron, siendo a la vez
hondamente nacionales. lazo de unión hoy entre los pueblos de la Hispanidad e imperativo
Es aún en el brumoso período del último de los Austrias cuando se para continuar conjuntamente esta empresa, iniciada con tan felices
inicia esta renovación, que tiene su expresión concreta en la fundación auspicios por los que nos dejaron tan valioso legado común.
y primeras actividades de la Academia Médica de Sevilla, fundada El influjo de hombres doctos en otras ciencias creaba un ambiente
por entonces con el nombre y propósito aun más explícito de Regia favorable para éstas, llegando en algunos casos a colaborar aquéllos
Sociedad de Medicina y Ciencias de Sevilla. Comenzó esta ilustre entidad más o menos directamente en éstas, como aconteció con Ulloa y
por ser una tertulia de médicos que se reunían en la ciudad del Betis a Solano. Políticos ilustrados como Carvajal, Floridablanca, Gálvez y
finales del siglo xvn, en su mayor parte no procedentes de ninguna Porlier les prestaron su protección y alguno, como Jovellanos, las
Universidad, sino de las filas de los llamados revalidados, formados cultivó él mismo; maestros como el P. Flórez despertaron interés por
en la práctica con otro médico y autorizados después por la obtención su aprendizaje en el espíritu de los príncipes.
del título para el ejercicio de la profesión, frente a los médicos galéni- Vinculadas en cierto modo la Medicina y la Historia Natural, no
cos cuya ciencia se fundaba en el conocimiento memorístico de los sólo en sus fundamentos objetivos que hacen del médico y del farma-
textos de Hipócrates y Galeno. Según los datos existentes en el Libro céutico un naturalista más, sino por una tradición de siglos, entre las
primitivo de la Sociedad, publicados por el doctor de las Barras y filas de los hombres pertenecientes a estas profesiones se reclutaron
Aragón, estos beneméritos promotores pretendían adelantarse en la Phi- los iniciadores de su renovación en España.
losophia experimental, procurando para este fin los más escogidos authores De ahí el hincapié del P. Feijóo sobre la utilidad de los conocimien-
que les pudo franquear la diligencia personal por medio de muchos aficio- tos médicos para vencer la resistencia de los adversos a las ciencias; de
nados extranjeros. Adhiriéronse a este movimiento otros y la tertulia ahí que las Reales Cédulas orgánicas de nuestras expediciones científi-
atrajo a sí la correspondencia con los primeros hombres de la Facultad en cas proclamasen en su preámbulo la necesidad de adquirir conocimien-
la Corte y, en esta ciudad, al ingenio de D. Lucas dejáureguimédico reva- tos útiles en medicina y economía, beneficiosos para todos los súbdi-
lidado en ella. Vencida la oposición de los contrarios que la denuncia- tos y en particular para los habitantes de las provincias ultramarinas
ron al fiscal de S. M. y previa consulta al Real Protomedicato y a pro- de España.
puesta del Consejo de Castilla, firmó Carlos I I en 25 de mayo de 1700 Los primeros botánicos españoles del siglo xvm son entusiastas
la Real Cédula de constitución de la que había empezado por tertulia adeptos del sistema de Tournefort. La relación directa con este sabio
particular. Consideramos del mayor interés subrayar este punto, que se establece a través de Salvador y Pedrol (Jaime), farmacéutico de
nos muestra una decidida iniciativa para la renovación del estado de Barcelona, cuyo padre, Juan Salvador, botánico también, había man-
cosas, como fruto de un proceso puramente nacional que halló ecos tenido correspondencia científica con Dalenchamp y Barrelier. Jaime
favorables en la Corte y consiguió el apoyo de los más altos y auto- Salvador, ya formado en la ciencia de las plantas cuandb Tournefort
rizados organismos competentes, como el Real Protomedicato y el vino a España, fué su acompañante en trabajos y excursiones por nues-
Consejo de Castilla. Los estatutos fueron, poco tiempo después, con- tro país y su amigo cordial durante el resto de la vida, tan estimado de
firmados por Felipe V, pasando por su presidencia doctores de tanta aquél que le llamó Fénix de España. Llegó a reunir ricas colecciones,
nutrida biblioteca y a poseer un Jardín Botánico en San Juan del Espí,
fama como Zapata y Cervi, el último de los cuales, al morir en 1741,
que Colmeiro califica como si no el primero, el más rico por lo menos y
dividió su biblioteca entre esta Sociedad y la matritense, posterior-
el más propio de su objeto que hasta entonces se había conocido en España.
mente creada. En la Sociedad sevillana se cultivaban, con la medi-
Desgraciadamente no dejó publicaciones que conservaran y exten-
cina, la química, la mineralogía, la anatomía y la fisiología, incluso
dieran su ciencia las cuales hubieran anticipado lo que después, ya tar-
la vegetal, realizándose también excursiones científicas.

Pr
l n (S) Este capítulo es un resumen del estudio inédito v más extenso, redactado por el mismo autor, Z o f a d ^ . Ü ^ S l t o ' °VÍnCÍaS *
Ultramar durante el siglo XVIII. Se le ha acortado aquí por motivos editoriales y por los mismos se le ha despojado de todo aparato bibliogratico.

— 15 —
diamente, hizo Quer. Sus hijos Juan y José conservaron la tradición gar, aunque podemos suponer con fundamento que, al menos antes d
familiar, continuando los estudios botánicos, especialmente el primero, su intimidad con Loefling, y a pesar de ser un botánico documentada
quien mantuvo relaciones científicas con los Jussieu y Boerhaave y simo, no era tampoco linneano. Ortega, al que antes hicimos referen-
herborizó en Baleares y otros puntos, redactando un Catalogus plan" cia, no ha dejado tampoco escritos que permitan conocerle en este
tarum rariorum in Insulis Balearicis anno 1712 observatarum, aspecto, aunque sus viajes, sus relaciones ocasionales con Linneo y
que según el mismo Colmeiro quedó inédito en la biblioteca de los orientación seguida por su sobrino y probablemente su discípulo**
Jussieu. don Casimiro Gómez Ortega, acaso lo califiquen como inclinado haci¡
Con los anteriores figuraban otros distinguidos botánicos catala- los nuevos métodos. No obstante, por su magisterio, su actividad
nes, algunos de ellos discípulos suyos, como don Juan Minuart, el sus publicaciones y acaso por su misma energía y fortaleza de carác-
doctor Pedrells, don Hemeterio Olsina, el capuchino fray Salvador y ter, fué Quer el que imprimió su sello a aquel período.
otros eruditos farmacéuticos y una insigne mujer llamada Hipólita, con El juicio más objetivo sobre estos hombres, por venir de fuera y
Huerta de Plantas oficinales en el Hospital de S. Lázaro... desde una posición doctrinal diferente, puede verse en estas líneas de
Parece que en la Corte había menos elementos. Perdido el Jardín una carta de Loefling a su maestro Linneo en 1 de noviembre de 175!.
Botánico creado en Aranjuez por Felipe II y el que en el mismo En Madrid he hallado más hombres curiosos que en Lisboa.
Madrid tuvo don Diego de Cortavilla en el siglo xvn, sólo era digno El señor Minuart, que se hizo célebre en la botánica por su nuevo
de mención un huerto dedicado a plantas medicinales dentro de la género Cerviana, es hombre de edad, pero un diligente observador. Puede
Casa de Campo, dirigido por Sebastián Hernández, único verdadero llamarse con razón el conservador de la verdadera Botánica en España
herbario (esto es, herbolario botánico) al decir de Quer, por seguir El Sr. Vélez, Examinador del Protomedicato y Demostrador de
iguales reglas y estudios a los de Barcelona. Añadamos, sin embargo, Botánica en el huerto de los botánicos, fué discípulo del Sr. Minuart. Ha
que durante cierto tiempo surtió las farmacias cortesanas dòn Juan hecho una Flora Matritense que yo vi manuscrita en su poder; y tiene
Manuel Rodríguez de Luna, aragonés que había sido boticario del una buena librería que me franqueó con toda libertad. Es un sujeto muy
Papa y después vivió en Madrid hasta 1716, siendo, según Casal, el capaz y curioso. El Sr. Quer, Cirujano Mayor del ejército y miembro del
más eminente Naturalista, Botánico y Químico que conocí en mi vida. Instituto de Botánica, ha recogido un Herbario que a mi juicio contiene
Así las cosas, Riqueur, médico de Felipe V, adquirió por su cuenta cosas muy curiosas y exquisitas. Ha plantado también un huerto parti-
una finca en el lugar denominado Migas Calientes; destinó parte de cular de las hierbas más raras que hay en estas cercanías y de otras
ella para su huerto botánico particular y estableció otro de plantas muchas; pero el otoño les ha dado fin. Nada digo de su Museo¡ rico en
medicinales en el Real Sitio de San Ildefonso. conchas, piedras y otras especies de curiosidades.
Al fijar su residencia en Madrid, en 1745, después de su segunda Hay además de este Jardín otro nuevamente dispuesto y pertene-
campaña como cirujano militar en Italia, Quer empezó a cultivar sus ciente al Colegio de Boticarios, que disputa la preferencia al primero;
plantas en el Jardín de la Duquesa de Atrisco. Pero siendo pronto pero el del señor Quer tiene más plantas raras que este último.
insuficiente para albergar las mismas y para el cultivo de las nuevas Linneo contestó, sorprendido, a su discípulo, de que fueran tantos
partidas de semillas, ya recogidas en excursiones propias, ya recibidas en España los botánicos verdaderamente eruditos e insignes, ofreciéndoles
de corresponsales extranjeros, hubo de alquilar la casa y jardín del el ingreso en las sociedades sabias y señalando la necesidad de inmor-
Conde de Miranda y en diciembre de 1748 hizo allí el trasplante. talizar sus nombres en la dedicación de géneros nuevos de plantas,
Pronto fué este Jardín el más importante y visitado de la Corte, como así lo cumplió en los de Ortegia Loefl; Quería Loefl; Minuartia
llegando a cultivarse en él más de dos mil especies. Loefl, y Velezia L.
Según Colmeiro, Riqueur, a su muerte, legó a Fernando VI el No nos es posible detenernos en más detalles acerca de estos hom-
de Migas Calientes y éste fué, según él, el punto de partida para su bres ilustres y sólo hemos de precisar algo más acerca de la labor de
ampliación y conversión en Jardín público. Quer atribuye este resul- Quer, tan difícil de enjuiciar hoy. Las campañas en Italia, sus relacio-
tado a la representación puesta en manos del monarca por el presi- nes con los sabios de aquel país y particularmente con el doctor Monti,
dente de la Real Academia Médica Matritense y de la Real Sociedad cuya influencia había de ser decisiva en su orientación posterior, su
de Sevilla don José Suñol, que era a la vez su primer médico de habilidad quirúrgica y como preparador de piezas botánicas, apenas si
Cámara y protomèdico de los Reales Exércitos, sobre la enseñanza de pueden ser de paso recordadas. Recibido como miembro del Instituto
la botánica y la construcción de un Jardín Botánico. La petición fué de Bolonia, relacionado con Sauvages y con José Salvador, vuelto a la
atendida y el propio Suñol nombrado Intendente y encargado del Península, se entregó a activas herborizaciones y al fomento de su jar-
establecimiento del Jardín, que fué instalado en el citado soto de dín y de sus colecciones naturalistas.
Migas Calientes, trasladándose a él el particular formado por Quer. En Quer el médico domina al botánico puro, siendo seguidor — a
Tal fundación se hizo en 1755 y, según añade éste, ya entonces más de Tournefort — de Kramer, Haller, Tabernamontanus, Heister,
llevaba el suyo nueve años de existencia, manteniendo correspon- en su docta cirugía, y del gran Boherhaave. Como Haller, ve en la
dencia con la mayoría de los más importantes de Europa, recibiendo botánica un medio para perfeccionar la medicina.
de aquéllos semillas a cambio de las de España que tanto anhelan. Su mayor error, el de no aceptar el método linneano, queda en
Nombráronse, además del intendente, dos subdirectores, uno de parte explicado por esto mismo, en parte por su propia terquedad y
ellos don José Ortega, boticario de los Reales Ejércitos. Pero la activi- por afán de lealtad a una escuela decadente.
dad científica recaía sobre los dos profesores y demostradores; cargos Identificar muchas plantas, señalar sus localidades—confirmadas
para los que fueron nombrados como primero Quer y como segundo por los que han venido después—, tomar una parte principal en la
Minuart. De hecho el verdadero director científico del Jardín fué siem- fundación del Botánico, ejercer la docencia en su escuela, dentro de la
pre el primer catedrático. cual aunque algo desabrido para los ajenos comunicaba con gusto y fran-
Quedaba así creado el órgano permanente que había de impulsar queza para sus alumnos, según Gómez Ortega, y hacer todo esto con
los avances y progresos de la botánica en nuestro país. Si durante la el sacrificio de su bienestar personal y de sus economías, renunciando
vida de Quer ellos no fueron tan patentes, como si el esfuerzo desarro- a las ventajas ligadas a su hábil escalpelo hasta el punto de morir
llado para su organización hubiera consumido todo el aliento final de pobre, son motivos más que suficientes para que su memoria sea hon-
ella, en el período siguiente se convirtió en el centro motor de grandes rada y respetada.
empresas y a la par fué escuela de investigadores y profesores llamados De su obra, los cuatro primeros volúmenes habían visto la luz
a elevar a un nivel muy alto la ciencia de las plantas en España. entre 1762 y 1764, año de su muerte. La continuación de aquélla, utili-
Quer era un entusiasta de Tournefort, y aunque su vida fué bas- zando los manuscritos del finado, fué encargada a Gómez Ortega,
tante larga para permitirle asistir al pleno triunfo de las doctrinas de empresa nada fácil ni grata—aun considerando su honor —para quien
Linneo, nunca quiso abandonar el rumbo adquirido en los primeros no compartía sus puntos de vista. Los escritos de Quer llegaban hasta
años de su actividad científica. Por lo que sabemos de Minuart pode- el género Sium y hasta él fueron editados y en parte resumidos, aña-
mos colegir lo mismo, ya que las plantas descritas por él, la Cerviana diendo Gómez Ortega lo que faltaba e imprimiéndose con todos ellos
y el Cotyledon, lo fueron de modo distinto a las reglas linneanas. En los tomos V y VI de la Flora Española en 1784.
cuanto a Vélez, más joven y espíritu más abierto a la novedad, su Durante el período antes historiado, como ya indicamos en una
muerte prematura y la inedición de sus trabajos no nos permiten juz- referencia anterior, llegó a España uno de los discípulos de Linneo,

— 16 —
IFiFTij

EL EXCMO. SEÑOR DON JOSE GALVEZ


influyó, como ministro del Despacho General de Indias5 en favor
de Mutis y de la Real Expedición Botánica. Grabado existente
en la, Biblioteca Nacional de Madrid.
acaso su predilecto, Pedro de Loefling, coincidiendo los deseos del sabio
sueco de conocer la flora de nuestro país, con los del ministro don as Plantae Hispanicae y otra Plantae Americanae. Esta es la
José Carvajal, de que uno de aquellos pasara a España al servicio de su mas importante, pues contiene noticias sobre varios vegetales nuevos,
entre ellos los géneros Allionia, Lecythis, Loetia, Seguieria, Monnieria,
gobierno.
Ayenia y diversas especies interesantes.
La favorable acogida que el joven botánico tuvo al llegar a Madrid
Tales fueron los frutos inmediatos, muy valiosos si se considera el
c a m b i ó el juicio de su maestro, hasta entonces poco favorable hacia
corto tiempo y las condiciones difícües en que se recolectaron, de la
nosotros.
tarea de Loefling. Históricamente tiene también el interés para nos-
Trabó una estrecha amistad con los en otro lugar citados y más
otros de que años más tarde el insigne Mutis iba, movido por su entu-
tarde también con Barnades. Honrado por todos, como merecían su
siasmo y su sola iniciativa, a renovar la interrumpida empresa, como
talento y excelentes cualidades, más tarde dirá Linneo en la Introduc- en su día el ánimo de Linneo y de Loefling había sido inclinado por
ción al Ite* Hispanicum las impresiones de su alumno al llegar a la admiración hacia la de Francisco Hernández. Tanto puede la ley de
España: En estas circunstancias experimentó Loefling un género de com- continuidad en la historia.
placencia y sentimiento; complacencia por hallarse entre tantos sujetos La historia de las ideas de los hombres y la de sus vidas se entre-
distinguidos de su misma profesión; y sentimiento por conocer que su viaje cruzan; y separarla en diferentes períodos, generaciones, figuras y
había sido inútil, por haber en España botánicos de un sobresaliente mérito. escuelas, es muchas veces una mera necesidad del arte. Podemos, sin
Estos sin embargo manifestaban la mayor satisfacción por su venida... embargo, señalar de una manera bastante precisa el momento a partir
Mientras se empleaba en el estudio de las plantas de la Península del cual el predominio de la influencia de Tournefort, mantenido por
y realizaba excursiones y herborizaciones, muchas de ellas en franca Quer, es sustituido por el de Linneo, que acaso no encontró en ningún
colaboración con los botánicos españoles y especialmente con Vélez, otro lugar como en nuestro país tan fervientes admiradores y continua-
el ministro Carvajal preparaba una expedición científica para el estu- dores de su obra, especialmente en el grupo formado por Gómez
dio del continente americano, la cual acabó por plasmar en la incor- Ortega, Palau, Ruiz y Pavón, Sessé y Cervantes, todos ellos linneanos
poración de la expedición botánica como una parte de la organizada entusiastas. Sobre la base estricta de su doctrina se desarrolla el mag-
para realizar los trabajos a que daba origen el tratado de límites hispa- nífico espíritu de la Escuela Botánica de Madrid, por lo cual ésta debe
noportugués de 1750, y que se llevaron a cabo bajo la jefatura de ser estudiada aquí como formadora tanto de los profesores que iban a
Iturriaga. repetir las enseñanzas remozadas de la botánica por el área nacional,
Sobre algunas de las producciones naturales de las tierras donde como de la mayor parte de los destinados a las difíciles expediciones
iba a dirigirse la expedición había dado muchas noticias, aunque no ultramarinas.
científicamente sistematizadas, una decena de años antes, el P. Gumilla, Sean cualesquiera sus méritos en otros aspectos, el sistema lin-
en su obra El Orinoco Ilustrado y defendido, Historia Natural, neano va vinculado a los nombres inolvidables de Miguel Barnades,
Civil y Geográfica de este gran río, Madrid, 1741. Casimiro Gómez Ortega y Antonio Paláu.
Volviendo a la empresa encomendada a Loefling, la jefatura y Por una carta de Loefling consta que el sistema de su maestro era
dirección de la expedición puso a sus órdenes a dos Médicos jóvenes ya conocido en España entre 1739 y 1740. Fué más tarde cuando,
graduados, conocidos de algún tiempo, por discípulos y ayudantes. Han debido a Barnades, los métodos linneanos fueron introducidos en la
empezado a tomar lecciones y muestran bella disposición de saber. Ellos enseñanza.
fueron don Benito Paltor, natural de los Pirineos, y don Antonio Barnades, médico de Carlos III, pasó, a la muerte de Quer, a
Condal, que lo era de Barcelona. Los dibujantes adscritos a este ocupar la plaza vacante de primer catedrático del Jardín de Madrid,
mismo servicio eran dos jóvenes de dieciséis y diecisiete años, que desempeñándola entre 1764 y la suya ocurrida en 1771.
merecieron los elogios de Loefling en varias ocasiones, don Bruno Nos quedan como muestra de su talento y de su capacidad docente
Salvador y don Juan de Dios Castel. sus Principios de Botánica, Madrid, 1667, llenos de interesantes
Los expedicionarios repartidos entre el navio Santa Ana y tres enseñanzas y fundados en las doctrinas del renovador de la ciencia de
fragatas, zarparon de Cádiz el 15 de febrero de 1754 y llegaron a las plantas, desenvolviendo agudamente por su parte la teoría de la
Cumaná el 18 de abril del mismo año. En el mes de octubre siguiente, familia y el género.
en una carta a Linneo, expone Loefling la labor realizada hasta enton- Tenemos indicios de que a la par acometió una extensa labor sis-
ces. Su colección encerraba unas seiscientas plantas; había hecho una temática que fué después continuada por su hijo Miguel Barnades y
excursión con Paltor a las misiones de Piritú, pero las fiebres cotidia- Claris. Esta labor, en parte perdida, fué, sin embargo, utilizada por
nas le habían enfermado gravemente. Creía haber hallado treinta géne- sus contemporáneos. Asso la cita y le dedica los mayores elogios, titu-
ros nuevos, sin contar otros dudosos, y hecho muchas observaciones lándola la Nueva Historia de las Plantas Hispánicas que preparaba
acerca de los ilustrados por Linneo sobre figuras de Plumier o sobre para su publicación Miguel Barnades padre, y citando de ella como
plantas secas, para que pudieran perfeccionarse sus descripciones géneros nuevos Beitharia, Veneria e Hispidella, de los cuales el último
en una nueva edición y las especies nuevas las calculaba en más de fué incluido por Lamarck en su Encyclopédie como de Barnades y
doscientas cincuenta; también en zoología había realizado importan- se conserva como tal.
tes adquisiciones. A los dos años de residencia en aquellas regiones su Gómez Ortega, doctor en Filosofía y Medicina y más tarde revali-
salud quebrantada se resintió de nuevo en Murucurí y hubo de tras- dado como farmacéutico, estudió en Toledo, Madrid y Barcelona,
ladársele a Caroní, donde en un tercer acceso de fiebres, seguido de debiendo en gran parte su adelantamiento en las ciencias al influjo
complicaciones, falleció el 22 de febrero de 1756. de su ilustre tío, el ya mencionado don José Ortega. En 1771, y con
Don José Ortega, que había quedado como enlace entre maestro y motivo del fallecimiento de Barnades, pasó a ocupar el puesto de éste
discípulo, díó a Linneo la triste noticia. Un extracto de los manuscri- con carácter interino, obteniéndolo en propiedad y mediante oposi-
tos del finado referentes a las plantas de América le fué remitido ción al año siguiente.
por el capellán de la embajada de Suecia en Madrid, don Daniel En este cargo y con Paláu como segundo, va a desarrollar una labor
Scheindenburg, el cual — dice Linneo — con el permiso de mi grande digna de encomio. Lo cierto es que en el tiempo en que ambos des-
amigo el Sr. Ortega, tomó a su cargo el arreglar y disponer esta parte de empeñaron sus funciones se formó en el Jardín una pléyade de botá-
nicos, se publicaron obras didácticas de interés y se organizaron expe-
dicha obra en la forma que se publica.
diciones de estudio cuyo recuerdo persistirá siempre en los anales
Se cumplían así en la postuma edición del Iter Hispanicum, en
fitográficos. Nuestras recientes investigaciones han probado la parte
1758, los deseos que Loefling, en carta a Linneo de 12 de junio de
principalísima que tuvo en la organización de la expedición mejicana
1752 había formulado, acompañados de melancólicos presagios. Pero
y los documentos publicados por el P. Barreiro no dejan lugar a duda
si a Dios plugiera que yo j a m á s pueda personalmente dar a Vmd. un
n u n c a
respecto a su gestión y trabajos preparatorios para la desempeñada
testimonio de mi respeto y amor, a lo menos espero que mis papeles supli-
por Ruiz y Pavón.
rán en mi lugar: y si por ventura yo llegase a morir será, para mí mayor
La terminación de la obra de Quer, la edición de la obra de
fortuna el tener a Vmd. por heredero, que el alargar mi vida con mácula
Hernández en 1790, sus publicaciones didácticas y especialmente la de
de ingratitud.
la Philosophia Botanica de Linneo con numerosas anotaciones, son
Aparte de otras noticias de interés, la labor botánica de Loefling
otros tantos méritos. Con el regreso de Cavanilles a España su estrella
se expone en el Iter Hispanicum en dos secciones diferentes, titula-

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empieza a obscurecer; surge entre los dos una lamentable rivalidad botánica, en su centro directivo matritense. La sustitución no repre-
que no podía presagiarse en el comienzo de sus relaciones, en la que sentó ningún cambio radical, sin embargo, en la orientación doctrinal,
aparecen muestras de que él mismo había favorecido la labor del pues Cavanilles era también linneano.
botánico valenciano, y el triunfo se decide por éste. En 1801 es jubi- Nació Cavanilles en Valencia en 1745; se orientó en la que era por
lado y ve cómo su émulo, victorioso, pasa a ocupar su puesto. aquel tiempo nueva filosofía; aspiró, sin resultado, a la cátedra univer-
En los últimos años Gómez Ortega había realizado su obra más sitaria, refugiándose en la enseñanza privada que, por los insospecha-
importante como sistemático, publicando sus Décades. Describe en dos rumbos de la fortuna, le llevó con el tiempo — vocero de su
esta obra, dada a la publicidad entre 1797 y 1800, noventa y nueve m é r i t o — a ser profesor de los hijos del Duque del Infantado. En virtud
especies de plantas, muchas de ellas nuevas. de estas funciones acompaña, en 1776, a los duques a París y allí se
Algunos de los géneros de Gómez Ortega presentan interferencias relaciona con varias eminentes figuras de la intelectualidad francesa,
con otros de Cavanilles, que hubieron de ser descritos casi a la par. desplegando una atención y un interés geniales por los más variados
Antonio Palau Verderá, su coetáneo y compañero, es una figura estudios científicos, como muestran sus cartas al abate Juan Andrés.
atractiva y simpática. Catalán de origen y médico de profesión, fué De este período son sus Apuntamientos lógicos, de los cuales y
nombrado segundo catedrático del Jardín, siendo quizás el más activo de su posición intelectual en relación con Condillac y Lamarck nos
divulgador en España de las enseñanzas de Linneo y reflejando su hemos ocupado en otra ocasión. Según otros apuntes consta que entre
labor como profesor, a través del caluroso recuerdo que le dedican estas actividades científicas comenzó el estudio de la botánica en el
algunos de sus eminentes discípulos. La primera de sus obras, la Expli- otoño de 1780 y por su cuenta principió a hacer ensayos de descrip-
cación de la Filosofía y fundamentos botánicos de Linneo, ciones de plantas entre 1782 y 1784, antes de conocer y tratar a A. L. de
Madrid, 1778, en donde se recoge sistemáticamente el espíritu de este Jussieu, Thouin, Lamarck, Desfontaines y otros hombres eminentes,
sabio, era, después de la de Barnades, la segunda obra didáctica con cuya frecuentación y visitas a los jardines del Trianón de Monier
importante de botánica publicada en nuestro país. Palau se identifica en Versalles, de Bellevue, del Real de París y de otros de la misma
con el pensamiento del maestro, al que comenta y aclara frecuente- ciudad y de Bruselas, fué ensanchando sus horizontes en esta ciencia.
mente, poniendo en ello agudeza y discreción. Vino después la publi- Autodidacto en todo, al mismo tiempo se ejercitaba en las descripcio-
cación de su Parte práctica de la Botánica del Caballero Carlos nes y en el dibujo, legándonos, después de este aprendizaje, admira-
Linneo, comenzada en 1784 y terminada en 1788, si bien entre bles representaciones de plantas y equipándose con todos los elemen-
ambas apareció el Curso elemental de Botánica teórico y prác- tos precisos que la técnica fitogeográfica entonces requería.
tico, Madrid, 1785, hecho en colaboración con Gómez Ortega, del La obra de Cavanilles es admirable por su capacidad para captar
que se hicieron una traducción italiana en Parma por Guattere en la oportunidad, para adaptarse a las posibilidades y seguir una direc-
1788, una reimpresión en Méjico por Sessé en el mismo año y una ción predeterminada.
segunda edición corregida y aumentada en Madrid en 1795, si bien al Como estas difíciles empresas no tienen otro acicate que el del
frente de ésta sólo aparece el nombre de Gómez Ortega, acaso por ser patriotismo, parece innecesario subrayar hasta dónde aparece éste como
éste el principal autor de las modificaciones introducidas en ella. De su uno de los motores más poderosos que le impulsaron hacia la ciencia;
segunda y más extensa obra publicó Palau también un Sistema de dando lugar, por otro lado, a que su pluma, siempre dispuesta a defen-
los Vegetales, o Resumen de la Parte práctica de Botánica del der una de las más sólidas culturas, saliera al paso de la improvisación
Caballero Carlos Linneo, Madrid, 1788. y la ligereza ajenas, en sus Observations de M. l'Abbé Cavanilles
Al magisterio de estos sabios y al impulso y protección dispensa- sur l'article Espagne dans la Nouvelle Encyclopédie, publicadas
dos a los estudios botánicos sigue la creación de cátedras y jardines en en 1784 y pronto traducidas al castellano y al alemán.
diversos puntos de la Península que contribuyen poderosamente a la Por este tiempo continúa su trabajo botánico preparando una vasta
renovación de estas disciplinas. obra, la Monadelphia, no sólo linneana en el tema elegido como uni-
En Valencia, aparte de Cavanilles, sobresalieron entre el profeso- dad, sino dentro del mismo, desarrollada con cierta libertad en un sen-
rado de su Universidad, como botánicos, Tomás Manuel Villanova y tido aún más elástico y amplio del que le había sido asignado por
José Vicente Lorente y Asensi. En Barcelona se fundó en tiempos de Linneo. Siempre acertado en sus procedimientos va publicando la obra
Floridablanca el Jardín Botánico de San Carlos, siendo el médico bajo la forma de memorias parciales, que se suceden en París entre
Ignacio Armengol su primer director; el de Cartagena se estableció los años 1785 y 1787, recibiendo laudatorios informes y críticas de su
en 1787 y al frente de él se destacaron Poveda (Agustín) y Bacas Academia, firmados por A. L . de Jussieu, Adanson, Fougeroux y
(Gregorio), discípulo de Gómez Ortega. En Andalucía se ha de citar a Lamarck.
Trigueros (Cándido), corresponsal emérito del Jardín de Madrid y de La quinta y la sexta partes de estas Disertaciones (MonodeL-
Cavanilles; del Jardín de Cádiz fueron profesores e investigadores phiae classis dissertationes decem) se publicaron en 1788 y la sép-
Castillejo (Domingo), Arjona (Francisco) y Sánchez (José). El de la tima en el año siguiente. En todas ellas figura un considerable número
repetida Sociedad Regia de Sevilla fué regido primero por Ramos de novedades, aumentado al terminarse la obra total, con la parte
(Antonio) y a partir de 1784 por Abat (Pedro), que ganó al frente de novena, ya después de su regreso a Madrid en 1790, donde van los
él bien merecida fama. tres géneros de Malpighiaceas: Tetrapteris, Molina y Flabellaria y la
Al lado de todas estas figuras más o menos destacadas, merece un décima, con la monografía del g. Passiflora, por entonces de posición
lugar aparte Ignacio de Asso, polígrafo ilustre y uno de los hombres dudosa.
de letras más interesantes de nuestro siglo XVIII, jurisconsulto, econo- Para realizar esta magnífica labor, Cavanilles, aparte de profundos
mista y docto en ciencias naturales. Como botánico dió a la luz, en conocimientos bibliográficos, puso a contribución los materiales que
1779, su Sinopsis stirpium indigenarum Aragoniae y, en 1784, le proporcionaron el Jardín de París, el del Trianón y otros ya citados;
añadió en una nueva obra: Introductio in Oryctographiam et los ricos herbarios de los Jussieu, Thouin y Lamarck; plantas traídas
Zoologiam Aragoniae como apéndice, una Enumeratio Stirpium por Dombey, Adanson y Sonerat; otras recibidas de sus corresponsa-
in eadem Regione noviter detectarum. les españoles, especialmente de Trigueros, mas otras cultivadas en el
Si la escuela botánica que hemos descrito a grandes rasgos, dibuja Jardín de Madrid, expedidas por Paláu y otras procedentes de la
un tronco continuado del que serían ramas poderosas las expediciones expedición de Ruiz y Pavón, remitidas por Gómez Ortega, punto
a Perú y Chile y a Méjico y con el que el propio Mutis tuvo relaciones insospechado y que dimos ya a conocer en otra ocasión.
que no nos toca definir aquí, Cavanilles representa una rama indepen- Ello fué el origen de fricciones muy lamentables, pero por otra
diente que viene a injertarse en él y que, si por un lado le ingiere toda parte fáciles de comprender, entre Cavanilles y los botánicos del Perú.
la fuerza de su vigor y de su talento privilegiado, no deja por otro de Vióse envuelto luego en ellas Gómez Ortega y cambió su política de
interferir con el que era su desarrollo y su crecimiento normal. Ante- favor por la de poner dificultades a la continuación de los trabajos de
ponerle aquí a la historia de los otros botánicos contemporáneos suyos Cavanilles en el Jardín de Madrid.
se justifica por haber dado a la luz sus primeras publicaciones científi- Autorizado para seguirlos, por orden superior, continuó frecuen-
cas antes de que Ruiz y Pavón comenzaran a imprimir las suyas y por tándolo, así como otro antiguo Jardín de nuestra capital, el de la Priora,
otra parte porque habiendo sustituido a Gómez Ortega en sus funcio- especialmente consagrado al cultivo de plantas medicinales, poniendo
nes docentes se sigue de este modo con mayor claridad la suerte de la a contribución para sus estudios el particular del Duque del Infantado
y herborizando en los alrededores de Madrid y pueblos vecinos. parte principal, a un período distinto del que nos hemos propuesto
Concibe así su segunda gran obra, una colección de géneros y especies historiar aquí.
nuevos o poco conocidos, ilustrados con la exacta y conveniente ico- La expedición al Perú y Chile de Ruiz y Pavón, patrocinada por la
nografía. Ello llevaba consigo toda la movilidad y la actualidad de una inteligente política del ministro Gálvez, constituye una página impor-
revista o de unos anales unido a la permanencia y el carácter definitivo tante en la historia de la botánica y en ella tomaron parte Ruiz y
de un tratado fundamental, despreocupándose de cuestiones sistemá- Pavón en primer lugar, y con ellos Tafalla más tarde y los dibujantes
ticas generales, que no eran su objeto. Tal es lo que significan sus Gálvez, Brúñete y el agregado Pulgar. Brúñete dió testimonio de lo
Icones et descriptiones plantarum quae aut sponte in Hispania que moral y físicamente representaba el esfuerzo de todos ellos al
crescunt, aut in hortis hospitantur, cuyo primer tomo, aparecido sellar el suyo con la vida.
en Madrid en 1791, constituye un importante paso en la labor magis- Los resultados fueron óptimos y dignos de la gran concepción ani-
tral del autor. madora de la empresa.
Con la continuación de esta magna labor fitográfica se ve preci- Sobre la extensa superficie americana que va desde Chile hasta el
sado a alternar otras. En el mismo año recibe la comisión de recorrer a Ecuador terrestre se habían dado a conocer hasta entonces algunas noti-
España y publicar los resultados de sus investigaciones, especialmente cias botánicas en la obra del P. Fevillée, Journal des Observations
en los dominios de la botánica. De esta tarea sólo se llegó a realizar la Phisiques, Matématiques et Botaniques. París, 1714 y 1725. El
primera parte, el estudio de su región natal, recorriendo las tierras Padre Molina, chileno de nacimiento, publicó en 1782, hallándose en
levantinas en 1793 y naciendo de estos viajes esa hermosa monografía Bolonia su Saggio sulla storia naturale del Chili con una decena
titulada Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, de géneros nuevos y varias especies que lo eran también, pertenecien-
Agricultura, Población y frutos del Reino de Valencia. Las tes a otros ya conocidos.
novedades botánicas halladas en estos recorridos pasaron más tarde a Ruiz (Hipólito) y Pavón (José) discípulos de Gómez Ortega y de
enriquecer los Icones. Palau fueron designados por Reales Cédulas de 1777 para formar parte
A la publicación del primer tomo de Icones, con 109 especies, como primero y segundo botánicos, respectivamente, en la expedición
muchas de ellas nuevas, siguió la del segundo, en 1793, donde se decretada por Carlos III para el estudio de las producciones natu-
encierra la mayor parte del fruto de sus exploraciones levantinas más rales del Perú y especialmente de sus plantas. A estos jóvenes cien-
algunas especies mejicanas. El tercero se dió al público en 1794, con- tíficos (habían nacido en 1754) se agregó otro botánico distinguido, el
teniendo también un número considerable de plantas levantinas y francés Dombey, designado por su monarca, reglamentándose el papel
muchas novedades mejicanas. que cada uno de ellos había de desempeñar y estipulándose todo lo
Tras el intervalo motivado por la edición del Reino de Valencia preciso para hacer independientes sus trabajos y regular así la priori-
se reanudó la de los Icones con su tomo cuarto en 1797 en el cual y dad como la distribución ulterior de los materiales recogidos.
en los siguientes se proponía dar a conocer plantas raras, halladas por De los documentos publicados por el P. Barreiro se desprende que
todo el orbe. La mayor parte de ellas eran procedentes de las explora- fué Gómez Ortega el alma organizadora de la expedición; él hizo las
ciones botánicas realizadas por Luis Née, de las que nos ocuparemos propuestas de los nombramientos, él se ocupó de proveerles del mate-
en su lugar. De este modo no es sólo América, sino las lejanas Filipinas rial y los libros necesarios, adelantando aquellos que no se encontra-
y la remota Australia las que ilustran su flora con descubrimientos ban en Madrid; él quien procuró mejorar las condiciones y emolumen-
que llevan, unida a la descripción de muchas de sus especies, un ape- tos con que se gratificaba al personal comisionado; él el encargado de
llido español. Honró también este volumen Cavanilles transcribiendo adoctrinarles y de redactar las normas a que la labor de los explora-
en él la descripción del Cariocar amygdaliferum, debida a Mutis. dores había de acomodarse.
Reanudada la tarea, como él dice, después de dar algún descanso a Ruiz nos ha dejado un valioso noticiario de las rutas y trabajos de
los ojos, aparece en 1799 el tomo quinto, donde sigue catalogando las los comisionados oon otras importantes relaciones geográficas, botáni-
riquezas halladas por la expedición de Malaspina y por fin ve la luz cas, etnográficas e históricas en su Relación del Viaje hecho a los
el sexto y último en 1801. Se cierra así una obra monumental de sete- Reynos del Perú y Chile, publicado por el P. Barreiro en 1931 y
cientas doce descripciones de plantas de los más diversos grupos con posteriormente — a partir de otro manuscrito ruiziano más com-
magníficas figuras. pleto — , en 1952, también en Madrid, editado, como el anterior, por
El último período de actividad de Cavanilles, que se cierra con su la Real Academia de Ciencias y hallado por el doctor Jaramillo-
muerte, comienza con su nombramiento para la cátedra y dirección del Arango (Jaime).
Jardín Botánico en 1801. Ello disminuyó su labor investigadora ofre- Los expedicionarios desembarcaron en el Callao en abril de 1778,
ciéndole, en cambio, ocasión para lucir otras facetas de su talento. pasaron a Lima y desde allí comenzaron un primer período de explo-
Formar discípulos como Lagasca y Clemente era el afortunado coro- raciones y trabajos que duró hasta 1784. Durante el mismo año de su
namiento de una vida fecunda. llegada viajaron de Lima a Chancay y de Lima a Lurín; en 1779
Complemento d e esta labor docente fué la publicación de su recorrieron las provincias de Huarocherí y Tarma, y siguieron luego a
Descripción de las plantas que D. Antonio Josef Cavanilles Jauja y otros lugares; en 1780 visitaron Huánuco, Cúchero y Chinchao,
demostró en las lecciones públicas del año 1801, ampliada des- siguiendo después en sus herborizaciones otra vez a Chancay.
pués. En relación con aquélla están en la mayoría de los casos sus En 1781 inician la exploración de Chile, adonde llegan por mar;
importantes Discursos inaugurales sobre historia y teoría de la botá- desembarcan en Talcahuano, pasan a Concepción, exploran Arauco,
nica que tampoco es posible examinar aquí por limitaciones de espacio. llegan al Fuerte de Nacimiento al pie de la Cordillera, con otras varias
Por fuerza todo conocimiento de una ciencia ha de asentarse, para excursiones subsiguientes, para regresar a Concepción, seguir de
ser firme, en su historia, y no era Cavanilles ajeno a ese principio, allí, a través de las provincias de Chillón, Itata, Maule, Colchahua y
bien conocido por Tournefort y por Linneo. Frente al problema de la Rancalura. En Santiago herborizan y completan dibujos y descripcio-
clasificación, Cavanilles ha adoptado una posición muy independiente, nes de varias plantas y en octubre de 1783, a través de las provincias de
en la que aplica al terreno de la ciencia natural sus concepciones en el Aconcagua y Quillota, llegaron a Valparaíso, de donde por mar retor-
dominio de la lógica. naron al Callao.
A la muerte de Cavanilles, en 1804, fué designado para sustituirle Los primeros meses del año siguiente fueron dedicados a comple-
al frente del Botánico de Madrid, Zea (Francisco Antonio), famoso mentar los estudios hechos y preparar el regreso, terminado como
luego en los anales políticos de Colombia, americano de nacimiento y estaba el plazo prefijado para la expedición. Prorrogada ésta, por nueva
discípulo de Mutis, que ejerció sus funciones hasta 1809, diciendo orden, Ruiz y Pavón hubieron de volver a su tarea, mientras Dombey
Colmeiro de su actuación durante este período: La dirección de Zea regresaba a España. En cumplimiento de las órdenes recibidas se
limitó su influencia al sostenimiento del Jardín Botánico, dejando a los dis- remitieron en el navio San Pedro de Alcántara: 55 cajones de Esqueletos
cípulos de Cavanilles, nombrados Viceprofesores en 1806, y en particu- de Plantas, Minerales de Oro y Plata, Animales, Aves y Pescados dise-
lar a Lagasca, las minuciosas tareas científicas, y así lo acreditan los cados, Conchas, Piedras, Tierras y otras curiosas producciones naturales
catálogos manuscritos de las siembras y la letra de las correcciones hechas e instrumentos y trajes de Indios: 800 Dibuxos iluminados con sus pro-
después de examinadas las plantas nacidas. pios colores y seis Estufas con 33 macetas de preciosos Arboles del Perú y
La actuación de los discípulos de Cavanilles pertenece ya, en su Chile... Desgraciadamente todo ello se perdió, con el barco mismo, al

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conocidos; algo más de doscientas, pertenecientes a una cincuentena
naufragar éste en la costa de Portugal. Más afortunado el navio
de aquéllos, comprendidos sólo en las tres primeras clases del sistema
El Peruano, donde viajaba Dombey, rindió viaje en Cádiz en mayo de
sexual. Fué sensible que sus redactores no concluyeran y anticiparan
1785. Reiteró allí el sabio francés, según lo convenido, la promesa de
que no publicaría los descubrimientos hechos durante el viaje hasta el la impresión completa de este Compendio, como ellos mismos lo cali-
regreso de sus compañeros, si bien, según Barreriro, obtuvo permiso del fican, que tan ventajosamente hubiera suplido lo que la obra princi-
Monarca español para comunicar aquellos al Rey de Francia y a la Real pal, en su vastedad y magnificencia, no iba a conseguir por completo.
Academia de Ciencias de París, que no fue poco. Lo cierto es, añadi- El segundo tomo de la citada flora apareció en 1799; el tercero fué
mos, que algunos de los géneros encontrados fueron publicados por dado al público en 1801; las láminas para el cuarto estaban terminadas
Jussieu o por otros, como aconteció con el Araucaria. Salváronse, por y grabadas y su texto completo, sin que se sepa por qué motivos no
venir en el referido barco, sus colecciones y los duplicados de ellas, llegó a publicarse. En el mismo estado quedaron la mayoría de las
que según el convenio establecido antes del viaje, habían de quedar láminas del quinto. Sin embargo, como una parte importante de estas
en España. láminas se difundieron en una u otra forma, llegando a manos de algu-
Volviendo a Ruiz y Pavón, en el segundo período de estancia con- nos botánicos y en ellos figuraban los nombres genérico y específico
tinuaron su obra visitando Huánuco y las montañas de Puzuzo, reali- y no sólo el porte general, sino en muchas de ellas suficientes detalles
zando envíos de sus hallazgos al Jardín de Madrid. En el año siguiente, anatómicos para su identificación, han sido utilizadas de tal modo, que
1785, hallándose en Macora tuvieron la desgracia de que un incen- virtualmente estos dos tomos pueden considerarse publicados, si no
dio consumiera, con la hacienda donde se albergaban, según cuenta en su totalidad sí en parte muy considerable, por sus estampas de las
Ruiz, quanta ropa y equipaje había llevado de Huánuco para mi uso, novedades y formas menos definidas.
todos los productos naturales recogidos en aquellas Montañas durante En el Prefacio del tomo cuarto resumen los autores la labor que
dos meses, los diarios de tres años y medio, las descripciones botánicas de llevaban acabada hasta entonces: constituían sus resultados 151 géne-
quatro años, entre las quales se hallaban unas 600 observadas en los ros nuevos y 922 especies descritas, muchas de ellas también nuevas,
años anteriores y últimamente corregidas y perfeccionadas en Puzuzo y de las cuales 722 iban ilustradas con figuras; con las adiciones del tomo
Quebradas de Chinchao por las mismas plantas vivas y otros materia- quinto exceden de un millar las especies incluidas en la Flora que de
les importantes. un modo u otro fueron dadas a conocer.
Aumentadas estas contrariedades con enfermedades y fatigas y con Un aspecto muy importante de esta labor es la atención dedicada
la muerte de Brúñete en 1787, se hicieron, no obstante, expediciones en ella al estudio de plantas medicinales. Ruiz, aparte de su Quinolo-
a Muña, a Pillao y Chacahuasí, coronando con ella los difíciles traba- gía, obra importantísima en su tiempo y del Suplemento a la Qui-
jos de campo realizados por la comisión. nología, Madrid, 1801, en colaboración con Pavón, también de gran
Se habían sumado en tanto a ella dos nuevos y valiosos elementos interés, publicó en las Memorias de la R. Academia Médica de
llamados a continuar y proseguir sus trabajos al regreso de los prime- Madrid sus trabajos sobre la ratanhia (Krameria triandra Ruiz et
ros enviados, una vez con formación suficiente a su lado, y fueron ellos Pavón) sobre la calaguala, la canchalagua y la china y aparte de aque-
el farmacéutico Tafalla, por entonces en un regimiento, de donde lla publicación periódica las referentes a la raíz del yallhoy y al bejuco
pasó a ser discípulo y ayudante de Ruiz y Pavón, y Pulgar, incorporado de la estrella.
como dibujante. Pavón dejó como obra postuma, fechada en 1826, a su nombre y a
Ya en disposición éstos de seguir los trabajos, el resto de los expe- los de Ruiz y Tafalla la Nueva Quinología, asunto muchos años
dicionarios emprendió el retorno en 1788, arribando a Cádiz en octu- después de la fundamental obra de Howard, Ilustrations of the
bre del mismo año, con copioso material, incluso muchas plantas vivas «Nueva Quinología» of Pavón, London, 1862. Howard dedicó en
que, acomodadas en carros y bajo la vigilancia personal de Ruiz, fue- ella los mayores elogios a nuestros botánicos y señaló cómo la solución
ron trasladadas a la Corte. para muchos problemas botánicos importantes se hallaba en las colec-
Ya en ella, Ruiz y Pavón fueron agregados al Real Jardín Botánico ciones arrumbadas en nuestros herbarios.
por Floridablanca, si bien más tarde para los trabajos sobre la Flora La resonancia de esta expedición y de las otras sus coetáneas se
del Perú se constituyó un centro de investigación u Oficina, como prolongó mucho después por todos los ámbitos de Europa, ya que a
entonces se le llamaba, independiente, como requerían el espíritu y través del herbario de Ruiz y de los ejemplares cambiados o cedidos
carácter de Ruiz. por Pavón, con mano harto abierta, ya de las colecciones chilenoperua-
La primera publicación importante de este autor fué la Quinóle nas, ya de las mejicanas que custodiaba con ellas, ya por otras vías,
gía, fechada por él en agosto de 1791 y publicada al año siguiente; era numerosos herbarios, museos y coleccionistas particulares participa-
obra de gran importancia y novedad y hubo de llamar la atención ron en sus fondos y pudieron publicar materiales inéditos, entre los
poderosamente. que figuraban muchos señalados como especies nuevas con sus nom-
Dos años más tarde salió a luz un libro fundamental de los dos bres. Unos los hicieron constar así, otros acaso lo olvidaron.
botánicos, su Prodromus, en donde se describen los nuevos géneros La expedición mejicana ofrece la particularidad curiosa de haber
encontrados por ellos y se añaden noticias interesantes sobre algunos sido debida en su origen a la iniciativa privada de un hombre de
de los ya conocidos. mérito, Sessé, secundada por el entusiasmo de otro, Gómez Ortega.
Entre esta fecha y la continuación de las publicaciones con la del Era Martín Sessé oriundo de Aragón, licenciado en Medicina por
primer tomo de la Flora Peruviana et Chilensis, ocurrieron difi- la Universidad de Zaragoza. Tomó parte como médico militar en las
cultades que impidieron la aparición de éste antes de 1798. Con motivo campañas de Gibraltar y de América, y en este continente continuó
de iniciarse esta publicación básica sus autores cifran así el estado luego el ejercicio particular de su profesión facultativa, prosperado en
de sus trabajos: constaban éstos, por entonces, de 2.400 descripciones clientela y riqueza en La Habana, y aumentado en relaciones podero-
de especies, con 1.800 figuras; aquellas excederían de las tres mil con sas en Méjico a donde pasó después.
las remitidas por Tafalla, profesor de botánica en Lima por aquella Allí la admiración por la obra de Hernández le hizo concebir la idea
fecha, a quien se habían agregado en sus trabajos Manzanilla, joven de de continuarla y revisarla, y comunicó su proyecto a Gómez Ortega
grandes esperanzas para las exploraciones y restantes trabajos de observa- que la acogió con fervor desde el primer momento, dándole estado
ciones botánicas y el dibujante Rivera, los cuales por entonces se halla- en las esferas de gobierno y proponiendo a su iniciador como direc-
ban explorando la zona de Guayaquil. tor de la empresa. La muerte del Marqués de Sonora interrumpió la
En el mismo año vió la luz otra publicación de menores dimensio- gestación de lo que tan favorablemente se estaba engendrando y sólo
nes, pero de gran interés, el Systema vegetabilium Florae Perú- el tesón y voluntad indomable de Sessé y la protección decidida de
vianae et Chilensis, en cuya primera parte se anticipaban las des- Gómez Ortega fueron capaces de vencer los escollos y dificultades de
cripciones diferenciales y algunas otras noticias, de las especies nuevas todo orden que surgieron en la iniciación y el desarrollo del proyecto.
correspondientes a los géneros también nuevos incluidos en el Pro- Designados desde el principio para tomar parte en la misma
dromus, adicionados con tres más: Alonsoa, Monnina y Phytele- Cervantes (Vicente), farmacéutico; Longinos Martínez (José), como
phas, en total 401 especies, correspondientes a los 161 géneros esti- naturalista, esto es, como zoólogo y preparador a la vez, y Castillo
mados nuevos y designados así por nuestros botánicos. La segunda (Juan del), por entonces al frente de la botica del Real Hospital de
parte comprende las especies nuevas correspondientes a géneros ya Puerto Rico, también reputado botánico, y el farmacéutico de Méjico

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Senseve (Jaime) y señalado el número de dibujantes y subalternos enfermedad contraída en la exploración de la Serranía de Tarahumara,
u e habían de ser sus colaboradores, se les asignaba una amplia misión, legando en su testamento 4.000 pesos para contribuir a la publicación
aue comprendía no sólo la exploración de Nueva España y comarcas de la flora mejicana. Los escasos fragmentos que de su labor nos que-
circunvecinas, sino el establecimiento de un Jardín Botánico y de una dan le acreditan de competente botánico.
cátedra permanente de Botánica, con otras medidas encaminadas a Prorrogada en 1795 la actuación de la expedición, Sessé pasó,
romover el estudio de la ciencia de las plantas y la reforma e inspec- según había proyectado, a realizar herborizaciones a las Antillas, con
ción de las prácticas de farmacia, e indirectamente el adelanto de la Senseve. Después de una permanencia en Cuba partieron para Puerto
medicina. t
Rico en 1796 y allí estuvieron, según Rickett, detenidos por la guerra
Desde 1785 en que tales nombramientos fueron aconsejados por hasta que pudieron burlar el bloqueo inglés y regresar a La Habana
Gómez Ortega hasta la Real Cédula dada en El Pardo a 20 de marzo en junio de 1797.
de 1787 q u e definitivamente la organización de la expedición, corre Desde 1793 Mociño realizó, por su parte, importantes investiga-
u n período lleno de alternativas y altibajos, sin que por ellos sus pro-
ciones en el sur de Méjico y Centroamérica, que culminaron en su
motores desmayen. Desde el primer momento Sessé puso a disposi- campaña de Guatemala.
ción de la empresa su peculio particular para suplir los gastos y su Longinos en tanto, no bien avenido con el resto de los expediciona-
actitud decidida y la de los demás compañeros subsanó todas las difi- rios, había procedido con cierta autonomía y, después de varias cam-
cultades inherentes, no sólo al cambio ministerial producido desde la pañas en las cuales llegó a recorrer desde California hasta Guatemala
muerte de Sonora hasta la aprobación de lo diferido por Porlier, sino y Yucatán, murió en Campeche en 1803, poco antes del retorno de los
en Méjico a la mezquindad del virrey FJórez y a las resistencias de la miembros de la expedición a España.
Universidad y del Protomedicato. En 1799 los trabajos oficiales de los expedicionarios parecen haber-
Cervantes, encargado especialmente de regentar la futura cátedra se terminado. La guerra con Inglaterra y otras dificultades aun no
de botánica y Longinos llegaron a Méjico, según se sabe, a fines de aclaradas retrasaron, sin embargo, el regreso de Sessé y Mociño que
julio o primeros de agosto de 1787. La incorporación de Castillo sólo se hizo cuando dijimos; Cervantes quedó en Méjico al frente de la
se hizo un año más tarde, sin duda después de haberle sido trasladada cátedra y del jardín y allí falleció.
la Real Cédula aludida, que lo fué a Sessé en marzo de 1788. Los tiempos eran ya poco favorables para que los viajeros pudie-
Ya Sessé, por su cuenta, había empezado ciertas actividades, ran desarrollar y publicar su obra. Muerto Sessé antes de 1809, Mociño
enviando frutas y semillas a Madrid, que le valieron nombramiento de continuó como pudo con el estudio y custodia de los materiales
corresponsal del Botánico. Junto con los recién llegados, en 1787, se traídos a la Península, colaborando con él otro mejicano, La Llave
emprendieron herborizaciones en los alrededores de la capital envián- (Pablo), cuyo nombre cobró también fama botánica. En el período de
dose a la Corte semillas y nueve dibujos como muestra de la prepara- la invasión, Mociño hubo de hacer frente a duras vicisitudes, sin que
ción de los dibujantes adscritos a la expedición, instruidos en su espe- hayamos encontrado nada que justifique que se le considerara como
cialidad bajo la dirección de Sessé. Ellos eran De la Cerda (Vicente) y afrancesado y diera motivo a las persecuciones que determinaron su
Echeverría (Atanasio) que inmortalizaron sus nombres en esta tarea. éxodo a Montpellier, siguiendo la retirada de los invasores. En su
Sessé menciona también a Alviar como aventajado, así como a otro que expatriación llevó consigo las láminas y descripciones, fruto de los tra-
no nombra, los cuales no pudiendo ser adscritos por falta de dotación bajos de la expedición, lo que podría censurársele de no excusarle su
quedaron agregados temporalmente al Jardín de Méjico como subal- amor hacia aquellos tesoros, de los cuales, sin duda, se creía legatario
y la consideración de que las circunstancias que entonces atravesaba
ternos y ayudantes, en espera de plaza.
nuestra patria — que él estimaba, justamente, como la suya, como
La inauguración de la cátedra de Botánica fué un acto solemne
probó viniendo a morir en ella — harían que no viera la luz .a tiempo
acaecido en 1 de mayo de 1788; Cervantes mostró gran saber como
y se perdiera definitivamente. Todo ello se confirmó por desgracia por
maestro y a pesar de la Universidad y del Protomedicato formó en
los acontecimientos posteriores. En evitación de ello y sin recursos
este curso y en los siguientes una brillante cohorte de discípulos.
para darlos a conocer por sí, los entregó a De Candolle, que hizo
Paralelamente se realizaba la primera campaña botánica en los alrede-
amplio uso de ellos y obtuvo copias de las láminas al ser autorizado
dores de Méjico, fecunda en hallazgos y resultados según se desprende
más tarde el regreso de Mociño a España. Trajo éste consigo los origi-
de los envíos de semillas y herbarios que hemos dado a conocer en
nales a Barcelona y al morir en 1819 en aquella ciudad pasaron a manos
otras publicaciones. El peso de la misma hubo de recaer sobre Sessé y
extrañas hasta sufrir definitivo extravío.
Cervantes, puesto que Castillo sólo se incorporó estando ya muy avan-
zada. La cooperación de Senseve siempre parece haber sido de escaso Como más tardía, más infortunada esta expedición no consiguió,
valor y Longinos actuó principal, cuando no exclusivamente, como al menos directamente, ver iniciada siquiera la publicación de sus
zoólogo. El papel de Cervantes está de manifiesto en las muchas espe- resultados. Como muestra de la importancia de éstos baste decir que,
cies nuevas que mostró a sus alumnos durante aquel mismo curso, según datos del propio De Candolle, las láminas de botánica alcanza-
entre las recogidas. ban la cifra de 1.400 y las de zoología eran en igual número, y ha de
La segunda campaña tuvo lugar el año siguiente, siendo su itine- tenerse en cuenta que tales láminas sólo se trazaban para representar
rario de Méjico a Acapulco y logró resultados muy fructíferos. En la formas nuevas o mal conocidas y que los expedicionarios tenían espe-
tercera, correspondiente a 1790, tomó ya parte Mociño. José Mariano cial cuenta en no duplicar lo ya dado a conocer por Cavanilles o por
Mociño Suárez Losada había nacido en Temascaltepec, de distingui- Ruiz y Pavón.
dos padres españoles, pero de escasos recursos. Estudió en el Semina- Del uso de estos materiales en las publicaciones de De Candolle y
rio Tridentino de Méjico y fué, más tarde, catedrático de filosofía en de sus colaboradores queda amplia muestra, no sólo en la atribución
el de Oaxaca. Opuesto a la escolástica tradicional abandonó la ense- de especies que tradicionalmente se viene haciendo a Sessé y Mociño
ñanza y se unió a la posición renovadora de Alzate, cultivando él o a Mociño y Sessé y en las referencias de otros a láminas de la Flora
mismo las ciencias experimentales y graduándose en medicina. En 1789 Mexicana, sino en la declaración expresa hecha por el sabio ginebrino
estudió con Cervantes y tomó parte, con extraordinaria brillantez, en en su Regni vegetabilis Systema naturale, París, 1818, pági-
los ejercicios de fin de curso y al año siguiente fué agregado a la expe- nas 5-6, sobre Mociño, donde se dice: qui mecum humaniter egregias
dición como interino, en sustitución de Sessé para aquella campaña. et inéditas communicavit icones descriptionesque ab ipso et a el. Sessé et
Después tomó parte en la expedición de límites de Nutka con Maldo- Cervantes per quindecim annos in itineribus variis per Mexicanum impe-
nado, también alumno sobresaliente de Cervantes, y sólo a la muerte rium concinnatas, quarum omnium scientia, a politicis litibus abhorrens,
de Castillo fué incorporado en propiedad a la comisión. evulgationem avidissime ex optat.
En esta tercera campaña, de que hablábamos, se exploró un área Esta colaboración aquí reconocida, de Cervantes, que hemos hecho
muy extensa, entre cuyos puntos figuraban Querétaro, Guanajuato, patente en nuestros trabajos, la indudable de Castillo en otros casos
Colima, Uruapán, el Jorullo, Apatzingan y Patzcuaro. La del año y la más o menos eficaz cooperación de los restantes expediciona-
siguiente les llevó a Guadalajara y Tepic. rios, nos han hecho indicar que, salvo en aquellos casos en que concre-
Según datos de Rickett, en 1792 Mociño recorrió la zona entre tamente conste el nombre del descubridor o los descubridores, lo justo
Tepic y Aguas Calientes y en 1793 siguió el itinerario de Méjico y sería apellidar las especies, uniformemente Exped. Sessé.
Puebla a Córdoba. En el mismo año murió Castillo, a consecuencia de Por otro lado el párrafo transcrito nos muestra, como ya adverti-

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mos, que De Candolle tuvo a su alcance para sus trabajos personales, mares y océanos desconocidos habían puesto desde el siglo xv las qui-
no sólo láminas, sino descripciones. Entre las novedades que por tal llas españolas y portuguesas. Este gran periplo fué encomendado al
camino vieron la luz figuran ciertos géneros como Amoreuxia, Ingen- audaz navegante Alejandro Malaspina, a su segundo José Bustamante
housia, Ateleia, Hauya y Agdestis y varias especies dé los mismos y de y a otros ilustres marinos y científicos, quienes, a bordo de las corbe-
otros ya conocidos. Pero es mayor de seguro el número de las especies tas Descubierta y Atrevida renovaron nuestras glorias marineras. Su
dadas a conocer bajo el apellido de De Candolle o de alguno de los objetivo abarcaba la geografía y la cartografía, la economía y la ciencia
colaboradores de éste, como Dunal, señaladas con referencia a los natural e incluso la política y el arte militar; pero parte capital de él
números de los dibujos de la expedición mejicana. Ahora bien, estas era el estudio de las producciones de los países recorridos, comple-
láminas por sí mismas indicaban tratarse de especies nuevas en su tando de este modo la labor de las otras expediciones ya realizadas o
mayoría y, en su caso, el descubrimiento de las especies correspondía todavía en curso. Directamente estaba encomendado tal estudio a
a la expedición, sin que ello merme los méritos de De Candolle Pineda y a Née, siendo la misión especial de éste la botánica y de aquél
en lo que compete a su revisión y, acaso, a las descripciones o la zoología. Era Luis Née francés de origen, nacionalizado en España,
correcciones de ellas. El ilustre botánico ginebrino pasa en estas fun- donde había realizado trabajos de observación botánica y herboriza-
ciones a ser un colaborador más en la misma, y es injusto atribuir a él ciones al servicio deJ Jardín de Madrid. Más tarde se agregó a los
todo el resultado. Hemos dicho intencionadamente «en su caso» puesto expedicionarios Haenke (Tadeo), ya famoso botánico. Las misiones de
que sabemos haberle facilitado Mociño, no sólo figuras, sino des- todos ellos se desenvolvieron independientemente, pues en muchos
cripciones y con todos los respetos para el gran botánico cuya glo- casos operaron en campañas parciales en que se repartió la expedición
ria no se regatea con esto, no sabemos la medida en que fueron y cada uno trazó sus notas y formó sus herbarios, de los cuales los de
usados. Née fueron estudiados por Cavanilles.
Dejó la expedición numerosos manuscritos, en gran parte fragmen- La expedición zarpó de Cádiz el 30 de julio de 1789 y llegó a
tarios, cuyo catálogo puede verse en Colmeiro. Entre ellos figuraban Montevideo cincuenta y un días después, realizándose desde allí diver-
y figuran dos, aparentemente acabados: uno con el título de Plantae sas excursiones que alcanzaron hasta Buenos Aires, en las cuales des-
Novae Hispaniae y otro sin ninguno, que durante mucho tiempo se arrollaron gran actividad Pineda y Née. Siguieron las corbetas a
han considerado como exponentes de la labor realizada. Al patriotismo Puerto Deseado y de allí a las Malvinas con importantes adquisiciones
y celo de los naturalistas mejicanos, apoyados por su gobierno, debe- botánicas; hízose luego rumbo al Estrecho y entraron en el Pacífico
mos la publicación de estos dos originales, una vez que su transcrip- el 18 de enero de 1790. Al mes siguiente se exploraba por los natu-
ción fué autorizada por el nuestro, conservando al primero de ellos su ralistas el bosque de Chiloé.
título y otorgando al segundo el que, por diferentes motivos, resulta Talcahuano y Valparaíso fueron las escalas siguientes, desempe-
poco adecuado, de Flora Mexicana. Publicados primero como apén- ñando las corbetas separadas distintas misiones. En abril se hallaban
dice de la revista La Naturaleza fueron dados luego a la luz en una los expedicionarios en Coquimbo, figurando ya Haenke entre ellos.
edición separada, por la Secretaría de Fomento de México, en 1893 y De allí la Atrevida, con Née a bordo, partió para Arica y el Callao,
1894 respectivamente, atribuyendo los editores su paternidad a Sessé donde se establecieron los comisionados en la Magdalena como centro
y Mociño con exclusión de los otros miembros de la misión, lo que en de estudio y excursiones. Terminadas éstas se zarpó del Callao para
realidad hubiera resultado razonable si se tratara de una elaboración Guayaquil desde donde Née partió para visitar los volcanes Tungu-
final hecha tras el regreso a España de aquellos dos sabios. ragua y Chimborazo. Por esta época llevaba recolectadas unas tres mil
Pero no es éste el caso: Plantae Novae Hispaniae es, como en plantas y en sus trabajos cooperaba, con gran competencia, el dibu-
su mismo prefacio se declara, resultado de los trabajos hechos en las jante Guío.
tres primeras campañas. Así lo confirma la confrontación que hemos El 28 de octubre se volvió a navegar con rumbo a Panamá, desde
hecho de las listas inéditas de los herbarios correspondientes a las mis- donde nuevamente, separadas las corbetas, Née siguió en la Atrevida
mas y el contenido de la obra en cuestión. Realizadas en 1788 y 1789 a Acapulco y San Blas, herborizando allí y tornando a reunirse en
las dos primeras, Mociño no tuvo parte en ellas y sólo puede atribuír- Acapulco con la Descubierta, fondeada en este puerto desde el 27 de
sele la que pudiera tomar en las 172 especies determinadas en la ter- marzo de 1791.
cera. En cambio Cervantes hubo de tener un papel sobresaliente en la Mientras las dos corbetas realizaban una larga expedición por la
determinación de la primera y en la corroboración de los casos dudo- costa occidental de América del Norte, a la que sólo asistió Haenke
sos según los cultivos hechos en el Jardín de Méjico, asunto que era entre los naturalistas, Pineda y Née desembarcados, emprenden un
de su competencia. Las dos obras deben ser miradas, pues, como fruto largo y fructífero viaje por tierras mejicanas, que duró, por lo menos,
de la labor colectiva aunque la redacción material de la primera de desde marzo a noviembre del mismo año, recorriéndose en él más de
ellas sea probablemente de sólo Sessé. cuatrocientas leguas.
La llamada Flora Mexicana es evidentemente una producción Vueltas las naves a Acapulco se concentraron los expedicionarios
posterior, recopilación de materiales no destinada a las prensas, como de nuevo, emprendiéndose la travesía del Pacífico el 20 de noviembre
bien lo ha visto Sprague y escrita por diferentes plumas, entre las cua- de 1791, explorando Née la isla de Guam a principios de 1792. De
les la única identificable, en un caso que hemos señalado, es la de Sessé* allí se hizo escala en Palapa y se partió luego para Luzón, dividiéndose
Las dos obras encierran muchas especies nuevas de géneros cono- en esta isla los viajeros en distintas misiones, correspondiendo a Née
cidos, distintas de las dadas a conocer por separado por Decandolle y el estudio de la costa Sur hasta Manila. Por entonces, desempeñando
otros, aunque sólo en la primera excursión se señalan ya 45 como la suya, contrajo Pineda, a causa de las fatigas y dificultades en ella,
presuntos géneros nuevos, siendo uno de los primeros hallados Ento- una grave enfermedad que pronto tuvo desenlace funesto.
manthus que, aún inédito, fué dado a conocer por Cavanilles como De Luzón siguieron las corbetas a Mindanao y de allí, con fines
Lopezia. El examen de las recogidas en las tres primeras excursiones puramente científicos, se continuó el viaje, rumbo a Australia, donde
arroja el número de 66 especies nuevas en la primera excursión, de se ancló en Puerto Jackson el 1 1 de mayo de 1793. Durante su estan-
106 en la segunda y de 53 en la tercera. Añadamos, para terminar, que cia en este lugar (donde fueron recibidos con la mayor atención y cor-
confiadas a la custodia de Pavón con las del Perú las colecciones de tesía por los ingleses, a quienes se correspondió con los mismos extre-
Méjico llegaron a diversas colecciones e investigadores extranjeros mos) recolectó Née en veintitrés días más de mil plantas.
expandiéndose así los resultados y aprovechándoe, saunque quizás en Objetivo de la siguiente escala fué el archipiélago de Mayorga. Al
forma irregular. final de esta larga navegación las corbetas se hallaron ante San Lorenzo
Entre las grandes expediciones dedicadas a la exploración geográ- a fines de junio de 1793. Después Née dejó la Atrevida, entrándose
fica y al estudio de la naturaleza merecerá siempre figurar la de por Chile y según nos cuenta el propio Malaspina se había internado en
Malaspina. Si una serie de circunstancias adversas hicieron perder gran las tierras de /osPehuenches, arrimándose siempre a las montañas; hecha
parte de sus adquisiciones, ello no empequeñece la formidable empresa luego una breve demora en Santiago había atravesado la cordillera, y
de la expedición misma. Tampoco la pérdida fué tan completa que herborizado sucesivamente así en aquella parte montañosa como en las
por lo sólo aprovechado de ella no se la pueda tener por fecunda. Rea- inmediaciones de Mendoza y en todo el camino de las Pampas que con-
lizada pocos años antes de las funestas guerras napoleónicas y del des- duce hasta Buenos Aires...
garramiento del imperio, cerraba con broche de oro el cinturón que a La figura de Née se destaca como la de un infatigable e inteligente
lorador. Son pocas, en cambio, sus publicaciones y él mismo del pan y otras producciones orientales; intentó, además, la creación
ntaba que la falta de tiempo en tan fatigosas excursiones y largos de un jardín botánico y promovió hasta donde le fué posible el
^ e s le privara de estudiar y describir los materiales recolectados. estudio de la flora insular a costa de sacrificios, sinsabores y enfer-
^ Una parte de ellos pasó a estudio de Cavanilles, de otra se ocupaba medades.
pió Née, según consta en la Introducción a la Criptogamia Boldó (Baltasar Manuel), médico y botánico, según Colmeiro, fué
P
añola de Lagasca, Clemente y García, pero sólo llegaron a publi- designado como tal en 1796 para tomar parte en estudios de materia
eSp
e § u s n 0 t a s sobre el abacá, el buyo y la Pistia stratiotes. médica vegetal que se venían haciendo en el Jardín Botánico, siendo
carS
g e ca i cu lan en diez mil las plantas recolectadas por Née, de las cua- poco después agregado a la comisión de Guantánamo con el encargo
aproximadamente, un tercio se supone eran nuevas; con ellas de realizar investigaciones florísticas en la isla de Cuba. Con él cola-
venían trescientas figuras debidas a Guío, Ravenet y otros miembros boró como dibujante Guío (José), cuyos dibujos para la Flora cubana
de la comisión. . en elaboración por los enviados, se conservan en nuestro Jardín. Des-
Por este camino plantas australianas, filipinas y otras americanas graciadamente Boldó, cuyas muestras de inteligencia y actividad fue-
iquecieron los últimos tomos de los Icones. Para dar un solo ejem- ron patentes, murió poco después, en 1799, quedando truncada una
e
? de cómo estas expediciones aumentaban la flora conocida recor- obra que tanto prometía.
daremos que del género Calceolaria, en 1729, sólo se conocían dos Sinforoso Mutis fué enviado hacia 1863 por su tío, el insigne
ecies, que Née halló quince nuevas y que sumados a éstos otros director de la expedición del Nuevo Reino de Granada, a Cuba, con
hallazgos, especialmente de Ruiz y Pavón, al redactarse el referido dos dibujantes para recoger plantas y semillas, según consta en una
tomo V de Icones lo eran ya cuarenta y siete. carta de Caldas, al objeto de hacer envíos al Jardín de Madrid y a
No se puede cerrar este breve resumen de los trabajos hechos por otros de Europa. Según esta misma carta, Caldas vió los diseños,
las expediciones españolas durante el siglo xvm sin mencionar los fruto del viaje, entre los cuales había cuatro o cinco géneros nuevos y
muchas especies interesantes, lo que era de notar en una isla ya tan
nombres de Cuéllar, de Boldó y de Sinforoso Mutis.
visitada por los botánicos.
Cuéllar (Juan), uno de los más distinguidos alumnos del Jardín de
Madrid, fué nombrado, en 1785, botánico de la compañía de Filipinas La naturaleza de este resumen nos hace omitir totalmente el capí-
y según don Francisco de las Barras, que ha estudiado especial- tulo la biología vegetal en nuestro país, bajo la figura extraordinaria
de don Antonio de Martí.
mente su labor, debió desembarcar en Manila hacia mediados de 1786.
Hizo desde allí numerosos envíos de plantas vivas, semillas y made- Empresa de nuestro tiempo ha de ser continuar la labor y seguir
el ejemplo de estos españoles insignes y tratar de utilizar y rescatar,
ras* fomentó la agricultura del país y envió a Méjico ejemplares que
hasta donde sea posible, estos tesoros olvidados o perdidos.
permitieran ensayar allí el cultivo del mangostán, la canela y el árbol
CAPITULO vi

MUTIS DE ESPAÑA Y DE COLOMBIA

Tales eran los hombres que España daba a sus Américas. para
sostener un Imperio que no debió desmembrarse nunca, sino vivir In
comunión constante de repúblicas siempre sometidas al dulcísimo
nobilísimo yugo de la cultura y del destino histórico de España. ^

JORGE ZALAMEA, Discurso en Méjico para el Centenario


de Mutis.

Dejamos a J. C. Mutis desembarcando en el escenario gris y azul tras viviendas, para nuestras artes y aun para nuestras fiestas, lo ran-
del puerto amurallado de Cartagena de Indias y ya es el momento de cio, lo añejo, lo clásico español. Esos factores son esencia de nuestro
que el consueta le haga salir al tablado, como a primer actor de esta pueblo. Lo demás que es accidental, ocasional, ajena influencia y sazón
historia. de las edades, no tenemos por qué mirarlo como ajeno. Los ame-
La célula colonizadora fué una familia, una estirpe, un apellido. La ricanos debemos aceptar íntegro nuestro pasado y los españoles su
familia Mutis, consanguíneos de don José Celestino, de origen medio propia continuación tal como es. Esto supuesto, la relación que vamos
italiano, honesta por los cuatro costados, es un caso que se repite con desarrollando no tiene tropiezos en la simpatía de nadie.
muchas otras atraídas a Colombia desde España por similares alicien- Mutis nació en Cádiz.
tes, incorporadas a la América por iguales vínculos y convertidas en Llegando de América, avisté la ciudad, tan blanca, que la confundí
nobles servidores de la sociedad, en factores de nuestro progreso y en con la espuma de las olas y al acercarme a sus murallas, a sus terrazas,
prez de nuestras luchas patrióticas (9 y 10). a sus miradores y a las torres de sus iglesias, experimenté una sensa-
Bueno es decirlo: la España que actuó en América somos nosotros ción de luminosidad disuelta en la tierra, en el ambiente y en
mismos. Nuestras las angustias de indios y negros, nuestro el letargo el mar.
colonial. Pero nada fecundó tanto la gran empresa de crear un mundo, Este fenómeno de la esfumación de Cádiz en claridad, sobre todo
como ese río que corre por nuestras propias venas. cuando la alta marea cubre los arrecifes que la unen al continente, ha
Fuimos así porque así era el mundo que nos rodeaba, recio y ávido; sido ponderado por muchos. J. M. Pérez-Sarmiento la llamó la ciudad
elemental, impositivo y despreciador de los peligros. Que se jugaba paloma; otros la ciudad gaviota o la ciudad nube; para otros Cádiz va
la vida, lo mismo en una emboscada de los arcabucos, luchando envuelta en un albornoz càndido, agitado por su historia gloriosa.
con los salvajes, que en las tortuosas calles de una aldea primitiva, cru- La semejanza entre Cádiz y Cartagena de Indias es impresionante.
zando espadas por el honor, o por el amor, o por la libertad. Ambas están edificadas en una península sólo comunicada con el con-
Es preciso que cambie la fraseología de la historia y de que llame- tinente por un istmo estrecho; ambas se construyeron como plazas
mos a ciertas cosas por su nombre. La dominación de América fué una amuralladas a prueba de cañón; ambas tienen historia de heroísmo en
obra criolla y la emancipación la hizo España. Si Morillo y Enrile por la defensa y de audacia en el comercio transmarino.
un lado eran tiránicos, por el otro cumplían su deber de soldados. Si Cádiz fué fundada por los fenicios. Cartagena por los primeros con-
Bolívar y Santander de una cara eran rebeldes, por el anverso son liber- quistadores de Nueva Andalucía. En los extremos del mundo hispá-
tadores. Conquista, Colonia, Independencia, denotan momentos de nico, Cádiz y Cartagena se miran y piensan cada una que ve su ima-
una evolución del mismo organismo tan español y tan americano antes gen en espejos del océano. Por eso Mutis, desembarcando en Cartagena
como después. La historia de Colombia no nació en 1810, ni ese año debió sentir algo del hogar de sus mayores. Tal vez también por ese
finaliza la de España en esta porción de América, sino que esa fecha compromiso topográfico y estructural, por esa fusión con el mar y
marca sólo un hito, visible con poco análisis, en las transformaciones con lo pretérito, Cádiz y Cartagena, se labraron gestas de sacrificio,
íntimas del mundo español. de hosca altivez y de independencia tan parecidas.
Es innegable que los americanos reivindicamos para nuestros ape- Los abuelos paternos de J. C. Mutis eran él del Principado de
llidos, para nuestro culto religioso, para nuestro lenguaje, para nues- Parma, oriunda de Gibraltar la otra. Su padre Julián Mutis era de

(9) En el libro 25 de Informaciones de Legitimidad y Limpieza del antiguo Colegio Mayor de Santa María de Jesús de Sevilla, folios 130 a 136, el secretario Ramírez
da fe de que J. C. Mutis se graduó el 17 de Marzo de 1753 como Bachiller en Artes de la Facultad de Medicina, después de tener ganados tres cursos (1750, 51 y 5 2 ) y
un cúrsete (1752). Añade que el dicho Mutis hace pedimento y ofrece probar que es hijo legítimo de Julián Mutis y de Gregoria Bossio, hijo el primero de Francisco Mutisj
natural del principado de Parma y de doña Manuela Almeida; que así yo como los dichos mis padres y abuelos y demás de mi linaje y familia han sido y somos cristianos
viejos, limpios de toda mala raza, casta y generación de judíos, mulatos, conversos, gitanos y otra mala secta; que no hemos sido castigados por el Santo Oficio de la Inquisición
por crimen de herejía, apostasía, judaismo ni otro, que no han cometido delito de infamia de hecho ni de derecho, ni tenido oficios viles, bajos ni mecánicos, por donde degeneremos de
quien somos.
En efecto, así lo certifican muchos testigos de Ceuta y de Cádiz. Archivo de la Universidad de Sevilla. Núm. 700. G. Hernández de Alba. Originales.

(10) Algunos datos genealógicos de la familia Mutis en Colombia he podido recoger. Son éstos:
De España vino el sabio José Celestino a quien se designaba, según aparece en el Diario de Valenzuela, indiferentemente con cualquiera de sus dos primeros nombres
y nunca con el tercero que era Bruno. También vino a Santander de Colombia y murió en Mompox, don Manuel Mutis y Bossio, hermano de don José.
Don Manuel casó con doña Ignacia Consuegra, cuyos hijos fueron José, Sinforoso, Facundo, Bonifacia, Justa (estas dos, monjas), Micaela y Dominga.
Doña Dominga casó con un señor de apellido Canal.
Doña Micaela Mutis Consuegra casó con don Miguel Valenzuela, de Girón.
Don Sinforoso Mutis C. casó con doña Angela Gama, cubana. De ella nacieron doña Dolores Mutis Gama, quien casó en primeras nupcias con un señor Bunch y en
segundas con el edecán de Bolívar y general Perú de Lacroix; doña Mercedes Mutis Gama, quien primero casó con un señor Harker y en segundas nupcias con un señor
Coronado; por último don Domingo, quien casó con doña Teresa Durán Borrero, de la ciudad de Neiva.
De don Domingo Mutis Gama y doña Teresa Durán B. nacieron: don Pedro Mutis Durán, quien casó con doña María Josefa Dávila; don Facundo Mutis Durán,
doña Antonia, quien casó con don Adolfo Harker Mutis, su primo; doña Justa Mutis Durán, casada con un señor Amado, costeño, y, por último, don José Mutis Durán.
Hijos del matrimonio Mutis-Dávila fueron don Santiago; don Enrique, quien casó con doña Leona Londoño; doña Eugenia; doña Teresa; doña Isabel, quien casó
con José del C. Barrera y doña Leonor, quien casó con don Carlos Portocarrero Carrizosa.
Del enlace Portocarrero C.-Mutis D. nacieron don Carlos, doña Leonor, casada con don José María Franco Ortega y doña Ana, casada con don José María Esguerra
Samper.
Doña Leonor Portocarrero M. C. D. de Ortega ha tenido los siguientes hijos: Ignacio Ortega Portocarrero, María Teresa, Helena, María Cristina, Inés Elvira, Jorge
y Andrés.
A su vez, del matrimonio Esguerra-Portocarrero, son hijos Juan, Carlos, Santiago y Eugenia (1953).

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EXCMO. SEÑOR DON PEDRO MESSIA DE LA ZERDA DON PABLO MORILLO
llevó consigo a Don José C. Mutis a Santa Fe, para médico de Pacificador del Nuevo Reino, dispuso que los materiales científicos
su Corte. Retrato conservado en la Academia de la Historia en de la Real Expedición fueran trasladados a Madrid. Retrato
Bogotá. Firma fotocopiada en el Archivo de Indias de Sevilla. propiedad del Museo Nacional de Historia en Bogotá. Su firma >
según fotocopia del Instituto Caro y Cuervo de Bogotá.

EXCMO. E ILMO. SEÑOR DON ANTONIO


CABALLERO Y GONGORA
Fundó provisionalmente la Expedición Botánica y gestionó su
aprobación por S. M. Retrato existente en la Sacristía de la
Catedral de Bogotá. Su firma, según fotocopia del Instituto Caro
y Cuervo> de Bogotá.
Ceuta y su madre Gregoria Bossio gaditana. Por esa puerta, amplia cabeza en una picota; ahorcó a otros tres jefes rebeldes y a otros dieci-
como la que en la Alhambra llaman «de la Justicia» le entró — galo- siete los remitió de por vida a los presidios del Africa, confiscó los bie-
pando los corceles — la sangre aventurera. nes de los cuatro primeros, arrasó sus casas, sembró de sal sus solares
Concuerda con el carácter de su ciudad natal y de su raza, esa y declaró infames a sus descendientes.
tenaz fidelidad que supo Mutis guardarse a sí mismo, esa lógica de El más reciente biógrafo del arzobispo virrey, J. M. Pérez-Ayala,
la obras con el destino que desde temprana edad se escogió. Pronto disculpa a Caballero y Góngora, porque éste sólo fué testigo del pacto
en sus vida buscó su puesto histórico del cual nada le pudo apartar. y no actor de la traición. Pero el hecho es que el eminente arzobispo
El era español; lo que más necesitaba España era quien glorificara era la figura destacada sobre toda esta tragedia y que el rey adujo como
su pensamiento; el pensamiento de acuerdo con las tendencias de uno de los motivos para conferirle el mando político, tal acto de paci-
aquella época debía ser positivo, de investigaciones sobre los hechos ficación y lealtad a la corona. Así lo dice su nombramiento como
desconocidos y nada había tan desconocido como América. La brújula virrey interino de Nueva Granada, expedido en El Pardo el 7 de
de su vida señalaba allá y él clavó con ese rumbo el timón de su carrera. octubre de 1783. Esta categoría es la que determina un dejo amargo
Será viajero, será médico, será minero, será profesor, sacerdote, con- en la hoja de servicios del más esclarecido de nuestros gobernantes
sejero, rico o pobre, frustrado o exitoso, olvidado o favorito. Pero ni coloniales y la que ha servido a muchos para hacer ataques a su
un día, ni una hora, ni un instante, desertará del objetivo arraigado en memoria.
su sangre y en sus capacidades. Deberá ser fiel a su España, a su Amé- La revolución de los Comuneros repercutió a la distancia, en Iba-
rica y a su propio honor. gué y en las poblaciones de los llanos del Tolima donde los revoltosos,
En una época en que era difícil acertar el camino recto y cuando un para acabar con las industrias más gravadas por el regente Piñeres,
primer paso decidía la posición histórica de los hombres, Mutis ni quemaban las plantaciones de tabaco y derramaban el aguardiente de
titubea, ni retrocede, ni se desdice, ni se empaña de oportunismo, sino las destilerías, en El Guamo y en la Villa y ya planeaban seguir a
que se mantiene anclado, digno del respeto y de la amistad de todos, Tocaima y a la Mesa de Juan Díaz para unirse a los del Socorro.
tal como pedía su posición de científico y su misión sacerdotal. Precisamente entonces J. C. Mutis estaba entregado a la explota-
Intrigan al observador estos hechos y quiere explicarse cómo pudo ción de unas minas de plata en jurisdicción de Ibagué, en el cerro del
una figura tan central y eminente en la colonia neogranadina armonizar Real del Sapo.
dos realizaciones tan antitéticas como eran la adhesión incontrastable He aquí lo que informa Mutis al arzobispo sobre su actuación en
al monarca y esa labor educativa de donde salió una generación tor- aquella emergencia en carta del 1 1 de junio de 1781:
mentosa a luchar contra España con el panfleto y las armas en la
mano. Estaban propagadas las especies del común intento y se daba principio
Mutis no vió la disgregación, presencia heroica, ni el holocausto a los avisos y correspondencias para reunirse los capitanes de Llano Grande
de su instituto. (alboroto excitado al mismo tiempo por separado), Ibagué y los pue-
La mente se pregunta qué partido hubiera tomado el sabio si unos blos de los indios de Coyayma y Natagayma, cuando quiso Dios que las
años más de vida le hubieran planteado el tremendo dilema. Pero vivísimas y eficaces exhortaciones de los pocos que hemos intervenido
¿quiénes somos los hombres para negarle al justo el favor que Dios le en desvanecer estos intentos, hubiesen hecho tal impresión en los prin-
dispensó con un deceso oportuno? cipales, que amaneció la serenidad sin otras armas que las de la per-
Difícil exigirle que en los años seniles cuando, para usar la frase de suasión.
Tennyson, la ventana es sólo un marco de luz, se lanzara a la lucha Hemos creído que el más poderoso medio ha sido interponer la autori-
tremenda. Pero si Mutis hubiera sido joven el 20 de julio de 1810, dad y respeto de S. E. como mediador para que S. M. dispense el indulto
quién sabe adonde le hubiera llevado su amor por América, su sereni- del que necesitan los culpados, V. S. /., por la experiencia que le están
dad ante cualesquiera avances del pensamiento, su tolerancia ante los dando las revoluciones de esas provincias y las luces que incesantemente
inconvenientes de lo justo, su fe en la persuasión antes que en la vio- pide al cielo, conocerá el modo de extinguir el fuego cuyas llamaradas
lencia. solamente hemos apagado, no cabiendo en nuestras facultades destruirlo
La independencia de Nueva Granada tuvo tres veces principio; hasta las cenizas. Yo, como autor de este pensamiento, no habiendo en las
tres etapas y fogonazos con corta intermitencia. infelices circunstancias otro más oportuno, me persuado de que V. S. I.
Primero fué la revuelta de los Comuneros, movimiento de rebel- hará valer hasta el respetable nombre de su poderosa mediación, excusando
día popular sin complicadas proyecciones. Luego vino la revolución mi atrevimiento por la viveza de la industria; siendo bien cierto que el
del 20 de julio de 1810, que fué la de los letrados, la de los discípulos empeño de la insurrección se fortificaba con el conocimiento del primer
de Mutis, la de las ideas, la cual fué sofocada por don Pablo Morillo. delito, y éste era ciertamente el escudo de los culpados en que solían reba-
Sólo la tercera fué definitiva porque llevaba la bandera tinta en san- tirse y aun debilitarse nuestras poderosas razones.
gre y el genio centelleante de Boyacá precedía sus columnas. Esta gracia liberalmente dispensada por su Alteza para los que han
La revolución de los Comuneros fué más bien una serie de motines intervenido en el alboroto que dió principio por San Luis y terminó con
contra las autoridades coloniales que habían llevado al máximo sus la expedición de la Mina del Cobre, sin intervención alguna de la cabeza
exacciones en favor del fisco. y cuatro capitanes, que mantenemos dispersos y arrepentidos desde el día
Siendo virrey don Manuel Antonio Flórez, quien sucedió inmedia- 5 del corriente, en los Miraflores, Villa y Chaparral, que posteriormente
tamente a Messía de la Zerda, llegó a Cartagena don Juan Francisco se han verificado por indultos separados y sin cabeza conocida: esta gra-
Gutiérrez de Piñeres, como regente visitador para arreglar la Real cia, repito, en un tiempo y circunstancias en que la necesidad obliga a
Hacienda. En cumplimiento de su misión impuso derechos sobre todas abrirse nuevos caminos para atajar males mayores, será ciertamente el
las industrias, aumentó las contribuciones y estableció comisionados más reconocido premio de nuestros afanes, dirigidos únicamente a cumplir
que, so pretexto de impedir el contrabando, todo lo atropellaban y a con la particular obligación de tranquilizar los ánimos de los pueblos, ins-
todo mundo arruinaban. Contra esas medidas se levantaron los truirlos en la verdadera subordinación al Monarca y sus Ministros, mani-
Comuneros y para dominar a los del Socorro, que eran los más, la festarles todo el lleno de sus escándalos para que verdaderamente arre-
Audiencia envió cien hombres, que fueron vencidos por 4.000 conju- pentidos como lo están, seamos también sus mediadores con Dios.
rados en Puente Real. Un oidor que escapó, disfrazado de fraile, El decoro de nuestra palabra empeñada es el punto que menos esfuerzo,
informó aterrado al virrey, el cual envió a Zipaquirá, donde se habían y solamente lo manifiesto para pronosticar, a golpe seguro, la imposi-
reunido ya 20.000 comuneros, al arzobispo Caballero y Góngora y al bilidad de atajar males de esta naturaleza en un tiempo en que los pueblos
comisionado Eustaquio Galavís para negociar la concordia. Esta se se hallan dispuestos o por mejor decir, sacrilegamente infeccionados, ni se
capituló sobre la base de la destitución del visitador Piñeres, de la abo- ve el más mínimo esfuerzo de parte de los Cabildos y Justicias, cuyos áni-
lición de los derechos fiscales y de la reducción de los peninsulares en mos justamente recelosos del furor ciego están abatidos hasta el extremo.
los puestos públicos, jurándose la paz sobre los santos Evangelios en Si seguidos todos los males que ciertamente se habrían verificado quedara
una misa celebrada por el arzobispo. Sin embargo, una vez disueltos un instante libre para remediarlo todo, ¿cuál no debería ser el arrepenti-
los Comuneros, el gobierno colonial, alegando que la capitulación miento de no haberlo empleado? Será acaso menos merecedora esta solici-
había sido coaccionada, prendió al joven José Antonio Galán, lo deca- tud de la gracia a que se aspira, por no haber atajado en tiempo sin
pitó e hizo cuartos; quemó su tronco y puso, como escarmiento, su grandes dispendios del Real Erario, sin infinitos sobresaltos de los

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con un sorbo de idealismo, se desprende de lo humano y se incorpora
Magistrados, sin sustos y sin peligros de los Pueblos y sólo aparece menos
ruidosa y más sencilla la guerra de la persuasión. Cualquiera otro que yo, a las constelaciones.
Si el porvenir para aquella juventud que oía a Mutis se acortaba y
ciertamente desprendido de todo género de pretensiones, se hará sospechoso
en pintar males que podrían reputarse de apariencia. entenebrecía, en el más allá surgía un pueblo cuya grandeza se presa-
Quiera Dios que se haga saber el concepto de lo que por aquí pasa. giaba por la naturaleza puesta a su servicio y era ésa también la medida
de la perduración en la gloria de los que por esa patria se sacrifi-
También a Mutis le valió su actuación de mediador y pronto reci- caran.
bió en Ibagué, en la que imaginamos choza del Cerro del Sapo, la visita Otro interrogante del tema que nos ocupa es cómo se inició y se
del arzobispo virrey, quien en ese lugar humilde celebró la misa, desarrolló en Mutis ese interés imperativo y aliciente por América;
tal vez entre arcos de quiches y flores recogidas en los montes por cómo con él se fué compenetrando, hasta quemarse en la pira de un
humildes campesinos. servicio a gentes nacidas tan lejos.
Así comenzaron las relaciones entre esos dos grandes hombres que Para la época de estas actuaciones ya la América, en el concepto de
tantos puntos de contacto tenían; el uno de Cádiz, el otro de Priego de los españoles era una porción de la monarquía casi como las demás
Córdoba, ambos eclesiásticos, letrados ambos de asiduas y elevadas peninsulares y la cobijaba unívocamente el interés de los buenos
lecturas; ambos, por fin, fervorosos en la incorporación a España de patriotas. Pero otra cosa era renunciar a las ofertas de éxitos al alcance
la patria neogranadina. de la mano; otra soportar, como lo hizo Mutis, los enojos de su padre
Aquel año Caballero y Góngora llegaba a sus cincuenta y nueve contra sus designios americanistas; otra aislarse en un mundo tan nega-
años de edad, y Mutis a los cincuenta. tivo a las propias aficiones; otra, sobre todo, quedarse en América y
A muchos intrigará cómo pudo Mutis por el respeto a su propia no resolverse a regresar al paisaje, a la bonanza, al cariño del ambiente
palabra — primera condición para que otros la respeten —; por la per- familiar.
suasión bondadosa e inteligente, llegar a efectos tan marciales como Pero Mutis, con una idea más alta de responsabilidad, de su pro-
fueron las vidas de sus discípulos. fesión y de su propio saber, no corrido de estudiar más y más, una vez
A las lecciones de Mutis nunca pudo restarse ni lógica ni sinceri- graduado, permaneció en el examen y tratamiento del hospital de la
dad, porque fluían respaldadas por una vida austera y laboriosa; gene- Marina en Cádiz por cuatro años más.
rosa con los demás e inspirada siempre en motivos superiores. Y por- Debió ser de boca de uno de esos enfermos regresados de Cartagena
que sustentaba sus persuasiones en la aprobación y admiración de los de donde el joven facultativo aprendió a conocer en esa forma atrac-
sabios extranjeros notoriamente desvinculados de miras políticas. tiva la América distante.
La vida colonial se movía sobre estos polos: inferioridad del La naturaleza absorbe como el vaho de un áspid. Porque las facul-
esclavo, del indio y del criollo. Incapacidad de su mente y de su medio tades gozan ejercitándose y ningún goce es tan humano como el esté-
para originar una autonomía; necesidad de administración y de pensa- tico que nace de la actividad de las facultades mentales. Y allí donde
miento subalternos. la mente, sin interferencias ajenas, vuela de misterio en misterio, de
Estos principios, que siempre han servido para dominar a otros
hallazgo en hallazgo, en la soledad del bosque, es donde los hombres
pueblos, y que entre nosotros siempre han tenido su quinta columna
encuentran mejor el deleite de ser tales.
de gentes empeñadas en devaluar lo nacional y exaltar lo extranjero,
A Mutis el disfrute de la naturaleza, su servicio a la América, su
eran una losa que gravitaba sobre las conciencias y que cerraba el paso
lealtad a España, llegó a convertírsele en un solo ideal indivisible, en
a la igualdad entre España y sus colonias.
un néctar agridulce de despecho y de orgullo y por ellos él se engol-
Todas las lecciones, toda la vida de Mutis eran la persuasión de lo
faba sobre las olas de los días.
contrario. El envolvió la naturaleza neogranadina en interés y admira-
Por otra parte, ya en la Nueva Granada, ningún atractivo podían
ción, y al hombre americano, de todas las clases sociales, en amistad,
tener las ciudades, que apartara el sabio de su amada soledad. El
en prestigio de su pensamiento y de sus capacidades para igualar a los
mismo, escribiendo desde la mina de la Montuosa donde habitaba una
europeos.
choza destartalada, expuesta a las inundaciones del vecino río, dice:
En un pueblo, donde los conflictos inevitables del derecho y de las
Hasta ahora no he conocido que Santa Fé es Corte. Y en otra parte con-
pretensiones conducían siempre a la postergación del nativo y a la
firma: No es ponderable la violencia que me causan las visitas.
superioridad de los peninsulares, supo Mutis eliminar los prejuicios de
Huraños, escurridizos, tímidos se crían los seres de la selva y
casta y la pasividad del pensamiento. Donde la tierra y las oportuni-
Mutis era así. Es de su pluma el siguiente rasgo que revela su carácter:
dades económicas eran sólo prestadas e importadas, y la educación
Hubo en el Palacio (Virreinal) un espléndido convite en celebración de los
concedida de favor, él liberó las fuentes autóctonas de bienestar y abrió
amplias avenidas al estudio de los más vinculados a ellas. años del Rey (4 de noviembre de 1761). Falté a este festivo concurso,
De ahí a la autonomía gubernamental, militar y administrativa, a como tengo de costumbre, por librarme de las amarguras que me produce el
la lucha y al sacrificio, no hay sino un paso. trato de las gentes. He logrado de S. E. esta permisión tan gustosa para
Tal vez Mutis no recorrió ante sus discípulos todos los términos mí como acomodada a mi genio.
del raciocinio irrebatible. Pero ellos sí, porque tal es la raza ibérica que Para lo que allí había que ver, en esa imitación simiesca de la
corte de Madrid, un ojo bastaba.

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CAPITULO VII

PREPARACION DE UNA ANTIGUA CULTURA

No creemos que el patriotismo pueda tener una forma más excelsa


que el deseo de que la patria alcance en cultura y en progreso científico
el mayor nivel.
F . DE LAS BARRAS DE A R A G Ó N .

Dijimos que a los naturalistas del setecientos les tocó, por coinci- Ya Mutis en Madrid, fué pronto elegido para auxiliar de la cáte-
dencia, una visión más panorámica y una fruición más cósmica de su dra de Anatomía que regentaba en propiedad Araújo. Pero entonces
objeto científico. El vertiginoso desarrollo posterior de las investiga- sucedió lo inesperado. El joven doctor que había extremado su prepa-
ciones y la obligada especialización, circunscriben en nuestros días esa ración médica universitaria, más que en los actos académicos se delei-
mirada vasta y unificadora y hacen que sólo puedan disfrutar de ella taba en el estudio del campo.
los hombres de larga vida, dedicada al estudio de los complejos natu- Toda su vida había de expresarse así: Tan distantes han sido mis
rales. En aquel instante la enciclopedia francesa llamaba a las puertas, ocupaciones desde el 17 de Julio al 28 de Septiembre (1761) que no he
del brazo con el romanticismo naturalista alemán. podido hacer progreso en la Historia Natural. Todo este tiempo lo llevo
José C. Mutis había de desarrollar una actividad múltiple en empleado en la amarga práctica de la Medicina.
América. Robinsón Crusoe en una inmensidad científica vacía, llevaría Madrid era centro para la preparación de un naturalista. Ya estaba
el mensaje del saber de un mundo a otro, ávido éste de inteligencia y desarrollado el Jardín del Soto de Migas Calientes, fundado por
pululante de misterios. Felipe VI a orillas del Manzanares en 1755 y lo dirigía el célebre médico
Su preparación española no sólo le bastó para realizar obra inves- y naturalista catalán Miguel Bamades (1708-1771). La emulación venía
tigativa en muchas ramas del saber, sino para transmitir a otros los de fuera porque Bernardo Jussieu había establecido en 1758 la Escuela
conocimientos y la destreza que los había de hacer notables en sus pro- de Botánica y un Jardín sistemático en el Petit Trianon y en 1740,
fesiones y merecer, al lado de su maestro, el respeto de sabios. bajo la dirección de W. J. Hooker, se habían instalado los jardines de
A más de esta capacidad difusiva y promotora, Mutis se distinguió Kew cerca de Londres. No se trataba ya de jardines de plantas medi-
como organizador de los estudios y fué eminente en el optimismo que cinales como el que a solicitud de Andrés Laguna había fundado en
tuvo siempre por las actividades a que se dedicó y en el prestigio que Aranjuez Felipe II, o el de Huerta de Priora proyectado por Honorato
les concedió su vida fecunda. Pomar y realizado por orden de Felipe III. Migas Calientes quería ser la
Gramática y Filosofía en Cádiz, Bachillerato y Filosofía en la uni- representación de la flora del mundo, sobre todo del colonial español.
versidad de Sevilla (1753), Medicina en la misma ciudad por cuatro En tal ambiente y al lado de Barnades, Mutis dedicó tres años, ávi-
años (1750-1754); dos años más de ejercicios de Clínica y Anatomía y dos e intensos, al estudio de las Matemáticas, de la Geografía, de la
Cirugía en el Hospital de la Marina de Cádiz (1754-55); regreso a Astronomía y de la Botánica y a la lectura de los autores extranjeros
Sevilla para optar al título de Bachiller en Medicina (1755); vuelta a que trataban de ciencias naturales. Allí afirmó sus anhelos de estudiar
Cádiz para otros dos años de prácticas (1756-57), y, finalmente, en la flora americana (1757-1759).
1757, a los veinticinco años de edad, largo viaje a Madrid para obte- Notables progresos debió de lograr Mutis en su preparación natu-
ner del Tribunal del Real Protomedicato el título de médico. ralista, pues se le ofreció la oportunidad de ser enviado por el Rey, con
Todo este esfuerzo y sus óptimos resultados eran un bagaje, no otros jóvenes, a perfeccionar sus estudios en las universidades de
sólo suficiente para la lucha de la vida, sino para distinguirse entre los París, Leyden y Bolonia. Pero optó por la que él mismo llama rara re-
profesionales de su época y de su tierra. solución.
La norma de superación que Mutis impuso a toda su carrera, apa- Bullían en su cerebro proyectos grandiosos. En el memorial que
rece si comparamos sus estudios médicos con lo que entonces satisfacía dirigió Mutis al rey el año 63, desde Cartagena — segunda vez que
al vulgo de las gentes. Distinguíanse entonces en España dos catego- llegaba a ese puerto — memorial repetido al año siguiente desde Santa
Fe, habla así de sus planes en Madrid: Iba notando las imponderables
rías de médicos: los latinos, o de toga, o universitarios y los romancistas,
o de heridas, o barberos de traje corto. Estos tenían una carrera muy ventajas que nos hacían en los últimos siglos todas las Naciones cultas, en
sencilla que describe Diego Torres de Villarroel con estas palabras: estas ciencias. En tales circunstancias, un verdadero y desinteresado amor
nacional me hacía concebir y suspirar unas veces, entre varios proyectos
Parlaba de las especulaciones que leía con mi maestro y desde su boca literarios, por el establecimiento y renovación de una Academia de Cien-
partía al hospital y buscaba en las camas al enfermo sobre quien habíadas, observando muy de cerca la inacción en que se mantenían las dos de
recargado aquel día mi estudio y su cuidado. Llevando el barreñón de san-Medicina de Madrid y la de Ciencias de Sevilla; otras veces me proponía,
grar de cama en cama, y observando los gestos de los dolientes, salí médicoen compañía de otros literatos tan hábiles como activos, la formación de
en treinta días, que tanto tardé en poner en mi memoria todo el arte del una historia crítica de todos los autores españoles viendo enteramente
señor Cristóbal sofocada y desvanecida desde sus principios, la importantísima obra de
nuestros diaristas. Ambos pensamientos, que en el corto espacio de dos años
No era, pues, raro que los médicos en las listas de los navios, se llegaron ciertamente a estado de que los viera el público desempeñados, se
incluyeran al nivel del cómitre, del sotacómitre, del calafate y los con- dirigían no sólo a ver despertar en la nación la memoria de los bellos días,
serjes. sino a promover el adelanto de las Ciencias Naturales tan olvidadas en
Por el año 1748 se fundó el Ateneo Quirúrgico de Cádiz que nuestra Península.
representaría una tendencia muy de acuerdo con el criterio de Mutis y Mutis era uno de esos hombres que nacen magnánimos: para lo
que influiría en su futura actividad docente. Su sistema parecía ser: grande y para los demás, para lo abstracto y para las lontananzas his-
más experimentación, menos disputas y mayor contacto con la litera- tóricas. En ello estuvo su gloria como también veremos que estuvo su
tura de los maestros modernos. Por eso el escudo del colegio propuesto deficiencia. Pensar alto de España y de la ciencia fué su camino; el
por su fundador Pedro Virgili, el primer operador de la traquearteria, que lo trajo a Nueva Granada y el que hizo irrealizables sus
fué un puño apretando una lengua. El éxito de esta tendencia en la ideales.
educación y ejercicio de la medicina se abrió paso en muchas Univer- Preguntábamos cómo había llegado él a formar la generación de la
sidades de la península. segunda independencia. Ahora lo vemos claro. Las palabras reciben su

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sentido en la mente del que las oye. Cuando Mutis exalta el amor a la den ser propuestas como ejemplo; trae un raro deseo de comuni-
patria, entiende por tal a España peninsular y a la colonial, un todo carse- juzga interesante toda información de valor científico. Era
en su mentalidad de español. Lo mismo cuando se queja de sus atra- quizá un poco dogmático en un medio reputado como intelectual-
sos. Los discípulos de Mutis, en cambio, disocian los dos mundos: mente débil, pero en su interior, la duda — fuente e hija del saber —
aquel en que pueden influir y el remoto inaccesible de Madrid y del lo hará incesante, insaciablemente estudioso.
gobierno. Era preciso emanciparse para poder laborar por esos frag- Esto sobre todo: Mutis fué infatigable en el trabajo; estoico en lo
mentos de patria que se les concedían. Y surgieron las naciones arduo, insaciable en tomar notas, en anotar detalles, en llevar sus dia-
hispanoamericanas, cada una con el área con que España las había rios Y cuanto más estudiaba más toleraba, más fácilmente reconocía
engendrado. sus errores y más pacientemente enseñaba. Porque la adquisición de
Nos da la idea del empeño de Mutis en su propia preparación la verdad era ardua para él y sabía con qué facilidad yerra la mente
científica un hecho del que nada dicen algunos biógrafos del sabio. del camino recto y cae en la mentira. Por eso tenía buen cuidado de
A los dos años de llegar el virrey Messía de la Zerda, se vió obli- no reírse cuando oía informaciones, por disparatadas que fueran.
gado a regresar a Cartagena, para atender a su defensa contra los pira- En la vida de Mutis abundan las pruebas de su titánica laboriosi-
tas que amenazaban ese puerto, punto cardinal de los dominios espa- dad. En su segundo viaje a Cartagena estudia las oscilaciones noctur-
ñoles en la América. Hubo de acompañarlo su médico repasando con nas del barómetro, hecho que se había escapado a los académicos fran-
él el itinerario penosísimo de Santa Fe a la Costa. Mientras las gestio- ceses: La Condamine y sus compañeros, y para esta investigación debe
nes y disposiciones gubernamentales se tramitaban y mientras estu- levantarse a horas fijas, repetidas, de la noche, a la luz de una bujía;
dia, ayudado por un pescador, la fauna ictiológica del Caribe, Mutis se toda una noche vigila a una crisálida para verla convertirse en mari-
da a aprender la lengua inglesa. Se mezcla con los marineros, alterna posa; se impacienta porque no amanece para examinar las plantas
con los prisioneros hechos a los piratas y así en pocos meses se capa- traídas la víspera; el i de enero de 1777 pasa la noche comparando y
cita para traducir las obras científicas que en esa lengua llegaban a sus rotulando un envío para el Gabinete Real y para su amigo Linné;
manos ( n ) . siembra cuanta semilla cae en sus manos, vigila su germinación, anota
El equipo intelectual del letrado gaditano, cuando aceptó el acom- sus peculiaridades; no pierde animal que le traigan sin estudiarlo, ni
pañar al virrey de Nueva Granada era excepcional. Nunca fué literato, fenómeno natural sin escudriñarlo; hasta se está plantado apreciando
pero su estilo, sobre todo el epistolar, es lógico, directo, claro, encen- el crecimiento del plátano.
dido a veces, irónico y festivo otras, algo sentimental a ratos y de No hay en la historia de Colombia un personaje a quien podamos
dicción castiza. Domina el latín, no sólo para leerlo, sino para escribir conocer día a día, en sus adjuntos y en sus pensamientos, como a
en él con buena sintaxis y perfecta corrección gramatical; aun compuso Mutis, y eso por sus diarios, por sus registros botánicos, por su
versos en lengua del Lacio en los cuales hallan algunos regular poesía- copiosa correspondencia, por su sinceridad.
Lee cómodamente el francés y parece que también el alemán y el Callado, ordenado, pulcro, la letra de sus escritos será equidimen-
griego; posee — hasta donde llega la ciencia de su tiempo — las mate- sional, como de quien por ningún lado tiene estorbos para pensar ni
máticas, la astronomía, la geografía, la física, la química y la farmacia. cortapisas para comunicar su verdad íntima; la verdad que había de
Está capacitado para investigar en botánica, zoología, paleontología, buscar como sagrado tesoro a través de los mares. Elige para sí el viaje
paleografía y medicina. Descuella en su profesión y se le puede decir al Nuevo Reino que para otros hubiera sido sepultura, y ofrece al
completo humanista. Como sistemático es claro, preciso y ordenado; virrey con palabras de Linné, como premio suficiente al apoyo que le
fiel a lo objetivo, rico en las expresiones. pide, el honor de la estatua.
Eso en su mente. En su criterio trae un patriotismo y un aprecio Hay quienes digan que eso es vivir en las nubes. Pero recordemos
vivo a la ciencia; una sensatez y honestidad profesionales que pue- que de las nubes desciende la fecundidad.

(11) En el Diario de Observaciones, correspondiente al año 1-762 el Hí* ^ Z i Z I Z r • \ ^

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CAPITULO Vili

MUNDO NUEVO

La América en cuyo afortunado suelo depositó el Creador infinitas


cosas de la mayor admiración.

J. C . MUTIS, R e p r e s e n t a c i ó n al Rey.

Desde que Mutis sentó el pie en Cartagena «antemural de las Ríos que se vierten en el océano de Balboa; caudales que bajan al
Indias», pudo persuadirse de que sus ansias de naturaleza, su avidez de Caribe; arterias que circulan hacia el Lago de Maracaibo; largas y
problemas no habían sido engañadas al emprender el viaje a América. tortuosas vías fluviales que en su pulsación anual dan su limo para
El territorio del virreinato abarcaba entonces desde las Guayanas robárselo después, a las llanuras orinocenses y amazónicas, son el
al Este, toda la costa suramericana hacia el occidente y el Sur, hasta más abrazo de esta tierra a todos los puntos cardinales.
allá del golfo de Guayaquil. Además las tierras inmensas — ¿quién las De esa tortura de montañas y valles sobresalen volcanes, apagados
conocía? — que en el interior habían sido conquistadas por las armas en su mayoría, e imponentes nevados como testigos gigantes de los
de España y que colindaban con Portugal y la hoya vastísima del río días del Génesis.
de las Amazonas o de Orellana atravesada por la línea equinoccial. Los estratos de las rocas, las entrañas de la Cordillera, son un
Hoy en ese territorio viven y emulan y golpean cinco naciones his- cofre de metales, de piedras preciosas, de minerales constructivos, de
pánicas: Venezuela, Colombia, Panamá, Ecuador y parte del Perú, por reservas energéticas que, roto en la aventura de las metamorfosis cós-
desatar para los hombres sedientos, las fuentes copiosas, escondidas en micas, abre al alcance de los hombres su tesoro milenario.
la roca, del sustento, del bienestar y la cultura. Aunque los climas-temperatura se diversifican en Colombia por la
Esa era, en el lenguaje mutisiano, la América Septentrional, el gradiente de las alturas sobre el mar, coincidencias de la orografía han
Nuevo Mundo español, dilatado en Suramérica al norte del ecuador llevado a diversificarlos. De o a 1.000 metros sobre el mar están las
geográfico. tierras cálidas; de 1.000 a 2.000 metros sobre el mar las tierras tem-
Desde aquel primer momento en que Mutis queda prisionero en pladas; de 2.000 a 3.500 metros sobre el mar las tierras frías y de ahí
realidad del misterio tentacular, él en su fantasía toma posesión de hacia arriba las tierras gélidas. Y en esa variedad de pisos térmicos,
él — nuevo Adelantado a nombre de España — para dilucidarlo y de complicada por la humedad y la naturaleza de los suelos, se despliega
la gloria épica de descubrirlo, para asombrar con su publicación a los la multitud de habitaciones fitogeográficas, donde la flora varía en
sabios de otras naciones. gama asombrosa. Arriba el pajonal que rodea las cumbres nevadas;
Juzga suyo el enigma y por eso en su Representación al Rey, refi- después el páramo, el bosque andino, las llanuras andinas, el bosque
riéndose a Nicolás José Jacquin, quien se preparaba para editar en subandino, la llanura subtropical, el bosque subtropical y, por último,
Viena su Historia de las Estirpes Selectas Americanas (1763), la subxerofitia que circuye nuestro mar Caribe.
le dice: Mutis, llegado a Cartagena, debió requerir la carta geográfica
Arrebatóme de las manos este insigne botánico los más preciosos des- del país al cual se abrazaba ya como a objeto de sus investigaciones.
cubrimientos que pudieran haberse comunicado con gloria de la Nación Le presentarían los mapas levantados por marinos, de las costas y for-
por un Naturalista Español, si hubiera yo tenido la oportunidad de haber talezas de la Nueva Andalucía y de Castilla de Oro. Sobre la Tierra
llegado dos años antes, gratificado con alguna pensión, inferior a la suya. Adentro sólo pudo hallar tentativas infantiles con muchos Euros y
Imbuido en las ideas de Mutis, el arzobispo virrey propondrá a la Notos soplando a todo carrillo, una brisa que él echaría de menos en
Corte el arbitrio de conducir a los viajeros alemanes a explorar las tie- el aire caldeado de Cartagena.
rras ya reconocidas por el sabio español para limitarles el hallazgo de Hacia mediados del siglo x v m el P. José Gumilla publicaba en
especies nuevas. Madrid para su Orinoco Ilustrado el mapa de la Provincia y Misiones
Alojado Mutis en una de aquellas casas coloniales de Cartagena, de de la Compañía de Jesús del Nuevo Reino de Granada. Según él, el
anchas puertas, altos techos, muros espesos y jardines perfumados, Orinoco anchuroso nacía en tierras de Andaquíes cercanas a Popayán;
donde la hamaca — sabiduría del trópico — es arrullada por las olas y los orígenes del Cauca no distaban mucho de la ciudad de Antioquia;
las palmeras; acallado el bullicio del recibimiento virreinal, debió de los del Catatumbo circuían a Pamplona y los santafereños podían abre-
reunirse con algunos conocedores: criollos viejos, arrieros indios o pes- var sus ganados en los manantiales del Magdalena.
cadores y bogas negros, para oír de su boca las noticias que de la tierra Tal estado de la cartografía colonial hacía imposible el gobierno,
pudieran darle por anticipado. dificultaba a lo inmenso la delimitación de las jurisdicciones y la
La naturaleza de Colombia reclama, no un sabio, sino una suce- tenencia de las tierras y, sobre todo, revelaba una absoluta despreocu-
sión inagotable de investigadores. Su territorio emergió de los mares pación de las gentes por el país donde habían nacido.
primitivos, de Sur a Norte, como una continuación de los Andes, la Entre quienes informaban a Mutis en aquella coyuntura, no falta-
más prolongada cadena orogràfica del planeta. rían gentes venidas del Reino, que era el interior. Le hablarían del
Pero los Andes, que en los países al sur del nuestro, forman un Tequendama, catarata de muchas toesas de altura, donde el agua al
tejado sencillo, casi una media agua, que reparte los ríos al Atlántico caer se convertía en niebla; del puente natural sobre el río Sumapaz,
oriental remoto y al Pacífico occidental cercano, desde que definieron roca atragantada en grieta profunda poblada de guácharos nocturnos;
su levantamiento para originar nuestras tierras, se bifurcaron en cor- de peñascos y despeñaderos; de cascadas y lagunas ricas en energía
dilleras y serranías, separadas por valles anchos y dieron ser al sistema potencial; de cuevas plenas de misterios biológicos y de tradiciones
orogràfico más complicado y a las vías fluviales más desparramadas del indígenas; de artefactos de barro y de oro que se hallaban soterrados.
Continente. Erizado de montañas el interior del país, en sus márge- Pero lo que más anhelaba el joven viajero era oír acerca del clima,
nes occidental y norte se tienden vastísimas llanuras que paulatina- de la flora y de la fauna, digna clámide real de esa geomorfología
mente descienden al mar, y se continúan en un amplio zócalo conti- maravillosa.
nental submarino justificando el nombre de Tierra Firme que le Oiría fábulas. Las que refiere el P. Luis Losada en su Philoso-
dieron los primeros navegantes. Al levante y al sureste, llanos inmen- phia de una planta, que había en Panamá, llamada Bien te veo, porque
sos se dilatan hasta el caudaloso Orinoco y serranías de gradería van al pasar junto a ella los viajeros que no fueran cantando Bien te veo,
humillándose hacia las orillas del potente Amazonas. eran apresados por sus ramas y devorados.

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vocaban alucinaciones de felicidad, ya que su realidad era tan triste; del
Oiría verdades. Que en las proximidades del Ecuador no se pre-
yarumo, cuyas cenizas se mezclaban a la coca; del curare; de la liga o
sentaban las alternativas anuales de las estaciones, sino que en cada
jebe con que los bárbaros hacían pelotas elásticas; de flores que abrían
localidad la elevación solar, la duración de los días y la temperatura
de noche y en la obscuridad exhalaban sus perfumes; de tintes extra-
eran casi invariables todo el año. Que, en cambio, a diferentes alturas
ños, de esencias acendradas por milenios en los troncos de la selva.
sobre el mar, en los pisos térmicos, o fajas altitudinales, la tempera-
Y luego oyó decir de los animales, no tan variados tal vez como los
tura variaba paulatinamente desde los grandes calores a la orilla del
océano y en las márgenes de los grandes ríos, hasta las cumbres enca- del viejo continente, pero vistosos e interesantes. De las loras, de los
necidas por la nieve perpetua, iguales a esos indios que las habitaban, monos, del mundo interminable de las aves; de las tominejas, terror
los cuales llevaban siempre en la cabeza su «juraica» o montera de de las madres porque sus plumas quemadas producían quiebras a los
niños; del más proteico todavía de los insectos, de las mariposas azu-
lana blanca.
les de Muzo, del escarabajo de oro. Le describirían el cóndor y el
Por primera vez Mutis oyó, o mejor vió, hablar de las orquídeas
pájaro mosca. Le exagerarían las serpientes, los caimanes, el perico
indescriptibles de las cuales sólo daban idea las contorsiones que sus
ligero, el tapir, los tigres, el oso hormiguero, el manatí, los armadillos,
interlocutores hacían con las manos y la boca. Escuchó de las palme-
ras: de las que nutrían a las tribus indígenas y las vestían y les daban los ciempiés, toda esa fauna que dibujan en sus viñetas Antonio de
techo y vino y cuerdas y redes y armas y alimento como el pichiguao, Ulloa y Jorge Juan, como nativa de Cartagena y en la cual no había
que cuando madura en los llanos levantinos los indios engordan, y tam- bicho que no fuera capaz de devorar a un hombre entero.
bién de las palmas de cera, que crecen en las montañas elevadísimas Ya en la alta noche, cuando sus informantes se despidieron en el
sacando su cabeza, mucho más alta, sobre el bosque que las rodea y amplio balcón que miraba al mediodía, Mutis debió detenerse para
sobre las nieblas mañaneras y de las cuales se obtenía preciosa cera admirar el cielo austral, ese cielo esplendente de las regiones costeñas
colombianas, donde las estrellas, como había de decir Humboldt, vier-
para hacer candelas y antorchas.
ten su luz zodiacal esmeraldina sobre la superficie del océano, y donde
Pronto los informantes de Mutis supieron que él era médico y vol-
pende, ungida de ascéticos silencios, la brillante cruz del sur, trazando
caron en sus informaciones cuanto el vulgo daba por cierto de la etno-
los perfiles de las palmeras, orientando lo mismo al gañán que al sabio,
botánica y de la superchería de las plantas.
mientras los grillos y las chicharras sugieren en el crespón de la noche
Le hablaron del «túa-túa», cuyas hojas arrancadas de para arriba
mundos maravillosos de germinaciones y de instintos.
son vomitivas, de para abajo son purgantes. Le dijeron de la quina del
Como ese lucero que rielaba en el mar, el letrado español se agi-
Perú, precioso remedio de las tercianas y cuartanas; de la ipecacuana.
Le mencionaron el tabaco, planta infernal que los indios se metían taba aquella noche en el obscuro de sus cavilaciones, luminoso y soli-
encendida a la boca; de la coca, con que apagaban su hambre y se pro- tario.
^Discurso ^ràtìbr
0cl Continuador m la Vloraáj)m¿¿/

f>
WJ/J J}ofanieeL Ad Atrio propese» mirapiJev JesJe cfsy/o Jiezjtcio. Jos tietfurafaetsjiu. Ln tccorriJo ¿idruri
j Jemos portes Je/fUo nosoù ion ¿minio mas numero Je p/ontos pue ias menc'ionaJaspore/re/cire^urmfajinojiuAan,
emU/dJo Ù ciencùv con /aminas mas^peritasj-conp/efcts} /a ian ritirilo etsisfcmas menoscmpíiúJac,puna nueva)nomenc/a,-
w L sostituii áfa antipode Ùa ^tcmaJestaia, reservaJa, a/Mn^sor Je Of>sa/: sin estDrfiorma), Jice un ndunt/ùM ysa/io
politico, /a mas rica,, amal/ejpjacit de ùs fres partes Je /a fiistoria)natura/ Aairia. sido musano a/andmor/a).
QSenor/f). Cortos tercerof restaurodor de L /botanica)en lspanaJffìe uno Los*vfl(onarcaspie confri/uyeronmasJa&
Ùntamiento di vt* únaos- iste ì/leyjì/osojo conocio iien fa neccsììa) ájucs fa J^merieasfiuese vùifadasporsussa/ios nafura/stasSa,'
ficundidad il este sullo ; fa diversidad de dima s, temperafurasp e/erOeiones^prometían preciosas y/antis a/a ttfedicinDy á/as ¿Iztes. C>rL
(A oífieto estai/ecio a suspensas, y con üpncrddiQpropùOde un ylepi/usfrado, /as oapediiww dc/Mid, ¿MM-Ípufa),
Mpthcus yfa ¿sii SMuyd yicpno ife&ranadas.
j Conpuntad satisfacción, se vio en todo e/fque ù eicaoSpant estayu/tinuv expedícion, científica)Aa/ias recaòo ene/peJ
comenzó J fiOcer ra pax) las ciencias uti/es so/re nuestro iorizontt) ! Sa extensión Je conocimientos en fas ciencias natumfes» /os fra¿¿fias
Je /J). Jose Ce/estiho d/ufis en estos ramar desde e/ano Je fí&o*;su credito entre /os saiíos Je Suecia,f con quienes estnifeclo desde, agüe//**
pocaJuna/eorrespondencia)cántica); su inti/ipcnciaden /osprincipa/es idiomas Je^uropa), yen eí foie^ su empeño en introJuaiDeyO
iste rtpio /07 conocimientos uti/es* su Jesinteres en(propagar/osy mfirmar Jisapu/asj p apue/gusto de/icado(pclraircifar>pua/^uibD
asunto, pie /ep^npo si/mpñe) /a estimación y confianza) intima) J¿ /os wfis,Jueron /as expresiones conpuc ei $mó.p ¿rima-
u/ñfonia Cavatine y Gongora))flircppucfiuede, este repto, re cerniendo a este saiio en su informe) Je de d/favzo Je f7&%*
Cstas expresiones J¿ un Uefie fan t/usfrctJo como virtuoso movieron e/animo de/'jbif y- c/de su ^f/ihist**"
/f/dj/orjues Je ít Sonom), p aun prro)uxcrm rrufozJ¿Ttifo de/^ue se desea/J. j/or}/ieaíÓDcn Je Í7¿2>*1%) se puso enposesurrO
/ c
a <Jfút¿ (par* eonhhuaO sus traídas, g-fiara^pexficcionaD /ospue a sus e penseos /id/ias emprrnfih)f remunerandose/os con /¿D
gpahficacum) Je Jos mi/Joí/oms. Seis iA^OrJenes Je apueitiempp manifiestan/ iienpudparoJ esfaje,?pe)iciorD nopuiso ei
/lepsea/orrase o¿sto a/guno. Seis A/ repodo Jei SeñorCfi- Cctr/os yuarto nosfiacm corwceDyuD este ^Jíónarca /icrrJo-^
ios sentimientos eL sti ilustrado 3hdw. ~¿lSeñor/fi.Jsmando séptimof en /ospocos Jicupe goéemdpor si /á ¿J/m^uid),y
tn me)io le mudas ¡npietuJes i izo co/ocJD e/retrato JdestesJw con e/Je Jütomo^ Cctvanifies tn eí &ea/Ja7)m frotan
co para pie sirvieran! J¿J esfimuh J / afiwedfu).Qn esto reynaio, /a J/ürcV J¿J^op}tü)f esho/ra) immensa)pcíra cuycD
execucwTV no a/canzo /a ri)a k* un /tomíudso/o, Jriia eomen'zax) el Jarse a /uzs*
Sos treliah petcsaiínmienfa iofamios JeCDJosdCc/esñho u/fais empiezan, JesJc Ano 9c
ei Cartioend. tyfsJe, Ji\ ¿ycsarlc/yoco tiimisv pud)permanecida ascfjixJ su f/ortaJ con e/ia/izoo Je muc^^A^
tas nuevad y y» v t/ cyr\ // //' ) Á ) f^Á^J^)^
i presen^ ^
oherveuiones ¿oír* /a) yo/yparmD. —

totume* * entraran al atoatt¿'3>.S*J,AAoi&lth>. -

Facsímil de una página del prólogo de la Quinología de Mutis, escrito por Sinforoso Mutis y caligrafiado por el pendolista José María Carbonell.

- 31 -
A R B O L N A C E D E R O

e vO

DIDYNAMIA ANGIOSPERMIA. (Al margen): Gen. nov.


Sapo, Januar, 6, I 7 7 9

___ ^ y t f * 1 / ^ " * ^ * t e . C t i c o
< U t. 9 c

é y i í & t t f v . o J t t n C<H*4J El CdJfe es de una sola pieza, profundamente cortado en cinco


ojillas iguales, convexo por debajo; las ojuelas, muy derechas, en
forma de tubo, mantienen la flor, que cae poco después de su
t y r l i f j j fcpUA._ ^ í & t & ü o t . 4 / * 1 f o / *
explicación: ovadas, obtusas, cuerudas, ligera y blandamente vello-
sas por afuera y muy lisas por adentro; pequeño (4 lin. largo 3 1 / 2
lin.)> verde y persiste.
Coro/a de un solo pétalo, ringente; el tubo pervio por su basa,
cilindrico y poco después ventrudo y allí muy liso. Acia la mitad
comprimido por sus lados, tocándose interiormente de modo que
allí queda cerrado el tubo; después, inmediatamente, se dilata
C t / Í ? OJU: < ^ t r Z L c t J á ? v P t Z t v • ^ « r , ¿ - / k l r ^ r f f y ensancha para formar el limbo ampio, donde está cortado en
y A } S2* cinco partes que forman los dos labios.
El labio superior consta de las dos ojillas, un poco aproxima-
Ctuco
das, y el inferior de las tres restantes, dos laterales y una interme-
•íf / /^(¡•¿íV
<t*/ütrY con
cotí *7 U a t
shx
dia; todas ovales, obtusas, revueltas acia afuera y todas casi iguales
entre sí.
U «4.1 De la mitad del tubo, acia arriba, todo el pétalo es felpudo
r a t S e«r>*. por afuera y muy liso por adentro y en la basa, de un amarillo que
A«4 O-.»«. se cambia en coccíneo. Tiene de alto, estando bien abierta la flor,
1 1 ¡2 pulgada y en lo más ancho del limbo cerca de una pulgada
de diámetro.
lito ¿ y / 0 se P*- Cáct¿U-CA .
Cuatro E s t a m b r e s , dos y dos. Cada dos filamentos nacen unidos
Tr^e ^ ív/to
J ! ; en una membrana ancha, oblicuamente insertada al lado del tubo
y I \ & A A & . — ^ a«X ¿/'ttJL c f r *
y7^- ^
V e r t e r é . más abajo de su mitad; y por este nacimiento se inclinan y recues-
U/«« tan sobre el labio superior. Después de tres líneas (6 mm.) se
dividen y van libres, pero acompañados: los dos más próximos y
posteriores son un poco más altos: todos sobresalen de la corola;
y
A 1
/ < y o, A son gruesos y un poco encorvados. En las flores bien abiertas
sobresalen cerca de media pulgada (1,5 cms.).
V ... : ^ y ¿ f Las A n t e r a s oblongas y grandes (3 lin.), por delante, pero
I u J A,*** ^ — / V
perfectamente divididas en dos y partidas por la basa casi
¿ ¿ y ¿>cu> e ^ e t é
asta la mitad; por detrás convexas y unidas en lo restante: por
los lados barbadas con pelos largos y copiosos. Cada parte está
sulcada ligeramente a lo largo y por allí rompe y manifiesta un
«Vi solo loculamento cada mitad.
(Parece ser ésta una prueba que confirma mi conjetura sobre
el número de los loculamentos de las anteras; pero todavía nece-
sito repetir mis observaciones antes de asegurar esto positiva-
mente.)
„ . r *t En efecto, repito en esta planta las observaciones y hallo las
f / t - a j+JUaS*.

r ú s , ¿ j anteras perfectamente biloculares: y pocas plantas se hallarán en


que se vean las anteras tan enteras después de la explosión del
p H i ' t * '
polvillo. Este es globuloso, blanco y sumamente liso.
— ^ A L
/y l c v j
/f l ;
• c
7
t i . El P i s t i l o . Germen ovado, mediano (casi de la altura del cáliz)
"«/ CJ.. y muy velloso; el vello pequeño y duro.
E s t y l o subulado, casi tan alto como los estambres; sube acia
^t/í exure,
el lado superior para colocarse entre los estambres intermedios y
'no ^yi—^^ j s / j ! t o ¿o-, ( í ^ e ^ k ,
más próximos y después se encorva acia la punta, acia adelante.
1 evJ y t E s t i g m a ligerísimamente dividido: una división que es propia-

ame+o-* ¿4-t > ¿Ájffl


mente la superior, sumamente pequeña y obtusa; la inferior mui
¿a'
fyoihtfosJi*»' jfprA/Các .
larga (1 1/2 lin.), acanelada y subulada.
f
V V»

yetto/o x e C ^ t ^ x t ^ o ^ St^ta .

Cstyío / J / y J ( 3 oJ eo-ft' o / r v CO<*~9 ¿>J Crtn.rijí/4,.

& U

> /
*- •OfOllflí/y " . c f t Hit.1
Mu / 1 e i — Q t , \ ^X/CÍxt-C. t

Facsímil de la descripción hecha por don José


Lfaf^ /ttffri'/'u^a.^^ af'V'Jjcío VíittA ííu//•«'«-(A,
Celestino Mutis del árbol vulgarmente llamado,
/ V . i / < f f - "
en Ibagué, «Nacedero», y que después recibió el
nombre científico de R u e l l i a gigantea Humb. et
/ ^ o . A ^ n J h ^ . y / C J d j n O . Bonpl. y de T r i c h a n t h e r a gigantea (H. B. K . )
Nées.

— 32 —
T.
W' m

Madrid, 1675 a
avi er "orus meuL, Trichanthera gigantea ( H u m b . et Bonpl.) N e e s . T a m a ñ o natural
Sucesores de Rivadeneyra, S. A. Impresores
CAPITULO IX

GRANDEZAS Y PEQUENECES

Even such is time that takes on trust

And pays us but zvith age and dust.

SIR WALTER RELEIGH.

Carecerían de interés humano la persona de Mutis y el retablo de una gran colección de plantas tropicales, pero murió sin reseñarlas.
su Expedición si en ellos todo hubiera sido perfección y éxito. Ya pasó
La Condamine describió el caucho, la quinina, el curare, la ipeca-
la época de los panegíricos totales y no se los encuentra ni en las Actas
cuana, el guayacán, el matapalo, más bien desde el punto de vista de
de Canonización.
lo maravilloso y de sus productos, que desde el sistemático. Era gran
Será bien, por lo mismo, que para dejar el camino expedito a la conversador y en Francia se hizo corriente un epigrama que rimo en
merecida exaltación de la Expedición Botánica del Nuevo Reino, bus- castellano porque en francés no lo recuerdo a la letra:
quemos en el análisis de algunos adjuntos, las causas probables de cier-
tas alternativas en su figura central, y en la obra conjunta de su equipo. Una vieja y un viejo se casaron
Llegaba a las Indias J. C. Mutis brillantemente preparado en El señor Condamine con la Academia;
medicina, fascinado con la flora, fervoroso por hacer patria mediante la El está sordo, malo para él
exaltación del pensamiento nacional. Pero el éxito que nos auguramos Pero no mudo, malo para ella.
en la juventud es quimera que la realidad va despojando de sus afeites
hasta que nos desposa con lo inconocible. Grandeza de un lado, la inagotable flora de América. Pequeñez en
Desde el día en que Mutis desembarca en Cartagena la naturaleza los hombres que querían describirla y publicarla y que en su aisla-
americana parece hacer explosión delante de sus ojos. Aprovechando miento neogranadino poco podían captar de la efervescencia investi-
que el virrey debía demorar dos meses en aquel puerto disponiendo los gativa y bibliográfica que inundaba a Europa.
detalles de ciertas empresas, como eran el cerrar a Bocagrande, reves- Dificultaba y aun dificulta poderosamente todo el trabajo sistemá-
tir de ladrillo el Castillo de San Lázaro, reparar la muralla del Norte tico en nuestro continente, esa inmensa dispersión de los documentos
y disponer lo necesario para contener a los piratas y castigar los des- básicos del trabajo, de los tipos y de las descripciones originales,
manes de los indios guajiros y darienenses y sacando oportunidades de recolectados y archivados por un enjambre de viajeros fugaces, en her-
la dolencia que le exigió reposo, el gaditano se entrega al estudio de barios dispersos y en revistas de corto tiraje que no alcanzó para que
los bosques subxerofíticos que entonces llegarían hasta los aleros del unos cuantos ejemplares llegaran a nosotros.
reducido caserío desgranado por fuera de las murallas. Se instala en Esta dificultad, que en nuestro siglo, por una parte se presenta
Matute. Camina y el sudor baña su cuerpo. gigantesca, dada la vejez de los documentos y que por otra se ha sal-
A la primera planta que le pareció pertenecer a un género nuevo, vado mediante una colaboración organizada entre los centros cientí-
le puso por nombre Barnadesia para honrar a su maestro de Migas ficos, a mediados del siglo x v m era invencible.
Calientes. Con extremo cuidado arranca las raíces para examinarlas, Sobre los géneros nuevos creados por Mutis pendía, como espada
analiza todas sus partes y las describe en un latín que, de copia en de Damocles, la ley de las prioridades. Su Barnadesia, primer hallazgo
copia, ha ido perdiendo de su corrección hasta hacerse en partes en los alrededores de Cartagena, hubo de morir antes de nacer.
ininteligible. La caracterización termina así: Otra pequeñez se presenta en la sistemática de las plantas america-
Amico aestimatissimo D. D. Barnades plantam descriptam (dico) nas y es la insuficiencia de muchas descripciones antiguas originada en
Crescit confertim in locis kumidis juxta parietem hábitationumrusticarum la prisa de los Pródromos por asegurarse prioridades y en la suposición
de Matute prope Carthaginem Amerícanam. Ibi primum vidi Barnade- de tener delante todas las especies del género. Descripciones como
siam¡ nec alibi eam rursus videre contigit. ésta: Arbor 6-8 metr. alta, ramis depauperatis, floribus auranciacis haud
La Barnadesia que entonces creaba Mutis y que le pareció provi- speciosis no caracterizan nada. Se pueden cambiar por otra que diga
soriamente una gencianácea, es perfectamente distinta de las que des- Eritrina examinada con mal humor y constituyen verdaderas trampas
pués formaron el género de ese nombre — hoy llegan a unas veinte para los futuros que, adelantando las exploraciones exhaustivas, quie-
especies — creado por él mismo y hecho permanente por Carlos Linné ren ordenar un género mediante cuadros dicotómicos. En todo caso,
hijo en 1781. Estas son compuestas espinosas del bosque subandino juzgar las prioridades de Mutis a la luz de las normas modernas, sería
en tanto que la Barnadesia primera tiene Corola: petalum unicum cam- como calificar las culturas nacientes por lo aceptado en nuestro siglo.
paniforme, tubulatum; limbus quinquefidus, laciniis subrotundis reflexis. América era extensa. La conquista del territorio colombiano se
Tal vez para entonces ya conocía Mutis la obra que Antonio de hizo siguiendo cuatro rutas. Una la de don Gonzalo Jiménez de
Ulloa y Jorge Juan habían publicado en cuatro tomos (Madrid, 1758), Quesada partiendo de Santa Marta, Adelantado de su Gobernador don
bajo el título: Relación histórica del Viaje a la América Meri- Pedro Fernández de Lugo; otra la del mariscal Jorge Robledo,
dional, donde describieron los árboles, hierbas, fieras, aves, reptiles e Adelantado de Pedrarias Dávila y que salió de Cartagena por el Sinú y
insectos de Cartagena. La obra de Jacquin todavía no había visto la el Cauca; la tercera, la de Sebastián de Belalcázar, venido desde el Perú
luz pública y la de los matemáticos enviados por la Academia de por las cumbres de los Andes; por último la de Nicolás de Federmán
Ciencias de París^ era más romanesca que científica. quien, desde Coro de Venezuela penetró por los llanos que van al
Esta expedición famosa, presidida por Carlos María de La Conda- Orinoco y cuya huella borraron los pajonales de la planicie verde,
mine, quien había aportado 100.000 libras para financiarla, y que, con para que nada nos quedara en nuestra cultura que no fuera español.
otra similar enviada a la Laponia, debía comprobar experimentalmente La fundación de Santa Fe de Bogotá, una aldea de cabañas en la
las discutidas teorías de Newton sobre la forma y masa de la tierra, sabana fría, rumorosa de maizales, donde lagunas cubiertas de junca-
llevaba como principal botánico a José Jussieu, hermano de Bernardo les albergaban bandadas de patos, de tinguas, guacos y chorlitos; allí
y de Antonio, sucesor éste de Tournefort, tíos los tres de Antonio donde la civilización chibcha había alcanzado su parhelio de organiza-
Lorenzo, fundador del sistema taxonómico de su nombre. ción social y de densidad demográfica, fué el resultado de la confluen-
La Condamine publicó en 1747, en Londres, A Voyage through cia de esas cuatro órbitas de valentía.
the Inner Parts of South America. J. Jussieu (1704-1779) formó La bondad del clima, sus provisiones, sus riquezas de indios, la

-33
personalidad del letrado granadino que fué Quesada, el primero que lo condujo a determinar palmeras por sola su inflorescencia. Esto
escaló esa meseta andina, emplazaron para siempre la capital de la hacía escabroso el camino de Mutis, inciertas sus determinaciones.
nación en Santa Fe de Bogotá, llamada así porque recuerda en su En la vida de la Expedición jugaron otros factores de grandeza y
topografía la Vega del Genil, Cuarteles de los Reyes Católicos en la pequeñez. \
reconquista de Granada. Después se pensó en abrir caminos hasta Llega Mutis a Santa Fe con su colega el cirujano don Jaime
ella, aprovechando la navegación del río Grande de la Magdalena. Navarro quien debía ser de los de saco corto y las gentes, aunque urgi-
Pero para siempre hubo de ser Bogotá la capital más retirada del das por mil dolencias, les muestran menos confianza que a los curan-
mar entre todas las americanas y para siempre los colombianos nos deros charlatanes.
familiarizamos con la distancia, con las largas jornadas, con el aisla- Proyecta Mutis su Historia Natural de América, pule las aristas de
miento de las aldeas y con la dispersión demográfica. Encajados en el sus planes con minuciosidad exquisita, pero en Santa Fe — ¡qué va!
continente vivimos como isleños, prescindimos del mar y nos resigna- no halla recursos para desarrollarlos.
mos a ser olvidados de ultramar. Confinados, nos faltó el estímulo de No pocas contrariedades debió sufrir Mutis por causa de la incom-
ser testigos del esfuerzo ajeno y nos creamos normas contraídas para prensión de la sociedad santaferefia; incomprensión con que los medio-
medir los valores humanos. Los que tuvieron caudales buscaron gas- cres castigan siempre a quienes notoriamente los superan. Una frase
tarlos lejos y los lujosos hubieron de importarlo todo para sentirse y suya incidental nos revela ese aspecto de su lucha: ¿Pero qué progre-
aparentar que eran señores. Por paradoja ausentes de los hombres que sos, dice, podría hacer un hombre sin protección y con la nota de distraído
crean la cultura del mundo, concedimos al extranjero un valor feti- de ideas extravagantes, según estos sabios de aquel tiempo en el Palacio y
chista y remachamos las cadenas de una mentalidad pedisecua, de una en la capital del Reino?
postrada capacidad de ataque a la vida. ¡Oh los sabios de la corte de Santa Fe; los del vestido viejo de
Este proceso inexorable de psicología de masas explica muchos Fernando V I y las gorras de terciopelo carmesí! Con razón don Pedro
detalles de la historia de la Expedición Botánica y declara ciertas de la Zerda los metió a todos en la cárcel por media hora, como a
actitudes de Mutis, de Caldas y de todos los hombres de su escuela. rapaces de escuela, porque a su regreso de Cartagena por el camino
La obra botánica de Mutis llevaba su disolución en las entrañas. del Carare no salieron a rendirle pleitesía en Usaquén, según era de
Semejante a los aviones dé hoy día, cargados de combustible listo a protocolo»;
desintegrarse, volando a velocidades que al menor roce provocan la Dirige Mutis desde 1763 su representación al rey solicitando su
incandescencia de los metales; la Expedición, por sus propias exce- patrocinio en cambio de toda su vida entregada al esfuerzo y al
lencias, cabalgaba en la muerte. prestigio de la nación y la respuesta sólo llega al cabo de veinte años,
Mutis a fuer de europeo proyectó como entonces se proyectaba en cuando los climas y las angustias han mermado su salud y su ener-
los países más adelantados. Como español templó más el arco, se enar- gía y se le ha adelantado en el favor del monarca una turba de
deció en el esfuerzo, se enamoró de Dulcinea. Como una sirena homé- mediocres.
rica lo iba atrayendo la flora granadina cada vez más incógnita. Y no Se accede a su solicitud, pero con la condición de que entregue
medía ya, ni los años de su vida, ni los recursos editoriales para su para el Gabinete Real todas sus colecciones y dibujos hechos a su costa
obra, ni la veleidad de sus continuadores, ni la fugitiva vigencia de la en veinte años.
protección real. El investigador se entrega a su obra con alacridad sin ejemplo y
Cambiaron los vientos, desfalleció el timonel en su puente de guar- halla dificultades en conseguir colaboradores; no puede, por falta de
dia, y la obra que para España era gigante, para la colonia convertida imprenta publicar las especies nuevas; otros menesteres ineludibles le
en república resultó desmesurada. No había llegado el momento de distraen y su salud decae por la rampa de la senectud.
equipararnos con nuestra propia naturaleza. Al sabio faltó presenciar lo más triste de su destino, pequeñez de
Si por este aspecto del plan que concebía, el científico español América indescifrable: la volubilidad de sus favorecidos; la insubsisten-
resultaba inmenso y Nueva Granada pequeña, por otro sucedía al cia de los favorecedores de su obra; la secular interrupción de su
revés. El era gota no más sobre campos dilatados, rayo de luz en den- esfuerzo; el silencio de los llamados a lista por sus obligaciones con
sas tinieblas. España, con el Nuevo Reino, con la ciencia y con la naturaleza.
Ya insinuamos que Linné dividió en dos la historia taxonómica del Hasta su tumba se perdió bajo el palustre de algún albañil inno-
mundo; que quiso poner orden en las especies florales y zoológicas de minado.
todos los continentes; fijar las normas, precisar los caracteres exactos Cuando sintió que el suelo se hundía bajo sus pies, él, el caballero
para colocar en su puesto y casilla, con su nombre y rótulos interna- de la alta bandera y de la profunda melancolía, debió decir como Sir
cionales, a todos los seres que, en avalancha, se precipitaban desde Walter Releigh la víspera de su muerte:
todos los ángulos del planeta, sobre el interés de los naturalistas. Y
quiso — obligada limitación de la técnica — encuadrar esos caracteres Con que ese es el tiempo, que nos arrebata la confianza
dentro de los ejemplares botánicos, en los exsicados de herbario, en la Juventud, alegría y cuanto poseemos
tabla pictórica de unos cuantos centímetros cuadrados; proceder que Y así nos paga en polvo y en vejez,..?
SEGUNDA PARTE

TRAYECTORIA HACIA EL CORAZON DE AMERICA

E L ATA S E el viaje de José C. Mutis desde Madrid a Santa Fe de Bogotá, en 1760, como médico de la Corte
virreinal. A lo largo de él se va reduciendo su periferia social, mientras la órbita de sus intereses mentales
se dilata hacia el tema infinito de la naturaleza neotropical.
De Madrid a Córdoba, por caminos de herradura, que muchas veces se entrecruzarían con el itinerario
fantástico del andante Caballero de la Triste Figura, Mutis se va avezando a los fragosos caminos del Nuevo
Reino; familiarizándose con las cabalgaduras, con los arrieros, con las cargas y con los malos pasos. Pero en
esas fatigas se aguza su observación de las plantas, de las tierras y de las gentes; se templa su organismo,
se endurece su resolución de anotarlo todo para acumular en su espíritu y en sus diarios los datos positivos,
las relaciones y particularidades en cuyo análisis consiste la verdadera sabiduría.

De Córdoba a Cádiz, su patria chica, utiliza el coche de postas bamboleante, cascabelero y moledor. Se despide en el puerto de sus
amigos y de sus familiares asegurándoles que pronto regresaría, mientras el destino, más allá del mar, movía la cabeza diciendo que nunca.
Luego vino el viaje transoceánico, para el cual fué alojado en un estrecho camarote de la Santa Bárbara, donde aprendió la monoto-
nía de los viajes en buque de vela y sufrió los calores persistentes del trópico. Ya en mares americanos, a la vista de las islas y de los puer-
tos del Caribe, Mediterráneo americano, saludó su ideal ambicionado que era el misterio de la naturaleza virgen, ante la cual él se presen-
taba sólo, como adelantado para sorprender con descubrimientos innumerables a los sabios de Europa.
Llegado a Cartagena, aunque enfermo y enflaquecido, da riendas a su avidez por el estudio, no pierde minuto, no desperdicia paso.
Navegando aguas arriba por el Río Grande de la Magdalena, en un estrecho champán, se pone, al fin, en contacto con el bosque tro-
pical, con la hilea que había de nombrar Humboldt, con las razas y con los problemas del Nuevo Mundo. Todo atrae su atención de cien-
tífico; seres innumerables le van repitiendo que su vida no será estéril, cada enigma le promete que sus estudios darán tanta luz que des-
lumhrarán a quienes se atrevan a dudar del pensamiento y del progreso españoles en las nuevas ciencias.
Llega así a Honda, término de la navegación fluvial, y emprende, otra vez a lomo de cabalgaduras, el ascenso prodigioso de los Andes.
La orografía se agiganta para él en virtud de la observación de lo minúsculo y del interés que le aprisiona por cada brizna del cosmos.
Ya en las cercanías de la capital, en la aldea de Fontibón, Mutis se ve incorporado a la vida cortesana de Santa Fe, que remedaba mal
la de Madrid; pequeño naipe de ficciones coronadas y de valores fingidos, con que, sobre el tapete verde de la meseta andina, se jugaban,
sin acrecentarlas, la esperanza y la riqueza de aquella gran porción de la Monarquía.
Así se estrechaba el ambiente exterior mientras el íntimo de su espíritu crecía hasta lo inconmensurable.
f ' : '
CAPITULO X

DE MADRID A CARTAGENA DE INDIAS

For it was the explorer naturalists who opened South America

VICTOR WOLFGANG VON HAGEN.

Pongamos ahora delante de la imaginación,, lo que ya vieron los hasta Córdoba y las monturas que usaban—nada cómodas—consistían
ojos del cuerpo, y lo que pasó en hecho de verdad en los tiempos pasa- en un albardón, con su gorupeta (en Colombia decimos gurupera).
dos, supongámoslo ahora. Así hablaba el P. maestro fray Luis de
Probablemente no usaban frenos sino sólo el ronzal, con lo cual las
Granada.
cabalgaduras debían ser conducidas con palabras e interjecciones como
Los muchos retratos que se conservan de José C. Mutis en su edad todavía se acostumbra en España entre las gentes del pueblo.
provecta cuando, ya sacerdote y mentor de la Nueva Granada, veía Con tan escasos aperos no es extraño lo que sucedió a media legua
prosperar sus planes, han hecho olvidar al joven médico del virrey de Madrid no más. Porque, como Mutis, buen cristiano y según era su
que, recién salido de las aulas, emprendía viaje hacia la incógnita de costumbre al cerrar la noche, sacara de la bolsa el rosario de Nuestra
su destino, animoso y lleno de curiosidad. Señora para rezarlo, asustado el mulo con el ruido de las cuentas,
Sin embargo, desde esa temprana edad, tiene ya una personalidad dió una salida que tomó desprevenido a su jinete y dió con él en el
definida. A ella se aplicarían las palabras de Caldas: ¡Oh Dios, qué suelo.
presente tan grande hicisteis a la América! Y las de Luis López de Mesa, Volarían los arrieros, levantarían al caballero, atajarían al mañoso
cuando conceptúa que Messía de la Zerda hizo a España un servicio animal, y la cosa paró en un buen magullamiento del cuerpo y en un
público más valioso que los quintos del oro pagados al Rey en doscien- mayor cuidado con la bestia de allí en adelante.
tos años de la Colonia. Por esta aventura nos enteramos de que Mutis solía sorber rapé,
La semblanza juvenil de Mutis nos muestra ya madura su capaci- forma como entonces se usaba el tabaco por todas las clases sociales,
dad de observación, especifica la preparación que traía para la vida y pequeño vicio, que debió durarle mucho en la vida. Porque refiere
que había de llevar y nos revela en el ambiente de España y de los que habiendo sido la caída sobre el lado derecho, aplastó con el golpe
navios que viajaban a las Indias, aspectos nuevos de semejanza entre la cajilla de madera en que llevaba el polvo y fué fortuna que se salvara
las dos porciones de España: la peninsular y la cismarina. la aguja imantada que guardaba en el mismo bolsillo.
Si nos faltan los trazos pictóricos nos sobran los literarios porque, Además de la brújula, consta que Mutis llevaba sobre el cuerpo su
para seguir ya el orden cronológico de los hechos, contamos con los termómetro para ir haciendo sus observaciones de la atmósféra, que
diarios del mismo Mutis, con los de Eloy Valenzuela, su segundo, edu- no sería tan pequeño como los de uso clínico que suelen portar los
cado en un todo por él y con una copiosa correspondencia epistolar médicos de nuestros días.
del gaditano y de sus relacionados, que ha sido publicada por Federico Dejando atrás a Toledo, y pasado el Tajo, el camino de nuestros
Gredilla, por Guillermo Hernández de Alba y por Francisco de las viajeros seguía por Orgaz, Los Yébenes, Malagón, Ciudad Real y
Barras. Nuestro trabajo será entresacar lo más interesante, poner de Caracuel y era el mismo que aparece en los mapas (1931) del Stielers
bulto lo significativo y ordenarlo todo, según la finalidad de la pre- Handatlas llamado Atlas secular, como uno de tantos: Post und
sente obra. Handelstrassen. Vino luego el trepar y bajar las Sierras de Alcudia y
Asombra la perseverancia de Mutis en llevar sus diarios. Atendien- Madrona, digitaciones de Sierra Morena.
do a múltiples ocupaciones, viajando largas y penosas jornadas a Luego se hicieron jornadas a Villanueva de Córdoba, ya en tierras
caballo, mareado a bordo o estropeado en tierra, nunca le falta interés del Gran Capitán, y a Adamús hasta llegar a la calurosa Córdoba, desde
para ordenar sus ideas, para escribirlas con vivacidad, digno estilo y donde, por caminos que hoy se hacen en ferrocarril, llegaron a Ecija,
sinceridad admirables y para atesorar con miras al futuro sus recuer- Marchena, Utrera y de allí, según supone F. Gredilla — pues el
dos y sus experiencias. Es una luz encendida en un brisero y vigía que diario se suspende—debieron utilizar la carretera general, en una bulli-
atalaya desde lo alto de una preparación extraordinaria. La honestidad ciosa diligencia, tintineando los cascabeles, para llegar al cortijo y
con que lleva su diario, le hace decir: Yo puedo ser precipitado en apun- Casa de Postas llamado Torres de Alocaz, a Jerez, Puerto Real, San
tar todas mis conjeturas y reflexiones en mis Diarios, pero soy muy Fernando y a Cádiz. Allí llegarían el domingo 10 de agosto, después
detenido en proferirlas. Como esta (el Diario) es obra de la historia de mis de trece días de viaje incluidos descansos en Yébenes y Venta de
conocimientos que no ha de ver el público, sino el depósito de mis descubri- Alcudia.
mientos para la formación de las obras públicas, poco me importa de tener Pasando de noche por sierras boscosas, debían compactarse todos
que desdecirme en mi secreto. los de la caravana, en prevención de cualquier ataque de salteadores,
El diario del viaje desde Madrid a Cádiz, camino de Cartagena, a quienes se atribuían robos y asesinatos de pasajeros, en aquellos
nos sitúa en la España de Fernando V I (1746-1759) quien promovió a parajes.
Messía de la Cerda, y comienza así: Todos estos detalles explican otros de la historia neogranadina a
Hoy 28 de Julio (1760) salí de Madrid acompañado de Don Jaime raíz mismo de la Independencia y sería bueno que los tuvieran en
Navarro, que se determinó a seguirme a la América, a las ocho de la cuenta nuestros escritores, a veces quejosos del estado en que España
noche, con las recuas de López. mantuvo nuestros caminos coloniales. Es anacrónico pedir a los últi-
Noche de verano pleno en Madrid y con la luna llena en el cielo mos virreyes que en nuestras distancias y sobre nuestras cordilleras
despejado. Las gentes a las puertas de sus casas, sentados unos en andinas abrieran las vías de que carecía, no digo la península, sino
taburetes apoyados en la pared, otros en escaños, hablaban de las mil toda la ancha y espaciosa Europa.
banalidades del día, cuando los hijos del tío José López, con silbos, El caballero Mutis, en su diario, nos suministra datos geográficos
gritos y porvidas trataban de que su recua entrara en son de viaje y y toponímicos, que, si tratándose de una nación tan estabilizada como
no se desperdigara por las bocacalles. España son interesantes, por otra parte nos sirven para «chequear»
Los viajeros eran Mutis, el señor Navarro, un irlandés a quien no como hoy dicen, para compulsar, el criterio con que él captaba y
nombra el diario y otras cuatro personas. Montaban bestias mulares registraba los nombres que después nos dejó de localidades de la
apropiadas para el difícil camino de herradura que iba de la Corte Nueva Granada.

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El diario Mutisiano de Madrid a Cádiz no tiene ripio sin interés. El diario de navegación de Mutis comienza con una frase difícil de
Por él conocemos sus relaciones de familia y de amistad. Asistimos al interpretar:
abrazo casi filial que da al P. Juan de Torres, su viejo maestro de Día 6 de Septiembre de 1760: dudoso de mi partida con el señor
Gramática en Cádiz; a la fortuna de ver al P. Francisco Mutis, su her- Virrey, Don Pedro de la Zerda al Reino de Santa Fé de Bogotá, a quien
mano jesuíta; saludamos con él a su tío el ex provincial Bossio a quien debía acompañar como su médico y cirujano, determiné pasar a Puerto
encontró venido de Barcelona acompañado de un lego de su orden Real donde residía dicho Señor.
llamado fray José en cuya casa les sirvieron una comida superior a las Parece como si los razonamientos de su familia hubieran logrado
fuerzas de la tierra; y saludamos a su condiscípulo de Sevilla don que Mutis desistiera de su viaje, o que más bien ignorara todavía si
Valentín González, también médico y terriblemente estudioso con quien, su transporte había de ser al tiempo y en la misma nave en que se
después de siete años de ausencias, hicieron remembranzas de los años embarcaría don Pedro.
pasados en la ciudad reina florida del Guadalquivir. Finalmente se des- Acontecimientos sencillos vinieron, sin embargo, a dilucidar el
pide con ternura de Rita Conejero, la vieja criada de su casa, que a él interrogante y a probar que Dios endereza el destino de los hombres
y a sus hermanos mira y trata como si fueran niños. con briznas de casualidades.
A propósito de la comida del Hermano José, notemos que en todo Varias naves debían salir juntas con rumbo a la América en aquella
el diario el joven Mutis nos habla de su buen apetito; de su gusto, en ocasión: la Tetis, el Gallardo, el Africa, el Jason, buque de escolta y el
esos calores del mediodía español, por el agua helada y por el helado navio de guerra de Su Majestad llamado Castilla.
de canela que entonces preparaban los neveros con nieve traída de los En un bote de la Tetis conducían a Mutis a través de la bahía y de
montes más altos de la sierra. También por el bueno y fácil vino los Caños del Trocadero cuando, dos horas después de salir de Cádiz,
amontillado de la Mancha. divisaron unos botes del rey. Al emparejar vieron que en uno de ellos
Otra de las atracciones de Mutis es la observación de las gentes del venía el virrey a Cádiz para despedirse. El virrey mandó a Mutis subir
pueblo: de su manera de pronunciar el castellano, de sus trabajos a su bote porque debían embarcarse luego con intención de zarpar a
manuales, de las oraciones inacabables del tío López antes de comer; de la mañana siguiente. Sólo le dió permiso para ir a su casa por el equi-
sus maldiciones cuando perdía la chaveta; de los dijes y del vestido de paje y ni siquiera dijo el último adiós a sus padres para evitar la escena
su hija, tan corto por punta y punta; del soldado que entretenía a las dolorosa.
gentes dándose de topes con un cabro y que rompía nueces y ladrillos El Castilla, decíamos, era buque de guerra destinado a la línea de
con la frente. Hasta consigna las grescas que se armaban entre arrieros Cartagena y La Habana y Mutis se alegró de viajar en él porque la
y las gazaperas de las comadres. El solemne hombre de ciencia halla mayor disciplina contribuía a la seguridad del viaje y de los pasajeros,
gusto especial en sentarse a comer con los arrieros para disfrutar de y la severidad de los castigos hacía que los robos fueran menos a
sus pláticas elementales. bordo. Lo capitaneaba don Francisco Espinóla, quien cedió su auto-
Campo de especial observación para el naturalista son las condicio- ridad cortésmente al virrey de Nueva Granada, ya que éste era
nes económicas de las tierras por donde cruza; Ja naturaleza y la abun- teniente general de la Real Armada y viejo lobo de los mares de
dancia de las aguas; la diligencia de las gentes para el trabajo; la fer- América.
tilidad de los campos, el bienestar de los campesinos y la limpieza de La emoción solidaria de darse a la mar el día 7 de septiembre, tan
las ventas. contraria y tan igual a la de llegar a puerto, pronto pasó a segundo tér-
No debía ser Mutis muy ágil, antes algo lerdo y de salón, pues con- mino con el mareo que acometió a muchos pasajeros y algo también
fiesa que era el primero en resbalar en los barrizales y que a caballo a Mutis.
con facilidad recorría la fatal trayectoria entre la grupa y las orejas de Al médico del virrey se lo había alojado en la Santa Bárbara que
su mulo. Y eso que le habían escogido el más seguro para los malos era el pañol destinado para guardar la pólvora; sitio de confianza, pero
pasos y el más fuerte para su fornida talla. que le dió una primera impresión de suma incomodidad. Pronto se
En casi todas las páginas del diario aparece el médico solícito por acostumbraría a ello; sacaría del equipaje las casacas y potingues que,
ayudar a los enfermos; prudente en la prescripción de los remedios de para su policía y para ejercer su oficio, había alistado desde Madrid y
más fácil aplicación por el pueblo y que ningún riesgo implicaran para pondría a mano el inseparable Systema de Linné, junto con la brú-
familias confinadas; severo crítico de los médicos fanfarrones y discu- jula. El libro lo había buscado inútilmente por todas las librerías de
tidores; de los que él califica de tunantes de la escuela de Valencia. Madrid hasta que se lo regaló Alstroemer, su amigo.
Pero, como era de adivinarse, la atención del viajero se dirige espe- De pocos pasajeros se hace mención nominal en el diario. Allí es-
cialmente a las plantas. Su recolector es Navarro. El las examina, las taban el virrey con su familia, varios clérigos y religiosos; unos portu-
determina, guarda las semillas, consigna los datos de sus aplicaciones gueses. Pero la afinidad intelectual manda y los entretenimientos de
curativas, pondera su belleza. He llegado a pensar que de esas semillas Mutis habían de ser con don Luis de Lorenzana, teniente de navio,
recogidas por Mutis en su último viaje español, y de las cuales él hizo sujeto de bella educación y de conocimientos poco comunes, aficio-
lista minuciosa para recogerlas, se originaron las aclimataciones en nado a las ciencias naturales.
Colombia de muchas plantas hoy connaturalizadas aquí y originarias de Los sucesos más importantes a bordo, después del mareo, eran sin
la madre patria, como el «retamo» que hoy es tan popular en los jardi- duda el de las amenazas de lluvia o tempestad y el de la velocidad con
nes de Bogotá; el «escobo» que cultivan junto a las casas de Zipaquirá, que navegaba la embarcación. Fuera de eso se trataba de sacudir en lo
Nemocón y Sibaté; la aliaga o retama espinosa que se ve en Zipacón y posible la monotonía del viaje con actos religiosos a mañana y a tarde
que tanto recuerda el soto-bosque de los pinares de Castilla. y con danzas y comedias especialmente preparadas en honor de su
Estamos ya en la ciudad natal de nuestro protagonista. Allí se des- excelencia.
pide de sus padres diciéndoles a todos que iba por pocos años. Y siguió Los primeros días fueron de una marcha reducida por la lentitud
el viaje de mar para nunca más volver. de los barcos mercantes que el Castilla debía llevar en su conserva,
Dos documentos de interés apasionante nos dejó Mutis de esta tra- recelosos como iban de algún ataque de los moros en las costas veci-
vesía: su Diario y una relación sobre Gobierno de la embarcación nas a Marruecos. Pero pasadas las Canarias, el Castilla navegó solo y
y personal destinado a su servicio. Aquí debemos superponer cuanto le permitían el viento y su buen aparejo.
ambas fuentes de información para calcar este episodio de Mutis nave- Había que amoldarse a no hacer nada. A contemplar las olas y las
gante que va penetrando más y más en su mundo americano. nubes, a curiosear las maniobras de los tripulantes, a ver volar las
Los que hayan leído el libro de Hendrik W. van Loon, Ships and palomas que se criaban a bordo, a entretenerse aprendiendo nombres
how they sailed the Seven Seas, saben cómo era la vida a bordo de marinería y mirando los cambios de guardia, en los cuales el informe
de los navios en la época descubridora: estrecha, rígida, hambreada, principal debía ser cuántas luces y cuántos fogones quedaban encen-
sedienta, sucia y malsana por las condiciones internas; por las exter- didos, porque las llamas eran la amenaza perenne de esos barcos, todos
nas, arriesgada, desorientada y de una lentitud que hoy nos desespera- de madera y de lona, pringosos de calafate, que a la menor chispa
ría. Algo habían mudado las condiciones a mediados del xvm, pero lo amenazaban catástrofe.
fundamental duraba, que eran las armazones de madera, y el impulso A bordo, en viajes largos, salen las gracias que cada cual sabe, y
con aparejos para el viento, de donde se derivaban el mismo balanceo, era un entretenimiento mirar a un muchacho, paje de escoba, natural
los mismos peligros e igual apretujamiento. de Triana, arrabal de Sevilla, que era contorsionista de suyo y sin que

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lo hubieran educado para eJlo. Se echaba las piernas sobre los hombros la Sierra Nevada y el Cabo de Aguja y el 29 entraban, como lo dijimos
y tomaba las posiciones más estrafalarias. en el primer capítulo, al puerto de Cartagena, a cuya deriva habían
Dato que los biógrafos no han hecho resaltar es que el médico rondado por falta del viento favorable.
naturalista también tenía un poco de músico, pues en los actos del A falta de plantas, Mutis, durante todo el viaje, se dedica a la
culto religioso hacía el papel de sochantre, dirigiendo el coro y la Zoología. Registra su hallazgo del pez volador, las especies que se
orquesta integrada por unos violines y — ¡manes de todos los litur- pescan de tiburones, los picudos, con lo que de ellos se refiere.
gistas! — por varias guitarras. Anota una a una las aves que vuelan sobre el mar, hace que Navarro le
El 20 de septiembre avistaron las Canarias y el 22 ya perdían de diseque una para estudio ulterior, que parece v ino a parar en manos de
vista el Pico de Tenerife, última tierra española y europea. Luego alta Linné; caza los insectos que se presentan a bordo y hasta los murcié-
m ar y monotonía, mal disimulada con no\enas y letanías a las cuales lagos que se refugian en los entrepuentes. Está alerta a la sacada del
seguían inmediatamente los bailes. escandallo, para investigar la vida submarina. Describe, determina y
De la comida no se habla en todo este diario, probablemente por- dibuja desde antes del amanecer.
que no merecía la pena. Asi, alerta y laborioso, madrugaba al encuentro de la tierra ame-
El 14 de octubre, ya en el golfo de Las Damas, mar americano, ricana.
encontraron un barco holandés que navegaba probablemente de Lo que inútilmente se buscaría en los diarios de Mutis sería lo que
Surinam de donde había salido hacía doce días para Amsterdam y que dijo no recuerdo si Richelieu o Talleyrand y que con tanta acuciosidad
iba cargado de azúcar y café. Ya esto nos huele a América. inquieren los historiadores freudianos.
El 17 de octubre divisaron las islas de Trinidad y Tobago; el 18 Cherchez le femme, es empeño inútil en el naturalista electrizado por
apegaron en las islas de los Siete Hermanos; el 21 recorrían la costa de sus estudios. Sólo parece interesarle la frescacha hija de López el
Caracas; el 24 avistaron Aruba, el 25 las costas de Santa Marta; el 26 muletero, pero, como él dice, no tuvo ocasión de explorar sus ideas.

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i
CAPITULO XI

POR EL RIO GRANDE DE LA MAGDALENA

Nunca he llegado a las orillas de este Río sin experimentar c


vista una sensación de respeto y simpatía.
SALVADOR CAMACHO ROLDÁN, Viajes.

Plácidamente transcurrieron los meses de la primera estancia de cados por las delicadas y amables jacanas que en sus inocentes luchas des-
Mutis en Cartagena, bajo el calor tropical, que soplando el alisio pliegan sus alas de raso amariposadas; los ceremoniosos gallitos, de espue-
decembrino, no sería mayor al de Cádiz en los días del verano. Le fal- las en las alas, que corren en las orillas o vuelan en ruidosas bandadas al
taba, sin embargo, satisfacer su avidez por los ríos y los bosques vírge- ras de las cercanas praderas; quizás un barranco desnudo en el fondo del
nes de América, orgías estupendas de la vida. Dos meses en que apa- pantano, todo en flor con rosados picocucharos y con niveas garzas; el cro-
sionadamente se dedicó al estudio de la flora en los alrededores de la torar del gigante Martín-pescador...; un ave escultórica parada en una
ciudad portuaria mientras se restablecía de una dolencia que debió rama saliente; los silbos penetrantes de los patos peinándose o asoleándose
probarles cómo el trópico no respeta ni a los médicos. al borde de sus lechos de jacinto; todo esto y cien otros encantos atraen
Aunque sabemos que el virrey emprendió viaje el 15 de diciembre al naturalista más y más adentro del pantano o entre los matorrales de
no nos consta del camino seguido hasta embarcarse en el Magdalena. juncos y papiros que forman algunas de sus márgenes.
Gredilla supone que de Cartagena pasó a Barranquílla, lo que es En tono parecido hablaron A. Le Moine, G. Mollien, P. L'Espagnat,
improbable, pues hasta fines del siglo xix era usual salir a caballo E. André, S. Camacho Roldán y otros. Pero entre las relaciones de
de la ciudad heroica y hacer las jornadas—que describen muy bien viajes por el Magdalena, la de Mutis se distingue por su fidelidad,
J. M. Restrepo Sáenz en sus Biografías de los Virreyes y Felipe por su mesura ingenua y por ser trasunto de su observación insaciable.
Pérez en sus Episodios de un viaje (julio de i860), reeditados por el El Magdalena, año tras año va perdiendo su soledad, sus bosques
ministerio de Educación en 1946—, hasta Barrancas, junto al arranque, intactos y su agresividad coléricas; ese carácter suyo de potencia sal-
en el río Grande del Canal del Dique. vaje. Pero quienes desde hace muchos años lo conocimos y nos intere-
El canal de navegación entre Cartagena y el río, por el Paso de samos siempre por su evolución, podemos imaginarlo cómo era cuando
Balsa y la Ciénaga de María Matuna, había sido abierto en cinco meses Caldas decía que desde Honda para abajo, el Magdalena no recorría
de trabajo, de marzo a julio de 1650, gracias al espíritu cívico que sino bosques (1808).
había hecho vibrar a todos los cartageneros: a los ricos para contribuir Allí se puso Mutis en íntimo contacto con las razas que formaron
con fondos, a los pobres para regalar el trabajo de sus brazos, siendo el la nacionalidad colombiana. Con los esclavos, jirones sangrientos
principal promotor de ese movimiento don Pedro Zapata, gobernador arrancados a las entrañas del Africa negra; con los indios, civilizaciones
y capitán general de la ciudad, y su motivo uno muy español, como fué púberes, paralizadas de terror ante otra destructora y potente; con las
la emulación «envuelta en ira» porque la corte, que aprobó el plan, no enfermedades del trópico desconocidas antes para él; con fieras de las
asignó los recursos para ejecutarlo. espesuras y de las aguas; con insectos y mosquitos que, según la
En esos tiempos de hombres austeros y sin género alguno de expresión de F. Pérez, envolvían al viajero como gasas oscilantes.
melindre, se navegaba desde Barrancas, cerca al actual Calamar hasta A su penosa adaptación al estrecho e incómodo champán y a la
Mompox, en botes que aprovechaban con sus velas cuadras el viento fascinación de los primeros aspectos del gran río y de las ciénagas; al
costeño y, de allí, en champanes, grandes canoas con un cobertizo quebranto de su salud, a las lluvias y a la premura del viaje para
de palma en su parte central, impulsados con canaletes, varas y gan- alcanzar al virrey hay que atribuir el vacío del diario, correspondiente
chos. Para el virrey y su comitiva, se debieron buscar ocho embarca- al trayecto Cartagena-Mompox. Comienza así:
ciones suficientes, bogas privilegiados, que no bajarían de ciento y, ya Día 8 de Enero de 1761. Salimos de Mompox a las siete de la maña-
que no se podía hablar de comodidades, más llevaderas molestias. na, saliéndonos a despedir el Cabildo, los oficiales reales y la gente dis-
¡Qué encuentro aquél, entre el abismo y la centella, el que tuvo tinguida del pueblo.
lugar al sentir Mutis que en las aguas del río, América salía a reci- La ciudad de Santa Cruz de Mompox se conserva muy semejante
birlo ! a como la conoció Mutis. Una espesa muralla de calicanto español
Este río Grande, descubierto por Rodrigo de Bastidas, el primer alzada a lo largo del río, la protege de sus inundaciones. Casas de
Adelantado que pisó el interior de nuestras tierras; explorado por amplios patios y aljibes misteriosos; jardines donde el sol tropical llega
Pedro de Lerma arriba de su desembocadura; recorrido hasta la Tora tamizado por orquídeas y florecidos festones a iluminar los amplios
y la desembocadura del Carare, por la expedición de G. Jiménez de corredores; derroche de verjas forjadas como en Sevilla o Córdoba,
Quesada, ha sido, como ya lo publiqué, el eje de la geografía de Granada o Valencia; talleres de orfebres en cuyo obscuro recinto bri-
Colombia, arteria de sus comunicaciones, palestra de sus empresas y llan más las chispas brotadas de los mollejones puliendo dijes o afi-
esperanza de riqueza que ya se va convirtiendo en realidades. nando filigranas; todo recuerda la antigua prosperidad cuando el
Para cuantos lo han estudiado, el Magdalena ha sido un paraíso. comercio del río no se había desviado por el Brazo de Loba y las inmen-
Escribía así Luis Agassiz Fuertes, ornitologista americano, en un sas sabanas ganaderas del Marquesado de Santa Coa que fundara don
Anuario de la Smithsonian: Julián de Trespalacios y Mier dependían de esa villa, que hoy recibe
Entre las impresiones duraderas que saqué del trópico* ciertamente, una el apelativo de valerosa porque fué siempre resguardado arsenal de
de las más vividas es la de aquellos enormes, húmedos, perfumados y sono-voluntarios, así contra los piratas como para llevar la libertad a Quito
ros pantanos de los valles del Magdalena y del Cauca. Aquellos traido- y al Perú.
res hallazgos tienen una fascinación, ejercen una atracción sobre el novel Podemos conocer la toponimia del río Magdalena, salvo cuando los
naturalista capaces de meterlo en aprietos. Todo lo que en un paisaje de nombres eran ininteligibles para Mutis, por su relatorio de viaje de
aguas septentrionales encanta los sentidos, está aquí multiplicado. La vida don Pedro de la Zerda. Muchos puntos de referencia han desaparecido;
vegetal es pujante, pululan en consecuencia los insectos y con ese alimento algunos lugares han quedado estantíos en su adelanto, las costumbres
fácil se nutren numerosas especies de aves. El atractivo de una fragante del pueblo y sus modales eran los mismos que hoy se observan en los
superficie de agua, llena de reflejos, con lechos de plantas flotantes vivifi- pescadores del río Cesar y de otros afluentes y laderas.

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EL CABALLERO CARLOS DE LINNE ALEJANDRO, BARON DE HUMBOLDT
amigo, modelo y consejero de Don José Celestino Mutis. Retrato Visitó en 1801 Santa Fe y a Mutis. Retrato pintado por Antonio
que perteneció quizás a la Expedición Botánica, regalado por Juan Cortés y Alcocer, conservado en el Museo Nacional de Historia
Jacobo Gahn y conservado en el Museo Nacional de Historia en Bogotá. Firma fotocopiada en la Biblioteca Nacional de
en Bogotá. Su autógrafo, a edad avanzada, según E. Guinea. Madrid por T. Magallón.

DON JOSE C. MUTIS


con emblemas de las ciencias que cultivó. Cuadro en el Museo
Nacional de Historia en Bogotá.
La flotilla arribaba a las horas de siesta y por la tarde a algún pla-
de campaña, para suplir la falta de casas, por no haber población en los
ón apropiado y en tierra se comía y se dormía con las convenientes
contornos de esta jornada. Antes de este sitio, y en las laderas de la pro-
y r e c a u c i o n e s , bajo toldas que llevaban. Era el momento aprovechado
vincia de Santa Marta, hay una maravillosa flor de pasión, toda encar-
por Mutis para estudiar.
nada. Aún no he podido determinar si sea especie conocida.
El día I I de enero salieron de Tamalameque; el 12 de San Pedro y
m J m á s A l a n t e , el día 16 subsiguiente, en el playón de San Pablo,
pasaron por Morales; el 14 de Badillos; el 15 de Playa de Mono, junto
añade: Allí tuve el gusto de ver vanas plantas en la forma siguiente:
a la Boca del Infierno y pasaron la Boca del Totó; el 10 salieron de (las enumera y prosigue): Una Passiflora quadrangularis, de que
San Pablo y pasaron por Canta el Gallo; el 17 de Pajaral de Sogamoso; tengo descripción, por no convenir en todo con la de Brown.
el 18 del playón de Casave; el 19 de San Juanito; el 20, repite Mutis,
Noto que la Passiflora incarnata, que antes había cogido, no es
sin duda por equivocación, que salieron de San Juanito; el 21 de San
la de foliis trilobis serratis, sino foliis trilobis integerrimis.
Bartolomé; el 22 de Garrapata; el 23 de Zambo y doblaron, andando
En esta tarde tuvimos la complacencia de matar un caimán desde
por un varadero, el dificultoso rápido de Presidio donde había una
nuestra falúa. La bala le penetró el cerebro con lo que quedó en el sitio,
aduanilla; el 24 de Bocas de Nare; el 25 de un playón innominado; logrando por este medio lo que hasta entonces no se había podido conseguir,
el 26 del playón de Tortuga; el 27 de Guarumo; el 28 de Boca de a pesar de más de 50 tiros que se habían gastado casi en balde. Amarra-
Purnio. Ese día debieron llegar a Honda, término de su navegación mos el caimán al bordo de la falúa y cuando merendaban los indios en una
fluvial. playa tuvimos ocasión de examinarle, aunque rudamente... Como no es
Todos los campos de un interés humano y elevado mantienen alerta novedad encontrar a cada paso un crecido número de caimanes, se hace fas-
el espíritu de Mutis y sobre todos nos hace el diario observaciones tidioso repetir esta noticia... En esa misma tarde observamos en un playón
atinadas, verdades permanentes del río señor: sobre la salud de los que pasaban de cincuenta.
ribereños y sus costumbres, sobre la navegación en esa vía esencial de Esta misma tarde notamos... la abundancia de tortugas que había en
la nación; sobre los animales y sobre la flora. Entresaquemos algunas el río... Al pasar por la playa se arrojan algunos de los bogas para des-
con sus propias palabras. cubrir los nidos... Sucedió esta tarde que en sólo el espacio de medio cuarto
Salimos del playón de San Pablo al amanecer; caminamos a la estan- de hora recogieron los de nuestra falúa 390. De modo que computando a
cia de San Juan para abastecer los champanes de plátanos. Se dieron a 300 una con otra, son 2.400 en nuestros bogas tan solamente.
cada champán 500 plátanos. Se compró el 100 a real. Luego que salté a este playón aproveché una media hora del día,
Tuve el gusto de ver cómo conocieron los bogas, en la naturaleza del recorriendo las plantas que allí había y encontré una de que tengo descrip-
agua que bajaba por el río, cuál de los pequeños ríos que descargan en ción. La planta era tan rara que sólo hallé una mata que me sirvió para
el de la Magdalena ocasionaba la creciente. En efecto; concluyeron que el la descripción. Hallé en mucha abundancia la Portulacca.
Sogamoso y el Carare habían enviado agua. A la orilla de este río (el San Bartolomé), a pocos pasos de este sitio,
En este lugar (San Bartolomé) se recoge el cacao más afamado del vi una ceiba de tamaño tan extraordinario que nos movió la curiosidad de
río de la Magdalena. Entonces se pagaba a cuatro reales el millar. Allí medirla... Para la medida nos vimos en algunos obstáculos que vencer, por
no hay otro comercio, aunque éste, por la flojedad de los del país, es bien la hora, por lo inaccesible y por la falta de instrumentos... Hallé modo de
flojo. ejecutarlo perfectamente sin escalera, ni otros instrumentos que dos hor-
quetas largas de seis varas y con un kilo de acarreto... Hallamos tener de
En el Presidio (Angostura de Río Nuevo) yo hice varias reflexiones,
circunferencia, a seis varas desde el suelo, siete varas y tres cuartas y, por
admirándome en mi interior del descuido de nuestros caminos... Yo estoy
un cómputo prudencial, que excedería su largo de 42 varas. Fueron testigos
firmemente persuadido de que las pérdidas de tantas vidas y caudales,
de esto los que me ayudaron que eran don Pedro Escobedo y D. Antonio
recae sobre el descuido de los que podrían hacer el rio navegable.
Calatayud... La cosa fué para nosotros tanto más notable cuanto menos
Hacia la una de la tarde salieron las canoas para pasar la angos-
acostumbrados a ver árboles de igual tamaño; pero los del país, con el
tura (de Nare), y la mayor parte de la familia siguió a S. E. que había
Alcalde... se rieron de nuestras admiraciones.
determinado pasar una porción del camino por tierra. Se practicó este
medio tránsito con bastante incomodidad., y nos embarcamos en una ense- Hacia las tres de la tarde llegamos a Zamba. Aquí está avecindado
nada que está después del segundo peñón. El tercero y cuarto lo pasa- el dueño (de una estancia) que es un mallorquín... Con el motivo de haber
mos con bastante cuidado, por lo penoso y asustadizo del paraje... A corta llegado temprano a este paraje, tuve ocasión de recorrer con algún espacio
distancia, después de estos peñones, en la misma ladera, hay un pedazo las cercanías de la estancia; pero me quitaron el gusto con que lo iba
de monte rozado, a quien llaman Las Tres Cruces, que ayudan los bogas haciendo unas moscas que los bogas llaman congas y los españoles nuestros,
a cargar con algunos tragos de aguardiente que allí se espetan... Aquí tábanos. Sus picadas son tan mortificantes que no dan lugar a otra cosa
que a defenderse de esta guerra a sangre fría. Por esta razón aceleré mi
mató don Antonio Peña dos marimondas.
revista y habiendo hecho el examen de mis hallazgos encontré que no pude
... Poco después de haber salido de Las Tres Cruces, notamos una espe-
reducir a género conocido dos Didinamias, dos Sidas, de las cuales es la
cie de niebla que apenas se levanta del agua y sigue la dirección de la
primera foliis lanceolatis serratis (latioribus ni fallor) peduncu-
ladera derecha. Pregunté a los bogas qué era aquello y me respondieron:
aquello significa que Nare va creciendo... porque las aguas lis longissimis multifloris pedunculatis.
frías se mezclan con las calientes. No me desagradó la respuesta. El día 27 (de enero, 1761) salimos de Guarumo y había una terrible
Allí (en la estancia del Hierro, de los PP. de la Compañía, arriba niebla... Allí vi una bellísima Aristolochia, que los del país llaman
del payón de Tortuga) encontré un zambo de mulato que me hizo una Contra^Capitana, por singularísima eficacia que dicen tener contra las
nota de todos los árboles que él conocía en el río. Este es un asunto culebras. Conservo la flor que me presentaron. Es como una cafetera glo-
en que todos los naturales merecen superiores alabanzas a nuestros bosa con un pico muy largo y otra lengüeta por encima. Formé la descrip-
europeos. ción de ella sobre la hojas (ramas folviosas) de que están pendientes las
Pero donde Mutis, insensible al calor, al cansancio, a mosquitos y semillas. Guardé una gran porción de su semilla...
fastidios, desata su actividad, es tratándose de las plantas, de esa sor- Y ése es el estilo del diario magdalenés de Mutis; ésas eran sus
presa que venía buscando y que ahora rebasaba los bordes de su pro- inquietudes y ésos sus métodos de trabajo. El sistema de Linné se abría
pia fantasía. paso, por entre las ramas y las lianas del bosque neotropical, como una
Se ilumina al saltar a tierra; va apoderándose de todas las plantas estocada maestra en el corazón de lo desconocido. Y nos consta, por
repetidas frases, que todas las observaciones de Mutis pasaban, no
y animales que encuentra, ayudado por Navarro y los mozos de servi-
sólo a su dictaro, sino a su libro de recolecciones, que llevaba por
cio; anota los caracteres:
separado, para que lo sepan cuantos han dudado de la realidad de
Allí vi una planta que los del país llaman pajarito, expresión que con-
sus descripciones escritas. Y o preguntaría a los que se fingen un
viene bellamente con la figura de la flor, que era amarilla. Nacía en los
Mutis retrasado y sin orden, si ellos, saliendo en canoa por el
troncos de los totumos y me dijeron que esto es muy regular y frecuente.
Magdalena, han tomado tan minuciosas notas de campo, sobre la rea-
A mí me pareció Orchis.
lidad colombiana, si han hecho recolecciones tan ávidas como aquel
El día 14 de enero (miércoles), jornada arriba de Badillos, recoge
gaditano recién llegado, quien las prolongaba en la noche, tal vez al
Mutis su primera Passiflora americana. Dice así el Diario: Hacia
claro de la luna.
las oraciones llegamos al playón del Mono, que está en la Provincia de
Sabemos también que al deslizarse del champán entre los gritos
Cartagena, donde acampamos, dando principio a la faena de las tiendas

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acompasados de los negros, entre sus imprecaciones y sus bromas, al estudio del neotrópico por la puerta dorada de los caballeros
sobre una caja del matalotaje, con las piernas entumecidas por la estre- También pudiéramos decir que, terminados sus estudios cum laurea
chez de la embarcación, Mutis escribió no sólo su diario, sino sus summa en Sevilla y en Cádiz y en Madrid, golpeaba — insaciable de
notas de recolección y de sistemática, largas listas de árboles, de saber — a las puertas de la gran universidad que es la naturaleza y que
hierbas, de cuadrúpedos, de insectos del Magdalena, mientras el buen éstas le abrían los pesados cerrojos que sólo en contadas ocasiones, para
Navarro debía disecar los ejemplares indispensables para ultimar el huéspedes excepcionales, se corren con gemido.
reconocimiento taxonómico. Y mirando a una garza gris que levan- Y una frase más del diario para quedarnos con su dejo ini-
taba el pesado vuelo e iba a caer algo más allá; contemplando los refle- gualable:
jos insondables del río, acariciando sus aguas refrescantes, el joven Salimos de San Bartolomé y llegamos al palmar de Robles. Ningún
médico idealista iba fraguando el plan de su Historia Natural. Había de sitio tan ameno ni tan delicioso para un botánico europeo en iguales cir-
ser tan bella como esa águila galante que lo miraba desde un muñón cunstancias a las que yo me hallaba; por el corto espacio de una playa me
seco del guarumo; tan grandiosa como era pomposo el samán donde hallé con un crecido número de plantas no vistas por mí hasta entonces
gritaban las marimondas; tan sorprendente para Europa como era Unas por nuevas y otras por no observadas por mí, todas llamaron igual-
escalofriante esa emoción que le inundaba el espíritu. mente mi atención.
La Expedición Botánica del Nuevo Reino no tuvo por límites los Internándose paso a paso en el mundo americano, el científico
años 1783 y 1816, desde que la fundó provisionalmente Caballero y debía sentir como el Cid que sus horizontes iban creciendo. Dice
Góngora. Ni su área se circunscribió a la Mesa de Juan Díaz, Mariquita la gesta:
y Bogotá. Venía de antes, desde el primer paso que Mutis dió en
Cartagena de América, y desde entonces comenzaron a acumularse los Por necesidad batallo
documentos de sus observaciones. Ya de 1776 a 1782, el virrey Flórez y cuando monto en la silla
pudo examinar «pinturas, manuscritos, dibujos y correspondencias» se va ensanchando Castilla
preparadas por Mutis para su Historia Natural y hacer un envío de al paso de mi caballo.
curiosidades para el Gabinete Real.
Cuando el monarca fundador pidió que Mutis enviara a Madrid Los bogas dirían:
en 1783 todas sus colecciones y observaciones, exigió los frutos de un — «Este señor que coge todo bejuco que encuentra debe estar bien
trabajo intensísimo de veinte años. loco.»
Tal vez eso fué un obstáculo más para que el sabio diera por ulti- Los acompañantes del virrey:
mada su obra para la publicación; el natural deseo de regresar a Madrid — «Este señor médico no va a resistir en Santa Fe.»
y ponerse de nuevo en contacto con lo que él mismo había recolectado Mientras el sol se hundía en uno de esos atardeceres del Magda-
en el área extensa de sus viajes iniciales. lena, opulentos de color, sonriendo porque iba a jugar al escondite tras
En todo caso, subiendo de Barrancas a Honda, Mutis había entrado los antípodas.
CAPITULO XII

CAMINO COLONIAL

Mas ¡ay¡, que todo eso no es más que la antesala del purgatorio...
aunque al Dante no se le ocurriera incluir el camino de Honda en
la Divina Comedia.

EDUARDO A N D R É , Viaje.

El viaje de Europa a Bogotá — antes de 1919, cuando se iniciaron gaduras en épocas de lluvia los convertía en acanalados, barrizales
los servicios aéreos en nuestro país — era un embudo cada vez más y tremedales espantosos. Otros factores de su uso eran las cabalgadu-
estrecho. Su último trayecto Honda-Bogotá fué siempre dibujado ras, las cargas, los aperos, los arrieros, la defensa de las lluvias y otros
— aun por los resueltos y duchos en viajes — como una aventura accidentes del clima; las posadas y los mesones camineros. En fin,
dantesca. una pléyade de elementos que escasamente imaginan las nuevas gene-
La navegación del río Magdalena ha padecido siempre una inte- raciones acostumbradas al ferrocarril, al automóvil y al avión.
rrupción en el Salto de Honda, rápido que sólo con gran dificultad El viaje del virrey Messía de la Zerda debió hacerse con prepara-
traspasaron — casi reventando sus calderas — contados navios. Por la ción meticulosa. Se alistarían las mejores bestias; bullirían los arrieros
orilla izquierda de esta corriente torrentosa desemboca el Gualí que escogidos, y de aquí para allá lucirían sus palafrenes los funcionarios
no lo es menos y que baja de las faldas del Nevado del Ruiz. Fué sobre gubernamentales venidos de Santa Fe, afanosos — como sucede con
la confluencia de ambos ríos donde comerciantes, funcionarios del todo gobernante que entra — por destacarse y mostrarse los más adic-
gobierno, agentes de aduanas y de transporte, fundaron en 1560 la ciu- tos y merecedores.
dad de San Sebastián de las Palmas de Honda, hoy floreciente, pero Pasarían alzados por arrieros corpulentos la Quebrada Seca, en las
que ha padecido en su progreso múltiples vicisitudes. goteras del mismo caserío; navegarían aguas arriba un trecho por el
Sin duda debe tenerse por su mayor quebranto el terremoto que a río y, arrimando a una playa sembrada de pedrejones, ganarían la orilla
las once de la noche del 16 de julio de 1805 volcó sus paredones, derecha del Magdalena oyendo, como es común, referir historias
derribó las arcadas de sus conventos y sumergió en el Gualí los espeluznantes de viajeros que habían sido arrastrados al salto de Honda
estribos de sus puentes donde todavía se ven como testigos de esa y allí se habían perdido; allí montarían en sus machos y muías, ayuda-
catástrofe. dos por los mozos de espuela. Listos todos, picaría de primero el
En la época de Mutis, Honda era todavía, al decir de S. Camacho virrey como quien pisaba ya en su inmediata jurisdicción de Santa Fe y
Roldán, ciudad no menos poblada que Cartagena y centro comercial a quien se hablaba con el sombrero en la mano. Pronto se les adelan-
más importante que Bogotá. Construida sobre ríos y colinas: con sus tarían los arrieros, turba clamorosa, pero de sabiduría práctica e
numerosos puentes, con sus huertas de palmeras y de frutales del tró- indispensable.
pico, se podía comparar con esas ciudades españolas que se prenden Dice así el Diario:
a las orillas escarpadas de la Costa Brava del Mediterráneo o con esa El día 17 de Febrero de 1761 dimos principio al último resto de nues-
visión mágica de Granada, para el lado de Albaicín, donde las torres tro viaje saliendo de Honda en el mismo día, en el cual comenzamos a expe-
emergen de cármenes encantadores. Todavía conserva Honda calles, rimentar los riesgos y quebrantos no bien ponderados del camino que llaman
faroles, nombres y leyendas de aparecidos, que pregonan al viajero su al monte. Para este fin hicimos una pequeña distancia por el río de
ascendencia ibera. la Magdalena, saliendo a las ocho de la mañana, despidiéndonos la com-
De Honda, antes defque abrieran el ferrocarril del Magdalena y pañía de Chapetones, Clero y gente lucida de la villa, con repetidos«¡que
la carretera, partía el camino de herradura que en tres o cuatro jorna- viva el Rey!)> que oíamos alternando el pueblo y D.José Palacios (honor,
das bien corridas, llevaba a Bogotá por Guaduas, Villeta, Sasaima, a la verdad, que debió el señor Virrey a esta villa, y no a los pueblos de
Agualarga, Los Manzanos, Facatativá y Fontibón. Tal vía de recuas más abajo) y siguiéndonos algunos sujetos de la mayor distinción hasta el
se fué mejorando a lo largo de muchos años desde que la abrió, de pueblo Las Guaduas, según tenían determinado. De este modo evitamos el
1564 a 1575, el Presidente de la Audiencia neogranadina don Andrés mal paso (que hacen todos los traficantes del reino) llamado de los Almi-
Díaz Venero de Leiva, llamado padre del pueblo, y ella fué la más fre- reses y el de las Varandillas. La distancia de la navegación sería unos tres
cuentada salida de Santa Fe para el Caribe y para las provincias de cuartos de legua.
Antioquia y Chocó. Hacia las diez de la mañana montamos a caballo, y empecé a experi-
Otro camino para la capital era el que la comunicaba con Tena, mentar el fastidio con que yo camino de esta suerte. Hacia las once de la
La Mesa de Juan Díaz y Tocaima; vadeaba el alto Magdalena en mañana llegamos a Río Seco. Hasta aquí no hallamos malos pasos, pero
Puertorreal, hoy Guataquí, y seguíala Ibagué o a Timaná, Popayán, desde aquí hasta el Sargento se fueron multiplicando con el motivo de la
Pasto y los dominios españoles del suroeste de Hispanoamérica. Otro lluvia,, que nos cogió. El camino de su naturaleza es tan malo, que no hay
fué eFde Quesada por el Carare y la provincia de Vélez hasta el río con qué expresarlo sino diciendo que es todo él un continuado peligro. Bien
Grande. El camino fragoso del Quindío fué abierto por don Ignacio de lo confirman las continuadas desgracias que se nos refieren. Y aunque por
Buenaventura, teniente de gobernador en Cartago, allá por los tiem- la venida de S. E. se han esmerado en hacer menos ásperos los pasos
pos del virrey Flórez. impracticables, no por eso dejaba de haber algunos riesgos. Yo me he
Todos éstos los había de pasar y repasar José C. Mutis hasta sorprendido de haber visto unos caminos tales. Hacia las dos de la tarde
familiarizarsecon ellos, con su naturaleza y con sus hombres. Para ellos llegamos al Sargento, donde descansamos hasta el día siguiente. Yo salí a
le había de servir su preparación de Madrid-Córdoba que, en capitulo dar vueltas por las cercanías, a fin de registrar las plantas de aquel
anterior, describimos con sus palabras. Más aún, en estos caminos, se terreno, y hallé unas cuatro que no pude reducir por lo fatigado del
escribió mucho de la historia de Colombia y ellos fueron el yunque camino y la cortedad del tiempo.
donde se martilló rusiente el carácter de los hombres-hombres de El día 18 salimos del Sargento hacia las siete de la mañana, y comen-
nuestra nación. zamos a subir la grande cuesta. Fueron mayores nuestros quebrantos que
Los caminos de herradura no eran calzados sino a trechos con el día antecedente hasta llegar a... donde descansamos. De aquí en adelante
grandes piedras — J. L. MacAdam no construyó en Inglaterra su pri- hallamos el camino menos penoso, por haber picado el más pesado paso,
mera carretera impermeable sino hacia 1830—y el pisoteo de las cabal- que llaman la Loxa. Hacia las doce del día llegamos a las Guaduas, donde

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nos llovió continuando la lluvia que nos comenzó en el último tercio de la nal de Córdoba don Francisco de Solís, y quien a los cuatro días de
última media jornada. la llegada de Messía de la Zerda había de solicitar el humilde hábito
Ya comencé a notar la diferencia del temperamento por la diversidad de lego de la orden en el convento de San Francisco en Santa Fe, fué
de plantas. Vi una planta encarnada, que no pude reducir, y pertenece a quien debió disponer la recepción del virrey a quien acompañaba
las Ginandrias Diandrias. Mutis como su médico.
A la tarde di varias vueltas y hallé una planta pequeña entre las gra- Los honores que se tributarían a Messía de la Zerda, según el cere-
mas, de que no pude hacer descripción. Ella habet calycem pentaphil* monial y conforme los refieren don Pedro María Ibáñez en sus Cróni-
lum, corollam monopetalam subcampanulatam quinquefi* cas de Bogotá, tomo I (Bogotá, 1913) y don J. M. Restrepo Sáenz
dam; filamenta quinqué, tubo inserta, antheras totidem; stilos debieron limitarse, pues el mandatario ordenó, desde Cartagena
quatuor. No la pude reducir, pero noté atentamente que los estilos eran que no se gravara al pueblo, como era costumbre, para estas cere-
cuatro constantemente. Hallé también Hedisarum diphyllum, otra monias.
que parecía Stemodia. Convenían casi todos sus caracteres con la A Honda le salió al encuentro desde Santa Fe una escuadra de
Stemodia, pero se diferenciaban en la disposición de los filamentos y en caballería para servirle de guardia de honor; en Facatativá lo recibieron
que no había más que cuatro anteras. Hallé también las siguientes: MelaS" el alcalde ordinario Francisco Moreno, embajador de la Audiencia y
toma scabrosa, Melastoma hirta, Utricularia subulata y otra el caballerizo mayor del virrey; siguió en coche; en el puente grande
floribus spicatis que me pareció Obolaria y necesito hacer su des- lo saludaron los representantes del cabildo eclesiástico, del Tribunal
cripción. de Cuentas, del cabildo civil y de los oficiales reales.
El itinerario del virrey debió ser el siguiente: día 18 de febrero, Desde Facatativá el virrey La Zerda envió a Bogotá un criado
posada en el Sargento; día 19, entrada en la villa de Guaduas; 20, mayor con la misión de avisar a Solís que se iba acercando. Este mensa-
llegada a la de Villeta; 21, Facatativá; el 22, llegada a Funza y Santiago jero fué recibido en San Diego con honores por los alcaldes y regi-
de Hontibón y recepción oficial del virrey; el 23, ceremonias, y el 24, dores vestidos de gala. El 24, muy temprano, debió de salir de Bogotá
entrada en Santa Fe. Solís con los nobles de Santa Fe para Puente Aranda, a traer al nuevo
Iban saliendo de los calores tropicales a climas cada día más gobernante.
benignos; de los alimentos americanos a otros más españoles; del trata- Si no erramos en el cómputo de las jornadas y en las fechas termi-
miento de fardos al de señores que eran; del desgarbo de las tierras nales fijadas por Mutis y por Gredilla, el ceremonial se acortó algo, en
calientes a los trajes entallados de Madrid, de buen paño y brillantes esta ocasión, tal vez por la decisión de Messía de la Zerda, que dismi-
guarnecidos. nuyó los recursos tanto como a él le ganó simpatías, tal vez porque
Detrás de un montecillo y ya sobre camino llano se presentó a los Solís había tomado con urgencia su vocación monástica.
pies de su excelencia la bella, la rica, la humana, la deliciosa Sabana de En todo caso, uno y otro mandatario, y con ellos el médico Mutis
Bogotá. Una gran planicie de prados verdes, parcelada y alinderada con se reirían por lo bajo de tantos tíos empeñados en remedar a la corte
bardas de tierra pisada y con medianías de zanjas, donde sobresalían de Madrid.
bosquecillos de cedros, arrayanes, chirrinchaos, borracheros, raques y Lo real, lo genuino de aquel pueblo eran los indiecitos de pies des-
gaques; nogales y cipreses, entre los cuales los sauces llorones agitaban calzos que con su sombrero de paja en la mano, esperaban envueltos
a la brisa su mantilla de color primaveral. No se desmentía que era en el polvo que alzaban los caballos a que pasara el saínete y se pre-
febrero, el mes más hermoso de estas regiones. guntaban qué les traería el nuevo amo.
A l antecesor del virrey Messía de la Zerda, que lo fué don José La sabana fértil estaba en barbechos, lista para las siembras del
Solís Folch de Cardona, había tocado inaugurar un minucioso cere- trigo; los ganados pacían en los verdes potreros floridos; los copetones
monial, prescrito para la recepción de los virreyes de Nueva Granada cantaban sobre las bardas; los chirlobirlos — alondras de estas regio-
y que comenzaba en la villa de Honda, para culminar en la misma nes — alzaban el vuelo flameante junto a las bandadas de los «terre-
Santa Fe, sede del gobierno. ros» que apenas se distinguían en los campos de color sepia.
Según ese ceremonial, Solís, noble de España de primera clase, pro- La naturaleza debió parecerle a Mutis muy semejante a la de
tegido del rey Fernando VI, personalidad la más interesante de cuan- Castilla o de la Mancha y que le enviaba todos esos mensajeros que
tas ocuparon el virreinato de Santa Fe, hermano del arzobispo carde- le decían: ya me voy acercando.
CAPITULO XIII

EN SANTIAGO DE HONTIBON

El mundo es una comedia para el hombre que piensa y una tra-


gedia para el que siente.
Luis COLOMA.

Los detalles en que se entretiene la historia, referentes a la natura- ban esperando los señores de la Real Audiencia con garnachas, y el Cura
leza de los lugares y a las cosas que perduran, nos sirve para compren- dió a besar a S. E. la cruz, teniendo un cojín carmesí para que hincase la
der mejor a los hombres dignos de nuestro estudio; porque se supone rodilla, y tomando el palio en la puerta, subió el cuerpo de la iglesia hasta
que en presencia de los mismos elementos del ambiente, ellos sintie- llegar a su correspondiente lugar, acompañado de los señores de la Real
ron como nosotros y como nosotros reaccionaron. Audiencia y Alcaldes ordinarios, para los que había sillas a uno y otro
Por lo mismo, aunque ya tenemos a J. C. Mutis, médico del virrey lado. Cantóse el Te Deumjy después se retiró S. E. con el mismo acompa-
frey Pedro Messía de la Zerda, muy cerca a Bogotá, es menester que, ñamiento al hospedaje que tenía prevenido dicho señor Alcalde; y deján-
antes de proseguir con sus hechos, miremos al escenario social y dolo en el aposento destinado, se retiraron hasta la noche de ese día, que
material en que ambos van a actuar. concurrieron a hacerle corte los señores Oidores, Contadores Mayores,
Santiago de Hontibón había sido una doctrina confiada a los Alcaldes ordinarios, Oficiales Reales y algunos Regidores, sirviéndose un
Padres de la Compañía, cuando todavía no estaban perfectamente asi- magnífico refresco con concierto de música, estando muy iluminada la pieza
milados a la Colonia los últimos restos de los chibchas y aquéllos sos- y ricamente colgada, con su dosel, los retratos de nuestros Reyes, mesa
tenían con sus indios y extensas posesiones de Chía, Fusca, Tibabuyes, y cojín. De nueve a diez de la noche se retiraron todos del aposento, y
Hunza, Tena y otras, sus estudiantados, sus colegios y sus importan- S. E. cenó sólo, sirviéndose en otra pieza una delicada cena para la fami-
tísimas misiones. lia de S. E. y varios de los dichos señores que se quedaron, habiéndose
Por el tiempo a que nos vamos refiriendo, Hontibón ya era Parro- alumbrado todas las piezas con cera.
quia, la más cercana a Santa Fe por el poniente. Al siguiente día concurrieron a las nueve, los señores Oidores, el Tri-
En una esquina de la plaza cuadrada del caserío se levantaban la bunal de Cuentas, Cabildo secular y Oficiales Reales, y habiendo salu-
modesta iglesia y la casa cural, joyas ambas de la arquitectura colo- dado a S. E. le acompañaron a la iglesia, en donde se cantó misa en acción
nial, que hace poco espíritus inteligentes y respetuosos de la tradición de gracias, y acabada, volvió S. E. a su aposento, en donde recibió por su
han restaurado, demostrando lo mucho que ganan la liturgia y la reli- antigüedad a los Tribunales, Comunidades y Universidades habiéndoseles
gión, con ese sabor de cosa rancia, tradicional y heredada de los ante- dado asiento en sillas a ambos Cabildos. Fenecidos los debidos cumplimien-
pasados. tos se franqueó por el señor Alcalde porciones de bebidas y mesa franca.
La iglesia y la sacristía de Hontibón conservan de épocas pasadas, Habiendo llegado la hora de la una, pasó S. E. a otra pieza adornada, y
ornamentos y utensilios litúrgicos, cuya riqueza está más de acuerdo en ella se le sirvió la comida, habiéndose sentado con S. E. a la mesa los
con la generosidad de los patronos de su culto que con la modesta señores de la Real Audiencia, Tribunal de Cuentas, muy ilustre Cabildo
población a cuyo servicio se dedican. Un bellísimo ostensorio secular, y los Oficiales Reales, los Capitanes de S. E., Secretarios y
barroco, atril y sacras de plata; incensario, naveta, vinajeras y ciriales Asesor, y al mismo tiempo se sirvió otra mesa de Estado en la que comieron
del mismo metal; un terreo de casullas de damasco y, lo más extraño, varios caballeros y parte de la familia, habiéndose cubierto varias veces
un palio también de damasco con varas larguísimas de plata, hecho, las mesas. Se pasó luego a otra pieza que estaba cubierta de damasco car-
dice que más que para una aldea, para cubrir personas que fueran a mesí, espejos, cornucopias y su sitial, y en ella se sirvió el ramillete y café,
caballo. Se dice que ese palio fué regalado por una dama de la empe- y habiéndose fenecido este acto, se retiró S. E. a su aposento, y a poco
ratriz de Austria, pero la tradición se esfuma en las edades. tiempo llegó el Ilustrísimo Señor Arzobispo a cumplimentar a S. E., quien
En la iglesia, cuyo más saliente carácter lo da la pequeña tribuna lo recibió a la puerta de su aposento, de la parte de adentro, y lo condujo
enrejada que mira al presbiterio y se comunica con el interior de la debajo del sitial, dándole la derecha en la silla igual de damasco carmesí;
casa, se conservan, mezcladas con imágenes de pacotilla, algunas y habiendo fenecido su Ilustrísima la visita, se despidió de S. E., a quien
tablas y lienzos de muy buenos pinceles: unos pequeñitos referentes a le acompañó hasta el lugar donde lo recibió, y desde allí acompañaron a
Santa María Magdalena, obras, según R. Pizano, de Gregorio Vásquez su Ilustrísima hasta tomar el coche los Capitanes y familia de S. E.
Arce y Ceballos y otros dos, que forman pareja por sus marcos, mas no La tarde de ese día pasó S. E. al cuarto del señor Alcalde, y visitó a
por su estilo, de los cuales es el mejor una Adoración de los pastores, la señora su mujer. A la noche hubo la misma iluminación, música y
que parece ser de uno de los buenos pintores de la escuela napolitana. refresco que la antecedente, con asistencia de los mismos señores, los que se
Por lo demás, la iglesia y la casa de Hontibón no tienen nada de retiraron a las nueve y media de la noche, y S. E. cenó sólo, sirviéndole a
lujoso, antes sí mucha modestia en su arquitectura y sus labrados, la mesa sus ayudas de cámara, y después se dió cena general, cubriéndose
haciéndonos ver que, si ése era el alojamiento de los virreyes neogra- varias veces la mesa, de la que se pasó a la mesa de ramillete, que con
nadinos para su bienvenida y si allí se daba principio a la recepción ostentación se sirvió en todas ocasiones.
de sus excelencias, sería muy poco fastuosa y acaudalada la vida de Al tercer día, habiéndose levantado S. E., fué cumplimentado por
la colonia, no obstante el oro que por centenares de arrobas salió todos los Tribunales, a que se siguió pasar S.E. a oír misa a una de las
de nuestra tierra. tribunas de dicha casa, tomando después chocolate; y desayunándose en
Alberto Urdaneta publicó en el primer año de su Papel Perió- familia, tomó su coche, saliendo del pueblo de Fontibón, y al costado de
dico, sin decir procedencia, un largo documento en que se describe la derecha el señor Alcalde Don José Groot a caballo, y delante el
cómo celebró Santa Fe la llegada de Messía de la Zerda. En él, el demás acompañamiento de los señores Regidores en sus volantes.
señor Francisco Navarro Peláez, escribano de Su Majestad, público de En el sitio del puente de Aranda llegó el Excelentísimo Señor Don José
número, certifica, sobre el ceremonial usado en aquella ocasión: para Solís, el que salió de su palacio con la compañía de caballos y todos y
que en adelante sirva y no se ofrezcan las dudas que al presente. Dice así:sus oficiales, llevando al estribo de la derecha al Capitán de Alabarderos,
... y habiendo llegado S. E. al Puente Grande, le estaba esperando el al otro estribo al Mayordomo, y dos señores Oidores a la testera del coche.
señor Don José Groot, y parando el coche le dió la bienvenida., y corres- De esta forma llegó a dicho sitio, en donde, echando todos pie a tierra,
pondido que fué por S. E. montó a caballo tomando el estribo de la dere- se saludaron con un abrazo los dos Excelentísimos Señores, entregándole
cha, hasta llegar a la puerta de la Iglesia de Fontibón.—En el pórtico esta- el bastón del Reino, y hechos los cumplidos tomaron un coche, dándole la

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Mutis. Si lo describimos con términos tomados de la actual nomen-
derecha al nuevo señor Virrey, y a la testera los dos señores Oidores. (Nota: clatura de la ciudad, podemos hacerlo así:
la frase protocolaria para la entrega del bastón, era: Pongo en manos En 1791 la última manzana o bloque formado al Este de Bogotá
de V.E. este bastón que es muy largo para mi y muy corto para Vos.) De
era la circunscrita por la carrera 2 y las calles 10 y 11 donde ahora se
esta forma se marchó hasta llegar al puente de San Victorino, donde
levanta el colegio de La Salle. Las casas situadas más al sur estaban
estaba formada la compañía de Alabarderos, la que marchó al tiempo de
sobre el río San Juan entre las carreras 7 y 8 y las calles 4 y 3. p o r e l
llegar sus Excelencias, no desamparando al señor Alcalde el estribo de la
occidente se bajaba por la calle 13 entre casas, hasta la calle 14
derecha del coche hasta llegar al palacio, donde, apeados que fueron y
o avenida Caracas. Por el norte la carrera 7 llegaba hasta San Diego.
llegados a la sala del dosel, se practicó el Juramento, y se retiró el antiguo
Lo demás era el campo verde. Por el occidente, extensos pantanos
Señor Virrey a su casa, en coche, con los dos señores Oidores y un piquete
impedían el acceso a la ciudad cruzados sólo por la carretera que
de caballería con espada en mano.
viniendo de la plaza de Nariño—antes San Victorino—salvaba por un
Ese día se sirvió en palacio un ostentoso banquete a dirección del señor
puente de madera el pantano en donde después el mismo don Pedro
Doctor Don Antonio Berástegui, y en la noche se dió allí mismo refresco
de la Zerda construyó en calicanto el puente de Aranda; pasaba por el
y cena, a la que asistió S. E. sentándose a la mesa los señores que siempre
puente de San Antonio cerca a Fontibón, obra terminada por el virrey
y el señor Alcalde Don José Groot.
Solís y luego por Puente Grande sobre el Bogotá. Este camino ya lo
Siguieron las ceremonias para la recepción pública del virrey que
recorrimos junto con el virrey la Zerda.
no tuvieron lugar sino el 23 de marzo, lunes de Pascua.
Hacia el sur otra calzada buscaba la población de Soacha pasando
Llevaron a Messía de la Zerda hasta San Diego, y lo acomodaron
el puente del Tunjuelo — el cual para aquellas fechas estaba destruido
en una tienda de campaña con su silla, cojín, mesa, ceroferarios y libro
por una creciente — y bordeaba los pantanos de Muzú.
de Evangelios para el juramento que luego se le tomó. Allí, según la
Hacia el norte había la carrera 13 hasta el río del Arzobispo, la cual
expresión de Navarro, el cabildo eclesiástico fué en volantas — coche-
se convertía allí en el camino dfc herradura para la provincia de Vélez
citos — a cumplimentar a su excelencia, y se volvió a esperarlo en la
catedral. Se hizo un lujoso cortejo llevando un caballo enjaezado y el Socorro.
para S. E. entre maceros con garnaches y gorras de terciopelo rojo y Parecían altas entonces y se destacaban en la ciudad las casas de
seguido de muchos jinetes. Le tomaron el juramento, le calzaron las dos pisos, hablando a nuestra manera bogotana, que entiende por pri-
espuelas y le dieron las llaves en una fuente de plata. Luego pasaron mer piso el que está al nivel de la calle. Los principales edificios de
a la catedral, con toda la familia de S. E. a caballo. Delante de él y Santa Fe eran el palacio virreynal y la casa de la Audiencia, en el cos-
bien inmediato venía su Gentilhombre a caballo con el estoque des- tado sur de la plaza Mayor; el colegio de San Bartolomé, la universi-
nudo y un paje con el estandarte. Este debió ser el que iba ataviado dad de Santo Tomás, que fué derribada no ha mucho para construir
con un vestido que dicen fué del señor don Fernando VI. A la noche el Palacio de Comunicaciones; la casa que para el gobierno mandó cons-
se iluminó la ciudad y habiendo concurrido al palacio a la sala del dosel, truir Solís; la Casa de Moneda, realización del mismo virrey, el cole-
los señores de la Real Audiencia, Tribunal de Cuentas> Alcaldes Ordina- gio del Rosario, del que más adelante hablaremos.
rios, Regidores, Oficiales Reales, Superintendente, Contador y Tesorero de Por sobre todas estas construcciones Mutis pudo ver y contar las
la Casa de Moneda y los familiares de S. E. habiendo tomado asientos a torres de las iglesias: numerosas, no esbeltas, pero en todo caso sim-
las siete y media dió S. E. un tan ostentoso como abundante refresco, de bólicas: gallardas banderas de la piedad y del espíritu.
buenas bebidas y ricos dulces; y habiéndose hecho corte por dichos señores Y vió los ríos que cantarinos bajaban entre piedras, de la serranía,
hasta las diez de la noche, se retiraron. (Papel Peródico I, págs. 302 bañando la ciudad y sus contornos, donde se lavaba la ropa; y el Cho-
y 303.) rro de Padilla, de linfas azulosas, de donde se llevaba en cántaros el
No sabemos qué desempeño le tocó al médico del virrey en todas agua para los hogares. Y pudo ver cómo acudían los aguadores, gremio
estas ceremonias ni lo que pasaría por su espíritu. Podemos sí ima- barbotante de interjecciones españolas, a los surtidores de la pila que
ginar que ardía en deseos de escaparse para estudiar las plantas de el virrey Solís había dotado de un mejor acueducto en la plaza Mayor.
Guadalupe, ese monte que se yergue al oriente, eterno testigo de la Y vió también esa plaza donde se celebraba el mercado, conflu-
vida bogotana y sabemos que le aquejaba una enfermedad, quizás el yendo los indios con los señores, donde se leían los bandos, que
paludismo manifestado desde Cartagena y del cual salió flaco y anunciaban lo mismo el castigo de un encomendero cruel que el naci-
desfigurado, miento de los príncipes de Madrid; donde el pueblo se regocijaba con
Cuando lo dejaron subir allá pudo contemplar, en el amplio mar- toros y cucañas, por todas las efemérides de la gran España, una,
inquebrantable, y, a pesar de sus pérdidas, nación del sol perenne.
gen de la sabana verde, a la entonces reducida ciudád que lleva toda-
Porque cuando se pronuncia Santa Fe de Bogotá se dice España.
vía en su escudo el águila negra coronada y con orla de granadas, que
Una España sin Edad Media; sin arte morisco; formada por todas esas
le concediera Carlos V y a la cual sus M. M. Don Felipe y Doña Juana
concreciones de naturaleza y soledad, de sencillez y buena vida, que
dieron el título de «muy noble y muy leal».
nacieron en la influencia y a la vez en la independencia respecto de
El plano más antiguo de Bogotá, que se conserva, es el que levantó
Francia.
don Domingo Esquiaqui, ingeniero famoso en nuestra historia, el
Por ese islote en mar de lejanía iba Mutis a trazar, fundándose en
mismo que construyó el Puente del Común y trabajó a órdenes del
virrey don José de Ezpeleta. Es de fecha 1791, pero ciertamente poca la naturaleza, otro meridiano divisorio en los intereses españoles, más
evolución presentaría respecto del que pudo dibujarse a la llegada de lógico que aquel de Tordesillas.
CAPITULO XIV

SANTA FE Y EL NUEVO REINO

Esta nación se llamará Colombia como un tributo de justicia y


gratitud al descubridor de nuestro territorio.

SIMÓN BOLÍVAR ( 1 8 1 5 ) .

Fundaban los españoles sus ciudades de las Indias al pie de un cipios del pasado siglo había de desatarse un único y acorde arrolla-
gran árbol, única realidad conspicua y fija de las soledades inhabita- dor movimiento de independencia.
das; dando el jefe con su espada mandobles en él; arrancando la hierba Así España fué la que creó la unidad geográfica indispensable para
que crecía a sus raíces y retando a los circunstantes para que salieran la emancipación de sus colonias. Ejercicio, no más, de esa unión terri-
a defender aquella tierra si la creían suya. Como nadie replicara, enton- torial y del motivo que la indujo, fué la preparación, a costa de Santa
ces el fundador anunciaba que tomaba ese suelo por suyo a nombre Fe y provista por sus mandatarios, de la expedición de límites sobre el
de los reyes de España. terreno, entre España y Portugal, en 1781. La visión geográfica que
No es extraño, pues, que siguiendo la tradición, en las ciudades y esa expedición había de desarrollar en los hombres del gobierno neo-
aldeas de Colombia una ceiba o un samán marquen el centro de la plaza granadino, se complementó con otra unidad geográfica de indispensa-
mayor. La contemplación continuada de esos árboles, imprime a la ble eficacia, que fué la formada en la opinión de los letrados de
vida un sentido de solidaridad, de estabilidad y de expansión peri- Europa por el viaje de Humboldt a través de las actuales Venezuela,
férica; crea una arquitectura psicológica de protección y de riqueza Colombia y Ecuador.
intrínseca. En ese espectáculo déltico que con la lógica vamos recorriendo para
Fundada la ciudad, seguía la dilatación de su influencia, por los ver cómo la amerohispanidad se vierte en el turbulento mar de la
mismos conquistadores subalternos que en las cercanías dominaban independencia, advertimos de súbito un afluente de sangre.
indios, adquirían tierras y criaban familias, las cuales creciendo, repe- Es savia de negros, de indios, de españoles, vertida en defensa de
tían la proliferación de sus mayores en ondas concéntricas. España, de sus reyes, de sus derechos sobre las tierras de esta porción
Un vínculo natural iba engarzando todas esas realizaciones civiles noroeste de Suramérica, luchando contra los piratas.
y era la trayectoria de los Adelantados conquistadores. Nueva Granada, En andanadas terríficas se derramaron por los mares de Porto Belo:
como dijimos, presentó desde sus principios cuatro de esas unidades del Darién, de Cartagena, de Santa Marta, de Ríohacha, de la Guaira
de conquista. y Cumaná, ingleses, franceses, irlandeses, mamelucos y holandeses. Ni
Para aglutinar estas unidades espontáneas, se necesitaba la acción el hambre, ni la sed5 ni la peste de los asedios, ni la miseria consiguiente
a los saqueos exterminadores, ni los métodos suaves de penetración y
del gobierno peninsular. En el territorio que hoy es Colombia se operó
soborno, les valieron para romper la unidad étnica, lingüística, religiosa
por ese medio la unión de las gobernaciones de Cartagena, de Santa
y sentimental en que consiste la hispanidad y que fué la fuerza vivi-
Marta y de Santa Fe y después la aligación definitiva a ese cuerpo, de
ficante del mundo prebolivariano.
la gobernación de Popayán, nacida bajo el sol del Perú. A veces, esta-
blecida la unión, volvía la separación, que ordinariamente tenía lugar Fenómeno digno de análisis y decisivo en la historia es el de la
por las líneas de juntura de la accesión artificial. influencia de Bogotá en todas estas vicisitudes.
Quien considera el Atlas elaborado por Codazzi, donde por cartas La ciudad, más bien una aldea (12), distanciada del mar, a la que
sucesivas va presentando las transformaciones políticas del ángulo nor- sólo se llegaba desde Europa tras larga navegación, tras el viacrucis
oeste de Suramérica, verá que dentro del territorio perteneciente hoy del río Magdalena y de las muías de Honda, no pudo ser desalojada
de su destino de rectora, cabeza y corazón de un mundo, sino en el
a la República de Colombia, primero se inicia, con límites indecisos,
papel, pero jamás en la realidad.
la separación de la Costa Caribe llamada Nueva Andalucía, respecto
de la Castilla de Oro que era el área explorada desde el mar en Panamá Uno de los planes que inquietaron la mente del libertador Simón
y Costa de Mosquitos y respecto de la gobernación de San Juan y de Bolívar, la cual se incorporó a ley fundamental del Congreso de
Angostura en su artículo quinto, fué la de fundar una ciudad con el
la provincia indígena de Barbacoas. Enclavada en el interior y rodeada
nombre de Las Casas o de Bolívar para hacerla capital de la Gran
de la nada cultural, se hallaba entonces Santa Fe de Bogotá como
Colombia. Se quiso suprimir así la emulación entre centros que pudie-
un engranaje autónomo de la conquista, planeta con su órbita propia
ran disputarse la supremacía de la nación dilatadísima que plasmaban
desprendido de la atracción de la marina así española como filibustera.
manos prudentes queriendo adelantarse a la discordia.
Con las primeras divisiones coloniales aparecen configuradas las
Todos estos designios se quebraron en algo que Bogotá llevaba en
gobernaciones de Santa Marta, de Cartagena y San Juan; el Nuevo
Reino y las provincias de Caracas, de Popayán y Quito. su frente como ampo inalienable de soberanía.
Ese ampo, esa diadema, en 1761 ya comenzaba a cuajarse en los
La época de los presidentes determina la consolidación en grandes
bloques territoriales: la presidencia de Santa Fe, que abarca por la hilos de la aurora.
costa Caribe desde la frontera panameña occidental hasta las Guaya- El gobierno de Madrid tenía conciencia del momento y de las cir-
cunstancias. Proveyó a la desproporcionada debilidad del gobierno
nas, y por el sur limita con la hoya amazónica precisada por el río Gua-
colonial y de los funcionarios subalternos de momento, enviando como
viare. Viene luego la presidencia de Quito marcada al norte por el río
m virreyes a hombres avezados al mando, familiarizados con las tramita-
J u a n ; comprendiendo el territorio antioqueño y que por el sur
ciones de los ministerios, vinculados personalmente a los funcionarios
abarcaba una ancha faja al mediodía del Marañón.
de la corona, situados muy por encima de la pequeñez burocrática y
Ese era el inmenso territorio confiado al virrey don Pedro Messía
e a Zer parroquial.
da y a sus inmediatos predecesores y sucesores, donde a prin-

Guüle(l2) J 1 tradu «° r de ™ — dirigida por Humboldt a! virrey de Nueva Granada don * ^ *


GuUle^o Hernández de Alba, refiriéndose* reparo que hace Humboldt a la colomzaaén c l e í % ^ j T t a l como sus circunstancias locales lo
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costumbre que tienen los
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> maS hle e f, ZZfoTuZsZoZ 7 largas distamias de población. Acaso este abuso nos pejudica
propietarios de tierras (de vivir) dentro de ellas, separados unos de otros a largas
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que los

- 47 -
Un día es el virrey Solís. Refiere así un episodio significativo el la inmensidad del territorio, se le daban hombres de talla. Para
historiador P. M. Ibáñez: pueblo los tratara como tales y adquiriera la conciencia de l a ^
La licencia de las costumbres del Virrey Solís hizo que tuviera disgus- ridad ejercida a nombre del rey, se le presentaban los estandartes^]^
tos con los Oidores, quienes informaron contra él al Rey Fernando VI, garnachas; las gorras de terciopelo rojo y los sables desenvainad **
alcanzando del Monarca una cédula de represión. El Rey Fernando, amigo Así fomentó la misma España lo que la había de dividir. Faltad
intimo del virrey, envió a éste a la vez, carta particular en que lo exci- solamente un factor indispensable a todo movimiento popular: la id *
taba, en el seno de la más cordial amistad, a evitar choques con sus com- el sistema, la fe en el futuro, una filosofía de la libertad. ^
pañeros de Gobierno, advirtiéndole que no se afanara por el contenido de Y el hombre de esa idea descendería en aquel momento de 176
la cédala, ni porque se repitiesen las quejas de los golillas. después de contemplar los tejados de Santa Fe, por las faldas
Un día la Audiencia se reunió en toda forma para notificar solemne- Guadalupe, llevando en los brazos un haz de ramas olorosas a páramo
mente a Solís el regaño del Monarca. colmadas de flores que con su marcha se iban estremeciendo y fecun-
En la tranquila vida de Santafé debió ser aquello un acontecimiento; dando los pistilos.
la emoción de los Oidores debió ser profunda, y su sueño interrumpido por Bolívar había de comparar las ciudades conductoras de la gran
la intima satisfacción que les produciría el arma terrible que poseían con-Colombia diciendo que una era un cuartel, otra un convento y
tra el joven Virrey. Citáronle la reprensión del Soberano; oíala Solís con Bogotá una universidad. Por su parte, el hombre excelso prefirió la
extraña e inusitada cahna, y cuando el Escribano de Cámara hubo ter- última.
minado la lectura y los ojos de los Oidores se fijaban sorprendidos o ¿Y quién la había creado sino la Expedición Botánica del Nuevo
interrogadores en la faz del joven, éste sacó del bolsillo una carta de Reino?
Femando VI, que era su protector, y la leyó a su vez... Al concluir la Sentíase Mutis incorporado a la trayectoria intelectual de Bogotá
lectura dijo el virrey al escribano: Vuestra leal persona ha hecho que me cuando en el año de 1776, escribiendo a Carlos Linneo, hijo, en una
lean la real cédula; ya habéis visto la carta que Femando ha escrito a su larga misiva, le dice:
amigo Don José Solís Folch de Cardona. ... aquí, bajo del mismo Ecuador, donde las cieticias útiles van logrando
Otro episodio semejante a éste, en cuanto revela la actitud de los mayores progresos, y donde tal vez (se) puede sospechar que nues-
los virreyes neogranadinos con respecto a la corte de Madrid, nos tras queridas musas fijarán su asiento en los siglos venideros...
merecerá especial mención y fué la responsabilidad que asumió el Al genio, que vive de la esperanza, se abren las puertas de la pro-
arzobispo virrey Caballero y Góngora al fundar la Expedición Botánica. fecía y la relación mental era y había de ser la diadema del águila negra
Así que al gobierno de la colonia, tan pequeño, tan minúsculo ante que anidaba al pie de Guadalupe.

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TERCERA PARTE
PROYECTOS, TENTATIVAS Y ESPERA

N I C I A Mutis sus actividades americanas como médico de la Corte Virreinal y encuentra-primera valla que
se opone a sus proyectos-que los pseudo médicos de Santa Fe se sienten lesionados en sus intereses por las
actividades del joven facultativo. Además, halla que las ideas populares, impregnadas de invencible superche-
ría indígena, se oponen a sus tratamientos; que, finalmente, los cuidados de su clientela le impiden su
estudio predilecto de la naturaleza. Cada mirada en torno de sí es un anhelo insatisfecho, cada piedra,
cada flor y cada trino le reclama y le reprocha. Acompañando al Virrey regresa a Cartagena y aprovecha
su segunda visita al puerto, para aprender el inglés, para estudiar los peces del caribe y las plantas que crecen
desconocidas en la hoya magdalenesa.
Nuevo tipo de poblador de las Indias, se duele, sobre todo, por los atrasos de la inteligencia criolla, educada en disciplinas arcaicas y
estériles; rechazada de las carreras que generalmente se abrían a todos los hijos de España.
Entonces acepta la cátedra de Matemáticas en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario y expone en sus lecciones las doctrinas
de Newton sobre el sistema heliocéntrico, por cuya defensa se suscitaron contra él críticas acerbas de ciertos letrados, que se creían únicos
canes vigilantes de la ortodoxia religiosa.
Al mismo tiempo, y con una tendencia proselitista que imita a C. Linné, maestro genial y amigo generoso, daba clases privadas de
Historia Natural a jóvenes de reconocido talento, quienes más tarde, dispersos por todo el país, habrían de ser sus colaboradores y amplia-
rían el área de sus inquietudes.
El hastío, sin embargo, de la Corte de Santa Fe, el deseo de sumergirse en naturaleza, la necesidad de hallar recursos que no fueran el
penoso ejercicio de la medicina; así como las persuasiones de sus amigos, llevaron a Mutis hacia las empresas mineras, donde se conjugaba
—tal lo creía él—su propia independencia económica con el servicio a la España de acá y de allá de los mares. Dejando los pingües proven-
tos de su profesión, halló que, si no mejoraba de fortuna, las entrañas de la selva se abrían a su empeño de saber. Entonces vió mejor que
nunca, que sólo la protección gubernamental podría propiciar su vida laboriosa de investigador.
Ya desde su segundo viaje a Cartagena, Mutis había dirigido su Representación al Rey, pidiéndole apoyo para preparar y escribir la
Historia Natural de aquella parte de Suramérica que cae al norte del Ecuador geográfico. Pero esa razonada, sincera y patriótica propuesta
durmió desatendida, por veintiún años, en las secretarías de Santa Fe y del Consejo General de Indias.
Para que lo fortuito resultara más eficaz que lo premeditado, la rebelión de los Comuneros, que repercutió en el Tolima, puso a
Mutis en relación íntima con el Arzobispo A. Caballero y Góngora, nombrado a poco Virrey del Nuevo Reino, conocedor profundo de los
destinos de América y guía preciso de sus caminos culturales.
Este ilustrado mandatario había de ser, con su influencia, el promotor de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada.
CAPITULO XV

EL M E D I C O DEL V I R R E Y

Nada hay despreciable entre las inagotables producciones de la


Naturaleza en este Nuevo Reino.

CABALLERO Y GÓNGORA, Oficio a la Corte, 26 oct. 1783,


remitiendo la brea mineral o asfalto.

Cuatro días solamente llevaba en Santa Fe el virrey La Zerda y ya y comensal de ellos, cuando ambos oficios se ejercían en las cortes
el sueño reparador de la tierra fría iba eliminándole el cansancio de como puntal para lograr favores y ayudar parcialidades, prefiere para
ciento setenta y un días de viaje. Pero aquella noche no podía pegar sí, para sus parientes y amigos la seguridad que da el trabajo y el
los ojos, porque le daba vueltas en la cabeza la responsabilidad que el decoro de ser uno de tantos. Ni siquiera desfigura la verdad para
rey había echado sobre sus hombros y se veía ante una difícil deci- neutralizar los ataques que le hacía su contendor Sebastián López Ruiz
sión, por la que había tomado, sin su consulta, el noble Solís Folch y ni, en ejercicio de su oficio, se vale de ese procedimiento corriente
Cardona, su antecesor. entre palaciegos de desacreditar con sospechas, o ambigüedades, para
Le habían visto a las nueve de la mañana de aquel sábado salir en aumentar su crédito, mucho menos para lograr mejoras en sus réditos,
su calesa, con la mayor gala y con sus criados y negros del mismo ni siquiera para disimular las deficiencias de su propia labor.
modo, para asistir a la misa solemne en San Diego. Que a la tarde Así termina el balance de sus ingresos durante 1761:
había subido donde el arzobispo, el señor don Francisco Javier Arauz, Por esta carrera se vendrá en conocimiento de lo mucho que habrá tra-
y que a la noche, embozado en su capa — la misma incógnita de sus bajado, quien tanto ha recibido, siendo cierto que nada poseo por otros
devaneos — había salido para San Francisco; se había despojado de medios que no sean respectivos a mi facultad, pues no debo el más mínimo
toda gala y — mientras los frailes echaban a vuelo las campanas — regalo por empeños con el Virrey ( que ninguno he hecho, ni pienso hacer
había tomado el hábito del Santo de Asís. Allí estaba el billete escrito aunque me ofrecieron 2.000 pesos por alcanzar una gracia) ni por otros
al propio don Pedro y firmado por Solís: Fray José de Jesús María. fines que los expresados.
Sin el soporte de experiencia que le ofreciera su antecesor, comen- Si en los oficios de Mutis hay algo que huela a lisonja, ello no es
zando por un disgusto para la casa real, el nuevo virrey inauguraba sino el estilo de la época, nunca la adulación ni el servilismo.
su gobierno sobre un territorio de 2.162.200 kilómetros cuadrados, Gobernando Messía de la Zerda, disfrutó el médico de la casa
habitados por 800.000 almas. virreinal, nombrado protomèdico de Santa Fe a solicitud de la Audien-
Era entonces Bogotá una villa reducida, pues en el Censo que años cia, no sólo de su sueldo, que comenzó a devengar desde el i.° de
después levantó el sucesor de La Zerda, el virrey Guirior, no había noviembre de 1760, a los dos días de su primer arribo a Cartagena, y
de dar sino 16.233 habitantes en 1.770 casas y chozas. que subía a 700 pesos al año, sino de una participación casi igual en la
Mutis prosigue su diario sin comentar el acontecimiento de Solís, administración y ventas de la botica de la calle Real, y de sus honora-
con quien había de trabar amistad cuando juntos viajaron al norte de rios por tareas médicas fuera de la corte. Estos alcanzaron en los once
Cundinamarca y a quien más tarde había de imitar. primeros meses de su estancia en Santa Fe a 1.200 pesos. Para el 31
En la vida del gaditano se deben distinguir dos épocas bien con- de diciembre de 1761, Mutis había recibido un total de 2.516 pesos
trapuestas: una desde 1761 a 1783, cuando se inició por Caballero y como gananciales en dinero físico y no haciendo cuenta de los
Góngora la protección oficial a la Expedición Botánica y otra desde regalos.
ahí hasta el fallecimiento del sabio. Nos imaginamos que esos regalos, a que se refiere Mutis, serían
El primer período es el de los virreyes Messía de la Zerda (1761- los pollos y huevos, granadillas, curubas y pescados con que los indios;
1772); Manuel Guirior (1771-1776); Manuel Antonio Flórez (1776- los azafates de alfandoques, legumbres y mazapanes con que las fami-
1782); Juan de Torrezal Díaz Pimienta (1782), y Antonio Caballero y lias; los alfeñiques y obleas con que las monjas de Santa Fe tratarían
Góngora (1782-1789). de mostrarle su agradecimiento por sus buenos oficios y aciertos. Todo
En el segundo gobernaron, a más del arzobispo virrey, Francisco bien entendido — decía él — es plata.
Gil y Lemos (1789); José de Ezpeleta (1789-1797); Pedro Mendinueta Podemos conjeturar cuál fuera el valor adquisitivo de los 2.516
y Muzquiz (1797-1803), y Antonio Amar y Borbón (1803-1810). pesos a que alcanzaba la renta de Mutis, si recordamos que, al final
Sería estudio sugestivo el de las relaciones de Mutis con esa serie del siglo, Pedro Fermín de Vargas, uno de sus discípulos, presentaba
de gobernantes testigos todos del laborioso patriotismo del médico y al virrey un Plan de Constituciones para el Hospital Real de
sacerdote, cuya mayor aspiración — son sus palabras — era el título de Zipaquirá, proponiendo sueldos anuales para los empleados, así: un
buen vasallo y botánico de su Majestad, únicos laureles que verdadera- médico, 500 pesos; un boticario, 200; un enfermero, 90; una cocinera,
mente adornan a los hombres de letras. 60; una lavandera, 30. El precio de la ración diaria por enfermo y
Mutis sin duda hizo críticas al atraso de su patria en investigación, dependiente sería de un real — octava parte de un peso — y el hos-
en educación universitaria, en la popular. Pero ellas no se dirigían a pital de Zipaquirá gastaría anualmente en camas y frazadas 50 pesos.
España, sino a aquellos que pudiendo y debiendo no la servían. Mutis médico ofrece muchos méritos a la consideración de nues-
En los borradores de su discurso inaugural de la cátedra de mate- tros historiadores. Pero es de advertir que los más relevantes de ellos
máticas en el Rosario, dice: pertenecen a las postrimerías del siglo XVIII y a los comienzos del xix,
Razón será, señores, que encendidos del amor a unas ventajas tan cuando, ya sacerdote septuagenario, veía boyante su expedición.
conocidas, imitemos la conducta de los sabios, apartando la atención de los Sus biógrafos sobreponen fácilmente hechos que sucedieron en los
ruines respetos de nuestra España detenida. muy diversos períodos indicados de su vida y hasta los trastruecan
Es la síntesis de un reproche martillante sin el cual no podía espe- como aparece en los ditirambos que vieron la luz pública con ocasión
rarse la innovación que exigían hasta las piedras. del segundo centenario del nacimiento de Mutis. Nos importa, por lo
Otra característica de la intervención oficial de Mutis es su repug- mismo, ya que en la presente obra ante todo buscamos claridad sobre
nancia a la intriga gananciosa. Médico de virreyes, después su confesor los sucesos de la Expedición Botánica, atender a las fechas referentes

- 51 -
t

para justificar ante el rey la elección que había hecho de Mutis


a esta obra grandiosa, cotejándolas con otras que modificaron la vida
Director de la Expedición Botánica, lo califica: sujeto que había ^^
colonial. por más de veinte años gran parte del Reino, recogiendo las producid
Mutis nos dejó dos documentos importantísimos para comprender de la naturaleza. ones
y descifrar toda su vida accidentada en el lapso 1761 a 1783, y que El itinerario de Mutis en su primer período, deducido de sus co
demuestran su inquebrantablea dhesión al ideal: la representación al nicaciones y cartas se puede jalonar fácilmente. °mu~
rey y una réplica de ella dirigida al señor Caballero y Góngora. Llega a Cartagena de Indias el día dicho de 29 de octubre de 176
Su aspiración máxima era redimir a España del atraso investiga- Por tierra vy tal vez también por el Canal del Dique nasa
pasa a Barrancas
tivo, exaltar el pensamiento nacional, hacer respetable la inteligencia de de ahí a Mompox. Sale el 8 de enero de 1761 y llega a Honda el 28 t Y
su patria. Pero en el campo inmenso de las ciencias, él fijó su atención del mismo mes. Parte de Honda el 17 de febrero para Santa Fe 2 9
en las Naturales que a porfía estaban protegiendo y desarrollando los llega a los ocho días, el 24 de febrero. En Bogotá y sus alrededores per-
soberanos europeos; se dió a sus propias aficiones en el estudio de la manece hasta el 16 de septiembre de 1762, cuando, acompañando al
flora, y escogió como campo fecundo en sorpresas para Europa, en ser- virrey Messía de la Zerda vuelve a Cartagena, amenazada por la guerra
vicios para la monarquía y en sacudimiento cultural, las tierras del declarada a los ingleses (13). No torna sino el 16 de julio de 1763
neotrópico y las inteligencias germinales de la juventud hispano- después de viajar cincuenta días por el camino del Opón, Vélez
americana. Zipaquirá y Usaquén (14).
Los caracteres diferenciales de esas dos épocas que hemos señalado El año 1766 se instala en las minas de Montuosa la Baja y Vetas
en la vida de Mutis no son, sin embargo, el olvido primero y el tar- en Santander y permanece en su dirección cuatro años. El 15 de mayo
dío apoyo del rey después, sino el destino que impuso a su trabajo. de 1770, ya está en Santa Fe donde dice, escribiendo a Linné, que ha
Desamparado su proyecto de la Flora Americana dedica todas sus vuelto llamado por el virrey; que lleva diez años viajando y aun insi-
colecciones, observaciones y notas al servicio de los sabios que como núa que había conocido la flora cercana del Amazonas. Satisfaciendo
Linné le estimulan. Dispersa la cosecha de su esfuerzo se queda con órdenes del virrey, quien le reitera sus promesas de darle medios para
la información que cabe en su cerebro y en su Diario. otros estudios, deja esa minería.
La segunda época, la del apoyo real, es de acumulación, de escuela, Messía de la Zerda concluyó su gobierno el 31 de octubre de 1772
la que todo lo acopia para una empresa urgente, entrevista en los Vinieron entonces, con Guirior, las excursiones hacia el occidente de
sueños de toda la vida. Cundinamarca, en asuntos de quina, pues a fines de ese año, precisa-
Hubo un viraje temprano en las aspiraciones del sabio. Primero se mente en los meses en que recibía las órdenes sagradas, la descubrió
dirigía a obtener del rey su nombramiento para superintendente del
en los montes de Tena. En 1776 se halla ya enfrascado en su segunda
gabinete real que había de formarse en la corte, ya que era el autor de
empresa minera como Administrador del Real de El Sapo en Ibagué.
esta iniciativa. Después, empero, contrajo sus ambiciones a una expe-
De allí le había de sacar en 1782, el arzobispo Caballero para agre-
dición de la América septentrional, estilo Loefling o estilo Jacquin.
garlo a su casa en la capital virreinal, no ya sólo de médico, sino
Una realidad rectilínea y nítida, como asta de bandera, unifica toda
como consejero.
la vida americana de Mutis, que es su infatigable constancia, su ince-
Todo este ajetreo no sucedió en balde para las ciencias naturales,
sante peregrinar, su permanente observación. Y hay algo que flota y
y prueba de ello es que el maestro García aparece el 6 de mayo de
sin despegarse se despega y se envuelve y tremola, que son sus activi-
1784 en Mariquita, dibujando plantas que Mutis había recolectado en
dades de médico, de matemático, de mineralogista, de etnólogo, de
El Sapo.
profesor, de consejero; los reveses de la fortuna, las veleidades del
Debió ser una de las preocupaciones de Mutis al llegar a Santa Fe
favor oficial. Esa bandera se yergue en un bastión que es la fe reli-
y recordar su largo viaje, la de mantener sus relaciones epistolares con
giosa de Mutis, su substrato ideológico fundamental.
Europa, sobre todo las que tanto le halagaban con los sabios escandi-
A esa fe, sin duda, sumada a su educación familiar, debió Mutis
navos.
otra condición invariable de su vida, que fué su bondad; la inalterable
Antes de la Real Cédula de 2 de julio de 1769 que ordenó la incor-
preponderancia del sentimiento sobre los dones de la mente, su verdad
poración a la corona de todos los correos terrestres de América, los
ponderada y sensata. El que llamó Linné virum candidissimum, era en
de Nueva Granada — iniciados desde 1544 — funcionaban conforme
efecto sencillo, franco y buen amigo, con todas las arrogancias, sí, del
al privilegio de establecerlos concedido en España a don Lorenzo
caballero, pero tolerante, sin hiél ni egoísmo.
Galíndez y a sus descendientes. Una Administración y un Juzgado de
Pocos hombres han modelado su vida desde la niñez al patrón que
correos, recibían y despachaban dos o tres veces al año el cajón o la
ellos mismos elegirían en la edad senil. Mutis dobló la esquina de la
petaca donde venían los oficios del gobierno, las cartas de particulares y
vida satisfecho de haber sido constante consigo mismo, en actividades
las encomiendas. Como las mercancías, estos bultos debían ir en envol-
múltiples.
turas impermeables que los aseguraran contra las lluvias en los puer-
Mutis, médico, es una energía cinética de su educación familiar y
tos, en los champanes y en los barcos transmarinos; padecían extravíos
gaditana, postura constreñida por el apretujamiento humano; Mutis,
y demoras; eran verdaderos dados echados a la suerte; las nuevas per-
mineralogista, es otra postura en el zaguán que conduce al pan de cada
dían su actualidad con la demora y la respuesta era una fortuna verda-
día. Mutis, desorientado, huraño, solitario, en la que él llama su
inevitable melancolía, es el impacto sobre sus nervios de la perfidia de dera. Siete veces repitió Mutis una carta a Linné antes de cerciorarse
los hombres y de su vibrante combustión cerebral. Mutis viajero es un de que la había recibido.
fenómeno de todas esas entelequias, entendida esta palabra en el sen- Calcúlese lo que sería entonces una solicitud, dirigida a la corte,
tido aristotélico, es decir, de todas estas potencias listas a actuar. entre otras mil venidas de todos los ámbitos del mundo; las demoras,
Hay quienes hayan supuesto — medianos escrutadores de la histo- las tramitaciones, los olvidos que padecería. La maravilla es que
ria — que la Expedición Botánica de Nueva Granada sólo conoció el España pudiera atender ese avispero de quejas y peticiones.
área — que a ellos les parece estrecha — de La Mesa, Mariquita y Mutis quiso, desde antes de salir de Madrid, echar a andar ante
Santa Fe. La comparan con las Expediciones al Perú, a Méjico, a Cuba la corte una petición de apoyo para su Historia Natural de América.
y con la Zoológica de Azara al Paraná, y hallan éstas más amplias. Pero se lo disuadieron las preocupaciones que entonces asediaban al
Sacan las cuentas y encuentran costosa, en relación con sus frutos sazo- gobierno. Quiso tentar de nuevo al llegar a Cartagena donde estaba
nados la del Nuevo Reino. Tales no merecen el juicio de que carecen. fresca la huella de Jacquin, pero Messía de la Zerda le hizo esperar
Caballero y Góngora en su Relación de Mando (Turbaco, 1789), días más propicios. Cuando otra vez volvió a ese puerto fué cuando

, 1 f (^3) Entrelasmejoras ejecutadas por Messía de la Zerda en las fortificaciones de Cartagena, cuando en 1762 las visitó, figura la dotación con 73 cañones del castillo
28 ¡ ^ ^ J Í S ^ " ^ ^ ^ ^ C °nCaPaddad dC W r asalt0 proveniente del'puerto. S o b r e h m u r a i ^ n ^ Z ^ m p t o * »

(14) En su segundo viaje desde Cartagena subiendo el río de la Magdalena el año 1763, dice Mutis en el Diario de Observaciones-

ya pollos aderto^que d^azufreM^ ^e^qu^s^^^^'d ^ m^oria por ayunos a*os en esta £


/« „ ** , „ del difunto Don AnZloLatZZi Í Z Z l ^ Z S S S ? S I o T g ^

— 52 —
pudo despachar su Representación al rey (mayo 28 del 63), documento informe y con la prevención de moneda que tenía en mi bolsillo, no me fué
fundamental de toda la trayectoria de su vida, madurada planifica- muy difícil determinarme a pasar la noche en el monte. Seguí subiendo y
ción de su empresa. explorando el terreno, que me ofreció muchas plantas nunca vistas. Vi por
Pero ésta era tan alta que se necesitaba ánimo real para compren- la primera vez en aquel suelo la Calaguala. No era la hoja tan grande
der las conveniencias de su costo, y un corazón y una influencia tan deci- como la que me presentó D. Cristóbal Cajal, traída de Boquerón, que está
siva como la de Caballero y Góngora y la del Marqués de la Sonora, en el camino de Cáqueza. En el último tercio de la subida están las pie-
para recomendarla con eficacia. Resultado: veinte años de espera. dras de un lado y otro salpicadas de unas manchas azafranadas; tintura
Mucho debió de padecer Mutis, antes de que los cortesanos de que se pega a las manos, y parece ser un cuerpecillo fungoso que crece sobre
Santa Fe lo vieran aprobado por la autoridad real, y por lo mismo no aquellas piedras. Fui recogiendo todas las plantas que pude. Cuando llegué
es extraño el hincapié que puso en el aplauso de Linné y de otros a la ermita que está en la cima del cerro, serían las cinco y media de la
sabios extranjeros, el cual hoy nos parece excesivo, quizás infantil. Y es tarde. Lo primero que hizo mi paje fué registrar los alrededores, en que
que el sabio que despilfarraba tiempo y energías, dinero y oportunida- no descubrió las casas ni gentes que dijo el leñatero. Me avisó de esta aven-
des en anotar minuciosidades naturales, en libros y exploraciones, no tura que no dejó de disgustarme. Pasé después a registrar las habitaciones
pedía sino respeto, lo menos que puede pedir quien se siente incorpo- que están arrimadas a la pared de la iglesia, mirando al Norte. Las hallé
rado a un ideal de servicio público. abiertas y allí consentimos acomodarnos. Como la trasnochada fué impen-
¿Padecimiento de Mutis en esa primera etapa de su vida neograna- sada, hubimos de hacer una vida enteramente ermitaña. La cena se redujo
dina? Multum per omne modurn, que a igual pregunta respondió San a unas tres onzas de pan, casualmente olvidado en la faltriquera del paje,
Pablo. distribuidas entre tres. No fué menos simple la bebida, que casualmente
Impertinencias de la vida incomprensiva palaciega; solicitudes de había quedado en el fondo de una botija, ni menos austera la cama. Todas
la cátedra y de su profesión que no le dan tiempo de estudiar la natu- estas disposiciones, como ajenas de todo aparato, fueron ejecutadas en cor-
raleza; demoras y pérdidas en correspondencia; ideas absurdas en los tísimo tiempo, y el que sobró lo empleé en fijar el barómetro al cerrojo de
que le rodeaban que deliran como locos en materias médicas y a quie- la puerta de la iglesia, la cual mira al Poniente, y observar cómo quedaba
nes, por tercos, hay que responder con el silencio; incomodidad para el mercurio. Noté que se mantenía a las 18 pulgadas, 7 líneas y 2/3 de
visitar de puerta en puerta los enfermos por las calles empedradas y línea. A la mañana lo encontré, habiéndolo fijado en el cuarto en que dormU
empinadas de Santa Fe. a las cinco y media de la mañana, a las 18 pulgadas, 7 líneas y 1/3 de
El 17 de febrero de 1762 Mutis emprende una subida a la cumbre línea.
del cerro de Guadalupe, aventura que, si sucediera ahora, no podría Los resultados científicos de este período de las exploraciones del
describirse mejor. Dice así en su Diario: médico del virrey Messía de la Zerda, los expondremos adelante para
El día 17, teniendo mi barómetro montado, tuve vivísimos deseos de probar que la Expedición Botánica, en su planeamiento, en su adquisi-
subir al cerro de Guadalupe, para observar cuánto bajaba. Antes me había ción de verdades y en sus colecciones, fué una obra iniciada desde que
informado de este camino, y habiéndoseme dicho que en una misma tarde Mutis pisó en Cartagena de Indias.
podía bajar y subir, no quise dilatar más mis deseos., determinándome Un hilo tenaz iba apresando el territorio neogranadino, las trayec-
a subir la misma tarde en que lo pensé. Serían las dos y media de la tarde torias de Mutis, para entregarlo íntegro a la fascinación de una juven-
cuando formé mi resolución. Antes de las tres, ya yo me había puesto en tud ávida de patria suya, de una patria con derechos iguales a los
marcha, fiando al cuidado de mi paje el barómetro. También llevé conmigo demás pueblos de la tierra.
mi esclavo negro, para lo que pudiera ofrecérseme. No quise montar Y esos eran los amores de aquel hombre que no quiso separarse
en mi muía queriendo recoger más fruto de mi viaje, que me salió de modo de nosotros, ni cuando Messía de la Zerda, terminado su gobierno, le
diferente al que me había imaginado. Como la subida es algo cansada y pidió regresar con él a la península; ni cuando Guirior, promovido al
empleaba más tiempo del que otro gastaría, deteniéndome en registrar el virreinato del Perú, quiso tomarlo consigo para que estudiara las qui-
terreno que pisaba., recogiendo varias plantas, hacia el medio de la tarde nas más allá del paralelo 5 Sur y que rechazó el gobierno de Girón
comencé a sospechar que debería volverme o hacerme ánimos de pasar la como importuno para sus planes.
noche en la jurisdicción de la ermita. Cuando hacía estas reflexiones me En una y otra ocasión respondió: El amor a estos países es consecuen-
hallaba a la mitad del camino. Seguí caminando con alguna indiferencia cia de un corazón agradecido a sus Pueblos. Había entregado su amor a
de que me sacó un leñatero que bajaba de Guadalupe. Procuré informarme la publicación de la flora de la Nueva Granada, ardua y distante.
del camino restante y del modo con que yo podría pasar la noche arriba. Y cuando se ama lo distante, como Mutis, toda ausencia es mucha,
El leñatero, por ignorante o no bien intencionado, me aseguró que detrás cualquier camino para esperar es largo, para buscar corto, y otras pre-
de Guadalupe vivían muchas gentes en sus chozas o casillas. Con este sencias son impertinentes y demasiadas.

- 53
CAPITULO XVI

EN EL MAYOR DEL ROSARIO

Siempre fué tenido por cosa digna de ánimo noble defender


verdad cuando la mentira causa error o daño, aunque se atra **
are
particular amistad con los que se apartan de ella.

GONZALO JIMÉNEZ DE QUESADA, Antijovio.

Dijimos que Mutis había sido el primero de los colonos de Nueva santemente llevan limo virgen al final salobre, se destaca el Colegio
Granada y primero entre los proceres de Colombia. Primer colono en Mayor de Nuestra Señora del Rosario.
la prestancia y primer procer en la cronología. Si le faltó la transmisión Esta preclara Universidad que entre todas las bogotanas es la que
de la sangre, transfundió caudalosamente la idea y sembró la semilla ha logrado mayor continuidad y que menos convulsiones ha sufrido
que cayó en las mentes jóvenes, reclamando perennidad. como premio a su sabia dirección y al fiel y reposado mantenimiento
Concretando su objetivo vital al estudio de la naturaleza americana de sus destinos educativos, fué fundada por el arzobispo de Santa Fe
inagotable, como ave migratoria perdida en la noche, prende sus de la Orden de Predicadores, fray Cristóbal de Torres, burgalés, y
giros a ese faro. Su medicina era vegetal mientras la experiencia cien- según cédula de Felipe IV de 31 de diciembre de 1561, para que en
tífica no exigiera otra cosa, así como no halla en las plantas mayor ella se estudiaran la doctrina de Santo Tomás, la Jurisprudencia y la
excelencia que la de aliviar el dolor y repeler la muerte. También Medicina.
cuando se hizo educador buscaba difundir una filosofía social de la Quiso el próvido y generoso fundador asegurar para siempre la
naturaleza que se adelantaba siglo y medio a su época. estabilidad del Colegio y lo dotó con largueza. Así le adquirió, en tierras
Para los místicos: un Pablo de Tarso, un Iñigo de Loyola, un Juan que habían sido habitadas por los indios panches, extensas posesiones,
de la Cruz, el mundo visible tiene una lógica ascensional que sube trapiches y ganados, haciendas que habían pertenecido a Juan Díaz
hasta el amor divino. Para el artista, sea escultor, o pintor, o literato, la Jaramillo llamado el sevillano y el rico, encomendero, y quizás uno de
naturaleza es la maestra de la eterna vigencia, la que vincula las ela- los fundadores en 1544 de la ciudad de San Jacinto de los Caballeros
ciones estéticas de todas las edades. Para el médico — y ese principio de Tocaima. Bella gala de nuestra historia que no se la entiende sino
fué normativo en Mutis — la naturaleza es artífice de la salud. Para en función de las cosas y los personajes de España.
el colono perfecto su creación consiste en vincular los hombres a un Fray Cristóbal confió su Colegio Mayor a los Padres Predicadores
paisaje, en dominar una naturaleza, en unificar por ella los esfuerzos para que en sus principios lo rigieran. Pero habiendo querido éstos
varoniles y rendir a nuestros quereres el vigor esteJar del cosmos. reunirlo a la Universidad tomística que funcionaba en su convento,
Finalmente para el científico y el educador, el todo es comprender y abierta en 1639 — a cuya fundación se aplicaron los bienes de la
dar al joven un sentido del medio en que va a actuar el hombre. sucesión de Gaspar Núñez sacerdote de Benavente, en Castilla — el
Aprendido tal vez de Linné — genio y maestro — o quizás dedu- arzobispo dió providencias para secularizar para siempre su Instituto.
cido por propios raciocinios, el médico del virrey de Nueva Granada, El edificio para éste fué entregado en 1653 y sus estudios se inaugura-
expone así el fundamento de su labor educativa a Caballero y Góngora. ron el 18 de diciembre del mismo año.
Daba también lecciones de historia natural a algunos jóvenes con ob- Competidores en las doctrinas, émulos en las glorias de la evange-
jeto de recompensar mis trabajos con los frutos de las correspondencias que lización y educación de Nueva Granada, habían sido los Padres de la
en adelante pudiera establecer con ellos, esparcidos en las diversas provin-Compañía de Jesús, elegidos por el arzobispo don Bartolomé Lobo
cias del Reino> según sus destinos. Todos eran arbitrios que se dirigían aGuerrero, natural de Ronda, catedrático de la Universidad de Sevilla
los adelantamientos de mi Historia... e Inquisidor de Méjico.
A principios del año 70 me restituí a esta ciudad sin haber querido Felipe III concedió en 1602 que se fundara el Colegio Máximo de
admitir el gobierno de Girón, como empleo totalmente opuesto a mis desig- San Bartolomé que a la entrada de sus aulas todavía nos dice: Sapien-
nios, entregándome nuevamente a las mismas tareas de la medicina, cáte- tia edificavit sibi domum.
dra y lecciones de la historia natural, formando jóvenes con quienes partir Cuando J. C. Mutis llegó a Santa Fe esos tres eran los centros que
mis delicias de ver introducidos, bajo de la línea equinoccial, los conoci- se repartían el prestigio de la enseñanza y la juventud neogranadina.
mientos de las ciencias útiles, y celebrados los nombres de los tres mayores De tierras remotas, Popayán, Cali, Cartagena, Antioquia, Socorro y
sabios del norte, Newton, Boerhaave y Linné. Santa Marta, venían los educandos a equiparar con la nobleza de su
Mis delicias. Mutis se siente portaestandarte de un movimiento sangre, y la riqueza de sus padres, su preparación mental para la vida.
progresivo y selecto que es la colonización de los espíritus, principio Y una noble ambición los espoleaba para no quedarse atrás del movi-
de la apropiación de los recursos naturales de América, para España y miento literario que se desarrollaba en la España europea.
para la humanidad; insignia que desde Suecia transmite su mano hasta Sin embargo, los estudios profesionales en Santa Fe eran más para
las frondosas, húmedas, fértiles y solitarias orillas del Amazonas. Y la Edad Media, de las antiguas París o Salamanca, que de un siglo
sueña, triunfador de una inercia secular, ampliar el área geográfica de en que tan desarrolladas estaban las ciencias positivas y de una nación
su Expedición Botánica y horadar la roca de los tiempos venideros, que apenas iniciaba su itinerario de progreso. Europa había podido
vaciando sus empeños de laboriosidad y de inquietudes naturalistas en elevar de los escombros del feudalismo su civilización, gracias a una
las mentes ávidas y maleables de la juventud americana. Era una parte superioridad estética que venía desde Grecia, merced a sus gremios
de su plan. Nada tan contrario a los hechos como suponer a Mutis artesanos, a su dominio sobre los mares. Pero Nueva Granada dor-
avaro de sí y de sus conocimientos. mía en su cestilla, entre los juncos del Nilo caudaloso de su fertilidad.
Por eso apoyó a Caldas en su tortura de saber; por eso encauzó a Nada decían los peripatéticos, ni los comentarios, ni los quodlibe-
Valenzuela hasta que hizo de él «el señor Compañero». tos, ni los enquiridios; tampoco los Gradus ad Parnassum> ni sobre el
Como las murallas de Cartagena que antaño defendieron el domi- maíz, ni sobre la papa, ni sobre el camino de Honda, ni sobre las men-
nio español y ahora sustentan nuestras tradiciones de Hispanidad; como guantes de la luna. Y a fe que prius est esse, et postea philosophare. Se
las grandes ceibas que en el corazón de la villa tropical van repitiendo entretenía a los estudiantes con discusiones pírricas que más tenían de
de generación en generación las historias y las consejas que mantienen gallera que de habilitación para una vida de esfuerzo tremendo. Ni se
el hogar común; como esos montes, como esos grandes ríos que ince- les enseñaba prosodia latina, ni salían comprendiendo el modo físico,

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ni aprendían a usar del sentido común. La reacción tenía que presen-
tener el movimiento de la tierra y la quietud del sol con el objeto de expli-
t o había pasado el año en que llegó el caballero Mutis a Santa Fe car los fenómenos celestesy además el sistema de Copérnico era intolerable
cuando el 8 de diciembre, al amanecer, un incendio devoraba el noviciado porque no se compadecía con el respeto a la Sagrada Escritura, de suerte
que ningún católico podía defenderlo, mucho menos habida cuenta de su
de Santo Domingo, y pasaba después a la iglesia, que era el mejor san-
prohibición por la Sagrada Inquisición.
tuario de la ciudaddonde hizo un destrozo considerable. El diario dice: El ambiente para Mutis debió tornarse pesadísimo. El mismo rec-
Con motivo de esta desgracia hube de hacer varias reflexiones, y entre tor del Rosario estaba contra él; el mujeriego sin duda cuchicheaba de
ellas tuvo el primer lugar el mujeriego, cuyo piadoso corazón se les salía lo lindo contra el médico joven del virrey, los estudiantes de uno y
a estas infelices por boca y ojos. Hicieron causa propia la desgracia de otro bando pondrían la disputa al rojo vivo y todos se volvían un gui-
esta iglesia* y acompañando con obras sus deseos se dejaron ver como varo-rigay con tantos epicilos, excéntricos, concéntricos, elipsoides, centrí-
niles jornaleras. Toda el agua, que fué infinita, se debió al trabajo de fugas y centrípetas. En lo que él más amaba su complejo piadoso y
las mujeres, a quienes, faltándoles vasijas en qué llevarla, arbitraron con- científico se quiso sembrar un complejo de censura.
ducirla en sus sombreros. Afo cafe ew ponderación la liberalidad y rasgo de Fué fortuna para Mutis que la corte española hubiera ya tomado
las infelices chicheras con que franqueaban toda su hacienda y muebles, decisión, no sobre el sistema de Copérnico, sino sobre que la Inquisi-
reducida a una porción de chicha que es toda la hacienda, y a tres o cua- ción romana no podía obligar al rey a ordenar lo que no le pareciese
tro múcuras a que se reducen sus muebles más preciosos. Llegaba esta libe- y la cosa quedó ahí por muchos años, hasta cuando Mutis partió para
ralidad a tales términos que buscando un sujeto este licor con el dinero en la Montuosa. Entonces la cátedra de Matemáticas del Rosario se
la mano, le franqueaban todo sin permitir el trato de la venta, preciándose suprimió y las doctrinas de la Universidad ilustre se amañaron de
de tan cristiana y compasiva la que lo daba, como quien lo buscaba con nuevo con su Ptolomeo.
su dinero. Aquí es digno de advertir el rarísimo modo de pensar (que en Diversa aceptación en el orden pedagógico se daría, andando los
esto suelen ser inaguantables estas gentes) con que se han persuadido a que años, al confesor del virrey Caballero y Góngora, botánico y primer
la chicha es la contra más poderosa para el fuego, a quien, dicen ellos, astrónomo de la Expedición por la América septentrional. Entonces las
apaga mejor que el agua. /Extraño ofrecimiento! ¿Qué ventajas encon- consultas llueven sobre él, y él dice la última palabra en asuntos de
trarán en un licor fermentado, como lo es la chicha, que necesariamente métodos y organizaciones pedagógicas y profilácticas.
contiene un espíritu ardiente, efecto de todas fermentaciones, y que bien A esa segunda época mutisiana pertenecerá su Plan para la ense~
se manifiesta en los que la beben? ¿Qué pensaría quien viese buscar aguar- ñanza de las Matemáticas en el Colegio del Rosario (1787); el
diente para apagar un incendio? Pero no toca a estas gentes discernir Plan para los Estudios de Medicina en el Colegio Real Mayor
sobre materias que les son extrañas. Poseen un corazón muy dócil, que y del Real Patronato de Nuestra Señora del Rosario, al cual va
los inclina sobrado a la credulidad, y con la misma se dejan llevar de las añadido el proyecto para la fundación de un laboratorio de química
opiniones del vulgo. (1801); el Informe sobre el Estado Médico y Sanitario del Nuevo
El infortunio siguió a poco a los Padres de la Compañía. El 10 de Reino (1802), y, por último, la inauguración de su retrato en el ilustre
septiembre de 1763 se desplomó la media naranja de la iglesia de San Colegio, honor a que él corresponde declarando a Nueva Granada su
Ignacio, obra del arquitecto italiano Coluccini. El día 7 de julio de patria de elección. Dice así en carta al rector Fernando Caycedo y Fló-
1767, se recibió en Santa Fe la pragmática sanción de Carlos III rez (publicada por G . Hernández de Alba) que lleva fecha del 12 de
extrañando de sus dominios a todos los miembros déla Compañía y con- mayo de 1801:
fiscando todos sus bienes. Esta disposición inicua y funesta fué procla- Por más ruboroso que me haya sido el honorífico oficio en que Vuestra
mada el 31 de julio del mismo año, y luego se estableció la Junta Supe- Señoría se sirve participarme la resolución acordada con el señor Don Jorge
rior de Aplicaciones de Temporalidades que ocupó los valiosos bienes (Tadeo) Lozano, de perpetuar la memoria del establecimiento primitivo
de la Orden ignaciana. El Colegio de San Bartolomé se secularizó y délas matemáticas en el retrato de su primer catedrático, al considerarme
sus estudiantes cambiaron el antiguo escudo por las armas del Rey que ya colocado en vida entre los beneméritos hijos de ese ilustre Colegio;
hicieron bordar en sus becas. (P. M. Ibáñez.) ha templado en lo posible mi sonrojo, la recordación de aquel día tan plau-
Antes de su extrañamiento, algunos de los Padres de la Compañía sible en que di principio a desahogar mis inflamados deseos de introducir
prestaron a Mutis su valiosísimo concurso en el acopio de documentos en la capital, y propagar a todo el Reino, los útilísimos conocimientos de
sobre lenguas indígenas, estudio fascinante para su espíritu sensible, las ciencias exactas.
que lamentaba la suerte de los indios, y trataba de comprender los Mi notorio amor a la juventud americana, retratada en los corazones
valores, entonces soterrados, de sus culturas. de sus agradecidos patricios, lo considero tan bien recompensado, que debe-
Y antes de que en Mayo de 1783, una cédula del mismo Carlos III ría resistirme al sacrificio de violentar la modestia de un hombre resuelto
obligara a todos los indios a hablar el castellano y cerrara las escuelas a vivir olvidado y solamente ocupado en servir al beneficio de su elegida
de idiomas indígenas, Mutis dedica afanes, visitas y correspondencias patria, suspirando por la aurora de sus días más felices, y trabajando
con los misioneros a este fin. Dice así: por aproximar su llegada, me contentaría por ahora la esperanza de alguna
Más que todo me fué dolorosa mi mansión en el retiro de la Montuosa memoria postuma.
al tiempo de la expatriación de los jesuítas. Sabía yo muy bien las rique- Si a pesar de la sinceridad con que descubro a Vuestra Señoría mi
zas de esta clase en sus archivos y misiones y positivamente me constaba agradecido corazón, insistiese todavía en su pensamiento, me rendiré
entonces que estaba bien trabajada la gramática de la lengua sáliva que desde luego al sacrificio, por complacer a Vuestra Señoría, a quien espero
me prometió un misionero... Nada igualaba mi sentimiento por la pérdida dar otras pruebas emuladoras del ardiente celo con que ha excedido a sus
de la más dulce y elegante lengua achagua. antecesores promoviendo las glorias de nuestro ilustre Colegio.
El avaro estudioso se regocija, sin embargo, porque ha logrado Quizás en ningún otro punto de la biografía mutisiana se echa de
arrancar de la librería del Colegio de Tunja el precioso regalo, la alhaja menos la atención a la cronología que cuando, en discursos y notas
más preciosa, el tesoro que no tiene precio de los dos únicos ejemplares que ligeras se habla de sus discípulos en el Mayor del Rosario. Cierto que
se conocen del Diccionario de la Lengua Chibcha o Mosca, que era la Mutis fué catedrático perpetuo de los claustros rosaristas. Indudable-
general del Nuevo Reino y parece ya extinguida su memoria. mente que muchos patricios y mártires de nuestra patria fueron discí-
A la primera época que señalamos de la vida neogranadina de Mutis pulos del sabio gaditano. Pero suponer que muchos de los proceres
pertenecen sus clases de matemáticas en el Rosario comenzadas el naturalistas fueron discípulos de Mutis en el Rosario es forzar la cro-
13 de marzo de 1762, su ausencia de un año por el segundo viaje a nología a lo inverosímil.
Cartagena y su renuncia definitiva al magisterio para marchar a las Las verdaderas épocas rosaristas de Mutis fueron la que medió de
minas de plata de Montuosa, cerca de Cácota de Suratá en el 66. 1763 al 66, cuando todavía era laico y desde 1770 al 76. En otros lapsos
El suceso más resonante de esa docencia fué el litigio que se le sus- o estuvo ausente de Santa Fe o entregado al trabajo de su Expedición.
citó por haber enseñado el sistema heliocéntrico de Copérnico y de Por la exactitud que pide la historia es indispensable restringir los
Newton. Entonces mostró toda la admirable solidez de su criterio y años y el alcance de la docencia rosarista de Mutis. No fué en las glo-
el equilibrio de su conducta. riosas aulas de fray Cristóbal donde oyeron sus lecciones los que des-
Los Padres Dominicanos defendían una tesis que, a su parecer, era pués fueron mártires naturalistas de la patria; ni las lecciones de Mutis
teológica, física y matemática, según la cual ningún católico debería sos- abarcaron más de nueve años de los cuarenta y siete de su vida en

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Nueva Granada, ni allí en el Rosario enseñó directamente las ciencias dor, del Divino Señor del árbol y la hormiga, a una presentado
botánicas y zoológicas. Si éstas hubieran sido objeto de sus preleccio- externa más en armonía con aquello que ya practicaba. Un paralelo de
nes rosaristas, se hubiera hecho referencia a ellas entre los motivos para las apariencias con Solís es imposible: el del interior, dentro de lo
erigir su retrato en el noble Colegio Mayor. español, obvio y natural.
Por otra parte, los más provectos discípulos de Mutis que influye- Más adelante iremos viendo a qué grado de eficacia llegó la lecció
ron en la creación de la Nueva Granada, fueron Valenzuela, nacido en impartida por Mutis en la formación mental y en la vigorización de la
1756; Escallón a quien llama mi amado discípulor9 Camilo Torres que voluntad de sus discípulos. Su generación, los que vivieron a su lado
lo fué en 1776; Pedro Fermín de Vargas cuya fecha de nacimiento igno- nos enseñaron a llamarlo sabio, porque siguió la senda por do han ido
ramos", pero que hacia 1785 recibe cartas de Mutis en que le da ins- los pocos que en el mundo han sido. Caldas y R. Granados le califican de
trucciones como a persona mayor y José Félix de Restrepo, nacido santo en el sentido de hombre lleno de bondad.
en 1760. Sabio no es el que lleva mucho en la cabeza. Sabio es el ávido de
Entre el médico y el sacerdote, las gentes no tuvieron mucho que aprender, el incansable de leer, el avaro de documentarse, el que, des-
distinguir. Porque sus pasiones siempre se diluyeron en el piélago del confiado de su razón, recoge, arrodillado en tierra, las briznas de ver-
trabajo y nunca dejó de ser modesto y justiciero ni jamás se le vió dad que la naturaleza va dejando caer y que alcanzan a brillar a los
dominado por la ambición o el exclusivismo. soles vesperales de nuestra atención.
Al ordenarse Mutis de presbítero el día 19 de diciembre por manos Y maestro es el sabio que todo se entrega y llama a que reciban
del arzobispo fray Agustín Camacho y Rojas, tunjano, y al cantar Eso significa la lapidaria frase de Mutis cuando felicitándose de poseer
su primera misa en la Navidad de 1772, cuando se había despedido de el diccionario chibcha y refiriéndose a sí mismo, dice:
Messía de la Zerda, no busca defenderse, ni alcanzar, ni asegurarse. Este tesoro no tiene precio; pero está depositado en manos francas de
Sólo obedece a un llamado íntimo de su espíritu, a la sed de su Hace- quien sólo atesora para poder dar.
OHátls.

B. % A.

DON FRANCISCO JAVIER MATI S


Dibujante de la Expedición y autor de las anatomías florales en
su Iconografía. Según la miniatura de J. M. Espinosa que se
conserva en el Museo Nacional de Historia en Bogotá. Su signatura
de dibujante está tomada en el Jardín Botánico de Madrid.
CAPITULO XVII

PLAN DE ALTIVEZ ESPAÑOLA

Todo lo sufren en cualquier asalto


sólo no sufren que les hablen alto.

CALDERÓN DE LA BARCA.

La Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada fué un madrileña merecía comprensión y disposiciones de igualdad social,
brote de superación, una ambición patriótica, una explosión de la para los funcionarios coloniales, de mente subalterna, debía ahogarse
altivez española, un delirio épico, con lo cual está dicha su grandeza, en sangre, para que no se dijera que por ellos la corona iba a desgra-
su fuerza devoradora de hombres, y asegurada, no importa para nar su pedrería. Amedrentados, egoístas y miopes al futuro, no vieron
cuándo, su realización, mientras alienten españoles de sangre. que la sangre regada por las ideas, casi siempre germina, e imaginaron
Mutis, en su Diario de 1761, primer año de su estancia en Santa que bien valía la Nueva Granada la cabeza de unos cuantos.
Fe, nos declara muchas veces cuáles eran sus intenciones al pasar a A tales ideas era bien ajeno el arzobispo Caballero y Góngora.
la América, que no eran de aventurero, ni de traficante, ni de buró- Antes bien, como verdadero gobernante —• ninguno le ha igualado en
crata economizador de sueldos. Para él su oficio de médico del virrey comprensión de nuestros problemas — se dió a la minuciosa inspec-
fué un mero pretexto para entregarse a las ciencias naturales en con- ción personal del extenso territorio de su arquidiócesis de Santa Fe,
tornos desconocidos y demostrar en ellos la eficacia del pensamiento sin temor a sus caminos, a pesar de que era hombre pesado, refinado
español y los arrestos de su raza. Por eso, desde los comienzos le inte- y que ya frisaba en los sesenta años de edad.
resa todo lo que se produce espontáneamente, lo que revela la idio- Andaba el arzobispo en la visita pastoral de sus iglesias y curatos
sincrasia de las gentes y lo que merece utilizarse por los americanos. del territorio que es hoy el departamento del Tolima cuando conoció
Sus diarios son un remolino que absorbe datos sobre plantas, sobre a Mutis en el Cerro del Real del Sapo. Los dos hombres debieron con-
enfermedades, sobre remedios, sobre animales, sobre metales y pie- geniar. Ambos eran andaluces, ambos eclesiásticos, ambos entusiastas
dras, sobre costumbres y lenguas indígenas. He aquí unas palabras por el progreso de la Nueva Granada y coincidían ambos en la apre-
suyas escritas en Mariquita, el 13 de marzo de 1787, las que merece- ciación de los medios para lograr ese progreso.
rían ser esculpidas en el vestíbulo de nuestros Institutos etnológicos: Caballero y Góngora, con Mutis, eran afines en el puntilloso con-
Mi fin se dirigía a depositar estos tesoros (las gramáticas y dicciona- cepto de España, en su fidelidad a la monarquía y en ese agresivo sen-
rio indígenas) en alguna Academia de Bellas Letras, recelando cuan timiento de la superioridad de su nación, que es capaz de las realiza-
precipitadamente caminaban estos idiomas a la región del olvido, con la ciones más inopinadas.
extinción de estas bárbaras naciones, y viendo, al mismo tiempo, desde Dedicaremos un capítulo especial a estudiar las relaciones de Mutis
lejos, que debía renacer el gusto por estas preciosas antigüedades; pero con Caballero y Góngora. Ahora nos basta saber que la existencia de la
tal vez, con el desconsuelo imponderable de ni hallarlas ni saber si exis- Expedición Botánica en aquel momento era un hilo delgado, un pro-
tieron. yecto, sin más probabilidades de realizarse que la fuerza que tuviera
Los diarios de 1761 y 62 repiten de muchas maneras cuál fué la para mover al rey Carlos III la Representación elevada por Mutis
vocación tan avasalladora que atrajo a Mutis a la remota Santa Fe en 1763, repetida en 1764 con una corta recomendación de Messía
de Bogotá. Dice: de la Zerda y que yacía sepultada, entre otras mil, en los archivos del
Día 26 de mayo (de 1761): Aunque la naturaleza del país me prome- gobierno de Santa Fe y de Madrid. Aquel documento, decíamos, era
tió desde luego abundante materia para mis ejercicios botánicos, la nove- el curriculum vitae de Mutis, su hoja de servicios a la ciencia y su
dad del nuevo médico, junto a la escasez de facultativos, cortó todo el declaración de hispanidad. Era sobre todo la expresión de la ciencia
vuelo a mis ideas. y del trabajo, que se levantaban contra el ultraje que amenazaba a
Día 28 de septiembre (1761): Por esta nota de mi viaje se verá que España si no fueran españoles los que estudiaran los recursos natu-
no ha consistido en pereza la interrupción de mis trabajos literarios. Lo rales de América.
peor es que hallo cerrada la puerta a todas mis ideas... (por haber acep- Decía así Mutis a Carlos III:
tado la cátedra de Medicina). Mientras en España se iba perpetuando un profundo olvido sobre las
Día 2 de diciembre (1781), Dede este día 15 (de noviembre) hasta empresas de esta naturaleza, todas las naciones, especialmente las que
el 2 de diciembrey he trabajado muy poco en asuntos de Historia Natural... poseían algunos establecimientos en América, aspiraban a porfía a poseer
No es extraño, pues, que desde su llegada a Santa Fe, el joven igualmente el conocimiento de sus tesoros naturales, y a la formación de
médico despertara, en su nuevo medio, una prodigiosa emulación por gabinetes públicos y privados. Apenas salía algún viajero curioso para
recoger informes, discutir experiencias e interpretar fenómenos; por estos remotos países, que no trajese la recomendación de conducir algunos
regalarle muestras, por acumular conocimientos sobre el propio país. tesorillos o pequeñas colecciones de Historia Natural en sus tres ramos.
Y este interés penetraba a los conventos, se abría calle en las visi- Pensaron después las Academias en enviar de tiempo en tiempo algunos
tas interminables de las señoras santafereñas; seguía a los arrieros y a sabios, en entablar correspondencias y en valerse de cuantos medios podían
los pescadores en sus travesías y se expandía, hasta los últimos linde- aumentar a competencia la Historia Natural con nuevos descubrimientos.
ros, como una nueva convicción de patria. Jamás hubiera llegado esta ciencia a la perfección con que se admira en
Decíamos que el año de 1782 cogió a Mutis administrando el Real nuestro siglo, si los Soberanos y algunos personajes distinguidos no hubie-
de Minas del Sapo, en jurisdicción de Ibagué, sacerdote desde hacía sen tomado por su cuenta la noble idea de promover, gratificar y premiar
diez años, arruinado y sin blanca, entregado, por mandato tantálico, a liberalísimamente algunos sabios naturalistas, para poder tener un cabal
explotar una veta de plata, mientras curaba los enfermos, indios y conocimiento de cuanto útil y curioso producen sus establecimientos...
colonos desamparados, que en romería acudían a recibir las prescrip- Hacia la mitad del siglo presente despertó la España de su antiguo
ciones de su bondad y de su ciencia. letargo. Comenzaron algunos sabios y señores a gustar de las ciencias natu-
Se habían apagado ya los últimos ecos de la primera rebelión con- rales con el motivo de la nueva juventud, que por real orden y a expensas
tra la península, la revolución de los Comuneros, la cual — seamos del Erario y de algunos grandes, salía a instruirse en todos los ramos a los
francos — no fué una guerra, sino una revuelta que, si para la corte reinos extranjeros...

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figuraba ver algún día otra expedición dignamente desempeñada por la
No me horrorizan, señor, las indecibles incomodidades que consigo trae
América Septentrional> si lograba sacar de su retiro e inflamar de nuevo,
el trabajoso estudio de la naturaleza. Los sabios, en sus gabinetes o en las
para consumar la historia de este Reino, al sujeto que la había prin-
escuelas, pasan con toda comodidad los días enteros, recogiendo a pie quieto
el fruto de su aplicación. Un viajero debe gastar gran parte de la noche cipiado...
en ordenar y componer lo que por el día recogió en el campo, después de Así lo pude conseguir a principios del año pasado de 82, trayéndolo
haber sufrido alteraciones de la estación que suelen ser muy variadas; las a esta ciudad y mi casa, en que ha seguido su declarada vocación sin per-
asperezas y precipicios del suelo que va registrando; las incomodidades de juicio de su estado sacerdotal y a pesar de sus continuas asistencias a
los insectos insufribles que por todas partes le rodean; los sustos y peligros todas las casas principales de la ciudad, en la presente epidemia, por el
de muchos animales venenosos y horribles, que a cada paso le espantan; preferente amor que le profesan...
sobre la austeridad de una vida verdaderamente austera y desabrida, que Sin embargo, de hallarme yo anteriormente informado y satisfecho de
por calores, páramos y lugares desiertos quebranta y fatiga su cuerpo... los designios del mencionado Mutis y resuelto a informar a Vuestra Exce-
lencia sobre las preciosas tareas de este infatigable naturalista, para hacerlo
Nadie mejor que Vuestra Majestad conocerá., desde luego, que sobre
con el debido conocimiento y explorar últimamente su ánimo, le pasé
la gloria inmortal que resultaría a Vuestra Majestad de esta gloriosa em-
presa dignamente desempeñada, ninguna otra nación tanto como la espa- el oficio número 3. Su modesta y sencilla respuesta número 4 hará cono-
ñola se halla interesada en saber y conocer las producciones admirables cer a Vuestra Excelencia un hombre de una constancia sin ejemplar, todo
con que la Divina Providencia ha enriquecido los dilatados dominios que lleno de amor a su Rey, a su Nación y a su Patria. Sus expresiones y sen-
tienen la fortuna de vivir bajo la feliz dominación de Vuestra Majestad timientos, aunque superiores a la común instrucción de su profesión, no
en este Nuevo Mundo. Si las demás naciones, que poseen en la América bastan a declarar lo que yo mismo he descubierto en este sujeto, cuando lo
algunas colonias o establecimientos, han adquirido desde sus principios un hallé arrinconado en mi visita de Ibagué, juzgándolo digno y acreedor a
cabal conocimiento de todo cuanto les produce el suelo de aquellas posesio- mejor fortuna. Encubre por su conocida modestia los aciertos de su profe-
nes, como es bien notorio por sus bellas historias, impresas especialmente sión médica; la dulzura de su trato con que se ha hecho respetable y amado
en este siglo, deberá atribuirse no solamente al buen gusto del bello día que de estas gentes; su inteligencia en los principales idiomas de Europa y
tan temprano les amaneció, sino también a la facilidad con que pudieron en el griego; su extensión de conocimientos en las ciencias naturales; su
ejecutarse aquellas expediciones. La universal historia natural de los domi- empeño de introducir en este Reino los conocimientos útiles; su deseo de
nios españoles tiene por objeto una prodigiosa extensión de dilatadísimos propagarlos y de formar discípulos; y aquel gusto delicado, tan necesario
países: es obra de mayor consideración, y en que se debe gastar mucho más para tratar cualquier asunto, como se reconoce por varios documentos que
tiempo que en las demás. Sin embargo, con lo mucho que llevo trabajado existen en esta Secretaría. Algo refiere de la constancia en vencer obs-
en más de cuatro años, incesantemente empleados en esta y otras ocupacio- táculos que impedían sus progresos; pero todo es inferior a lo que realmente
nes no menos útiles y gloriosas a la nación, podrá dentro de poco tiempo ha sucedido, y de que tengo noticias individuales...
manifestarse al mundo sabio las utilidades que producen al género humano, Estando, pues, tan adelantada la historia natural de este Reino por
las liberalidades de Vuestra Majestad... su autor Mutis; y siendo igualmente fácil su continuación por un sujeto
Caballero y Góngora debió leer la Representación de Mutis y sen- de talentos experimentados y aplaudidos con la especial proporción de
tir la injusticia del olvido en que yacía. Vió que si España de esa suerte hallarse también aquí sus dos adjuntos botánicos y discípulos, el doctor
anulaba el talento de los suyos, dilapidaba el patriotismo y despreciaba don Eloy Valenzuela y el doctor don Bruno Landete y su adjunto geógrafo
una vida como aquélla dejándola hundir poco a poco en el vacío, don José Camblor, sujetos todos escogidos por sus talentos, aplicación, con-
en la soledad y en la inercia, entonces él mismo carecería de la patria ducta y favorables disposiciones para desempeñar los vastos y gloriosos
que amaba. pensamientos que se proponen en sus antiguas representaciones y presentes
Por eso mandó a Mutis que una vez más repitiera su Representa- respuestas de don Joseph Celestino Mutis, me he resulto a recomendarlo a
ción y para hacerla más vigorosa la acompañó de un informe secreto Vuestra Excelencia con especialísimos deseos de su efectiva verificación y
sobre las condiciones del peticionario. cumplimiento de esta Real Expedición.
No se ha escrito una página tan laudatoria del sabio, ni un análisis Hasta aquí la información de Caballero y Góngora, amigo del
tan completo de sus planes; nunca se supo tocar las fibras del senti- Marqués de Sonora, que abrió la puerta al favor real en pro de la
miento españolista, ni apelar a la altivez de nuestra raza, como en Expedición Botánica. Este documento se despachó el 31 de marzo
ese informe de Caballero, decisivo para la creación de la Expedición de 1783, cuando ya el arzobispo de Santa Fe había prestado jura-
Botánica. Habla al ministro, Marqués de Sonora, y le dice: mento como virrey del Nuevo Reino de Granada.
Muy señor mío: Con fecha de 3 de Agosto del año próximo pasado me Ni tardo ni tímido, el arzobispo virrey dispuso —como él lo sabía —
participa Vuestra Excelencia, de orden de Su Majestad, el permiso con- asumir responsabilidades y decretó el 1 de abril, que sin demora,
cedido a los cuatro viajeros que, a expensas del Emperador de Alemania,
se iniciaran, según los planes de Mutis, los trabajos de la Expedición,
intentan reconocer ambas Américas para descubrir y recoger las curiosi-
la cual mientras llegaba la respuesta de Madrid, correría por su propia
dades de historia natural, previniéndome la importante precaución de
cuenta.
señalarles alguna persona que los observe de cerca para que no abusen del
El 29 de julio de 1783 Gálvez promete a Caballero y Góngora ocu-
permiso, ni se ocupen en otros objetos ajenos de su comisión, si llegan uni-
parse pronto del asunto de la Expedición. El 8 de agosto de 1783 dice
dos o separados a presentarse en el Distrito de este Virreinato...
el mismo ministro: Aprueba S. M. todo lo dispuesto provisionalmente
Espero poder desempeñar en todas sus partes la confianza de Su
por el arzobispo y cuanto propone este sabio y digno Prelado. Ordena se
Majestad, y aun desearía que la Expedición imperial verificara sus princi-
le manden las instrucciones dadas a los del Perú.
pios en este Reino por la oportuna casualidad de hallarse ocupado en los
Mutis se vió frente a frente de la naturaleza americana, inagotable
mismos trabajos literarios un vasallo de Su Majestad, que a sus propias
para el estudio y tomó la decisión de escribir de preferencia la Flora de
expensas y con imponderables fatigas, ha llevado muy adelante la gloria
la América septentrional.
de la Nación...
Las plantas le bastaban para muchos años de trabajo. Las posee-
Faltaría yo a los altos y serios fines con que Su Majestad se ha propuesto
mos sin sangre ni tortura; son bellas siempre: desde el musgo que se
acceder a la súplica del Emperador si dejara pasar esta ocasión sin mani-
prende a la roca, hasta la palmera. Halladas no nos huyen, cortadas
festar a Vuestra Excelencia las importantes reflexiones que por si mismo
no se deforman; truncadas no se abaten. Todas nos sirven y de todas
habrá formado Vuestra Excelencia en el estrecho lance de una tal condes-
podemos sacar utilidades inesperadas.
cendencia; previniendo con ella los disgustos que podrían originarse sU
La obra de Mutis, botánico y humanista, había de ser de un estricto
resuelto Su Majestad a no ceder la gloria de comunicar al público los
valor científico, su presentación y lenguaje los de los grandes maes-
muchos descubrimientos de sus dilatados dominios hechos a su ilustrísimo
tros, y en los géneros y especies nuevos habían de perpetuarse los nom-
nombre y expensas, hubiera insistido en negar el paso a los extraños; espe-
bres de sus benefactores y amigos científicos. Es emocionante ver ese
cialmente ahora que por los sabios influjos de Vuestra Excelencia y a
afán de los sistemáticos por obsequiarse unos a otros con reflejos de
costa de inmensos gastos se va reconociendo toda la América Meridional
inmortalidad.
y enriqueciendo con sus producciones el magnifico Gabinete y Jardín
Había de ser exacta, profusa y bella. No importaba el tiempo que
Real de su Corte...
exigiera cada lámina, porque no sería por el tiempo invertido, sino por
Llevado naturalmente de semejantes deseos por la gloria nacional,
me el resultado por lo que preguntarían los sabios. Cada flor, cada rama,

58 -
se representaría como viviente: en una vida que se desdoblara para
Al revés de lo que hoy nos convence: que lo principal es el ejem-
que el estudioso no perdiera ni un detalle sistemático.
plar, después la descripción, después la interpretación pictórica; Mutis
De aquí nació todo el inmenso esfuerzo de Mutis por procurarse
desconfió de la descripción. Los insectos, los correos y la flora dis-
los mejores pintores para sus láminas, los mejores talentos para su
forme de nuestros bosques; los métodos de disecación entonces imper-
colaboración científica, el hermanarlos consigo en la capacidad de aná-
fectos, le hicieron dar importancia secundaria a los exsicados.
lisis.
En la carta, citada a Bergius, dice más adelante:
• No se puede decir que esa complacencia deleitosa sobre el valor
estético de su obra preponderara en el director de la Expedición tanto
Mens utique recte plantam a planta vel primo intuitu facili negotio
que descuidara la parte descriptiva y el acabado de su herbario, ni que discemere potest; verbis vero distinctionem illam compendio eferre non-
fuera más artista que sistemático, sino que dió a las láminas un valor dum homimbus concessum est.
que hoy no tienen y que se fió de una organización cuyo colapso
difícilmente preveía en su aislamiento científico.
Por eso hoy nos encontramos con láminas perfectas, pero mudas;
En cartas a Linné, a su hijo y a Pedro Jonás Bergius, es donde con descripciones sin saber a qué se refieren; con ejemplares de her-
Mutis define con mayor claridad la iconografía que preparaba. bario carentes de localidad, de colector y de fecha. Podemos decir
A Bergius le dice (enero 1786): que Mutis todo lo perfeccionó, a todo dió el acabado, menos a ese
indispensable nexo de las cosas para que en la posteridad otros las
Miraris me Pictores praestantissimos in America mihi comparare utilicen.
potuisse. Scias itaque velim icones meas pulchriores evadere in diem nisi Y el hilo de Cloto iba pasando a la rueca, y la lana confusa de los
metipsum sic mea fállat opimo. Quosdam juvenes delineationis saltem rudi- días se iba agotando en el regazo de la parca.
mentís imbutos his laboribus assuefeci: adsto, dirigo, patientia vix effa- Toda virtud tiene un defecto que la remeda y el bufón de nuestra
bili incumbo; ita factum est ut ubi nulla erat istius picturae idea, ubi nul- corte de idealismo es la inconsideración previa de los detalles. Pero
lum aderat imitandum specimen, novas nobismetipsis fregimus vias ausu podemos satisfacernos con esa entrega que hacemos de nuestra vida,
intrépido, succesu vero felicísimo. Collectionem meam mirantur etiam hic por españoles e idealistas, al genio, a lo superante, a lo inaccesible. Lo
nonnidli optimae dijudicationis Europei; mihi vero magis nihil blanditurbien calculado no nos llama, lo interesado no nos satisface, lo útil no
quam tua tuorumque ponderosa existimatio. nos importa.
CAPITULO XVIII

AURI SACRA FAMES

... Pero después de que os dejé y me subí sobre las torres de la


ambición... se me han entrado por el alma adentro... cuatro mil
desasosiegos.
M . DE CERVANTES, Quijote, II, 43.

dad del río; pues en crecientes regulares baña el cimiento de mi Gabinete,


Mientras el caballero de los altos planes se entretiene con ellos, se
formado de piedras hacinadas, ¿qué no deberá temerse en una creciente
embelesa con sus colecciones, repasa sus apuntes, acaricia con mano
extraordinaria? Entonces no sería muy extraño que el río arrastrase
varonil, pero sedeña, sus preciosas láminas, volvamos los ojos a la mate-
con un edificio que no puede resistir a su corriente impetuosa. Y cierto
rialidad de su vida, a los recursos que hubo de allegar para su empresa;
que no es necesario mendigar ejemplares de esta naturaleza fuera de la
afanes que sólo le produjeron sinsabores. Es un cariz de la Expedición
Botánica que nos ofrece muchas enseñanzas. propia casa arrasada ahora dos años por una fuerte avenida. Esta media-
Ya dijimos que Mutis no había venido a las Indias a probar for- ción del río no priva por eso de la ventajosa vecindad de otro cerro algo
tuna, aliciente de las mayorías coloniales. Que en cuanto a los réditos más alto que el occidental por esta parte. Cualquiera de los dosy o ambos,
de su primer año en el Nuevo Reino, no quedó descontento. Pero no en un terremoto, si la Providencia del Altísimo por su infinita bondad y
pasa mucho tiempo, y gobernando todavía Messía de la Zerda, su misericordia no libra a los que están en estas habitaciones, pueden dar a
amigo, lo vemos partir para las minas de Montuosa en Cácota de conocer las admirables ventajas de este suntuoso Palacio. Si no fuera por
Suratá y regresar decepcionado. Luego lo seguimos, ya sacerdote, a las esta mala vecindad del río y cerros, no podrá haber edificio más seguro
minas de Ibagué, de las cuales le saca el arzobispo virrey. Volverá des- para un terremoto. Todo es él de varas más o menos gruesas, y en toda su
pués afijar su residencia en Mariquita, como director de la Expedición, fábrica no se hallará un clavo. Todo él tiembla y aun se bambolea al piso
precisamente porque allí están las minas de Santa Ana y porque es del cuerpo menos pesado. ¿Qué efecto no hará el movimiento del ingenio
aquel un lugar estratégico para colectar y despachar quinas. con una piedra voladora de más de 150 quintales? No es fácil dar una
El hecho es que entre los papeles del archivo de Mutis, buena parte verdadera idea de este edificio en cuya fábrica hubo de agotar todas las
son cuentas de dineros y gestiones de recursos. Esto pide alguna reglas y preceptos de un sexto orden de Arquitectura su constructor
explicación. ¿Padecería Mutis esa afición por la minería, que según Quevedo.
dicen en Antioquia se apodera de los hombres como una fiebre, como El oro y la plata de Nueva Granada produjeron, no sólo entre los
una vesania incurable? colonizadores, sino entre los gobernantes locales y, por sus informes,
La aventura de la Montuosa la encontramos referida por su pluma en la corte de Madrid, una tremenda fascinación. Como explicamos ya
con admirable buen humor: fueron los metales preciosos y las esmeraldas el mejor producto de
Aunque yo venía bastantemente informado de la infelicidad del sitio exportación hacia la metrópoli a través de los largos y asperísimos cami-
por D. Jaime Navarro, que había vivido en él cerca de un año, nunca nos de la colonia. De la época de las conquistas quedó la impresión
pude formar juicio cabala ni hacer concepto de lo que es el sitio en realidad.de que estas tierras eran excepcionalmente ricas en oro, plata y pla-
Ciertamente que es necesario venir aquí para conocer lo que sufren los tino, pues eso fué lo que con facilidad se pudo hallar en poder de los
hombres por su gusto, por el interés, o algunos otros fines particulares. Miindios, y eran la sangre que vivificó las primeras relaciones entre nues-
condescendencia en venir a este voluntario destierro, abandonando la tras tierras. Y no se podía explicar, cómo los indios, sin herramientas,
comodidad de la corte (que hasta ahora no he conocido que Santa Fe es sin técnica de ninguna clase, se habían vestido de oro y habían desarro-
corte) abandonandoy digo, las delicias de mi Gabinete, la racionalidad y llado una orfebrería excepcional en el mundo, sin que las entrañas de
cultura, tal cual es la de aquella ciudad; mis intereses; ella me ha traído esta tierra estuvieran preñadas del codiciado metal.
a conocer la miseria de las Indias, miserias verdaderamente increíbles, pero Oro en las guacas, oro en los templos de los bárbaros, oro fácil en
ciertas, y no ignoradas de los europeos que habitan por estas minas. Las los placeres de los ríos. Las montañas que produjeron la civilización
muchas incomodidades que padecí este día, parece que fueron anuncio, perodel oro a flor de tierra, el país de El Dorado, debían despertar una
en sombra, de otras mayores que se esperaban. Considerar despacio sola-atracción poderosa hacia la minería. Y en las minas se agotaron las
mente la situación y fábrica de mi alojamiento era bastante para cubrir mi razas indígenas y oleadas negras de esclavitud confluyeron a ellas desde
corazón de la mayor confusión. ¿ Y cómo podría ser de otra suerte? No es el Africa. Pero el oro era cada vez más escaso, la plata no salía como
para menos el verse metido en un nicho menos impropio para criar palo- del Perú y de Méjico, y no se hacían ya en Nueva Granada inmensas
mos que para contener un racional. La antesala de mi Palacio, por dondey fáciles fortunas como de primero. Tal vez con mejor técnica el oro
libremente pasa el aire, me dio una idea completa del resto del edificio, quey la plata volverían a ser lo que habían sido en el Reino.
se reduce a una sala desigual, pero muy pequeña, y aun rústico gabinete, En este momento de los raciocinios colectivos, le tocó vivir a Mutis.
más ancho que largo, bien que su anchura no excede de seis varas. La luz
Y él, mejor informado que ninguno sobre los logros de la técnica
entra en esta menos que celda capuchina, por una ventanilla alta de un
en otros continentes, hastiado de la vida molondra de Santa Fe y de
pie en cuadro. Esta es la casa que dicen alta, pero viene a ser casa en el
la pseudo corte, fatigado de teguas, creyó hacer un servicio a la nación
aire. Debajo tiene su correspondiente despensa y cocina, y aun debajo de
resolviendo un problema que flotaba en el ambiente. De paso se
la cocina una zanja por donde pasa el agua que sirve para andar el inge-
sumergiría en la naturaleza y en la soledad que apetecía su espíritu; las
nio. Está el ingenio a continuación de la antesala, y hace como una misma
que reclamaban su estudio y su vida y las que requería la ampliación
pieza con mi Palacio, lo que contribuye no poco a hermosear la perspectiva
areal de sus observaciones.
del edificio. El Ingenio está casi pegado a la falda de un cerro de la ceja
Con el inseparable don Jaime Navarro y con el otro inseparable
occidental, cerro tan poco seguro como todos los de estas cercanías, y tal
don Pedro Ugarte y tal vez con su hermano don Manuel, Mutis había
que ha dejado memoria de su mala vecindad. El Gabinete mira al río, del
formado una compañía para explotar una mina de las excelentes del
que dista tanto, que sería fácil coger el agua si hubiera otra ventana por
rey que era la de Montuosa. Fracasados los primeros, se determinó que
aquel lado. Todo este edificio está entre río y cerro, cuya proximidad se yo viniera a manejar esto.
podrá inferir por lo largo de la casa, que apenas tendrá 12 varas. Si mucho
Ya vimos por las que le tocó pasar. Además, a un peón se le que-
debe asustar la mala vecindad del cerroy no debe hacerlo menos la proximi-
braron los dos codos, la taza del molino se les venció, la pesada rueda

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voladora rompió la viga solera y el resultado fué que en dos meses
Viene aquí otro sector de sus actividades económicas, que lo ocupó
sólo se pudieron enviar a Santa Fe trece marcos de plata.
y preocupó mucho y robó tiempo precioso a él y a los empleados de la
El péndulo de la esperanza al desengaño, hizo correr cuatro años
-expedición Botánica, como fué la recolección y despacho de la quina,
más los punteros de la vida del hombre incansable. Lo maravilloso es
que se inició dejando un alcance en contra de Mutis.
que, ordenado ya de sacerdote, decidiera una vez más consagrarse a la Estamos a mucha distancia de los acontecimientos para que nos
minería. Tal vez en ese momento no tendría del todo descartada la merezcan ardentía las querellas que se suscitaron entre Mutis y el
idea de regresar a la península y sabía muy bien que, en España, el Medico y naturalista panameño Sebastián López Ruiz.
indiano que regresa sin cuartos es un «desgraciao».
La conducta de López Ruiz se volvió para Mutis el dolor y la con-
Es de 1789 una carta suya de Francisco Martínez Sobral, colega
trariedad más grande de su vida; la usurpación de una gloria cientí-
queridísimo, donde hallamos los siguientes párrafos altivos:
fica; la pérdida de su merecido título de buen vasallo; la destrucción
He disipado, francamente, sin previsión mía, el caudal que iba adqui- de los motivos que ante el rey podían alegarse para que apoyara la
riendo para hallarme posibilitado de volver a Europa y pegado mi corazón Expedición Botánica; motivo para no vivir en Santa Fe al llegar allí
a mi escelente biblioteca y gabinete; formando entretanto una multitud de López, sino más bien recluirse en las minas del Sapo. Un verdadero
discípulos y aficionados a las ciencias útiles, en un Reino envuelto en las cataclismo.
densísimas tinieblas de la ignorancia, a pesar de una juventud lucidísima, La diferencia entre los dos letrados subió hasta el arzobispo virrey;
ocupaciones que me constituyen en el oráculo de este Reino con satisfación llegó a la corte de Madrid; intervinieron en ella Humboldt y otros
de mis interesantes tareas... Verdad es que las empresas de minas me cues- sabios; se enteró de ella Linné hijo y terciaron los botánicos del Perú y
tan mucho dinero y no pequeños sinsabores de ser reputado por maniático como vulgarmente se dice, se volvió catedral. El secreto de todo era
en esta sola parte... que tras de bambalinas se movía un adelanto muy poco científico: la
El rumbo hacia las minas del Sapo, en Ibagué, es todavía más exportación de las quinas novogranatenses. Mutis, quien sacaba ironía
extraño porque en ese Real, parece que Mutis era sólo administrador. y lecciones útiles de sus reveses, sólo refiriéndose a López Ruiz pierde
A pesar del clima benigno sufrió nuevas penalidades que se convirtieron su admirable mesura, aunque sin traspasar los límites de la verdad
en lo que él quería: en lecciones de naturaleza. Dice así a Linné hijo: científica. López Ruiz, a su vez, se convierte en denigrador de la glo-
Pero no pude cumplir mi palabra detenido por una penosa enfermedad ria mutisiana, acedía en que ha tenido más de un heredero.
y por los cuidados gravísimos de la industria de estas minas. Porque desde No creemos que sobre estas diferencias el historiador deba tomar
los principios de mi llegada a este Real de Minas, y por causa de un partido, ni menos que debamos los colombianos obscurecer las glorias
insecto muy frecuente que entra dentro del cutis de los hombres, ganados de López Ruiz, convertido hoy en figura nacional de Panamá, país
y perros, fuera de las niguas, que son muchísimas (y no hablo de éstas) independiente tan vinculado a Colombia.
que es diverso del Oestro de las vacas, estuve gravemente enfermo por Si atendemos, empero a las correspondencias de Mutis y de López
muchos días. En efecto, el día 24 de febrero de 1777 llegué finalmente a des- Ruiz, podemos establecer el siguiente orden cronológico, referen-
cubrir el molestísimo huésped oculto, que había formado un tumor en la te a la cuestión de fondo que es la prioridad en el hallazgo de la quina
pierna para su habitación. Pero habiéndome dejado imprudentemente apli- en Nueva Granada.
car el zumo del tabaco, poniendo encima la leche del plátano guinea El conocimiento y empleo medicinal de la quina fueron divulgados
(según la práctica común de nuestros rústicos), al punto me sobrevino una en Europa por La Condamine, por los misioneros jesuítas y por viaje-
crudísima erisipela que, sin poderlo remediar, degeneró en supuración, con ros laicos. El origen peruano de la droga dió ocasión a la creencia de
grande peligro de mi vida. Finalmente, después de largo tiempo, logré recu- que los árboles oficinales — inicialmente se creyeron de una sola espe-
perarme, resuelto ya a abandonar este sitio por el miedo de la abundan- cie — sólo se encontrarían al sur de la línea equinoccial. Los hechos
cia de estos insectos y de las muchas culebras, si vuelto en mí no hubiera básicos en la historia de la quina fueron muy bien dilucidados por
mudado de pensamiento, exhortándome únicamente a la constancia, con la J. Jaramillo-Arango, en su Estudio Critico publicado en la Revista
alegrísima esperanza de los descubrimientos que podría hacer aquí, y la de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de
fría memoria de los muchísimos peligros ya pasados. Y así, firme y cons- Madrid, en 1949.
tante, y aun acostumbrado a tales calamidades, creí que sería muy opor- L o que sucedió en Nueva Granada se resume así:
tuno dar principio a mis averiguaciones y descubrimientos por el mismo 1753. El gobierno español nombró a don Miguel Santisteban
insecto. De aquí es que con tan oportuna ocasión descubrí muchísimas cosas director de la Casa de la Moneda en Santa Fe, para que organizara en
curiosas; y así hallo en muchos lugares de mis diarios las hermosísimas Loxa el comercio de la quina. Santisteban halló quina ese año en el
averiguaciones de este insecto, cosas verdaderamente ocultas hasta ahora páramo de Guanacas, donde se la llamaba palo requesón.
a todos los hombres, y aun no bien sabidas de nuestros mismos rústicos. De Santisteban obsequió ejemplares de la quina de Loxa a Mutis,
esto hablaré en otra ocasión con la debida extensión. Para mí tengo creído, junto con un dibujo de la misma.
después de haber examinado los descubrimientos de los viajeros, que es una 1764. Septiembre 24. Mutis envía a Linné la lámina de Santiste-
especie de Oestro, que podré llamar Oestro del hombre, para distinguirlo ban con algunas de las flores de la Peruvian Bark. Este envío fué reci-
del Oestro bovino, bellísimamente descrito por Réaumur, que he leído bido por Linné según carta a Mutis que dice:
varias veces, y que también es aquí muy común; no habiendo podido Datas a te die 24 Septembr. 1764, litteras, ante octiduum rite accepi,
hallar hasta ahora su historia científicamente tratada ni en los viajeros et magnopere ex his excitatus et exhilaratus fui; continebant autem illam
ni en las relaciones de los museos. Esta nueva especie de Oestro es del pulcherriman iconem Corticis Chinae, una cum foliis et Floribus, qui flo-
tamaño de la mosca doméstica, y en unos tübulillos en forma de avispero res a me antea numquam visi, veram dedere ideam Generis rarissimi
imbricadamente puestos alrededor del vientre de la madre, hasta más de quam incle longe aliam accepi, quam e figuris Dni. Condamini. Pro his
50 se esconden y anidan unas larvas pequeñísimas. De aquí resulta que, ómnibus ac singulis gratissimam mentem reddo.
puesta la madre encima del hombre, que, equivocándola con la mosca domés- 1770. Mutis escribe a Linné certificándole que aún no conoce el
tica, no la tema mucho por no haber antes experimentado sus acechanzas, árbol vivo de la quina. Sin embargo, la descripción original de la quina
regala, salva su maldita conciencia, tantos dones, cuantos gusanillos salen hecha por Linné se completa con palabras de Mutis.
de sus tübulillos para buscar nuevo nido dentro del pellejo del hombre; 1772. Tal vez diciembre. Según carta al arzobispo virrey, Mutis
dejándole, sin haberlo primero saludado, los gravísimos cuidados de proveer descubrió en 1772 el árbol de la quina en los alrededores de Santa Fe.
a la nueva generación en sus necesidades de alimento, casa, educación y Desde entonces Promoví, dice, el importante plan del Estanco de este
aun de la transformación, si pudiera tolerarlo nuestra paciencia, retirán- ramo, igual y aun superior al de la canela de los holandeses... Estas afir-
dose la madre finalmente, sin arrepentirse del hecho, para acabar su vida maciones se repiten muchas veces en la correspondencia del director
en la soledad. También el 24 de mayo de este año tuve la fortuna de de la expedición, especificando que el hallazgo se hizo en Tena,
conocer en tiempo este mal huésped, que me había entrado en el brazo, donde apuntó los nombres vulgares de aliso, azuceno y mayal. Mutis no
haciéndolo sacar sin mucha molestia. Pero ya basta por ahora acerca de reclamó oficialmente ninguna prioridad para su hallazgo.
este singularísimo insecto. 1773. Envía Mutis a Linné hijo muestras de la quina de Tena.
No se puede negar que el señor don Celestino debía ser, a pesar Estas se extravían y caen en manos de Bergius, por error de Clemente
de su mala suerte en los negocios, un excelente administrador, pues los Ruiz, enviado por Mutis a estudiar mineralogía en Suecia. Ello irritó
virreyes siempre lo ocuparon en cargos de la real hacienda. a Mutis porque esperaba el parecer de Linné para poder recetar la

— 61 —
quina de Tena ya que aún no poseía garantías de sus cualidades cuando los ingleses y holandeses, aprovechados de nuestra negligen-
curativas. cia, y por no seguir la conducta de Mutis y de Caballero, hicieron con
1774. López Ruiz halla la quina en los alrededores de Santa Fe; nuestras semillas, las plantaciones quineras de Java, de la India y de
envía muestras al virrey, las pasan al estudio de Mutis y éste rinde la Indochina.
informe favorable a ellas en 1776. Otros tributos pagó Mutis a la maldita sed del oro. Es verdad que
1778. El gobierno español encarga a López Ruiz el organizar el la orden real expedida en l.° de noviembre de 1783 y que aprobó la
comercio de la quina de Nueva Granada con 2.000 pesos de honora- Representación, tan llevada y traída, le señaló dos mil pesos anuales para
rios. Este empleo le duró hasta 1783. gastos de la Expedición; verdad que los trabajos de ésta costaron a las
1778. Según él mismo lo dice, López Ruiz encuentra la quina en cajas de Santa Fe una crecida suma de la cual Mutis era único admi-
los montes vecinos a Guaduas. nistrador y fiscal; pero por lo mismo él debía vigilar sus inversiones y
1783. Septiembre 29. El ministro de Indias manda a Caballero y mirar por que sus empleados cumplieran estrictamente con sus obliga-
Góngora que castigue a López Ruiz, retirándole de sus cargos, por ciones. Y mientras Mutis se bastaba con poco y todo se lo gastaba en
haberse atribuido un hallazgo que no es suyo. libros y en el prestigio de la ciencia y en su gabinete, los más peque-
1790. Tantas discusiones se suscitan sobre la validez curativa de ños halaban de la manta en favor de sus personales intereses.
las quinas neogranadinas que el rey determinó suspender el estanco * Y estas necesidades pecuniarias que al sabio no arredraban, habían
de la quina en el Nuevo Reino así como los envíos de ella a la botica de ser, por fin, las que, después de la muerte de Mutis enajenaran las
real-de Madrid. Libre el comercio, se desató la destrucción de los voluntades de unos con otros, entre los miembros de la Expedición y
árboles por los particulares e inclusive el destinarla para leña. condujeran al descrédito de esa institución gloriosa.
1800. El gobierno de Madrid envía en comisión a Luis Rieux para Así el plan de grandeza española llevaba, por obra de la pequeñez
que informe sobre las diferencias surgidas. de los hombres, un gusano que horadando, horadando, había de lasti-
1801. Informa Mutis al virrey Mendinueta de ciertas interiorida- mar primero sus ramas y después postraría el árbol frondoso.
des de la comisión de Rieux. Los peruanos desacreditaban las quinas En las empresas mineras de Mutis se cumplió lo que Caballero y
neogranadinas y el comisionado se había puesto a hacer despachos a Góngora dijo en su Relación de Mando: No hay gente más pobre que
la península de quinas del sur. los mineros, ni que pueda menos satisfacer sus empeños. Que es lo que en
1803. Al mismo virrey — según parece — comenta Mutis la opi- Antioquia se dice entre los tales: El minero se va, dejando un hueco en
nión de Humboldt y la experiencia de Bonpland a favor de las quinas la tierra y una deuda donde mejor puede.
neogranadinas.
Las minas del Sapo, tierras vírgenes donde entonces había muchos
El episodio se clausuró, según insinúan Mutis y su biógrafo Gredilla, cafuches, fueron una academia para Mutis, quien se muestra satisfecho
retirando por autoridad real a Gómez Ortega y a Barnades de sus car- de tener en esa soledad su biblioteca de 200 libros y su hermoso micros-
gos en el Jardín Botánico de Madrid por haber acompañado a Rieux en copio. Fueron, sobre todo, su campo de estudios mirmecológicos a
su farsa y mandando que éste fuera hecho preso en Nueva Granada. los que dedicó tiempo, solicitudes y también no pocos sinsabores.
Así comenzó una de las principales industrias de exportación de Allí, desamparado de los poderes públicos, bebió la vida neogranadina
Colombia, que precedió en importancia a la del café, y que murió hasta el fondo de la copa.
CAPITULO XIX

EL A R Z O B I S P O VIRREY

Estas {preciosidades) hubieran permanecido en su mayor parte


desconocidas, si no hubiera yo prevenido el oprobio que ciertamente
nos resultaría de que estos extranjeros vinieran a nuestros países a
enseñarnos los tesoros de la naturaleza que no conocemos.

A . CABALLERO Y GÓNGORA, Relación de Mando.

Apenas se pueden encontrar en la historia de Colombia dos men- se evidencia en la comprensión y apoyo a la Expedición Botánica
talidades descollantes tan gemelas como las de Mutis y Caballero y de Mutis, cuya entrada en la Historia, gracias a él, fué magnífica; sus
Góngora, y precisamente es una de las glorias de la obra mutisiana el dotes de gobierno aparecen claras en ese documento admirable que es
haber sido realizada en lo gubernamental, más que por nadie, por su Relación de Mando; su generosidad, en las obras pías que socorrió;
esa personalidad tan selecta, tan aristocrática, sabia, munífica y tan en las donaciones que hizo a su partida, de todo cuanto poseía y en las
hispana como fué el arzobispo virrey de la Nueva Granada. deudas que contrajo para servir a sus súbditos; por fin su valentía, su
A nada viene abrir el diccionario de la acerbía con que tantos auto- noción del deber — y éste es un detalle no más — en los viajes que ya
res obscurecen la noble fortaleza que presenta dos flancos a la crítica. sexagenario, emprendió para aprender y captar las necesidades de sus
Las fechas que jalonan su vida dicen solas que es mucho lo que en dos gobiernos.
en ella merece comentario, admiración y respeto. Caballero y Góngora, como lo hemos visto, adjuntó a Mutis a su
Era Caballero natural de Priego de Córdoba y nueve años mayor casa en el año 1782 como su confesor y consultor con el mismo refi-
que Mutis, pues nació en 1723. Se educó en Granada; ascendió a namiento con que hacía colgar en el testero de su alcoba un Cristo de
canónigo lectoral de Córdoba (1753-1775) y a obispo de Mérida de Rubens o una Madona de Sassoferrato. De él no se separó del todo,
Yucatán (1775-1778), de donde fué promovido, en 1777, al arzobis- sino cuando en 1784 se trasladó a Cartagena y Turbaco de donde
pado de Santa Fe de Bogotá. Llegó a su sede y comenzó a gober- regresó a España en 1789 para ocupar el obispado de Córdoba en el
narla en 1778. cual acabó sus días en 1796.
En virtud de los pliegos secretos enviados por el monarca con su Servicios de parte del sabio, protección de la del arzobispo virrey.
virrey Flórez, y por haber muerto el virrey Pimienta a los cuatro días Se haría un análisis apasionante si penetrando en las conversaciones
de su llegada a la capital, el arzobispo quedó encargado del gobierno privadas y en los indicios que, como por rendijas, se escapan de la his-
civil, primero en forma interina y excluido el ramo de justicia, que toria, nos fuera dado tamizar lo que cada uno de esos hombres aportó
cuadraba menos con su carácter eclesiástico, después definitivamente a la obra del otro.
y con la totalidad de los poderes. Resulta admirable que en diez años que Caballero pasó en Nueva
Francisco Silvestre Sánchez, secretario del virreinato y quien vino Granada hubiera podido adquirir un criterio tan lúcido de los antece-
a él con Messía de la Zerda, que después fué gobernador de la provin- dentes para regir la nación y una visión tan nítida de sus necesidades,
cia de Antioquia, y quien en 1789 nos dejó una Descripción del Reyno como se evidencian en su Relación de Mando. La trayectoria histórica
de Santa Fe de Bogotá, autorizada por el momento en que se escribió, del país, sus recursos naturales, la orientación de su futuro, poquísimos
mas no por el apasionamiento que domina a su autor, hace al arzobispo las han conocido como el arzobispo virrey. La predicha Relación
virrey severas críticas por su nepotismo, por su afán de tener a todos y otros escritos suyos se hallan impregnados de tanta veracidad que
contentos más con palabras que con obras, por su propensión a la adu- no hay fuente histórica más firme que ellos sobre los sucesos de su
lación y la lisonja, estilo más Richelieu que Cisneros, por su poca apli- época en nuestra patria. La Relación de Mando es una exaltación
cación al trabajo y, finalmente, por haber tolerado en su corte la for- de lo que podríamos llamar una política naturalista, y explica por qué
mación de cierto secreto triunvirato que no permitía que llegara a en una transformación por lo alto de la Nueva Granada, como la pre-
oídos del mandatario el desengaño. tendida por el noble mandatario, le venía como anillo al dedo, el apo-
Pero en todas las páginas que a ese gobierno dedica Silvestre yar los planes de Mutis y vigilar con solícito cuidado personal el
Sánchez, se deja traslucir más un resentimiento de burocracia elimi- desarrollo de la Expedición Botánica hasta en sus mínimos detalles.
nada., que un criterio perspectivo de los grandes problemas del estado Caballero y Góngora encuentra a Mutis en el Cerro del Sapo, en
donde, con una renovadora visión de América, puso mano, para resol- lo que él llama su delicioso aislamiento; intenso en su plan de Historia
verlos, el arzobispo virrey. Natural de la América septentrional; pero desoído de la corte, desper-
En la comprensión de América está la grandeza de Caballero y digado, forzado a bajar la rampa de los años, sin fe en España, alum-
Góngora y en eso se parece a aquel gran prelado que abrió surco en la brando con los últimos resplandores de su entusiasmo el cuerpo
cultura de Nueva España, y cuyo nombre veneramos, don Vasco de moribundo de sus planes y de su orgullo patriótico. Y él, que cuenta
Quiroga, obispo de Michoacán. Pero difiere de éste en la apreciación con el irrestricto favor del secretario del despacho general de Indias,
del principio por donde los gobernantes debían iniciar la implantación don José Gálvez y Gallardo, Marqués de Sonora — un hombre que
de la cultura en el nuevo continente. Mientras Quiroga ponía todo su firmaba como quien sabía lo que pesaba en la corte — lo tomó bajo su
empeño en mejorar a las masas y en elevar la condición de los indios» tutela y juzgó que era un prestigio para su gobierno apoyar al sabio
Caballero y Góngora, concentraba su esfuerzo en la mejor formación preterido.
de las clases dirigentes; en convertir las capas sociales superiores en Ni siquiera aguardó a que la Representación de Mutis fuera exhu-
elementos activos de una vigorosa transformación y transmisión cul- mada de los archivos, considerada y aprobada. Sino que sin pérdida de
turales. Era la consecuencia de su fe en las selecciones, a cuya sombra momentos, que sabía no eran suficientes los de las energías del sabio,
se había de formar en Colombia lo que yo llamo la generación ígnea. y menos los de su propio gobierno; eventualmente, a su personal costo
Porque eso era el arzobispo virrey: un auténtico tipo selecto. Su y bajo su responsabilidad, hizo que la expedición emprendiera sus tra-
ilustración se mide por los títulos, no más, de su biblioteca; su refina- bajos metódicos, acumulativos, con ritmo de conquista sobre la senda
miento por los nombres de los grandes pintores: Murillo, el Españoleto, dilatadísima prefijada por Mutis.
el Guido, Rubens, Miguel Angel, cuyas obras transportó, entre mil difi- Si tuvo fe en las selecciones, si quiso comenzar la obra cultural
cultades, para rodearse de ellas en Mérida y Santa Fe; su patriotismo fijando la altura de la clave de bóveda, y por eso estimuló la renova-

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r ' (A esoíritu de Antioquia, según autorizados sociólo-
ción universitaria, también tuvo el mérito de creer que esas seleccio- quien transformo e i ^ y ^ ^ p o p u l a r del Moisés de la Montaña.

nes podían surgir, por el estudio de la naturaleza, en la juventud ame- gos, y q ^ ha mere m u c h o a la expedición de Mutis, cuyo
Pasó después at Q ^ ^ ^
ricana y en el patriotismo vinculativo. Por eso, en nombre de América
le dió las gracias, en su discurso jubilar, el doctor José Vicente Castro amigo era,ene s ^ ^ ^ ^ ^ d i c e u n crom sta 5 salió para
20
Silva, preclaro rector del Rosario, en apostrofe elocuente. 7 <\pñor Arzobispo Góngora con toda su familia, sin saberse
El gobierno de Caballero y Góngora desató en la Nueva Granada TfTdTtan intempestivo viaje: todos estamos mirando y nadie sabe lo
una efervescencia increíble por el estudio de los recursos naturales del
territorio que hoy es Colombia. En este sentido actuaron de informa-
dores, no sólo los miembros de la Expedición Botánica, sino muchas ^ T L vez eÍ arzobispo virrey no quiso alarmar inútilmente a Santa
Tal vez ei a r ^ ^ ^ ^ e r £ m a t e n ( k r personalmente a
otras personas a las cuales el virrey contrataba para investigaciones Fe p r o p a l á n d o los ^ d a r i e n e n s e s y defender las costas de posibles
especiales y a quienes se daban instrucciones precisas sobre las averi- la sujeción de los in ^ c o n t r a b a n d o d e los judíos de Curazao,
guaciones que debían transmitir. r r q Í e antes retuvieron y llevaron allá a los virreyes Messía de la
Hoy son dirigidas a don Juan de Castro quien debía informar
sobre el sur del Huila; ora se piden al P. fray D. García, benjuí, conchas e n l a c o s t a f u e r o n f r e c u e n t e s as comu
y caracoles, minerales de plomo y noticias sobre animales; ora es él . , nt re el doble mandatario y 'su consejero naturalista ! "
y no
nicaciones entre el a firmada ¿ 2o de f e W
mismo quien informa sobre los indios del Caquetá y Putumayo; aquí
el doctor Antonio Gago debe enterarse sobre minas de azogue y allá
finalmente, se instruye a todos los jueces y curas párrocos para que,
por sí mismos o validos de personas de buena capacidad, apor-
irtr» * -vi rrr \
. r £ t a de Mutis. En esos días éste se tallaba sumido en el
ten noticias sobre cuanto hay interesante en la naturaleza de sus
puntos de ™ « ^ Manqui,», en plenitud de medios y de
tierras.
ab él
Honra también al Nuevo Reino la iniciativa presentada al rey por
Caballero y Góngora de formar al lado de Mutis algunos jóvenes que
enviados a España pudieran dedicarse a las prácticas y enseñanzas de
la Botánica, plan que vino a cumplirse en Francisco Antonio Zea
SS %Z ÍSÍ— *"
muchos años después.
Como otro nuevo don suyo a la Nueva Granada aparece la forma-
ción política que dió Caballero a algunos hombres que hicieron época
•"ssrr1x2:Trr«.>
en nuestra historia, como fué el oidor Juan Antonio Mon y Velarde, Uianao c . Grande con destino a Cartagena
d RÍ0
y Turbaco, sm H unos ojos negros que le mira-
dos que ^ y el arzobispo virrey, al doblar la
las aguas amarillas volverla a mirar entre
engrupo ilota, una sobria y noble figura procera.

fsoe¡AMO s

(T 5 ) En su diario a 29 de junio de 1785 anota Mutis la visita que le hizo en Mariquita el oidor Mon y Velarde a quien salió a recibir al camino de Honda y añade
pasa por Honda para seguir a su grande comisión de la visita de Antioquia.

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DON FRANCISCO ANTONIO ZEA DON FRANCISCO JOSE DE CALDAS
Retrato en el Museo Nacional de Historia en Bogotá. Su firma, llamado «el sabio mártir». Retrato en el Museo Nacional de
según fotocopia del Instituto Caro y Cuervo. Historia en Bogotá. Su firma, según fotocopia del Instituto Caro
y Cuervo.

DON JOSE C. MUTIS DON JORGE TADEO LOZANO


sosteniendo una ramita de Mutisia grandiflora. Retrato perte- Retrato en el Museo Nacional de Historia en Bogotá. Su firma,
neciente al Observatorio Astronómico de Bogotá, de autor desco- según fotocopia del Instituto Caro y Cuervo.
nocido. Autógrafo tomado de F. Gredilla.
CUARTA PARTE

LA REAL EXPEDICION BOTANICA

R E S E N T A D O a Su Majestad el Memorial en que Mutis le proponía fundar la expedición, ésta recibe todo
el favor que le podía suministrar la realeza.

La expedición inició sus labores como tal en la Mesa de Juan Díaz, pocos meses después fué trasladada
a Mariquita, y años más tarde a Santa Fe. Su personal científico de planta fué siempre reducido, pero los
artistas pintores, reclutados en la Península y en todo el Nuevo Reino, aumentaron su rendimiento e hicieron
de sus materiales iconográficos una realización estética y científica de valor inigualable.
En sus tres localidades, el sistema del trabajo taxonómico fué digno del sabio director, no sólo por el
fervor investigativo y por la suma copiosa de los datos registrados, sino hasta por los mínimos detalles del
orden administrativo y por sus valores humanos. Estos consistían en la exaltación del medio y de la inteligencia americanos, en la búsqueda
inquieta de nuevas fuentes de bienestar para los pueblos y de productos para el comercio antes no conocidos, y en la lealtad a España, una,
grande, libre e igual para todos sus súbditos.

La Real Casa Botánica era un plantel de sabiduría y de patriotismo, de trabajo y de orden y el estudio se extendía a todo el Nuevo Reino,
merced a los comisionados, fijos o eventuales, que desde remotas provincias enviaban sus datos y sus ejemplares. Así, aquella labor consti-
tuyó el ápice cultural de la América hispana, que de haberse mantenido, hubiera llevado a la Colombia de hoy a un progreso insospechable.
La fama de Mutis se desbordaba más allá del continente, a la medida con que crecían sus servicios a la ciencia y su autoridad de hon-
rado investigador. Esa atrajo a nuestro suelo a Alejandro de Humboldt, el más sagaz de los exploradores de la América equinoccial. Desgra-
ciadamente sus dotes excepcionales hicieron recaer sobre Mutis tan múltiples responsabilidades del fomento del Nuevo Reino, que su salud
se resintió cuando era más preciosa para lograr el acabado de la Flora.
Mucho han discutido los críticos sobre si Mutis dejó o no completa la parte descriptiva de su obra. Hoy podemos afirmar con
certeza lo que siempre supusimos, a saber: que los icones de Mutis contienen suficientes datos para describir cada una de sus especies; que
todas las plantas de Mutis fueron estudiadas y descritas con exquisita minuciosidad en borradores; que él descubrió innumerables especies
y géneros de la flora colombiana que eran nuevos en su tiempo; que sólo su mínima escrupulosidad científica, su preferencia por el acabado
perfecto, su desprecio del renombre fácilmente logrado, y sobre todo las tormentas políticas que agitaron a España y a América en los
comienzos del siglo XIX, impidieron la continuidad de la Real Expedición Botánica y la publicación de la Flora.
Vencido de sí propio y de la incomprensión de los hombres, Mutis muere en 1808.
CAPITULO XX

EN LA MESA DE JUAN DIAZ

En el primer día del viaje, 29 de abril de 1783, desde Santa Fe


a Puentegrande... se reconocieron los ranúnculos...

Comienzo del Diario de ELOY VALENZUELA.

Aquella mañana se veía más gente que de ordinario en las calles de ban los pantanos que se extendían por donde hoy corre la avenida de
Santa Fe, porque desde los días anteriores había corrido la noticia las Américas. Iban mirándolo todo a su alrededor.
— salida de palacio y del Rosario — de que el señor don José iba a Ese ranúnculo que emerge de las aguas como un botón de oro; esa
dar comienzo a una empresa que traería gran lustre al Nuevo Reino. lengüevaca, esa malva común, esa altamisa, esos geranios, la guaba
José Camblor, empleado de la Secretaría de su excelencia, don Bruno — hierbas mil veces pisadas — cobraban — pasando ellos — un brillo
Landete y tal vez el dibujante Pedro Caballero venido de Cartagena, de amanecer que los transformaba.
quienes por motivos de última hora no pudieron salir, estarían presen- — Esa es tu especie, mi Estevan, la Estevania (17), que te inmorta-
tes a despedir a sus amigos entre el grupo de curiosos campesinos y lizará ante los sabios por tus buenos servicios y los que nos harás en
madrugadores desprendidos del mercado. Por las calles empedradas, adelante. Todo lo más humilde tenía en aquel momento un halo de
el caporal Roque Gutiérrez y los arrieros, habían llegado con las bes- perennidad.
tias cuando apenas la luz parpadeaba. Al fin después del mediodía el — Aquí no hay nada nuevo, todo está reconocido, decía el del
portón de campo, de anchas hojas, se abrió y dió salida a la ruidosa caballo grande. Tú, Estevan, quédate a nuestro lado. Vosotros seguid
caravana (16). adelante con la recua, avisad en Puentegrande que almorzaremos ahí
Rompía la marcha Mutis en su fuerte caballo, como él dice, con y armad las toldas antes de la Bocamonte, en suelo seco, al abrigo de
rostro sencillo, pero satisfecho porque al fin se iba a cumplir el gran unas barrancas que se ven después de Bojacá.
designio, con sonrisa de portón abierto y cara de quien ha visto la Ordenes del señor don José se cumplieron a la letra. Se siguió por
estrella inconfundible. Santa Fe lo había conocido mozo bisoño, pero el camino que pasa el río Balsillas junto a la laguna de la Herrera y se
ya acababa de cumplir cincuenta y un años y estaba curtido en viajes torció a la siniestra hacia la cordillera rebajada que delimita la sabana
por el trópico indio. Para manejar las bridas usaba guantes, pues con sobre las tierras templadas del lado de Tena, no sin detenerse entre
ellos le hallamos aun en los calores de Honda. los tunales que crecen por esos contornos para examinar el precioso
Le seguía un joven, casi de veintisiete años, que era Juan Eloy animalillo que da la cochinilla y que como una lama blanca se prende
Valenzuela, de perfil aguileño y aristocrático. Ambos vestían chupas de las palas de las opuncias.
obscuras, que eran a modo de chalecos con faldillas y con mangas Cuando ya caía la tarde, llegaron a la ladera donde los peones los
ajustadas, pantalones ceñidos de ante, medias altas, calzado de hebillas estaban esperando con las toldas ya armadas y la hoguera prendida, de
de plata y amplios chambergos que era la indumentaria de los cléri- donde se elevaba un humo azul que se perdía en el cielo y un tufillo
gos de la época. de cocido que penetraba en sus cuerpos cansados. Allí durmieron al
Detrás iban el maestro Pedro Antonio García, dibujante, que hacía croar de las ranas.
veinte años trabajaba con Mutis — el viejo Marrullas, como aquél lo A la mañana siguiente padecieron una liviana contrariedad, muy
llamó en alguna de sus cartas—y tal vez el señor José Antonio frecuente en esta clase de viajes. Los peones no habían asegurado bien
Candamo, oficial de los herbarios. Por último, apretujada y asustadiza, todas las muías y unas no parecían. Sin duda se habían regresado a su
andaba la recua de las muías que llevaba las toldas; las petacas, con potrero habitual. Gracias a Roque que era un galgo para seguirlas y
papeles para la preparación de ejemplares y para el dibujo; útiles varios, conocerles las pisadas no tardaron en tener juntas todas las cabalga-
cera para alumbrar, al lado de colores, drogas y víveres y pinceles. duras y pronto las vieron ensilladas y listas con sus aperos y monturas
Junto al estribo del patrón con su mochila al hombro y un aparato nuevas y muy bien revisadas, como para largo viaje.
delicado en la mano, el indiecito Luis Estevan, cenceño y ágil como El camino pasaba junto a la cerca de piedra de la hacienda de Fute,
una ardilla y con la cara rosada sobre moreno, como manzana san- que fué de los expatriados; llegaba a la Bocamonte y bajaba a la hacienda
juanera, trotaba listo a coger las plantas que se le indicaran. de Tena por una espesa montaña de quinas, las cuales Valenzuela
Bajarían por las calles del Chocho, de la Sal y de las Botellas a iba ávido de ver por primera vez; de cedros, de nogales, granadillos y
coger, junto a San Victorino, el puente del San Francisco; echaron por guásimos conocidos por don José desde el 72. El sotobosque era riquí-
el camellón polvoriento que enrumbaba a la Puente de Aranda y simo de especies herbáceas, casi todas fructificadas con las primeras
siguieron hacia Mosquera, por el camino de ruedas que sería, con aguas (18). Luego, cuando ya el calor de las tierras templadas se
pocas diferencias, la ruta actual de la carretera de occidente. comenzaba a sentir, descendieron al Guayabal y a la Parroquia de La
— ¡Fetecua! ¡Fetecua! ¿Olvidasteis el azadón? Mesa de Juan Díaz, al atardecer del primero de mayo. Allí se alojaron
— No, mi amo. Aquí lo treigo y está afilao. en la casa grande que quedaba pegada a los cimientos de la iglesia que
El fresco de la mañanita sabanera les dió en la cara cuando cruza- entonces llamaban nueva, casa que les fué cedida por un eclesiástico

(16) Dos descripciones tenemos de esta salida para la Mesa: una de Valenzuela y otra más precisa de Mutis. Dice éste así en su Diario para 1783, según la recopilación
de Guillermo Hernández de Alba: . , 77 0 „ ,
Resuelta la Expedición para la Mesa de Juan Díaz, salimos el día 29 de Abril de 1783, de la capital de Santafé y, caminando a un paso regular llegamos a Puente Grande
a las dos y cuarto de la tarde De aquí salimos a las cuatro siguiendo el mismo paso que antes y llegamos a Balsillas a las anco y tres cuartos de la tarde y concluimos la primera
jornada.
Por segunda vez Mutis abre el diario de la Expedición diciendo:
«Día 29 (Martes) de Abril de 1781. • %• , 7 -j r j
Después de muchas fatigas y cuidados, que cuesta en estos Países la preparación de un viaje destinado al progreso de la H,stona Natural con la creada amüiade compañeros:
y criados a que corresponde un abuhado equipaje, salimos finalmente a la Mesa de Juan Diaz: sitio que eleji por todas sus proporciones para la colecaon de producciones naturales.

(17) La Estevania, género creado por Mutis, no pudo revalidarse, pues resultó ser la Justicia coccínea, según dictamen del mismo Linné.
(18) Mutis revela complacencia cuando observa que sus preocupaciones van pasando al espíritu de su compañero en estas palabras de su Diario d e ^ e r v a c i o t K S : ,
El Dr. Valenzuela, bien olvidado de los malos pasos, llevaba toda su atención fija en árboles y plantas, deseando impacientemente la hora de ver la quina viva en su suelo nativo.
Logró verla y discernirla por sí mismo, por los conocimientos que de ella tenía en los ejemplares vivos.

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de apellido Rojas, que había sido promovido a mejor feligresía. Ese era entonces a la luz de las ceras empezaba el trabajo del examen, de las ano-
el término de su primer viaje. taciones, de las instrucciones al dibujante sobre los órganos que debía
La Mesa era parada obligatoria para los viajeros que de Santa Fe poner en claro; del penetrante, prolijo, meticuloso y supremo dibujar
pasaban a las ricas haciendas, hatos y trapiches de Tocaima y para Hubo planchas que se comenzaron a las cinco de la tarde y se termina-
cuantos, vadeando el río de la Magdalena en Guataquí, se dirigían a ron a las nueve de la mañana del'siguiente día, que parece se elabora-
Ibagué, a Timaná, La Plata y Popayán, camino de Quito y del Perú. ron a lo largo de toda una noche para que las flores no se marchi-
Hervían en la única calle las recuas y los arrieros; de las puertas a uno taran.
y otro extremo, salía un olor a chicha y guarapo que tumbaba; alrede- Los mesunos que por rareza se retardaban en llegar a sus hogares
dor de la única plaza, a las puertas de las casas de dos pisos y en los verían las ventanas de la casa botánica abiertas, y que dentro las luces
balcones, los señores descansaban en sillas mecedoras o en taburetes oscilaban como respirando. Sólo se oían voces graves entrecortadas de
recostados a la pared. cosas que ellos no entendían.
Poco a poco se fueron retirando los contertulios a sus interiores, Las primeras plantas que dibujó el maestro García en La Mesa
las muías a sus corrales y potreros y los arrieros a sus albergues. La — establecida ya por Caballero y Góngora la Expedición —, fueron el
calle y la plaza quedaron solitarias; las chicharras y los grillós entona- Azuceno de Monte que se inició el día 4 de mayo de 1783 y se con-
ron desde los ocobos en flor sus maitines semitonados y la brisa fugaz cluyó el 6; luego vino el Almizclillo, desde el 8, a la mañana del 9; la ter-
jugaba con el refajo de las plataneras y mezclaba en un filtro embria- cera fué el Maduraplátano que se empezó el 7 y en el que se man-
gador perfumes de azahares, de jazmines y de gardenias. tuvo hasta el 8 por la tarde. Tales dibujos debieron hacerse en
El día 2 se empleó en arreglar la casa, según las disposiciones del negro-grisrpues sólo más tarde se les ocurrieron los medios de ponerles
señor don José, quien juzgaba que del buen orden depende la efica- color.
cia del trabajo. Desgraciadamente aún no estamos en capacidad de decir si esos
Reconocer la localidad de La Mesa, era ya vieja aspiración del dibujos se conservan, ni cuáles son; ni de examinar por ellos el trabajo
recién nombrado director de la Expedición Botánica. Allá le habían del pintor A. García en aquel momento (19).
atraído las informaciones de don Miguel de Santisteban, su amigo y Las plantas desecadas iban amontonándose en el herbario; las des-
conocedor de quinas. Allá se habría, tal vez, asomado él mismo, recién cripciones de ellas iban aumentando y creciendo, día por día, la colec-
llegado de España, cuando con el virrey La Cerda comprobaba su ción de los dibujos preciosos.
poca fortuna en la caza de venados y su poca puntería contra las tor- Aquí está la maranta, encontrada en Quitasueño; aquí la Turnera
cazas de Bojacá. La Mesa era también la patria de dos loritos que ulmifolia o Buena vista; aquí numerosas pasifloras, allá otras y otras
alguien regaló a Mutis y que llegaron sin saber hablar, por lo cual él innumerables especies. Más allá el guayabo cimarrón al que Mutis
les buscó maestro, ya que se confesaba incapaz para darles competente creyó especie nueva y lo llamó Valenzuelia (20).
educación lingüística por sí mismo. Se consulta en los grandes maestros Linné, Jacquin, Plumier,
Dice así el Diario del 14 de noviembre (sábado), de 1762. Loefling y se trata de hallar la determinación y clasificación definitiva
Me hizo el favor S. E. de incitarme a que saliese a examinar la según el Systema. De todas maneras se hace la descripción de la planta
quina que decían hallarse tan cerca de Santa Fe, como que no distaba íntegra y la más minuciosa de los órganos florales según la nomencla-
un día de camino; distancia entre Santa Fe y la Mesa de Juan Díaz; tura de Linné y de Ventenat. Lo que no ve el ojo desnudo se inquiere
donde se dice hallarse el árbol. El primero que me dio esta noticia fué doncon la lente: «con el vidrio», como dice Valenzuela.
Miguel de Santisteban. Me la confirmó mi criado Carlos, vaquiano de Otro género de datos colectó la expedición, bien interesantes. Mutis
aquel terreno. se hace acompañar de un «rústico» o campesino de la región, de uno
Conocemos perfectamente y día a día las labores de la Expedición de esos leñadores o «yerbateros» que nunca faltan, famosos por cono-
Botánica en La Mesa de Juan Díaz, gracias al minucioso diario llevado cer muchas plantas y muchas aplicaciones de ellas. Con criterio selec-
por Eloy Valenzuela y que publiqué por encargo del Ministerio de tivo se le averiguan los nombres vulgares de las especies y los usos
Educación prologado y anotado, con alguna colaboración histórica y etnobotánicos de cada una. Todos los datos pasan a las memorias y a las
mucha económica de M. Acevedo Díaz, actual Presidente de la Acade- anotaciones. Así se incoaba el estudio inacabable de las aplicaciones de
mia de Historia de Santander. las plantas, se aprovechaba la experiencia popular y se ampliaba hasta
Corre con algunas pequeñas lagunas desde el 29 de abril de 1783, lo infinito el interrogante botánico, porque Mutis profesaba que al uso
hasta el traslado de la expedición a Mariquita, hecho que ocurrió el popular se debían muchas aplicaciones de la medicina y de la técnica
miércoles 9 de julio del mismo año. y que en las observaciones del vulgo nada hay despreciable hasta poder
Fueron dos meses de un desbordamiento de estudios sistemáticos, separar lo cierto de lo dudoso y falso. Las plantas pequeñas se arrancan
de batidas exhaustivas sobre la vegetación y la fauna de Guayabal, del de raíz, y si tenian turmas — así habla Valenzuela — éstas eran pesa-
camino del Tigre, de Doima, de Tena, de las lagunas Verde y de das con exactitud porque era preciso ese dato para futuros estudios
Pedro Palo, de la cuchilla llamada Nariz de Escalante y de las orillas del farmacológicos, químicos y agrícolas. No estaba entonces en vigor el
río Bogotá, tierras donde el Colegio del Rosario tenía extensas pose- sistema métrico decimal, sino que se medía en toesas, pies, pulgadas y
siones. No quedó matorral por revisar, ni bosque, ni prado, ni líneas para longitudes y en onzas y ochavas en la balanza.
regato, ni tronera por escudriñar, ni en el clima templado ni en el Y los días pasaban y la sed de averiguaciones crecía y el sendero se
caliente. alargaba y los campos y desfiladeros de La Mesa se iban dilatando
Temprano montaban a caballo Mutis y su segundo Valenzuela para hacia nuevos secretos e intereses.
salir al campo a recorrerlo, acompañados de los herbolarios, quienes El señor don José había visto en años anteriores una planta acuáti-
debían coger las plantas indicadas por ellos, arrancarlas de raíz y ca que le habían traído a su posada diciéndole que la habían cogido
llevarlas a la casa para su estudio, dibujo y conservación en el herbario. en una de esas lagunetas que tanto abundan en los alrededores de
Regresaban a medio día y de nuevo salían a la tarde para una nueva La Mesa. Se la buscó con ahinco hasta dar con muchas que pudieran
excursión. Con la caída de la noche todos volvían a sus cuarteles y acomodarse a sus descripciones.

(19) La frase de Bergius: Mirábar valde, cum icones..., copiada por Mutis en carta a D'Elhuyar se refiere a láminas pintadas por el maestro A. García, como lo
advierte, con fundamento, el P. Uribe. Añade este autor calificando el trabajo de García, que sus láminas son buenas en cuanto al dibujo, pero imperfectas respecto al
colorido y la perspectiva.
(20) Fué en la Mesa, donde Mutis pudo examinar al «guayabo cimarrón», árbol común de nuestros climas templados, cuya diferencia entre los pies machos y hembras
no había verificado, y al cual puso nombre genérico de Valenzuelia. El episodio merece copiarse y es como sigue:
Se halló en flor el Guayabo Cimarrón, por cuyo carácter completo suspiraba yo desde que lo vi por primera vez en Anapoima en mi viaje del Sapo a Santafé, por principios de
1782. Por el examen de las flores que hice entonces habiendo mandado cortar el árbol, en cuyas flores vi tres filamentos que me hicieron sospechar una especie triginia. Así conservaba
la especie de este precioso árbol que deseaba hallar florido para dibujarlo. Con tan felices circunstancias lo halló el Dr. Valenzuela que recorría las inmediaciones por el lado opuesto
al que yo había seguido para descubrir las laderas de las vegas del Bogotá. Se llenó de gozo para comunicarme su hallazgo. Hicimos cortar varias ramas y hallando las flores de
diverso estado a las que yo examiné en Anapoima, vimos que todas eran hembras. Por fortuna estaba a un lado otro árbol que conocimos por su cáscara y viéndolo diversamente flo-
reado, hicimos cortar ramas en que hallamos los machos en el número constante de nueve. Es árbol Dioica Enneandra que caractericé por nueva y justísimamente la consagré con el
nombre de Valenzuelia a mi compañero en los trabajos y gustos.
La Valenzuelia Mutis pasó a ser Picramnia corallodendron, bellamente representada en los icones de la Expedición.

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Porque, desgraciadamente, antes de cumplir el mes, el director de
la Expedición había sido llamado a Bogotá donde era importante su de los llanos del Tolima y la recolección y despacho de las quinas de
los Andaquíes.
parecer sobre la campaña contra la epidemia de viruelas y sobre la efi-
cacia de
u v la vacunación
»— xpara combatirla. La Mesa quedó atrás; su misterio floral, desflorado y preg-
E s del 15 de marzo y escrito en Santa Fe un informe luminoso de nante. Al menos, sin embargo, la Expedición se hallaba en marcha y
Mutis donde no sólo trata del procedimiento de Jenner, sino, sobre Valenzuela se había posesionado ya de los métodos y del afán inves-
todo, de la manera de vencer, con discreción, la repugnancia'de las tigativo del señor Compañero.
gentes a estos métodos nuevos de inmunidad. Cuando desde las laderas que bajan a Tocaima y Guataqui volvie-
Debió, además, Mutis escribir por orden de Caballero y Góngora ron a mirar atrás, al campo de sus primeras recolecciones acumulati-
un informe acerca de la misma expedición, destinado al ministro vas, vieron el dilatado anfiteatro que abrazan los ríos Bogotá y Apulo,
Gálvez y que firmó el día 27 de marzo de 1783. sus bosques de verde obscuro, sus cañaduzales claros, sus potreros
Cierto día Mutis, regresado a La Mesa, recibió una orden de tras- donde se cebaban los ganados venidos del Tolima; las laderas donde
ladarse a Mariquita con todos sus compañeros y elementos, por el los grupos de palmas reales resaltan entre jirones de niebla — esos que
camino de Tocaima, Guataquí y Ambalema (21). Así lo disponía su prodigiosamente pinta Gonzalo Ariza — al lado de los cámbulos flore-
excelencia para que, en adelante, pudiera el sabio vigilar Ja explota- cidos en rojo, los gualandayes purpúreos y los ocobos rosados y con-
ción de las minas de Santa Ana, situadas en esa población extrema templarían en éxtasis, allá arriba, La Mesa de Juan Díaz en su cerco
de precipicios, que ofrecía sus casas blancas al sol de la mañana.

casa tocaima fué fundada en 1554. Juan Díaz se construyó en Tocaima, junto al Patí (río Bogotá), en la vega que cae bajo el emplazamiento actual de la ciudad, una
rica q U e P U d Í e r a s e r v i r c i e Alcázar. Además de las maderas finas que halló en los bosques vecinos, trajo de España azulejos, vidrieras, rejerías y artesones. A causa de esa
sant C f ° n S ! m c c i ó n e s t u v o por mudarse la Real Cancillería de Santa Fe a Tocaima. La introducción de los alfarjes o techos mudéjares en que abunda la arquitectura religiosa
a e r e n a > e s parte de la biografía de Juan Díaz Jaramillo, el Rico, quien, después de la conquista de Nueva España, se alistó en el Nuevo Reino para la expedición de los
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Panches, comandada por Venegas Carrillo.

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