¿Cómo surge la declaración de derechos campesinos?
La Declaración de Derechos de los campesinos y trabajadores de
zonas rurales ha sido liderada desde la década de 1990 por organizaciones sociales y movimientos campesinos, como la Vía Campesina, FIAN Internacional, el Centre Europe – Tiers Monde (CETIM), entre otros, quienes tras varios años de consensos y consultas internacionales consolidaron el texto de la declaración y en el año 2008 lo presentaron por primera vez a consideración de la ONU. El pasado lunes 17 de diciembre de 2018 la Asamblea General de las Naciones Unidas le dio el último visto bueno que le faltaba a la Declaración sobre los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en las zonas rurales. Se trata de un documento que reconoce la labor de estas poblaciones y su aporte al desarrollo. Además, llama a los Estados a tomar medidas que las protejan y promuevan condiciones dignas y herramientas para sus vidas y trabajo. La justificación del documento en el marco del Consejo Nacional de Planeación se haría el próximo 20 de diciembre. El borrador de la Declaración que será sometido a votación ante la Asamblea General de la ONU contiene 28 artículos, los cuales están guiados por seis ejes fundamentales: i) derecho a un nivel de vida adecuado, ii) derecho a la soberanía alimentaria, lucha contra el cambio climático y conservación de la biodiversidad, iii) adopción de reformas agrarias estructurales y protección frente al acaparamiento de tierras, iv) derecho a que las y los campesinos puedan conservar, utilizar, intercambiar y/o vender sus semillas, v) derecho a recibir una remuneración digna por sus cosechas y trabajo, y vi) derechos colectivos para contribuir a la justicia social sin ningún tipo de discriminación. Es importante recalcar que la protección de los derechos de los campesinos implica proteger derechos esenciales del resto de la población, incluyendo la urbana, dado al impacto de la producción de alimentos sobre derechos como a la salud y al ambiente sano. Según la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la población mundial llegará a los 9 mil millones de personas para el 2050 y se necesitarán casi tres planetas para proporcionar los recursos naturales precisos para mantener el estilo de vida actual. Entonces, ¿Cómo alimentar de manera sostenible a las generaciones actuales sin que afecte los recursos de las generaciones futuras? Un creciente grupo de investigadores y activistas en justicia alimentaria sugieren que se puede lograr un sistema alimentario más sostenible a través de la agricultura familiar campesina basada en un enfoque agroecológico, pues el uso de agroquímicos es significativamente inferior, protege la biodiversidad, los ecosistemas y garantiza el uso sostenible de los suelos para la producción de alimentos a largo plazo, incluso, el rendimiento de los cultivos puede ser hasta en un 79% mayor comparado con el modelo agroindustrial. A pesar de esto, las vidas de las y los campesinos y trabajadores rurales siguen siendo altamente vulnerables ante un sistema alimentario que no los reconoce. Después de varios años, con la cabeza llena de preguntas más que respuestas, no tengo duda de que la profesora Martha decía la verdad, pero también mi abuela. Hoy en el mundo, las personas a quienes debemos el alimento de cada día se encuentran en extremas condiciones de inseguridad alimentaria, y en muchos casos sin acceso a servicios básicos como agua, salud y educación. Celebro que la Declaración esté un paso más cerca de hacerse realidad, de que las personas más importantes de la sociedad sean escuchadas y abrazadas por esta, guardo la esperanza de que más temprano que tarde tengamos #DerechosCampesinosYA. . . . Sin embargo, Colombia, en donde cerca del 20 % de la población vive en el campo y hay un 36 % de pobreza rural en términos monetarios –una tasa 12 puntos por encima de la urbana–, se abstuvo en la votación. Ya lo había hecho en el debate en la comisión tercera de la Asamblea en noviembre pasado, por lo que era casi previsible que el país mantuviera su posición. No obstante, entre las organizaciones campesinas y otras que defienden derechos humanos hay muchas preguntas sin responder. La semana pasada, más de 50 organizaciones y 40 congresistas y académicos enviaron al presidente de la República, Iván Duque, una carta exigiendo que Colombia respaldara la declaración o que, al menos, en caso de insistir en su postura, “informe públicamente al país las razones de ello”. Calificaron de “vergonzosa” la oposición a esta declaración, que, afirman, “constituye un gran avance en el reconocimiento de los derechos de un sujeto social históricamente invisibilizado y excluido en el mundo entero y que, en nuestro país, ha sido altamente victimizado a causa del conflicto interno y los procesos históricos de despojo, desplazamiento y olvido estatal”. El mismo Estado ha reconocido ese abandono, por ejemplo, a través de la Misión para la Transformación del Campo que, durante el gobierno de Juan Manuel Santos, se presentó como una herramienta de diagnóstico y recomendaciones para saldar la mentada “deuda histórica” con la población rural y campesina.
PLANES DE DASARROLO PARA PARA BIEN DE LOS CAMPESINOS
Organizaciones entre las que está la Mesa Campesina del Cauca redactaron un “Pacto por la equidad rural y el bienestar de la población campesina”, con la intención de que sea incluido como capítulo en el Plan Nacional de Desarrollo que deberá presentar el Gobierno ante el Congreso de la República.
En el documento, incluyen una línea de “Acceso, formalización y
territorialidades campesinas-áreas protegidas”. Proponen formalizar cuatro millones de hectáreas en el cuatrienio, por ejemplo. Para el “fortalecimiento de la economía campesina y adecuación institucional” plantean que el “gobierno debe reconocer que la economía campesina como un modelo que le aporta riqueza al país, soporta la soberanía alimentaria y garantiza los bienes naturales, para el consumo y bienestar de la población colombiana”. No dejan de lado el asunto de los derechos campesinos, por lo que marcan como objetivo caracterizar a esta población, para lo que sería necesario delimitar el concepto de “campesino”. Incorporan un tema que fue motivo de discusión alrededor del censo nacional de población: el autorreconocimiento como población campesina en los ejercicios estadísticos. Mencionan también objetivos de educación adecuada a los diferentes contextos, de salud, seguridad social y deporte y recreación.
Otros componentes son el de infraestructura, como las vías, el
riego y drenaje, así como la reducción sostenible de cultivos de uso ilícito. Incluye la necesidad de educación y acciones contra el cambio climático y, por otro lado, el reconocimiento particular de las mujeres campesinas, para promover sus derechos y prevenir violencias. Finalmente, habla de crear una jurisdicción agraria “que tenga en cuenta que los conflictos por la tierra (y su judicialización) presentan características diferentes a aquellos que ocurren en las ciudades”. Por favor leer los siguientes link´s https://www.cetim.ch/derechos-para-los-campesinos/