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a) Dualismo
b) El pecado original y el problema de la libertad.
c) El amor y la historia.
San Agustín mantiene una postura dualista sobre el ser humano. Al igual que
para Platón, para San Agustín en el ser humano nos encontramos cuerpo y alma,
siendo esta última lo que caracteriza al hombre: “El ser humano es un alma
racional que se sirve de un cuerpo mortal y terreno”. El cuerpo no es más que
un mero instrumento del que se sirve el alma la cual esta hecha a imagen y
semejanza de Dios. Es reflejo de la Trinidad en sus tres facultades: memoria,
entendimiento y voluntad.
Según San Agustín el alma se conoce a sí misma mejor que a las cosas
exteriores, lo que permite la búsqueda interior de la verdad de la que nos habla el
Santo.
San Agustín desarrolla una psicología más profunda acerca del alma que la
platónica en la que aspectos como el amor, la memoria y la intimidad juegan un
papel fundamental. Gracias a la memoria se nos hace patente nuestra propia
intimidad que es el elemento fundamental de la identidad de cada uno.
Para San Agustín el amor entendido como charitas¸ caridad, amor a Dios es la
fuerza motriz del ser humano por encima del conocimiento, de modo que
antes de conocer a Dios por la razón lo amamos por la fe. Como dice el Santo: “Mi
amor es mi peso”. Es este amor el que define el concepto de virtud y pecado. El
amor a Dios es virtuoso, y el amor al cuerpo y a lo sensible (cupiditas) es
pecaminoso.
c) Pero el amor a Dios tiene para San Agustín una proyección histórica, es más,
San Agustín es el creador de la primera filosofía de la historia. Para el Santo
podemos dividir la historia de la humanidad en dos “ciudades”: la ciudad terrena o
ciudad de los hombres basada en el amor propio y el desprecio de Dios; y la
ciudad de Dios basada en el amor de Dios y en el desprecio de uno mismo. Para
el Santo la historia tiene un sentido, una finalidad: desde la creación del mundo
hasta el Juicio Final: a lo largo de la historia la Ciudad de Dios se impone a la
ciudad de los hombres. Dios interviene en la historia y la guía hacia una
dirección. Así el saqueo de Roma a manos de Alarico es interpretado como la
victoria de la Ciudad de Dios sobre la ciudad de los hombres.
(1) Para San Agustín Dios no puede crear un alma defectuosa por definición.
(2) Para Pelagio el hombre puede salvarse de pecado de forma autónoma, por la
fuerza de su voluntad e independientemente de Dios.
http://filosofiasc.galeon.com/hombreagus.pdf