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Tradición clásica y recepción

El aristotelismo en el libro XI de la Historia General de las Cosas de la Nueva


España de Fray Bernardino de Sahagún
Lusdemar Jacquez Rivera
Universidad Panamericana (UP)
lusdemarjacquez@outlook.com

El Códice florentino o Historia general de las cosas de Nueva España, como fue titulada en su
reimprensión en el siglo pasado1, ha sido considerado como uno de los textos fundacionales de la
cultura mexicana (Cro, 2014) al permitir su autor, el fraile franciscano Bernardino de Sahagún,
“que los indios mismos escribieran la historia de su propia cultura, [dándoles] ocasión de guardar
al tesoro de su propia lengua y pensamiento.” (Garibay, 1954, p. 74) y bajo este marco
interpretativo es que se ha estudiado desde el siglo XX, como una labor anacrónicamente llamada
antropológica (Leon Portilla, y Palmeri, 2001).
En los últimos años, se han acuñado nuevas líneas de investigación a la interminable pila de
artículos y estudios eruditos en torno a la labor literaria de Sahagún y sus influencias, sobre todo
es relevante mencionar aquellas en las cuales se debate la personificación del fraile como un
precursor y defensor de la cultura mesoamericana, herencia de las lecturas de Miguel León Portilla
y Ángel María Garibay, donde se inscriben Solodkow(Otoño, 2010) y Stelio Cro (2014 y 2019).
Empero, creo que ambas posturas engrandecen o demeritan innecesariamente al autor y la obra;
por ello, con el fin de establecer un análisis imparcial, unas acotaciones se hacen necesarias: en
primer lugar, la obra comporta un carácter doble, por un lado, encontramos el proceso oral, el fraile
tenía un grupo de informantes que hablaban náhuatl y eran alumnos de los colegios
evangelizadores y aunque no totalmente aculturados obedecen a la estructura de los contenidos
dirigida por el autor mediante las minutas, por otro, encontramos el resultado de la selección de
contenidos final por parte del autor, quien es el editor de los documentos; por tanto, el argumento

1
García Quintana ( 1999) acota que “cuando nació [la obra] no tuvo este nombre, pues su autor, ninguno
le adjudicó. La única señal cierta en este sentido es el subtítulo que aparece al inicio del libro décimo y que
dice así: <<Comienza el décimo libro de la General Historia, en que se trata de los vicios y virtudes (…)>>
Y así como no podemos saber qué nombre tenía en mente su creador, o cuál no llegó a ponerle, tampoco es
posible afirmar en tal año comenzó Sahagún a escribir su obra” (pp. 163-164)

1
que defiende la preservación de la cultura indígena por parte de Sahagún se ve afectado al
configurar la obra un sincretismo ideológico y cultural como observamos con la sección “adición
de las supersticiones” en el libro XI, en voz de propio Sahagún atestiguamos que aunque
poseedores de rasgos que parecían evangelizados vivían la Fe católica a su conveniencia (cf. 2016,
685-686) y de esto, se puede inferir que no existe una conservación de aquellos rasgos propios
antes de la colonización tras 50 años en contacto evangelizador, ni tampoco, una aculturación total2
(cf. Anchondo, 2012, p. 116).
En segundo lugar, no debe olvidarse que la Orden franciscana obedecía a las intenciones de la
Corona y el motivo de redacción de la obra responde a fines en común de ambas. Si se obvia esto,
la personificación romantizada del cronista afecta la lectura objetiva del texto, por lo que, creo
pertinente un análisis de las estructuras narrativas del texto ya que éstas permitirán establecer
mejores relaciones con aquellos temas comunes en la academia y desvelar ciertos mitos en torno
al texto y al autor. Bajo estos términos analizaré el libro undécimo, específicamente, las partes de
los animales y la de las plantas, considerando las tendencias de análisis antes mencionadas sin
suscribirme a ninguna, usando los argumentos de algunos investigadores para comparar el texto
de Sahagún con aquellos considerados como su influencia directa, para establecer un diálogo
objetivo entre los textos que evite la adjetivación inapropiada de la labor sahaguntina.
Dicho libro está comprendido por 5 partes: 1) animales, ordenados en orden descendente, es decir,
aves, terrestres, acuáticos, no comestibles y serpientes. 2) plantas y hierbas medicinales, 3) piedras
y minerales, 4) aguas y 5) adición sobre supersticiones. Ha sido objeto de diversas lecturas respecto
tanto a la estructura como a la intención del autor, entre las posturas más populares se encuentran
el considerarlo como un diccionario de la lengua náhuatl que sigue la estructura de las Etimologías
de Isidoro de Sevilla; o como producto de la huella medieval de las enciclopedias de corte pliniano,
en palabras de Palmeri: “Frente a saberes naturalistas indígenas no sistematizados por la
transposición escrita, Sahagún proyectó un verdadero tratado de historia natural de la Nueva
España sirviéndose de los modelos del mundo clásico y medieval”(2001, p. 190). Sin embargo,
como abordaré más adelante, este argumento, junto con aquel de la influencia pliniana son
insostenibles una vez que se analizan con detenimiento los contenidos y estructuras del Libro XI.

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Resalto la carga negativa que tiene el término además de referir por su misma morfología a un vaciamento
cultural.

2
También considerado medieval por servirse del conocimiento nativo para superponer la enseñanza
moral evangelizadora en la simbología náhuatl (cf. Pranzetti, 1998).
Entre las fuentes de inspiración para la Historia general de las cosas de Nueva España más
reconocidas se señalan la Historia de los Animales de Aristóteles, La Historia Natural de Plinio el
Viejo, las ya mencionadas Etimologías de Isidoro de Sevilla, de proprietatibus rerum de
Bartolomé Ánglico y el Hortus Sanitatis de Johan von Cube. Sin embargo, se deben considerar
dos obras contemporáneas a Sahagún y de difusión en la Colonia: la Historia natural de las Indias
de Gónzalo Férnandez de Oviedo y el libro de las hierbas medicinales de los indios escrito en el
Colegio de Tlatelolco hacia el 1540 por Martín de la Cruz, abuelo, muy probablemente, de uno de
los informantes de Sahagún en la sección de las plantas. Es importante señalar que la influencia de
Plinio en España durante los siglos XI y XVI es generalizada, aunque es imposible conocer si
Sahagún estaba familiarizado con la obra de Plinio o los comentarios a éste, a pesar de haber en el
inventario una copia de la Historia Naturalis (Palmeri, 2001, p. 196) al contrario de Gonzalo
Fernandez de Oviedo quien explícitamente dice seguir al naturalista latino (Carrillo, 2001, p. 3).

Propiedades de las cosas naturales (Animales)

La estructura de la parte de los animales no obedece a un orden uniforme, sin embargo pareciera
obedecer a una jerarquía descendente que sigue la tradición establecida por Plinio; la forma en la
que se exponen los animales tiene que ver con una relación entre cosa y función o el nombre del
animal y las propiedades del mismo. El método es el siguiente: se toma el vocablo náhuatl como
nombre y se hace una clasificación a partir de comparaciones, cuando es posible, con animales
conocidos en Europa, agrega el comportamiento del animal y la función que tiene como símbolo
cultural, normalmente, esto es introducido por las frases “tienen por mal agüero”, “…dicen que…”,
“tenían por superstición”, aquí un ejemplo:

Hay unas aves en el agua que se llaman atotolin, quiere decir, gallina de agua; tiene boca ancha
y muy hendida hasta el cuello, pescan abierta la boca o abre la boca como red para pescar; es
tamaña como un gallo de papada; hay unas de estas aves y otras ametaladas. (…)la cual dicen
que es rey de todas las aves del agua; viene a esta Laguna de méxico cuando vienen las otras
aves del agua, que es en el mes de julio; tiene esta ave la cabeza grande y negra y el pico
amarillo, redondo y largo como un palmo, el pecho y las espaldas blancas, la cola tiene corta,
las piernas tiene muy cortas, los pies tiene juntos al cuerpo y son anchos como un
palmo(…)todos los días está esperando a los cazadores sobre el agua, y cuando vienen está
mirando, no huye de ellos (…)y si en alguno de los cuatro días (de caza) cazan esta ave, luego
la toman y trábanla por el pico y échanla en la canoa, y luego le abren la barriga, estando viva,

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con un dardo (…)la toman por el pico para que no vomite lo que tiene en la barriga(…)y
ábrenla y hallan en ella una piedra preciosa o plumas ricas quien la cazó había de ser venturoso
y rico, pero sus nietos pobres; y si no (encontraban) el que la tiró morirá luego.
A diferencia de Plinio, quien ha sido considerado como la mayor influencia de la Historia
General…no hay una descripción del comportamiento del animal antropomorfizado como
podemos observar en el libro X de la Historia Natural: “Los pelícanos se asemejan a los cisnes,
tienen un segundo estómago en el cuello donde las insaciables criaturas colocan la comida,
aumentando su capacidad; más tarde, toman la comida de ese estómago y la pasan al estómago
verdadero.” (66, énfasis mío) Tampoco hay en Sahagún una libre asociación de ideas que se
relacionen, como menciona Palmeri de Plinio (2001, p.201) con las características anatómicas del
animal, es decir, en Sahagún no hay una mitificación de los animales a partir de su taxonomía
como en, por ejemplo, los bestiarios medievales que basándose en Plinio toman la fisiología del
animal para simbolizarlo como una herramienta de enseñanza moral desde el cristianismo3. Esto
funciona igual en la obra de Isidoro de Sevilla (Libro XII) quien da más importancia al símbolo a
partir de enfatizar dos comportamientos del animal: el relacionado con el hábitat y el mitológico
configurando la definición, en Sahagún, contrariamente, el mito funciona como la diferencia y
quizás ahí reside el valor hermenéutico del texto como herramienta evangelizadora, pero también
como un tratado taxonómico de la naturaleza del nuevo mundo, como evidencia López Luján
(1991): “en las descripciones mismas de los animales es fácil comprobar que subyace el sistema
taxonómico indígena.” (p.246) Me aventuro a afirmar que no por preservación explícita del
imaginario indígena, sino por su sofisticada organización.
Aunque podría argumentarse que ya en Plinio existe una descripción taxonómica así como una
comparación con un animal conocido, no resulta en argumento suficiente para sostener que Plinio
es fuente de la HGCN; sumado a nuestra afirmación de la sofisticación de la taxonomía indígena,

3
El gran ejemplo de esta simbolización se encuentra en el fisiólogo: “Bien dice David: “llegué a ser como
el pelícano en el yermo”. el fisiólogo dijo acerca del pelícano que es muy amante de sus hijos. Cuando
engendra los polluelos y éstos crecen un poco, golpean el rostro de sus padres; entonces los padres pegan a
sus hijos y los matan. En seguida los padres sienten compasión, y lloran durante tres días a los hijos que
mataron; pero al tercer día la madre se desgarra el costado, y su sangre, al derramarse sobre los cuerpos
muertos de los polluelos, les devuelve la vida. Así también el señor en el libro de Isaías (1,2) dijo: “engendré
hijos y los elevé, pero ellos me rechazaron”. el hacedor de toda criatura nos engendró y le golpeamos. ¿y
cómo le golpeamos? Adoramos a lo creado en lugar de adorar al creador. Sin embargo, suspendido en la
altura de la cruz y abriendo su propio costado, nuestro salvador derramó la sangre y el agua para la salvación
y la vida eterna. la sangre porque está escrito “tomando el cáliz dio gracias”, y el agua por el bautismo de
la penitencia. Pues bien habló el fisiólogo acerca del pelícano.”

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encontramos en Aristóteles un afán cientificista que presenta el nombre del animal y su descripción
anatómica, mismo afán aparente en el discurso sahaguntino. Y tras no encontrarse en toda la
sección de los animales, ni en la de las plantas, referencias a la mitología europea o al hábitat
europeo, concluyo que no hay una narrativa occidentalizada ni una búsqueda de preservación
cultural explícita pero tampoco de erradicación (Cf Solodkow, 2010).

Propiedades de las plantas

Al contrario de la sección de los animales, la sección de las plantas sigue un orden de redacción
más uniforme: se da el nombre, la explicación y/o descripción, propiedades medicinales y sus usos,
así como el hábitat.
Tras una revisión a las descripciones de las plantas en Plinio de donde tomamos un fragmento para
comparación (libro XII, 14): “el jengibre crece en arabia, es una planta pequeña con una raíz
blanca. La planta tiende a podrirse muy pronto a pesar de su picor. Su precio es Seis Dinares”;
encontramos imposible una influencia, pues las estructuras narrativas de ambos no comparten
estructura, la distancia es infranqueable; tomemos como ejemplo un fragmento del libro XI:

Hay otra (hierba) que se llama tonalxihuitl, tiene las hojas cenicientas, nace parrada junto a la
tierra; tiene las hojas tiernas, quebradizas y angostillas; hace unas flores blancas, y en el medio
son amarillas; molidas las hojas y ramas, son buenas contra la sarna; pónese sobre la sarna,
molida. La raíz de esta hierba no es de provecho y esta hierba empece a la lengua si se come;
esta hierba siempre se hace entre las aguas en todo lugar, en los llanos y en los altos (7, 5: 129)

Como es evidente, en Plinio no existe una descripción del hábitat ni de los usos medicinales,
encontramos algunos usos en la cultura (XXVI, XXX, por ejemplo), sin embargo, no se asemejan
a la superioridad científica del fragmento de Sahagún que sólo sigue a la riqueza descriptiva de
Oviedo, por un lado, y, por otro, a un pequeño tratado intitulado el libro de las hierbas de los
indios, redactado en el Colegio de Tlatelolco y de circulación interna, interesa a nuestros fines
pues demuestra que los indígenas tenían un sistema propio de clasificación que conserva Sahagún
y también, era conservado, por los hospitales como se lee en las Ordenanzas para aprovechar las
cofradías a los que han de servir en el hospital de Fray Alonso de Molina: “Un muy gran servicio
de los cofrades será que hagan entrar al hospital a los titicih, médicos, pero que entren los que son
tlamatinimeh, sabios verdaderos, los que conocen por experiencia propia las hierbas medicinales
y de qué condición son las diferentes enfermedades”. (en León-Portilla, 1985, p. 53); esto debido,

5
quizás , a que el esquema de clasificación nativo no se oponía con el esquema antiguo de los
tratados de las plantas de Dioscórides y/o de Teofrasto.

Conclusión

Creo que si alguno pudiera argumentar que Sahagún mediante la Historía general de las cosas de
Nueva España reestructura la cosmovisión indiana y la occidentaliza con fines de erradicación (Cf
Anchondo, 2012, p.190 y Solodkow, 2010 ) en el libro XI esto no se sostiene, sobre todo, por la
manera de reinterpretar las fuentes que servirían de inspiración al autor y la indiscutible búsqueda
de una narrativa objetiva de las cosas del mundo, influenciada por la antigüedad occidental, tanto
estructural como intencionalmente. Sirva esto para referir que la intención científica y descriptiva
ya se encontraba en la Historia de los Animales de Aristóteles y parece ser eclipsada por la
campaña evangelizadora de la Edad Media. Así pues, nos encontramos ante un esfuerzo genuino
por comprender el imaginario de una cultura con un valor hermenéutico indiscutible, a pesar de
haber fallado en su propósito de evangelización, muy probablemente por el discurso científico(cf.
López Austin, 2011), resultó, quizás sin intención del autor, en la primera enciclopedia de lo
mexicano, por más impreciso que resulte este adjetivo.

BIBILIOGRAFÍA

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