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GUSTAV LANDAUER

Periodista y filósofo, novelista y crítico, su campo de conocimientos impresionaba.


Influenciado por pensadores tan diversos como Spinoza y Schopenhauer, Ibsen y
Nietzsche, Proudhon y Bakunin, Kropotkin y Tolstói, era al mismo tiempo
individualista y socialista, un romántico y un místico, un militante y un defensor de la
resistencia pasiva. También estaba influenciado por el Garden City Movement de
Geddes y el Arts And Crafts Movement de Ruskin. Con todos estos diferentes
elementos llegó a construir una filosofía social coherente y una teoría de la revolución.

Gustav Landauer nació el 7 de abril de 1870 en Karlsruhe, en una familia judía de


clase media y en una región con una larga historia desde la Edad Media de
inconformismo social, y en la que los otros dos líderes anarquistas alemanes, Johann
Most y Rudolf Rocker, nacieron y se formaron. En 1870 estalla la guerra franco-
prusiana, que marca el nacimiento de Alemania como un poder militar centralizado.
Landauer luchó a lo largo de sus veinticinco años de vida contra este creciente
Leviathan. Al mismo tiempo, se opuso a la versión de socialismo centralizado y estatista
incluido en el programa del partido socialdemócrata alemán, por su carácter hierático y
autoritario.

En 1892, habiendo estudiado en las universidades de Heidelberg y Berlín, Landauer


reunió en Berlín un grupo de disidentes marxistas llamado Die Jungen (del que Rocker
era también miembro), y que había sido expulsado el año anterior del partido
socialdemócrata alemán. Asumiendo el papel de editor de la revista semana del grupo,
El Socialista, desarrolló una critica anticentralista y antiautoritaria del marxismo en la
línea de Bakunin y Kropotkin, llamando a la sustitución del Estado por una federación
de comunas autónomas organizadas desde abajo. Como Kropotkin y William Morris,
Landauer admiraba la vida comunal descentralizada de la Edad Media "una totalidad de
unidades independientes", "una sociedad de sociedades". Aunque aceptaba la noción de
lucha de clases, rechazaba la rigidez dogmática de la teoría marxista, así como toda
autoridad burocrática centralizada, económica o política. En 1893 era uno de los
disidentes -Rosa Luxemburg era otra- excluidos del congreso de la Segunda
Internacional de Zurich, lo que motivó la salida del veterano revolucionario italiano
Amilcare Cipriani, protestando "me voy con aquellos que habéis confinado, expulsado,
con las víctimas de vuestra intolerancia y brutalidad". Landauer fue de nuevo
expulsado -junto a Errico Malatesta, Ferdinand Domela Niewenhieus, y otros delegados
anarquistas del Congreso de Londres de 1896 (su socialdemocracia en Alemania ,
citado al final de este estudio fue su respuesta al Congreso), la última vez que los
anarquistas intentaron la entrada en las sesiones de la Internacional Socialista. En su
Llamamiento al Socialismo publicada en 1911, Landauer llegaba a llamar al marxismo
"la plaga de nuestra era y la maldición del movimiento socialista".

En 1893, después del Congreso de Zurich, Landauer publica su novela "El predicador
de la muerte", pero sus actividades literarias fueron interrumpidas por una estancia en
prisión por diseminar "materiales sediciosos" en El socialista, cuya publicación fue
temporalmente suspendida. Aunque fue enviado a la cárcel más veces -una por criticar
al jefe de policía de Berlin- continuó publicando El Socialista hasta el fin de la década,
haciendo una revista de alta calidad intelectual pero de limitado valor para la agitación.
Su creciente orientación teórica y filosófica le impedían ganar audiencia en la clase
obrera. La revista resultaba cada vez mas atractiva para intelectuales y profesionales,
pero no a trabajadores industriales y campesinos. Ello provocó discusiones con los
trabajadores miembros del grupo redaccional, que objetaban que la revista estaba
perdiendo su efectividad como instrumento de propaganda anarquista. Landauer intenta
cambiar su línea sin conseguirlo suficientemente y en 1899 se cierra la publicación.

En aquellos momentos Landauer había abandonado sus ataques frontales al capitalismo


y el estado. Anteriormente su pensamiento había estado dominado por el anarquismo
revolucionario de Bakunin y Kropotkin. De Bakunin señalaba; "lo he querido y
admirado desde el mismo día que lo conocí". Y en 1901 editaba con Max Nettlau una
colección en alemán de los escritos de Bakunin. En los siguientes años traducía,
además, varios de los más importantes libros de Kropotkin. Pero desde finales de siglo
cae cada vez más bajo la influencia de Tolstoi, y especialmente de Proudhon al que
consideraba "el más grande socialista de todos". En la formación de su filosofía influía
fuertemente el mutualismo de Proudhon, adoptando la noción de un banco popular
capaz de conceder créditos baratos a los pequeños productores, as¡ como facilitar el
honesto intercambio de sus productos. Cada vez mas insistía en la revolución social
pacifica y en la importancia de una educación libertaria, especialmente como la
desarrollada por Francisco Ferrer y su movimiento de la Escuela Moderna. Mientras
permaneció fiel a Kropotkin era menos por los aspectos militantes y revolucionarios de
su pensamiento que por su posición ética, su teoría de la ayuda mutua y su acento en la
producción cooperativa descentralizada.

Mezclando los principios federalistas de Kropotkin y Proudhon, Landauer buscaba una


sociedad basada en la cooperación voluntaria y la ayuda mutua, "una sociedad de
intercambios igualitarios, basada en comunidades regionales, combinando industria y
agricultura". Hablaba cada vez menos de lucha de clases, y acción directa significaba
ahora la creación de cooperativas pacifistas, resistencia pasiva al estado en vez de
rebelión armada o actos de propaganda por el hecho. Para Landauer, además, huelga
general llegó a significar no el paro del trabajo sino su continuación para beneficio
propio y bajo una autoorganización. Viendo al estado como la negación del amor y la
humanidad, quería su sustitución gradual mediante comunidades voluntarias. Apelaba a
los intelectuales, trabajadores y campesinos para que despertaran de su alienación y
salieran de un sistema estatal de coerción, explotación e injusticia, mediante comunas
urbanas y rurales.

El socialismo para Landauer no era ya la inauguración de algo nuevo, de golpe, no un


acto apocalíptico, sino el descubrimiento y desarrollo de algo ya presente, cultivando
algo "siempre empezando" y "siempre moviéndose''. Su idea parece el conocido slogan
de la I.W.W. de "construir la nueva sociedad sin la concha de la vieja". En sus más
conocidos escritos La Revolución y Llamada al socialismo pedía al pueblo una
sociedad libre al margen de la existente; urgía a "salir del capitalismo" y "empezar a ser
seres humanos", para crear lo que hoy llamaríamos una "sociedad alternativa" en la
forma de enclaves libertarios, que servirían de inspiración y modelo a otros para
seguirlos. En otras palabras, concebía la revolución no como la violenta sublevación de
las masas, sino como una pacífica y gradual creación de una "contracultura".
Al formular esta idea, Landauer estaba fuertemente influenciado por el francés Etienne
de la Boetie (S. XVI) y su critica a la "esclavitud voluntaria" de las masas. La Boetie
había dicho que el pueblo debía retirar su apoyo a las instituciones autoritarias y formar
otras libertarias propias; y que si nadie obedecía al tirano, su poder desaparecería. Ahora
el mensaje central de Landauer era denunciar una sociedad centralizada coercitiva y
burocrática. Su Liga Socialista, fundada en 1908, era el intento de comenzar una
alternativa social de este tipo, formada de conjuntos naturales y voluntarios a los que los
anarquistas llamarían "grupos de afinidad" durante la guerra civil española. Al mismo
tiempo, la Liga Socialista ofrecía una alternativa libertaria al jerárquico y autoritario
partido socialdemócrata. En 1911 tenia no menos de veinte grupos en Berlin, Zurich y
otras ciudades alemanas y Suizas, y hasta una en Paris.

Aunque Landauer se había convertido en un portavoz de la cooperación voluntaria y la


resistencia pasiva, no dejó de considerar nunca la revolución de masas. No rechazó la
insurrección popular espontanea, y aunque se oponía al terrorismo individual, siempre
entendió la desesperación que les llevaba a actuar conservando una gran simpatía por
ellos. No obstante, creía que lo básico era que hubiera una revolución espiritual junto a
la individual. El problema social, decía, no se puede resolver por violencia o por la
captura del poder, puesto que la verdadera revolución social es la de rejuvenecimiento
espiritual. Lo que se necesitaba, escribía, era "un renacimiento del espíritu humano". La
transformación fundamental de la sociedad solo puede ocurrir cuando "estamos llevados
por el espíritu, no de la revolución, sino de la regeneración". Como escribió en su más
famoso y citado pasaje, "el estado es una condición, una cierta relación entre seres
humanos, una forma de conducta humana; lo destruimos formando otras relaciones,
comportándonos de forma diferente".

Durante los años anteriores a la primera guerra mundial, Landauer era una figura
familiar en los círculos intelectuales y artísticos alemanes. Siempre luchando por la
verdad, Landauer evitaba sistemáticamente cualquier tipo de dogma. "Cuando hablaba,
uno sentía -escribía R. Rocker- que cada palabra salía de su alma con el sello de la
integridad absoluta". Pero no era profeta en su tierra. Ganó la antipatía de muchos
compatriotas por su oposición a la guerra y su acusación a los alemanes como agresores.
"La guerra es un acto de poder, de asesinatos, de latrocinios" escribió ya en 1912
anticipándose a Randolph Bourne, "es la expresión mas agria y clara del estado". En la
navidad de 1916 escribió una carta a Woodrow Wilson señalando la necesidad no solo
de la paz, sino de una asociación de naciones que controlara las armas y asegurara la
protección de los derechos humanos a través del mundo.

Cuando estalló la revolución en Baviera el 7 de noviembre de 1918 Landauer fue


convocado a Munich por su amigo Kurt Eisner, presidente socialista de la nueva
república bávara. Landauer, sin embargo, no se convirtió en miembro del gobierno de
Eisner como se ha dicho a veces. Junto a sus compañeros Erich Muhsam y Ernst Toller,
jugó un papel central en el movimiento de organización de consejos de obreros,
campesinos, soldados y marinos para empezar la clase de sociedad federal por la que
tanto había abogado. Trabajó con Mühsam en el Consejo Revolucionario de
Trabajadores y en el Consejo Central de Trabajadores de Baviera. Continuaba
defendiendo un sistema de consejos y cooperativas, basado en la autonomía y la
autoorganización, frente a un gobierno parlamentario o una dictadura del proletariado
con control sobre la industria y la agricultura. Difirió fuertemente de Mühsam en este
punto, dada su posición crítica ante la dictadura revolucionaria creada en Rusia por
Lenin, de la que en 1918 decía que los bolcheviques "estaban trabajando por un
régimen militar que seria mucho mas horrible que cualquier otro que hubiera conocido
el mundo". En lugar de la visión marxista del socialismo de estado y de la dictadura del
proletariado, Landauer continuaba presionando por una sociedad descentralizada, de
comunidades y cooperativas libres, con control local y autoorganización de los
trabajadores desde abajo. No esperaba conseguirlo de la noche a la mañana. "no se me
ocurriría desear un resultado acabado -decía- siempre buscaré algo detrás de el final,
el proceso me afecta y estoy -en fin- en él".

Pero sus esperanzas, aunque limitadas fueron cortadas pronto. Siguiendo al asesinato de
Eisner (cuya muerte se añadía a las de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht en Berlin),
Landauer fue nombrado¡ ministro de educación en un nuevo consejo de la república
proclamado en Munich el 7 de abril de 1919, a sus 45 años. Era un puesto para un
discípulo de Ferrer, para un hombre que valoraba tanto la educación capaz de lograr la
revolución espiritual de sus sueños. Pero su trabajo en la cartera solo duró una semana,
colapsado por la toma del poder por los comunistas, su programa de una educación
libertaria para ciudadanos de todas las edades adultos y niños, jamás fue puesto en
práctica.

El 1 de mayo de 1919, el ministro de defensa de Berlin envió unidades para acabar con
la revolución bávara, al día siguiente Landauer fue arrestado. En el patio de la prisión
un oficial nervioso le golpeó, y ello fue la señal para una salvaje masacre. Atacado por
los soldados, Landauer fue golpeado con porras y culatas, pateado y pisoteado.
"¡Matadme -gritó- para que pueda pensar que sois seres humanos!". Fue tiroteado hasta
morir. Su cuerpo fue desnudado y tirado en la lavandería.

Noske, un socialdemócrata, felicitó al comandante de la fuerza punitiva por la forma


discreta y plena de éxitos, con la que ha llevado la "operación en Munich". El soldado
que mató a Landauer fue exonerado tras declarar que él meramente "cumplía órdenes".
El oficial que golpeó a Landauer fue multado con 500 marcos. Otro oficial estuvo cinco
semanas arrestado, pero no por asesinar a Landauer, sino por robarle el reloj. El oficial
en jefe jamás fue llevado a juicio. Un monumento a Landauer, erigido por la Union
anarcosindicalista fue tumbado por los nazis después de la subida de Hitler al poder.
Todavía no ha sido reconstruido.

Revista Bicicleta, Año 1 Núm. 11

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