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Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 1

TEOPSICOTERAPIA
Técnica de intervención clínica de corte humanista-existencial, para su implementación en
CAD’s con énfasis en el modelo teoterapéutico de tratamiento

Ps. Eduardo Robledo Cadavid


(TP 110817)

Fundación Supérate por la Vida


Comunidad Teopsicoterapéutica
Bogotá, 2018
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 2

Agradecimientos:
Dr. Samuel Couto Cabral
Teólogo, pedagogo y Ph.D. en Psicología del Aprendizaje
Fundador de la Técnica Terapéutica Teopsicoterapia
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 3

Tabla de Contenido
I. Introducción 6
II. Justificación 8
1. Teopsicoterapia 10
2. Prevención del consumo de sustancias psicoactivas (SPA) 21
3. Personalidad (formación del carácter) 44
4. Educación de la voluntad 67
5. Modelo psicoanalítico (formación de la conciencia) 114
6. Modelo cognitivo (reestructuración de pensamientos, emociones y 152
conductas)
7. Modelo humanista-existencial (voluntad de sentido-logoterapia) 171
8. Prevención de recaídas 188
9. Salud mental positiva 232
10. Ética, moral y axiología 238
Referencias 299
Apéndice. Experiencia espiritual 301
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 4

Lista de Tablas
Tabla 1. Clasificación de las sustancias 28
Tabla 2. Las capacidades del carácter 47
Tabla 3. Tabla tetrapartita 66
Tabla 4. Líneas de desarrollo de la voluntad 76
Tabla 5. La topografía de la mente 118
Tabla 6. La estructura de la personalidad 125
Tabla 7. Rasgos de la etapa oral 134
Tabla 8. Rasgos de la etapa anal 135
Tabla 9. Rasgos de la etapa fálica 138
Tabla 10. Registro de pensamiento disfuncional (RPD) 163
Tabla 11. Estrategias compensatorias 165
Tabla 12. Diagrama de conceptualización cognitiva 166
Tabla 13. Formulación de nuevas creencias intermedias 167
Tabla 14. Identificación de creencias centrales 168
Tabla 15. Formulación de nuevas creencias centrales 168
Tabla 16. Formulario de creencias centrales 169
Tabla 17. Ejemplo de condicionamiento clásico Pavloviano 196
Tabla 18. Integración de los estadios y procesos de cambio 197
Tabla 19. Fases del programa de tratamiento cognitivo-conductual 197
Tabla 20. Criterios de salud mental positiva 237
Tabla 21. Tabla de valores de Korn 269
Tabla 22. Jerarquización de valores 272
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Lista de Figuras
Figura 1. Etimología del término Teopsicoterapia 7
Figura 2. La adicción como un patrón 11
Figura 3. Inadecuada resolución del conflicto entre el bien y el mal 12
Figura 4. Esquema de una personalidad sana 13
Figura 5. Esquema de una personalidad desordenada 13
Figura 6. Componentes de la personalidad 46
Figura 7. Pirámide de Necesidades de Maslow 95
Figura 8. Gestación de las psicopatologías 130
Figura 9. Esquema del procesamiento de la información 153
Figura 10. Analogía del hardware y software cognitivo 154
Figura 11. Ilustración del modelo cognitivo 158
Figura 12. Escala para medir la emoción 159
Figura 13. Estadios de cambio 191
Figura 14. El proceso de recaída 212
Figura 15. Disciplinas filosóficas 240
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 6

I. Introducción
La tradición positivista de la ciencia ha influido tanto en la concepción del estado de
salud que ha obviado el plano espiritual, por el simple hecho que “no se puede validar
empíricamente”. Esto se refleja en el modelo biopsicosocial integrado postulado por la
Organización Mundial de la Salud (OMS), en donde “la salud ha pasado de ser considerada
como una ausencia de enfermedad, a ser entendida como un estado de bienestar físico,
psicológico y social que posibilita a los individuos la satisfacción de sus necesidades, la
realización de sus aspiraciones y el afrontamiento de las situaciones estresantes de la vida”.
(1978 citado en Simón, 1993, p. 19).
Sin embargo, muchos psicólogos que nos hemos adherido a la perspectiva humanista-
existencial afirmamos que la dimensión espiritual es condición sine qua non para obtener
y/o mantener la salud en sus diferentes planos, habiendo migrado incluso de una anterior
postura positivista, conscientes de los grandes aportes que dicho paradigma ha hecho a la
disciplina, siendo un enfoque tan válido y funcional como los demás, con un estatuto de
cientificidad alcanzado a lo largo de los años (Quitmann, 1989).
Debido a que el fenómeno de la farmacodependencia se ha constituido en un serio
problema de salud pública al haberse extendido en forma vertiginosa (Belloch, 2004),
ha originado la fundación en el país de numerosas instituciones, tanto públicas como
privadas, que operan bajo diversas modalidades: tratamiento ambulatorio con la tradición
de los 12 pasos de Alcohólicos o Narcóticos Anónimos, tratamiento interno o externo de
índole espiritual, religioso, médico, clínico, psiquiátrico, psicológico, interdisciplinario,
pedagógico, reeducativo o de terapias alternativas (Ministerio de la Protección Social
(MPS, 2005).
No obstante, en el Diagnóstico Situacional Instituciones de Tratamiento, Rehabilitación
y Reincorporación Social a Consumidores de SPA en Colombia se encontraron falencias
significativas en la calidad del servicio de tratamiento proporcionado sobre todo por las
instituciones con enfoque o modelo de teoterapia, dado que la mayoría no cuenta con un
soporte teórico adecuado para la implementación de su proceso de tratamiento (MPS,
2004).
Para proporcionar elementos con el fin de contrarrestar dicha falencia se ha
desarrollado la Teopsicoterapia, una técnica de intervención clínica de corte humanista-
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 7

existencial, para su implementación sobre todo en CAD’s (Centros de Atención en


Drogadicción) con énfasis en el modelo o enfoque teoterapéutico de tratamiento, en
modalidad residencial.
Aunque el Dr. Samuel Couto Cabral (2008) es el fundador de dicha técnica terapéutica,
esta es una aplicación de elementos estructurales de su teoría, producto de años de
investigación en el campo, en búsqueda de la comprensión, abordaje y tratamiento de
problemáticas tan complejas y multideterminadas como son las conductas adictivas, que
por lo tanto, precisan de un enfoque ecléctico de intervención en los planos biopsicosocial y
espiritual.
De este modo, se han diseñado diez módulos teórico-prácticos, los cuales están
disponibles para aquellos profesionales que estén colaborando en los CAD’s con énfasis
teoterapéutico, esperando que sean de utilidad para mejorar la calidad de la implementación
de sus programas de tratamiento.
Módulos Teóricos
1. Teopsicoterapia
2. Prevención del consumo de SPA
3. Personalidad y formación del carácter
4. Educación de la voluntad
5. Modelo psicoanalítico (formación de la conciencia)
6. Modelo cognitivo (reestructuración de pensamientos, emociones y
comportamientos)
7. Modelo humanista-existencial (el sentido de la vida)
8. Prevención de recaídas
9. Salud mental positiva
10. Ética, moral y axiología

TEOPSICOTERAPIA
Teo/psico/terapia:

Dios Psicología Sanación

Unión de la Palabra de Dios y la ciencia


psicológica para la sanación

Figura 1. Etimología del término Teopsicoterapia.


Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 8

Proverbios 2:10-14: Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, y la ciencia fuere grata


a tu alma, la discreción te guardará; te preservará la inteligencia, para librarte del mal
camino, de los hombres que hablan perversidades, que dejan los caminos derechos, para
andar por sendas tenebrosas, que se alegran haciendo el mal, que se huelgan en las
perversidades del vicio.
Proverbios 9:10: El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento
del Santísimo es la inteligencia.

II. Justificación
La necesidad de una cura en el plano espiritual, además del biopsicosocial, para superar
conductas adictivas como la drogadicción y el alcoholismo, ha quedado profusamente
ilustrada en la historia de Alcohólicos Anónimos (A.A.) y Narcóticos Anónimos (N.A.),
como lo describe la siguiente anécdota acontecida a Bill W., cofundador de Alcohólicos
Anónimos, registrada en el texto básico (A.A., 1990):
“Cierto hombre de negocios, apto y con buen sentido, durante años estuvo pasando de
un sanatorio a otro y en consultas con los más conocidos psiquiatras norteamericanos.
Luego fue a Europa, sometiéndose al tratamiento de un célebre psiquiatra (el Dr. Carl
Jung). Pese a que su experiencia lo había hecho escéptico, terminó el tratamiento con una
confianza no habitual en él. Creía haber obtenido tal conocimiento del funcionamiento
interior de su mente y de sus resortes escondidos, que una recaída era algo inimaginable.
A pesar de esto, al poco tiempo estaba borracho. Lo más desconcertante era que no podía
explicarse satisfactoriamente su caída.
Por lo tanto, regresó donde este médico y le preguntó sin rodeos por qué no se
recuperaba. Por encima de todo, quería recuperar el control de sí mismo. Parecía bastante
racional y bien equilibrado con respecto a otros problemas. A pesar de esto, no tenía
absolutamente ningún control sobre el alcohol ¿Por qué? Le suplicó al médico que le dijera
toda la verdad, y el médico se la dijo: era un caso desahuciado; nunca más podría recuperar
su posición en la sociedad y tendría que encerrarse bajo llave o tener un guardaespaldas si
esperaba vivir largo tiempo. Esa fue la opinión de un gran médico.
Pero este hombre vive todavía y es un hombre libre. No necesita de un guardaespaldas
y no está internado. Puede ir a cualquier parte del mundo como cualquier hombre libre, sin
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 9

que le suceda ningún desastre, siempre que conserve la buena voluntad de mantener cierta
sencilla actitud. Algunos de nuestros lectores alcohólicos (y drogadictos) pensarán, quizá,
que pueden pasarla sin ayuda espiritual. Permítasenos, por lo tanto, contar el resto de la
conversación que nuestro amigo tuvo con el médico.
El médico le dijo: “Tiene usted la mente de un alcohólico crónico. En los casos en los
que han existido estados mentales similares al suyo, nunca he visto recuperarse a nadie.”
Nuestro amigo se sintió como si las puertas del infierno se hubiesen cerrado con estruendo
tras él. Preguntó al médico: “¿No hay ninguna excepción?” “Sí, -le contestó el médico-
sí la hay. Las ha habido desde tiempos remotos. Aquí y allá, de vez en cuando, algunos
alcohólicos han tenido experiencias espirituales vitales. Para mí estos casos son fenómenos.
Parece ser de la naturaleza de enormes desplazamientos y reajustes emocionales.
Desechadas repentinamente las ideas, emociones y actitudes que fueron una vez las
fuerzas directrices de las vidas de estos hombres, un conjunto completamente nuevo de
conceptos y motivos empezó a dominarlos. De hecho, yo he estado tratando de producir
dentro de usted un arreglo emocional de esa índole. He empleado estos métodos con
muchos individuos y han dado resultados satisfactorios, pero nunca he tenido éxito con un
alcohólico de sus características”.
Al oír esto, nuestro amigo se sintió algo tranquilizado, porque pensó que, después de
todo, era fiel a sus prácticas religiosas. Esta esperanza se la echó abajo el doctor diciéndole
que en tanto que sus convicciones religiosas eran muy buenas, en su caso no significaban la
experiencia espiritual fundamental que era necesaria. Este era el tremendo dilema en que se
encontraba nuestro amigo cuando tuvo la extraordinaria experiencia que lo convirtió en un
hombre libre (hasta su fallecimiento en 1971).
Al respecto, el distinguido psicólogo norteamericano William James señala en su libro
“Las Variedades de la Experiencia Religiosa” una multitud de modos en que los hombres
han descubierto a Dios. No tenemos ninguna intención de convencer a nadie de que
solamente hay una manera de adquirir la fe. Si lo que hemos aprendido, sentido y visto
significa algo, quiere decir que todos nosotros, cualquiera que sea nuestro color, raza o
credo, somos criaturas de un Creador viviente con el que podemos establecer una relación
basada en términos sencillos y comprensibles tan pronto como tengamos la buena voluntad
y la honradez suficiente para hacerlo” (pp. 24-26).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 10

1. Teopsicoterapia
Sostengo que la tensión entre la ciencia y la
fe debería resolverse no en términos de
eliminación o de dualidad, sino en términos de Jehová con sabiduría fundó la tierra;
síntesis. afirmó los cielos con inteligencia. Con su
Teilhard de Chardin ciencia los abismos fueron divididos y
destilan rocío los cielos.
Porque a éste es dada por el Espíritu palabra
de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el Proverbios 3: 19-20
mismo Espíritu.
1 Corintios 12:8

Temáticas
1. Diagnóstico de adicción
2. Paradigmas explicativos
3. Definición operacional
4. Áreas afectadas de la personalidad y del proyecto de vida
5. Técnica de intervención
a) Plano biopsicosocial
b) Plano espiritual

1. Diagnóstico de Adicción
La adicción a drogas es un diagnóstico psiquiátrico, una enfermedad mental (y no sólo
mental, en realidad afecta en total siete áreas de la personalidad: carácter, conciencia,
voluntad, pensamientos, emociones, conductas y organismo).
En el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV-TR,
2003), figura como trastornos relacionados con sustancias. La Clasificación Internacional
de las Enfermedades (CIE-10, 1992) habla de trastornos mentales y del comportamiento
por consumo de sustancias psicoactivas (SPA).
Sin embargo, los autores más destacados (Hodgson y Miller, 1984; Orford, 1985;
Peele, 1988) consideran que, a pesar de las diferencias específicas existentes entre las
distintas adicciones, todas ellas comparten una serie de aspectos comunes. Todos los
individuos que tienen problemas de control de conductas como comer, beber, fumar, usar
drogas y jugar de forma compulsiva describen de forma similar la fenomenología de cada
una de ellas (Cummings, Gordon y Marlatt, 1980).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 11

Por ello, nos adherimos a la definición de conducta adictiva que proponen Pomerlau y
Pomerlau (1987), al conceptualizarla como:
El consumo repetido y abusivo de una sustancia (p. ej., cocaína, alcohol) y/o la
implicación compulsiva en la realización de una conducta determinada (p. ej., juego
patológico) que, de forma directa o indirecta, modifica el medio interno del individuo
de tal forma que obtiene un refuerzo inmediato por el consumo de la sustancia o por la
realización de dicha conducta (Caballo, 1997, p. 161).

La conducta adictiva como un patrón que se


repite a través de diferentes síntomas:
Drogas
Pereza Delincuencia

Calle Adicto a: Juego

Vagancia
Mentira

Sexo

Figura 2. La adicción como un patrón.

2. Paradigmas Explicativos
Las conductas adictivas se pueden explicar a través de diferentes paradigmas
(perspectivas):
1) Psicoanalítico-Transaccional: conflicto Ello (Niño)-Superego (Padre), con el Ego-
Yo (Adulto) despedido.
2) Cognitivo-Conductual: reforzamiento de conductas negativas, producto de
creencias disfuncionales.
3) Humanista-Existencial: vivir un absurdo, un sinsentido existencial, confundiendo la
libertad con el libertinaje.
4) Neurociencias: daño neuronal por sobreestimulación dopaminérgica, producto de
un proceso de recompensa descontrolado por el consumo de SPA.
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3. Definición Operacional
La conducta adictiva es un síntoma causado por un desorden de personalidad, producto
de la inadecuada resolución del conflicto entre el bien y el mal (mal uso del libre
albedrío).
Deuteronomio 11:26-28: He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la
maldición: la bendición, si oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, que yo os
prescribo hoy, y la maldición, si no oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y os
apartareis del camino que yo os ordeno hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no habéis
conocido.
Mateo 12:25: Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: todo reino dividido
contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no
permanecerá.
Santiago 1:8: El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.
Romanos 7:19,24: Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso
hago. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? (Reina & Valera,
1960).

Inadecuada resolución del conflicto entre el bien y el mal


(Mal uso del libre albedrío)

7
6
5
4
3
2
1
0
Mal (-) Bien (+)

Enfermedad Salud
Síntoma Personalidad adaptada
Viejo hombre Nuevo hombre
Naturaleza inferior Naturaleza superior
Hombre natural Hombre espiritual
Pecado Santidad
División Unidad
Cuerpo Mente
Niño (Id-Ello) Adulto (Ego-Yo)

Figura 3. Inadecuada resolución del conflicto entre el bien y el mal.


Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 13

Personalidad Sana
Triada Humana
• En un individuo con una
personalidad sana,
Triada Conciencia ordenada, bien
Espiritual Espíritu Voluntad estructurada, el DEMO de
Carácter Dios: decretos, estatutos,
mandamientos y
Triada Pensamientos ordenanzas, así como los
del principios y valores éticos
Alma Emociones y morales, internalizados
Alma Acciones en su dimensión espiritual,
guían sus procesos
psíquicos (pensamientos
Necesidades emociones y acciones)
Cuerpo Pulsiones hacia el bien, con el
R/tas fisiológicas cuerpo como sirviente,
sometido, en obediencia.
1 Tesalonicenses 5:23: y el mismo Dios de paz os santifique por
completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado
irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.

Figura 4. Esquema de una personalidad sana.

Desorden de Personalidad
Triada Humana
• En un individuo con un
Consumo desorden de personalidad
Cuerpo delincuencia la relación se invierte; el
cuerpo se vuelve el amo,
vagancia, etc.
los procesos psíquicos
(pensamientos, emociones
Pensamientos
y acciones) quedan en
Alma Emociones función de proporcionarle
Acciones todo aquello que éste
demanda, y la dimensión
Conciencia espiritual queda seriamente
Espíritu Voluntad afectada.
Carácter

Romanos 6:12: no reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo


mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias.

Figura 5. Esquema de una personalidad desordenada.


Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 14

Triada Espiritual
Tito 1:15: Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e
incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas.
Proverbios 14:9: Los necios se mofan del pecado; mas entre los rectos hay buena
voluntad.
2 Timoteo 3:1-5: El carácter de los hombres en los postreros días: también debes saber
esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores
de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres,
ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles,
aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más
que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán su eficacia; a éstos evita.

Triada del Alma


Romanos 12:2: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de
Dios, agradable y perfecta.
Jeremías 17:9,10: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién
lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada
uno según su camino, según el fruto de sus obras.
Apocalipsis 19:8: Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y
resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos (Reina & Valera,
1960).
4.1 Áreas Afectadas de la Personalidad
1) Conciencia
Definición: de acuerdo con Freud, la conciencia es una facultad del superyó
(componente moral o cultural de la personalidad) que nos impide realizar acciones que
infringen la moral (ciencia que trata de las acciones humanas en orden a su bondad o
malicia) (DiCaprio, N.,1989).
Estrategia de abordaje: estudio, internalización y aplicación de los principios bíblicos y
los conceptos del seminario del modelo psicoanalítico.
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2) Voluntad
Definición: la voluntad es la facultad de querer, y, por ende, realizar u obtener aquellas
cosas que el intelecto nos presenta como convenientes, porque son buenas, valiosas o
necesarias (Otero, F. O., 2002).
Estrategia de abordaje: estudio, internalización y aplicación de los principios bíblicos y
los conceptos del seminario de educación de la voluntad.

3) Carácter
Definición: el carácter es la parte adquirida de la personalidad a través de la experiencia
personal, familiar, social y espiritual, que sirve para modificar o controlar los aspectos
problemáticos del temperamento y desarrollar los talentos, permitiendo que se genere en el
individuo una madurez biopsicosocial y espiritual (CREA, 1988).
Estrategia de abordaje: estudio, internalización y aplicación de los principios bíblicos y
los conceptos del seminario de personalidad y formación del carácter.

4), 5) y 6) Pensamientos, Emociones y Comportamientos


Definición: se parte de la premisa de que pensamientos y creencias disfuncionales
subyacen a respuestas fisiológicas contraproducentes, así como emociones y conductas
desadaptadas (Beck, J. 2000).
Estrategia de abordaje: estudio, internalización y aplicación de los principios bíblicos y
los conceptos del seminario del modelo cognitivo.

7) Organismo
Definición: el organismo es un ser vivo, totalidad psicocorporal, sistema vivo con
relación mutua entre todas sus partes (Dorsch, 2002).
Estrategia de abordaje: entorno controlado libre de SPA, con cuidados integrales y
programación de actividades para alcanzar la abstinencia e instaurar un estilo de vida
significativo.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 16

4.2 Áreas Afectadas del Proyecto de Vida


1) Personal
Se debe trabajar en el fortalecimiento de la autoestima, el autoconocimiento, el
autoconcepto, el autocuidado, la autoimagen y el autocontrol.
2) Familiar
Se debe trabajar en la reconciliación a través del respeto, el afecto, la obediencia y la
colaboración.
3) Social
Se deben abandonar las amistades y vinculaciones negativas, cambiándolas por
positivas.
4) Académica
Se debe adquirir el hábito del estudio para tener resultados satisfactorios, que permitan
adelantar una carrera con éxito.
5) Laboral
Se deben adquirir competencias para obtener un trabajo que acostumbre a la persona a
ser autosuficiente económicamente.
5. Técnica de Intervención
Dado que la personalidad necesariamente debe estar desordenada y/o dividida para que
se presenten las conductas adictivas, hay que trabajar en dos grandes bloques para poderlas
superar:
a) Plano biopsicosocial: retomar la abstinencia como estilo de vida para restaurar las
áreas afectadas de la personalidad y del proyecto de vida.
b) Plano espiritual: retomar el diseño original de Dios para el género humano,
haciendo buen uso del libre albedrío, aprendiendo a hacer su voluntad y no la
nuestra, alejándonos de toda conducta adictiva (pecaminosa).

a) Plano Biopsicosocial
Debido a que en las conductas adictivas existen tanto: a) factores causales, como
b) problemáticas resultantes, es necesario trabajarlas clínicamente, utilizando la técnica de
Teopsicoterapia (Couto Cabral, 2008).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 17

Fases del proceso teopsicoterapéutico.


1). Introspección.
Mirar adentro; observación interior de los propios estados de ánimo o de conciencia.
Job 13:23: ¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo? Hazme entender mi transgresión
y mi pecado.
Sigmund Freud: el objetivo de la terapia es hacer consciente lo inconsciente.

2) Identificación.
Detección de problemáticas (pasado, presente, futuro) objeto de la intervención.
Salmos 19:12: ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son
ocultos.

Ejemplos de Problemáticas.
Vacío afectivo: por ej., cuando no me dieron todo el afecto que necesité de niño.
Resentimientos: por ej., si recibí maltrato físico y/o psicológico de parte de mis
progenitores/cuidadores.
Complejos: por ej., si me siento inferior a los demás respecto a alguna característica
biopsicosocial.
Ideas irracionales: por ej., creer que la vida sin drogas es aburrida.
Duelos: por ej., si perdí algo o alguien significativo.
Complejos: por ej., si me siento inferior a los demás respecto a alguna característica
biopsicosocial.
Baja estima: por ej., al ver que los demás sacan adelante sus proyectos de vida y yo me
quedé en el consumo y demás conductas adictivas.
Traumas: por ej., si fui abusado psicológica y/o sexualmente cuando era
niño/adolescente.
Manejo de emociones: por ej., si me cuesta controlarme y tiendo a reaccionar en forma
agresiva, impulsiva, intolerante y/o sensible.
Dependencia emocional: por ej., si pretendo que mi familia me solucione la vida o
dependo emocionalmente de alguien para estar bien.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 18

Sexualidad: por ej., si me masturbo compulsivamente o tengo alguna perversión sexual.


Sentidos de culpa: por ej., si me recrimino por haber afectado mi vida por causa del
consumo.
Déficit en habilidades sociales: por ej., si me cuesta trabajo relacionarme con las
demás personas.
Ansiedad: por ej., si tengo deseos de consumir drogas y/o alcohol.
Ambivalencia: por ej., si tengo periodos en los que quiero continuar el tratamiento,
seguidos por deseos de abandonarlo.
Búsqueda de sensaciones/tendencia al hedonismo: por ej., si me gusta el placer del
consumo de las drogas y/o la adrenalina de las actividades delictivas.
Inversión de valores: por ej., si hubo deficiencias en mi proceso de formación que me
impidieron internalizar valores éticos y morales, o los afecté con el consumo.
Proyecto de vida: se realiza conjuntamente con el usuario al finalizar el tratamiento
(logros y proyecciones a nivel personal, familiar, social, académico y laboral).

3) Exposición.
Exteriorizar y trabajar en terapia las problemáticas permite su elaboración,
resignificación, reestructuración y superación.
Proverbios 28:13: El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y
se aparta alcanzará misericordia.

4) Crecimiento.
De esta manera, se logran los dos objetivos terapéuticos fundamentales de todo
programa de tratamiento para rehabilitación de farmacodependientes:
1. Abandono del consumo (abstinencia).
2. Cambio del estilo de vida por otro más significativo (Caballo, 1997).
Sigmund Freud: el propósito de la terapia es reemplazar el síntoma con la infelicidad
ordinaria de la vida diaria.

B. Plano Espiritual
El diseño original de Dios para la humanidad era:
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 19

1. En santidad
2. Sin conocimiento del mal (sin pecado)
3. Sin enfermedad (física ni mental)
Desafortunadamente Luzbel (luz bella), el querubín protector de la Triada Divina
cometió pecado, fue arrojado del cielo y se interpuso en nuestro camino.
Ezequiel 28:12-18: Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección,
lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de
toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice;
de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron
preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el
santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto
eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad.
A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo
que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín
protector. Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa
de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti.

Entonces el plan de Satanás para el género humano es:


1. Hacerlo pecar con el conocimiento del bien y del mal, para que no hiciera la
Voluntad de Dios, sino la que le dictara su libre albedrío.
2. Seducirlo con el mundo para condenarlo.
Siendo así, se puede afirmar que todos los males, enfermedades y desgracias del género
humano proceden del pecado, de la desobediencia, al apartarse de la Ley de Dios.

Lo más importante y lo más valioso.


De modo que la mejor opción que nos queda es retomar el diseño original:
1. En santidad (lo más importante), haciendo la voluntad de Dios y no la nuestra.
2. Buscando la salvación (lo más valioso), porque el Señor no nos quiere: pobres,
ignorantes, enfermos, ni condenados (para toda la eternidad).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 20

Entendiendo que en definitiva sólo hay dos tipos de hombres y mujeres: los que buscan
el Reino de Dios y su justicia y los que son seducidos por lo que el mundo ofrece. Y tú…
¿a cuál grupo perteneces? ¿A cuál grupo quieres pertenecer?

Entonces… ¿qué debemos hacer?


Josué 1:8: Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque
entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
Jeremías 6:16: Así dijo Jehová: paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las
sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra
alma.
Mateo 11:29,30: Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y
ligera mi carga.
Hebreos 12:14: Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
2 Corintios 5:17: de modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

¿Es posible el cambio?


Puedes decir que quieres cambiar, pero la realidad psicológica es que hasta la fibra más
íntima de tu ser se te va a resistir al cambio. De ahí el dicho: “más vale malo conocido que
incierto por conocer”. ¿Por qué? Porque el cambio genera ansiedad, incertidumbre y miedo.

¿Y cuál es la solución?
2 Crónicas 7:14: Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y
oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré
desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.
Isaías 1:18: Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren
como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí,
vendrán a ser como blanca lana.
Salmos 119:9: ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 21

Santiago 4:8 Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos;
y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
1 Pedro 5:10: Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en
Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione,
afirme, fortalezca y establezca. (Reina & Valera, 1960).
Gálatas 5:22,23: Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

II. Prevención del Consumo de Sustancias Psicoactivas (SPA)


Temáticas
1. Qué es adicción
2. Qué es un adicto a drogas
3. Perfil psicológico del adicto
4. Características de personalidad del adicto
5. Características de un adicto
6. Clasificación de las sustancias
7. Trastornos relacionados con sustancias:
8. Etiología (Causas de la adicción):
9. Curso (Fases de la adicción):
10. Vías patogenéticas y objetivos terapéuticos
11. Tipos de psicoterapia según objetivos perseguidos

1. ¿Qué es Adicción?
Adicción es un concepto utilizado en salud mental como sinónimo de dependencia. Se
manifiesta en un estado físico y/o mental de dependencia continua hacia uno o varios tipos
de drogas para poder funcionar. La adicción se caracteriza por una conducta anormal en los
procesos mentales.
En sí, es una manifestación o señal de problemas subyacentes en la mente del adicto,
tales como traumas, complejos, inseguridades y otras problemáticas, como consecuencia de
una inmadurez a la cual no se ha podido sobreponer.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 22

A la vez, es una forma de vida que el adicto utiliza erróneamente para satisfacer sus
necesidades psicológicas, buscando reconocimiento negativo, aceptación y estatus dentro
de un grupo de sus mismas características (CREA, 1988).

2. ¿Qué es un Adicto a Drogas?


Un adicto a drogas es aquella persona que tiene una dependencia física y/o mental
continua hacia uno o varios tipos de drogas, con el fin de tener experiencias psicológicas
como forma de evadir la realidad.
Es una persona que no ha crecido emocionalmente, que tiene todas las características
de un niño, que a pesar de haber crecido cronológicamente, en su edad emocional se ha
quedado estancado.
El adicto es envidioso, irresponsable, falto de iniciativa, sus sentimientos son
superficiales, no siente cariño por nadie, no es tolerante, no es paciente, quiere las cosas al
momento y tiene problemas para relacionarse con el sexo opuesto.
El adicto sabe distinguir entre el bien y el mal, no es un paciente común y corriente que
posea una enfermedad orgánica y que haya que recluirlo en un hospital. Es una persona
desajustada y con múltiples problemas psicológicos, que no se ha podido ajustar a las
normas de la sociedad.
Es egoísta, no respeta la autoridad, carece de afecto hacia las demás personas y tiene
poca capacidad para bregar con las frustraciones existentes en la vida. En otras palabras,
ésto quiere decir que el adicto es un niño emocionalmente, que por cualquier razón la
educación que recibió no fue efectiva.
Por eso hay que proporcionarle un ambiente de hogar que le permita reeducarse, en un
ambiente terapéutico, donde situaciones parecidas se reproduzcan a diario, para que pueda
ir conociéndolas y aprendiendo a bregar con ellas.

3. Perfil Psicológico del Adicto


El perfil psicológico del adicto identifica uno de los más difíciles de comprender,
debido a la multifacetidad que lo compone. Son seres altamente contradictorios, con
altibajos en los ciclos emocionales y afectivos. Dentro de los rasgos más notables se pueden
citar los siguientes:
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 23

1) Hipersensibilidad Emocional
El adicto por cualquier suceso se afecta de manera exagerada. Por ejemplo, las
respuestas emocionales aumentadas pueden convertirlo, en un momento dado, en una
persona que no mide las consecuencias de los actos que comete en contra de sí mismo o de
los demás. Por otra parte, tiene baja tolerancia a las frustraciones, lo que hace de él una
persona que se derrota antes de actuar. Esto le impide manejar la realidad adecuadamente,
lo cual proporciona un terreno favorable para seguir consumiendo droga.

2) Intolerancia
El adicto espera siempre que las demás personas piensen y actúen como él quiere y que
las cosas salgan de acuerdo a su manera de pensar o de sentir, o si no, ésto origina una
conducta agresiva frente a todo aquel que se le oponga. La intolerancia del adicto es, sin
lugar a dudas, el factor que lo enmarca en un gran número de problemas, no sólo consigo
mismo sino también con los demás, especialmente con su familia.

3) Impulsividad
El adicto espera tener resultados cuando quiere y todo tiene que ser en el acto. Si inicia
una labor, cualquiera que ella sea, al comienzo le imprime gran entusiasmo y energía, pero
al poco tiempo pierde el impulso inicial, llegando, como es su costumbre, a dejarla
inconclusa. Comete actos tan impulsivos que posteriormente entra en cuadros de depresión
y desesperación por no haber pensado antes de actuar. Le cuesta trabajo tomar las cosas con
calma y paciencia.

4) Mitomanía
En el adicto las mentiras forman parte de su manera de ser. Para todo busca una
disculpa o pretexto que justifique sus acciones. La deformación de la realidad se convierte
en un arte necesario para su supervivencia.

5) Dependencia Emocional
Como la mayoría de los adictos han tenido en su crianza una figura materna y/o paterna
sobreprotectora, hacen de ellos personas inseguras que no saben tomar una decisión por sí
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 24

mismos, delegando la responsabilidad en los mayores, pues resulta mas fácil cumplir
órdenes que tener que tomar decisiones por sí mismos. Es muy común observar un “cordón
umbilical” en el adicto, ligado siempre a alguien.
Al adicto le causa pavor ponerse al frente de una empresa que requiera cierto grado de
responsabilidad, siendo ello motivo para recurrir a muletas químicas que compensen su
estado de ineptitud, creando una dependencia no solo física sino también psíquica.

6) Ciclotimia Emocional
La ley de los ciclos se cumple también en el adicto, pero tiene la particularidad de
manifestarse de manera extremista y exagerada. De un periodo de muy alta actividad y
dinamismo pasa al completo desaliento y pesimismo, sin ninguna causa aparente. Sufre
además de grandes contradicciones emocionales y afectivas, al extremo que en menos de un
minuto puede pasar de un estado de gran afectividad y cariño al total desprecio y rechazo
de la persona que se encuentra en su compañía.

7) Idealismo
Todo adicto conlleva por naturaleza una imaginación exagerada y desproporcionada.
Hace castillos en el aire, lo mismo que promesas que nunca lleva a cabo. Cuando se
encuentra bajo los efectos de la droga la persona pierde la noción real y objetiva de la
realidad, favoreciendo una sensación de seguridad interior que lo capacita para enfrentarse
a lo que sea sin temor, sin darse cuenta que cuando el efecto de la sustancia disminuya,
retorna inmediatamente a la realidad. Esta es la causa fundamental de su frustración frente a
la realidad, la cual trata de subsanar utilizando nuevamente la droga, y que de todo plan o
proyecto propuesto obtenga como resultado el fracaso y la desilusión.
Otra forma de exteriorizar su idealismo corresponde a la manera como se ve y se
considera a sí mismo. El piensa que es una persona maravillosa, sin defectos, casi perfecta,
a quien los demás están en la obligación de rendirle pleitesía. A los otros los considera
imperfectos y sin ninguna valía, analizando siempre lo peor de su personalidad.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 25

8) Manipulación
Una de las características más importantes en el perfil psicológico del adicto es la
manipulación, que se puede describir como la capacidad para controlar y manejar a sus
semejantes por medio de actitudes que van en contra de la voluntad y principios del
individuo manipulado. Un ejemplo clásico es crear en otros sentimientos de culpa, con el
fin de doblegarlos.
Es muy común ver cómo un adicto imprime sentimientos de culpa en los padres, a los
que responsabiliza de su drogadicción, argumentando que ellos nunca lo han comprendido
y que por lo tanto lo traumatizaron desde la infancia. La manipulación hace que el adicto
maneje tan sutilmente a las personas y en especial a los seres que más quiere, que logra
siempre lo que desea (CREA, 1988).

4. Características de Personalidad del Adicto


Necesidad de Mucha Estimulación
a) Interés en actividades riesgosas, b) interés en el juego y c) impulsividad.

Destrezas Especiales
a) Inteligente, b) seductor, c) atractivo, d) ingenioso, e) audaz y f) enérgico.

Conducta Antisocial
a) Conducta asocial (vive una subcultura particular), b) distingue entre el bien y el mal,
pero cuando actúa lo hace mal, c) desconfianza y rebeldía, d) irrespeto a la autoridad,
e) mentiras persistentes, f) engaños y fraudes, g) manipulación h) robos y) violencia.

Narcisismo
a) Egocéntrico e individualista, b) no se preocupa por los demás, c) ambición de poder,
d) fantasías de éxito fácil y e) demandante de mucha atención.
Carencias
a) Pobres controles internos, b) bajo nivel de tolerancia y alto nivel de frustración,
c) embotamiento afectivo (no da ni recibe amor), d) tendencia a la soledad, e) melancolía y
depresión, f) retraimiento y g) vacío existencial.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 26

Debilidades Frente al Mundo


a) No aprende de sus propias experiencias ni de las de los demás, b) inseguridad,
c) timidez, d) ansiedad, e) inconstancia y f) poco compromiso.

Valores Humanos Distorsionados


a) Pobre introspección, b) vive el presente, no planifica en relación con la realidad,
c) irresponsabilidad, d) sufre de una inversión de valores, e) carece de trascendencia, y
f) egoísmo.
5. Características de un Adicto a Drogas
Sufre de un trastorno de su personalidad. La adicción es un síntoma.
No acepta ser un adicto; no reconoce que necesita ayuda y niega su problema.
Es una persona con inteligencia promedio o más en su mayoría.
Vive una subcultura particular, utiliza un lenguaje típico.
Tiene conflicto con la autoridad, la rechaza.
Es egocéntrico e individualista; no se preocupa por los demás.
Distingue entre el bien y el mal, pero cuando actúa lo hace mal.
Tiene pobres controles internos.
Es inconsistente, no persevera; empieza las cosas y no las termina, no tolera la rutina.
Vive el presente, es un niño; quiere las cosas cuando las pide, no puede esperar.
No planifica con base a su realidad: se casa sin tener trabajo, se compra un vehículo nuevo,
aunque no tenga con qué pagarlo, etc.
Es manipulador, siempre quiere salirse con la suya. Quiere las cosas como y cuando él dice.
Es inmaduro, ansioso e inseguro.
Le gusta vestir y calzar bien, compra ropa cara, aunque no trabaje.
No aprende de sus experiencias ni de las de los demás.
Es irresponsable en sumo grado, difícil de manejar.
Tiene bajo nivel de tolerancia y alto nivel de frustración.
Tiene baja estima personal.
Carece de introspección, los demás tienen la culpa de lo que le sucede.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 27

Es vago, no le gusta trabajar. Le gusta la vida fácil y no está dispuesto a sacrificarse por los
demás.
Manifiesta una constante inestabilidad en los trabajos y cambia mucho de éstos.
Carece de remordimiento y de sentido de culpa.
Le gusta hacer promesas que no cumple.
Presenta embotamiento afectivo. No siente amor por nadie y se le hace difícil recibirlo.
Es desconsiderado. Sufre de delirio de persecución. Es mentiroso, mitómano.
Tiene gran capacidad para seducir y para agradar.
Tiene ambiciones desmedidas, no a tono con su situación. Quiere ganar mucho dinero,
aunque no tenga ningún oficio.
No se conforma nunca con lo que tiene.
Algunos tienen identificación pobre con su propio sexo.
Tiene conflictos con la figura femenina, ve a la mujer como un objeto sexual.
Tiene un concepto pobre de su hombría, predomina el concepto machista.
Busca modificar al mundo de acuerdo a sus intereses. El tratamiento debe ser como él dice.
Carece de capacidad para amar y para recibir amor debido a su embotamiento afectivo.
Es un ser desconfiado por excelencia.
Normalmente se siente rechazado, perseguido, inferior e inadecuado.
A veces se torna irresistible, negativo, hostil, manipulador, superior al terapeuta en
conocimientos sobre adicción.
Es rechazado por la sociedad por su conducta, no por su persona.
Puede controlar su vida si se lo propone.
Puede modificar su conducta y cambiar sus actitudes, reeducarse (CREA, 1988).

6. Clasificación de las Sustancias


El término sustancia (DSM-IV) o sustancia psicoactiva SPA (CIE-10) es cualquier
elemento que por su uso pueda producir alteraciones mentales, y que si es utilizada de
manera repetida puede producir abuso o dependencia. Abarca sustancias de origen legal o
ilegal, natural o sintético, incluye también medicamentos y elementos de uso industrial
(Toro y Yepes, 2004).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 28

Tabla 1. Clasificación de las sustancias.


DSM IV-TR Origen Óptica social Efecto Ejemplos
Alcohol Vegetal Legal Depresor Vino, whisky, cerveza
Alucinógenos Vegetal o Ilegal Alucinógeno LSD, mezcalina,
sintético peyote, MDMA (éxtasis)
Anfetaminas Sintético Ilegal Estimulante anfetamina,
(ATS) metanfetamina (ice)
Cafeína Vegetal Legal Estimulante Café, cola, cacao,
chocolate
Cannabis Vegetal Ilegal Mixto Marihuana, hachis
Cocaína Vegetal Ilegal Estimulante Cocaína, basuco, crack

Fenciclidina Sintético Ilegal Mixto fenciclidina (PCP),


ketamina
Inhalantes Sintético Otras[1] Depresor Pegantes, gasolina,
solventes, poppers
Nicotina Vegetal Legal Estimulante Tabaco (cigarillos)

Opiáceos Vegetal o semi- Interm edia e Depresor Morfina, heroína,


sintético ilegal metadona
Sedantes, Sintético Interm edia[2] Depresor Barbitúricos,
hipnóticos o Benzodiacepinas
ansiolíticos

[1] Fabricados para un fin concreto y se los utiliza para otro


[2] Se incluyen todos los medicamentos de venta libre o que requieran receta m édica

Fuente: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV-TR). (APA, 2003).

7. Trastornos Relacionados con Sustancias


Comprende los trastornos por consumo de sustancias, en los que se incluyen:
1) El abuso
2) La dependencia
Y los trastornos inducidos por sustancias, en los que se incluyen:
1) La intoxicación
2) La abstinencia
3) Cuadros clínicos similares a otros trastornos psiquiátricos (APA, 2003).

Trastornos por Consumo de Sustancias


Abuso.
Es un patrón desadaptativo de consumo de la sustancia que conlleva un deterioro o
malestar clínicamente significativo, expresado por tres o más de los siguientes ítems, en
algún momento de un periodo continuado de 12 meses:
1) Consumo recurrente de sustancias, que da lugar al incumplimiento de obligaciones
en el trabajo, la escuela o en casa.
2) Consumo recurrente de la sustancia en situaciones en las que hacerlo es físicamente
peligroso.
3) Problemas legales repetidos relacionados con la sustancia.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 29

4) Consumo continuado de la sustancia a pesar de tener problemas sociales continuos o


recurrentes, o problemas interpersonales causados o exacerbados por sus efectos.
Aquí es necesario tener en cuenta que los síntomas no hayan cumplido nunca los
criterios para la dependencia de sustancias (APA, 2003).

Dependencia.
Es un patrón desadaptativo de consumo de la sustancia que conlleva un deterioro o
malestar clínicamente significativo, expresado por tres o más de los siguientes ítems, en
algún momento de un periodo continuado de 12 meses:
1) Tolerancia
2) Abstinencia
3) La sustancia es tomada con frecuencia en cantidades mayores o durante un periodo
más largo de lo que inicialmente se pretendía.
4) Deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o interrumpir el consumo.
5) Se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención de la
sustancia, en el consumo de ésta o en la recuperación de sus efectos.
6) Reducción de importantes actividades sociales, laborales o recreativas debido al
consumo de la sustancia (APA, 2003).

Especificaciones de curso.
El DSM-IV-TR (APA, 2003) dispone de seis especificaciones de curso para la
dependencia de sustancias:
1) La remisión total temprana, si no se cumplen los criterios de dependencia o abuso
durante 1 a 12 meses.
2) La remisión parcial temprana, si se han cumplido entre 1 y 12 meses uno o más
criterios de dependencia o abuso.
3) La remisión parcial sostenida, si no se cumplen todos los criterios para la
dependencia durante un periodo de 12 meses o más, cumpliéndose uno o más
criterios de dependencia o abuso.
4) La remisión total sostenida, si no se cumplen ninguno de los criterios de
dependencia o abuso en ningún momento durante un periodo de 12 meses o más.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 30

5) En terapéutica con agonistas, cuando el individuo está bajo medicación con


agonistas/antagonistas prescrita, sin que cumpla ninguno de los criterios para la
dependencia o abuso de ese medicamento durante un mes.
6) En entorno controlado, si el sujeto se encuentra en un entorno donde el acceso a las
sustancias sea restringido y no se observa ninguno de los criterios para la
dependencia o el abuso durante un mes.

Trastornos Inducidos por Sustancias


Son las alteraciones mentales producidas por el efecto agudo o crónico de las
sustancias sobre el sistema nervioso central y manifestadas como cuadros clínicos de:
1) Intoxicación
2) Síndrome de supresión o abstinencia.
3) También estas alteraciones pueden presentarse como cuadros clínicos similares a
otros trastornos psiquiátricos, como: delirium, demencia persistente, trastorno
amnésico, trastorno de ansiedad, trastorno del estado de ánimo, trastorno psicótico,
disfunción sexual y trastorno del sueño (APA, 2003).

Intoxicación.
Presencia de un síndrome reversible específico de una sustancia debido a su ingestión
reciente (o a su exposición). Nota: diferentes sustancias pueden producir síndromes
idénticos o similares.
Cambios psicológicos o comportamentales desadaptativos, clínicamente significativos,
debidos al efecto de la sustancia sobre el SNC (p. ej., irritabilidad, labilidad emocional,
deterioro cognoscitivo, deterioro de la capacidad de juicio, deterioro de la actividad laboral
o social), que se presentan durante el consumo de la sustancia o poco tiempo después.
Los síntomas no se deben a una enfermedad médica y no se explican mejor por la
presencia de otro trastorno mental (APA, 2003).

Abstinencia (Craving).
Presencia de un síndrome específico de una sustancia debido al cese o reducción de su
consumo prolongado y en grandes cantidades.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 31

El síndrome específico de la sustancia causa un malestar clínicamente significativo o


un deterioro de la actividad laboral y social, o en otras áreas importantes de la actividad del
individuo.
Los síntomas no se deben a una enfermedad médica y no se explican mejor por la
presencia de otro trastorno mental (APA, 2003).

Vías de administración.
Dependiendo de la vía, el grado de peligrosidad de la sustancia varía. Existen seis vías
de administración:
1) Oral, en forma de ingestión, mascada o sublingual
2) Pulmonar, inhalada y/o fumada
3) Nasal, esnifada
4) Intravenosa
5) Intramuscular o subcutánea
6) Rectal
La vía pulmonar es la que permite que la sustancia llegue con mayor rapidez al SNC,
en menos de diez segundos en la mayoría de las SPA (Belloch, 2004).

Polifarmacodependencia.
Un concepto asociado al uso, abuso y dependencia de SPA es el de politoxicomanía,
poliadicción, polifarmacodependencia, o uso de múltiples sustancias.
Hace referencia al abuso y dependencia que suelen darse en las personas que, teniendo
un diagnóstico principal de dependencia de una SPA, al mismo tiempo están consumiendo
otra.
Este fenómeno es normal cuando el consumo principal es una droga, estando presentes
consumos de otras sustancias, bien por escasear la sustancia o para contrarrestar o
incrementar sus efectos (Toro y Yepes, 2004).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 32

Comorbilidad.
También conocida como diagnóstico dual, es el diagnóstico de dos o más trastornos
psiquiátricos en un mismo paciente. La más frecuente es la dependencia o abuso de dos o
más sustancias, normalmente el alcohol y otra sustancia (cocaína, basuco, marihuana, etc.).
Otros diagnósticos psiquiátricos asociados son los trastornos de personalidad, (sobre
todo el antisocial), las fobias y otros trastornos de ansiedad, los episodios depresivos
mayores y la distimia.
En general, las sustancias más potentes y peligrosas tienen la tasa mayor de
comorbilidad. Por ejemplo, la comorbilidad con otros trastornos psiquiátricos es más
frecuente entre los consumidores de opioides y cocaína (Toro y Yepes, 2004).

Etiología de la comorbilidad.
Al considerar la etiología de la comorbilidad, tres situaciones pueden ocurrir:
1) Existe inicialmente el trastorno por uso de sustancias y secundariamente aparece el
trastorno psiquiátrico.
2) Existe inicialmente el trastorno psiquiátrico y secundario a éste aparece el abuso o
dependencia a sustancias.
3) El abuso o dependencia a la sustancia y el trastorno psiquiátrico tienen una vía
común de origen y coinciden en su expresión tanto el trastorno por uso de sustancia
como el trastorno psiquiátrico (Toro y Yepes, 2004).

La coadicción o codependencia.
Es el conjunto de actitudes o conductas asumidas por una o más personas cercanas al
consumidor que contribuyen al mantenimiento del trastorno, como:
Resolverle dificultades económicas generadas por el consumo.
No delegarle ninguna responsabilidad familiar.
Encubrirle ausencias no justificadas a sus actividades laborales o académicas.
No sancionarlo cuando acude al trabajo o estudio bajo el efecto de alguna(s) SPA
(Toro y Yepes, 2004).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 33

8. Etiología (Causas de la Adicción)


No hay respuestas simples acerca de sus causas. Se sabe que la problemática no hace
discriminaciones de género, edad, nivel social ni económico; por eso al hablar de este
problema se lo trata como una epidemia. Lo que sucede es que hay muchos factores que
pueden entrar en juego para la aparición del trastorno, y es esta diversidad de factores
cuando se juntan que dejan ver la manifestación de la enfermedad con todos sus signos y
síntomas (CREA, 1988).

Factores de Riesgo
Existe una serie de factores de distinta índole que constituyen una condición de riesgo
para que una persona consuma SPA:
1) Factores individuales: (predisposición biológica y psicológica).
2) Factores desencadenantes (la familia, la cultura y la sociedad).
3) La droga (oferta y demanda).

1) Factores Individuales
a) Predisposición biológica.
Constitución genética: factor que ha sido estudiado a nivel de deficiencias bioquímicas
(como la carencia de endorfinas en los consumidores). También estos factores tienen
importancia en pacientes con abuso o dependencia de alcohol, opioides y tabaco.
Grado de susceptibilidad a las SPA: esto lo observamos en la resistencia que tienen
algunas personas para consumir alcohol y la susceptibilidad de otros que con pocos tragos
quedan ebrios. De igual forma, este factor explica el por qué al consumir una sustancia se
observan diversas reacciones.

b) Predisposición psicológica.
Desorden de personalidad: debido a un mal desarrollo de las capacidades del carácter.
Baja autoestima: manifestada en una baja valoración que las personas tienen de sí
mismas, salud, capacidades, relaciones interpersonales, metas, etc.
Problemas de identidad: manifestados por una falta de sentido de pertenencia social y
desconocimiento de los propios valores y creencias, que favorece conductas de imitación,
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 34

modas colectivas y falta de reconocimiento y valoración de la propia identidad personal,


cultural y social.
Carencia de metas y de un proyecto de vida: que comprometa hacia dónde se
encaminan los esfuerzos; ambiciones y planes poco realistas, situados en el plano de la
fantasía.
Experiencia de frustraciones repetidas: y una baja resistencia ante situaciones de
conflicto.
Curiosidad: se estima que un 50% de los casos iniciales de consumo son por
curiosidad: la necesidad de experimentar sensaciones nuevas que se siente en
alguna época de la vida (adolescencia).

2) Factores Desencadenantes
Hay diversos factores que influyen en la decisión de consumir y que están muy
relacionados con el medio ambiente (entorno en el cual se proyecta el individuo como
persona). Analicemos cómo estos entornos (familiar, cultural y social) inciden en el
desarrollo de una enfermedad tan compleja como lo es la farmacodependencia:

a) Entorno familiar.
Tipos de familias: se pueden catalogar tres tipos de familias como terreno propicio para
favorecer la farmacodependencia:
1) Autocrática: los padres enfatizan el control y la obediencia incuestionable y
castigan a sus hijos enérgicamente cuando no la respetan.
2) Sobreprotectora: relaciones familiares que estimulan la dependencia, como la
posesividad, la sobreprotección, la falta de estímulos y el desconocimiento de las
capacidades de los hijos, son factores que propician el desarrollo de una
personalidad muy vulnerable a influencias externas.
3) “Dejar hacer” o permisiva: los progenitores valoran la autoexpresión y la
autorregulación, considerándose como recursos, no como modelos. Emiten pocas
órdenes y permiten que sus hijos regulen sus propias actividades hasta donde sea
posible. Son cálidos, no controladores ni exigentes y rara vez los castigan.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 35

Antecedentes familiares de consumo: Los antecedentes de consumo parecen contribuir


significativamente en la aparición del problema en los demás miembros de la familia,
específicamente en los hijos.
Dado que la familia se constituye en la fuente primaria de modelos, la influencia de sus
miembros y los valores que éstos tienen, ejercen repercusión sobre la aparición de patrones
de consumo.
El problema con el consumo de alcohol y tabaco es serio, dado que se manejan dobles
mensajes, al no permitir su consumo a los demás, pero sí hacerlo.
Ausencia de figuras de autoridad: la limitada participación en la formación de los hijos
es otro factor relevante. La ausencia física o emocional de los padres, que no establecen
verdaderos vínculos afectivos e intelectuales con sus hijos, sino relaciones basadas en
funciones, el cumplimiento del deber, el dinero, etc.
Padres punitivos: el ejercicio violento de la autoridad y la práctica frecuente del castigo
están asociados con la aparición de problemas de autoestima y en el deterioro de las
relaciones interpersonales.
Dependencia: padres posesivos y sobreprotectores que impiden que sus hijos aprendan
a valorarse y valerse por sí mismos, interrumpen el desarrollo normal de sus
personalidades.

b) Entorno cultural.
Filosofía de la vida: en la época actual se generaliza el uso de drogas como estilo de
vida, siendo los consumidores más habituales los jóvenes y también parte de la población
adulta. Entre ellos suele existir una filosofía de la vida con rasgos comunes, jerarquía
semejante de valores y conciencia de grupo diferenciado. Esto les confiere una identidad
propia que la manifiestan a través del lenguaje, actitudes y conductas peculiares.
El movimiento Hippie: esta subcultura favoreció el culto de la droga. La ruptura con las
normas sociales establecidas se materializó con una nueva forma de vestir, de relacionarse
y de vivir. En un intento de encontrar nuevos estimulantes sensoriales y de llevar la
contraria a la cultura tradicional, se fueron aglutinando en torno a un fenómeno nuevo, ideal
para realizar sus “festivales de protesta”. La droga se convirtió en la señal que los
identificaba y unía.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 36

La moda: en la actualidad el consumo de drogas se ha extendido a muchas personas y


grupos, que la utilizan sin ninguna intención de realizar festivales de protesta sino más bien
porque “está de moda”.
Búsqueda de sensaciones nuevas: resulta fácil observar que muchos de los jóvenes que
se drogan, con frecuencia carecen de razones para hacerlo. “Meten” para pasar el tiempo,
matar el aburrimiento y la monotonía de la vida, para experimentar sensaciones nuevas y
como alternativa de diversión.
Influencia de los demás: muchas personas (no importa la edad) actúan por razones
externas a sí mismos, por ser aceptados, por poder pertenecer a un grupo, por evitarse
problemas. La adolescencia es un periodo en el cual el concepto de los otros es muy
importante y la tendencia a actuar influenciado por los demás es mayor. Por lo tanto, la
presión que el grupo ejerce ante un joven para que consuma es un factor crucial en su
decisión.
Enfrentamiento de dificultades: las drogas son utilizadas con mayor frecuencia como
apoyo o solución a la hora de enfrentar situaciones difíciles, también para vencer la timidez
y relacionarse.
Condiciones sociales adversas: la dificultad para obtener estudio y empleo por
condiciones sociales, económicas y políticas desfavorables, potencializan la aparición del
problema.
Fenómeno antisocial: el joven marginado se integra a la subcultura, donde afirma su
personalidad mediante las acciones conjuntas. Si sus problemas radican en la falta de
oportunidades, a través estos grupos le será más fácil conseguirlas, dado que en ella
confluyen la violencia organizada y la actividad delictiva.
Esta subcultura le ofrece la oportunidad de hacerse hombre, ser valorado y temido, de
dejar de ser alguien insignificante y poder gozar de cierto prestigio en torno a él.

c) Entorno social.
Dentro del contexto de la situación nacional se encuentran una serie de factores que
favorecen la existencia de las sustancias y por lo tanto la aparición de patrones y conductas
sociales que favorecen su consumo. En términos generales, se identifican los siguientes
factores:
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 37

Materialismo y consumerismo: la sociedad ha evolucionado cambiando los conceptos y


procedimientos en el diario vivir del hombre, midiéndolo en términos económicos, a tal
extremo que lo cataloga como ser productivo o improductivo.
La gente de hoy tiene un enfoque de su existencia de tipo materialista y consumerista,
pensándose de la gente con base en lo que tiene o lo que no tiene. Esta mentalidad ha
desarrollado una filosofía de vivir para trabajar en vez de trabajar para vivir, dado que el
dinero es prácticamente la única fuente de valoración.
Crisis de valores: este tipo de vida ha llevado a la destrucción del centro educativo de
mayor importancia, que es el hogar. Las familias, en su mayoría, se han apartado de la
esencia de la convivencia, que son los valores espirituales. Estos valores, de respeto mutuo,
responsabilidad, amor, armonía, comunicación y educación se han ido alejando
paulatinamente. Su falta ha creado una crisis en las relaciones, tanto de padres e hijos,
como en la comunidad en general.
Este fenómeno es conocido como la crisis o inversión de valores y es la gran
responsable de la descomposición social que padecemos. Ha traído como consecuencia una
permisividad social que colabora a que el problema de la farmacodependencia sea cada día
mayor.
Medios de comunicación: el mal uso de los medios de comunicación en lo referente al
abordaje del problema permite más bien un proceso inductivo a la droga que preventivo, al
mostrar las millonarias ganancias del negocio del narcotráfico y las posibilidades fáciles del
enriquecimiento ilícito, lo que hace posible el ingreso de más jóvenes en este negocio. Las
propagandas al tabaco y al alcohol son otro factor de inducción y por esto nuestra sociedad
está prácticamente orientada al consumo en una forma irresponsable.

3) La Droga (Oferta)
En nuestro país la droga, como tal, tiene una gran influencia por su producción y
comercialización. Es obvio que existe mayor probabilidad que se presente el consumo allí
donde la hay que donde no la hay, lo cual está relacionado con el mercado y sus leyes de la
oferta y la demanda. Son varios los factores que en Colombia favorecen la existencia de la
oferta:
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 38

Condición climática y calidad de la tierra: favorece el cultivo de marihuana, coca y


amapola, convirtiéndonos en un país productor.
Localización geográfica: la ubicación estratégica del país en el continente brinda
ventajas para la exportación, convirtiéndonos en un país óptimo para la producción y tráfico
de SPA.
Multinacionales del narcotráfico: el afán de enriquecimiento aprovechando la oferta de
droga ha creado una cultura de narcotraficantes, con fuertes vínculos con otras mafias en el
extranjero.
Proliferación de expendios: los factores anteriores han incidido en una oferta
permanente al interior del país, que se puede observar en la proliferación de expendios en
todas las regiones y ciudades. Al haber estrictos controles en otros países, a veces se
acumula mucha droga en el interior del nuestro, bajando su precio, lo que hace más
accesible el producto a los jóvenes.

La Droga (Demanda)
Los siguientes factores de riesgo potencian el abuso y la dependencia, ejerciendo su
poderoso efecto desde el inicio mismo del consumo: la disponibilidad, el costo, la pureza y
potencia, el modo de administración, la rapidez de inicio y terminación de los efectos y los
efectos reforzadores de la SPA (Toro y Yepes, 2004)

9. Curso (Fases de la Adicción)


De acuerdo con Villalobos (1986), cinco fases determinan el progresivo deterioro
físico, mental y espiritual del farmacodependiente:
1) Fase de Experimentador
2) Fase de Usador Social u Ocasional
3) Fase de Buscador
4) Fase Disfuncional o de Usador Crónico
5) Fase Autodestructiva
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 39

1) Fase de Experimentador
Uno de los caminos que más frecuentemente induce a una persona a ingresar en el
mundo de la adicción resulta ser la curiosidad. Lo es también el deseo de sentirse apoyado
y reconocido dentro de un grupo. Asimismo, lo es el deseo de llamar la atención frente a la
familia o la sociedad.
La persona que experimenta con este tipo de sustancias no tiene en cuenta la creación
de una serie de reacciones que cuando pasa su efecto, despertarán un deseo muy marcado
de seguir recurriendo a ellas.
Existen dos tipos de reacciones que suceden en los experimentadores. En algunos, los
efectos adversos dominan la experiencia, como, por ejemplo: náuseas, vómitos, dolor de
cabeza, etc. Este tipo de vivencias generalmente conllevan a un rechazo inmediato,
determinando no volver a utilizar dicha sustancia.
Por el contrario, hay personas en que la primera experiencia se da de una manera
agradable y relajante, lo cual puede favorecer un consumo posterior.
Si la persona que experimenta vive en un medio poco adecuado para el crecimiento
emocional, se favorecerá el consumo de la droga, porque la persona buscará en ella un
escape de su realidad.
El consumo y promoción de licores y tabaco identifica otro factor, en el cual las
posibilidades de pasar a la utilización de otro tipo de sustancia más fuerte se favorecen.
Resumiendo, la fase de experimentador se caracteriza por un contacto inocente con la
sustancia de abuso.

2) Fase de Usador Social u Ocasional


Es en esta fase donde la persona no le ve ningún problema aparente al modo de utilizar
la droga. La utiliza en los sitios de reunión social, como clubes, discotecas, parques y en
general, en todas partes donde se aglomere gente. Su uso es esporádico y no se presentan
muestras de deterioro físico ni mental. El individuo en esta fase todavía no ha desarrollado
la dependencia física ni psicológica y por esto se dice a sí mismo que la controla y que no
le hace daño.
Se tiene dentro de la categoría de usador ocasional a todas aquellas personas que
acostumbran de manera frecuente a automedicarse sustancias tranquilizantes,
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 40

especialmente. De igual forma, es posible contar entre los usadores ocasionales a todos
aquellos adolescentes que utilicen la droga una o dos veces al mes, y a aquellos ejecutivos y
personas adultas que acostumbran consumir sustancias en reuniones sociales o de negocios.

3) Fase de Buscador
Como su nombre lo indica, ya necesita buscar la sustancia, saber dónde la expenden y
quién la distribuye. Es en esta fase donde ya se crea la dependencia física y psíquica por la
sustancia. En otras palabras, ya se es un adicto. Esta fase, dependiendo del tipo de droga
que se use y de las características psicológicas de la persona, puede llegar a ser muy corta o
muy larga.
Aquí es donde comienzan a presentarse las primeras variaciones de carácter en el
individuo. Una persona que se catalogaba como calmada, de un momento a otro se torna
agresiva o viceversa.
Se requiere provisión de droga permanentemente, sin la cual la persona entra en total
síndrome de abstinencia, que solamente se calma cuando consume nuevamente. En esta
etapa la persona comienza en cierto sentido a volverse más aislada con su medio y pierde el
sentido e interés por las actividades productivas.

4) Fase Disfuncional o de Usador Crónico


Como su nombre lo indica, la enfermedad toma visos prácticamente alarmantes. El
descontrol de la personalidad del individuo es eminente. Analicemos los tres medios en los
que se puede observar la disfuncionalidad del adicto:

a) Familiar: las fricciones y tensiones familiares aumentan, dado que la persona se


torna altamente agresiva. Coloca todos los mecanismos de defensa contra aquellos que
tengan relación con la solución de su problema. No se le puede mencionar ni siquiera la
palabra drogadicto, porque estalla en agresividad.
En esta fase reside la neurosis familiar, que se desata en todo el sentido de la palabra.
Los padres generalmente entran en conflicto mutuo: el padre casi siempre ataca al
individuo que padece el problema, mientras que la madre se muestra permisiva y
sobreprotectora.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 41

Por esto los demás miembros son dejados a un lado, porque el drogadicto se constituye
en el centro de atención. Los actos que ejecuta con el fin de conseguir la droga hacen que la
familia se convierta en un campo de batalla, donde la tranquilidad se pierde, si no se
soluciona el problema adecuadamente.

b) Laboral y Escolar: en el trabajo y en el estudio la persona farmacodependiente


tiende a disminuir de manera notable su funcionamiento, su rendimiento y se observa un
descenso en su asistencia. Todo esto genera conflicto, que da como resultado el despido del
trabajo o la expulsión del colegio o universidad, dejando de esta forma de cumplir sus roles
o funciones en estas áreas importantes.

c) Social: en el ámbito social, la persona adicta comienza por abandonar sus antiguas
amistades; por el hecho de ser “sanas”, las considera inadecuadas y entorpecedoras de sus
actividades. Empieza a juntarse con una serie de elementos poco recomendables, que
generalmente son los compañeros de fechorías y consumo. En otros casos, la persona suele
entrar en un total encuadre asocial, donde busca sobremanera permanecer solitario.
Presenta también cambios bruscos de temperamento, pasando de una euforia
descontrolada a un estado altamente depresivo, hasta el punto de no soportarse ni él mismo.
En esta fase comienzan a presentarse conductas delictivas, con el fin de obtener dinero para
el consumo.

5) Fase Autodestructiva
Como implica su nombre, determina el deterioro físico, psicológico y moral del adicto.
Su nivel de conciencia queda totalmente anulado, de ahí que ya no le interesa en absoluto
su apariencia personal, lo mismo que la posibilidad de llevar buenas relaciones con sus
semejantes.
En esta fase el adicto se convierte no sólo en un individuo de características que lo
apartan de la sociedad, sino que ingresa en un verdadero cuadro antisocial, teniendo
problemas permanentes con las autoridades. Las detenciones se convierten el algo rutinario.
Aquí es donde el individuo se convierte en un polifarmacodependiente, es decir, que ya
una sola droga no le hace efecto, sino que necesita recurrir a un sinnúmero de sustancias.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 42

Las psicopatologías se desarrollan de una manera marcada, dando visos de locura


permanente a sus actuaciones. Las entradas en instituciones de carácter psiquiátrico
comienzan a marcar su procesión hasta su total destrucción.
En la fase autodestructiva no le queda mas remedio al adicto que recuperarse mediante
un tratamiento o terminar en la calle, en una tumba, en la cárcel o en una clínica de
psiquiátrica de por vida (Villalobos, 1986).

10. Vías Patogenéticas


Vía Sociocultural
De acuerdo con González (1996), esta vía es producto de las costumbres, tradiciones y
convenciones de las diferentes culturas y se relaciona íntimamente con la presión ejercida
por los grupos humanos (microgrupos y macrogrupos). Se ejemplifica por el adolescente
que dice sí a la droga para demostrar audacia ante sus congéneres que lo “subvaloran por no
haber iniciado”. Paradójicamente, ese mismo grupo durante su adultez rechazará como
“flojo o tarado” a quien no se haya podido liberar de la droga.

Vía Hedónica
Aunque estrechamente vinculada a la primera, se caracteriza por ser la búsqueda del
placer la motivación más importante para el consumo reiterado; es muy frecuente en sujetos
con rasgos disociales y también en jóvenes procedentes de medios económicamente muy
holgados y habituados a la satisfacción excesiva de sus necesidades de recreación.

Vía Asertiva
Su esencia es la utilización del tóxico como “muleta” para enfrentarse a situaciones en
algún grado temidas o determinantes de inseguridad y ansiedad; se establece
frecuentemente en personas tímidas.

Vía Evasiva
Ha sido muy enfatizada en la literatura científica, hasta el punto de llegar a considerarla
como la más relevante. En este caso, el consumo del tóxico persigue olvidar experiencias
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 43

penosas o situaciones dolorosas y pretende lo que en el modelo del alcoholismo se conoce


popularmente como “ahogar las penas”.

Vía Sintomática
Donde existe una patología subyacente generalmente psiquiátrica, como la depresión,
la manía, las fobias y otras, que conllevan al sujeto al consumo para sobrellevar su
condición.

Vía Constitucional
Es justamente la más cuestionada y debe ser valorada cautelosamente en aquellos
sujetos que combinan una gran carga familiar de toxicómanos con un inicio temprano,
ausencia de otros mecanismos hegemónicos y tendencias disociales.

Objetivos Terapéuticos
Salta desde ahora a la vista que, en nuestra descripción de los objetivos
psicoterapéuticos, además de lograr una actitud ante el tóxico que garantice la abstinencia
permanente, será:
La modificación del estilo de vida cuando evidenciamos las vías sociocultural y
hedónica.
El manejo de conflictos psicológicos concientes e inconcientes en las vías asertiva y
evasiva.
El manejo específico de la patología subyacente en la vía sintomática.
El énfasis didáctico inspirativo racional combinado con los recursos biológicos para
lograr la abstinencia en la vía constitucional. (González, 1996).

11. Tipos de Psicoterapia Según Objetivos Perseguidos


Supresiva
Orientada en esencia a la eliminación de síntomas o patrones de conducta muy
específicos. Esta modalidad será sólo efectiva en la etapa de consumo de riesgo, cuando
aún no se ha incorporado totalmente el consumo del tóxico al estilo de vida.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 44

Reeducativa
Persigue la eliminación de patrones de comportamiento inadecuados en personas que
en otros aspectos presentan un desarrollo normal de la personalidad. Esta modalidad es la
de mayor utilización general en los toxicómanos y está especialmente indicada en aquellos
de patogenia sociocultural y algunas modalidades asertivas.

Reconstructiva
Es la de objetivos más ambiciosos y se indica en los casos en que se necesita una
maduración global de la personalidad luego de eliminar los patrones más desajustados. Esta
modalidad se indica en la mayoría de los toxicómanos evasivos y en los sintomáticos de
serios trastornos de personalidad. (González, 1996).

III. Personalidad (Formación del Carácter)


Temáticas
1. La adicción a drogas
2. La personalidad: definición, factores influyentes, parte innata y adquirida.
3. El carácter
4. El temperamento
5. Los talentos
6. Tabla tetrapartita
1. La Adicción a Drogas
La adicción a drogas es la tendencia al uso compulsivo de una o varias sustancias
psicoactivas (SPA) que afecta el estado de conciencia del usuario, causada por un desorden
de personalidad. En otras palabras, la adicción es un síntoma causado por un desorden de
personalidad (CREA, 1988).
2. La Personalidad
Es el conjunto de rasgos, tendencias, características, ideas, sentimientos y actuaciones
propias del individuo. Es el resultado de todas las reacciones expresadas en la vida diaria:
en la escuela, en el terreno de juego, en el trabajo, en la calle y en la intimidad del hogar.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 45

Comprende tanto lo que se piensa como lo que se dice y hace ante las diversas
situaciones con las que la persona se enfrenta diariamente. En una palabra, la personalidad
es el reflejo o interpretación del yo interno frente a los demás.
La clave para lograr una buena personalidad es la capacidad de adaptarse con igual
facilidad a los tipos más variados de situaciones y saber actuar de la manera que mejor
satisfaga tanto a los demás como a uno mismo.
La persona que ha aprendido a comportarse adecuadamente en todos los aspectos
importantes de la vida (personal, familiar, social, académico y laboral) ha conseguido
desarrollar una personalidad eficiente (CREA, 1988).

Definición Operacional
La personalidad es el conjunto de características que distinguen a un individuo de otro
en su forma de pensar, sentir y actuar. En otras palabras, la personalidad es la manera de ser
de cada individuo.

Factores Influyentes
La herencia y el ambiente son los factores que influyen en el desarrollo de la
personalidad.
La herencia comprende todo lo que el individuo trae de sus padres y antepasados al
nacer, incluyendo las características físicas; es la realidad interna.
El ambiente es el medio en el cual vive la persona desde su nacimiento; es la realidad
externa.

Parte Innata
Incluye el temperamento y los talentos. Este componente es la realidad interna del ser
humano y está condicionada por factores hereditarios. El temperamento está constituido por
tendencias con las cuales se nace, que pueden ser problemáticas o no, dependiendo del
desarrollo del carácter. Los talentos son habilidades innatas de la personalidad que pueden
ser desarrollados y que sirven de aliados al carácter para controlar el temperamento.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 46

Parte Adquirida
El carácter es la parte adquirida de la personalidad a través de la experiencia personal,
familiar, social y espiritual. Este componente de la personalidad está condicionado por el
ambiente o realidad externa que rodea a la persona desde que nace.
El carácter bien estructurado sirve para modificar o controlar los aspectos
problemáticos del temperamento y desarrollar los talentos, permitiendo que se genere en el
individuo una madurez psicológica y social.

Temperamento
Parte innata
Realidad interna
Herencia
Talentos

Personalidad

Parte adquirida
Realidad externa Carácter
Ambiente

Figura 6. Componentes de la personalidad.


Fuente: Manual de instrucción para la primera y segunda fase de tratamiento (Hogares CREA, 1988).

3. El Carácter
El carácter está constituido por ocho capacidades, que son cualidades de la
personalidad que se reflejan en las actitudes demostradas (disposiciones de la persona).
Cada capacidad del carácter tiene su actitud negativa y su actitud positiva.
Las actitudes negativas describen al adicto que viene a tratamiento y las positivas
describen al ex-adicto reeducado. Las capacidades fundamentales del carácter siguen una
secuencia normal del desarrollo desde la niñez temprana hasta la madurez, de acuerdo a lo
postulado por Erik Erikson en su teoría de desarrollo psicosocial.
El adicto no ha desarrollado, o pierde una vez desarrollado el sentido moral de su
conducta; no tiene consideración hacia sí mismo ni hacia los demás. Su personalidad refleja
fuertes impulsos y tendencias temperamentales, como la intolerancia, la búsqueda
desmedida del placer, la impulsividad, la agresividad, etc. Por consiguiente, sufre de
múltiples fallas en el desarrollo de su carácter, que lo hace víctima de su temperamento,
malutilizando sus talentos.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 47

Cuando el carácter no está bien desarrollado y los talentos se usan en forma negativa, la
persona tiene serios problemas temperamentales que dificultan su funcionamiento, a nivel
personal, grupal, familiar y social. Por esto, un programa de tratamiento debe estar dirigido
a desarrollar las capacidades del carácter.

Tabla 2. Las capacidades del carácter.


Actitud( - ) Capacidades del Carácter Actitud( + )
Confianza
Pesimismo Optimismo
Capacidad de confiar en uno mismo y en los demás
Autonomía
Dependencia Autosuficiencia
Capacidad de autocontrolarse y valerse por sí mismo
Iniciativa
Apatía Disposición
Capacidad de encauzar las energías positivamente
Industriosidad
Torpeza Destreza
Capacidad de hacer las cosas bien
Identidad
Duplicidad Integridad
Capacidad de ser uno mismo consistentemente
Compromiso
Irresponsabilidad Responsabilidad
Capacidad de cumplir con lo que se promete
Generatividad
Egoísmo Altruismo
Capacidad de enseñar con el buen ejemplo
Trascendencia
Regresión Superación
Capacidad de superar obstáculos, limitaciones y contratiempos
Fuente: Manual de instrucción para la primera y segunda fase de tratamiento (Hogares CREA, 1988).

Confianza
Definición: capacidad de confiar en sus propios recursos y en los demás.
Falla: pesimismo.
Terapia: individual.
Actitud positiva: optimista y seguro de sí mismo.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 48

En la primera etapa del desarrollo psicosocial, que ocurre entre el nacimiento y los 18
meses, los infantes desarrollan un discernimiento de qué tan confiables son las personas y
los objetos de su mundo. También determina el desarrollo de la confianza en el propio yo.
Esta capacidad se desarrolla inicialmente en la infancia, en el regazo materno o de
figuras maternas sustitutas que le brindan sostén y seguridad al individuo; luego se sigue
desarrollando a través de logros obtenidos estimulados por personas significativas.
La confianza es la expresión máxima de la fe cristiana.
La falla en esta capacidad se manifiesta en una tendencia hacia el pesimismo. El adicto
tiene muy poca confianza en sí mismo y mucho menos en los demás. Una persona con
capacidad de confianza tiende a ser optimista y segura de sí misma, capaz de confiar en los
demás. El ambiente terapéutico debe propiciar el desarrollo de esta capacidad mediante el
sostén y reconocimiento consistente que se les ofrece a los internos.

Conductas inadecuadas.
Es desconfiado e inseguro.
Sus relaciones con los demás son inadecuadas.
Vive el presente y no planifica el futuro.
No establece metas.
Tiene baja estima personal.
Se siente rechazado por los demás.
Pierde la motivación con facilidad, empieza siempre algo, pero no lo termina.

Conductas adecuadas.
Se nota optimista y esperanzado.
Se nota seguro de sus actuaciones.
Establece relaciones adecuadas con los demás.
Comparte sus problemas con las personas que lo rodean.
Ve las cosas desde un punto de vista positivo.
Establece metas y espera alcanzarlas.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 49

Autonomía
Definición: capacidad para tener autocontrol, de poder valerse por sí mismo y de ser
autosuficiente.
Falla: dependencia.
Terapia: de grupo.
Actitud positiva: autocontrol y autosuficiencia.
El período comprendido entre los 18 meses y los 3 años corresponde a la segunda etapa
de desarrollo de la personalidad, la cual está marcada por el cambio del control externo
hacia el autocontrol. A medida que los niños maduran son impulsados a buscar la
independencia de los adultos a quienes están más apegados.
El adicto demuestra grandes dificultades en el control de sus impulsos y en su
capacidad de valerse por sí mismo. Como resultado de esto, desarrolla una actitud de
dependencia en la droga, la familia, los bienes del prójimo y en la sociedad para no bregar
con su realidad.

Conductas inadecuadas.
Le gusta la vida fácil y buena, pero no se esfuerza por conseguirla.
Deja que los demás le resuelvan sus problemas.
No tiene control de sus impulsos.
Le falta el respeto a los demás.
Tiene conflictos con la autoridad.
No acepta las normas de la sociedad.
No tiene tolerancia.
Es inconsistente, no persevera.
Es manipulador.
Es poco comunicativo.
No lucha por conseguir lo que desea.

Conductas adecuadas.
Demuestra capacidad para hacer las cosas por sí mismo.
Maneja sus propios problemas y busca su solución.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 50

Acepta la autoridad.
No se deja llevar por los impulsos, se controla.
Es tolerante, no le da enojo cuando le enseñan algo.
Funciona en el Hogar sin mucha ayuda.
Es consistente y establece metas.
Es estable para tomar una decisión o determinación.

Iniciativa
Definición: capacidad de encauzar las energías naturales en forma productiva.
Falla: apatía.
Terapia: ocupacional.
Actitud positiva: disposición.
La iniciativa se comienza a desarrollar en el hogar durante la época del juego y la
curiosidad infantil. Las fallas en esta capacidad resultan en apatía o en actitudes
destructivas hacia sí mismo o hacia los demás y el ambiente.
El estilo de vida del adicto se caracteriza por un patrón de iniciativas negativas.
Despliega gran actividad en torno a conseguir el dinero para consumir. La iniciativa se
caracteriza por una disposición positiva para hacer las cosas.

Conductas inadecuadas.
Malgasta sus energías en conseguir lo negativo en el mundo del placer.
Se justifica para hacer lo que quiere.
Es vago y desorganizado.
Demuestra inestabilidad en el trabajo.
No coopera en la familia con los problemas que se presentan.
Es indiferente a todo aquello que le rodea.
Es despreocupado consigo mismo y con los demás.
Le hace falta creatividad, sólo hace lo que ve hacer a otros.
Necesita de mucha supervisión para hacer las cosas que se le encomiendan.
Demuestra una actitud derrotista ante la vida.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 51

Conductas adecuadas.
Es espontáneo al realizar sus labores.
Se nota emprendedor y diligente.
Termina las tareas que se le encomiendan.
Realiza las tareas que se le asignan sin necesidad que se lo manden.
Lucha por conseguir las metas que se ha trazado.
Ayuda y coopera con la familia.
Efectúa sus tareas sin mucha supervisión y se esfuerza por hacerlas mejor cada día.

Industriosidad
Definición: capacidad para hacer las cosas bien hechas.
Falla: ineptitud, torpeza.
Terapia: educativa.
Actitud positiva: destreza, confiabilidad.
Esta capacidad se desarrolla esencialmente a través de una buena educación, de saber
como hacer bien las cosas, de terminar lo que se empieza, de cuidar su persona, de
expresarse bien y de presupuestar el tiempo, las energías y el dinero. Por eso, la experiencia
escolar es de suma importancia para el desarrollo de esta capacidad.
El adicto desarrolla grandes destrezas en el área del robo, el engaño, la manipulación y
la racionalización, pero demuestra limitaciones en las destrezas básicas de convivencia,
comunicación, uso del tiempo y para manejar la realidad diaria.

Conductas inadecuadas.
No se preocupa por hacer las cosas bien, es chapucero.
No aprende de sus propias experiencias ni de las de los demás.
Demuestra inestabilidad en su conducta y en sus actitudes.
Utiliza la manipulación para conseguir lo que quiere.
Es mentiroso.
Trata de justificar su conducta responsabilizando a los demás.
No se preocupa por corregir su mal comportamiento.
Manifiesta inmadurez e inseguridad.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 52

No termina lo que empieza.


No sabe presupuestar el tiempo, las energías ni el dinero.
Demuestra limitaciones en la convivencia y en la comunicación.

Conductas adecuadas.
Es una persona trabajadora.
Se nota hábil y cuidadoso en los quehaceres.
Demuestra capacidad para ejecutar las tareas que se le asignan.
Se mueve a corregir aquello que está mal hecho.
Demuestra estabilidad en su comportamiento.
Aprende de las experiencias.
Demuestra seguridad en sus actuaciones.
Hace buen uso del tiempo y del dinero.
No se justifica.
Demuestra habilidad para convivir y comunicarse con los demás.
Lucha por conseguir lo que se propone.
Hace las cosas bien.

Identidad
Definición: capacidad de ser uno consistentemente, saber lo que se desea y hacia donde
se va en la vida.
Falla: duplicidad, hipocresía y fragmentación.
Terapias: de urbanidad, recreativa y deportes y de representación y ventas.
Actitud positiva: entereza e integridad.
La identidad se desarrolla normalmente en la época de la adolescencia y adultez
temprana, al definirse la persona en términos de sexualidad, vocacionalmente y como
persona consistente, con su escala de valores.
El adicto vive una identidad doble, a veces múltiple, presentando diferentes caras ante
las diferentes situaciones con las que se enfrenta. Las fallas en la identidad resultan en la
fragmentación, la duplicidad y la hipocresía, manifestación de conductas frecuentes en el
adicto. La persona con una identidad saludable se caracteriza por una actitud de entereza.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 53

Conductas inadecuadas.
No es genuino en sus actuaciones, aparenta lo que no es.
Presenta diferentes caras a diferentes situaciones.
No es confiable.
No se preocupa por su apariencia personal.
No le preocupa la convivencia social ni los buenos modales.
No asume sus roles adecuadamente.
No reconoce el valor del trabajo y del sacrificio como medio de ganarse la vida.
Tiene un concepto equivocado del sexo opuesto, lo ve como un objeto sexual y por lo
tanto tiene dificultades para mantener relaciones adecuadas.
No es sincero en sus relaciones con los demás.
Es muy variable en su comportamiento.
Tiene un concepto erróneo de lo que es ser hombre. Prevalece el concepto machista.

Conductas adecuadas.
Demuestra integridad en sus acciones.
Se nota seguro en sus actuaciones.
Es consistente en sus conductas.
Demuestra amabilidad y buenos modales en sus relaciones con los demás.
Es un buen deportista, sabe ganar y perder.
Asume los distintos roles (hijo, padre, esposo, etc.) adecuadamente.
Establece relaciones positivas con el sexo opuesto.
Tiene una imagen correcta y saludable de la mujer.
Reconoce el valor del trabajo y de ganarse el pan con el sudor de su frente.
Está dispuesto a hacer cualquier labor encomendada sin considerarla ofensiva.
Es una persona de una sola pieza.
Mantiene una buena apariencia personal.
Proyecta una imagen saludable de sí mismo.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 54

Compromiso
Definición: capacidad de cumplir con lo que se promete.
Falla: irresponsabilidad.
Terapia: de confrontación.
Actitud positiva: responsabilidad.
El desarrollo de esta capacidad se define principalmente en la adultez temprana, a
través del trabajo y en las relaciones personales. También se ve manifestada en las
obligaciones académicas y en los quehaceres del hogar. El adicto tiene gran dificultad en
comprometerse con un trabajo, vocación, relaciones personales o causas ciudadanas.
Cuando se compromete, rara vez cumple.

Conductas inadecuadas.
No cumple lo que promete.
Hace promesas con facilidad y luego no cumple.
No es puntual.
No se puede depender de él.
No ejecuta las tareas que se le asignan.
No le importa quedar mal con los demás.
Siempre tiene una excusa para justificar su conducta y su incumplimiento.
Se ausenta de las labores o del trabajo sin excusas.
Pierde mucho tiempo realizando las tareas que se le asignan.
No cumple con los deberes hacia su familia ni el hogar.

Conductas adecuadas.
Se nota activo y diligente, llevando a cabo las tareas que se le asignan o encomiendan.
Cumple con sus obligaciones.
Es fiel a sus compromisos.
Se excusa cuando no puede cumplir con sus obligaciones.
Se puede depender de él.
Cumple con sus deberes hacia su familia y la comunidad.
Se preocupa por conocer sus tareas y las lleva a cabo en la mejor forma posible.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 55

Generatividad
Definición: capacidad de enseñar con el buen ejemplo.
Falla: egoísmo.
Terapias: capacitación de líderes y familiar.
Actitud positiva: altruismo, consideración por los demás.
La generatividad se desarrolla normalmente en la adultez, asimilando y organizando las
experiencias de la vida y utilizándolas como ejemplo para la enseñanza y ayudando a los
demás, especialmente a los más jóvenes.
El adicto rara vez se preocupa genuinamente por el ejemplo que da a los demás,
especialmente a los jóvenes. Por el contrario, si se le presenta la oportunidad de envolverlos
en conductas adictivas para su propio beneficio, lo hace.

Conductas inadecuadas.
No demuestra interés por los demás.
Se le hace difícil dar y recibir amor.
Es egocéntrico, individualista, primero él y después los demás.
Es desconsiderado con los demás.
No le importa envolver a los demás en conducta delictiva, con tal de beneficiarse.
No le preocupa el ejemplo que da a los demás.
Carece de remordimiento y sentido de culpa.
Quiere las cosas como él dice y no como deben ser.
Cree tener siempre la razón.
Sacrifica a los demás, incluso a la familia, con tal de conseguir lo que desea o necesita
para satisfacerse a sí mismo.

Conductas adecuadas.
Muestra interés y se preocupa por los demás.
Se mueve a resolver cualquier situación para que los demás se sientan bien.
Demuestra cariño y bondad hacia todo lo que le rodea.
Está dispuesto a sacrificar su tiempo libre para ayudar a los demás.
Coopera con aquellas entidades que se dedican al servicio de los demás.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 56

Su conducta sirve de ejemplo a los demás dentro y fuera del hogar.


Comparte y se siente identificado con el dolor y el sufrimiento ajeno.

Trascendencia
Definición: capacidad para superar obstáculos, limitaciones y contratiempos.
Falla: actitudes y conductas regresivas (regresión).
Terapias: espiritual y de meditación.
Actitud positiva: superación.
Esta capacidad se adquiere gradualmente a través de la vida. La trascendencia está
prácticamente ausente en el adicto. Este es intolerante, se frustra con facilidad y reacciona
negativamente ante cualquier obstáculo. Las fallas en la trascendencia se manifiestan en
actitudes y conductas regresivas: cuando en vez de bregar con los contratiempos, el adicto
asume una conducta propia de un adolescente o hasta de un niño.
La persona que trasciende supera los contratiempos y cuando no puede superarlos, sabe
sobrellevarlos y aceptarlos siempre con una actitud de profunda y sincera espiritualidad.
Para desarrollar esta capacidad, la persona tiene que haber desarrollado bien las
capacidades anteriores, dado que la trascendencia es la suma de todas las capacidades del
carácter.

Conductas inadecuadas.
Demuestra inestabilidad en sus actuaciones.
Se nota inseguro y ambivalente ante las situaciones que se le presentan.
Se frustra con facilidad.
Reacciona en forma negativa ante los problemas del diario vivir.
No sabe manejar las limitaciones que afronta.
Evade las situaciones difíciles escapando de ellas.
No tiene fe ni confianza en sí mismo ni en los demás.
Actúa en forma inmadura.
No tiene una convicción religiosa firme que lo ayude en situaciones de crisis.
No busca ayuda en los demás cuando no sabe qué hacer en situaciones difíciles.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 57

Conductas adecuadas.
Demuestra firmeza y estabilidad en sus actuaciones.
Es una persona templada que refleja seguridad.
Se enfrenta a los problemas y busca solución a los mismos.
Posee buen juicio y prudencia.
Demuestra confianza en sí mismo y en los demás.
Ha desarrollado autocontrol y es responsable.
Es altruista y enseña con el buen ejemplo.
Acepta sus limitaciones y trata de superarse.
Busca ayuda y fortaleza en el Ser Supremo a través de la fe.
Se enfrenta al futuro con fe y esperanza en un mundo mejor.

4. El Temperamento
El temperamento es una de las partes innatas de la personalidad (con las cuales se
nace), el cual está constituido por ocho tendencias, que pueden ser o no problemáticas,
dependiendo del desarrollo del carácter. Estas son: agresividad, callosidad, impulsividad,
irritabilidad, melancolía, sensibilidad, sexualidad y timidez (CREA, 1988).

Agresividad
Definición: tendencia innata a la acción correctiva.
Cuando la acción correctiva no se canaliza adecuadamente puede surgir la violencia.
Caso extremo: psicosis
Capacidades para contrarrestarla: autonomía e iniciativa
Terapias: de grupo y ocupacional
Talentos: artístico, atlético y manual

Conductas inadecuadas.
Se crea problemas con los demás al tratar de corregirlos.
No permite a sus compañeros llevar a cabo las labores, en su afán de corregirlos.
Reacciona en forma violenta cuando se le señala algo.
Actúa hostilmente.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 58

Le gusta criticar a los demás, pero no acepta críticas.


Se dirige a los demás haciendo uso de lenguaje ofensivo e inadecuado.
Se muestra violento con frecuencia y le dan enojos.
Pierde los controles con facilidad.

Conductas adecuadas.
Se mueve a corregir lo que está mal sin necesidad que se lo solicite.
Es diligente y emprendedor.
Puede controlar el coraje y la ira, evitando el choque con los demás
Corrige a las demás personas con tacto y habilidad para cuidar las relaciones.
Acepta ayuda y señalamientos sin molestarse.

Callosidad
Definición: tendencia innata a la indiferencia afectiva.
Es la persona que se describe como que “no siente ni padece”.
Caso extremo: psicopatía
Capacidades para contrarrestarla: compromiso y generatividad
Terapias: de confrontación y familiar
Talentos: intelectual y sensorial

Conductas inadecuadas.
No le preocupa lo que pasa a su alrededor.
Es frío, poco afectivo y desconsiderado con los demás.
Es insensible al dolor propio y ajeno.
No le preocupa lo que ocurra en su familia ni los problemas que causa su conducta.
Es egocéntrico.

Conductas adecuadas.
Demuestra interés y se preocupa por los demás.
Trata de situarse en el lugar de los demás y de brindarles la ayuda que necesitan.
En sus relaciones demuestra cariño y afecto.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 59

Impulsividad
Definición: tendencia innata a actuar sin pensar.
La persona tiende a actuar sin pensar en las consecuencias de sus actos. Habla sin
reflexión ni cautela, llevada por la impresión del momento; no analiza, actúa y luego
piensa.
Caso extremo: neurosis obsesivo compulsiva
Capacidades para contrarrestarla: autonomía e iniciativa
Terapias: de grupo y ocupacional
Talentos: intelectual

Conductas inadecuadas.
No analiza la situación antes de actuar.
No medita las consecuencias de sus actos.
Actúa a la ligera y sin pensar.
Quiere las cosas en el momento y no sabe esperar.
No tiene cautela.
Actúa inconscientemente.

Conductas adecuadas.
Analiza la situación antes de actuar.
Actúa con lógica.
Mide las consecuencias de sus actos.
Medita y razona los pensamientos e ideas que le vienen a la mente antes de efectuarlos.

Irritabilidad
Definición: tendencia innata a la reacción intolerante.
La persona con problemas de irritabilidad tiene un bajo nivel de tolerancia, se molesta
por cualquier cosa. El adicto es intolerante al dolor, a la frustración.
Caso extremo: Paranoia
Capacidades para contrarrestarla: autonomía e iniciativa
Terapias: de grupo y ocupacional
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 60

Talentos: atlético, manual y social

Conductas inadecuadas.
Se molesta por cualquier cosa.
Se frustra con facilidad.
No acepta críticas ni señalamientos.
Protesta por todo.
Es poco tolerante.
Quiere las cosas como él dice y se molesta si no lo complacen.

Conductas adecuadas.
Tiene control de sus emociones.
Sabe escuchar y es tolerante con los demás.
Aprende a dirigir a los demás sin que le cause remordimiento o reconocimiento.
Tiene paciencia para bregar.
Acepta sin limitaciones.

Melancolía
Definición: tendencia innata a revivir el pasado y no aceptar la realidad presente.
La persona revive el pasado, se “coge pena”; tiende a deprimirse, le da nostalgia.
Caso extremo: depresión
Capacidades para contrarrestarla: iniciativa y trascendencia
Terapias: ocupacional, espiritual y de meditación
Talentos: manual y artístico

Conductas inadecuadas.
Vive el pasado y no acepta su realidad presente.
Siente pena de sí mismo y se deprime con facilidad.
Se le nota triste con suma frecuencia.
Se justifica con cosas del pasado.
Tiende a estar solo y a aislarse de los demás.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 61

En sus conversaciones menciona casi siempre hechos o situaciones del pasado.

Conductas adecuadas.
Acepta su realidad presente y habla del pasado sin afectarse emocionalmente.
Se muestra alegre y confiado la mayor parte del tiempo.
Se muestra optimista hacia el futuro.
Siente que vale y que su vida es útil.
Sabe enfrentarse a los problemas y busca la solución a los mismos.
Comparte abiertamente con los demás.

Sensibilidad
Definición: tendencia innata a la reacción sentimental.
La persona se afecta por cualquier cosa, hay que tratarla con sumo cuidado para que no
se sienta mal. Lo positivo de esta cualidad temperamental es que ayuda a tener empatía con
los demás, pero si la persona se sobreidentifica, se pierde objetividad.
Caso extremo: pérdida de objetividad
Capacidades para contrarrestarla: autonomía y trascendencia
Terapias: de grupo, espiritual y de meditación
Talentos: verbal, artístico y social

Conductas inadecuadas.
Sufre los problemas de los demás como si fueran suyos.
Se afecta con facilidad y llora por cualquier cosa.
Toma las cosas a nivel personal y se ofende fácilmente.
Se afecta emocionalmente con todo lo que pasa a su alrededor.

Conductas adecuadas.
Ve los problemas de los demás objetivamente, los comprende, pero no se
sobreidentifica con ellos.
Maneja los sentimientos en forma positiva y puede controlarlos.
No se ofende con los señalamientos y los acepta como ayuda.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 62

Sexualidad
Definición: tendencia innata a la procreación y a la reacción erótica.
Los problemas severos en esta cualidad temperamental pueden producir o llevar a la
persona a la depravación sexual.
Puede producir: depravación sexual.
Capacidad para contrarrestarla: identidad.
Terapias: de representación y ventas, recreativa y deportes y de urbanidad.
Talentos: atlético.

Conductas inadecuadas.
Relaciona todo lo que hace con el área sexual.
Se masturba habitualmente y con frecuencia compulsiva.
Practica la homosexualidad o la bisexualidad
No tiene control de sus relaciones sexuales.
No puede mantener una relación sexual sana con el sexo opuesto.
Habla continuamente de sexo.
Ve a su pareja como un objeto sexual.
Hace alarde de machismo continuamente.

Conductas adecuadas.
Tiene una clara idea de su identidad sexual.
Tiene una clara idea de las relaciones sexuales y su función dentro del matrimonio.
Tiene una idea clara de lo que es ser hombre o mujer.
En las relaciones sexuales busca la mutua satisfacción.

Timidez
Definición: tendencia innata a inhibirse en vez de actuar.
La persona con fallas en esta área le es difícil manejar la realidad, se inhibe, no actúa.
Puede producir: catatonia, caracterizada por periodos de estupor o excitación con
marcada rigidez muscular.
Capacidades para contrarrestarla: iniciativa e industriosidad.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 63

Terapias: educativa y ocupacional.


Talentos: verbal, social y artístico.

Conductas inadecuadas.
Es poco comunicativo.
No actúa a tiempo.
Se inhibe en vez de actuar.
Se aísla.
No se atreve a expresar sus sentimientos o a exigir sus derechos.
No participa en las diferentes actividades en forma solidaria y voluntaria.
Tiene baja autoestima.
Se siente inseguro.
Cree que todo lo que dice está mal.

Conductas adecuadas.
Se comunica fácilmente con las demás personas.
Se esfuerza por mantenerse en el grupo y participar en el mismo.
Asume el liderazgo cuando las circunstancias lo requieren.
Se expresa con libertad, sin miedo a que lo critiquen.
Sabe exigir sus derechos y se mueve a conseguirlos.

5. Los Talentos
Son habilidades innatas que sirven de aliados del carácter para controlar y encauzar el
temperamento. Sirven para encauzar aspectos temperamentales y para desarrollar las
capacidades del carácter. Pueden ser problemáticos si no se utilizan o encauzan
positivamente.
Son los siguientes:
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 64

Artístico
Definición: habilidad innata para la expresión en las artes.
Ayuda a encauzar: agresividad, timidez y sensibilidad.
Desarrolla: confianza e iniciativa.

Atlético
Definición: habilidad innata para los deportes.
Ayuda a encauzar: agresividad y timidez.
Desarrolla: identidad.

Intelectual
Definición: habilidad innata para pensar lógicamente.
Lógica es como se organiza el conocimiento, el orden de las cosas. El resultado de
pensar lógicamente ayuda en la vida diaria de un individuo.
Ayuda a encauzar: impulsividad.
Desarrolla: industriosidad y compromiso.

Intuitivo
Definición: habilidad innata para la percepción extrasensorial.
Es la habilidad para percibir las cosas inmediatamente o directamente sin la ayuda de
otros sentidos.
Desarrolla: industriosidad.

Manual
Definición: habilidad innata para el uso coordinado de las manos.
Ayuda a encauzar: agresividad y melancolía.
Desarrolla: iniciativa e industriosidad.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 65

Sensorial
Definición: habilidad innata para la percepción con los sentidos.
Es la habilidad para percibir con el tacto, olfato, oído, vista y gusto.
Ayuda a encauzar: callosidad.
Desarrolla: confianza e iniciativa.

Social
Definición: habilidad innata para las relaciones interpersonales.
Ayuda a encauzar: sensibilidad y timidez.
Desarrolla: confianza e industriosidad.

Verbal
Definición: habilidad innata para la expresión oral.
Ayuda a encauzar: timidez.
Desarrolla: confianza e industriosidad (CREA, 1988).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 66

6. TABLA TETRAPARTITA
Terapias Actitud( - ) Carácter Actitud( + ) Temperamento Talentos
Individual: Consejería de persona a persona Confianza Agresividad Artístico
por tiempo limitado. Pesimismo Optimismo T. I. A la acción correctiva H.I. para la expresión
Capacidad de confiar en uno mismo y en los demás en las artes
De Grupo: dinámica grupal donde el Autonomía Callosidad Atletico
residente expone sus problemas y busca Dependencia Autosuficiencia T. I. a la indiferencia H.I. para la práctica
alternativas para poderlos solucionar. sentimental de los deportes
Capacidad de autocontrolarse y valerse por sí mismo
Ocupacional: participación supervisada del Iniciativa Impulsividad Intelectual
residente en las labores del Hogar, Apatía Disposición T.I. a actuar sin pensar H.I. para pensar
en las distintas brigadas de trabajo. lógicamente
Capacidad de encauzar las energías positivamente
Educativa: actividades didácticas para Industriosidad Irritabilidad Intuitivo
enseñarle la residente todo lo necesario para Torpeza Destreza T.I. a la reacción intolerante H.I. para la percepción
su reeducación. extrasensorial
Capacidad de hacer las cosas bien
de Urbanidad: es la práctica de los Identidad Melancolía Manual
buenos modales.
Recreativa y Deportes: es la práctica Duplicidad Integridad T.I. a revivir el pasado H.I. para el uso coordinado
del deportivismo y la recreación. de las manos
Representación y Ventas: actividades Capacidad de ser uno mismo consistentemente
dirigidas a la proyección de la nueva imagen
del ex-adicto.

de Confrontación: señalamiento y Compromiso Sensibilidad Sensorial


recordatorio de fallas incurridas.
de Maratón: confrontación extendida Irresponsabilidad Responsabilidad T.I. a la reacción sentimental H.I. para la percepción
mensual. Capacidad de cumplir con lo que se promete con los sentidos
de Capacitación: preparacion de líderes Generatividad Sexualidad Social
en su funcionamiento integral.
Familiar: dinámica de reconciliación Egoísmo Altruismo T.I. a la reacción erótica H.I. para las relaciones
familiar mediante el diálogo terapéutico. Capacidad de enseñar con el buen ejemplo y la procreación interpersonales
Espiritual: actividades de oración y Trascendencia Timidez Verbal
ejercicios ecuménicos.
de Meditacion: ejercicios mentales Regresión Superación T.I. a inhibirse en vez H.I. para la expresión oral
dirigidos a tranquilizar al individuo. Capacidad de superar obstáculos y limitaciones de actuar
de Movilización: fortalece todas las capacidades. T.I.: tendencia innata H.I.: habilidad innata
Fuente: Fuente: Manual de instrucción para la primera y segunda fase de tratamiento (Hogares CREA, 1988).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 67

IV. Educación de la Voluntad


Temáticas
1. Introducción
2. Tener voluntad
3. Educar el esfuerzo
4. Voluntad y esfuerzo
5. Voluntad y motivación
6. Voluntad y virtudes
7. Apoyos en la educación de la voluntad

1. Introducción
De acuerdo con Otero (2002), la conquista de la voluntad es una tarea personal para
toda la vida. Aquí se busca promover una mejor voluntad -más fuerte, pero también más
sana, buena y libre- en las nuevas generaciones, un proyecto verdaderamente ambicioso.
Por eso incluye el desarrollo personal de la voluntad a cualquier edad; ha de entenderse
como un proyecto familiar e institucional de educación permanente de la voluntad.
La voluntad es la facultad de querer; etimológicamente, la palabra voluntad deriva del
verbo latino “volo” que significa querer. Pero aprender a querer, educar el querer es una
tarea personal vitalicia.
Hemos de distinguir entre querer de voluntad (del que estamos hablando) y querer de
amor. La pregunta ¿qué quieres? se refiere a la voluntad; la pregunta ¿a quién quieres? se
refiere al amor, porque el amor finaliza en personas.
Por otra parte, no se quiere lo que no se conoce. Hay dos fuerzas o energías humanas
inseparables: 1) el intelecto o facultad de entender, y 2) la voluntad o facultad de querer.
Esta se actualiza o descarga si la facultad de entender se encuentra en actividad.
Entonces, aprender a pensar, saber pensar, es una cuestión previa a la formación de la
voluntad.
La voluntad, como potencia del querer, genera el acto voluntario, que se define como
“lo que procede de un principio intrínseco con conocimiento del fin”. Pero el conocimiento
del fin es una actividad propia de la facultad de entender. Es, pues, un querer
intelectualizado.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 68

Por otra parte, nadie puede querer por mí. Mis actos voluntarios son míos, proceden de
mi interior, de mi intimidad. El mérito o demérito de mis actos es mío. Soy yo, es la
persona quien quiere y quien entiende. Yo entiendo con mi intelecto o entendimiento, y
quiero con mi voluntad. En consecuencia, tendremos que referirnos a la relación entre
voluntad y persona humana.
Respecto a la pregunta ¿Qué quieres?, puedes responder: quiero el bien. Es una
respuesta acertada, pero demasiado general. En efecto, el objeto de la voluntad es el bien.
Por naturaleza la voluntad tiende al bien. Normalmente, nadie quiere el mal, pero puede
uno tomar por bien algo que no lo es. Tendremos que ocuparnos de la relación entre
voluntad y bien.
El querer, en que consiste la voluntad, al “proceder con conocimiento de fin”, se
constituye como querer intelectualizado. Ahora bien, ese fin que es conocido -y que no es
indiferente para el sujeto, sino que su estimativa lo valora como agradable o desagradable,
valioso o inútil, etc.- constituye un motivo para la acción. Dicho de otra forma, el querer de
la voluntad es siempre un querer motivado, además de intelectualizado. Hemos de
detenernos en la relación entre motivación y voluntad.

Definición Operacional
La voluntad es la facultad con la que somos capaces de querer, y por ende, realizar u
obtener aquello que el intelecto nos presenta como conveniente o bueno, porque su valor,
utilidad o necesidad nos motiva a su consecución.
La voluntad es una fuerza o energía del espíritu, por eso hablamos de la fuerza de la
voluntad. Es una fuerza que, de hecho, puede llegar a incidir en la casi totalidad de las
facultades humanas. La presencia de un obstáculo nos hace tomar conciencia de nuestra
fuerza y puede animarnos a movilizar nuestras energías si decidimos querer superarlo. Esto
es lo que llamamos esfuerzo voluntario.
Podemos distinguir diferentes tipos de esfuerzos relacionados con los diferentes
ámbitos del poder de la voluntad. Así, podemos hablar del esfuerzo muscular, intelectual o
moral. Estamos, sin duda, ante una relación muy estrecha e importante: la de la voluntad y
el esfuerzo. Hemos de dedicarle una especial atención, porque además el esfuerzo es
educable.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 69

Por otra parte, es evidente que ningún ser humano se ha dado a sí mismo su propio ser.
En un sentido puramente descriptivo y fenomenológico, la creación personal es evidente.
La aparición de una persona es la de una realidad nueva e irreductible; precisamente lo que
entendemos por creación.
¿Cuál es el origen de la persona humana? El origen de la persona humana es el
nacimiento. Esto quiere decir que es a su vez “personal”, procede de personas que han
intervenido en la concepción, pero lo decisivo es que el resultado va más allá. La persona,
cada persona humana, ha empezado. Podría no haber existido. Significa un incremento de
la realidad. No es algo sino alguien.
La conciencia de haber empezado, de tener un origen, de ser, evidentemente una
creación, personal, -es decir, de ser criatura-, de ser un absoluto recibido, me obliga a
preguntarme: ¿cuál es mi misión personal, insustituible, en esta tierra, en este tiempo?
Necesito saber para qué he sido creado; necesita saberlo cada persona humana, como
referencia a sus proyectos personales. Mis proyectos personales han de armonizarse con ese
para qué de haber sido creado -es decir, con el proyecto divino sobre mí-.
Que Dios tenga un proyecto sobre el hombre se deduce del hecho de la Creación y del
concepto mismo de Revelación, pues supone que Dios ha tomado la iniciativa. En relación
a esa llamada de Dios que se manifiesta en la Revelación, el papel del hombre es responder
a esa iniciativa divina. Llamada de Dios y respuesta del hombre constituyen el diálogo de la
fe. Llamada y respuesta son correlativas.
Por consiguiente, la vida humana puede definirse como vocación. O sea, que Dios ha
llamado al hombre a la existencia y proyecta sobre su vida un plan determinado que ha de
llevar a cabo libremente. El cristiano no se guía por la fuerza ciega del destino ni por el
azar, la casualidad o la suerte. Entre el capricho del azar y la fatalidad del destino, se mueve
el querer de Dios y la libertad del hombre.
Dios crea “para algo”. En el caso del ser humano, para algo muy personal. La respuesta
de cada persona habrá de ser libremente personal. Hará de su voluntad el uso de voluntad
de aceptación -o rechazo-. Tendremos que dedicar alguna atención, por tanto, a la relación
entre voluntad y vocación personal. Y también deberemos ocuparnos de los cinco usos o
formas de la voluntad: desear, dominar, crear, aceptar -o rechazar- y amar.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 70

2. Tener Voluntad
¿Qué es una Persona que Tiene Voluntad?
Se van a ir transcribiendo respuestas personales a la pregunta ¿Qué es -para ti- una
persona que tiene voluntad?
1. La que actúa con unos fines determinados; cuando no los consigue, vuelve a
intentarlo; hace las cosas a su tiempo.
La que actúa con unos fines determinados: el acto voluntario requiere conocimiento del
fin. Se trata de alcanzar una meta. Pero ha de ser un fin bueno, una meta buena. Cuando no
los consigue, vuelve a intentarlo: el ejercicio de la voluntad reclama el apoyo de algunas
virtudes, como la constancia, la perseverancia y la tenacidad. Depende de la intensidad y de
la duración temporal del intento o empeño en conseguirlo.
Hace las cosas a su tiempo: puede referirse al momento de iniciar una actividad. Se
apoya en otra virtud humana: la puntualidad. Estamos hablando de la voluntad inicial, que
permite hacer el esfuerzo para comenzar una obra. En la voluntad inicial es menester un
esfuerzo para romper la inercia que opera constantemente en la actividad humana.
También se refiere a hacer las cosas en el tiempo de que se dispone. Es la voluntad
continuativa, sobre todo para las actividades que requieren mucho tiempo y esfuerzo y
pueden originar un sentimiento de monotonía, que puede llegar al hastío. La voluntad ha de
ser constante, ha de tener continuidad. Y para esto hay que tener en cuenta que el hastío se
presenta y se refuerza cuando se pierde el sentido de lo que se está haciendo. Por ello,
también es menester mantener activa la inteligencia, para no perder el sentido, la conciencia
de fin o de objetivo que tiene nuestra actividad.
2. Una persona que es capaz de hacer lo que se tiene que hacer en cada momento,
aunque le cueste.
Una persona que es capaz: en esta respuesta va unida la capacidad y el ejercicio de la
misma. No vale decir “soy capaz” y luego no hacerlo. De hacer lo que se tiene que hacer en
cada momento: hacer lo que se debe hacer, por difícil que sea, en toda circunstancia.
Aunque le cueste: se trata de combatir la “alergia al esfuerzo” tan de moda hoy.
3. Una persona que tiene claro lo que quiere.
Ya es mucho tener claro lo que quiere. Un grave y frecuente problema de voluntad
consiste en “no saber lo que se quiere”, especialmente frecuente en adolescentes.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 71

Muchos sólo saben lo que no quieren. Pero no es suficiente tener claro lo que se quiere.
Hace falta comprobar si lo que “quiere” coincide con lo que “debe”.

Voluntad Fuerte
Muchos piensan que la educación de la voluntad es un proceso mediante el cual se
salva, personalmente, la distancia que media entre una voluntad débil y una voluntad fuerte.
Es verdad, pero no es toda la verdad. Es sólo una de las cuatro líneas de desarrollo de la
voluntad. De las tres restantes nos ocuparemos más adelante. Veamos otras respuestas a la
pregunta inicial.
4. Una persona fuerte que trabaja duro para conseguir su objetivo.
Una persona fuerte supone una voluntad recia, que no claudica hasta lograr sus metas.
5. La que cumple con sus obligaciones, agradables o molestas, sin dejarse llevar
por la pereza.
Aquí aparece también la voluntad fuerte, completada por el sentido del deber, centrada
la lucha personal en la superación de una importante limitación personal: la pereza, y de
una moda ambiental: lo gratificante.
6. Aquélla que sabe lo que persigue y cómo ha de hacerlo, dominándose.
No basta saber qué se quiere hacer, es necesario también saber cómo hacerlo, tener
dominio de técnicas y, sobre todo, dominio de uno mismo. Ser libre es tener mayor
autodominio para mejor servir. Ambas capacidades, -de autodominio y de servicio- están
especialmente relacionadas con la voluntad fuerte y la voluntad libre.
7. Aquélla cuya fortaleza sobrepasa los límites de la pereza.
La educación de la voluntad fuerte coincide en gran parte con la educación de una
virtud humana: la fortaleza.
¿Cuándo se puede decir que un ser humano ha alcanzado un nivel aceptable de
fortaleza? Cuando en situaciones ambientales perjudiciales a una mejora personal, resiste
las influencias nocivas, soporta las molestias y se entrega con valentía para vencer las
dificultades y para acometer empresas grandes.
En el desarrollo de estas dos capacidades: la de resistir y la de acometer radica el logro
de una voluntad fuerte. Pero también es necesario el cultivo de la valentía, y saber cuáles
son las influencias nocivas y por qué lo son.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 72

Voluntad Sana
Es otra línea de desarrollo de la voluntad. Dado que el objeto formal de la voluntad es
el bien, todo lo que va contra el bien, en la conducta humana, enferma la voluntad. La
mayor dificultad para recuperar a personas con un comportamiento amoral o inmoral es su
voluntad enferma. Esto se nota especialmente en los drogadictos.
Es muy difícil sanar una voluntad enferma. Por eso es tan importante adelantarse,
enseñando a hacer el bien. Y previamente, o a la vez, enseñar a distinguir entre el bien y el
mal.
¿Qué es el bien? Según el diccionario de la R.A.E., aquello que en sí mismo tiene el
complemento de la perfección en su propio género, o lo que es objeto de la voluntad, la
cual no se mueve ni puede moverse sino por el bien, sea verdadero o aprehendido como tal.
Esta es la primera dificultad; tomar por bien lo que no lo es; buscar el bien donde no está.
Considerando el bien en lo que se refiere al ser humano, todo lo que beneficia el
comportamiento, el trato personal y el crecer como persona, es bueno. Todo lo que
perjudica el comportamiento, el trato y el desarrollo personal, es malo.
Por otra parte, hay que distinguir entre bien y bienes o valores, los cuales son
especificaciones del bien. Ahora se suele hablar más de valores que de bienes. A veces las
apariencias nos engañan y nos quedamos con un disvalor (un valor anodino, insignificante)
o un contravalor como si fuera un verdadero valor. Otras veces, somos prisioneros de lo
inmediato y preferimos un bien presente en lugar de otro mucho más valioso, pero futuro.
¿Cómo evitar estos engaños que tanto obstaculizan una voluntad sana? En el primer
caso, procurando informarnos bien. Hay una ciencia del bien. En segundo caso, dándole
prioridad a lo importante y no a lo urgente, a lo esencial y no a lo superfluo. Y cultivando la
paciencia, la perseverancia y la tenacidad para perseguir y conseguir lo verdaderamente
valioso, aunque requiera tiempo y esfuerzo. Es cuestión de saber y de querer.
Actualmente algunas personas tienden a relativizar las nociones de “bien” y de “mal”.
Dicen: lo que hoy es un bien, la historia lo juzgará como mal y al contrario. O también: lo
que para mí es un bien para otros es, o puede ser un mal y viceversa. Pero si no hay nada
bueno ni malo, sino como a mí me parece, todo me está permitido. Y ésta es una de las
grandes dificultades actuales para hacer el bien: el permisivismo ético, la permisividad. Por
consiguiente, es una gran dificultad para mantener y mejorar una voluntad sana.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 73

No se trata sólo de saber cuándo algo está bien o cuándo algo está mal, sino de hacer el
bien, para que la voluntad no enferme. Saber lo que está bien y lo que está mal reclama el
estudio de la moral, y no tener la conciencia insensibilizada. Hacer el bien es más difícil
todavía. Un escritor italiano del siglo XIX, Carlo Dossi, decía: para hacer el bien como es
debido, no hace falta sólo la bondad. Hace falta, además, el ingenio. Por eso el bien
raramente se hace bien.
8. Aquélla que es capaz de hacer lo mejor, después de haberlo elegido.
No se trata solamente de hacer el bien, sino de hacer lo mejor, después de haberlo
determinado.
9. Una persona que tiene una fuerza interior capaz de decir no a lo negativo.
Además de hacer el bien, hay que evitar el mal. Tan manifestación de la voluntad es la
acción como la resistencia a la acción, el querer como el no querer.

Voluntad Libre
Una tercera línea de desarrollo de la voluntad consiste en salvar la distancia entre una
voluntad esclava y una voluntad libre. ¿Cómo es una voluntad libre? Una voluntad ejercida
a partir de verdaderas decisiones, no atada a dependencias, a respetos humanos, a
prejuicios, a afectos desbordados, etc.
Decir voluntad libre parece una redundancia. Voluntad y libertad son inseparables.
Acto voluntario y acto libre son expresiones equivalentes. Pero en la conducta se pueden
observar muchas incoherencias, muchos modos de ser esclavo de algo que impide vivir
responsablemente la propia libertad.
El acto de querer es la volición, y hay tres fases en el proceso de la volición:
1) La fase del impulso
2) La fase de la decisión
3) La fase de la realización
En la libertad de la voluntad hay algo muy importante: tomar decisiones, porque en la
decisión se actualiza la libertad. Pero, a veces, tomar una decisión es sumamente difícil.
Supone tener en cuenta muchos factores; entre ellos, los sentimientos de las personas
afectadas por esa decisión.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 74

Así, podemos advertir cómo la educación de una voluntad libre supone aprender a
decidir. Es decir, aprender a informarse, aprender a pensar, aprender a decidir y aprender a
realizar lo decidido.
En la voluntad cabe distinguir dos dimensiones: la autodeterminación y la
intencionalidad. Autodeterminación quiere decir que en toda acción libre soy yo el que
decide o determina, y que, además, decido o determino sobre mí mismo.
En toda acción libre, aún si recae sobre otra persona o sobre una materia exterior,
decido también sobre mí mismo, modifico o forjo mi ser moral, mi ethos. Quien priva de la
vida a un semejante, se hace a sí mismo homicida; quien miente, se hace sí mismo
mentiroso y quien roba, ladrón.
La segunda dimensión de la voluntad libre está en la línea de su intencionalidad, que es
la apertura o la dirección de la voluntad hacia su objeto. Desde el punto de vista
intencional, la voluntad es la facultad de la que la persona se sirve para alcanzar sus
objetivos y, en tal perspectiva, la libertad implica que los objetivos presentados por la
inteligencia normalmente determinan el acto de la voluntad.
¿Cómo descubrir la unicidad de estas dos dimensiones? Diremos que la persona decide
sobre sí misma (autodeterminación) al orientarse deliberadamente hacia ciertos objetos
(intencionalidad).
Como estos objetos son conocidos y queridos en razón de su bondad, pues se ama lo
que previamente ha sido estimado como bueno y conveniente, la persona, cuando obra, se
autodetermina según ciertos valores, identificándose con ellos, apropiándoselos. La persona
se hace lo que ama: al obrar la justicia, se hace justa y al obrar la injusticia, injusta.

Voluntad Buena
Una cuarta línea de desarrollo de la voluntad consiste en crecer en buena voluntad.
Mala voluntad y buena voluntad son dos expresiones de uso más o menos frecuentes,
relacionadas con malquerencia y bienquerencia, respectivamente. Según el diccionario de la
R.A.E., malquerer es tener mala voluntad a determinada persona o cosa. Y bienquerer es
querer bien, estimar, apreciar. Una persona benévola es aquella que tiene buena voluntad.
Una voluntad buena es una voluntad orientada al bien, que es su objeto. Es una
voluntad inicialmente orientada a Dios, que es su principio y su fin. Pero esa original y
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 75

constitutiva rectitud de la voluntad tiene necesidad de un fortalecimiento habitual para


llevar al entendimiento a su verdadero bien.
Hay un conocimiento que dirige la acción en forma de precepto, de imperativo. La
verdad de tales imperativos es la verdad práctica, definida por Aristóteles como la
conformidad de la razón con el apetito recto. ¿Y qué es el apetito recto? No es otra cosa
que la voluntad humana firmemente orientada al verdadero bien o fin del hombre. Por eso,
la verdad práctica será la que dirija u ordene cada una de las acciones humanas a la
consecución de ese bien humano.
En cuanto a la verdad práctica, convendría añadir que más bien podría llamarse
rectitud, puesto que rectifica o dirige rectamente las acciones humanas al fin del hombre, al
bien humano, al bien común inmanente y trascendente. Educar la voluntad buena supone
fomentar el amor a la verdad, el amor a la rectitud, y una constante rectificación de la
intención, de los motivos.
En toda familia e institución, y en un modo especial en las cristianas, esta constante
rectificación requiere la disposición decidida y generosa de la voluntad a los requerimientos
divinos. Esa voluntad buena, orientada a Dios, reclama constancia y perseverancia.
En cuanto al bien humano convendría añadir que es particular y común, pero antes
común que particular; es material y espiritual, pero antes espiritual que material, es pasional
y racional, pero antes racional que pasional, porque el hombre es persona, porque está
compuesto de cuerpo, alma y espíritu.
De todo esto, se deducen fácilmente las dificultades principales que el hombre tiene, o
puede tener, para orientar su voluntad al verdadero bien humano, es decir, para crecer en
voluntad buena. Por consiguiente, la original y constitutiva rectitud de la voluntad tiene
necesidad de un fortalecimiento habitual a cargo de las virtudes.

Tener Voluntad
Muchas personas piensan que la educación de la voluntad consiste en llegar a tener
voluntad. No les falta razón. Unos padres pueden decirle al preceptor de su hijo: nuestro
hijo es bueno, pero no tiene voluntad. Es decir, tiene poca. Y sería deseable que llegara a
tener mucha.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 76

Pero ¿qué quiere decir no tener voluntad? Esta expresión puede significar una voluntad
débil. Con una acertada y perseverante ayuda orientadora o educativa, esa persona puede
llegar a tener una voluntad fuerte.
No tener voluntad puede querer decir voluntad enferma. Recuerdo unos padres con un
hijo drogadicto que no eran conscientes de la voluntad enferma de su hijo; sencillamente
decían: no tiene voluntad. Era un no tener mucho más grave que el de la voluntad débil,
porque es una enfermedad muy difícil de sanar.
No tener voluntad puede significar también voluntad esclava o voluntad mala. Llegar a
tener voluntad supone superar diferentes tipos de obstáculos, correspondientes a estas
cuatro líneas de desarrollo (Otero, 2002).

Tabla 4. Líneas de desarrollo de la voluntad.


Educación de la Voluntad
Débil Fuerte
Enferma Sana
Esclava Libre
Mala Buena

10. Aquella que sabe del esfuerzo diario.


En efecto, el esfuerzo ha de ser diario para que se noten sus efectos.
11. Una persona constante, con ideas buenas y con disciplina.
En este caso, se apela a una virtud, la constancia, tan relacionada con el esfuerzo diario.
También se subraya el valor de la disciplina, que hace referencia a la observación de unas
normas -en la familia o en un centro educativo, por ej.-, con el fin de hacer más amable y
agradable la convivencia o más eficaz el estudio.
12. Aquella que hace lo que piensa que debe hacer; que es muy libre, dado que es
capaz de saber y de decidir.
En esta respuesta se supone el esfuerzo. Pero se refiere, sobre todo, a la voluntad libre,
centrada en la capacidad de decidir, con la premisa del saber (pensar e informarse). Hace lo
que piensa que debe hacer. Habría que añadir que pensar es lo primero; después ha de
buscarse información que realimente el pensamiento para saber si eso que piensa es,
realmente, lo que debe hacer.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 77

Se han seleccionado estas doce respuestas entre muchas. Son enfoques diferentes del
mismo tema. Son respuestas que se complementan. Naturalmente, ninguna agota el tema.
Se sugiere al lector que se aplique este tipo de encuesta para descubrir tendencias o
preferencias en algo que es tan importante para la persona humana: tener voluntad. Sirve
también para descubrir la variedad de lagunas existentes en la consideración de la facultad
de querer (Otero, 2002).

3. Educar el Esfuerzo
Fuerza, Resistencia, Esfuerzo
La voluntad es una fuerza, una energía del espíritu. Podemos hablar de la voluntad
como fuerza y también de la fuerza de la voluntad. Podemos mantener que, por un lado, el
poder y la fuerza de la voluntad, de hecho, controlan o pueden llegar a incidir en la casi
totalidad de las facultades humanas. Y por otro, que la voluntad es la fuerza, la energía de
nuestro espíritu con la que somos capaces de querer, con distintos grados de efectividad, lo
que la inteligencia nos presenta como conveniente.
Muchos seres humanos no son conscientes de la fuerza de su voluntad, tal vez por no
haberla usado bien, o muy poco. En la educación de la voluntad, podríamos empezar por
ahí: ayudarles a las nuevas generaciones, desde edad temprana, a descubrir el poder o
influjo de su voluntad.
La voluntad puede influir, en primer lugar, en el entendimiento. Puede moverlo,
animarlo, impulsarlo para que conozca, para que se aplique a su objeto. Pero la fuerza de la
voluntad no sólo se reduce al ámbito del psiquismo superior. También se extiende al resto
de las facultades humanas, excluyendo, por supuesto, las vegetativas.
¿En cuáles y cómo actúa? De forma inmediata, actúa sobre el entendimiento y la
imaginación. Y de una manera mediata, a través de la imaginación, puede también influir
en el apetito sensitivo, y a través de este último, en la facultad locomotriz, que, como es
sabido, actúa sobre los sentidos externos y sobre los miembros del organismo.
De todos modos, son cosas distintas saber que dispongo de esa fuerza de voluntad y
llegar a aplicarla. Al aplicar esa fuerza, me esfuerzo. Es decir, descubro mi capacidad de
esfuerzo; tomo conciencia de mi esfuerzo personal. La existencia de una resistencia es la
forma natural de tomar conciencia del propio esfuerzo.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 78

Afortunadamente, el niño, desde muy pequeño, encuentra resistencias, obstáculos y


dificultades en su vida diaria, a no ser que sus padres se empeñen en “barrerle la calle de la
vida”. El exceso de facilidades -dárselo todo hecho a los hijos; suplirles en lo que ellos
pueden hacer; rodearles de facilidades materiales, etc.- impide la educación del esfuerzo
por falta de resistencia que vencer, de obstáculo o dificultad que superar.
Convendría advertir que hay distintos tipos de esfuerzo. Podemos clasificarlos teniendo
en cuenta qué tipos de resistencias encontramos y qué tipos de fuerzas hemos de utilizar si
decidimos querer superar el obstáculo o los obstáculos en cuestión. Tomada esa decisión se
suman la fuerza de la voluntad y la fuerza muscular, intelectual o moral, según se trate de
una resistencia física, intelectual o moral.
Así, podemos comprender que no sea lo mismo el esfuerzo muscular que pueda
suponer hacer ejercicio diariamente, que el esfuerzo moral que lleva consigo dejar un vicio
o un mal hábito, o el esfuerzo intelectual que lleva consigo ser capaz de estudiar cinco
horas diarias.

Combinando Esfuerzos
El esfuerzo significa nuestro enfrentamiento con el porvenir, en pequeña o a gran
escala. En ese desplegarse de nuestra fuerza, venciendo primero nuestra resistencia
corporal, para después a través de ella doblegar, resistir o superar los más variados
obstáculos.
El interés, el entendimiento, el carácter y, en cualquier caso, los hábitos adquiridos en
relación con el obstáculo a vencer, jugarán en la consecución de lo que nos proponemos
lograr, un papel de indudable importancia.
Diversos factores coinciden en la motivación y facilitación del esfuerzo. Ante todo, lo
que nos proponemos lograr. En la infancia y en la adolescencia -y muchas veces, en otras
edades- proponerse una meta requiere ayuda orientadora o educativa.
Puede ser una ayuda muy variada, desde hacer preguntas como ¿qué quieres? ¿qué te
propones?, hasta ofrecerle una relación de objetivos concretos y pedirle que elija dos o tres
-o uno solo-, o mostrarle un objetivo a conseguir, animándole a hacer sugerencias para
mejorarlo. En todo caso, se trata de que el protagonista llegue a tener la convicción de que
el esfuerzo para lograr esa meta merece la pena, está justificado.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 79

Es propia de una persona trabajar por objetivos, esforzarse en el logro de una meta
valiosa. El interés está muy relacionado con lo que uno considera valioso. La ayuda que
necesita una persona -un hijo o un educando, por ej.- se refiere a la comprobación de que lo
considerado valioso realmente lo sea. Y así, cultivar la capacidad para percibir o para
descubrir valores verdaderos; para no considerar como valores los disvalores o los
contravalores.
Un motivo es el efecto del descubrimiento de un valor. El motivo, a diferencia del
móvil, mueve desde dentro, desde los valores. Nos motiva una meta valiosa. Motiva la
sinceridad, la lealtad, la laboriosidad, etc., como valores vividos por los demás, y a la vez
descubiertos por uno mismo.
Motivación, entrenamiento y habituación facilitan el esfuerzo personal o la
combinación de esfuerzos. Facilita el esfuerzo también la propia combinación de esfuerzos
musculares (hacer deporte), de esfuerzos intelectuales (estudiar con juicio) y de esfuerzos
morales (ejercitar las virtudes).
Motivación puede entenderse como el conjunto de mis motivos, es decir, de todo
aquello que desde mi interior me mueve a hacer (y a pensar y a decidir), con el
correspondiente esfuerzo. Puede expresar también la ayuda que me presta otra persona a
reconocer mis motivos dominantes, a tener otros más elevados, a rectificar motivos torcidos
(no rectos o correctos), a ordenarlos, a jerarquizarlos, etc.
En esta segunda acepción, como ayuda, es una heteromotivación al servicio de la
automotivación; es una ayuda necesaria que se hace innecesaria -y, por tanto, desaparece-
cuando el destinatario de la ayuda es capaz de automotivarse.
El entrenamiento o repetición de actos tendientes a lograr una meta valiosa origina el
correspondiente hábito operativo bueno -la habituación antes referida-. De todo ello se
beneficia la educación del esfuerzo.

Aprender a Querer: Dificultades


En la educación del esfuerzo, partimos del interés: ¿qué te ha interesado más de lo que
hemos visto (o hablado o hecho)? Con esta pregunta y otras similares intentamos conocer
los intereses de la persona a la que prestamos nuestra ayuda orientadora o educativa.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 80

En realidad, se trata de enseñar a interesarse voluntariamente, lo cual es un proceso que


debe partir de dentro y que supone aprender a querer. Todo lo que le interesa es solamente
un punto de partida. Hemos de llegar a saber querer. Con frecuencia, la respuesta que
recibimos no se refiere al querer, sino al apetecer o al desear. Pero apetencias y deseos
corresponden al nivel sensible, no al nivel intelectual o racional de la persona.
La voluntad como potencia del querer, genera el acto voluntario, que es, decíamos, “lo
que procede de un principio intrínseco con conocimiento del fin”. El acto voluntario supone
una anticipación a la vez que una predicción. Por virtud de la voluntad, el hombre anticipa
el conocimiento del fin por el que actúa, a la vez que predice -lo cual también es un cierto
conocimiento- las consecuencias que puedan derivarse de sus actos.
En el deseo, en cambio, los actos no se realizan conforme a razón; seguir los deseos ni
implica ejercicio alguno de la voluntad, ni predicción de sus consecuencias. Significa tan
sólo un dejarse arrastrar o ser arrastrado por la supremacía coyuntural de la sensibilidad. El
deseo pertenece al orden sensible, la voluntad, al orden intelectual.
Aprender a querer requiere, en primer lugar, no confundir voluntad y deseabilidad. Lo
propio de la voluntad es querer o no querer. Lo propio de la voluntad del hombre es hacer
frente a sus tendencias y optar o no por ellas, pero no seguirlas irremediablemente. Y lo
mismo se puede decir respecto a los deseos. Puede rechazarlos o puede aceptarlos.
¿Qué quiero? Aquello que la inteligencia me presenta como un bien, como un valor. Mi
querer está relacionado con el descubrimiento de valores, -que son, decíamos,
especificaciones del bien-. Por eso es muy importante que los padres y educadores pongan
de moda en su familia y en sus instituciones algunos valores preferentes y que los cultiven
juntos. Un motivo, repito, es el efecto del descubrimiento de un valor. De ahí que hablar de
motivaciones sea tanto como hablar de valores. Quiero lo que estimo valioso; quiero lo que
he descubierto que es valioso. O lo que he vivido o vivo como valioso en los diferentes
ámbitos en que me desenvuelvo.
Hay valores humanos como la sinceridad, la lealtad, la generosidad, el optimismo, etc.,
que son realmente valiosos. Lo comprobamos experiencialmente como beneficiarios de
quienes los viven. Sólo los rechazan algunos o muchos seres humanos, no como
beneficiarios sino como agentes. Quizá por el esfuerzo que supone vivirlos. Pero eso es
incoherencia, que es una de las principales dificultades en el aprendizaje del querer.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 81

La motivación, por su estrecha relación con los valores, es una importante ayuda para
aprender a querer. Pero conviene distinguir entre motivos y móviles, entre motivaciones y
movilizaciones o movidas.
Motivos y móviles coinciden en que nos mueven a actuar, pero se diferencian en que
los motivos nos mueven desde dentro, desde los valores interiorizados, y los móviles desde
fuera, buscando utilidad o placer.
En las movilizaciones o movidas, el deseo, las emociones, los instintos o los
automatismos suplantan al querer libre. Actuar no por motivos sino por móviles es otra
importante dificultad para aprender a querer.
Los verdaderos valores constituyen, por vía de motivación, un marco de referencia para
toda elección o aceptación libre, es decir, para toda verdadera decisión. Y en las decisiones
y en su debida realización se actualiza la libertad y de desarrolla la libertad libre.
Cuando en una familia o en una institución, los padres y educadores no son capaces de
vivir y de ayudar a vivir una serie de verdaderos valores, considerados por ellos valores
prioritarios -no son capaces por miedo a incrementar tensiones o para evitar las que
existen- estamos ante una situación de permisivismo.
Cuando todo está permitido -porque los padres y educadores creen que es el único
modo de manejar y reducir tensiones o porque consideran que nada es bueno ni malo, sino
lo que a cada uno le parece-, todo es indiferente. Por tanto, si todo está permitido al hombre
es a costa de condenarlo a convertirse en un ser indiferente, instalado en un mundo
indiferente, poblado de cosas indiferentes.
Pero si él mismo se percibe como un ser indiferente, que haga lo que haga no puede
salir de su indiferencia ¿qué sentido tiene su acción? El permisivismo es, pues, otra
importante dificultad para aprender a querer. El permisivismo conduce al hombre a un
pesimismo inaceptable, por cuyo defecto la vida toda se transmuta en hastío, bostezo o
nausea. El pesimismo generado es también una gran dificultad para aprender a querer.
Otra consecuencia del permisivismo es el pesimismo acrítico, más conocido
actualmente como pasotismo. El pasota es el que pasa de toda responsabilidad, de todo
quehacer, etc., porque todo es indiferente. El pasotismo es una dificultad más para aprender
a querer.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 82

Y así podríamos continuar. Cada una de las dificultades en el aprendizaje del querer se
resuelve por elevación, promoviendo la educación de la coherencia, del optimismo y de
otros valores humanos -los que en cada situación familiar e institucional se consideren
preferentes-.
Y buscando el modo de hacer compatibles, en la acción directiva de los padres y
educadores, dos funciones: la de manejar y reducir tensiones y la de mantener valores.
Todo ello supone un gran esfuerzo, especialmente para los padres y los educadores. Pero a
la vez se está haciendo posible la educación del esfuerzo.

Aprender a Decidir: Dificultades


El esfuerzo por el esfuerzo no es admisible. Nos esforzamos por algo que vale la pena.
Nos esforzamos ante valores descubiertos, en proceso de interiorización. En la
interiorización de un valor se distinguen cinco etapas: 1) descubrirlo, 2) aceptarlo,
3) preferirlo, 4) comprometerse con él, y 5) organizar la vida en función de ese valor.
Naturalmente, sin limitarse a la interiorización de un sólo valor.
Nos esforzamos en llegar a vivir varios valores -los que, en cada situación,
consideramos que tienen prioridad-, porque entendemos que nos ayudan a crecer y a llegar
a ser más y mejores personas. Y también para ayudar a otros a vivir esos valores con la
misma finalidad de mejora personal.
En las nuevas generaciones influyen mucho los estímulos ambientales. Gracias a la
voluntad, se sustituye el flujo estimular ambiental -sobre el que el sujeto apenas tiene
control- por otro flujo estimular -el de los valores- más personal e interiorizado.
Pero cuando la voluntad está poco formada todavía, como ocurre con frecuencia en la
infancia y en la adolescencia, se pasa del impulso a la acción, saltándose la fase intermedia
de la decisión. Por eso, es muy importante enseñar a tomar decisiones y a realizar lo
decidido. De lo contrario, muchos comportamientos surgen con la necesidad de los
impulsos, automatismos y reflejos.
Enseñar a tomar decisiones -normalmente pequeñas decisiones- es algo que se puede y
se debe intentar desde la infancia (al menos desde los ocho años). Con paciencia, habrá que
ayudarle a cada hijo o educando a superar las dificultades propias de su edad: sus
impaciencias, sus cambios de humor, su fatiga, su exaltada y descontrolada vitalidad, sus
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 83

antojos y caprichos, su espontaneísmo, su indecisión, su aburrimiento, su falta de


perseverancia, su incapacidad para dirigir sus pensamientos, sus hundimientos súbitos y su
indiferencia.
Hay también un sinfín de alteraciones menores de tipo caracterial (negativismo,
hiperactividad, inmadurez, etc.) que, por ausencia de una educación de la voluntad en
edades tempranas de la vida, pueden originar más tarde en ese mismo sujeto un
comportamiento psicopático, transformándole en un pelele que sólo responde a sus
caprichos, a lo que le interesa o le gusta.
Por eso cuando los padres o educadores descubren alguna de estas alteraciones no
deben retrasar la consulta al especialista, buscando así una ayuda valiosa para continuar con
más efectividad la educación de la voluntad del hijo o educando.
Son muchas las dificultades que surgen en torno a la toma de decisiones. De acuerdo
con lo que uno quiere -y debe- decide, eligiendo entre varias alternativas. Para ello necesita
ver qué alternativas tiene; qué es lo positivo y lo negativo de cada alternativa respecto a lo
que uno quiere y debe; decidirse por una, y realizar lo decidido.
Las primeras dificultades se refieren a saber ver todas las alternativas; a descubrir
ventajas e inconvenientes de cada alternativa; a saber realizar lo decidido. Otras
dificultades ya han sido mencionadas: consisten en el espontaneísmo, el quererlo todo ya y
ahora, en las vacilaciones, en la alergia al esfuerzo, etc.
Cuando sólo hay una alternativa -trabajar, por ej., servir, etc.-, la decisión consiste en
aceptar libremente la única alternativa, porque hay motivos suficientes para esa aceptación.
La dificultad está en no tener esos motivos quien decide. Dicho en positivo, aprender a
decidir requiere que alguien enseñe o ayude a superar las dificultades referidas en
anteriores párrafos.
Hay que destacar las siguientes enseñanzas o ayudas a un hijo o educando niño o
adolescente:
1) Enseñarle a sustituir los estímulos ambientales por el flujo estimular de los valores,
superando así comportamientos irreflexivos, imprevisibles y automáticos.
2) Ayudarle a tener motivos bien fundamentados, frente a la veleidad de los impulsos
y de los móviles de quien ha de decidir.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 84

3) Enseñarle a prever las consecuencias de sus decisiones, y a asumirlas


responsablemente (la decisión es libre; las consecuencias, necesarias; de una y otras
ha de responder).
4) Enseñarle a saber renunciar -cuando elijo una alternativa debo renunciar a todas las
demás- aunque le resulte frustrante la renuncia (la libertad es renuncia de lo no
elegido y compromiso con lo elegido).
5) Ayudarle a superar el independentismo radical (la libertad no es la independencia
(la libertad no es la independencia; se actualiza en las decisiones tomadas y cada
decisión supone un compromiso adquirido).
6) Enseñarle a no ser esclavo de las modas y de los tópicos circunstanciales que hay
en el ambiente, ayudándole a descubrir por qué no son valores originales y por qué
no son propiamente suyos.
7) Enseñarle a diseñar y a realizar proyectos personales (enlazados, a ser posible, con
su proyecto de vida) para ayudarle a prever y para que no se hunda en el compás
marcado por el flujo estimular ambiental.
8) Ayudarle a supervisar vaivenes y hundimientos súbitos, fomentando un mayor
autocontrol y procurando que no se limite a afirmar lo que no quiere, sino que
también se esfuerce en formular “qué quiere”.
9) Enseñarle a pensar, realimentando su pensamiento con las mejores preguntas y la
mejor información.
10) Ayudarle a superar el irracionalismo voluntarista, en el que puede caer con
frecuencia un adolescente (o incluso en la fase vital llamada juventud) animado por
el modelo permisivo, movido por las ganas, pero sin que haya querer.
11) Ayudarle a que no se hunda en el instante puro, en el espontaneísmo y en el
puntualismo (que es un modo de evitar el esfuerzo de tomar verdaderas decisiones),
aprovechando toda ocasión de decidir para enseñarle a tomar una decisión y a
comprometerse con la realización de lo decidido.
12) Ayudarle a evitar el engaño del pasotismo, que es uno de los síntomas de la
enfermedad del subjetivismo; la mejor ayuda consiste en contribuir a que descubra
los efectos de esta enfermedad, y a que se anime a elaborar y a poner en práctica
proyectos personales con el correspondiente asesoramiento.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 85

Los Hábitos en la Educación del Esfuerzo Personal


¿Cómo educar el esfuerzo? En primer lugar, ayudando a descubrir, en cada caso, su
sentido, el para qué del esfuerzo. El esfuerzo es la consecuencia de movilizar el arsenal de
nuestras energías para superar una resistencia, interna o externa, que obstaculiza el logro de
un objetivo, de una meta, de un fin importante, sobre todo cuando está relacionado con
nuestro crecer como personas. En la superación de esas resistencias suelen combinarse
energías o fuerzas de distintos tipos: musculares, intelectuales y morales.
En segundo lugar, el esfuerzo que ponemos en el logro de un objetivo es consecuencia
de lo que queremos. Forma parte de la educación del esfuerzo aprender a querer. Pero este
aprendizaje comporta, como vimos, una serie de dificultades. Para superarlas tendremos
que empezar por esforzarnos.
En tercer lugar, el esfuerzo -no tanto el de un momento, como el que persevera durante
todo el tiempo necesario- es fruto de una decisión. Decidimos querer superar un obstáculo;
decidimos aplicar nuestras fuerzas para superarlo. Decidimos de acuerdo con lo que
queremos -y debemos-. Y así realizamos un trabajo, libremente aceptado, que es acción
esforzada.
Forma parte de la educación del esfuerzo aprender a decidir. Ya vimos las dificultades
que comporta ese aprendizaje, y las enseñanzas y ayudas que requiere la superación de
dichas resistencias.
Los hábitos operativos buenos, convenientemente adquiridos mediante repetición de
actos, aportan eficacia en la educación del esfuerzo. El hábito en sí mismo puede ser
considerado como una auténtica fuerza al servicio del hombre. Aunque si el hábito es
negativo, tal fuerza, en vez de estar al servicio del hombre, estaría siendo, por el contrario,
habitualmente perjudicial para la persona.
Algunos ponen de relieve los peligros de los hábitos: rutina, rigidez, automatismo, etc.
Si se consideran como medios y no como fines, no tienen importancia tales riesgos. Si se
ponen al servicio de la persona, tendrán muchas ventajas en la educación del esfuerzo. La
rapidez, la seguridad y la supresión de atención y esfuerzo figuran entre las principales.
El hablar, el moverse, el estar en público, el trabajo, la cortesía, el civismo, la honradez,
la solidaridad son situaciones o formas de comportamiento en las que normalmente el
componente de habituación es altísimo.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 86

Quien tiene asimilados los correspondientes hábitos suprimirá en buena medida


lentitudes, torpezas y, a veces, situaciones embarazosas o poco fluidas para resolver
situaciones nuevas.
En cuarto lugar, los hábitos -precisamente porque facilitan la acción- forman parte de la
educación del esfuerzo. Con ellos ahorramos esfuerzo, pudiendo dedicarlo a otras
actividades que reclaman más atención, pensar más, mayor iniciativa, etc.
En quinto lugar, deberíamos fijarnos en la acción como el medio que ofrece más
posibilidades para educar el esfuerzo. Se piensa, ante todo, en la acción educativa de los
padres y educadores, que debe ir encaminada a que los niños y los jóvenes adquieran gusto
y satisfacción en el esfuerzo que realicen, para lo cual es indispensable un entrenamiento en
dicho esfuerzo. Este entrenamiento requiere graduar el esfuerzo, pidiendo a cada uno, según
su edad, su carácter y sus aptitudes, lo que se sabe que puede hacer. Ayudarle a tomar
conciencia de lo que realmente puede.
Los educandos, desde tempranas edades, necesitan que no se les prive de ocasiones
para vencer el miedo; que no se les proteja más de lo necesario; que no se ceda a todos sus
deseos, con el “pretexto” de no frustrarles. Dicho en positivo, que se les den muchas
oportunidades de aprender a dominarse a sí mismos, esforzándose. En concreto, la
sobreprotección implica que las necesidades del niño son satisfechas en su lugar por sus
padres, sin esfuerzo por su parte. Esto tiende a infantilizarle, a impedir el desarrollo de su
propia fortaleza, voluntad y autoafirmación.
El entrenamiento de una vida esforzada en un clima familiar e institucional acogedor y
alegre, después de algunos años, permite captar el propio esfuerzo como agradable y
gratificante. Ciertamente, el esforzarse es lo más natural al hombre. ¿Qué persona humana
normal se niega a ser protagonista? Somos protagonistas precarios.
Precario quiere decir necesitado de ayudas. Protagonista significa primer luchador.
Sobre todo, en la lucha contra las influencias negativas y las propias complicidades, a fin de
ser más y mejor persona. Y esa lucha personal, como cualquier otra, no es posible sin
esfuerzo, sin una vida esforzada (Otero, 2002).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 87

4. Voluntad y Esfuerzo
Dos Términos Inseparables
En las respuestas a la pregunta inicial ¿qué es para ti una persona que tiene voluntad?
Se encuentran alguna que relacionan voluntad y esfuerzo:
13. Aquella que se esfuerza lo más posible en mejorarse cada día.
La mejora personal, el proceso educativo, no es posible sin esfuerzo.
14. La que afronta las cosas tal como son, tratando de resolver los problemas,
aunque le suponga un esfuerzo, grande o pequeño.
Aquí aparece un uso de la voluntad que consiste en aceptar las cosas tal como son, sin
quejas inútiles, sin miedo al esfuerzo que supone superar dificultades o problemas.
15. Aquella que se esfuerza todo lo que puede, aunque no consiga los frutos que se
propone. Aquella que, aunque fracase, sigue adelante.
Esta respuesta nos invita a pensar en una educación en la que cuentan más los esfuerzos
que los resultados y en la que los fracasos se consideran medios educativos.
16. Aquella persona que es libre y hace lo que más conviene, sin que ningún
obstáculo lo impida.
Aquí está implícita la referencia al esfuerzo, porque sin él no se pueden superar los
obstáculos que impiden alcanzar la meta.
17. La que no se rinde ante las dificultades.
Para no rendirse ante las dificultades se necesita esfuerzo personal, además de algunas
virtudes como la constancia, la tenacidad y la perseverancia.
18. Aquella que, a base de esfuerzo y de tenacidad, consigue siempre lo que se
propone.
En esta respuesta se cuenta con el esfuerzo, pero no se admite el fracaso.
19. La que es capaz de fijarse unos objetivos realistas y conseguirlos.
El esfuerzo personal está relacionado, en primer lugar, con la meta a conseguir. Y, en
segundo lugar, con los medios adecuados a utilizar para el logro del objetivo o meta a
conseguir; con algunas virtudes que lo facilitan; con algunas limitaciones personales que
tienden a impedirlo y con algunas influencias del entorno que lo condicionan.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 88

Todos estos factores influyen, positiva o negativamente. En consecuencia, han de ser


tenidos en cuenta en la educación del esfuerzo, porque el esfuerzo acompaña a la voluntad
en sus diferentes usos.

Usos de la Voluntad
Rafael Alvira menciona cinco formas o usos de la voluntad: desear, dominar, crear,
aprobar (o rechazar) y amar.
El desear es la voluntad como principal, en el sentido de que “sale hacia fuera”. Entre
todas las formas de la voluntad, ésta es la más débil o, si se quiere, aquélla en que lo
característico de la voluntad, que es la alteridad (descubrimiento que el yo hace del otro),
aparece más débilmente.
Anteriormente distinguíamos entre querer y desear, es decir, entre el querer racional y
el deseo sensible. En este sentido, seguir los deseos no implica ejercicio alguno de la
voluntad. Es decir, la voluntad puede optar o no por un deseo, pero no es propio de ella
seguirlo irremediablemente. Puede rechazarlo o puede aceptarlo.
Si la voluntad acepta un deseo, si lo hace suyo, eso es una forma de voluntad.
Dependerá de si lo deseado es conveniente, es bueno. En efecto, la finalidad propia del
deseo es la que presupone lo deseado. El deseo, entonces, puede definirse como
movimiento enérgico de la voluntad. Supone esfuerzo.
Otro modo o forma de voluntad es el dominar -el tener dominio o mando-. Podemos
relacionar dominio y elección. Ambas se conectan generalmente a través de la mutua
referencia a la libertad. La libertad está -entre otras cosas- en elegir. Y la libertad está en el
ámbito de la voluntad, es propiedad de la voluntad.
La elección puede darse con respecto a lo que va a suceder o con respecto a lo que ya
ha sucedido. Con relación a lo primero, la elección puede, en general, ser llamada dominio.
Con ello se quiere decir que, para la voluntad, sólo es futuro aquello que puede modificar
mediante su decisión, y esa modificación es un cierto dominio.
Mediante sus decisiones, la persona tiene un fuerte poder respecto a su futuro. En sus
decisiones puede comprometer todo su futuro. Esto forma parte de la grandeza del hombre,
a pesar de sus miserias. Este poder, típico de la decisión, en cuanto dura en el tiempo, se
suele llamar fuerza de voluntad.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 89

Por el contrario, todo lo que no se puede cambiar, que tiene un carácter inapelable, es
para la voluntad un cierto pasado, aunque no haya sucedido históricamente todavía. Pero la
voluntad de elección tiene también un cierto poder sobre ese pasado. Consiste en que,
frente a lo necesario y a lo ya pasado, la voluntad siempre puede aprobarlo o rechazarlo. Se
trata de un movimiento interior. No tiene eficacia hacia fuera, pero sí la tiene en el espíritu.
Y hacia fuera tiene manifestaciones. La paz, del que aprueba lo inapelable; y la queja, del
que no lo aprueba.
Estamos, pues, ante otra forma o uso de la voluntad: el aprobar o el rechazar. La
voluntad es aquí, a pesar de todo, un poder, al menos en el sentido de que ninguna
posibilidad ni circunstancia exterior me puede obligar a decir sí o no. Ni siquiera lo que se
perciba como más necesario.
Lamentablemente, en la actualidad muchas personas no hacen uso de este poder. Dicen
sí -por respetos humanos, por no saber ir contra corriente, etc.- cuando debieran decir no.
Otras, cuando dicen no, debiendo decirlo, se sienten culpables. Su voluntad carece de
eficacia hacia dentro.
Veíamos que, respecto al pasado, la voluntad no tiene eficacia hacia fuera. ¿Hay alguna
excepción? Hay una sola posibilidad en la que la voluntad de aprobar es eficaz hacia atrás,
hacia el pasado. Esa posibilidad es el perdón. El perdón es un híper -o súper- don, porque
implica que, frente al rechazo del otro, se le vuelve a dar lo fundamental del espíritu, la
confianza, la amistad.
El perdón no borra lo fenoménico y accidental del suceso pasado, pero borra lo
sustancial, su ser íntimo. Lo que había existido, no sucedió nunca. Así, el perdón es en
realidad una actividad que trasciende la mera naturaleza de la voluntad; sólo puede
realizarla una voluntad sobrenatural.
Otro uso o forma de voluntad es el crear. La voluntad es creadora en el arte. Esa
creación está relacionada con la inspiración. Rafael Alvira afirma que la inspiración
consiste en la mediación secreta de la idea. Para Pedro Antonio Urbina es una luz. Para
Joan Miró es una puerta que se abre. El hombre está siempre abriendo nuevas puertas. ¿Y
después? Lo importante -añade- es saber a dónde conducen esas puertas. Y luego tener
fuerza para emprender el camino que se vea desde ellas.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 90

El secreto no está en la improvisación, sino en la sencillez. En cualquier caso, la


inspiración requiere el complemento del esfuerzo en la actividad del creativo. Supone el
esfuerzo previo y anima para un nuevo esfuerzo.
Otra forma de uso de la voluntad es amar. En el amor aparece en su forma más pura la
actividad voluntaria. Amar es afirmar al otro en cuanto otro, o encontrarse a sí mismo en el
otro. Así, pues, en el amor se muestra del modo más radical el carácter de alteridad que es
propio y específico de la voluntad.
Es interesante observar cómo se complementan los diferentes usos de la voluntad. Por
ej., amor y deseo. O amor y elección, en cuanto el amor presupone la elección. El amor es
la vida de la voluntad que mantiene definitivamente la afirmación que se hizo en la
elección. El amor supone día a día reafirmar la elección, la afirmación aceptadora inicial.
Del mismo modo, se relacionan amar y crear. Todo amor es creador, y no se crea más
que por amor. En resumen, la persona, en sus acciones, entremezcla y relaciona de
múltiples modos esas formas o usos fundamentales de la voluntad.

El Esfuerzo en sus Diferentes Usos


En los diferentes usos fundamentales de la voluntad es necesario el esfuerzo. Implican
distintos modos de esforzarse. Pensamos, quizá, que el desear requiere poco esfuerzo. Así
es cuando nos dejamos llevar por cualquier deseo. No es así, en cambio, cuando
entendemos por deseo un movimiento enérgico de la voluntad hacia el conocimiento,
disfrute o posesión de una cosa.
Si la voluntad tiende al bien, necesitará la ayuda de la moral o ciencia del bien, para
distinguir entre buenos y malos deseos antes de asumirlos. Esto requiere esfuerzo
intelectual y moral.
Los buenos deseos no tienen función de mando -eso corresponde al uso de la voluntad
del dominar (dominio o mando)- sino función de mover, de estimular. Tomar verdaderas
decisiones, buenas decisiones, supone un esfuerzo notable -a veces agotador- tanto respecto
al futuro -dominar- como al pasado -aprobar o rechazar-.
En cuanto a la voluntad creadora, puede parecer que, en este uso de la voluntad, todo se
hace sin esfuerzo -sin él no habría trabajo-, pero es un trabajo (el del creativo) en el que
puede observarse la difícil facilidad.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 91

El trabajo del creativo tiene un aspecto lúdico, estrechamente relacionado con la


inspiración, y un aspecto productivo que se refiere a la obra de arte como producto, pero no
es menos importante que los anteriores la acción esforzada. Por consiguiente, ha de persistir
en su esfuerzo, afirmándolo con más fuerza todavía. Y si persiste, triunfará su amor a la
belleza y su amor a la verdad. El verdadero creativo, el verdadero artista, sabe lo mucho
que tendrá que luchar. Porque, además -sobre todo hoy-, estará en contradicción con el
Zeitgeist (espíritu de su época).
Hoy tenemos prisa para todo. Y la prisa sólo sirve para la chapuza. La obra de arte
requiere silencio y lentitud. Todos podemos ser artistas en nuestra actividad profesional, si
la realizamos creativamente. Y la creatividad es una cualidad propia de la persona, si
entendemos que la persona es el lugar de lo creativo, de lo arriesgado y de lo heroico.
El esfuerzo es necesario también en el uso de la voluntad del amar, porque aun
suponiendo que no nos esforzamos para amar, amar supone conocer, y para conocer hay
que esforzarse.
El amor supone grandes y pequeños sacrificios, y el sacrificio requiere esforzarse. El
amor se concreta no sólo en la aceptación incondicional y en saber escuchar, sino también
en detalles de servicio. Y todo ello supone esfuerzo. Nuestro egoísmo es incompatible con
el amor. Superar esta limitación personal implica esfuerzos diversos y continuados.

Voluntad y Esfuerzo en los Diferentes Ámbitos


Los demás esperan de nosotros que pongamos voluntad y esfuerzo en aquel ámbito de
nuestra vida (familia, trabajo, estudio, etc.) en el que cuentan con nuestra colaboración o
son beneficiarios de nuestros servicios. Pero no podemos limitar nuestros esfuerzos y los
usos de nuestra voluntad a un sólo ámbito. Por el contrario, hemos de lograr una atención
armónica a todos ellos. Cuando se produce una disarmonía o un desequilibrio entre nuestra
dedicación esforzada a unos y otros, suelen surgir conflictos, a veces graves.

El Esfuerzo de Dar Ejemplo en Tener Voluntad


La fuerza moral para exigir algo a otras personas, en la superación de sus limitaciones
personales -por ej., a los hijos o a los educandos-, radica en estar luchando para superar en
sí mismo aquello que exige.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 92

Además, es un modo de tratar con respeto a quienes tienen el deber-derecho de educar.


Este empeño en “ir por delante” equivale a expresar, con hechos, la importancia del
ejemplo en la educación. Por consiguiente, si unos padres o educadores quieren ayudar a
sus hijos o educandos a conquistar su propia voluntad, tendrán que esforzarse en el logro de
un importante objetivo: dar ejemplo en tener voluntad.
Los hijos y los educandos -como casi todas las personas- suelen apreciar más los
esfuerzos que los resultados, en buena parte por el ejemplo que también en esto, le dan sus
padres y maestros. De algún modo intuyen que voluntad y esfuerzo son inseparables. Sobre
todo, en los esfuerzos que hacen para prestarles las mejores ayudas.
En familias cristianas, el esfuerzo de dar ejemplo en tener voluntad ha de darse también
en el comportamiento coherente con su fe sobrenatural. Todo hijo que nace en una familia
cristiana tiene derecho a encontrar ejemplos de vida cristiana. Es un derecho suyo que
puede ser incluido dentro de otro más amplio: el derecho a la vida. A ese derecho “a
ejemplos de vida cristiana” corresponde en los padres y educadores el cumplimiento de un
deber: el deber de dar ejemplo en su vida coherente de fe.
Los padres y educadores tienen el deber de dar ejemplo en su vida de piedad y en su
formación doctrinal. Lo que importa, sobre todo, es la diaria lucha personal por conseguir
ser mejores personas, mejores cristianos. En todos los ambientes cristianos se sabe, por
experiencia, qué buenos resultados da esa natural y sobrenatural iniciación a la vida de
piedad, hecha en el calor del hogar y las instituciones cristianas.
El niño aprende a colocar al Señor en la línea de los primeros y más fundamentales
afectos; aprende a tratar a Dios como Padre; aprende a orar, siguiendo el ejemplo de sus
padres y educadores. Los padres tienen el deber de dar a sus hijos su ejemplo de buenos
hijos, no sólo buenos hijos de sus padres -los abuelos- sino también de Dios -filiación
divina-.
Un hijo de Dios trata al Señor como Padre. Su trato no es un obsequio servil, ni una
referencia formal, de mera cortesía, sino que está lleno de sinceridad y de confianza. En
familias e instituciones cristianas se trata de buscar la santidad en la vida ordinaria. No
conformarse con menos. Hay que insistirles, enseñarles y ayudarles a los hijos y a los
educandos a ser santos, sabiendo que en la tierra no seremos santos ninguno. No haremos
más que luchar, luchar y luchar.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 93

El Arte de Aconsejar y de Sugerir


Todos necesitamos información valiosa -o indicación de buenas fuentes- respecto a lo
que ignoramos y deberíamos saber. Todos necesitamos consejos, sugerencias o
asesoramiento (respecto a nuestros proyectos personales y a las decisiones que las
preceden, por ej.).
Consejo, según el diccionario de la R.A.E. significa parecer o dictamen que se da o se
forma para hacer o no hacer una cosa. Sugerencia, en cambio, es insinuación, inspiración,
hacer caer en cuenta. El consejo es una información valiosa de una persona competente,
experimentada, que nos inspira confianza, a quien le hemos hecho una consulta relacionada
con un asunto más o menos difícil sobre el que hemos de tomar una decisión.
La sugerencia es menos formal; no supone un estudio a fondo de la cuestión
consultada; es algo que se nos ocurre y que insinuamos a modo de ayuda. Los padres y
educadores tienen muchas ocasiones de sugerir o de aconsejar, si tienen autoridad, prestigio
con sus hijos y disponibilidad (asequibles a las consultas, emocionalmente estables, de fácil
contacto, con capacidad de escucha y de buenas preguntas).
Los hijos y educandos necesitan aprender a hacer consultas, a pedir consejo. Muchos
padres y educadores no caen en la cuenta de que son ellos quienes han de motivarlos y
enseñarlos a preguntar, a consultar, a tener la confianza suficiente para recurrir a ellos con
naturalidad, cada vez que se necesite.
Esta enseñanza y este aprendizaje forman parte de la educación de la voluntad. Será
una preciosa ayuda, desde edades tempranas, para vencer timideces, superar miedos,
acostumbrarse a buscar ayudas necesarias, a fin de disponer de más medios para acertar en
lo que se propone hacer (Otero, 2002).

5. Voluntad y Motivación
Motivación y Necesidades
Vimos anteriormente que el querer de la voluntad es siempre un querer motivado,
además de intelectualizado y que la motivación puede entenderse como el conjunto de mis
motivos, es decir, de todo aquello que, desde mi interior, me mueve a hacer (y a pensar y a
decidir).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 94

Nuestra voluntad necesita razones y motivos. Un motivo, decíamos, es el efecto del


reconocimiento de un valor. Hay, pues, una estrecha relación entre motivos y valores. Los
valores son especificaciones del bien. Por eso, debo preguntarme ¿qué estimo como
valioso? ¿lo es realmente?
Somos seres de aportaciones, pero también tenemos necesidades que nos motivan. Es
muy conocida la teoría sobre la motivación desarrollada por Abraham Maslow, centrada en
las necesidades.
El hombre es un ser indigente -afirma Maslow-: tan pronto como una de sus
necesidades es satisfecha, aparece otra en su lugar. Este proceso es interminable. Dura
desde el nacimiento hasta la muerte. Descubre que las necesidades humanas están
organizadas en una serie de niveles, en una jerarquía de importancia. De menor a mayor
importancia, hay cinco niveles de necesidades: fisiológicas, de seguridad, de amor y
pertenencia, de estima y de autorrealización.
Las necesidades de cada nivel son motivadoras mientras no están razonablemente
satisfechas. En cambio, una necesidad satisfecha no es un motivador del comportamiento
humano.
Son necesidades fisiológicas la alimentación, la bebida, el alojamiento, el vestido, el
sexo, el sueño, la respiración y el alivio del dolor.
Dentro de las necesidades de seguridad están las necesidades de protección, de estar
libre de peligro, de orden y de un futuro predecible.
Las necesidades sociales son las de pertenecer, estar asociado, ser aceptado por los
compañeros, tener amistades, tener intimidad con un miembro del sexo opuesto, etc.
Las necesidades de estima son, por una parte, las relacionadas con la propia estima
(confianza en uno mismo, autonomía, logro, competencia, preparación) y por otra, las que
se relacionan con la propia reputación (reconocimiento, aprecio, respeto, prestigio).
Las necesidades de autorrealización (en la cúspide de las necesidades del hombre) son
las de dar vida a nuestras potencialidades, de desarrollarse o perfeccionarse continuamente,
de ser creativos, de realizar un proyecto personal de vida, de llevar a cabo lo mejor de uno
mismo.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 95

Figura 7. Pirámide de Necesidades de Maslow.


Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Imagen

En muchos seres humanos las necesidades de último nivel permanecen dormidas, en


buena parte, por frustraciones experimentadas en lo referente a necesidades de niveles
inferiores o por haber gastado sus energías interiores en la lucha por satisfacer dichas
necesidades.
El esquema de Maslow, con su jerarquía de necesidades humanas y el efecto motivador
de necesidades no satisfechas, ha tenido una amplia aceptación. Sin embargo, el propio
Maslow señaló una serie de excepciones a la jerarquía de necesidades. Por ej., en ciertas
personas las necesidades de propia estima parecen ser más importantes que las necesidades
sociales.
En algunas personas el nivel de aspiración parece quedar bloqueado a un nivel muy
bajo. Esto es frecuente en quienes han sufrido grandes privaciones. En ciertas personas
parecen no existir las necesidades sociales. Tal vez no han encontrado afecto en los
primeros meses de su vida, y por eso no muestran deseos de dar y recibir amor.
Además, conviene advertir que Maslow, a pesar de la importancia que atribuye a la
satisfacción de las necesidades como condición para el desarrollo psíquico, reconoce que la
satisfacción desordenada de las necesidades humanas puede tener consecuencias
patológicas.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 96

El desarrollo de una personalidad sana es algo más que cuestión de satisfacción de las
necesidades básicas. Con otras palabras, la permisividad es patógena. Hace falta una dosis
de firmeza, de disciplina y de frustración para hacer a una persona madura.
Maslow hizo un excelente análisis de las necesidades humanas. Los primeros cuatro
niveles se refieren a necesidades de carencia. El quinto, en cambio, incluye necesidades de
realización. En todo caso, las necesidades apuntan a bienes y valores materiales e
inmateriales.

Motivación y Valores
Por otra parte, la autorrealización no agota las necesidades -o mejor, las aspiraciones-
del ser humano, como puede verse en la teoría de la motivación de Víctor Frankl. Este
famoso psiquiatra vio con singular claridad, a partir de su experiencia de atroces
sufrimientos en campos de concentración alemanes, que “el hombre es un ser que busca
sentido a la vida y que esta misma voluntad de sentido lo sostiene en la existencia”.
Frankl se refiere a la meta última. “la verdadera meta de la existencia humana no puede
hallarse en lo que se denomina autorrealización. Esta no puede ser en sí misma una meta,
por la simple razón de que cuanto más se esfuerce el hombre por conseguirla más se le
escapa, pues sólo en la medida en que el hombre se compromete al cumplimiento del
sentido de su vida, en esa misma medida se autorrealiza. En otras palabras, la
autorrealización no puede alcanzarse cuando se considera un fin en sí misma, sino cuando
se la toma como efecto secundario de la propia trascendencia”.
El esquema de la motivación humana de Pérez López tiene muchos puntos de contacto
con Frankl. Distingue tres clases de motivaciones, que denomina motivación extrínseca,
intrínseca y trascendente. Los motivos mueven al ser humano por las consecuencias que
espera en virtud de la acción ejecutada. En la motivación extrínseca, por las consecuencias
que espera alcanzar debido a las reacciones del entorno; en la motivación intrínseca, por lo
que espera que produzca en él su acción; en la motivación trascendente, por las que espera
que produzca su acción en otra o en otras personas presentes en su entorno.
Son tres motivaciones -afirma Pérez López- que se encuentran en todas las personas,
aunque en proporciones distintas. Si predomina la motivación extrínseca, la persona está
dependiendo, en cierto modo, de las reacciones de los demás y actúa interesadamente.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 97

Si predomina la intrínseca, la persona puede moverse a la acción por su propia mejora


personal; si predomina la trascendente, la persona actúa pensando o abriéndose a las
necesidades ajenas o a la mejora personal de los destinatarios de su actividad.
Este esquema motivacional es muy interesante, porque no se centra tanto en lo que el
ser humano siente, como en lo que la persona quiere. Destaca las intenciones del sujeto, los
fines que se propone. Está muy relacionada, por tanto, con la voluntad humana. Mediante la
acción educativa se puede ayudar a las nuevas generaciones a elevar sus motivos, dando
preferencia a la motivación intrínseca y a la trascendente.
Además, podemos evaluar la motivación de una persona para una acción, considerando
la proporción en que entran cada una de estas motivaciones. A la vez, nos ayuda a descubrir
los valores preferentes o prioritarios de cada persona.

Valores en el Ámbito Familiar e Institucional


Cuando los valores prioritarios son los valores o bienes materiales, como ocurre en
amplios sectores de la sociedad actual, o cuando los valores se confunden con los deseos o
las apetencias de un ser humano, como también ocurre, el descubrimiento de verdaderos
valores humanos tiene una gran importancia para la motivación de la voluntad humana.
¿Por qué? Porque la motivación humana remite siempre a valores humanos verdaderos,
materiales y espirituales -siempre que los primeros se pongan al servicio de los segundos, y
no a la inversa-.
El descubrimiento de valores corresponde a los inmateriales, a los del espíritu, a los que
hacen referencia a la verdad (valores intelectuales), al bien (valores morales) y a la belleza
(valores estéticos). Son tres tipos de valores estrechamente relacionados entre sí, porque
verdad, bien y belleza son los términos inseparables de un trinomio. Si alguien intentara
separarlos, se encontraría con una verdad mala y fea, con un bien feo y falso o con una
belleza falsa y mala.
¿Cómo descubrir estos valores? Uno debe tomar la iniciativa de buscarlos, porque le va
mucho en ello; son lo perfectivo del propio ser; mediante ellos, uno puede terminar de ser,
llegar a ser lo que es: persona, ser más y mejor persona.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 98

Pero no siempre, buscándolos, se los encuentra. También es verdad que “a veces,


emergen de repente en nuestro horizonte existencial, incluso a pesar de resistirnos a ellos”.
Un día cualquiera, una vida rutinaria, y acaso no demasiado relevante, puede “sentirse
zarandeada” -y hasta invadida- por el descubrimiento de un nuevo valor que la transforma.
¿Hay algún ámbito donde el descubrimiento de valores sea menos difícil o más
probable? En primer lugar, el ámbito vital familiar e institucional. Si los padres y
educadores han optado por ciertos valores y se han comprometido con ellos, cada hijo que
viene a este mundo no tiene que acometer la tarea hercúlea y problemática de “tratar de
descubrir a qué valores vale la pena jugarse la vida”.
Los valores en familias e instituciones cristianas no sólo son valores naturales, sino
también valores sobrenaturales. Ningún niño, inicialmente los cuestiona. Más tarde sí,
porque en la medida en que crece, emerge y madura su libertad personal, ha de
comprometerse en las elecciones que hace. Precisamente, por eso, los padres y educadores
han de prepararle ese “marco de referencia” que le sirva de orientación.
Esto resultará menos difícil cuanto más pronto hagan de sus hogares e instituciones
museos vivientes de valores, cuando los niños son muy pequeños todavía. Será menos
difícil también su adolescencia, cuando el “marco de referencia” y un mínimo de normas y
costumbres hayan sido parte importante de su ambiente desde la primera infancia.
Estos valores descubiertos en la convivencia hogareña o al interior de una institución
formativa se traducen -como efecto del descubrimiento- en motivos. En consecuencia, la
conducta de cada hijo o educando estará motivada desde el principio, su voluntad estará
motivada.
Piense, por contraste, en tantos hijos desmotivados, antes de y durante su adolescencia,
cuando los primeros responsables no se han propuesto o no han sabido crear este ambiente
cimentado en la sinceridad, en la generosidad, en la lealtad, en la laboriosidad, en el
optimismo, en la comprensión, en el respeto, en la disponibilidad, en la gratitud, en la
amistad y en otros valores humanos.

Motivar con Buenas Preguntas


Las buenas preguntas son aquellas que hacen pensar. Tanto mejores cuanto más
estimulan el pensamiento. Las buenas preguntas pueden considerarse también como
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 99

vehículo de motivación. Aprender a hacer buenas preguntas es una tarea de carácter


vitalicio. Siempre podemos hacer mejores preguntas en ese interminable proceso de
aprendizaje.
Entre los procedimientos para mejorar la calidad de las preguntas motivadoras se puede
destacar el análisis de diálogos escritos (en biografías, en libros) o hablados (en películas,
en conversaciones grabadas). De diferentes modos, la acción motivadora de los padres o
educadores puede ayudar a un hijo o a un educando a descubrir las consecuencias de una
acción -o de un proceso- en el desarrollo de saberes, de habilidades y capacidades. Enlazan,
así, satisfacción y necesidades de desarrollo personal.
Puede ayudar, además, a desplazar la satisfacción de resultados a satisfacción por
incremento de mejora (hacer algo mejor que ayer). Con ello, se está logrando una mayor
proporción de motivación intrínseca. El siguiente paso consistirá en ayudarlo a descubrir la
satisfacción de ser útil a los demás, es decir, de llegar a sentirse tanto más feliz cuanto con
su acción presta un mejor servicio a los demás. Entonces su motivación será trascendente.
Motivar a los hijos o a los educandos consiste, por tanto, en ayudarles a ganar una
mayor calidad motivacional. En otras palabras, ayudarles a encontrar motivos más
elevados. Mas sólo será posible, si los padres y educadores son capaces de “poner de
moda” en sus hogares e instituciones valores más elevados, siendo ellos acercadores de
esos valores.
“Acercar valores” es el resultado de vivirlos, de contagiarlos con su ejemplo. Pero
siempre será necesario complementar el ejemplo con preguntas estimulantes, oportunas y, a
ser posible, sorprendentes. Por otra parte, es una manera de enseñarles a los hijos a hacer
buenas preguntas. También, en este caso, debe complementarse el ejemplo con la palabra.
Las buenas preguntas son vehículo de motivación, asimismo, en la conversación
privada que cada niño o joven tiene con sus padres o educadores, con una periodicidad al
menos quincenal. Es una conversación valiosa, orientadora, formativa, si los padres y
educadores saben escuchar bien y saben hacer buenas preguntas. Y si encuentran tiempo
para prestar una ayuda tan necesaria para el desarrollo personal de hijos y educandos.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 100

Voluntad Motivada
Estamos considerando la necesidad de una voluntad motivada. Hemos visto diferentes
posibilidades de motivación, centradas en los ámbitos familiar e institucional. De diversos
modos, aprovechando las oportunidades de la convivencia diaria, con una buena dirección
participativa y por objetivos, los padres y educadores motivan a niños y jóvenes -su
voluntad de acción, su conducta-, intentando, así, que lleguen a ser capaces de
automotivarse.
La automotivación se refiere al conjunto de los motivos de una persona -en este caso,
de un hijo o un educando- especialmente de sus motivos preferentes o dominantes.
Ayudarle a mejorar su automotivación supone conocer sus motivos dominantes para
tenerlos en cuenta como punto de partida en la mejora, es decir, en el descubrimiento de
otros valores más elevados, en la ordenación o jerarquización de los motivos que tiene o
llega a tener y en la rectificación de los motivos torcidos.
Porque, a veces, los motivos de una persona se tuercen. ¿Causas? Nuestro egoísmo, por
ej. Llevamos dentro de nosotros disposición al egoísmo, en radical contraste a la
generosidad. Si no nos esforzamos en rectificar, predominarán, con frecuencia, los
ramalazos de egoísmo.
Tenemos dos tendencias naturales: la de adquirir aquello de lo que se carece y la de
compartir lo que se posee. Es tan natural el dar lo que se posee como el procurarse lo que a
uno le falta. Este deseo de adquirir y esta voluntad de entrega están relacionados,
respectivamente, con motivaciones de preponderancia y con motivaciones asociativas.
Las motivaciones nos impulsan a la acción, buscando diferentes valores o bienes. Las
motivaciones de preponderancia nos mueven a buscar bienes exclusivos. Las motivaciones
asociativas nos impulsan a buscar bienes comunicables.
Cuando buscamos únicamente bienes exclusivos, nos aislamos, en virtud de lo que
puede llamarse individualismo posesivo. Soy individualmente posesivo en la medida en que
me individualizo por la necesidad de poseer bienes con carácter exclusivo; aquellos que no
puedo compartir con los demás porque los perdería para mí. Este individualismo da lugar a
espacios sociales incompatibles: donde yo estoy, tú no puedes estar.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 101

En cambio, los bienes comunicables no sólo permiten que otros participen de ellos sin
que yo los pierda, sino que en cierto modo lo exigen; por ej., la alegría. Por consiguiente, la
tendencia hacia los bienes comunicables conduce a un espacio social compatible; todos
podemos estar en el mismo punto, todos podemos gozar de la alegría, yo sólo puedo estar
donde tú estás.
Hoy nuestra sociedad reclama los bienes exclusivos de manera desordenada, pues el
hombre centra su felicidad en la posesión de ellos. Por eso los primeros responsables de la
educación tienen el deber de ir contra corriente, precisamente por amor a la felicidad de sus
hijos y educandos. Y también porque al fomentar el afán por los bienes exclusivos,
provocamos la existencia de espacios sociales incompatibles, en donde nos excluimos unos
a otros.
Las motivaciones de preponderancia -o disgregadoras- equivalen a motivos torcidos,
centrados en la comparación (tener más que); se refieren a bienes -materiales o
paramateriales- relativamente comparables entre sí, externos a la persona. Por eso, es muy
importante cultivar la capacidad de rectificar, y evitar las comparaciones, especialmente
entre personas. Comparar unas personas con otras es lo mismo que comparar peras con
manzanas, por la sencilla razón de que carecemos de un criterio de comparación suficiente.
Cada persona constituye un universo único que deriva precisamente de su condición
espiritual, autónoma, intransferible e incomparable, con todas sus consecuencias. Las
motivaciones asociativas, en cambio, se refieren a bienes comunicables. “para moverme
impulsado por tales motivaciones necesito de los otros o me comunico con ellos,
participándoles lo que poseo”.
Encontramos bienes comunicables en la subsistencia, en la seguridad, en la salud, en la
sabiduría, en la solidaridad, en el servicio, en el ser. Son valores o bienes inherentes a la
propia persona. Los bienes comunicables son infinitos por naturaleza; el conocimiento
jamás puede agotarse, no podemos marcar un límite a la amistad, la salud jamás es excesiva
cuando se posee. La persona, dado su carácter espiritual e insondable ha de orientarse hacia
ese tipo de bienes, pues sólo puede satisfacerse mediante ellos.
El espíritu podría definirse como aquella realidad, existente en el hombre, que lo
orienta hacia los bienes comunicables y lo invita a los comportamientos efusivos.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 102

Efusión es libertad. Y convendría tener en cuenta que, cuando alguien se habitúa a la


efusión, por moverse en el ámbito de los bienes espirituales y dejarse atraer por las
motivaciones de inclusión o asociativas, conserva después ese mismo hábito,
inadvertidamente y sin esfuerzos, en el propio terreno de los bienes materiales.
En síntesis, diríamos que la motivación, dada la infinidad de valores o bienes
comunicables y la variedad de vehículos y procedimientos para la acción motivadora de la
voluntad humana, merece una especial atención por parte de quienes educan y se educan en
el ámbito familiar e institucional (Otero, 2002).

6. Voluntad y Virtudes
Valores Espirituales, Bienes Comunicables
Anteriormente veíamos cómo los seres humanos tenían preferencias distintas respecto a
los valores o bienes. Desde luego, todos llevamos dentro ansias de infinito. El hombre
desea muchas veces calmar sus ansias de infinito amontonando los bienes materiales, pero
por muy grande que sea el montón, nunca serán suficientes. Hoy llamamos “apetito de
éxito” a ese perentorio deseo de posesiones sobreañadidas.
Es un agudo deseo de tener bienes exclusivos que agrava el problema de los espacios
incompatibles, y no conduce a la felicidad, sino a la angustia. La angustia es más creciente
cuanto más arriba se sitúe la persona, y esto ocurre por la configuración estrictamente
piramidal de la sociedad.
Otras personas, en cambio, dan preferencia a los bienes o valores espirituales, porque
descubren que no entorpecen su libertad; más bien les invitan a un comportamiento efusivo.
Podríamos decir que se enfrentan dos tipos de preferencias, y por consiguiente, dos tipos de
ordenación o jerarquización de valores. Y dos tipos de motivaciones: las de preponderancia
y las asociativas.
¿Y por qué nuestra civilización y la cultura actual de muchas organizaciones fomentan
motivaciones de preponderancia o disgregadoras? Entre otras cosas, porque resulta más
fácil suscitar el individualismo que la solidaridad.
Por otra parte, esa moda ambiental de la búsqueda del éxito como un fin -no como un
medio- y del fomento de lo fácil se apoya en la complicidad de las personas que no se
esfuerzan en ser coherentes con su condición personal.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 103

La motivación propiamente dicha se refiere a motivos entendidos como efecto del


descubrimiento de valores espirituales, de bienes comunicables. Los valores o bienes
materiales y paramateriales -llamados bienes exclusivos- tienen realmente el valor de
medios, en función de los valores espirituales.
Cuando hablamos de valores humanos con fuerza motivadora nos referimos a valores
espirituales como, por ej., la solidaridad, la gratitud, la amistad, la generosidad, la
veracidad, la fortaleza, la comprensión, la confianza, el respeto, el optimismo, etc.
La solidaridad es quizá, desde el punto de vista social, el valor humano con mayor
fuerza motivadora. Es un bien comunicable que implica otros bienes del mismo tipo, tales
como la cooperación, el desprendimiento y la generosidad.

¿Valores o Virtudes?
Con el mismo nombre -responsabilidad, laboriosidad, comprensión, etc.- nos estamos
refiriendo a valores y a virtudes. ¿Cuál es la diferencia? Los bienes o valores son
especificaciones del bien; las virtudes son manifestaciones del amor. Y el amor es la radical
tendencia de la persona hacia un bien y su posesión.
Los valores están ahí, dentro de nosotros -son lo perfectivo del ser- se trata de
descubrirlos, aceptarlos, preferirlos, comprometerse con ellos, organizar la propia vida en
función de ellos. Las virtudes se adquieren por repetición de actos buenos, relacionados con
el valor del mismo nombre que la virtud que se quiere adquirir.
Los valores, como efecto de su descubrimiento, motivan a la acción; las virtudes
facilitan la acción, ahorran esfuerzos y evitan torpezas. Y esos ahorros de atención y
esfuerzo pueden dedicarse a otras actividades que reclaman más atención, pensar más o
mayor iniciativa. El valor es interior al ser de la realidad. El mundo de los valores no es un
“reino” aparte distante o contrapuesto al mundo de la realidad. La realidad misma, en
cuanto aprehendida en su verdadera esencia o profundidad, se nos manifiesta como fuente
única de todo valor.
Podemos considerar los valores como las múltiples especificaciones del bien; esto es, el
ser en cuanto lo sentimos y apetecemos desde el punto de vista de la perfección. Vemos así
cómo se relacionan realidad, valores y bien. La realidad es altamente dinámica; cada cosa
es, en cada instante, una infinidad de posibilidades en permanente actualización.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 104

La manifestación esplendorosa de tal dinamicidad está en el hombre mismo: ser de


inacabamiento, constante posibilidad de perfeccionamiento libre, sobreabundancia de ser.
El valor nos aparece, de este modo, como una segunda lectura (más profunda e
espiritual de la realidad). Justo cuando el hombre es capaz de captar en el ser concreto lo
que de más íntimo y singular ese ser posee, descubre la reciprocidad del ser y lo verdadero,
del ser y del bien, del ser y de lo bello.
¿Y qué es el bien? El bien es el atributo universal revelador de la perfección inherente a
la existencia. Una perfección que no es estática, sino altamente dinámica: movimiento o
aspiración a un “no todavía” realizado, que le es debido, que es parte integrante de su
mismo ser. Aquí se ve la relación que existe entre bien, perfección y deber ser (un ser por
venir). En los seres dotados de inteligencia y voluntad -el hombre- este deber ser se
concreta en un deber hacer, libre, propio de un ser intencional que, en cierta medida, se nos
presenta como creador o como origen de sus realizaciones.
Antes dijimos que los valores son lo perfectivo de cada ente. Pero ¿qué significa ésto?
¿qué es lo perfectivo de cada persona? Aquella cualidad inherente al sujeto que le lanza en
un movimiento de perfección, de superación de limitaciones; que le hace ser un ser de
crecer.
Valores que se desean sólo y en la medida en que se poseen. Esta posesión no debe
entenderse como algo definitivamente adquirido, sino como actualización permanente de
posibilidades. Esto quiere decir que los valores están dentro de nosotros; que necesitamos
descubrirlos y empezar a cultivarlos -a actualizar las posibilidades de cada valor en
nosotros- para que los deseemos y nos motiven. Su actualización permanente tendrá como
uno de sus efectos una motivación permanente de la voluntad.
Esa actualización de posibilidades, en una persona, se concreta en la repetición de actos
buenos referentes a cada valor descubierto y aceptado, repetición que da lugar a un hábito
operativo bueno, es decir, a una virtud, que facilita el ejercicio de la voluntad humana
respecto al bien -en la especificación de ese valor-. Pero la virtud, para entenderla en todo
su alcance, requiere una definición más completa. Virtud en términos completamente
generales, es la elevación del ser en la persona humana. La virtud es lo máximo a lo que
puede aspirar el hombre, o sea, la realización de las posibilidades humanas en el aspecto
natural y sobrenatural.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 105

Los valores son -decíamos- como una segunda lectura (más profunda y espiritual) de la
realidad; las virtudes son como una segunda naturaleza de la persona humana, elevando su
ser, actualizando sus posibilidades.
Las tendencias naturales del ser humano, ¿a qué tienden? A valores, que están en el
interior de la persona, descubiertos o no todavía por ella misma. ¿Y qué es, a este respecto,
una virtud? Es el desarrollo óptimo de una tendencia natural. Por contraste, cuando ese
desarrollo se distensiona, por defecto o por exceso, da origen a uno o más vicios. Por ej., la
irresponsabilidad y el perfeccionismo, en relación con la virtud de la responsabilidad.

Virtudes Preferentes
Hemos relacionado valores y virtudes, señalando, a la vez algunas diferencias entre
unos y otras. Debemos referirnos, ahora, a valores preferentes y a virtudes preferentes.
Toda educación propiamente dicha es educación de valores. También podemos decir que es
educación de virtudes.
En la educación de la voluntad, los valores son fuente de motivaciones y, por tanto,
preparan esa educación contribuyendo a una voluntad motivada. En cambio, las virtudes
facilitan habitualmente el ejercicio de la voluntad, y algunas son parte de esa educación.
Por ej., la educación de la fortaleza en el logro de una voluntad fuerte.
En cuanto a la voluntad, la fortaleza es una virtud humana preferente. También lo es la
prudencia, puesto que sin prudencia no hay justicia, fortaleza ni templanza. Diríamos lo
mismo de la virtud de la justicia, porque la fortaleza sin justicia es palanca del mal.
Es preferente, asimismo, la templanza, porque contribuye con la fortaleza a la
conservación del bien del hombre al “realizar el orden en el propio yo”. Del mismo modo,
tendrían carácter prioritario, en la educación de la voluntad, por su relación con el esfuerzo,
la constancia, la perseverancia y la tenacidad.
En cuanto al ámbito familiar e institucional, son virtudes preferentes las mismas que
Aristóteles denomina virtudes sociales. Son nueve: piedad, observancia, honor obediencia,
gratitud, vindicación, veracidad, amistad y liberalidad.
Como todas las virtudes, son personales. Llámense virtudes familiares o sociales para
indicar que son virtudes que han de vivir la casi totalidad de los miembros de una familia o
de una sociedad para que ésta no se desintegre.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 106

Aristóteles define la virtud como el incremento de una tendencia natural hasta su


máximum de alcance posible. Por lo que se refiere a las tendencias sociales, estudiar la
forma en que adquieren mayor alcance es estudiar las formas potenciadoras de la mejor
vida individual y social. Aplicadas al ámbito de la familia y/o de las instituciones, las
denominaremos virtudes familiares y/o institucionales, entendidas también como formas
potencializadoras de la mejor vida personal, familiar e institucional.
Como virtudes sociales, veíamos, son formas potenciadoras de la mejor vida individual
y social. Como virtudes (desarrollos óptimos) y como vicios (desarrollos distorsionados)
influyen en la conducta social. Tomas de Aquino, basándose en Aristóteles y Cicerón, aísla
9 radicales de sociabilidad y los estudia según sus desarrollos óptimos y según sus
desarrollos distorsionados hasta un total de 19 factores de conducta social.

Virtudes Familiares e Institucionales


Es fácil deducir, de lo anteriormente dicho, la importancia y las consecuencias positivas
-para las personas, las instituciones y la sociedad- del cultivo de estas nueve virtudes. Son
-decíamos- tendencias naturales óptimamente desarrolladas. Por consiguiente, son óptimos
de referencia (al origen, a la autoridad, a la fama, a la norma, al binomio dar-recibir, al
orden familiar, a la verdad, etc.). Son, pues, tendencias y óptimos a la vez.
La piedad es la óptima referencia al origen, es decir, la referencia a Dios, a los padres,
a la sociedad y a la tierra. Por ello, son factores dinámicos de la virtud de la piedad, la
religiosidad, el amor filial y el patriotismo. En relación con su desarrollo distorsionado cabe
destacar el fenómeno actual de la búsqueda de las propias raíces, es decir, de su origen
familiar o nacional.
La virtud de la observancia es el óptimo de referencia a la autoridad legítima, es decir,
a la autoridad de los padres y educadores. Es el desarrollo óptimo de la tendencia natural a
obedecer. Se desarrolla con su desarrollo distorsionado el igualitarismo masificador, que
tanto influye en la sociedad, hoy.
La virtud del honor se refiere a la admiración y reconocimiento tributado a los mejores,
o sea, a los que mejor saben servir y sirven. El honor es el premio a la virtud (Aristóteles).
Es el óptimo de referencia a la fama, y en familias cristianas, a la gloria, ser famoso ante
Dios, ser reconocido y alabado por Dios mismo. Y precisamente la forma evangélica de la
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 107

reprobación es “no os conozco”. Una forma distorsionada de esta tendencia es la


vanagloria o vanidad.
La virtud de la obediencia es la tendencia a observar lo mandado, el óptimo de
referencia a la norma. La gratitud es la tendencia a corresponder de algún modo a lo
recibido; es el óptimo de referencia al binomio dar-recibir.
La virtud de la vindicación es la tendencia a la restitución del orden familiar vulnerado.
Por ej., el abandono del hogar de uno de los cónyuges, la fuga de un hijo, etc. Si llega a
reconocer su error y a pedir perdón, al perdón de sus familiares ha de añadirle, por su parte,
el modo concreto de restituir por los daños ocasionados. Una forma distorsionada de esta
tendencia es la venganza.
La virtud de la veracidad es la tendencia a manifestar lo que es (especialmente la
propia subjetividad) como es. En el pensamiento actual es designada con el término
autenticidad. Son formas distorsionadas de la veracidad, la mentira, la hipocresía y la
jactancia.
La virtud de la amistad es la tendencia a dar lo que se es. Más puede dar un miembro
de la familia cuanto mejor es. Y siempre puede mejorar como persona, ser mejor. Dar lo
que se es se refiere también a esa segunda naturaleza que llega a tener la persona cultivando
virtudes. Dará más una persona a la familia si cultiva por ej., la cordialidad y la afabilidad,
por citar virtudes muy relacionadas con la amistad.
La virtud de la liberalidad es la tendencia a dar lo que se tiene, cuando otro lo necesita
y lo pide. Son formas distorsionadas de la liberalidad la avaricia y la prodigalidad.
Por otra parte, se puede ver la correlación que existe entre estas tendencias y las normas
morales de rango máximo, es decir, el Decálogo. Las cuatro virtudes primeras -piedad,
observancia, honor y obediencia- constituyen la referencia al origen, es decir, al principio
del ser, de la vida, del orden y del saber. Su deber ser está indicado en los cinco primeros
preceptos del Decálogo: honrar a Dios, a los padres, a la patria, a las autoridades, a los
maestros.
El deber ser de la virtud de la amistad está indicado negativamente en los preceptos del
Decálogo 6º (amar la vida y no privar de ella a nadie, no atentar contra ella).
El deber ser de la virtud de la liberalidad está indicado negativamente en los preceptos
del Decálogo 8º y 10º (no despojar a otro de lo que tiene ni desear despojarlo).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 108

El deber ser de la virtud de la veracidad está indicado negativamente en el 9º precepto


del Decálogo (no mentir, no calumniar, no difamar).
Esta correlación es útil para mostrar la dimensión familiar, institucional y social del
Decálogo, y para advertir algunas características de las relaciones entre la norma moral y el
desarrollo óptimo de las tendencias naturales.
Cada familia, institución y sociedad tiene su propia cultura. Pero ¿cómo descubrir si es
una cultura verdadera? Una de las vías para descubrirlo consiste en indagar si se ajusta, por
una parte, al desarrollo óptimo de las tendencias naturales -es decir, si se cultivan las
virtudes familiares e institucionales- y, por otra, al respeto de las normas morales, que
marcan el límite cuya violación empobrecería la libertad misma. Obsérvese que la
moralidad no es otra cosa que la garantía última de la libertad humana.
Y ¿cuál es la relación de este contenido con la educación de la voluntad? Una cultura
familiar, institucional y/o social verdadera promueve y facilita el desarrollo de la voluntad
humana, especialmente como voluntad libre.

La Virtud de la Fortaleza
Ahora, debemos ocuparnos de la fortaleza y de su educación, como parte importante de
un proceso de mejora personal que permita pasar de una voluntad débil a una voluntad
fuerte. La fortaleza es la virtud del “bien arduo”, un bien difícil de alcanzar. Por tanto, la
persona, en la consecución de un bien difícil de lograr, tendrá que enfrentarse a riesgos, a
peligros, etc., no por afán de vivir peligrosamente, sino de vivir rectamente.
De lo que se trata es de realizar el bien o conservarlo. Por consiguiente, si la esencia de
la fortaleza consiste en aceptar el riesgo de ser herido en el combate por la realización del
bien, se está dando por supuesto que el que es fuerte o valiente sabe qué es el bien y que él
es valiente por su expresa voluntad de bien.
¿Qué es la fortaleza? No es otra cosa que la disposición para realizar el bien aun a costa
de cualquier sacrificio. Pero actualmente la palabra sacrificio está muy mal vista. Los dos
actos capitales de la fortaleza son el resistir y el atacar. El más propio de la fortaleza es el
resistir. No hay pasividad en el resistir cuando supone un valioso acto de perseverancia en
la adhesión a la verdad y al bien.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 109

Ser fuerte o valiente no quiere decir no tener miedo, sino el no dejar que el miedo le
fuerce al mal o le impida la realización del bien. Todos los seres humanos tenemos
numerosas oportunidades de ser valientes, es decir, de superar miedos que nos inclinan a
hacer lo que no debemos, en lo grande o en lo pequeño. Se trata de saber resistir frente a las
incitaciones de personas concretas o del comportamiento de la mayoría, con la complicidad
de nuestros miedos.
En épocas de corrupción y de cobardía generalizadas ser fuerte o valiente es ser,
además, un auténtico rebelde. El acto más propio de la fortaleza, el resistir, supone también
otra virtud; la paciencia. Paciente es no el que no huye del mal, sino el que no se deja
arrastrar por su presencia a un desordenado estado de tristeza.
La fortaleza reclama también el apoyo de la virtud de la esperanza, que no debe
confundirse con un enfermizo afán de seguridad. Porque ser valiente no significa tan sólo
ser herido o muerto en el combate por la realización de lo que es bueno, sino también
esperar la victoria. Sin esta esperanza no es posible la fortaleza.
Pero el don espiritual de la fortaleza sobrenatural se nutre de la más cierta de las
esperanzas en la más alta y definitiva de las victorias, aquélla en la que todas las demás
victorias, que le están secretamente ordenadas, alcanzan su culminación: la esperanza de la
vida eterna.
Podemos considerar la virtud de la fortaleza a diferentes niveles: la vida, muerte y
resurrección de Jesucristo nos ofrece un ejemplo bien conocido del más alto nivel, como
virtud heroica. También en la vida ordinaria, de todos los días, podemos encontrarnos
constantemente en el ejercicio de la virtud de la fortaleza, resistiendo y acometiendo, en un
sinfín de cosas pequeñas, de pequeñas contrariedades, de múltiples mortificaciones.
En la superficie del acontecer diario, en lo menudo e innumerable -que puede ser
heroico por el número y la perseverancia- se tiende ante nosotros un campo dilatado donde
encuentra libre juego toda modalidad de comportamiento que, encarándose activamente con
el mundo, se aferra al bien y lo practica, librando batalla contra la oposición que puedan
presentarle la estupidez, la pereza, la maldad o la ceguera, en primer lugar, de uno mismo.
Estas batallas en lo diario y pequeño son parte principal de la educación de la voluntad
(Otero, 2002).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 110

7. Apoyos en la Educación de la Voluntad


El Apoyo del Ejemplo
La educación de la voluntad de los hijos o de los educandos no depende solamente de
la calidad de la acción educativa de padres y educadores, sino también de una serie de
factores que podríamos llamar “apoyos de la voluntad”. Evidentemente, el primer apoyo de
la voluntad es el ejemplo de un alto nivel de voluntad en los padres y educadores: un alto
nivel de voluntad fuerte, sana, libre y buena.

Apoyos ya Citados
En primer lugar, la motivación y la educación del esfuerzo, en sus diferentes tipos y en
diversas situaciones. Y siempre para alcanzar objetivos valiosos, haciendo uso de las
propias energías en la superación de resistencias, de dificultades.
En segundo lugar, la educación de la inteligencia, dada la estrecha relación entre
inteligencia y voluntad, que requiere hablar, como vimos, de voluntad intelectualizada. Se
ha intentado sustituir, hace algunos años, el concepto de “voluntad” por el de
“motivación”, porque eso permitía adoptar un punto de vista determinista para explicar la
conducta humana.
Naturalmente, esta sustitución no es válida. Sustituir la voluntad por un sistema
determinista para así poder estudiar científicamente el comportamiento es más bien un mal
chiste. En cambio, nuestra voluntad necesita el impulso de la motivación. Y desde luego, la
motivación facilita la educación de la voluntad.
En cuarto lugar, como vimos anteriormente, todas las virtudes son un valioso apoyo no
sólo para una voluntad fuerte, sino también para una voluntad sana, porque la enferma toda
acción y todo vicio que vayan contra el bien; y la sanan todo acto bueno, todo hábito bueno.
Y lo mismo para una voluntad libre, porque la conquista de la libertad supone el
ejercicio de virtudes. Y también para la voluntad buena, cuya referencia es la rectitud, y la
capacidad de rectificar, buscando el bien.
Voluntad y virtud coinciden en el bien. La virtud es una disposición habitual y firme a
hacer el bien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí
misma. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el
bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 111

Hablamos de las virtudes humanas, como perfecciones habituales, del entendimiento y


de la voluntad, que proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida
moralmente buena. Convendría añadir que las virtudes humanas adquiridas mediante la
educación, mediante actos deliberados, y una perseverancia, reanudada siempre en el
esfuerzo, son purificadas y elevadas por la gracia divina. Con la ayuda de Dios forjan el
carácter y dan soltura en la práctica del bien.

Otro Apoyo: la Atención


En quinto lugar, tendríamos que ocuparnos de la atención. Atender significa aplicar
voluntariamente el entendimiento a un objeto espiritual o sensible. Por consiguiente,
atender significa un modo de escuchar, de mirar, de entender. El sujeto, al atender, pone
intencionalidad. ¿O más bien habría que decir que pone atencionalidad?
En este sentido, la atención es una consecuencia de la educación de la voluntad. Pero
no siempre la atención es voluntaria. La atención está regida por dos grupos de verbos, de
dirección opuesta. La atención se da, presta, concede, aplica, o bien es atraída, llamada,
cautivada.
Algo atrae mi atención porque está dotado de un valor que despierta mi interés. Es
decir, tengo motivos para atender. Mi atención enlaza con la afectividad, porque las
motivaciones son uno de los principales tipos de fenómenos afectivos. También puedo
tener razones atendibles, es decir, dignas de atención. Entonces, mi atención enlaza con la
inteligencia. En ambos casos, la atención es un apoyo en la educación de la voluntad.
Estamos descubriendo la enorme importancia de la atención en la conducta humana.
Atendemos a lo que preferimos, a lo que nos atrae. Pero nuestras preferencias se refieren a
los valores vividos. Para contestar a la pregunta ¿cómo me estoy comportando?, tendré que
pensar antes en mis preferencias, en los valores que procuro vivir -especialmente en el
valor coherencia-.
Tendré que referirme al grado de coherencia que hay entre lo que sé y lo que quiero,
entre lo que pienso y lo que hago, etc. También tendré que descubrir si soy prisionero de lo
inmediato o de mis estados de ánimo, o del flujo estimular del ambiente.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 112

Somos seres inteligentes y libres, aunque a veces nos comportemos como si no lo


fuéramos. Por ej., cuando nos empeñamos en ser prisioneros de algo; de los estímulos, de lo
urgente, de las costumbres o modas de la mayoría, etc.
¿Quién ejerce en mí el control de mi conducta? ¿el estímulo, el mensaje más urgente, la
fascinación o mi atención inteligente, mi atención libre? He de atender a lo que me
estimula, a lo que me atrae, a lo que me interesa, a lo que me urge, pero a la luz de mi
inteligencia (atención inteligente) y con la fuerza de mi querer de voluntad (atención
voluntaria).
Claro está que el poder de mi voluntad -iluminada por la inteligencia- no es absoluto,
sino político. Mi voluntad tiene que negociar el gobierno de mi conducta con diversos
deseos e intereses que también aspiran a mandar. Por ej., queremos pensar en un asunto y
una preocupación se opone a nuestro propósito.
No debo desanimarme por esa dualidad de fuerzas (afectivas y voluntarias) que
experimento. Ni tampoco porque mis buenos propósitos se vean dificultados por
interferencias que proceden de mí mismo. Con paciencia, con tenacidad, tengo que
reconducir mis energías, dispersas y enfrentadas, hacia lo que quiero hacer, hacia mi
proyecto libre.
Aprendemos a atender libremente cuando superamos el estar divididos entre el sentir y
el pensar, integrados ambos en nuestro querer. Porque queremos, atendemos. Nuestro
pensamiento ilumina la meta y el camino, es decir, nuestros proyectos. La afectividad nos
mueve. En la voluntad se articulan impulso, decisión y acción.

Un apoyo más: la Admiración


Actualmente, muchas personas no tienen tiempo para pensar, quizá porque no saben o
porque son prisioneros de una trepidante actividad, en parte debida a la sociedad de
consumismo en que vivimos.
Pero vivir la vida no es vivirla del todo, si no se vive reflexivamente. Sin esta actitud de
búsqueda para lo ya conocido, nuestra capacidad de admiración queda casi agotada en
algunos hechos más o menos extraordinarios, y lo demás se reduce a un desierto donde todo
es arrasado por la monotonía.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 113

Si no sabemos o no acostumbramos a pensar, nuestro deseo de conocer será escaso. Y


el deseo de conocer es previo a todo acto de admiración. Este deseo puede referirse a
profundizar sobre la vida misma.
En principio tendríamos que aprender a mirar, a lo que se opone la rutina y la
precipitación. Para llegar a admirar es preciso antes haber mirado con cariño -que esto es
contemplación- al objeto. La contemplación es una instalación admirativa de la vida, tanto
exterior como interior. Consiste en la apertura hacia el ser, la belleza, la verdad y el bien.
La admiración es un apoyo importante en la educación de la voluntad en cuanto es una
actitud de apertura: nos dispone habitualmente a abrirnos al mundo de las cosas y al mundo
de las personas. ¿De qué nos admiramos? De lo nuevo que descubrimos en lo conocido -en
lo que creemos conocer-. Nos admiramos, ante todo, de las personas, porque siempre nos
pueden sorprender, porque su personalidad es una estructura abierta, que no actúa de forma
absoluta bajo ningún determinismo.
Hay mucha realidad ignorada, porque nuestra capacidad de admiración es muy
reducida, al poco tiempo, lo que nos admiraba pierde el atractivo. Sin embargo, es necesaria
la admiración para disfrutar de la realidad. Lo que da igual no aporta nada a nuestro
entendimiento y tampoco estimula la voluntad. Hay que salir como sea de esa actitud de
indiferencia. No es bueno para el hombre estar aburrido, y al aburrimiento se llega, entre
otros, por este camino.
¿Qué podemos hacer para evitar no sólo el aburrimiento y la indiferencia, sino también
el desencanto? Mantener nuestra capacidad de sorprendernos, de ilusionarnos, de hacer
buenas preguntas.
Las cosas no nos dicen nada, si el hombre no tiene qué preguntarles. Le corresponde al
hombre el iniciar el diálogo con su mundo circundante, que tiene la capacidad de ser su
interlocutor válido. En último término, es cuestión de vivir valores espirituales, de cultivar
virtudes humanas, porque sin disponer de recursos interiores, es imposible ver en sí mismo
ni en los otros seres nada que sea objeto de admiración.
A partir de estos recursos interiores, sugeriría algo muy difícil, pero posible: estrenar la
vida cada día, creativamente. ¿Para qué? Para vivir esos valores espirituales, relacionados
con la verdad, el bien y la belleza. Para cultivar virtudes tales como la sencillez, la
austeridad, la elegancia, la solidaridad, etc.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 114

Por ej., la admiración a los libros y al estudio. No hay que pasar de los libros ni tenerles
miedo. No es posible interpretar nuestra propia vida y la del mundo que nos rodea en clave
de verdad, sin una predisposición a la lectura reposada.
Por ej., la admiración a las cosas bien hechas, a la propia profesión, a la amistad. La
amistad es una aventura que merece ser realizada. Por ej., la admiración al mundo de los
niños, al mundo del dolor, al mundo de los enfermos. Nos admiramos de que la enfermedad
sea la protagonista de una vida. No cabe duda que el dolor es un misterio, por eso nos
asombramos ante él.
Algunos -los no creyentes- se escandalizan, se tropiezan con el absurdo. Para quienes
saben que Dios existe, necesitan acudir a Él para entender el dolor dentro de la economía de
la salvación.
Por ej., la admiración de la rapidez con que se nos va el tiempo. Nos admiramos de que
nuestro tiempo (psicológico) no coincida con el real (cronológico). Tenemos que aprender a
estar en el tiempo, a administrarnos en el tiempo. Admirarnos del tiempo es situarse en el
ámbito de lo trascendental.
La admiración nos puede ayudar a interpretar la vida en clave positiva; a ver el lado
bueno de la vida, de lo que acontece; a reírnos interiormente, en lugar de quejarnos sin ser
ingenuos. Es, pues, un buen apoyo para la educación de la voluntad (Otero, 2002).

V. Modelo Psicoanalítico (Formación de la Conciencia)


Temáticas
1. Introducción
2. Topografía de la mente
3. Estructura de la personalidad
4. Desarrollo de la personalidad
5. Etapas de desarrollo psicosexual
6. Criterios de anormalidad
7. Mecanismos de defensa del ego
8. Criterios para una personalidad y una vida ideales
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 115

1. Introducción
De acuerdo con Brainsky (2000), la psicología dinámica es el estudio de lo
inconsciente, o en otros términos, el estudio del interjuego funcional que existe entre
nuestras motivaciones conscientes y los impulsos y deseos inconscientes. Su base es el
psicoanálisis, tal como lo concibieron y estructuraron Sigmund Freud y sus discípulos.

Psicoanálisis
Es el nombre que se da a un método para investigar los procesos mentales
inconscientes y a un enfoque de psicoterapia. El término se refiere también a la
estructuración sistemática de la teoría psicoanalítica, basada en la relación entre los
procesos mentales conscientes e inconscientes (Feldman, 2002).

Sigmund Freud
Las técnicas del psicoanálisis y gran parte de la teoría psicoanalítica basada en su
aplicación, fueron desarrolladas por el neurólogo austriaco Sigmund Freud (1856-1939).
Sus trabajos sobre la estructura y el funcionamiento de la mente humana tuvieron un
gran alcance, tanto en el ámbito científico como en el de la práctica clínica.

El Modelo Psicoanalítico de la Psicopatología


Este modelo sostiene que la conducta anormal es provocada por conflictos de la
infancia surgidos de los deseos contrapuestos a lo sexual y a la agresividad.
Si estos conflictos de la infancia no son resueltos con éxito, permanecen sin resolverse
en el inconsciente, ocasionando eventualmente en la edad adulta el comportamiento
anormal (Feldman, 2002).

El Punto de Vista Dinámico


El abordaje dinámico implica la noción de intercambio constante de fuerzas,
pensamientos encontrados y en pugna, en términos de carga y descarga. Establece ya qué
determinados contenidos no logran penetrar a la conciencia (represión primaria) o son
expulsados de ella (represión secundaria) por censuras.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 116

La noción fundamental del punto de vista dinámico se relaciona con la noción de un


fluir contradictorio de fuerzas, emociones y pensamientos que constituyen el conflicto. En
tanto que hay vida psíquica, el conflicto es inextinguible. Pero el conflicto no es sinónimo
de patología; puede originarla, según su propia naturaleza y la forma como las funciones de
la personalidad lo elaboran.
Los contenidos ideativos expulsados de la conciencia se asocian entre sí formando las
constelaciones de afectos reprimidos, a las que Jung dio el nombre de complejos
autóctonos.
El complejo corresponde a conjuntos de ideas y afectos reprimidos expulsados de la
conciencia, asociados entre sí y que tienden a abrirse paso. Sin embargo, este acceso a la
motricidad y a la percepción consciente está sellado por la represión y los contenidos se ven
forzados a buscar otras vías indirectas de descarga.
Los lapsus, los síntomas de enfermedad mental, las explosiones no justificadas de
irritabilidad, los sueños o las somatizaciones son algunos de estos caminos indirectos.
Las ideas y emociones expulsadas son confinadas al inconsciente pero no se extinguen;
buscan una y otra vez la descarga sustitutiva, fenómeno de eterno regreso que Freud
denominó el retorno de lo reprimido (Brainsky, 2000).

El Punto de Vista Económico


El abordaje económico está ligado al dinámico y se refiere al quantum, a las
magnitudes de las fuerzas encontradas en conflicto. Así, si en una situación de conflicto
predomina cuantitativamente lo reprimido, los contenidos se abrirán paso a la conciencia,
en tanto que, si es mayor la intensidad de la censura represora, las ideas o emociones no
tendrán acceso a la conciencia.
Por supuesto, lo que se observa siempre es un compromiso entre la censura y lo
reprimido, mediada por el yo, y que se observa siempre a través de un producto siempre
híbrido, tal como el lapsus, el sueño o el síntoma de la enfermedad.
En el abordaje económico se consideran también una serie de hipótesis conceptuales
destinadas a explicar el aparato psíquico en términos de una organización funcional, cuya
finalidad básica es la liberación del exceso de estímulos. De esta manera, el organismo
tiende a mantener la tensión lo más cercana posible a cero. Es el principio de homeostasis.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 117

De esta tendencia general al equilibrio homeostático surge lo que Freud denomina el


primer principio del suceder psíquico, el principio del displacer-placer: a mayor carga, a
mayor tensión, el organismo experimenta mayor displacer, y a mayor descarga, a menor
tensión, experimenta mayor placer.
Freud asume que en los primeros meses de la vida el infante es regido casi totalmente
por el principio del placer. Posteriormente, y sobre la base de frustraciones y gratificaciones
adecuadamente dosificadas, el principio del placer se complementa con el principio de
realidad (segundo principio del suceder psíquico) que implica capacidad de espera, de
aplazamiento y, por lo tanto, el comienzo del proceso del pensamiento. El aparato psíquico,
pues, está diseñado para ligar (liberar) excesos de energía (Brainsky, 2000).

2. La Topografía de la Mente
Una de las piedras angulares del sistema de conceptos de Freud fue su firme creencia
en la división de la psique en diferentes estratos, en ocasiones opuestos entre sí. Lo que una
persona experimenta conscientemente es sólo una pequeña porción de su vida mental. Por
lo tanto, Freud distinguía entre los sistemas consciente, preconsciente e inconsciente
(DiCaprio, 1989).

El Consciente
Es la noción o conocimiento de las sensaciones, pensamientos y sentimientos que
experimentamos en un momento determinado.
Se concibe como lo que conocemos espontáneamente en vigilia; lo captado por nuestra
percepción-conciencia, que nos proporciona una vivencia inmediata del yo y del mundo.
Consiste en darse cuenta de lo que ocurre como resultado de la estimulación externa,
del restablecimiento de las experiencias internas, o de ambas combinaciones.

El Preconsciente
Se forma de recuerdos latentes, los cuales pueden pasar deliberadamente al consciente,
o surgir a través de asociación con experiencias actuales.
En él se encuentran contenidos (ideas, afectos, fantasías, recuerdos) que no podemos
alcanzar sino al vencer un cierto obstáculo.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 118

El Inconsciente
Es la esfera más grande y significativa de la mente. De hecho, Freud definió al
psicoanálisis como la ciencia del inconsciente.
Corresponde al estrato virtual más profundo del aparato psíquico. Es el depósito mental
del pasado, no obligado por el deber o la restricción moral, comúnmente inaccesible a la
conciencia. A pesar de que no se experimenta directamente, tiene efectos profundos en el
contenido y el funcionamiento de la actividad consciente y preconsciente (DiCaprio, 1989).

Tabla 5. La topografía de la mente.


Consciente Preconsciente Inconsciente
Conciencia como resultado Recuerdos latentes que Es la esfera más grande y
de la estimulación externa o surgen espontánea y significativa de la mente. No
de experiencias internas deliberadamente o a través de se experimenta directamente.
revividas. asociación con estimulación
actual.
Lo captado por nuestra En él se encuentran Depósito mental del pasado,
percepción-conciencia, que contenidos (ideas, afectos, no obligado por el deber o la
nos proporciona una vivencia fantasías, recuerdos) que no restricción moral,
inmediata del yo y del podemos alcanzar sino al comúnmente inaccesible a la
mundo. vencer un cierto obstáculo. conciencia.

Es la noción o conocimiento Filtro entre el consciente y el Tiene efectos profundos en el


de las sensaciones, inconsciente. contenido y el
pensamientos y sentimientos funcionamiento de la
experimentados. actividad consciente y
preconsciente.
Fuente: Teorías de la personalidad. (DiCaprio, N., 1989).

Pruebas de lo Inconsciente
Aunque los contenidos del inconsciente no llegan directamente a la conciencia, se sabe
de su existencia por inferencia, es decir, a través de las manifestaciones básicas de sus
derivados, que son: los lapsus linguae, los actos fallidos, los chistes, los sueños, la creación
artística, los mitos, los cuentos infantiles, y en su forma más característica y dramática: los
síntomas de la enfermedad mental.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 119

El Determinismo Psíquico
De acuerdo con este principio, cualquier acontecimiento psicológico tiene una
explicación o causa adecuada. Con respecto a los síntomas, la aplicación de este principio
significa que estos son explicables, no simplemente suceden.
Además, tienen significado para la persona, sirven a un propósito. Si el propósito no es
percibido en forma consciente, entonces el síntoma sirve a un motivo inconsciente, del que
la persona no se percata.
Cuando un motivo o conflicto consciente se torna inconsciente, persiste y continúa
afectando la conducta como si fuera consciente. Si una persona no puede descubrir la causa
de sus síntomas, probablemente no hay forma de eliminarlos.

3. La Estructura de la Personalidad
Freud concibió que la personalidad está conformada por sistemas opuestos que se
encuentran continuamente en conflicto entre sí. Dicho punto de vista estructural atañe a tres
instancias, a tres grupos hipotéticos de fuerzas dotadas de energía dinámica, que no pueden
entenderse aisladamente, dado que cada uno existe en función de los otros. Estos son:
1) El ello o id
2) El yo o ego
3) El superyó o superego
El id representa los impulsos psicobiológicos o el yo inferior; el ego representa el
agente consciente o el yo controlador; el superego es el aspecto moral y social de la
personalidad o el yo superior. Cada sistema lucha por dominar la personalidad lo más
posible.
El id desprecia las consideraciones de realidad y moralidad y las tensiones asociadas
con las necesidades; el ego procura ser racional y realista; el superego busca eliminar los
impulsos y se esfuerza por alcanzar objetivos morales o ideales.
Pero es imposible suprimir ninguno de los componentes básicos de la personalidad. La
única solución es que el ego se haga cargo de la personalidad y les conceda alguna
expresión, pero en forma controlada (DiCaprio, 1989).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 120

El Ello o Id
Es el componente original de la personalidad, el único que está presente al nacer y que
contiene los aspectos heredados, instintivos y primitivos de la personalidad; es la fuente de
toda energía.
Representa el componente psicológico de las necesidades biológicas (instintos); para
cada necesidad biológica existe un impulso correspondiente en el id (pulsión), que se activa
al activarse la necesidad.
Opera por completo en el inconsciente y su único propósito es la reducción de la
tensión generada por pulsiones primitivas relacionadas con el hambre, la sexualidad, la
agresividad y los impulsos irracionales. Estas son pulsiones alimentadas por la energía
psíquica o libido.
Por ejemplo, conforme la necesidad de alimento aumenta en intensidad, dicho deseo,
que tiene lugar en el id, también se intensifica (pero no en forma consciente). En algún
punto la intensidad del impulso del id es suficiente para experimentarse en el ego como un
deseo consciente.

El Principio del Placer


El id está gobernado por el principio del placer y los procesos primarios de
pensamiento. El principio del placer expresa la idea de que la motivación más fundamental
de los seres humanos es la búsqueda del placer, primero a través de la reducción de los
impulsos básicos.
El id induce a la persona a buscar alivio inmediato a la tensión cada vez que ésta se
presenta. La tensión surge cuando las necesidades se activan y se reduce cuando son
satisfechas. El alivio de la tensión fue considerado por Freud como la principal fuente de
placer.
Por tanto, la ausencia de tensión por las necesidades era para él la forma más elevada
de la existencia humana. Cuando el id domina al ego, el principio del placer prevalece a
costa de las consideraciones realistas y moralistas.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 121

Los Procesos Primarios de Pensamiento


El inconsciente se rige por una forma operativa de funcionamiento que Freud denominó
proceso primario, y que se caracteriza por una energía continuamente fluida, móvil y no
ligada que preside la vida de los niños y la infancia de los pueblos.
Para Freud los procesos primarios significaban pensamientos fantásticos, ilógicos y
satisfactores de deseos. Estos pensamientos son inducidos por intensos motivos
insatisfechos del id.
Es la forma primera, o más temprana de pensamiento. Es altamente personal o
autístico. No sigue las reglas de la lógica, la realidad o del sentido común.
Cuando el ego se encuentra bajo la influencia del id (como cuando la persona está
motivada sexualmente), los procesos primarios de pensamiento son capaces de reemplazar
al pensamiento realista, el cual es la función propia del ego. Entonces el ego puede
construir un mundo de fantasía. Las limitaciones ordinarias de la realidad se suspenden. La
ensoñación es un ejemplo de proceso primario del pensamiento.
El principio del placer y los procesos primarios del pensamiento tienen lugar en el ego,
pero son inducidos por el id. Cuando los impulsos del id son intensos, las actividades
propias del ego se ven adueñadas por el principio del placer y los procesos primarios del
pensamiento.

¿Por Qué el Id?


Podemos preguntarnos por qué Freud propuso la existencia del id. La respuesta es que
observó repetidamente una discrepancia entre la motivación consciente y la inconsciente.
Lo que una persona podría aducir como motivos conscientes para una conducta
específica, no explicaban adecuadamente dicha conducta. Motivos diferentes,
aparentemente inconscientes, están detrás de dicha conducta.
Un ejemplo es el padre que afirma amar a su hijo y sin embargo lo castiga severamente,
incluso por asuntos triviales. Para Freud tiene más sentido inferir que el padre resiente
inconscientemente tener un hijo.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 122

El Yo o Ego
El ego es la proyección en superficie del aparato mental. Es la modificación que se
produce en el ello por el contacto con la realidad.
Es el administrador de la personalidad, lo que comúnmente se experimenta como el
sujeto y el objeto de la acción, el yo o el sí mismo. Su función principal es encargarse de
satisfacer las necesidades.
El ego se deriva de la actividad de los centros superiores del cerebro. Todas las
facultades psicológicas (percepción, memoria, razonamiento, aprendizaje, solución de
problemas, toma de decisiones, etc.) están a disposición del ego.
El ego puede llegar a conocer y a aprehender el mundo externo. A diferencia del id,
está en contacto constante con el medio exterior.
Freud creía que una porción del id se diferenciaba dentro de una parte distinta de la
personalidad, el ego. Conforme crece el ego, el id se debilita.
El niño en desarrollo debe aprender a obedecer el principio de la realidad y a utilizar
procesos secundarios de pensamiento (correctos y lógicos).
El ego desarrolla su fuerza tomando energía del id. Hace esto para invertir esa energía
en elegir objetos, intereses y actividades.

El Principio de la Realidad
Este principio significa que el ego debe considerar todos los hechos pertinentes en el
proceso de satisfacer las necesidades.
Dado que la búsqueda directa del placer es por lo general imposible, hay conflictos
continuos entre el principio del placer del id y el principio de realidad del ego.
Pero el ego tiene la capacidad necesaria para asegurar la satisfacción de las
necesidades: por tanto, el principio de la realidad está apoyado por los procesos secundarios
de pensamiento.

Los Procesos Secundarios de Pensamiento


A medida que se va desarrollando el niño, el proceso primario es complementado y
hasta cierto punto reemplazado por el pensamiento de la lógica formal, que corresponde al
llamado proceso secundario.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 123

Según Freud, se refiere a pensamientos que sean válidos. La persona debe percibir
correctamente, seguir las reglas de la lógica y aprender las leyes naturales, necesita estar en
contacto con el mundo real.
Los procesos secundarios del pensamiento luchan con los procesos primarios del
pensamiento y a menudo son vencidos por éstos, debido a que requieren menos esfuerzo y
producen un alivio inmediato de las tensiones insoportables.
Al final, los procesos secundarios de pensamiento sirven al principio de la realidad, el
cual, alternativamente debe obedecerse, si la persona quiere subsistir.

El Superyó o Superego
Freud utiliza este término para designar el aspecto ideal moral del yo. Cuando alguien
sigue su conciencia o persigue sus ideales, el superego ejerce dominio sobre el ego. Por
tanto, el ser moralista o perfeccionista compite con el ser realista o buscar placer.
Esta estructura se desarrolla en último término, integrándose a la personalidad hacia los
tres a cinco años de vida, cuando se aprende a distinguir el bien del mal.
El término puede significar el mejor ego. Este criterio le permite ser preconsciente, de
tal manera que a través de la exploración del consciente pueda identificar el principio o
precepto que se viola. También designa una región inconsciente de la mente que contiene
los preceptos aprendidos durante las primeras etapas de la vida.
El superego se forma en la infancia, cuando el niño percibe a sus padres como seres
casi divinos. La conciencia y los ideales que se introyectan son altamente moralistas o
idealistas. Por tanto, el superego impone al ego demandas morales e idealistas imposibles.
La formación del superego se fomenta en gran medida por la identificación del niño
con el progenitor del mismo sexo, asumiendo sus características.
Debido a que los padres pueden retirar su amor y castigar al niño, una parte de la
identificación implica la internalización de esa autoridad paterna.
Una parte del ego, los mandatos de los padres, penetra posteriormente en la esfera del
superego, separándose del ego y volviéndose inconsciente.
En este papel, el superego juzga y ordena las reglas de conducta que el ego debe seguir
en su labor de satisfacer las demandas del id.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 124

Al igual que el niño teme la autoridad de los padres debido a su autoridad sobre él, así
también el superego es temido como representación psíquica del padre, debido a su poder.
Por tanto, el ego tiene que luchar no sólo con las presiones del id y los requerimientos
de la realidad, sino también con las demandas del superego, que constantemente lo
controla. Violar las órdenes del superego crea en el ego culpa, ansiedad, autodesprecio y el
deseo de ser castigado.

La Conciencia y el Ideal del Yo


El superyó está formado por dos componentes importantes: la conciencia y el ideal del
yo.
La conciencia: representa las prohibiciones culturales, la cual nos impide realizar
acciones que infringen la moral, que es la ciencia que trata del bien en general, y de las
acciones humanas en orden a su bondad o malicia.
El ideal del yo: es el código moral, una representación de la conducta perfecta para que
el individuo la emule. Representa la perfección y las recompensas por el buen
comportamiento, que nos motiva a hacer lo que es moralmente correcto.
Como consecuencia del miedo, el niño deja de lado su apego y competencia y en
cambio se identifica con el progenitor del mismo sexo. El niño entonces aprende a ser
miembro de su propio género por identificación con el progenitor del mismo sexo.
La persona madura asume gradualmente los preceptos de la conciencia y los expone al
escrutinio del ego. En otras palabras, si el desarrollo es normal, la fuerza controladora en la
personalidad se convierte cada vez más en ego. La conciencia se hace cada vez más
consciente.
Asimismo, en el adulto maduro los mandatos de la conciencia son moderados
comúnmente o incluso desobedecidos del todo de cuando en cuando. Es decir, la persona
aprende a adaptar su código de valores a las necesidades y circunstancias, basándose en el
principio de realidad y los procesos secundarios de pensamiento.
De acuerdo con Freud, un factor significativo en el desarrollo del superego es la
manera en que se resuelve el Complejo de Edipo. Este implica la atracción romántica del
niño hacia el progenitor del sexo opuesto. Al mismo tiempo, el progenitor del mismo sexo
es temido y amado.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 125

Si es normal la resolución del Complejo de Edipo, tienen lugar cambios importantes en


la conciencia y el ideal del yo. Se forman actitudes fundamentales hacia las autoridades,
hacia miembros del mismo sexo y del sexo opuesto, hacia la aceptación de papeles
ordenados por la cultura, etc.
El fracaso al resolver este complejo puede ocasionar la conservación de los conflictos y
actitudes primitivas hacia otras personas significativas, un factor que dificulta el proceso de
socialización (DiCaprio, 1989).

Tabla 6. La estructura de la personalidad.


Id-Ello Ego-Yo Superego-Superyó
Es la parte primitiva de la Es sinónimo de la Es el componente moral o
psique. personalidad global. cultural de la personalidad.
Compuesta de instintos Sirve y controla al id. Se opone al id y al ego.
psicobiológicos heredados.
Es la fuente de energía Administra la personalidad, Tiene dos funciones:
psíquica. utilizando las facultades conciencia e ideal del yo.
psicológicas.
Funciona conforme al Obedece al principio de Lucha por fines moralistas y
principio del placer, realidad; distingue entre lo perfeccionistas; es primitivo
reduciendo la tensión. objetivo y lo subjetivo. en el neurótico.
Controla la acción refleja y Se caracteriza por procesos Promueve el autocontrol;
se caracteriza por procesos secundarios de pensamiento. inhibe los impulsos del id.
primarios de pensamiento.
Es totalmente inconsciente. Es consciente, preconsciente Es consciente, preconsciente
e inconsciente. e inconsciente.
Fuente: Teorías de la personalidad. (DiCaprio, N., 1989).

Primera Teoría Instintiva


Esta teoría se basa en la postulación de un grupo de instintos que reunió bajo la
denominación de instintos sexuales, dotados de una energía que llamó libido, frente a otro
grupo de instintos más cercano a la conciencia y a las modificaciones de la experiencia, que
denominó instintos del yo o instintos de autopreservación, a los que adjudicó una energía
propia que llamó interés.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 126

En el contexto de esta teoría se establece la contradicción y el conflicto entre los


instintos sexuales y los instintos del yo, entre la libido y el interés. Entonces, los fenómenos
patológicos, como las neurosis, se plantearían como conflictos entre el yo y el ello.
El término neurosis se refiere a un grupo de enfermedades mentales menores, en
comparación con las psicosis, en que se destacan los trastornos subjetivos. Las neurosis se
distinguen por la presencia constante de la ansiedad y la utilización masiva de los
mecanismos de defensa contra ésta, que deviene rígidos y obsoletos (Brainsky, 2000).
La neurosis puede manifestarse en términos de:
1) Síntomas físicos
2) Síntomas psíquicos
3) Estructura de carácter (una forma de ser abierta o soslayadamente rígida)
Para que se produzca una neurosis se requieren dinámicamente tres condiciones
básicas:
1) Que se reactive un deseo infantil erótico u hostil, prohibido, desencadenado por
vivencias actuales.
2) Que el yo movilice defensas (represión) contra estos derivados instintivos
renovados.
3) Que esta defensa (represión) no sea totalmente exitosa, lo cual lleva al constante
retorno de lo reprimido y a la necesidad de poner en marcha nuevas defensas.
El yo se ve confrontado con deseos infantiles prohibidos. Si la personalidad los acepta
y los actúa, el cuadro clínico corresponde a la perversión, definida como un patrón sexual
de relación en el que predominan componentes arcaicos y parciales.
Vale la pena agregar que, desde el punto de vista psicoanalítico, para considerarse
perversión, debe ser la forma exclusiva o francamente predominante de satisfacción sexual.
Si la personalidad rechaza estos deseos infantiles y los reprime, el cuadro clínico
corresponde a la neurosis. Así, para Freud, la neurosis es la defensa contra la perversión.
Actualmente se tiende a considerar que tanto la neurosis como la perversión
constituyen defensas contra mecanismos más arcaicos y potencialmente más
desintegradores de la personalidad, como las psicosis (Brainsky, 2000).
De esta teoría instintiva surge una primera clasificación de las neurosis:
1) Las neurosis actuales o actualneurosis, que comprenden:
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 127

Neurosis de angustia
Neurastenia
Hipocondría
Despersonalización

2) Las neurosis de defensa o psiconeurosis, que comprenden:


Histeria de conversión
Neurosis obsesivo-compulsiva
Neurosis fóbica

Significados del Síntoma


El síntoma tiene siempre el significado de una señal de alarma. Al igual que la fiebre,
indica que hay una perturbación en el organismo biológico; las compulsiones de un
neurótico o las alucinaciones de un esquizofrénico expresan una ruptura de la homeostasis
del organismo biopsicológico.
El síntoma constituye siempre un intento de restitución, de autocuración. Así el
psicótico, por ejemplo, que proyecta en el exterior su propia sensación de malevolencia en
forma de ideas delirantes de persecución, intenta deshacerse, en la medida de sus
posibilidades, de estímulos que le son intolerables y que de no poder exteriorizar le
aplastarían aún más. Por supuesto, los síntomas no constituyen una respuesta verdadera. De
allí el fracaso de las soluciones neuróticas o psicóticas.
El síntoma representa simultáneamente una realización distorsionada de deseos
reprimidos y el castigo por éstos. Las convulsiones de una paciente histérica, por ejemplo,
dramatizan simbólicamente una relación agresiva prohibida y la culpa que la acompaña.
Se consideran en el síntoma varios tipos de ganancias o beneficios:
1) Ganancia primaria: en el síntoma se obtiene una satisfacción, aunque parcial y
limitada, de los impulsos reprimidos. Esta satisfacción parcial de los impulsos
reprimidos representa el beneficio primario de la enfermedad.
2) Ganancia secundaria: este concepto ha sido generalmente mal comprendido. Se ha
creído por parte de muchos que el beneficio secundario es el provecho material que
el neurótico, como cualquier tipo de enfermo, puede obtener de su enfermedad.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 128

Pero desde el punto de vista psicodinámico el beneficio secundario es otra cosa


distinta. Es una ganancia de tipo narcisista.
Teniendo en cuenta que en toda neurosis el yo se encuentra escindido, en
contraposición a la tendencia fundamental a la síntesis que es propia del yo.
Tal situación provoca dolor, displacer, debilita al yo y hiere su narcisismo, al
contradecir las tendencias a la unificación, la conciliación y la realización de síntesis.
Por ello el yo se esfuerza en asimilar los síntomas y, en particular, en reintegrar a su
organización la parte regresiva de sí mismo.
A partir de estos esfuerzos se desarrolla una especie de simbiosis entre el síntoma y
el yo, gracias a la cual el yo encuentra cierta satisfacción narcisista en el hecho de ser
capaz de restaurar de nuevo el equilibrio psíquico e integrar de alguna forma las
distintas energías psíquicas del organismo (Coderch, 1975).

Segunda Teoría Instintiva


Freud postula una segunda teoría en la que expone una sola energía, la libido, que
comprende el interés, la agresividad, la sexualidad, etc. Parte de esa energía se centra en el
propio yo (libido narcisística) y parte se distribuye en los objetos del mundo externo y en
sus representantes dentro de la personalidad misma (libido objetal).
Hay oposición, y la antitesis está planteada entre el desarrollo libidinal del yo y el de
los objetos. En un extremo está el enamoramiento apasionado en el que toda la libido se
proyecta en el objeto, hasta el punto de la despersonalización. En el otro, la esquizofrenia,
en la cual la libido se retira masivamente de los objetos internos y externos, para centrarse
en el yo.
La libido, en el contexto de la segunda teoría, puede ser manejada dentro del yo sólo
hasta un determinado punto y en una cierta cantidad, más allá de los cuales sale, por así
decirlo, a la búsqueda de los objetos, y del mundo externo.
El hombre enferma también por no poder compartir, por no poder amar, por la excesiva
concentración de la libido en el yo. En el verdadero amor se fusionan la libido narcisista y
objetal (Brainsky, 2000).
De la segunda teoría instintiva surge una nueva clasificación, que incluye la psicosis,
cuyo origen está en la exploración del narcisismo:
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 129

1) Neurosis de transferencia, que corresponde a las neurosis de defensa:


Neurosis obsesivo-compulsiva
Histeria de conversión
Neurosis fóbica
2) Neurosis narcisísticas:
Melancolía
Paranoia
Esquizofrenia

Tercera Teoría Instintiva


Se conceptualiza en términos de que la vida del ser humano es el resultado de dos tipos
de fuerzas pulsionales en un continuo interjuego. La una llevaría al hombre hacia delante,
hacia lo complejo, hacia lo más rico y contradictorio. Este conjunto lo agrupa bajo el
nombre de instintos de vida y eros equiparado aquí con libido, su energía.
La otra fuerza estaría constituida por un grupo de fuerzas pulsionales que empujan al
individuo hacia atrás, hacia la regresión, hacia lo repetitivo, hacia el reposo estático;
corresponde a los instintos de muerte, dotados de su propia energía, el tánatos (Brainsky,
2000).
Sin la postulación del instinto de muerte, los fenómenos psicológicos se pueden
comprender desde el punto de vista dinámico mediante el principio de displacer-placer,
complementado con el principio de realidad.
Con la introducción de la tercera teoría instintiva las cosas cambian. Habría fenómenos
de la vida biopsicológica que tienen que ser comprendidos más allá del reino del principio
del placer. Se destaca, en primer plano, entonces, otro principio del suceder psíquico: la
compulsión a la repetición. Se tendría, pues:
1) El principio del displacer-placer-realidad fundamentalmente al servicio de lo
erótico.
2) La compulsión a la repetición primordialmente instrumento de lo tanático.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 130

Actualmente, tenemos la siguiente clasificación de las psicopatologías:


1) Neurosis de defensa:
Neurosis de ansiedad
Neurosis fóbica
Neurosis obsesivo-compulsiva
Neurosis histérica
2) Reacción caracterológica:
Personalidades: histriónica, compulsiva, esquizoide, ciclotímica, paranoide, pasivo-
dependiente, pasivo-agresiva
3) Neurosis de carácter:
Psicopatía
Perversiones sexuales
Toxicomanías
4) Psicosis:
Esquizofrénicas y Paranoicas
Trastornos de la afectividad (depresión y manía)

Formaciones
Conflicto → Ansiedad
sustitutivas
Represión primaria
Síntomas
Yo Represión secundaria
Consciente

Preconsciente

Retorno de lo reprimido

Deseo
Inconsciente Derivados instintuales
Ello sexual y/o
agresivo

Figura 8. Gestación de las psicopatologías.


Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 131

4. Desarrollo de la Personalidad
Fijaciones y Formación de Rasgos
Mientras intentaba entender y tratar los trastornos mentales, Freud se sorprendió por la
frecuencia con que encontraba ciertas cualidades infantiles en sus pacientes. Esto lo llevó a
formular la hipótesis de que dichas tendencias eran fijaciones de una etapa anterior de la
vida, que el paciente no había perdido con el paso de los años.
Los elementos inconscientes podían explicarse como deficiencias o exageraciones de
rasgos de la personalidad, más que como una atrofia completa, pues el paciente era un
adulto en muchos aspectos. Por esto Freud llegó a la conclusión de que algunas tendencias
infantiles podían volverse características permanentes de la personalidad del adulto.
Pueden trazarse grandes segmentos de conducta en los que influyen: la elección de
pareja, las preferencias vocacionales, incluso aquellos rasgos más patológicos como el
orden compulsivo, la puntualidad, el optimismo exagerado y otras características
semejantes (DiCaprio, 1989).

Detención del Desarrollo


¿Qué puede provocar una detención del desarrollo tan tempranamente en la vida? Freud
llegó a la conclusión de que hay dos causas fundamentales. La frustración excesiva y la
tolerancia excesiva.
Si las necesidades del niño se frustran o toleran demasiado, un aspecto particular de su
personalidad se atrofia o se entorpece hasta cierto punto. Puede crearse una necesidad
excesiva como resultado de la atrofia del desarrollo. Este proceso fue llamado por Freud
fijación, refiriéndose a ellas como infantilismos, que son tendencias infantiles de la
personalidad.
Los psicólogos aceptan la influencia significativa de los primeros años de vida en la
formación de la personalidad, donde tiene lugar el aprendizaje más fundamental. Pero
Freud da un paso más allá; sostiene que la estructura de la personalidad queda determinada
permanentemente por las experiencias infantiles, en particular por las frustraciones y los
placeres. Los rasgos formados durante este periodo son bastante resistentes al cambio.
Los padres y otras autoridades tienen la seria responsabilidad de ayudar al niño para
que aprenda las lecciones importantes de la vida sin recibir ni mucha indulgencia ni
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 132

demasiada frustración. Durante el primer año de vida, cuando predomina el modo receptivo
de enfrentarse al mundo, un padre demasiado indulgente puede producir una fijación de ese
modo de vida en el niño.
Si el niño recibe poca oportunidad para experimentar la frustración o para aprender
gradualmente a utilizar sus propios recursos a fin de obtener lo que quiere (si se le da todo
sin ninguna condición), probablemente adquiera una orientación dependiente y receptiva
muy arraigada hacia la vida. Puede desarrollar el hábito muy fuerte de esperar que todo se
le de o se le haga.

Tipos de Carácter
La fijación en una etapa particular de desarrollo produce un tipo de carácter, el cual se
manifiesta a través de un síndrome de rasgos y puede interpretarse como un tipo de
personalidad anormal.
Podemos hablar, por ejemplo, del tipo de carácter oral y también de rasgos orales. Hay
incluso variedades de los tipos de carácter oral, dependiendo del momento en que ocurrió la
fijación durante la etapa oral.

Regiones del Cuerpo y Etapas de Desarrollo


Freud propuso la novedosa hipótesis de que las etapas de desarrollo de la personalidad
eran causadas, o al menos se asociaban con la prominencia, en diferentes épocas, de
diversas regiones del cuerpo, como la boca, el ano y los genitales, los cuales se vuelven
puntos focales del desarrollo de la personalidad.
Los placeres y frustraciones específicas resultan de las necesidades asociadas con esas
regiones especiales del cuerpo. En el proceso de satisfacer sus necesidades el niño
encuentra a la gente significativa en su vida y experimenta una satisfacción sana,
frustración o indulgencia (DiCaprio, 1989).

5. Etapas de Desarrollo Psicosexual


Freud llamó psicosexuales a sus etapas de desarrollo, debido a que le asignaba un papel
preponderante a los instintos sexuales en la formación y desarrollo de la personalidad, que
consiste en el desenvolvimiento o despliegue de los instintos sexuales.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 133

Durante la niñez, ciertas regiones del cuerpo asumen un significado psicológico


prominente y cada región viene a ser el origen de nuevos placeres y nuevos conflictos. Lo
que sucede con respecto a estos placeres y conflictos moldea la personalidad.
Con base en las zonas del cuerpo que se vuelven focos del placer sexual, delineó cuatro
etapas de desarrollo psicosexual: oral, anal, fálica y genital. Hay un periodo de latencia que
no es una etapa de desarrollo psicosexual.

La Etapa Oral
Durante el primer año y medio de vida postnatal, el origen principal de búsqueda de
placer y, al mismo tiempo, de conflicto y frustración es la boca. La diversión que obtiene el
niño de chupar, morder, mascar y vocalizar se ve restringida muy pronto por quienes lo
cuidan. La madre está pendiente de cada vez que el niño mordisquea juguetes en lugar de
dormirse, o juega con la comida escupiéndola en lugar de comer.
Se espera que el niño se someta a las demandas de su madre en relación con las
actividades orales y que avance en dirección del automanejo oral. Es criticado y castigado
si no se somete y es recompensado por hacerlo.
Durante la etapa oral el niño no es motivado por placeres de otras regiones del cuerpo.
No le interesan en absoluto las funciones excretoras, ni los genitales despiertan su interés;
sólo son prominentes las actividades orales. Durante el periodo oral el niño encuentra por
primera vez el poder de la autoridad en su vida, la cual limita sus actividades de búsqueda
del placer.
La manera como se satisfacen o se frustran las necesidades determina la formación de
rasgos específicos que moldean la personalidad en formas singulares, engendrados por la
interacción de las prácticas de crianza y la estructura constitucional de los niños.
Los tipos de carácter oral experimentan trastornos en el recibir y el tomar. El recibir
fallido puede tomar la forma de dependencia pasiva y el tomar fallido puede resultar en
manipulatividad, envidia y avaricia.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 134

Rasgos orales.
Los rasgos son presentados en forma bipolar, en la que el extremo derecho del continuo
sugiere el producto de una fijación debida a la frustración, y el izquierdo el resultado de la
fijación ocasionada por la indulgencia.
Ninguno de los dos extremos propicia un funcionamiento óptimo, y si uno de los
extremos del rasgo es una fuerza dominante, constituye una tendencia patológica.
Una posición intermedia en el continuo, que incorpore algunos elementos de los dos
extremos, promueve el desarrollo y el funcionamiento sanos. Los pares son los siguientes:

Tabla 7. Rasgos de la etapa oral.


Por indulgencia Por frustración
Optimismo Pesimismo
Credulidad Desconfianza
Manipulatividad Pasividad
Admiración Envidia
Engreimiento Autodesprecio
Fuente: Teorías de la personalidad. (DiCaprio, N., 1989).

La Etapa Anal
El propósito de su nombre fue destacar la fuente principal de inquietud y actividad para
el niño. Las preocupaciones orales son menos prominentes que antes; las substituyen las
preocupaciones anales. Esta etapa se extiende desde los 18 meses hasta los 3 años y medio
de edad, y corresponde con el periodo de aprendizaje del control de esfínteres.
El niño obtiene verdadero placer de la acumulación, retención y expulsión de la materia
fecal, un pasatiempo que pronto lo pone en conflicto con quienes ejercen autoridad en su
vida. De nuevo se aplica el principio de la fijación: la excesiva indulgencia o la excesiva
frustración de las necesidades en el proceso de aprendizaje del control de esfínteres puede
producir rasgos de personalidad duraderos.
Dependiendo si es mucha la frustración o la indulgencia de los adultos hacia el niño,
los rasgos que desarrolla pueden reflejar obediencia, obediencia excesiva o desafío.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 135

Durante el periodo anal, el niño aprende algunas orientaciones básicas para la vida, a saber,
la posesión de las cosas y el desprendimiento de las mismas.
Esas orientaciones pueden distorsionarse dando lugar a obstinación, orden compulsivo,
mezquindad o generosidad obsesiva. Consideremos como se forma el rasgo de
personalidad. Una madre que tiende a sobrevalorar lo que su hijo produce analmente quizá
exagerará cualquier otro logro, aunque sea modesto, generando que el niño sobrevalore
todas sus actividades. En el otro extremo, una madre puede ponerle trampas o engañar a su
hijo, sorprendiéndolo en el momento justo o sólo manteniéndolo en la acción hasta que la
complete, lo cual puede generar rasgos de depresión, vacuidad e inseguridad, que pueden
manifestarse en el atesoramiento excesivo, la acumulación o tendencias compulsivas.

Rasgos anales.
Los psicoanalistas han identificado diversos rasgos bipolares como rasgos anales.
Todos expresan en una forma u otra las tendencias de dar o retener. Las formas extremas de
los rasgos son anormalidades, mientras que los grados moderados producen un crecimiento
y funcionamiento saludables. Los rasgos anales son los siguientes:

Tabla 8. Rasgos de la etapa anal.


Por indulgencia Por frustración
Generosidad excesiva Mezquindad
Expansión Estrechez
Conformidad Obstinación
Desorden Orden
Informalidad Puntualidad estricta
Desaseo Meticulosidad
Fuente: Teorías de la personalidad. (DiCaprio, N., 1989).

La Etapa Fálica
Esta etapa tiene lugar entre los tres y los seis años de edad, donde los órganos genitales
se vuelven una fuente destacada de placer.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 136

El niño comienza a darse cuenta y a comentar las diferencias entre los hombres y las
mujeres. Su inquietud se incrementa de manera significativa, si se notan las diferencias
anatómicas.
En esta etapa, el origen de la estimulación para el niño es el pene y para la niña el
clítoris y no los órganos sexuales completos. La estimulación es autoerótica, dado que
participa el individuo solo.

El complejo de Edipo.
Tomado del mito griego de Edipo Rey, quien sin saberlo mató a su padre y se casó con
su madre, el complejo se refiere a la atracción sexual que el niño desarrolla por su madre
durante la etapa fálica. Al mismo tiempo ve a su padre como un rival en el afecto de su
madre.
Debe recordarse que los intereses y sentimientos sexuales son aún bastante
rudimentarios y no tienen la intensidad ni la dirección que caracteriza el impulso sexual de
un adulto.
Existen actitudes ambivalentes hacia el padre: por un lado, es temido porque puede
remover el órgano ofensor, la fuente del temor a la castración, y por otro lado, es respetado
y venerado como modelo de hombría, superior al niño.
Si el desarrollo es normal, el niño renuncia a los deseos amorosos respecto a su madre,
y en cambio se esfuerza en asumir el papel masculino, imitando a su padre. Entonces el
afecto del hijo hacia la madre pierde su aspecto sexual. Al aceptar la masculinidad del
padre, el superego del niño experimenta su desarrollo final y adopta un ideal del ego
positivo.
Pero si cualquiera de los progenitores crea en el niño demasiada frustración o una
indulgencia excesiva, al no proporcionarle un adiestramiento y conocimiento apropiados
durante este periodo crucial, pueden ocurrir fijaciones graves, con consecuencias a largo
plazo.
El niño puede rechazar su papel masculino, o su conciencia tal vez se atrofie. Puede
tener dificultades para relacionarse con mujeres de su edad, o sobrevalorar su habilidad
sexual y asumir actitudes arrogantes y egoístas en sus relaciones con las mujeres.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 137

El complejo de Electra.
Durante este periodo, la niña pequeña experimenta un proceso semejante, pero con
algunas diferencias importantes. Toma a su padre como objeto sexual y ve a su madre como
una rival. Si la niña descubre que no tiene pene, la relación con su madre es más
complicada, debido a que la culpa de la pérdida.
Al mismo tiempo, también ama a su madre y se produce un conflicto que, a diferencia
del complejo de Edipo, nunca se resuelve completamente, una condición que tiene efectos
profundos en la vida emocional de la mujer y en el desarrollo de su superego.
El rasgo patológico principal que surge en esta etapa es la envidia del pene,
minimizando el papel femenino y sobrevalorando el masculino. Freud creía que los
conflictos de la etapa fálica provocaban muchos trastornos en las funciones sexuales
femeninas, como la frigidez y la dismenorrea.
Igualmente, el mal manejo del adiestramiento durante este periodo puede provocar
tendencias patológicas en la personalidad de la niña en desarrollo. Sin embargo, como
ocurre con el niño, comprenden que para resolver sentimientos tan poco aceptables deben
identificarse con la madre, comportarse como ella y adoptar sus actitudes y valores.

Rasgos de la etapa fálica.


Durante esta etapa el círculo de contactos del niño se amplia gradualmente para incluir
gente significativa ajena a la familia. Debe aprender a tomar su lugar entre los demás niños.
Los rasgos que se desarrollan durante esta etapa están relacionados con la naturaleza del
desarrollo del niño y a los tipos de problemas y lecciones que deben aprenderse.
Hay también una dimensión de narcisismo contra compromiso con los objetos: el grado
en que se invierten el interés y la energía en sí mismo o en otras personas y cosas. Si el
desarrollo es normal, sin que exista mucha frustración ni demasiada indulgencia, el niño
debe adquirir un grado moderado de ambos aspectos de las dimensiones del rasgo.
Los siguientes son algunos de los rasgos más sobresalientes que se desarrollan durante
el periodo fálico:
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 138

Tabla 9. Rasgos de la etapa fálica.


Por indulgencia Por frustración
Vanidad Odio a sí mismo
Orgullo Humildad
Arrojo ciego Timidez
Insolencia Vergüenza
Gregarismo Aislacionismo
Elegancia Sencillez
Coquetería Evitación de la heterosexualidad
Castidad Promiscuidad
Alegría Tristeza
Fuente: Teorías de la personalidad. (DiCaprio, N., 1989).

El Periodo de Latencia
Es el lapso entre los seis y los doce años de edad, durante el que tienen lugar
gradualmente los preparativos para la siguiente etapa importante. Freud sostenía que este
periodo implicaba la consolidación y la elaboración de los rasgos y habilidades previamente
adquiridos, sin que aparezca nada dinámicamente nuevo.
Nuevos intereses y necesidades significativas aguardan los marcados cambios
fisiológicos, psicológicos y sociales que ocurren durante la adolescencia. El niño mantiene
un desarrollo bastante rápido, pero los patrones de éste siguen las líneas establecidas en las
etapas previas. Por eso no representa una etapa psicosexual auténtica.

La Etapa Genital
Comienza con la pubertad y constituye el último periodo significativo del desarrollo de
la personalidad. El término genital se deriva de la característica sobresaliente de ese
periodo: el surgimiento, la unificación completa y el desarrollo de los instintos sexuales.
En la etapa fálica la sexualidad es primitiva, rudimentaria y egocéntrica, mientras que
en la etapa genital la sexualidad alcanza su madurez y se vuelve heterosexual. Cada zona es
autónoma, pero con la maduración de los instintos sexuales, los órganos genitales se
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 139

vuelven el origen principal de las tensiones y placeres sexuales y los otros órganos se
subordinan.
La genitalidad en un sentido estrecho incluye la potencia sexual y el orgasmo, pero en
un sentido amplio significa para el hombre competencia y dominio en una amplia gama de
actividades profesionales, recreativas y sociales. En la mujer incluye más que la potencia
orgásmica; además de tener interés en los hombres, debe tener ciertos atributos femeninos,
como emotividad, interés maternal y creatividad.
Para Freud la genitalidad era la masculinidad y la feminidad completamente
desarrolladas, un equivalente a lo que otros han llamado madurez personal. En un sentido,
la etapa genital no promueve nuevos rasgos, sino más bien la integración completa y la
utilización de rasgos previos. Sin embargo, la habilidad para trabajar, crear y amar se define
y centra en gran medida (DiCaprio, 1989).

6. Criterios de Anormalidad
Placer contra Realidad
Freud creía que el ser humano es en el fondo un buscador de placeres. Todo lo que la
gente hace representa una evitación del dolor o un intento de generar placer. La realidad
sólo es aceptada por necesidad y siempre se encuentra un conflicto entre el principio del
placer y el de la realidad.
Una de las principales tareas de la vida es la “domesticación del id”. Si el ego no
limitara al id, la persona siempre actuaría en forma egoísta y sin considerar los derechos de
los demás. De hecho, si solamente existiera el id, la supervivencia de la especie no tendría
lugar.
Durante la infancia y la niñez, los responsables de los niños no esperan que estos sepan
dominar sus impulsos; más bien, la expresión del id es controlada por autoridades externas.
Se juzga al niño con el criterio de que el ego no ha asumido todavía el control de la
personalidad.
Conforme crecen los niños, se espera cada vez más de ellos, esperándose que sean cada
vez más responsables del control de sus impulsos. El id siempre apremia para la
satisfacción y el placer, pero el ego debe enfrentar la severidad de la realidad y las
consecuencias de una satisfacción ilimitada y sin templar (DiCaprio, 1989).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 140

Conflictos Provocados por el Superego


La conciencia y el ideal del yo agregan a la personalidad una nueva dimensión que crea
muchos conflictos. El ego no sólo debe luchar con los impulsos del id y las fuerzas
externas, sino además debe respetar las normas de conducta del superego, que limitan
rígidamente los medios para satisfacer las necesidades. Los impulsos y el superego se
oponen de manera directa.
En algunos casos, el superego controla a tal grado al ego, que le bloquea muchas vías
de satisfacción. Por tanto, nosotros mismos podemos dificultar, aun más que el mundo
externo, las posibilidades para satisfacer nuestras necesidades. El superego puede
atormentarnos sin misericordia, fijándonos metas inalcanzables, y entretanto
produciéndonos sentimientos de culpa y de falta de mérito.
A no ser que disminuyamos la tiranía de la conciencia y la irrealidad del ideal del yo,
experimentaremos restricciones severas en todos los aspectos de la vida. Este necesario
proceso puede realizarse mejor al fortalecer el ego.
No obstante, el superego es condición necesaria para la vida social. Dada la naturaleza
del id y del ego, existe la necesidad de una fuerza limitante dentro de la personalidad,
debido a que los controles externos serían insuficientes para promover la vida en grupo.
Imperaría la ley de la selva y el principio dominante de acción sería “la fuerza da la razón”.
El superego, con la conciencia y el ideal del ego, ejerce una fuerza limitante sobre el
ego dominado por el id. Ayuda a las fuerzas externas de autoridad a promover la vida social
y a proporcionar la mejor vida social para la realización del individuo.
Sin embargo, Freud creía que mucha gente nunca llegaba a un equilibrio correcto entre
impulso y control. Para la mayoría de las personas los impulsos son dominantes y deben
frenarse mediante presiones externas persistentes.
Por otra parte, hay muchos que toda la vida sufren un superego rígido, primitivo y
autolimitante, que los atormenta sin cesar. Llevan una pesada carga de culpa y
autodesprecio. Les falta espontaneidad y libertad para desarrollarse.
Son aquellos que tienen un ideal del ego excesivamente fascinador y pasan la vida
persiguiendo sueños imposibles. El resultado es desilusión y desengaño. Freud creía que la
mejor solución era un equilibrio entre las fuerzas opuestas de la personalidad (DiCaprio,
1989).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 141

La Ansiedad
En un intento por llegar a la raíz de la ansiedad, Freud propuso que la primera y más
poderosa fuente de ansiedad era el nacimiento mismo. Al nacer, el medio cambia
radicalmente, y el niño se ve expuesto a una gran variedad de experiencias, algunas
abrumadoras.
La experiencia de ansiedad en situaciones en las que el individuo no puede manejar la
tensión, es una reanimación, hasta cierto punto, de esta forma original de ansiedad. Freud
distinguía tres tipos de ansiedad: objetiva, neurótica y moral:

Ansiedad objetiva.
Para Freud, la ansiedad objetiva equivale al miedo. Una amenaza real o un peligro
verdadero están implicados en la ansiedad objetiva. La causa del miedo es algo definido.
Si no es muy intenso, el miedo sirve para estimular al individuo a realizar algún tipo de
acción. La reacción emocional desagradable es a menudo una advertencia de que hay una
amenaza de peligro.

Ansiedad neurótica.
Aquí el ego teme más al id que al mundo externo. La ansiedad es producida por la
amenaza de un impulso del id que rompe las defensas creadas por el ego para mantenerlo
reprimido.
El miedo no es tanto por los impulsos, sino por las consecuencias que la satisfacción
del impulso puede producir. El ego siente el peligro antes de que realmente ocurra y
experimenta ansiedad.
Por supuesto, la ansiedad puede auxiliar al ego para enfrentarse con el impulso
peligroso. Intensifica los esfuerzos del ego para mantener al impulso bajo control. Ese
miedo es difuso y se experimenta como aprensión.

Ansiedad moral.
Esta es causada por el superego. Se percibe como culpa, autodesprecio, deseo de
castigo y algunas formas de depresión. Mientras más rígido y primitivo sea el superego,
mayor será la intensidad de la ansiedad.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 142

Muchas personas llevan a cuestas una cantidad excesiva de culpa. Se atormentan


constantemente respecto a sus méritos y su eficiencia, lo cual se denomina inseguridad.
La persona insegura sufre de un superego cuya severidad no ha sido templada. La
conciencia, el ideal del yo o ambos continúan en un estado primitivo y se enfurecen contra
los impulsos del id. Como consecuencia, la persona sufre ansiedad moral.
Encuentra el manejo de sus impulsos como una prueba terrible y no puede afrontarlos,
debido a que son totalmente inflexibles las restricciones contra ellos.

El ego y la ansiedad.
Debemos recordar que el ego experimenta los tres tipos de ansiedad, aunque esta se
deba a:
1) Un impulso del id que amenaza con arrollar al ego.
2) El superego, a través de su conciencia, que condena al ego por pensar en los
impulsos del id o por entregarse a ellos.
3) El ideal del yo que condena al ego como algo perverso.
4) La tensión abrumadora del medio ambiente externo, persistiendo la sensación de
que el ego es la víctima.
El ego no puede permanecer pasivo al experimentar ansiedad, sin tener en cuenta el
tipo. En el caso de la ansiedad objetiva, la causa del miedo puede enfrentarse directamente,
percibiendo correctamente la situación, evaluando las posibles soluciones, tomando una
decisión y siguiendo un curso de acción en particular para afrontar el problema.
La ansiedad, como una señal de alarma, cumple con la importante función de preparar a
la persona para comportarse apropiadamente o evitar la conducta. Algunas veces la acción
apropiada no es posible y la ansiedad continúa haciendo estragos. En esos casos, el ego
emplea mecanismos de defensa, los cuales se enfrentan directamente a la ansiedad y no a la
situación que la produce.
En la ansiedad moral y la neurótica, el peligro procede del interior de la personalidad.
El ego por lo general, tiene más dificultades al comportarse de manera racional con esas
formas de ansiedad (DiCaprio, 1989).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 143

7. Mecanismos de Defensa del Ego


El propósito fundamental de los mecanismos de defensa del ego es reducir la ansiedad,
siendo más eficaces cuando funcionan inconscientemente.
La porción inconsciente del ego, menos restringida por las restricciones de la realidad,
actúa para distorsionar, disfrazar y rechazar motivos, percepciones y otros contenidos
psicológicos.
El ego elabora estrategias con las que se protege contra las fuerzas opresoras del id, del
superego y de la realidad externa, rechazando simplemente impulsos del id, desatendiendo
realidades externas o bloqueando la conciencia.
Los mecanismos son aprendidos; la persona no nace con ellos. El niño descubre la
posibilidad de culpar a los demás como un medio de evitar la ansiedad de resultar atrapado.
Por tanto, puede volverse una estrategia establecida para encarar la ansiedad.
La defensa se logra por dos medios: autoengaño y distorsión de la realidad. A través del
autoengaño pueden negarse o minimizarse ciertas verdades desagradables que uno no
quiere afrontar. Por la distorsión de la realidad pueden alterarse acontecimientos para que
se adapten a los deseos.
Debemos tener en cuenta que los mecanismos de defensa reducen el dolor de la
ansiedad, pero no hacen nada para resolver el conflicto ni solucionar el problema
perturbador.
No todos los mecanismos de defensa son patológicos; son operaciones instrumentales
al servicio y desarrollo del sujeto, con una función de aprendizaje, comunicación y
reducción de la ansiedad, que únicamente debido a su utilización abusiva o exclusiva y por
su extremada intensidad se concretan en mecanismos de defensa propiamente dichos
(DiCaprio, 1989).

Represión
Es uno de los mecanismos de defensa clave de Freud. Se refiere a una exclusión
inconsciente de lo amenazador, realizada por el ego.
Desde el punto de vista dinámico, la represión se refiere a un conjunto de operaciones
defensivas por las cuales una serie de impulsos instintivos, anhelos, tendencias,
pensamientos, fantasías o ideas que serían inaceptables para las agencias censoras de la
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 144

personalidad, son o bien expulsadas de la conciencia (represión secundaria), o su acceso a


la conciencia se ve bloqueado (represión primaria).
Freud veía al ego como débil y defensivo contra las poderosas fuerzas del id, el
superego y el mundo externo. Agobiado por amenazas y conflictos, el ego recurre a la
represión como un procedimiento protector. La represión cumple el propósito de reducir la
ansiedad al eliminar la carga emocional de la conciencia, pero obviamente el problema no
se soluciona.
Lo amenazador permanece dinámicamente activo en el inconsciente y siempre intenta
romper las defensas del ego. Por tanto, el ego debe emplear parte de su energía bloqueando
lo reprimido. Entonces la represión a menudo es reemplazada por síntomas, como las
compulsiones, fobias, obsesiones, tics, conversiones, etc.
Lo reprimido tiene repercusiones en la conducta y la conciencia, que deben descubrirse
para aliviar sus efectos nocivos. Una de las tareas del psicoanálisis es liberar al paciente de
la represión, de manera que el ego se libere de sus restricciones y pueda emplear su energía
para trabajar, crear y amar.

Racionalización
Significa justificación de la propia conducta o de deseos. No es pensar racionalmente,
como sugiere el término, sino más bien hacer que el comportamiento parezca racional.
Si hay un conflicto entre el impulso y la conciencia, entonces uno bien puede
racionalizar la restricción de la conciencia o negar el impulso; por tanto, el conflicto es
minimizado o eliminado completamente.
La racionalización puede lograr el debilitamiento de la conciencia lo suficiente para
permitir a la persona darle rienda suelta al impulso. También la utilizamos para disfrazar
nuestros defectos.

Negación
Este mecanismo de defensa consiste en rehusarse a creer que existe alguna condición
real, negándose a aceptar la realidad.
La persona se rehúsa a aceptar o reconocer experiencias que le producen ansiedad,
manteniendo fuera de la conciencia las cosas que se siente incapaz de afrontar.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 145

Intelectualización
Este mecanismo de defensa consiste en enfrentarse con una situación dolorosa sólo a
nivel intelectual. Es el proceso de pensar en algo de manera clínica y sin emoción. Pensar
en los acontecimientos de esta manera permite a la gente disociar sus pensamientos de los
sentimientos involucrados, con lo que se protege de la ansiedad.

Proyección
La gente se proyecta cuando no puede ver sus propios errores, pero en cambio los
percibe en los demás. Este mecanismo hace que una persona atribuya falsamente sus
propias cualidades a otra.
El chismoso dice más sobre sí mismo que acerca de la persona calumniada. La persona
que siente gran hostilidad hacia los demás puede, a través de la proyección, atribuir la
hostilidad a aquéllas. Paradójicamente, estamos listos para ver y condenar nuestras
debilidades en otras personas. Al hacerlo, desviamos la atención que despertarían nuestras
propias faltas.

Formación Reactiva
En este mecanismo, el motivo en conflicto con el ideal del ego o una orden de la
conciencia resultan bloqueados por un motivo consciente de carácter opuesto. Los motivos
y sentimientos conscientes son diametralmente opuestos a los motivos y sentimientos
inconscientes. Antes que el motivo llegue a la conciencia, se convierte en su opuesto.
En la formación reactiva, los motivos radicales en el inconsciente se disfrazan en el ego
como motivos derivados, los cuales son aceptables para el ego y el superego.
Los motivos y sentimientos reales encuentran salidas tortuosas que son aceptadas por
los poderes censores. Un hombre que desprecia el poder que tiene su esposa sobre él, se las
arregla siempre para darle cosas que ella no quiere, como regalarle dulces cuando está de
dieta o comprarle flores que están asociadas con funerales.

Desplazamiento
Este mecanismo implica sustituir la salida disponible de la satisfacción de una
necesidad por otra que está bloqueada. Si un hombre es irritable con su familia porque
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 146

reprime el odio hacia su jefe, que no puede expresar abiertamente, la conducta hacia su
familia puede describirse como desplazamiento.
Probablemente no existe un mecanismo que obstaculice las relaciones interpersonales
tanto como el desplazamiento. Una canción popular dice: “siempre hieres a quien amas”;
herimos a quienes amamos debido a que los tenemos cerca. A menudo descargamos
nuestras frustraciones, malhumor e ira sobre los demás sin darnos cuenta.
En algunas personas sus estados de ánimo internos se reflejan en su conducta. Cuando
se encuentran de buen humor, entonces todo marcha bien, pero si están de mal humor,
todos cuantos le rodean deben sufrir. La tensión está siempre presente en la vida y su
manejo es una de las principales tareas de la maduración.

Conversión
Corresponde a un grupo de maniobras inconscientes adaptativas y defensivas con que
el yo altera o paraliza una función somática para intentar expresar o resolver conflictos
emocionales.
La conversión hace parte de una serie de movimientos, de fantasías, pensamientos y
emociones que van en la vía que conduce de lo que llamamos psíquico a aquello que
denominamos somático y que se conoce como somatizaciones.

Aislamiento
Consiste en la escisión o separación de una idea del afecto que la acompaña, el cual es
reprimido, es decir, disociar los pensamientos de los sentimientos involucrados.

Anulación
Intento de cancelar o invalidar por acciones contrarias, un acto previamente cometido
en la realidad o en la fantasía.

Disociación
Este concepto tiene varias connotaciones:
1) Se refiere a un grupo de mecanismos inconscientes de defensa a través de los cuales
la personalidad se divide en partes que no se vivencian como relacionadas entre sí y
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 147

que se alternan para representar el todo durante periodos diferenciados


(personalidades múltiples).
2) Se relaciona con un grupo de maniobras defensivas inconscientes a través de las
cuales se separan una idea, un objeto o una situación entre sí, o del afecto que les
corresponde.
La manifestación más dramática se evidencia en la disociación ideoafectiva del
paciente esquizofrénico, cuyo trasfondo corresponde a que la palabra queda desconectada
del objeto y del afecto.

Regresión
Mecanismo de defensa en el que las personas se comportan como si estuvieran en una
etapa anterior del desarrollo. Consiste en retornar a un modo de afrontamiento
característico de una etapa anterior del desarrollo. La persona reacciona ante la tensión con
conductas inmaduras, utilizando hábitos infantiles.

Introyección
Atribución de características de otras personas como propias, para resolver diferencias
emocionales.

Evitación
Corresponde a un conjunto de maniobras defensivas mediante las cuales el yo elude
objetos o situaciones que simbólicamente plasman en el afuera los temores del adentro.

Compensación
En este mecanismo de defensa la persona busca recuperarse de una inferioridad
aparentando superioridad en una forma diferente.

Sobrecompensación
Aquí el objetivo consiste en intentar ser excelente en nuestra área más débil.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 148

Sublimación
Mecanismo de defensa consistente en la desviación de los impulsos indeseables hacia
pensamientos, sentimientos o comportamientos aprobados por la sociedad. Es la
transformación de un impulso del ello en un acto socialmente aceptable.
Freud destacó mucho el papel de la sublimación en una vida saludable. Creía que la
gente debía buscar la mejor sublimación posible para sus necesidades. El hombre que ha
perdido a sus hijos puede dedicar su vida a rescatar niños de las calles. La mujer que no se
casó puede encontrar gran satisfacción en su trabajo de enfermera (DiCaprio, 1989).

Gestación de la Neurosis
En algún momento crítico de su desarrollo, el niño sufre una vivencia traumática que lo
inunda, en la medida en que la intensidad de lo sufrido desborda la capacidad del yo infantil
para manejarlo.
Esto puede determinar que el contenido ideativo y el afecto que acompañan los traumas
(vividos en la realidad o fantaseados) se expulsen de la conciencia y se confinen a lo
inconsciente (represión secundaria), agencia en la cual las ideas, los afectos y los derivados
instintivos se ligan a otras constelaciones reprimidas (organizaciones de fantasías,
complejos) e intentan con éxito, apenas relativo, abrirse paso hacia la conciencia y en
dirección a la acción motora.
Lo reprimido ejerce, además, una atracción de imán sobre otros contenidos conscientes,
que se ven arrastrados así hacia el inconsciente y los dominios del proceso primario.
De esta manera, fuentes de energía que en otras condiciones se utilizarían para trabajar,
crear o amar, tienen que ser utilizadas por las fuerzas represoras en la manutención de un
statu quo siempre inestable y continuamente tenso.
Así, la vivencia es exiliada del devenir de la existencia consciente. El recuerdo es
expulsado de la memoria, y los patrones de acción, mecanismos de defensa y relaciones
objetales se congelan en un mundo interno, que no tiene la oportunidad de modificarse por
la experiencia externa y el principio de realidad.
La vivencia reprimida tiene dos implicaciones: por una parte, carece de tiempo, en la
medida en que se ha hecho parte, al menos parcialmente, del proceso primario. Por otra,
detiene fija la historia del ser humano en un momento dado de su transcurso vital.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 149

El psicoanálisis es una invitación a reanudar esta historia interrumpida en el contexto


de una relación bipersonal y en el marco de referencia de lo que se denomina situación
analítica (Brainsky, 2000).

8. Criterios para una Personalidad y una Vida Ideales


El Ego como Mediador
El ego debe luchar constantemente con tres fuerzas poderosas: el medio ambiente
externo, el id y el superego. De algún modo, el ego debe intentar moderar las tres fuerzas
competidoras.
Al hacerlo puede sentirse desamparado y confundido, especialmente si las demandas
externas y los impulsos del id son diametralmente opuestos, el ego puede experimentar
ansiedad. Si el superego es moderado en sus expectativas por el ego, las salidas del ego son
más directamente lo que los motivos del id exigen.
Por otra parte, si los impulsos del id y las demandas del superego son igualmente
poderosos, el ego recurre a los mecanismos de defensa y a los procesos primarios de
pensamiento, en lugar de recurrir a los procesos secundarios de pensamiento y a la solución
de problemas (DiCaprio, 1989).

Las Funciones Sintetizadoras del Ego


Un punto importante que hay que tener en cuenta es el principio de la conservación de
la energía, el cual Freud creía que se aplicaba a la energía psíquica, de la misma manera
que se aplica a la energía física.
El principio sostiene que la energía puede transformarse, pero no crearse ni destruirse.
La cantidad de energía psíquica en cualquier periodo de la vida es constante. La que se
utiliza en un tipo de actividad, limita la que está disponible para otras.
Por consiguiente, si el ego se desarrolla y se vuelve dominante, toma la energía del id y
del superego. Estos se debilitan y son manejados más fácilmente por el ego. En la
personalidad ideal, el ego es el sistema mayor, y tanto el superego como el id son accesibles
a la conciencia.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 150

¿Cómo puede el Ego dominar al Superego?


Las razones subyacentes de mucho de lo que ordinariamente hacemos no nos son
conocidas. Por tanto, muchas actividades continúan mucho después, aunque la necesidad a
la que sirvieron ya no esté activa. La conducta habitual, por lo común, no se acompaña por
evaluación racional.
Una forma de hacer consciente el superego es examinar de cuando en cuando nuestros
valores fundamentales, aspiraciones y patrones de conducta correcta y errónea. Muchas
personas encuentran que sus creencias comienzan a cambiar conforme las examinan.
La persona normal ciertamente altera su superego a medida que se desarrolla. Aprende
cuándo observar las reglas y cuándo no y reexamina el papel de las autoridades en su vida.
La persona normal modera muchos de sus sueños y esperanzas ficticias. Aprende a
realizar muchas adaptaciones y compromisos con el superego. La conciencia y el ideal del
yo se hacen cada vez más funciones del ego. Asimismo, conoce lo que quiere y los pasos
necesarios para alcanzar sus objetivos. Como persona, también tiene un claro sentido de lo
correcto e incorrecto.
Por supuesto, todo es cuestión de grado: no todos llegamos a hacer las paces con
nuestro superego y muchas personas llevan consigo su forma primitiva toda la vida. Aquí
puede aplicarse la expresión “el conocimiento da poder”. “El conocimiento del superego
conquista el superego”.
Puede formarse el hábito en los niños de examinar sus suposiciones y valores como una
cuestión relevante. Si se les incrementa la libertad de tomar decisiones y de evaluar cursos
de acción por ellos mismos, el ego toma el poder gradualmente.
Lo opuesto a esto es un enfoque autoritario, en el que los padres toman todas las
decisiones de los niños. El superego, asumiendo el papel de los padres, puede mantener
también al ego bajo control y subordinado.
Al dar al niño una explicación de las razones detrás de las decisiones paternas, también
disminuye la fuerza absoluta tras la autoridad. El niño debe reconocer que las reglas y las
leyes tienen sentido cuando las entiende. Por supuesto que debe ser gradual el razonamiento
de los padres con el niño.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 151

¿Cómo puede el Ego dominar al Id?


Freud afirmó que “donde está el id, el ego también debe estar”. En muchas ocasiones
indicó también que la tarea principal del psicoanálisis es hacer consciente lo inconsciente.
Uno de los objetivos más importantes era liberar a la persona de las represiones que
limitaban las funciones del ego. Al llevar el material reprimido a la conciencia, capacitaba a
los procesos secundarios de pensamiento del ego a elaborar soluciones realistas.
La conciencia correcta de los impulsos también es esencial para el debido
funcionamiento del ego. El conocimiento de los impulsos no los elimina, pero reduce su
fuerza, de la misma manera que el conocimiento del superego debilita su poder.
Conocer los impulsos puede ayudar a ponerlos bajo el principio de la realidad y los
procesos secundarios de pensamiento del ego. Si conocemos nuestros impulsos y los
experimentamos sin distorsión, hay una gran probabilidad de que podamos hacer algo para
satisfacerlos.
Con todo su énfasis en la sexualidad, Freud no preconizaba su libre expresión. Creía
que el propósito del sexo era la procreación, y que el placer es incidental.
Debemos conocer nuestros impulsos antes de poder hacer algo para dominarlos. La
expresión que está fuera de la conciencia y no bajo control voluntario es potencialmente
dañina y limita la efectividad del ego para obtener satisfacción de las necesidades.
Cada cultura provee algunas salidas aceptables para los impulsos potencialmente
peligrosos. A menudo, la persona debe cumplir ciertos requisitos, por ejemplo, casarse,
como un medio de satisfacer su impulso sexual, y durante el periodo de preparación, la
tensión es inevitable.
Sin embargo, la vida se compone de transacciones y desplazamientos, sublimaciones e
incluso negaciones. La persona adaptada ha aprendido a moderar sus deseos, a conformarse
con los patrones establecidos por la sociedad y, en general, “a llevar su carga”.
Según Freud, el acto perfecto toma en cuenta todos los agentes dentro de la
personalidad, así como las presiones y demandas del mundo externo. Esas personas pueden
describirse como quienes disfrutan de armonía interior, así como de concordia entre ellas y
su medio ambiente.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 152

Dos conflictos, el psicosocial y el intrapsíquico, se mantienen a un nivel mínimo. Los


prototipos para el funcionamiento de la personalidad son, moderación, el término medio, la
conformidad, la transacción y un grado de aceptación de las circunstancias, según existen.
Tres atributos característicos que comienzan a desarrollarse durante la etapa genital y
se realizan con la madurez son la capacidad de amar, crear y trabajar. Cada cual requiere el
desarrollo satisfactorio de los rasgos de las etapas anteriores de la evolución de la
personalidad.
Esta persona debe poseer todos los rasgos de las etapas pregenitales en cantidades
moderadas. A través del trabajo y del amor podemos satisfacer mejor nuestras necesidades
más fundamentales y más humanas.
Las personas maduras se adaptan, según Freud, a las demandas de su cultura,
contribuyen para mantenerla y funcionan dentro de los límites que fija. En lugar de una
autorrealización ilimitada, satisfacen sus necesidades en formas aprobadas socialmente.
Cuando le preguntaban sobre el objetivo de la terapia psicoanalítica, Freud contestaba
que su propósito era reemplazar el síntoma con la infelicidad ordinaria de la vida diaria
(DiCaprio, 1989).

VI. Modelo Cognitivo


(Reestructuración de Pensamientos, Emociones y Conductas)
Temáticas
1. Introducción
2. El procesamiento de la información
3. La terapia cognitiva
4. El modelo cognitivo
5. Las emociones
6. Los pensamientos automáticos
7. Las creencias intermedias
8. Las creencias centrales
9. Modificación del tratamiento estándar para encarar trastornos específicos
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 153

1. Introducción
El modelo cognitivo de la psicopatología es el del procesamiento de la información
(Bellak, 1993). Propone que todas las perturbaciones psicológicas tienen en común una
distorsión del pensamiento que influye en la fisiología, el estado de ánimo y en la conducta.
De este modo, pensamientos y creencias disfuncionales subyacen a respuestas
fisiológicas contraproducentes, emociones y conductas desadaptadas.

2. El Procesamiento de la Información

Procesamiento de la Información

Sensación Percepción

Cognición

Memoria Aprendizaje

Figura 9. Esquema del procesamiento de la información.


Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 154

Hardware y Software Cognitivo


Pensamiento
Lenguaje
Emociones

Atención Conciencia

Inteligencia Memoria
Comportamiento

Figura 10. Analogía del hardware y software cognitivo.

De acuerdo con el modelo, creencias fundamentales o básicas acerca de sí mismo, de


los demás y del mundo guían la percepción, interpretación y memoria de las personas
acerca de los sucesos que experimentan.
Estas creencias se derivan de las experiencias pasadas, pueden, o no, estar sujetas a una
inspección consciente por parte del individuo, y condicionan pensamientos y reacciones
fisiológicas, emocionales y conductuales.
Una vez que se forman y activan, facilitan el procesamiento de la información
consistente con el contenido de la creencia y obstaculizan el procesamiento de información
inconsistente con su contenido.
Así, se introduce un sesgo sistemático dentro del procesamiento de la información, que
resultará en formas exageradas y persistentes de reacciones fisiológicas, emocionales y
conductuales. La naturaleza específica de este sesgo determina qué tipo de síntomas o
síndrome psicopatológico exhibirá un paciente dado.
Cada trastorno se caracteriza por un perfil cognoscitivo específico: una persona cuyo
pensamiento se centra de modo selectivo en temas de pérdida o privación es probable que
se deprima. De modo similar, es posible que una persona cuyo pensamiento se preocupa
principalmente por temas de amenazas o peligro, se sienta ansiosa y tensa.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 155

Una evaluación realista y la consiguiente modificación de creencias y pensamientos


producen una mejoría en el organismo, en el estado de ánimo y el comportamiento. Esta
mejoría resulta de la modificación de pensamientos y creencias disfuncionales subyacentes.

3. La Terapia Cognitiva
Es un sistema de psicoterapia desarrollada por Aaron Beck (1960), que cuenta con una
teoría unificada de la personalidad y la psicopatología, con importantes comprobaciones
empíricas.
Es eficaz para el tratamiento de los trastornos: depresivo, bipolar, de ansiedad
generalizada, de pánico, obsesivo-compulsivo, por estrés post traumático, de personalidad,
de la alimentación, fobias, farmacodependencia, dolor crónico, hipocondría, esquizofrenia,
problemas de pareja, de familia, etc.
Es un tipo de tratamiento estructurado y breve, centrado en la problemática presente,
destinado a resolver problemas actuales y a modificar el pensamiento y las conductas
disfuncionales, basado en el modelo cognitivo (Beck, 2000).

4. El Modelo Cognitivo
Plantea la hipótesis de que las percepciones de los eventos influyen sobre las
reacciones fisiológicas, emocionales y comportamentales de las personas.
No es la situación misma la que determina en forma directa las emociones y
comportamientos.
Las respuestas fisiológicas, emocionales y conductuales están condicionadas por la
percepción de la situación.

Los Pensamientos Automáticos (PA)


Hay un nivel de pensamiento que opera simultáneamente con el Pensamiento
Superficial (PS), que es el más evidente.
Por ejemplo, mientras usted lee este texto, puede identificar distintos niveles en sus
propios pensamientos: una parte de su mente está procesando la información (PS), pero otra
está desarrollando una actividad rápida de evaluación.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 156

Esta actividad evaluativa corresponde a los Pensamientos Automáticos (PA), que son
palabras e imágenes que pasan por la mente de la persona.
Estos son específicos para cada situación, no surgen de una deliberación o un
razonamiento, sino que parecen brotar de manera automática y suelen ser veloces y breves.
Es posible que no seamos demasiado conscientes de estos pensamientos y que sólo
tomemos conciencia de la emoción que surge de ellos.
Por esta razón, muchas veces los PA son aceptados como ciertos, sin ser sometidos a
ninguna clase de crítica.
No obstante, es posible aprender a identificarlos por medio de la observación de los
cambios del estado de ánimo. Cuando note que se siente disfórico (mal), pregúntese: ¿Qué
es lo que acaba de pasar por mi mente?
Si identifica sus PA, probablemente podrá evaluar, al menos hasta cierto punto, la
validez de ellos.
Si se da cuenta que hizo una interpretación errónea y logra corregirla, seguramente
descubrirá que su estado de ánimo mejora.
En términos cognitivos, cuando los pensamientos disfuncionales son sometidos a la
reflexión racional, las reacciones fisiológicas, emocionales y conductuales suelen
modificarse.
Pero, ¿de dónde surgen los PA? ¿Por qué razón distintas personas interpretan la misma
situación de modos completamente diferentes?
¿Por qué una misma persona puede interpretar una situación de dos maneras distintas
en dos momentos diferentes? La respuesta a estas preguntas se relaciona con un fenómeno
más perdurable: las creencias (Beck, 2000).

Las Creencias Centrales (CC)


A partir de la infancia, las personas desarrollan ciertas creencias acerca de ellas
mismas, las otras personas y el mundo.
Las Creencias Centrales (CC) constituyen el nivel más esencial de creencia. Son ideas
tan fundamentales y profundas que no se suelen expresar, ni siquiera ante uno mismo. Son
globales, rígidas y generalizan en exceso.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 157

Estas ideas son consideradas por la persona como verdades absolutas, creyendo que “es
así como las cosas son”.
Por ejemplo, quien piensa que es demasiado tonto como para comprender este
seminario, posiblemente tenga una CC que le diga “Soy incompetente”, la cual puede
activarse solamente cuando está afectado, o bien la mayor parte del tiempo.
Cuando se activa la CC, la persona interpreta las situaciones a través de esa creencia,
aun cuando la interpretación pueda ser, a la luz de un análisis racional, completamente
falsa.
Tiende, además, a centrarse selectivamente en aquella información que le confirma su
CC, dejando de lado la información que la contradice. De esta manera, mantiene su
creencia a pesar de que sea equivocada y disfuncional (Beck, 2000).

Las Creencias Intermedias (CI)


Las CC inciden en el desarrollo de una clase intermedia de creencias, a menudo no
expresadas, que consisten en:
Actitudes: maximización de situaciones (Por ej: “no entender es algo terrible”).
Reglas: enunciados del tipo debo/tengo (Por ej: “debo trabajar duro todo el tiempo”).
Presunciones: enunciados del tipo si/entonces (Por ej: “si trabajo duro, podré obtener lo
que otros obtienen fácilmente”).

El Origen de las Creencias


Desde las primeras etapas del desarrollo, las personas tratan de comprender su entorno.
Necesitan, además, organizar sus experiencias de una manera coherente para lograr la
adaptación que necesitan.
Sus interacciones con el mundo y con los demás los llevan a ciertos aprendizajes que
conforman sus creencias y son variables en cuanto a su grado de exactitud y funcionalidad.
Las creencias disfuncionales pueden ser desaprendidas y en su lugar se pueden
instaurar otras creencias basadas en la realidad y más funcionales (Beck, 2000).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 158

Ilustración del Modelo Cognitivo


Creencia Central
“Soy incompetente”

Creencia Intermedia
“Si no comprendo algo a la
perfección, soy un tonto”

Pensamientos Automáticos
Situación
“Es demasiado difícil”
Reacciones:
“Lectura de
este Seminario” “Nunca lo comprenderé”
Emocionales
Enojo

Comportamentales
Mirar para otro lado

Fisiológicas
Dolor de cabeza

Figura 11. Ilustración del modelo cognitivo.


Fuente: Fuente: Terapia cognitiva. Conceptos básicos y profundización. (Beck, J., 2000).

5. Identificación de las Emociones


Las emociones negativas intensas son muy dolorosas y pueden ser disfuncionales
cuando interfieren con la capacidad para pensar con claridad, resolver problemas y actuar
de manera eficaz.
Pero no se deben analizar todas las situaciones en las que la persona se siente disfórica,
sino apuntar a la reducción del distrés emocional relacionado con interpretaciones
equivocadas de situaciones.
Las “emociones negativas normales” forman, junto con las emociones positivas, parte
de la riqueza de la vida y tienen la importante función de alertarnos acerca de un problema
potencial que debe ser enfrentado.

Emociones Negativas
Triste, abatido, solo, desdichado, aburrido
Angustiado, preocupado, temeroso, asustado, tenso
Enojado, furioso, irritado, molesto, frustrado
Decepcionado, avergonzado, humillado, culpable, herido
Celoso, envidioso, receloso
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 159

Es importante aprender a identificar no sólo las emociones, sino además cuantificar el


grado de emoción que se está experimentando (Beck, 2000).

Escala para medir la Emoción


%0
25% 50% 75% 100%

Nada Un poco Medianamente Bastante Lo más triste


triste triste triste triste que he
estado

• Se decide si una cognición requiere de


más intervención, midiendo la caída de
la intensidad de la emoción.

Figura 12. Escala para medir la emoción.


Fuente: Terapia cognitiva. Conceptos básicos y profundización. (Beck, J., 2000).
6. Identificación de los PA
Pregunta básica:
¿Qué estaba pasando por su mente en ese momento?

Para identificar los PA:


1) Formularla en los momentos en que se observe un cambio o una intensificación en
los afectos.
2) Hacer que el usuario describa una situación problemática o un momento en el que
experimentó un cambio en los afectos y formular entonces la pregunta básica.
3) ¿Qué significó esa situación para usted? o (¿Qué revela acerca de usted?) (Beck,
2000).

Evaluación de los PA (Cuestionamiento Socrático)


1) ¿Cuál es la evidencia a favor del pensamiento? ¿Cuál es la evidencia en contra?
2) ¿Hay alguna explicación alternativa?
3) ¿Cuál es la peor cosa que podría ocurrir? ¿Podría sobrellevarlo?
¿Qué es lo mejor que podría ocurrir? ¿Cuál es la posibilidad más realista?
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 160

4) ¿Cuál es el efecto de creer en ese PA? ¿Cuál es el efecto en caso de cambiarlo?


5) ¿Qué debo hacer al respecto?
6) ¿Qué le diría a un amigo si estuviese en esta misma situación?

Identificar las Distorsiones Cognitivas


Las personas tienden a persistir en errores en su pensamiento, existiendo muchas veces,
en el procesamiento cognitivo, una tendencia negativa sistemática. Por tanto, deben adquirir
la destreza para nombrar las distorsiones cognitivas en que incurren. Los errores más
frecuentes son:

Pensamiento tipo todo o nada (Blanco y Negro, Polarizado o Dicotómico).


Usted ve la situación en sólo dos categorías en lugar de considerar toda una gama de
posibilidades. (p. ej.: si no soy un triunfador absoluto, soy un fracasado).

Pensamiento catastrófico (Adivinación del futuro).


Usted predice el futuro negativamente, sin tener en cuenta otras posibilidades. (p. ej.:
estaré tan molesto que no podré hacer nada).

Descalificar (Dejar de lado lo positivo):


Usted considera, de una manera poco razonable, que las experiencias, logros o
cualidades no valen nada. (p. ej.: saqué buena nota, pero sólo tuve suerte).

Razonamiento emocional.
Usted piensa que algo tiene que ser real porque lo “siente” (en realidad lo cree tan
firmemente que ignora o deja de lado la evidencia de lo contrario. (p. ej.: sé que hago
muchas cosas buenas, pero de todos modos me siento un fracasado).

Catalogar.
Usted se coloca a sí mismo o a los demás una etiqueta global sin tener en cuenta que
todas las evidencias llevan a conclusiones menos desastrosas (p. ej.: soy un perdedor; él es
un inútil).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 161

Magnificar/Minimizar.
Cuando usted se evalúa a sí mismo, a otra persona o considera una situación, magnifica
enormemente lo negativo y/o minimiza en gran medida lo positivo (p. ej.: el hecho de que
obtuve una mala calificación demuestra que soy un inútil; obtener buenas notas no significa
que sea inteligente).

Filtro mental (Abstracción selectiva).


Usted presta mucha atención a un detalle negativo, en lugar de tener en cuenta el
cuadro completo (p. ej.: como me fue mal en la evaluación, significa que soy un incapaz).

Lectura de la mente.
Usted cree que sabe lo que los demás están pensando y no es capaz de tener en cuenta
otras posibilidades (p. ej.: él está pensando que no sé nada sobre ésto).

Sobregeneralización.
Usted llega a una conclusión negativa que va mucho más allá de lo que sugiere la
situación (p. ej.: como me sentí mal en la reunión, quiere decir que no tengo capacidad para
hacer amistades).

Personalización.
Creer que los otros tienen una actitud negativa hacia usted, sin tener en cuenta otras
posibles explicaciones (p. ej.: el director fue distante conmigo porque yo hice algo
incorrecto).

Afirmaciones del tipo “Debo/Tengo” (Imperativos).


Usted tiene una idea precisa y rígida respecto del comportamiento que hay que
observar y sobreestima el hecho de no cumplir con esas expectativas (p. ej.: es horrible
haber cometido ese error. Siempre debo hacer lo mejor que pueda).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 162

Visión en forma de túnel.


Usted sólo ve los aspectos negativos de una situación (p. ej.: el compañero no hace
nada bien) (Beck, 2000).

Combatir los PA
Una vez que se ha identificado un PA, se ha evaluado su importancia y el distrés que
ocasiona y se han identificado las reacciones (emocionales, comportamentales y
fisiológicas), hay que examinar su validez y/o utilidad y desarrollar una respuesta más
adaptativa. El Registro de Pensamiento Disfuncional (RPD) es el principal instrumento para
evaluar los PA y darles respuesta. Es un formulario que ayuda al usuario a combatir más
eficazmente sus pensamientos disfuncionales y, por lo tanto, a disminuir su disforia (Beck,
2000).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 163

Registro de Pensamiento Disfuncional


Instrucciones: cuando usted note que su estado de ánimo empeora, pregúntese: “¿Qué está pasando por mi mente en este momento?” y, tan pronto como sea
posible, consigne por escrito el pensamiento o la imagen mental en la columna correspondiente a Pensamiento Automático.
Día/Hora Situación Pensamiento(s) Emoción(es) Respuesta Resultado
Automático(s) Adaptativa
1. ¿Qué 1. ¿Qué pensamientos o 1. ¿Qué emociones 1. ¿Qué distorsión cognitiva produjo? 1. ¿Cuánto cree usted
acontecimientos reales, imágenes pasaron por su (tristeza, angustia, ahora en cada PA?
cadena de mente? ira) sintió en ese
pensamientos, momento? 2. ¿Qué emoción(es)
ensoñaciones o 2. Utilizar las preguntas que aparecen siente actualmente?
recuerdos lo llevaron a 2. ¿en qué medida creyó abajo para componer una respuesta a los ¿Con qué grado de
esa emoción en cada uno de ellos en 2. ¿Qué grado de PA. intensidad? (0 a
desagradable? ese momento? intensidad (0 a 100%) 100%)
tenía cada emoción 3. ¿Cuánto cree usted en cada respuesta?
2. ¿Qué sensaciones 3. ¿Qué hará (o
físicas perturbadoras hizo)?
experimentó?
18/11/15 Estoy estudiando este Es difícil, no lo entiendo Enojo y tristeza Error de tipo “Adivinación del futuro”. 1. PA (75%).
seminario. bien, no lo voy a poder 85% 1. Entiendo algunas cosas, pero otras me
aplicar en mi vida. confunden (90%). 2. En realidad no me he 2. Enojo y tristeza
90% sentado a estudiarlo con juicio (90%). (50%).
Aprensión, 3. Lo peor que puede ocurrir es que no
inseguridad. logre adquirir el hábito de estudiar (90%).
Lo mejor que puede ocurrir es que
comience a estudiar y comprenda lo que
me enseñen (90%). Lo más realista es que
con un poco de esfuerzo de mi parte logre
entenderlo y aplicarlo (80%). 4. Si sigo
suponiendo que no lo entiendo, me
bloqueo y eso es lo que sucederá (100%).
5. Debo esforzarme por adquirir el hábito
del estudio (80%). 6. Pida el manual, y
esfuércese por aprender a ver qué pasa.
Preguntas para ayudar a componer una respuesta alternativa: 1. ¿Cuál es la evidencia de que el PA es verdadero? ¿Y de que no lo es? 2. ¿Existe alguna
explicación posible? 3. ¿Qué es lo peor que podría suceder? ¿Podría soportarlo? ¿Qué es lo mejor que podría ocurrir? ¿Cuál es la posibilidad más realista?
4. ¿Cuál es el efecto de creer en ese PA? ¿Cuál podría ser el efecto de cambiar mi pensamiento? 5. ¿Qué debo hacer al respecto? 6. ¿Qué le diría a un amigo si
estuviese en esta misma situación?
Fuente: Terapia cognitiva. Conceptos básicos y profundización. (Beck, J., 2000).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 164

7. Identificación de CI
Generalmente hay que ocuparse de los PA antes de abordar las CI y CC. Sin embargo,
desde el comienzo hay que formular una conceptualización para conectar los PA con
creencias situadas en niveles más profundos.
El Diagrama de Conceptualización Cognitiva representa la relación entre CC, CI, PA,
emociones y comportamientos.
Habitualmente es mejor comenzar por la parte inferior del Diagrama, anotando tres
situaciones típicas en las cuales el usuario se sienta perturbado. Luego, para cada situación,
se consigna el PA clave, su significado, con la consiguiente emoción y comportamiento.
El significado del PA debe relacionarse lógicamente con el casillero de la CC.

Datos Relevantes de la Infancia


Para completar este casillero hay que preguntarse ¿cómo se originó la CC y cómo se
mantuvo? ¿Qué acontecimientos de la vida (especialmente de la niñez) pueden relacionarse
con el desarrollo y mantenimiento de la CC?
Los datos relevantes típicos de la infancia incluyen conflictos entre los padres u otros
miembros de la familia, divorcios de los padres, interacciones negativas con padres,
hermanos, profesores, pares u otras personas que han hecho sentir al niño culpable,
criticado o desvalorizado.
También las enfermedades, muertes de personas cercanas, abusos sexuales o físicos, y
otras condiciones adversas, como haber crecido en la pobreza, haber enfrentado
discriminación racial, etc.
Los datos relevantes de la infancia pueden ser más sutiles: por ejemplo, la percepción
del niño (válida o no) de que los padres preferían a otro hermano, la constante autocrítica
de un niño que no se ha sentido a la par de sus hermanos, haber percibido que no satisfacía
las expectativas de sus padres, pares o hermanos, etc. (Beck, 2000).

Dar un Formato de Presunción a las Reglas y Actitudes


Una vez identificada la CC dolorosa hay que preguntarse: ¿Cómo la sobrelleva el
usuario? ¿Qué CI (Actitudes, Reglas y Presunciones) ha desarrollado?
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 165

A menudo nos resulta más fácil percibir la distorsión de una CI cuando ésta aparece
bajo la forma de una presunción y no de una regla o una actitud.
Actitudes: ser incapaz es terrible.
Reglas: siempre debo hacer mi máximo esfuerzo.
Presunciones:
Positiva: si trabajo mucho, podré lograrlo.
Negativa: si no trabajo mucho, fracasaré

Estrategias Compensatorias
Para completar este casillero hay que preguntares ¿qué estrategias conductuales
desarrolló el usuario para tolerar la CC negativa?
Las estrategias compensatorias son comportamientos normales que todos llevamos a
cabo alguna vez. La dificultad radica en su uso abusivo a expensas de otras conductas más
funcionales. En la siguiente tabla se podrán apreciar algunas estrategias compensatorias
típicas:

Tabla 11. Estrategias compensatorias.


Evitar emociones negativas Mostrarse muy emocional
Tratar de ser perfecto Mostrarse como incompetente o indefenso
Ser excesivamente responsable Evitar las responsabilidades
Evitar la intimidad Buscar intimidad inadecuada
Buscar reconocimiento Evitar llamar la atención
Evitar las confrontaciones Provocar a los demás
Tratar de controlar situaciones Renunciar al control de los demás
Actuar de manera infantil Actuar de manera autoritaria
Tratar de complacer a los demás Distanciarse o complacerse sólo a sí mismo
Fuente: Terapia cognitiva. Conceptos básicos y profundización. (Beck, J., 2000).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 166

DIAGRAMA DE CONCEPTUALIZACION COGNITIVA


Nombre: ___________________________________________________ Fecha:_____________________________

Diagnóstico Eje I: ___________________________________________ Eje II: _____________________________

Datos Relevantes de la Infancia


¿Qué experiencias contribuyeron al desarrollo y sostenimiento de la creencia central?
Comparación con los hermanos mayores y pares.
Madre crítica

Creencia(s) Central(es)
¿Cuál es la creencia más importante que tiene acerca de su persona?
Soy incapaz

Presunciones
¿Qué presunción positiva lo ayudó a soportar su CC? ¿Cuál es la contraparte negativa de esa presunción?
(Positiva): si trabajo mucho, puedo lograrlo.
(Negativa): si no hago mucho esfuerzo, fracasaré.

Estrategia(s) Compensatorias
¿Qué comportamientos loayudan a sobrellevar la CC?
Desarrollar objetivos exigentes; buscar fallas y corregir; trabajar mucho;
Prepararse en exceso; evitar pedir ayuda.

Situación 1 Situación 2 Situación 3


¿Cuál fue la situación
problemática?
Conversación acerca del
examen.

Pensamiento Automático Pensamiento Automático Pensamiento Automático


¿Qué pasó por su mente?
Ellos son más inteligentes que
yo.

Significado del PA Significado del PA Significado del PA


¿Qué significa para usted ese
PA?
Soy incapaz

Emoción Emoción Emoción


¿Qué emoción se asocia con el
PA?
Tristeza

Comportamiento Comportamiento Comportamiento


¿Qué hizo entonces?
Cerrar el libro

Fuente: Terapia cognitiva. Conceptos básicos y profundización. (Beck, J., 2000).


Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 167

Modificación de CI
Una vez que se ha identificado una CI importante, se puede instruir al individuo acerca
de las creencias en general. Se debe enfatizar que éstas son aprendidas y no innatas, por
tanto, se pueden someter a una revisión, y que hay una cantidad de creencias más
funcionales que se pueden adoptar (Beck, 2000).

Formular una nueva CI


Se debe formular conjuntamente una CI alternativa utilizando el cuestionamiento
socrático, dado que la construcción de una creencia más funcional es un proceso
colaborativo.

Tabla 13. Formulación de nuevas creencias intermedias.


Antiguas CI Nuevas CI
Si pido ayuda, muestro un síntoma de Si pido ayuda cuando la necesito, estoy
debilidad. demostrando buena capacidad para resolver
problemas.
Si no hago las cosas tan bien como los Si no las hago tan bien como los demás, no soy
demás, soy un fracaso. un fracaso, tan sólo soy un ser humano.
Fuente: Terapia cognitiva. Conceptos básicos y profundización. (Beck, J., 2000).

Algunas creencias se pueden modificar fácilmente, pero otras demandan un esfuerzo


conjunto por más tiempo. Hay que continuar preguntando sobre la intensidad de una
creencia dada (0-100%) para evaluar si es necesario seguir trabajando sobre ella.
Se ha atenuado una creencia en una medida suficiente cuando el usuario le adjudica
menos de un 30% de credibilidad y puede seguir modificando su comportamiento aunque
quede un remanente de la creencia (Beck, 2000).

8. Identificar las CC
Normalmente las personas tienen CC positivas (p. ej.: puedo controlar las situaciones,
soy un ser humano valioso, tengo control de mi vida, etc.). Las personas con trastornos
psicológicos mantienen CC negativas disfuncionales, las cuales se pueden categorizar en
dos categorías: 1) De desamparo, 2) De incapacidad de ser amado
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 168

Tabla 14. Identificación de creencias centrales.


De desamparo De incapacidad de ser amado
Estoy indefenso No soy querible
Soy ineficaz No agrado a nadie
Soy débil No me desean
Estoy fuera de control No soy atractivo
Soy vulnerable No me quieren
Soy dependiente No se ocupan de mí
Estoy atrapado Soy malo
Soy incapaz Soy inferior
Soy inútil Soy diferente
Soy incompetente No soy normal (y los demás no me amarán)
Soy un fracasado No soy suficientemente bueno (para ser
amado)
No me respetan Van a rechazarme
Soy defectuoso (inferior a los demás) Van a abandonarme
No soy suficientemente bueno (en función de Me quedaré solo
los éxitos)
Fuente: Terapia cognitiva. Conceptos básicos y profundización. (Beck, J., 2000).

Modificación de CC
Una vez identificada la CC negativa, se encuentra conjuntamente una nueva CC más
realista y funcional (Beck, 2000).

Tabla 15. Formulación de nuevas creencias centrales.


Antigua CC Nueva CC
Nadie me ama Realmente hay personas que se interesan por mí.
No valgo nada Soy una persona valiosa, con rasgos positivos y
negativos.
Estoy lleno de defectos Soy normal, con aspectos fuertes y débiles.
Fuente: Terapia cognitiva. Conceptos básicos y profundización. (Beck, J., 2000).

El Formulario de Creencias Centrales (FCC)


Este formulario se presenta cuando el paciente ha aprendido el proceso de evaluación y
modificación de los PA, comprende verdaderamente que puede modificar el pensamiento
disfuncional y ha establecido una fuerte alianza terapéutica con el profesional.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 169

El FCC comprende dos partes: la superior ayuda al paciente a identificar y evaluar el


grado de credibilidad conferida a la antigua creencia disfuncional y a la nueva creencia más
adaptativa.
A partir del momento en que se presenta el formulario, terapeuta y paciente completan
juntos esta parte al inicio de cada sesión. La parte inferior debe ser completada por el
paciente, durante la sesión o como tarea, a medida que controla el funcionamiento de sus
creencias y revisa las evidencias que parecen avalar la antigua.

Tabla 16. Formulario de creencias centrales.


FORMULARIO DE CREENCIAS CENTRALES
_____________________________________________________________________
• Antigua creencia central: soy incapaz
• ¿Qué grado de credibilidad le confiere ahora a la antigua creencia central?
(0-100%): 90%
• ¿Cuál fue el mayor grado de credibilidad que le confirió en algún momento de
esta semana? (0-100%): 90%
• ¿Cuál fue el menor grado de credibilidad que le confirió en algún momento de
esta semana? (0-100%): 60%
• Nueva creencia: soy capaz en la mayoría de las cosas (pero también soy sólo un
ser humano).
• ¿Qué grado de credibilidad le confiere ahora a esta creencia? (0-100%): 50%

Evidencia que contradice la antigua Evidencia que avala la antigua creencia


creencia central y avala la nueva central, revisada
creencia
Hice un trabajo aceptable en literatura. Mi nota en el trabajo de literatura no fue
sobresaliente, pero es una buena nota. Si
fuera realmente incapaz ni siquiera estaría
en la universidad
Obtuve una buena nota en economía.
No comprendí un concepto en la clase de
economía, pero no había leído nada al
respecto y probablemente lo entenderé
más tarde.
Comprendo este formulario.
Me parecen un poco complicadas algunas
Les expliqué algunos conceptos del partes del seminario, pero si repaso con
seminario a mis hermanos. calma el documento lo más seguro es que
lo entienda bien.

Fuente: Terapia cognitiva. Conceptos básicos y profundización. (Beck, J., 2000).


Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 170

9. Modificación del Tratamiento Estándar Para Encarar Trastornos Específicos


El terapeuta debe contar con una profunda comprensión de los síntomas del paciente,
su funcionamiento, sus problemas, las situaciones que los desencadenaron y la historia
previa. También se debe haber efectuado un diagnóstico sobre los 5 ejes que plantea el
DSM-IV.
Este capítulo expone la terapia cognitiva estándar para la depresión asociada a la
ansiedad (Trastorno depresivo mayor-recurrente). El terapeuta debe consultar textos
especializados para el abordaje de pacientes cuyo diagnóstico no sea el de depresión simple
o unipolar.

Trastorno de Ansiedad Generalizada


La terapia se centra en enseñar al paciente a evaluar de manera más realista las
amenazas de peligro que albergan ciertas situaciones ya fortalecer su capacidad para
sobrellevar situaciones de amenaza.

Trastorno Obsesivo-Compulsivo
La terapia pone énfasis en la prevención de la exposición y de las reacciones y guía al
paciente para que descubra experimentalmente que el problema está en sus pensamientos y
no en los eventos del mundo real (que trata de evitar a través de su comportamiento y del
control de sus pensamientos). El terapeuta ayuda al paciente a evaluar el punto hasta el cual
es verdaderamente responsable de las circunstancias adversas que pueden afectar a otras
personas o a sí mismo.

Adicciones
La terapia se centra en la identificación y comprobación de pensamientos e imágenes
acerca de la ingestión de drogas, la modificación de creencias que aumentan el riesgo de
consumo, las estrategias para sobrellevar los deseos de droga y la prevención de recaídas.

Trastornos de Personalidad
La terapia busca la mejoría en el funcionamiento (aumentando para ello el repertorio de
estrategias compensatorias del paciente), el desarrollo y el aprendizaje a partir de la
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 171

relación terapéutica, la comprensión del desarrollo histórico y la persistencia de las


creencias centrales y su modificación por medio de métodos racionales y experimentales.

Esquizofrenia
Como tratamiento complementario de la terapia farmacológica, la terapia enfatiza la
consideración de explicaciones alternativas de diversas experiencias psicóticas.

Trastorno Bipolar
Como tratamiento complementario de la terapia farmacológica, la terapia se ocupa de
la identificación temprana de episodios hipomaniacos y depresivos, las estrategias para
controlar estos episodios; la regularización del sueño, el apetito y los niveles de actividad;
la reducción de la vulnerabilidad del paciente y la exposición a situaciones disparadores, y
también el cumplimiento del plan de medicación (Beck, 2000).

VII. Modelo Humanista-Existencial


(Voluntad de Sentido-Logoterapia)
Temáticas
1. Biografía de Viktor Emil Frankl
2. Reseña del libro “El hombre en busca de sentido”
3. Conceptos básicos de Logoterapia:
Introducción El sentido del sufrimiento
Voluntad de sentido Problemas metaclínicos
Frustración existencial El suprasentido
Neurosis noógena La transitoriedad de la vida
Noodinámica La Logoterapia como técnica
El vacío existencial La neurosis colectiva
El sentido de la vida Crítica al pandeterminismo
La esencia de la existencia El credo psiquiátrico
El sentido del amor La psiquiatría rehumanizada
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 172

1. Biografía de Viktor Emil Frankl


Frankl nació en Viena en una familia de origen judío. Su padre trabajó duramente,
desde ser un estenógrafo parlamentario hasta llegar a Ministro de Asuntos Sociales.
Desde joven, siendo un estudiante universitario y envuelto en organizaciones juveniles
socialistas, empezó a interesarse en la psicología. Estudió medicina en la Universidad de
Viena y se especializó en neurología y psiquiatría.
De 1933 a 1937 trabajó en el Hospital General de Viena. De 1937 a 1940 practicó la
psiquiatría de forma privada. De 1940 a 1942 dirigió el departamento de neurología del
Hospital Rothschild de Viena. En 1941 contrajo matrimonio con Tilly Grosser.
En 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, fue deportado por su condición de judío,
junto a su esposa y sus padres, a los campos de concentración. En 1944 fue trasladado a
Auschwitz y posteriormente a Kaufering y Türkheim, dos campos de concentración
dependientes del de Dachau.
Fue liberado el 27 de abril de 1945 por el ejército norteamericano. Aunque sobrevivió
al Holocausto, tanto su esposa como sus padres fallecieron en los campos de concentración.
Tras su liberación, regresó a Viena.
En 1945 escribió su famoso libro “El Hombre en Busca de Sentido”, donde describe la
vida del prisionero de un campo de concentración nazi. En esta obra expone que, incluso en
las condiciones más extremas de deshumanización y sufrimiento, el hombre debe encontrar
una razón para vivir, basada en su dimensión espiritual.
Esta reflexión le sirvió de base para el desarrollo de la logoterapia, forma de
psicoterapia influida por el Existencialismo, que se centra en ayudar al paciente a través del
análisis de su existencia. En la logoterapia o análisis existencial, la necesidad subyacente a
la existencia humana y a la salud mental, es la de encontrar un significado a la vida.
En 1949 recibió el doctorado en Filosofía. A partir de 1961, mantuvo cinco puestos
como profesor en los Estados Unidos, en las Universidades de Harvard, Stanford, Dallas,
Pittsburg y San Diego. A su retorno a Europa, enseñó en la Universidad de Viena hasta los
85 años, de forma regular y fue siempre un gran escalador de montañas. Anteriormente, a
los 67 años, había conseguido la licencia de piloto de aviación.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 173

Publicó más de 30 libros, traducidos a numerosos idiomas, impartió cursos y


conferencias por todo el mundo, y recibió 29 doctorados Honoris Causa por distintas
universidades. Falleció el 2 de septiembre de 1997, en Viena (Wikipedia, 2010).

Los Campos de Concentración


Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis hicieron prisioneros a más de 7 millones
de personas (en su mayoría judíos europeos) y los confinaron en 22 campos de
concentración. Algunos fueron asesinados por pelotones de fusilamiento, otros murieron
de inanición o como resultado de experimentos llevados a cabo por científicos alemanes. La
mayoría murió en las cámaras de gas.
En 1945, cuando las Fuerzas Aliadas liberaron los campos, encontraron miles de
cadáveres sin enterrar. La mayoría de los supervivientes padecía enfermedades o
desnutrición (Encarta, 2009).

El Existencialismo
Es un movimiento filosófico que resalta el papel crucial de la existencia, la libertad y la
elección individual, que gozó de gran influencia en los siglos XIX y XX. El tema más
destacado del existencialismo es el de la elección. La primera característica del ser humano,
según la mayoría de los existencialistas, es la libertad para elegir.
Sostienen que los seres humanos no tienen una naturaleza inmutable, o esencia, como
los animales; cada ser humano hace elecciones que conforman su propia naturaleza. La
elección es, por lo tanto, fundamental en la existencia humana y es ineludible; incluso la
negativa a elegir, implica ya una elección.
La libertad de elección conlleva compromiso y responsabilidad. Los existencialistas
han expuesto que, como los individuos son libres de escoger su propio camino, tienen que
aceptar el riesgo y la responsabilidad de seguir su compromiso dondequiera que les lleve.

2. El Hombre en Busca de Sentido


El Dr. Frankl suele preguntar a sus pacientes aquejados de múltiples padecimientos:
¿por qué no se suicida usted? Y muchas veces, de las respuestas extrae una orientación para
la psicoterapia a aplicar: a éste lo que le ata a la vida son los hijos; al otro, un talento; a un
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 174

tercero, quizás, sólo unos cuantos recuerdos. Tejer estas tenues hebras de vidas rotas en una
urdimbre firme, coherente, significativa y responsable es el objeto con el que se enfrenta la
logoterapia.
En esta obra, el Dr. Frankl explica la experiencia que lo llevó al descubrimiento de la
logoterapia. Prisionero durante mucho tiempo en los bestiales campos de concentración, él
mismo sintió en su propio ser lo que significaba una “existencia desnuda”.
¿Cómo pudo él, que todo lo había perdido, que había visto destruir todo lo que valía la
pena, que padeció hambre, frío, brutalidades sinfín, que tantas veces estuvo a punto del
exterminio, cómo pudo aceptar que la vida fuera digna de vivirla?
Es mucho lo que el lector aprende de este libro: aprende lo que hace un ser humano
cuando, de pronto, se da cuenta de que no tiene nada que perder excepto su existencia
desnuda (Frankl, 1996).
La descripción que hace Frankl de la mezcla de emociones que se agolpan en la mente
del prisionero es impresionante. Lo primero que acude en su auxilio es una curiosidad fría
por el propio destino. A continuación, y con toda rapidez, se urden estrategias para salvar lo
que resta de vida, aun cuando las oportunidades de sobrevivir sean mínimas.
El hambre, la humillación y la sorda cólera ante las injusticias, se hacen tolerables a
través de las imágenes entrañables de las personas amadas, de la religión, de un tenaz
sentido del humor e incluso de un vislumbrar la belleza estimulante de la naturaleza: un
bosque, una puesta de sol.
Pero esos momentos de alivio no determinan la voluntad de vivir, si es que no
contribuyen en el prisionero la noción de lo insensato de su sufrimiento. Y es en este punto
donde encontramos el tema central del Existencialismo: vivir es sufrir; sobrevivir es
hallarle sentido al sufrimiento. Si la vida tiene algún objeto, este no puede ser otro que el de
sufrir y morir.
Pero nadie puede decirle a nadie en qué consiste este objeto; cada uno debe hallarlo por
sí mismo y aceptar la responsabilidad que su respuesta le dicta. Si triunfa en el empeño,
seguirá desarrollándose, a pesar de todas las indignidades. Frankl gusta de citar a Nietzche:
“Quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo”.
En el campo de concentración, todas las circunstancias conspiran para conseguir que el
prisionero pierda todos sus asideros. Todas las metas de la vida familiar han sido
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 175

arrancadas de cuajo; lo único que resta es la última de las libertades humanas: la capacidad
de elegir la actitud personal ante un conjunto de circunstancias.
Esta última libertad, admitida tanto por los antiguos estoicos, como por los modernos
existencialistas, adquiere una vívida significación en el relato de Frankl. Los prisioneros no
eran más que hombres normales y corrientes, pero algunos de ellos, al elegir ser dignos de
su sufrimiento, atestiguan la capacidad humana para elevarse por encima de su aparente
destino.
Como psicoterapeuta que es, el autor quiere saber cómo se puede ayudar al hombre a
alcanzar esta capacidad. ¿Cómo puede uno despertar en un paciente el sentimiento de que
tiene la responsabilidad de vivir, por muy adversas que se presenten las circunstancias?

3. Conceptos Básicos de Logoterapia


Introducción
El Dr. Frankl afirma que en el psicoanálisis, el paciente se tiende en un diván y le dice
a usted cosas que a veces son muy desagradables de decir. Pues bien, en la logoterapia el
paciente permanece sentado, pero tiene que oír cosas que, a veces, son muy desagradables
de escuchar.
Esta definición tiene mucho de verdad, pues comparada con el psicoanálisis, la
logoterapia es un método menos retrospectivo y menos introspectivo. Mira más bien hacia
adelante, es decir, a los cometidos y sentidos que el paciente tiene que realizar en el futuro.
A la vez, la logoterapia se desentiende de todas las formulaciones del tipo círculo
vicioso y de todos los mecanismos de retroacción que tan importante papel desempeñan en
el desarrollo de la neurosis. De esta forma, se quiebra el típico ensimismamiento del
neurótico, en vez de volver una y otra vez sobre lo mismo, con el consiguiente refuerzo. Al
aplicar la logoterapia el paciente ha de enfrentarse con el sentido de su propia vida para, a
continuación, rectificar la orientación de su conducta en tal sentido.
Por consiguiente, la definición de la logoterapia es válida en cuanto que el neurótico
trata de eludir el cabal conocimiento de su cometido en la vida, y el hacerle sabedor de esta
tarea y despertarle a una concienciación plena puede ayudar mucho a su capacidad para
sobreponerse a su neurosis.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 176

Frankl explica por qué empleó el término logoterapia para definir su teoría: logos es
una palabra griega que equivale a sentido, significado o propósito.
La logoterapia o, como muchos autores la han llamado, La Tercera Escuela Vienesa de
Psicoterapia, se centra en el significado de la existencia humana, así como en la búsqueda
de dicho sentido por parte del hombre.
De acuerdo con la logoterapia, la primera fuerza motivante del hombre es la lucha por
encontrarle un sentido a su propia vida.
Por eso Frankl habla de voluntad de sentido, en contraste con el principio del placer
(como también podríamos denominarlo, voluntad de placer) en que se centra el
Psicoanálisis Freudiano, y en contraste con la voluntad de poder que enfatiza la Psicología
de Adler (Frankl, 1996).

Voluntad de Sentido
La búsqueda por parte del hombre del sentido de la vida constituye una fuerza primaria
y no una racionalización secundaria de sus impulsos instintivos. Este sentido es único y
específico en cuanto es uno mismo y uno solo quien tiene que encontrarlo. El hombre es
capaz de vivir e incluso morir por sus ideales y principios.
Hace unos años se realizó en Francia una encuesta de opinión. Los resultados
demostraron que el 80% de la población encuestada reconocía que el hombre necesita algo
por qué vivir. En otras palabras, la voluntad de sentido para muchas personas es una
cuestión de hecho, no de fe.
Pero tenemos que precavernos de la tendencia a considerar los principios morales como
simple expresión del hombre. Pues logos o sentido no es sólo algo que nace de la propia
existencia, sino algo que se hace frente a la existencia.
Los principios morales no empujan al hombre, más bien tiran de él. Pues bien, si el
hombre se ve arrastrado por los principios morales, lo que implícitamente se infiere es el
hecho de que la voluntad interviene siempre: la libertad del hombre para elegir entre
aceptar o rechazar una oferta; es decir, para cumplir un sentido potencial o para perderlo.
Sin embargo, debe quedar bien claro que en el hombre no cabe hablar de impulso moral
o impulso religioso, interpretándolo de manera idéntica a cuando decimos que los seres
humanos están determinados por los instintos básicos.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 177

Nunca el hombre se ve impulsado a una conducta moral; en cada caso concreto decide
actuar moralmente. Y no actúa así para satisfacer un impulso moral y tener buena
conciencia; lo hace por mor de una causa con la que se identifica, o por la persona que ama,
o por la gloria de Dios. Si obra para tranquilizar la conciencia será un fariseo y dejará de ser
una persona verdaderamente moral.

Frustración Existencial
La voluntad de sentido del hombre puede también frustrarse, en cuyo caso la
logoterapia habla de frustración existencial. El término existencial describe aquí el afán de
encontrar un sentido concreto a la existencia personal.
La frustración existencial puede también evolucionar en neurosis. Para este tipo de
neurosis, la logoterapia ha acuñado el término neurosis noógena, en contraste con la
neurosis en sentido estricto, es decir, la neurosis psicógena.
Las neurosis noógenas tienen su origen no en lo psicológico, sino más bien en la
dimensión noológica de la existencia humana. Este término logoterapéutico denota algo que
pertenece al núcleo espiritual de la personalidad humana.

Neurosis Noógena
Las neurosis noógenas no nacen de los conflictos entre impulsos e instintos, sino más
bien de los conflictos entre principios morales distintos; en otras palabras, de los problemas
espirituales, entre los que la frustración existencial suele desempeñar una función
importante.
Resulta obvio que en los casos noógenos, la terapia apropiada no es la psicoterapia sino
la logoterapia, es decir, una terapia que se atreva a penetrar en la dimensión espiritual de la
existencia humana.
De hecho, logos en griego no sólo quiere decir significación o sentido, sino también
espíritu. La logoterapia considera temas espirituales como pueden ser la aspiración humana
por una existencia significativa y la frustración de este anhelo.
La logoterapia considera que es su cometido ayudar al paciente a encontrar el sentido
de su vida. En cuanto la logoterapia le hace consciente del logos oculto de su existencia, es
un proceso analítico. Hasta aquí, la logoterapia se parece al psicoanálisis.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 178

Sin embargo, todo análisis, aun en el caso de que no comprenda la dimensión noológica
o espiritual en su proceso terapéutico, trata de hacer al paciente consciente de lo que anhela
en lo más profundo de su ser.
La logoterapia difiere del psicoanálisis en cuanto considera al hombre como un ser
cuyo principal interés consiste en cumplir un sentido y realizar sus principios morales, y no
en la mera gratificación de sus impulsos e instintos, ni en poco más que la conciliación de
las conflictivas exigencias del ello, el yo y el superyó, o en la simple adaptación y ajuste a
la sociedad y al entorno.

Noodinámica
Cierto que la búsqueda humana de ese sentido y de esos principios puede nacer de una
tensión interna y no de un equilibrio interno. Ahora bien, precisamente esta tensión es un
requisito indispensable de la salud mental.
Puede verse, pues, que la salud se basa en un cierto grado de tensión, la tensión
existente entre lo que ya se ha logrado y lo que todavía no se ha conseguido; o el vacío
entre lo que se es y lo que se debería ser. Esta tensión es inherente al ser humano y por
consiguiente es indispensable al bienestar mental.
No debemos, pues, dudar en desafiar al hombre a que cumpla su sentido potencial. Sólo
de este modo despertamos del estado de latencia su voluntad de sentido.
Por eso el Dr. Frankl considera un concepto falso y peligroso para la higiene mental dar
por supuesto que lo que el hombre necesita ante todo es equilibrio u homeostasis, es decir,
un estado sin tensiones.
Lo que el hombre realmente necesita no es vivir sin tensiones, sino esforzarse y luchar
por una meta que le merezca la pena. Lo que precisa no es eliminar la tensión a toda costa,
sino sentir la llamada de un sentido potencial que está esperando a que él lo cumpla.
Lo que el hombre necesita no es la homeostasis, sino la noodinámica, es decir, la
dinámica espiritual dentro de su campo de tensión bipolar, en el cual un polo viene
representado por el significado que debe cumplirse y el otro por el hombre que debe
cumplirlo.
Si los terapeutas quieren fortalecer la salud mental de sus pacientes, no deben tener
miedo a aumentar dicha tensión y orientarles hacia el sentido de sus vidas.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 179

El Vacío Existencial
Hay que ocuparse de la influencia nociva que encierra ese sentimiento del que se
quejan hoy muchos pacientes: el sentimiento de que sus vidas carecen definitivamente de
un sentido. Se ven acosados por la experiencia de su vaciedad íntima, del desierto que
albergan dentro de sí. Están atrapados en esa situación que ellos denominan vacío
existencial.
El vacío existencial es un fenómeno muy extendido en el siglo XX. Ello es
comprensible y puede deberse a la doble pérdida que el hombre tiene que soportar desde
que tiene conciencia de sí mismo.
Por un lado, carece de un instinto que le diga lo que ha de hacer, teniendo que elegir;
pero, además, en los últimos tiempos, ha sufrido la pérdida de las tradiciones; éstas, que
habían servido de contrafuerte a su conducta, se están diluyendo a pasos agigantados. No
tiene ya tradiciones que le indiquen lo que tiene que hacer. En ocasiones no sabe ni siquiera
lo que le gustaría hacer.
Este vacío existencial se manifiesta sobre todo en un estado de tedio. De hecho, el
hastío es hoy causa de más problemas que la tensión.
No es comprensible que se entiendan tanto los fenómenos de la drogadicción y la
delincuencia juvenil, a menos que reconozcamos la existencia del vacío existencial que le
sirve de sustento. No pocos casos de suicidio pueden rastrearse hasta ese vacío existencial.
El vacío existencial también se manifiesta enmascarado con diversas caretas y
disfraces. A veces la frustración de la voluntad de sentido se compensa mediante una
voluntad de poder, en la que cabe su expresión más primitiva: la voluntad de tener dinero.
En otros casos en que la voluntad de sentido se frustra, viene a ocupar su lugar la
voluntad de placer. Esta es la razón de que la frustración existencial suele manifestarse en
forma de desenfreno sexual.

El Sentido de la Vida
El Dr. Frankl duda que haya alguien que pueda contestar a esta pregunta en términos
generales, dado que el sentido de la vida difiere de un hombre a otro y de un día para otro.
Así pues, lo que importa no es el sentido de la vida en términos generales, sino el
significado concreto de la vida de cada individuo en un momento dado.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 180

No deberíamos buscar un sentido abstracto a la vida, pues cada uno tiene en ella su
propia misión que cumplir; cada uno debe llevar a cabo un cometido concreto. Por tanto, ni
puede ser reemplazado en la función, ni su vida puede repetirse; su tarea es única, como
única es su oportunidad para instrumentarla.
Como quiera que toda situación vital representa un reto para el hombre y le plantea un
problema que sólo él debe resolver, la cuestión del significado de la vida puede en realidad
invertirse.
En última instancia, el hombre no debería inquirir cuál es el sentido de la vida, sino
comprender que es a él a quien se inquiere. En una palabra, a cada hombre se le pregunta
por la vida y únicamente puede responder a la vida respondiendo por su propia vida.
De modo que la logoterapia considera que la esencia íntima de la existencia humana
está en su capacidad de ser responsable.

La Esencia de la Existencia
Este énfasis en la capacidad de ser responsable se refleja en el imperativo categórico de
la logoterapia: “vive como si ya estuvieras viviendo por segunda vez y como si la primera
vez ya hubieras obrado tan desacertadamente como ahora estás a punto de obrar”.
Este precepto enfrenta al hombre con la finitud de la vida, así como con la finalidad de
lo que cree de sí mismo y de su vida.
La logoterapia intenta hacer al paciente plenamente consciente de sus propias
responsabilidades; razón por la cual ha de dejarle la opción de decidir por qué, ante qué o
ante quién se considera responsable.
Y por ello el logoterapeuta es el menos tentado de todos los psicoterapeutas a imponer
al paciente juicios de valor, pues nunca permitirá que éste le traspase la responsabilidad de
juzgar.
Corresponde, pues, al paciente decidir si debe interpretar su tarea vital siendo
responsable ante la sociedad o ante su propia conciencia. Una gran mayoría, no obstante,
considera que es a Dios a quien tiene que rendir cuentas.
Al declarar que el hombre es una criatura responsable y que debe aprehender el sentido
potencial de su vida, el Dr. Frankl subraya que el verdadero sentido de la vida debe
encontrarse en el mundo y no dentro del ser humano o de su propia psique.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 181

Por idéntica razón, la verdadera meta de la existencia humana no puede hallarse en lo


que se denomina autorrealización, porque ésta no puede alcanzarse cuando se considera un
fin en sí misma, sino cuando se la toma como efecto secundario de la propia trascendencia.
De acuerdo con la logoterapia, podemos descubrir el sentido de la vida de tres modos
distintos:
1) Realizando una acción
2) Teniendo algún principio
3) Por vía del sufrimiento
En el primer caso el medio para el logro o cumplimiento es obvio. El segundo medio
para encontrar el sentido en la vida es sentir por algo como, por ejemplo, la naturaleza o la
cultura; y también sentir por alguien, por ejemplo, el amor.

El Sentido del Amor


El amor constituye la única manera de aprehender a otro ser humano en lo más
profundo de su personalidad. Nadie puede ser totalmente conocedor de la esencia de otro
ser humano si no le ama.
Por el acto espiritual del amor, se es capaz de ver los trazos y los rasgos esenciales en
la persona amada; y lo que es más, ver también sus potencias: lo que todavía no se ha
revelado, lo que ha de mostrarse.
Todavía más, mediante su amor, la persona que ama posibilita al amado a que
manifieste sus potencias. Al hacerle consciente de lo que puede llegar a ser, logra que esas
potencias se conviertan en realidad.
En logoterapia, el amor no se interpreta como un epifenómeno de los impulsos e
instintos sexuales en el sentido de lo que se denomina sublimación.
El amor es un fenómeno tan primario como puede ser el sexo. Normalmente el sexo es
una forma de expresar amor. El sexo se justifica, incluso se santifica en cuanto que es un
vehiculo del amor, pero sólo mientras éste existe.
De este modo, el amor no se entiende como un mero efecto secundario del sexo, sino
que el sexo se ve como medio para expresar la experiencia de ese espíritu de fusión total y
definitivo que se llama amor.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 182

El Sentido del Sufrimiento


Cuando uno se enfrenta con una situación inevitable, insoslayable, siempre que uno
tiene que enfrentarse a un destino que es imposible cambiar, por ejemplo una enfermedad
incurable como el SIDA o un cáncer que no puede operarse, precisamente entonces se le
presenta la oportunidad de realizar el valor supremo, de cumplir el sentido más profundo,
cual es el del sufrimiento.
Porque lo que más importa de todo es la actitud que tomamos hacia el sufrimiento,
nuestra actitud al cargar con ese sufrimiento. El sufrimiento deja de ser en cierto modo
sufrimiento en el momento en que se le encuentra un sentido.
Uno de los postulados básicos de la logoterapia estriba en que el interés principal del
hombre no es encontrar el placer, o evitar el dolor, sino encontrarle un sentido a la vida,
razón por la cual el hombre está dispuesto incluso a sufrir a condición de que ese
sufrimiento tenga algún sentido.
La psicoterapia tradicional ha tendido a restaurar la capacidad del individuo para el
trabajo y para gozar de la vida; la logoterapia también persigue dichos objetivos y aun va
más allá al hacer que el paciente recupere su capacidad de sufrir, si fuera necesario, y por
tanto de encontrar un sentido incluso al sufrimiento.
Al aceptar el reto de sufrir valientemente, la vida tiene hasta el último momento un
sentido y lo conserva hasta el fin, literalmente hablando. En otras palabras, el sentido de la
vida es de tipo incondicional, porque comprende incluso el sentido del posible sufrimiento.

Problemas Metaclínicos
Cada día, el psicoterapeuta se ve confrontado más y más con las preguntas ¿Qué es la
vida? ¿Qué es el sufrimiento, después de todo? Continuamente al profesional le abordan
hoy pacientes que le plantean problemas humanos más que síntomas neuróticos.
Algunas de las personas que en la actualidad visitan al psicólogo, hubieran acudido en
tiempos pasados a un pastor, un sacerdote o un rabino, pero hoy, por lo general, se resisten
a ponerse en manos de un eclesiástico, de forma que el terapeuta tiene que hacer frente a
cuestiones filosóficas más que a conflictos emocionales.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 183

El Suprasentido
Este sentido último excede y sobrepasa, necesariamente, la capacidad intelectual del
hombre; en logoterapia se emplea para este contexto el término suprasentido.
Lo que se le pide al hombre no es como predican muchos filósofos existenciales, que
soporte la insensatez de la vida, sino más bien que asuma racionalmente su propia
capacidad para aprehender toda la insensatez incondicional de la vida. Logos es más
profundo que lógica.
No obstante, cuando un paciente tiene una creencia religiosa firmemente arraigada, no
hay ninguna objeción en utilizar el efecto terapéutico de sus convicciones, y, por
consiguiente, reforzar sus recursos espirituales.

La Transitoriedad de la Vida
El Dr. Frankl nunca se cansará de decir que el único aspecto verdaderamente transitorio
de la vida es lo que en ella hay de potencial y que en el momento en que se realiza, se hace
realidad, se guarda y se entrega al pasado, de donde se rescata y se preserva de la
transitoriedad.
De suerte que la transitoriedad de nuestra existencia en modo alguno hace a ésta
carente de significado, pero sí configura nuestra responsabilidad, porque todo depende de
que nosotros comprendamos que las posibilidades son esencialmente transitorias.
El hombre elige constantemente de entre la gran masa de posibilidades presentes: ¿A
cuál de ellas hay que condenar a no ser y cuál de ellas debe realizarse? ¿Qué elección será
una realización imperecedera, una huella inmortal en la arena del tiempo?
En todo momento el hombre debe decidir, para bien o para mal, cuál será el
monumento de su existencia. Nada puede deshacerse y nada puede volverse a hacer. Yo
diría que haber sido es la forma más segura de ser.

La Logoterapia como Técnica


La logoterapia ha ideado técnicas para tratar temores neuróticos. Una condición que
suele darse en los individuos neuróticos es la ansiedad anticipatoria. Es característico de ese
temor el producir precisamente aquello que el paciente teme.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 184

Por ejemplo, una persona que teme ponerse colorada cuando entra en una gran sala y se
encuentra con mucha gente, se ruborizará sin la menor duda.
En ese sentido podría extrapolarse el dicho: “el deseo es el padre del pensamiento y el
miedo es la madre del suceso”.
Por irónico que parezca, de la misma forma que el miedo hace que suceda lo que uno
teme, una intención obligada hace imposible lo que uno desea a la fuerza. Puede observarse
esta intención excesiva o hiperintención, especialmente en los casos de neurosis sexuales.
Cuanto más intenta un hombre demostrar su potencia sexual o una mujer su capacidad
para sentir el orgasmo, menos posibilidad tienen de conseguirlo.
El placer es, y debe continuar siendo, un efecto o producto secundario, y se destruye y
malogra en la medida en que se le hace un fin en sí mismo.
También la atención excesiva o hiperreflexión puede ser asimismo patógena. El
siguiente caso clínico ilustra lo que se quiere decir.
Una joven acudió a consulta quejándose de ser frígida. La historia de su vida descubrió
que en su niñez su padre había abusado de ella; sin embargo, no fue esta experiencia
traumática en sí, la que eventualmente le había originado la neurosis sexual.
Sucedía que, tras haber leído trabajos de divulgación sobre el tema, vivía todo el
tiempo con la expectativa de la desgracia que su traumática experiencia le podría acarrear.
Esta ansiedad anticipatoria se resolvía tanto en una excesiva intención (hiperintención)
para confirmar su feminidad, como en una excesiva atención (hiperreflexión) que se
centraba en sí misma y no en su compañero.
Todo lo cual era más que suficiente para incapacitarla y privarla de la experiencia del
placer sexual, porque en ella el orgasmo era tanto un objeto de la atención como de la
intención, en vez de ser un efecto no intencionado de la devoción no reflexiva de su
compañero.
Tras seguir un breve periodo de logoterapia, la atención e intención excesivas de la
paciente sobre su capacidad para experimentar el orgasmo se hicieron de-reflexivas, cuando
recodificó su atención, enfocándola hacia el objeto apropiado, es decir, el compañero, el
orgasmo se produjo espontáneamente.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 185

Pues bien, la logoterapia basa su técnica denominada intención paradójica en la


dualidad de que, por una parte, el miedo hace que se produzca lo que se teme, y por otra, la
hiperintención estorba lo que se desea.
Por la intención paradójica se invita al paciente fóbico a que intente hacer precisamente
aquello que teme, aunque sea sólo por un momento.
Por ejemplo, un joven vino a consultar al Dr. Frankl por su temor a transpirar. Siempre
que esperaba que se produjera la transpiración, la ansiedad anticipatoria era suficiente para
precipitar la sudoración.
A fin de cortar este proceso tautológico, aconsejó al paciente que en el caso de que
ocurriera la sudoración, decidiera deliberadamente mostrar a la gente cuánto era capaz de
sudar. El resultado fue que, tras haber sufrido su fobia durante años, ahora había sido capaz
de verse libre de ella en una semana.
La intención paradójica ha demostrado ser efectiva para los trastornos de la escritura,
del habla (tartamudeo), del sueño, neurosis obsesivo-compulsiva, y otros, cualquiera que
sea la etiología del caso en cuestión.
Como vemos, la ansiedad anticipatoria debe contraatacarse con la intención paradójica;
la hiperintención, al igual que la hiperreflexión deben combatirse con la de-reflexión; ahora
bien, ésta no es posible, finalmente, sino es mediante un cambio en la orientación del
paciente hacia su vocación específica y su misión en la vida.
No es el ensimismamiento del neurótico, ya sea de conmiseración o de desprecio, lo
que puede romper la formación del círculo vicioso; la clave para curarse está en la
trascendencia de uno mismo.

La Neurosis Colectiva
Cada época tiene su propia neurosis colectiva y precisa su propia psicoterapia para
vencerla. El vacío existencial, que es la neurosis masiva de nuestro tiempo, puede
describirse como una forma de nihilismo, dado que éste puede definirse como la
aseveración de que el ser carece de significación.
En primer lugar, existe un riesgo inherente al enseñar la teoría de la nada del hombre,
es decir, la teoría de que el hombre no es sino el resultado de sus condiciones biológicas,
sociológicas y psicológicas o el producto de la herencia y el medio ambiente.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 186

Esta concepción del hombre hace de él un autómata y no un ser humano. El fatalismo


neurótico se ve alentado y reforzado por una psicoterapia que niega al hombre su libertad.
Cierto, un ser humano es un ser finito, y su libertad está restringida, pero no se trata de
liberarse de las condiciones, hablamos de la libertad de tomar postura ante esas
condiciones.

Crítica al Pandeterminismo
Una presunción errónea y peligrosa es el pandeterminismo, el cual quiere significar el
punto de vista de un hombre que desdeña su capacidad para asumir una postura ante las
situaciones, cualesquiera que estás sean.
El hombre no está totalmente condicionado y determinado; él es quien determina si ha
de entregarse a las situaciones o hacer frente a ellas. En otras palabras, el hombre en última
instancia se determina a sí mismo.
El hombre no se limita a existir, sino que siempre decide cuál será su existencia y lo
que será al minuto siguiente. Análogamente, todo ser humano tiene la libertad de cambiar
en cada instante.
No obstante, uno de los rasgos principales de la existencia humana es la capacidad para
elevarse por encima de cualquier condición, por adversa que sea, y trascenderla.
Análogamente y en último término, el hombre se trasciende a sí mismo; el ser humano
es un ser auto trascendente.
La libertad, no obstante, no es la última palabra. La libertad sólo es una parte de la
historia y la mitad de la verdad. La libertad no es más que el polo negativo de cualquier
fenómeno, cuyo polo positivo es la responsabilidad.
De hecho, la libertad corre el peligro de degenerar en una nueva arbitrariedad a no ser
que se viva con responsabilidad

El Credo Psiquiátrico
Nada hay concebible que pueda condicionar al hombre de tal forma que le prive de la
más mínima libertad. Por consiguiente, al neurótico y aun al psicótico les queda también un
resto de libertad. De hecho, la psicosis no roza siquiera el núcleo central de la personalidad
humana.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 187

Un individuo psicótico incurable puede perder la utilidad del ser humano y conservar,
sin embargo, su dignidad. Tal es nuestro credo psiquiátrico. Pensamos que sin él no vale ser
un psiquiatra.

La Psiquiatría Rehumanizada
Durante mucho tiempo la psiquiatría ha tratado de interpretar la mente humana como
un simple mecanismo y, en consecuencia, la terapia de la enfermedad mental como una
simple técnica. Nos parece que ese planteamiento ha tocado su fin.
Lo que ahora empezamos a vislumbrar en el horizonte no son los cuadros de una
medicina psicologizada, sino de una psiquiatría humanizada.
Sin embargo, el profesional de la salud mental que todavía quiera desempeñar su papel
principal como técnico se verá obligado a confesar que él no ve en su paciente otra cosa
que una máquina y no al ser humano que hay detrás de la enfermedad.
El ser humano no es una cosa más entre otras cosas; las cosas se determinan unas a las
otras; pero el hombre, en última instancia, es su propio determinante. Lo que llegue a ser,
dentro de los límites de sus facultades y de su entorno, lo tiene que hacer por sí mismo.
En los campos de concentración observábamos y éramos testigos de que algunos de
nuestros camaradas actuaban como cerdos mientras que otros se comportaban como santos.
El hombre tiene dentro de sí ambas potencias; de sus decisiones y no de sus
condiciones depende cuál de ellas se manifieste.
Nuestra generación es realista, pues hemos llegado a saber lo que realmente es el
hombre. Después de todo, el hombre es ese ser que ha inventado las cámaras de gas de
Auschwitz, pero también es el ser que ha entrado en esas cámaras con la cabeza erguida y
el Padrenuestro o el Shema Yisrael en sus labios (Frankl, 1996).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 188

VIII. Tratamiento Cognitivo-Conductual de la Adicción a las Drogas


Prevención de Recaídas
Temáticas
1. Introducción
2. Estadios y procesos de cambio en las adicciones
3. Tratamiento cognitivo-conductual
4. Prevención de recaídas
5. Conclusiones

1. Introducción
De acuerdo con Caballo (1997), la conceptualización de las adicciones, su estudio y
caracterización ha sido una de las líneas de trabajo e investigación más importantes en la
última década.
Los autores más destacados consideran que, a pesar de las diferencias específicas
existentes entre las distintas adicciones, todas ellas comparten una serie de aspectos
comunes.
Todos los individuos que tienen problemas de control de conductas como comer, beber,
fumar, usar drogas y jugar de forma compulsiva describen de forma similar la
fenomenología de cada una de ellas (Gordon y Marlatt, 1980).
Por ello, nos adherimos a la definición de la conducta adictiva que proponen Pomerlau
y Pomerlau (1987), al conceptualizarla como:
El consumo repetido y abusivo de una sustancia (p. ej., cocaína, alcohol) y/o la
implicación compulsiva en la realización de una conducta determinada (p. ej., juego
patológico) que, de forma directa o indirecta, modifica el medio interno del individuo
de tal forma que obtiene un refuerzo inmediato por el consumo de la sustancia o por la
realización de dicha conducta (p. 161).
Aunque cada vez se incluyen más conductas adictivas, las que tienen mayor
prevalencia en nuestra sociedad son el consumo, abuso y dependencia de alcohol, tabaco,
marihuana, cocaína, basuco y juego patológico.
Este tipo de conductas parecen ser comparables en cuanto a las propiedades que las
caracterizan, tales como:
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 189

1) La capacidad de la sustancia y/o actividad para actuar como reforzador positivo.


2) La presencia de tolerancia condicionada, caracterizada por la reducción de la
eficacia de la sustancia y/o actividad debido a la presencia de señales ambientales
que mediatizan sus efectos.
3) El desarrollo de una dependencia física y/o psicológica con su uso continuado.
4) El contraste afectivo, es decir, la sustancia tiende a producir un estado afectivo
inicial de euforia que disminuye con el mantenimiento de la adicción, en el que
prevalece un estado afectivo opuesto (disforia, malestar).
5) La capacidad que tiene la sustancia de actuar como un potente estímulo
incondicionado pavloviano (EI), que da lugar al desarrollo de respuestas
condicionadas (RC) a las señales ambientales en las que tiene lugar el desarrollo de
la adicción.
6) La presencia de estados emocionales caracterizados por un intenso nivel de
activación general, así como los efectos generados por el estrés y la ansiedad, que
intervienen de forma negativa en el consumo.
Por lo tanto, el cambio de un hábito de dependencia de las drogas por otro que conlleve
un estilo de vida nuevo implica que tanto el drogodependiente como su familia participen
de forma activa en un programa de tratamiento, cuyo objetivo sea la abstinencia total de
heroína, cocaína u otras drogas y la modificación del estilo de vida del drogadicto,
aprendiendo a afrontar problemas y dificultades que le permitan dar una salida personal a
su experiencia con la droga.
Según Mother y Weitz (1986), el proyecto de dejar la droga consta de varias etapas:
1) Admitir que uno tiene problemas con las drogas y tomar la decisión de
abandonarlas.
2) Dejar de consumir drogas totalmente, es decir, superar la abstinencia física y/o
psicológica.
3) Producir cambios en el estilo de vida que permitan la adaptación al ámbito
personal, familiar, académico, laboral y social; ésta es una etapa crucial, y suele ser
la más larga, porque no sólo tiene que cambiar la forma en que se comporta
socialmente, sino que deben adquirirse nuevas habilidades y recursos para
consolidar el estilo de vida sin drogas.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 190

4) Afrontar problemas de la vida diaria, crisis y recaídas. Esta fase es una


continuación de la anterior, pero en este caso el adicto tiene que consolidar los
logros terapéuticos para mantener su proyecto personal de cambio.

Aquí se exponen los principales procedimientos y técnicas de intervención aplicados a


esta problemática, dirigidos a cambiar los hábitos compulsivos de consumo de drogas por
otros que conlleven formas más adaptativas de funcionamiento en el ámbito personal,
familiar, académico, laboral y social.
Al mismo tiempo, se consideran la etapa y los procesos de cambio en el que se
encuentra cada individuo en el momento de iniciar el tratamiento, con el objetivo de
adecuar y personalizar los paquetes terapéuticos, garantizando así unos mejores resultados
tanto a corto como a largo plazo.

2. Estadios de Cambio
Tradicionalmente se consideraba el tratamiento de una conducta adictiva como el paso
de un estado de consumo continuado de una SPA a otro de cambio permanente de
abstinencia.
Sin embargo, en la actualidad se sabe que una conducta adictiva no se caracteriza por
un estado de todo o nada sino que, más bien, sigue un proceso de cambio, con una serie de
etapas o estadios que tienen lugar a lo largo del tiempo.
Por lo tanto, un modelo comprensivo de cambio tiene que cubrir todo el proceso
terapéutico que sigue un adicto hasta alcanzar la abstinencia.
Distintos autores plantearon modelos similares entre sí del cambio de una conducta
adictiva. Sin embargo, el modelo transteórico de Prochaska & DiClemente (1992) es el que
ha recibido mayor apoyo empírico, debido tanto a su capacidad descriptiva y explicativa
como predictiva del proceso de cambio de las conductas adictivas, caracterizándose por las
siguientes etapas o estadios de cambio: 1) precontemplación, 2) contemplación,
3) preparación, 4) actuación, 5) mantenimiento, y 6) recaída.
Según estos autores, los individuos adictos pasan por estos estadios
independientemente de si su cambio es autodirigido o dirigido por un profesional; es decir,
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 191

con o sin terapia, todos ellos parecen pasar por etapas comunes de cambio terapéutico y
utilizar procesos de cambio similares.
En la siguiente figura se especifica el modelo propuesto por los autores, en el que
puede apreciarse algo similar a una “rueda sobre estadios de cambio”, que refleja el hecho
de que los adictos suelen recorrer estos estadios circulares varias veces antes de alcanzar un
cambio terapéutico estable.

Modelo de Prochaska y DiClemente (1992) sobre


etapas o estadios de cambio en las adicciones
Precontemplación

Recaída Contemplación
Salida
permanente

Mantenimiento Preparación

Actuación

Figura 13. Estadios de cambio en las conductas adictivas.


Fuente: Manual para el tratamiento cognitivo conductual de los trastornos psicológicos. (Caballo, V., 1997).

Así, por ejemplo, dichos autores encontraron que los fumadores generalmente recorrían
la rueda entre tres y siete veces (con un promedio de cuatro) antes de dejar definitivamente
de fumar.
En general, la mayoría de los pacientes recae alguna vez en algún momento de su
proceso de recuperación, lo que nos indica que la recuperación terapéutica en las adicciones
casi nunca sigue un proceso lineal, sino que, más bien, es discontinuo, circular o espiral
(Prochaska, DiClemente y Norcross, 1992).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 192

1) Precontemplación.
Los adictos que se encuentran en esta etapa no suelen reconocer que tienen un
problema adictivo y la posibilidad de acudir a tratamiento es algo que ni siquiera han
considerado. Es más probable que las personas más cercanas conozcan el problema mejor
que el propio individuo.
En este estadio, el aspecto crítico es aumentar la toma de conciencia del individuo
sobre su adicción y hacerle ver la necesidad de plantearse su problema para lograr un
cambio en su estilo de vida.

2) Contemplación.
Los individuos que se encuentran en este estadio tienen un mayor nivel de
concienciación de su problema, han considerado la posibilidad de cambiar, aunque al
preguntarle, normalmente la rechazan.
Esta etapa se caracteriza por la ambivalencia, que puede definirse como un estado
mental en el que coexisten sentimientos contradictorios sobre continuar con la adicción o
dejarla (Miller y Rollnick, 1991).
A nivel terapéutico puede proporcionarse al paciente información objetiva sobre las
consecuencias de la adicción y la forma en que éstas han afectado y afectan su vida, mejor
que darle regañinas o confrontaciones.

3) Preparación.
Esta etapa se caracteriza por la decisión de emprender una serie de pasos, como iniciar
un programa de tratamiento para superar la adicción.
En este estadio, los pacientes combinan criterios intencionales y conductuales, es decir,
toman la decisión y se comprometen a abandonar su conducta adictiva y, a la vez, realizan
algunos pequeños cambios conductuales (p. ej., disminuir el consumo de cocaína), que no
cumplen los criterios para considerar que se hallan en el siguiente estadio (actuación).
A nivel terapéutico puede efectuarse el planteamiento de preguntas relevantes sobre el
proceso de abstinencia y el cambio del estilo de vida para reforzar la motivación al cambio.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 193

También es fundamental elaborar con el paciente la consideración de alternativas y el


desarrollo de un plan de acción detallado que incluya los objetivos y la forma de
conseguirlos. En este momento el compromiso del paciente por alcanzar la abstinencia y el
cambio de estilo de vida debe ser expuesto a su familia y a otras personas significativas.

4) Actuación.
Los individuos que se encuentran en este estadio están preparados para llevar a cabo un
plan terapéutico específico.
En este caso, el adicto inicia la puesta en práctica de una serie de procedimientos
cognitivo-conductuales dirigidos a alcanzar la abstinencia y la modificación del estilo de
vida. Esta etapa suele tener una duración de tres a seis meses, pero hay que recordar que el
paciente puede intercalar etapas de cambio anteriores en su proceso de recuperación.

5) Mantenimiento.
Una vez que la actuación terapéutica se está llevando a cabo de forma satisfactoria
durante los tres primeros meses de tratamiento, el adicto entra en el estadio de
mantenimiento, que se caracteriza por la generalización de la abstinencia a todo tipo de
drogas, por el mantenimiento y consolidación de un nuevo estilo de vida y,
fundamentalmente, por el aprendizaje del manejo de las crisis y las recaídas.
En este estadio se intentan consolidar los nuevos hábitos de comportamiento adquiridos
por el paciente a nivel conductual, cognitivo, emocional y social. Ahora bien, el
mantenimiento del cambio en las drogodependencias no es un proceso a corto plazo, sino
que más bien suele consolidarse a lo largo de los años.

6) Recaída.
El fenómeno de las recaídas va a estar presente tanto en la etapa de actuación como en
la de mantenimiento y lo importante es espaciarlas cada vez más en el tiempo hasta que el
individuo alcance la abstinencia y el cambio de estilo de vida en sus distintas vertientes:
personal, familiar, académico, laboral y social. Las estrategias y procedimientos de
intervención se presentan en el apartado de Prevención de Recaídas.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 194

Procesos de Cambio
Los estadios de cambio representan una dimensión temporal que permite determinar y
comprender el momento en el que ocurren determinados cambios de intenciones, actitudes
y conductas, mientras que los procesos de cambio posibilitan la comprensión de la forma en
la que suceden dichos cambios.
Los procesos de cambio consisten en actividades encubiertas o manifiestas iniciadas o
experimentadas por un individuo para modificar su hábito adictivo a nivel cognitivo,
emocional, fisiológico y/o conductual.
Diversos estudios realizados por Prochaska y DiClemente (1984) sobre las conductas
adictivas demostraron la existencia de un número limitado de procesos de cambio
subyacentes a la progresión a través de los diferentes estadios, independientemente de que
dicha progresión se realice con o sin ayuda profesional. Los más importantes son los
siguientes:

1) Aumento de la concienciación.
Se trata de un proceso esencialmente cognitivo, el cual consiste en una intensificación
del procesamiento de información sobre la conducta adictiva y los problemas relacionados
con ella, así como los beneficios de modificarla. Este proceso no se limita a descubrir los
pensamientos y sentimientos que el individuo tiene sobre la adicción, sino también
cualquier tipo de información que descubra sobre él mismo.

2) Liberación social.
Este proceso de tipo conductual conlleva, teniendo como referencia el medio ambiente
exterior, el desarrollo de nuevas alternativas con el objetivo de iniciar o continuar con los
procesos de cambio, es decir, la creación de cambios en el medio ambiente social para
favorecer el cambio personal.
Lo anterior se puede lograr creando, por ej., áreas para no fumadores, eliminando el
tráfico de drogas en un barrio o participando en asociaciones que promuevan un
determinado comportamiento saludable (nuevas redes sociales como equipos deportivos,
grupos de teatro, Defensa Civil, Cruz Roja, Juntas de Acción Comunal, asociaciones de ex
toxicómanos (NA, AA, etc.).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 195

3) Activación emocional.
Este proceso de tipo emocional posibilita que el paciente sea consciente de sus
mecanismos de defensa en contra del cambio. La activación emocional actúa de forma
paralela al proceso de concienciación, pero lo hace en un nivel más profundo,
fundamentalmente en el campo de las emociones.
También se le conoce por catarsis o alivio dramático, porque se caracteriza por una
fuerte experiencia emocional en relación con el problema de las drogodependencias.

4) Autorrevaluación.
Este proceso exige al paciente la realización de una evaluación cognitiva, emocional y
conductual, así como una proyección en el tiempo de cómo se encontrará una vez que haya
logrado el cambio.
Dicho proceso permite analizar cuándo y cómo la conducta problema entra en conflicto
con los valores personales y el proyecto de vida, de forma que el individuo llega a pensar y
a sentir que su vida tendría más sentido sin la drogodependencia.
En este caso, el paciente tendría que dar respuesta a las siguientes preguntas: ¿Cómo te
ves a ti mismo como drogadicto? ¿Cómo te verías en un futuro si superas tu problema?
¿Cuáles serían las ventajas y las desventajas de ese cambio?

5) Compromiso de cambio.
Este proceso de tipo conductual postula que en el momento en el que una persona
decide cambiar acepta la responsabilidad que conlleva ese cambio. Esta responsabilidad es
la carga del compromiso también conocida como autoliberación.
El primer componente del compromiso de cambio es encubierto, es decir, reconocer
ante uno mismo que ha decidido cambiar.
El segundo conlleva hacer público este compromiso, anunciando a los demás que ha
tomado una decisión firme de cambio.

6) Contracondicionamiento.
Este proceso de tipo conductual consiste esencialmente en modificar la Respuesta
Condicionada (RC) (cognitiva, emocional, motora y/o fisiológica) provocada por Estímulos
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 196

Condicionados (EC) a la conducta adictiva o a otro tipo de situaciones de riesgo, generando


y desarrollando conductas alternativas.

Tabla 17. Ejemplo de condicionamiento clásico Pavloviano.


 Estímulo Neutro (EN): noche
 Estímulo Incondicionado (EI): SPA → Respuesta Incondicionada (RI):
consumo
Estímulo Condicionado (EC): noche → Respuesta Condicionada (RC):
consumo

7) Control de estímulos.
Este proceso de tipo conductual consiste, básicamente, en evitar la exposición a
situaciones de alto riesgo para consumir.
En este caso no se pretende controlar las reacciones internas del paciente, sino más bien
reestructurar su medio ambiente de forma que disminuya la probabilidad de que se
produzca el consumo.
Técnicamente, los procesos de contracondicionamiento ajustan las respuestas de un
individuo ante ciertos estímulos, mientras que el control ambiental regula la aparición de
los mismos.

8) Manejo de contingencias.
Este proceso es una estrategia conductual que aumenta la probabilidad de que una
determinada conducta (p. ej., no consumir droga) ocurra con mayor frecuencia debido a la
aplicación de una contingencia de refuerzo positivo.
También se puede utilizar el castigo que, como contingencia, sirve para disminuir la
probabilidad de ocurrencia de una determinada respuesta (por ej., recibir un castigo por
consumir). El problema que existe en la aplicación del castigo es que sus efectos no suelen
ser duraderos y, además, es un procedimiento éticamente cuestionable.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 197

9) Relaciones de ayuda.
Este proceso de tipo conductual, consiste en la utilización del apoyo social (familiares y
amigos) como estrategia terapéutica para lograr el cambio de una conducta adictiva.

Tabla 18. Integración de los estadios y procesos de cambio.


P/contemplación Contemplación Preparación Actuación Mantenimiento
Concienciación
Liberación social
Activación emocional
Autorrevaluación
Compromiso de cambio
Manejo de contingencias
Contracondicionamiento
Control de estímulos
Relaciones de ayuda
Fuente: Manual para el tratamiento cognitivo conductual de los trastornos psicológicos. (Caballo, V., 1997).

3. Tratamiento Cognitivo-Conductual
En los siguientes cuadros se presentan de forma esquemática las distintas fases y
contenidos terapéuticos a seguir para desarrollar un programa cognitivo-conductual en
drogodependencias. Hay que tener en cuenta que dicho programa de tratamiento es para ser
implementado en forma ambulatoria (externa), por un profesional de la psicología con
especialización clínica.

Tabla 19. Fases del programa de tratamiento cognitivo-conductual.


El programa de tratamiento tiene una duración de nueve meses y otros tres de seguimiento.
PRIMERA FASE
Primer mes de tratamiento

Realización de un contrato terapéutico.


Evaluar en qué estadio de cambio se encuentra el paciente al iniciar el programa.
Superar el síndrome de abstinencia.
Entrenar a la familia a prevenir el consumo de drogas. En esta 1ª fase se aísla al adicto del
medio ambiente habitual, saliendo siempre acompañado, hasta que alcance cierto grado de
autocontrol. Generalmente a partir del tercer y cuarto mes de tratamiento.
Romper cualquier contacto que guarde relación con el mundo de la droga.
Normalizar el funcionamiento cotidiano.
Especificar qué técnicas de tratamiento utilizar si el paciente se encuentra en los estadios
iniciales del cambio.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 198

Garantizar la realización de una analítica de orina a lo largo del tratamiento para contrastar
la abstinencia.

Se recomienda llevar a cabo, al menos, dos sesiones de terapia semanales con una duración
de 60 minutos.

SEGUNDA FASE
Meses segundo, tercero y cuarto

Mantener la abstinencia inicial.


Replantear y fortalecer el proceso de cambio.
Abordar el deseo y el recuerdo persistente de la droga mediante un entrenamiento familiar
para prevenir el consumo.
Alcanzado cierto grado de autocontrol, se expone gradualmente al adicto a los estímulos
ambientales que elicitan el deseo y el recuerdo de la droga.
Manejar el ritual de búsqueda de drogas.
Generalizar la abstinencia a todo tipo de SPA que consuma el adicto.
Modificar el estilo de vida mediante la programación de actividades.
Mejorar los hábitos de salud y de higiene personal.
Manejar aspectos psicológicos característicos de los drogodependientes, como son las
reacciones de ira y la búsqueda de sensaciones.
Reestructuración cognitiva para cambiar pensamientos disfuncionales y creencias erróneas.

Se recomienda llevar a cabo durante el segundo y tercer mes, dos sesiones de terapia
semanales y, a partir del cuarto mes, una sesión semanal.

TERCERA FASE
Dura desde el quinto hasta el noveno mes

Fortalecer los aspectos terapéuticos enumerados en las dos fases previas, sobre todo los de
la segunda (p. ej., deshabituación psicológica, modificación del estilo de vida y
reestructuración cognitiva de creencias erróneas).
Abordar la prevención de recaídas: abordar las situaciones de alto riesgo, pautas de
pensamiento y actitudes de recaída y conductas de alto riesgo.
Procedimientos de intervención en prevención de recaídas.

Se recomienda hacer una sesión semanal y, en caso de producirse un desliz o una recaída,
dos sesiones semanales hasta que el adicto alcance de nuevo el estadio de cambio previo a
la misma.

SEGUIMIENTO
Se realiza desde el noveno mes hasta completar un año

Se realiza un seguimiento como mínimo de tres meses, y lo ideal sería hacerlo durante un
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 199

año.
Se sigue tratando al paciente de forma intermitente para que aprenda a generalizar y
consolidar los objetivos terapéuticos alcanzados.

Se recomienda llevar a cabo una sesión cada 15 días, los dos primeros meses y, a
continuación, una sesión al mes.
Fuente: Manual para el tratamiento cognitivo conductual de los trastornos psicológicos. (Caballo, V., 1997).

El Contrato Conductual
El programa de intervención se inicia con un contrato conductual que sirve para
especificar los objetivos terapéuticos a alcanzar a lo largo de la terapia.
El contrato conductual se caracteriza por una serie de condiciones que el paciente y el
terapeuta deben firmar antes de iniciar el tratamiento, siendo las más importantes:
1) La frecuencia de asistencia semanal.
2) La duración del programa (nueve meses y otros tres de seguimiento).
3) La elaboración de una lista de los miembros de la familia que están dispuestos a
participar.
4) La frecuencia con que se van a realizar los análisis de orina/sangre.
5) El compromiso de alcanzar la abstinencia de todo tipo de drogas, incluyendo
alcohol y marihuana.
6) La enumeración de las situaciones y personas “de alto riesgo” que se deben evitar
durante los primeros tres meses de tratamiento, a no ser que se vaya acompañado de
un familiar.
Las condiciones citadas no son las únicas que deben incluirse en el contrato conductual,
porque hay que considerar las características individuales de cada paciente.
Otros aspectos importantes son el establecimiento de un control de estímulos adecuado
para alcanzar la abstinencia y la modificación del estilo de vida del individuo. De forma
concreta, se le pide a cada paciente:
1) Deshacerse de todo tipo de drogas que tenga en casa.
2) Romper de forma inmediata su relación con los consumidores y traficantes de
drogas.
3) Eliminar de su casa cualquier cosa que le recuerde el consumo de drogas.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 200

Deshabituación Física
Generalmente el tratamiento de las adicciones caracterizadas por la dependencia de
SPA se inicia con la superación del síndrome de abstinencia. Son muchas y variadas las
percepciones erróneas sobre sus efectos y síntomas que pueden obstaculizar su tratamiento.

Así, podemos encontrarnos con adictos que suponen que en adicciones como el alcohol
y las benzodiacepinas, el síndrome de abstinencia puede tener consecuencias nefastas si se
interrumpe el consumo de forma abrupta.
O que, en el caso de la heroína, sobrevaloren extremadamente los efectos del síndrome
(p. ej., vómitos, lagrimeo, sudores, temblores, dolores musculares, insomnio).
O, por el contrario, infravaloren la posibilidad de una recaída inicial debido a la
ausencia de síntomas de abstinencia físicos tan marcados como en las demás drogas (p. ej.,
fatiga, insomnio, retardo psicomotor) si se trata de adictos a la cocaína.
Como consecuencia, el drogodependiente que infravalora los efectos de la abstinencia
no suele estar preparado para afrontar las consecuencias físicas del síndrome. Y los que lo
sobrevaloran pueden experimentar un sentido menor de autoeficacia y volver a consumir de
nuevo, ante sus sentimientos de inseguridad.
Por tanto, para superar con éxito el síndrome de abstinencia de cualquier tipo de SPA,
es importante considerar los siguientes aspectos y sugerencias expuestos por Chiauzzi
(1991):
1) El tipo de droga que se trata, porque el significado del síndrome cambia en función
de la(s) droga(s) de abuso.
2) El contexto, porque la exposición a situaciones de alta disponibilidad de drogas
intensifica el malestar del individuo durante la superación del síndrome, mientras
que la desintoxicación en un ambiente seguro facilita la recuperación.
3) La duración, como se sabe, los efectos agudos del síndrome de la mayor parte de
las drogas tienen un curso aproximado de una semana y los efectos más suaves
duran más de un mes.
4) El estilo de afrontamiento, puesto que los adictos con tendencia a somatizar
experimentan niveles más altos de ansiedad, utilizan menos estrategias de
afrontamiento y suelen encontrar los efectos del síndrome menos tolerables que
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 201

aquellos sujetos que son capaces de comunicar su malestar y que buscan


alternativas de intervención psicológicas.
Desde un enfoque psicológico, es importantísimo superar la dependencia física sin la
utilización de otros fármacos sustitutivos, porque así no se refuerza ni la conducta de
consumo de drogas ni el proceso de cambio se prolongará más en el tiempo.
De forma aplicada, el tratamiento del síndrome de abstinencia desde una aproximación
conductual implica al adicto y a su familia de un modo activo. Inicialmente, se le plantea al
paciente la necesidad de reducir de forma gradual el número de dosis de heroína y/o de
otras drogas que esté consumiendo a una o dos durante tres a cinco días y, a partir de ese
momento, poder dejar de consumir cuando lo considere oportuno.
Bajo esta reducción del consumo, el síndrome es más suave, porque la dependencia
física va disminuyendo, lo mismo que la tolerancia condicionada.
El paso del síndrome de abstinencia se realiza de forma ambulatoria en el propio
domicilio del paciente bajo un programa de prevención de la respuesta de consumo de
drogas que lleva a cabo la propia familia. Para ello, es conveniente entrenar a sus miembros
y al propio adicto, explicándoles cuáles son las reacciones físicas y psicológicas más
importantes que deben afrontar durante esta etapa.
En esta primera fase, es necesario que un miembro de la familia acompañe al adicto a
lo largo de todo el día y garantice que, si el deseo aumenta de forma considerable, el
paciente siga sin consumir y evite recaer de forma anticipada.
Antes de iniciar el programa para superar el síndrome de abstinencia, es conveniente
que el adicto disponga de una semana para llevar a cabo el tratamiento y, en el caso de que
esté trabajando y no pueda ausentarse, es aconsejable que deje de consumir un viernes y los
días previos reduzca el número de dosis.
Además, la superación del síndrome de abstinencia es más fácil de alcanzar si el
drogodependiente está activo todo el día, con lo que se puede programar acciones que
impliquen actividad física, como barrer y trapear la casa, arreglar enseres que estén
estropeados, pintar paredes y puertas, regar y cuidar las plantas, hacer ejercicio físico, hacer
manualidades, hablar con la familia, ayudar a hacer la comida, jugar a las cartas, dominó o
parqués.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 202

En este momento no es aconsejable el uso de otras drogas, como por ejemplo alcohol,
café y medicamentos, a excepción del tabaco.
Queremos resaltar que la superación del síndrome de abstinencia, siguiendo las
directrices expuestas, no siempre es posible y puede que no se ajuste a todas las tipologías
potenciales de drogodependientes.
En determinados casos, sobre todo si se han producido fracasos repetidos con este tipo
de programa, es posible que el paciente se encuentre en el estadio de precontemplación, con
lo que sería aconsejable trabajar terapéuticamente con él hasta que avanzara al estadio de
contemplación y, a poder ser, al de preparación.
En este supuesto, se puede aconsejar al paciente que acuda a un profesional médico que
le proporcione y supervise los fármacos adecuados para la superación del síndrome de
abstinencia, al mismo tiempo que se abordan los aspectos psicológicos.

Deshabituación Psicológica
El objetivo general de todo programa de intervención consiste en ayudar a los pacientes
a superar las conductas de búsqueda y autoadministración de drogas y a modificar el estilo
de vida en sus distintas vertientes: individual, familiar, académico, laboral y social (García
y Graña, 1987).
Por ello, al abordar este tipo de problemática, no suele ser la desintoxicación física el
problema clínico más importante, sino el mantenimiento de la abstinencia a corto, a medio
y a largo plazo.
En la actualidad, un programa de intervención conductual en drogodependencias se
caracteriza por la aplicación de distintos procedimientos y técnicas que se exponen en los
siguientes apartados.

Procedimientos de exposición.
Una vez superado el síndrome de abstinencia, existe una serie de estímulos
condicionados (ECs) que provocan respuestas condicionadas (RCs), las cuales, a su vez,
dan lugar a la conducta de búsqueda y autoadministración de drogas. Por tratarse de RCs,
pueden aplicarse procedimientos de exposición para extinguirlas en relación con las señales
(ECs) que las provocan.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 203

En el campo de las drogodependencias, los procedimientos de exposición a los ECs se


remontan a los orígenes de la teoría del aprendizaje. El mismo Pavlov (1927) sugirió que
los animales pueden adquirir respuestas a estímulos contextuales previamente asociados
con el inicio de los efectos de la droga.
Este descubrimiento original fue puesto de manifiesto con sujetos humanos por
Abraham Wickler (1965), quien llegó a proponer un modelo conductual sobre la adicción.
Planteó que la rutina habitual de comprar y consumir drogas en contextos restringidos
proporciona las condiciones ideales para la teoría del condicionamiento clásico.
Así, por ejemplo, la habitación en la que habitualmente consume un adicto a la heroína
o la jeringuilla con la que se inyecta, por haberse asociado con un estado físico y emocional
característico inducido por la droga, provocan un estado similar en ausencia de la misma.
Es más, llegó a proponer que en los consumidores de droga con dependencia física y,
por tanto, susceptibles de experimentar síntomas de abstinencia cuando los niveles de droga
disminuyen considerablemente, estos síntomas también son condicionables.
Dado que los adictos, con frecuencia, experimentan síntomas de abstinencia cuando
buscan y consiguen la próxima dosis, es posible que los estímulos relacionados con el
consumo de drogas lleguen a desencadenar un síndrome de abstinencia condicionado.
Atendiendo a esta base teórica y conceptual, la terapia de exposición es determinante a
la hora de manejar las fuertes respuestas de deseo y síntomas de abstinencia que se
desencadenan en el adicto ante objetos, pensamientos, sentimientos, lugares, personas,
determinados momentos del día y/o recuerdos.
De esta forma, se presupone que estas poderosas RCs se extinguirán si se rompe la
asociación entre los estímulos contextuales y el consumo de drogas (Graña, 1994).
A nivel aplicado, la exposición se realiza en dos etapas. La primera, con una duración
aproximada de uno a tres meses, se inicia una vez superado el síndrome de abstinencia
(contrastado con la familia y con análisis de orina que prueben de forma objetiva que no
hubo consumo de droga) y consiste en abordar el deseo y el recuerdo que aparece
persistentemente durante los primeros meses de tratamiento.
En esta etapa, el procedimiento conductual más eficaz consiste en entrenar a la familia
para que pueda prevenir la conducta de consumo de drogas. En este momento, debido a que
los estímulos ambientales asociados al consumo en el barrio, la pauta de búsqueda de la
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 204

droga y los aspectos cognitivos del recuerdo de la heroína y/o cocaína son muy persistentes,
se hace especialmente necesaria la implicación de la familia para prevenir las recaídas que
tienen lugar en los primeros meses de intervención.
Así, por ejemplo, la familia controla el dinero y acompaña diariamente al adicto para
evitar las presiones sociales que puedan inducir a consumir nuevamente.
Es necesario tener en cuenta que en estos primeros meses de intervención conductual
suelen ser frecuentes las reacciones de ansiedad asociadas al deseo por la droga, por lo que
se recomienda la utilización de técnicas de relajación y de manejo de la ansiedad.
La segunda fase, que se inicia a partir de los dos o tres meses de intervención
psicosocial y que dura hasta los nueve meses de tratamiento, se caracteriza, básicamente,
por la aplicación de los procedimientos de exposición a los ECs que provocan la conducta
de búsqueda y autoadministración de drogas.
Para llevar a cabo este tipo de técnicas con sujetos adictos a la heroína y/o la cocaína,
es necesario cumplir una serie de requisitos similares especificados por O’Brien et al
(1990) y Graña (1994), como son:
1) Antes de iniciar la aplicación de la técnica de exposición, es indispensable que el
sujeto haya estado abstinente entre uno y tres meses, contrastándolo con una
analítica de orina.
2) Las sesiones iniciales de exposición deben hacerse en un ambiente controlado como
en la sesión de terapia, para disminuir la probabilidad de que se de un consumo
provocado por la exposición a los ECs.
3) Los estímulos que se vayan a utilizar deben ser específicos para cada paciente,
teniendo en cuenta, para la elaboración de la jerarquía, la historia previa de
consumo del sujeto; como norma general, es importante considerar que, a nivel
clínico, son más relevantes los estímulos reales que los preparados en un video.
La aplicación del procedimiento de exposición se lleva a cabo identificando las señales
provocadoras de deseo (ECs) mediante la elaboración de una jerarquía de estímulos (p.ej.,
una bolsa, una papeleta, una jeringa, una pipa); la elaboración de esta jerarquía conlleva
pedirle a cada paciente que califique el deseo subjetivo que le produce cada una de las
situaciones.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 205

Las sesiones de exposición deben tener una duración aproximada de 45 minutos y no se


recomienda pasar al ítem siguiente de la jerarquía hasta que no se den señales evidentes de
habituación; es decir, el nivel de ansiedad al finalizar la sesión de exposición tiene que ser
mucho menor que el que tenía el paciente al principio de la misma.
Durante la realización de la exposición es conveniente que el sujeto verbalice sus
pensamientos, sentimientos, sensaciones y estado de ánimo. Generalmente, cada sesión de
exposición termina con la aplicación de una técnica de relajación antes de que el sujeto
abandone el lugar de tratamiento.
Para el manejo del deseo también pueden utilizarse otras técnicas, como la
sensibilización encubierta (Cautela, 1967). Este tipo de técnica cognitiva tiene la ventaja de
que ayuda al paciente a generalizar las habilidades desarrolladas para afrontar las
sensaciones físicas y reacciones emocionales, al ser éstas muy similares a las que se
producen en la vida real.
En los programas de intervención conductual a nivel urbano, al aplicar este tipo de
procedimientos, debe extremarse la prevención del consumo de drogas haciendo que el
paciente acuda a terapia acompañado, por ejemplo, por uno de los miembros de la familia.
Inicialmente, estos pacientes tienen un escaso control sobre su adicción, pero, a medida
que progresan en el tratamiento, aumenta el nivel de independencia en el propio entorno en
el que viven.

Conducta de búsqueda de drogas.


Generalmente, los drogodependientes tienen un estilo de búsqueda de la droga
específico, que suele variar en función del tipo de droga que consumen.
Así, en el caso de la heroína y de la cocaína, los rituales de obtención de la droga son,
en la mayoría de los casos, muy prolongados, porque el abuso de este tipo de drogas
requiere disponer de mucho dinero y la obtención del mismo, en un porcentaje muy elevado
de ocasiones, constituye una actividad laboriosa. La intervención terapéutica consiste en:
1) Identificar en cada caso las rutas de búsqueda de drogas en el barrio y en la ciudad.
2) Generar rutas alternativas en las que el consumo de drogas sea mucho menor; por
ej., descubriendo los recursos comunitarios a nivel social, educativo, laboral y de
ocio que existan en el barrio y en la ciudad. Con esta intervención, se generan
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 206

nuevos mapas cognitivos de la ciudad y del barrio, asociando nuevas señales con la
abstinencia y con la modificación del estilo de vida.
3) Exposición in situ a las rutas relacionadas con el consumo de drogas, acompañado
por el terapeuta o por un familiar para prevenir una posible recaída, entrenando al
adicto a dar respuestas alternativas ante cada uno de los elementos de la cadena de
conducta de búsqueda.
La realización de este procedimiento puede ir acompañada de la aplicación de técnicas
de sensibilización encubierta y de reestructuración cognitiva o, simplemente, de la
verbalización por parte del paciente de sus pensamientos y sentimientos a medida que se
expone a este tipo de situaciones.

Otras drogas de abuso.


Como se especificó al inicio, el objetivo terapéutico del programa de intervención
consiste en alcanzar la abstinencia de todo tipo de drogas y la modificación del estilo de
vida del drogodependiente.
Para ello, al realizar la evaluación conductual se elabora una jerarquía con todas las
drogas que el adicto consume en la actualidad, empezando por la que usa con mayor
frecuencia y acabando por la menos consumida.
Los procedimientos de intervención son similares para las distintas drogas de abuso, de
forma que los procedimientos y las técnicas que aquí se exponen pueden aplicarse con cada
una de ellas.

Modificación del Estilo de Vida


La modificación del estilo de vida del drogodependiente se inicia de forma simultánea
con el tratamiento del síndrome de abstinencia. Si la intervención terapéutica se centrara
únicamente en lograr la abstinencia, probablemente se conseguirían unos buenos resultados
momentáneos, pero el adicto recaería con toda seguridad en un breve periodo de tiempo.
El cambio de estilo de vida es un largo proceso que exige la participación activa del
paciente para lograr el cambio terapéutico. Los procedimientos de intervención que se
aplican para fomentar un estilo de vida sin drogas se basan en la potenciación de los
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 207

recursos personales y en el aprendizaje de nuevas formas de enfrentamiento a situaciones


problemáticas.
La consecución de este objetivo conlleva la aplicación de procedimientos de
intervención tanto conductuales como cognitivos. A nivel conductual, es muy útil la
aplicación de la programación de actividades, que consiste en planificar de forma
sistemática y negociada cada uno de los días de la semana del paciente de hora en hora.
Inicialmente, es el terapeuta y la familia del adicto los que asumen toda la
responsabilidad de la programación, pero, gradualmente, el paciente debe ir adquiriendo un
mayor control e iniciativa sobre su elaboración y posterior puesta en práctica (por ej.,
actividades de cuidado y aseo personal, tareas a realizar en casa, práctica de aficiones,
conversaciones con la familia y/o pareja y salidas por el barrio y la ciudad con la familia).
La realización de este programa se supervisa diariamente y se contrasta la información
que proporciona el paciente con la de la familia. En torno al tercer mes de terapia, la
responsabilidad de la planificación recae sobre el adicto, que debe realizarla por sí mismo y
presentarla al terapeuta para su análisis y discusión al inicio de cada semana.
Para la programación de actividades, tanto el terapeuta como el paciente y la propia
familia deben tomar como referencia que el adicto tiene que modificar su estilo de vida,
tanto en el área personal y familiar, como en la social, laboral y educativa.
Durante los tres primeros meses, las actividades que realiza el adicto están dirigidas a
adquirir un mayor control sobre su conducta (realizando actividades en casa) pero a medida
que vaya progresando, debe ir intercalando actividades dentro y fuera de casa y, finalmente,
una vez que haya alcanzado un nivel de autocontrol mayor, la intervención terapéutica se
centrará en alcanzar un estilo de vida equilibrado.

Salud física y cambio de imagen.


El abuso reiterado de drogas, como heroína y cocaína, suele producir en el individuo
distintas patologías, generalmente de tipo infeccioso. De modo que se recomienda derivar
para una valoración médica a los adictos que presenten: un síndrome febril de más de 24
horas de evolución, hepatitis vírica complicada, alteraciones de tipo neurológico
(disminución de conciencia, déficit sensorial o motor, convulsiones), pérdida brusca de
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 208

agudeza visual, abdomen agudo (después de descartar un síndrome de abstinencia) y/o


síndrome de abstinencia de opiáceos en la mujer.
Sin embargo, el problema mayor es el sida, que afecta a un alto porcentaje de
drogodependientes y se caracteriza, entre otros síntomas, por un cuadro de fiebre,
adelgazamiento rápido y diarrea persistente.
En el programa de tratamiento es fundamental también incluir la mejora de los hábitos
de salud de los pacientes, enseñándoles a optimizar sus hábitos alimenticios y de ejercicio
físico, a realizar revisiones médicas periódicas, y sobre todo, a que la ingesta de
medicamentos esté controlada por un médico.
A nivel práctico, estas actividades relacionadas con el cuidado de la salud física pueden
incorporarse a la planificación de actividades que el paciente realiza diariamente.
Es importante señalar que los hábitos de higiene personal y de cambio del aspecto
físico deben empezar a fomentarse desde el inicio de la intervención psicosocial, intentando
que el aspecto externo del adicto evolucione simultáneamente con el cambio de su estilo de
vida.
En este caso, tanto el terapeuta como la familia deben proporcionar al paciente una
retroalimentación detallada sobre los cambios que va introduciendo en sus hábitos de
cuidado personal.

Reacciones de ira.
En determinadas situaciones, es característico del drogodependiente manifestar
reacciones de ira e impaciencia, así como de impulsividad. De forma esquemática, el
manejo de estas respuestas se lleva a cabo en tres fases (Deffenbacher y Lynch, 1998):
Preparación, educando al paciente sobre la activación de la ira y sus determinantes,
identificando las circunstancias que desencadenan la ira (elaborando una jerarquía de
situaciones), discriminando las ocurrencias de ira adaptativa de las que no lo son e
introduciendo las técnicas de manejo de la ira como estrategias de afrontamiento para
manejar las situaciones conflictivas y el nivel de estrés.
Adquisición de habilidades, en primer lugar, enseñando al paciente a no tomarse las
cosas de forma personal y, en segundo lugar, realizando un entrenamiento cognitivo para
manejar la ira, en varias etapas:
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 209

1) Preparación para la provocación


2) Impacto y confrontación
3) Reflexión posterior, considerando la resolución o no del conflicto (en esta fase se
aplican técnicas de instrucción, modelado, ensayo de conducta y estrategias de
afrontamiento).
Aplicación del entrenamiento, que se lleva a cabo exponiendo al paciente de forma
simulada a las situaciones desencadenantes de estas reacciones según la jerarquía
elaborada. La fase de aplicación del manejo de la ira se lleva a cabo induciendo las
reacciones de ira de forma imaginaria y a través de representación de papeles.

Búsqueda de sensaciones.
La búsqueda de sensaciones (Zuckerman, 1984) es una de las características propias de
los individuos con abuso de drogas, al desarrollar un estilo de vida que acentúa una gran
actividad y una alta estimulación.
Como consecuencia, no suelen apreciar la serenidad, la relajación y el disfrute de
actividades sedentarias y, en cierta medida, rutinarias.
Por lo general, estos individuos tienen un bajo umbral para el aburrimiento en
comparación con los normales. Además, en muchos casos, este estado suele ser un
desencadenante fiable del deseo y de la recaída posterior.
La intervención con este tipo de pacientes puede realizarse:
1) Evaluando qué entienden por aburrimiento y su posible relación con el abuso de
drogas.
2) Generando una lista alternativa de actividades a desarrollar, incidiendo
especialmente en aquéllas que impliquen el desarrollo de hábitos adaptativos, como
por ej., practicar deportes que no impliquen riesgo, aprender nuevas habilidades,
etc.
3) Desarrollando estrategias cognitivo-conductuales para afrontar el aburrimiento,
siguiendo el modelo de inoculación de estrés de Michenbaum (1987).
Muchas de las actividades que los buscadores de emociones denominan excitantes
guardan relación con la ruptura de normas sociales o con actividades arriesgadas para la
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 210

vida del individuo que, por lo general, suelen tener como consecuencia el ir a la cárcel, el
hacerse daño físico o incluso llegar a la muerte.
Además, los consumidores de cocaína suelen caracterizarse por una actividad sexual
compulsiva que no tiene nada que ver con una implicación emocional adaptativa.
Con el tratamiento aprenden que hay un gran rango de actividades estimulantes
aparentemente simples que no habían considerado con anterioridad, como participar en las
reuniones familiares, leer, practicar deportes, ir al cine o aprender a descubrir sus
sentimientos en las relaciones íntimas.

Técnicas de Reestructuración Cognitiva


Este tipo de procedimientos tiene como finalidad modificar las creencias irracionales y
las distorsiones cognitivas que presentan los drogodependientes y que median en su proceso
de recuperación terapéutica.
Muchas de estas creencias pueden observarse claramente mientras que otras pasan
desapercibidas, sin que el paciente se plantee su veracidad.
Por ejemplo, es frecuente observar en individuos adictos a la cocaína y/o a la heroína
las siguientes creencias: “fumar heroína y/o inhalar cocaína no produce adicción”,
“superado el síndrome de abstinencia ya estoy curado”, “la cocaína mejora mi
funcionamiento físico y hace que mis relaciones sean más interesantes”, “como llevo una
semana sin consumir, ya no tengo deseo de la droga, ni me acuerdo de ella”.
La mejor intervención terapéutica de este tipo de distorsiones cognitivas suele ser la
reestructuración cognitiva desarrollada por Beck et al (1983). Las técnicas cognitivas
desarrolladas por los autores se basan en dos supuestos básicos:
1) Las cogniciones influyen en la conducta y en el afecto de los individuos.
2) Las creencias deben ser consideradas como inferencias sobre la naturaleza del
mundo más que como hechos concretos sobre el mismo.
Los procedimientos cognitivos intentan ayudar al paciente a descubrir el mecanismo de
sus autoafirmaciones, enseñarle a distanciarse de la certeza con la que se mantiene una
determinada creencia y, finalmente, llevar a cabo la evaluación sistemática de la exactitud
de las creencias y distorsiones cognitivas que mantiene en relación con el abuso de drogas y
con el estilo de vida drogodependiente.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 211

La práctica de la terapia cognitiva es similar al desarrollo de una investigación, en la


que las creencias, expectativas, y pensamientos automáticos se tratan como hipótesis que,
de hecho, tienen que probarse antes de ser asumidas.
El paciente y el terapeuta colaboran de forma activa en la identificación de áreas
problemáticas y en el diseño y puesta en práctica de pruebas objetivas que ayuden a validar
o no las distintas creencias.
No se trata de persuadir al paciente para que cambie, sino que se utiliza la evidencia
generada por él mismo como base para fundamentar el cambio. En todo caso, las sesiones
iniciales exigen bastante estructuración y guía por parte del terapeuta.

4. Prevención de Recaídas
Formulación Teórica
Una vez que un drogadicto ha sido capaz de mantenerse abstinente entre uno y tres
meses, constata que el intento de superación de la adicción es un proceso largo y complejo,
en el que pronto surgirán las primeras crisis y dificultades (Caballo, 1997).
Muchos pacientes no serán capaces de superar estas crisis o dificultades y tendrán
nuevos consumos, de modo que, en un importante número de casos, volverán de nuevo a
“drogarse”.

Recaída.
Se define una recaída como cualquier retorno al comportamiento adictivo o al estilo de
vida anterior, después de un período inicial de abstinencia y de cambio de estilo de vida
(como mínimo entre uno y tres meses) (García y Graña, 1987).
Es el restablecimiento de los pensamientos, sentimientos y comportamientos adictivos,
después de un periodo de abstinencia. Este periodo de abstinencia puede variar
considerablemente (Chiauzzi, 1991).
La recaída implica la interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales. La
contribución específica de cada uno de estos factores en un individuo concreto dependerá
de su historia de aprendizaje, de su funcionamiento físico, su predisposición psicológica y
de su entorno.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 212

La recaída no debe considerarse, necesariamente como una indicación de la motivación


que uno tiene, sino más bien como una falta que puede corregirse mediante un examen y el
cambio los factores de riesgo individuales.
Un retorno breve a la conducta adictiva (desliz o caída) no debe considerarse como una
recaída, a no ser que ocurra frecuentemente o desencadene un retorno prolongado a la pauta
de conducta adictiva.
Estos deslices pueden aportar señales sobre los factores biológicos, psicológicos y
sociales que requieren una evaluación más detallada. Finalmente, reemplazar una conducta
adictiva por otra podría considerarse como una señal potencial de desliz o recaída
(Chiauzzi, 1991).

Diferencia entre desliz y recaída.


El desliz o caída un retorno breve a la conducta adictiva, que no acontece de forma
frecuente. El desliz o caída se considera como una falta, como un paso atrás, pero nunca
como un fracaso.
La recaída es una característica definitoria de las conductas adictivas (Lindsmith,
1968).
Aunque la recaída puede manifestarse de distintas formas, la característica más
importante consiste en volver a consumir de forma regular la droga característica de abuso.

ABSTINENCIA Y CAMBIO DEL ESTILO DE VIDA

DESLIZ

RECAÍDA
(RE)INICIO DEL CONSUMO

Figura 14. El proceso de recaída.


Fuente: Prevención de recaídas. (Marlatt, G. A., 1985).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 213

Por tanto, el proceso de superación de las drogodependencias implica una perspectiva


temporal, en la que se intercalan periodos de abstinencia con periodos de crisis.
Para que un proyecto de dejar las drogas sea consistente, las recaídas han de aparecer
cada vez más espaciadas en el tiempo y ser, por lo tanto, menos frecuentes que los periodos
de abstinencia (García y Graña, 1987).
Como lo plantearon Prochaska y DiClemente (1986) con su modelo de estadios de
cambio, un paciente, tras un consumo ocasional, desliz o recaída, no va entrar en un
proceso de naturaleza irreversible, sino que lo más probable es que regrese a uno de los
estadios de cambio anterior al actual.
Para estos autores el proceso de cambio en las adicciones casi nunca es lineal, sino
dinámico y en espiral, y las recaídas son tan frecuentes que deben integrarse como un
eslabón más en dicho proceso de cambio.
Según dicho planteamiento, el objetivo terapéutico consistirá en que el paciente alcance
de nuevo el estadio de cambio previo a la recaída para continuar con el programa
terapéutico, considerando cada nueva recaída más que como un fracaso, como una nueva
experiencia de aprendizaje.
Hunt, Barnett y Branch (1971), demostraron en un estudio que el 60% de las recaídas
se daban en los tres primeros meses, con una aceleración negativa en la tasa de recaída a los
seis meses y una estabilización al año de seguimiento.
Marlatt (1993) define la prevención de recaídas como “un programa de autocontrol
diseñado con el fin de ayudar a los individuos a anticipar y a afrontar los problemas de
recaída en el cambio de las conductas adictivas”.
El modelo de prevención de recaídas desarrollado por Marlatt y Gordon (1985)
considera las adicciones como un hábito adquirido que puede eliminarse y/o modificarse
aplicando los principios del aprendizaje (Clásico, Operante y fundamentalmente Social).
La recuperación se considera como una tarea de aprendizaje en la que el adicto asume
un papel activo y responsable para alcanzar autocontrol, en donde los deslices y/o recaídas
se espacien cada vez más en el tiempo hasta desaparecer.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 214

Etapas del Modelo


De acuerdo con el modelo de prevención de recaídas, el proceso de cambio tiene lugar
en tres etapas:
1) Asumir el compromiso de que el individuo quiere cambiar
2) Llevar a cabo el cambio
3) Mantener el cambio logrado
La tercera etapa no sólo es la más larga y la más difícil, sino que también se caracteriza
por un mayor número de crisis. Nuestra concepción de la prevención de recaídas consiste
en mantener y mejorar el proceso terapéutico alcanzado en las dos primeras etapas.
Las estrategias de intervención del modelo de prevención de recaídas deben
encuadrarse en alguno de los estadios de cambio, porque existen diferencias individuales en
el proceso de recaída (por ej., un individuo regresa al estadio de contemplación y otro
puede hacerlo al de actuación).
El modelo de prevención de recaídas de Marlatt y Gordon (1985) concede a una serie
de factores cognitivo-conductuales un papel clave a la hora de explicar la recaída:
1) La autoeficacia
2) Las expectativas de resultado
Este último factor está influido por creencias sociales y culturales, por la autoestima del
individuo, por factores ambientales y por el condicionamiento del deseo.
Si un individuo es capaz de mantenerse abstinente por ej., entre tres y seis meses, es
posible que experimente una sensación de control personal sobre la drogodependencia
(autoeficacia) y cuanto más largo sea este periodo, mayor será la percepción de autocontrol.
Este control percibido por el adicto continúa hasta que se encuentre en una situación de
alto riesgo (SAR). Marlatt (1993) definió una SAR como “cualquier situación (incluyendo
las reacciones emocionales a la situación) que representa una amenaza para la sensación de
control del individuo y aumenta el riesgo de recaída”.
En el caso de un adicto, si a la hora de afrontar una SAR es capaz de manejarla
eficazmente, se producirá un aumento de la autoeficacia personal, y la probabilidad de
recaída disminuye. En el caso de que un individuo en tratamiento recaiga, posiblemente el
proceso que le ha llevado a consumir de nuevo se caracterice por la ausencia de respuestas
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 215

de afrontamiento o por la inhibición de las mismas, debido a niveles elevados de miedo o


ansiedad.
Es posible también que no perciba la situación como de alto riesgo o que el proceso de
cambio se haya ido deteriorando de forma gradual. Estos aspectos van disminuyendo tanto
el nivel de autoeficacia del adicto en distintas SAR, como las expectativas de resultado para
manejar con éxito la próxima situación que implique dificultad.
La recaída es más probable si el drogodependiente anticipa unos efectos positivos para
el consumo de la sustancia basados en su historia previa con el consumo de la(s) droga(s) y
si, al mismo tiempo, descarta los efectos negativos más a largo plazo.
Una recaída suele empezar en forma de pensamientos, sentimientos o conductas que,
materializándose inicialmente en un simple desliz, dan lugar a una recaída completa.
Así, puede empezar con la toma de una decisión aparentemente irrelevante (TDAI) que
deriva en una situación de alto riesgo (SAR), y ésta en un desliz o recaída:

TDAI → SAR → DESLIZ → RECAÍDA

Por ejemplo, un individuo en tratamiento que lleva cinco meses abstinente, al volver
del trabajo cambia un día su ruta habitual y decide pasar por uno de los lugares donde
compraba y consumía droga.
En este caso, la elección de la nueva ruta es considerada como una TDAI. Esta
decisión, sin ser consciente, le ha situado ante una SAR (situaciones de naturaleza
intrapersonal e interpersonal que hacen más probable que un individuo en tratamiento
consuma otra vez).
Al pasar por el lugar piensa en el expendedor que le vendía y en el lugar donde
acostumbraba a consumir, experimenta pensamientos débiles sobre los efectos placenteros
del consumo, al mismo tiempo que nota cómo las palmas de sus manos empiezan a sudar y
el corazón le late más deprisa.
En este momento reconoce el riesgo y la inminencia de la recaída. Al pasar de una
TDAI a encontrarse en una SAR, se ha producido un cambio ambiental considerable en el
proceso de recaída.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 216

Sin embargo, todavía está a tiempo para corregirla si es consciente de lo que le está
sucediendo y adopta una respuesta de afrontamiento, en este caso, volviendo a tomar la ruta
habitual.
Si ésto ocurre, el sujeto va a notar un sentido general de autoeficacia que reforzará el
tratamiento que está llevando a cabo. Además, también aprenderá que la inminencia de la
recaída puede ser alterada, analizando de forma racional la situación y dando una respuesta
adecuada de afrontamiento.
Por el contrario, si el individuo permanece en la SAR por un periodo de tiempo más
prolongado, es probable que comience a racionalizar el dilema de volver a consumir
después de cinco meses de abstinencia con pensamientos como: “por hacerlo una vez no va
a pasar nada” o “sólo consumo uno y después me voy”.
También es posible que anticipe los efectos placenteros de la sustancia y piense que si
vuelve a consumir de nuevo se va a sentir bien, con energía o relajado (dependiendo del
tipo de droga). O puede pensar que ya no tiene control sobre su conducta, a la vez que el
deseo de consumir es cada vez más intenso.
Es como si sus pensamientos y sentimientos le estuviesen jugando una mala pasada en
su situación actual. Estos cambios le sitúan en el próximo paso en su proceso de recaída.
Si a partir de aquí no se interviene, ya sea por iniciativa del propio paciente o pidiendo
ayuda a su terapeuta, el individuo consumirá, casi con toda certeza, la droga en cuestión.
Una vez que haya consumido la primera dosis, de no hacer nada, lo más probable es
que oculte y niegue lo sucedido en el caso de ser descubierto y empiece a consumir de
forma continuada. Es más, es posible que sienta que el impulso de continuar consumiendo
le sobrepasa nuevamente.
En este caso se está produciendo lo que Marlatt (1985) definió como el “efecto de
violación de la abstinencia” (EVA). Este efecto tiene ciertos elementos característicos:
1) La generación de una disonancia cognitiva y de una autoimagen negativa
2) La atribución de una incapacidad personal para superar la dependencia
3) También tiene otros aspectos determinantes, como es el deseo reforzado por volver
a consumir de nuevo (Graña, 1994).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 217

1) La disonancia cognitiva y la autoimagen negativa.


Según la teoría de Festinger (1964), se asume que la disonancia cognitiva aparece como
consecuencia de una discrepancia entre las cogniciones del individuo y las creencias sobre
sí mismo (como abstinente) y la ocurrencia de la conducta incongruente con esta
autoimagen (volver a consumir de nuevo).
El individuo experimenta la disonancia resultante en forma de conflicto o culpabilidad
por lo que acaba de hacer. Este conflicto interno tiene un carácter motivacional y hace que
se emprendan conductas (o cogniciones) que eliminen o reduzcan la reacción de
disonancia.
En la medida en que la conducta problema (consumir) se haya utilizado en el pasado
como una respuesta de afrontamiento para superar el conflicto o la culpa, es muy probable
que el individuo emprenda las conductas prohibidas (consumir de nuevo) con el fin de
eliminar o reducir reacciones desagradables.
Una vez que se ha producido la recaída, si se sigue consumiendo en un intento por
reducir los sentimientos de culpabilidad, el paciente puede verse mediatizado por un
importante refuerzo negativo (consumir para evitar estados emocionales negativos).
Es posible también que el individuo intente reducir la disonancia asociada con el
primer desliz alterando de forma cognitiva la nueva autoimagen (abstinente) para ponerla
en consonancia con la nueva conducta (consumir de nuevo).

2) La atribución de una incapacidad personal.


El segundo componente es el efecto de autoatribución, mediante el cual el sujeto
atribuye la causa de la recaída a un fracaso personal o a sus propias debilidades.
En este caso, es posible que, en vez de considerar la recaída como una simple respuesta
situacional, atribuya la causa de la misma a la falta de fuerza de voluntad o a la debilidad
personal. Como lo señala Bem (1972), la gente realiza con frecuencia inferencias sobre sus
propios rasgos de personalidad, actitudes y motivos cuando observan su propia conducta.
Así, atribuirá su fracaso a causas internas o personales. Es decir, si el desliz se
considera como un fallo personal, la expectativa del individuo de que va a seguir
fracasando seguirá aumentando.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 218

3) El deseo reforzado por volver a consumir.


El tercer componente es el deseo reforzado por la vuelta al consumo, que se produce
una vez que el individuo recae y piensa cuándo va a autoadministrarse la próxima dosis y,
si no dispone de la droga, pone nuevamente en funcionamiento el ritual de búsqueda y
obtención de la misma.
Estos tres componentes se combinan para completar una recaída completa. Existen
muchos puntos de intervención en esta secuencia, como se expondrán en los siguientes
apartados.

Evaluación de la Prevención de Recaídas


Evaluación de las SAR.
A la hora de evaluar las situaciones de alto riesgo en las conductas adictivas,
Cummings, Gordon y Marlatt (1980) identificaron dos categorías principales:
1) Determinantes intrapersonales
2) Determinantes interpersonales
Estas categorías se pueden evaluar fundamentalmente mediante autorregistros y
autoinformes. Las recaídas suelen producirse por:
1) Déficit de habilidades de afrontamiento que se dan ante situaciones de naturaleza
estresante.
2) Acontecimientos vitales que tienen lugar en la vida del sujeto.
Dicha evaluación implica realizar un muestreo suficientemente amplio de situaciones
susceptibles de desencadenar un desliz o una recaída a lo largo del proceso de recuperación
terapéutica.
La identificación de las SAR puede realizarse desde el momento en el que el paciente
lleve un mes abstinente. A nivel aplicado, se puede proceder de la siguiente forma:
1) Se pide al paciente que lleve un autorregistro cada vez que tenga un deseo fuerte
por consumir.
2) Si tiene dificultad para hacerlo, el terapeuta realiza con el paciente un sondeo de
posibles SAR que hayan tenido lugar a lo largo de la semana y las va anotando en
una lista denominada “SAR”.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 219

3) Cada vez que se de un consumo de droga, así sea mínimo, se analiza


detalladamente la situación que lo desencadenó.
4) Se efectúa un análisis de la historia previa de recaídas (Graña, 1994).

En muchos casos, la recaída viene dada por una serie de acontecimientos vitales que
tienen lugar en la vida del paciente (p. ej., separación, pérdida de empleo).
Se recomienda tener en cuenta estos aspectos como posibles desencadenantes de una
recaída durante el tratamiento o en el seguimiento.
De forma genérica, algunas SAR características de los individuos en tratamiento son
las siguientes:

1) Manejo del dinero.


Un adicto necesita que pasen bastantes meses antes de que pueda manejar el dinero sin
necesidad de pensar en la droga.
Gracias a la historia de aprendizaje con la droga, el dinero se ha convertido en una
señal y/o reforzador condicionado, altamente indicativo de la sustancia.
Así, si un individuo pasa por un lugar de venta de droga y tiene dinero suficiente para
adquirirla, con certeza su nivel de deseo aumentará de forma considerable, y lo más
probable es que se produzca inicialmente un desliz y, en el caso de no intervenir, una
recaída.

2) Consumo de otras drogas.


El consumo habitual de alcohol y tabaco, así como de otros fármacos psicoactivos,
determina otro de los factores de riesgo más importantes.
Mientras el paciente busque la sensación de estar “colocado”, es muy posible que las
características de la adicción se mantengan inalteradas, sustituyendo la droga de abuso por
otras hasta alcanzar efectos similares.
De esta forma, se establece una clara ocasión para que se desencadenen deslices y
recaídas.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 220

3) Actividades de ocio con otros consumidores.


El adicto puede mantener la abstinencia durante un mes o más tiempo, pero si sus
relaciones interpersonales tienen lugar con consumidores de droga, la recaída y el abandono
del tratamiento sólo será cuestión de tiempo.
En este caso, cambiar las relaciones interpersonales es un objetivo terapéutico
prioritario.

4) Homenajes.
Existen determinadas situaciones que tienen lugar a lo largo del año y que son de
carácter especial por estar asociadas a un consumo intenso de heroína y/o cocaína.
Las más significativas por su asociación con las recaídas son: los cumpleaños, el
nacimiento de un hijo, casarse, la celebración de fiestas señaladas (navidades, fin de año) y
los aniversarios.

Factores de Riesgo y Señales de Aviso


Los factores de riesgo y las señales de aviso siempre aparecen antes de que el paciente
recaiga. Cuanto antes sean detectados y puestos de manifiesto, más fácil será adoptar las
medidas terapéuticas apropiadas e interrumpir la cadena de eventos que con seguridad dan
lugar a una recaída. Los más significativos son los siguientes:

Pautas de Pensamiento y Actitudes de Recaída


Actitudes negativas.
Existe una serie de pensamientos y actitudes negativas que de forma fiable dan lugar a
las recaídas. Por ejemplo, comportarse como un individuo que no consume drogas y pensar
como un drogadicto.
En este caso, el pensamiento adictivo representa una continuación del estilo de vida de
drogodependiente; es decir, el paciente piensa, siente y actúa de forma adictiva, aunque no
consume drogas.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 221

A continuación, se expone una serie de actitudes y pensamientos relacionados con


este aspecto: a) tener dudas sobre el proceso de recuperación, b) autocompasión,
c) impaciencia, d) esperar demasiado de los demás, e) mantener una actitud negativa y de
insatisfacción crónica, f) confiar demasiado en uno mismo, g) pensar que la vida no tiene
sentido sin las drogas, y h) mantener actitudes y creencias rígidas.

Sentimientos y estados de ánimo negativos.


Son precursores de la recaída los sentimientos crónicos no resueltos de:
a) aburrimiento, b) depresión, c) soledad, d) infelicidad, e) tristeza, f) ira, g) ansiedad,
h) culpa, i) recuerdos dolorosos y/o traumáticos.

Idealizar el efecto de “estar colocado” de la droga.


La situación de recaída aumenta, si el paciente continúa idealizando los efectos que le
producía la droga, recordando de forma selectiva sólo los agradables. Este efecto se conoce
también como “recuerdo eufórico”.

Poner a prueba el control personal.


Si al cabo de varias semanas o meses el paciente se mantiene abstinente, es probable
que surjan fantasías sobre la posibilidad de volver a consumir de forma controlada.
Es decir, puede notar que tiene una percepción de control personal mayor sobre su
adicción y que los problemas relacionados con el consumo han desaparecido.

Deseo de gratificación.
El deseo de gratificación suele ser el resultado de hacer frente a todos los problemas y
dificultades que lleva implícitos la recuperación terapéutica.
En muchos casos, el paciente puede hacer una demora cognitivo-conductual del
consumo hasta que llegue su cumpleaños o celebre una fiesta.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 222

Estados de ánimo positivos.


No sólo los sentimientos y estados de ánimo negativos desencadenan la recaída, sino
que el sentirse muy bien o en un estado de ánimo positivo un tanto exagerado genera un
sentido falso de seguridad sobre el proceso de recuperación.
Por ejemplo, cuando un adicto se encuentra en este estado puede creer que, para él, es
realmente fácil manejar un consumo esporádico sin tener que perder el control.

Problemas sexuales y de relación.


Los problemas sexuales no resueltos pueden ser un desencadenante muy común de las
recaídas. Por ejemplo, tener alguna disfunción sexual (trastorno de la erección, eyaculación
precoz, disfunción orgásmica femenina, etc.), algún trastorno de la identidad sexual (por ej.,
una problemática de homosexualismo, bisexualismo encubierta), o alguna parafilia (por ej.,
fetichismo transvestista, zoofilia, pedofilia).

Sueños relacionados con la recaída.


Los sueños relacionados con las drogas, sobre todo aquéllos que son muy vívidos y
recurrentes, llegan a alterar el proceso de recuperación del paciente. Así, es posible que al
despertarse el individuo tenga una sensación de haber recaído, llegando a sentirse
decepcionado consigo mismo.
Otros sujetos consideran estos sueños como una especie de profecía, como una
indicación de que no están suficientemente motivados para continuar con el tratamiento. De
hecho, estas interpretaciones y creencias preparan el escenario para que tenga lugar una
recaída (Caballo, 1997)

Conductas de Alto Riesgo


Generalmente un paciente desarrolla, de forma no intencionada, una serie de conductas
a lo largo del tratamiento que le lleva a una SAR, en la que lo más normal es el consumo de
droga, atribuyendo la responsabilidad de lo sucedido a los demás.
Por ejemplo, aceptar una invitación a una fiesta en la que sabe con certeza que sus
amigos van a consumir.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 223

Existen otras reacciones características que hay que analizar para poder prevenir
posibles recaídas. Las más importantes son:
1) Reaccionar de forma exagerada ante deslices y recaídas
2) Las conductas impulsivas
3) Otras conductas adictivas y/o compulsivas (p. ej., alcoholismo, abuso de otras SPA
distintas de la heroína y/o cocaína, sexualidad compulsiva, iniciar constantemente
nuevas relaciones que duran unos días)
4) Los cambios graduales en el estilo de vida (p. ej., llegar tarde a las sesiones,
disminuir el nivel de actividad en casa, dejar de hacer la programación semanal de
actividades, estar en casa muy pensativo sentado en un sofá, criticar continuamente
el programa de tratamiento)
Otros factores de alto riesgo son:
1) Presencia de otros trastornos mentales
2) Problemas físicos
3) Permisividad familiar

En síntesis, a lo largo del programa de intervención cognitivo-conductual, el terapeuta


tiene que realizar una evaluación continuada de los siguientes aspectos:
1) Situaciones de alto riesgo (SAR)
2) Estados de ánimo negativos
3) Actitudes, pensamientos y sentimientos que desencadenan una recaída
4) Conductas de recaída
5) Otros factores (eventos vitales, trastornos mentales, etc.)

La Cadena de Recaídas
La recaída es un proceso, una cadena progresiva de conductas, actitudes y eventos, que
se inicia mucho antes de que el paciente comience a consumir droga de nuevo.
Aunque resulta difícil establecer claramente dónde empieza una recaída, generalmente
se inicia como consecuencia de algún estresante o de algún cambio (positivo o negativo).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 224

La cadena de conductas que da lugar a una recaída puede caracterizarse por la


secuencia de pasos que enumeramos a continuación:
1) Activación de pensamientos muy negativos y/o positivos y estados de ánimo y
sentimiento cambiantes.
2) Negar que el problema sea serio, incluso que exista.
3) Los problemas originales van en aumento y los nuevos siguen surgiendo a medida
que el paciente los sigue ignorando.
4) El paciente percibe que su situación concreta está llegando al punto de no retorno y
se siente completamente incapaz de hacer nada para superarla. El deseo es cada vez
mayor y los pensamientos sobre volver a consumir también. La recaída le parece
por completo justificada.
5) El paciente, cada vez más a menudo se encuentra en una SAR o emprendiendo
conductas que de forma sutil inducen al consumo.
6) El nivel de estrés va en aumento a medida que la vida del paciente discurre por
caminos que están fuera de su control.
7) El impulso por consumir y los niveles de deseo cada vez mayores llevan al paciente
a adquirir la droga y consumir de nuevo.

Procedimientos de Intervención en Prevención de Recaídas


Desde que surgió el modelo original sobre prevención de recaídas desarrollado por
Marlatt y Gordon (1985), distintos estudios han demostrado que las recaídas, de hecho,
pueden prevenirse y no sólo a través de un único procedimiento de prevención, sino a
través de gran cantidad de técnicas y programas igualmente válidos.
En el modelo de prevención de recaídas se distinguen tres niveles de intervención:
1) El nivel de intervención de apoyo o inespecífico: consiste en prestar atención a los
problemas y al discurso expresado por el individuo mediante un programa
educativo sobre las recaídas.
2) Manipulación ambiental: ejemplos de este tipo lo constituyen encerrarse en casa, no
salir solo, no manejar dinero, etc.).
3) Intervención genérica: se realiza mediante una terapia de apoyo, ayuda en la
búsqueda de soluciones adaptativas, manipulación ambiental y guía psicológica
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 225

anticipatoria, una vez que se conoce el curso general que siguen la mayoría de las
crisis.
Estos tres niveles de intervención con un paciente que ha recaído, se operativizan
mediante la aplicación de técnicas cognitivo-conductuales, algunas de las cuales
describimos a continuación:
1) Educación sobre la prevención de recaídas
2) Vigilar situaciones de alto riesgo
3) Control de fallos ocasionales o deslices
4) Contrato de contingencias para prevenir recaídas
5) Planificar crisis y recaídas (intención paradójica), sólo para casos concretos
6) Exposición controlada y manejo del deseo
7) Fomento de redes de apoyo social

1) Educación sobre la prevención de recaídas.


Es importante educar al paciente ante la primera señal que exista un posible desliz,
analizando qué tipo de SAR existen en su entorno que pueden llevarlo a una recaída.
También deben abordarse las actitudes, pensamientos y conductas que pueden dar lugar
a una recaída y las posibles estrategias de actuación ante cada una de ellas.
En este punto, es necesario recordar que este aspecto educativo de la terapia es más
eficaz si se basa en la experiencia personal del paciente.

2) Vigilar situaciones de alto riesgo.


Una habilidad importante para prevenir las recaídas es el autorregistro de situaciones,
pensamientos, conductas, sentimientos y estados de ánimo del paciente a lo largo del
proceso de recuperación terapéutica.
Aunque es difícil de lograr, la realización de los autorregistros ayuda al adicto a
reconocer con antelación las señales de aviso y los factores de riesgo que dan lugar a un
desliz o a una recaída.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 226

3) Control de fallos ocasionales o deslices.


La mayoría de los adictos en tratamiento ceden a la tentación en determinadas
ocasiones. Como se ha comentado, estos deslices, en el caso de no intervenir, pueden
convertirse en una auténtica recaída.
Si el individuo los considera como un fracaso, una debilidad personal o una prueba de
la carencia de fuerza de voluntad, entonces la probabilidad de recaída aumenta.
Si, por el contrario, el fallo se ve como un error del que se puede aprender para el
futuro y que ayuda a la recuperación terapéutica, probablemente pueda evitarse la recaída
posterior.
Por lo tanto, es preciso actuar de forma terapéutica con el drogodependiente,
entrenándole en estrategias de afrontamiento ante la aparición de fallos ocasionales o
deslices.

4) Contrato de contingencias para prevenir recaídas.


Este tipo de técnica puede ser de gran utilidad, sobre todo con pacientes que encuentran
muy difícil superar un desliz.
Un contrato de recaídas consiste fundamentalmente en la aplicación de los
procedimientos de manejo de contingencias y representa una forma de acuerdo entre el
terapeuta, el paciente y la familia sobre los pasos a seguir en caso de que se produzca un
desliz o recaída.
Este contrato proporciona un método de formalizar o de reforzar el compromiso del
paciente para cambiar. Es de gran utilidad con individuos que se caracterizan por un alto
nivel de ambivalencia en relación con la superación de la adicción, sobre todo en adictos
que se encuentran al inicio del tratamiento en la etapa de contemplación o que, una vez que
recaen, regresan a ese estadio de cambio.
Pare estos pacientes, el contrato especifica las exigencias y los procedimientos a seguir
en caso de producirse un desliz o una recaída. Además, el costo de respuesta de un desliz
inicial puede incrementarse, incluyendo una cláusula en el contrato que determine las
multas u otros castigos a cumplir en caso de producirse.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 227

Según Marlatt (1985), este tipo de contrato debe considerar los siguientes aspectos:
a) En algunos casos, el contrato debe incluir una cláusula con ciertos costos o
multas por emprender la conducta prohibida.
b) El paciente debe aceptar el demorar 20 minutos el primer consumo, contados a
partir de la primera tentación; este tiempo debe utilizarse para reflexionar y
reconsiderar la situación y la conducta de recaída como una elección o decisión
más que como una reacción pasiva a las presiones externas y/o al deseo interior
de consumir.
c) El paciente debe estar de acuerdo en que, de producirse el desliz, sólo implicará
una dosis de la sustancia.
d) Debe comprometerse a esperar varias horas o un día antes de seguir
consumiendo, pues el tiempo que transcurre desde el primer desliz es crucial
para prevenir una recaída completa y, además, es aquí donde la mayoría de los
pacientes experimentan el “efecto de la violación de la abstinencia”; durante
este periodo, el paciente tiene que aplicar procedimientos cognitivos de
reatribución y otras técnicas que el terapeuta considere apropiadas para esta
situación.
e) El contrato debe tener una fecha de finalización, debiendo ser revisada
aproximadamente cada mes; si el contrato ha dado buenos resultados, la fecha
de terminación puede convertirse en una ocasión para consumir y recaer, por lo
que el terapeuta debe anticiparse tomando medidas de seguridad en el periodo
de finalización.

5) Planificar crisis y recaídas.


Básicamente se trata de un procedimiento de extinción cognitivo-conductual. Marlatt
(1985) recomienda que se ensaye uno o varios episodios de recaída, ya sea de forma
imaginaria o simulada, con la finalidad de extinguir las expectativas autodestructivas que
conlleva un desliz ocasional antes de que se llegue a una recaída completa, y de esta
manera anticiparse y prepararse para afrontar situaciones y conductas de alto riesgo.
Para ello, se le pide al paciente que imagine vívidamente posibles escenarios de
recaída, describiendo paso a paso cómo sería la situación, dónde y con quién estaría, qué
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 228

sentimientos experimentaría y qué alternativas tendría disponibles para afrontar con éxito el
posible desliz y/o recaída.
Esta técnica de intervención imaginaria facilita que el adicto comience a poner en
funcionamiento las técnicas de autoobservación y afrontamiento y que se imagine a sí
mismo haciendo frente e esas situaciones (modelado encubierto) generando con antelación
las conductas que pondría en funcionamiento para superar con éxito esa situación.
Posteriormente, se procede a desarrollar de manera simulada una o varias situaciones
probables de alto riesgo que llevan a la recaída. Esto supondrá para el paciente la ocasión
de poner en funcionamiento nuevas respuestas alternativas frente a las crisis que se le
presenten. Con ello, logra incrementar su propia autoeficacia, al verse a sí mismo con un
mayor control sobre la situación.
En el supuesto de que el paciente cometa un desliz o recaiga, el terapeuta debe realizar
un análisis funcional en profundidad con el paciente y la familia sobre la situación y las
conductas implicadas en el suceso.
Se puede realizar también un ejercicio de representación de papeles para reproducir la
situación de recaída y practicar cuáles serían las técnicas de afrontamiento más eficaces a
nivel cognitivo, conductual y emocional para superarla.
En determinados casos, durante la intervención, la programación de una recaída
planificada puede ser de gran eficacia terapéutica.
Esta técnica, en palabras de Marlatt (1985) se define como “un procedimiento
designado para acentuar el sentido individual de responsabilidad y elección en el
automanejo de un hábito adictivo”.
Este tipo de procedimiento se utiliza con pacientes en los que, a pesar de todos los
esfuerzos terapéuticos, la recaída es inminente e inevitable.
Para Marlatt la programación de una recaída tiene las siguientes ventajas:
a) En una recaída no programada los efectos de la sustancia tienen un efecto
“mágico” para afrontar una situación conflictiva, mientras que en la
programada, la responsabilidad cambia de la sustancia a una elección personal,
es decir, el consumo es una elección personal y una forma alternativa de afrontar
la situación.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 229

b) Al planificar la recaída en una situación y en un periodo sin estrés, aumenta la


probabilidad de desconfirmar las expectativas de resultado positivas para los
efectos anticipados de la sustancia adictiva, porque el paciente espera que la
sustancia alivie la ansiedad y la tensión que genera una SAR. Si se programa en
una situación neutra y segura se invalidan esas expectativas, al no existir una
necesidad de reducir o eliminar un estado afectivo negativo generado por una
situación estresante.
c) Proporciona al paciente la ocasión para experimentar reacciones cognitivas y
conductuales al desliz (el efecto de violación de la abstinencia) y ensayar y
practicar técnicas de afrontamiento aprendidas.

6) Continuar con el programa de modificación del estilo de vida.


La modificación del estilo de vida se inicia en el mismo momento en que el paciente
entra en contacto con el programa de intervención, independientemente de la etapa de
cambio en que se encuentre.
Como norma general, el terapeuta negocia con el paciente y la familia las actividades
que se ajusten más a las propias necesidades y preferencias del paciente. Así, si un
individuo tiene un alto nivel de tensión física, se recomienda practicar algún deporte junto
con técnicas de relajación.
Es importante adoptar una actitud de flexibilidad a la hora de elegir las actividades a
realizar para a cambiar el estilo de vida, de lo contrario si el paciente parte de unas metas
irreales o inalcanzables, según la etapa de cambio en la que se encuentre, lo más probable
es que fracase.
Para llevar a cabo el cambio de estilo de vida, es importante conocer las aficiones del
paciente para que empiece a utilizar los recursos comunitarios de la ciudad.

7) Reestructuración cognitiva.
Como hemos comentado previamente, ciertas distorsiones cognitivas pueden generar
sentimientos y conductas inadecuados que desencadenan y/o promueven la ocasión para un
desliz o recaída. Estas pueden ser de distintas formas:
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 230

a) Sobregeneralizar o llevar a un extremo las implicaciones de ciertas situaciones


o acontecimientos.
b) Adoptar una responsabilidad excesiva por problemas y faltas que están más allá
de su control.
c) Preocuparse en exceso y de forma innecesaria sobre problemas que anticipa.
d) Considerar las cosas en términos dicotómicos, todo o nada.
e) Adoptar una actitud perfeccionista sobre el proceso de recuperación,
considerando el más mínimo fallo como una debilidad personal.
Este tipo de actitudes, de no intervenir, pueden desencadenar una recaída. Las técnicas
de reestructuración cognitiva posibilitan al paciente la oportunidad para reformular los
problemas, generando alternativas de solución.
El objetivo consiste en cambiar el pensamiento adictivo por otro caracterizado por
habilidades de solución de problemas o estrategias de afrontamiento más eficaces.

8) Revisar los procedimientos de exposición y de manejo del deseo.


En caso de producirse una recaída, es recomendable dejar de realizar técnicas de
exposición a las señales relacionadas con el consumo de drogas, pues la exposición a este
tipo de estímulos, una vez que se ha producido un desliz, incrementa de forma excesiva el
deseo, y probablemente desencadene una recaída.
Si no se dispone de una estructura de apoyo suficiente para garantizar que no se dé el
consumo de droga, es mejor no aplicar de nuevo este tipo de técnicas hasta que el adicto
retome el programa terapéutico y continúe abstinente por lo menos durante quince días.
En resumen, los distintos procedimientos de intervención diseñados para terciar en la
prevención de deslices y recaídas son algunos de los muchos disponibles en la literatura,
pero lo importante es tener en cuenta que el proceso de recuperación del drogodependiente
no es lineal, sino más bien circular. Durante los tres primeros meses de tratamiento
aparecen deslices ocasionales y, a veces, recaídas, que pueden llevar al abandono del
tratamiento (Caballo, 1997).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 231

5. Conclusiones
La intervención terapéutica con drogodependientes desde una aproximación cognitivo-
conductual, intenta, ante todo, determinar el estadio y los procesos de cambio en el que se
encuentra el adicto en el momento de iniciar el programa terapéutico.
De nada sirve aplicar procedimientos y técnicas de intervención si el paciente no está
preparado para asumir un cambio drástico en su vida en relación con la drogodependencia.
Sólo así los procedimientos y técnicas serán de utilidad clínica para abordar con éxito esta
problemática psicosocial.
También hay que resaltar que ninguno de los procedimientos analizados tiene utilidad
clínica superior a los demás y, por ser la drogodependencia un fenómeno con muchas
manifestaciones, el éxito terapéutico casi siempre se va a garantizar mediante la utilización
simultánea de múltiples técnicas y procedimientos de intervención.
Así, por ej., algunos estudios informan que la aplicación de técnicas de exposición no
es suficiente para mantener la abstinencia a largo plazo, mientras que otras variables (por
ej., implicación de la familia y/o tener un trabajo o esperar obtener uno nuevo) tienen un
efecto incluso mayor que el hecho de que el individuo se habitúe a los estímulos
ambientales condicionados (Negrete y Sherif, 1992).
Por ello, es importante que el terapeuta, al realizar la evaluación de cada caso, tenga en
cuenta todas las variables que pueden incidir en la recuperación de los adictos, diseñando y
aplicando todas aquellas técnicas necesarias para que el éxito terapéutico sea un objetivo
alcanzable.
La estrategia general de la prevención de recaídas consiste en ayudar a los
drogodependientes en situación de crisis a ir más allá de un simple razonamiento intelectual
de la recaída, a conseguir una aceptación interiorizada del problema que les afecta y de sus
implicaciones a distintos niveles (personal, familiar, social).
La aceptación de los deslices o recaídas por parte del paciente facilita la apertura y la
posibilidad de utilizar las estrategias de la prevención de recaídas, con la finalidad de
alcanzar un compromiso mayor para mantener la abstinencia y los logros terapéuticos.
En este tipo de pacientes, nunca se debe perder de vista la posibilidad de que se de una
recaída, no importa cuánto tiempo hayan estado abstinentes, cuán motivados estén, y cuán
estable parezca ser su proceso de recuperación.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 232

Hay que recordar que la vulnerabilidad a la recaída disminuye de forma gradual a lo


largo de los años de recuperación, pero nunca desaparece completamente.
En el fondo, más allá de los procedimientos de evaluación e intervención en prevención
de recaídas, subyace el objetivo de lograr un cambio significativo en el estilo de vida, en las
actitudes, en los valores, en la forma de pensar sobre sí mismo y en cómo afrontar y
solucionar los problemas de la vida diaria.
También queremos resaltar que ninguno de los procedimientos expuestos tiene una
utilidad clínica superior a los demás, y que, por ser la drogodependencia un fenómeno con
manifestaciones múltiples, el éxito terapéutico casi siempre se va a garantizar mediante la
utilización simultánea de múltiples técnicas y procedimientos de intervención integrados en
un proceso global de cambio (Caballo, 1997).

IX. Salud Mental Positiva


Temáticas
1. Introducción
2. Criterios de salud mental positiva:
a) Actitud positiva hacia uno mismo
b) Crecimiento, desarrollo y actualización personal
c) Integración de sí mismo (equilibrio interior)
d) Autonomía razonable
e) Percepción correcta de la realidad
f) Dominio del entorno

1. Introducción
La gran mayoría de las conductas psicopatológicas se relacionan con factores de riesgo
biopsicosociales. Estas disfunciones se deben sobre todo a fallas en la adaptación.
Describir la conducta como desadaptativa implica que existe un problema; también sugiere
que ya sea la vulnerabilidad del individuo, su incapacidad para el afrontamiento o el estrés
excepcional en el ambiente los que han provocado los problemas para vivir, que pueden
desembocar en trastornos mentales (Saranson, 1995).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 233

El hombre ha estado interesado desde siempre por comprender y explicar los trastornos
mentales, postulando para ello diversas causas y modelos:
1) Causas fisiológicas (médico)
2) Conflictos intrapsíquicos (psicoanalítico)
3) Aprendizajes inadecuados (conductual)
4) Pensamientos y creencias disfuncionales (cognitivo)
5) Incapacidad de asumir la libertad personal (humanista)
6) Incapacidad para encontrarle un sentido a la existencia (existencial)
7) Moldeamiento del grupo familiar, sociedad y cultura (sociocultural)
Cualquiera que sea su causa, deben considerarse como manifestaciones individuales de
una disfunción biopsicosocial de significación clínica.
El hecho que estén asociados a un malestar, a una discapacidad, o a un riesgo
significativamente aumentado de morir, o de sufrir dolor, discapacidad o pérdida de libertad
(APA, 2003), implica la necesidad inmediata de proporcionarle a las personas que los
presentan un ambiente idóneo con todos los requisitos necesarios para efectuar una
intervención integral, al interior del modelo biopsicosocial de salud mental postulado por la
Organización Mundial de la Salud.
De acuerdo con el modelo biopsicosocial integrado postulado por la OMS, la salud ha
pasado de ser considerada como una ausencia de enfermedad, a ser entendida como un
estado de bienestar físico, psicológico y social que posibilita a los individuos la satisfacción
de sus necesidades, la realización de sus aspiraciones y el afrontamiento de las situaciones
estresantes (Simón, 1993).
Teniendo en cuenta que la salud mental es un requisito indispensable para el desarrollo
humano, el hecho que actualmente alrededor del 10% de la población sufra en algún
momento de la vida algún trastorno mental, implica una intervención integral e
interdisciplinaria que posibilite su recuperación integral.

2. Criterios de Salud Mental Positiva


Fruto del encargo de la Comisión Conjunta creada en Estados Unidos para valorar la
situación global de salud mental, la psicóloga social Marie Jahoda publicó el libro
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 234

“Conceptos actuales de salud mental positiva” (1958), una esplendida síntesis profusamente
utilizada por estudiosos e instituciones sociales (Sánchez, 2002).
Jahoda revisó las ideas existentes sobre salud mental y tras descartar las incompatibles
con un enfoque positivo, las sintetizó en seis enfoques o criterios.
Consideró la salud mental positiva como un atributo o comportamiento personal, no
colectivo, de forma que, desde ese punto de vista, sería impropio hablar de “patología
social” o de “salud comunitaria”.
Reconoció, sin embargo, que el entorno social y cultural pueden facilitar o dificultar la
consecución de la salud, por medio de las normas para evaluar el comportamiento
saludable, que lejos de ser fijas y objetivas, varían con el lugar, el tiempo, la cultura y las
expectativas de cada grupo social.
Cada criterio puede ser considerado como un continuo entre un extremo positivo de
salud y uno negativo de trastorno o enfermedad.

Actitud Positiva Hacia Uno Mismo


Se caracteriza por la autoaceptación y confianza personal y en la capacidad propia de
valerse por sí mismo, independientemente de los demás. Abarca cuatro componentes
actitudinales concretos:
1) Acceso pleno a la propia conciencia, sin áreas inaccesibles o restringidas a esa
conciencia por resultar dolorosas o inaceptables para el sujeto.
2) Objetividad y corrección del autoconcepto, que está así libre de distorsiones ligadas
a procesos patológicos o necesidades irracionales.
3) Aceptación de uno mismo tal y como es, no como nos gustaría ser.
4) Identidad integrada (sólo alcanzada en la edad adulta) que incluiría una “mismidad”
y continuidad interna identificables con un “sí mismo” (self) continuo y estable a
pesar de los cambios del entorno.

Crecimiento, Desarrollo y Actualización Personal


El crecimiento, desarrollo y actualización de si mismo y del potencial personal
implícito comprende tres dimensiones:
1) Autoconcepto positivo (el criterio anterior).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 235

2) Proceso motivador, que guía a una persona hacia fines, valores e intereses vitales
más altos y positivos que la mera subsistencia existencial. La persona hace un uso
no restrictivo de sus capacidades potenciales, no limitándose a satisfacer sus
necesidades, y se orienta hacia el futuro, no hacia el pasado.
3) “Inversión” en la vida, incluyendo la capacidad de extenderse positivamente hacia
los demás, hacia el trabajo y hacia ideales, metas o estándares morales.
La persona autorrealizada o madura se caracteriza por un alto grado de desarrollo o
diferenciación y por ser capaz de comportarse de un modo eficiente (conductualmente),
focalizado y guiado por fines vitales preestablecidos.

Integración de Sí Mismo (Equilibrio Interior)


Esto es el grado en que las fuerzas o tendencias psicológicas están equilibradas e
interactúan flexiblemente en los procesos e interacciones sociales, de manera que la
persona tiene una perspectiva vital unificada e integrada que aporta coherencia objetiva y
significado subjetivo al conjunto de sus actividades vitales.
Asimismo, cuenta con una resistencia al estrés y una tolerancia para la frustración que
evita desequilibrios internos o riesgos de desintegración del self (aspecto éste ligado a los
criterios de autonomía y dominio del entorno).

Autonomía Razonable
Como proceso: se refiere a la capacidad de autorregularse y tomar decisiones de
acuerdo con normas, valores y principios interiorizados.
Como resultado: alude a un comportamiento habitual estable y relativamente
independiente de las demandas y presiones del entorno físico, psicológico o social.
Este criterio está ligado -en su fundación estructural personal- a la integración de sí
mismo y al de dominio del entorno.

Percepción Correcta de la Realidad


Este criterio abarca dos procesos complementarios:
1) Percepción razonablemente objetiva del entorno y de sí mismo, de acuerdo con
normas (establecidas o consensuadas) independientes de las propias necesidades.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 236

De otra forma, el sujeto cuenta con un sistema autónomo y eficiente de verificación


de la realidad (reality testing) para comprobar la correspondencia o discrepancia
entre la realidad externa y necesidades o los deseos propios.
2) Capacidad de experimentar y usar efectivamente empatía y sensibilidad social y de
respetar los sentimientos, las ideas y los valores de los otros. Se está asumiendo que
la percepción es un fenómeno social, no puramente biofísico, cuya corrección es
requisito para una interacción realista y eficaz con el entorno.
Mientras que una percepción incorrecta ocasionará una relación egocéntrica e
ineficiente con el entorno social, psicológico y material, una visión correcta permitirá
reconocer la conducta externa real de las personas y relacionarnos adecuadamente con los
demás.

Dominio del Entorno


En la doble calidad de proceso de relación con el entorno y de resultado exitoso de ese
proceso, evidenciado por la presencia de capacidades como:
1) Capacidad de amar y de experimentar placer sexual: adecuación en las relaciones
interpersonales o afectivas significativas y capacidad de sentir comunidad con
otros.
2) Adecuación en el amor, el trabajo y el juego como formas básicas de relación de la
persona con su entorno.
3) Adaptación al entorno y a sus cambios, incluyendo la capacidad de modificarse uno
mismo y la de modificar el entorno que trascienda la mera acomodación a ese
entorno.
4) Capacidad de resolver problemas y de enfrentarse al estrés vital habitual.

La propuesta incluye, como se ve, tres tipos de criterios:


1) Estructurales: ligados a la estructura interna del individuo: actitud positiva hacia
uno mismo e integración.
2) Adaptativos, de relación con el entorno: autonomía, percepción correcta del entorno
y dominio de éste.
3) Evolutivos: crecimiento, desarrollo y actualización de sí mismo.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 237

Ningún criterio es suficiente por sí sólo para indicar el estado de salud o bienestar. Para
ello debemos combinar los criterios multidimensionalmente. Y que salud positiva o
bienestar no son siempre cuestión de máximos sino, con frecuencia, de óptimos entre dos
extremos.
Así, el grado de autonomía ideal no es, en nuestra cultura, la independencia total del
entorno y sus demandas (indeseable en cuanto supone un egocentrismo e insensibilidad
extremos), sino un equilibrio razonable entre autorregulación y respuesta adaptada a las
respuestas del entorno (Sánchez, 2002).

Tabla 20. Criterios de salud mental positiva.


Factores Contenido
Actitud positiva hacia uno Contacto consigo mismo (acceso a la conciencia).
mismo Percepción correcta de sí mismo. Autoaceptación.
Identidad integrada y continuidad de sí mismo.
Crecimiento y actualización Proceso motivacional: sujeto guiado por valores y metas
personal positivos y trascendentes. Inversión en la vida y
extensión hacia los demás y hacia valores positivos.
Integración y equilibrio Perspectiva vital unitaria. Relación flexible entre
interior fuerzas internas. Resistencia al estrés y tolerancia a la
frustración.
Autonomía razonable Proceso: capacidad de autorregulación y toma de
decisiones según valores y normas internalizados.
Resultado: funcionamiento vital autónomo de demandas
y presiones del entorno.
Percepción correcta de la Sin distorsiones significativas por demandas externas o
realidad necesidades internas. Sistema eficaz de prueba de la
realidad. Capacidad de empatizar con otros.
Dominio del entorno Capacidad de experimentar comunidad y relaciones
interpersonales satisfactorias. Capacidad de solución de
problemas. Adaptación al entorno y sus cambios.
Comportamiento eficiente para satisfacer demandas y
alcanzar metas.
Fuente: Psicología social aplicada. (Sánchez, A., 2002).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 238

X. Ética, Moral y Axiología


Temáticas
A. Caracterización de la ética
La ética como disciplina filosófica
Concepto de ética
Relaciones y diferencias entre ética y moral
La ética como teoría de la moral
Normativismo ético
La ética concebida como ciencia
Método de la ética
Relación de la ética con otras ciencias
Principales tipos de ética
B. La ética y la axiología
La ética y la axiología
Importancia de los valores en la vida humana
La axiología y sus principales problemas
En torno a la definición del valor
Sobre la crisis de valores
C. Listado de Valores

A. Caracterización de la Ética
1. La Ética como Disciplina Filosófica
De acuerdo con el tipo de problemas que abordan, las disciplinas o ramas de la filosofía
se han dividido en disciplinas teóricas o gnoseológicas y disciplinas prácticas. (Escobar,
2000).

Disciplinas teóricas o gnoseológicas.


Estas disciplinas giran en torno a los problemas cognoscitivos:
1. La teoría del conocimiento o gnoseología (de la palabra gnosis, conocimiento y
logos, estudio), cuyos planteamientos se refieren a los modos, clases, esencia,
posibilidad, validez y origen del conocimiento humano.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 239

2. La lógica, que se propone investigar los elementos y estructuras formales de los


sistemas de enunciados.
3. La filosofía de la ciencia (llamada también epistemología) que investiga la
estructura, fundamento y métodos desarrollados por los sistemas científicos.

Disciplinas prácticas.
Además de preocuparse por temas eminentemente teóricos, denominados “abstractos”,
la filosofía centra su atención en los principios, formas y sentido de la praxis (acción)
humana, en la naturaleza de la conducta individual y colectiva, sus fines, normas y valores,
en el problema de lo que son el deber, la obligatoriedad, las virtudes morales, etc.
1. Dentro de las disciplinas prácticas de la filosofía podemos mencionar, en primer
lugar, la ética, la cual estudia la conducta moral del hombre en la vida social.
2. La axiología o teoría de los valores, que estudia tanto la experiencia estimativa
como los principios axiológicos universales, sus formas, fundamentos y alcances.
3. La estética, cuyas reflexiones se centran en las formas y principios de la
contemplación y la formación artística.

Otras disciplinas de carácter práctico son:


4. Filosofía del derecho
5. Filosofía política
6. Filosofía social
7. Filosofía de la educación
8. Filosofía de la cultura
9. Filosofía de la religión

El coronamiento de estas disciplinas ésta representado por una rama filosófica muy
importante que engloba todas las filosofías: la antropología filosófica, cuyo objeto de
investigación es el hombre como sujeto de la cultura, como creador y sustentador de
valores morales, religiosos, estéticos, económicos, etc.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 240

La ética, pues, queda ubicada como una disciplina práctica de la filosofía, de acuerdo
con su tema de estudio, que es la moral conforme a la cual el hombre modela su existencia
(como se observa en el siguiente esquema):

Teóricas o Gnoseología
Lógica
gnoseológicas Epistemología

Disciplinas
filosóficas Axiología
Ética
Estética
Prácticas Filosofía del derecho
Filosofía social y política
Filosofía de la educación
Filosofía de la religión

Figura 15. Disciplinas filosóficas

2. Concepto de Ética
Una vez ubicada la ética como una disciplina filosófica de carácter práctico, ya que, al
reflexionar sobre la vida moral, se interesa por mejorar nuestra existencia mediante la
realización de lo que es bueno, pasemos ahora a tratar de definirla.

Definición etimológica.
Como todo saber, la ética puede ser analizada etimológicamente, investigando sus
raíces lingüísticas. El término ética se deriva de la palabra griega ethos.
Parece ser que el primero que usó esta palabra fue el poeta griego Homero, quien entendía
por ethos el lugar habitado por hombres y animales. En este sentido primigenio, un
pensador contemporáneo, el filósofo Martin Heidegger se refiere al ethos como lugar o
morada y por ello dice que la morada o ethos del hombre es el ser.
La acepción más conocida y difundida del vocablo ethos se presenta a partir de
Aristóteles, ligado a un conocimiento llamado precisamente ética. Según esta acepción,
ethos significa temperamento, carácter, hábito, modo de ser. De acuerdo con el significado
etimológico, ética sería una teoría o un tratado de los hábitos y las costumbres.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 241

Una característica del ethos es su sentido no natural. En efecto, el ethos según la


tradición griega, implica una serie de costumbres adquiridas por hábito y no innatas; el
ethos significa una conquista del hombre a lo largo de su vida.
En este sentido se dice que el ethos constituye una “segunda naturaleza”; se trata de un
conjunto de hábitos de los cuales el hombre se apropia, modificando su naturaleza. En
relación con esto, Aristóteles distingue entre virtudes éticas o morales y virtudes
dianoéticas o intelectuales.
Las virtudes éticas se generan por una repetición de actos y costumbres; en su Ética
Nicomaquea Aristóteles dice: “una golondrina no hace verano, tampoco un acto virtuoso
hace dichoso al hombre." Las virtudes éticas son, pues, fruto del hábito o la costumbre, se
llegan a conquistar por medio de un modo sistemático de vida.
Las virtudes intelectuales se fundan en una comprensión racional o intelectual de la
conducta. Deben su nacimiento y desarrollo sobre todo a la enseñanza y por eso requieren
de experiencia y tiempo.
En Aristóteles, pues, la ética se encuentra muy ligada a su sentido etimológico. Por
ética entiende una serie de reflexiones sobre el ethos (modo de vida, virtudes) y todo lo
relacionado con él. Las virtudes no nacen con nosotros, sino que las desarrollamos y
perfeccionamos mediante el hábito o la costumbre.
Se advierte una relación entre la palabra ethos y la palabra mos, de donde deriva moral.
El término moral procede del latín mos, que también significa costumbre, hábito, en el
sentido de conjunto de normas o reglas adquiridas por medio del hábito.
Actualmente se piensa que tanto ethos como mos si bien nos ubican en el terreno de la
ética -el ámbito de lo humano, actos que el hombre conquista a través de su vida- son
imprecisos para definir objetivamente esta disciplina.
Una de las limitaciones de la definición etimológica de la ética (como teoría de hábitos
y costumbres) es su generalidad. Puede observarse que en cada época existen en la
sociedad, en sus distintos grupos sociales, diversos hábitos y costumbres, pero no todos
tienen una significación moral. El mundo de los hábitos y costumbres es bastante complejo
y diverso; no todos ellos pueden ser calificados de morales.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 242

Observa Xavier Zubiri que el vocablo ethos tiene un sentido infinitamente más amplio
que el que damos hoy a la palabra ética. Lo ético comprende, ante todo, las disposiciones
del hombre en la vida y, naturalmente, también lo moral.
Para no caer, entonces, en la amplitud y ambigüedad de la definición etimológica de la
ética, se formulará otra definición, pero ya no a partir de su etimología, sino en relación con
su objeto de estudio.

Definición de la ética por su objeto de estudio.


Toda ciencia tiene un objeto de estudio llamado campo de investigación, factum (hecho
del cual parte), materia de estudio, etc. ¿Cuál es el campo de investigación de la ética? El
objeto de la ética radica en el estudio y comprensión del territorio cultural llamado moral.
De acuerdo con esto, puede afirmarse que ética es la ciencia filosófica encargada de
estudiar o reflexionar sobre la moral. Pero como la moral tiene un carácter humano y social,
puede ampliarse esta definición diciendo: la ética es la disciplina filosófica que estudia el
comportamiento moral del hombre en sociedad.
Respecto a su carácter filosófico, ya se dijo que la ética es una de las disciplinas
filosóficas fundamentales. Algunas de las ramas de la filosofía se han separado de su
tronco, como la psicología.
Sin embargo, la ética sigue considerándose como una ciencia filosófica, como parte de
la filosofía, pero no de una filosofía metafísica y apriorística desligada de la experiencia y
de los fundamentos históricos y concretos que ofrece la cultura.
A fin de explicar un poco más nuestra definición, podemos señalar las siguientes
características básicas contenidas en la misma:
1. La ética es una rama o parte de la filosofía.
2. Su campo de investigación es la moral.

El fenómeno moral es una creación exclusiva del hombre. Sólo ciertos actos humanos
pueden ser calificados de buenos o malos desde el punto de vista de la moral. Solamente el
hombre tiene un sentido ético o una “conciencia moral. Además, y relacionado con el punto
anterior, la moral es un fenómeno eminentemente social, puesto que rige o regula la vida
del hombre en la sociedad
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 243

3. Relaciones y Diferencias entre Ética y Moral


El objeto de la ética es la moral; esta afirmación permite hacer algunas observaciones
sobre las relaciones y diferencias entre ética y moral. Las relaciones que existen entre ellas
son obvias; es la relación que guarda una ciencia cualquiera con su objeto de estudio.
La ética necesita de la moral para sacar sus conclusiones, para explicarla, para elaborar
sus hipótesis y teorías; pero ello no significa que la tarea de la ética consista en inventar o
crear la moral.
Muy acertadamente el filósofo José Luis Aranguren observa que los profesores de ética
olvidan con demasiada frecuencia que la ética no crea su objeto, sino que se limita a
reflexionar sobre él.
La moral y la ética son diferentes de la misma manera que son diferentes, por ejemplo,
la biología y los fenómenos vitales que estudia. Unos son objeto de investigación; la otra es
una ciencia cuya tarea es precisamente estudiar aquellos fenómenos.
De la misma manera debe entenderse la ética; ésta es una ciencia, mientras que la moral
es el objeto de esta ciencia. Esto significa que la moral no es ciencia, pero ello no impide
que pueda convertirse en objeto de investigación científica.
Así, por ejemplo, la expresión ética profesional es equívoca, porque generalmente se
refiere a un código moral que debe observar un profesional, y no a una ciencia como lo es
la ética. Entonces se debe tener presente lo siguiente: ética es la ciencia de la moral,
mientras que la moral es el objeto de estudio de la ética.
Una prueba de que la moral no es una ciencia lo demuestra el hecho de que en la
historia han aparecido una serie de morales que nada tienen que ver con la actitud
científica, morales irracionales y autoritarias (marxismo, fascismo, nazismo, nihilismo).

4. La Ética como Teoría de la Moral


Hablando en forma estricta, todas las disciplinas filosóficas son teóricas en la medida
en que reflexionan críticamente sobre sus objetos y no se proponen prescribir la conducta o
crear reglas artísticas, morales o religiosas.
Esta observación vale esencialmente para las disciplinas prácticas, que son llamadas así
por encontrar su centro de estudio en la praxis humana, en la acción, finalidades, normas y
valores que el hombre se propone realizar durante su vida, pero no porque tengan como
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 244

tarea expresa elaborar una serie de reglas encaminadas a guiar todo el cúmulo de
experiencias humanas.
Así, por ejemplo, la estética no se propone formular una serie de reglas universalmente
válidas para normar la creación artística; análogamente, la ética no se propone crear
códigos y pautas de conducta o recetarios morales para conducir el comportamiento de los
individuos en la vida social e íntima. La ética no se reduce a una prédica moral.
Sin embargo, la ética se ha caracterizado como una disciplina práctica. Esto es
aceptable siempre y cuando se aclare que su supuesta normatividad procede de la
naturaleza de su objeto: la moral. Y como se sabe, la moral está constituida por una serie de
normas, costumbres y formas de vida que se presentan como obligatorias, valiosas y
orientadoras de la actividad humana.
Por el solo hecho de estudiar y reflexionar sobre estas normas o reglas de conductas
que forman el mundo de la moral, se dice que la ética es una ciencia normativa. La ética es
una ciencia práctica porque tiene por objeto la conducta humana. Es la ciencia del orden
moral de la vida individual y social del hombre.
Sin embargo, el calificativo de “ciencia práctica” o “ciencia normativa” no es muy
afortunado porque suscita la idea de que esta disciplina tiene como finalidad formular
recetas o consejos útiles para la vida moral de cada individuo. Y ello no es así, porque,
como afirma George Edward Moore (1964):
Los filósofos, a diferencia de los moralistas, no se ocupan de establecer reglas para
distinguir aquellos modos de obrar que casi siempre o siempre son justos, o aquellos otros
que son injustos, ni siquiera de dar listas de las cosas buenas o malas, sino que se esfuerzan
por contestar cuestiones mucho más generales y fundamentales, como las siguientes: ¿qué
es lo que queremos decir de una acción cuando la calificamos como justa o injusta?, y ¿qué
es lo que significa decir de un estado de cosas que es bueno o malo?
Así, pues, debe distinguirse muy claramente entre el moralista que prescribe normas,
invita a realizar un modo de vida que cree justo y bueno (Cristo, Buda, Zoroastro, etc.), y el
filósofo, el ético, que, tomando como base la moral históricamente determinada, se encarga
de reflexionar y explicar dicha moral.
La ética no se propone expresamente dirigir la vida humana, sino explicar la moral; no
intenta decir a cada cual lo que ha de hacer u omitir en cada caso concreto de la vida, no es
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 245

una casuística (aplicación de los principios morales a los casos concretos de las acciones
humanas).
En su obra Los dos problemas fundamentales de la ética Arthur Schopenhauer escribe
como epígrafe la siguiente frase: “predicar la moral es fácil, fundamentar la moral, difícil.
Y es precisamente esto último lo que constituye la ardua tarea de la ética".
La ética es normativa en un sentido indirecto, por la naturaleza de su objeto, pero no en
un sentido directo, ya que no se propone crear una lista de deberes y de no deberes; esto
significa que no incurre en una prescriptiva.
Esta conclusión puede plantear la siguiente reflexión: ¿es acaso la ética puramente
especulativa o contemplativa? ¿le está definitivamente vedado a la ética orientar las
acciones humanas hacia la creación de una sociedad más justa y perfecta?
Se puede responder que, en última instancia, la separación entre teoría y praxis es
artificial. No se niega que la explicación crítica que la ética realice sobre la moral pueda
repercutir en alguna forma en la vida concreta del hombre.
En su imprescindible libro de Ética, dice el filosofo Eduardo García Máynez: “la ética
es, o puede ser normativa en cuanto que, al llevar a la conciencia del hombre las directrices
que han de orientar su conducta, influye en las decisiones de su albedrío, convirtiéndose de
manera mediata, en factor determinante de la acción humana." Por ello, escribe Nicolai
Hartmann, es “la mayéutica de la conciencia moral".
Lo que queremos decir, en conclusión, es que no podemos separar tajantemente lo
teórico de lo práctico. De alguna manera los principios éticos establecidos por las teorías
morales determinan el comportamiento de los individuos.
La teoría que se sustente acerca de la moral no sólo influirá sobre nuestra conducta
individual, sino también en el comportamiento de la sociedad y en la estructura de sus
instituciones.
Para explicar las relaciones entre lo teórico y lo práctico algunos autores hablan de dos
niveles que encontramos en la ética: la ética crítica y le ética aplicada.

Ética crítica.
Es la ética propiamente teórica; se encarga de determinar cuáles opiniones o creencias
morales son válidas. Una creencia moral es válida cuando se ha probado que cumple la
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 246

función de garantizar la felicidad individual y la armonía social; también cuando evita el


sufrimiento individual y el daño social (Hierro, 1990).
A la ética crítica también se le denomina metaética en cuanto que consiste en el análisis
lógico y epistemológico de los principios éticos. Un ejemplo; en la ética cristiana se dice
que el bien humano es la santidad y éste se alcanza cumpliendo los mandamientos de la ley
de Dios.
La definición de santidad es una cuestión de ética crítica; el fundamento de los
mandamientos de la Ley de Dios también lo es. Supone, primero, que Dios existe y que se
comunica con las criaturas y les ordena determinados comportamientos.

Ética aplicada (normativa).


Su tarea consiste (con base en una fundamentación teórica) en guiar la conducta para
decidir cuál es la mejor decisión entre las posibles de realizar en una situación concreta. Es
decir, indica al agente moral preocupado por su actuación cuál es su deber y por qué ése;
para ello se estudian los valores y las mejores formas de solucionar los problemas morales
de la convivencia humana.
Es preciso señalar que la ética aplicada no es una prédica moral o un moralismo, no
dice a las personas lo que deben hacer o pensar acerca de lo que es bueno o malo, sino que
trata de ajustar los actos a ciertos principios éticos que son fruto de la reflexión y de la
fundamentación teórica.

5. Normativismo Ético
Se denomina normativismo ético o ética normativista la tendencia a sobreestimar el
carácter práctico o normativo de la ética en detrimento de su naturaleza teórica. Según el
normativismo, la ética se reduciría a una especie de prescriptiva encaminada a normar la
conducta del hombre.
Muchos manuales de ética desembocan en un normativismo, sostienen que la ética
consiste en la fácil tarea de prescribir normas; y, así, incluyen capítulos meramente
prescriptivos que hablan sobre las obligaciones del hombre hacia Dios, la patria, la familia,
etc., sobre consejos, en suma, para el logro de la dicha. De este modo, la ética normativista
pretende formular reglas de conducta, dar normas a las que se deben ajustar nuestros actos.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 247

De acuerdo con el normativismo, la ética no se propone comprobar lo que es, sino


determinar lo que debe ser: ella se encarga de suministrar las reglas y normas de conducta
que han de seguirse. De esta manera, la ética es concebida como una especie de moral
aplicada.
Pero ya se señaló que la ética está lejos de ser una moral aplicada, puesto que esto
llevaría a confundir la ética con la moral. Además, si la ética se concibe como una
prescriptiva (o ética normativista), entonces jamás será ciencia, ya que los deberes y
derechos que prescribe sólo son expresiones de un determinado momento histórico.
Sin embargo, esto no significa que hay un abismo entre la teoría y la práctica: aunque
la ética sea estrictamente teórica, esto no implica que sus teorías no puedan tener
consecuencias prácticas.
Si al teórico de la ética no le importa el cumplimiento de su doctrina, la realización de
lo bueno por la humanidad, entonces mejor que cambie de ocupación, porque está
perdiendo el tiempo.

6. La Ética concebida como Ciencia


Una vez rechazado el normativismo para caracterizar esta disciplina, queda decir que el
carácter strictu sensu que define la ética es el aspecto teórico. Ante todo la ética es teórica,
porque su papel consiste en explicar, fundamentar, plantear y resolver problemas en torno a
la moral.
En este sentido, la tarea de la ética es la propia de una ciencia. No puede haber una
ética sin base científica, un conocimiento ético que no se base en la ciencia. La ética
elabora hipótesis y teorías sobre la moral, propone conceptos, explica categorías relativas a
la experiencia moral.
Adolfo Sánchez Vásquez enseña que, ante los hechos morales, la ética aspira a
encontrar sus principios generales, no simplemente se dedica a registrarlos y describirlos,
sino que los trasciende mediante conceptos, hipótesis y teorías (aquí es donde pueden
relacionarse la lógica y la metodología de la ciencia con la ética).
En cuanto ciencia, la ética requiere desarrollarse conforme a exigencias comunes de
toda ciencia. Dichas exigencias son las siguientes:
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 248

1. Objetividad: significa que la ciencia intenta explicar los hechos tal como son.
2. Racionalidad: significa que la ciencia está formada por conceptos, juicios y
raciocinios, y de ninguna manera por sensaciones, imágenes, etc.
3. Sistematicidad: significa que la ciencia no es un agregado de informaciones
inconexas, sino un sistema de ideas conectadas lógicamente entre sí.
4. Metodicidad: significa que la ciencia necesita un método, un procedimiento lógico
para obtener el conocimiento de la moral.

7. Método de la Ética
Si la ética aspira a ser una ciencia, entonces debe desarrollarse conforme a un método.
Puede observarse que el carácter teórico de la ética deriva de su método, pues hay una
correlación entre teoría y método, ya que toda teoría implica necesariamente un método.
No puede concebirse la ciencia sin un método de investigación. Por tanto, puede
concebirse la siguiente conclusión: el carácter normativo de la ética deriva de su objeto,
mientras que el carácter teórico deriva de su método. Pero, ¿qué es un método? La palabra
método viene del griego meta: fin y odos: camino. Etimológicamente significa el camino
que conduce a un fin.
El significado etimológico de la palabra método nos aproxima bastante a su significado
real. En general se denomina método el conjunto de los procedimientos adecuados para
obtener un fin; en nuestro caso este fin es el conocimiento de la moral.
En el objeto de la ética interviene la voluntad del hombre, su libertad, el conjunto de
sus decisiones concebidas a la luz de la historia. Por tanto, el método de la ética debe tener
en cuenta el aspecto humano, social e histórico inherente a su campo de investigación.
En la historia de la filosofía no hay un criterio unánime de cuál es el método propio de
la ética. De hecho, cada corriente filosófica, cada filosofo ha propuesto su propia
metodología. A continuación, se mencionan algunos métodos ensayados por la ética a lo
largo de su historia.

El método inductivo.
En general este método procede de lo particular a lo general. De la revisión de los
distintos casos particulares se eleva a establecer una ley, una explicación general del
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 249

fenómeno observado, ley que vale no sólo para esos casos observados y experimentados,
sino para todos los de su especie.
El esquema lógico que corresponde a la inducción es el siguiente:
A, B, C… son S
A, B, C… son P
Todo S es P
Este método es utilizado en las ciencias experimentales (biología, química), en donde
intervienen fundamentalmente la observación y la experimentación.
Se piensa que la ética griega se caracteriza por ser altamente especulativa. Sin
embargo, Aristóteles se aparta de esta tradición, al introducir en su ética un criterio
empírico (fundamentado en la experiencia).
En vez de partir de conceptos apriorísticas, Aristóteles observa las costumbres de su
época para deducir que era el sumo bien aquello a que todos los hombres aspiran (la
felicidad). Este procedimiento puede considerarse ya como una aproximación del método
inductivo en la ética.

El método deductivo.
La deducción es el procedimiento inverso a la inducción: aquí se parte de lo general
para llegar a lo particular. Este método es el propio de las ciencias formales (lógica,
matemática).
La lógica lo define como la inferencia mediata que parte de dos o más juicios llamados
premisas para obtener otro llamado conclusión. Un ejemplo de razonamiento deductivo es
el siguiente:
Ningún pez respira por pulmones
El delfín respira por pulmones
Luego, el delfín no es pez (mamífero acuático perteneciente al orden de los Cetáceos)

Métodos filosóficos.
Tanto el procedimiento inductivo como el deductivo pertenecen a los métodos
científicos. Frente a éstos, la lógica estudia los llamados métodos filosóficos, que ha creado
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 250

la filosofía a partir de sus propias concepciones. Entre ellos están el fenomenológico, el


método crítico trascendental y el método dialéctico.

El método fenomenológico.
Creado por el filósofo alemán Edmund Husserl (1859-1938) consiste en volver de los
objetos a los actos de la conciencia (vivencias) en que se nos ofrecen y estudiar las
estructuras de conciencia en su generalidad ideal, esto es, como esencias.
En términos más sencillos y de manera literal, la fenomenología significa estudio y
descripción de los fenómenos (morales, históricos, etc.) para determinar su eidos o esencia.
Este método se coloca antes de toda creencia y de todo juicio para explorar simplemente lo
dado, el fenómeno en sí.

El método crítico trascendental.


Este método fue creado por Emmanuel Kant (1724-1804), este método consiste en
proyectar la atención no sobre los objetos mismos, sino sobre el saber que nos da la cultura,
indagando las bases o elementos a priori (universales y necesarios) del conocimiento.
No se trata, por tanto, de una investigación psicológica del conocer, que implicaría un
proceso de experiencia, sino de la averiguación de las condiciones necesarias de toda
experiencia.
En el caso de la ética, Kant plantea el problema de ¿Cómo es posible la moral?, explica
las bases objetivas (a priori) de la moral; no describe, por tanto, de manera empírica y
psicológica el fenómeno de la moral, sino que trata de elevarse del mero factum (la moral)
para determinar sus principios a priori.

El método dialéctico.
Este método ha tenido una larga evolución en la historia de la filosofía. Se remonta a
Zenón de Elea, el cual lo concibe como un arte de discutir. Sócrates lo denomina mayéutica
o arte de dar a luz la verdad por medio del dialogo. Posteriormente es desarrollado por
Platón, quien lo entiende como un método de ascenso de lo sensible a lo inteligible.
En general, la dialéctica consiste en afirmar que el ser o la historia se desenvuelven por
el paso de una tesis a una antitesis y de esta oposición a una síntesis. En Hegel la dialéctica
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 251

se presenta como una sucesión de momentos especulativos, mientras que en Marx se da


como el resultado de una descripción empírica de lo real.
La dialéctica en Marx y Engels no se refiere al proceso de la idea (como en Hegel),
sino a la propia realidad (de ahí la famosa frase de Marx acerca de que era necesario
invertir la dialéctica hegeliana).
La dialéctica permite comprender eficientemente el fenómeno de los cambios
históricos, y por este hecho puede ser adecuada para comprender el campo de la moral, que
se distingue por ser fundamentalmente histórico y cambiante.

8. Relación de la Ética con otras Ciencias


Si la ética pretende lograr plena objetividad debe buscar apoyo en las diversas ciencias,
especialmente en aquellas que se refieren al hombre (ciencias humanas o sociales). Esto no
significa que nuestra disciplina se confunda con estas ciencias, sólo se afirma que estas
constituyen sus más valiosos auxiliares.
La ética es una ciencia filosófica, pero ello no quiere decir que pueda valerse, para su
desarrollo, de las conclusiones establecidas por otras ciencias que, desde diversos puntos de
vista, analizan al hombre y a la sociedad.

Psicología.
La psicología es la ciencia que más emparentada está con la ética. Literalmente
significa estudio (logos) del alma (psyque). La noción de alma tiene un contenido
metafísico que ha obligado a los psicólogos a prescindir de ella.
Por esta razón descartando este sentido etimológico, se entiende en la actualidad que la
psicología es el estudio científico de los fenómenos mentales y de la conducta del individuo
(o rama de la ciencia que estudia los fenómenos u operaciones psíquicos).
Ahora bien, ¿de qué manera pueden relacionarse con la ética estos fenómenos
psíquicos que afectan al individuo concreto y que son estudiados por la psicología?
Obviamente la moral, como creación humana, delata un origen psíquico. La moral es sobre
todo un fenómeno vivido internamente por el sujeto. Los fenómenos morales, las virtudes,
los vicios, el carácter pueden ser estudiados desde el punto de vista de la psicología.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 252

La psicología ayuda a la ética a comprender cuáles son las verdaderas intenciones del
hombre en los actos morales ejecutados. A la ética le compete saber cómo se gestan los
actos morales, qué sucede en el fuero interno del sujeto cuando este infringe una norma
moral, cómo se manifiesta el remordimiento moral, qué son los conflictos interiores, etc. En
todos estos aspectos, la psicología la ilumina profusamente.
Entre los temas que denotan un notable entrecruzamiento de la psicología con la ética
están:
1. Las leyes que rigen las motivaciones internas de la conducta (las intenciones del
acto moral)
2. La estructura psíquica del carácter y la personalidad.
3. El acto moral y su estructura interna.
4. La responsabilidad y la culpabilidad moral.

Una faceta esencial de los fenómenos morales corresponde a su aspecto subjetivo,


interno, psicológico. La conciencia moral del hombre es siempre un conjunto complejo de
ideas, convicciones, sentimientos, costumbres morales, etc.
Cuantos más puntos de vista, principios, normas morales, etc., actúen como estímulo
interno del hombre, como regulador interno de su conducta, tanto más moral será éste. La
ética no puede por menos que ocuparse del estudio de este proceso. (Shishkhin, 1970).

Sociología.
Esta ciencia fue creada por Augusto Comte (1798-1857) quien, tomando como modelo
las ciencias positivas, la concibió como una especie de física social que se encargaría de
reducir a leyes científicas, a uniformidades, el en apariencia abigarrado conjunto de los
fenómenos sociales.
Hoy día la sociología estudia el comportamiento del hombre como ser social en el
marco de unas relaciones dadas. Ahora bien, la ética no puede desarrollarse sin tomar en
cuenta los resultados de esta ciencia, ya que el hombre es esencialmente un ser social, vive
circunscrito en la sociedad y recibe de ella un sistema de valores morales. Sin embargo, la
moral no es absolutamente un producto social, porque también el factor individual es
decisivo.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 253

Antropología e Historia.
La antropología y la historia son ciencias que definitivamente no pueden desvincularse
de la ética. Si le ética tiene como punto de referencia al hombre, es obvio que la
antropología, como estudio del hombre, le proporciona una base fundamental.
La antropología social tiene, entre sus capítulos, el estudio de la moral de los pueblos y
culturas ya extinguidas. Este conocimiento es, sin duda, de gran interés para la ética, la cual
debe tener un conocimiento objetivo y realista del fenómeno moral.
Para tener elementos objetivos que le permitan comprender la experiencia moral con
toda su plenitud, la ética debe partir de los hechos históricos; debe conocer, por ejemplo, el
desarrollo de la moral egipcia, china griega, etc.
La etnología (ciencia que estudia las causas y razones de las costumbres y tradiciones
de los pueblos), la historia y la antropología muestran que todos los pueblos han tenido una
idea moral. Estas ciencias ilustran a la ética sobre los cambios que ha sufrido la moral
desde sus orígenes.
Apoyándose en los datos proporcionados por estas ciencias, la ética plantea problemas
como el del progreso moral: ¿ha progresado la moral? ¿en qué forma? ¿bajo qué leyes? En
la medida en que la ética se base en la historia, en la antropología y en ciencias semejantes,
se purgará de elementos apriorísticos y carentes de objetividad.
Se dijo, al hablar de sus características, que, a pesar que la ética tiene un carácter
teórico, también está interesada en el cumplimiento efectivo de los valores morales, en la
manera como la humanidad ha asimilado y transformado la moral (lo que se denomina
moralidad).
Esto no lo puede enseñar más que la historia: estudio de los acontecimientos pasados.
Puede decirse que la historia es el material de laboratorio para el ético o filosofo de la
moral, quien necesita estar íntimamente vinculado con la humanidad, conocerla hasta
donde las ciencias se lo permitan.

Teoría del Derecho.


Una ciencia bastante cercana a la ética es la teoría del derecho, entendida como ciencia
y no como un mero conjunto de leyes jurídicas. La ética y el derecho son ciencias
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 254

normativas, es decir, tienen como objeto estudiar normas. Sin embargo, hay una distinción
fundamental entre ética y derecho por la naturaleza de las normas que estudian.
La ética estudia normas morales, las cuales, para que sean tales, requieren la aceptación
libre y consciente; en cambio, el derecho estudia normas jurídicas que se caracterizan por
ser coercibles o impuestas por medio de la fuerza, sin que intervenga necesariamente la
libertad del sujeto para su cumplimiento. Las normas jurídicas se imponen en forma
autoritaria, mientras que las normas morales no.
El derecho es heterónomo, es decir, prescrito por una fuerza extraña; se impone al
individuo prescindiendo de su libre asentimiento. En cambio, el acto moral es autónomo,
prescrito por sí mismo, tomando como base la libertad humana.
El derecho -afirma Luis Recasens Siches- “está vigente, no porque las conciencias
individuales o la opinión lo hayan admitido o elaborado, sino porque y en cuanto ha sido
dictado por el Estado”.

La Ética y la Economía.
No podemos pasar por alto la estrecha relación que los fenómenos morales tienen con
los factores económicos.
La historia de la moral nos muestra cómo los principios morales son establecidos desde
la postura de una clase económicamente poderosa.
A menudo podemos observar que merced a intereses económicos se justifica la
explotación del hombre por el hombre.

9. Principales Tipos de Ética


Son numerosos los sistemas éticos elaborados a lo largo de la historia. Cuando uno
estudia ética en un manual o en la obra de algún filósofo importante, lo que estudia es una
ética, es decir, una determinada teoría de la moralidad. Si decide ampliar su estudio en otros
filósofos, encontrará planteamientos diferentes, a veces enfrentados, y terminará por
comprender la ética como un polifacético abanico de teorías sobre la moralidad.
Cada una de dichas teorías encierra una parte de la verdad. La riqueza de aspectos
implicados en la vivencia moral hace que determinados pensadores y cultura privilegien
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 255

uno sobre los demás, dando lugar así a los diferentes modelos de ética. No existe, pues, una
ética verdadera frente a numerosas falsas o equivocadas.
El hecho que no poseamos la verdad total, no significa que no podamos acercarnos más
o menos a la verdad. Cada sistema se acerca en aquellos elementos de la realidad moral que
privilegia. Son estos elementos los que un espíritu crítico debe aprehender y tratar de
integrar en orden al logro de una mayor amplitud de miras para definir la estructura moral
del hombre y el camino a la perfección.
Con este espíritu vamos a intentar bosquejar, muy sintéticamente, los planteamientos
centrales de los principales sistemas éticos. Cada sistema de los que vamos a exponer
corresponde a una actitud moral que es destacada sobre las demás. Son las actitudes
corrientes del hombre de la calle; unas personas se caracterizan por unas cosas y otras por
otras.
Hay quienes viven pensando en el placer, otros luchando por el poder, otros
consagrados a la práctica de la virtud o a la lucha revolucionaria, otros obsesionados por el
cumplimiento estricto de sus deberes, etc. Más aún, tan diferentes actitudes brillan en cada
uno de nosotros en diferentes momentos y tratan de arrastrarnos por uno u otro camino,
llegando a crear a veces tensiones desgarradoras.
Así, vivimos momentos en que el apetito de placer nos domina y otros en que optamos
por la ascesis en busca de la perfección, momentos en que intrigamos y suspiramos por
conseguir una mejor posición y momentos en que preferimos renunciar a nuestros intereses
en aras del bien de otros.
Lo que pretendemos en las páginas siguientes no es el conocimiento teórico de los
sistemas, como piezas de museo, sino conocer mejor a través de ellas las actitudes que
luchan por imponerse unas sobre otras en nuestro interior y en el seno de nuestra sociedad.

Ética de virtudes.
En nuestra sociedad, de tradición occidental y cristiana, está fuertemente enraizado el
modelo ético del hombre virtuoso. La máxima aspiración del hombre consiste en la
felicidad, que no puede encontrarse sino en Dios, fin último de la vida humana. Y esa
felicidad se alcanza mediante el ejercicio de las virtudes. El origen de esta ética se
encuentra en los griegos. Los grandes clásicos de la filosofía griega, Sócrates, Platón y
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 256

Aristóteles, son sus máximos representantes. Veamos cómo la presenta Aristóteles, cuya
Ética a Nicómaco es sin duda el libro de ética más importante de la antigüedad.
El hombre está orientado por su naturaleza hacia la felicidad. El nombre griego de
felicidad eudaimonía hace que este sistema ético se denomine también eudemonismo. La
felicidad es el bien supremo y fin último del hombre. La felicidad se alcanza mediante la
práctica de las virtudes, que son actitudes de equilibrio en todos los ámbitos de la vida
humana: justicia, fortaleza, templanza, veracidad, liberalidad, etc. La contemplación de la
verdad es el ideal superior de vida virtuosa. El bienestar de toda la sociedad es lo que debe
orientar las relaciones entre sus miembros.
La gran síntesis teológica elaborada al final de la Edad Media por Tomás de Aquino
consagró definitivamente el esquema ético de Aristóteles como ideario moral de la
cristiandad. Dios es el fin último del hombre y la fuente de la felicidad suprema. La vida
del cristiano se norma por la práctica de las virtudes, tanto teologales como naturales, cuyo
estudio desarrolla Tomás, de forma insuperable, en la Suma Teológica.

Epicureísmo.
El placer constituye una aspiración generalizada entre los hombres de todos los
tiempos. Vivir rodeado de placeres y satisfacciones es el ideal que la sociedad de consumo
difunde a través de los medios de comunicación en la actualidad. La teoría que desarrolla
esta tendencia como criterio último de moralidad es denominada hedonismo (del griego
hedoné: placer). La antigüedad tiene su máximo representante en Epicuro, hombre de una
gran personalidad, admirado y seguido en su tiempo por numerosos discípulos.
Para Epicuro, el principio de todo bien se halla en el placer. Algunas de sus
afirmaciones se refieren a un placer grosero, al placer del vientre que producen la comida y
la bebida. Sin embargo, este placer corporal es descartado en seguida por el malestar
posterior que produce.
El placer que hace verdaderamente dichoso al hombre es un placer tranquilo,
equilibrado. Los placeres corporales cuando no se saben controlar llevan consigo el
sufrimiento. Más aún, todo placer corporal encierra inquietud y crea mayor ansiedad. De
ahí que los verdaderos placeres sean más bien los del espíritu.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 257

Epicuro, profundamente materialista, entiende por tales los placeres físicos más
elevados o refinados. El placer puro es el que no lleva mezcla de sufrimiento. Tal placer
deja un recuerdo agradable que hace desear su repetición.
De este modo, la moral de Epicuro, que se ha presentado frecuentemente como un
sensualismo vulgar que busca el placer corporal inmediato y sin límite es más bien una
ascesis del placer. El placer calculado exige un gran control de sí mismo y una buena
madurez intelectual. Saber seleccionar los placeres y saber calcular la medida, con el fin de
eliminar lo más posible el sufrimiento, sería la máxima de la actividad moral que brinda el
epicureismo para los hedonistas de todos los tiempos.

Estoicismo.
El estoicismo es una escuela filosófica contemporánea y antagónica de la anterior.
Recibe su nombre de la stoc o pórtico donde Zenón reunía a sus primeros discípulos a
comienzos del siglo IV a. C. En sus comienzos esta corriente no tuvo mayor trascendencia,
pero alcanzó un auge inusitado en los primeros siglos de nuestra era, en Roma, donde
vivieron sus principales representantes: Epicteto, Séneca y Marco Aurelio.
Esta doctrina, que es fundamentalmente de carácter moral, llama la atención de los
primeros pensadores cristianos por sus elevados principios, y pronto es asimilada por el
cristianismo. De ahí que la actitud estoica frente al mundo haya recorrido floreciente la
historia del hombre occidental hasta nuestros días.
En los cimientos del estoicismo se halla la comprensión del mundo como un cosmos,
un orden universal, regido por leyes inmutables que gobiernan también la vida humana. El
ideal del hombre consiste en vivir conforme a la naturaleza. De ese modo, se adapta al
orden universal y consigue la felicidad.
El camino de la perfección reside en la apatheia, una actitud de indiferencia positiva
frente a los acontecimientos. Para alcanzarla el hombre debe comenzar por cultivar la
ataraxia o imperturbabilidad. El no dejarse turbar por nada, sea agradable o desagradable,
nos garantiza la tranquilidad de espíritu, en armonía con la naturaleza. Todo lo que nos
sucede: éxitos, alegrías, sufrimientos, muerte, es lo que nos conviene. Aceptarlo, sin apego
ni resistencia, es alcanzar la perfección y la felicidad.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 258

A esta actitud se une la conciencia de la dignidad humana, basada en que todo en el


universo es divino. Como seres humanos todos los hombres somos iguales, tenemos la
misma dignidad. Todos formamos parte del orden cósmico divino. De este modo, el
estoicismo culmina en un humanismo universalista. La patria del hombre se amplía; ya no
es la ciudad, la polis de los griegos, sino el mundo, la humanidad entera.

Neoplatonismo.
Siguiendo con las éticas del mundo grecorromano, tenemos la ética del neoplatonismo,
muy emparentada con las anteriores. Esta corriente es marcadamente religiosa y recoge la
tendencia mística del hombre a sumergirse en la divinidad. Ya el ideal de vida propuesto
por Platón para alcanzar la felicidad enfatizaba el cultivo de la sabiduría mediante la
contemplación y la mortificación de todos los deseos sensuales que provienen del cuerpo, la
parte inferior y perecedera del hombre.
Plotino, desarrollando el esquema del idealismo platónico, elabora toda una metafísica
religiosa que influirá decididamente en la ascética cristiana hasta mediados del siglo XX y
que aún perdura en numerosos grupos religiosos, que siguen colocando la perfección de la
vida cristiana en la unión afectiva del alma con Dios.
El fundamento o principio supremo de toda la realidad es el Uno, que es el ser perfecto,
primero, absoluto. De él proviene por emanación el nous, inteligencia o espíritu, y de éste
el alma. En estas tres realidades existe unidad y perfección. La imperfección se encuentra
en la materia. El alma del hombre ha sido corrompida al nacer y quedar aprisionada en un
cuerpo. La búsqueda de la perfección consistirá en una marcha ascendente hacia el Uno,
siempre buscando ser reabsorbida místicamente por él.
Para ello hay que comenzar por la purificación de toda sensualidad mediante una
ascesis rigurosa. Así se logra el dominio del espíritu por la contemplación de las ideas hasta
llegar al éxtasis de la intimidad total con Dios, privilegio de las almas más puras y anticipo
de la felicidad que nos espera después de la muerte.

Ética kantiana o del deber.


Desde la antigüedad hasta la época moderna, la moral del hombre occidental estuvo
orientada por la teología moral cristiana, que articuló los ideales de vida del Evangelio
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 259

sobre los principales modelos éticos antiguos, aristotélico, estoico y neoplatónico, asumidos
en forma sincretista. Ya en pleno siglo XVIII, Kant elabora un nuevo modelo ético, que
busca un fundamento diferente para la vida moral.
Las éticas anteriores tenían un fundamento heterónomo, es decir, fundamentaban sus
exigencias o principios en realidades exteriores y trascendentes al hombre mismo: Dios, la
idea de bien, la naturaleza, la felicidad. El interés de Kant consiste en darle a la moral un
fundamento autónomo: que la moralidad misma del hombre constituya el fundamento
último y la fuente original de todas las normas morales. Esto equivale a decir en un
lenguaje sencillo: no importa si el objetivo de mi acción es en sí mismo bueno o malo; lo
importante es la intención que me mueve a realizarla.
Kant llega así a determinar que el único fundamento de la norma moral es el deber. El
valor moral sólo puede radicar en la voluntad del hombre, en “querer hacer el bien”, en la
buena voluntad. La voluntad de cumplir el deber es el criterio máximo de bondad moral:
obra siempre de tal manera que la máxima de tu voluntad pueda valer como principio de
legislación universal”. En esta forma el mismo Kant sintetiza el principio del obrar moral.
De este modo se construye una moral autónoma y formalista, cuyo influjo ha sido
enorme en la sociedad moderna y actual. El hombre encuentra la perfección moral en el
cumplimiento del deber por el deber mismo. No importan las consecuencias de las
acciones, el beneficio o perjuicio que de ellas se siga; lo importante es haber cumplido
exactamente con el deber; y el deber me lo indican las leyes de la sociedad.
Cuando en la formación moral de los niños y jóvenes se insiste tanto en el
cumplimiento del deber, en la observación de los reglamentos, en el orden institucional, se
está poniendo en práctica la ética kantiana, aunque uno crea que está dando una educación
cristiana.

Utilitarismo.
El utilitarismo es sin duda el modelo ético más seguido en la actualidad, constituyendo
un resurgimiento del epicureismo hedonista en pleno siglo XXI. El principio fundamental
consiste en la felicidad, que se consigue buscando el placer y rechazando el dolor. Bueno es
lo que produce placer; malo, lo que produce dolor. Esto se deduce del criterio de utilidad,
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 260

que constituye el móvil último de todas nuestras acciones. Es útil lo que aumenta el placer
y disminuye el dolor.
Esta corriente nace del carácter pragmático anglosajón y logra sus mejores ideólogos y
su máximo desarrollo en Inglaterra. El primer utilitarista con renombre universal es
Bentham, un filántropo preocupado por la felicidad de la humanidad, a cuyo servicio
elabora una aritmética moral. La conducta debe regirse sólo por el interés. Toda la
sabiduría moral consiste en un frío cálculo de intereses. El sacrificio, el ascetismo, el
desinterés son ideales falsos. La virtud es el hábito de hacer bien las cuentas para lograr
mayor placer.
El altruismo predicado por él se basa en la utilidad, por cuanto nada hay más útil y
placentero que la simpatía y concordia entre los hombres. La mayor felicidad -entendida
como placer- para el mayor número de hombres, es la máxima de acción moral. Esto es lo
que él denomina maximización de la felicidad. De ahí que el interés público esté siempre
por encima del interés particular.
Su discípulo Stuart Mill corrige esta doctrina dándole mayor importancia a la calidad
del placer que a su cantidad. “Vale más, llega a decir, ser un hombre descontento que un
cerdo satisfecho”. Los placeres intelectuales del espíritu son más valiosos que los placeres
sensuales. Moralmente, las personas se clasifican de acuerdo al tipo de placeres al que
aspiran.
Hay quienes desdeñan en los textos de ética el valor de esta corriente por su
simplicidad y escasa sistematización teórica. Sin embargo, como decíamos antes, es el
modelo ético generalizado en nuestra sociedad. El hombre tiende espontánea o
instintivamente a buscar lo que le produce placer y a eso lo llama útil y bueno. El interés
marca el estilo de nuestras relaciones sociales y la jerarquía de nuestros valores. Incluso la
moral cristiana que practicamos es una moral utilitarista: busca las satisfacciones que hacen
feliz al hombre, si es posible en este mundo, y si no, al menos en el otro.

Ética del superhombre.


En los últimos siglos, el hombre occidental, a medida que se independiza de los
esquemas de pensamiento del mundo medieval, descubre que los valores morales
tradicionales son puras máscaras que ocultan los intereses egoístas de unos y las bajezas y
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 261

miserias de otros. En este contexto surge la obra de Nietzche, cuya influencia ha sido
considerable en todo el pensamiento contemporáneo.
La crisis de valores del siglo XX es en el fondo un vacío de valores y Nietzche es su
máximo testigo. Su mayor preocupación consiste en el porvenir de la civilización
occidental. El pesimismo y el insuceso de su propia vida le llevan a tomar una actitud
negativista frente a todos los valores de su sociedad. De ahí que sea considerado hoy como
el profeta del nihilismo.
El mundo, según él, es un caos de fuerzas animadas por voluntades de poder, cuya
expresión es la vida. Penetrado por estas mismas fuerzas, el hombre se debate entre dos
actitudes, la lucha por el poder y la defensa de la debilidad. Estas actitudes o tendencias
contrapuestas dividen a la humanidad en dos tipos de hombres: los poderosos y los débiles.
Estos últimos son hombres mediocres, de rebaño. Incapaces de vivir por sí mismos,
necesitan vivir en sociedad, con un orden jurídico, una religión y una moral comunes,
teniendo como valores la igualdad, la humildad, la caridad, el sacrificio. Estos hombres,
que conforman la inmensa mayoría de la humanidad, son despreciables, aunque resultan
necesarios para cumplir muchas funciones inferiores en beneficio de los poderosos.
Los hombres poderosos, muy escasos y solitarios, constituyen una raza superior
caracterizada por valores opuestos a los de la raza inferior. Para ellos no existe otra regla
moral que el desarrollo de su propia personalidad en vistas al poder y la grandeza. El que
realiza en su vida el ideal del hombre poderoso para convertirse en un superhombre, valor y
meta suprema de la humanidad.
El superhombre es duro, sin sentimientos y profundamente inmoral o amoral. Hace
todo lo que le sirve a sus fines, sin necesidad de justificar nada, ya que “está más allá del
bien y del mal”. La moral es conveniente, más aún indispensable para los hombres
inferiores, los esclavos; por eso llama a la moral cristiana una “moral de esclavos”.
Esta filosofía del poder, que lleva hasta sus últimas consecuencias el maquiavelismo
político - “el fin justifica los medios”- al campo de la moral, sirvió de base al nazismo para
justificar sus crímenes abominables. En nuestros días ha sido bien acogida y sobradamente
practicada por los nuevos adoradores del poder que el capitalismo hace proliferar por
doquier.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 262

Es la moralidad del “hombre de negocios” y de todos aquellos cuya máxima aspiración


es “triunfar en la vida” al precio que sea. El amoralismo que el nihilismo existencialista ha
tratado de difundir entre las generaciones jóvenes es también hijo bastardo de esta filosofía.
Y la tradicional inmoralidad que caracteriza el mundo de la política se ha robustecido con
ella.

Ética marxista.
Aunque el marxismo no se preocupó por elaborar una ética en forma sistemática
prácticamente hasta sus últimas décadas, sin embargo, todo él es una filosofía de profundo
carácter moral. Sobra recordar la importancia trascendental del pensamiento marxista en el
mundo contemporáneo. Gran parte de la humanidad pertenecía al bloque de los países
comunistas. Y en los países del boque capitalista las tesis marxistas sirven de apoyo
ideológico para la reivindicación de los derechos sociales del pueblo contra las oligarquías
nacionales: sindicatos, grupos políticos de izquierda, movimientos estudiantiles de protesta,
pensamientos en pro de la liberación, los derechos humanos, la concientización popular,
etc., son algunas muestras de la vigencia que incluso en el mundo capitalista tienen los
postulados marxistas.
Recordemos algunos de los principios básicos de la antropología marxista, que definen
un tipo de ética diferente. Como criterio último de verdad, Marx impone la praxis. La
acción, la producción, el trabajo, la eficacia histórica son los indicadores de la verdad y,
consiguientemente, de la bondad moral. La alienación constituye la fuente y la máxima
expresión a la vez de la deshumanización. La alineación de carácter inicialmente
económico en el trabajo, afecta en seguida los ámbitos de la cultura, el derecho, la religión
y la moral.
El hombre está moralmente alienado cuando orienta sus aspiraciones según falsos
ideales creados por la clase burguesa para mantener la explotación de los trabajadores. Los
ideales religiosos, en general, son alienantes por cuanto predican al trabajador explotado
resignación en este mundo como medio para alcanzar la felicidad eterna en la otra vida.
Frente al estado actual de alineación social, manifiesto en el antagonismo de clases,
Marx propone el ideal del hombre nuevo, el verdadero hombre libre, que será fruto de la
sociedad comunista, sin clases. Para construir esta sociedad es necesario realizar la
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 263

revolución socialista. Sólo mediante la revolución será posible será posible acabar con la
explotación y la división en clases.
La moral marxista es ante todo una moral revolucionaria. Sus virtudes son la lucha, la
solidaridad, el sacrificio por la causa, el trabajo colectivo. Quien asume en su vida actitudes
revolucionarias a favor del socialismo, obra el bien; quien entorpece la revolución socialista
o se desentiende de ella, obra el mal.

Ética cristiana.
La ética cristiana hunde sus raíces en las antiquísimas normas morales del pueblo
hebreo, sintetizadas en el Decálogo o los Diez Mandamientos, que aún hoy aprenden de
memoria nuestros niños. A pesar de su antigüedad y de su difusión universal, la hemos
dejado para el final porque en el contacto con diferentes culturas, durante milenios, se ha
convertido en un sincretismo de sistemas éticos.
Como anotábamos al hablar de algunos modelos, la ética cristiana que hoy conocemos
posee rasgos aristotélicos, neoplatónicos, estoicos, kantianos y hasta marxistas. Esto sin
mencionar el influjo oriental del maniqueísmo, presente ya en el platonismo, y sin aludir a
orientaciones morales particulares de determinadas iglesias, como los luteranos, los
calvinistas, etc.
Haciendo un esfuerzo por despojarla de estas influencias, podemos afirmar que la
moral del cristianismo original se basa en la creencia de que todos los hombres somos
hermanos, hijos del mismo y único Dios, a quien le debemos nuestro ser y quien nos
comunica una nueva vida, su propia vida, para que vivamos conforme a su Espíritu y no
conforme a los apetitos del instinto, propios de la animalidad.
Quien obra conforme al espíritu es bueno; quien no, está en pecado. Al hombre se le
conoce por sus obras. El amor a los demás es el mandamiento fundamental, en el que se
resumen todos los demás. Sólo quien ama a los demás, comenzando por los más
necesitados, demuestra ser de Dios. El modelo de vida cristiana lo encontramos en Jesús de
Nazaret, hijo de Dios enviado por Él para enseñarnos sus caminos y darnos la vida.
Quienes creen en Dios y manifiestan su fe mediante el amor a los hermanos, forman
una comunidad en la que reina la justicia, la paz, la armonía, por cuanto todos tienen el
mismo espíritu, los mismos intereses. Esta comunidad es la iniciación de la nueva
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 264

humanidad, el Reino de Dios, que va creciendo en el mundo hasta el día en que todos los
hombres alcancemos la plenitud de vida para la que hemos sido creados.

B. La Ética y la Axiología

Una vez que el hombre ha aprehendido un valor,


una vez que sabe que la fidelidad, el ser de fiar,
la justicia, etc., son valiosos, ya no puede
olvidar estos valores. Y si obra contra ellos,
se carga de culpa y su conciencia le acusa.

Nicolai Hartmann

La ética está entrañablemente unida a otra disciplina filosófica denominada axiología o


teoría de los valores. La axiología (de axios: valor y logos, estudio o tratado) se ocupa de
estudiar los valores.
Ahora bien, a la ética, como ya hemos visto, le interesa analizar los valores morales
(justicia, honestidad, fidelidad, bondad, rectitud, entre otros) y para ello encuentra sustento
teórico en la axiología o ciencia filosófica de los valores, que estudia dichos valores en su
carácter general, tratando de llegar a su sentido o esencia.
La ética no puede prescindir de la noción de “valor”, toda vez que las normas que
conforman el mundo moral implican valoraciones o apreciaciones que nos permiten
formular el concepto de lo que es bueno o malo. La ética es, pues, una disciplina
axiológica.

1. Importancia de los Valores en la Vida Humana


Lo bueno, lo justo, lo bello, lo sublime, lo útil, lo verdadero, lo santo, etc., son
ejemplos de valores perseguidos por el hombre a través de su historia. El hombre es un ser
axiológico. No sólo se enfrenta al mundo para conocerlo o para transformarlo, sino que
también lo hace objeto de una valoración. El hombre -dice J. M. Bochensky- “siente la
realidad como bella o fea, como buena o mala, como agradable o penosa, como noble o vil,
como santa o no profana”.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 265

La importancia de los valores en la ética y, en general, en la vida humana es decisiva.


Los valores, en cuanto directrices para la conducta, son los que dan a la vida humana, tanto
individual como social, su sentido y finalidad.
No puede concebirse una vida humana, realmente humana, sin ideales, sin una tabla de
valores que la apoye. Explicar, justificar la vida implica siempre recurrir a una valoración.
Se vive constantemente haciendo, formulando valoraciones.

2. La Axiología y sus Principales Problemas


1) Problema de la existencia del valor.
Este problema pregunta ¿existen los valores? ¿qué tipo de existencia tienen? ¿cuál es su
naturaleza? Los valores pertenecen a una región independiente, no son cosas, no pertenecen
a la realidad sino a un mundo aparte y autónomo. Esta tesis es sostenida por el filosofo
alemán R. H. Lotze (1817-1881).
La separación de los valores frente a la realidad material que se encuentra implícita en
la frase de Lotze, sirve de base para hacer una escisión entre las ciencias de la naturaleza y
las ciencias del espíritu (donde precisamente tienen cabida los diversos valores de la
cultura). Según esta posición idealista, las ciencias de la naturaleza están exentas de
valores, mientras que las ciencias del espíritu están guiadas por los valores de la cultura.
Merced a esta distinción entre naturaleza (donde no radican valores) y cultura (donde
residen valores) la axiología se convierte en una ciencia decisiva en el campo de las
ciencias del espíritu (ciencias humanas). Dentro de este criterio, algunos autores afirman
que la axiología es la base de la ética.
Volviendo a la pregunta acerca de la existencia de los valores, puede decirse, en
general, que los filósofos están de acuerdo en que los valores existen, pero difieren en
cuanto al modo de existir; de ahí que pueda hablarse de las siguientes corrientes:

Corriente Subjetivista de los Valores


Afirma que los valores son el resultado de las reacciones, individuales y colectivas. El
subjetivista se pregunta ¿puede algo tener valor si nadie lo ha percibido ni puede percibirlo?
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 266

Evidentemente que no; el valor no tiene sentido ni existencia propiamente sin que
exista el sujeto. La valoración real o potencial parece ser un elemento indispensable del
valor. En última instancia, el valor es para el hombre o los seres vivos. Resulta impensable
algo que tuviera valor sin referencia a ninguna clase de sujeto.
Según el subjetivismo, los valores no existen en sí y por sí, sino que son meras
creaciones de la mente, existen solamente para mí; lo que hace a una cosa valiosa es el
deseo o el interés individual. Los subjetivistas defienden su posición apoyándose en
argumentos de este tipo:
1. Discrepancia: es obvio que no puede uno ponerse de acuerdo en problemas éticos,
estéticos, religiosos, políticos, donde a menudo se producen conflictos o
desacuerdos de valores.
2. Constitución biológica: los valores están supeditados a la constitución peculiar y
subjetiva. Así, surgen argumentos como ¿qué valor estético tendría una pintura para
un ciego?
3. Interés: una cosa adquiere valor en la medida en que se le confiere un interés. Por
ej., ¿dónde radica el valor de los sellos de correo? Es obvio que, sin el interés de los
filatélicos, los sellos no tendrían mayor valor.
4. Historicidad de los valores: la relatividad de los valores se debe a su carácter
concreto e histórico. Gracias a éste, los valores están condenados a quedar
encerrados en la prisión del sujeto. La situación real y la valoración real demuestran
que no es posible una valoración universal.

Corriente objetivista de los valores.


Esta corriente se opone terminantemente al subjetivismo; sostiene que los valores
dependen del objeto y no del sujeto; lo único que hace el sujeto es captar el valor.
El objetivismo reconoce que la valoración es subjetiva, pero ello no implica que el
valor lo sea. Del mismo modo como la percepción es subjetiva, pero no el objeto percibido,
que mantiene intactas sus cualidades primarias aun cuando nadie lo perciba, así ocurre con
el valor.
Frente al argumento subjetivista de las discrepancias, los objetivistas sostienen que ésta
no se refiere a los valores sino a los bienes.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 267

La discrepancia se refiere a la belleza de un cuadro o a la justicia de un acto, esto es, a


bienes, no a la belleza o a la justicia, que son valores independientes de todo bien. Así, el
objetivismo descansa en dos tesis fundamentales:
1. Incurrir en la separación radical entre valor y realidad, o independencia de los
valores respecto de los bienes en que éstos se plasman.
2. Afirmar que los valores son absolutos, que existen en sí y no para mí
(independencia de los valores respecto de todo sujeto).
Los valores son supratemporales; valen aquí y allá, ayer, hoy y siempre; son
extraterritoriales y extrahistóricos.

Posición intermedia entre el objetivismo y el subjetivismo.


El filósofo R. Frondizi piensa que tanto el subjetivismo como el objetivismo son
unilaterales. Considera que el valor surge de la relación entre el sujeto y el objeto y que esta
relación axiológica origina una cualidad estructural empírica.
Esta cualidad no se da en el vacío, sino en una situación humana concreta, y la jerarquía
axiológica es también situacional y compleja, no lineal.
Según Frondizi, los valores sirven de fundamento a las normas éticas y éstas, lo mismo
que las normas jurídicas, son situacionales.

2) Problema del método.


Otro problema que presenta la axiología es acerca del método que debe emplearse para
dilucidar la naturaleza del valor. La historia de la axiología registra dos métodos opuestos
en el tratamiento de los valores.
El método apriorístico, que se basa en una intuición emocional, el cual, según Scheler,
nos traslada a los valores que son en sí y por sí; y el método experimental, que considera
que el único criterio para determinar la esencia del valor es la experiencia.
Por ej., para definir el valor justicia el método experimental postula que es necesario
estudiar muchos actos justos y determinar sus notas comunes e irreductibles.
Los defensores del método apriorístico, en cambio, sostendrían ¿Cómo decir que una
actitud es justa, si se carece de un conocimiento previo o apriorístico de la justicia? Los
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 268

valores, entidades objetivas y a priori son condiciones de posibilidad de los bienes (o cosas
valiosas).

3) Problema de la jerarquía de los valores.


Una característica peculiar de los valores es que éstos implican un orden jerárquico,
pues es evidente que hay valores de rango superior y valores de rango inferior. Ahora bien,
si los valores suponen un orden jerárquico, puede preguntarse: ¿existe acaso una jerarquía
objetiva y definitiva que sirva de referencia para ordenar todas las valoraciones?
Asimismo, uno de los problemas más difíciles que la axiología tiene que resolver es
¿cuál es el valor supremo conforme al cual debe ordenarse la vida? Si afirmo, por ej., que la
filosofía es lo más valioso, un religioso dirá que el valor supremo es la santidad, un
político, en cambio, que el valor fundamental es la cosa pública, y así sucesivamente.
Así, las diversas concepciones de la vida (eticismo, esteticismo, cientificismo, etc.)
resultan de sobreestimar un valor por encima de otros, ya el valor moral, ya el artístico, ya
el científico, etc.
A pesar de la complejidad de este problema, los filósofos han intentado proponer una
tabla de valores con validez objetiva. Así, puede citarse la tabla que propone Max Scheler,
que va de lo inferior a lo superior. Los valores superiores fundan a los inferiores:
1. Valores de lo agradable y lo desagradable. Los estados afectivos correspondientes
son los de placer y de dolor.
2. Valores vitales. De lo noble y de lo común, sano y malsano. Como valores
consecutivos se dan los del bienestar y de la prosperidad. Emotivamente, a la
intuición de dichos valores corresponden sentimientos de expansión vital y de su
regresión, salud y enfermedad, juventud y vejez, etc.
3. Valores espirituales. Estos valores comprenden los siguientes: estéticos, jurídicos y
del saber puro, que se realizan en la filosofía. Los valores consecutivos
correspondientes son los valores de cultura. La alegría y tristeza espirituales, los
sentimientos de aprobación o de reprobación, etc., son los estados afectivos que su
intuición suscita.
4. Valores religiosos. Comprenden lo divino y lo sagrado y constituyen el rango
supremo. Los valores que les son consecutivos son los del culto y de los
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 269

sacramentos. Los sentimientos que les corresponden son la beatitud y la


desesperación, la fe y la incredulidad, la piedad y la impiedad.
Según Scheler, los valores de lo divino y de lo sagrado fundamentan en general todos
los demás valores. Para él, además, la jerarquía axiológica tiene un carácter objetivo: es
absoluta, inmutable y a priori; su captación se logra por la intuición emocional de las
esencias.
Como un ejemplo de tabla de valores desde el punto de vista relativista y subjetivista
está la del filósofo Alejandro Korn.

Tabla 21. Tabla de valores de Korn.

Valoraciones Conceptos Realización Finalidad


básicos histórica ideal

Biológicas 1. Económicas Útil-Nocivo Técnica Bienestar


2. Instintivas Agradable- Placer Dicha
3. Eróticas desagradable

4. Sociales Amable-odioso Familia Amor

Sociales 5. Vitales Selecto-vulgar Disciplina Poder


6. Religiosas Lícito-vedado Derecho Justicia

Culturales 7. Éticas Santo-profano Culto Santidad


Bueno-malo Moral Bien
8. Lógicas Cierto-falso Saber Verdad
9. Estéticas Bello-feo Arte Belleza

En su tabla se distinguen nueve pares de valoraciones básicas, a las cuales


corresponden, en cada caso, una realización histórica y un concepto ideal. De los nueve
conceptos básicos afirmativos no hay uno solo al cual no se le haya atribuido el primado de
las valoraciones.
Los valores económicos, históricos, vitales, religiosos, lógicos, estéticos, han sido el eje
de determinados sistemas filosóficos. Utilitarismo, hedonismo, empirismo, racionalismo,
misticismo, estoicismo, esteticismo, son posiciones filosóficas fundadas en la hegemonía de
un valor.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 270

4) El problema del conocimiento de los valores.


Este problema contempla las siguientes cuestiones: si los valores pueden ser conocidos,
¿qué tipo de conocimiento es el que permite captar los valores? ¿es un conocimiento
intelectual o, por el contrario, emocional e intuitivo? ¿qué límites tiene este conocimiento?
Si los valores fueran captados por una operación intelectual, entonces éstos serían
conceptos u objetos ideales; si fueran objetos reales, serían captados por los sentidos. Ante
esto se argumenta que un bien, o sea donde está depositado el valor, puede ser captado
sensiblemente, pero el valor no.
Max Scheler rechaza la vía intelectual como instrumento cognoscitivo de los valores; la
inteligencia es ciega para los valores. Los valores, piensa Scheler, se dan gracias a la
intuición emocional.
Los valores son aprehendidos mediante sentimientos emocionales; el acceso al mundo
de los valores, explica Scheler, no se logra por medio de la percepción interior, sino gracias
a un conocimiento estimativo o intuición de lo valioso, fundado en el sentimiento y la
preferencia.
¿Es cierto que lo que sostiene Scheler acerca de que se captan los valores de una vez en
su integridad?, ¿son realmente transparentes?, ¿se revelan en una intuición emotiva? Todas
estas preguntas críticas se formula Frondizi a propósito del intuicionismo de Scheler; por
considerarlas de importancia, se transcribirán sus respuestas.
La experiencia de artistas, críticos e historiadores no coincide con esta descripción
optimista de la captación del valor. Un largo y penoso trato es a veces necesario para que de
la obra de arte caiga lentamente el velo que cubre su belleza.
En el plano ético las cosas son aún más complicadas. La honestidad de una conducta o
la injusticia de una sentencia no nos resultan patentes a primera inspección. Aun en el plano
estético -donde el aspecto emocional parece predominar- no faltan elementos intelectivos
que forman parte de nuestra captación. Si pasamos del plano estético al ético o al jurídico,
la presencia de los elementos racionales es innegable.
Según los subjetivistas, los valores son creaciones individuales; en cambio, los
objetivistas afirman que los valores no se crean, sino que se descubren (recuérdese que su
existencia es a priori).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 271

El descubrimiento de nuevos valores suele ser obra de grandes espíritus, héroes, santos,
o fundadores de religiones. Jesús reveló al mundo el valor ético de la caridad, hasta
entonces ignorado.
El santo descubre valores religiosos; el genio, valores lógicos y el héroe valores vitales.
En el primero prevalece la relación originaria de amor y de contemplación con lo divino,
fuente de toda revelación. El segundo se presenta como artista, filósofo o legislador. El
tercero es el tipo de persona consagrada a la realización de lo noble.

Características de los valores.


Si bien es difícil definir los valores, pueden caracterizarse a partir de los siguientes
rasgos:
Dependencia: los valores no existen por sí mismos, necesitan depositario en quien
descansar; son como las cualidades de esos depositarios llamados bienes: la belleza de un
cuadro, la utilidad de una herramienta, la justicia de un acto son algunos ejemplos. Los
valores no son cosas ni elementos de las cosas, sino propiedades, cualidades sui generis que
poseen ciertos objetos llamados bienes:
Polaridad: el valor oscila siempre dentro de una polaridad. Toda polaridad encierra los
dos valores límites: bueno-malo (moral); verdadero-falso (ciencia); bello-feo (arte). Al
primer término de toda valoración se le llama valor positivo y al segundo, valor negativo; a
estos últimos también se les llama disvalores o contravalores.
Es necesario advertir que el disvalor no implica una inexistencia, una negación del
valor positivo; el valor negativo tiene tanto existencia efectiva como el valor positivo. La
polaridad o bipolaridad que implican los valores permite establecer una serie de axiomas
como los siguientes:
1. Ningún valor puede ser, a la vez, positivo y negativo
2. Todo valor no negativo es un valor positivo
3. Todo valor no positivo es un valor negativo
Jerarquía: la tercera característica de los valores se conoce como jerarquía. Esto
significa que los valores se presentan de acuerdo con una gradación. Hay valores inferiores
y valores superiores.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 272

Es necesario distinguir entre una clasificación y una jerarquía; una clasificación no


implica un orden jerárquico (orden que va de lo inferior a lo superior), en cambio, los
valores plantean una jerarquía o tabla de valores. He aquí una clasificación de valores
susceptibles de jerarquización:

Tabla 22. Jerarquización de valores.

Tipos de Valores (+ –) Polaridad


Útiles Capaz-incapaz
Abundante-escaso
Vitales Sano-enfermo
Fuerte-débil
Selecto-vulgar
Intelectuales Verdad-error
Evidente-probable
Morales Bueno-malo
Justo-injusto
Estéticos Bello-feo
Elegante-vulgar
Gracioso-grotesco

Distinción entre valores y bienes.


Los valores no existen por sí mismos, necesitan apoyarse, plasmarse en realidades
concretas llamadas bienes. Los bienes son objetos en los que se depositan cualidades
valiosas. Así, ejemplos de bienes son; una estatua, un gesto, una sentencia, un cuadro, un
acto moral, un libro, etc.
Según los objetivistas, los valores pueden existir independientemente de los bienes, ya
que los valores son universales, a priori, mientras que los bienes son temporales,
cambiantes e históricos.
Los valores y bienes se encuentran ligados, ya que éstos sólo existen como aspiraciones
hacia los primeros. Así, por ej., un cuadro concreto (bien cultural) existe en cuanto
aspiración de realización del valor belleza (considerado un valor inmutable y eterno).
A pesar de que los valores y los bienes están muy relacionados, existiría una diferencia
entre ellos: los bienes, objetos reales, cambian de una época a otra y de un lugar a otro;
mientras que los valores, entes inmutables, son de siempre y para siempre.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 273

4. En Torno a la Definición del Valor


¿Qué es el valor? He aquí una cuestión difícil de resolver. A manera de conclusión, se
dirá que la esencia del valor es concebida en forma diversa por los filósofos.
Según los subjetivistas, los valores son aprehensiones individuales, singulares. El valor
es un estado psíquico, subjetivo, una vivencia personal.
Según los objetivistas, los valores son entidades que existen idealmente, como objetos
supraempíricos, atemporales, inmutables y absolutos. Son independientes del sujeto. Su
existencia es a priori.
Algunos autores intentan conciliar el subjetivismo y el objetivismo, afirmando que el
valor surge de una relación entre el sujeto y el objeto y que esta relación produce una
estructura empírica (el valor), humana y concreta.
El subjetivismo no tiene razón, porque reduce el valor a una vivencia individual, olvida
que, aunque los valores existen para un sujeto, este sujeto no es meramente individual sino
social. Además, los valores requieren de un sustrato material y sensible, inseparable de los
valores.
El objetivismo tampoco tiene razón, porque separa al hombre de los valores; olvida que
el hombre, como ser histórico y social, es el creador de los valores y los bienes en que se
plasman.
Los valores son creaciones humanas, y sólo existen si se realizan en el hombre y por el
hombre. Los valores son objetivos, pero su objetividad es humana y social. La objetividad
no es suprahumana, no trasciende el ámbito del hombre como ser histórico-social.

5. Sobre la Crisis de Valores


Uno de los problemas fundamentales de la axiología es el que se refiere a la realización
de los valores: ¿en qué forma el hombre puede realizar los valores que su sociedad
requiere?
Es importante que el individuo, además de conocer o intuir lo valioso, lo ponga en
práctica. Cuando los valores elevados no se realizan o se postergan, cuando no existe una
conciencia de la dignidad humana, surge lo que se llama una “crisis de valores”.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 274

La crisis de valores es algo que se da en la sociedad de nuestro tiempo. Vivimos una


época de grandes convulsiones morales que alcanzan todos los ordenes de la existencia
humana y que en el campo del espíritu ha determinado una confusión de ideas y valores.
Así, los profundos cambios que la sociedad actual ha sufrido traen consigo una crisis de
valores humanos. Según Erich Fromm, asistimos a un proceso de cuantificación y
abstractificación. Estos fenómenos entrañan una despersonalización y una
deshumanización. En virtud de esta abstractificación, se soslayan o se borran las relaciones
con la concreción y singularidad de las cosas y de las personas.
Para Erich Fromm, el proceso de abstractificación tiene raíces profundas que se
remontan a los orígenes de la era moderna, a la disolución de todo cuadro concreto de
referencia en el proceso de la vida.
Ligado al proceso de abstractificación está el fenómeno de la enajenación, entendido
como un modo de experiencia en que la persona se siente a sí misma como un extraño.
Podría decirse que ha sido enajenado de sí mismo. La enajenación, tal como la encontramos
en una sociedad moderna, es casi total, pues impregna las relaciones del hombre con su
trabajo, con las cosas que consume, con el Estado, con sus semejantes y consigo mismo.
Por ejemplo, el consumismo es uno de los fenómenos típicos de nuestro tiempo. Hay,
como observa Erich Fromm, una pasión por el dinero, un afán por consumir donde se le da
preferencia al tener sobre el ser.
Adquirimos las cosas por el puro afán de poseerlas. De esta manera “consumir es
esencialmente satisfacer fantasías artificialmente estimuladas, una creación de la fantasía
ajena a nuestro ser real y concreta”.
Por otra parte, esta crisis de la cultura occidental ha planteado en los filósofos de la
liberación posturas radicales. Franz Fanon, por ej., enarbola la consigna de crear un hombre
nuevo capaz de superar las taras, vicios y actitudes colonialistas de los hombres del Viejo
Continente.
Así, la crisis de valores plantea el problema de promover cambios, alternativas para un
mejor desarrollo moral, verdaderamente humano, de los hombres y mujeres. La ética, al
reflexionar sobre estos problemas, nos lleva a cobrar conciencia y a pugnar por un mundo
mejor. (Escobar, 2000).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 275

C. Listado de Valores
Abstinencia: (Del lat. abstinentĭa). Virtud que consiste en privarse total o parcialmente de
satisfacer los apetitos y/o las pasiones.

Aceptación: (Del lat. Acceptatĭo, -ōnis). f. Acción y efecto de aceptar. (Del lat. acceptāre,
recibir). Asumir resignadamente un sacrificio, molestia o privación.

Afabilidad: (Del lat. affabilĭtas, -ātis). f. Cualidad de afable. Del lat. affabĭlis). adj.
Agradable, dulce, suave en la conversación y el trato.

Afecto: (Del lat. affectus). m. Cada una de las pasiones del ánimo, como la ira, el amor, el
odio, etc., y especialmente el amor o el cariño.

Ahorro: (De horro). tr. Reservar alguna parte del gasto ordinario. U. t. c. prnl. || 2. Guardar
dinero como previsión para necesidades futuras. || 3. Evitar un gasto o consumo mayor.

Alegría: (De alegre). f. Sentimiento grato y vivo que suele manifestarse con signos
exteriores. || 2. Palabras, gestos o actos con que se expresa el júbilo o alegría. || 3. coloq.
Persona que es causa de gozo o júbilo. Alegre: (Del lat. *alĭcer, *alecris, por alăcer, -cris).
adj. Poseído o lleno de alegría. Juan está alegre. || 4. Que siente o manifiesta de ordinario
alegría. Ser hombre alegre. || 5. Que denota alegría.

Altruismo: (Del fr. altruisme). m. Diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del
propio.

Amabilidad: (Del lat. amabilĭtas, -ātis). f. Cualidad de amable. (Del lat. amabĭlis). adj.
Digno de ser amado. || 2. Afable, complaciente, afectuoso.

Amistad: (Del lat. *amicĭtas, -ātis, por amicitĭa, amistad). f. Afecto personal, puro y
desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 276

Amor: (Del lat. amor, -ōris). m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su
propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser. || 2. Sentimiento de
afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.

Austeridad: (Del lat. austerĭtas, -ātis). f. Cualidad de austero. || 2. Mortificación de los


sentidos y pasiones. Austero, ra: Del lat. austērus, y este del gr. αὐστηρός). adj. Severo,
rigurosamente ajustado a las normas de la moral. || 2. Sobrio, morigerado, sencillo, sin
ninguna clase de alardes. || 3. Retirado, mortificado y penitente.

Autenticidad: f. Cualidad de auténtico. (Del lat. authentĭcus, y este del gr. αὐθεντικός). adj.
Acreditado de cierto y positivo por los caracteres, requisitos o circunstancias que en ello
concurren. || 2. coloq. Honrado, fiel a sus orígenes y convicciones. Según Lersch, es
auténtico todo lo que es originario, que surge del interior, que es espontáneo, expresión
esencial del individuo. Carece de autenticidad lo que bien se quisiera interiormente que
fuese cierto, pero que no se puede tener. En la hipocresía y el disimulo, la expresión es sólo
para el exterior, sin que se sienta interiormente.

Autoconcepto (Autoimagen): Los conocimientos y sentimientos que el individuo tiene


sobre sí mismo. Se origina tanto en la autoobservación de las propias vivencias y acciones
como en las diversas formas de juicio ajeno (alabanza, censura, recompensa, y castigo). Se
refiere al conjunto de características que el individuo asocia a sí mismo, el cual nace de la
diferenciación yo-mundo. Implica una autoevaluación, ya sea positiva o negativa. Son las
creencias que cada persona tiene sobre sus características: a nivel físico, psicológico,
intelectual, social y afectivo.

Autoconfianza: sentimiento basado en fuerte conciencia del propio poder para afrontar las
posibles dificultades. La autoconfianza extendida a la acción moral tiene su fundamento en
el sentimiento del propio valor.

Autoconocimiento: orientación del conocimiento al propio yo. Se trata de estudiar el sí


mismo como representación configurada y duradera en la experiencia del individuo en sus
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 277

peculiaridades (ser, conducta, predisposiciones, capacidades, actitudes, motivaciones). Esta


representación posee su propia historia de desarrollo y es única para cada individuo.
Ya en la antigüedad griega se exigió el autoconocimiento como base y presupuesto para el
despliegue y configuración de la propia personalidad, según se desprende, por ej., de la
inscripción del Templo de Apolo en Delfos: Gnothi seauton (“conócete a ti mismo”). El
autoconocimiento, la conciencia del sí mismo descansa por una parte en la autoobservación
y por otra en experiencias decantadas por la confrontación del hombre con problemas en su
medio ambiente y por la comunicación interhumana.

Autocontrol (Autodominio): método preconizado en la modificación cognitivista de la


conducta (Michenbaum) para dirigir mediante autorrefuerzo la propia conciencia y
conducta de modo ordinario. En lenguaje común: autodominio. El autocontrol es necesario
p. ej., en el aplazamiento de la recompensa.

Autocuidado: capacidad de cuidarse a sí mismo, así como cuidar y ser cuidado; estas son
funciones naturales indispensables para la vida de las personas y la sociedad, en tanto son
inherentes a la supervivencia de todo ser vivo. Al cuidar se contribuye a promover y
desarrollar aquello que hace vivir a las personas y a los grupos. Es así como cuidar
representa un conjunto de actos de vida que tiene por objetivo hacer que ésta se mantenga,
continúe y se desarrolle.

Autoestima: sentimiento de aceptación y aprecio hacia uno mismo, que va unido al


sentimiento de competencia y valía personal. El concepto que tenemos de nosotros mismos
no es algo heredado, sino aprendido de nuestro alrededor, mediante la valoración que
hacemos de nuestro comportamiento y de la asimilación e interiorización de la opinión de
los demás respecto a nosotros. La importancia de la autoestima radica en que nos impulsa a
actuar, a seguir adelante y nos motiva para perseguir nuestros objetivos.

Autonomía: segunda etapa en la teoría de desarrollo psicosocial de Erik Erikson, que


consiste en ser capaz de autocontrolarse, valerse por sí mismo y ser autosuficiente. Fallas
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 278

en esta capacidad dejan ver actitudes de dependencia, mientras que su adecuado desarrollo
genera la autosuficiencia.

Ayuno: (Del lat. ieiunĭum). m. Acción y efecto de ayunar. || 2. Manera de mortificación por
precepto eclesiástico o por devoción, la cual consiste sustancialmente en no hacer más que
una comida al día, absteniéndose por lo regular de ciertos alimentos. || ~ natural. m.
Abstinencia de toda comida y bebida desde las doce de la noche antecedente. Ayunar: (Del
lat. ieiunāre). intr. Abstenerse total o parcialmente de comer o beber. || 2. Guardar el ayuno
eclesiástico. || 3. Privarse o estar privado de algún gusto o deleite.

Beatitud: (Del lat. beatitūdo). f. Bienaventuranza eterna. || 2. Cualidad de beato (ǁ feliz o

bienaventurado). || 3. Felicidad, bienestar. Beato, ta: (Del lat. beātus). adj. Feliz o
bienaventurado.

Belleza: (De bello). f. Propiedad de las cosas que hace amarlas, infundiendo en nosotros
deleite espiritual. Esta propiedad existe en la naturaleza y en las obras literarias y artísticas.
|| ~ artística. f. La que se produce de modo cabal y conforme a los principios estéticos, por
imitación de la naturaleza o por intuición del espíritu. || ~ ideal. f. Principalmente entre los
estéticos platónicos, prototipo, modelo o ejemplar de belleza, que sirve de norma al artista
en sus creaciones.

Benignidad: (Del lat. benignĭtas, -ātis). f. Cualidad de benigno. Benigno, na: (Del lat.
benignus). adj. Afable, benévolo, piadoso. || 2. Templado, suave, apacible.

Bondad: (Del lat. bonĭtas, -ātis). f. Cualidad de bueno. || 2. Natural inclinación a hacer el
bien. || 3. Acción buena. U. m. en pl. Agradezco tus bondades. || 4. Blandura y apacibilidad
de genio. || 5. Amabilidad de una persona respecto a otra. U. como fórmula de cortesía.
Tuvo la bondad de llamarme.

Carácter: (Del lat. character). m. Conjunto de cualidades o circunstancias propias de una


cosa, de una persona o de una colectividad, que las distingue, por su modo de ser u obrar,
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 279

de las demás. || Señal espiritual que queda en una persona como efecto de un conocimiento
o experiencia importantes. || Fuerza y elevación de ánimo natural de alguien, firmeza,
energía. || Parte adquirida de la personalidad a través de la experiencia personal, familiar y
social, que sirve para controlar los aspectos problemáticos del temperamento, ayudado por
los talentos.

Caridad: (Del lat. carĭtas, -ātis). f. En la religión cristiana, una de las tres virtudes
teologales, que consiste en amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a nosotros
mismos. || 2. Virtud cristiana opuesta a la envidia y a la animadversión. || 3. Actitud
solidaria con el sufrimiento ajeno.

Cariño: (Etim. disc.; cf. lat. carēre, carecer, arag. cariño, nostalgia). m. Inclinación de amor
o buen afecto que se siente hacia alguien o algo. || 2. Manifestación de dicho sentimiento.
U. m. en pl. || 3. Esmero, afición con que se hace una labor o se trata una cosa.

Castidad: (Del lat. castĭtas, -ātis). f. Cualidad de casto. || 2. Virtud de quien se abstiene de
todo goce carnal. || ~ conyugal. f. La que se guardan mutuamente los casados. Casto, ta:
(Del lat. castus). adj. Dicho de una persona: Que se abstiene de todo goce sexual, o se
atiene a lo que se considera como lícito. || 2. Que no posee en sí sensualidad. Casto amor,
deleite.

Celibato: (Del lat. caelibātus). m. soltería. || 2. coloq. Hombre célibe. Célibe: (Del lat.
caelebs, -ĭbis). adj. Dicho de una persona: Que no ha tomado estado de matrimonio.

Claridad: (Del lat. clarĭtas, -ātis). f. Cualidad de claro. || 2. Distinción con que, por medio de
los sentidos, y más especialmente de la vista y del oído, percibimos las sensaciones, y por
medio de la inteligencia, las ideas. || 3. Palabra o frase con que se dice a alguien franca o
resueltamente algo desagradable. U. m. en pl. || 4. Buena opinión y fama que resulta del
nombre y de los hechos de alguien. || ~ de la vista, o ~ de los ojos. f. Limpieza o perspicacia
que se tiene para ver. || ~ meridiana. f. La de un argumento o un razonamiento de muy fácil
comprensión.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 280

Civismo: (Del fr. civisme). m. Celo por las instituciones e intereses de la patria. || 2.
Comportamiento respetuoso del ciudadano con las normas de convivencia pública.

Coherencia: (Del lat. cohaerentĭa). f. Conexión, relación o unión de unas cosas con otras. ||
2. Actitud lógica y consecuente con una posición anterior. Lo hago por coherencia con mis
principios.

Compañerismo: m. Vínculo que existe entre compañeros. || 2. Armonía y buena


correspondencia entre ellos. Compañero, ra: (De compaña). m. y f. Persona que se
acompaña con otra para algún fin. || 2. Cada uno de los individuos de que se compone un
cuerpo o una comunidad, etc.

Comprensión: (De comprehensión). f. Acción de comprender. || 2. Facultad, capacidad o


perspicacia para entender y penetrar las cosas. || 3. Actitud comprensiva o tolerante.

Compromiso: (Del lat. compromissum). m. Obligación contraída. || 2. Palabra dada. Sexta


etapa en la teoría de desarrollo psicosocial de Erik Erikson, que consiste en la capacidad de
cumplir lo que se promete, que hace a la persona responsable. Fallas en esta capacidad se
traducen en una actitud irresponsable.

Comunicación: (Del lat. communicatĭo, -ōnis). f. Acción y efecto de comunicar o


comunicarse. || 2. Trato, correspondencia entre dos o más personas. || 3. Transmisión de
señales mediante un código común al emisor y al receptor. Comunicar: (Del lat.
communicāre). tr. Hacer a otro partícipe de lo que uno tiene. || 2. Descubrir, manifestar o
hacer saber a alguien algo. || 3. Conversar, tratar con alguien de palabra o por escrito. U. t.
c. prnl. || 4. Transmitir señales mediante un código común al emisor y al receptor.

Conciencia: (Del lat. conscientĭa, y este calco del gr. συνείδησις). f. Propiedad del espíritu
humano de reconocerse en sus atributos esenciales y en todas las modificaciones que en sí
mismo experimenta. || 2. Conocimiento interior del bien y del mal. || 3. Conocimiento
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 281

reflexivo de las cosas. || 4. Actividad mental a la que solo puede tener acceso el propio
sujeto. || 5. Psicol. Acto psíquico por el que un sujeto se percibe a sí mismo en el mundo.

Confianza: (De confiar). f. Esperanza firme que se tiene de alguien o algo. || 2. Seguridad
que alguien tiene en sí mismo. || 3. Ánimo, aliento, vigor para obrar. || 4. Familiaridad (ǁ en

el trato). || de ~. loc. adj. Dicho de una persona: Con quien se tiene trato íntimo o familiar. ||
5. Dicho de una persona: En quien se puede confiar. Primera etapa en la teoría de desarrollo
psicosocial de Erik Erikson, que consiste en la capacidad de confiar en sí mismo y en los
demás, que permite enfrentar la vida con optimismo. Fallas en esta capacidad generan
actitudes pesimistas.

Congruencia: (Del lat. congruentĭa). f. Conveniencia, coherencia, relación lógica. || 2. Der.


Conformidad entre los pronunciamientos del fallo y las pretensiones de las partes
formuladas en el juicio. || 3. Rel. Eficacia de la gracia de Dios, que obra sin destruir la
libertad del hombre.

Conocimiento: m. Acción y efecto de conocer. || 2. Entendimiento, inteligencia, razón


natural. || 3. Cada una de las facultades sensoriales del hombre en la medida en que están
activas. || 4. Noción, ciencia, sabiduría. Conocer: (Del lat. cognoscĕre). tr. Averiguar por el
ejercicio de las facultades intelectuales la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas. ||
2. Entender, advertir, saber, echar de ver.

Consistencia: (De consistente). f. Duración, estabilidad, solidez. Consistente: (Del ant. part.
act. de consistir; lat. consistens, -entis). adj. Que consiste. || 2. Que tiene consistencia.

Cooperación: (Del lat. cooperatĭo, -ōnis). f. Acción y efecto de cooperar. Cooperar: (Del
lat. cooperāri). intr. Obrar juntamente con otro u otros para un mismo fin.

Constancia: (Del lat. constantĭa). f. Firmeza y perseverancia del ánimo en las resoluciones y
en los propósitos.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 282

Continencia: (Del lat. continentĭa). f. Moderación de las pasiones o sentimientos. || 2.


Abstinencia sexual. || 3. Acción de contener. Contener: (Del lat. continēre). Reprimir o
sujetar el movimiento o impulso de un cuerpo. U. t. c. prnl. || 2. Reprimir o moderar una
pasión. U. t. c. prnl.

Convivencia: f. Acción de convivir. Convivir: (Del lat. convivĕre). intr. Vivir en compañía
de otro u otros.

Coraje: (Del fr. ant. corages). m. Impetuosa decisión y esfuerzo del ánimo, valor.

Cortesía: (De cortés). f. Demostración o acto con que se manifiesta la atención, respeto o
afecto que tiene alguien a otra persona. Cortés: (De corte). adj. Atento, comedido, afable,
urbano.

Creatividad: f. Facultad de crear. || 2. Capacidad de creación. Crear: (Del lat. creāre). tr.
Producir algo de la nada. Dios creó cielos y tierra. || 2. Establecer, fundar, introducir por
vez primera algo; hacerlo nacer o darle vida, en sentido figurado. Crear una industria, un
género literario, un sistema filosófico, un orden político, necesidades, derechos, abusos.

Decencia: (Del lat. decentĭa). f. Aseo, compostura y adorno correspondiente a cada persona
o cosa. || 2. Recato, honestidad, modestia. || 3. Dignidad en los actos y en las palabras,
conforme al estado o calidad de las personas.

Dedicación: (Del lat. dedicatĭo, -ōnis). f. Acción y efecto de dedicar. || 2. Acción y efecto
de dedicarse intensamente a una profesión o trabajo.

Desprendimiento: m. Acción de desprenderse (ǁ echar de sí). || 2. Desapego, desasimiento

de las cosas. || 3. Largueza, desinterés.

Destreza: (De diestro). f. Habilidad, arte, primor o propiedad con que se hace algo.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 283

Diligencia: (Del lat. diligentĭa). f. Cuidado y actividad en ejecutar algo. || 2. Prontitud,


agilidad, prisa. fr. Poner todos los medios para conseguir un fin. || hacer alguien las ~s de
cristiano.

Dinamismo: (Del gr. δύναμις, fuerza, e -ismo). m. Energía activa y propulsora. || 2.


Actividad, presteza, diligencia grandes.

Disciplina: (Del lat. disciplīna). f. Doctrina, instrucción de una persona, especialmente en lo


moral. || 2. Arte, facultad o ciencia. || 3. Especialmente en la milicia y en los estados
eclesiásticos secular y regular, observancia de las leyes y ordenamientos de la profesión o
instituto.

Disposición: (Del lat. dispositĭo, -ōnis). f. Acción y efecto de disponer. || 2. aptitud (ǁ

adecuación para algún fin). || 3. Gallardía y gentileza en la persona. || 6. Desembarazo,


soltura en preparar y despachar algo que alguien tiene a su cargo. Es hombre de
disposición. || 7. Medio que se emplea para ejecutar un propósito, o para evitar o atenuar un
mal. || frs. Hallarse apto y listo para algún fin.

Diversión: (Del lat. diversĭo, -ōnis). f. Acción y efecto de divertir. || 2. Recreo, pasatiempo,
solaz. Divertir: (Del lat. divertĕre, llevar por varios lados). tr. Entretener, recrear. U. t. c.
prnl. divertido, da. (Del part. de divertir). adj. Que divierte. || 2. Alegre, festivo y de buen
humor.

Eficacia: (Del lat. efficacĭa). f. Capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera.

Eficiencia: (Del lat. efficientĭa). f. Capacidad de disponer de alguien o de algo para


conseguir un efecto determinado.

Elección: (Del lat. electĭo, -ōnis). f. Acción y efecto de elegir. || 2. Libertad para obrar.
Elegir. (Del lat. eligĕre). tr. Escoger, preferir a alguien o algo para un fin.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 284

Elegancia: (Del lat. elegantĭa). f. Cualidad de elegante. || 2. Forma bella de expresar los
pensamientos. Elegante: (Del lat. elĕgans, -antis). adj. Dotado de gracia, nobleza y
sencillez. || 2. Airoso, bien proporcionado. || 3. Dicho de una persona: que tiene buen gusto
y distinción para vestir. U. t. c. s.

Empatía: f. Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro.

Entereza: (De entero y -eza). f. Integridad, perfección, complemento. || 2. Rectitud en la


administración de justicia. || 3. Fortaleza, constancia, firmeza de ánimo. || 4. Severa y
perfecta observancia de la disciplina. || ~ virginal. f. virginidad.

Entrega: f. Acción y efecto de entregar. || 2. Atención, interés, esfuerzo, etc., en apoyo de


una o varias personas, una acción, un ideal, etc.

Entusiasmo: (Del lat. tardío enthusiasmus, y este del gr. ἐνθουσιασμός). m. Exaltación y
fogosidad del ánimo, excitado por algo que lo admire o cautive. || 2. Adhesión fervorosa
que mueve a favorecer una causa o empeño.

Escucha: (De escuchar). f. Acción de escuchar. || 2. Atento para oír algo. Escuchar. (Del lat.
vulg. ascultāre, lat. auscultāre). tr. Prestar atención a lo que se oye. || 2. Dar oídos, atender a
un aviso, consejo o sugerencia. || 3. intr. Aplicar el oído para oír algo.

Esfuerzo: (De esforzar). m. Empleo enérgico de la fuerza física contra algún impulso o
resistencia. || 2. Empleo enérgico del vigor o actividad del ánimo para conseguir algo
venciendo dificultades. || 3. Ánimo, vigor, brío, valor.

Esperanza: f. Estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos. ||
2. Rel. En la doctrina cristiana, virtud teologal por la que se espera que Dios dé los bienes
que ha prometido.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 285

Espiritualidad: f. Naturaleza y condición de espiritual. Espiritual. (Del lat. spirituālis). adj.


Perteneciente o relativo al espíritu. || 2. Dicho de una persona: Muy sensible y poco
interesada por lo material.

Estudio: (Del lat. studĭum). m. Esfuerzo que pone el entendimiento aplicándose a conocer
algo. || 2. Trabajo empleado en aprender y cultivar una ciencia o arte. || 3. Obra en que un
autor estudia y dilucida una cuestión. fr. Poner especial cuidado o empeño en ello. || tener
~s. fr. Haber recibido instrucción, o tener una carrera. Estudiosidad: f. Inclinación y
aplicación al estudio.

Ética: f. V. ético: (Del lat. ethĭcus, y este del gr. ἠθικός). adj. Perteneciente o relativo a la
ética. || 2. Recto, conforme a la moral. || 3. f. Parte de la filosofía que trata de la moral y de
las obligaciones del hombre. || 5. Conjunto de normas morales que rigen la conducta
humana. Ética profesional.

Exigencia: (Del lat. exigentĭa). f. Acción y efecto de exigir. || Capacidad de esforzarse por
lograr las metas propuestas.

Excelencia: (Del lat. excellentĭa). f. Superior calidad o bondad que hace digno de singular
aprecio y estimación algo.

Familiaridad: (Del lat. familiarĭtas, -ātis). f. Llaneza, sencillez y confianza en el trato. || 2.


Contacto habitual o conocimiento profundo. Es admirable su familiaridad con la literatura
clásica. || 3. Facilidad, naturalidad, desenvoltura. Se movía con familiaridad en aquella
casa.

Fe: (Del lat. fides). En la religión católica, primera de las tres virtudes teologales,
asentimiento a la revelación de Dios, propuesta por la Iglesia. || 2. Conjunto de creencias de
una religión. || 3. Conjunto de creencias de alguien, de un grupo o de una multitud de
personas. || Es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 286

Felicidad: (Del lat. felicĭtas, -ātis). f. Estado del ánimo que se complace en la posesión de
un bien. || 2. Satisfacción, gusto, contento.

Fidelidad: (Del lat. fidelĭtas, -ātis). f. Lealtad, observancia de la fe que alguien debe a otra
persona o causa. || 2. Puntualidad, exactitud en la ejecución de algo.

Flexibilidad: (Del lat. flexibilĭtas, -ātis). f. Cualidad de flexible: (Del lat. flexibĭlis). adj.
Que tiene disposición para doblarse fácilmente. || 2. Susceptible de cambios o variaciones
según las circunstancias o necesidades. Carácter, persona flexible.

Fortaleza: (Del prov. fortalessa). f. Fuerza y vigor. || 2. En la doctrina cristiana, virtud


cardinal que consiste en vencer el temor y huir de la temeridad.

Fuerza: (Del lat. fortĭa). f. Vigor, robustez y capacidad para mover algo o a alguien que
tenga peso o haga resistencia. || 2. Aplicación del poder físico o moral. Apriétalo con
fuerza. Se necesita mucha fuerza para soportar tantas desgracias. || 3. Virtud y eficacia
natural que las cosas tienen en sí.

Generatividad: séptima etapa en la teoría de desarrollo psicosocial de Erik Erikson, que


consiste en la capacidad de enseñar con el buen ejemplo, con altruismo y consideración por
los demás. Fallas en esta capacidad generan actitudes egoístas.

Generosidad: (Del lat. generosĭtas, -ātis). f. Inclinación o propensión del ánimo a anteponer
el decoro a la utilidad y al interés. || 2. Largueza, liberalidad. || 3. p. us. Valor y esfuerzo en
las empresas arduas. || 4. p. us. Nobleza heredada de los mayores.

Gozo: (Del lat. gaudĭum). m. Sentimiento de complacencia en la posesión, recuerdo o


esperanza de bienes o cosas apetecibles. || 2. Alegría del ánimo. || no caber alguien en sí de
~. fr. coloq. no caber de contento. || saltar alguien de ~. fr. coloq. Estar sumamente gozoso.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 287

Gratitud: (Del lat. gratitūdo). f. Sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor
que se nos ha hecho o ha querido hacer, y a corresponder a él de alguna manera.

Gregarismo: m. Cualidad de gregario (ǁ que sigue ciegamente a otros). Gregario: (Del lat.

gregarĭus). adj. || 2. Dicho de una persona: Que está en compañía de otros sin distinción,
como el soldado. || Que, junto con otras, sigue ciegamente las ideas o iniciativas ajenas. U.
m. c. s. m.

Honestidad: (Del lat. honestĭtas, -ātis). f. Cualidad de honesto: (Del lat. honestus). adj.
Decente o decoroso. || 2. Recatado, pudoroso. || 3. Razonable, justo. || 4. Probo, recto,
honrado.

Honor: (Del lat. honor, -ōris). m. Cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios
deberes respecto del prójimo y de uno mismo. || 2. Gloria o buena reputación que sigue a la
virtud, al mérito o a las acciones heroicas, la cual trasciende a las familias, personas y
acciones mismas de quien se la granjea.

Honradez: (De honrado). f. Rectitud de ánimo, integridad en el obrar.

Humildad: (Del lat. humilĭtas, -ātis). f. Virtud que consiste en el conocimiento de las
propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento. || 2.
Sumisión, rendimiento.

Humor: (Del lat. humor, -ōris). m. Genio, índole, condición, especialmente cuando se
manifiesta exteriormente. || 2. Jovialidad, agudeza. Hombre de humor. || 3. Disposición en
que alguien se halla para hacer algo. || 4. Buena disposición para hacer algo. ¡Qué humor
tiene! || 5. Humorismo (ǁ modo de presentar la realidad). || buen ~. m. Propensión más o

menos duradera a mostrarse alegre y complaciente.

Identidad: (Del b. lat. identĭtas, -ātis). f. Cualidad de idéntico. || 2. Conjunto de rasgos


propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás. || 3.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 288

Conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás. || 4. Hecho de
ser alguien o algo el mismo que se supone o se busca. Quinta etapa en la teoría de
desarrollo psicosocial de Erik Erikson, que consiste en la capacidad de ser uno mismo,
consistentemente en saber lo que se desea y hacia donde se va en la vida con entereza.
Fallas en esta capacidad generan actitudes duplicistas.

Ilusión: (Del lat. illusĭo, -ōnis). f. Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente
atractivo. || 3. Viva complacencia en una persona, una cosa, una tarea, etc.

Imaginación: (Del lat. imaginatĭo, -ōnis). f. Facultad del alma que representa las imágenes
de las cosas reales o ideales. || 2. Facilidad para formar nuevas ideas, nuevos proyectos, etc.

Industriosidad: (Del lat. industriōsus). adj. Que obra con industria. || 2. Que se hace con
industria. || 3. Que se dedica con ahínco al trabajo. Cuarta etapa en la teoría de desarrollo
psicosocial de Erik Erikson, que consiste en la capacidad de hacer las cosas bien hechas,
que se manifiesta en la destreza que tiene la persona para cuidar de sí mismo y de su
ambiente. Fallas en esta capacidad generan actitudes ineptas.

Ingenuidad: (Del lat. ingenuĭtas, -ātis). f. Candor, falta de malicia. || 2. Hecho o dicho
propios del ingenuo, nua: (Del lat. ingenŭus). adj. Candoroso, sin doblez.

Iniciativa: (Del lat. initiātus, part. pas. de initiāre, e -ivo). adj. Que da principio a algo. || 2.
f. Acción de adelantarse a los demás en hablar u obrar. Tomar la iniciativa. || 5. Cualidad
personal que inclina a esta acción. Tercera etapa en la teoría de desarrollo psicosocial de
Erik Erikson, que consiste en la capacidad de encausar las energías naturales en direcciones
productivas. Fallas en esta capacidad generan actitudes apáticas.

Integridad: (Del lat. integrĭtas, -ātis). f. Cualidad de íntegro: (Del lat. intĕger, -gra). adj. Que
no carece de ninguna de sus partes. || 2. Dicho de una persona: Recta, proba, intachable.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 289

Interés: (Del lat. interesse, importar). m. Inclinación del ánimo hacia un objeto, una
persona, una narración, etc.|| 2. Conveniencia o beneficio en el orden moral o material.

Júbilo: (Del lat. iubĭlum). m. Viva alegría, y especialmente la que se manifiesta con signos
exteriores.

Justicia: (Del lat. iustitĭa). f. Una de las cuatro virtudes cardinales, que inclina a dar a cada
uno lo que le corresponde o pertenece. || 2. Derecho, razón, equidad. || 3. Conjunto de todas
las virtudes, por el que es bueno quien las tiene. || 4. Aquello que debe hacerse según
derecho o razón. Pido justicia. || 5. Rel. Atributo de Dios por el cual ordena todas las cosas
en número, peso o medida. Ordinariamente se entiende por la divina disposición con que
castiga o premia, según merece cada uno.

Laboriosidad: (De laborioso). f. Cualidad de laborioso: (Del lat. laboriōsus). adj. trabajador
(ǁ muy aplicado al trabajo).

Lealtad: (De leal). f. Cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor
y hombría de bien. || 2. p. us. Legalidad, verdad, realidad.

Libertad: (Del lat. libertas, -ātis). f. Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una
manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos. || 2. Estado o
condición de quien no es esclavo. || 3. Estado de quien no está preso.

Liderazgo: m. liderato: m. Condición de líder: (Del ingl. leader, guía). com. Persona a la
que un grupo sigue reconociéndola como jefe u orientadora.

Longanimidad: (Del lat. longanimĭtas, -ātis). f. Grandeza y constancia de ánimo en las


adversidades. || 2. Benignidad, clemencia, generosidad.

Lucha: (Del lat. lucta). f. Esfuerzo que se hace para resistir a una fuerza hostil o a una
tentación, para subsistir o para alcanzar algún objetivo.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 290

Magnanimidad: (Del lat. magnanimĭtas, -ātis). f. Grandeza y elevación de ánimo.

Mansedumbre: (Del lat. mansuetūdo, -ĭnis). f. Condición de manso, sa. (Del lat. vulg.
mansus, por lat. mansuētus). adj. De condición benigna y suave.

Misericordia: (Del lat. misericordĭa). f. Virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los
trabajos y miserias ajenos. || 2. Rel. Atributo de Dios, en cuya virtud perdona los pecados y
miserias de sus criaturas.

Modestia: (Del lat. modestĭa). f. Virtud que modera, templa y regla las acciones externas,
conteniendo al hombre en los límites de su estado, según lo conveniente a él. || 2. Cualidad
de humilde, falta de engreimiento o de vanidad.

Motivación: f. Acción y efecto de motivar: tr. Dar causa o motivo para algo. || 2. Dar o
explicar la razón o motivo que se ha tenido para hacer algo. || 3. Disponer del ánimo de
alguien para que proceda de un determinado modo. U. t. c. prnl. La motivación se refiere a
los factores que dirigen y activan el comportamiento de los seres humanos.

Naturalidad: (Del lat. naturalĭtas, -ātis). f. Cualidad de natural. || 2. Espontaneidad y


sencillez en el trato y modo de proceder.

Nobleza: f. Cualidad de noble: (Del lat. nobĭlis). adj. Preclaro, ilustre, generoso. || 2.
Principal en cualquier línea; excelente o aventajado en ella. || 3. Honroso, estimable, como
contrapuesto a deshonrado y vil.

Obediencia: (Del lat. oboedientĭa). f. Acción de obedecer. || ~ ciega. f. La que se presta sin
examinar los motivos o razones de quien manda. || ~ debida. f. Der. La que se rinde al
superior jerárquico y es circunstancia eximente de responsabilidad en los delitos. Obedecer:
(Del lat. *oboedescĕre, der. de oboedīre). tr. Cumplir la voluntad de quien manda.
Obedecer a los padres.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 291

Optimismo: (De óptimo). m. Propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más
favorable.

Orden: (Del lat. ordo, -ĭnis). amb. Colocación de las cosas en el lugar que les corresponde. ||
2. Concierto, buena disposición de las cosas entre sí. || 3. Regla o modo que se observa para
hacer las cosas.

Orgullo: (Del cat. orgull). m. Arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que a
veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas.

Osadía: (De osado). f. Atrevimiento, audacia, resolución.

Paciencia: (Del lat. patientĭa). f. Capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse. || 2.
Capacidad para hacer cosas pesadas o minuciosas. || 3. Facultad de saber esperar cuando
algo se desea mucho. || 4. Lentitud para hacer algo.

Paz: (Del lat. pax, pacis). f. Situación y relación mutua de quienes no están en guerra. || 2.
Sosiego y buena correspondencia de unas personas con otras, especialmente en las familias,
en contraposición a las disensiones, riñas y pleitos. || 3. Reconciliación, vuelta a la amistad
o a la concordia. U. m. en pl. || 4. Virtud que pone en el ánimo tranquilidad y sosiego,
opuestos a la turbación y las pasiones. || 5. Genio pacífico, sosegado y apacible.

Perdón: m. Acción de perdonar. || 2. Remisión de la pena merecida, de la ofensa recibida o


de alguna deuda u obligación pendiente. || 3. Indulgencia (ǁ remisión de los pecados). || 4.

U. para pedir disculpas.

Perfección: (Del lat. perfectĭo, -ōnis). f. Acción de perfeccionar. || 2. Cualidad de perfecto. ||


Perfecto: (Del lat. perfectus). adj. Que tiene el mayor grado posible de bondad o excelencia
en su línea. || 2. Que posee el grado máximo de una determinada cualidad o defecto. Jesús
es perfecto.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 292

Perseverancia: (Del lat. perseverantĭa). f. Acción y efecto de perseverar. || ~ final. f.


Constancia en la virtud y en mantener la gracia hasta la muerte. Perseverar: (Del lat.
perseverāre). intr. Mantenerse constante en la prosecución de lo comenzado, en una actitud
o en una opinión. || 2. Durar permanentemente o por largo tiempo.

Piedad: (Del lat. piĕtas, -ātis). f. Virtud que inspira, por el amor a Dios, tierna devoción a
las cosas santas, y, por el amor al prójimo, actos de amor y compasión. || 2. Amor
entrañable que consagramos a los padres y a objetos venerandos. || 3. Lástima, misericordia,
conmiseración.

Productividad: f. Cualidad de productivo. || 2. Capacidad o grado de producción por unidad


de trabajo, superficie de tierra cultivada, equipo industrial, etc. || 3. Econ. Relación entre lo
producido y los medios empleados, tales como mano de obra, materiales, energía, etc.
Productivo: (Del lat. productīvus). adj. Que tiene virtud de producir. || 2. Que es útil o
provechoso. || 3. Econ. Que arroja un resultado favorable de valor entre precios y costes.

Prudencia: (Del lat. prudentĭa). f. Templanza, cautela, moderación. || 2. Sensatez, buen


juicio. || 3. Rel. Una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en discernir y distinguir
lo que es bueno o malo, para seguirlo o huir de ello.

Pudor: (Del lat. pudor, -ōris). m. Honestidad, modestia, recato.

Pulcritud: (Del lat. pulchritūdo). f. Cualidad de pulcro: (Del lat. pulcher, pulchra). adj.
Aseado, esmerado, bello, bien parecido. || 2. Delicado, esmerado en la conducta y el habla.

Puntualidad: f. Cuidado y diligencia en llegar a un lugar o partir de él a la hora convenida.


Su falta de puntualidad exaspera. || 2. Cuidado y diligencia en hacer las cosas a su debido
tiempo. Tarea realizada con gran puntualidad. || 3. Certidumbre y conveniencia precisa de
las cosas, para el fin a que se destinan.

Recato: (De recatar). m. Cautela, reserva. || 2. Honestidad, modestia.


Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 293

Rectitud: (Del lat. rectitūdo). Cualidad de recto (ǁ justo). || 2. Recta razón o conocimiento

práctico de lo que debemos hacer o decir. || 5. Exactitud o justificación en las operaciones.

Resignación: f. Entrega voluntaria que alguien hace de sí poniéndose en las manos y


voluntad de otra persona. || 2. Conformidad, tolerancia y paciencia en las adversidades.

Respeto: (Del lat. respectus, atención, consideración). m. Veneración, acatamiento que se


hace a alguien. || 2. Miramiento, consideración, deferencia. || 3. Cosa que se tiene de
prevención || 4. Manifestaciones de acatamiento que se hacen por cortesía.

Responsabilidad: f. Cualidad de responsable. || 2. Deuda, obligación de reparar y satisfacer,


por sí o por otra persona, a consecuencia de un delito, de una culpa o de otra causa legal. ||
3. Cargo u obligación moral que resulta para alguien del posible yerro en cosa o asunto
determinado. || 4. Der. Capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer
y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente.

Sabiduría: f. Grado más alto del conocimiento. || 2. Conducta prudente en la vida. || 3.


Conocimiento profundo en ciencias, letras o artes. || 4. Conocimiento). || ~ eterna, o ~
increada. f. El Verbo divino.

Sacrificio: (Del lat. sacrificĭum). m. Peligro o trabajo graves a que se somete una persona. ||
|| 2. Acto de abnegación inspirado por la vehemencia del amor.

Salud: (Del lat. salus, -ūtis). f. Estado en que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus
funciones. || 2. Condiciones físicas en que se encuentra un organismo en un momento
determinado. || 3. Estado de gracia espiritual. || 5. Salvación (ǁ consecución de la gloria

eterna). || 6. germ. Inmunidad de quien se acoge a lo sagrado. || 7. fr. Precaverse de un daño


ante la más leve amenaza.

Salvación: (Del lat. salvatĭo, -ōnis). f. Acción y efecto de salvar o salvarse. || 2.


Consecución de la gloria y bienaventuranza eternas.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 294

Sanidad: (Del lat. sanĭtas, -ātis). f. Cualidad de sano: (Del lat. sanus). adj. Que goza de
perfecta salud. U. t. c. s. || 2. Seguro, sin riesgo. || 3. Libre de error o vicio, recto, saludable
moral o psicológicamente. Principios sanos. Doctrina, crítica sana. || 4. Sincero, de buena
intención.

Santidad: (Del lat. sanctĭtas, -ātis). f. Cualidad de santo: (Del lat. sanctus). adj. Perfecto y
libre de toda culpa. || 2. Dicho de una persona de especial virtud y ejemplo.

Sencillez: f. Cualidad de sencillo: (Del lat. *singellus, por singulus). adj. Que no tiene
artificio ni composición. || 2. Dicho de una persona: Natural, espontánea, que obra con
llaneza. || 3. Ingenuo en el trato, sin doblez ni engaño, y que dice lo que siente.

Sensibilidad: (Del lat. sensibilĭtas, -ātis). f. Facultad de sentir, propia de los seres animados.
|| 2. Propensión natural del hombre a dejarse llevar de los afectos de compasión, humanidad
y ternura.

Seriedad: (Del lat. seriĕtas, -ātis). f. Cualidad de serio. (Del lat. serĭus). adj. Grave, sentado
y compuesto en las acciones y en el modo de proceder. || 2. Dicho de una acción: Propia de
una persona seria. || 3. Severo en el semblante, en el modo de mirar o hablar. || 4. Real,
verdadero y sincero, sin engaño o burla, doblez o disimulo. || 5. Grave, importante, de
consideración. || 6. U. contrapuesto a jocoso o bufo. || en serio. loc. adv. Sin engaño, sin
burla.

Servicio: Del lat. servitĭum). m. Acción y efecto de servir: (Del lat. servīre). intr. Estar al
servicio de alguien. U. t. c. tr. || 2. Estar sujeto a alguien por cualquier motivo haciendo lo
que él quiere o dispone.

Seguridad: (Del lat. securĭtas, -ātis). f. Cualidad de seguro: (Del lat. secūrus). adj. Libre y
exento de todo peligro, daño o riesgo. || 2. Cierto, indubitable y en cierta manera infalible. ||
3. Firme, constante y que no está en peligro de faltar o caerse. || 4. No sospechoso. || 5. m.
Seguridad, certeza, confianza.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 295

Simplicidad: (Del lat. simplicĭtas, -ātis). f. Sencillez, candor. || 2. Cualidad de ser simple:
(Del lat. simple, adv. de simplus). adj. Sin composición. || 2. Se dice de aquello que,
pudiendo ser doble o estar duplicado, no lo es o no lo está. || 3. Sencillo, sin complicaciones
ni dificultades.

Sinceridad: (Del lat. sincerĭtas, -ātis). f. Sencillez, veracidad, modo de expresarse libre de
fingimiento.

Sobriedad: (Del lat. sobriĕtas, -ātis). f. Cualidad de sobrio: (Del lat. sobrĭus). adj.
Templado, moderado. || 2. Que carece de adornos superfluos.

Sociabilidad: f. Cualidad de sociable: (Del lat. sociabĭlis). adj. Naturalmente inclinado al


trato y relación con las personas o que gusta de ello.

Solvencia: (Del lat. solvens, -entis, solvente). f. Acción y efecto de solver o resolver. || 2.
Carencia de deudas. || 3. Capacidad de satisfacerlas. || 4. Cualidad de solvente: (Del ant.
part. act. de solver; lat. solvens, -entis). adj. Que resuelve. || 2. Desempeñado de deudas. ||
3. Capaz de satisfacerlas. || 4. Que merece crédito. || 5. Capaz de cumplir una obligación, un
cargo, etc., y más en especial, capaz de cumplirlos cuidadosa y celosamente.

Solidaridad: (De solidario). f. Adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros. ||


2. Der. Modo de derecho u obligación in sólidum.

Superación: f. Acción y efecto de superar: (Del lat. superāre). tr. Ser superior a alguien. || 2.
Vencer obstáculos o dificultades. || 3. Rebasar (ǁ dejar atrás). Hay que superar los prejuicios

raciales. || 4. prnl. Dicho de una persona: Hacer algo mejor que en otras ocasiones.

Templanza: (Del lat. temperantĭa). f. Moderación, sobriedad y continencia. || 2. Benignidad


del aire o clima de un país. || 3. Rel. Una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en
moderar los apetitos y el uso excesivo de los sentidos, sujetándolos a la razón.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 296

Tenacidad: (Del lat. tenacĭtas, -ātis). f. Cualidad de tenaz: (Del lat. tenax, -ācis). adj. Que se
pega, ase o prende a una cosa, y es dificultoso de separar. || 2. Firme, porfiado y pertinaz en
un propósito.

Ternura: f. Cualidad de tierno: (Del lat. tener, -ĕra). adj. Afectuoso, cariñoso y amable.

Tolerancia: (Del lat. tolerantĭa). f. Acción y efecto de tolerar. || 2. Respeto a las ideas,
creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias. || 3.
Reconocimiento de inmunidad política para quienes profesan religiones distintas de la
admitida oficialmente.

Trabajo: m. Acción y efecto de trabajar: ocupación retribuida. || 2. Esfuerzo humano


aplicado a la producción de riqueza, en contraposición a capital.

Tranquilidad: (Del lat. tranquilĭtas, -ātis). f. Cualidad de tranquilo: (Del lat. tranquillus).
adj. Quieto, sosegado, pacífico. || 2. Dicho de una persona que se toma las cosas con
tiempo, sin nerviosismos ni agobios.

Transparencia: Cualidad de transparente: (Del lat. trans-, a través, y parens, -entis, que
aparece). adj. claro, evidente, que se comprende sin duda ni ambigüedad.

Trascendencia: (De transcendencia). f. Perspicacia. || 2. Resultado, consecuencia de índole


grave o muy importante. || 3. Fil. Aquello que está más allá de los límites naturales y
desligado de ellos.

Unción: (Del lat. unctĭo, -ōnis). f. Acción de ungir o untar. || 2. Gracia y comunicación
especial del Espíritu Santo, que excita y mueve al alma a la virtud y perfección.
|| 4. Devoción, recogimiento y perfección con que el ánimo se entrega a la exposición de
una idea, a la realización de una obra, etc.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 297

Unidad: (Del lat. unĭtas, -ātis). f. Propiedad de todo ser, en virtud de la cual no puede
dividirse sin que su esencia se destruya o altere. || 2. Singularidad en número o calidad. || 3.
Unión o conformidad.

Unión: (Del lat. unĭo, -ōnis). f. Acción y efecto de unir o unirse. || 2. Correspondencia y
conformidad de una cosa con otra, en el sitio o composición. || 3. Conformidad y concordia
de los ánimos, voluntades o dictámenes. || 4. Grado de perfección espiritual en que el alma,
desasida de toda criatura, se une con su Creador por la caridad, de suerte que solo aspira a
cumplir en todo la voluntad divina. || 8. Alianza, confederación, compañía.

Utilidad: (Del lat. utilĭtas, -ātis). f. Cualidad de útil: (Del lat. utĭlis). adj. Que trae o produce
provecho, comodidad, fruto o interés. || 2. Que puede servir y aprovechar en alguna línea.

Valentía: (De valiente). f. Esfuerzo, aliento, vigor. || 2. Hecho o hazaña heroica ejecutada
con valor. || 3. Gallardía, arrojo feliz en la manera de concebir o ejecutar una obra literaria o
artística, o alguna de sus partes. || 5. Acción material o inmaterial esforzada y vigorosa que
parece exceder a las fuerzas naturales.

Valor: (Del lat. valor, -ōris). m. Cualidad del ánimo, que mueve a acometer resueltamente
grandes empresas y a arrostrar los peligros. U. t. en sent. peyor., denotando osadía, y hasta
desvergüenza. || 2. Subsistencia y firmeza de algún acto. || 3. Fuerza, actividad, eficacia o
virtud de las cosas para producir sus efectos.

Veracidad: (Del lat. veracĭtas, -ātis). f. Cualidad de veraz: (Del lat. verax, -ācis). adj. Que
dice, usa o profesa siempre la verdad: (Del lat. verĭtas, -ātis). f. Conformidad de las cosas
con el concepto que de ellas forma la mente. || 2. Conformidad de lo que se dice con lo que
se siente o se piensa. || 3. Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin
mutación alguna. || 4. Juicio o proposición que no se puede negar racionalmente. || 5.
Cualidad de veraz: hombre de verdad. || 6. Expresión clara, sin rebozo ni lisonja, con que a
alguien se le corrige o reprende. || 7. Realidad (ǁ existencia real de algo).
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 298

Vida: (Del lat. vita). f. Fuerza o actividad interna sustancial, mediante la que obra el ser que
la posee. || 2. Estado de actividad de los seres orgánicos. || 3. Unión del alma y del cuerpo. ||
4. Espacio de tiempo que transcurre desde el nacimiento de un animal o un vegetal hasta su
muerte. || 5. Duración de las cosas. || 6. Modo de vivir en lo tocante a la fortuna o desgracia
de una persona, o a las comodidades o incomodidades con que vive. || 7. Modo de vivir en
orden a la profesión, empleo, oficio u ocupación. || 8. Conducta o método de vivir con
relación a las acciones de los seres racionales. || 9. Estado del alma después de la muerte.
|| 10. Cosa que contribuye o sirve al ser o conservación de otra. || 11. Estado de la gracia y
proporción para el mérito de las buenas obras. || 12. Vista y posesión de Dios en el cielo.
Mejor vida. Vida eterna.

Vitalidad: (Del lat. vitalĭtas, -ātis). f. Cualidad de tener vida. || 2. Actividad o eficacia de las
facultades vitales.

Voluntad: (Del lat. voluntas, -ātis). f. Facultad de decidir y ordenar la propia conducta. || 2.
Acto con que la potencia volitiva admite o rehúye una cosa, queriéndola, o aborreciéndola y
repugnándola. || 3. Libre albedrío o libre determinación. || 4. Elección de algo sin precepto o
impulso externo que a ello obligue. || 5. Intención, ánimo o resolución de hacer algo. || 6.
Amor, cariño, afición, benevolencia o afecto. || 7. Gana o deseo de hacer algo. || 8.
Disposición, precepto o mandato de alguien. || 9. Elección hecha por el propio dictamen o
gusto, sin atención a otro respeto o reparo. Propia voluntad. || 10. Consentimiento,
asentimiento, aquiescencia.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 299

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Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 301

APÉNDICE
EXPERIENCIA ESPIRITUAL

Al respecto, el apéndice II del texto básico de A.A. (1990) afirma lo siguiente: los
términos “experiencia espiritual” y “despertar espiritual” son usados muchas veces en
nuestro libro, observándose a través de su lectura detenida que el cambio de personalidad
necesario para dar lugar a la recuperación del alcoholismo se ha manifestado entre nosotros
en muchas formas diferentes.
Sin embargo, es cierto que nuestra primera edición dio la impresión a muchos lectores
que estos cambios de personalidad, o experiencias religiosas, tienen que ser de una índole
de súbitos y espectaculares sacudimientos. Felizmente para todos, esta conclusión es
errónea.
En los primeros capítulos se describen varios cambios revolucionarios. Aunque no era
nuestra intención causar esa impresión, muchos alcohólicos a pesar de esto han llegado a la
conclusión de que para recuperarse, tienen que adquirir una inmediata y arrolladora
“conciencia de Dios”, seguida inmediatamente de un gran cambio de sentimientos y de
actitud.
Entre los miles de miembros de nuestra comunidad que está siempre creciendo, tales
transformaciones son frecuentes, aunque no son la regla. La mayoría de nuestras
experiencias son de las que el psicólogo William James llama “variedad educacional”,
porque se desarrollan lentamente durante un cierto periodo de tiempo. Muy frecuentemente
los amigos del recién llegado se dan cuenta del cambio mucho antes que él.
Este se da cuenta por fin de que se ha operado en él un profundo cambio en su reacción
a la vida, y que ese cambio difícilmente pudo haberse realizado por obra de él solo. Lo que
sucede en unos cuantos meses rara vez podría lograrse en años en base a autodisciplina.
Con pocas excepciones, nuestros miembros encuentran que han descubierto un
insospechado recurso interior, que pronto identifican con su propio concepto de un Poder
superior a ellos mismos.
La mayoría de nosotros pensamos que esta conciencia de un Poder superior al nuestro
es la esencia de la experiencia espiritual. Nuestros miembros más religiosos la llaman
“conciencia de Dios”.
Teopsicoterapia: técnica de intervención clínica 302

Queremos manifestar de la manera más enfática, que (a la luz de nuestra experiencia)


cualquier alcohólico capaz de encarar honradamente sus problemas puede recuperarse,
siempre que no cierre su mente a todos los conceptos espirituales. Solamente puede ser
derrotado por una actitud de intolerancia o de negación beligerante.
Encontramos que nadie tiene por qué tener dificultades con la espiritualidad del
programa. Buena voluntad, sinceridad, y una mente abierta, son los elementos para la
recuperación. Pero estos son indispensables.
“Hay un principio que es una barrera para toda información, que es una refutación de
cualquier argumento y que no puede fallar para mantener a un hombre en una perpetua
ignorancia: el principio consiste en despreciar antes que investigar” (pp. 173,174).

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