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¿Cuáles son las fuentes más comunes de monóxido de carbono en el hogar?

La fuente más común de monóxido de carbono en los hogares es el uso de aparatos calefactores
inapropiados o mal instalados. Entre los calefactores inapropiados se incluyen las parrillas de
carbón, parrillas a gas, estufas para acampar, o cualquier otro dispositivo que no lleve una etiqueta
que permita su uso en ambientes bajo techo. Si tiene alguna duda, no use el calefactor dentro de su
casa y llame al fabricante para averiguar si puede hacerlo. Los aparatos que pueden causar
problemas cuando están mal ventilados, incluyen las cocinas y estufas a gas, calefactores de casa,
estufas a madera y aun los calentadores de agua. Estos dispositivos están diseñados para usarse
dentro de la casa y generalmente están correctamente instalados. Sin embargo, un mal
mantenimiento, piezas rotas, o el ingreso de gases de combustión a la casa por un mal diseño o mala
ventilación, pueden transformar estos aparatos en elementos peligrosos.
Se produce por la combustión deficiente de sustancias como
gas, gasolina, queroseno, carbón, petróleo, tabaco o madera. Las chimeneas, las calderas, los
calentadores de agua o calefactores y los aparatos domésticos que queman combustible, como
las estufas u hornillas de la cocina o los calentadores a queroseno, también pueden producirlo
si no están funcionando bien. Los vehículos con el motor encendido también lo despiden.

¿En dónde se encuentra el dióxido de carbón?

¿El gas CO2 se usa para la carbonatación de bebidas; para control del Ph; como químico
intermedio; en procesamientos químicos; como preservante de alimentos; como un
“manto” inerte; y como aceite mejorado y recuperación de gas. El CO 2 líquido se usa
como refrigerante; para pruebas de aviación de baja temperatura; misiles y
componentes electrónicos; como agente extinguidor de fuego; para estimulación de
pozos de gas y aceite y para temperaturas de control en reacciones químicas. El gas
CO2 es un derivado de la combustión carbonosa de combustible; se encuentra en gases
de ocurrencia natural; es un producto de metabolismo humano y animal y se encuentra
naturalmente en la atmósfera (cerca de 0.035%).

Sintetizar aspirinas. Para muchos, el cambio climático provocado por las emisiones de CO2 es un
dolor de cabeza. Lo curioso es que el CO2 también ayuda a quitar esa molestia. El ácido salicílico,
uno de los productos fundamentales para sintetizar aspirinas, se obtiene haciendo reaccionar
fenóxido sódico con CO2 a una temperatura de 125 grados y muy altas presiones.

Producir cerveza. El CO2 es un aditivo aprobado para uso alimentario. El agua carbonatada,
también denominada soda o agua con gas, no es más que agua con CO2. El dióxido de carbono
también aparece en bebidas alcohólicas, como la cerveza, aunque en este caso suele provenir del
proceso de fermentación. “Es muy común ver estas bebidas en barriles a presión, especialmente la
cerveza, donde el CO2 ha sido añadido de manera artificial con dos objetivos: enfriar la bebida y
mantener el gas necesario para que salga a presión por el tirador”, explica el libro coordinado por
Lourdes Vega.

Aturdir animales antes del sacrificio. En cerdos y aves, para evitar un sufrimiento innecesario, los
animales son aturdidos antes de sacrificarse. Los dos métodos más empleados son el aturdimiento
eléctrico (una descarga eléctrica en el cerebro) y la exposición al CO2. La inhalación del gas deja
insensibles a los animales sin dejar rastros de residuos en la carne. Entre sus ventajas, según la
Plataforma Tecnológica Española del CO2, no requiere sujetar a los ejemplares que van a ser
sacrificados y permite el aturdimiento en grupo. No obstante, según reconoce la Plataforma, la
pérdida de consciencia no es inmediata y puede demorarse 30 segundos, provocando sensación de
asfixia e irritación en las mucosas, al ser un gas ácido.

Fabricar combustible. Diversos proyectos intentan utilizar bacterias para producir combustible a
partir de CO2. Uno de ellos, dirigido por Christopher Brigham, del Instituto Tecnológico de
Massachusetts (EEUU), ha modificado los genes de una bacteria del suelo, la 'Ralstonia eutropha',
para que fabrique isobutanol, un alcohol que puede sustituir a la gasolina. El equipo de Brigham
intenta perfeccionar el proceso para que el microbio genere este combustible a partir de CO2.
Conservar la leche. Inyectar CO2 en leche cruda refrigerada, y mantenerla así cinco días antes de
quitarle el gas, ayuda a que dure más tiempo, conservando sus propiedades sensoriales, según una
patente en manos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la empresa Carburos
Metálicos. Además, según el libro de Lourdes Vega, “la leche refrigerada y conservada por
acidificación con CO2 puede ser utilizada para la fabricación de quesos".
Cultivar algas como fuente de energía renovable. Para crecer, las algas sólo requieren agua,
nutrientes, la luz del sol y CO2. Y, una vez secas, pueden ser una fuente de combustión para generar
energía renovable. Varios proyectos emplean para ello microalgas, capaces de llevar a cabo la
fotosíntesis con un rendimiento mucho mayor que el de las plantas superiores. Para cultivar las algas
se pueden utilizar los gases emitidos por centrales térmicas o cementeras. El problema es que se
requiere una superficie de cultivo demasiado grande. Además, el secado de las algas encarece la
síntesis del biocombustible, al consumir mucha energía, según admite la Plataforma Tecnológica
Española del CO2.

Fabricar cemento más sostenible. El 5% de las emisiones mundiales de CO2 se debe a la


producción de cemento. Y la cifra aumenta. Los expertos calculan que, antes de 2030, las
cementeras del planeta emitirán más que la UE entera. Algunos proyectos buscan crear cementos a
partir de CO2, como el eco-cemento pensado por un consorcio europeo coordinado por el español
Grupo Essentium. El proyecto pretende desarrollar nuevos cementos que incorporen CO2 en forma
de carbonato precipitado por la acción de bacterias. El carbonato es una materia prima clásica del
cemento.

Apagar incendios. Como explica el libro de Lourdes Vega, el CO2 se emplea en extintores de
incendios debido a sus propiedades: “no es combustible, no reacciona químicamente con otras
sustancias, permite ser comprimido dentro del extintor de incendios, no conduce electricidad y no
deja ningún tipo de residuo”.
Conservar las ensaladas. “Es un hecho demostrable: se come más sano gracias al CO2, porque
posibilita que las ensaladas vengan ya limpias y preparadas para poner en el plato”, afirma la física
Lourdes Vega. Se refiere al envasado en atmósfera protectora, un procedimiento por el cual los
alimentos se envasan con una atmósfera modificada respecto a la terrestre, para retrasar su
degradación. Su vida útil llega incluso a triplicarse, comparada con el envasado tradicional en aire.
“Se recomienda un mínimo de un 20% de CO2 para controlar el desarrollo de bacterias y mohos”,
sostiene la Plataforma Tecnológica Española del CO2.
Limpiar de insectos los alimentos. “Uno de los problemas sanitarios más importantes que afectan
a la industria alimentaria son los derivados de la presencia de insectos y ácaros, así como el uso de
plaguicidas”, plantea la Plataforma Tecnológica Española del CO2, que pone en el punto de mira a
polillas, gorgojos, escarabajos y piojos de los libros. Tradicionalmente, contra estas plagas se han
empleado productos químicos, hasta que fueron prohibidos en 2006 por el Protocolo de Montreal por
dañar el medio ambiente, sobre todo el bromuro de metilo. Uno de los métodos alternativos es el
CO2, que estimula la apertura de los orificios respiratorios de los insectos, produciendo su
desecación.

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