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LEY DE BAUMOL

El economista William Baumol ha explicado lo que se


ha dado en conocer como la ley de Baumol: los costes
de los bienes o servicios cuya producción dependa del
progreso tecnológico tenderán a bajar con el paso del
tiempo en relación a los costes de bienes o servicios qe
no estén, por su misma naturaleza, supeditados al
progreso tecnológico. De este modo, por ejemplo, el
coste de la educación (que se basa en la enseñanza
tradicional magistral, y es una actividad que no se
beneficia en gran medida del progreso tecnológico) tenderá a crecer con el paso del tiempo
en comparación con el coste de los bienes manufacturados (cuya producción puede
mejorarse con nuevas herramientas, métodos y materiales). Así pues, la ley de Baumol
indica que el precio de las viviendas (al menos del componente estructural del precio de la
vivienda) debería descender con el paso del tiempo.

El efecto salarial de Baumol es el aumento de los salarios en trabajos que no han


experimentado un aumento de la productividad laboral, o han experimentado un aumento
bajo, en respuesta al aumento de los salarios en otros trabajos que han experimentado un
mayor crecimiento de la productividad laboral. Este patrón parece ir en contra de la teoría de
la economía clásica en la que el crecimiento del salario real está estrechamente vinculado a
los cambios en la productividad laboral. El fenómeno fue descrito por William J. Baumol y
William G. Bowen en la década de 1960.

El aumento de los salarios en empleos sin aumentos de productividad se debe a la


necesidad de competir por los empleados con empleos que han experimentado ganancias y,
por lo tanto, pueden pagar salarios más altos, como lo predice la economía clásica. Por
ejemplo, si el sector minorista paga a sus gerentes bajos salarios, los gerentes pueden
decidir renunciar para obtener un empleo en una fábrica de automóviles, donde los salarios
son más altos debido a la alta productividad laboral. Por lo tanto, los salarios de los gerentes
no se incrementan por los aumentos de productividad laboral en el sector minorista, sino por
la productividad y los aumentos de salarios correspondientes en otras industrias.

El estudio original se realizó para el sector de las artes escénicas.2 Baumol y Bowen
señalaron que se necesita la misma cantidad de músicos para tocar un cuarteto de cuerdas
de Beethoven hoy en día, que se necesitaba en el siglo XIX. La productividad de la música
clásica no ha aumentado. Por otro lado, el salario real de los músicos (como en todas las
demás profesiones) ha aumentado considerablemente desde el siglo XIX.

En una variedad de negocios, como el sector de fabricación de automóviles y otras


actividades que implican tareas rutinarias, los trabajadores se están volviendo cada vez más
productivos con las innovaciones tecnológicas de sus herramientas y equipos. En contraste,
en algunos sectores que requieren mucha mano de obra y que dependen en gran medida de
la interacción o actividades humanas no rutinarias, como la enfermería, la educación o las
artes escénicas, el crecimiento de la productividad a lo largo del tiempo es escaso o nulo. Al
igual que en el ejemplo del cuarteto de cuerdas, a las enfermeras les lleva la misma cantidad
de tiempo cambiar un vendaje o a los profesores universitarios la misma cantidad de tiempo
corregir un ensayo en 2019 que en 1966, ya que esos tipos de actividades se basan en
actividades del cuerpo humano, que no puede diseñarse para que funcione de manera más
rápida, precisa o eficiente de la misma manera que una máquina, como una computadora,
puede hacerlo.

CASOS Y APLICACIÓN

El costo del efecto de Baumol se usa a menudo para describir las consecuencias de la falta
de crecimiento en la productividad en el sector cuaternario de la economía y los servicios
públicos, como los hospitales públicos y las universidades estatales. Dado que muchas
actividades de la administración pública son muy intensivas en mano de obra, hay poco
crecimiento en la productividad a lo largo del tiempo porque las ganancias de productividad
provienen esencialmente de una mejor tecnología de capital.

En el caso de la educación, el efecto Baumol ha sido utilizado al menos parcial de la


justificación para el hecho de que en las últimas décadas, el precio de la matrícula
universitaria ha aumentado más rápido que la tasa general de inflación.

En su obra, Baumol aseguraba que si el coste de la atención sanitaria seguía


incrementándose al ritmo de los últimos años, en el año 2105 el 62% de la renta disponible
de las personas se tendrá que usar para pagar estos servicios. Este fenómeno que sufren
determinados sectores ha sido nombrado por Baumol y sus colaboradores como la
'enfermedad de costes'.

Los salarios suben, la productividad no

Esta enfermedad, además de un incremento de los costes, se traduce en un incremento de


los salarios en sectores que no han experimentando incrementos de productividad durante
las últimas décadas. Las fábricas de automóviles o de ordenadores han disfrutado de
grandes incrementos de la productividad que permiten producir más y mejores bienes con
menos, lo que permite a las firmas que compiten en ese sector incrementar salarios a la par
que reducen costes.

Esto no ocurre, por ejemplo, en la educación, la música o la pintura artística, donde los
componentes que conforman el proceso que da el servicio siguen siendo los mismos que
hace 200 años. Sin embargo, el capital humano que desarrolla estos servicios ha
'reclamado' unos salarios mayores a medida que la inflación general aumentaba, lo que ha
desembocado en un incremento del coste de este tipo de servicios ante la imposibilidad de
incrementar la productividad.
Uno de los hechos que marcan el desarrollo de la economía mundial es que mientras una
serie bienes y servicios se han ido abaratando con el paso del tiempo, un grupo específico
de servicios ha visto incrementarse de forma permanente sus costos. Piénsese por ejemplo
en el caso de las computadoras y de los servicios de salud. Hace menos de 30 años una
computadora con una capacidad de memoria menor a la que hoy en día tiene una memoria
USB costaba mucho más de lo que hoy cuestan dichas memorias. En cambio, los costos de
internarse en un hospital privado se han ido incrementando en el mismo periodo. Este
fenómeno es conocido como la “enfermedad de los costos”, siendo dicho término acuñado
por el economista William Baumol.

¿Por qué ocurre esto? De acuerdo a Baumol, la enfermedad de los costos se debe a que la
productividad, entendida como producto por hora de trabajo empleado, crece a diferentes
velocidades en los distintos sectores de la economía. Es decir, hay sectores de la economía
cuya productividad se ha incrementado constantemente desde la revolución industrial debido
a la introducción de tecnologías que reducen la cantidad de trabajo necesaria en la
producción. A su vez, hay actividades en las que es muy difícil incorporar dichas tecnologías
al proceso productivo, por lo que la productividad en ellas crece a menor velocidad.

Este segundo tipo de actividades no son susceptibles de mecanización debido a que tienen
un alto componente de interacción humana. Ejemplo de estos sectores son las artes
escénicas, los servicios educativos y los servicios de salud, entre otros. Vale la pena
mencionar que en dichas actividades existe un trade-off entre productividad y calidad. Si se
incrementa el número de alumnos por profesor, el tiempo que el profesor puede dedicar a
cada alumno se reduce sustancialmente, lo cual afecta la calidad de la educación. De igual
forma, si se establece una cuota diaria de pacientes por médico demasiado alta, los médicos
tendrán que dedicar menos tiempo a cada paciente para poder alcanzar esa meta.

Ahora, la divergencia en los ritmos de crecimiento de la productividad no explica


directamente el que los costos de unas actividades crezcan mientras los de otras caen. De
acuerdo a Baumol, el mecanismo por el que ambos procesos se relacionan es el siguiente.
Si los incrementos en la productividad de ciertos sectores van de la mano de incrementos en
el salario de los trabajadores empleados en ellos, eventualmente los salarios de los
trabajadores de los sectores cuya productividad no se incrementa aceleradamente también
se incrementarán. De no ocurrir esto, eventualmente se llegaría al punto en que nadie
estaría dispuesto a trabajar en los sectores cuya productividad crece lentamente, pues se
ganaría más trabajando en los sectores cuya productividad aumenta aceleradamente. Así, al
no incrementarse la productividad en estos sectores pero sí los salarios, los costos de los
bienes que se producen en ellos se incrementan, resultando más caros para el consumidor.

Vale la pena realizar una aclaración pertinente para economías similares a la mexicana.
Como ya se dijo, la enfermedad de los costos no atañe a todos los servicios, sino sólo a
aquellos en que existe un componente de interacción humana irreductible. Es decir, sus
características físicas impiden la estandarización de la producción o su mecanización,
reduciendo con ello el ritmo de crecimiento de la productividad. El sector comercial, que
domina al sector servicios en economías como la mexicana, no se encuentra dentro de estas
actividades, pues pueden mecanizarse muchas partes de su proceso productivo. Entonces,
el escaso crecimiento de su productividad no se debe a un fenómeno como el que da lugar a
la “enfermedad de costos” sino que se trata de un sector “refugio”, en el sentido de que es
un sector en donde la población que no encuentra ocupación en otro sector de la economía
puede emplearse fácilmente. Esto provoca que se reduzca la cantidad de bienes vendidos
por trabajador y con ello la productividad del sector.

Dicho eso, vale la pena mencionar algunas implicaciones de política que surgen a
partir de considerar este fenómeno económico.

a) Las metas de productividad no siempre son la mejor solución. En aquellos sectores


que tienen un fuerte componente de interacción humana establecer metas de productividad
(pacientes por médico al día, alumnos por profesor) demasiado altas puede llevar a un
deterioro en el servicio y con ello a un menor bienestar social. Ello pues se dedica un menor
tiempo a la atención de cada individuo con el fin de alcanzar la meta.

b) En una sociedad con altos niveles de pobreza y desigualdad, la enfermedad de


costos va a generar mayor desigualdad y pobreza. En un escenario de alta pobreza y
desigualdad si el costo real de servicios como la educación o la salud se incrementará de
forma sostenida con el paso del tiempo (debido a la enfermedad de costos), eventualmente
las personas más pobres no tendrán la capacidad monetaria para tener acceso a esos
recursos. Es posible evitar ello si el financiamiento de dichos servicios se realiza vía un
sistema impositivo progresivo y su provisión se universaliza, de tal forma que la dinámica
generada por la enfermedad de costos no redunde en la exclusión de una parte sustancial
de la población.

c) Los recortes presupuestales para reducir los costos en los servicios sujetos a la
enfermedad de costos no son una buena idea. Es cierto que es necesario que el gasto
público se ejerza de forma eficiente y responsable, de tal forma que se eviten pérdidas por
corrupción o gastos redundantes. Sin embargo, si se confunde a la “enfermedad de costos”
con estas situaciones, el único efecto de los recortes será un empeoramiento del servicio.
Ello pues por sus características técnicas, el costo de los servicios sujetos a la enfermedad
de costos se seguirán incrementando.

Efectos, síntomas y terapia.

Los empleadores pueden reaccionar a los aumentos de costos de varias formas, incluyendo:

 Disminuir cantidad / suministro

 Disminuir la calidad

 Disminuir los márgenes de beneficio, dividendos o inversión.


 Incrementar el precio

 Aumentar la compensación no monetaria o emplear voluntarios.

 Aumentar la productividad total de los factores.

Las ganancias de productividad informadas de la industria de servicios a fines de la década


de 1990 se pueden atribuir principalmente a la productividad total de los factores.4 Los
proveedores redujeron el costo de la mano de obra auxiliar a través de la subcontratación o
la tecnología. Los ejemplos incluyen la entrada de datos de la deslocalización y la
contabilidad para los proveedores de atención médica y el reemplazo de ensayos marcados
manualmente en la evaluación educativa con pruebas de opción múltiple que se pueden
marcar automáticamente.

El tratamiento de la productividad total de los factores no está disponible para el sector de


las artes escénicas, ya que el bien consumible es el trabajo en sí. En cambio, se ha
observado que los aumentos en el precio de las artes escénicas se han compensado con
aumentos en el nivel de vida y el gasto en entretenimiento de los consumidores. 5 La medida
en que se han empleado otros tratamientos es subjetiva.

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