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POR: KAREN MURGA PATZI

EXAMEN SEMESTRAL
1. PRINCIPIOS DE INTERPRETACION DE LOS DIFERNETES GENEROS
LITERARIOS.
- PRINCIPIOS DE INTERPRETACION DE LA LEY
Las leyes del Antiguo Testamento es Palabra completamente inspirada por Dios para
usted. No vea la Ley del Antiguo Testamento como un mandato directo de Dios para
usted.
Ver la ley como el fundamento del Antiguo Pacto como de la historia de Israel. No la vea
como una obligación para los cristianos en el Nuevo Pacto, excepto las partes que han
sido renovadas
Buscar en ellas elevadas normas que son el amor y la justicia de Dios. No olvidando que
la misericordia de Dios es igualada a la severidad de las normas
No vea la Ley del Antiguo Testamento como completa puesto que no abarca todas las
situaciones técnicas posibles. Vea la Ley como un paradigma que presenta ejemplos de
la conducta que se espera.
No espere que los profetas del Nuevo Testamento frecuencia. Recuerde que la esencia de
la Ley (los Diez Mandamientos y las dos leyes principales se repite en los profetas y
aparece renovada en el nuevo testamento.
Vea la Ley como un regalo generoso para Israel, que le trae mucha bendición cuando se
la obedece. No vea la Ley como un conjunto de reglas arbitrarias y molestas que limitan
la libertad del pueblo.
- PRINCIPIOS DE INTERPRETACIÓN DE LOS NARRATIVOS
A diferencia de otros tipos de texto, en los que se expresan ideas, principios o normas, en
los narrativos el pensamiento se centra en algo que ha acontecido. De alguna manera está
ligado a eventos históricos.
Su interpretación son vistos totalmente como una unidad inseparable».' Tal unidad no
implica, sin embargo la necesidad de que el «acontecimiento» tenga que ser interpretado
con el más crudo literalismo. La realidad histórica del relato bíblico puede ser presentada
a veces envuelta en el ropaje del lenguaje simbólico. Tal puede ser el caso de algunos
elementos en los primeros capítulos del Génesis. Entonces las reglas relativas a la
simbología o al lenguaje figurado en general deben ser tenidas en cuenta.
La narración bíblica no sólo habla de algo sino a alguien; no sólo habla de un objeto, sino
a un sujeto, como afirma -aunque con mayor radicalismo- K. Frór.' Todo, en un contexto
global de gran coherencia, constituye una proclamación de la grandeza de Dios, tanto en
su acción creadora del principio como en su obra salvífica, con miras a una re-creación
(le la humanidad después de la caída de ésta en el pecado y la perdición.
Una cuestión de cierta importancia en el estudio de las narraciones del Antiguo
Testamento es la relativa a las fuentes de información. ¿Cómo y de dónde obtuvieron los
hagiógrafos el conocimiento de los hechos que relatan? Es indudable que, dada la

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antigüedad de la escritura -anterior a los patriarcas-, los narradores bíblicos tuvieron


acceso a material escrito existente en sus días y que hicieron uso de él.
- PRINCIPIOS DE INTERPRETACIÓN DE LOS POETICOS
Enumeramos a continuación algunas observaciones que se refieren de modo especial a
este libro de la Biblia. Pero, por supuesto, al usarlas en la exégesis, no deben desligarse
de los principios y normas de la hermenéutica general.
TÓMESE EN CONSIDERACIÓN EL GÉNERO DEL SALMO, SI ES UN
HIMNO DE ALABANZA, UNA SÚPLICA, UN CANTO DE ACCIÓN DE GRACIAS
O UNA LAMENTACIÓN.
El género configura en gran parte no sólo el contenido y la estructura de la composición,
sino también su finalidad; y ésta, como vimos, siempre es un dato hermenéutico de gran
interés.
El Salmo 103, por ejemplo, típico de los cantos de gratitud, no hace sino desgranar las
grandes bendiciones que el autor ha recibido de Dios como resultado de lo que Dios es y
hace.
Cada una de las declaraciones del salmista ha de ser interpretada como parte de la
exposición global, en la que sobresale, más que las bendiciones en sí, Dios mismo en la
magnificencia de sus atributos: su gracia, su justicia, su compasión, su fidelidad eterna,
su soberanía universal. Es a la luz de este conjunto que las bendiciones mencionadas en
el salmo (perdón, sanidad, saciedad de bien, etc.) adquieren la plenitud de su significado.
2. TÉNGASE EN CUENTA LA CONEXIÓN HISTÓRICA.
Muchas veces no es fácil determinar ni el autor, ni la fecha ni las circunstancias en que la
composición fue escrita. Los títulos de algunos salmos parte integrante del texto hebreo-
, en los que aparece el nombre al cual se atribuyen, son obra de los editores, no de los
autores.
Sin embargo, no siempre y a priori deben ser desechados todos como carentes de
fundamento. Es innegable que en buen número de casos el título, con indicación del autor
y de sus circunstancias históricas, encaja bien con el texto. En tales casos, el contexto
circunstancial es realmente iluminador. Véanse como ilustración los salmos 3,
7,18,30,34,51,52,54,56,57,59,60,63, 142 (aun admitiendo la posibilidad de cuestionar la
validez de algunos de los títulos).
3. PRÉSTESE ATENCIÓN AL ESTADO PSICOLÓGICO DEL AUTOR.
No basta conocer las circunstancias en que nació la composición. Es tanto o más
importante ver los efectos que tales circunstancias produjeron en el salmista: abatimiento,
depresión, temor, o reacción valerosa nacida de la fe; clamor amargo o súplica
esperanzada; inseguridad o certidumbre. A veces las reacciones psíquicas se presentan
diversas y contrapuestas. El salmo es una descripción del proceso que se opera en el
tránsito de una fe en crisis a una fe radiante (42-43; 73, etc).

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Calvino definió el libro de los salmos como una «anatomía de todas las partes del alma».
y tenía razón. Por eso la comprensión del estado anímico del salmista es esencial para la
comprensión de su poesía.
4. ANALICENSE LOS CONCEPTOS TEOLÓGICOS.
En este análisis ha de compararse el pensamiento del autor con la teología de su tiempo
basada en la parte de la revelación de que ya se disponía. ¿Se ajustan los conceptos del
salmista a la verdad revelada o son desviaciones debidas a tribulación o perplejidad ante
problemas existenciales? Las lamentaciones del salmo 44 delatan un sentimiento amargo
que compromete a Dios al sugerir que «duerme», pues permite una situación de flagrante
injusticia (vv. 20:25).
Algo parecido encontramos en el salmo 77. Aquí se llega a conclusiones tan erróneas
como la expresada en el versículo 10: «La diestra del Altísimo ha cambiado», lo cual
evidentemente era falso, como el propio salmista reconocería implícitamente después (vv.
11).
En textos relativos a la esperanza que animaba al autor, si queremos atenernos a una
exégesis rigurosa, conviene no ir más allá de lo que el contexto teológico del Antiguo
Testamento nos permite. Ya nos hemos referido al pensamiento israelita sobre la vida
futura. Sólo en contados casos podemos atrevernos a afirmar que el espíritu del salmista
vislumbraba gloria en el estado que sigue a la muerte.
No es, pues, correcto, aunque resulte muy edificante, atribuir -influenciados por las
enseñanzas del Nuevo Testamento- a determinados pasajes un significado que
originalmente no tenían. La hermosa conclusión del salmo 23: «Y en la casa de Yahvéh
moraré por largos días» ha sido a menudo interpretada como si rezase: «en el cielo moraré
eternamente». Esto es una aplicación del texto, legítima e inspiradora si nos basamos en
el evangelio, pero no una interpretación en el sentido estricto de la palabra. La esperanza
en este versículo se limita al presente terrenal.
Lo que el salmista anhela y espera es una larga vida en comunión íntima con Dios (en la
casa de Yahvéh»), de la que el banquete (v. 5) es símbolo. Por supuesto, como ya hicimos
ver, cabe la posibilidad de que el salmista en este caso tuviera el convencimiento de que
la comunión con Dios no sería destruida por nada, ni siquiera por la muerte. Pero de ello
no encontramos indicio claro en el texto.
5. DISTÍNGASE ENTRE LO QUE ES CONFIRMACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS
Y LO QUE ES RESPUESTA A LA MISMA.
En términos generales, la poesía de los salmos discurre a través de los cauces abiertos por
la Ley y los Profetas. Se reiteran y confirman todas sus enseñanzas básicas. Himnos,
acciones de gracias, súplicas, todo está en consonancia con los grandes temas de la
revelación veterotestamentaria.
Las voces de los salmistas son ecos de la palabra divina. Conviene, no obstante, tener en
cuenta que el concepto de inspiración que en sentido absoluto y pleno atribuimos al
mensaje divino, tiene a veces un carácter relativo cuando se trata de la palabra humana
que expresa sentimientos nacidos al escuchar la Palabra de Dios.

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No queremos significar que esa palabra humana queda fuera del marco de la Escritura
inspirada; también ha sido incluida bajo la dirección del Espíritu Santo para nuestra
enseñan.
Pero no siempre los sentimientos expresados por el salmista tienen rango de promesa o
de instrucción divina. Si saliéndonos de los Salmos pasamos a Job, podemos afirmar que
el libro como tal es inspirado; pero no podemos decir que todas las palabras de Job o de
sus amigos fueron divinamente inspiradas. Algunas de ellas entrañan errores colosales.
En los Salmos la distinción no es tan palmaria, pero existe en no pocos pasajes.
Y para nosotros, que vivimos con la luz de Rom. 8:28-39, la interpretación objetiva no
disminuye un ápice su capacidad inspiradora. Ejemplos parecidos encontraríamos en los
salmos que aseguran el castigo de los malos en este mundo, aunque sea después de largos
años de prosperidad, así como el ensalzamiento final también en el plano temporal- de
todos los justos. Este criterio se ajustaba sólo en parte a la revelación.
Mayormente correspondía a la opinión generalizada de que la ley de la siembra y la
cosecha en el terreno moral no tienen excepciones, como creían los amigos de Job. Ello
debe ser tenido en cuenta al interpretar pasajes referentes a esta cuestión (37:2, 9, 10, 14,
15, 32, 33; 73:18, 19; etc.).
Mención especial merecen las imprecaciones que aparecen en algunos salmos y que al
lector moderno pueden parecer impropias de labios piadosos por la crudeza con que se
pide la maldición divina sobre los enemigos (35:1-8; 59; 69:22-28; 109:6-20; 139:19-12;
143:12, entre otros). Estas porciones han sido piedra de tropiezo para más de un lector de
la Biblia y una dificultad para algunos intérpretes.
Dada la importancia de esta cuestión, queremos resaltar algunas consideraciones que
pueden resumirse en la siguiente norma:
6. LOS SALMOS IMPRECATORIOS DEBEN SER INTERPRETADOS SEGÚN SU
NATURALEZA INTRÍNSECA Y DE ACUERDO CON EL CONTEXTO
TEOLÓGICO DE LA ÉPOCA.
No podemos asegurar que el contenido de las imprecaciones sea expresión de
sentimientos inspirados por el Espíritu de Dios.
Pueden serlo más bien de una reacción humana, muy humana. Reflejan el anhelo
profundo, no confesado de muchos que en todos los tiempos, incluida la era cristiana, han
sido severamente dañados por adversarios injustos. Pero esto no explica suficientemente
la naturaleza de las execraciones. Es necesario sopesar otros factores.
En primer lugar, los creyentes del Antiguo Testamento no conocían los principios de la
moral evangélica, cuya quintaesencia encontramos en el cuádruple mandamiento de
Jesús: «Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que
os aborrecen y orad por los que os ultrajan y os persiguen» (Mí. 5:44).
Los antiguos israelitas se regían por la ley de Talión, «ojo por ojo y diente por diente». Y
aunque al odio al enemigo era atemperado por prescripciones legales (Ex. 23:3; Lv.
19:18), se consideraba normal y legítimo. Lo contrario parecía un comportamiento
absurdo (2 S. 19:5,6).

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En segundo lugar, aun admitiendo como posible un sentimiento vindicativo por parte del
salmista, no es menos posible incluso es muy probable- que las imprecaciones implicaran
un deseo auténtico de glorificar a Yahvéh. Las personas sobre las cuales se pide la
maldición con todas sus calamidades subsiguientes eran enemigas de Dios, injustas,
crueles. Deshonraban a Dios con su conducta abominable. La petición de los más duros
castigos sobre ellas podía obedecer, pues, no tanto a un afán de venganza personal como
a un intenso deseo de que el honor de Dios fuese vindicado.
Las palabras de 139:21 pueden ayudamos a comprender esta idea: «¿No odio, oh Yahvéh,
a los que te aborrecen, y me enardezco contra tus enemigos?» Orar por la destrucción del
injusto equivalía a pedir la condenación de la injusticia. Aquél era visto como la
encarnación de ésta.
Para un israelita era inimaginable el exterminio de la maldad sin el castigo ejemplar de
los malos a ojos de los demás humanos. Su visión escatológica no era aún. muy clara. Si
la justicia de Dios había de resplandecer, había de ser «aquí y ahora», en el mismo
escenario terrenal en que los malvados habían practicado sus iniquidades. Además, Dios
mismo, por medio de Moisés, había amenazado con su maldición a quienes transgredieran
los preceptos de la ley (Dt. 27:15-26).
Finalmente hemos de recordar que el estilo oriental es apasionado, y del mismo modo que
se usa un lenguaje vehemente para describir la perversidad de los enemigos, así se
emplean frases no menos encendidas en las imprecaciones. Algunos autores, basándose
en paralelos de la literatura babilónica, opinan que estas expresiones son fórmulas más o
menos estereotipadas, comunes en el lenguaje literario de tiempos del autor, rico en toda
clase de figuras, incluida la hipérbole.
- PRINCIPIOS DE INTERPRETACIÓN DE LOS SAPIENCALES
El género sapiencial aparece en el Antiguo Testamento entrelazado con la poesía y
constituye lo esencial de tres libros: Job, Proverbios y Eclesiastés, bien que en otros
hallamos pasajes del mismo carácter en forma de máximas, refranes, acertijos, parábolas,
etc. (Jue. 9:8-15; 14:14; 1 S. 24:13; 2 S. 12:1-6, entre otros).
En la exégesis de pasajes de Proverbios deben observarse las siguientes reglas especiales:
1. Determinar el tipo de lenguaje usado en el texto, si es literal o figurado.
En este segundo caso, habrá de considerarse la clase de figura, si es un símil, una
metáfora, una alegoría etc. Y buscar el significado correspondiente. Particular atención
debe darse a las expresiones en que la comparación no aparece de modo explícito o
suficientemente claro. Terry cita como ejemplo 26:8: (e como quien ata la piedra en la
honda, así hace el que da honra al necio»). Aquí se hace uso de un símil cuya primera
parte resulta un tanto incomprensible; pero es precisamente en lo absurdo de la misma
donde radica la similitud con la segunda parte.
2. Ver si el texto forma parte de un pasaje más amplio.
En caso afirmativo, tendremos todas las ventajas que se derivan de estudiar el contexto.
Esta ayuda, sin embargo, no está a nuestra disposición en muchos de los proverbios, pues,
como hemos visto, son tan completos en sí como breves e inconexos.

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3. Atender antes que a los pasajes paralelos de otras partes del libro o del resto de la biblia
lo cual puede hacerse posteriormente al paralelismo existente en la mayor parte de los
propios textos.
Tanto si los paralelos son sinónimos como si son antitéticos, nos ayudarán a precisar el
significado de sus frases.
4. Distinguir lo que es expresión de verdades absolutas y lo que sólo señala verdades
relativas.
No todos los proverbios tienen un alcance universal. Aquí es válida la observación que
hicimos respecto a la interpretación de los Salmos: hemos de saber discernir lo que es
confirmación de la Palabra de Dios y lo que es apreciación humana derivada de una
experiencia, la cual puede ser muy amplia, pero no comunica un mensaje infalible.
Como ya vimos, no siempre el sabio cosecha prosperidad temporal ni el insensato se ve
abocado al sufrimiento y la ruina. No siempre que los caminos del hombre son agradables
a Dios están en paz con él sus enemigos (16:7), ni siempre son los labios sinceros
contentamiento de los reyes (16:13). Esta norma es esencial para evitar generalizaciones
erróneas.
La exégesis de Job debe efectuarse teniendo presentes algunas observaciones especiales:
1. Analícese adecuadamente la riqueza del lenguaje figurado en el que abundan no sólo
las metáforas y los símiles, sino también los contrastes, las ironías y las frases candentes.
Es digna de ser tomada en consideración la originalidad de algunas de sus figuras.
Por ejemplo, «la piel de mis dientes» (19:20), «las puertas de su rostro» (41:41) o «los
párpados del alba» (41:18).
2. Estúdiense las declaraciones de cada uno de los personajes que intervienen en el
diálogo a la luz de su propia teología, y determínese hasta qué punto expresan una verdad
totalmente válida, son una verdad a medias o constituyen un error. Tanto Job como sus
amigos hicieron afirmaciones maravillosas; pero de los labios de todos ellos salieron
también grandes dislates. El intérprete ha de dar a cada frase el valor que le corresponde.
3. Evítese ver en determinados pasajes más de lo que realmente significan. Algunos
versículos tientan casi irresistiblemente a revestirlos de un sentido novotestamentario que
no corresponde al pensamiento original del texto. Tal sucede, por ejemplo, con los pasajes
relativos al intermediario en la corte celestial: «En los Cielos está aún mi testigo, y mi
defensor en las alturas» (16:19); Y «Yo sé que mi redentor vive» (19:25 y ss.).
Aquí no hay ninguna alusión a Cristo, nuestro mediador, en el sentido en que nos lo
presenta el Nuevo Testamento, sino a un ser celestial que necesariamente había de existir,
por razones de justicia, para hacer triunfar la defensa de Job.
4. Conviene, asimismo, atenerse a los límites de las respuestas que el libro da a las
preguntas que surgen de su contenido. Por la profundidad de su temática, no es prudente
extenderse en disquisiciones filosóficas ajenas a la revelación. y no debe olvidarse que,
como bien comenta Mickelsen, «Job mismo descubrió que lo que necesitaba no era tanto
información como a Dios mismo»:

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La exégesis de Eclesiastés, más que normas particulares, exige una clara comprensión de
su naturaleza y del enfoque .con que se examinan las experiencias de la vida y de la
muerte. Sin tal comprensión, se yerra fácilmente tanto en el enjuiciamiento del Libro
como en la interpretación de sus textos.
Así se explica, Por ejemplo, la torpeza de Ernesto Renan al afirmar que «Eclesiastés es
como un pequeño escrito de Voltaire perdido entre los infolios ,de una biblioteca de
teología»; o la ligereza de otros autores que. Solo han visto en él una «filosofía cansada
y profana», un «catecismo del pensamiento» o el «elogio de una felicidad superficial».
En todos estos casos se pierde de vista el plano desde el cual debe contemplarse el
conjunto de la obra.
Ese plano nos viene dado por la expresión. «Debajo del sol», que se usa repetidamente
hasta un total de treinta veces. La problemática humana es analizada desde el punto de
Vista terreno, en su temporalidad, tal como aparece a ojos del observador que no tiene
otras fuentes de conocimiento que su percepción sensorial y su capacidad de reflexión.
Con. esta visión, la existencia es, indiscutiblemente «vanidad de vanidades, todo
vanidad», todo frustración y amargura. Ante ello, parece lo más sabio adoptar una actitud
en la que se mezclan en dosis pariguales estoicismo y epicureísmo: «En el día del bien,
goza del bien: yen el día de la adversidad, reflexiona» (7: 14).
Tomar en consideración este enfoque es indispensable para entender algunos de los textos
que aparentemente contradicen otras enseñanzas bíblicas. Tomemos como ejemplo uno
de los que se refieren a la muerte del hombre (3:19-22). En el orden físico, hombres y
brutos aparecen en un mismo plano; «como mueren los unos, así mueren los otros ni tiene
más el hombre que la bestia¡
Todo va al mismo lugar; todo es hecho de polvo y todo vuelve a polvo» (19, 20). Y si el
observador trata de remontarse por encima del plano físico en alas de la cavitación, no
puede ir más alla de la simple conjetura: «¿Quién sabe si el espíritu de los hijos de los
hombres sube arriba y si el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?» (21). ¡Puro
agnosticismo! Pero ésta no es la enseñanza del Predicador, sino del hombre «bajo el sol»,
de la mente que sólo juzga de acuerdo con lo que se ve.
El Qohelet no era simplemente un observador y un filósofo. Era un hombre de fe,
favorecido con el conocimiento emanado de la Palabra de Dios. Por eso su conclusión
final es mucho más luminosa que la que se desprende del texto que acabamos de
considerar. El polvo es verdad vuelve al polvo, pero el espíritu vuelve a Dios que lo dio
(12:7).
Algo parecido se advierte en el modo de tratar otros temas, ante los cuales la mente
humana se ve limitada y abocada a enigmas indescifrables. La palabra «vanidad» (hebel),
que preside toda la temática del libro, significa también «vaho, niebla», lo que en el fondo
equivale a sombra de misterio. Pero el hombre no está irremisiblemente condenado a la
oscuridad de la incertidumbre y de la decepción.
La niebla se desvanece bajo los rayos luminosos de Dios y su Palabra, de un Dios que
busca el bienestar de sus criaturas en vidas alegres (9:7), regidas por un sentido de
responsabilidad moral (11:9 - 12:1). El mensaje de Eclesiastés no destila pesimismo
esterilizante, sino sabiduría práctica mediante la cual el hombre puede vivir una vida

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equilibrada y fructífera, tan pletórica de los bienes que recibe de Dios que, a pesar de
todas sus limitaciones, contrasentidos y frustraciones, la «vanidad de vanidades» llegue
a convertirse en «plenitud de plenitudes" todo plenitud».
Únicamente si nos percatamos de estas líneas maestras de la obra del Qohelet estaremos
en condiciones de interpretar correctamente su pensamiento y sus palabras.

- PRINCIPIOS DE INTERPRETACIÓN DE LOS PROFETICOS


Una interpretación adecuada de los libros que contienen material profetice demanda del
estudiante un previo entendimiento de los profetas: quiénes fueron, qué hacían, cómo se
veían a sí mismos, y cómo fueron vistos en su propio momento histórico.
A continuación 9 principios de interpretación:
1. TÓMESE EN CONSIDERACIÓN LO QUE EL PROFETA QUISO DECIR A SUS
CONTEMPORÁNEOS.
Aun los mensajes predictivos tenían un propósito que afectaba a los destinatarios con
carácter inmediato. Nunca las predicciones veterotestamentarias se hicieron de modo
abstracto, sino estrechamente relacionadas con situaciones concretas en las que Dios
irrumpía con su mensaje.
En algunos casos pueden tener una proyección más dilatada y apuntar, como ya hicimos
notar, a otro acontecimiento histórico situado en tiempos más remotos; pero siempre el
profeta hablaba a sus contemporáneos de acuerdo con sus necesidades, en especial la
necesidad de renovar su confianza en Dios y de obedecer su Palabra. «Los profetas no
hablan nunca al exterior de la ventana, sino que quieren librar a sus desprevenidos oyentes
del precipicio que ante ellos se abre. Y todo cuanto tiene que decir acerca del futuro está
en función de su misión pastoral en aquel momento.» '
2. TÉNGASE PRESENTE LA RELACIÓN ORGÁNICA ENTRE HISTORIA Y
REVELACIÓN.
El principio anterior no anula éste. El propósito original de un mensaje profético tiene
prioridad sobre otras consideraciones exegéticas; pero no siempre agota el sentido del
texto. No podemos olvidar que cada evento, cada situación con sus particulares
características y necesidades, forma parte de un proceso histórico mucho más amplio y
que en el curso de ese proceso se entrelaza la revelación progresiva de Dios.
No cabe extrañarnos, pues, que determinados anuncios proféticos, que primariamente se
referían a acontecimientos muy próximos, entrañaran también una predicción de hechos
que tendrían lugar siglos más tarde, en días de Cristo, en la era cristiana o al final de los
tiempos. Recordemos una vez más el ejemplo de Is. 7:14, con su realización casi
inmediata y con su carácter de profecía mesiánica.
3. CUANDO EXISTA, DEBE DISTINGUIRSE LA «PERSPECTIVA PROFÉTICA».
Se designa de este modo a la inclusión en una misma profecía de acontecimientos
diferentes que guardan entre sí alguna relación de semejanza o que forman parte de un

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todo en el desarrollo histórico del plan divino, pero que están separados por la distancia,
a veces grande, del tiempo.
Podemos mencionar como ejemplo Is. 61: 1, 2. Su mejor interpretación nos la proporciona
el uso que Jesús mismo hizo de este texto (Lc. 4: 18, 19). La lectura en la sinagoga de
Nazaret finalizó con las palabras «a proclamar el año favorable del Señor». Parece
evidente que Jesús hacía distinción entre el día de proclamación de la buena nueva y «el
día de la venganza de nuestro Dios», el cual puede referirse tanto a la destrucción de
Jerusalén, con todo lo que este evento significó para el pueblo, como a los juicios finales
de Dios sobre este mundo.
Un ejemplo semejante de perspectiva profética lo hallamos en JI. 2:28-32. En él la
benéfica intervención divina manifestada en el derramamiento del Espíritu Santo «sobre
toda carne» aparece unida a los portentos, indicadores de juicio, que han de preceder al
«día grande y espantoso» de Yahvéh.
Un paralelo en el Nuevo Testamento lo hallaríamos en el discurso escatológico de Jesús
(Mt. 24; Mr. 13; Lc. 21), en el que, sin delimitaciones claras, el Señor se refiere a las tres
cuestiones planteadas por los discípulos: la destrucción del templo de Jerusalén, la parusía
de Cristo y la consumación del presente eón.
Sucede, además, que en la perspectiva profética no sólo se entremezclan lo histórico y lo
escatológico, sino que a menudo los acontecimientos más próximos a la profecía tienen
importantes puntos de semejanza con los sucesos escatológicos. Existe una homología
entre los unos y los otros. Y esto, que implica dificultades, incluye también ventajas, ya
que los hechos históricos bien conocidos por ser ya cosa del pasado arrojan luz muy
valiosa sobre cumplimientos futuros.
Puede servirnos de ilustración la «abominación espantosa» anunciada en Dn. 11:31 (véase
también Dn. 12: 11). En primer lugar, el texto se refiere a lo acaecido en días del sacrílego
Antíoco Epífanes (año 167 a. de C.) cuando desató sus iras contra el pueblo judío y
profanó el templo de Jerusalén erigiendo en su interior un altar griego.
Pero al mismo tiempo puede ser descriptivo de lo acaecido el año 70 d. de C., cuando
Jerusalén sufrió los horrores del asedio romano y finalmente una nueva profanación del
templo seguida de su completa destrucción (Comp. Mt. 24: 15; Mr. 13: 14; Lc. 21:20). Y
asimismo puede tener una proyección relativa al anticristo escatológico (2 Ts. 2: 3-4;
Ap.13: 11-17).
Como frecuentemente se ha dicho, en la perspectiva profética sucede algo parecido a lo
que se ve al contemplar los picos de una cordillera situados en línea casi recta respecto al
observador; por distanciados que se encuentren entre sí, dan la impresión de que la
distancia no existe. No obstante, el intérprete ha de poder discernir las diferentes partes -
si las hay- de una profecía a fin de precisar el tiempo y el modo de su cumplimiento.
4. EL LENGUAJE HA DE SER EXAMINADO CON LA MÁXIMA
METICULOSIDAD.
En él abundan las figuras y los símbolos; pero también hay pasajes que han de
interpretarse en su sentido literal. El lugar del nacimiento del Mesías aparece claramente
en Miq. 5:2, y se habría cometido un gran error si alguien, antes de Cristo, espiritualizando

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este pasaje o sometiéndolo a cualquier tipo de manipulación exegética, hubiese localizado


el cumplimiento de esta profecía en una población que no hubiese sido Belén.
Siguiendo un principio básico de la hermenéutica general, los textos proféticos en
principio tienen que ser interpretados literalmente.
Así lo reconoce y subraya L. Berkhof, quien añade: «Las excepciones de esta regla deben
ser garantizadas por la misma Escritura. Sin embargo, como ya hicimos notar, la
comprensión literal de un pasaje no excluye el reconocimiento de lenguaje figurado en
algunas partes del mismo.
Sean cuales sean las discrepancias en la práctica exegética, todos los intérpretes
evangélicos están de acuerdo en cuanto a la validez de esta norma. Como hace notar B.
Ramm refiriéndose a teólogos tan dispares como Berkhof y Chafer, no existe entre ambos
ninguna diferencia en la teoría fundamental. «Ambos coinciden en que el método
gramático-histórico es básico para la comprensión de la Biblia.» Y a renglón seguido
añade: «Ni es problema la cuestión de si el lenguaje de los profetas es o no figurado. El
literalista admite en la interpretación profética la presencia de elementos poéticos y
figurados.
La cuestión no radica en decidir entre un sistema de interpretación completamente literal
y otro enteramente espiritual. Los escritores amilenaristas admiten que muchas profecías
se han cumplido literalmente, y los literalistas admiten un elemento espiritual cuando
encuentran una aplicación moral en un pasaje, cuando hallan un sentido típico o un
significado más profundo (tal corno Ez. 28, relativo a los reyes de Babilonia y Tiro).
Nadie es un literalista estricto ni un completo espiritualista» Sobre este punto volveremos
al exponer el principio noveno.
No deja de sorprender, sin embargo, que, existiendo tal coincidencia en la teoría de la
interpretación profética, hayan surgido en la práctica posiciones tan divergentes como las
llamadas «literalista» y «espiritualista». La disparidad adquiere especial relieve en torno
a temas como la restauración de Israel y el milenio. El estudiante hará bien en revisar
críticamente todas las interpretaciones guiadas por el principio que todos los exegetas
reconocen como prioritario: el método gramático-histórico debe presidir la investigación
del significado de todos los textos bíblicos, incluidos los proféticos.
5. EN LOS TEXTOS DE CARÁCTER APOCALÍPTICO DEBE PRESTARSE
ESPECIAL ATENCIÓN A LAS PECULIARIDADES DE ESTE GÉNERO
LITERARIO.
Sobresale el libro de Daniel, considerado como el apocalipsis del Antiguo Testamento.
Junto a él puede alinearse el libro de Zacarías. En opinión de ciertos autores pueden
incluirse también en la literatura veterotestamentaria de este tipo el libro de Joel y los
capítulos descriptivos de las visiones de Ezequiel.
Como rasgos distintivos de la apocalíptica, sobresale la visión como vehículo preferente
de revelación, el uso abundante de símbolos -en especial de figuras de animales- y de
números, reiteradas referencias al conflicto entre Dios y las fuerzas del mal, a menudo
representadas por los reinos de este mundo o sus líderes, las alusiones al ministerio de

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ángeles, la perspectiva universal de sus predicciones y el énfasis en el juicio divino y en


el triunfo del Reino de Dios al final de la historia.
A diferencia de la apocalíptica judía que proliferó desde los macabeos hasta los días de
Cristo, en la que predominan los tonos pesimistas y la pasividad ética, la apocalíptica del
Antiguo Testamento encierra un mensaje en el que se acentúan el constante señorío de
Dios y su victoria total, fuente perenne de esperanza y de vigor moral.'
6. ES CONVENIENTE TENER EN CUENTA EL CARÁCTER RECOPILATORIO DE
LOS LIBROS PROFÉTICOS.
Sería contraproducente esperar en todos los casos una concatenación ordenada de los
mensajes de los profetas que nos ofreciera una secuencia lógica en el desarrollo de la
temática de cada uno. En algunos de los libros se da esta característica Habacuc, por
ejemplo, y algunos otros profetas menores; pero en los correspondientes a los profetas
mayores, el material está agrupado por simple aposición y no es excepcional la falta de
conexión entre sus diferentes secciones.
Aun dentro de una misma sección, el texto puede referirse a temas o a hechos muy
distanciados entre sí, con alternancia no siempre lógica del pasado, del presente y del
futuro. El exegeta deberá, por consiguiente, delimitar las secciones de cada libro y
establecer la relación que puedan tener entre sí o con otros textos similares.
7. LOS TEMAS ESPECIALES HAN DE CONSIDERARSE A LA LUZ DE TODO EL
CONTEXTO PROFÉTICO.
Algunos de ellos adquieren especial relieve en un libro; por ejemplo el siervo de Yahvéh
en Isaías. Pero otros aparecen con mayor o menor extensión en varios libros (el día de
Yahvéh, el resto fiel, el reinado mesiánico, el derramamiento del Espíritu, etc.).
Tanto en un caso como en otro, debe procederse a un estudio comparativo de los textos
referentes a cada uno de los temas, primeramente en el libro correspondiente al texto y
después en los restantes libros. Tal estudio mostrará si el contenido textual es simple, con
referencia a un solo acontecimiento o persona o si por el contrario es complejo y tiene
facetas diversas que indican variados momentos y formas de cumplimiento.
8. DEBE DETERMINARSE SI UNA PREDICCIÓN ES CONDICIONAL O
INCONDICIONAL, ES DECIR, SI SU CUMPLIMIENTO DEPENDE O NO DE
CONDICIONANTES HUMANOS.
Algunos de los anuncios proféticos tenían un carácter netamente incondicional.
Dependían exclusivamente de la voluntad de Dios y se harían realidad
independientemente de lo que los hombres hicieran o dejaran de hacer. Por ejemplo, los
relativos al Mesías como Rey y Salvador. Pero el cumplimiento de otras predicciones
dependía del comportamiento humano.
9. PRECISAR SI LA PREDICCIÓN SE CUMPLIÓ YA O SI AÚN HA DE TENER
CUMPLIMIENTO.
Muchos pasajes proféticos se refieren a hechos que tuvieron lugar algún tiempo después
de haber sido anunciados; a veces de modo casi inmediato (1 R. 21:17 y ss., por ejemplo);

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en otros casos, al cabo de algunos años (el retorno de los judíos del cautiverio babilónico)
o de siglos (el advenimiento del Mesías).
No pocas predicciones esperan todavía un cumplimiento futuro. Y algunas, como vimos,
son de tipo mixto o múltiple. Se cumplieron en determinados momentos históricos del
pasado y tendrán un nuevo cumplimiento al final de los tiempos.
Es relativamente fácil señalar las profecías que ya tuvieron una realización histórica,
sobre todo aquellas que se refieren a la primera venida de, Cristo, ya que el Nuevo
Testamento nos guía en la interpretación. Pero es tarea ardua decidir en cuanto al
cumplimiento de las restantes.
Lo difícil de esta labor se pone de manifiesto, por ejemplo en la interpretación de
numerosos pasajes relativos a la restauración ~el pueblo escogido y al reinado mesiánico.
Mientras los «literalistas) las aplican al pueblo de Israel, los «espiritualistas» las
transfieren a la Iglesia. Los primeros ven el reinado mesiánico esencialmente en el
milenio; para los segundos, el milenio comenzó con la era cristiana.
No obstante, como el mismo Davidson reconocía, el literalismo en la profecía nunca debe
ser llevado a extremos que podrían conducir a interpretaciones absurdas. Hemos de
distinguir entre la forma y el contenido del mensaje profético. La forma a menudo
contiene elementos circunstanciales contemporáneos del profeta y no debe esperarse que
en el cumplimiento se produzcan esos elementos literalmente.
- PRINCIPIOS DE INTERPRETACIÓN DE LOS EVANGELIOS
Considerar el propósito general de los evangelios.
Tomar en cuenta el propósito, la estructura y las características principales de cada
evangelio. Así mismo sus destinatarios, peculiaridades de lenguaje, contenido teológico,
etc.
Tener claro que la figura central de los evangelios es Jesucristo.
Entender lo inseparable de las obras milagrosas, las enseñanzas y la persona de Jesucristo
que da autoridad al testimonio de los evangelios.
Seguir las pautas de interpretación para cada uno de los siguientes: milagros, enseñanzas
principales (reino de Dios, sermón del monte), parábolas, persona de Jesús (títulos).
- PRINCIPIOS DE INTERPRETACIÓN DE HECHOS DE LOS
APÓSTOLES
Reconocer el carácter histórico y lenguaje literal del libro.
Entender la relación cristianismo-judaismo y el surgimiento de la Iglesia Cristiana.
Reconocer el ministerio y lugar predominante del Espíritu Santo en el establecimiento de
la iglesia cristiana.
Tener presente el carácter único de algunos eventos sobrenaturales: experiencia del
Pentecostés, imposición de manos de los apóstoles, diferentes experiencias de conversión,
diferentes señales de la venida del Espíritu Santo, los dones espirituales.

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Considerar el carácter universal de la Iglesia.


Comprender el proceso dinámico de crecimiento y expansión de la Iglesia Cristiana.
Buscar el propósito especial de un pasaje narrativo.
Distinguir entre el carácter normativo o temporal de un hecho determinado a la luz de
todo el Nuevo Testamento.
Evitar generalizar alguna experiencia personal o practica eclesiástica.
- PRINCIPIOS DE INTERPRETACIÓN DE LAS EPÍSTOLAS
Las epístolas no son un simple medio para comunicar ideas abstractas sobre religión o
moral. En ellas palpita el espíritu de quienes han experimentado el impacto de Jesucristo.
Los escritores no se expresan sólo como anunciadores de una nueva verdad, sino como
portadores de una vida nueva. Su mensaje va dirigido a hombres y mujeres interpelados
por la Palabra de dios, llamados a reconocer el señorío de Jesucristo y los principios de
su Reino. La comunicación apostólica no se efectúa a nivel meramente ideológico. Toma
en consideración el contexto existencial de quienes han de recibirla, con todos sus logros
espirituales, pero también con todos sus problemas, errores y pecados. Por eso no son
tratados doctrinales independientes de toda situación humana.
En su mayor parte son exposición de verdades, reflexiones, consejos o mandamientos que
responden a cuestiones planteadas en la experiencia de las primeras comunidades
cristianas o en el ministerio de alguno de sus líderes.
Clasificación:
a) Epístolas Paulinas:
l. Pablo, el autor, su carácter y formación: Apasionado, sincero, dotado de gran
inteligencia y de sensibilidad exquisita. La riqueza de su personalidad, pensamiento, se
debe a las grandes fuerzas culturales y espirituales que convergieron en él: judaísmo,
helenismo y cristianismo.
2. Centro del pensamiento de Pablo: Reconocer la persona y la obra de cristo como centro
unificador del pensamiento de Pablo.
3. La vida práctica del cristiano: Doctrinal y lo práctico se entrelazan, el Espíritu Santo
hace efectivo la nueva creación, el creyente que esta' en "Cristo", vi ve en el "Espíritu" y
el Espíritu vive en él y por su santa influencia, el redimido ya no debe vivir según la carne
(Kata sarka), sino conforme al Espíritu (Kata pneuma). La expresión más clara de la
conducta cristiana es la imitación de Cristo.
4. Iglesia: La experiencia de salvación tiene un carácter individual; pero se distingue
asimismo por una dimensión social, corporativa.
5. Eventos escatológicos:
El estado intermedio
Apostasía y "hombre de pecado"
El retorno de Jesucristo
La resurrección
El juicio
La consumación del Reino:
- Epístola a los hebreos: Constituye una homilía riquísima en doctrina y
exhortación.
Es dirigida a cristinos expuestos a caer en la apostasía de: un sentimiento nostálgico
respecto al culto judío y la persecución de que los destinatarios eran objeto.
Consecuentemente, la finalidad es asimismo doble: Demostrar la superioridad del

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cristianismo en relación con el judaísmo: por otro, confirmar la fe y levantar el ánimo de


creyentes desalentados. Punto clave de la epístola es la grandeza suprema de Cristo en
todos los órdenes.
- Epístolas Generales: Nombrados así por no tener destinatarios (personas o
iglesias) concretos. Los destinatarios son los cristianos en general. De ahí
llamados "católicos" o universales.
Sua principios generales son:
- Investigar sobre la vida y obra del autor
- Ahondar en el contexto histórico de la epístola.
- Determinar el propósito y pensamiento principal de la epístola.
- Saber lo que el autor quería decir a los destinatarios originales.
- Distinguir lo cultural de los transcultural.
- Buscar paralelos en la misma epístola o en otros escritos del mismo autor o en las
restantes epístolas del Nuevo Testamento.
- Estudiar las características esenciales de las cartas y de las líneas de pensamiento
de los autores.
- Considerar los temas teológicos más comunes entre las cartas y distinguirlas entre
sí de acuerdo a las circunstancias históricas, el autor y los destinatarios.
- PRINCIPIOS DE INVESTIGACIÓN DEL APOCALIPSIS
El significado de todas estas expresiones en el apocalipsis concuerda notablemente con
la repetida declaración de nuestro Señor: "No pasará esta generación sin que se cumplan
todas estas cosas". Pero cuando Juan escribió, las cosas esperadas se hallaban mucho más
próximas que cuando el Señor habló en el Monte Olivar.
A la manera de otros Apocalipsis, este libro es divisible en dos partes principales que
pueden designarse como
(1)Revelación de Cristo, el Cordero (caps. 1-11) y:
(2)Revelación de la Esposa, la Esposa del Cordero (caps. 12-22).
Como principios podemos considerar:
Entender claramente el género apocalíptico.
Analizar el contenido, estructura, conexiones literarias con otros escritos en el Antiguo
Testamento y otra literatura de la época.
Saber las características doctrinales de la apocalíptica judía.
Descubrir el contexto histórico, propósito autor, destinatarios u otra información.
Ser consciente de las diferentes escuelas de interpretación para esta epístola
Extraer los temas teológicos más sobresalientes.
2. PRINCIPIOS DE INTERPRETACION QUE USAN LOS DIFERENTES
METODOS EXEGETICOS EN EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS.
- El método literalista.

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 Expresado en lenguaje figurado admitir el carácter simbólico de algunas de


sus partes, en opinión de muchos comentaristas serios y conservadores, no
significa necesariamente que los hechos narrados no sean históricos.
 Debemos admitir que no siempre es fácil decidir cuándo un pasaje de la
Escritura ha de ser entendido en sentido literal, cuando figuradamente. En no
pocos casos, lo más aconsejable puede ser una interpretación con reservas,
expresada en términos de probabilidad, no dogmáticos, y delicadamente
respetuosa hacia interpretaciones diferentes.
1. El método Alegórico
PELIGROS DEL MÉTODO ALEGÓRICO

El método alegórico está lleno de peligros que lo hacen inaceptable al intérprete de la


Palabra.

1. El primer gran peligro del método alegórico es que no interpreta la Escritura. Terry
dice: en seguida se notará que su práctica es hacer caso omiso del significado común
de las palabras y dar lugar a toda suerte de especulación de la fantasía. No extrae el
significado legítimo del lenguaje del autor, sino que introduce en él cualquier capricho
o fantasía que algún intérprete desee. Como sistema, por lo tanto, se coloca fuera de
todo principio y de toda ley.

Angus y Green expresan el mismo peligro cuando escriben: Hay un campo ilimitado
para la fantasía tan pronto como se admite el principio, y la única base de la exposición
se encuentra en la mente del expositor. El texto no podrá ofrecer interpretación alguna
propiamente dicha, aunque posiblemente podrá ilustrar algunas verdades valiosas.

2. La cita mencionada arriba sugiere también un segundo gran peligro en el método


alegórico: la autoridad básica de la interpretación cesa de ser la de las Escrituras y
pasa a ser la de la mente del intérprete. "La interpretación podrá así ser torcida por las
posiciones doctrinales del intérprete, por la autoridad de la iglesia a la cual éste está
unido, por su posición social o educativa, o por una hueste de otros factores".

Jerónimo: …se queja de que el método más defectuoso de enseñar es el de corromper


el significado de la Escritura, y rebajar su firme expresión a nuestra propia voluntad,
creando misterios escriturarios con nuestras propias imaginaciones.

Farrar agrega: "Cuando se admite el principio de la alegoría, cuando comenzamos con


la regla de que pasajes y libros enteros de la Escritura dicen una cosa pero significan
otra, el lector queda sometido, atado de manos y de pies al capricho del intérprete.

3. Un tercer gran peligro del método alegórico es que uno queda sin medio alguno
para probar las conclusiones del intérprete. El autor arriba mencionado declara:

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No puede estar seguro de nada absolutamente, excepto de lo que le dicta la iglesia, y


en todas las edades se ha insistido falsamente en la autoridad de la iglesia contra la
presunta tiranía de las falsas opiniones prevalecientes.

2. El método Dogmático.
 "El principio de analogía de la fe", según el cual la interpretación de cualquier
texto debe estar en armonía con el conjunto de las enseñanzas doctrinal es
bíblicas claras.
 Aceptar lo que la iglesia de uno haya declarado sobre alguna doctrina.
 Sus enseñanzas son consideradas correctas porque proceden de aquel grupo,
y no porque tengan mérito basado en algunos principios aceptados de la
hermenéutica.
 Es- la teología la que debe someterse en todo momento a los resultados de una
escrupulosa exégesis de la Escritura. Y sólo sobre una exégesis de amplia base
bíblica puede levantarse el edificio de la dogmática.
3. El método liberal
 Libertad de pensamiento y de acción, lo que equivale a la eliminación de toda
traba impuesta por los prejuicios y convencionalismos tradicionales.
 Como consecuencia del principio anterior, una actitud de gran reserva o de
franca hostilidad hacia cualquier forma de coerción o autoridad externa.
 Autonomía y supremacía de la razón, aunque no se concretaba ni la naturaleza
de ésta ni su alcance, y a pesar de que en algún momento se dio prioridad al
sentimiento.
 Exaltación del hombre como centro del pensamiento y de la experiencia
religiosa.
 Adaptación de la teología ora a la filosofía ora a las ciencias naturales e
históricas.
 Apertura constante al cambio en los conceptos teológicos en la medida en que
el progreso cultural lo hiciese aconsejable.
4. El método histórico critico
 Su finalidad es descubrir el sentido de los textos bíblicos dentro del contexto
de la historia de Israel.
 trata de llegar a la interpretación aplicando científicamente la razón histórica
mediante sus mejores técnicas, incluye tales como autor fecha en que el libro
fue escrito, posibles fuentes de información usadas por el autor bíblico, fondo
histórico, género literario, peculiaridades lingüísticas, información
arqueológica o procedencia de otras fuentes literarias y cuanto de algún modo
puede contribuir a iluminar el texto y determinar su significado.
 En su conjunto, debe reconocerse su legitimidad. Los resultados de su
aplicación no han de ser inevitablemente antagónicos al testimonio de la
Escritura.
5. El método de la teología existencial.

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 El principio existencial (compaginar historia y existencia humana con el fin


de hacer resaltar la eterna revelación de Dios).
 Descubrir la significación más honda detrás de las concepciones mitológicas,
lo llama desmitologización palabra realmente poco satisfactoria.
 Aplicación práctica de las Escritura despreciando el significado del texto. Su
método de interpretación de las Escrituras depende de las necesidades, cultura
y época del interprete
6. La nueva hermenéutica.
Mas que un método es una nueva concepción de la interpretación Bíblica
El lenguaje debe ser estudiado como teoría existencial. En sí mismo ya es
interpretación.
Podría significar una nueva forma de hablar, una nueva forma de reliquia muerta
de un lenguaje del pasado.
No es interpretación del lenguaje, sino a través del lenguaje; no persigue como fin
último determinar el significado de las palabras, sino descubrir aquello que las
antecede y han dado lugar a su uso.

3. PARTES Y LOS PRINCIPÍOS DE LOS METODOS DE


INTERPRETACION RECOMENDABLE Y ACEPTABLES EN LA
INTERPRETACION

1. El método de estudio Bíblico inductivo.


La palabra "inductivo" viene del verbo "inducir", lo contrario de "deducir" la
inducción es un modo de razonar que consiste en sacar de los hechos una
conclusión general.
El estudio bíblico metódico es inductivo en su forma de abordarlo, pero no
excluye el estudio deductivo.
 Cada pasaje de la Escritura que se estudia, sea grande o pequeño, sea un
versículo o un libro entero.
Y tendríamos que ver.
 el contexto ya que es vital para asegurar la intención original tanto como el
propósito del autor, en el tiempo que fue escrito.
 Como también el ambiente histórico que muestra la cultura y las costumbres
es muy importante para saber si la aplicación es de actualidad.
 El idioma original es clave para entender el sentido y entendimiento de las
Escrituras sean éstas en Hebreo, Griego o Arameo.
 Es importante comprender el significado que tenía el pasaje para sus primeros
destinatarios. ¿ que quería decir en esa época?
2. El método histórico, gramático y teológico.
INTERPRETACIÓN HISTORICA.
Este estudio nos lleva a una nueva división de la Hermenéutica. Es verdad, dice Davidson:
«Que la interpretación gramatical y la histórica, rectamente comprendidas, son sinónimas.
Las leyes especiales de la gramática, en conformidad con las cuales los escritores
sagrados usaron el lenguaje, fueron resultado de sus propias circunstancias particulares,

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y tan solo la disciplina histórica podrá hacernos retroceder hasta aquellas circunstancias».
Pero aunque es sin duda un hecho que ambas se hallan estrechamente entretejidas y no
pueden ser del todo separadas, es necesario mantenerlas separadas y distintas en nuestra
discusión.
No debemos confundir la interpretación histórica que aquí expondremos con las teorías
acomodaticias de J. S. Semler, ni con la interpretación histórico-crítica de nuestros días,
que se basa en la filosofía de la evolución aplicada a la historia. El término es usado aquí
para referirnos al estudio de las Escrituras a la luz de las circunstancias históricas que
ponen su sello en los diferentes libros de la Biblia. Immer la denomina «la verdadera
explicación». Distinguiéndose de la interpretación gramatical y lógica que se aplica al
aspecto formal de la Escritura, o sea, el lenguaje en que fue moldeada la interpretación
histórica se refiere al contenido material de la Biblia. Procede, pues, sobre los siguientes
supuestos.

1. PRESUPOSICIONES BÁSICAS PARA LA INTERPRETACIÓN HISTÓRICA.


a. La Palabra de Dios se originó de un modo histórico y, por tanto, sólo podrá entenderse
a la luz de la historia. Esto no significa que todo lo que contiene puede ser explicado
históricamente. Como revelación sobrenatural de Dios contiene, naturalmente, elementos
que trascienden los límites de la historia; pero sí significa que el contenido de la Biblia
ha sido determinado, en gran parte, históricamente; y para esta parte debe buscarse su
explicación en la historia.
b. Jamás podrá entenderse plenamente una palabra, hasta que se la comprenda como una
palabra viva, esto es, tal como se originó en el alma del autor. Esto incluye lo que se
denomina la interpretación psicológica, que es de hecho una subdivisión de la
interpretación histórica.
c. Es imposible entender un autor e interpretar sus palabras correctamente, a menos que
se le considere a la luz de su fondo histórico. Es verdad que el ser humano, en cierto
sentido, controla las circunstancias de su vida y determina su carácter; pero también es
verdad que de un modo considerable es producto de sus circunstancias históricas. Por
ejemplo, todo ser humano pertenece a algún pueblo y tierra y pertenece a alguna época.
d. El lugar, tiempo, circunstancias y la forma de concebir el mundo y la vida que se tenía
entonces, influenciarán los escritos producidos bajo tales condiciones de tiempo, lugar y
circunstancias. Esto se aplica igualmente a los libros de la Biblia, particularmente a los
históricos o de carácter ocasional. En todo el ámbito de la literatura no hay libro que
iguale a la Biblia en lo que se refiere a tocar la vida humana en todos sus aspectos.
2. REQUERIMIENTOS RESPECTO AL EXEGETA.
En vista de estas presuposiciones, la interpretación histórica requiere lo siguiente del
intérprete.
a. El intérprete debe tratar de conocer al autor cuya obra trata de explicar: su parentela,
su carácter y temperamento, sus características intelectuales, morales y religiosas, así
como las circunstancias externas de su vida. Debería de igual modo tratar de conocer a
los personajes presentados en los libros de la Biblia y los lectores originales.
b. Le corresponde reconstruir, tanto como sea posible, por medio de los antecedentes
históricos que tiene a mano, y con la ayuda de las hipótesis históricas el medio ambiente

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dentro del cual se originaron los escritos particulares que estudia. En otras palabras, debe
reconstruir el mundo del autor. Para esto tendrá que informarse respecto a los accidentes
físicos del país donde los libros fueron escritos, y sobre el carácter, historia, costumbres,
moral y religión del pueblo entre quienes o para quienes fueron escritos.
c. Hallará que es importantísimo considerar las diversas influencias que determinaron
más directamente el carácter de los escritos que estudia, tales como: los lectores
originales, el propósito que el autor tenía en mente, la edad del autor, su formación
intelectual y las circunstancias especiales en que el libro fue compuesto.
d. Además, tendrá que trasladarse mentalmente al siglo que vio nacer el escrito y a sus
condiciones orientales.
B. Características personales del autor o interlocutor.
1. ¿QUIÉN ES EL AUTOR?
En la interpretación histórica de un libro, esta pregunta es siempre la primera. Algunos
de los libros de la Biblia mencionan sus autores, otros no.

2. ¿QUIÉN ES EL INTERLOCUTOR?
Otra cuestión oportuna es: ¿quién es el interlocutor que aparece en el libro? Los autores
bíblicos introducen a menudo interlocutores en sus escritos, y es de vital importancia que
el expositor distinga escrupulosamente entre las palabras del autor y las de aquellas
personas que intervienen en la narración
C. Circunstancias sociales del autor.
Las circunstancias sociales abarcan todas aquellas cosas que no son peculiares al autor
mismo, sino que él comparte con sus contemporáneos. Estas cosas son de un carácter más
bien general.

1. CIRCUNSTANCIAS GEOGRÁFICAS.
Las condiciones climáticas y geográficas influyen a menudo en el pensamiento, el
lenguaje y las figuras que usa un escritor, dejando una huella en sus producciones
literarias. De ahí que el intérprete de la Biblia debe estar especialmente familiarizado con
la geografía del Oriente Próximo, de donde provienen los autores bíblicos
2. CIRCUNSTANCIAS POLÍTICAS.
Las condiciones políticas de un pueblo dejan también una profunda impresión en su
literatura nacional. La Biblia contiene amplias evidencias de esto también, y por lo tanto
es muy necesario que el expositor se informe acerca de la organización política de las
naciones que juegan un papel importante en ella. Su historia nacional, sus relaciones con
otras naciones y sus instituciones políticas, deben ser objeto de un estudio cuidadoso. Una
atención particular debe ser dedicada a los cambios políticos en la vida nacional de Israel.
3. CIRCUNSTANCIAS RELIGIOSAS.
La vida religiosa de Israel no siempre se movió en el mismo plano, no siempre se
caracterizó por una verdadera espiritualidad. Había épocas de elevación espiritual, pero
éstas eran pronto seguidas por períodos de degradación moral y religiosa.

D. Circunstancias peculiares a los escritos.

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Además de las circunstancias generales de la vida del autor, hay algunas de carácter más
especial que influyeron en sus escritos de un modo directo. La interpretación sólida
requiere, por supuesto, que éstas sean tomadas especialmente en consideración.

1. LOS OYENTES Y LECTORES ORIGINALES.


Para la comprensión correcta de un escrito o discurso es de vital importancia saber a quién
fue escrito o dirigido. Esto se aplica particularmente a aquellos libros de la Biblia que son
de carácter ocasional, tales como los libros proféticos, y las epístolas del Nuevo
Testamento.

2. EL PROPÓSITO DEL AUTOR.


Los escritores de los Libros Sagrados tenían, naturalmente, algún propósito en mente al
dar a luz su producción; y el intérprete debe esforzarse por retener este propósito
firmemente en su memoria en todo tiempo, ya que es natural pensar que la mente del
escritor estuvo fija constantemente en dicho fin, el cual también le guió en la selección
de su material y en la expresión de sus pensamientos.
3. LA EDAD DE SU VIDA, LAS CIRCUNSTANCIAS ESPECIALES, EL ÁNIMO Y
FORMA DE PENSAR,
Que tenía el autor cuando escribió su obra, son todas cosas importantes que debemos
tener presentes.

E. Ayudas para la interpretación histórica.


1. INTERNA.
Los principales recursos para la interpretación histórica de la Sagrada Escritura, se hallan
en la Biblia misma. Distintamente de otros escritos, ella contiene la verdad absoluta y,
por lo tanto, merece que prefiramos su información a todo lo que pueda ser recogido de
otras fuentes.

2. EXTERNA.
Si el expositor ha agotado los recursos de la Escritura y todavía necesita mayor
información, debe entonces volverse a las fuentes seculares que tiene a su alcance.
INTERPRETACIÓN GRAMÁTICA. Son las que tratan del lenguaje usado en el propio
texto bíblico. Establecen las normas fundamentales para el entendimiento de las palabras
y oraciones en el pasaje que se estudia. Los principios gramaticales versan sobre las
propias palabras del texto bíblico.
1. Las Escrituras sólo tienen un significado y han de ser tomadas en su
sentido literal.
2. Interpreta las palabras de acuerdo con su significación en los tiempos del
autor.
3. Interpreta cada palabra en relación con la oración de la que forma parte, y
a su contexto.
4. Interpreta el pasaje de acuerdo con su contexto.
5. Cuando se usa un objeto inanimado para describir a un viviente, podemos
dar por sentado que la afirmación es metafórica.

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6. Cuando una expresión no tiene relacion con la realidad lo que se describe


podemos aceptarlos como lenguaje figurado.
7. Las principales partes y metáforas incluidas en una parábola presentan
ciertas realidades. Debes tomar en cuenta solamente estas partes y
metáforas al sacar conclusiones.
8. . Debes interpretar las palabras de los profetas en su sentido usual, literal
e histórico, a menos que el contexto o el modo en que se cumplieron te
indiquen claramente que tienen un sentido simbólico.
INTERPRETACIÓN TEOLÓGICA.

Muchos autores sobre Hermenéutica están convencidos de que la interpretación


gramatical e
histórica son suficientes para la debida interpretación de la Biblia. No se percatan del
carácter teológico especial de esta disciplina. Otros, sin embargo, son conscientes de la
necesidad de reconocer un tercer.
El elemento en la interpretación de la Escritura. Kuyper1 subraya la necesidad de
reconocer el factor místico en su interpretación y Bavinck2 insiste en que la Biblia sea
leída teológicamente. Klausen y Landerer hablan de la lectura teológica, y Cellerier y
Sikkel se refieren a la interpretación escritural.
Todos ellos concuerdan en el deseo de tratar con justicia el elemento teológico especial
de la Biblia y rehúsan ponerla al nivel de otros libros.
La Escritura contiene mucho que no halla explicación en la historia, ni en los autores
secundarios, sino solamente en Dios como el Auctor Primarius. Las consideraciones
puramente históricas y psicológicas no son suficientes para dar razón de los siguientes
hechos:
(1) que la Biblia es la Palabra de Dios;
(2) que constituye un todo orgánico, del cual cada libro es parte integral;
(3) que el Antiguo y el Nuevo Testamento se relacionan el uno al otro como tipo y
antitipo, como profecía y cumplimiento, como semilla y planta desarrollada;
(4) que no sólo las declaraciones explícitas de la Biblia, sino todo lo que pueda ser
deducido de ellas como consecuencia justa y necesaria, constituyen la Palabra de Dios.
Todo esto nos induce a creer que no solamente es perfectamente lícito, sino absolutamente
necesario, complementar la común interpretación gramatical e histórica con un tercer
elemento.
El término «interpretación teológica» merece preferencia, porque expresa de una sola vez
que su necesidad se deriva de la autoría de la Biblia, así como la no menos importante
consideración de que en resumidas cuentas, Dios es el más apropiado intérprete de su
Palabra. Los siguientes asuntos merecen consideración:
(1) La interpretación de la Biblia como una unidad;
LA RELACIÓN ENTRE EL ANTIGUO EL NUEVO TESTAMENTO.
En vista de la tendencia actual de poner especial énfasis en la diversidad de los contenidos
que hay en la Biblia, no es superfluo llamar la atención al hecho de que debe ser
interpretada como una unidad. Y la primera cuestión con que tropieza el intérprete es la
de la relación del Antiguo con el Nuevo Testamento. La historia pasada nos revela dos
puntos de vista opuestos que se han manifestado repetidamente en diversas formas. Por
un lado, está el error antinómico de atribuir al judaísmo demasiados elementos carnales;
y por otro lado está la falacia nomista de imponer al cristianismo demasiados
elementos judíos. El primero eleva el cristianismo a expensas de la religión judía, a la
cual se le atribuye un carácter puramente nacional, externo y temporal; y al hacerlo así,

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se fomenta la idea de que el Antiguo Testamento no tiene validez permanente. El segundo


punto de vista no es menos peligroso, ya que conceptúa el Nuevo Testamento como una
nova lex , es decir, algo semejante al Antiguo Testamento en un nuevo orden. Con el
transcurso del tiempo, este concepto produjo la institución de un sacerdocio aparte, la
construcción de altares en los que nuevamente se instituyeron sacrificios, y la
consagración de fechas y lugares.
En oposición a estos puntos de vista exagerados, es necesario hacer énfasis en la unidad
de la
Biblia. Ambos, el Antiguo y el Nuevo Testamento, forman partes esenciales de la
revelación especial de Dios. Dios es el autor de ambos, y en ambos tiene el mismo
propósito esencial. Ambos contienen la misma doctrina de la redención, predican al
mismo Cristo e imponen a los hombres los mismos deberes morales y religiosos. Al
mismo tiempo hay que tener en cuenta que la revelación que contienen es progresiva y
gradualmente aumenta en detalle, claridad y entendimiento espiritual. Así como el
Nuevo Testamento se halla implícito en el Antiguo, el Antiguo se halla explícito en el
Nuevo. Por tanto, diremos que:
El Antiguo y el Nuevo Testamento constituyen una unidad.
(1) La doctrina de la redención fue esencialmente la misma para los que vivieron bajo el
antiguo Pacto como para la iglesia del Nuevo Testamento.
(2) Los verdaderos israelitas del Antiguo Testamento, así como los del Nuevo, no son los
descendientes naturales de Abraham, sino solo los que comparten la fe de éste. En la
elección de Israel, Dios no tuvo como último propósito el de separar a Israel como nación,
sino la formación de un pueblo espiritual formado principalmente por la raza escogida,
pero también en parte por las naciones circundantes.
(3) Las diferencias entre los privilegios y deberes del pueblo de Dios en el Antiguo y
Nuevo Testamento eran tan solo relativas y no absolutas. Es verdad que ocasionalmente
la Biblia contrasta ambos Testamentos
(4) Las ordenanzas del Antiguo y el Nuevo Pacto se distinguen tan sólo por diferencias
relativas, como corresponde, naturalmente, al cambio de la economía divina, a la
condición espiritual de sus seguidores.
- El Antiguo Testamento ofrece la clave para interpretar correctamente el Nuevo.
- El Nuevo Testamento es un comentario del Antiguo. Mientras que el Antiguo
Testamento contiene una representación oscura de las realidades espirituales, el Nuevo
las presenta en la luz perfecta del cumplimiento del tiempo.
- Por un lado, el intérprete debe abstenerse de minimizar el valor del Antiguo Testamento
- Por el otro lado, debe evitar el error de encontrar demasiado en el Antiguo Testamento
LA IMPORTANCIA DE LOS DISTINTOS LIBROS DE LA BIBLIA DENTRO
DEL CONTEXTO ORGÁNICO DE LA ESCRITURA.
Consideraciones generales. La Palabra de Dios es un producto orgánico, y por
consiguiente los distintos libros que la constituyen se relacionan orgánicamente el uno al
otro. El Espíritu Santo dirigió a los autores humanos de tal manera que, cuando
escribieron los libros de la Biblia, sus producciones se complementaban mutuamente.
Mantienen una unidad en el relato de la obra que Dios, según su plan divino, llevó a cabo
en Cristo para redimir un pueblo que le glorificara por la eternidad. El
Antiguo Testamento revela esta obra, ante todo históricamente, en la formación y
dirección de Israel como nación. Los libros poéticos y la literatura sapiencial manifiestan
el fruto de esta obra en la experiencia espiritual y práctica de la vida del pueblo de Dios.
Los profetas la consideran a la luz del eterno propósito divino, haciendo énfasis en el
fracaso del pueblo escogido para vivir según los requerimientos divinos, y dirigen la
esperanza de los píos hacia el futuro. Una línea similar de desarrollo se observa a través

SENABOL 2019
POR: KAREN MURGA PATZI

del Nuevo Testamento. Los Evangelios y los Hechos contienen la historia de la obra
redentora de Cristo. Las epístolas revelan el efecto logrado en la vida y experiencia de
las iglesias. Y el Apocalipsis descubre su apoteosis final con rayos de celeste luz.

El teólogo debe comprender la Biblia en una forma gramatical y sintáctica antes de


comprenderla teológicamente.

1. Debes comprender la Biblia gramatical y sintácticamente antes de poder


comprender teológicamente. Debemos entender primero lo que dice un pasaje
antes de llegar a comprender lo que significa.
2. No se puede considerar bíblica una doctrina a menos que resuma e incluya
todo lo que las Escrituras tienen que decir sobre el particular.
3. Cuando dos doctrinas presentadas en la Biblia parecen contradecirse, acepta
ambas como bíblicas confiando en que han de resolverse finalmente en una
unidad superior.
4. Puedes considerar que es bíblica deriva solamente por implicación
comparados o relacionados lo apoyan.

BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFIA
HERMENEUTICA BIBLICA DE Jose M. Martinez.
Principios de interpretacion Biblica. Humberto Gutierrez A.
file:///C:/Users/Usuario/Downloads/289435913-EXEGETICO.pdf
http://hermeneuticalacienciadeinterpretar.blogspot.com/

SENABOL 2019

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