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COSAM
Sin duda, aquellos caminos son cimentados desde la venida al mundo de un humano.
La temprana relación madre-hijo es uno de los momentos donde se cristaliza la relación del
infans con el placer o displacer cada vez que este debe auto regular sus necesidades a partir
de aquello que la madre ofrece. Placer o displacer encuentran una forma igualmente
dicotómica en su relación con el cuerpo del recién nacido. Aceptar o rechazar como formas
primarias del lenguaje, podría decirse un lenguaje binario que va a tomar prestada las
imágenes del exterior para especular aquello que puede ser parte del mismo Yo, es decir,
mediante un proceso primero de representación. Para P. Aulagnier, “es a través de esta
misma representación que el proceso originario metabolizará las producciones psíquicas
tanto de lo primario como de lo secundario, en todos los casos en que estas producciones
tienen que ver con la puesta en escena y la puesta en sentido de un afecto. Alegría y dolor,
como sentimientos del Yo, serán metamorfoseados a través de este proceso de jeroglíficos
corporales” (p. 59), entonces es a partir de esta fórmula originaria desde donde comienzan a
apuntalarse las experiencias en el aparato psíquico. El primer encuentro con la necesidad
biológica de la alimentación supondrá un acceso del recién nacido a un modo de estar sujeto
a la realidad y la cultura.
Cada representación del Yo del sujeto que se crea mediante este proceso de
introyección implica una catexis particular que en última instancia “es a la organización de
estas figuraciones relacionales que debemos la instauración del primer modelo de acuerdo
con el cual se estructurará secundariamente la problemática de stricto sensu (…) la entrada
en escena de la imagen de la palabra será lo que le proporcionará los atributos que le
permitirán a su sucesor responder a las exigencias del funcionamiento de lo secundario, y
hacer suyo el proyecto identificatorio que define específicamente a la estructura del Yo”.
A mi juicio, el diagnóstico puede ser muchas veces una carga importante al momento
de intervenir sobre un niño, niña o adolescente. Se tiene un especial cuidado cuando sus
antecedentes médicos indican algún trastorno, o bien, se espera un pronóstico a partir de
aquello que se pesquisó. Otras veces, los diágnosticos van acompañados de prejuicio
respecto de cómo se debe escuchar aquello dicho por el usuario, justificando el discurso que
acompaña a las personas mediante una definición taxonómica del ser.
Para llegar a algunos comentarios sobre estas prácticas, expondré el caso de Emilio
(13 años). A él y su madre los he visto en dos sesiones de 45 minutos. Él ha pasado por
diversas instituciones de salud públicas y privadas, antes de llegar al COSAM donde está
asistiendo desde el 2017. Úrsula (43 años), la madre de Emilio, busca respuestas sobre
como criar a su hijo, quien desde los 6 años diagnosticaron con Síndrome de Asperger, es
decir, un Trastorno del desarrollo de Emilio. En su casa viven, Úrsula, el padre de Emilio, dos
de sus tres hermanas mayores y su abuelo. Además posee una situación económica más
estable que el promedio de los usuarios del COSAM, quienes en gran parte viven en riesgo
social (drogadicción, empobrecimiento, VIF, abuso sexual, entre otros).
Emilio se queja de que su familia no lo escucha en la mesa, que les gusta hablar de
otras cosas y que los temas que a él le interesan a nadie más le importan. Por lo que en la
segunda sesión conversamos mucho sobre los temas favoritos de Emilio y vimos videos en
el computador del box.
Se observa simetría en la relación con su madre, es como un adulto que habla harto y
veces desubicado para interrumpir en las conversaciones. Toma protagonismo cada vez que
habla. Por otra parte, es interesante el discurso de Úrsula respecto del prójimo: “no me
interesa, ni tengo tiempo de hacer amigos o conversar con mis vecinos: no es algo que me
interese”. Ella comenta “nuestra familia es como una isla”, “tenemos nuestros propios
rituales” y también tiene una visión llena de prejuicios sobre “la gente”, es decir, sus vecinos,
compañeros apoderados del colegio de su hijo, etc.: que son flojos, que no tienen visión, que
“la mayoría no entiende que...”, situándose siempre desde un lugar superior al resto de las
personas.
Por otra parte, en una ocasión -3 años atrás- que consultaron a un neurólogo en una
clínica privada, este les señaló que Emilio es “un niño genio, un artista que difícilmente sería
comprendido por los demás”. Úrsula también cree desde entonces que Emilio es un genio,
que tiene capacidades excepcionales que sobresalen al resto de sus pares, sin embargo me
pregunta: ¿cómo debería yo tratarlo a él, si es tan diferente? A veces no sé si lo estoy
haciendo bien. Se trata de una madre muy exigente y a la vez controladora respecto de los
espacios de Emilio.
Puede pensarse que la familia siempre ha sido muy aislada por motivos que desconozco
aun, o bien podemos situar los problemas de este grupo para relacionarse con sus pares
como una consecuencia del diagnóstico de Emilio y los procesos por los que han pasado en
estas instituciones.
Referencias bibliográficas