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Pérdida y emociones

bajo una mirada


poética como
fenómeno social

Giby River@ 0
Introducción

La mayoría de los seres humanos han pasado por una pérdida humana o simplemente de un
ser vivo, lejos de ser un proceso natural de la vida es un dolor y vacío en el que la mayoría
de las personas se sumergen y tardan en regresar a la cotidianidad de sus vidas o en efecto
se pierden en un túnel sin salida del que nunca salen y del cual descienden en problemas
mentales, terminando en un plano subconsciente de su propia manera de relacionarse en un
mundo inexistente.

Como diría el famoso Weber (s.f., citado en Anónimo, 2018) “el ser humano se relaciona en
diferentes formas que denomina acciones sociales: la acción racional con arreglo a fines, la
racional con arreglo a valores, la afectiva y la tradicional. Los individuos toman sus
decisiones en función de ellas” (párr. 2).

No obstante, la cita explica de manera implícita los sentimientos que el ser humano tiene en
cada interacción social con los demás como puede ser alegría, coraje o en algunos casos el
sentimiento es nuevo y se experimenta por medio de la acción social.

El proceso para una superación del sentimiento, puede ser por medio de la escritura, saber
que otros han pasado por ello y que no son los únicos, leer sobre el tema es explotar en
lágrimas pero después la calma del alma se alcanza y se regresa a la vida rutinaria.
Sabiendo que nunca se podrá olvidar a alguien que fue apreciado, solo se conservan
hermosos recuerdos, mismos que hacen vibrar chispas de corriente entre las venas que al
encender el cerebro el corazón las bombea en todo el cuerpo.

Entonces, la corriente positiva en las venas es semejante a un arcoíris en la aurora que


permite hacer de cualquier perdida o desapego una lección de vida dolorosa y benéfica
dando como resultado a un nuevo ser resiliente ante cualquier situación en la vida.

Bericat (2000) menciona que:

“Resulta inconcebible un actor social cuyo universo simbólico esté exclusivamente


compuesto de ideas o cogniciones. En este universo podemos encontrar también valores.
Y en este universo también encontramos, sin duda, emociones. Emociones que son
reflejo, condición y substrato último de toda reflexividad humana y social. Tanto la
descripción como la explicación y comprensión sociológica de la realidad será incompleta,

Giby River@ 1
por tanto falsa, si no se incorpora al actor sentiente en los juegos humanos de
interactividad e intercomunicación” (pág. 145).

La cita anterior hace referencia que la vida del ser humano no solo hace énfasis a una idea,
al contrario esta expresa una gama de creencias, sentimientos y significados al generar
interacciones con los demás, lo que da pausa al surgimiento de fenómenos sociales.

Desde la llegada del ser humano a la faz de la tierra y la responsabilidad social y la acción
libre se ejerce al ser consciente de sus propios actos, por lo que se puede mencionar que los
actos y las acciones sociales que ejerce el ser humano al actuar en los diferentes grupos de
los que forma parte tienen un principio y un fin.

Actos en los que se engloban no solo normas y políticas que obedecer, si no que escondidas
en un cumplimiento y en un bienestar inconsciente están las emociones alegres o de tristeza
que dan cabida en cualquier acción, idea o recuerdo que el consiente del ser humano tenga,
y dentro de esta realidad está la perdida _muerte_ 1, misma que a lo largo del presente texto
se estará describiendo por medio de la vida cotidiana, la literatura y la poesía; hasta llegar a
aceptarla y a considerarla como expresión artística y como proceso natural.

Finalmente, la aceptación puede darse sin ser consciente de ello, como ejemplo se puede a
ludir que en momentos de alegría un ser humano puede expresar muchas cosas y de tanto
hacerlo se graba y se hace de una tradición familiar, como es el caso de una familia donde el
líder _abuelo_ con frecuencia aludía a la muerte al mencionar; “cuando cese quiero que no
lloren y escucha música en mi tumba” Granados (2007).

1
González (2000) menciona que: La visión médica-clínica, para la cual la muerte es definida como la
suspensión de todo signo vital del organismo humano, y la visión demográfica-estadística, que convierte al
hecho individual definido por la medicina en un tipo de frecuencia denominado mortalidad, que en su referencia
tradicional versa acerca de la proporción de muertes que por cada mil habitantes se dan en una sociedad,
relacionándola con el número total de sus integrantes (pág. 678).

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