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EDAÑO - Prueba / PRUEBA - Daño / RELACION DE CAUSALIDAD - Prueba /

FALLA DEL SERVICIO - Prueba. Daño. Relación de causalidad / FALLA DEL


SERVICIO - Carga de la prueba

Como es sabido, el daño constituye el primer elemento de la responsabilidad,


cuya inexistencia (o falta de prueba) hace inocuo el estudio de los demás, esto es,
de la relación de causalidad entre aquél y la actuación estatal, así como la
naturaleza de la falla del servicio en que pudo haber incurrido ésta última, en los
casos en que debe darse aplicación a un régimen subjetivo. De la misma manera,
no basta acreditar el daño para tener por demostrada la relación de causalidad.
Faltando la prueba del daño alegado o su nexo causal con la falla del servicio
demandada, se impone, necesariamente, revocar la sentencia apelada y en su
lugar negar las pretensiones de la demanda. Debe recordarse que, conforme a lo
dispuesto en el artículo 177 del Código de Procedimiento Civil: “Incumbe a las
partes probar el supuesto de hecho de las normas que consagran el efecto
jurídico que ellas persiguen”, de manera que, en este caso y con el fin de
demostrar la existencia de responsabilidad del Estado, en los términos del artículo
90 de la Constitución Política, la parte demandante debía acreditar la existencia
del daño sufrido y su nexo con la actuación de la administración. Sin embargo, no
obra en el proceso prueba alguna que permita satisfacer tales exigencias. Así las
cosas, concluye esta Sala que no está demostrada la responsabilidad de la
entidad demandada, por lo cual se impone revocar el fallo apelado.

CONSEJO DE ESTADO

SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO

SECCION TERCERA

Consejero ponente: ALIER EDUARDO HERNANDEZ ENRIQUEZ

Bogotá, D.C., ocho (8) de junio de dos mil seis (2006)

Radicación numero: 08001-23-31-000-1988-05057-01(15091)

Actor: JAIME ELIAS MUVDI ABUFHELE

Demandado: MUNICIPIO DE BARRANQUILLA

Resuelve la Sala el recurso de apelación, interpuesto por la parte demandada,


contra la sentencia del 18 de febrero de 1998, proferida por el Tribunal
Administrativo del Atlántico, en la cual se decidió lo siguiente:

“1° Se declara que no prospera el medio exonerativo alegado por la parte


demandada.

“2° Se declara que el Municipio de Barranquilla es responsable de los


perjuicios sufridos por el señor JAIME NUVDI (sic) Abufhele como
consecuencia de la omisión administrativa en que incurrieron sus
autoridades: El Comisario 11 de Policía y el señor Alcalde Municipal, al no
dar cumplimiento cabal, real y efectivo a la Comisión de lanzamiento,
dispuesto por el auto del 23 de diciembre emanado de la división jurídica
de la Secretaría de Gobierno municipal de Barranquilla de los ocupantes
del predio de propiedad del señor JAIME MUVDI ABUFHELE
particularizado en el petitum y hechos de la demanda; absteniéndose el
primero de verificar la diligencia de amparo policivo solicitada por el
demandante el día 31 de enero (sic) de 1987 y el segundo de realizar la
gestión gestión (sic) alguna tendiente a subsanar la omisión de su inferior y
darle así cabal protección al derecho de propiedad del actor.

“3° Como consecuencia de la declaración anterior y a manera de


reparación del daño se condena en concreto al Municipio de Barranquilla a
pagar a JAIME MUVDI ABUFHELE, por concepto de perjuicios materiales:
a) Como DAÑO EMERGENTE: la suma de SIETE MILLONES
OCHOCIENTOS SETENTA Y UN MIL OCHOCIENTOS CINCUENTA (
($7.871.850.oo), debidamente actualizada; teniendo en cuenta la variación
del índice de precios al consumidor, o al por mayor, certificado por el
DANE, desde enero 5 de 1988 hasta la fecha de la ejecutoria de esta
sentencia, más intereses comerciales sobre este valor, desde el 5 de enero
de 1988 hasta el día de ejecutoria de este fallo.

“4° Las cantidades liquidas reconocidas en la sentencia devengarán


intereses comerciales durante seis (6) meses siguientes a la ejecutoria de
este fallo y moratorios después de este término, en ningún caso habrá
lugar al pago de interés de interés.

“5° DENIÉGANSE las restantes súplicas de la demanda

“6° Esta sentencia deberá ejecutarse dentro de los términos señalados en


los artículo 176 y 177 del C.C.A.

“COPÍESE, NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE. CONSULTÉSE CON EL


SUPERIOR EN CASO DE NO SER APELADA” (folios 437 y 438).

I. ANTECEDENTES:

1. Mediante demanda presentada el 28 de agosto de 1988, Jaime Elías


Muvdi Abufhele, actuando en nombre propio, solicitó que se declarara
patrimonialmente responsable al municipio de Barranquilla por los daños
ocasionados al inmueble denominado finca Miraflores, los bienes muebles y el
ganado bovino que se encontraba allí, por la invasión y la omisión en el amparo
policivo sobre dicho bien, ocurridas entre el 30 de diciembre de 1987 y el cinco de
enero de 1988.

Como consecuencia de la anterior declaración, pidió que se condenara al


demandado al pago, por concepto de perjuicios materiales, en la modalidad de
daño emergente y lucro cesante, de los valores necesarios para poner el
inmueble en el mismo estado en el que se encontraba antes de la invasión, de
acuerdo con la estimación que se hiciera mediante dictamen pericial. Estimó
dichos perjuicios en la suma de $21.022.161.oo (folios 116 y 118).

En respaldo de sus pretensiones, narró que es propietario del inmueble


rural denominado finca Miraflores, con un área de 36 hectáreas y 1.830 metros,
situado en Barranquilla, en el kilómetro dos al margen derecho de la carretera de
La Cordialidad, que conduce al municipio de Galapa. El inmueble estaba
adecuadamente explotado con la cría de ganado y la producción lechera que se
vendía a varias empresas del departamento del Atlántico. Contaba con un
administrador, que era un médico veterinario, y cuatro trabajadores más, y estaba
sembrado de pasto Guinea India y Angleton. El ganado estaba conformado por
131 bovinos: 30 vacas paridas, 30 terneros, 11 novillas pardo suizas, 24 novillas
mestizas, tres toros pardos suizos, cuatro toros, 29 toretes, dos potros, tres
yeguas, tres caballos y un asno, todos propiedad del actor, los que se distinguían
con la marca JMU, debidamente registrada en la alcaldía del municipio. Disponía
de cuatro jagüeyes, un pozo artesanal, varios corrales con bebederos y
comederos. Constaba, además, de una buena casa de trabajadores, con su
bodegas para guardar herramientas, techos de asbesto estilo teja española y
pisos de concreto.

El 31 de diciembre de 1987 el apoderado del demandante, en esa época,


informó, mediante memorial, al comisario 11 de policía municipal, que, en la
madrugada del día anterior, la finca había sido invadida nuevamente por las
persona que ya habían sido desalojadas el 28 de diciembre anterior, en
cumplimiento de orden, emanada de la alcaldía de Barranquilla, del 23 de
diciembre, y solicitó nuevamente amparo policivo para la propiedad de su
mandante. Mediante resolución 002 del cinco de enero de 1988, dicho funcionario
resolvió la solicitud negándose a decretar de nuevo otra diligencia de desalojo, de
un lado, porque no contaba con personal de policía y, de otro, porque, en días
pasados, había sido amenazado por sujetos armados. Contra dicha decisión
interpuso recurso de apelación, primero, equivocadamente, ante el gobernador
del Atlántico y, después, ante el alcalde municipal de Barranquilla, el 19 de enero
siguiente, el cual nunca fue resuelto, a pesar de la insistencia para que se
resolviera formulada mediante escritos presentados el 26 de enero y primero de
marzo siguientes. Otras solicitudes de ayuda fueron presentadas con la
colaboración del presidente de la asociación de ganaderos del Atlántico, el siete
de enero del mismo año, y estuvieron dirigidas al comandante de policía del
departamento y al comandante de la segunda brigada.

Como consecuencia del silencio de la autoridad municipal, el actor sufrió


los siguientes perjuicios: la destrucción de 5.712 postes de madera sustraídos del
lindero sur y de los corrales de la finca, cinco vacas, un toro reproductor pardo
suizo, un toro cebú, siete terneros, dos potros, dos yeguas, dos caballos y dos
sillas de montar completas con sus aperos. Durante 360 días se dejaron de
producir 23.400 kilos de peso vivo de ganado y 240 litros diarios de leche,
además de los gastos de mantenimiento del inmueble que se realizaron entre los
meses de marzo y septiembre de 1987, todo lo cual arroja un total de
$21.027.661.oo (folios 110 a 114).

2. La demanda fue admitida mediante auto del 15 de diciembre de 1988 y


notificada en debida forma (folios 132).

El municipio de Barranquilla señaló que la administración cumplió con su


deber en las dos primeras ocupaciones, ocurridas en mayo y diciembre de 1987:
en la primera, ordenando el lanzamiento y, en la segunda, dictando el amparo
policivo por perturbación de la posesión, concluyendo ambas en la desocupación
del inmueble y en la entrega del mismo a su propietario a entera satisfacción.
Contrario a lo afirmado por el demandante, la alcaldía si diligenció la solicitud de
lanzamiento por ocupación de hecho presentada el 19 de enero de 1988, y
expidió la resolución de 17 de marzo siguiente, que ordenaba la medida de
amparo policivo solicitada.

Agregó que no estaba acreditado que los perjuicios reclamados hubieran


sido causados por la omisión que se imputaba a la entidad demandada. Por
último, el actor equivocó la vía amparo a su propiedad, pues, por tratarse de un
predio rural, debió recurrir al procedimiento especial establecido en el artículo 17
de la ley 200 de 1936, ante un juez civil del circuito, como lo determinó el artículo
41 de la ley 4ª de 1943 (folios 135 a 137).

3. Practicadas las pruebas decretadas mediante auto del 10 de agosto de


1989, se corrió traslado a las partes para alegar de conclusión (folios 146 y 148).
El demandante insistió en que el 31 de diciembre de 1987 solicitó, al
comisario 11 de policía, que fueran desalojados los invasores de la finca
Miraflores, como lo había ordenado con anterioridad la alcaldía de Barranquilla.
Sin embargo, la resolución 002 del cinco de enero de 1988 no accedió a dicha
petición aduciendo que no se contaba con personal de policía, y que el comisario
11 de policía, ante quien se hizo la petición, había sido amenazado con
anterioridad; la decisión fue apelada ante la alcaldía de Barranquilla, y el recurso
nunca fue resuelto. Señaló que el predio fue plenamente identificado en la
diligencia de inspección judicial, los testigos acreditaron los daños causados a la
finca y la producción lechera y ganadera de la finca se describió por los peritos
(folios 392 a 394).

La apoderada del demandado señaló que la jurisdicción contencioso


administrativa no es competente para conocer de asuntos relacionados con
actuaciones policivas de carácter jurisdiccional, de acuerdo con el artículo 82 del
C.C.A. y con la jurisprudencia del Consejo de Estado. En efecto, en el amparo
policivo realizado sobre el inmueble el 29 de diciembre de 1987, uno de los
ocupantes manifestó que la finca estaba sometida a un proceso de carácter
administrativo, como lo mostraba la resolución 124 del 28 de febrero de 1978 del
INDERENA, la cual solo podía ser resuelto mediante una “petición ordinaria”,
razón por la cual la medida de lanzamiento, tomada por el comisario 11, constituía
un acto jurisdiccional provisional. Nuevamente señaló que, por tratarse de un
predio rural, existía una acción especial de competencia de los jueces civiles del
circuito. Negó que se hubiera configurado una falla del servicio imputable al
municipio, dado que, en dos ocasiones, se solicitó el amparo policivo, y en dos
ocasiones se desocupó el inmueble; la primera se ordenó el 25 de junio de 1987 y
se realizó el tres de julio, y, la segunda, se ordenó el 23 de diciembre y se practicó
el 29 de diciembre del mismo año. Además, la solicitud elevada el 31 de
diciembre siguiente no reunía los requisitos previstos en el decreto 992 de 1930.
De otra parte, los daños reclamados eran consecuencia inmediata de la invasión
del terreno y, por lo tanto, no pudieron ser producidos por la omisión de la que se
acusa a la administración, pues su acción no había podido impedir el perjuicio
reclamado. Finalmente, no se podía exigir del comisario 11 una conducta
diferente a la que tuvo, pues no estaba en la obligación de enfrentar las
amenazas de que fue víctima, dado que la asunción de ese tipo de riesgos es
asunto que solo se exige de la fuerza pública y no a otro tipo de funcionarios
(folios 396 a 400).
La representante del Ministerio Público solicitó que se negaran las
pretensiones de la demanda. Subrayo la existencia de varias contradicciones en
los testimonios obrantes en el proceso, en aspectos atinentes a la fecha de la
invasión que, según la demanda, produjo los daños al inmueble que aquí se
reclaman. Así, el testigo Félix Antonio Blanco manifestó que el daño se produjo
entre enero y abril de 1987; Armando Cote lo situó entre abril y junio de 1987. La
mayor parte de los daños que el demandante reclama se encuentran relacionados
en la diligencia de lanzamiento del ocho de julio de 1987. La negativa del
comisario 11, explicitada en la resolución 002 del cinco de enero de 1988, no tuvo
relación de causalidad con los daños descritos en la demanda. Éstos se
produjeron con anterioridad a ella, cuando la administración puso a su servicio
todos los mecanismos existentes para proteger la propiedad del actor, puesto
que, en dos oportunidades, se la entregó a su dueño libre de invasores (folios 396
a 405).

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA:

Mediante sentencia del 28 de febrero de 1998, proferida por el Tribunal


Administrativo del Atlántico, se condenó al municipio de Barranquilla en los
términos trascritos al inicio de esta providencia. Al momento de la ocurrencia de
los hechos, la protección de predios rurales, por perturbaciones a la propiedad,
posesión y tenencia, se regulaba mediante el lanzamiento por ocupación de
hecho establecido en la ley 57 de 1930 y en el decreto 992 del mismo año,
normas según las cuales, el afectado tenía 30 días para solicitar el amparo y el
funcionario respectivo debía ordenar la diligencia dentro de las 48 horas
siguientes; la competencia estaba atribuida a los alcaldes municipales.

Quedó establecido en el proceso que, el 25 de junio de 1987, la alcaldía de


Barranquilla ordenó el lanzamiento de los invasores de la finca Miraflores, y que,
el tres de julio siguiente, se ejecutó la orden; el 22 de diciembre, se presentó una
nueva invasión, y el 29 siguiente se realizó un nuevo lanzamiento por orden del
comisario 11 de policía municipal. Al día siguiente, cerca de 50 individuos
penetraron nuevamente en el inmueble. El mismo día, el demandante solicitó el
amparo policivo ante el mismo funcionario, quien, por medio de resolución 002,
del cinco de enero de 1988, conminó a los ocupantes a desalojar el inmueble y se
negó a realizar una tercera diligencia de lanzamiento, porque no contaba con
protección policiva suficiente y, en días pasados, había sido amenazado por
individuos armados. El mismo amparo fue solicitado por el actor ante el alcalde de
Barranquilla, quien nunca lo resolvió.

El tribunal concluyó que demandante hizo uso de la acción idónea para


solicitar el amparo a su derecho, dentro del término legal y ante la autoridad
competente para resolverlo, encontrando, además, que la omisión de la
administración configuró una falla del servicio. A su juicio, los efectos del
lanzamiento del 29 de diciembre quedaron anulados por los sucesos del 30 de
diciembre.

Respecto de los perjuicios manifestó:

“El daño sufrido por el demandante aparece plenamente acreditado con los
testimonios obrantes a folios 72, 74, 88, 219, 223 y 228 en que se informa
que el globo de terreno que dio origen a esta acción fue ocupado y sus
instalaciones y bienes destruidos por las personas allí anotadas, y con los
dictámenes periciales obrantes a folios 249 y 257 que dan cuenta de las
secuelas dejadas por el hecho dañoso en el referido inmueble” (folios 433).

Rechazó la objeción por error grave del dictamen pericial en el que se


realizó el cálculo de los perjuicios, y acogió el monto allí determinado respecto del
daño emergente. Negó la petición de lucro cesante, pues nunca se conocieron los
montos reales de producción de leche aducidos por el actor (folios 411 a 439).

III. RECURSO DE APELACIÓN:

1. El demandado interpuso recurso de apelación contra la providencia


anterior. En la sustentación destacó la equivocación del tribunal, al señalar que la
competente para conocer del lanzamiento por ocupación de hecho era la alcaldía
de Barranquilla, siendo que las leyes 200 de 1936 y 4ª de 1943, establecen una
competencia especial, en estos casos, de los jueces civiles del circuito. Por otra
parte, enfatizó que, en este caso, se trataba de una actuación policiva de carácter
jurisdiccional, por lo que la acción idónea era la de nulidad y restablecimiento del
derecho, la que, al momento de presentación de la demanda, estaba caducada.

Los perjuicios reclamados se causaron en las dos primeras ocupaciones


del bien, frente a las cuales actuó la administración realizando los lanzamientos
de tres de julio y 29 de diciembre de 1987. Frente a la ocupación del 30 de
diciembre siguiente no se acreditó ningún perjuicio y, por lo tanto, no existe
ningún nexo causal con la omisión que se imputa a la administración (folios 440,
447 a 447).

2. El recurso fue concedido 12 de marzo de 1998 y admitido el seis de


agosto siguiente. En el traslado para presentar alegatos y concepto, las partes y
el Ministerio Público guardaron silencio (folio 443, 451 y 453).

IV. CONSIDERACIONES:

La Sala revocará la sentencia de primera instancia por no encontrarse


acreditado que el daño que se imputa a la administración fuera consecuencia de
la omisión sobre la cual se funda la demanda, consistente en la negativa a realizar
el lanzamiento del predio finca Miraflores, invadida entre el 29 y 30 diciembre de
1987, por tercera ocasión durante el mismo año. Lo que está acreditado es que
los daños se causaron con ocasión de las dos invasiones anteriores, en las cuales
no se acusa de falla del servicio a la administración municipal de Barranquilla.

Debe anotarse, en primer lugar, que el predio por el que se reclama es


propiedad del demandante, Jaime Elías Muvdi Abufhele, quien figura como tal en
el folio de matrícula inmobiliaria 040-0119634 de Barranquilla, con anotación del
cuatro de diciembre de 1982 de la escritura 435 de la notaría segunda de la
misma ciudad, en la que se protocolizó la liquidación de la sucesión de la señora
Catalina Abufhele viuda de Muvdi, hecha mediante sentencia del 29 julio de 1982
por el juzgado sexto civil del circuito de esa ciudad. Así mismo, los linderos y
ubicación del inmueble fueron confirmados por el dictamen pericial presentado el
11 de diciembre de 1989 (folios 12 a 20, 249 a 253).

De acuerdo con las pruebas que obran en el expediente no se encuentran


acreditados los daños que reclaman en la demanda o, mejor, los mismos se
refieren a hechos ajenos al objeto del presente proceso. En primer lugar porque
varios de ellos fueron denunciados con ocasión de las dos anteriores invasiones
de que fue objeto la finca Miraflores en el año de 1987, respecto de las cuales, en
lo que tiene que ver con la actuación de la demandada, no se hace ninguna
censura por parte del actor. En efecto, en este caso, la falla del servicio de la que
se acusa a la administración de Barranquilla se circunscribe a la tercera invasión
de la finca Miraflores, en la noche del 29 al 30 de diciembre de 1987, respecto de
la cual el comisario 11 de policía municipal, mediante resolución 002 de cinco de
enero de 1988, se negó a realizar un nuevo lanzamiento y el alcalde de la ciudad
guardó silencio frente a la petición formulada por el actor; así se expresó en la
demanda:

“Resulta evidente que el comisario Once de Policía Dr. Aquiles Escalante


Corredor y el señor ex alcalde de Barranquilla Dr. Daniel Moreno Villalba
toleraron los daños que se hicieron en la Finca Miraflores, pudiendo evitarlo
no lo impidieron, con la deliberada y maliciosa intención de no prestar la
demandante el servicio público de policía solicitado a sabiendas de los
perjuicios que ello ocasionaría, violando la Constitución Nacional y la Ley
por omisión” (folio 117).

En segundo lugar, no se encuentra acreditada la preexistencia de la mayor


parte de los bienes cuya destrucción se reclama, como tampoco la producción
ganadera y lechera, por cuya suspensión se solicita indemnización durante un
período de 360 días, término arbitrario del demandante, pues se desconoce el
tiempo de duración de la tercera invasión. Por último, se desconoce el estado del
inmueble antes de la tercera invasión y su estado posterior a ella. Si bien obra
una declaración con la que se pretende acreditar los daños reclamados, el
testimonio no resulta convincente frente al acervo probatorio y dados los vínculos
de la testigo con la familia del demandante.

Sobre la prueba del daño, obran en el expediente las siguientes pruebas:

a. Primero, en relación con los daños causados a la finca Miraflores por las
tres invasiones, se tiene que la primera ocurrió el 11 de mayo de 1987, de
acuerdo con la denuncia presentada por el demandante ante la comisaría octava
de policía municipal de Barranquilla, el 19 de mayo siguiente. En dicha denuncia
manifestó:

“... esta finca está adecuadamente esplotada (sic) situada en el Municipio


de Barranquilla, fue arada y rastrillada a comienzo del año y sembrada de
pasto angleton. En esa finca estaban pastando 100 bobinos (sic) y algunos
de los animales fueron lanzados a la carretera lo que ha ocacionado (sic)
accidentes de los que transitan de Cartagena a Barranquilla en esa finca...
existen tres represas y un pozo arteciano (sic). La finca consta de 36
hectáreas en repetidas oportunidades mis trabajadores han sido lanzados
de [la] finca por la fuerza y con amenaza de muerte, han destruido los
corrales han condenado la puerta de entrada con grandes estacas, los
trabajadores de la finca responden a los nombres de OSCAR ESCORCIA,
LIBERTO RUIZ, GA [ilegible], MANUEL SANTANA, MIGUEL REDONDO,
ROLANDO RODRÍGUEZ Y FELIX X[ilegible], quienes con las amenazas
recibidas se han abstenido de volver a la finca para trabajar en arreglo de
las cercas y en la vigilancia del ganado...... los perjuicios hasta la fecha son
los siguientes: 100 reses sin poder pastar a $2.000 pesos mensuales son
$200.000 de crecimiento por animal, (20) vacas paridas a (4) litros diarios
c/u son 80 litros diarios, a $50.00 pesos son $120.000 pesos mensuales y
en valor de la finca $25.000.000 [ilegible] pesos, los valores $200.000
pesos y $120.000 pesos es el valor de lucro cesante y daño emergente que
estoy recibiendo como víctima mensualmente desde el día (11) de mayo de
1987...”(folio 168)

El 21 de mayo siguiente, el demandante solicitó el mismo amparo a la


entonces alcaldesa de Barranquilla (folios 164 a 167), solicitud que reiteró el 24
de junio siguiente; en ese escrito dijo:

“... hasta la fecha no he obtenido la protección solicitada de acuerdo a la


costumbre legal, por lo que he recibido perjuicios económicos en mi Finca
MIRAFLORES, y sufriré otros mayores por concepto de daño emergente y
lucro cesante, ya que los delincuentes que se encuentran en la finca se han
robado el alambre de púas, la madera de las cercas, destruido los corrales,
y han sacado en camiones la riqueza maderera con los siguiente
vehículos...

“Los costosos pozos donde se abastecía el ganado para beber han sido
destruidos, los pastos artificiales no han podido aprovecharse, en fin, los
perjuicios económicos son cuantiosos, como me será fácil demostrar con
documentos y testimonios” (se subraya) (folio 201).

El 25 de junio de 1987 la alcaldía de Barranquilla ordenó el lanzamiento por


ocupación de hecho de la finca Miraflores (folios 22 y 23). En el acta diligencia de
lanzamiento, del dos de julio de 1987, se señaló lo siguiente sobre el estado en
que se encontraba el inmueble:

“Quiero [quien habla es el demandante Jaime Muvdi] dejar informado en


esta diligencia que las personas que se encontraban aquí se robaron las
maderas de los corrales del ganado, los alambres de púas que colindan
con las fincas vecinas y se robaron el triturado, arena de construcción, y
todos los materiales de construcción que existían para la construcción de
una casa y dañaron un pozo artesiano que se encontraba a 15 metros
donde se estaba haciendo la diligencia para darle de beber agua al
ganado...” (se subraya) (folio 24).

Sobre este aspecto, en la misma diligencia, el demandante intervino


nuevamente expresando:

“... En cuanto a los materiales traídos por mi, algunos existen en forma
disminuida y se señala el punto en que se encuentran para que los
funcionarios que participan en esta diligencia lo puedan observar, lo mismo
que la madera que se encuentra escondida en la finca. Acto seguido se
procedió a recorrer la finca materia de la diligencia y se pudo constatar que
existían cultivos de hierba al parecer de semillas de angleton y guinea,
como también el pozo de agua natural y también pudimos darnos cuenta la
forma en que se encontraban las cercas, caídas sin los alambre de púas,
los materiales a la vista eran triturados y pilas de arena el cual están (sic)
disminuido” (se subraya) (folio 25).

El 23 de diciembre de 1987, en una nueva solicitud de amparo posesorio,


dirigida al alcalde de Barranquilla, el demandante manifestó lo siguiente:

“2° En vista de que los envalentonados invasores han procedido


delictivamente a cortar los alambres de púas de la cerca y a tumbar las
estacas que los sostienen, destruir los sembrados que están en el lugar...”
(se subraya) (folio 17).

El 28 de diciembre 1987, el comisario 11 de policía de Barranquilla


concedió amparo policivo a la propiedad del demandante (folios 26 y 27). La
diligencia se realizó al día siguiente, en el acta de la diligencia se dejó constancia
de lo siguiente:

“Acto seguido se procedió a recorrer la finca materia de la diligencia y se


constató que existen cultivos de hierba, también se encuentra un pozo
artesanal, y unos corrales, seguidamente el señor Jaime Muvdi manifiesta
que fue sustraida de esta finca un toro reproductor Pardo suizo de nombre
Príncipe comprado en la finca La Esperanza del señor Rafael Barros, esta
res fue sacrificada en la finca de Guillermo Cárdenas, donde ahora se
encuentra y sus carnes no fueron aprovechadas sino que el sacrificio se
hizo con el único objeto de causarme daño” (se subraya) (folio 29).

En la noche de ese mismo día, la finca fue invadida nuevamente por


invasores que penetraron por la parte de atrás y se establecieron en la casa que
quedaba frente a la carretera, de acuerdo con el relato que hace el apoderado del
actor al solicitar un nuevo amparo al comisario 11 de policía (folio 31). Mediante
resolución 002 de cinco de enero de 1988 el mismo funcionario conminó a los
invasores a cesar la perturbación de la posesión de la propiedad del demandante
y se abstuvo de ordenar la práctica de una nueva diligencia de lanzamiento “en
vista de que esta comisaría no cuenta con protección policiva y en días pasados
fuimos amenazados de muerte por unos sujetos armados” (folio 33).

En el relato de los hechos que se hace en el escrito contentivo del recurso


de apelación presentado contra la resolución anterior, recurso que se ejerció
equivocadamente, ante el gobernador del Atlántico, el 13 de enero de 1988, el
apoderado del demandante relató lo siguiente:

“3º El 22 de diciembre de 1987 los mismo sujetos que fueron lanzados


como lo indico arriba [se refiere al lanzamiento del tres de julio de 1987],
volvieron a entrar en “Miraflores” mediante violencia contra las personas y
las cosas. Redujeron a la impotencia la vigilante. Violaron criminalmente las
dependencias de la casa privada que mi poderdante tiene en aquel lugar.
Al día siguiente, picaron alambres de la cerca; y destruyeron los corrales
del ganado; cortaron el pasto que alimenta los semovientes. Cerraron
arbitrariamente los “falsetes” para impedir que mi mandante o algunos de
sus empleados penetrara (sic) en la finca. El delito perpetrado llegó al
colmo al aparecer, en la parte de atrás de la propiedad, un reproductor
“romo sinuano” denominado “príncipe”, sacrificado, sin aprovechamiento de
la carne por quienes lo mataron” (se subraya) (folio 22).

El 19 de enero de 1988, el demandante presentó la solicitud de amparo


ante el alcalde de Barranquilla. Con respecto a los perjuicios manifestó:

“No está de más informar al señor Alcalde Municipal de Barranquilla, que


por la falla del servicio de su jurisdicción, es decir por no haberse lanzado
nuevamente como tenía obligación de hacerlo a los delincuentes de la finca
Miraflores cuando se lo solicitó al comisario 11 de Policía Municipal, el 31
de diciembre de 1987, los invasores han tenido tiempo para sacrificar
varias reses de propiedad de Jaime Muvdi entre ellas un reproductor que
estaba en servicio Pardo suizo adquirido en la Hacienda La Esperanza
situada en Sabana Largar del distinguido ganadero Sr. Rafael Barvo (sic).

“Han sido destruidos los forrajes, que tenía para alimentar a más de 130
bovinos, han destruido los frutales, robado los alambres de púas de las
cercas que miden 2.500mts de cada lado, con tres hilos, han violentado las
puertas del cuarto de herramientas y se las han robado. Los perjuicios por
esa realidad no tiene porqué sufrirlo exclusivamente la víctima, sino que
razones de equidad señalan que ellos deben ser repartidos entre toda la
comunidad en cuyo nombre y beneficio actúa el Estado.

“Como consecuencia de lo anterior, el municipio de B/quilla estará obligado


a pagar los perjuicios materiales teniendo en cuenta el lucro cesante y el
daño emergente, Artículos 77 y 78 del Código Contencioso Administrativo”
(se subraya)(folio 45)

Dos solicitudes más fueron presentadas al mismo funcionario el 26 de


enero y el tres de marzo siguientes (folios 66 a 68).

b. Sobre los gastos de mantenimiento del inmueble, obran los siguientes


documentos:

Recibos de pago del cinco de marzo, 3, 11 y 18 de abril de 1987, de


trabajos con buldózer Caterpillar hidráulico en la finca Miraflores, por la suma de
$1.284.500.oo (folios 83 a 86).
Documentos de la misma índole, por trabajo en arado, del 28 de abril, 2, 6,
11 y 12 de mayo de 1987, por la suma de $272.415.oo (folio 87 a 90).

También se encuentran facturas del 21 de abril, 5, 8, 14 de mayo y 24 de


agosto del mismo año, por la compra de semilla de pasto angleton, guinea y
guinea india, por la suma de $154.280.oo (folios 91 a 95).

Los documentos acreditan la compra de un tordón y fumigación de la finca,


el 19 y 22 de septiembre de 1987, respectivamente, por la suma de $51.106.oo
(folios 96 y 97).

c. Respecto de la producción ganadera y lechera, se encuentra lo


siguiente:

Liquidaciones de carnes en canal, de la Agropecuaria Camagüey al señor


Jaime Muvdi, correspondientes a los días 13, 14, 19 a 22 de octubre de 1987, con
los permisos respectivos al alcalde de Galapa para el transporte del ganado, con
la marca JM (folios 99 a 108).

Copia de un cheque, del dos de diciembre de 1982, de Coolechera a


nombre de Jaime Muvdi por la suma de $5.019.oo, (folio 200).

Un registro de la asociación de criadores de ganado pardo suizo, del 18 de


abril de 1984, del toro Ayacucho Héctor Rocky, a nombre de Jaime Muvdi (folio
109).

d. Debe anotarse que se desconoce, en el proceso, la fecha en la que cesó


la tercera invasión; sin embargo, debió cesar en algún momento, porque la
diligencia de inspección judicial practicada al predio fue atendida por el
demandante. Sobre el estado de la finca, en dicha diligencia realizada el 22 de
noviembre de 1989, se dice:

“En este estado de la diligencia el Magistrado Sustanciador se dispone


verificar las divisiones recorridas y se observa que fueron cinco (5)
divisiones: las tres (3) primeras tienen pasto abundante, la cuarta (4) una
mezcla de pasto y rastrojo y la quinta (5) semibosque en lo que vio...” (folio
244).
En el dictamen pericial, del 11 de diciembre de 1989, sobre la ubicación y
estado del inmueble, se manifestó:

“En la parcela N° 1, se encuentra ubicada una casa sencilla de 8.0 mts de


frente por 5.0 mts de fondo. El estado de su construcción es bueno; su
fabricación estructural es ladrillos, empañetada de cemento y pintura en
buen estado.

“Dentro de la misma parcela existe un corral para ganado con 20 m. de


lado por 16 m. Para una extensión de 320 mts2. Hay un pequeño jagüey
con una capacidad máxima de 34 mts3. lo mismo que un pozo calicante de
18 mts de profundidad por 1.20 mts de diámetro” (folio 251).

(...)

“En esta parcela [N° 2] están ubicados 2 jagüey, uno con una capacidad
máxima de 910 m3 aproximadamente y otro con una caída máxima de 169
m aproximadamente.

(...)

“En esta parcela está ubicado un jagüey con un capacidad máxima de 972
m3 aproximadamente” (folio 252).

En el dictamen pericial realizado para el cálculo de perjuicios, sobre el


estado del inmueble, se dijo:

“02. La segunda pregunta la respondemos afirmando que el pasto presenta


buen desarrollo, en las 20 hectáreas, tiene aproximadamente ocho (8)
meses de establecido y está apto para utilizarlo en pastoreo.

“03. Respondemos la tercera pregunta del cuestionario afirmando que las


cercas e instalaciones de la finca se encuentran en muy buen estado,
recién construidas, también se observó que se estaban instalando cercas
nuevas en los lotes 4 y 5. Tanto la casa para uso del administrador y los
corrales están recién construidos y en perfecto estado” (folios 255 y 256).

En cuanto a la producción lechera se dijo:

“Al considerar el primer inventario se observan cerca de 109 animales o


unidades de ganado grande, este (sic) cantidad establece un valor de tres
(3) animales por hectárea por año, el cual es muy alto para esta zona;
además se observó que es pastoreo de guinea, sin riego, por tanto las 180
toneladas no alcanzan para estos animales y hay un déficit de producción
de consumo de casi 900 toneladas que el propietario posiblemente obtenía
en predios aledaños pero que no se podía producir en el predio que se
analiza” (se subraya) (folio 261)

e. En la demanda se solicitó la ratificación de tres testimonios, que sobre


los mismos hechos, se rindieron ante el juzgado 15 civil municipal de Barranquilla,
por solicitud del demandante, el cinco y seis de agosto de 1988, y que se
practicaron sin citación de la entidad demandada. En la solicitud no se dijo que se
buscaba constituir una prueba anticipada, ni se trataba de personas de avanzada
edad o gravemente enfermas, eventos estos a los que se refería la autorización
del artículo 298 del Código de Procedimiento Civil, para la aplicación de este
procedimiento antes de la reforma del artículo primero del decreto 2282 de 1989.
También debe anotarse que dichas declaraciones no fueron trasladadas de otro
proceso y, en su petición, el demandante dijo fundarse en el artículo 18 del mismo
código, que atribuía competencia para recaudar diligencias varias, sin fines
procesales, a los jueces civiles municipales y del circuito, con anterioridad a la
reforma del decreto ya citado (folios 118, 69 a 79).

En todo caso, dichos testimonios fueron ratificados conforme al


procedimiento establecido en el último inciso del artículo 229 del mismo código, y
en cada una de las diligencias de ratificación, el magistrado sustanciador dejó la
siguiente constancia:

“… que en cada una de las preguntas el peticionario de la prueba


testimonial extraproceso y demandante en el mismo se trata de provocar el
concepto o la respuesta del declarante. Por tal razón el Magistrado
Sustanciador en ejercicio de la facultad consagrada en el inciso 3° del
artículo 227 del C.P.C. rechaza dichas preguntas y procede a interrogar al
declarante en la siguiente forma:...” (folios 219, 223 y 228).

Sin embargo, estas nuevas declaraciones cumplen con los requisitos


prescritos en el artículo 228 del Código de Procedimiento Civil, por lo que pueden
ser valoradas como pruebas aportados al proceso. No pasa lo mismo con los
testimonios practicados ante el juzgado civil municipal, ya que no cumplen con los
requisitos prescritos en los artículos 185 y 229 del mismo código.

Sobre los daños causados a la finca Miraflores por los invasores y la época
en que ocurrieron, Félix Antonio Blanco Orozco, el administrador de la misma,
entre 1984 y enero 1988, manifestó:

“En el año de 1987 la finca Miraflores fue desmontada en los meses de


Abril, Mayo y Junio, fue arada y rastrillada; se desmontó con bulldozer y se
aró y rastrilló con tractor y se le sembró pastos artificiales como: guinea
india, anglenton y kingrase … si es cierto que la finca Miraflores fue
invadida por campesinos que se introdujeron en la Finca en los meses de
Enero, Febrero, Marzo y Abril de 1987 quienes destruyeron los corrales y la
cerca que estaban hecha (sic) con coralibe y trupillo e hilos de alambrepúa
(sic). La fecha exacta de la invasión no la recuerdo… Los invasores
reventaron las puertas con sus respectivas cerraduras, tumbando los
árboles que servían para el arreglo de las cercas los cuales cortaban con
hacha y machete y motosierra de gasolina, también destruían el pasto y
sacrificaron varios animales aproximadamente 10 animales, sacrificaron un
toro pardo suizo, un cebú, sacrificaron cuatro vacas paridas, se sustrajeron
dos caballos y dos sillas de montar. También se sustrajeron machetes
palas paladragas y 3 martillos: 3 maches y cuatro sables; 2 palas dragas…
Los invasores cogieron la cerca de la finca para hacer hornos con la
madera de ésta y también cogieron los árboles de la finca y también hacían
con ellos carbón los cuales sacaban en saco de fique y en camiones para
venderlos en Barranquilla, también cortaron el pasto artificial que servía
para alimentar el ganado; el pasto lo quemaron todo (se subraya) (folios
220 y 221).

En el interrogatorio se advirtió al testigo que su respuesta era contradictoria


con la demanda, pues mientras él manifestaba que la invasión había sucedido
entre enero y abril de 1987, el demandante que tal hecho había sucedido el 30 de
diciembre de 1987, a lo cual respondió: “el 30 de diciembre volvieron a
introducirse en la finca Miraflores” (folio 221). Se insistió sobre la contradicción:
“No sé a qué se deba esa contradicción ya que el señor Muvdi estaba al tanto de
todo lo que ocurría en la finca Miraflores” (folio 221).

Luis Armando Conde Briganti manifestó que conocía al demandante desde


1987 cuando trabajaba con su hermano Roberto Muvdi; al momento de la
declaración trabajaba en un parqueadero, en el que vivía con su esposa e hijos,
propiedad también del demandante y administrado por su hija Luz Karime Muvdi;
así mismo había estado vinculado a actividades de manejo de la finca Miraflores,
tales como el pago del sueldo de los trabajadores; sobre la época de la invasión
expresó:

“Tuve conocimiento de una invasión por varios señores en los meses de


Abril, Mayo y Junio de 1987, me entré por medio del doctor Jaime Muvdi de
que habían unos invasores de la Finca los cuales estaban haciéndole
perjuicios a la finca, después constaté que habían destruido el pasto
artificial que se tenía para el criadero de terneros, también habían destruido
la hierba angleton la cual se tenía en la división número 1 para el corte.
PREGUNTADO: La respuesta anterior está en contradicción con lo
afirmado por el señor Jaime Muvdi en su demanda, ya que éste habla que
la finca fue invadida el 30 de Diciembre de 1987 y no durante los meses de
Abril, Mayo y Junio de 1987. Sírvase explicar a que se debe esta
contradicción. CONTESTO: Tal vez no retengo en que fecha exacta fue
pero si tuve conocimiento de la invasión de la finca y que los señores
invasores la hicieron…

Sobre los daños causados por la invasión dijo:


Los daños que recibió la finca con la destrucción del pasto de corte se
dejaron de alimentar 131 bovinos que estaban para criadero y también
sufrieron daños las vacas que estaban para el ordeñe por la destrucción del
pasto guinea india y angleton, me enteré porque me lo dijo el doctor Jaime
Muvdi y por que yo mismo constaté que los 131 bovinos se tenían que
llevar a la otra división para alimentarlos por la destrucción del pasto
anterior y constaté también que las vacas que ordeñé dejaron de producir
leche. También presencié la pérdida de herramienta de trabajo como palas,
cavadores, paladragas etc., cantidad de esto no se, también tuve
conocimiento de que cortaban los palos de las cercas las cuales usaban
para hacer hornos de carbón lo cual yo presencié cuando fui a la finca,
también segaron un pozo de donde se saca agua (folios 229 y 230).

La señora Edylma Reales Ortiz, quien manifestó ser la secretaria de la


firma Julio Muvdi Ltda., del hermano del demandante, quien a su vez le había
servido de apoderado general en varias ocasiones. Sobre la fecha de la invasión
de la finca manifestó:

“PREGUNTADA: Sírvase decir la declarante si usted conoce la finca


Miraflores. En caso afirmativo cuándo la conoció y cuántas veces ha ido a
la misma. CONTESTO: Si la conozco desde el año de 1987 en el mes de
mayo. Cada quince días paso y entro por la finca Miraflores después de
visitar la finca del doctor Julio Muvdi que casi colinda con la de Jaime
Muvdi... La finca Miraflores de propiedad de don Jaime Muvdi fue invadida
por unos individuos el 30 de Diciembre de 1987 y los invasores
permanecieron en dicha finca durante los meses de Enero, Febrero, Marzo,
Abril y Mayo de 1988, tuve conocimiento de esta invasión porque yo estuve
personalmente en la finca Miraflores pero no dentro sino en la banda de la
finca y también porque los invasores también se metieron en la Finca del
doctor Julio Muvdi de nombre Villa Cecilia... La invasión de esta finca
terminó como en el mes de julio de 1988 porque don Jaime Muvdi me
informó de este hecho ya que él tuvo que sacar los invasores de la finca
con la fuerza pública y con su abogado... PREGUNTADO: Diga la
declarante si en los días inmediatamente anteriores... al 30 de diciembre de
1987 usted asistió personalmente a la finca Miraflores o a la finca del
doctor julio Muvdi a quien presta sus servicios. PREGUNTADO:
CONTESTO: Si fui como el 16 de diciembre 15 días entee (sic) a visitar la
Finca del doctor Julio Muvdi porque ya los invasores se estaban metiendo
por la parte de atrás de la finca Villa Cecilia y estaban limpiando estos
señores la parte de atrás de la finca Villa Cecilia... Después de ocurrida la
invasión visité como a los dos tres días a las 4 de la tarde estuve cerca de
la Finca Miraflores porque los invasores no dejaban entrar a dichas tierras y
nosotros o sea yo y mi compañero de Trabajo Andrés Gutiérrez no
quedamos dentro del taxi que nos transportó a dichas finca.
REPREGUNTADA: Diga al (sic) declarante si con posterioridad a la fecha y
hora invocada en su respuesta anterior, usted volvió a asistir
personalmente a la finca Miraflores hallándose ésta invadida. CONTESTO:
Si, si asistí varias veces y en la finca Miraflores se veía entre los invasores
hombres, mujeres y niños.

En cuanto a los daños señaló:


Los daños que causaron los invasores a la Finca Miraflores fue la
destrucción del pasto y de la yerba (sic) Angleton y de la yerba (sic) guinea
india, destruyendo los corrales de madera para el ganado, los alambres de
púas de las cercas, cortaron los árboles de maderables, sustrajeron todas
las herramientas de trabajo, sacrificaron y sustrajeron como 20 cabezas de
ganado, varios caballos, yeguas y las sillas de montar. Sé de todos esos
daños porque vi en la finca Miraflores el sacrificio de una vaca y la colgaron
en los palos de la cerca. PREGUNTADA: Sírvase decir la declarante como
hizo usted para establecer que de la finca fueron sustraídas herramientas
de trabajo y que fueron sacrificadas 20 cabezas de ganado. CONTESTO:
tuve conocimiento de todo esto porque el capataz de don Jaime Muvdi, no
recuerdo su nombre y apellido, no tenía los implementos para poder
trabajar, y esto lo sé porque en la finca de don Julio Muvdi también le
sustrajeron al capataz señor Pájaro todos los implementos como machetes,
rulas, rolos (sic) de alambre de púas que estaban sin utilizar y que también
el señor Pájaro me dijo, que en la finca de don Jaime Muvdi le habían
sacado todos eso implementos de trabajo... cuando los invasores se
ubicaron en la finca Miraflores y en la finca Villa Cecilia en casa vieja, el
capataz Pájaro me envió razón por teléfono de que me hiciera presente en
las tierras de Villa Cecilia porque los invasores les habían sacado todos los
muebles de su casa. Cuando yo pasba (sic) por la finca Miraflores veía
pastar aproximadamente 130 cabezas de ganado, varios caballos, yeguas
y un asno. PREGUNTADA: La declarante tuvo conocimiento de cuántas
cabezas de ganado y caballos existían antes de la invasión. CONTESTO:
si tenía conocimiento que pastaban 131 cabezas de ganado, 3 yeguas, 3
potros, 2 caballos y un asno. PREGUNTADA: Cómo hizo usted para
establecer esa cantidad y porque lo recuerda hoy con tanta precisión, no
obstante el tiempo que ha transcurrido. CONTESTO: Sé con precisión este
número de animales porque yo los veía en la finca Miraflores, y como
buena persona que me gusta anotar todo lo anote en una agenda de
anotaciones que yo tengo en la oficina. PREGUNTA: Sabe la declarante
con precisión cuantas cabezas de ganado, caballos y asno fueron
sustraídas y sacrificadas como consecuencia de la invasión. CONTESTO:
Sé que sustrajeron 2 potros 2 caballos, si mal no recuerdo creo que una
yegua y ganado, yo me recuerdo que eran dos toros, como unas seis o
siete vacas, no me recuerdo bien y terneros serían como unos seis
terneritos, de los toros si me recuerdo que eran dos... REPREGUNTADA:
Diga la declarante cuándo, es decir en que fecha exactamente usted hubo
de Constar contar los animales que con tanta precisión ha informado en
respuestas anteriores, que se encontraban en la Finca Flores. CONTESTO:
Digo esta cantidad con toda precisión porque la conté en el mes de Abril de
1987 cuando el ganado estaba encerrado en la finca Miraflores en sus
corrales ya que siempre estaba a dicha finca después que visitaba la otra
finca del doctor julio Muvdi. REPREGUNTADA: diga la declarante si conoce
cuando sucedieron los sacrificios de ganados, es decir todo ocurrió el
mismo día de la invasión o si por el contrario fue durante el tiempo que
estuvo invadida la finca. CONTESTO: los invasores sacrificaron el ganado
que dije aproximadamente como unas 20 cabezas durante los meses de
Enero a Marzo de 1988. REPREGUNTADA: Diga la declarante si conoce el
nombre de la persona que administraba la Finca Miraflores y si tiene algo
que agregar o corregir a lo anteriormente manifestado. [CONTESTO]No
recuerdo el nombre ni el apellido y no tengo nada más que agregar a esta
declaración (folios 223 a 227).
Esta declarante afirmó que los daños ocurrieron después de la invasión del
30 de diciembre de 1987, entre los meses de enero y julio de 1988 y los daños
que describe coinciden con los reclamados en la demanda, como es el caso de
las 20 cabezas de ganado sacrificado, que comprenden dos potros, dos caballos,
dos toros, seis vacas y seis terneros, también coincide con en el número total de
ganado que tenía la finca: 131animales, solo se presenta un pequeña diferencia
en una vaca y un ternero; agregó la misma declarante que los pastos de la finca
fueron destruidos, así como los corrales y los árboles maderables, se perdió el
tendido de alambre de púas y las herramientas de la finca.

Sin embargo, señaló que la información sobre los daños se la brindó el


capataz de la finca Miraflores, de quien no recuerda el nombre, a pesar de que,
según su dicho, iba con regularidad al sitio y tenía cercanía con el negocio, dado
que su jefe Julio Muvdi, hermano del demandante, era dueño de una finca vecina.
Además, es la única persona que afirma que esos daños ocurrieron después de la
invasión del 30 de diciembre de 1987 hasta mayo de 1988. Otra cosa dijeron los
declarantes Félix Antonio Blanco Orozco y Luis Armando Conde Briganti; el
primero afirmó que la invasión ocurrió entre enero y abril de 1987; el segundo
entre abril y junio del mismo año, y, cuando a ambos se les dijo que su dicho
estaba en contradicción con los hechos de la demanda, ninguno de los dos lo
modificó o lo corrigió, el primero dijo que de la información también estaba
enterado el demandante y el segundo que no recordaba la fecha exacta.

Estas dos razones serían suficientes para restar credibilidad al testimonio


de la señora Edilma Reales Ortiz, cuyas afirmaciones no coinciden con ninguno
de los otros medios de prueba que obran en el proceso.

En efecto, de acuerdo los dos testigos restantes, los daños ocurrieron con ocasión
de las dos primeras invasiones. En cuanto al sacrificio de animales, Félix Antonio
Orozco habló de 10: dos toros, cuatro vacas y dos caballos y el hurto de dos sillas
de montar. Respecto de la destrucción de los pastos del predio, sembrados en el
primer semestre de 1987, el mismo declarante y Luis Armando Conde Briganti
coinciden en que sucedió con anterioridad a la tercera invasión; lo mismo se dice
en la solicitud de amparo del 13 de enero de 1988, en la que el apoderado del
demandante manifestó que, para el 22 de diciembre anterior, antes del segundo
lanzamiento, el pasto de la finca había sido cortado.
Lo mismo pasa con la destrucción de los palos de las cercas, así como de la
madera de los corrales y de los árboles maderables, que fueron quemados o
tumbados, estos mismos dos testigos manifestaron que había sucedido antes de
la tercera invasión; A esos mismos daños se hace referencia, de manera
recurrente, en los documentos que tratan de las dos primeras invasiones: en las
solicitudes de amparo del 19 y 24 de mayo de 1987 se denuncia la destrucción de
los corrales, el robo de madera para las cercas, lo mismo se dice en el acta de
lanzamiento del dos de julio del mismo año, así como en la solicitud de amparo
del 23 de diciembre siguiente, por la segunda invasión. En la solicitud de amparo
del 13 de enero de 1988, el apoderado del demandante señaló que, para el 22 de
diciembre anterior, antes del segundo lanzamiento, se había visto afectado el
cercado de la finca. En la demanda, sin embargo, se reclama por la destrucción
de los postes de madera de las cercas después de la tercera invasión.

En cuanto al ganado sacrificado, en la demanda se reclama por dos toros


reproductores, uno pardo suizo y otro cebú; respecto del primero, en el acta de
lanzamiento del 29 de de diciembre, es decir la que termina la segunda invasión,
se denuncia la sustracción de un reproductor pardo suizo que provenía de la
hacienda La Esperanza y, en la solicitud de amparo del 19 de enero de 1988,
dirigida alcalde de Barranquilla, se dice que, en la tercera invasión, fue sacrificado
un reproductor pardo suizo que provenía de la hacienda La Esperanza; no es
posible dilucidar si se trata del mismo animal o de uno diferente. Para aumentar la
confusión, en el acta ya citada del 29 de diciembre de 1987 se dice que el
reproductor pardo suizo se llamaba Príncipe; en la solicitud de amparo formulada
por el apoderado del demandante, del 13 de enero de 1988, cuando describe la
situación del 22 de diciembre de 1987, antes de la tercera invasión, dice que el
toro reproductor romo sinuano se llamaba Príncipe, por lo que se entra a dudar sí
fueron sacrificados dos toros de diferente raza con el mismo nombre, o uno solo
respecto del cual se confundió su raza.

De lo dicho, se deduce que los daños que se reclaman por la omisión de la


administración en la tercera invasión del 29 al 30 de diciembre de 1987, en lo que
tiene que ver con la destrucción de la siembra de pastos, pérdida de palos para
cerca y, parcialmente, con el ganado sacrificado, también fueron reclamados con
ocasión de las dos primeras invasiones. Con el agravante de que esa información
proviene del propio demandante, pues se trata de las solicitudes de amparo del
19 y 24 de mayo y 23 de diciembre de 1987 y de las constancias dejadas por el
actor en las actas de lanzamiento del dos de julio y 29 de diciembre de 1987. A lo
anterior debe agregarse que el testigo Luis Armando Briganti dijo que la
información sobre los daños, se la había dado el propio demandante.

El segundo cuestionamiento, en relación con los daños reclamados en la


demanda, consiste en que no se acreditó la preexistencia del algunos de los
bienes afectados, como es el caso de las 131 cabezas de ganado que había en la
finca; solo existen tres referencias a ese número, que provienen del declarante
Conde Briganti, en la solicitud de amparo al alcalde de Barranquilla, el 19 de
enero de 1988 y en la cuestionada declaración de Edilma Reales Ortiz. Dichas
afirmaciones solo se encuentran respaldadas por la preexistencia de una cabeza
de ganado, con un título de 1984, de un toro reproductor pardo suizo de nombre
Ayacucho Héctor Rocky. El dato tiene importancia, ya que al momento del
dictamen pericial, se dijo que la capacidad de la finca, de acuerdo con la
producción de pastos, no alcanzaba para alimentar los 109 animales que se
encontraban allí, en diciembre de 1989.

En el mismo sentido resulta deficiente la prueba de la previa producción ganadera


y lechera de la finca, pues no permite establecer que se trataba de una actividad
regular; respecto del sacrificio de ganado, solo se aportó información
correspondiente a octubre de 1987 y, en cuanto a la producción de leche, solo se
aportó un cheque de un pago de 1982.

Tampoco se puede deducir el estado del inmueble con antelación a la tercera


invasión y después que la misma tuviera ocurrencia, de la inspección judicial y la
prueba pericial practicadas en el proceso; en ellas se describe un inmueble en
buen estado: con cinco divisiones, tres con producción de pasto para cría de
ganado, una casa, tres pozos, corrales, pastos y cercas en buen estado, sin que
se pueda establecer en qué momento se construyeron y sembraron o desde que
época existían.

Se concluye, entonces, que no se encuentran probados los daños que se imputan


al municipio demandado, ya sea porque no se probó la preexistencia de los
bienes afectados, como es el caso de la producción lechera y ganadera de la
finca o el número de cabezas de ganado que se encontraban allí; o que
acreditada su existencia, su pérdida no ocurrió como consecuencia de la tercera
invasión al inmueble, en la noche del 29 al 30 de diciembre de 1987, como es el
caso del sacrificio de animales, la destrucción de pastos y de cercas, es decir,
carecen de relación causal con la omisión de la que se acusa a la administración
de Barranquilla.

Como es sabido, el daño constituye el primer elemento de la responsabilidad,


cuya inexistencia (o falta de prueba) hace inocuo el estudio de los demás, esto es,
de la relación de causalidad entre aquél y la actuación estatal, así como la
naturaleza de la falla del servicio en que pudo haber incurrido ésta última, en los
casos en que debe darse aplicación a un régimen subjetivo. De la misma manera,
no basta acreditar el daño para tener por demostrada la relación de causalidad.

Faltando la prueba del daño alegado o su nexo causal con la falla del servicio
demandada, se impone, necesariamente, revocar la sentencia apelada y en su
lugar negar las pretensiones de la demanda.

Debe recordarse que, conforme a lo dispuesto en el artículo 177 del Código de


Procedimiento Civil: “Incumbe a las partes probar el supuesto de hecho de las
normas que consagran el efecto jurídico que ellas persiguen”, de manera que, en
este caso y con el fin de demostrar la existencia de responsabilidad del Estado,
en los términos del artículo 90 de la Constitución Política, la parte demandante
debía acreditar la existencia del daño sufrido y su nexo con la actuación de la
administración. Sin embargo, no obra en el proceso prueba alguna que permita
satisfacer tales exigencias. Así las cosas, concluye esta Sala que no está
demostrada la responsabilidad de la entidad demandada, por lo cual se impone
revocar el fallo apelado.

En mérito de lo expuesto, el Consejo de Estado, en Sala de lo Contencioso


Administrativo, Sección Tercera, administrando justicia en nombre de la República
de Colombia y por autoridad de la ley,

FALLA:

REVÓCASE la sentencia del 18 de febrero de 1998, proferida por el Tribunal


Administrativo del Atlántico, en su lugar niéganse las pretensiones de la demanda.

CÓPIESE, NOTIFÍQUESE, CÚMPLASE Y PUBLÍQUESE


MARÍA ELENA GIRALDO GÓMEZ ALIER E. HERNÁNDEZ ENRIQUEZ
Presidenta de la Sala

RUTH STELLA CORREA PALACIO MAURICIO FAJARDO GÓMEZ

RAMIRO SAAVEDRA BECERRA

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