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SCHWARZ

Las ideas fuera de lugar (1973)

Análisis del Brasil decimonónico, regido por la tensión entre el favor y la esclavitud (disparidad entre la
sociedad brasileña esclavista y las ideas del liberalismo europeo).

Teoría dependentista: el subdesarrollo de América Latina, lejos de ser, como dicen los dualistas, producto
de la falta de expansión del capitalismo o un mero resabio precapitalista, es un producto de la propia
expansión del capitalismo; “centro” y “periferia” constituyen ambos instancias inherentes a un mismo
proceso capitalista

Schwarz toma aquel postulado principal de la teoría dependentista y lo traspola al ámbito específico de la
cultura y la literatura. Su objetivo específico a un nivel político-ideológico tiene que ver con el de combatir
las tendencias nacionalistas dentro del Partido Comunista, para lo cual se dedica a refutar la tradición
crítica literaria de matriz nacionalista, es decir aquellas corrientes crítico-literarias que tratan de buscar
tanto en Brasil como en América Latina, una expresión literaria nacional auténtica, y es justamente a
partir de ahí que formula la teoría de las ideas fuera de lugar.

Schwartz ataca la idea de que basta con desprenderse de los ropajes de las teorías y los modelos literarios
foráneos para encontrar una expresión nacional auténtica. Para Schwarz, no cabe hablar de una cultura
nacional brasileña preexistente a la cultura occidental. La particularidad de la expresión nacional recaerá,
justamente, en la distorsión de las categorías europeas y en el permanente desfase de América Latina
respecto de sí misma (“lo más propio es que está condenada a copiar”; ejemplos: (a) el razonamiento
económico burgués debido a la dominación europea en el comercio internacional, (b) la independencia
realizada en nombre de ideas francesas, inglesas y americanas). Si bien la adopción de conceptos extraños
genera graves distorsiones, el distorsionar conceptualmente la realidad no es algo que los autores
latinoamericanos puedan evitar hacer. Es precisamente en tales distorsiones, en el denominar la realidad
local con nombres siempre impropios, donde radica la especificidad latinoamericana en general, y la
brasileña en particular.

Toma, por ejemplo, el caso de las ideas liberales; éstas se ven distorsionadas por completo en el ámbito
brasileño, lo cual se evidencia en su relación con la esclavitud y el favor. La esclavitud desmiente
alevosamente las ideas liberales, mas el favor las absorbe y disloca:

Ideas liberales europeas Favor como práctica del brasil


decimonónico

Autonomía de la persona Dependencia de la persona

Universalidad de la ley Excepción a la regla

Cultura desinteresada Cultura interesada

Remuneración objetiva Remuneración y servicios personales

Sin embargo, adoptadas las ideas y razones europeas, podían servir y muchas veces sirvieron de
justificación “objetiva” para el momento de arbitrariedad que está en la naturaleza del favor. (Por eso se
dice que son absorbidas y dislocadas por este).
CARVALHO FRANCO

Las ideas están en su lugar (1976)

Texto: comienza la entrevista poniendo en tela de juicio la idea de Brasil como país colonial que tiene a
Europa como la fuente de todas sus ideas. Esa concepción de la historia brasileña trae aparejado el
supuesto implícito de una diferencia esencial entre naciones metropolitanas, sede del capitalismo y núcleo
hegemónico del sistema, y los pueblos coloniales, subdesarrollados, periféricos, estableciendo una
relación de exterioridad.

La traspolación al ámbito cultural y literario de la teoría dependentista que realiza Roberto Schwarz no
fue bien recibida por todos los cultores de esta corriente. Para Maria Sylvia Carvalho Franco, era absurdo
plantear que las ideas liberales brasileras estuvieran desajustadas en el Brasil decimonónico. Según la
autora, las ideas liberales no eran ni más ni menos extrañas al Brasil, no estaban ni mejor ni peor
ajustadas al contexto local que las corrientes esclavistas. Unas y otras formaban igual parte de la compleja
realidad brasileña, ni siquiera pudiendo decirse de estas que eran incompatibles entre sí. Para Carvalho
Franco, en cambio, las ideas jamás podrían estar “fuera de lugar” puesto que si pueden eventualmente
circular de manera pública en un medio dado, es porque sirven a algún propósito en él. En otras palabras,
si existen las condiciones para su recepción y circulación, entonces no puede decirse que se encuentra
“fuera de lugar”.

Sosteniendo su teoría de las “ideas fuera de lugar”, Schwarz estaría recayendo así en el mismo tipo de
dualismo que pretendía combatir: al Brasil liberal se le opondría el Brasil esclavista. Para Schwarz, por el
contrario, no se trataría de dos lógicas diversas sino de una misma lógica que opera, sin embargo, de
modos diversos en las distintas regiones: mientras que en el centro tiende a generar las condiciones
propìas de sociedades capitalistas avanzadas, en la periferia sólo perpetúa el subdesarrollo y reproduce
patrones precapitalistas de relación social.

Un problema que se le plantea a Schwarz es el consecuente escepticismo respecto a la viabilidad de todo


proyecto emancipador en la región, pues de su texto se puede deducir sin mayor inconveniente que todas
las ideologías, inclusive las literarias o mismo las marxistas que él mismo sostenía, estarían fuera de lugar
en los países periféricos. Frente a la cuestión, Schwarz señala que no todas las ideas en América Latina
estarían siempre e inevitablemente fuera de lugar, sino que podrían eventualmente re articularse de un
modo que resulten asimilables a la realidad local.

Esto, sin embargo, contradice todo lo que el autor sostuvo en su teoría. A su vez, lo arrastra a la búsqueda
y distinción de qué ideas estarían, entonces, ajustadas a la realidad brasileña y cuáles no (un juego de
espejos en donde las ideas inadecuadas siempre serán las del otro). Asi reformulada, no habría forma de
abordar la cuestión de las “ideas fuera de lugar” sin presuponer la existencia de alguna suerte de “esencia
interior” a la que las ideas “extranjeras” no logran (o si) representar.

SCHWARTZ

Cambio de objetivo
Este cambio en su teoría viene aparejado a un cambio de objetivo de base en los años 70: ya no era refutar
las teorías nacionalistas, sino combatir lo que él llama un bien de consumo de un mercado cultural
capitalista. Su preocupacion principal sera analizar cómo las ideas revolucionarias, las vanguardias en
arte, etc, son asimiladas por el capitalismo para convertirlas en bienes de consumo. Es decir, lo que habría
es una serie sucesiva de apropiaciones y reapropiaciones de los bienes culturales, donde lo que se pierde
de vista es justamente la condición dependiente de la cultura local.

Sus principales contendientes ya no seran los nacionalistas, sino por el contrario, lo que llama las teorias
de los filosofos franceses, como Derrida y Foucault, segun los cuales la cuestion de la imitacion carreceria
de sentido. De acuerdo con estas teorias, no seriamos mas que eslabones de una cadena de imitadores de
imitadores de imitadores, y con esto se pierde la idea de lo mejor y lo peor, cual es el original y cual es la
copia. Estas teorias servirian asi de compensación simbólica para desigualdades, asimetrías a nivel de
bienes culturales, sin efectivamente resolverlas ni pensar el problema de fondo, que es que existen en el
mundo claras asimetrias de poder.

Schwarz va a rechazar las teorías francesas partiendo de un postulado ético-ideológico: estas terminan
reforzando la condición dependiente. El problema de fondo es, sin embargo, epistemológico: es preciso
saber si el tema de la copia y la imitación es, a fin de cuentas, una representación adecuada de un
fenómeno mucho más complejo.

Giro a las formas

Parte de un modelo de análisis crítico que busca hacer un análisis social de la literatura sin perder de
vista la dimensión estética. A Schwarz le sirve el caso de Alencar para mostrar como lo que en Europa
tenía un sentido, se vuelve paródico en otro contexto; los desfasajes que se producen con estas imitaciones
y préstamos culturales. (Aporte de Machado de Assis: el efecto que paródico que produce el traslado
cultural se convierte él mismo en un principio constructor del relato).

El giro a las formas de Schwarz es su gran aporte. Es el concepto de forma el que le permite a Schwarz
captar el trasfondo social del que nace una obra dando cuenta al mismo tiempo de la productividad de su
dimensión lingüística y literaria. No es en los materiales que un artista utiliza, en los contenidos de su
obra, sino en el nivel de los procedimientos constructivos del relato que el entorno dado se encuentra
reproducido de un especificamente literario.

Schwarz relaciona la dialéctica entre forma y contenido, estructura e historia, con aquella otra más
específicamente lationamericana, entre “centro” y “periferia”.

Sin embargo, le va a plantear una paradoja: es sugestivo que él para encontrar el aporte y la peculiaridad
brasileña tenga que apelar a modelos europeos (la digresión y la parodia no son exclusividades
brasileñas). Nuevamente se plantea la cuestión de cuáles son aquellos rasgos que identifican está
condición periférica, se pierde de vista nuevamente la diferencia entre la idea del gran autor y la copia, la
imitación.

Su respuesta plantea un “doble deslinde”: por un lado, la diferencia entre “centro” y “periferia” ya no
necesariamente es paralela a la distinción entre “superior” e “inferior”, porque queda claro que los autores
latinoamericanos no son inferiores a los europeos. Sin embargo, Schwarz no cede al deslinde entre
“centro” y “periferia” como parelelo a “copia” y “modelo”.

Si la cultura latinoamericana deja de ser inferior, que siga siendo una imitación o no, no cambia
demasiado. ¿por qué aceptar el primer deslinde y no el segundo? Si renunciara al segundo paralelismo, se
perderia de vista el problema de las asimetrías de poder, y por ende sería imposible pensar, en la teoría de
Schwarz, el problema de la condición periférica.

Esto se debe principalmente a que el autor parte de una concepción muy pobre del lenguaje, en la cual
este es reducido al ámbito meramente semántico (de allí que solo pueda pensar las paradojas que
plantean los procesos de apropiación ideológica en la periferia en términos de descripciones inadecuadas
de la realidad).

Confusión entre las dimensiones del lenguaje: Schwarz parte de un nivel semántico para atribuirle
funciones que pertenecen a otro plano del discurso, lo que engendra una discordancia conceptual.
Ninguna idea puede estar fuera de lugar, una idea puede ser correcta o incorrecta, pero nunca puede estar
fuera de lugar pues está es una función del contexto pragmático de enunciación, y no ya de la semántica
de un lenguaje. Si una idea está fuera de lugar o no por ser inadecuada o adecuada, entonces lo que se
pierde de vista es esa antinomia propia de la Historia de las Ideas, la antinomia entre ideas y realidad,
y lo que se trata de ver es si esas ideas reflejan o no adecuadamente una realidad como si fueran dos
entidades separadas que guardan una relación puramente externa entre si.

Mientras planteamos la cuestión en el plano semántico, sólo podemos pensar los procesos de apropiación
cultural en estos términos, de descripciones más adecuadas o menos adecuadas a la realidad. Solo
podemos pensar en otros términos cuando incorporamos otras dimensiones del lenguaje, como la
dimensión performativa, porque es ahí donde se nos descubre la particularidad de los fenómenos de los
procesos de circulación, apropiación, y transmisión de ideas.

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