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Aspectos históricos de la personalidad

En 1938 B. F. Skinner publica “la conducta de los organismos”. Relaciono


la conducta con causas del medio ambiente y descarta las variables de
personalidad como conceptos explicativos, desarrolla procedimientos del
reforzamiento operante que se aplican a muchos aspectos del control de
la conducta en diversas situaciones.
A partir de los años 30 se empieza a consolidar la psicología de la
personalidad como un campo propio de la investigación. En 1932 aparece
la revista “Charácter and Personality”. Luego aparecen manuales, libros
de referencia que3 marcan los límites y competencia de una nueva
disciplina científica, el de Allport (1937) marca el inicio formal de la
psicología de la personalidad.
Carl Rogers habla de la persona plenamente funcional en 1942 escribió
“consejo y psicoterapia” y en 1955 “Terapia centrada en el cliente” en este
libro trata de formalizar su teoría de la personalidad donde mantiene que
el desequilibrio y falta de armonía psicológica en resultado de la
discrepancia del yo real y el yo ideal.
Maslow (1955) propuso que los científicos de la personalidad examinaran
el lado humano para el desarrollo, la felicidad y la satisfacción. Fue uno de
los principales contribuyentes a la llamada tercera fuerza en psicología que
representa el método humanista de la ciencia de la personalidad.
Gordon Allport en su libro “Person and Psichology” (1968) propone que
sólo los seres humanos son objeto de estudio de la psicología.
Raymond Cattell (1947, 1965, 1978) realizó aportaciones al desarrollo de
la psicología de los rasgos y fue uno de los pioneros en el uso de los
procedimientos del análisis factorial.
Los psicólogos de la personalidad han discutido durante mucho tiempo el
sentido precios del concepto de personalidad, y aunque durante décadas
han ofrecido muchas definiciones, ninguna ha recibido aceptación
universal.
y orígenes de la personalidad
Concepto de «personalidad» proviene del término «persona», denominación que
se utilizaba en el latín clásico para la máscara que portaban los actores de teatro
en la antigüedad. Sin embargo, ya en ese entonces se hablaba en un sentido
amplio y figurado de «personas» para referirse a los roles, es decir a «como
quién» o «representando a quién» actuaba un determinado actor teatral tras su
máscara.1 El concepto paulatinamente se transfirió a otras esferas de la
sociedad, más allá del teatro, pero en la Roma antigua, «personas» eran
solamente los ciudadanos, jurídicamente provistos de derechos (en contraste
con los esclavos que no eran considerados personas, puesto que no podían
decidir sobre su propio actuar, ni menos aún deliberar sobre el de los demás).

El concepto estaba inicialmente muy restringido a aquellos ciudadanos


poderosos, que gozaban de honra, prestigio y, en respeto a su dignidad, eran los
únicos poseedores de derechos ciudadanos. Con la llegada de la Era Cristiana,
el concepto de persona cambia de significado para poder significar el dogma de
la Trinidad (Dios es uno sólo en cuanto a la naturaleza, pero trino en personas)
y el dogma de la Encarnación (La segunda Persona de la Trinidad, asumió una
naturaleza humana, sin dejar de tener una naturaleza divina.

Esta unión se realiza "en la persona". Así, persona pasa a significar, según la
definición clásica del filósofo cristiano Boecio a la sustancia individual de
naturaleza racional, y según Tomás de Aquino al "subsistente distinto en
naturaleza intelectual". Se diferencia a la naturaleza, que significa una esencia
común a muchos (por ejemplo, "hombre") de la persona que designa al individuo
de esa naturaleza en lo que tiene de propiamente individual. Este es el concepto
de persona que ha pasado con algunas modificaciones a veces, hasta nuestros
días, y que fundamenta que todo individuo de naturaleza humana es persona,
independientemente de sus circunstancias biográficas, genéticas, sociales o
económicas, y es un individuo dotado de una especial dignidad. En los filósofos
escolásticos, la palabra personalidad ("personalitas") se utilizaba para designar
aquella perfección poseyendo la cual un determinado individuo es persona. En
el transcurso de los siglos, el concepto de «persona» se fue transformando
gradualmente en uno más general hasta llegar utilizarse en el sentido coloquial
actual, es decir, prácticamente como sinónimo de «ser humano». En el contexto
de este desarrollo conceptual, la aparición del adjetivo «personal» facilitó el
desarrollo del sustantivo «personalidad», utilizado para designar la totalidad de
características «personales» que interactúan dinámicamente entre sí para
producir aquél estilo relativamente estable de desenvolverse individual y
socialmente que un individuo posee.2No debe confundirse el concepto
de persona con el de personalidad. Mientras que el primero designa al individuo
en su totalidad, el segundo designa un aspecto suyo, el conjunto organizado de
sus disposiciones a la operación.3
Tipos de test de personalidad
Los instrumentos que se utilizan para evaluar la personalidad son
clasificados por norma general en función de los criterios metodológicos
que han determinado su construcción. En cualquier caso, la mayor parte de
estas pruebas se basa en la medición numérica de constructos de
personalidad y en la comparación del individuo evaluado con otros.

De este modo encontramos los test de personalidad racionales, hoy en día


prácticamente en desuso, los empíricos (que se basan en criterios
externos), los factoriales, en que los ítems se agrupan en rasgos, y los que
combinan más de uno de los criterios anteriores; en este sentido resultan
especialmente destacables las pruebas creadas por Millon y por Cloninger.

1. Racionales o deductivos
Los test racionales o deductivos se construyen a partir de elementos
teóricamente relacionados con las variables que se pretende medir. Para
ello los autores de la prueba se basan en criterios hipotéticos y se
presupone que existe una correlación entre estos y los ítems del test.

En el año 1914, poco después del estallido de la Primera Guerra Mundial,


el psicólogo estadounidense Robert Sessions Woodworth creó la primera
prueba de evaluación de la personalidad. La “Hoja de Datos Personales de
Woodsworth” (PDS) era una prueba de screening psicopatológico que tenía
el objetivo de detectar la predisposición a la neurosis en soldados.

La PDS estaba compuesta por 116 ítems, que consistían en preguntas de


respuesta dicotómica (“Sí/No”) como “¿Se te pasan por la mente
pensamientos que no te dejan dormir?” y “¿Tienes un fuerte deseo de
suicidarte?”. Se trataba de una prueba muy susceptible de falseamiento por
parte de hombres que querían evitar el servicio militar.
Los test de personalidad racionales son los menos habituales de todos los
tipos, puesto que enseguida fueron sustituidos por otros basados en
criterios empíricos y factoriales, que dan lugar a instrumentos de
evaluación más fiables y válidos. Sin embargo, y como veremos más
adelante, algunos autores combinan criterios racionales con otros
distintos.

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2. Empíricos (basados en un criterio externo)


Los instrumentos de esta clase se centran en valorar la correlación entre
las respuestas del sujeto a los ítems de evaluación y un criterio
externo determinado; así, los elementos del test deben ser útiles para
predecir la dimensión relevante.

En estos casos se evalúa a un grupo de sujetos que muestran ciertas


características (como un trastorno psicológico) y se analizan los ítems por
tal de escoger los más representativos de la variable criterio. A partir de
estos se construye la prueba definitiva, que se aplica a otros sujetos por tal
de valorar el mismo constructo.

El test de personalidad empírico más conocido es el Inventario Multifásico


de Personalidad de Minnesota (MMPI), desarrollado por Starke R.
Hathaway y Charnley McKinley en el año 1942. El MMPI se utiliza
principalmente para evaluar la presencia de rasgos de personalidad
relevantes en la psicopatología, como la paranoia, la depresión o la
introversión social.

3. Factoriales o test de rasgos


Las pruebas factoriales de la personalidad son las que han tenido más
éxito. Estos tests evalúan diversos factores, es decir, conjuntos de ítems
que correlacionan entre ellos; por ejemplo, el factor “Cordialidad” estaría
compuesto por elementos que evalúan aspectos como la franqueza, la
modestia, el altruismo o la sensibilidad a las necesidades de los demás.

El Cuestionario Factorial de la Personalidad de Raymond B. Cattell, más


conocido como “16 PF”, ha sido uno de los tests de personalidad más
utilizados durante mucho tiempo. Este test evalúa 16 factores de primer
orden (o básicos) que se agrupan en 4 más amplios: Rebeldía,
Autosuficiencia, Autocontrol y Tensión.

No obstante, en la actualidad el test de personalidad hegemónico es el


Inventario NEO-PI-R de Costa y McCrae, que también se basa en criterios
factoriales. Esta prueba se enmarca en el modelo de los cinco grandes
factores de personalidad, construido a partir de datos de investigación y
con las aportaciones de muchos expertos distintos.

4. Mixtos (con criterios combinados)


Ciertos test de personalidad no pueden ser consideradas estrictamente
racionales, empíricas ni factoriales, sino que han sido construidos a partir
de una combinación de criterios. Una de las pruebas que mejor
ejemplifican este tipo de metodología es el Inventario Clínico Multiaxial de
Theodore Millon (MCMI), de la que se han derivado distintos test.

El MCMI fue construido mediante el uso de los tres criterios de los que
hemos hablado. En primer lugar este autor se basó en su propia teoría para
escoger un gran número de ítems (estrategia racional), después seleccionó
una pequeña parte de estos comparándolos con criterios externos
(empírica) y finalmente identificó las correlaciones entre elementos
(factorial).

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