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DERECHO
CONSTITUCIONAL
DEL TRABAJO
SELECCIÓN DE LA
JURISPRUDENCIA
DE LA SALA
CONSTITUCIONAL
ENERO 2000-AGOSTO 2006
DERECHO
CONSTITUCIONAL
DEL TRABAJO
SELECCIÓN DE LA JURISPRUDENCIA
DE LA SALA CONSTITUCIONAL
ENERO 2000-AGOSTO 2006
Dra. Luisa Estella Morales Lamuño Dra. Evelyn Margarita Marrero Ortiz
Primera Vicepresidenta del Tribunal Presidenta de la Sala
y Presidenta de la Sala Dra. Yolanda Jaimes Guerrero
Dr. Jesús Eduardo Cabrera Vicepresidenta de la Sala
Vicepresidente de la Sala Dr. Levis Ignacio Zerpa
Dr. Pedro Rafael Rondón Haaz Dr. Hadel Mostafá Paolini
Dr. Francisco Antonio Carrasquero López Dr. Emiro Antonio García Rosas
Dr. Marcos Tulio Dugarte Padrón
Dra. Carmen Zuleta de Merchán
Dr. Arcadio Delgado Rosales
Dr. Omar Alfredo Mora Díaz Dr. Eladio Ramón Aponte Aponte
Presidente del Tribunal y de la Sala Presidente de la Sala
Dr. Juan Rafael Perdomo Dr. Héctor Manuel Coronado Flores
Vicepresidente de la Sala Vicepresidente de la Sala
Dr. Alfonso Rafael Valbuena Cordero Dra. Blanca Rosa Mármol de León
Dr. Luis Eduardo Franceschi Gutiérrez Dra. Deyanira Nieves Bastidas
Dra. Carmen Elvigia Porras de Roa Dra. Miriam del Valle Morandy Mijares
Palabras Preliminares
En primer lugar, recopila los fallos relacionados con los derechos funda-
mentales: libertad sindical, titularidad de los derechos colectivos, no dis-
criminación. Seguidamente los vinculados con otros derechos sociales de
rango constitucional: seguridad social, jubilación y su reactivación; y obli-
gación de legislar sobre el régimen prestacional del empleo; el derecho y
el deber de trabajar, intangibilidad y progresividad de los derechos; irre-
nunciabilidad e indisponibilidad de los mismos; jornada; derecho al des-
canso y al salario; prestaciones sociales; estabilidad laboral. Continúa con
decisiones relacionadas con aspectos adjetivos en el campo laboral.
La compiladora, Magistrada Carmen Zuleta de Merchán, obtuvo los tí-
tulos de Abogada y Doctora en Derecho en La Universidad del Zulia
(LUZ), donde, con rango de Profesora Titular, ejerce como docente en
postgrado, igual que en la Universidad Central de Venezuela. Asimismo,
obtuvo los títulos de Doctora en Ciencias Sociales del Trabajo en la
Universidad de París I (La Sorbonne) y el de Experta sobre problemas
de Trabajo y de las Relaciones Industriales (Universidad de Bologna/
Sinnea), amén de otros cursos vinculados con la Metodología de la En-
señanza y de la Investigación en su Alma Mater.
NO DISCRIMINACIÓN ................................................................ 58
1. No todo trato desigual ocasiona Discriminación ................ 58
2. Los beneficios de los trabajadores de PDVSA y sus Empre-
sas Filiales se extiende a los trabajadores de las contratistas
petroleras que presten servicios inherentes o conexos. Los
beneficios derivados de una reforma legal se aplican a los
trabajadores de PDVSA y sus contratistas, sólo si son más
favorables que los obtenidos por la Contratación Colectiva,
pero nunca serán acumulables ............................................. 61
3. Trato similar para situaciones jurídicas idénticas ............... 64
4. Modalidades del Derecho a la Igualdad .............................. 66
5. Igualdad y Equidad de hombres y mujeres en el ejercicio del
Derecho al Trabajo ................................................................ 68
6. Irretroactividad de la Ley no puede acarrear Discriminación . 69
7. La exclusión del beneficio de Estabilidad Laboral a los tra-
bajadores de PDVSA, integrantes de las Juntas Directivas
no es Discriminatorio ............................................................ 71
8. La diferencia genérica establecida en la Ley para la obten-
ción del Derecho a Jubilación no resulta discriminatoria ... 77
9. El fuero maternal establecido en la Ley Orgánica del Trabajo
no es extensible al padre trabajador ..................................... 82
10. Protección integral a la Maternidad ..................................... 83
11. Admisión de una Acción de Amparo Constitucional, por vía
de excepción, en aras de proteger la Maternidad. ............... 85
De allí que no era de extrañar que en los últimos quince años una fuerte
tendencia a la flexibilización o desregulación de las condiciones de
trabajo hubiera calado hondamente en el Derecho del Trabajo para per-
mitir la revisión a la baja de las legislaciones del trabajo tradicionalmen-
te garantistas, en aras de los objetivos del mercado global enfrentado
a una situación de desempleo estructural. Esta tendencia –ya en retira-
da– provocó una crisis en la doctrina jurídica laboral; y sus efectos visi-
bles no se hicieron esperar; la debilitación de los sindicatos produjo la
desmovilización de los trabajadores y el relajamiento de las convencio-
nes colectivas de trabajo. Una vuelta en retroceso hacia el liberalismo
sin límites hizo temer por la sobrevivencia del Derecho del Trabajo, a tal
punto que la tendencia de flexibilización se pretendió replantear en la
doctrina laboral con los trabajadores y no contra los trabajadores (Ser-
gio Bronstein, 1994).
Todos los miembros, aún cuando no hayan ratificado los convenios alu-
didos, tienen un compromiso que se deriva de su mera pertenencia a la
Organización, de respetar, promover y hacer realidad, de buena fe y de
conformidad con la Constitución, los principios relativos a los derechos
fundamentales que son objeto de esos convenios.
CÓDIGO CIVIL
Artículo 4 ................................................................ 237
Artículo 1.146 ......................................................... 218
Artículo 1.160 ......................................................... 177, 190
Artículo 1.195 ......................................................... 187
Artículo 1.223 ......................................................... 211
Artículo 1.238 ......................................................... 187, 208
Artículo 1.254 ......................................................... 208
Artículo 1.360 ......................................................... 183
Artículo 1.363 ......................................................... 183
Artículo 1.863 ......................................................... 192
Artículo 1.864 ......................................................... 192
Artículo 1.980 ......................................................... 219
CÓDIGO DE COMERCIO
Artículo 201 ............................................................ 192
CÓDIGO PENAL
Artículo 108 ............................................................ 43
Artículo 110 ............................................................ 43
LEY DE UNIVERSIDADES
Artículo 1º .............................................................. 69
Artículo 88 .............................................................. 69
Artículo 112 ............................................................ 69
Derechos Laborales Fundamentales
Libertad Sindical
La acción de amparo fue resuelta bajo los siguientes términos:
32 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
“El Referendo versa sobre una materia de especial trascendencia na-
cional, dado que el trabajo es un hecho social que goza de la protección
del Estado conforme lo dispone el artículo 89 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, y las normas imperativas que re-
gulan dicha relación. Siendo el hecho social trabajo la base de la vida
económica de la nación, y del cual dependen el desarrollo integral, el
bienestar y la dignidad misma de la persona, así como la estabilidad del
núcleo familiar y el progreso de la nación; siendo, además, las bases
democráticas de su organización y ejercicio, el fundamento del Estado
Social de Derecho y de Justicia, lo atinente a esta materia no puede
estar reservado exclusivamente a los trabajadores, y todos los venezo-
lanos tienen derecho a expresar su opinión sobre un punto fundamental
para la vida del país. Así, el Referendo no puede estar limitado al uni-
verso de personas directamente ligado al hecho social del trabajo.
Los sindicatos no son asociaciones de carácter privado sino personas
jurídicas de derecho social, que persiguen fines de alto interés público,
lo que explica la regulación de su organización y funcionamiento previs-
ta en el Capítulo II, de la Ley Orgánica del Trabajo, y lo que da a dicha
regulación carácter protector y, por tanto, imperativo. En suma, la pro-
tección estatal de los derechos sociales justifica la regulación en orden
a hacer cumplir las exigencias de participación democrática en las or-
ganizaciones sindicales, conforme lo dispone el artículo 95 de la Consti-
tución de la República Bolivariana de Venezuela.
(…omissis…)
(…) el Referendo no versa sobre supresión o restricción de garantías
constitucionales, ni de supresión o discriminación de derechos humanos,
sino respecto del cumplimiento de las exigencias que el artículo 95 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela prevé, en rela-
ción con la democracia sindical, en total conformidad con el Estado
social de derecho y de justicia, lo cual es también imperativo de las
Preguntas y Bases del Referendo Consultivo del 25 de abril de 1999,
que es parte integrante del sistema constitucional vigente.
(…omissis…)
Convenios tales como el 87 y 98 de la Organización Internacional del
Trabajo, a los que presume la Sala hace referencia el accionante, sin
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 33
hacer mención expresa a ellos, no resultan violados por el Referendo, y
la libertad sindical y la sindicalización, previstas en dichos Convenios,
han sido respetados por la consulta, en la misma medida en que han sido
desarrollados por la legislación nacional, conforme lo dispone el artículo
8 eiusdem. El ejercicio de la competencia del Consejo Nacional Electo-
ral, en cuanto a la potestad de convocar el Referendo se ha hecho de
conformidad con el artículo 293, numeral 5 de la Constitución de la Re-
pública Bolivariana de Venezuela, y de acuerdo con lo previsto en la
disposición Transitoria Octava eiusdem, a instancias de la Asamblea
Nacional, según lo previsto en el artículo 71 eiusdem, el artículo 182 de
la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política y el artículo 10 del
Reglamento de Referendos dictado por el Consejo Nacional Electoral el
24 de marzo de 1999, lo cual es congruente con el artículo 8 del Conve-
nio 87 citado; y todo a fin de que se cumplan y salvaguarden la libertad
sindical, de participación democrática de los trabajadores y la alternabi-
lidad directiva de las organizaciones sindicales, conforme al artículo 95
de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
La Sala Constitucional no considera contrario a la libertad sindical el
Referendo destinado al cumplimiento de los derechos consagrados en
dicho artículo, máxime cuando el Referendo apunta a la renovación de
la dirigencia sindical según los principios de alternabilidad y elección
universal, directa y secreta, consagrados en el artículo 95 citado. El
Referendo, según la pregunta que lo conforma, no implica, pues, sus-
pensión o intervención administrativas, sino protección del Estado para
hacer efectiva la democracia sindical, por lo que la inconstitucionali-
dad alegada está excluida en la medida en que la consulta al pueblo
versa sobre la instrumentación del propio texto fundamental, exigido
por su artículo 95.
(…omissis…)
La Sala observa, además, que la potestad estatutaria y eleccionaria de las
organizaciones sindicales debe ejercerse de acuerdo con la Constitución
y leyes de la República, en total congruencia con los derechos de los
trabajadores y la protección que el Estado debe al hecho social trabajo en
todas sus manifestaciones. La Sala reitera, al respecto, que tales potesta-
des deben ejercerse de acuerdo con las normas que integran el sistema
constitucional vigente arriba citado, incluidos los Tratados, Pactos y Con-
venciones a que se refiere el artículo 23 eiusdem. Siendo, pues, que el
34 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Referendo no tiene por objeto la organización de elecciones sindicales,
sino la consulta para la creación de condiciones favorables a la práctica
de la participación de los trabajadores en los asuntos sindicales que son,
como se ha dicho, de interés público, conforme el artículo 62 eiusdem, y
siendo, además, que la Pregunta remite al cumplimiento de lo dispuesto
sobre libertad y organización sindicales, según lo exige el artículo 95 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el Referendo no
colide con el Decreto de la Asamblea Nacional Constituyente de fecha 2
de marzo de 2000, y así se declara”.
El caso sometido a consideración fue dilucidado en los siguientes términos:
“El Decreto trascrito supra [mediante el cual se promulgó las Medidas
para Garantizar la Libertad Sindical], que dictó la Asamblea Nacional
Constituyente, ha buscado delimitar un sistema electoral acorde con los
principios relativos al establecimiento de una democracia social y partici-
pativa, caracterizada por la participación de todos los sectores sindicales
del país, mediante la implantación de un modelo de elecciones libres, de-
mocráticas, universales, directas y secretas, que permita que sean los
mismos trabajadores los que hagan una selección eficiente de los directi-
vos de las organizaciones sindicales a las cuales ellos pertenezcan.
(…omissis…)
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 35
(…) que el Decreto, emanado de la Asamblea Nacional Constituyente
regulatorio del proceso electoral sindical, forma parte del bloque consti-
tucional vinculado con esta materia, el cual se encuentra establecido en
los artículos 95 y 292, numeral 6, constitucionales, toda vez que la fina-
lidad perseguida, con su promulgación, es la constitución de una Comi-
sión Nacional Electoral Sindical, la cual, lejos de representar la
conformación de un ente del Estado destinado a intervenir los comicios
sindicales, constituye la implantación, desde el marco constitucional, de
una entidad colegiada integrada por los representantes de cada uno de
los sectores que conforman el sector sindical del país, vale decir: confe-
deraciones, federaciones, sindicatos no confederados, así como aque-
llos movimientos de trabajadores que recientemente han surgido, como
lo son el Nuevo Sindicalismo y el Frente Constituyente de Trabajadores,
cuya finalidad es permitir la libre participación electoral de todos los
trabajadores que conformen las organizaciones antes mencionadas.
Ahora bien, observa la Sala que los accionantes han argumentado que
el instrumento impugnado es violatorio de disposiciones contenidas en
Convenios Internacionales vinculados con la materia sindical, así como
de los principios contenidos en los artículos 23 y 95 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela, por inferir que el Decreto,
mediante el cual se promulgó las Medidas para Garantizar la Libertad
Sindical, establece un supuesto intervencionismo, por parte del Estado,
en los procesos de elección de autoridades sindicales. Sin embargo, es
necesario precisar, lo siguiente:
La impugnación que presentaron los recurrentes, ha tenido por finalidad
la nulidad de una norma que, en vista de su rango, se encuentra ubicada
en el más alto escalafón que conforma el ordenamiento jurídico, como
lo es, un acto originario emanado de un Ente, al cual el pueblo le ha
conferido el ejercicio temporal del Poder Constituyente, razón por la
cual dicho acto está investido de una naturaleza, que está vinculada, de
manera próxima, con el ejercicio de este Poder, y que tiene por finalidad
ser un medio generador de un nuevo sistema jurídico, el cual está encar-
gado de regular, hacia el futuro, las bases y lineamientos sobre los cua-
les se establecerán las normas secundarias, que emanaran de los órganos
del Poder Público.
Debido a esto las normas nacidas de la producción originaria, es decir,
las normas constitucionales, regulan la competencia y la organización
36 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
del poder constituido, no siendo, por tanto, susceptibles de revisión o
control por parte de dicho poder. La supremacía del poder constituyente
y la preeminencia de las normas que son sancionadas por sus represen-
tantes, excluyen la revisabilidad de tales normas, de la misma manera
que hacen inrecusables los actos del poder constituido, cuando frente a
ellos no es admisible ningún recurso. Al respecto, esta Sala en decisión
004/2000 (Caso Eduardo García), delimitó el alcance relativo a la impo-
sibilidad de recurrir:
(…omissis…)
(…) se concluye que, el rango del acto emanado de la Asamblea Nacio-
nal Constituyente por medio del cual se dictó el Decreto mediante el
cual se promulgó las Medidas para Garantizar la Libertad Sindical, es
de similar jerarquía al de la Constitución de 1999, razón por la cual, mal
podría analizarse la inconstitucionalidad de una norma con base en otras
que son de su mismo rango y jerarquía, puesto que el Decreto impugna-
do forma parte del sistema constitucional vigente en materia sindical,
siendo por ende, un acto no susceptible de revisión por parte de esta
Sala Constitucional, salvo que se verifique que el acto impugnado resul-
te contrario a las disposiciones fundamentales contenidas en las Bases
Comiciales, las cuales fueron consultadas en el Referendo celebrado el
25 de abril de 1999.
Sobre este particular, cabe destacar que, los recurrentes han argumen-
tado que el acto impugnado atenta los tales principios que subyacen en
las Bases Comiciales. Sin embargo, la Sala observa que, dado que uno
de los aspectos sobre los cuales versó la aprobación de dichas Bases,
fue el de permitir al Estado llevar a cabo un proceso de transformación
que permita el funcionamiento de una democracia social y participativa,
tal como lo dispuso la primera pregunta del referido Referendo. En ra-
zón de ello, hubo una decisión del colectivo, que consistió en una dele-
gación temporal de la soberanía popular en la Asamblea Nacional
Constituyente, la cual, luego de su aceptación e investida de tales potes-
tades, promulgó el Decreto de Medidas para Garantizar la Libertad Sin-
dical, con el objeto de implementar un sistema electoral participativo
para los trabajadores que estén dentro del sector sindical, por lo que se
constata que no existe violación alguna con respecto a las Bases Comi-
ciales, por cuanto el Decreto impugnado constituye, desde el punto de
vista sindical, la culminación de los cambios que en un principio fueron
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 37
consultados en el Referéndum y que forman parte del sistema constitu-
cional vigente, dado que su finalidad radica en implementar un sistema
electoral participativo para todos aquellas organizaciones que confor-
man el sector sindical.
Por tanto, lo que los recurrentes han argumentado como intervencio-
nismo dentro del movimiento sindical, no es más que la asistencia téc-
nica y el apoyo logístico que el Estado debe prestar a través de los
mecanismos electorales ya preestablecidos, y que se encuentran bajo
el control y manejo del Poder Electoral por medio del Consejo Nacio-
nal Electoral para la elección de los sindicatos, conforme lo dispuesto
en el artículo 293, numeral 6 de la Constitución, y el artículo 2 del
Decreto mediante el cual se Dictan las Medidas para Garantizar la
Libertad Sindical. De allí que, su participación no debe ser entendida
como un mecanismo mediante el cual el Estado trata de acceder a los
principios sindicales de los trabajadores, sino como el medio apropia-
do para implementar unas elecciones sindicales transparentes en don-
de participen todos los trabajadores, pues, ello es, una de las
manifestaciones propias de la sindicalización, vale decir, la elección
desde las Bases de las autoridades gremiales de forma democrática,
libre, secreta y directa por parte de los trabajadores, ya que con ello,
en definitiva, se garantiza la libertad sindical.
En todo caso, si los accionantes suponen la existencia de una antino-
mia entre el instrumento normativo impugnado y normas de carácter
constitucional, lo idóneo no es el empleo del instrumento procesal uti-
lizado sino que lo procedente sería un planteamiento que persiguiera
una interpretación armónica del acto cuestionado y las disposiciones
denunciadas como violadas –por ‘inconsistencia intraconstitucional’–
quizá presentando a esta Sala como un recurso de interpretación para
proceder a realizar el análisis respectivo y determinar la correcta apli-
cación. Ello obedece, se insiste, a que las normas sancionadas por la
Asamblea Nacional Constituyente son actos de decisión política fun-
damental y, como tales, no susceptibles de revisión por el poder cons-
tituido. Es lo que Norberto Bobbio designa como normas no provistas
de sanción en el sentido de que ‘para su eficacia se cuenta con la
adhesión espontánea, dada su conocida oportunidad o corresponden-
cia popular o, para decirlo con una palabra muy significativa, dada su
justicia, por lo cual se considera inútil la sanción’. (Teoría General del
Derecho, Editorial Temis)”.
38 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
3. ENFOQUES DE LA LIBERTAD SINDICAL Y SINDICATO
MÁS REPRESENTATIVO. LEGITIMACIÓN PARA LA
ADMINISTRACIÓN DE LOS CONVENIOS
COLECTIVOS DE TRABAJO. AFILIACIÓN Y
DESAFILIACIÓN DE LOS MIEMBROS DE UN
SINDICATO
La acción de amparo ejercida fue resuelta bajo el precedente que, a
continuación, se transcribe:
“(…) los únicos que pueden otorgar la legitimación para la administra-
ción de las convenciones colectivas de trabajo son los trabajadores,
mediante la afiliación de la mayoría de ellos (representatividad) a un
determinado sindicato y, en razón de ello, carecen de efectos las cláu-
sulas por las cuales las organizaciones firmantes se pretenden atribuir,
de manera exclusiva y por la vigencia de la convención la administra-
ción de ésta, en clara violación de los derechos de los trabajadores para
la escogencia de la organización sindical que deseen, para que adminis-
tre, en su representación, los referidos convenios.
(…omissis…)
(…) los trabajadores tienen, además del derecho a la constitución de las
organizaciones sindicales que crean necesarias, el de afiliarse o no a las
que ya estén formadas y, por extensión, a la desafiliación de aquella de
la cual formaban parte (libertad sindical negativa), todo ello cuando lo
consideren conveniente para la mejor defensa de sus derechos e intere-
ses. Esa facultad de los trabajadores constituye la manifestación de la
libertad individual sindical, por cuanto ‘Nadie podrá ser obligado ni cons-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 39
treñido directa o indirectamente a formar parte o no de un sindicato’ (ex
artículo 401 de la Ley Orgánica del Trabajo). De allí que si nadie puede
ser obligado a formar o no parte de un sindicato, desde luego que tam-
poco puede ser constreñido a la permanencia en él (ex artículo 143 letra
a –III del Reglamento de la Ley Orgánica del Trabajo). De lo contrario
se atentaría contra el derecho a la libertad sindical, que tiene rango
constitucional, como ya se expresó ut supra. A partir de tal desafilia-
ción pueden los trabajadores ejercer libremente su derecho a la consti-
tución de sindicatos o a afiliarse a cualquiera de los ya existentes.
(…) debe tenerse como sindicato con mayor representatividad a aquel
que agrupe a la mayoría absoluta de los trabajadores, esto es, por lo
menos a la mitad más uno de ellos en una determinada empresa, explo-
tación, establecimiento, industria o corporación, en la cual presten sus
servicios, para lo cual debe, necesariamente, tomarse en cuenta a todos
los trabajadores, sindicalizados o no, que participen en el proceso me-
diante el cual se pretenda la verificación de la representatividad (refe-
réndum sindical) y que se encuentren bajo una misma situación de
dependencia o subordinación, dentro de la cual esté en duda la repre-
sentatividad de los sindicatos existentes. Resultará el más representati-
vo quien tenga la legitimidad necesaria para que sea el interlocutor de
todos ellos ante el respectivo patrono, sobre todo en lo referente a la
negociación colectiva que tenga por finalidad la celebración de la con-
vención colectiva, todo lo cual se deriva del artículo 514 de la Ley Or-
gánica del Trabajo cuando establece (…)
El derecho a que se ha hecho referencia se ejerce sin el soslayo del
ejercicio del derecho a la negociación colectiva que la Ley Orgánica
del Trabajo otorga a los trabajadores no sindicalizados ex artículo 396,
y de todas aquellas actuaciones colectivas que la referida Ley prevé y
que puedan perfectamente ser desarrolladas por los trabajadores no
sindicalizados.
(…omissis…)
En definitiva, el sindicato más representativo (mientras posea tal legiti-
midad) es a quien corresponde la negociación con el patrono de todas
las actuaciones tendientes a la defensa de los derechos e intereses de
los trabajadores, incluso de aquellos que no sean sus afiliados, y la ad-
ministración de la convención colectiva vigente, aun cuando no la haya
40 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
(…) cuando esta Sala reconoce la facultad del sindicato más represen-
tativo de los trabajadores a la administración de la convención colectiva
vigente, a pesar de no haberla suscrito, no puede, en atención a su legi-
timidad, exigir al patrono la celebración de una nueva convención mien-
tras exista una, pues de lo contrario, se atentaría contra la seguridad
jurídica de las relaciones colectivas del trabajo, con una situación de
desventaja para el patrono, quien tendría la obligación de la negociación
de las condiciones de trabajo cada vez que surgiese un nuevo sindicato
que se atribuyese la representatividad, con evidente perjuicio para la
actividad productiva y para la estabilidad de las condiciones laborales
que se hubieren acordado; por tanto, debe respetarse la convención
colectiva hasta la expiración del lapso de su vigencia.
(…omissis…)
La libertad sindical tiene dos enfoques, uno individual y otro colectivo.
El individual se manifiesta, entre otras, de las siguientes formas: a) el
derecho a adherirse o afiliarse a un determinado sindicato; b) el dere-
cho a no afiliarse o adherirse a él; y, por último, c) el derecho a desafi-
liarse a la organización sindical de la cual se forme parte (ex artículo
143 del Reglamento de la Ley Sustantiva Laboral). Estas tres formas
de manifestación de la libertad sindical individual, a las que antes se
hizo referencia, pueden materializarse en cualquier tiempo y sin ningún
tipo de limitaciones o interferencias, provenientes bien de las organiza-
ciones representantes de los trabajadores, de los empleadores o sus
organizaciones sindicales, que puedan menoscabar su pleno ejercicio”.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 41
El caso fue resuelto teniendo como base los siguientes argumentos:
“Ahora bien, esta Sala a partir de la decisión dictada el 14 de marzo de
2000, (caso: C.A. Electricidad Del Centro [ELECENTRO] y Compa-
ñía Anónima de Electricidad de Los Andes [CADELA]), ha manteni-
do el criterio de que en los casos en que el conocimiento de las acciones
de amparo en primera instancia corresponda a los Juzgados Superiores
en lo Contencioso Administrativo, como es el recurso de autos, las ape-
laciones que se ejerzan contra las sentencias que éstos pronuncien, de-
berán ser conocidas por la Corte Contencioso Administrativa que según
distribución le corresponda.
(…omissis…)
En consecuencia, de acuerdo con los argumentos expuestos, esta Sala
se declara incompetente para conocer el recurso de apelación inter-
puesto por la ciudadana Eneida Moya, Secretaria General de la Organi-
zación Sindical Sindicato de Empleados del Sur, asistida por la abogada
Soraya Rossi, contra la sentencia dictada el 4 de junio de 2004, por el
Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mercantil, Tránsito, de Protección
al Niño y del Adolescente y Contencioso Administrativo del Segundo
Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar. Se declara
competente a una Corte de lo Contencioso Administrativo que corres-
42 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
ponda por el procedimiento de distribución de causas, a fin de que co-
nozca del recurso referido, conforme a las competencias y atribuciones
que le son propias. Así se decide.
No obstante ello, la Sala no puede dejar de observar a tenor de lo dis-
puesto en el encabezado del artículo 257 de la Constitución de la Repú-
blica Bolivariana de Venezuela, en cuanto a que: ‘(e)l proceso
constituye un instrumento fundamental para la realización de la
justicia’, que el acto que origina el conflicto consiste en el auto dictado
el 26 de noviembre de 2003, por la Inspectoría del Trabajo de Puerto
Ordaz, Zona del Hierro del Estado Bolívar, cursante en los folios 138 al
141 del expediente, por lo que se advierte a la Corte de lo Contencioso
Administrativo que corresponda conocer, que en su decisión debe con-
frontar el mencionado auto con el artículo 96 del Texto Constitucional y
la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamen-
tales en el trabajo, adoptada por la Conferencia de la OIT en 1998, que
califica como derechos humanos los consagrados en los convenios a la:
libertad sindical y negociación colectiva (convenios 87 y 98), elimina-
ción del trabajo forzoso (convenios 29 y 105), no discriminación en el
trabajo (convenios 100 y 111) y sobre erradicación de las peores formas
de trabajo infantil (convenio 138).
5. LEGITIMACIÓN DE UN SINDICATO PARA ACTUAR EN
INTERÉS DE UNA EMPRESA
de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Área
Metropolitana de Caracas, respectivamente.
Voto salvado del Dr. Pedro Rondón Haaz.
Para decidir, sobre el caso planteado, la Sala observó lo siguiente:
“(…) la presente solicitud de avocamiento versa sobre dos expedientes
los cuales cursan por ante dos Tribunales distintos pero conexos en cuanto
a la identidad de la causa, el primero de ellos y objeto principal del
presente avocamiento, se encuentra constituido por el procedimiento de
amparo constitucional interpuesto por la representación judicial de la
empresa Corporación de Cemento Andino (Expediente N° 2575-06)
cursante por ante la Sala Tercera de la Corte de Apelaciones del Circui-
to Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas, en el cual fue
dictado sentencia el 23 de marzo de 2006, mediante la cual se admitió la
referida acción de amparo y se acordó medida cautelar innominada con-
siste en la suspensión de los efectos de la sentencia dictada el 21 de
febrero de 2006 por el Juzgado Séptimo de Ejecución de la Circunscrip-
ción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, del auto dictado por el
mismo Tribunal el 7 de marzo de 2006, de la comisión librada del pre-
nombrado auto y por último del acta de ejecución.
El segundo expediente (N° 326-99) objeto del presente avocamiento
se encuentra constituido por el recurso de revisión en materia penal
interpuesto por la representación judicial del ciudadano Simón Ramos
Farías, cursante por ante el Juzgado Séptimo del Tribunal de Ejecu-
ción de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitano de Cara-
cas, el cual mediante fallo dictado el 21 de febrero de 2006, declaró
procedente el recurso de revisión interpuesto, en consecuencia, se
declaró la nulidad de la sentencia dictada por el Tribunal Superior de
Salvaguarda del Patrimonio Público el 6 de abril de 1993 y, dictó sen-
tencia de reemplazo y, previo al análisis del fondo del caso, verificó el
transcurso del tiempo desde la comisión del hecho punible (22 años)
hasta la presente fecha, razón por la cual declaró el sobreseimiento de
la causa seguida en contra del referido ciudadano por haber operado
la prescripción de la acción penal, todo ello de conformidad con lo
establecido en los artículos 108 y 110 del Código Penal y 325.3 del
Código Orgánico Procesal Penal.
(…omissis…)
44 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
En este sentido, se aprecia que si bien existe una multiplicidad de cau-
sas ante tribunales diferentes, se verifica una identidad entre las mis-
mas, ya que la anulatoria de uno de los fallos afecta de manera intensa
el curso del otro procedimiento, razón por la cual, a juicio de esta Sala,
aunado al hecho de la relevancia de la actividad cementera que posee
actualmente en nuestro país, como uno de las principales materias pri-
mas para la construcción de infraestructuras de relevancia nacional y
regional, así como para la defensa de la nación, aunado a que la misma
se constituye como una de las principales infraestructuras económicas
generadora de un gran número de empleos laborales a una gran parte
de los ciudadanos circundantes a las instalaciones de éste, los cuales se
han visto afectados en cierta medida por el menoscabo del orden proce-
dimental apreciado preliminarmente en el presente caso, vinculado a la
actividad de la empresa, hacen procedente el avocamiento solicitado de
conformidad con lo establecido en el artículo 18 de la Ley Orgánica del
Tribunal Supremo de Justicia, y así se declara.
(…omissis…)
En función de ello, se observa que en el marco del presente caso, se
encuentra discutida la titularidad de una empresa, de relevancia regio-
nal para el desarrollo de una zona, ya que el complejo cementero ce-
mento andino abastece de empleo laboral a una gran parte de los
ciudadanos circundantes a las instalaciones de la misma, los cuales se
han visto afectados en cierta medida por el menoscabo del orden proce-
dimental apreciado preliminarmente en el presente caso.
Asimismo, se aprecia que la empresa adquiere en los actuales momen-
tos un factor de relevancia ya que actualmente en nuestro país se está
desarrollando una política de construcción de viviendas e infraestructu-
ras cuya principal materia prima se encuentra constituida por el cemen-
to producido a nivel nacional, la cual en virtud de la función de un Estado
garantizador, se encuentra obligado esta Sala, en virtud del avocamiento
efectuado, garantizar su funcionamiento adecuado y propender al desa-
rrollo coordinado del pluralismo social, representado en el colectivo, y la
protección a la propiedad privada de los inversionistas, sean estos ex-
tranjeros o nacionales y la seguridad de los trabajadores que prestan
servicios dentro de dicha empresa.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 45
Así pues, se aprecia que el Estado tiene un rol subsidiario en el desarro-
llo económico del país, dando primacía y garantizando a la inversión
privada individual o social, y ante la falla operacional de ésta, se genera
una especie de protección cuando éste aprecia que los fines de seguri-
dad laboral o económica para una región no cumplan con suficiencia los
cometidos encaminados al bien común.
En consecuencia, sobre la base de las anteriores consideraciones y da-
das las condiciones particulares del presente caso en el cual es posible
la violación de un derecho fundamental de eminentemente carácter so-
cial y de interés nacional, se observa que dicha función en aras de ga-
rantizar el derecho a la tutela judicial efectiva, en virtud de las denuncias
expuestas ante esta Sala por dos de las partes involucradas en el pre-
sente conflicto, como lo son la representación de la Procuraduría Gene-
ral de la República y los apoderados judiciales de la sociedad mercantil
Corporación de Cemento Andino, C.A., a través de sendos escritos con-
signados ante esta Sala, se advierte la necesidad, en aras de resguardar
el bienestar colectivo de los trabajadores que prestan servicios en dicha
empresa, así como de los titulares de la misma, el nombrar una Junta de
Administración ad-hoc de dicha compañía, la cual deberá rendir cuen-
tas a esta Sala oportunamente cada mes vencido, de las operaciones y
cuentas realizadas sobre sus activos y pasivos, hasta que se decida el
fondo del presente caso, en los siguientes términos:
i) La presente Junta de Administración ad-hoc se encontrará
constituida por:
1.- Un representante designado por una Asamblea Trabaja-
dores que ha de ser realizada en el seno de la empresa, y
consignada su designación en el lapso establecido en el punto
(vi) de la presente decisión.
2.- Un representante designado por el Ministerio del Trabajo.
3.- Un representante designado por el Ministerio de Indus-
trias Ligeras y Comercio.
4.- Un representante designado por la Procuraduría Gene-
ral de la República.
46 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
5.- Un representante designado por el Comandante Gene-
ral de la Guardia Nacional.
ii) Dicha Junta de Administración tendrá plenas funciones de
administración y disposición de los bienes del complejo cemen-
tero cemento andino, necesarios para el mantenimiento opera-
tivo y funcional de la referida empresa.
iii) Asimismo, se establece que la referida Junta, tendrá atribuida
todas las funciones establecidas en el Código de Comercio, así
como lo establecido en los estatutos constitutivos de la misma.
iv) Notificada de la presente decisión, la Junta Directiva exis-
tente para la fecha del presente fallo, sólo podrá realizar los
gastos necesarios para el mantenimiento en funcionamiento de
la misma, y se limita las operaciones de éstas a erogaciones
justificadas, mientras que no entre en funcionamiento la Junta
de Administración ad-hoc.
v) Los representantes establecidos en el punto (i), establece-
rán de estimarlo conveniente los montos de los gastos que re-
quieren de la previa aprobación de la presente Junta de
Administración para su erogación.
vi) Asimismo, se establece que la misma deberá consignar ante
esta Sala un informe mensual en el que se consignen las activida-
des comerciales de dicha sociedad mercantil, todo ello de acuer-
do con las obligaciones establecidas en el Código de Comercio.
vii) Realizada la última de las notificaciones a los órganos o
entes a los que se refiere el punto (i), comenzará a correr un
lapso de cinco (5) días continuos para que los mencionados
órganos designadores de los representantes a ser integrantes
de la Junta Administradora ad-hoc, consignen ante esta Sala
la identificación de los mismos.
viii) Se ordena a los representantes mencionados en el punto (i),
que comparezcan a la audiencia oral, pública y constitucional de
amparo que deberá celebrarse en esta Sala, a los fines de que
expongan de acuerdo a sus respectivos ámbitos de competencia,
los aspectos señalados en el punto (ii), así como cualquier otro
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 47
punto que consideren de relevancia sobre la administración y si-
tuación actual económico-financiera de la empresa.
ix) Se ordena al Ministerio de la Defensa la custodia y control
de forma constante la vigilancia sobre todas las instalaciones
pertenecientes al complejo cementero cemento andino, hasta
que se decida el fondo del presente caso”.
(…omissis…)
“1. La sentencia de la que se discrepa avocó las causas que cursan en
los expedientes nos 326-99 y 2575-06 ante el Juzgado Séptimo de Ejecu-
ción del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas y la
Sala Tercera de la Corte de Apelaciones del mismo Circuito Judicial
Penal, respectivamente.
La institución del avocamiento fue objeto de detallada regulación por la
Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia a través de las normas
que se transcriben a continuación:
‘Artículo 5. Es de la competencia del Tribunal Supremo de
Justicia como más alto Tribunal de la República: / (…)
48. Solicitar de oficio, o a petición de parte, algún expedien-
te que curse ante otro tribunal, y avocarse (sic) al conoci-
miento del asunto cuando lo estime conveniente’.
‘Artículo 18. / (…)
Cualesquiera de las Salas del Tribunal Supremo de Justicia en
las materias de su respectiva competencia, de oficio o a ins-
tancia de parte, con conocimiento sumario de la situación, po-
drá recabar de cualquier tribunal de instancia, en el estado en
que se encuentre, cualquier expediente o causa, para resolver
si se avoca (sic), y directamente asume el conocimiento del
asunto, o, en su defecto lo asigna a otro tribunal.
Esta atribución deberá ser ejercida con suma prudencia y sólo
en caso grave, o de escandalosas violaciones al ordenamiento
48 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
jurídico que perjudique ostensiblemente la imagen del Poder
Judicial, la paz pública, la decencia o la institucionalidad demo-
crática venezolana, y se hayan desatendido o mal tramitado
los recursos ordinarios o extraordinarios que los interesados
hubieren ejercido.
La Sala requerida examinará las condiciones concurrentes de pro-
cedencia del avocamiento, en cuanto que el asunto curse ante
algún tribunal de la República, independiente de su jerarquía y de
especialidad, que la materia vinculada sea de la competencia de
la Sala, sin importar la etapa o fase procesal en que éste se en-
cuentre, así como las irregularidades que se alegan hayan sido
oportunamente reclamadas sin éxito en la instancia a través de
los recursos ordinarios. Al admitir la solicitud de avocamiento, la
Sala oficiará al tribunal de instancia, requiriendo el expediente
respectivo, y podrá ordenar la suspensión inmediata del curso de
la causa y la prohibición de realizar cualquier clase de actuación.
Serán nulos los actos y las diligencias que se dicten en desacuer-
do por el mandamiento de prohibición.
La sentencia sobre el avocamiento la dictará la Sala competen-
te, la cual podrá decretar la nulidad y subsiguiente reposición del
juicio al estado que tiene pertinencia, o decretar la nulidad de
alguno o algunos de los actos de los procesos, u ordenar la remi-
sión del expediente para la continuación del proceso o de los
procesos en otro tribunal competente por la materia, así como
adoptar cualquier medida legal que estime idónea para restable-
cer el orden jurídico infringido’. (Subrayado añadido).
En el caso de autos, se aprecia que la motivación de la Sala
para el pronunciamiento del avocamiento fue:
‘…se aprecia que si bien existe multiplicidad de causas ante
tribunales diferentes, se verifica una identidad entre las mi-
mas, ya que la anulatoria de uno de los fallos afecta de manera
intensa el curso de otro procedimiento, razón por la cual, a
juicio de esta Sala, aunado al hecho de la relevancia de (sic) la
actividad cementera posee actualmente en nuestro país, (…),
aunado a que la misma se constituye como una de las principa-
les infraestructuras económicas generadora de un gran núme-
ro de empleos laborales (sic) a una gran parte de los ciudadanos
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 49
circundantes a la instalaciones de éste (sic), los cuales se han
visto afectados en cierta medida por el menoscabo del orden
procedimental apreciado preliminarmente en el presente caso,
vinculado a la actividad de la empresa, hacen procedente el
avocamiento solicitado de conformidad con lo establecido en
el artículo 18 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Jus-
ticia, y así se declara’. (Subrayado añadido).
En criterio del salvante, con tal motivación no se satisfizo ninguno de los
extremos concurrentes del artículo 18 de la Ley Orgánica del Tribunal
Supremo de Justicia para la procedencia del avocamiento, salvo por la
constancia de que los asuntos cursan ante otro tribunal. Para el arribo a
tal conclusión basta la lectura comparada de las normas, por una parte,
y de la motivación del fallo, por la otra, que se transcribieron, veredicto
en el cual nada se señala acerca de escandalosas violaciones al or-
denamiento jurídico que perjudiquen ostensiblemente la imagen del
Poder Judicial, la paz pública, la decencia o la institucionalidad
democrática venezolana, ni acerca de que se hayan desatendido o
mal tramitado los recursos ordinarios o extraordinarios que los in-
teresados hubieren ejercido, como prueba de que las irregularida-
des que se alegan hayan sido oportunamente reclamadas sin éxito
en la instancia a través de los recursos ordinarios.
2. Luego del avocamiento, la mayoría sentenciadora entró a la deci-
sión acerca de la medida cautelar que solicitó la Procuraduría General
de la República, en el marco y bajo las reglas que corresponden al
amparo constitucional, pero nada mencionó ni decidió acerca de la
causa continente de una revisión penal, la cual, sin embargo, también
avocó y cuya ejecución quedó suspendida por la sentencia de admi-
sión de la solicitud de avocación.
En cuanto a dicha medida cautelar, observa el disidente, en primer lu-
gar, que cuando se justifica, finalmente, el otorgamiento de la medida
cautelar, a pesar de que se viene razonando que el fundamento de la
cautela sería el interés general por el posible perjuicio que causaría a la
actividad de construcción la afectación de la ‘empresa’ (sic) en cues-
tión, que se dedica a la producción de cemento, luego se otorga ‘en
aras del resguardar el bienestar colectivo de los trabajadores que
prestan servicios en dicha empresa, así como de los titulares de la
misma’. Al respecto cabe el señalamiento de que, si bien se comparte el
50 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
razonamiento acerca de la afectación del interés general e, incluso, na-
cional, la existencia de uno u otro, en ningún caso autoriza a que las
decisiones judiciales se tomen con divorcio del Estado de Derecho.
En segundo lugar, el nombramiento de una Administración ad hoc, con-
tradice el criterio que se estableció pacíficamente desde la sentencia de
la Sala de Casación Civil Nº 218 del 8 de junio de 1997, caso Café
Fama de América (que ha sido ratificado en diversas ocasiones por
esta Sala), en el sentido que el Juez tiene limitadas sus atribuciones de
intervención dentro de las sociedades y, en ningún caso puede, median-
te una decisión cautelar o definitiva en un procedimiento de nulidad de
asamblea o por irregularidades en la administración, suplir funciones de
la asamblea, como órgano encargado de la discusión, aprobación o mo-
dificación del balance que presenten los administradores y de su remo-
ción o designación. Dicha limitación tiene su justificación en que una
decisión judicial no puede ubicarse por encima de las regulaciones que
hayan sido establecidas por los socios en los estatutos y la Ley, so pena
de infracción al derecho constitucional de asociación.
En efecto, entre otras, en sentencias Nos 546 de 17-04-01, exp. N° 00-
0610 y 655 de 04-04-03, exp. N° 02-1446, esta Sala sostuvo:
‘Ahora bien, se evidencia en las actas de este proceso que la
demanda de amparo constitucional se ejerce contra el auto del
25 de febrero de 1999 dictado por el Juzgado Primero de Pri-
mera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la Circuns-
cripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, mediante
el cual, como medida cautelar innominada en un juicio de liqui-
dación de comunidad de bienes conyugales, se designó un ‘ad-
ministrador judicial especial’, para ejercer el control de las
empresas demandantes en amparo y ‘...que conforman el ‘hol-
ding’ perteneciente a la comunidad GONZÁLEZ-NOGUERA,
a objeto de evitar los manejos en que viene incurriendo el de-
mandado Emilio González Marín’. La controversia se suscitó
por cuanto las compañías afectadas por esta decisión estiman
que las atribuciones y obligaciones acordadas al referido ad-
ministrador vulneran sus derechos constitucionales económi-
cos, a la propiedad y a la defensa y debido proceso.
Al respecto se observa, que tal y como lo precisó la sentencia
consultada, debe aplicarse el criterio asumido por la Sala de
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 51
Casación Civil de la extinta Corte Suprema de Justicia, en de-
cisión del 8 de julio de 1997 (caso: Café Fama de América), a
través de la cual se sostuvo que el nombramiento de adminis-
tradores ad hoc, como medida cautelar innominada, debía es-
tar limitado por las normas de Derecho Mercantil (Código de
Comercio), por lo que las atribuciones conferidas a estos ad-
ministradores no podían sustituir las de los diferentes órganos
de las sociedades, ni tomar medidas en contra de las decisio-
nes de las asambleas.
Efectivamente las empresas se encuentran integradas por va-
rios órganos: la Junta Directiva, la Asamblea y los Comisarios,
cuyas funciones son atribuidas por los estatutos sociales y por
la Ley, permitiendo que se controlen entre sí y que la voluntad
de la mayoría de los socios sea la que prevalezca. Es por ello
que se ven limitadas las intervenciones del juez en el funciona-
miento interno de las sociedades, ya que, de lo contrario, se
alterarían y violentarían las funciones legal y estatutariamente
conferidas a los referidos órganos.
Por las razones que anteceden estima esta Sala que, al acordar-
se la medida cautelar innominada objeto del presente amparo,
efectivamente se cercenó el derecho constitucional de asocia-
ción de las empresas accionantes y en consecuencia resulta
acertada la decisión del a quo al declarar con lugar la acción de
amparo constitucional que se examina. Así se decide’.
En el mismo sentido, pero desde otra perspectiva, en un caso en que el
quejoso alegó la violación a sus derechos constitucionales por la falta de
aplicación del precedente del caso Café Fama de América, la Sala razonó:
‘Conforme al texto del auto que decretó la medida, la actua-
ción del ‘administrador’ nombrado por la Juez de Familia, en
ningún momento desarraigaba al administrador legítimo de las
sociedades, ni sustituía los derechos de los accionistas o de los
órganos sociales. Su función conforme a la información sobre
los bienes comunes que contenía el libelo de la demanda, era
revisar sí en las compañías (plenamente identificadas), apare-
cía como accionista el cónyuge de la demandante y cuál había
sido el resultado de esa condición de accionista’ (s.SC. N° 94
de 15-03-00, exp. N° 00-0086. Subrayado añadido).
52 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
También en la sentencia N° 3306 de 02-12-03, exp. N° 03-1713, la Sala
fue explícita cuando señaló:
‘…en cuanto al nombramiento del ‘auxiliar de justicia’, cuya
presencia es necesaria en las reuniones de Junta Directiva y
en la celebración de las asambleas, así como su voto es indis-
pensable para que la Junta Directiva pueda realizar actos de
disposición, es evidente que esta persona nombrada a través
de una medida cautelar innominada no sólo quebranta el pro-
cedimiento establecido en la ley de comercio sino fundamen-
talmente priva a las partes de la autonomía necesaria por
conformar su voluntad societaria atentando contra el derecho
a la libre asociación, que se plasma en los contratos societa-
rios y en sus cláusulas.
Por otra parte, la injerencia de un ‘auxiliar de justicia’ en la
administración de la empresa, que constituye una modificación
en la conformación de las decisiones de la Junta Directiva,
significa la sustitución de los órganos societarios a través de la
medida cautelar decretada, que constituye –como se apuntó–
un menoscabo a la libertad de asociación; una limitación al
ejercicio de la libre empresa, una traba al desarrollo de la per-
sonalidad jurídica que obra contra la voluntad natural de la
empresa en la toma de decisiones. Tal ha sido el criterio
sostenido por esta Sala, que mantiene los principios
explanados por la Sala de Casación Civil de la extinta
Corte Suprema de Justicia actuando como juez constitu-
cional, en decisión del 8 de julio de 1997, en el caso Café
Fama de América, en donde se expresó que el nombra-
miento de administradores ad hoc como medida innomi-
nada, no podía chocar con las normas sobre derecho
societario, por lo que estos administradores no podían
sustituir los órganos de las compañías, ni a las asam-
bleas, ni tomar medidas en contra de las decisiones de
las asambleas; en fin no podrían ir contra lo establecido
en el Código de Comercio.
Ahora bien, en relación a las funciones conferidas al ‘auxiliar
de justicia’ designado en la medida cautelar innominada, rela-
tivas a que cumpliría las funciones de veedor ante la compañía
demandada en el juicio principal, con el acceso a los libros de
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 53
contabilidad, papeles y comprobantes de la misma, debiendo
informar periódicamente al tribunal acerca del desenvolvimiento
comercial de CORPORACIÓN DIGITEL, C.A., esta Sala
ratifica que el nombramiento de un auxiliar de justicia, como el
caso del veedor para que vigile e informe sobre las actividades
comerciales de los administradores con la finalidad de garanti-
zar los derechos de los accionistas minoritarios o socios no
administradores, siempre a cargo de la parte que lo solicita, es
una figura de vigilancia de la administración, es un órgano de
auxilio judicial que es perfectamente legítimo, motivo por el
cual en el presente caso, se considera que el nombramiento
del auxiliar de justicia sólo a los fines descritos, cumpliendo la
función de veedor, con el deber de guardar secreto, no consti-
tuye la violación de derecho constitucional alguno, sino que
por el contrario constituye un medio para salvaguardar la fina-
lidad de la tutela perseguida por la parte solicitante de la medi-
da. Sin embargo, no escapa a la Sala que tal función en las
compañías anónimas muy bien podrían ser encomendadas a
los comisarios, a menos que se presuma que ellos no cumpli-
rán cabalmente sus funciones.
En consecuencia, en criterio de esta Sala, el Tribunal que dictó
la providencia cautelar se ha excedido en el uso de su poder
cautelar infringiendo valores constitucionales, pues, sin duda,
la medida cautelar dictada no sólo no cumple su propósito de
asegurar el efectivo cumplimiento de la sentencia, sino que
infringe derechos de terceros ajenos al juicio, cuando sustituye
la voluntad de la asamblea de accionistas de la empresa, crean-
do un régimen de administración diferente al decidido por los
accionistas’. (Subrayado y destacado añadidos).
Sobre la base de los precedentes que se transcribieron, es criterio de
quien se aparta del criterio mayoritario que, en el caso de autos, si es
que había lugar al avocamiento, la medida cautelar idónea para garanti-
zar las resultas del proceso era la designación de algún mecanismo de
vigilancia, como uno o varios veedores, por ejemplo, que diera garantías
de transparencia en la gestión y el giro comercial. En cambio, la medida
que se acordó resulta violatoria al derecho de asociación de los accio-
nistas de la compañía cuya intervención se acordó, a pesar de que se
señaló como fundamento de la misma el bienestar colectivo de sus
titulares, tal como se apuntó supra.
54 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
3. Por último, es pertinente el señalamiento de que la Sala, después de
que acordó el avocamiento, se limitó a la decisión acerca de la medida
cautelar pero no dispuso nada acerca de los procesos que avocó y que,
por tanto, deben seguir su decurso ante este Tribunal, según las reglas
de cada uno de ellos, amparo y revisión penal respectivamente. Tampo-
co se tomó disposición alguna acerca de la vigencia de la medida caute-
lar de suspensión que se expidió en la oportunidad de la admisión del
avocamiento la cual, según las reglas generales aplicables, decae con
este pronunciamiento de fondo –acerca de la solicitud que encabeza
estas actuaciones–, de modo que si se estimaba conducente su conti-
nuación hasta la resolución de las causas objeto de la avocación, ha
debido señalarse expresamente”.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 55
Titularidad de los derechos colectivos
El caso fue resuelto teniendo como base los siguientes argumentos:
“(…) el uso reiterado, de parte de las Confederaciones o Federaciones,
del establecimiento, en una de las cláusulas de las convenciones colecti-
vas que surgen producto de una Reunión Normativa Laboral, de mencio-
nes por las cuales pretenden atribuirle a sus directivos de manera invariable
la exclusividad de la representación de los trabajadores, es violatorio del
derecho –por demás irrenunciable– a la libertad sindical individual, el cual,
además de que es de rango constitucional, constituye la génesis del dere-
cho sindical colectivo y tiene como único titular a los trabajadores, quie-
nes lo ejercen, entre otras formas, con la escogencia –sin ningún tipo de
interferencias– del sindicato más representativo, lo cual se logra con la
56 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
afiliación, de manera voluntaria, de por lo menos la mitad más uno de los
trabajadores, a una determinada organización sindical.
(…omissis…)
La Constitución de Venezuela de 1961 no determinaba a quién corres-
pondía la titularidad de tal derecho, como sí lo hizo con respecto a la
titularidad del derecho a huelga, en su artículo 92, en el cual se expresa-
ba que ‘Los trabajadores tienen el derecho a la huelga, dentro de las
condiciones que fije la ley...’ (añadido de la Sala); por otro lado, el ar-
tículo 90 eiusdem disponía:
‘La ley favorecerá el desarrollo de las relaciones colectivas de
trabajo y establecerá el ordenamiento adecuado para las ne-
gociaciones colectivas y para la solución pacífica de los con-
flictos. La convención colectiva será amparada...’.
La anterior disposición nada señalaba con respecto a la titularidad del
derecho a la negociación colectiva y, menos aún, a la titularidad del
derecho a la celebración de convenciones colectivas. Tal omisión fue
salvada por la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
en su artículo 96 que, a tal efecto, establece:
‘Todos los trabajadores y las trabajadoras del sector públi-
co y privado tienen derecho a la negociación colectiva vo-
luntaria y a celebrar convenciones colectivas de trabajo,
sin más requisitos que los que establezca la ley (...) Las con-
venciones colectivas ampararán a todos los trabajadores
y trabajadoras activos y activas al momento de su suscripción
y a quienes ingresen con posterioridad’. (Resaltado añadido).
Como se puede observar, la anterior disposición otorga, con meridiana
claridad, la titularidad de los derechos a la negociación colectiva y a la
celebración de convenciones colectivas de trabajo a los trabajadores, y
establece, además, como finalidad de las convenciones, la del amparo a
todos los trabajadores, incluso a los que adquieran tal carácter con pos-
terioridad a su suscripción, todo ello en razón de que son los trabajado-
res los titulares primigenios de tales derechos.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 57
Por otro lado, la Ley Orgánica del Trabajo, en su artículo 408, otorgó a los
sindicatos la facultad de ejercicio de tales derechos en representación de
sus titulares, cuando, en establecimiento de sus atribuciones, dispone:
‘Los sindicatos de trabajadores tendrán las siguientes atribu-
ciones y finalidades: a) omissis; b) Representar a sus miem-
bros en las negociaciones y conflictos colectivos de
trabajo, y especialmente en los procedimientos de concilia-
ción y arbitraje; c) Promover, negociar, celebrar, revisar y mo-
dificar convenciones colectivas de trabajo y exigir su
cumplimiento; (...)’ (Resaltado añadido).
Ahora bien, con respecto a la letra c), es necesario hacer el siguiente seña-
lamiento: como antes se expresó, la Constitución de 1961 no señalaba ex-
presamente quién era el titular del derecho a la celebración de convenciones
colectivas, lo que dio pie para que distintas organizaciones sindicales de
primer, segundo y tercer grados, estableciesen, en las convenciones colec-
tivas que celebraban, cláusulas por las cuales se atribuían la titularidad de
tal derecho cuando se acordaban, de manera exclusiva, la administración
de las convenciones colectivas que celebraban, en una errónea interpreta-
ción de la aludida letra c); errónea, por cuanto, la letra b) cuando señala
claramente ‘...Representar a sus miembros en las negociaciones y conflic-
tos colectivos de trabajo...’, atribuye la titularidad del derecho a la negocia-
ción colectiva, a los trabajadores, el cual, además, se garantiza en el único
aparte del artículo 396 de la Ley Orgánica del Trabajo. Por tanto, la ley no
atribuyó tal titularidad a los sindicatos, éstos debían hacer la negociación en
nombre de sus afiliados, de allí que, aun bajo la vigencia de aquella Consti-
tución, debió entenderse a los trabajadores como titulares del derecho a la
negociación colectiva, y por extensión, como los titulares del derecho a la
celebración de convenciones colectivas, debido a que son éstas el principal
producto de aquélla, ya que no puede existir convención colectiva sin una
negociación colectiva que la preceda.
Con fundamento en las motivaciones que anteceden, esta Sala considera
que las cláusulas con las cuales pretenden los sindicatos, de cualquier gra-
do, atribuirse de manera exclusiva la administración de las convenciones
colectivas que suscriban, son violatorias de los derechos constitucionales a
la libertad sindical, a la negociación colectiva y a la celebración de conven-
ciones colectivas a que se refieren los artículos 95 y 96 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela, y así se declara”.
58 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
No discriminación
El recurso de nulidad fue decidido en los siguientes términos:
“En cuanto a la violación del derecho a la igualdad alegada, esta Sala
Observa, que en forma reiterada la jurisprudencia de la Sala Político
Administrativa de la entonces Corte Suprema de Justicia (Casos: Vidal
Blanco de fecha 21 de julio de 1994 y Eliseo Sarmiento de fecha 13 de
abril de 1999) ha entendido que ‘la discriminación existe, también, cuan-
do situaciones similares o análogas se deciden, sin aparente justifica-
ción, de manera distinta o contraria’. En efecto, el derecho fundamental
a la igualdad y no discriminación entre particulares consagrado en el
artículo 61 de la Constitución, abarca no sólo los supuestos por él seña-
lados sino todas aquellas situaciones donde sin algún motivo o razón se
resuelvan contrariamente planteamientos iguales, y así se declara.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 59
De conformidad con lo anterior, y con fundamento en la doctrina do-
minante en esta materia, observa esta Sala que el derecho subjetivo a
la igualdad y a la no discriminación, es entendido como la obligación
de los Poderes Públicos de tratar de igual forma a quienes se encuen-
tren en análogas o similares situaciones de hecho, es decir, que este
derecho supone, en principio, que todos los ciudadanos gocen del de-
recho a ser tratados por la ley de forma igualitaria, y se prohíbe por
tanto, la discriminación.
Ahora bien, no todo trato desigual es discriminatorio, sólo lo será el que
no esté basado en causas objetivas y razonables, pero el Legislador
puede introducir diferencias de trato cuando no sean arbitrarias, esto
es, cuando estén justificadas por la situación real de los individuos o
grupos, es por ello, que el derecho a la igualdad sólo se viola cuando se
trata desigualmente a los iguales; en consecuencia, lo constitucional-
mente prohibido es el trato desigual frente a situaciones idénticas.
Como conclusión de lo antes expuesto, esta Sala considera necesario
señalar, que la cláusula de igualdad ante la ley, no prohíbe que se le
confiera un trato desigual a un ciudadano o grupo de ciudadanos, siem-
pre y cuando se den las siguientes condiciones: a) que los ciudadanos
o colectivos se encuentren real y efectivamente en distintas situacio-
nes de hecho; b) que el trato desigual persiga una finalidad específica;
c) que la finalidad buscada sea razonable, es decir, que la misma sea
admisible desde la perspectiva de los derechos y principios constitu-
cionales; y d) que la relación sea proporcionada, es decir, que la con-
secuencia jurídica que constituye el trato desigual no guarde una
absoluta desproporción con las circunstancias de hecho y la finalidad
que la justifica. Si concurren las condiciones antes señaladas, el trato
desigual será admisible y por ello constitutivo de una diferenciación
constitucionalmente legítima.
En el caso concreto, estima esta Sala, que el requisito exigido por la
norma contenida en el encabezamiento del artículo 8º de la Ley de Se-
guridad Social de las Fuerzas Armadas Nacionales, para que el perso-
nal militar retirado goce de la protección integral de su salud, esto es, la
existencia de una pensión de retiro, no resulta violatorio del derecho
alegado, por cuanto estima esta Sala, que la atención a la salud brindada
por los organismos competentes en materia de bienestar y seguridad
social de las Fuerzas Armadas Nacionales, opera cuando el personal
60 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
retirado disfruta de la pensión, al haber cumplido con un requisito adi-
cional, como la prestación de un servicio activo por más de quince (15)
años en la Institución castrense.
Es por ello, que el personal retirado que no goza de la mencionada pen-
sión, al no haber prestado el servicio mínimo exigido en la ley –más de
15 años de servicio–, se encuentra en una situación de hecho diferente
de aquellos funcionarios militares que luego de haber prestado sus ser-
vicios por más de quince (15) años se les brinda la mencionada atención
médica; en consecuencia, estando los funcionarios retirados con goce
de pensión en una situación de hecho distinta al personal militar retirado
sin este beneficio, tal condición hace procedente que se le dispense a
ambos grupos de oficiales –siendo igualmente retirados de la Fuerza
Armada Nacional– un trato diferente.
Por lo que respecta a la segunda de las condiciones establecidas para la
procedencia del posible trato desigual, esto es, que dicho trato tenga
una finalidad específica, observa esta Sala, que el contenido de la nor-
ma prevista en el encabezamiento del artículo 8 de la Ley de Seguridad
Social de las Fuerzas Armadas Nacionales, cumple con tal condición,
en virtud de que se evidencia de la norma impugnada, que su finalidad
es incentivar la permanencia del personal activo en las Fuerzas Arma-
das Nacionales, para que luego de su retiro puedan disponer de la pen-
sión y consiguiente seguridad social, y es por ello que dicha norma señala
que exclusivamente se brindará atención médica sólo a aquel personal
militar retirado que hubiere cumplido con una permanencia mínima en la
Institución –15 años de servicio activo–.
Igualmente, observa esta Sala Constitucional, que la norma parcialmen-
te impugnada cumple con la tercera de las condiciones requeridas, por
cuanto la finalidad buscada con su contenido resulta razonable, al con-
dicionar el legislador patrio la prestación de los servicios de salud al
personal retirado de las Fuerzas Armadas Nacionales, al previo cumpli-
miento de una cantidad determinada de años de servicios, tal condición
pretende descongestionar el funcionamiento de los organismos de las
Fuerzas Armadas Nacionales que prestan la referida atención médica,
por lo cual se excluye al personal que efectivamente no cumplió con el
mínimo de tiempo exigido en la institución militar, es decir, que no prestó
un tiempo razonable al servicio de la defensa del Estado, pues se en-
tiende que ésta es la finalidad esencial y última de la Fuerza Armada
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 61
Nacional; por tanto, el legislador al aprobar la norma impugnada, buscó
como fin último brindar una contraprestación al personal retirado que
cumplió con un servicio efectivo en el organismo por un espacio de
tiempo determinado.
Por lo que respecta a la última de las condiciones exigidas, estima esta
Sala Constitucional que la consecuencia jurídica, que constituye el trato
desigual en la norma impugnada, guarda proporción con las circunstan-
cias de hecho que la motivaron y la finalidad que la justifica, pues al
prever la norma atención médica sólo al personal retirado que hubiere
cumplido con un servicio mínimo de quince (15) años, y diferenciarlos
de los efectivos retirados que no cumplieron con ese tiempo de servicio,
se persigue entre otros aspectos, estimular la permanencia del militar
dentro de la institución castrense por un tiempo de servicio mayor al
antes referido, y evitar además, el congestionamiento de los servicios
médicos debido al uso que de éstos haga un personal que no prestó el
servicio mínimo requerido, lo que podría ocasionar un gasto excesivo a
la Fuerza Armada Nacional, por lo que también resultaría perjudicial
tanto al personal activo como al personal retirado con goce de pensión,
quienes se verían privados de un servicio óptimo en lo que respecta a la
atención de la salud”.
mínimo nacional para los trabajadores urbanos que
prestan servicios en el sector público y privado.
El caso fue resuelto teniendo como fundamento lo siguiente:
“La interpretación solicitada por el representante de PDVSA Petróleo
y Gas, S.A., se reduce a obtener el pronunciamiento de esta Sala Cons-
titucional sobre el contenido, alcance y aplicación del artículo primero
del Decreto de la Asamblea Nacional Constituyente del 30 de enero de
2000, que ordenó suspender por ciento ochenta (180) días la negocia-
ción de la Convención Colectiva de Petróleos de Venezuela, S.A. y la
incidencia de esa norma en los artículos 8 y 9 del Decreto Nº 892, dic-
tado por el Ejecutivo Nacional el 3 de julio de 2000, mediante el cual se
acordó un aumento salarial para los trabajadores del sector privado,
permitiendo considerar como parte de los mismos, a los incrementos
salariales otorgados o acordados por las partes en el trimestre previo o
posterior al 1º de mayo de 2000.
(…omissis…)
En el contexto de los hechos planteados, observa esta Sala que el punto
central del análisis interpretativo solicitado radica en dilucidar, en pri-
mer lugar, la aplicabilidad o no del Decreto Nº 892 del 3 de julio de 2000,
identificado supra, a los trabajadores que laboran en Petróleos de Ve-
nezuela S.A. y sus empresas filiales, entre éstas, PDVSA Petróleos y
Gas S.A., dado que el referido Decreto no hizo exclusión expresa de los
trabajadores de dichas compañías.
En segundo lugar, correspondería a esta Sala determinar si el mencio-
nado Decreto Nº 892 es extensible para los trabajadores de las compa-
ñías contratistas privadas de Petróleos de Venezuela S.A. y de sus
compañías filiales (…).
(…omissis…)
En efecto, estima esta Sala que el sector del ámbito privado que se quiso
amparar con el incremento salarial decretado por el Ejecutivo Nacional,
era aquel que labora bajo condiciones generales y salariales, diametral-
mente distintas a las que disfrutan los trabajadores directos de la industria
petrolera, quienes se encuentran cubiertos por la contratación colectiva,
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 63
así como los de las contratistas y compañías de servicios que, por manda-
to legal, reciben similares beneficios, los cuales los colocan por encima
del grupo privado que se quiso beneficiar a través del Decreto Nº 892 del
3 de julio de 2000. La anterior aseveración se ve ratificada con la motiva-
ción del Acuerdo de la Asamblea Nacional del 7 de julio de 2001, median-
te el cual se ratifica el Decreto Nº 892, cuando fundamenta su contenido
en la aplicación del artículo 91 de la Constitución de la República Boliva-
riana de Venezuela, que consagra el derecho del trabajador de tener un
salario suficiente para vivir con dignidad él y su familia.
Por tal motivo, esta Sala concluye que Petróleos de Venezuela y sus em-
presas filiales, son empresas del Estado, pero, con un régimen de empre-
sa privada en su administración salarial y en las condiciones laborales de
sus trabajadores. Asimismo, se aprecia que los trabajadores al servicio de
la industria petrolera, trátese de trabajadores directos de Petróleos de
Venezuela S.A. y de sus filiales, así como de los trabajadores de sus
contratistas privadas que realizan actividades inherentes o conexas con el
sector petrolero, perciben los mismos salarios y demás remuneraciones, y
se encuentran amparados por la Convención colectiva petrolera, dado
que a dichos trabajadores se les aplica el tabulador salarial y la evalua-
ción a su preparación y rendimiento. En otras palabras, los beneficios de
los trabajadores de Petróleos de Venezuela S.A. y sus empresas filiales,
se extienden a los de sus contratistas privadas, siendo estas últimas soli-
dariamente responsables en la garantía de tal cumplimiento, de tal forma
que, cualquier aumento salarial que derive de la contratación colectiva o
de otra fuente normativa que expresamente lo contemple, debe aplicarse
por igual a los trabajadores de Petróleos de Venezuela S.A., de sus com-
pañías filiales y de las contratistas privadas que prestan servicios inhe-
rentes y conexos con la industria petrolera.
(…omissis…)
Por otra parte, observa la Sala que tradicionalmente han sido incluidas
en la contratación colectiva petrolera, previsiones relacionadas con la
prohibición de acumulación de beneficios, en el sentido de que cuando,
a través de una reforma legal, se concedieren a los trabajadores y a las
organizaciones sindicales, mayores o iguales beneficios que los estipu-
lados en la Convención Colectiva, dicha reforma al ser aplicada, susti-
tuiría a la Convención en lo que a los beneficios respectivos se refiere,
quedando, entonces, la Convención sin efecto alguno en lo que respecta
64 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
a la cláusula o cláusulas que concedieran el beneficio, y sin que pudiese
jamás sumarse el beneficio legal, al beneficio estipulado por la Conven-
ción. Asimismo, cuando la reforma legal no fuese superior a los benefi-
cios concedidos por la Convención Colectiva, ésta seguiría aplicándose
y, en este supuesto, también se ha entendido que no podría en ningún
caso adicionarse el beneficio legal al beneficio acordado por la Conven-
ción Colectiva.
Siendo ello así, considera esta Sala que de admitirse que a los trabaja-
dores de las contratistas privadas de Petróleos de Venezuela S.A. y de
sus empresas filiales, como PDVSA Petróleo y Gas S.A., les es aplica-
ble el aumento salarial a que se refiere el Decreto Nº 892, conllevaría a
crear la absurda diferencia, por demás injusta y discriminatoria, entre
estos trabajadores del sector petrolero, con los trabajadores directos de
la industria petrolera al servicio de Petróleos de Venezuela S.A. y de
sus compañías filiales, como PDVSA Petróleo y Gas S.A., y, además,
ampliaría aún más la diferencia salarial con respecto a otros trabajado-
res que sí se encuentran dentro del ámbito de aplicación del referido
Decreto Nº 892”.
El recurso de nulidad fue decidido en los siguientes términos:
“En principio, el requerimiento establecido por la normativa impugnada
estipula una aplicación uniforme para los dos tipos de personal que inte-
gran la Fuerza Armada Nacional; activos y en situación de retiro, esti-
mando a los primeros susceptibles del beneficio del bono vacacional,
mientras que uniformemente excluye del goce de dicho beneficio a todo
el personal que se encuentre retirado de la Fuerza Armada.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 65
Sobre este particular, la Sala ha determinado como elemento constituti-
vo para que se conforme la violación del derecho de igualdad, la exis-
tencia de un trato desigual para situaciones jurídicas idénticas, es decir,
que es obligación de los Poderes Públicos tratar de igual forma a quie-
nes se encuentren en análogas o similares situaciones de hecho, por
tanto, este derecho supone, en principio, que todos los ciudadanos de-
ben ser tratados por la ley de forma igualitaria. Sin embargo, existen
determinadas excepciones a este principio, como la señalada por esta
Sala en caso similar (sentencia del 17/10/00 recaída en el caso Luis
Alberto Peña vs Artículo 8° de la Ley de Seguridad Social de las
Fuerzas Armadas Nacionales), en la cual se dispuso (…)
Por lo que respecta a la segunda de las condiciones establecidas para la
procedencia de un trato discriminatorio que quebrante el principio de
igualdad, que tenga una finalidad específica, observa esta Sala, que el
contenido de la norma prevista en la frase final del artículo 32 de la Ley
de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas Nacionales cumple con tal
condición, en virtud de que se evidencia de la norma impugnada, que su
finalidad es cancelar por concepto de descanso prolongado un bono que
sólo está destinado para aquellas personas que evidentemente, según lo
expuesto anteriormente, sólo pueden tomar ese período de descanso
luego de un año de labor, como lo son los miembros activos de la Fuerza
Armada Nacional, y es por ello que la frase de la norma impugnada
hace expresa exclusión del bono vacacional para los efectivos que se
encuentren en retiro, por cuanto los mismos no laboran durante un pe-
ríodo continuo estipulado por ley que les origine el derecho de percibir
el pago que la norma impugnada excluye.
Igualmente, observa esta Sala Constitucional, que la norma parcial-
mente impugnada cumple con la tercera de las condiciones requeri-
das, por cuanto la finalidad buscada con su contenido resulta razonable,
al establecer el legislador la exclusión del pago del bono vacacional
para aquellos efectivos de las Fuerzas Armadas Nacionales que se
encuentren en situación de retiro, dado que los mismos no se encuen-
tran prestando servicio alguno para las Fuerzas Armadas Nacionales,
salvo en los casos excepcionales que se presente una movilización, tal
como lo dispone el artículo 248 de la Ley Orgánica de las Fuerzas
Armadas Nacionales, situación que es de índole extraordinaria que no
amerita la cancelación del bono vacacional, salvo que estos funciona-
rios cumplan el mismo término que la Ley de Seguridad Social esta-
66 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
blece para los efectivos activos, en cuyo caso procederá la cancela-
ción del beneficio en cuestión”.
La Sala para decidir advirtió que:
“Respecto a la presunta violación por parte de la mencionada Comisión
Electoral de los derechos a la participación política y al sufragio (artícu-
los 62 y 63 de la Constitución), en virtud de haber excluido de la lista de
electores a los profesores instructores ordinarios y contratados por más
de tres años, la Sala observa:
(…omissis…)
Pueden reconocerse tres modalidades del derecho a la igualdad: a) igual-
dad como generalización, que rechaza los privilegios, al vincular a todos
los ciudadanos a unas normas generales que no admiten distingos; se
relaciona con el conocido principio de que la norma jurídica regula las
categorías de sujetos y de situaciones, para las cuales existe una misma
respuesta por parte del Derecho; b) igualdad de procedimiento o igualdad
procesal, que supone la sanción de reglas de solución de conflictos, igua-
les para todos, previas e imparciales; y c) igualdad de trato, que implica
atender igualmente a los iguales. Sucede, no obstante, que respecto a un
mismo supuesto de hecho puedan darse diferencias en los elementos que
lo conforman, lo que daría lugar a la aplicación de consecuencias jurídicas
diferentes según que las distinciones sean relevantes para justificar un
trato desigual (la igualdad como diferenciación) o irrelevantes, en cuyo
caso se dará un trato igual (la igualdad como equiparación).
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 67
La igualdad como equiparación rechaza, como quedó dicho, la discrimi-
nación fundada en criterios de diferenciación considerados irrelevan-
tes. El anotado rechazo se funda mayormente en criterios razonables,
formados a través del tiempo y asumidos como tales por la ética pública
en un momento determinado.
En cambio, la igualdad como diferenciación toma en cuenta las diferen-
cias que existen entre hechos aparentemente similares, para –en fun-
ción igualadora–, dar un trato diferenciado. Aquí no se aplican criterios
abstractos, como en el caso anterior, sino que se imponen criterios valo-
rativos o de razonabilidad, con el fin de ponderar si las diferencias ad-
vertidas justifican el trato desigual. Póngase por caso las políticas que
siguen ciertas universidades de admitir estudiantes sin que tengan que
cumplir ciertos requisitos que sí se exigen a los demás estudiantes, por
el hecho de provenir de algunas zonas del país; o las normas que impo-
nen que en determinados organismos estén representadas minorías en
un número mínimo, no obstante que por los procedimientos ordinarios
de elección tal cuota sería inalcanzable, léase: representación indígena
en el Parlamento. Estos ejemplos intentan ilustrar acerca de hechos o
situaciones que justifican un trato diferenciado a supuestos de hecho en
principio similares (cf. el tema de las políticas de la ‘acción afirmativa’
y la ‘discriminación a la inversa’ en Richard A. Watson, vid. Democra-
cia Americana. Logros y Perspectivas, México, Noriega Editores, 1989,
trad. de Ricardo Calvet Pérez, p. 552).
Sin embargo, la determinación de qué hechos o elementos se estiman
relevantes, y, por lo tanto, causa justificada de un trato desigual a
supuestos de hecho a primera vista similares, como en el caso del
personal docente de una universidad, de donde la ley excluye a los
profesores instructores de participar en la elección de las autoridades
de la respectiva facultad a la que pertenecen, corresponde al Parla-
mento, en razón de la potestad propia (política legislativa) de discre-
cionalidad –no de arbitrariedad–, que tiene su origen en el mandato
democrático que le ha sido conferido.
Al juez, por otra parte, desde la premisa de que el legislador es el
primer intérprete de la Constitución –de allí que le esté vedado invadir
la esfera de las opciones políticas que el legislador tiene reservadas–, le
corresponde ponderar si la definición o calificación que el legislador
haga de las situaciones de facto o las relaciones de vida que deben ser
68 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
tratadas de forma igual o desigual, no vacíe de contenido el derecho
fundamental que se denuncie como conculcado. Respecto a la ano-
tada prohibición de arbitrariedad o irrazonabilidad, dos son las vías
que se han ensayado para examinar una denuncia en estos términos:
a) una primera, juzga si el criterio utilizado carece de una suficiente
base material para proceder al tratamiento diferenciado; o b) a través
de un criterio negativo, que sirve para fundamentar la censura sola-
mente en aquellos casos de desigualdad flagrante e intolerable. La
Sala estima que su juicio, en estos casos, exige la determinación de si
el contenido del derecho fundamental de que se trate ha sido o no
desconocido, y ello supone un análisis de si el criterio diferenciador es
razonable, esto es, si es tolerable por el ordenamiento constitucional.
Luego, cumplida esta fase, el juez se abstendrá de controlar si el le-
gislador, en un caso concreto, ha encontrado la solución más adecua-
da al fin buscado, o la más razonable o más justa, ya que de lo contrario
se estaría inmiscuyendo en la mencionada discrecionalidad legislativa
(cf. la contribución de Luis Nunes de Almeida a la obra colectiva Las
tensiones entre el Tribunal Constitucional y el Legislador en la
Europa Actual, Tecnos, pp. 227-230)”.
5. IGUALDAD Y EQUIDAD DE HOMBRES Y MUJERES EN
EL EJERCICIO DEL DERECHO AL TRABAJO
La acción de amparo ejercida fue dilucidada atendiendo a la siguien-
te premisa:
“(…) Respecto de las supuestas violaciones a los derechos al debido pro-
ceso y a la defensa, alegados por el accionante, dada la falta de un proce-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 69
dimiento administrativo previo a su separación del cuerpo docente de la
Universidad de Los Andes, esta Sala observa que el ciudadano Oscar Ro-
mero Acevedo, era, de conformidad con el artículo 88 de la Ley de Univer-
sidades, miembro especial del personal docente y de investigación, y no
había ingresado al escalafón por medio de un concurso de oposición, requi-
sito esencial para ser miembro ordinario del cuerpo docente, en cuyo caso
sí se imponía la instrucción del expediente al que hace alusión el artículo
112 eiusdem, previo a su remoción de dicho cuerpo docente.
Juzga esta Sala Constitucional, que tal circunstancia no riñe con el prin-
cipio de igualdad laboral, contenido en el artículo 88 del Texto Constitu-
cional –tal y como lo estimó el accionante–, quien denunció que existe
una injustificada distinción entre los miembros ordinarios y los miem-
bros especiales del personal docente y de investigación, y dictamina que
las diferencias entre los regímenes legales de los distintos profesores
universitarios es una situación ajustada a la Constitución, la cual, cuan-
do hace referencia a la ‘igualdad y equidad de hombres y mujeres en el
ejercicio del derecho al trabajo’, presupone que dichos hombres y muje-
res se encuentran en análogas circunstancias, las cuales hacen realiza-
ble y exigible un trato en iguales condiciones.
En tal sentido, la igualdad laboral, entendida en un sentido absoluto, entre
profesores de mayor y menor rango, sería, aparte de una injusticia, contra-
ria al orden académico de la universidad, corporación que debe precisa-
mente incentivar y premiar a quienes obtengan mayores méritos académicos
en la tarea de buscar la verdad y afianzar los valores trascendentales del
hombre, tal y como lo señala el artículo 1° de la Ley de Universidades”.
fensa del Orden Legal, la Seguridad Social y el Pres-
tigio de la Institución Armada (GRUNACOR).
La solicitud de revisión presentada fue resuelta de la siguiente manera:
“Observa esta Sala que, en el escrito contentivo de la solicitud, la parte
recurrente fundamentó su solicitud en uno de los supuestos de proce-
dencia de la revisión establecidos por esta Sala, toda vez que denunció
que la sentencia dictada por la Sala Político-Administrativa vulnera de
manera grosera y directa los principios de legalidad y de irretroactivi-
dad consagrados en el Texto Fundamental, así como el artículo 21 eius-
dem que consagra el derecho de igualdad, al haber realizado una
interpretación contraria al criterio jurisprudencial establecido por esta
Sala en decisiones dictadas el 9 de junio de 2000 (caso: Michel Brion-
ne) y el 17 de octubre de 2000 (caso: Luis Alberto Peña), concluyendo
la recurrida en que a los demandantes no les es aplicable el beneficio de
antigüedad previsto en la Ley Orgánica de Seguridad Social de las Fuer-
zas Armadas de 1977 (artículo 21).
En consecuencia, pasa la Sala a pronunciarse sobre las denuncias for-
muladas por la parte recurrente y con tal propósito, observa:
(…omissis…)
De esta manera se observa que el derecho a la antigüedad ha sido pre-
visto en la Constitución vigente como en las anteriores a la Ley Orgáni-
ca de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas de 1977, en la que –entre
otros aspectos– se dispuso un régimen de seguridad social y un sistema
de protección para las Fuerzas Armadas Nacionales, razón por la cual,
aun cuando en la ley anterior a ésta no fuese regulado en forma expresa
lo relativo a la asignación de antigüedad y su correspondiente cancela-
ción, el mismo deviene en un derecho inherente al funcionario trabaja-
dor –en este caso del militar retirado que cumpla con los requisitos para
su otorgamiento– por el tiempo de servicio prestado, constituyendo un
derecho previo, adquirido con anterioridad a su desarrollo legislativo.
Si bien los militares no son trabajadores en materia de seguridad
social, deben asimilarse, debido a la cobertura constitucional que tie-
ne la materia”.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 71
“La pretensión de anulación del artículo 32 del Decreto Legislativo con
Fuerza de Ley Orgánica de Hidrocarburos, ha sido argumentada en pri-
mer término (…).
(…) por establecer discriminatoriamente un régimen de estabilidad que so-
lamente abarca las nóminas menores, mayores y ejecutiva de los miembros
de la industria petrolera, excluyendo al personal directivo de las filiales. A
este sistema se le consideró disociado del régimen general de protección
para los empleados de dirección establecido por la Ley Orgánica del Traba-
jo. A su vez, la norma fue considerada discriminatoria, por proteger distinta-
mente dentro de la empresa, a empleados con igualdad de responsabilidades.
(…omissis…)
Precisamente, ese fue el lineamiento que se le dio al beneficio de esta-
bilidad, el cual se traduce en una mera reiteración por parte de la norma
especial de los beneficios generales existentes para todos los trabajado-
res, puesto que el contenido del artículo 24 de la Ley Orgánica que
Reserva al Estado la Industria y Comercio de los Hidrocarburos –ac-
tual artículo 32 del Decreto Legislativo– hace una remisión directa a la
normativa laboral general, por lo que mal puede hablarse de que se vul-
nere el derecho a la igualdad, pues en el presente caso, simplemente se
72 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Con base en ello, los trabajadores petroleros dentro del marco legal y
salvaguardando las ampliaciones recibidas de los beneficios de contra-
tación colectiva, detentan la misma estabilidad con sus diversas particu-
laridades, establecidas para todos los trabajadores, en razón del marco
general positivo laboral.
Siendo ello así, no puede afirmarse que haya un régimen discriminato-
rio que distinga al trabajador petrolero del resto de los trabajadores
del sector privado, por el manejo que le da la norma en este caso, y en
razón del principio de especialidad, pues, se debe reiterar que las dis-
posiciones existentes en el régimen laboral general son aplicables tam-
bién dentro del sistema positivo particular que rige al sector de los
hidrocarburos, por lo que simplemente se ha invocado que los trabaja-
dores petroleros gozan equitativamente de la estabilidad, según las
circunstancias fácticas que dieren lugar a ello– que inviste al resto de
los trabajadores sujetos a las normas laborales de derecho privado,
por lo que la remisión de la norma especial a la general para su aplica-
bilidad en la materia no puede considerarse como violatoria del dere-
cho a la igualdad, y así se declara.
(…omissis…)
(…) en lo que corresponde a los trabajadores que se encuentren regidos
bajo la normativa sustantiva general del trabajo, se observa que el artículo
42 de la Ley Orgánica del Trabajo hace distinción en lo que precisamente
corresponde a los trabajadores de dirección, colocándolos como aquellos
que toman decisiones fundamentales en nombre y representación del pa-
trono, o de ‘alto nivel’ que involucran los intereses esenciales de la em-
presa, pues éstos tienen el control máximo, teniendo como única
subordinación la del dueño de la organización que dirigen.
Estos trabajadores, dado el máximo carácter de dirección, no poseen
ciertos beneficios que sí le han sido conferidos a los demás trabajado-
res. El artículo 112 de la Ley Orgánica del Trabajo, comprendido dentro
del Capítulo relativo al régimen de estabilidad, excluye expresamente a
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 73
los trabajadores de dirección, en virtud del rango y de la importancia, lo
que requiere su sustracción de la estabilidad.
El régimen general de estabilidad no cubre a esta clase de empleados
que actúan dentro del máximo nivel gerencial y de conducción de la
empresa, lo cual ocurre de igual manera para la previsión especial del
artículo 32 del Decreto Legislativo con Fuerza de Ley Orgánica de Hi-
drocarburos, cuando se excluye a los miembros de la Junta Directiva de
Petróleos de Venezuela y de sus empresas filiales, por lo que no puede
afirmarse que exista una disparidad entre la máxima dirección de la
industria petrolera y sus similares dentrodel marco laboral.
Por otra parte, se observa que el argumento de discriminación tuvo su
base en que dentro de la jerarquía de la industria petrolera existen em-
pleados que ejercen actividades fundamentales para el desarrollo de la
empresa y se encuentran investidos con el beneficio de estabilidad, al
contrario de lo que ocurre con respecto a la Junta Directiva de la em-
presa y de sus filiales integrantes.
En tal sentido, se observa que dentro del marco de la industria petrolera,
existe un nivel de organización que varía dependiendo del grado de las
funciones que desempeñen cada uno de los grupos de trabajadores. Es
el caso, que esa organización se conforma por varios grupos de nómi-
nas de trabajadores, como lo son, la nómina menor o contractual, la
nómina mayor o profesional, la nómina ejecutiva y, finalmente, los miem-
bros integrantes de las Juntas Directivas de la empresas que conforman
la industria petrolera.
Esta forma de regulación resulta factible a los fines de determinar la
estabilidad, dependiendo del rango y de las funciones que ejerzan los
trabajadores, viene encomendada bajo dos aspectos: 1.- El derecho de
asociación que tiene todo grupo de individuos, lo cual involucra el dere-
cho de dictar normas bajo las cuales debe manejarse la asociación; 2.-
La importancia del sector de los hidrocarburos como principal industria
del país, lo que reviste un mayor interés y facilidad de control por parte
de su único accionista, para determinar el manejo de las políticas esen-
ciales del sector.
El primero de los elementos enunciados, la industria petrolera, constitui-
da bajo la perspectiva de una sociedad anónima, puede, en cumplimien-
to de las formalidades mercantiles, organizar en sus estatutos los niveles
74 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
de jerarquía de sus trabajadores, dentro del marco de la libertad de aso-
ciación, siempre que no haya contraposición con las disposiciones gene-
rales de las materias sobre las que versen ni contraríen elementos
fundamentales de orden público. Esta es, en un primer término, la mo-
dalidad sobre la cual tanto Petróleos de Venezuela S.A., y sus empresas
filiales pueden delimitar estatutariamente la designación y libre remo-
ción de su personal directivo, toda vez, que las Juntas Directivas son
órganos que están regulados por el derecho societario, por lo que las
personas naturales que los encarnan, no pueden gozar de estabilidad, ya
que se rigen por los estatutos al cual responden.
Por otra parte, el interés que reviste al sector, ha llevado inclusive a que
la industria petrolera haya sido declarada de prioridad por disposición
expresa del mandato establecido en el artículo 303 de la Constitución,
cuando establece que el Estado conservará la totalidad de las acciones
de Petróleos de Venezuela S.A., por lo que necesariamente ese control
debe versar en un primer término sobre la libre elección y remoción de
los miembros de la junta directiva de la empresa principal, por ser quien
detenta la totalidad de la sociedad.
En razón de lo expuesto, resulta lógico que el personal directivo no
disfrute de estabilidad –salvo que sean trabajadores, en cuyo caso
tendrán la estabilidad basada en su cargo anterior, pero no como di-
rectivos– pues de ellos depende el manejo esencial y las políticas de
alto nivel y toma de decisiones que involucra el giro de la industria, por
lo que no puede haber estabilidad por la prioridad de las decisiones
que éstos pueden tomar.
Por ende, resulta aplicable el Régimen de Estabilidad Relativa de los
Trabajadores Petroleros, con lo cual quedan entonces excluidos del mis-
mo no sólo los integrantes de las juntas directivas sino adicionalmente
todos los trabajadores o empleados a que se contrae el artículo 112 de la
Ley Orgánica del Trabajo.
Ergo, esta Sala concluye que no existe discriminación respecto a la pre-
visión de la norma de excluir al personal directivo con sus similares del
derecho laboral, ni tampoco con los demás niveles de empleados que
integran el sector petrolero, en razón de no haber similitud en las fun-
ciones que unos y otros ejercen, por lo que el presente argumento de
nulidad queda desestimado”.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 75
(…omissis…)
“1) El Presidente de la República sólo puede legislar, excepcionalmente,
por habilitación de la Asamblea Nacional de acuerdo con lo previsto en
los Artículos 236, Numeral 8 y 203 in fine de la Constitución de la Re-
pública Bolivariana de Venezuela (CRBV).
Es cierto que el Constituyente de 1999 amplió la figura de la habilitación
legislativa, al permitir al Ejecutivo dictar decretos leyes sobre cualquier
materia (en oposición a la Constitución de 1961 que sólo la admitía en
materia económica o financiera), pero el Presidente sólo puede ejercer
esta competencia en las materias que expresamente se le deleguen.
En el presente caso, la habilitación no comprende la posibilidad de dictar
normas que regulen la materia laboral, por lo cual es evidente que el Eje-
cutivo excedió en este punto el contenido de la ley habilitante y, en conse-
cuencia, existe usurpación de funciones y violación de la reserva legal.
El hecho de que el Artículo 32 de la LOH reproduzca en esencia lo
contemplado en el Artículo 24, la derogada Ley Orgánica que reserva al
Estado la Industria y Comercio de los Hidrocarburos, no invalida el he-
cho de que el Legislador en el proceso ordinario de formación de la ley
puede ratificar la norma legal precedente, pero el Ejecutivo no puede
incorporar en el Decreto-Ley la aludida previsión en materia laboral sin
que haya sido expresamente habilitado para ello.
En consecuencia, el Artículo 32 de la LOH debe ser declarado nulo
por haber excedido el Presidente en el Decreto-Ley lo dispuesto en la
ley habilitante.
2) La declaratoria de esa nulidad no afecta los principios de intangibili-
dad y progresividad de los derechos laborales, ya que tanto el Artículo
24 de la antigua Ley como el 32 de la LOH lo que hacen es ratificar el
régimen general de estabilidad en el trabajo contenido en el Artículo 93
de la CRBV y desarrollado en la Ley Orgánica del Trabajo (LOT). En
efecto, la exclusión de la Junta Directiva del derecho a la estabilidad es
redundante, pues no se trata de trabajadores de la empresa sino de su
órgano de dirección. Pero el mismo artículo remite a la legislación labo-
76 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
ral en esta materia y el Artículo 29 aclara que las empresas petroleras
estatales deben regirse por las disposiciones de derecho común que les
sean aplicables.
3. La tesis del proyecto interpreta el artículo 32, pero no analiza su
inconstitucionalidad. En efecto, la intangibilidad y progresividad deben
discutirse no respecto del régimen excepcional del artículo 32 sino res-
pecto de su compatibilidad con la LOT, que debe privar sobre la DLOH
conforme al artículo 59 de la LOT, y en relación con el conflicto herme-
néutico entre tales principios y la igualdad, conforme lo prevé la Consti-
tución de la República Bolivariana de Venezuela.
4. La argumentación para excluir del privilegio a las Juntas Directivas
se revierte contra el criterio que justifica el privilegio de los trabajado-
res de dirección.
5. El artículo 32 no sería inconstitucional, si se considera la redundancia
de su encabezamiento, y siempre que se lo entienda con el significado
del art. 112 de la LOT, puesto que dicho artículo remite al régimen labo-
ral consagrado en esta ley, y dado que no es posible, constitucionalmen-
te, crear un régimen que establezca privilegios contrarios a las exigencias
de igualdad y no discriminación prescritas en la Constitución de la Re-
pública Bolivariana de Venezuela.
6. Lo decidido en la página 59 de la Sentencia, respecto de ‘todos los
trabajadores o empleados a que se contrae el artículo 112 de la Ley
Orgánica del Trabajo’ es incongruente con la motivación del fallo, que
deniega el recurso de inconstitucionalidad contra el encabezamiento del
artículo 32 del Decreto con Fuerza de la Ley Orgánica de Hidrocarbu-
ros, siendo que dicha motivación, al excluir la inconstitucionalidad soli-
citada, se contradice al incluir a ‘los trabajadores permanentes que no
sean de dirección’ en el Régimen de Estabilidad Relativa previsto en el
artículo 112 citado ut supra.
Por lo expuesto, el régimen de estabilidad laboral debe ser entendido en
los términos de la LOT, que, en su Artículo 112, excluye expresamente
a los trabajadores de dirección del requerimiento legal de la calificación
del despido”.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 77
Voto Concurrente de la Dra. Carmen Zuleta de Merchán.
El recurso de nulidad fue resuelto bajo los siguientes términos:
“Con ello, no cualquier trato desigual resulta discriminatorio, pues sólo
lo es el trato desigual no basado en causas objetivas y razonables. En
efecto, ‘la igualdad constitucional no prohíbe que el legislador di-
ferencie. Si lo hiciera, el legislador no podría hacer nada. No se
aprobaría ni una sola ley. Lo que prohíbe es que diferencie de una
manera no objetiva, no razonable y no proporcionada. Es decir,
que tome partido ante el ejercicio del derecho a la diferencia’. (Pé-
rez Royo, Curso de Derecho Constitucional, 2000, p. 311).
De allí, que el legislador pueda introducir diferencias de trato cuando no
sean arbitrarias, esto es, cuando estén justificadas por la situación real
de los individuos o grupos, con lo cual la vigencia del principio de igual-
dad, no debe analizarse desde una visión puramente formalista.
Sobre este particular, se pronunció la Sala en sentencia N° 165, del 2 de
marzo de 2005, dictada en el caso Julián Isaías Rodríguez, establecien-
do que ‘es posible que el ordenamiento jurídico establezca diversas
regulaciones de carácter particular que no sean violatorias de los
preceptos constitucionales’.
En este sentido, las razones que llevaron al legislador a disponer la dife-
rencia de edades impugnada, encuentran su antecedente, tal como se-
ñaló la representación de la Procuraduría General de la República, en la
78 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Exposición de Motivos de la Ley del Seguro Social de 1966, en la cual
no obstante reconocer que las mujeres presentaban un índice de morta-
lidad inferior al de los hombres y que de igual modo, por regla general
lograban mantenerse en mejores condiciones, resultaba un fenómeno
social estadísticamente analizado, que a ellas les era más difícil encon-
trar un empleo remunerado, luego de alcanzar cierta edad, determinada
para el momento en sesenta años.
Tal situación, lejos de ser modificada con la incorporación plena de la
mujer a los distintos campos laborales, ha permanecido en cierta medi-
da, debido a atavismos culturales que aun frente a la prohibición consti-
tucional de discriminación fundada en condiciones de raza, religión,
condición social, sexo y en general, por cualquier circunstancia que pu-
diera menoscabar el goce del referido principio, mantienen ilegítima-
mente una limitación real y efectiva de acceso al campo laboral de las
mujeres cuando se encuentran en edad avanzada.
(…omissis…)
Conforme a las diferencias que presentan ambos sexos, en el acceso al
trabajo una vez alcanzada cierta edad y por vía de consecuencia, la dispa-
ridad de entrada al sistema de seguridad social que tiene como función
‘garantizar la obtención de los medios económicos suficientes para
cubrir las necesidades básicas de los ciudadanos titulares del dere-
cho a pensiones y jubilaciones’ (vid. Sentencia del 2 de marzo de 2005,
caso Julián Isaías Rodríguez), el legislador a los fines de subsanar la si-
tuación de discriminación que sufre el sexo femenino en el desarrollo de
actividades remuneradas, ha continuado estableciendo disposiciones que
van en procura del contenido material del derecho a la igualdad, en tanto
buscan reaccionar frente a la situación real de desigualdad, que obstacu-
liza el trabajo femenino, impidiéndole cumplir en igualdad de condiciones
formales con los hombres, en los requerimientos de acceso al sistema de
seguridad social, pues si no tiene o mantiene la relación de empleo, obvia-
mente no puede acceder al derecho de jubilación.
Ello así, concluye esta Sala, que las normas impugnadas se encuentran
justificadas en circunstancias objetivas y razonables, como son las des-
igualdades materiales que se verifican entre los hombres y las mujeres
al momento de acceder al beneficio de la jubilación y por tanto, en el
presente caso, la regulación diferenciada, no puede ser calificada de
discriminatoria y así se decide”.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 79
VOTO CONCURRENTE
DRA. CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
(…omissis…)
“El fallo concurrido declaró sin lugar el recurso de nulidad interpuesto
contra los artículos 27 y 31 de la Ley del Seguro Social, y el literal ‘a’
del artículo 3 de la Ley del Estatuto sobre el Régimen de Jubilaciones y
Pensiones de los Funcionarios o Empleados de la Administración Públi-
ca Nacional, de los Estados y de los Municipios, porque correctamente
se razonó que la diferenciación de la edad en razón del género para
gozar del derecho de jubilación no infringe el derecho a la igualdad, ya
que el legislador puede introducir diferencias de trato cuando estén jus-
tificadas por la situación real de los individuos, lo cual ‘(…) a los fines
de subsanar la situación de discriminación que sufre el sexo feme-
nino en el desarrollo de actividades remuneradas (…)’, habilita al
legislador para establecer diferencias como la impugnada en procura
del contenido material del aludido derecho.
Ahora bien, la justificación de la diferencia genérica para obtener el
derecho a la jubilación, radica primeramente en razones históricas y
biológicas, porque siendo las mujeres y los niños trabajadores los bene-
ficiarios de las primeras leyes sociales en los albores de la revolución
industrial, ha quedado como principio cardinal para el legislador laboral
las razones de salud pública que evidenció el Informe Villarmée cuando
describió las míseras condiciones de vida y de trabajo de las obreras de
las fábricas textiles de Lyon. La diferenciación de la ley no origina daño
social alguno, en cambio sí favorece la protección biológica de la mujer,
que por ser naturalmente el género que concibe, debe tener una protec-
ción adicional del Estado para asumir la carga del trabajo asalariado.
Además de esta razón hay otras de orden sociológico y de orden econó-
mico, como es el menor impacto de costos en el mercado de trabajo que
tiene la jubilación de la mujer trabajadora, y que no podrían ignorarse en
esta oportunidad. De modo que, y a manera complementaria en la sen-
tencia concurrida agregamos el análisis real de la situación de la mujer
en el país, según las estadísticas que arrojan los indicadores oficiales
del año 2006 de la Fuerza de Trabajo en Venezuela para extraer las
conclusiones que justifican la pertinencia social de la normativa cuya
constitucionalidad declara la sentencia concurrida.
80 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Así tenemos que, la población total venezolana se estima en 26.820.721
y aproximadamente 49.81%, es decir, 13.360.150 son mujeres, de las
cuales la población activa la conforma 4.664.957 mujeres, frente a una
población activa de 7.362.771 hombres. De modo que la población acti-
va de mujeres es muy inferior a la de hombres y de allí el menor impacto
económico que tiene el beneficio de la jubilación de la mujer sobre el
mercado de trabajo; equiparar la edad de jubilación de los hombres a la
de las mujeres implica responsablemente tener a mano el costo del im-
pacto económico sobre el impacto de trabajo que tal equiparación con-
lleva, lo cual evidentemente depende de la política social gubernamental;
de manera que el test de igualdad no puede basarse en un mero análisis
jurídico, dado que las normas laborales son instrumento de política so-
cial y económica que corresponde al legislador aquilatar.
También tenemos que en Venezuela, el 64.02% de la población activa
femenina, o sea, 2.537.971 mujeres se dedican a quehaceres del hogar
frente a sólo 32.601 hombres (equivalente a 2.2% de la población activa
masculina) que de manera accidental y ocasional se dedican a los mis-
mos quehaceres del hogar; ello da cuenta de un dato de origen cultural
que históricamente asigna a las mujeres el rol de atender en exclusiva
las tareas domésticas que es ‘trabajo invisible’, despreciable económi-
camente; por lo cual nuestro constituyente de 1999 incorporó novedo-
samente el artículo 88 para paliar la inequidad social al disponer: ‘El
Estado garantizará la igualdad y equidad de mujeres en el ejerci-
cio del derecho al trabajo. El Estado reconocerá el trabajo del
hogar como actividad económica que crea valor agregado y pro-
duce riqueza y bienestar social. Las amas de casa tienen derecho a
la seguridad social de conformidad con la Ley’.
Y ciertamente de las pocas reflexiones doctrinarias sobre el trabajo do-
méstico de la mujer cabe citar la del abogado ítalo-venezolano Renzo
Ricciardi, quien rescata de Jean Duché, lo siguiente: ‘Calculad la dis-
tancia entre la cocina y la estancia de trastos donde funciona la lavado-
ra, entre el ropero y las camas; llevad cuenta de los movimientos y
números de las rotaciones sobre su propio eje de una mujer casera;
multiplicad todo esto por veinte mil almuerzos y veinte mil cenas; sumad
otros tantos desayunos… y veréis que los menudos desplazamientos
provocan las grandes fatigas; que cierto número de pasos adelante o
atrás, de la alcoba a la cocina y del comedor al baño, forman algunos
kilómetros diarios; y entonces terminaréis por mirar a la mujer de casa
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 81
con infinita compasión y cierto respeto por la técnica del ‘grupo vajilla’,
‘grupo alimentación’ y ‘grupo de lavado y plancha’ y ‘grupo limpieza
doméstica’ en función del consumo de energía de los varios y complejos
movimientos. Será por este motivo que los americanos, mediante tantos
electrodomésticos, cuyo uso han difundido por todo el orbe, se esfuer-
zan por ‘economizar’ a la mujer; y entra a caso en sus cálculos que una
mujer que derrocha demasiadas energías por fuerza dará escaso rendi-
miento afectivo y sentimental. ¿A quién culpar de todo esto? Al burgués
de 1789 que al proclamar los ‘Derechos del Hombre’ olvidó proclamar
al mismo tiempo los ‘Derechos de la Mujer’. (Ricciardi, Renzo. Paraí-
so Terrenal y Alrededores. Bogotá. Ediciones Paulina. 1975. p. 107).
En Venezuela el 20% de la población total, es decir, cerca de 5.364.144
son mujeres jefe de hogar que pugnan por ingresar a todo riesgo al
mercado laboral; ello supone grandes distorsiones para la garantía del
principio de trato igual en las condiciones de trabajo, por cuanto existe
una correlación entre la persistencia de la discriminación y el grado de
desempleo, ya que en los países con alto grado de desempleo la discri-
minación no se manifiesta como un problema inquietante, porque el alto
grado de buscadores de empleo justifica la colocación a todo riesgo,
situación en la cual las mujeres llevan la peor parte al tener que com-
partir la ‘doble jornada’ que comprende el trabajo asalariado más la
carga doméstica culturalmente considerada tarea exclusiva de la condi-
ción femenina. Situación esta que el artículo 76 de la Constitución Boli-
variana de Venezuela conforme con el Convenio N° 156 de la
Organización Internacional del Trabajo OIT pretende combatir con el
compartimiento y corresponsabilidad de las cargas familiares.
En la actualidad, la legislación laboral protectora del trabajo femenino
tiende a resolver el dilema existencial de la madre trabajadora que se
debate entre el trabajo asalariado y las cargas domésticas, porque la
emancipación femenina a través del trabajo en la calle y de las nuevas
actividades que traspasan las fronteras del dominio doméstico no ha
alterado el planteamiento de las funciones naturales de la maternidad.
Las mujeres desde finales del siglo XIX han tenido que adaptarse a
nuevas exigencias sociales, y al desafío de compatibilizar hogar y traba-
jo; si a esto se le suma el alto índice de madre soltera, es fácil concluir
que si el sustento y el cuidado de la familia recae en la mujer; no puede
entonces resultar injusto ni desigual que –a pesar de estar demostrado
científicamente que la expectativa de vida de la mujer es históricamente
82 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
mayor a la de los hombres–, su edad de jubilación deba seguir siendo
menor. Por el contrario, de no ser así bajaría irremediablemente su ex-
pectativa de vida.
En conclusión, la división social del trabajo poco equitativa entre hombres
y mujeres en específico, la ‘doble jornada’ y la protección de la mujer
como género que concibe justifica la diferencia en la edad de jubilación
entre hombres y mujeres que mantiene la legislación venezolana”.
El caso sometido a consideración fue dilucidado en los siguientes términos:
“Sin duda, la expuesta por el promovente, es una versión excéntrica
acerca de la jerarquía y protección especial que el orden jurídico, cons-
titucional y legal, confiere a la maternidad. Sin embargo, ella puede lle-
var a una grave distorsión del sentido y alcance del conjunto normativo
instituido en salvaguarda de la familia y de la trascendente función so-
cial que ella cumple. Tal orden, también se expresa en disposiciones
que, por su contenido teleológico y naturaleza de la materia regulada,
tiene sujetos o fines específicos, a los cuales están constreñidas las
disposiciones que lo integran. La Constitución, al igual que cualquier
otro instrumento jurídico-normativo, debe ser analizada y entendida den-
tro del marco del principio de armonía y coherencia de sus disposicio-
nes. Así, las atinentes a los derechos y garantías constitucionales, integran
un sistema de variables interdependientes que debe mantenerse en per-
manente equilibrio en aras del bien común.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 83
De manera que la interpretación y aplicación de preceptos de rango
constitucional referentes, de manera directa, a un orden de cosas, no
puede derivar en detrimento de garantías o privación de derechos de
igual rango en otro ámbito de lo social.
Analizados los elementos expuestos por el accionante en el escrito con-
tentivo de la acción de amparo constitucional, la Sala observa que el
accionante aduce que goza de un fuero especial equiparable, en cuanto
a sus efectos, al fuero maternal previsto en la Ley Orgánica del Trabajo
vigente, por la circunstancia de que su esposa se encontraba embaraza-
da, motivo por el cual pretende disfrutar de un derecho que corresponde
a ésta. Ahora bien, aun cuando es cierto que nuestra Constitución esta-
blece la igualdad y la prohibición de todo tipo de discriminación por ra-
zones de política, edad, raza, sexo o credo o por cualquier otra condición,
el accionante no puede pretender una protección laboral que correspon-
de a la categoría de género para el que ha sido legalmente instituida”.
La acción de amparo constitucional fue resuelta de la siguiente manera:
“(…) la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela prevé
en sus artículos 75 y 76 la garantía a la protección integral de la mater-
nidad y de la familia ‘como asociación natural de la sociedad y como
el espacio fundamental para el desarrollo integral de las perso-
nas’, el cual, establece como norma rectora que, dichos derechos serán
protegidos independientemente del estado civil de la madre o del padre
y, que lejos de extenderse a los intereses particulares de la mujer traba-
84 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
jadora, constituye una verdadera protección para el hijo menor, quien
tiene derecho a vivir, a criarse y a desarrollarse dentro del seno de su
familia de origen.
Por su parte, el artículo 384 de la Ley Orgánica del Trabajo, establece (…)
A tal efecto, considera esta Sala oportuno referir que la Ley Orgánica
del Trabajo, garantiza la inamovilidad de la mujer trabajadora por el tér-
mino de un (1) año, contado a partir del momento del parto o de la
adopción si fuere el caso, a fin de evitar que la mano de obra femenina
se vea afectada por decisiones en las que se vea comprometida su dig-
nidad humana.
En atención a la normativa expuesta, se observa que corre inserto al
folio 16 del expediente copia certificada del acta de nacimiento de una
niña, en la que se señala que es hija de la ciudadana Wendy Coromoto
García Vergara (la accionante), cuyo nacimiento ocurrió el 11 de febre-
ro de 2005, de lo que se desprende que la referida ciudadana se encon-
traba en el período de inamovilidad para el momento en que el ente
agraviante la notificó del contenido del Decreto Nº 2 de fecha 7 de
octubre de 2005, en la que fue removida del cargo de ‘Secretaria’ (el
10 de octubre de 2005), por lo que, en consecuencia, para el momento
en que interpuso la acción de amparo constitucional, estaba amparada
por la inamovilidad postnatal, al ser éste un beneficio que goza de la
protección que dispone dicha norma.
Al respecto, ha sido criterio de esta Sala, que para toda remoción a
cualquier cargo o puesto de trabajo, se debe esperar que culmine el
estado de gravidez o embarazo y se hayan extinguido los correspon-
dientes permisos pre y post-natal. En otras palabras, la desvinculación
del servicio debe posponerse por el lapso que falte del embarazo y una
vez verificado el agotamiento de los permisos que la legislación especial
prevé (vid sentencia Nº 64/2002).
Táchira’, a la accionante, sin haber expirado el tiempo citado, se le
lesionaron sus derechos constitucionales señalados como infringidos, ya
que tal proceder contraviene la protección a la maternidad, establecida
en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y en lo
dispuesto en el artículo 384 de la Ley Orgánica del Trabajo”.
En la oportunidad de la admisión la Sala realizó las siguientes consi-
deraciones:
“(…) se observa que en el presente caso se acciona en amparo un acto
administrativo, por lo que inicialmente se podría afirmar la viabilidad del
recurso contencioso administrativo frente a la acción de amparo. No obs-
tante, determinado que el derecho invocado es el de la protección a la
maternidad, por haberse encontrado la quejosa en estado de gravidez,
esta Sala considera por vía de excepción que el mecanismo procesal ordi-
nario no es suficientemente expedito para resolver el asunto planteado.
(…) seguidamente esta Sala se refiere a la medida cautelar solicitada
por la quejosa de suspender los efectos del acto dictado por la Comisión
Judicial de este Tribunal Supremo de Justicia que ordenó apartarla del
cargo de juez del Juzgado Décimo Noveno de Primera Instancia de
Sustanciación, Mediación y Ejecución del Régimen Procesal Transitorio
del Trabajo del Área Metropolitana de Caracas, y, en este sentido, debe
señalar que en la sentencia N° 156, del 24 de marzo de 2000 (caso:
Corporación L’ Hotels, C.A.), esta Sala Constitucional asentó la facul-
tad que tiene el juez constitucional para decretar medidas cautelares
innominadas dentro del proceso de amparo constitucional, para lo cual,
no debe analizar los elementos generales que integran la protección
86 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
En tal sentido, la Sala en ejercicio de la amplitud que tiene en materia
cautelar, la cual, inclusive le permite apartarse de los términos en que la
accionante solicita la protección, y visto que el acto cuestionado guarda
relación con la designación de un nuevo juez en el cargo que anterior-
mente venía ocupando la accionante, lo cual involucra la presencia de
derechos de terceros, esta Sala estima improcedente acordar la sus-
pensión de efectos del acto impugnado; sin embargo, ordena a la Direc-
ción Ejecutiva de la Magistratura, en razón de la aplicación del artículo
76 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, proce-
da a cumplir con los pagos dejados de percibir correspondientes al con-
trato celebrado para prestación de servicios como juez temporal, y
mantenga su situación de percibir las remuneraciones futuras hasta tan-
to se decida la presente acción de amparo constitucional. Así se decide.
Con respecto a la petición efectuada por la accionante en diligencia del
20 de abril de 2006, relativa a la posible existencia en los archivos de la
Comisión Judicial y del Circuito Laboral del Área Metropolitana de Ca-
racas de documentación relacionada con su estado de gravidez, ordena
a la Presidencia del Circuito informe si durante el período correspon-
diente a los meses de octubre y noviembre de 2005, le fue notificada la
situación de embarazo de la accionante, con copia de los soportes médi-
cos supuestamente consignados. Igualmente, esta Sala reitera la orden
a la Comisión Judicial, que informe de manera expresa, si tuvo conoci-
miento de la situación de gravidez en que se encontraba la accionante,
para lo cual se les concede un plazo de cuarenta y ocho (48) horas a
partir de su notificación. Así se establece”.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 87
Otros derechos sociales de rango
constitucional
Seguridad Social
El recurso de nulidad se resolvió teniendo como fundamento, lo que a
continuación se transcribe:
88 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
“(…) a la Asamblea Nacional en representación del Poder Nacional, le
corresponde la potestad de legislar en materia de previsión y seguridad
social, uno de cuyos aspectos es la jubilación del funcionario público. Y
sobre esta base, las jubilaciones y pensiones de los funcionarios y em-
pleados públicos, sean éstos funcionarios de carrera o de elección; per-
tenecientes bien al Poder Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Ciudadano o
Electoral, forman parte de los sistemas de previsión y seguridad social,
materia esta sobre la cual la Asamblea Nacional tiene potestad genéri-
ca de legislar por disposición expresa de las normas señaladas.
(…omissis…)
De allí que, (…) el Constituyente reafirma su intención de unificar el
régimen de jubilaciones y pensiones, no sólo de funcionarios y emplea-
dos de la Administración Nacional, sino a las demás personas públicas
territoriales, como los Estados y los Municipios.
Por otra parte, estima esta Sala necesario puntualizar que de acuerdo
con lo previsto en el artículo 162 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, no está dentro de las atribuciones del Conse-
jo Legislativo (Asamblea Legislativa en la Constitución de 1961) legis-
lar en materia de Seguridad Social (…).
(…) dentro de las atribuciones que posee el Consejo Legislativo está la
de legislar sólo sobre las materias de la competencia estadal; por lo que
está impedido hacerlo en materia de jubilaciones y pensiones de los em-
pleados públicos pertenecientes a los Estados, pues –como se dijo– tal
potestad le está conferida en forma expresa al Poder Nacional. De tal
manera pues, que dentro de los asuntos sobre los cuales puede legislar el
Consejo Legislativo no se encuentra la de previsión y seguridad social.
(…omissis…)
En el caso de autos, esta Sala por razones de seguridad jurídica, para
evitar un desequilibrio en la estructura de la administración pública es-
tadal y la preservación de los intereses generales, así como en resguar-
do de los derechos de los beneficiados por la ley Estadal, fija los efectos
ex nunc, es decir, a partir de la publicación de este fallo por la Secreta-
ría de esta Sala Constitucional.
(…omissis…)
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 89
Las declaratorias que anteceden no prejuzgan sobre la responsabili-
dad en que pudieren estar incursos los legisladores estadales al haber
dictado una ley en flagrante usurpación de funciones del Poder Legis-
lativo Nacional”.
El caso sometido a consideración fue dilucidado en los siguientes términos:
“(…) el legislador de 1999 previó una protección particular a la vejez y
consagró en cabeza del Estado la obligación de asegurar la efectividad
de los derechos que a tal efecto se establecen. Igualmente consagró
entre los derechos inherentes a los ancianos, el beneficio a la jubilación,
con el objeto de proporcionarles un medio de vida digno a los trabajado-
res durante su vejez o incapacidad y así garantizarles un ingreso perió-
dico tendente a cubrir sus gastos de subsistencia.
En este contexto, el derecho a la jubilación nace de la relación laboral
entre el trabajador y el ente público o privado para quien prestó el ser-
vicio y se obtiene una vez cumplidos los requisitos de edad y tiempo de
servicio en el trabajo, establecidos en las leyes que regulan la materia.
Este derecho, si bien se origina en el ámbito de la relación laboral, es
considerado como un derecho social enmarcado dentro de la Constitu-
ción y desarrollado por las leyes, que puede ser objeto de regulación por
parte del Estado, regulación tendente a garantizar la protección e inte-
gridad del individuo que lo ostenta.
90 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Ahora bien, la norma cuya nulidad por inconstitucionalidad e ilegalidad
se solicita, al establecer: ‘No tendrán derecho a la jubilación los jueces
que hayan sido destituidos de acuerdo con la ley, o que hubieren renun-
ciado para eludir un procedimiento disciplinario en su contra’, impone
una sanción a los jueces, que tiene como consecuencia la supresión del
ejercicio de un derecho que la Constitución expresamente le otorga, lo
cual, a juicio de esta Sala, resulta contrario a la tutela de la vejez y las
garantías relativas al sistema de protección social, que la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela preceptúa.
(…omissis…)
(…) observa esta Sala que la parte in fine del artículo 41 de la Ley de
Carrera Judicial impone al Juez que ya fue sancionado administrativa-
mente con la destitución del cargo, una nueva sanción de carácter ad-
ministrativo que genera la pérdida del derecho constitucional a la
jubilación, derecho que había adquirido una vez alcanzada la edad y el
tiempo de servicio previsto en el artículo 41 eiusdem.
A juicio de esta Sala, la disposición objeto del presente recurso de nuli-
dad resulta inconstitucional, toda vez que preceptúa la imposición de
una doble sanción disciplinaria a saber: la pérdida del derecho a la jubi-
lación y la destitución del cargo, por un hecho ya juzgado, lo cual violen-
ta flagrantemente el principio non bis in idem, y así se declara”.
La acción de amparo fue dilucidada teniendo en consideración los si-
guientes fundamentos:
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 91
“En criterio de la Sala, el régimen reglamentario vigente y aplicable al
caso de autos es irrelevante, pues éste no puede crear limitaciones a
derechos constitucionales. Así, se encuentra que la jubilación se incluye
en el derecho constitucional a la seguridad social que reconoce el ar-
tículo 86 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
–artículo 94 y 2 de la Enmienda de la Constitución de 1961–, como
pensión de vejez para la persona que cumplió con los requisitos de edad
y años de servicios para que sea acreedora de tal beneficio de orden
social, pues su espíritu es, precisamente, garantizar la calidad de vida
del funcionario público una vez que es jubilado.
En ese sentido, la Sala considera que la pensión de jubilación, por defini-
ción, debe ser calculada sobre la base de los últimos sueldos que percibió
el beneficiario de la misma. De allí que, en el caso de autos, al no tomarse
en cuenta el período de reingreso del demandante para el cálculo de su
pensión de jubilación, se vulneró ese derecho constitucional.
Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela (AJP-
TEL-CARACAS), de la sentencia Nº 1035, dic-
tada, el 7 de septiembre de 2004, por la Sala de
Casación Social.
Voto Concurrente de la Dra. Luisa Estella Morales Lamuño.
Voto Salvado del Dr. Pedro Rafael Rondón Haaz.
La Sala tuvo como fundamento de su decisión lo siguiente:
“Debe precisar esta Sala que al establecerse una distinción entre un
funcionario público y un trabajador de la empresa privada, en virtud de
la privatización de la referida empresa y posteriormente entre la condi-
ción de trabajador y la de jubilado, la decisión objeto de examen resulta
discriminatoria e infringe el derecho a la igualdad consagrado en el ar-
tículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
desconociendo precisamente la naturaleza progresiva e intangible de
los derechos laborales. De la misma manera, se desconoció la intención
del constituyente consagrada en la referida norma, que hace prevalecer
la realidad sobre las formas o apariencias en materia laboral.
(…omissis…)
mínimo urbano. En este contexto cabe destacar que, el principio de la
Seguridad Social es de orden público y no se puede modificar ni por
convención colectiva ni por convenio entre particulares. En tal sentido,
esta Sala ha indicado en decisión número 85 del 24 de enero de 2002
(Caso: Asodeviprilara) que: (…)
En consecuencia, la protección que el Estado brinda al hecho social
trabajo, incide directamente en el contexto de toda la sociedad, ya que
ello puede conllevar a un alto índice de desempleo y una serie de incon-
venientes colaterales socioeconómicos que de mantenerse causarían
daños, tanto a los trabajadores, como a los entes públicos vinculados al
caso. Tal protección no debe excluir a quienes ostenten la cualidad de
pensionados o jubilados, ya que el cobro de las pensiones de jubilación
forma parte del carácter irrenunciable del que gozan los derechos labo-
rales previstos en el Texto Fundamental.
A juicio de la Sala, se encuentra que la jubilación se incluye en el dere-
cho constitucional a la seguridad social que reconoce el artículo 86 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela –artículos 94 y 2
de la Enmienda de la Constitución de 1961– como pensión de vejez para
la persona que cumplió con los requisitos de edad y años de servicio
para que sea recipendiaria de tal beneficio de orden social, pues su
espíritu es, precisamente, garantizar la calidad de vida del funcionario
público o trabajador privado, una vez que es jubilado.
En ese sentido, la Sala considera que la pensión de jubilación, por defi-
nición, si bien debe ser calculada sobre la base de los últimos sueldos
que percibió el beneficiario de la misma, no puede ser inferior al salario
mínimo urbano, tal y como lo ordena el artículo 80 de la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela. De allí que, en el caso de autos,
al no tomarse en cuenta ni considerar el cumplimiento de la disposición
constitucional para el cálculo de las pensiones de jubilación, se vulneró
ese derecho constitucional.
(…omissis…)
Ciertamente, como se ha indicado en diversas oportunidades, la Sala no
puede desconocer el valor social y económico que tiene la jubilación,
pues ésta sólo se obtiene luego que una persona dedica su vida útil al
servicio de un empleador, y conjugado con la edad –la cual coincide con
el declive de esa vida útil– el beneficio de la jubilación se configura
94 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
como un logro a la dedicación de un esfuerzo que se prestó durante
años. Así, se ha entendido que el objetivo de la jubilación es que su
titular –que cesó en sus labores diarias de trabajo– mantenga la misma
o una mayor calidad de vida de la que tenía, producto de los ingresos
que ahora provienen de la pensión de jubilación, con la finalidad de ase-
gurar una vejez cónsona con los principios de dignidad que recoge el
Texto Fundamental en su artículo 80 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela (…).
Esta noción de jubilación fue infringida en el caso de autos, por cuanto,
como se observó anteriormente, la pensión de jubilación de los deman-
dantes, en aquellos casos que resulte inferior al salario mínimo urbano,
debe igualarse al mismo para así dar efectividad y contenido al postula-
do plasmado en el artículo 80 de la Carta Fundamental. De la misma
manera, las pensiones que reciban los jubilados y pensionados deberán
incrementarse en la medida en que se produzcan aumentos para los
trabajadores activos. Así se decide.
(…omissis…)
(…) este Tribunal, sin embargo, declara que lo anterior no impide que
las asociaciones de jubilados y pensionados tengan la posibilidad, en
virtud del carácter irrenunciable del que gozan los derechos laborales,
de participar en las discusiones sindicales y exigir de los sindicatos la
inclusión de sus propuestas en la negociación de la contratación colec-
tiva. Así finalmente se declara”.
VOTO CONCURRENTE
DRA. LUISA ESTELLA MORALES LAMUÑO
“Quien suscribe, Magistrada LUISA ESTELLA MORALES LAMU-
ÑO comparte todos y cada uno de los asertos expuestos en el fallo que
antecede, por el cual se resolvió HA LUGAR el recurso de revisión
contra la sentencia de fecha 7 de septiembre de 2004 dictada por la
Sala de Casación Social de este digno Tribunal Supremo de Justicia. No
obstante, considera oportuno efectuar algunas consideraciones en los
términos siguientes:
1.- El ejercicio de la facultad de revisión de las sentencias dictadas por
otras Salas de este digno Tribunal, así como respecto a las emitidas por
otros Tribunales del país, ha sido objeto de una prolífica e inmejorable
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 95
labor jurisprudencial de esta digna Sala, de la cual me siento profunda-
mente orgullosa de integrar. Todo de conformidad con la sana interpre-
tación del numeral 10 del artículo 336 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela (CRBV), y de su posterior sistematización
legislativa recogida en los numerales 4 y 16 del artículo 5 de la novísima
Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia (LOTSJ), cuyos su-
puestos de hechos son distintos y que ameritaran de la Sala, en otra
oportunidad, su necesaria distinción y desarrollo.
Ahora bien, en criterio de quien suscribe, los efectos dispositivos de las
sentencias que esta Sala emita con ocasión al mérito de un recurso de
revisión contra sentencias de otras Salas o Tribunales del país, pudieran
destinarse a procurar su ejecución inmediata sin la necesidad de condi-
cionarse a la emisión de un nuevo fallo por parte del sentenciador que
ha sido revisado, comportando dilaciones indebidas, contrariando el
espíritu o desideratum constitucional recogido en el artículo 257
de la CRBV; así como también, distrayendo la verificación de la
manifestación final de la garantía de la tutela judicial efectiva (ex
art. 26 CRBV), que se recoge en la ejecución de todo fallo favo-
rable de cualquier justiciable.
En particular, quien suscribe se refiere a la práctica contenida en los
dispositivos de todos y cada uno de los fallos proferidos por esta Sala
cada vez que ha declarado con lugar un recurso de revisión, consistente
en ordenar una suerte de REENVÍO, por el cual se compele a la Sala
o Tribunal revisado a que vuelva a emitir su decisión de mérito acogien-
do el criterio particular y específico de esta Sala Constitucional, some-
tiendo al justiciable al penoso deber de procurar otro fallo de quien ya le
juzgó adversamente, lo cual se traduce en una incuestionable dilación,
debido, entre otras cosas, a la constitución de Salas o Tribunales Ac-
cidentales, y a la eventual situación que tenga que recurrir de nuevo –
en una especie de recurso de revisión de ‘nulidad’– por ante esta digna
Sala, en caso que la autoridad revisada resulte contumaz en acoger el
criterio sentado o bien, simplemente, lo aplique en forma inadecuada o
parcial. (Vid. entre otros casos, los múltiples fallos relativos al conocido
caso ‘Viuda de Carmona’, en donde esta digna Sala Constitucional, la
Sala Político Administrativa, y la Sala Plena, tuvieron oportunidad de
presentar opiniones disímiles a través de cinco (5) fallos, y en donde se
constituyeron múltiples Salas Accidentales, entre los años 2001 al 2004,
y donde todavía no se ha emitido un fallo definitivo. Vid. sentencias Nº
96 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
2818 del 19-11-02; Nº 1469 del 6-8-04 y más recientemente la Nº 2013
del 8-9-04 de la Sala Constitucional; sentencias Nº 943 del 15-5-01; Nº
1540 del 9-10-03 de la Sala Político Administrativa, y la sentencia de la
Sala Plena del 22 de julio de 2004.).
En ese sentido, se adelanta quien suscribe, a que no se le interprete
como postulante del desconocimiento o irrespeto al principio por el
cual debe preservarse el ‘soberano conocimiento del Juez natural
de una causa’; sino como testigo de una realidad práctica que se
revierte en contra del propio justiciable y de sus derechos y garantías
constitucionales recién comentadas (ex artículos 26 y 257 constitucio-
nales). Igualmente, debe acotarse que el sustento por el cual esta dig-
na Sala puede resolver, directamente, el fondo del conflicto que subyace
en una sentencia objeto de revisión, reposa en el propio hecho de que,
ella misma, en virtud de los poderes que le otorga la Constitución y la
Ley, puede, ni más ni menos, ‘revisar’ las sentencias dictadas por otras
Salas del mismo Tribunal Supremo; en otras palabras, la misma fuerza
que le habilita para desconocer la fuerza de cosa juzgada de un fallo
de otra Sala, también abarca que puede enmendar de forma inmediata
y expedita, la situación fáctica del caso, permitiéndole al justiciable
procurar la ejecución inmediata de su derecho que le ha sido
reconocido por esta Sala Constitucional, y sin que quede expuesto a
las dilaciones inexorables que suponen una nueva decisión en ‘reen-
vío’ (V.gr. Salas Accidentales), o que la Sala o Tribunal revisado se
aparte total o parcialmente del criterio, obligándolo a interponer un
‘nuevo’ recurso de revisión de ‘nulidad’ por contrariar el criterio esta-
blecido por esta Sala Constitucional.
Distinta es la situación que, como consecuencia de la doctrina sentada
por esta digna Sala con ocasión a proveer sobre un recurso de revisión,
la misma deba ser acogida a futuro no sólo por la Sala o Tribunal revisa-
do, sino también por todas y cada una del resto de las Salas que integran
este Tribunal Supremo de Justicia y, huelga comentar, el resto de los
Tribunales de la República.
Inclusive, se agrava o sensibiliza más aún la situación del justiciable
cuando, como en el caso que nos ocupa (los jubilados de CANTV), se
trata de una causa cuya duración alcanza más de siete (7) años y que
ha sido objeto de múltiples decisiones previas por otras Salas de este
digno Tribunal Supremo de Justicia (V.gr. de la Sala Político Administra-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 97
En efecto, la figura del avocamiento se constituye en una herramienta
excepcional de la cual se encuentran dotadas –actualmente– todas las Sa-
las que integran este Tribunal Supremo de Justicia, con el objeto de reme-
diar o componer causas cuyo desarrollo ha estado apartado de los
principios y presupuestos más básicos de la función judicial.
De allí que su procedencia está condicionada a la plena verificación
de graves quebrantamientos formales o sustanciales en la tarea de
administrar justicia en sede del Tribunal que, de forma ordinaria, le
corresponde el conocimiento de la causa en estudio; o bien a la in-
cuestionable verificación de elementos que si bien resultan extraños
en sí a la propia función judicial, no obstante, tengan la capacidad de
afectarla por la magnitud o trascendencia que adquieran en el
foro local en que se desarrolla.
En efecto, se trata de una situación procesal de carácter excepcional, por
la cual, aun tratándose de una causa que curse por ante un Tribunal com-
petente conforme a la legislación adjetiva, no obstante, por razones de
elevada estimación o de relevantes consideraciones axiológicas, la Sala
(en este caso la Sala de Casación Social) estimó “conveniente” privar o
sustraer de dicho conocimiento al juez laboral de instancia que resultaba
competente con base a los criterios de materia, territorio y cuantía.
Esta posibilidad excepcional (ex numeral 48º del artículo 5 de la Ley
Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia), que permite a todas las
Salas de este Tribunal Supremo de Justicia conocer y dirimir controver-
tidos que en condiciones ordinarias no le corresponden –por estar asig-
nadas a la jurisdicción ordinaria–, se constituye en un mecanismo o
remedio procesal impuesto por el legislador para solventar graves que-
brantamientos tanto de forma como de fondo, capaces de generar vi-
cios censurables en sede de instancia, y sin que su advertencia obligue,
al operador judicial proclive al avocamiento a efectuar un examen ex-
haustivo sobre la valoración de los actos y etapas procesales, esto es,
en otras palabras, su procedencia –la del avocamiento– cuando se
detecten vicios procesales y alteraciones del interés colectivo
98 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Inclusive, se insiste con preocupación que el objeto debatido en el pre-
sente caso fue objeto de una plausible y prolongada labor jurispruden-
cial de la Sala Político Administrativa de este mismo Tribunal Supremo,
la cual desde el año 2001 tuvo oportunidad de sistematizar la ejecución
(frustrada en vía ordinaria) del reenganche de un grupo de trabajadores
despedidos con ocasión a los procesos de reestructuración de la empre-
sa (CANTV), y en donde, de forma expresa e indubitada se estableció
respecto a los trabajadores jubilados que ‘…la empresa deberá homolo-
garles sus beneficios de acuerdo a la base de cálculo del salario al cual
tendrían derecho en caso de estar activos’. (Vid. Sentencias del 15-6-
00; 18-7-00; 14-2-01; 17-7-01 (Nº 1468); 20-11-01; 19-03-02; 20-11-02;
29-4-03 y 23-3-04).
Con lo cual, en definitiva, la Sala ha podido fijar en su parte dispositiva,
un catalogo de órdenes concretas orientadas a la ejecución inme-
diata del derecho deducido; de hecho, a lo largo de su parte motiva,
esta Sala Constitucional estipuló concretos dispositivos los cuales co-
rren el riesgo de diseminarse en la práctica, como por ejemplo, el reco-
nocimiento que se les hace a los grupos organizados de jubilados o
pensionados de participar en las futuras convenciones colectivas que
suscriba la empresa, entre otros aspectos.
2.- Muy acertadamente el fallo que antecede determinó la flagrante
inconstitucionalidad del criterio sostenido por la sentencia revisada,
por el cual, según sostuvo la Sala de Casación Social, la circunstancia
de la privatización de la empresa demandada (CANTV) generó una
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 99
alteración de las condiciones laborales de los trabajadores; razón por la
cual resultaba desestimada la pretensión procesal de los demandantes,
por cuanto, en criterio de aquella Sala: (i) el pretendido beneficio de los
jubilados y pensionados no había sido pactado en la Convención Colec-
tiva vigente y, por tanto, no podía reconocérseles por la ausencia de
aplicación del artículo 27 de la Ley del Estatuto sobre el Régimen de
Jubilaciones y Pensiones de los Funcionarios o Empleados de la Admi-
nistración Pública Nacional, de los Estados y de los Municipios, el cual
sólo era aplicable antes de la ‘privatización’; (ii) que tampoco le es
aplicable el reconocimiento que prevé el artículo 23 de la Ley de Priva-
tizaciones (que prohíbe la reforma in peius de los derechos adquiridos
de los trabajadores, por el hecho de la privatización) debido a que no
podría aplicársele ‘retroactivamente’ a CANTV, porque el acto formal
de privatización ocurrió antes que su entrada en vigencia; (iii) que la
sentencia del 27 de junio de 1991 dictada por la Sala de Casación Civil
de la extinta Corte Suprema de Justicia, en donde se reconoce la aplica-
ción de la Ley del Estatuto antes referido, fue dictada bajo el carácter
estatal de la empresa, no estando ya ‘privatizada’.
En ese sentido, en criterio de quien suscribe, no sólo deviene en evidente
la inconstitucionalidad de semejante criterio (sostenido por la Sala de Ca-
sación Social), por el hecho que: (i) cuando el trabajador se convierte en
jubilado, si bien se extingue la relación laboral ordinaria; no obstante, se
mantiene un vínculo jurídico especial como consecuencia de la primera,
en cuyo caso deben mantenerse incólumes todos los principios y
garantías laborales que orientan el hecho social del trabajo (V.gr.
La progresividad de los derechos; la ausencia de perjuicio en los trabaja-
dores como consecuencia de cambios o alteraciones en el patrono; la
prohibición de fijación de desmejoras o reformas in peius de las condicio-
nes de trabajo, sin que medie, al menos, el consentimiento válido de los
propios trabajadores; la interpretación preferente en beneficio del traba-
jador en caso de duda –in dubio pro operario–; etc.); y (ii) que tal
interpretación, sostenida por la Sala de Casación Social, contraría lo esta-
blecido en los artículos 80, 86 y 89 de la CRBV, de los cuales se podía
extraer, para el caso concreto, la contundente primacía de la seguri-
dad social y la progresividad de los derechos de los accionantes
sobre una dudosa y superficial interpretación sobre la “retroacti-
vidad” del artículo 23 de la Ley de Privatizaciones y la pretendida
“desaplicación sobrevenida” del artículo 27 de la Ley del Estatu-
to sobre el Régimen de Jubilaciones y Pensiones de los Funciona-
rios o Empleados de la Administración Pública Nacional, de los
10 0 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Estados y de los Municipios; así como también, la inobservancia de lo
previsto en el artículo 134 de la vigente Ley Orgánica del Sistema de
Seguridad Social, que claramente estatuye la ‘ultractividad’ (término o
modismo acuñado por la práctica laboral) de los beneficios relativos a la
seguridad social de todos aquellos trabajadores que se venían rigiendo
conforme al mencionado Estatuto. Sino también por la forma precaria en
que fue conceptualizado el proceso de privatización de cara a la
situación jurídica de los trabajadores de la empresa.
En tal sentido, advierte quien suscribe, que la privatización de una em-
presa estatal no es obstáculo para que el Estado establezca ciertas
cautelas o controles para preservar no sólo la (a.-) continuidad
en la prestación del servicio o actividad prestacional, que hasta
ahora ha desempeñado la empresa; sino también, (b.-) orienta-
dos a evitar los recurrentes traumas o lesiones sociales –en el
ámbito laboral, que esta clase de procesos genera. (Todas las ex-
periencias de privatizaciones en el mundo han venido acompañadas de
graves problemas en el ámbito social, los cuales llegan a agravarse cuan-
do la empresa a privatizar se constituye en la principal o única fuente de
trabajo en una localidad).
En ese orden, una de esas cautelas o técnicas en los procesos de priva-
tización, de las cuales se asiste el Estado, ha sido identificada como la
llamada ‘acción de oro o específica’ consistente en un catálogo de
cargas o modos a los cuales se debe someter la empresa frente al Esta-
do, tales como (i) la carga de requerir autorización administrativa previa
del ente privatizador para acometer decisiones de la empresa que alte-
ren sustancialmente la composición accionarial; (ii) la directa imposi-
ción de condiciones o cargas para acometer su prestación y (iii) la
imposición de condiciones o reglas para evitar o suprimir, los traumas y
conflictos sociales, antes referidos.
En efecto, su establecimiento –de la acción dorada– se encuentra te-
leológicamente condicionada a garantizar la continuidad de la presta-
ción y a precaver los efectos sociales que la transición del carácter
(de pública a privada) de la empresa pudiese generar.
En ese orden, vale acotar que, por lo general, son dos las modalidades
para su fijación, (i) bien como resultado de su inserción en el estatuto
social (técnica de ‘golden share’ acogido en Reino Unido), o (ii) por
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 10 1
estipulación legal expresa, materializada a través de un acto guberna-
mental (aun cuando posteriormente pueda inscribirse documentalmen-
te, como ocurre en países como Francia o España). Tal y como ocurrió
en el caso de la empresa demandada (CANTV), en cuya privatización
fue empleada dicha técnica (acción dorada), mediante su incorporación
en el documento social y posterior inscripción en el Registro de Comer-
cio, aun cuando el contenido de los poderes que de dicha acción dima-
nan tienen su origen en estipulaciones impuestas por el Estado Venezolano
desde el mismo momento en que fue aprobado el pliego de condicio-
nes de la privatización.
Así, en ese contexto, se observa que la Sala de Casación Social de este
digno Tribunal Supremo desestimó lo pactado en Acta de fecha 15 de
noviembre de 1991 (cuyo texto se da por reproducido), suscrita por el
entonces Presidente del Fondo de Inversiones de Venezuela (FIV), un
Representante de la República, y los representantes de las Confederacio-
nes de Trabajadores de Venezuela (CTV) y de los Trabajadores de las
Telecomunicaciones en Venezuela (en donde se reconoce la ‘progresivi-
dad’ y no desmejora de los derechos adquiridos de los trabajadores como
consecuencia de la privatización), aduciendo que tal ‘pliego’ no resultaba
oponible a la demandada CANTV y que en todo caso, sólo estaba referi-
do para los trabajadores que estuviesen amparados por la Convención
Colectiva vigente para aquel entonces. Este último aserto, sostenido por
el fallo revisado, en criterio de quien suscribe, es abiertamente atentatorio
e inconstitucional por todos y cada uno de los argumentos desarrollados
por el fallo que antecede; pero también por la circunstancia práctica de
haber desestimado que semejante Acta se constituía en un reconocimien-
to o prueba adicional del derecho que se debate.
En efecto, al margen de todas las consideraciones legislativas aplica-
bles (las previsiones de la Ley de Privatizaciones; la Ley del Estatuto
sobre el Régimen de Jubilaciones y Pensiones de los Funcionarios o
Empleados de la Administración Pública Nacional, de los Estados y de
los Municipios; y la Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social), así
como la sana aplicación de los derechos constitucionales previstos en
los artículos 80, 86 y 89 de la CRBV, y del derribo de la errónea aplica-
ción –en el caso concreto– de la garantía de la “irretroactividad” que
hizo la Sala de Casación Social (antes explicada); debe agregársele
que la demandada desconoció los compromisos y cargas asumi-
10 2 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
das –de índole laboral– en virtud del pliego de condiciones que
les fueron impuestas.
En ese mismo sentido, para el momento de la compra de CANTV (de
igual forma como ocurre para cualquier empresa, sea pública o priva-
da), el grupo adquirente debió haber realizado lo que en el medio jurí-
dico internacional se conoce en forma consolidada como una ‘due
diligence for acquisition’ en donde se hace un inventario jurídico
económico de todos los pasivos legales existentes, para conocer el
costo real de la empresa (luego de deducidos esos pasivos de cual-
quier especie). De lo contrario, los adquirentes quedarían expuestos a
subrogarse a todos los pasivos sin ningún tipo de atenuante. Máxime
aun lo relativo a relaciones laborales, los cuales se encuentran especí-
ficamente protegidos por el principio –recogido legislativamente– de
la ‘sustitución de patrono’.
En el caso concreto de CANTV, tal posibilidad de eximente de respon-
sabilidad laboral no existe y, más aún, era evidente el conocimiento que
tenían los adquirentes sobre los compromisos laborales de la empresa,
cuando conocían de antemano su ‘ratificación convencional’ (debido a
que ya la legislación se los reconocía) mediante un ACTA CONVENIO
(del 15 de noviembre de 1991), y que formaba parte integrante del PLIE-
GO DE CONDICIONES para la adquisición de la empresa.
Lo contrario sería negarle publicidad al ACTA, y negar su incuestionable
inclusión en el patrimonio de la empresa previo a su formal privatización.
Por otra parte, no deja de asombrar a quien suscribe, que la Sala de
Casación Social haya desestimado, entre otros argumentos, la preten-
sión de los demandantes tomando en cuenta una diferenciación o clasi-
ficación del status o situación de los trabajadores dependiendo si la
empresa era pública o privada, y en base a la condición del trabajador
como activo o jubilado.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 10 3
En ese orden, aun cuando la inconstitucionalidad de semejante diferen-
ciación fue acertadamente advertida por el fallo que antecede, quien
suscribe considera oportuno agregar, que del fallo revisado también se
desprende similar vicio de inconstitucionalidad, pero al no construir –en
su motiva– al menos algún argumento sólido que haya podido sustentar
la ‘racionalidad’ de la diferenciación.
Tal acotación es importante, dado que, en principio (y en descargo su-
perficial del fallo revisado), no toda diferenciación es inconstitucional
‘per se’, dado que pueden admitirse discriminaciones siempre que se
logre demostrar su racionalidad y coherencia.
En tal sentido, el artículo 21 de la CRBV consagra el derecho a obtener
de las autoridades públicas o personas privadas un trato: (i) igual entre
similares y; (ii) un tratamiento igual y no discriminatorio ante situacio-
nes similares.
En efecto, dispone la referida norma constitucional, lo siguiente:
‘Todas las personas son iguales ante la ley; en consecuencia:
1. No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el
sexo, el credo, la condición social o aquellas que, en general,
tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reco-
nocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los
derechos y libertades de toda persona.
2. La ley garantizará las condiciones jurídicas y administrati-
vas para que la igualdad ante la ley sea real y efectiva; adop-
tará medidas positivas a favor de personas o grupos que puedan
ser discriminados, marginados o vulnerables; protegerá espe-
cialmente a aquellas personas que por alguna de las condicio-
nes antes especificadas, se encuentren en circunstancia de
debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que
contra ellas se cometan’.
En ese sentido, esta propia Sala así lo ha determinado en diversos fallos,
entre otros, de fecha 17 de octubre de 2000 (N° 1197), en donde se
asentó que:
10 4 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
‘En cuanto a la violación del derecho a la igualdad alegada,
esta Sala Observa, que en forma reiterada la jurisprudencia de
la Sala Político Administrativa de la entonces Corte Suprema
de Justicia (Casos: Vidal Blanco de fecha 21 de julio de 1994 y
Eliseo Sarmiento de fecha 13 de abril de 1999) ha entendido
que la “discriminación existen, también, cuando situaciones si-
milares o análogas se deciden, sin aparente justificación, de
manera distinta o contraria. En efecto el derecho fundamental
a la igualdad y no discriminación entre particulares consagra-
do en el artículo 61 de la Constitución, abarca no sólo los su-
puestos por él señalados sino todas aquellas situaciones donde
sin algún motivo o razón se resuelvan contrariamente plantea-
mientos iguales, y así se declara’.
De conformidad con lo anterior, y con fundamento en la doctrina do-
minante en esta materia, observa esta Sala que el derecho subjetivo a
la igualdad y a la no discriminación, es entendido como la obligación
de los Poderes Públicos de tratar de igual forma a quienes se encuen-
tren en análogas o similares situaciones de hecho, es decir, que este
derecho supone, en principio, que todos los ciudadanos gocen del de-
recho a ser tratados por la ley de forma igualitaria, y se prohíbe por
tanto, la discriminación.
Ahora bien, no todo trato desigual es discriminatorio, sólo lo será el
que no esté basado en causas objetivas y razonables, pero el Legisla-
dor puede introducir diferencias de trato cuando no sean arbitrarias,
esto es, cuando estén justificadas por la situación real de los indivi-
duos o grupos, es por ello, que el derecho a la igualdad sólo se
viola cuando se trata desigualmente a los iguales, en conse-
cuencia, lo constitucionalmente prohibido es el trato desigual
frente a situaciones idénticas.
Como conclusión de lo antes expuesto, esta Sala considera necesario
señalar, que la cláusula de igualdad ante la ley, no prohíbe que se le
confiera un trato desigual a un ciudadano o grupo de ciudadanos, siem-
pre y cuando se den las siguientes condiciones: (a) que los ciudada-
nos o colectivos se encuentren real y efectivamente en distintas
situaciones de hecho; (b) que el trato desigual persiga una finali-
dad específica; (c) que la finalidad buscada sea razonable, es de-
cir, que la misma sea admisible desde la perspectiva de los
derechos y principios constitucionales; y (d) que la relación sea
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 10 5
Así, resulta que la sentencia revisada (de la Sala de Casación Social) no
logró demostrar ninguno de los cuatro (4) requisitos expuestos en la
jurisprudencia recién trascrita como para justificar la discriminación de
los trabajadores jubilados en el caso concreto, violentando así la doctri-
na sentada por esta Sala Constitucional, lo que justificó (además de lo
exhaustivamente expuesto por el fallo que antecede), la declaratoria
HA LUGAR del recurso de revisión interpuesto.
Por último, como corolario de todo lo expuesto en este punto (2.-), quien
suscribe concluye que: (i) el beneficio que ha sido reconocido por el
fallo que antecede, preexiste conforme lo consagrado en los artículos
80, 86 y 89 de la CRBV cuya aplicación es inmediata sin necesidad de
desarrollo legislativo, independientemente que sean aplicables o no
los artículos 23 de la Ley de Privatizaciones; 27 la Ley del Estatuto
sobre el Régimen de Jubilaciones y Pensiones de los Funcionarios o
Empleados de la Administración Pública Nacional, de los Estados y de
los Municipios, y 134 la Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social
al caso concreto; (ii) conforme a los principios de progresividad y no
desmejora de las condiciones y derechos laborales de los trabajadores
como consecuencia de cambios en el patrono (consagrados en las dis-
posiciones constitucionales antes citadas), la privatización de una
empresa no puede traducirse en una alteración in peius de los
trabajadores; (iii) Al margen de todas las consideraciones anteriores,
todas las cargas o pasivos que el Estado asuma en cualquier ámbito, y
más particularmente en el laboral, para mitigar los efectos adversos que
en el sustrato social pueda generar un proceso de privatización, deben
ser asumidos por el adquirente de la empresa en forma universal y ab-
soluta; salvo la fijación de un eximente expreso que, además, estaría
sujeto a una cuestionable legalidad dado el reconocimiento legislativo
que, en nuestro foro, tienen la figura de la ‘sustitución patronal’; (iv) la
condición de jubilado supone la extinción de la relación laboral ordina-
ria, pero no extingue el vínculo jurídico formal del ex operario
con su patrono, mas al contrario, supone una mutación en las condi-
ciones que les vinculan, pero manteniendo la exigibilidad de todos y
10 6 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
cada uno de los principios y garantías que orientan las relaciones
laborales de cualquier naturaleza; entre ellas la progresividad e
intangibilidad de los derechos y el reconocimiento de condicio-
nes adecuadas a para una seguridad social acorde con su condi-
ción.; (vi) Cualquier diferenciación o clasificación de los trabajadores
basada, simplemente, en el carácter público o privado de la empresa se
constituye en una inaceptable discriminación que atenta y vulnera las
más básicas garantías laborales y de la seguridad social”.
1. Se abordó el análisis de la sentencia objeto de revisión a la luz de la
jurisprudencia anterior a la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Jus-
ticia, la cual, para el caso específico de la revisión de sentencias de
otras Salas del Tribunal, establece supuestos de procedencia distintos,
como lo revela la lectura del artículo 5.4 de la Ley y su comparación
con el 5.16 eiusdem.
En efecto, dichas normas, respectivamente, rezan:
‘Es de la competencia del Tribunal Supremo de Justicia como
más alto Tribunal de la República.
(...)
4. Revisar las sentencias dictadas por una de las Salas, cuan-
do se denuncie fundadamente la violación de principios jurídi-
cos fundamentales contenidos en la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, Tratados, Pactos o Convenios In-
ternacionales suscritos y ratificados válidamente por la Repú-
blica, o que haya sido dictada como consecuencia de un error
inexcusable, dolo, cohecho o prevaricación;
(...)
16. Revisar las sentencias definitivamente firmes de amparo
constitucional y control difuso de la constitucionalidad de le-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 10 7
yes o normas jurídicas, dictadas por los demás tribunales de
la República’;
En todo caso, posteriormente, en la declaratoria con lugar de la solici-
tud, no se expresa cuál hipótesis, de las que se mencionan en la motiva
o de las que recoge el artículo 5.4 de la Ley, justifica la revisión; sólo se
declaró la violación de un artículo constitucional, la cual habría tenido
que ser calificada de ‘deliberada’ –en los propios términos de la deci-
sión– o de ‘error inexcusable’ –en los términos de la Ley–, para que
hubiera habido lugar a la revisión.
2. En cuanto al fondo, la mayoría llegó a la conclusión de que es discrimi-
natorio el establecimiento de distinciones entre los funcionarios públicos y
los trabajadores de las empresas privadas y entre los trabajadores activos
y los jubilados, idea que no comparte quien disiente, puesto que se tratan,
unas y otras, de situaciones y relaciones jurídicas distintas, las cuales, por
tanto, pueden estar sometidas, válidamente, a regímenes diferentes.
En todo caso, para la sustentación de la afirmación que precede, la
sentencia de la que se discrepa invoca un fallo que analiza el contenido
del derecho a la tutela judicial efectiva, tema éste ajeno al que se deba-
te y ajeno al argumento que pretende cimentar, lo cual hace inmotivada
la decisión que luego se toma sobre la base de este razonamiento.
3. A continuación, la Sala analizó los artículos 80 y 86 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela que se refieren al deber del
Estado (que no de los patronos privados) de garantizar los derechos de
los ancianos –entre ellos el de que las pensiones y jubilaciones no sean
inferiores al salario mínimo urbano– y de prestar el servicio público
de carácter no lucrativo de seguridad social.
En este contexto, se llegó a la conclusión de que, en el caso que fue
decidido por la Sala de Casación Social, se vulneró dicho artículo 80
porque no se tomó en cuenta esa disposición para el cálculo de las pen-
siones y jubilaciones, hecho éste que no se deduce de la narrativa de la
decisión. En todo caso, esa no parece haber sido la pretensión de los
demandantes, según se desprende, ahora sí, de la narrativa, sino el su-
puesto derecho a aumentos proporcionales a los que reciban los traba-
jadores activos, que es el punto que analizó la mayoría seguidamente.
10 8 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Allí, la sentencia, de la cual se aparta el disidente, llegó a la conclusión
de que los trabajadores de la CANTV tenían derecho a tales aumentos
por el carácter irrenunciable de los derechos laborales, sin que se ofrez-
ca ningún fundamento para tal aserto. Luego, el fallo derivó de la norma
constitucional, que sólo garantiza un monto al menos superior al del sa-
lario mínimo para las pensiones y jubilaciones ‘otorgadas mediante el
Sistema de Seguridad Social’, el derecho a su aumento progresivo en
forma proporcional a la de los salarios de los trabajadores activos, de
nuevo sin fundamento alguno, lo cual, en opinión de quien se aparta de
la decisión que antecede, hace a ésta incurrir en inmotivación también
respecto de este punto.
La conclusión a que se ha hecho referencia, de la cual difiere el voto
salvante, podría llegar a suponer para aquel empleador que otorgue el
beneficio de jubilación a sus trabajadores, la carga de una nómina doble,
lo cual sería antieconómico, además de injustificado, puesto que las pen-
siones y jubilaciones no tienen contraprestación en el presente, de modo
que, ni son iguales al salario ni le son equiparables, como acertadamen-
te lo declaró la Sala de Casación Social en la sentencia que fue objeto
de la solicitud de revisión que encabeza estas actuaciones. Por ello, la
mayoría ha debido, al menos, circunscribir en forma explícita sus con-
clusiones al caso muy específico de los demandantes, por la circunstan-
cia muy particular de que se trata de pensionados y jubilados de una
sociedad mercantil que, para el momento de la cesación de sus relacio-
nes de trabajo, era una empresa del Estado, lo cual los hacía gozar de
una serie de condiciones que se vieron alteradas por la privatización de
quien fuera su empleador; ello para evitar una eventual pero peligrosa
extensión de aquellas conclusiones a situaciones distintas a las que se
tuvieron a la vista para el juzgamiento del caso concreto.
Es opinión del disidente, que la doctrina del fallo del que se aparta
desestimulará el otorgamiento de pensiones y jubilaciones, por parte
de los patronos del sector privado –más de allá de sus obligaciones
legales–, a causa de lo incalculable de la carga económica que supon-
dría el deber de actualización de las pensiones y jubilaciones en forma
proporcional a los salarios; ello, como es evidente, será de enorme
perjuicio para la gran masa trabajadora cuyos derechos pretende pro-
teger la mayoría sentenciadora.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 10 9
Por otra parte, la interpretación a que se ha hecho referencia podría
suponer, desde otro punto de vista, una enorme carga económica para
los patronos respecto de quienes ya sean sus pensionados y jubilados
–que, como es natural, no habría sido tomada en cuenta al momento
del otorgamiento del beneficio–, lo cual, puede avizorase sin dificul-
tad, desestimularía el aumento de salarios, en perjuicio, ahora, ade-
más, de los trabajadores activos. Corresponderá a la Sala de Casación
Social hacer las precisiones y especificaciones que la mayoría de esta
Sala Constitucional omitió.
4. En conclusión, es criterio de quien discrepa que la decisión de la Sala
de Casación Social que fue anulada estaba ajustada a derecho y, en
todo caso, no encuadraba dentro de ninguno de los graves supuestos
que establece el artículo 5.4 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo
de Justicia para que proceda la revisión de una sentencia de otra Sala
de este Alto Tribunal, razón por la que ha debido declararse que no
había lugar a la solicitud al respecto”.
El recurso fue resuelto bajo los siguientes términos:
contribución de paro forzoso y, en consecuencia, no puede, en modo
alguno, ser objeto de cobro ni cotización –lo que reitera esta Sala en
esta oportunidad– no es cierto que los beneficios que esa prestación
suponía respecto del derecho a la seguridad social en caso de cesantía
laboral, hayan quedado desprotegidos, pues el legislador los ha sustitui-
do por una prestación sustancialmente igual, como lo es el Régimen
Prestacional de Empleo. En consecuencia, se reitera, no existe omisión
legislativa ante la ausencia de regulación actual de la prestación por
paro forzoso, pues, para ello, se reguló el Régimen Prestacional de
Empleo. Así se decide.
(…omissis…)
La omisión legislativa que se verifica en esta oportunidad implicaría,
además, el incumplimiento de los acuerdos internacionales que fueron
válidamente suscritos por la República, que recogen el derecho a la
seguridad social y establecen sus atributos esenciales. Así, el Convenio
Nº 102 relativo a la ‘Norma Mínima de la Seguridad Social’ de la Orga-
nización Internacional del Trabajo (OIT), cuya Ley aprobatoria se pu-
blicó en nuestro ordenamiento jurídico en Gaceta Oficial Nº 2848
extraordinario de 27 de agosto de 1981, recoge el contenido mínimo de
las diferentes prestaciones que conforman el derecho a la seguridad
social y que los Estados Miembros se comprometen a asegurar. Con-
cretamente, en lo que se refiere a las Prestaciones de Desempleo (Par-
te IV del Convenio), establece el artículo 19 que: ‘Todo Miembro para
el cual esté en vigor esta parte del Convenio deberá garantizar a las
personas protegidas la concesión de prestaciones de desempleo, de con-
formidad con los artículos siguientes de esta parte’, artículos éstos que
se refieren a los lineamientos generales de lo que debe contener la con-
tingencia que se cubre (artículo 20), las personas protegidas (artículo
21), el modo de cálculo del pago de la prestación (artículos 22 y 23) y la
duración de la misma (artículo 24).
(…omissis…)
De manera que la ausencia de desarrollo legislativo por parte del legis-
lador venezolano en relación con el régimen prestacional de empleo, por
cuanto trae como consecuencia inmediata la falta de cotización para el
financiamiento de la prestación del beneficio social en caso de desem-
pleo y, más grave aún, por cuanto implica la negación de otorgamiento
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 11 1
de dicha prestación a los beneficiarios, comporta la existencia de una
omisión legislativa que debe ser remediada, a través de la orden a la
Asamblea Nacional, para que ponga fin a esta situación y, en comple-
mento, mediante la toma de medidas que, preventiva y cautelarmente,
sopesen las consecuencias de tal abstención y eviten un indeseado in-
cumplimiento de obligaciones internacionales.
En consecuencia, esta Sala declara la omisión de la Asamblea Nacional
porque no ha dictado la Ley especial que regule el Régimen Prestacio-
nal de Empleo, pues, de conformidad con el artículo 336, cardinal 7,
constitucional y 5, cardinal 12, de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo
de Justicia, se trata de una inactividad normativa que impide el eficiente
ejercicio de derechos fundamentales (especialmente el derecho a la
seguridad social) y, en consecuencia, el cumplimiento de la Constitu-
ción. Así se declara.
(…omissis…)
Por último, en atención a la gravedad de la situación jurídica que se
plantea como consecuencia de la omisión legislativa que se declara en
esta decisión, en atención a la urgencia que reviste su reparación, y con
el fin, además, de evitar un indeseado incumplimiento de las obligacio-
nes internacionales que ha asumido la República, en los términos que
antes se expusieron, la Sala acuerda, de conformidad con el artículo 19,
párrafo 11, de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, medi-
da cautelar innominada mediante la cual se suspenden los efectos del
artículo 138 de la Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social y, en
consecuencia, se declara la ultra actividad del Decreto con Rango y
Fuerza de Ley que Regula el Subsistema de Paro Forzoso y Capacita-
ción Laboral, que fue publicado en la Gaceta Oficial Nº 5392 Extraor-
dinario, de 22 de octubre de 1999, y, por ende, cautelarmente vigente a
partir de este pronunciamiento y hasta cuando la Asamblea Nacional
ponga fin a la situación de mora legislativa en los términos de este fallo;
medida preventiva que no obsta para que, en caso de un eventual in-
cumplimiento de este veredicto en fase de ejecución voluntaria, esta
Sala complemente tal cautela con las medidas provisionales y correcti-
vas que sean necesarias para evitar mayores perjuicios al orden público
constitucional y al sistema de seguridad social venezolano. Lo anterior
se dispone con estricto apego a los límites del juez constitucional, en los
supuestos de ejecución forzosa de fallos de control de omisiones legis-
11 2 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
lativas, tal como se expuso en la sentencia de esta Sala de 31 de mayo
de 2004 (caso Ley Orgánica del Poder Municipal). Así se decide”.
La Sala para decidir observó:
“Sin embargo, la doctrina sentada en los fallos de esta Sala respecto a
la inconstitucionalidad de leyes estadales que consagran y regulan el
régimen de previsión y seguridad social de los funcionarios al servicio
de dichos entes descentralizados, no resulta aplicable a los llamados
órganos con autonomía funcional, ya que la intención del constituyente,
al dictar la Enmienda Nº 2 de la Constitución de 1961, fue la de excluir
a los funcionarios adscritos a alguno de los entes con autonomía funcio-
nal del régimen común de previsión y seguridad social de los demás
funcionarios de la Administración Pública Nacional Centralizada o Des-
centralizada, exclusión que quedó evidenciada en la sentencia dictada
por la extinta Corte Suprema de Justicia en Pleno el 22 de mayo de
1990, mediante la cual declaró la nulidad del numeral 5 del artículo 2 de
la Ley del Estatuto sobre el Régimen de Jubilaciones y Pensiones de los
Funcionarios o Empleados de la Administración Pública Nacional, de
los Estados y de los Municipios, antes referida.
El fallo de la Corte en Pleno de 1990, investido de la autoridad de la
cosa juzgada, textualmente señaló que:
‘En virtud de lo expuesto, estima esta Corte que si bien la
Contraloría General de la República forma parte de la Admi-
nistración Pública Nacional (de la República), no puede consi-
derarse que sea parte de la Administración Central ni de la
Descentralizada de la República, únicas administraciones (a la
par de la Administración Central y Descentralizada de los Es-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 11 3
tados y Municipios), cuyos funcionarios o empleados públicos
podrían ser destinatarios de las regulaciones legales autoriza-
das por la Enmienda Constitucional Nº 2, artículo 2º, en mate-
ria del beneficio de jubilación o pensión y, desde luego, como
quedó asentado, la Ley dictada en julio de 1986.
Con motivo de dicha interpretación se reconoce la existencia de una
potestad reglamentaria, atribuida directamente por la Constitución, a los
órganos con autonomía funcional, para dictar sus propios reglamentos
en materia de previsión y seguridad social, sin que ello implique viola-
ción a la reserva legal.
Esa potestad reglamentaria atribuida a los órganos con autonomía fun-
cional, encuentra plena vigencia en el actual ordenamiento constitucional,
ya que la Constitución de 1999, en su artículo 147 no sometió expresa-
mente a estos órganos a la ley nacional que ‘(…) establecerá el régimen
de las jubilaciones y pensiones de los funcionarios públicos y funciona-
rias públicas nacionales, estadales y municipales’, ley que aún no ha
sido dictada y que no podrá incluir a este tipo de órganos con autonomía
funcional, dentro de los cuales se encuentra el Ministerio Público, tal
como así lo prevé el artículo 273 del Texto Fundamental. (Vid. Senten-
cia de esta Sala del 11 de abril del año 2002, (caso: Clodosbaldo Rus-
sián Uzcátegui).
(…omissis…)
Como supuestos relacionados con el órgano o ente que recibe al funcio-
nario que reingresa a la Administración Pública –en el presente caso el
Ministerio Público–, los siguientes:
11 4 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
(i) El ente u órgano en el cual reingresa un particular jubilado, deberá
asumir los complementos o la totalidad de la jubilación previamente acor-
dada, si así expresamente lo reconoce su estatuto.
(ii) El reingreso de un funcionario jubilado a la Administración Pública
como personal activo, no lo excluye del régimen general que tutela sus
derechos como trabajador –desde el punto de vista constitucional y le-
gal– y, en consecuencia, al derecho de percibir las prestaciones corres-
pondientes por concepto de antigüedad, las cuales de conformidad con
la normativa aplicable corresponden al órgano u ente en el cual prestó
sus servicios (en el caso en concreto, el Ministerio Público), salvo el
supuesto de pagos previos por otros organismos y no en aquél en el cual
se le otorgó la jubilación.
(iii) En caso de asumir el ente u órgano en el cual reingresa un particu-
lar jubilado, el pago la pensión de jubilación; comporta que la pensión
anterior se extinga.
(iv) Si el órgano o ente en el cual reingresa un jubilado a la Administra-
ción Pública, permite según sus estatutos que se le conceda al jubilado
un complemento de la jubilación, la misma es procedente y no implica la
renuncia de la jubilación ya otorgada. Pero en este supuesto, no proce-
de un recálculo de la pensión de jubilación, a cargo del ente u órgano
que otorgó originalmente la jubilación.
Por otra parte, en cuanto al órgano o ente que otorga originalmente la
jubilación y asume los pagos de la pensión correspondiente –en el caso
concreto, el extinto Consejo de la Judicatura, actualmente Dirección Eje-
cutiva de la Magistratura–; se debe tener en consideración lo siguiente:
(i) El derecho del trabajador de percibir las prestaciones correspondien-
tes por concepto de antigüedad, corresponde satisfacerla al órgano o
ente en el cual prestó sus servicios (en el caso en concreto, el Ministe-
rio Público) y no en aquél en el cual se le otorgó la jubilación.
(ii) En términos generales el recálculo sobre la base del último sueldo
procede, siempre y cuando la participación como trabajador activo no
sea consecuencia de la ocupación de un cargo como contratado en la
Administración; es decir, el recálculo se producirá si se verifica efecti-
vamente el reingreso del funcionario a la Administración Pública.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 11 5
(iii) En caso que el estatuto del órgano o ente en el que se produce el
reingreso del funcionario jubilado se encuentre una prohibición de asu-
mir los complementos o la totalidad de la jubilación previamente acorda-
da; el órgano u ente que otorgó la jubilación, necesariamente debe asumir
la correspondiente variación que se produzca como resultado del rein-
greso del funcionario a la Administración Pública.
(iv) Considera esta Sala que en el supuesto en el que ambos órganos u
entes –en el que se produce el reingreso y el que originalmente otorgó
la jubilación– se excluya la posibilidad de asumir cualquier variación
como resultado del reingreso, dicha normativa debe considerarse con-
traria al ordenamiento jurídico constitucional (derecho a la seguridad
social), por lo que obligatoriamente deberá asumir la correspondiente
variación el organismo que otorgó la jubilación –en el presente caso, la
Dirección Ejecutiva de la Magistratura–.
De la lectura de las actas del expediente y de la normativa aplicable, se
evidencia que el ciudadano Héctor Augusto Serpa Arcas en su condi-
ción de funcionario jubilado por el entonces Consejo de la Judicatura, al
momento de cesar la prestación de sus servicios en el cargo de Fiscal
General de la República, se encontraba en el derecho de reactivar su
beneficio de pensión por jubilación y se efectuara el respectivo recálcu-
lo a dicha pensión, tomando en consideración el último salario devenga-
do y computando el tiempo de servicio prestado en el Ministerio Público.
Por las consideraciones antes expuestas, resulta forzoso para esta Sala
declarar la nulidad de la sentencia cuya revisión se solicitó y remitir a la
Sala Político Administrativa de este Tribunal Supremo de Justicia el ex-
pediente de la causa para que dicte un nuevo pronunciamiento, en aca-
tamiento a la doctrina establecida en este fallo. Así se decide”.
11 6 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Derecho y deber de trabajar
La acción de amparo fue dilucidada bajo los siguientes términos:
“(…) se evidencia claramente una condición, hoy no discutida, de los
derechos constitucionales: los mismos no son de carácter absoluto; es-
tán sometidos, en cambio, a diversas limitaciones. Estas, son imprescin-
dibles para garantizar la convivencia y el orden social, de manera que
se preserve la paz, el libre desarrollo de la personalidad y la satisfacción
de las necesidades a nivel individual y colectivo, y el eficiente desenvol-
vimiento de las actividades económicas. De tal manera que los dere-
chos constitucionales en su proyección individual, precisamente
encuentren en el orden social, el mejor escenario para su realización,
donde deben ser garantizados, pero atendiendo siempre y con prioridad
a los principios y disposiciones del ordenamiento jurídico que salvaguar-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 11 7
dan los intereses y necesidades colectivas; una de ellas, la justicia. Ta-
les limitaciones resultan siempre necesarias dentro de una sociedad;
pues de otra manera, si todos los ciudadanos pudiesen hacer uso de sus
derechos de forma indiscriminada, los conflictos de intereses menudea-
rían y el ejercicio de los mismos resultaría imposibilitado. Más que una
reducción o menoscabo del ejercicio de los derechos fundamentales, las
limitaciones legales a los mismos resultan una garantía para que dicho
ejercicio sea posible a nivel colectivo. Por esa misma razón, es claro
que dichas limitaciones no pueden ser nunca arbitrarias, ni pueden afec-
tar el núcleo esencial de los derechos que pretenden regular, hasta el
punto de que pudieran resultar desvirtuados o hacerse nugatorios.
(…omissis…)
(…) esta Sala considera que el fallo adversado en amparo en el caso
sub júdice, con base en la disposición establecida en el artículo 83 del
Código de Procedimiento Civil, es una limitación que, en lo específico
ha sido adoptada con estricto apego a las circunstancias de hecho y a
los supuestos de ley. Se trata de una provisión de alcance muy restringi-
do, adoptada en consideración de las particularidades de un caso y para
circunstancias muy concretas. No se prohíbe, en efecto, al abogado que
ha provocado la inhibición de un juez, litigar en general, ni hacerlo en
una circunscripción determinada, sino de modo temporal –pues sólo dura
la prohibición hasta que cesen las circunstancias que la originan– en un
órgano jurisdiccional determinado. Nada impide, por ello, que el aboga-
do siga ejerciendo su derecho a trabajar y a dedicarse a la actividad
económica de su preferencia, en este caso, el ejercicio de su profesión
en cualquier modalidad o forma, incluido el litigio en otros tribunales. En
todo caso, como ya se señaló, la prohibición de litigar en el tribunal a
cargo del juez inhibido, tiene efecto únicamente mientras permanezca
en funciones dicho juez, o no se hayan producido circunstancias que
evidencien el cese de la causa que dio lugar a la inhabilitación.
El juez de la causa, al encontrarse con una causa en la cual, nueva-
mente, un abogado que dio lugar a su inhibición está actuando, tiene la
potestad de valorar en presente la circunstancia que verificó el su-
puesto de hecho de la inhibición, y apreciar si ha cesado; supuesto en
el cual puede allanar el impedimento que enervaba la posibilidad de
acción al abogado que de nuevo se hace presente en el Tribunal. Así,
si el supuesto que dio lugar a la inhibición fue la enemistad entre el
11 8 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
juez y el abogado, el juez anteriormente inhibido, en esta nueva opor-
tunidad, pudiera apreciar que dicha enemistad ha cesado y, por lo tan-
to, establecer que la prohibición contenida en el artículo 83 del Código
de Procedimiento Civil, deja de tener efecto. La lógica limitación a
esta posibilidad de ‘allanamiento inverso’, es la que dimana, como lo
señala la Sala en el transcrito fragmento, del artículo 85 eiusdem; es
decir, no puede el juez allanar al abogado, si este tiene algún parentes-
co con relación al juez, pues tales circunstancias no cambian con el
tiempo; o si tiene interés directo en el pleito, pues si la causal que
originó la inhibición del juez originalmente fue ésa, habría que concluir
que, en principio, en la nueva causa el impedimento dejó de existir, en
tanto el conflicto no deviene de una relación entre el abogado y el
juez, sino entre el juez y un pleito determinado.
En armonía con lo anterior la Sala juzga que el Tribunal, presuntamente
agraviante, al imponer al accionante la prohibición de litigar en el tribu-
nal a cargo de la juez inhibida de manera general, no vulneró su derecho
a la libre actividad económica, pues de lo que se trata es de una inter-
pretación en cuanto a la aplicación y alcance de lo dispuesto por el
artículo 83 del Código de Procedimiento Civil, los que podrán variar en
cada causa que se tramite ante dicho Tribunal e intervenga el abogado
accionante (Vid. sentencia N° 1301/2000 del 31 de octubre)”.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 11 9
Protección al trabajo
El recurso de nulidad intentado, fue resulto teniendo como fundamento
los siguientes argumentos:
“De allí que, estima la Sala, en la Ley de Transición se debió ordenar la
incorporación, en el presupuesto del 2001, de las partidas correspon-
dientes para cumplir con los pasivos laborales adquiridos por la Gober-
nación del Distrito Federal y de los que se generaron con ocasión del
establecimiento de la Alcaldía Metropolitana o bien acudir a la figura de
los créditos adicionales para cumplir específicamente con dicho com-
promiso laboral, y no de disponer como se hizo en el artículo 8, numeral
4, de dicha Ley, que los pasivos laborales antes referidos, serían cance-
lados por la República por órgano del Ministerio de Finanzas, con car-
gos a los recursos provenientes de operaciones de Crédito
Público destinadas a cumplir con los pasivos laborales genera-
dos en el ejercicio fiscal de 1998.
(…omissis…)
Pues distinto hubiera sido que en la Ley de Transición y, específicamen-
te, en la norma bajo examen, se hubiese garantizado el cumplimiento de
los pasivos laborales generados en la referida entidad distrital, con la
previsión de partidas concretas en el presupuesto de gastos del siguien-
te año, o bien con la utilización de mecanismos extraordinarios como
bonos o créditos adicionales decretados especialmente para asumir de
forma real, efectiva e inmediata las obligaciones contraídas, toda vez
que la sola referencia a la utilización de unos recursos provenientes de
operaciones de crédito público previstos para cubrir deudas generadas
en el año 1998, hace que la norma impugnada sea inconstitucional, ya
que es evidente la falta de certeza respecto a la existencia de un posi-
ble, suficiente y real excedente de dichos recursos, para cubrir compro-
misos para los cuales nunca estuvieron previstos. La segura posibilidad
de pago en alguna forma, de los pasivos laborales, a juicio de esta Sala,
es básica en esta materia.
Establecido lo anterior, la Sala estima que el numeral 4 del artículo 8 de
la Ley de Transición:
1.- Contraviene lo establecido en el artículo 89.1 constitucional, al supedi-
tar el pago de los pasivos laborales aquí examinados, a unas operaciones
de crédito público destinadas a cubrir unos compromisos laborales en es-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 12 1
pecífico, los generados en 1998, modificando de esa forma las condicio-
nes de exigibilidad y liquidez de las obligaciones laborales, y alterando,
por tanto, la intangibilidad y progresividad de los derechos laborales.
2.- Viola el artículo 92 eiusdem, pues impide el cobro inmediato de lo
adeudado por concepto de salario y de prestaciones sociales, siendo
éstos créditos de exigibilidad inmediata que no pueden posponerse a
acontecimientos futuros e inciertos. Además, toda mora en su pago ge-
nera intereses, los cuales constituyen deudas de valor, que gozan de los
mismos privilegios y garantías de la deuda principal.
Tratándose de deudas de valor, el monto está referido a un valor no mo-
netario, pero que se cumple mediante el pago de una suma de dinero, por
cuanto lo debido al momento de nacer la obligación no consiste en una
determinada cantidad de dinero, sino en un valor, citándose como ejem-
plo, el resarcimiento de daños y perjuicios o el pago de pensiones alimen-
tarias, e insistiéndose en que tales obligaciones se protegen de la inflación,
porque no pierden valor como consecuencia de aquel fenómeno económi-
co, sino que al no estar cifrada la obligación en dinero, la inflación no tiene
efecto alguno sobre la misma. (Vid. James-Otis RODNER, El Dinero.
La inflación y las deudas de valor, Caracas, 1995, p. 231 y siguientes).
Esto último es lo que explica el mandato constitucional de proteger el
salario y las prestaciones sociales de las oscilaciones económicas que,
como consecuencia de factores contingentes o estructurales, que influ-
yen sobre el valor real del signo monetario y que expuesto al efecto co-
rrosivo del tiempo, disminuyen el poder adquisitivo, y por ende, las
expectativas legítimas, que tienen empleados y obreros, de disfrutar el
producto de su trabajo. El riesgo de las fluctuaciones del valor monetario
corren por cuenta del deudor, lo que también condiciona la necesaria in-
mediatez en el pago de las obligaciones laborales, máxime si el emplea-
dor-pagador es una persona jurídica de derecho público, que supedita su
gestión fiscal a los principios constitucionales de eficiencia, solvencia, trans-
parencia, responsabilidad y equilibrio fiscal (artículo 311 de la Constitu-
ción) y fundamenta su actuación en los principios de honestidad,
participación, celeridad, eficacia, eficiencia, transparencia, rendición de
cuentas y responsabilidad en el ejercicio de la función pública, con some-
timiento pleno a la ley y al derecho (Artículo 141 eiusdem).
3.- Menoscaba el derecho consagrado en el artículo 86 de la Constitu-
ción, de obtener en forma periódica y permanente el pago de las pensio-
12 2 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
nes de jubilación, de sobrevivientes y de incapacidad otorgadas confor-
me a la ley.
4.- Infringe lo dispuesto en el artículo 91 constitucional, que contempla
el derecho a percibir un salario suficiente que le permita a los trabaja-
dores vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades
básicas materiales, sociales e intelectuales, sin que las reformas o reor-
ganizaciones de los órganos del sector público, así sean necesarias, pue-
dan infringir estos principios, a menos –como antes lo apuntó la Sala–
que los intereses del Estado lo exigen para evitar una catástrofe que lo
debilite o suprima.
(…omissis…)
El artículo 14 eiusdem [del Decreto 030 del 26 de octubre de 2000] al
establecer la suspensión de cualquier pago por los compromisos adqui-
ridos por la extinta Gobernación del Distrito Federal con cargo al Pre-
supuesto de Transición y por concepto de pasivos laborales, vulnera lo
dispuesto en los artículos 89, 91 y 92 de la Constitución, por las razones
apuntadas en relación al numeral 3 del artículo 11, porque dicha suspen-
sión atenta la exigibilidad inmediata de los créditos laborales, reconoci-
dos constitucionalmente.
En criterio de la Sala, cabe aquí señalar que en el citado Decreto Nº
037, se reconoció que los compromisos laborales a que se refiere la
norma en examen, constituyen parte del pasivo de la Hacienda del Dis-
trito Metropolitano, de modo que no hay lugar a dudas respecto a la
obligación que existe de cumplir con el pago de los mismos, en la forma
en que se ha establecido en este fallo.
En este caso, observa finalmente esta Sala, se estaría vulnerando el
principio de protección a la confianza, en lo que se refiere a la garantía
de calculabilidad o predictibilidad de las consecuencias jurídicas espe-
radas, por cuanto todos los despidos del personal, efectuados por el
Alcalde Metropolitano, con fundamento en la habilitación conferida para
la reorganización administrativa de la Alcaldía, fundamentada en el artí-
culo 4 de la Ley de Transición del Distrito Federal al Distrito Metropo-
litano de Caracas, están afectados de nulidad absoluta, por haberse
efectuado al margen de la ley natural de cada trabajador y en flagrante
violación del derecho a la defensa y al debido proceso, y así se decide”.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 12 3
El caso sometido a consideración fue dilucidado en los siguientes términos:
“Como se observa, la Constitución dio especial relevancia al aspecto
tratado por los demandantes, al punto de imponer a la Asamblea Nacio-
nal la obligación de legislar casi inmediatamente sobre la materia, con-
cediéndole un breve plazo de seis meses, el cual ha sido superado con
creces, al igual que ha sucedido en muchas otras áreas.
Ahora bien, aunque la redacción de la citada Disposición Transitoria per-
mite concluir que el Constituyente pretendió lograr lo que los demandan-
tes esperan –lo que no implica que los motivos coincidan con los
razonamientos que se exponen en el libelo– lo cierto es que a la vez legi-
timó, así sea con carácter temporal, el régimen de prestaciones sociales
previsto en la Ley Orgánica del Trabajo. No se dispuso nada en los artí-
culos contenidos en el Capítulo sobre los ‘derechos sociales y de las
familias’, sino que se hizo como una Disposición Transitoria, que en todo
caso permite extraer conclusiones acerca del espíritu del Constituyente.
Así, en la demanda se expuso cómo, en criterio de los accionantes, de la
Constitución de 1961 podía concluirse que el régimen de prestaciones
sociales no podría ser el actual, pero la Carta Magna de 1999 da los
elementos suficientes para precisar el alcance de los artículos relaciona-
dos con la protección laboral. Está claro ahora –aunque no necesaria-
mente era ésa la conclusión a la que debía llegarse con el Texto
Fundamental de 1961– que el régimen de prestaciones sociales debe fun-
12 4 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
darse al menos en el reconocimiento de un ‘derecho’ que debe pagarse
‘de forma proporcional al tiempo de servicio y calculado de confor-
midad con el último salario devengado, estableciendo un lapso para
su prescripción de diez años’. Son palabras del Constituyente.
Ahora bien, en esas mismas palabras el Constituyente reconoce la vi-
gencia temporal y consiguiente aplicabilidad de la Ley Orgánica del Tra-
bajo. Por ello, las normas de esa ley, referidas a las prestaciones sociales,
cuentan con un respaldo constitucional, que hace imposible su anula-
ción, así estén destinadas a ser sustituidas por unas opuestas en parte.
No se trata, como puede observarse, del caso de constitucionalización
de una norma que pudo ser inválida –denominada en doctrina purga de
inconstitucionalidad– y que en la actual Constitución se ha dado con el
fenómeno de integración supranacional, preceptuado en su artículo 153.
No es un caso de legitimación, entonces, pues el Constituyente no ha
hecho suya la solución legal con carácter definitivo. Al contrario, pre-
vió un cambio, pero prefirió mantener el ordenamiento vigente duran-
te un tiempo. Se trata, así, de un caso especial, en el que se ha ordenado
sustituir esa regulación de la ley, pero se ha aceptado que temporal-
mente se aplique ésta. Pudo haberse optado por deslegitimarla por
completo, pero se prefirió dar las indicaciones para la reforma, sin
derogar la ley entretanto.
Lo expuesto hace que a esta Sala, y a cualquier tribunal, le esté negado
desconocer el régimen actual de prestaciones sociales previsto en la
Ley Orgánica del Trabajo, lo que obliga a desestimar todas las denun-
cias formuladas al respecto en el caso de autos. Así se declara.
Ahora, ello no implica que la Sala, garante de la protección constitucio-
nal, deba permanecer inerte ante una evidente infracción constitucional
por parte de la actual Asamblea Nacional, que ha incumplido con un
claro mandato de rango supremo. Está consciente la Sala de que las
Disposiciones Transitorias de la Constitución contienen un número con-
siderable de leyes, algunas de gran complejidad, que debieron ser discu-
tidas y sancionadas en breve tiempo, lo que no es tarea sencilla, pero es
el caso que esos plazos se superaron ya hace mucho.
En tal virtud, esta Sala Constitucional recuerda a la Asamblea Nacional la
obligación que le imponen las Disposiciones Transitorias de la Constitu-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 12 5
ción de la República, y en particular, por ser el objeto de esta controver-
sia, la que exige reformar la Ley Orgánica del Trabajo. Entretanto, por
expresa disposición constitucional, debe seguir aplicándose la ley vigente
en todo lo relacionado con la prestación de antigüedad. Así se declara.
(…omissis…)
Al respecto, considera la Sala que, a diferencia de lo que plantearon los
demandantes, no es inconstitucional, en ningún caso, que la Ley permita
un acuerdo entre las partes interesadas para excluir una fracción del
salario para el cálculo de los diferentes pagos que el patrono debe hacer
al trabajador. Al contrario, es una manifestación de la bilateralidad de la
relación laboral.
No debe olvidarse que, en principio, la relación de trabajo se basa en la
voluntad de las partes (patrono y trabajador), por lo que de ellos depen-
den las condiciones para su prestación y también los beneficios econó-
micos. Por supuesto, la diferente posición en que se encuentran esas
partes y la necesidad vital que el empleo tiene para los trabajadores,
han obligado a los Estados a intervenir unilateralmente para garantizar
unas condiciones mínimas o para regular ciertos aspectos.
Es una indudable realidad que la legislación venezolana, desde las pri-
meras leyes dictadas en la materia hasta la vigente Constitución, que
perfecciona el régimen laboral, ha sido el resultado de la voluntad esta-
tal de intervenir en todo aquello que se juzgue prudente para hacer res-
petar los derechos e intereses de los trabajadores. De esta forma, en la
actualidad la intervención del Estado en las relaciones laborales es una
verdadera obligación constitucional, toda vez que la República se ha
constituido, según la Ley Fundamental vigente, como un Estado Social,
lo que implica importantes consecuencias jurídicas que este Tribunal
Supremo de Justicia se ha encargado siempre de resaltar. Por ello, si
bien tales relaciones están en principio sometidas a la libre voluntad de
las partes, el ordenamiento jurídico exige la actuación estatal cada vez
que sea necesario.
Basta la lectura de los artículos 87 al 97 de la vigente Constitución para
conocer los diferentes aspectos en los que el constituyente ha estimado
imprescindible intervenir para limitar la libertad de las partes. En ellos
se fijan directamente restricciones a dicha libertad o se faculta al Esta-
12 6 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
do para establecerlas con posterioridad. Así, junto al principio de la li-
bertad de las partes en la relación laboral, se encuentra el poder regula-
dor del Estado, a fin de garantizar los derechos e intereses de los
trabajadores y evitar que la situación de debilidad que éstos tienen fren-
te al patrono llegue a perjudicarles.
No es casual, destaca esta Sala, que la regulación de los aspectos labo-
rales ocupe tantos artículos en la Constitución, pues si bien el derecho
al trabajo es uno entre los muchos que se reconocen a los habitantes de
nuestro país, sus características especiales exigen una regulación más
detallada que la de otros. Por ello, no es tampoco caprichosa la conside-
rable extensión de la Ley Orgánica del Trabajo, texto destinado a desa-
rrollar el conjunto de disposiciones constitucionales, ni es excesiva la
cantidad de actos sub-legales que complementan tal normativa.
En tal virtud, tanto en la Constitución como en las leyes, así como en las
normas sub-legales que se fundamenten en ellas, se encuentra el marco
normativo imprescindible para la defensa de los derechos de los trabaja-
dores; derechos que evidentemente van mucho más allá que el del traba-
jo, pues poco se ganaría con reconocer éste, sin rodearlo de garantías que
permitan que el trabajador logre una existencia digna, tanto para él como
para su familia. La consagración del derecho al trabajo debe venir, enton-
ces, acompañada de un conjunto de derechos concretos que servirán para
el desarrollo de la personalidad del trabajador y la adquisición de la cali-
dad de vida que el Constituyente venezolano quiso lograr.
Precisamente la Constitución ha ordenado proteger el salario y otorgar
beneficios a los trabajadores para impedir que queden desasistidos frente
a ciertos eventos. Ahora bien, la protección de ese salario y la consa-
gración de beneficios no puede llegar al extremo de impedir que, dentro
de ciertos parámetros, las personas vinculadas en la relación adopten
decisiones sobre aspectos de su interés. De esta manera, el Constitu-
yente obliga a entregar al trabajador un salario digno, y obliga a garan-
tizarle unos beneficios y prestaciones adicionales. Sin embargo, si patrono
y trabajadores llegan a un acuerdo, podría hacerse una reducción de
esos beneficios, a través de la exclusión de una parte del salario al mo-
mento de hacer el cálculo correspondiente”.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 12 7
Intangibilidad y progresividad
de los derechos
La Sala para resolver el recurso intentado observó lo siguiente:
“El proceso de constitucionalización de los derechos laborales ha sido
desde hace algún tiempo, una característica del derecho al trabajo lati-
noamericano, toda vez que ahí es común encontrar su establecimiento,
así como alguno de sus elementos más esenciales. Desde la Constitu-
ción Mexicana de 1917, hasta la nuestra de 1999 –pasando por la dispo-
sición del artículo 85 de la Constitución de 1961–, ha habido una
interiorización en el plano jurídico fundamental de los elementos esen-
ciales relativos a la protección y correcta retribución por el trabajo.
Sin embargo, fue la Constitución de 1999 la que discriminó por primera
vez y con rango fundamental los elementos que conforman el derecho al
12 8 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
trabajo, como lo son, la intangibilidad, progresividad e irrenunciabilidad de
los derechos de los trabajadores (artículo 89, numerales 1 y 2); el indubio
pro operario o la interpretación más favorable al trabajador (artículo 89,
numeral 3); nulidad de actos inconstitucionales (artículo 89, numeral 4);
prohibición de la discriminación (artículo 89, numeral 5); prohibición del
trabajo para los adolescentes (artículo 89, numeral 6); jornada de trabajo
y derecho al descanso (artículo 90); derecho al salario y a las prestacio-
nes sociales (artículos 91 y 92); derecho a la estabilidad laboral (artículo
93); derecho a la sindicalización (artículo 95); derecho a la negociación
colectiva (artículo 96); y el derecho a la huelga (artículo 97).
El primero de los elementos enunciados por la Constitución –intangibili-
dad y progresividad de los derechos laborales– guarda una estrecha rela-
ción con los argumentos expuestos en nulidad, por haberse cuestionado el
origen del beneficio de estabilidad a favor los trabajadores petroleros. En
tal sentido, los términos intangibilidad y progresividad comprenden una
noción indeterminada, la cual comporta la necesidad de que se abarque
su proyección en el campo laboral mediante la labor interpretativa de esta
Sala, puesto que la intangibilidad como principio se encuentra relaciona-
das con otros aspectos de los derechos, distintos al plano laboral.
(…omissis…)
Con base en los lineamientos expuestos, esta Sala en un primer término
observa que el sentido gramatical de las expresiones intangibilidad y
progresividad comprenden dos acepciones apartes que requieren preci-
sión. La intangibilidad puede entenderse sustantivamente como ‘cuali-
dad de intangible’ o adjetivamente, en el sentido ‘que no debe ni puede
tocarse’. Por otra parte, la progresividad hace alusión al adjetivo pro-
gresivo que traduce dos acepciones: ‘que avanza, favorece el avance o
lo procura’ o ‘que progresa o aumenta en cantidad o perfección’ (Dic-
cionario de la Real Academia Española). Estas nociones permiten aproxi-
mar a los derechos de los trabajadores como intangibles en cuanto y en
tanto no se alteren o modifiquen luego de haberse legítimamente esta-
blecidos, mientras que su progresividad se refleja únicamente en el as-
pecto que los mismos deben favorecerse para su avance, es decir,
mejorarse tanto cualitativa como cuantitativamente.
En lo que respecta al elemento de la relación de los principios enunciados
con el sistema de los derechos laborales, debe considerarse que la intan-
gibilidad y progresividad, en el plano constitucional, se relaciona conjunta-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 12 9
mente con el principio interpretativo indubio pro operario establecido en
el artículo 89, numeral 3, de la Constitución, por lo que el significado y
alcance dado debe efectuarse de la manera más favorable para el traba-
jador. Así, esta Sala en consideración de ello, observa que, tanto el dere-
cho al trabajo, como sus elementos primordiales, entre los cuales se
encuentra la garantía de que los trabajadores gocen de estabilidad, ha
sido considerada como un elemento esencial de ese derecho social, por la
seguridad jurídica que otorga al trabajador de no rescindirle la relación
laboral por la sola intención del patrono, salvo que medien las causales
taxativamente previstas en el ordenamiento que regula la materia.
Aunado al análisis sistemático dentro del cual se relacionan la intangibili-
dad y progresividad de los derechos laborales, se observa que el mismo
debe hacerse en consideración al sistema positivo, el cual se conforma
por el plano de la legalidad y por el sistema normativo internacional al
cual se ha adherido el Estado venezolano, con especial referencia a los
convenios dictados por la Organización Internacional del Trabajo de la
cual se forma parte desde 1919. Al respecto, dentro del marco legal refle-
jado en la Ley Orgánica del Trabajo y en su Reglamento, no se establece
con clara precisión la noción de la intangibilidad y progresividad de los
derechos laborales; sin embargo, el artículo 60 de la Ley establece en las
letras ‘D’, ‘E’ y ‘F’ que los principios que inspiran la legislación del traba-
jo, contenidos en las declaraciones constitucionales o en los Convenios y
Recomendaciones adoptados por la Organización Internacional del Tra-
bajo y en la doctrina y jurisprudencia nacionales; los principios universal-
mente admitidos por el derecho del trabajo y los principios generales del
derecho constituyen fuentes aplicables para la resolución de casos parti-
culares relacionados con la materia del trabajo, disposiciones que se con-
catenan con la reiteración establecida en el artículo 5° del Reglamento de
la Ley Orgánica del Trabajo, respecto a la aplicabilidad de los principios y
normas del derecho laboral internacional.
Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo ha ejercido la
interpretación de los derechos laborales dentro de la perspectiva y de
los principios de los derechos humanos fundamentales, señalando a tal
efecto, que los principios elementales que fundamentan a dicha Organi-
zación son de obligatorio cumplimiento y aplicación para los Estados
miembros, así no hayan sido señalados mediante los Convenios respec-
tivos objeto de ratificación por sus integrantes, pues tales elementos son
inherentes a los valores que la rigen y para cuyo fin se ha constituido,
13 0 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
delimitados en la Declaración relativa a los Fines y Objetivos de la Or-
ganización Internacional del Trabajo o Declaración de Filadelfia de 1944,
la cual obró como Enmienda de su Carta Constitucional: ‘La Conferen-
cia, convencida de que la experiencia ha demostrado plenamente cuán
verídica es la declaración contenida en la Constitución de la Organiza-
ción Internacional del Trabajo, según la cual la paz permanente sólo
puede basarse en la justicia social, afirma que. (...) el logro de las con-
diciones que permitan llegar a este resultado debe constituir el propósito
central de la política nacional e internacional’ y “cualquier política y
medida de índole nacional e internacional, particularmente de carácter
económico y financiero, deben juzgarse desde el punto de vista y acep-
tarse solamente cuando favorezcan, y no entorpezcan, el cumplimiento
de este objetivo fundamental (Título II, letras b y c). De esta manera,
dentro de los fundamentos esenciales de los derechos laborales enten-
didos como derechos humanos, puede resaltarse la irregresividad y su
correlativa progresividad.
En lo que respecta a su análisis lógico y teleológico, las normas consti-
tucionales como derechos comprende en sí el resguardo de los elemen-
tos primordiales de la naturaleza humana, por lo que los derechos como
tales no pueden desmembrarse ni erosionarse. El ámbito laboral al suje-
tarse constantemente a cambios sociales, no permite que los principios
protectores de los trabajadores puedan alterarse en su desmedro, por lo
que la legislación laboral debe desarrollar el beneficio en caso de haber
alteración en las normas protectoras de los trabajadores, pues el objeti-
vo se encuentra en el mejoramiento de la gradualidad que aseguren la
efectividad de los derechos reconocidos constitucionalmente.
Por último, al tratarse en el presente caso del análisis de una norma que
establece derechos a favor de los trabajadores, como lo es la estabili-
dad (aunque se esté cuestionando la legitimidad o ilegitimidad bajo la
cual éste beneficio se otorgó), la interpretación del derecho debe efec-
tuarse de la manera más amplia posible, solamente pudiendo ser soca-
vada si el otorgamiento vulnera elementos esenciales del derecho
constitucional, como lo son, la competencia de los integrantes del Poder
Público para establecer el beneficio, errores esenciales en la contrata-
ción y la prohibición de irrespeto a otras garantías esenciales.
Así, con base en lo anterior, se concluye que los principios de intangibi-
lidad y progresividad nacen constitucionalmente en virtud de la necesi-
dad de proteger las conquistas de los trabajadores, siendo ambos
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 13 1
elementos relacionados con la naturaleza de los derechos legítimamen-
te adquiridos, por haberse incorporado a modo definitivo dentro de la
esfera jurídico-subjetiva de una persona o grupo de personas. Este ha
sido precisamente el carácter proteccionista que nuestra Constitución
le ha dado al régimen jurídico de los trabajadores: garantizarles los prin-
cipios reconocidos mediante los diversos mecanismos laborales ante las
diversas situaciones jurídicas cuya variabilidad es constante por tratar-
se de la materia social del trabajo, esto se traduce, cuando las garantías
laborales al ser otorgadas a los trabajadores, y una vez consumada legí-
timamente la situación jurídica individual y subjetiva y constituido de
esa manera el derecho en concreto, estos resultan intangibles frente a
nuevas legislaciones o ante cualquier cambio ulterior.
Expuesto lo anterior, tal como se indicase al principio de la fundamen-
tación de este fallo, el Decreto Legislativo con Fuerza de Ley Orgáni-
ca de Hidrocarburos mantuvo las disposiciones de la Ley Orgánica
que Reserva al Estado la Industria y Comercio de los Hidrocarburos,
cuyo artículo 24 ya había delimitado por razones de la continuidad
operativa de la industria petrolera, para así garantizar la nacionaliza-
ción. Este elemento fue objeto de reiteración por parte del artículo 32,
precisamente porque si no reguló esta materia, mal podría derogarlo o
modificarlo, por lo que, si bien, como antes se señalase, resulta evi-
dente que el Ejecutivo Nacional no podía regular el régimen laboral de
la industria petrolera, éste precisamente se limitó a respetar un dere-
cho establecido con anterioridad por la norma anterior, cumpliendo
con la obligación constitucional de no suprimir un derecho adquirido
en favor de los trabajadores. Por razonamiento en contrario, hubiera
sido un vicio de inconstitucionalidad si el Ejecutivo ignorase o deroga-
se la norma delimitativa del beneficio de estabilidad, pues su asenta-
miento, en consideración a los principios de intangibilidad y
proporcionalidad, ya no podía alterarse, una vez perfeccionada su es-
tipulación dentro de nuestro ordenamiento, y además, se insiste, por-
que esta materia no era objeto de la delegación legislativa.
Ergo, esta Sala concluye que no hubo violación del principio de la reser-
va legal en lo que corresponde a la extralimitación de atribuciones por
parte del Ejecutivo Nacional, en el ejercicio de su potestad normativa
en el marco de la ley habilitante, pues éste solamente mantuvo el dere-
cho adquirido de estabilidad de manera intangible por normativa ante-
rior a favor de los trabajadores, razón por la cual, se desestima el presente
argumento de nulidad. Así se declara”.
13 2 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Irrenunciabilidad de los derechos
La Sala decidió la acción de amparo constitucional tomando en conside-
ración los siguientes fundamentos:
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 13 3
“(…) El primer aspecto a dilucidar es si la tesis que argumenta el solici-
tante es de recibo por esta Sala, la cual consiste en que el desistimiento
de la demanda y el procedimiento en un juicio donde se ventilen recla-
maciones respecto a derechos laborales, comporta una renuncia a és-
tos, lo cual está prohibido por el ordenamiento jurídico constitucional; y
de no ser así, en qué sentido, en qué medida y respecto a cuáles supues-
tos nuestro ordenamiento jurídico acepta excepciones al mencionado
principio. (El análisis que se adelantará no tendrá por objeto las modali-
dades de autocomposición fuera del juicio, ya sea en el transcurso o una
vez concluido el contrato de trabajo, asunto que considera la Sala de
máximo interés, pero que aquí, sin embargo, debe dejar de lado).
De ensayar una respuesta a estas interrogantes se ocupará la Sala se-
guidamente, en procura de una solución ajustada a lo previsto en nues-
tro ordenamiento jurídico constitucional.
1.- Es importante destacar, que a los derechos de estirpe laboral se les
ha rodeado de un manto protector aun más impermeable del que disfru-
tan los derechos derivados de otras relaciones jurídicas. Y ello en razón
de la siempre presupuesta minusvalía, indefensión, subordinación, debi-
lidad o presunción de incapacidad en que se ha tenido a la fuerza de
trabajo respecto a los que gerencian los demás factores de producción.
(…omissis…)
Pero, al tocar el desistimiento, niega su virtualidad judicial de manera
contundente, pues, considera que: ‘Elegido por el trabajador el camino
procesal para hacer efectiva su acreencia, el desistimiento de la acción,
o sea, el abandono de la misma en cualquier estado de la causa, con
efecto de cosa juzgada, equivale a la renuncia del derecho y, por ende,
la consideramos ilegal’.
Respecto a la transacción, Cabanellas considera que en ésta no se pro-
duce la renuncia de un derecho, a lo sumo, la renuncia de una esperan-
za, pues el derecho se determina cuando existe una sentencia judicial
que lo acredita, por lo que ‘El consentimiento presentado por las partes
que transigen lo motiva la duda, siempre posible, de que su derecho
pueda carecer de validez. Pero tal duda, según se pretende por algunos
autores y por determinadas legislaciones, no puede surgir en el proceso
laboral, por estimar que los derechos derivados del Derecho del Trabajo
son siempre incuestionables, incontrovertibles, definidos por leyes con-
13 4 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
sideradas de orden público. No se tiene en cuenta en tal concepción que
las leyes de orden público no se crean, están en la realidad de los he-
chos y derechos que sancionan...’. (Tratado de Derecho Laboral, Edi-
ciones El Gráfico, Buenos Aires, Tomo 1, p. 412).
(…omissis…)
3.- Ahora bien, la institución de la irrenunciabilidad, y así ha sido visto
por la doctrina más autorizada sobre esta materia, tiene un fin de defen-
sa frente a la posición preferente del empleador respecto al empleado, y
así fue referido al comienzo de este capítulo; a través de la misma, la
legislación persigue garantizar con la prohibición de renuncia, que el
trabajador se acerque a la negociación contractual y disfrute durante su
desarrollo de un piso inamovible, un mínimum inexpugnable sobre el cual
no puede haber acuerdo alguno en su perjuicio, pero si en su realce o
mejora. He aquí la llamada inderogabilidad de los beneficios laborales.
La previsión del legislador es sana, ya que garantiza que el interés par-
ticular del sujeto débil o menos fuerte de la relación laboral, quede incó-
lume antes y durante la relación, y que no se vea compelido a dejar de
percibir los beneficios básicos que retribuyan el aporte que su tarea
provee a la sociedad, y que de no recibirlos, pueda con éxito exigirlos
sin que obste a ello una previa renuncia de los mismos.
(…omissis…)
Previo a la posible respuesta, la Sala aclara que la irrenunciabilidad que
dispone la primera parte del numeral 2 del artículo 89 se corresponde
con la inderogabilidad de las normas que aseguren el disfrute de dere-
chos mínimos a los trabajadores. La segunda parte, en cambio, no con-
sagra una excepción a dicho principio, sino que simplemente permite la
disponibilidad de los mismos a través de ciertos modos de composición.
Ambas partes pertenecen a situaciones y realidades jurídicas distintas y
especializadas, que actúan en la protección de los derechos y en la ga-
rantía de la tutela judicial efectiva con reglas distintivas, pero en todo
caso igualmente efectivas.
(…omissis…)
Es por ello que, asumiendo una posición teorética y no dogmática, con-
cluye esta Sala que los modos de autocomposición procesal no son en sí
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 13 5
mismos medios atentatorios contra el principio constitucional de la in-
disponibilidad en juicio (mal llamada ‘irrenunciabilidad’), de los dere-
chos mínimos de los trabajadores, pues a través de ellos lo que se persigue
es componer la litis por sus propios participantes, subrogándose dicha
decisión a la sentencia de fondo que debía dictar el juez correspondien-
te y adquiriendo dicha composición los efectos de la cosa juzgada.
Mal podrían, entonces, y no por imitación de procesos que no vinculan a
nuestros jueces, sino en razón de las reglas que la propia Carta Magna
consagra, tenerse por prohibidos en los procesos laborales tanto el de-
sistimiento de la demanda como la conciliación, siempre y cuando se
establezcan los mecanismos o requisitos que aseguren la constatación
por parte del órgano administrativo o judicial de la voluntad libremente
manifestada por el trabajador. Y así se decide.
(…omissis…)
En el caso sub iudice, como quedó constatado en el ítem 5 del Capítulo
I de este fallo, no sólo hizo mella la sentencia al derecho a la tutela
judicial efectiva, al no contener motivación alguna de la cual se constate
como efectuado el necesario análisis tendente a la verificación que de-
bió preceder a la homologación, particularmente por lo que respecta a la
capacidad para disponer por parte del representante judicial del deman-
dado –lo que evidencia un ejercicio arbitrario de la función jurisdiccio-
nal–; sino que también conculcó dicho derecho al desoír las múltiples,
insistentes, inmediatas y posteriormente constantes advertencias del
accionante respecto a que la declaración que hizo, el que hasta enton-
ces era su apoderado, no era reflejo de su voluntad.
(…omissis…)
6.- Por último, la Sala estima necesario orientar a los jueces, en el sen-
tido de que realicen interpretaciones de las normas teniendo por norte
las propias y fundamentales garantías constitucionales, sin que esto sig-
nifique la desaplicación compulsiva de normas legales o la anulación de
procesos por este sólo hecho, sino que con mesura y ponderación hagan
interpretaciones constitucionales de las normas ya establecidas en el
ordenamiento jurídico, y apliquen la consecuencia jurídica en atención a
estos principios cuando no sea de extrema necesidad desaplicar la nor-
ma en cuestión”.
13 6 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
La acción de amparo ejercida fue resuelta bajo el precedente que a
continuación se transcribe:
“Debe señalar la Sala que, las disposiciones de la Ley Orgánica del
Trabajo son de orden público (ex artículo 10) y establecen un conjunto
de derechos de los trabajadores que son irrenunciables y que constitu-
yen un cimiento jurídico inexpugnable, pues, por debajo de esos dere-
chos, no es válido ningún acuerdo entre trabajadores y patronos que
implique la inderogabilidad de tales preceptos (por ejemplo, el trabaja-
dor y el patrono no pueden celebrar un contrato donde estipulen que no
habrá derecho a vacaciones, preaviso, antigüedad, etc, ya que, tal dis-
posición sería absolutamente nula). El carácter tuitivo de la ley atiende
a la débil naturaleza económica del trabajador; de no ser así, el patrono
podría controlarlo fácilmente, mediante la imposición de su voluntad en
la constitución de las condiciones de la relación laboral. No obstante la
aseveración anterior, existen ciertos derechos que, en ciertas circuns-
tancias, son negociables. De lo contrario, no habría ninguna posibilidad
de negociación entre patrono y trabajadores, lo cual perjudicaría el libre
desenvolvimiento de sus relaciones, en claro perjuicio para los actores
sociales y en especial para el trabajador que, dada su débil naturaleza
económica. En caso de extinción de la relación laboral sería el más
interesado en poner coto a un proceso judicial o extrajudicial que podría
resultar largo y, además, costoso.
Así, aun cuando las normas de derecho laboral sean tuitivas de los dere-
chos de los trabajadores, no niegan de manera absoluta la libre manifesta-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 13 7
ción de la autonomía de la voluntad de las partes; es decir, a pesar de que
la legislación rige o condiciona la contratación laboral, ello no impide, de
manera absoluta, los mecanismos o formas que sean escogidas por las
propias partes, que regirán la relación laboral o que resolverán un even-
tual conflicto, sin que ello signifique la postulación de la desregulación o
flexibilización de las condiciones de trabajo. En este sentido, siempre que
resulten salvaguardadas las condiciones que permitan el equilibrio entre
las partes y no exista conculcamiento de los principios laborales funda-
mentales, son legítimos todos aquellos acuerdos o compromisos que bus-
quen la cabal satisfacción de las partes o que aspiren la cesación de un
conflicto judicial ya existente. (Cfr. S. S.P.A. N° 02762, 20-11-01)
Ahora bien, dentro de los derechos negociables del trabajador, se en-
cuentra el derecho a la estabilidad relativa, cuyo correlativo es la obli-
gación de reenganche que tiene el patrono cuando decide, de manera
intempestiva e injustificada (despido ad nutum), la finalización de la
relación laboral (…)”.
La acción de amparo en consulta estableció los siguientes lineamientos:
13 8 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
“Así las cosas, esta Sala pasa a considerar, si en el caso de autos, cuan-
do el Juez de alzada condenó a las accionantes al pago de horas extras,
concepto que no se había incluido en la condena del juez de la causa,
violó el principio de prohibición de la reformatio in peius, o por el con-
trario, estaba autorizado para ello, en virtud de que se trataba de un
derecho laboral de naturaleza indisponible.
Evidentemente, el Juez de alzada desmejoró la condición del apelante, ya
que incluyó una condena adicional a la que se le había impuesto en prime-
ra instancia, ahora bien, siendo que esa es la conducta que se ataca por
los accionantes, es tarea de esta Sala dilucidar, si la llamada indisponibili-
dad de derechos laborales, amparaba al mencionado juzgador, a empeo-
rar la situación de la parte apelante, en favor del trabajador.
(…omissis…)
Esta Sala, considera que la intención del constituyente en el artículo
analizado, era la de establecer una especie de indisponibilidad absoluta
de derechos, en el comienzo y durante el desarrollo de la relación labo-
ral, –entiéndase discusión de contratos y modificación de los mismos–,
pero cuando ésta termina y el trabajador decide acudir a la vía jurisdic-
cional, la indisponibilidad adquiere un carácter relativo, no por conside-
rar que es indefendible la llamada irrenunciabilidad, sino por el hecho de
que el constituyente le da cabida a las formas de autocomposición pro-
cesal, con las cuales el trabajador puede ceder parte de sus derechos, a
cambio quizá, de una indemnización oportuna. Es necesario destacar,
que esta especie de renuncia, no tendrá ningún tipo de valor, en el su-
puesto de que la misma se encuentre rodeada de algún tipo de vicio del
consentimiento o que sea inducida de alguna manera.
(…omissis…)
La falta de apelación por parte del trabajador, aunado a las expresiones
referidas, denotan sin lugar a dudas, una renuncia por parte del mismo,
al reclamo que por horas extras había incluido en su libelo de demanda,
lo cual de ninguna manera atenta contra la disposición constitucional
que consagra la indisponibilidad de derechos laborales, ya que como se
dijo anteriormente, la disposición de algunos derechos, es factible en
sede jurisdiccional, siempre y cuando no exista algún vicio del consenti-
miento que la haga nula, y en el caso que nos ocupa no se ha denuncia-
do ninguno de ellos”.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 13 9
El recurso fue resuelto teniendo en cuenta lo que a continuación se señala:
“No obstante lo anterior, esta Sala, en su condición de máximo garante
de los derechos constitucionales (en específico, el referido al de la irre-
nunciabilidad de los derechos laborales), y por razones de orden público
constitucional, estima necesario pronunciarse sobre la decisión dictada
por el Juzgado Primero de Primera Instancia del Régimen Procesal Tran-
sitorio del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana
de Caracas el 29 de abril de 2004, que declaró extinguida la acción
ejercida por el ciudadano Gonzalo Suárez por cobro de prestaciones
sociales contra Aerovías Venezolanas S.A. (Avensa), y que es en defi-
nitiva el fallo que en el proceso ordinario se estimó primigeniamente
como lesiva de los derechos constitucionales.
En efecto, la Sala observa que las decisiones siguientes a la sentencia
accionada de fecha 29 de abril de 2004, están ajustadas a derecho, por-
que han girado en torno a la pertinencia procesal de los recursos de
desgravamen y de impugnación que respectivamente se ejercieron. Así,
la dictada el 13 de agosto de 2004 no oyó la apelación porque la misma
fue ejercida de forma extemporánea; la pronunciada el 7 de septiembre
de 2004 declaró inadmisible el recurso de hecho porque a su vez la
decisión que negó la apelación se ajustó a los parámetros procesales
respectivos; y la del 16 de septiembre de 2004 negó el recurso de casa-
ción anunciado porque de conformidad con el artículo 167 de la Ley
14 0 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
En efecto, la aludida decisión, en aplicación de la sentencia de esta Sala
N° 956/2001, declaró extinguida la acción por considerar insuficiente-
mente las justificaciones que el demandante esgrimió cuando manifestó
su interés en que la causa fuese decidida. Así, conforme con el mencio-
nado precedente, encontrándose cualquiera causa en estado de senten-
cia sin que la parte demandante hubiese actuado en la causa en el lapso
de un año o en el de la prescripción del derecho, el Tribunal puede
declarar la extinción de la acción por pérdida del interés si previa notifi-
cación del actor opera ‘[l]a falta de comparecencia de los notifica-
dos en el término que se fije, o las explicaciones poco convincentes
que exprese el actor que compareciere (…)’.
Las justificaciones de dicha máxima están suficientemente explicadas
en la aludida sentencia, por lo que es innecesario volver a ellas en esta
oportunidad, basta con darlas aquí por reproducidas. Lo que sí es nece-
sario explicar, en virtud de su data –1 de junio de 2001–, es cómo se
articula en el presente caso con el mandato contenido en el artículo 197,
numeral 4 de la ley Orgánica Procesal del Trabajo, que ordena que las
causas que se encontraban en estado de sentencia en la oportunidad
que entró en vigencia la Ley Orgánica Procesal del Trabajo debían ser
decididas en un plazo de treinta (30) días.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 14 1
En ese sentido, la norma contenida en el numeral 4 del artículo 197 de la
Ley Orgánica Procesal del Trabajo es un mandato expreso en un régi-
men especialísimo: el del régimen procesal transitorio de la Ley Orgáni-
ca Procesal del Trabajo. Un mandato que persigue mucho más que
encausar los actos procesales, pues tutela los derechos laborales de los
trabajadores (ellos de rango constitucional) de todas las dificultades,
retrasos y demás vicisitudes propias de un derecho intertemporal, que
indudablemente obra en detrimento del trabajador: días sin despacho
por inventario del archivo, días sin despacho para organizar los legajos,
los días consumidos en trámites administrativos para designación del
tribunal y remisión de los legajos a ese tribunal, el abocamiento del nue-
vo juez, entre otros, son un manojo de trámites entre administrativos y
procesales a los que el legislador le salió al paso dejando fuera de cual-
quier controversia que no puede operar la extinción de la acción, pues
esta norma, a diferencia por ejemplo de la contenida en el artículo 515
del Código de Procedimiento Civil, es una norma pensada para la ex-
cepción y, sobre todo, para paliar los efectos de la situación de caos que
genera esa excepción.
Al ser ello así, el precedente contenido en la sentencia N° 956/2001,
concebido para regular una situación procesal normal –entiéndase no
excepcional–, no tiene cabida en la situación excepcional que regula el
régimen procesal transitorio de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo,
por lo que la norma contenida en el numeral 4 del artículo 197 de la
mencionada Ley debe entenderse como un mandato concreto, no como
un mero encauzamiento de los actos procesales, que exige del juez pro-
nunciamiento dentro de ese plazo indistintamente de que haya podido
operar la extinción de la acción por abandono del trámite”.
14 2 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Jornada de trabajo
La Sala advirtió que:
“De la lectura de la norma constitucional antes transcrita [artículo 90
CRBV], se observa que existe una diferencia entre su contenido y lo
previsto en el mencionado artículo 195 de la Ley Orgánica del Trabajo,
pues si bien ambos dispositivos normativos coinciden en cuanto a que la
jornada nocturna diaria ‘no excederá de siete horas diarias’, no ocurre
lo mismo al referirse a la jornada semanal, pues la norma constitucional
establece una jornada semanal menor, es decir ‘treinta y cinco [horas]
semanales’, mientras que en la Ley Orgánica del Trabajo se indica ‘cua-
renta (40) [horas] semanales’ (corchetes de la Sala).
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 14 3
De allí, que si bien la norma constitucional dispone que la ley puede
regular casos que establezcan otro régimen, la regla general debe ser la
prevista en el Texto Fundamental, por lo que considera esta Sala, que la
disposición contenida en el artículo 90 de la Constitución, al regular una
jornada nocturna de trabajo más beneficiosa para el trabajador que la
dispuesta en el artículo 195 de la Ley Orgánica del Trabajo, hace que
ésta resulte inconstitucional en lo que respecta a la jornada semanal
nocturna, por contradecir el Texto Constitucional. Lo anterior, se re-
fuerza, en el señalamiento que hace el mencionado artículo 90, al esta-
blecer que: ‘[s]e propenderá a la progresiva disminución de la jornada
de trabajo dentro del interés social y del ámbito que se determine’. En
consecuencia, debe la Sala declarar la nulidad de la frase contenida en
el artículo 195 de la Ley Orgánica del Trabajo, según la cual la jornada
nocturna no excederá de ‘cuarenta (40) [horas] semanales’ (corchetes
de la Sala), debiendo aplicarse la prevista en el artículo 90 de la Consti-
tución de la República Bolivariana de Venezuela, hasta tanto sea dicta-
da la nueva Ley Orgánica del Trabajo, según el mandato del numeral 3
de la Disposición Transitoria Cuarta. Así se declara.
(…omissis…)
De allí, que resulta evidente que los acuerdos a los cuales hace referen-
cia la norma constitucional parcialmente transcrita, son aquellos en los
cuales se menoscabe o se renuncia a los derechos que ostenta el traba-
jador, supuesto que no es el regulado en el contenido del artículo 206
impugnado, ya que no se están desmejorando tales derechos y además
la suscripción de dichos acuerdos es facultativa, es decir, debe existir
entre el patrono y el trabajador un consenso para su aplicación, deján-
dose expresa constancia de la ‘condición de que el total de horas traba-
jadas en un lapso de ocho (8) semanas no exceda en promedio de
cuarenta y cuatro (44) horas por semana’, que es el límite máximo de
las horas semanales que establece el artículo 90 de la Constitución para
la jornada diurna. En consecuencia, los dispositivos normativos impug-
nados no son contrarios a la Constitución de 1999. Así se declara.
(…omissis…)
De lo anterior, se puede evidenciar, que la prolongación de la jornada de
trabajo en esos casos, responde a circunstancias excepcionales, en las
cuales se requiere un desempeño extraordinario por parte del trabajador.
No obstante, es necesario, destacar que el desempeño de esa jornada
14 4 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
extraordinaria no es obligatoria, señalándose en el texto del artículo que
se ‘podrá’ prolongar la jornada, aplicándose el mismo tratamiento que a la
extraordinaria. Ello así, debe insistir esta Sala en que la negativa del tra-
bajador a cumplir la jornada extraordinaria no debe considerarse como
una falta en su trabajo, pues la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela en el contenido del artículo 90 señala expresamente ‘[n]ingún
patrono o patrona podrá obligar a los trabajadores o trabajadoras a labo-
rar horas extraordinarias’, por lo que siempre será facultativo del trabaja-
dor, realizar dichas jornadas, y en caso de negativa, el patrono tendrá que
optar por otra solución, como aumentar el número de trabajadores a los
fines de cubrir tales jornadas. Además, si la jornada a cumplir es la com-
prendida en el horario nocturno, debe recordarse que la misma no podrá
exceder de treinta y cinco horas semanales, tal y como lo dispone el men-
cionado artículo 90. En tal sentido, la disposición contenida en el artículo
199 de la Ley Orgánica del Trabajo, no es, a juicio de esta Sala, contraria
a la Constitución. Así se declara.
(…omissis…)
Ello así, considera la Sala que en virtud de que el trabajo es un hecho
social, y por tanto, exige también del trabajador su colaboración en cum-
plimiento y preservación del mismo, la regulación de estas circunstancias
excepcionales debe ser necesaria, a los fines de evitar un caos laboral en
caso de suceder, ya que al estar expresamente señaladas las causas y
condiciones en que la jornada especial debe cumplirse, se asegura el de-
recho del trabajador en caso de exceso, por lo que se estima que no se
está vulnerando los dispositivos de los artículos 89 y 90 de la Constitución
con la aplicación de las disposiciones impugnadas. Así se declara”.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 14 5
Derecho al descanso
El recurso de nulidad presentado se resolvió tomando en cuenta lo siguiente:
“En tal sentido, se observa que el artículo 90 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela de 1999 (antes artículo 86 de la
Constitución de 1961), establece el derecho que tiene toda persona a
percibir descanso anual remunerado, luego de haber cubierto un perío-
do de jornadas laborales o de tiempo determinado. Al respecto, el men-
cionado artículo 90, in fine, señala que: ‘[l]os trabajadores y
trabajadoras tienen derecho al descanso semanal y vacaciones re-
muneradas en las mismas condiciones que las jornadas efectiva-
mente laboradas’.
Este principio constitucional tiene su desarrollo en diversas normas de
rango legal y sublegal, dependiendo del sector laboral que las mismas
deben regular. Así, el artículo 219 de la Ley Orgánica del Trabajo con-
templa el derecho que tienen los trabajadores, luego de haber cumplido
14 6 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
el período de un año ininterrumpido de trabajo, a percibir un descanso
prolongado, el cual debe ser remunerado con el último sueldo o salario
devengado. Aunado a ello, el artículo 223 eiusdem, contempla que luego
de cumplirse dicho período, tendrán también derecho a recibir un bono
por concepto de sus vacaciones, el cual está destinado para el goce y
disfrute del asueto.
Por otra parte, en lo que a los funcionarios públicos se refiere, el artícu-
lo 20 de la Ley de Carrera Administrativa, al igual que el artículo 24 de
la Ley de la Función Pública, prevén el derecho que tienen los funciona-
rios de la Administración de percibir un descanso remunerado luego de
haber cumplido el tiempo efectivo de trabajo de un año. Dicho artículo
queda delimitado sublegalmente en los artículos 16 y 17 del Reglamento
de esta Ley, los cuales determinan el requisito insoslayable de haberse
cumplido el tiempo ininterrumpido de un año de trabajo efectivo, a los
fines de que proceda el descanso, así como el pago para el disfrute de
las mismas”.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 14 7
Derecho al salario
La Sala para decidir previamente observó lo siguiente:
“En primer lugar, se advierte que es la Ley Orgánica del Trabajo la que
concede al Ejecutivo Nacional la potestad para dictar Decretos para el
aumento de salarios, para la fijación de salarios mínimos y para el esta-
blecimiento de cláusulas irrenunciables destinadas a ser incorporadas a
los contratos de trabajo, por lo que no se está en presencia de una atri-
bución constitucional de competencia a favor de la rama ejecutiva del
Poder Público. De esta manera, sin la expresa atribución legal sería
discutible la posibilidad de dictar Decretos en tales aspectos.
No debe olvidarse que, en principio, la relación de trabajo se basa en la
voluntad de las partes (patrono y trabajador), por lo que las condiciones
14 8 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
para su prestación se encuentran previstas en un contrato individual o
en las denominadas convenciones colectivas. No obstante, la diferente
posición en que se encuentran las partes de esa relación y la necesidad
vital que el empleo tiene para los trabajadores, han obligado a los Esta-
dos a intervenir unilateralmente para garantizar unas condiciones míni-
mas o para regular ciertos aspectos. Ello es una indudable realidad en la
legislación venezolana desde las primeras leyes dictadas en la materia y
se ha ido perfeccionando en lo sucesivo, hasta llegar a la vigente Cons-
titución, en la que se expresa claramente la voluntad estatal de interve-
nir en todo aquello que se juzgue necesario para hacer respetar los
derechos e intereses de los trabajadores.
De esta forma, en la actualidad la intervención del Estado en lo relativo
a la relación laboral es una verdadera obligación constitucional, toda
vez que la República se ha constituido, según la Ley Fundamental vi-
gente, como un Estado Social, lo que implica importantes consecuen-
cias jurídicas que este Tribunal Supremo de Justicia se ha encargado
siempre de resaltar. Por ello, si bien las relaciones laborales están en
principio sometidas a la libre voluntad de las partes, el ordenamiento
jurídico exige la actuación estatal cada vez que sea necesario.
Basta la lectura de los artículos 87 al 97 de la vigente Constitución para
conocer los diferentes aspectos en los que el Constituyente ha estimado
imprescindible intervenir para limitar la libertad de las partes. Así, en
ellos se fijan directamente restricciones a dicha libertad o se faculta al
Estado para establecerlas con posterioridad. En concreto, se establece
lo siguiente: obligación del patrono de garantizar condiciones de seguri-
dad, higiene y ambiente de trabajo adecuados (artículo 87); igualdad y
equidad entre hombres y mujeres en el ejercicio del derecho al trabajo
(artículo 88); nulidad e ineficacia de medidas del patrono que vulneren
la Constitución (artículo 89, numeral 4); prohibición de discriminación
por razones de política, edad, raza, sexo, credo o cualquier otra condi-
ción (artículo 88, numeral 5); prohibición de trabajo de adolescentes en
labores que puedan afectar su desarrollo integral (artículo 89, numeral
6); limitación del número de horas de las jornadas de trabajo diurna y
nocturna (artículo 90); derecho a descanso semanal y vacaciones re-
munerados, en las mismas condiciones que las jornadas efectivamente
laboradas (artículo 90); derecho a un salario suficiente que permita al
trabajador vivir con dignidad y cubrir para sí y para su familia las nece-
sidades básicas materiales, sociales e intelectuales (artículo 91); obliga-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 14 9
ción de pagar salarios iguales para trabajos iguales (artículo 91); obliga-
ción de la entrega a los trabajadores de parte de los beneficios de la
empresa (artículo 91); derecho a recibir prestaciones sociales que re-
compensen la antigüedad en el trabajo y que le amparen en caso de
cesantía (artículo 92); prohibición de despidos injustificados (93); dere-
cho de crear organizaciones sindicales para la defensa de los derechos
e intereses de los trabajadores (artículo 95); y derecho a la negociación
colectiva (artículo 96).
Así, junto al principio de la libertad de las partes en la relación laboral,
se encuentra el poder regulador del Estado, a fin de garantizar los dere-
chos e intereses de los trabajadores y evitar que la situación de debili-
dad que éstos tienen frente al patrono llegue a perjudicarles. No es
casual, destaca esta Sala, que la regulación de los aspectos laborales
ocupe tantos artículos en la Constitución, pues si bien el derecho al tra-
bajo es uno entre los muchos que se reconocen a los habitantes de nues-
tro país, sus características especiales exigen una regulación más
detallada que la de otros. Por ello, no es tampoco caprichosa la conside-
rable extensión de la Ley Orgánica del Trabajo, texto destinado a desa-
rrollar el conjunto de disposiciones constitucionales, ni es excesiva la
cantidad de actos sub-legales que complementan tal normativa.
En tal virtud, tanto en la Constitución como en las leyes, así como en
las normas sub-legales que se fundamenten en ellas, se encuentra el
marco normativo imprescindible para la defensa de los derechos de
los trabajadores; derechos que evidentemente van mucho más allá que
el del trabajo, pues poco se ganaría con reconocer éste, sin rodearlo
de garantías que permitan que el trabajador logre una existencia dig-
na, tanto para él como para su familia. La estipulación del derecho al
trabajo debe venir, entonces, acompañada de un conjunto de derechos
concretos que servirán para el desarrollo de la personalidad del traba-
jador y la adquisición de la calidad de vida que el Constituyente vene-
zolano quiso lograr.
Ahora bien, advierte esta Sala que las limitaciones a todos los derechos y
libertades constituciones deben estar siempre establecidas por ley, por
cuanto es materia que pertenece a la denominada reserva legal. Es sólo
el órgano parlamentario el competente para fijar restricciones o condicio-
nes para su ejercicio, tal como lo dispone el numeral 1 del artículo 187 de
la Constitución, que reserva a la Asamblea Nacional el poder para legislar
sobre las materias de la competencia nacional. Entre esas materias se
15 0 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
encuentra, precisamente, todo lo relativo a los derechos constitucionales,
de conformidad con el numeral 32 del artículo 156 eiusdem. En el aspec-
to concreto que ocupa ahora a esta Sala, el artículo 87 del Texto Funda-
mental contempla que la ‘libertad de trabajo no será sometida a otras
restricciones que las que la ley establezca’.
Para esta Sala, no cabe duda de que la fijación por parte del Estado de
cláusulas que deban incorporarse a los contratos de trabajo, el aumento
de salarios o la fijación de salarios mínimos son limitaciones a la libre
disposición de las partes de la relación laboral. Por ello, no es posible
presumir un poder regulador a favor de ningún órgano estatal, ya que,
en principio, sólo entre patrono y trabajador deben fijarse las cláusulas
contractuales, así como el salario a recibir y sus posteriores aumentos.
De hecho, ninguna norma constitucional prevé tales supuestos, tal como
demuestra la lectura de las normas correspondientes y que han sido
mencionadas en párrafos precedentes. Sólo una norma de rango legal
podría establecer tales límites, con base en los ya citados artículos 87,
156 y 187 de la Constitución.
Según lo expuesto, aunque los poderes a que hacen referencia los artí-
culos 13, parágrafo único, 138 y 172 de la Ley Orgánica del Trabajo no
están previstos expresamente en la Constitución, los mismos encuen-
tran su fuente de legitimación en las disposiciones constitucionales que
permiten que el Legislador disponga límites a la libertad de trabajo, dis-
tintos a los originalmente establecidos, siempre y cuando –destaca la
Sala– sirvan para proteger al trabajador y hacer respetar, así, la volun-
tad del Constituyente, plasmada en el Texto Fundamental.
Por tanto, incurren en error los recurrentes al afirmar que el Ejecutivo
Nacional tiene unos poderes implícitos de los que en realidad carece, pues
sólo disfruta de ellos una vez que se le han atribuido por vía legal. Es
decir, es la propia Ley, y no la Constitución, la fuente de su competencia,
a la vez que la de los límites a su ejercicio. De esta manera, de no existir
las previsiones de los artículos 13, parágrafo único, 138 y 172 de la Ley
Orgánica del Trabajo mal podría el Ejecutivo Nacional limitar la libertad
de las partes de la relación laboral, en los aspectos en cuestión.
(…omissis…)
La Ley Orgánica del Trabajo, pues, no ha hecho más que reconocer el
poder del Estado para intervenir en las relaciones laborales privadas,
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 15 1
dando así cumplimiento a su obligación constitucional de procurar el
mejoramiento de las condiciones de vida de la población, y como único
medio de garantizar el carácter tutelar del Derecho del Trabajo.
Esta Sala ha dejado establecido en su jurisprudencia que el Estado está
obligado a garantizar el mantenimiento de cierta calidad de vida de su
población, así como procurar su continuo mejoramiento, razón que ha
permitido a este Tribunal elaborar toda una doctrina sobre el acceso a la
justicia para lograr el cumplimiento de ese deber, a fin de impedir que
las normas constitucionales pierdan efectividad y su texto se convierta
en retórica. Ha sido esa obligación de indudable base constitucional la
que inspiró al Legislador para establecer como límite de la libertad de
patronos y trabajadores el establecimiento de cláusulas contractuales,
la fijación de salarios mínimos o el aumento de salarios.
(…omissis…)
Por ejemplo, la Ley Orgánica del Trabajo faculta al Ejecutivo Nacional
para regular ciertos aspectos, permitiendo que lo haga por el Reglamen-
to de la Ley o por otras disposiciones especiales, sin especificar la for-
ma de estas disposiciones especiales, que bien podrían estar contenidas
en decretos presidenciales o en resoluciones ministeriales. Los casos
previstos en la Ley en tal sentido son los siguientes: a) autorización para
crear otros sistemas de ahorro y previsión que favorezcan a los trabaja-
dores, distintos a los de la ley (artículo 108); b) fijación de una jornada
máxima inferior a la legal para aquellos trabajos que requieren un es-
fuerzo excesivo o se realicen en condiciones peligrosas o insalubres
(artículo 197); c) establecimiento de modalidades específicas en rela-
ción con las condiciones de trabajo en el transporte marítimo, fluvial o
lacustre (artículo 357); d) establecimiento de las condiciones y modali-
dades especiales de protección de actores, músicos, folcloristas y de-
más trabajadores intelectuales y culturales (artículo 374); e) regulación
de los medios para lograr la protección de la maternidad y la familia en
labores peligrosas, insalubres o pesadas; f) fijación de reglas para de-
terminar las incapacidades producidas por accidentes y enfermedades
profesionales y sus correspondientes indemnizaciones (artículo 581); g)
determinación de las sustancias que se considerarán productoras de en-
fermedades o intoxicaciones profesionales (artículo 583).
(…omissis…)
15 2 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Además, la lectura de la Ley Orgánica del Trabajo permite precisar que
la intención del Legislador ha sido limitar el control parlamentario a ver-
daderos supuestos excepcionales y no al conjunto de competencias asig-
nadas al Ejecutivo Nacional. De lo contrario, le habría sido suficiente
disponer, en una norma general, que todas las disposiciones ejecutivas
estarían sometidas a control. No podía, por supuesto, preverse una nor-
ma semejante, pues esta Sala ha dejado establecido precedentemente
que el control de la Asamblea Nacional sólo sería válido cuando se trate
de competencias que no le sean propias en virtud de asignación consti-
tucional. En todos los casos en que la potestad del Ejecutivo derive de
una consagración legal efectuada por el órgano parlamentario, en ejer-
cicio de su poder de limitación de derechos constitucionales, sí podría
ordenarse cierta forma de control, tal como lo permite el artículo 22 de
la Ley Orgánica del Trabajo, objeto del presente recurso de nulidad.
En vista de que el poder contralor de la Asamblea Nacional sólo podía ser
predicado respecto de ciertas regulaciones administrativas, el legislador
no previó una norma genérica a tal fin. Ahora bien, tampoco lo hizo res-
pecto de todos los supuestos en que pudo hacerlo, sino que eligió las fa-
cultades establecidas en tres únicas normas: las de los artículos 13, 138 y
172. El problema, sin duda, surge por cuanto el primero de ellos contiene
dos partes bien diferenciadas: una que dispone un poder general de regla-
mentación, según se ha indicado, y otra que sí se refiere a un aspecto
concreto. Los otros dos artículos, de la misma manera que el parágrafo
único del artículo 13, también se refieren a aspectos específicos.
(…omissis…)
En efecto, el artículo 138 de la Ley Orgánica del Trabajo, luego de
prever el principio general en la materia –que los aumentos de salario
deben ser ‘preferentemente objeto de acuerdo’–, dispone que el Eje-
cutivo Nacional, en ‘caso de aumentos desproporcionados del costo
de vida’, previa consulta con la ‘organización sindical de trabaja-
dores’ y de ‘la organización más representativa de los patronos’,
del Banco Central de Venezuela y del Consejo de Economía Nacional,
puede ‘decretar los aumentos de salarios que estime necesarios,
para mantener el poder adquisitivo de los trabajadores’. No se li-
mita el artículo 138 a atribuir tal potestad, sino que le indica que en el
ejercicio de la misma, el Ejecutivo podrá: a) decretar los aumentos de
salario respecto de todos los trabajadores o categoría, por regiones geo-
gráficas, por ramas de actividad, o tomando en cuenta una combinación
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 15 3
de los elementos señalados; b) acordar que a los aumentos de salario
puedan imputarse los ajustes recibidos por los trabajadores en los tres
meses anteriores a la vigencia del Decreto y los convenidos para ser
ejecutados dentro de los tres meses posteriores a la misma fecha.
(…omissis…)
En atención a lo expuesto, considera la Sala que la recta interpretación
del artículo 22 de la Ley Orgánica del Trabajo exige entender el control
parlamentario previsto en esa norma sólo respecto a los decretos dicta-
dos con base en el parágrafo único del artículo 13 y a los artículos 138 y
172 de la referida Ley. La interpretación del artículo impugnado en la
forma indicada implica la desestimación del presente recurso contra el
referido artículo 22. Así se declara”.
15 4 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Prestaciones sociales
La Sala para resolver la acción de amparo intentada observó lo siguiente:
“Las consideraciones de política social y, en función de ellas, los objeti-
vos a los cuales están orientadas la acción de estabilidad laboral y la
relativa al cobro de prestaciones sociales, aunque complementarias, son
diferentes. Ambas corresponden a conceptos vinculados con la tras-
cendencia que para la sociedad y para la vida de las personas tiene el
proceso productivo de bienes o de servicios y las relaciones laborales
que genera entre los sujetos que en él concurren; lo que se ha denomi-
nado el hecho social trabajo. Sin embargo, las prestaciones sociales son
causadas, se deben y son exigibles en función del término de la relación
laboral; cualquiera que haya sido la razón para que concluya. El traba-
jador que se valga de una acción judicial para hacerlas efectivas sólo
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 15 5
aspira y puede esperar que le serán canceladas con base en el tiempo
acumulado de servicio; ese es el propósito de tal acción.
(…omissis…)
(…) ‘el procedimiento de calificación de despido debe tenerse presente
que queda a salvo los derechos que le corresponden a la parte accio-
nante de reclamar por juicio especial de trabajo las diferencias de pago
que no considere satisfecho’. Sin embargo, no deviene tal derecho de
una consideración especial o prerrogativa adicional que es conferida al
trabajador, sino de la autonomía de ambas acciones originada en su pro-
pósito diverso.
En las consideraciones que anteceden está implícita la razón por la cual
no se admite la oferta real, ni otras formas de cumplimiento distintas a
la oferta válida o el pago efectivo al momento del despido, que no sea la
consignación del monto de las prestaciones sociales más la cantidad
resultante de la aplicación de los conceptos contemplados en el artículo
125 de la Ley Orgánica del Trabajo y el correspondiente a los salarios
caídos, amén de la reafirmación del despido, en el propio proceso de
estabilidad laboral, para ponerle fin a éste. Y es que se trata de una
acción y de un proceso que tienen una consideración y un tratamiento
particular en razón del propósito especial al que están vinculados. No
les son aplicables los criterios ni pueden ser objeto del tratamiento adje-
tivo ordinario, ni de las medidas que en el mismo se encuentran previs-
tas, ni siquiera las contempladas en el proceso de la acción laboral común.
Es por fuerza de los razonamientos expuestos que el cumplimiento es-
tricto del requisito establecido por la ley para poner término anticipado
al juicio de estabilidad laboral, al ser mantenido el despido injustificado,
es esencial para producir tal efecto. De lo contrario, este no tendrá
lugar. Así se declara.
Dentro de este orden de ideas, como ha quedado dicho, incluso con
fundamento en las propias aseveraciones del juez a quo del amparo y
del juez de la causa en que este tiene origen y, sobre todo, en los ele-
mentos traídos al proceso, no pudo ninguno de los actos ni circunstan-
cias que de manera aislada o en su conjunto, pudieran ser interpretados
o aducidos como un pago válido al trabajador de las cantidades corres-
pondientes a los conceptos establecidos en el artículo 125 de la Ley
Orgánica de del Trabajo, más el pago adicional de los salarios caídos,
15 6 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
conforme a lo pautado en su artículo 126, haber producido tal pago. No
pudo hacerlo la oferta real, declarada inválida por el juez de la causa de
origen, en el procedimiento correspondiente, ni el contenido del acta en
que supuestamente consta la ratificación del despido y la oferta de los
pagos debidos al trabajador, por cuanto las personas cuyas declaracio-
nes conformaron el contenido de dicho instrumento no las ratificaron en
condición de testigos en la oportunidad fijada para ello, ni tampoco las
fechas de unos cheques emitidos con el supuesto propósito de realizar
los referidos pagos”.
La solicitud de revisión fue resuelta de tal modo:
“De esta manera se observa que el derecho a la antigüedad ha sido previsto
en la Constitución vigente como en las anteriores a la Ley Orgánica de
Seguridad Social de las Fuerzas Armadas de 1977, en la que –entre otros
aspectos– se dispuso un régimen de seguridad social y un sistema de pro-
tección para las Fuerzas Armadas Nacionales, razón por la cual aun cuan-
do en la ley anterior a ésta no fuese regulado en forma expresa lo relativo a
la asignación de antigüedad y su correspondiente cancelación, el mismo
deviene en un derecho inherente al funcionario trabajador –en este caso del
militar retirado que cumpla con los requisitos para su otorgamiento– por el
tiempo de servicio prestado, constituyendo un derecho previo, adquirido
con anterioridad a su desarrollo legislativo”.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 15 7
La Sala se pronunció, sobre el asunto sometido a su conocimiento, de la
siguiente forma:
“(…) advierte esta Sala que el accionante insistió en su escrito de funda-
mentación a la apelación, que nunca le fue entregado el pago correspon-
diente a sus prestaciones sociales, porque la totalidad de las mismas fue
tomada por la Electricidad de Caracas, C.A., para compensar una deuda
que tenía el quejoso con el Fondo de Previsión de los Trabajadores de la
Electricidad de Caracas, por concepto de un préstamo hipotecario.
Al respecto, resulta oportuno destacar que la inconsistencia referida a
la compensación de la deuda por el préstamo hipotecario con la suma
de dinero que le correspondía al quejoso por concepto de prestaciones
sociales, no fue advertida por el Juez de instancia, que si bien consideró
que se habían cancelado las indemnizaciones previstas en el artículo
125 de la Ley Orgánica del Trabajo, no realizó ninguna consideración
respecto a si se verificó el pago de las prestaciones sociales o si las
mismas habían sido retenidas en su totalidad, aun cuando el quejoso
esgrimió tales alegatos en su escrito de fundamentación a la apelación,
todo lo cual realmente debe preocupar a esta Sala, vistos los perjuicios
que alega el accionante.
Ahora bien, no puede esta jurisdicción constitucional desviarse de su
objetivo esencial en la administración de justicia, por la apariencia en-
gañosa de materias en principio sólo de relevancia procesal. Los asun-
tos en consideración, ponderados en sí mismos, ciertamente son de
15 8 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
naturaleza adjetiva y se ubican en el campo de los acontecimientos que
son de la libre apreciación del juez que han sido sometidos al conoci-
miento de esta Sala, en tanto en cuanto puedan llevar aparejada o deter-
minar la violación flagrante de un derecho constitucional.
Ello así, se observa que en el caso sub iudice, el fallo objeto de amparo
puso término a una causa que mantiene, a la luz del accionante, circuns-
tancias que le son adversas y que lo afectan, no sólo por no tener recur-
so alguno para revertirla (salvo la acción de amparo), sino por la
presencia de violaciones de orden constitucional.
En este sentido, se advierte de los alegatos del quejoso que no recibió el
pago del monto correspondiente a sus prestaciones sociales y demás
indemnizaciones por despido injustificado, pues en su totalidad ello fue
directo al Fondo de Previsión de los Trabajadores de la Electricidad de
Caracas, a objeto de cancelar parte del crédito hipotecario que tenía el
actor con dicho Fondo.
(…omissis…)
De manera tal que, dicha norma [artículo 165 de la Ley Orgánica del
Trabajo] trata de proteger al trabajador frente al poder económico del
patrono (dada la subordinación de aquél), quien puede cometer hechos
abusivos, lesionando el derecho del trabajador a recibir un beneficio que
ha ganado por la antigüedad en la prestación de sus servicios y que
alega necesita para vivir y desenvolverse a plenitud.
Así las cosas, resulta oportuno destacar que en el desarrollo de la au-
diencia constitucional la representación judicial de la sociedad mercantil
Electricidad de Caracas, C.A., sostuvo que no existió la compensación
alegada por el quejoso, sino que el monto correspondiente a las presta-
ciones sociales del trabajador fue enterado en su totalidad al Fondo de
Previsión de los Trabajadores de la Electricidad de Caracas, en base a
las condiciones generales (aprobadas unilateralmente por la empresa
en 1989) que rigen el funcionamiento de dicho Fondo de Previsión, y
que el quejoso aceptó al momento de realizarse la compra-venta de la
vivienda objeto del crédito.
(…omissis…)
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 15 9
Partiendo de la concepción del Estado venezolano como democrático y
social de Derecho y de Justicia (artículo 2 de la Constitución de la Re-
pública Bolivariana de Venezuela), que lo preceptúa como garante de
las prestaciones esenciales para lograr la procura existencial y el bien-
estar social general de todos los ciudadanos, esta Sala estima que la
empresa Electricidad de Caracas, C.A. no debió retener el 100% del
monto correspondiente a las prestaciones sociales del ciudadano Jhon-
ny José Istúriz Correa, pues con ello vulneró no sólo su derecho a las
prestaciones sociales, sino también a la irrenunciabilidad de los dere-
chos laborales, provocando la disminución de su calidad de vida; en todo
caso, la referida empresa debió compensar la deuda por el crédito hipo-
tecario, en el porcentaje establecido en el artículo 165 de la Ley Orgá-
nica del Trabajo.
En este sentido, se pone en evidencia que el fallo accionado no apreció
la situación referida con anterioridad, por lo que el Juez actuó fuera del
ámbito de sus competencias según lo dispuesto en el artículo 4 de la Ley
Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, vul-
nerando los derechos constitucionales a la defensa, al debido proceso y
a la tutela judicial efectiva del actor, pues los órganos jurisdiccionales
no deben limitarse garantizar a los ciudadanos el derecho de acceso a la
justicia, sino que también deben, cumplidos los requisitos establecidos
en las leyes adjetivas, determinar la extensión del derecho deducido.
(…omissis…)
En virtud de las anteriores consideraciones, visto que el Juzgado Supe-
rior Tercero del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área Metro-
politana de Caracas, decidió el fondo de la controversia sin emitir
pronunciamiento alguno sobre los alegatos del hoy accionante referidos
a la inconstitucional retención de su prestaciones sociales para compen-
sar una deuda hipotecaria y la inconformidad con el monto de las in-
demnizaciones calculadas por el patrono en base a un salario que no se
corresponde, se estima que el mencionado órgano jurisdiccional incurrió
en el vicio de incongruencia negativa o minus petita, con lo cual con-
culcó al accionante su derecho a la defensa y a la tutela judicial efecti-
va, así como la garantía del debido proceso, motivo por el cual resulta
procedente declarar con lugar la tutela constitucional solicitada (…)”
16 0 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Estabilidad laboral
La Sala estableció lo siguiente:
“Los juicios de estabilidad laboral fueron concebidos para procurar per-
manencia y continuidad en las relaciones de trabajo. Están vinculados al
propósito de mantener en términos relativos, los niveles de ocupación
de la mano de obra activa y al logro de la capacitación y la eficiencia.
Su objetivo primordial no es el pago de las prestaciones sociales, el cual
en todo caso tendría que cumplirse; está comprendido, pero el hecho
que las causa es precisamente lo que se trata de evitar: el despido, en
este caso injustificado, y con éste la cesación de la relación laboral.
Bien interpreta al respecto el Juez Superior a quo del amparo el por qué
de las disposiciones atinentes a los mencionados juicios, al asentar en su
fallo apelado que tienen ‘… como objetivo único el conocimiento por el
órgano jurisdiccional competente de la solicitud de calificación de des-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 16 1
pido del o de los trabajadores despedidos, en aras de su reenganche y el
consiguiente pago de los salarios caídos’. De esta manera, sirve el mon-
to de las prestaciones sólo como referencia para determinar, precisa-
mente, la sanción o penalidad correspondiente; instrumento disuasivo
del acto de despido. Ante el cese intempestivo e injustificado de la rela-
ción laboral por el patrono, el trabajador exige su reenganche y el pago
de los salarios caídos, lo cual procede y debe ejecutarse en forma nor-
mal, como si el vínculo nunca hubiera sido interrumpido”.
La Sala, al conocer la desaplicación de ley remitida a su conocimiento,
estableció lo que a continuación se transcribe:
“(…) la estabilidad laboral, que la doctrina denomina relativa o impro-
pia, constituye una protección del legislador venezolano a los trabajado-
res permanentes, que no sean de dirección y que tengan más de tres
meses de prestación de servicios bajo subordinación, con la finalidad de
evitar que la relación laboral finalice de manera intempestiva por volun-
tad unilateral, arbitraria e injusta del patrono, mediante un despido ad
nutum o injustificado, que produciría en el trabajador un grave desequi-
libro psíquico y económico, pues un despido de tal naturaleza le impedi-
ría precaver todas las dificultades que podrían presentársele como efecto
de la falta de percepción, abrupta, de un salario permanente con el cual
contaba para su subsistencia y el de su familia.
(…omissis…)
La finalidad del procedimiento de estabilidad laboral es que se haga
efectiva esa estabilidad relativa o impropia, a través de la permanencia
y continuidad de las relaciones laborales, lo cual se logra mediante la
16 2 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
decisión, definitivamente firme, de reenganche y pago de salarios caí-
dos, en caso de que se pruebe que el despido se produjo sin justa causa,
pues es éste el fin último de este procedimiento especial.
Sin embargo, tal estabilidad se denomina en doctrina, relativa o impro-
pia, por cuanto el patrono puede, aun a sabiendas de la falta de justifica-
ción del despido, en cualquier tiempo, incluso luego de que sea condenado
al reenganche mediante decisión firme, insistir en el despido y, en este
caso, sustituir su obligación de reenganche del trabajador injustamente
despedido con el pago o consignación de las indemnizaciones a que se
refiere el mencionado artículo 125 de la Ley Orgánica el Trabajo; es
decir, la obligación de reenganche o reincorporación del trabajador pue-
de ser sustituida por una obligación de contenido económico que encie-
rra el pago de las prestaciones que la ley preceptúa (indemnización por
antigüedad y la sustitutiva de preaviso). Además, en caso de que estu-
viere instaurado el procedimiento de estabilidad o luego de decisión de-
finitivamente firme, el patrono debe pagar, adicionalmente, al trabajador
despedido injustificadamente, los salarios que haya dejado de percibir
durante el procedimiento de estabilidad, sin lo cual, no se da por termi-
nado el procedimiento.
(…omissis…)
Es necesario el señalamiento de que el objetivo primario del juicio de
estabilidad es la determinación de si el despido fue injustificado o si, por
el contrario, estuvo ajustado a las causas que preceptúa el artículo 102
de la Ley Orgánica del Trabajo. En el caso de que el despido fuera
injustificado, el fin último del referido juicio de estabilidad sería el reen-
ganche y el pago de sus salarios caídos al trabajador como garantía de
la permanencia y continuidad de las relaciones de trabajo. Sin embargo,
tal y como se expresó, el legislador otorga al patrono la posibilidad de un
cumplimiento alternativo a la obligación de reenganche del trabajador
injustificadamente, que consiste en el pago de las indemnizaciones que
dispone el artículo 125 de la Ley Orgánica del Trabajo”.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 16 3
La Sala para resolver el recurso intentado observó lo siguiente:
“(…) En el presente recurso de nulidad se indicó que las disposiciones
contenidas en los artículos 92 y 93 de la Constitución no prevén la posi-
bilidad de que los trabajadores estén investidos de una estabilidad ‘ab-
soluta’ o ‘sui generis’ que impida cualquier medio por parte del patrono
de remoción, por lo que su estipulación, en los términos del artículo 32
del Decreto Legislativo con Fuerza de Ley Orgánica de Hidrocarburos
ha implementado un régimen discriminatorio contrario al principio de
‘justicia distributiva’ y de igualdad para todos los trabajadores, referido
por el artículo 89, numeral 5, de la Constitución.
Ante esta afirmación, cabe destacar que, la noción ‘estabilidad absoluta
y relativa’ utilizada por la doctrina y parte de la jurisprudencia patria, ha
sido constantemente empleada para demarcar el grado de protección
que tienen el trabajador dentro de la relación de trabajo, y la posibilidad
del patrono para rescindir el vínculo existente entre ambos. Con base en
el manejo de estos términos, se distinguió que el despido –de mediar
justa causa– debía sujetarse bajo distintos parámetros dependiendo del
fuero o del régimen regular que invista al trabajador. De allí que, en los
casos determinados bajo la ‘estabilidad absoluta’, catalogada por algu-
nos como ‘causales de inamovilidad’ el patrono debe apegarse a un
procedimiento administrativo previo ante un funcionario calificado con
competencia en materia del trabajo para que éste califique el despido so
pena de que sea ordenado su reenganche. Tales supuestos pueden ocu-
rrir cuando medie a favor del trabajador alguno de los supuestos con-
tentivos de los fueros especiales. Mientras que, en los casos de
‘estabilidad relativa’, el trabajador no se encuentra amparado bajo ele-
mentos derivados de circunstancias excepcionales o accidentales que
16 4 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
le den protección, siendo en ese caso que, el patrono bajo justa causa de
conformidad con ley, rescinde la relación de trabajo, quedando bajo la
diligencia del trabajador actuar ante el juez laboral para que se determi-
ne si efectivamente procedía el despido, siendo un medio expedito de
revisión de la culminación del contrato de trabajo.
(…omissis…)
Es importante destacar que la estabilidad comprende una institución que
aplica al derecho individual del trabajo, perfectamente enmarcada en la
disposición contenida en el artículo 112 de la Ley Orgánica del Trabajo,
recurrente en varias disposiciones, todas pertenecientes al Derecho In-
dividual del Trabajo. Otra cosa es la inamovilidad institución propia del
Derecho Colectivo del Trabajo que jamás puede confundirse con la es-
tabilidad, siendo que entre ellas existe una relación de género a especie.
Son las circunstancias frente a momentos determinados las que aplican
a cada una de estas instituciones”.
La Sala, al conocer la desaplicación de ley remitida a su conocimiento,
estableció lo que a continuación se señala:
“(…) Tal advertencia resulta necesaria, toda vez que permite reflexio-
nar y determinar cuál es la relevancia que pueden tener las disposicio-
nes jurídicas anotadas en un caso en el que el trabajador alegó
‘inamovilidad’. En efecto, observa la Sala que de acuerdo con el fallo
transcrito, sometido a su revisión, el caso está relacionado con un despi-
do efectuado a un trabajador que supuestamente gozaba de fuero sindi-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 16 5
cal y que, por tanto, se encontraba sometido a un régimen de inamovili-
dad laboral, dada su condición de Directivo Sindical. (…).
(…omissis…)
En primer lugar, debe advertirse que la inamovilidad en sus orígenes era
una institución propia del derecho sindical, razón por la que está conte-
nida en el Capítulo que la Ley reserva al fuero sindical y no en las
disposiciones fundamentales del derecho colectivo del trabajo. Ello así,
debe entenderse que la inmovilidad surge como una garantía de la liber-
tad sindical y, por tanto, necesariamente es contenida en dicha sección.
(…omissis…)
La inamovilidad hace referencia no sólo a la permanencia en el cargo por
el trabajador sino a las funciones, así como a la imposibilidad de desmejo-
ra en las condiciones, y al traslado, razón por la que gozan de aquélla.
Ahora bien, gozan de inamovilidad laboral quienes se encuentran ampa-
rados del fuero sindical, y cuando hablamos de fuero hacemos referencia
a la noción de privilegio. De tal modo que el Fuero Sindical, es la garantía
de que gozan algunos trabajadores de no ser despedidos, ni desmejorados
en sus condiciones de trabajo, ni trasladados a otros establecimientos u
ocupaciones de la misma empresa o en un lugar distinto en el que presta
sus servicios, sin causa justificada, previamente calificada como tal por el
órgano competente. Conforme a esta definición el Fuero Sindical es un
Instituto Técnico Jurídico instituido por Ley en el artículo 449 y siguientes
de la Ley Orgánica del Trabajo, a favor de algunos trabajadores y en
función de la protección correspondiente a la libertad sindical. El princi-
palísimo efecto del Fuero Sindical es el derecho a la Inamovilidad tanto en
el puesto como en el lugar y en las mismas condiciones existentes, por un
tiempo que el legislador juzga suficiente para que la libertad sindical sea
ejercida plenamente, mediante la prohibición al patrono de despedir, tras-
ladar o desmejorar injustificadamente a cada uno de los trabajadores pro-
tegidos, imponiéndole al patrón la obligación de someter al conocimiento
de la autoridad competente la causa del despido, traslado o desmejora-
miento para que mediante el procedimiento preceptuado en el artículo
453 autorice al patrono a realizar el acto constitutivo del despido, traslado
o desmejoramiento, es decir, no le está dado el patrono realizar la califica-
ción previa de las causas en las que pretende fundamentar su decisión, tal
16 6 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
como sucede con la estabilidad, pues precisa como condición sine qua
nom la autorización previa por parte del funcionario competente. La vio-
lación de este imperativo legal pone en funcionamiento el mecanismo dis-
puesto en el artículo 453 de la misma Ley que es un verdadero
procedimiento de reenganche en el que lejos de discutirse los hechos que
justifiquen el despido, lo que se discute es la existencia o no de la inamo-
vilidad invocada.
(…omissis…)
En cuanto a la estabilidad laboral y a diferencia de la inamovilidad, es
una institución propia del derecho individual del trabajo y hace referen-
cia, más que a la permanencia en el cargo, a la necesaria existencia de
un justo motivo que explique la ruptura del vínculo representado por la
relación laboral, es por lo que comenta CALDERA citando a RIPERT,
que la estabilidad se justifica por el hecho de ‘considerar dotada la rela-
ción laboral de un atributo de permanencia a favor del trabajador’, y
agrega como una consecuencia de ésta que ‘el despido cuando no se
base en causa legal no sólo se considere como excepcional sino como
imposible’. (CALDERA, Rafael, Derecho del Trabajo, Editorial El Ate-
neo, Segunda Edición, Argentina, 1960, p. 417).
En este sentido, puede decirse que el régimen general al que se en-
cuentran sometidos los trabajadores es al de la estabilidad en sus rela-
ciones de trabajo, tal como lo dispone el artículo 116 de la Ley Orgánica
del Trabajo.
(…omissis…)
Es así como, a tenor de lo establecido en el artículo 127 de la referida
Ley Orgánica del Trabajo, el procedimiento para autorizar el despido de
los trabajadores amparados con inamovilidad se rige por las normas es-
peciales que les conciernen y no por la relativa al procedimiento de
calificación arbitrado en la Ley Orgánica del Trabajo, a propósito de la
estabilidad, contenida en los artículos 112 y siguientes de esa misma
Ley, al que le son aplicables los artículos 125 y 126 eiusdem, es así
como, por el contrario, el despido de un trabajador amparado por fuero
sindical a tenor de lo dispuesto en esa misma Ley, se considerará írrito
si no se han cumplido los trámites establecidos en el artículo 453 de
dicha Ley Orgánica (Véase artículo 449)”.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 16 7
Otros aspectos en materia laboral
Aspectos Sustantivos
La acción de amparo ejercida fue dilucidada atendiendo a la siguiente
premisa:
“(…) Asimismo no se contempla que se haya lesionado el derecho que
tenía el promovente, en su condición de trabajador, a cobrar sus presta-
ciones sociales, por cuanto, si bien es cierto que la Constitución de 1999,
en su artículo 92 dispone: ‘Todos los trabajadores y trabajadoras tie-
nen derecho a prestaciones sociales que les recompensen la antigüe-
16 8 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
La acción de amparo fue resuelta bajo los siguientes términos:
“(…) En el presente caso, la circunstancia sobre la cual se considera
que la sentencia implica un actuar fuera de la competencia por parte del
Tribunal, y una violación derechos constitucionales, es el hecho de que
en el fallo se aprecia que a la trabajadora demandante en calificación
de despido no se le despidió el día 2 de febrero de 2000, según ella
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 16 9
misma alega; y ello sin embargo, se declara con lugar la solicitud de
calificación de despido.
(…omissis…)
Ahora bien, tales planteamientos escapan del objeto propio de una ac-
ción de amparo constitucional contra decisiones judiciales, pues los mis-
mos constituyen un problema de simple apreciación jurídica. Si el Tribunal
presuntamente agraviante, por ejemplo, hubiese dictado la sentencia
desconociendo todo el material probatorio, tal vez podría considerarse
la existencia de violaciones a derechos constitucionales. Pero en el fallo
objeto del presente amparo, se observa que el Tribunal analiza diversas
pruebas, y las aprecia de acuerdo a su sano criterio, sin que esta Sala
pueda, con motivo de una acción de amparo, entrar a discrepar con el
criterio probatorio allí manejado. Admitir lo contrario sería, sencillamente,
transformar al amparo en una tercera instancia, condición esta total-
mente ajena a su naturaleza.
No deja de observar la Sala la asiduidad con que, en los juicios de cali-
ficación de despido, y en virtud de que en tales procedimientos el recur-
so de casación es inadmisible, la parte perdidosa en segunda instancia
acude al amparo y plantea nuevamente la controversia hasta entonces
litigada, agregando simplemente alegatos de violación a derechos cons-
titucionales. Este proceder es inadecuado, pues atenta contra la celeri-
dad de la justicia, al abarrotar los órganos jurisdiccionales con acciones
de amparo improcedentes, retardando así la decisión sobre otras accio-
nes, incluidas las de amparo que sí se fundamentan en verdaderas viola-
ciones constitucionales.
En tal sentido, advierte la Sala que, sin perjuicio de que puedan existir
casos relacionados con solicitudes de calificación de despido en los cuales
existan auténticas violaciones de derechos constitucionales, se conside-
rará temeraria aquella acción de amparo interpuesta contra la sentencia
dictada en alzada sobre un procedimiento de calificación de despido, en
la cual los argumentos esgrimidos por el accionante constituyan un sim-
ple replanteamiento de la controversia hasta entonces existente, cual si
de una tercera instancia se tratase. Así se declara”.
17 0 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
La solicitud de revisión presentada fue resuelta de la siguiente manera:
“(…) En el ámbito laboral sucede, como se explicó, que la Administra-
ción Pública tiene atribuidas competencias para la resolución de con-
flictos entre los trabajadores y los patronos, para lo cual cuenta dentro
de su organización con las Inspectorías de Trabajo, a las cuales les co-
rresponde ejercer una función análoga a la jurisdiccional. Y contra cu-
yas decisiones definitivas se puede ejercer el recurso correspondiente
ante los órganos judiciales. Decisión definitiva que, en el caso bajo exa-
men, de acuerdo con lo señalado por el recurrente, no llegó a ser impug-
nada. Es decir, que, en todo caso, de tal resolución nunca llegó a conocer
la autoridad judicial, habiendo quedado firme la misma en esa sede ad-
ministrativa. Podría inferirse, de acuerdo con la tesis adoptada por los
distintos Tribunales que conocieron del caso del ciudadano Alcalá Ruiz,
que de haberse impugnado dicha actuación jurisdiccionalmente, y con-
secuentemente, haberse obtenido una decisión, en el mismo sentido que
la dictada por la autoridad administrativa, por un Tribunal, la misma sí
hubiese podido ser ejecutada, lo que conllevaría a señalar que si contra
la decisión administrativa se opone resistencia a través del ejercicio de
los mecanismos jurisdiccionales, es factible su ejecución posterior, pero
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 17 1
si queda firme en sede administrativa, no sería posible su ejecución, lo
que evidentemente es censurable.
(…omissis…)
Esto no quiere decir que, efectivamente, los órganos del Poder Judicial
carezcan de jurisdicción en determinadas ocasiones (respecto de la Ad-
ministración Pública o del juez extranjero); es que, ciertamente, carecen
de jurisdicción para ejecutar ese tipo de actos, en virtud de ese carácter
ejecutivo y ejecutorio de los actos dictados por la Administración, sin
embargo, el inconveniente que debe plantearse el juzgador, en casos como
el presente, es que, ante la ausencia de un procedimiento apropiado –en
relación con el administrado– que permita la ejecución real y efectiva de
la providencia dictada por el ente administrativo, y ante la indiferencia de
la Administración –justificada o no– para ejecutar sus actos, deben los
órganos del Poder Judicial, en el ejercicio de la función jurisdiccional con-
troladora, conocer de las conductas omisivas de aquellos, a los fines de
garantizar el ejercicio de los legítimos derechos de los administrados que,
en tales circunstancias, se hallan desamparados e impotentes para alcan-
zar su objetivo. La Administración se limitaría, de acuerdo a los aconteci-
mientos referidos, a imponer una sanción, hasta allí llega su misión, en
tanto que los Tribunales declaran que a ellos no les corresponde ejecutar
esa resoluciones, por no existir, ciertamente, un procedimiento prevenido
en la Ley Orgánica del Trabajo que les habilite para ello.
(…omissis…)
La legislación laboral, no ofrece una solución adecuada, de allí que en
caso de verificarse un incumplimiento por parte del patrono obligado
por el organismo administrativo a acatar una determinada orden, y ante
el vacío legislativo existente al respecto, por no aparecer en la ley un
procedimiento tendiente a obtener la ejecución forzosa de la providen-
cia administrativa, en casos como el de autos, debe buscarse una solu-
ción satisfactoria. Pues ello no puede ser óbice para evitar que la
actividad jurisdiccional logre, con una perfecta administración de justi-
cia, alcanzar el objetivo asignado. No podría sin incurrir en una viola-
ción al orden jurídico constitucional, derogar los principios que supeditan
la actividad de las ramas del Poder Público al control de su correspon-
dencia con el Derecho por parte de los órganos jurisdiccionales.
(…omissis…)
17 2 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
La situación planteada en el presente caso constituye sólo una demos-
tración de los múltiples inconvenientes que con demasiada frecuencia
se le presenta a los trabajadores de ejecutar los actos de la Administra-
ción del Trabajo, ante la negativa del patrono de cumplir con las provi-
dencias administrativas. Situación ésta que demanda la intervención de
esta Sala Constitucional, para buscarle una solución satisfactoria.
En este sentido, se observa que la jurisdicción laboral ha venido cono-
ciendo de los juicios de nulidad de estas resoluciones, siguiendo el crite-
rio sostenido en decisión dictada por la Sala Político Administrativa de
la antes denominada Corte Suprema de Justicia, el 13 de febrero de
1992, en el juicio conocido como caso: Corporación Bamundi, C.A.,
sin que en realidad exista en la Ley Orgánica del Trabajo una norma
que expresamente le asigne a los juzgados laborales el conocimiento de
este tipo de juicios. Es preciso al respecto advertir, que la competencia
de los órganos del Estado, viene determinada por una norma jurídica
que de manera formal le atribuya competencia. De allí que, siendo que
en los casos de los juicios de nulidad, a que se refiere la Ley Orgánica
del Trabajo, ésta no le atribuyo dicha competencia de manera expresa a
esta jurisdicción especial, sino que se limitó a señalar que contra estas
decisiones se podían ejercer los recursos correspondientes ante los Tri-
bunales, sin que indicara a cuáles se estaba refiriendo.
La expresada omisión no autoriza a interpretar que la jurisdicción labo-
ral es entonces la competente para conocer de dichos juicios, con base
en lo dispuesto en los artículos 5 y 655 eiusdem, sino que lo razonable
era establecer que como quiera que, la decisión provenía de un órgano
de carácter administrativo, inserto en el Poder Ejecutivo, esto es, de las
Inspectorías del Trabajo, los órganos jurisdiccionales competentes para
conocer y decidir este tipo de controversias era la jurisdicción conten-
cioso administrativa, siendo consecuente con el principio del juez natu-
ral. De lo expuesto se colige, que el criterio sostenido en la sentencia
anteriormente citada, dictada por la Sala Político Administrativa, debe
ser abandonado. En consecuencia, deberá prevalecer el presente crite-
rio, lo que implica que, en el futuro, los Juzgados con competencia en
materia laboral, deberán declinar en los órganos de la jurisdicción con-
tencioso administrativa el conocimiento y decisión de los recursos inter-
puestos contra las providencias administrativas, dictadas por las
Inspectorías del Trabajo, por ser éstos los órganos judiciales a los cua-
les les incumbe conocer de este tipo de juicios.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 17 3
Así, dado que a la jurisdicción contencioso administrativa le compete el
conocimiento de las demandas de nulidad en contra de las decisiones
administrativas provenientes de los órganos de la Administración del
Trabajo; en el ejercicio de esa competencia, debe poseer igualmente la
potestad para resolver los conflictos que surjan con motivo de la ejecu-
ción de ese tipo de providencias que han quedado firmes en sede admi-
nistrativa tal como lo es, se insiste, para conocer de su nulidad.
(…omissis…)
Es obvio, entonces y así debe ser declarado por esta Sala, que la conduc-
ta asumida por los diferentes Tribunales que tuvieron bajo su conocimien-
to el asunto planteado, constituye una denegación de justicia para aquel
que, imposibilitado de hacer efectiva su pretensión ya estimada y declara-
da por el órgano administrativo, se vio en la necesidad de acudir a los
órganos judiciales para controlar la inactividad de la Administración, para
alcanzar la producción de los efectos de la decisión que le era favorable,
pero que no había sido ejecutada. Actuaciones judiciales éstas que, en
opinión de la Sala, constituyen una flagrante y grotesca violación del de-
recho a la tutela jurisdiccional efectiva, consagrado en el artículo 26 y 27
de la Constitución por declarar ausencia de jurisdicción, cuando lo que
conocían era materia exclusiva y excluyente de los órganos jurisdicciona-
les, tal como se señaló supra, infracciones éstas que determinan la pro-
cedencia del presente recurso de revisión. Así se declara.
(…omissis…)
Finalmente, considera esta Sala Constitucional un deber advertir a los
jueces que ningún acto de la Administración Pública puede estar exclui-
do del control jurisdiccional, por tanto, no resulta posible declarar la
falta de jurisdicción frente a situaciones que, de no proveerse la actua-
ción judicial correspondiente, constituiría una denegación de justicia,
quedando una parte de la actividad administrativa al margen de la revi-
sión judicial implícita en toda actividad del Poder Público. En tal virtud,
los Juzgados del Trabajo cuando conozcan en lo sucesivo de situaciones
como la planteada en autos, deberán acatar la doctrina contenida en el
presente fallo en aras de una efectiva administración de justicia, por
tanto, el presente fallo tendrá efectos ex tunc a partir de su publicación,
pues las interpretaciones que establezca la Sala Constitucional sobre el
contenido o alcance de las normas y principios constitucionales son vin-
17 4 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
culantes para las otras Salas del Tribunal Supremo de Justicia y demás
tribunales de la República”.
La acción de amparo ejercida fue resuelta bajo el precedente que, a
continuación, se transcribe:
“(…) Las leyes procesales exigen que en el escrito de demanda se
identifique precisamente al demandado, ya que tal identificación garan-
tiza el derecho de defensa de aquél que calificado como demandado
resulte emplazado, y es además la clave, en las acciones de condena, ya
que determina sobre cuál persona se ejecutará el fallo declarado con
lugar, y en general permite fijar entre quiénes surtirá efectos directos la
cosa juzgada. Por lo tanto, la identificación del demandado es básica
para dar curso a la demanda, resultando inadmisible (artículo 341 del
Código de Procedimiento Civil), por contraria a derecho, una demanda
que no mencione al demandado, o que no designe como tal a una perso-
na natural o jurídica.
Por tales razones, tanto el Código de Procedimiento Civil en su artículo
340 ordinales 2º y 3º, como la Ley Orgánica de Tribunales y Procedi-
mientos del Trabajo (numeral 1 del artículo 57), requieren que el libelo
de demanda indique: El nombre; apellido y domicilio del demandado y el
carácter que tiene (ordinal 2º), y si éste fuera persona jurídica, la deno-
minación o razón social y los datos relativos a su creación o registro
(ordinal 3º). De esta manera no sólo se señala contra quién va dirigida
la pretensión, sino que se precisa al demandado de manera inequívoca.
De allí, que como principio general, no deben admitirse demandas con-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 17 5
tra entes sin personalidad jurídica, como fondos de comercio, denomi-
naciones mercantiles, etc., a menos que se trate de sociedades irregula-
res u otras señaladas en el artículo 139 del Código de Procedimiento
Civil o de otras leyes, pero siempre indicándose el carácter que tienen.
En ejercicio de su derecho de defensa, el citado como demandado, a fin
de precisar su condición, puede controlar los errores en su identifica-
ción, mediante la oposición de la cuestión previa por defecto de forma
(artículo 346, ordinal 6º del Código de Procedimiento Civil), si considera
que él no es el verdadero demandado, y hasta con la oposición de la
falta de cualidad o interés en su persona, si fuere procedente. Tal situa-
ción, en líneas generales, no varía porque el proceso haya sido concebi-
do sin la posibilidad de oponer cuestiones previas, como ocurre con el
proceso de estabilidad laboral, ya que la errada citación como deman-
dado de alguien que no tiene ese carácter, siempre podrá ser alegada
dentro de cualquier contexto de la defensa, así como la oposición de la
falta de cualidad procesal.
Lo expuesto, son los principios que rigen cualquier proceso, así no sea
de naturaleza civil, como lo demuestran los artículos 294 y 326 del Có-
digo Orgánico Procesal Penal, que exigen precisar la persona del que-
rellado o imputado.
Regresando a los procesos de naturaleza civil, si el citado como deman-
dado no alega formalmente en su oportunidad que él no es la persona
natural o jurídica demandada, está aceptando tal condición, y si traba la
litis como demandado, asume las resultas del juicio; sin que pueda lue-
go tratar de afirmar y probar lo contrario, ya que ello sería premiar la
deslealtad procesal, prohibida por los artículos 17 y 170 del Código de
Procedimiento Civil.
Ahora bien, quien comparece por el demandado a trabar la litis, debe
tener una apariencia que lo confunde con el accionado, que permita al
juez considerar que realmente lo es, ya que si el juez cree que quien va
a trabar la litis no es el demandado –y por lo tanto no es parte– no
puede permitirle actuar en el juicio, ya que no se trata del supuesto del
representante sin poder a que se refiere el artículo 168 del Código de
Procedimiento Civil. Luego, para que el juez admita procesalmente a
alguien como demandado, es porque él está convencido que lo es, ya
que el nombre, la denominación comercial u otro signo individualizador
17 6 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
de quien acude al juicio atendiendo la citación, a pesar de no ser exacto
al señalado por el demandante en la demanda como identificador del
demandado, sin embargo hace presumir seriamente al Juez que lo es.
Si quien comparece como demandado, por haber sido citado como tal,
no niega diáfanamente su condición; no pide correcciones del libelo, a
fin de precisar si se trata o no de él; o no utiliza la defensa de falta de
cualidad (artículo 361 del Código de Procedimiento Civil), el juez debe-
rá tenerlo como tal, si en autos existen indicios que realmente lo sea, a
pesar de no coincidir exactamente su identificación, con la suministrada
por el accionante en la demanda.
La situación inmediatamente reseñada no libera al demandante de su
carga de determinar con precisión al demandado, señalando la denomi-
nación o razón social y los datos relativos a su creación o registro, si
fueren personas jurídicas.
Establecido lo anterior, la Sala apunta, que no escapa de su conocimien-
to, el que sobre todo en el campo de las personas jurídicas, se trate de
diluir la responsabilidad de las mismas, constituyendo diversas compa-
ñías de manera que unas enmascaran a las otras y hacen difícil a los
futuros accionantes determinar a quién demandar. Se trata de un tipo de
fraude que en principio nada tiene que ver con la existencia de los gru-
pos o unidades económicas y su pluralidad de empresas.
Así mismo, apunta la Sala, que por notoriedad judicial conoce cómo en
materia laboral, las personas jurídicas patronales utilizan prácticas ten-
dentes a confundir al trabajador sobre quién es su verdadero empleador;
o como surgen –a veces hasta por azar– situaciones que enmascaran al
verdadero patrón. Esto último puede ocurrir cuando el trabajador presta
sus servicios en un fondo de comercio con un nombre comercial definido,
recibe el pago y las instrucciones de una persona física, pero desconoce –
ya que recibe información insuficiente– quién es el verdadero empleador,
por lo general una persona jurídica a quien el trabajador ignora.
Los enmascaramientos y la información insuficiente son actitudes vio-
latorias del artículo 17 del Código de Procedimiento Civil, y que contra-
rían el artículo 1.160 del Código Civil, que pauta que los contratos (entre
los que está el de trabajo) se ejecutan de buena fe.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 17 7
Ante este tipo de maniobra que entorpece al demandante la determina-
ción del demandado, y que se constata casuísticamente ¿qué debe ha-
cer el juez? Por lo regular el demandado trata de dilatar el proceso;
opone, si fuere posible, cuestiones previas a fin de deslindarse del insu-
ficientemente identificado en el libelo, o aduce una falta de cualidad, o
niega la relación laboral, ya que él no es el demandado.
Pero en materia de interés social, como la laboral, el juez tiene que
interpretar las normas con mayor amplitud a favor del débil, en benefi-
cio de quien tiene las dificultades, y sin apegarse a lo formal, debe de-
terminar si quien comparece por haber sido citado y niega en alguna
forma su condición de demandado, realmente lo es o no, desbaratando
la maniobra elusiva fundada en formalismos.
Será la actitud procesal de la persona citada que concurre al proceso
como emplazado, la clave para reconocer que, así lo niegue, se está
ante el verdadero demandado, y que es sólo su deslealtad procesal, la
que está entorpeciendo al proceso.
En esta situación, errores del libelo relativos a la identificación del de-
mandado, provenientes de omisiones de palabras o de la razón social, o
errores parciales en los datos registrales, o añadidos al nombre del de-
mandado, que opone el citado al comparecer, deben ser obviados por el
juez, si él tiene la convicción de que se está ante una deslealtad proce-
sal del citado (verdadero) demandado, y en base a fundados indicios
que surgen de autos en cada caso, declarar sin lugar la cuestión previa
por defecto de forma, o la petición de nulidad, o la falta de cualidad
invocada, o la defensa que niega la relación laboral. Si la persona cita-
da, señalada como accionada a petición del accionante, alega que re-
presenta a una persona jurídica que no coincide con la identificada en el
libelo, debido al trastocamiento de siglas, palabras, frases; o por omisio-
nes de letras o de otros formalismos, el juez debe –ignorando lo ritual–
ponderar la situación y resolver si el compareciente se trata o no del
demandado señalado en la demanda. El juez tiene el deber de desterrar
la mala fe procesal, prohibida por el artículo 17 del Código de Procedi-
miento Civil, impidiendo sus efectos.
En materia laboral, existe la exigencia de que la demanda de cualquier
clase, contenga la identificación precisa del demandado, pero conforme
a lo apuntado en este fallo, tal requisito tiene que ser interpretado por el
juez con laxitud, a fin de evitar fraudes y deslealtades procesales, los
17 8 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
cuales son proclives que ocurran en el área laboral, debido al desequili-
brio que puede existir entre empleadores y trabajadores.
Muchas veces, el trabajador comienza a laborar en un fondo de comer-
cio, en una fábrica o en una empresa que exhiben una denominación
comercial muy distinta a la de la persona jurídica efectivamente propie-
taria. Dentro de ese contrato de trabajo, unas relaciones se llevan con
jefes de personal, administradores, gerentes y nunca con los reales di-
rectivos de las sociedades, que a veces –al igual que la persona jurídica
que funge de patrono– tienen su domicilio en otra circunscripción judi-
cial. No es raro que hasta la papelería que se utilice en el contrato de
trabajo se refiera a la denominación del fondo de comercio, de la fábri-
ca, etc., sin mencionar para nada la identificación del verdadero em-
pleador; y así va transcurriendo una relación laboral entre un trabajador
y un fantasmal patrono.
Los contratos de trabajo, como cualquier contrato, deben ser cumplidos
de buena fe, y la buena fe del trabajador se funda en la creencia que la
persona con quien mantiene la relación es realmente el patrono, que es
quien le paga y le da órdenes o instrucciones, por lo que desconoce a la
sociedad empleadora, sus datos de registro, sus representantes, etc.
Ante esa creencia, el trabajador identifica como demandado a quien con
él mantiene la relación como subordinante, por aparecer éste como pro-
pietario del fondo de comercio, de la industria o de la empresa, de las
cuales muchas veces no logra obtener un dato firme sobre con quien ha
contratado, ni si se trata o no de una persona jurídica. En estos casos,
hasta suele confundirse el fondo de comercio, sin personalidad jurídica,
con quien lo dirige y la acción se incoa contra él, como director del fondo.
Es posible en estos supuestos, que los datos aportados en el libelo
sobre el demandado no sean tan precisos, pero ello no puede perjudi-
car al accionante, si la persona emplazada o citada es realmente el
patrono o su representante, a pesar que lo niegue o exija correcciones
a la demanda. El juez es un tutor de la buena fe, conforme a los artícu-
los 17 y 170 del Código de Procedimiento Civil. Si la persona natural o
jurídica citada como demandado, no lo fuere, y a pesar de ello, suplan-
ta al verdadero patrono, traba la litis y se produce un fallo, el verdade-
ro demandado contra quien se piden los efectos del fallo, podrá solicitar
la invalidación de tal proceso donde nunca fue parte, y anular la apa-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 17 9
rente citación inicial que lo ponía a derecho. Es más, antes de la sen-
tencia, ese verdadero demandado podría intervenir y solicitar la nuli-
dad de las actuaciones. Pero, nada de esto será posible ni legal, si el
‘verdadero’ demandado concurrió al juicio, y fijó los límites de la litis,
así su identificación en la demanda no sea perfecta, ya que la relación
jurídica procesal se formó correctamente.
(…omissis…)
A juicio de la Sala, la sentencia impugnada no fue emitida fuera de la
competencia de la juez que la dictó, y si hubo algún error, que no lo
verifica la Sala, en cuanto a considerar que el demandado era la socie-
dad hoy accionante en amparo, sería de juzgamiento, lo cual no da lugar
al amparo constitucional, menos aun cuando la Sala no encuentra que
los artículos denunciados de la Carta Fundamental hayan sido infringi-
dos por la sentencia, ya que ninguno se refiere a los hechos alegados. Si
la imprecisión sobre la persona del demandado hubiere producido algún
efecto adverso al hoy accionante, ello constituiría violación del artículo
49 de la Constitución el cual no fue denunciado. Pero apunta la Sala,
que habiendo sido Roberto Rosas citado como ‘dueño’ del impreciso
ente demandado, el cual tenía una denominación parecida a la de la
sociedad que el citado representa, y habiendo esta sociedad trabado la
litis como demandada, sin mantener una actitud diáfana de negativa
como tal, no hay otra posibilidad –como lo hizo el juez de la recurrida–
que considerar que la compañía que trabó la litis fue la demandada real,
y por tanto, había que considerarla como tal”.
El caso fue resuelto teniendo como base los siguientes argumentos:
18 0 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
“(…) Como se desprende de la doctrina y de la sentencia que fue cita-
da, cuando se ejerce el control difuso de la constitucionalidad, el juez,
en un caso concreto, resta eficacia a una norma jurídica por considerar
que es contraria al Texto Fundamental. A diferencia de lo que ocurre en
el control difuso, cuando el órgano competente realiza el control con-
centrado de la constitucionalidad, los efectos de sus decisiones tienen
un carácter general, en el entendido de que la declaratoria de nulidad de
una norma que es contraria a la Constitución, expulsa a aquélla del mundo
jurídico y, esa decisión, surte efectos erga omnes.
A esta altura, lo importante para esta Sala es destacar que, a través del
control difuso de la constitucionalidad, el criterio que lleva al juez a con-
siderar como inconstitucional determinada norma jurídica únicamente
produce efectos en el caso concreto, por lo cual, esa consideración no
ocasiona consecuencias inmediatas más allá de la contienda en la que el
control difuso se produce, habida consideración de que el juez no se
estaría pronunciado sobre la validez de la norma en cuestión con carác-
ter erga omnes.
En el caso autos, como ya fue advertido, el supuesto agraviado funda-
mentó la violación de sus derechos constitucionales en el hecho de que
el Juzgado Superior en lo Civil y Contencioso Administrativo de la Re-
gión de los Andes no aplicó el criterio que la Sala de Casación Civil
vertió en la sentencia que dictó el 21 de mayo de 2001.
Sin embargo, ello no produce violación de derechos constitucionales,
pues, a pesar de que dicha Sala consideró, en un caso concreto, que el
artículo 701 del Código de Procedimiento Civil era inconstitucional, esa
norma estaba vigente y, por tanto, quedaba a criterio del juez de instan-
cia su aplicación o no, en el supuesto de que estimara, al igual que la
Sala Civil, que su aplicación contrastara con los principios de la Carta
Magna. De hecho, nótese que la Sala de Casación Civil, en la sentencia
del 21 de mayo de 2001, no manifestó que el razonamiento que se siguió
en ese fallo fuese vinculante para los tribunales de instancia, sino que,
únicamente, exhortó a los jueces a seguirlo.
(…omissis…)
Ha de agregar esta Sala que si bien es cierto que el sólo hecho de que el
Juzgado Superior en lo Civil y Contencioso Administrativo de la Región
de los Andes se haya apartado de la doctrina de casación no ocasionó
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 18 1
alguna violación de derechos constitucionales, no es menos cierto que lo
correcto y lo recomendable sería que los tribunales de instancia obedez-
can los criterios de la Sala de Casación Civil en beneficio de la integri-
dad de la ley y la uniformidad de la jurisprudencia”.
La acción de amparo fue resuelta bajo los siguientes términos:
“(…) Determinar quién es la cabeza o controlante de un grupo, lo que
permitirá identificarlo de tal, así como quiénes son sus componentes, es
una cuestión de hecho que debe ser alegada y probada cuando se afir-
ma; pero ante la posibilidad de que sea difícil detectar la fuente de con-
trol, las leyes crean supuestos objetivos que –al darse– permiten
determinar la existencia de la red y sus componentes. Las leyes que
regulan los grupos van señalando los criterios legales para definir obje-
tivamente quién controla, como ocurre en materia bancaria, conforme
el artículo 161 del Decreto con Rango y Fuerza de Ley General de
Bancos y Otras Instituciones Financieras o, en materia de seguros, se-
gún lo dispuesto en el artículo 9 del Decreto con Rango y Fuerza de Ley
de Empresas Seguros y Reaseguros. Pero quien pretende obtener una
decisión que declare la existencia del grupo, tendría la carga de alegar y
probar su existencia y quién lo dirige conforme lo pautado en las leyes,
según el área de que se trate.
La unidad patrimonial y la responsabilidad común se patentiza en la Ley
Orgánica del Trabajo, en su artículo 177, que también parte del concep-
to de grupo, para la determinación de los beneficios de una empresa.
18 2 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Como uno de los criterios para distinguir la realidad de un conjunto es la
unidad económica, para verificarla no importa que esta unidad aparezca
dividida en diferentes explotaciones con personerías jurídicas distintas.
Es más, ni siquiera el que se lleven contabilidades separadas rompe la
noción de unidad económica del referido artículo 177 de la Ley Orgáni-
ca del Trabajo (y del artículo 21 de su respectivo reglamento). Si para el
cálculo de los beneficios a que tienen derecho los trabajadores, se to-
man en cuenta los beneficios del grupo, debe considerarse, una vez más,
que todo su patrimonio es una unidad. Siendo esto así, el traslado de
patrimonios de un elemento del grupo a otro es lícito, y a veces necesa-
rio, ya que la responsabilidad de uno de los miembros puede afectar al
resto, y una empresa que marche mal, puede proyectar esa responsabi-
lidad sobre otros componentes y hasta sobre el todo. Luego, el traslado
de fondos de una sociedad a otra es lícito y común, ya que si se va a
responder como un todo, lo justo y equitativo es que se trate que ese
todo no falle, pues el evitar cualquier falta es también de la responsabi-
lidad de los controlantes. Tampoco estos traslados de fondos, o reten-
ción de fondos en un momento dado, en operaciones intergrupos, pueden
considerarse ilícitas o ilegales, ya que ellos no son sino distribuciones de
capital con miras a sus intereses, el cual –como lo ha señalado este
fallo– responde como unidad. Es más, así se contabilicen como créditos
entre miembros, ellos –técnicamente– no lo son, ya que constituyen un
solo patrimonio.
Cada vez que puede calificarse como tal uno de estos ‘conjuntos so-
ciales’, se está ante un capital compacto para responder a los acreedo-
res, y por ello el reparto de capital entre las instrumentalidades es
intrascendente para quien actúa contra el grupo.
(…omissis…)
Del cúmulo de documentos que se recaben, se pueden demostrar las
composiciones accionarias u otras participaciones en el capital; los tras-
pasos de estas acciones, cuotas o participaciones; las decisiones toma-
das por accionistas, administradores, directores, etcétera; el capital
consolidado; así como los actos jurídicos donde los miembros del grupo
van desarrollando su vida mercantil o civil. La unidad económica, la
dirección de gestión, el control, o la influencia significativa sólo se capta
de la vida jurídica de los componentes del grupo, y esa vida jurídica –por
lo regular– es y debe ser escrita, ya que se adelanta mediante actos o
negocios jurídicos documentados, la mayoría de los cuales los contem-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 18 3
pla el Código de Comercio y otras leyes que rigen la materia societaria.
Mientras que en las compañías sometidas al control y vigilancia del Es-
tado, tal documentación será necesaria para cumplir con las exigencias
legales relativas a ese control y vigilancia.
(…omissis…)
La existencia del grupo, también puede demostrarse por la confesión
que sus miembros hagan judicial o extrajudicialmente. No es raro que,
públicamente, los grupos se presenten como tal, en su papelería, en
sus actos y hasta en las propagandas. La confesión tiene que ser pon-
derada por el Juez o la Administración, ya que dentro del grupo, el
declarante podría incluir a personas que no son sus componentes,
motivo por el cual, si todos los miembros no confiesan, deberá probar-
se la membresía de quienes no hayan aceptado su participación en el
grupo, sin que para nada éstos se vean afectados por la confesión de
los otros elementos del conjunto.
A juicio de la Sala, en un sistema de libertad de medios de prueba, en
principio cualquier medio podría ser utilizado para demostrar la existen-
cia del grupo, pero dentro de un sistema de valoración mixto, donde se
conjugan tarifas legales con la sana crítica, la prueba instrumental o
documental será la que convenza plenamente de tal existencia, debido
al mandato al juez de los artículos 1360 y 1363 del Código Civil.
(…omissis…)
El reconocimiento por diversas leyes de los grupos económicos como
sujetos de derechos, deberes y obligaciones, no encuentra en el Códi-
go de Procedimiento Civil, ni en otras leyes especiales adjetivas, una
normativa procesal que les sea en concreto aplicable, y ello genera
varias preguntas: 1) Quien acciona contra el grupo ¿tiene que deman-
dar a todos sus miembros?; 2) De no ser necesario demandar a todos
¿a quién entre ellos debe demandar y citar?; 3) ¿Puede hacerse ex-
tensiva la ejecución de un fallo contra uno de los miembros que no fue
demandado ni citado en el proceso principal?; 4) ¿Qué puede hacer la
persona que fue incluida en el fallo como miembro del grupo y no lo
es?; 5) ¿Puede el juez incluir en la sentencia a un componente del
grupo que no fue demandado, pero que consta en autos su existencia,
membresía y solvencia?.
18 4 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
A juicio de esta Sala, quien pretende obtener un fallo contra un grupo eco-
nómico y obtener la ejecución contra cualquiera de sus componentes, ha-
ciéndole perder a éstos su condición de persona jurídica distinta
(individualidad), debe alegar y probar la existencia del grupo, el incumpli-
miento de las obligaciones por uno de sus miembros, quien debido a su
insolvencia o actitud perjudicial pretende burlar al demandante, a fin que la
decisión abarque a todos los que lo componen. Sin embargo, tratándose de
una unidad, no es necesario citar a todos los componentes, sino que –con-
forme el artículo 139 del Código de Procedimiento Civil, aplicable por ana-
logía al caso– basta citar al señalado como controlante, que es quien tiene
la dirección del resto del conjunto, sin perjuicio de que cualquiera de las
partes, pida la intervención de otro de los componentes del grupo (ordinal 4º
del artículo 370 del Código de Procedimiento Civil), ya que a pesar que
como miembro del conjunto se confunde con la parte principal, hasta que no
se declare judicialmente la existencia del grupo, su situación se asimila a la
de un tercero, a los efectos del artículo 370 de la ley adjetiva civil.
(…omissis…)
Cuando no se ha demandado al grupo económico como tal ¿puede con-
denarse a alguno de sus miembros, no demandado ni citado?. Conforme
a los principios contenidos en el artículo 12 del Código de Procedimien-
to Civil y que rige a los procesos dominados por el principio dispositivo,
es necesario alegar la existencia del grupo, su conformación, e inexora-
blemente señalar cuál de sus componentes ha incumplido, motivo por el
cual en la sentencia definitiva se levanta el velo de la personalidad jurí-
dica al grupo y se determina la responsabilidad del otro u otros miem-
bros que, teniendo una personalidad jurídica propia, no mantuvo o
mantuvieron una relación jurídica con el demandante.
En estos casos, al sentenciarse al grupo, podría condenarse a sus miem-
bros identificados en el fallo, que fueron mencionados en la demanda,
así no fueran emplazados. Las pruebas sobre la existencia del grupo,
su controlante, etcétera, permiten al juez condenar –si fuere el caso–
a la unidad formada por todos los miembros y que quedó representada
por el controlante.
El principio anterior, a juicio de esta Sala, sufre una excepción en mate-
ria de orden público, cuando la ley señala una obligación –o una activi-
dad– que debe corresponder en conjunto al grupo. En la materia exclusiva
donde esa obligación o actividad en conjunto existe, así la demanda no
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 18 5
se incoe contra el grupo como tal, sino contra uno de sus componentes,
debido a que por la ley todos los miembros tienen una responsabilidad o
deben contribuir a resolver una situación, por lo que conocen de la de-
manda así no sea contra ellos, si de autos quedan identificados quiénes
conforman al grupo y sus características, la sentencia podrá abarcar a
los miembros de éste no mencionados en el libelo. No se trata exclusi-
vamente de una cuestión de solidaridad entre los diversos miembros del
grupo económico, como la denomina el artículo 21 del Reglamento de la
Ley Orgánica del Trabajo o el artículo 323 del Decreto con Rango y
Fuerza de Ley General de Bancos y Otras Instituciones Financieras, y
como fuese planteado por el fallo sometido a consulta, sino de una obli-
gación indivisible que nace por la existencia de los grupos; y este crite-
rio funciona exclusivamente en materia de orden público e interés social,
donde es necesario proteger al débil o a la sociedad, en aras de una
justicia eficaz, contraria a la multiplicidad de juicios, para dar cumpli-
miento a los artículos 2 y 26 constitucionales, y es en estas materias
donde se puede dictar el fallo contra personas determinadas que surgen
de autos como elementos del grupo, así no fueran mencionados en la
demanda. Claro está que ello sólo podría suceder, si hay pruebas inequí-
vocas del grupo, de sus componentes y del ente o sujeto controlante,
con las modalidades que esta figura asume en cada caso.
En la fase de ejecución de sentencia, donde no hay un proceso de cog-
nición, tal situación de extensión de la fase ejecutiva a quien no ha sido
demandado como miembro del grupo, no podría ocurrir, ya que el princi-
pio (salvo excepciones) es que el fallo debe señalar contra quién obrará
y, de omitir tal señalamiento, la sentencia no podría ejecutarse contra
quien no fue condenado.
Considera esta Sala que, si las leyes citadas en esta sentencia, recono-
cen –para los fines de cada una de ellas– la existencia de grupos econó-
micos, tal reconocimiento legal, que les genera obligaciones y derechos,
presupone que fuera de esas leyes y sus puntuales normas, los grupos
también existen, ya que no puede ser que se les reconozca para deter-
minados supuestos y para otros no, y que como tales pueden ser objetos
de juicios y todos sus componentes mencionados en la demanda sufrir
los efectos del fallo, así no se les haya citado, sino al controlante y al
miembro a quien se atribuya el incumplimiento (excepto en los casos
donde está interesado el orden público y el interés social).
(…omissis…)
18 6 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Todo lo anotado lleva al análisis de la materia laboral. La Ley Orgánica
del Trabajo, reconoce la existencia de grupos económicos, con base en el
criterio de unidad económica. En efecto, el artículo 177 de dicha ley, reza:
(…omissis…)
Por su parte, el reglamento de la referida ley, de una forma más precisa
que ésta, centrado también en el concepto de unidad económica, regula
la situación de los grupos económicos en los términos que siguen:
(…omissis…)
En opinión de esta Sala, la realidad de la existencia del grupo formado por
una unidad económica, tomado en cuenta para establecer un criterio de
determinación de beneficios, no queda confinada al cálculo de los mis-
mos, a los fines de establecer el monto a distribuirse entre los trabajado-
res de cada una de las empresas, sino que tal realidad grupal, se aplica a
la relación laboral de quienes contratan con los componentes del grupo,
tal como se desprende del artículo 21 aludido. Ello es cónsono con lo
dispuesto en el numeral 1 del artículo 89 constitucional: ‘En las relacio-
nes laborales prevalece la realidad sobre las formas o apariencias’.
La creación de una responsabilidad solidaria de todos los miembros de
un grupo de empresas, para responder a los trabajadores, obliga a cual-
quiera de los componentes del conjunto que sea demandado al pago de
las prestaciones del reclamante, así no sea el demandado el que realizó
el contrato laboral con el accionante.
Este es un tipo de responsabilidad que exige la ley al grupo para respon-
der a sus trabajadores por las obligaciones laborales, y tratándose de
una solidaridad, el demandado debe haber sido accionado judicialmente,
a fin que sea condenado en su condición de deudor solidario, no pudién-
dose ejecutar la decisión contra quien no fue demandado.
Pero la realidad es que quienes conforman al grupo, no adquieren nece-
sariamente una responsabilidad solidaria, ya que entre el grupo –que es
una unidad– no pueden existir acciones de regreso, como las contem-
pladas entre solidarios por el artículo 1238 del Código Civil, cuando el
grupo se ha constituido en base al criterio de unidad económica, ya que
el patrimonio efectivo es uno solo y mal pueden existir acreencias y
deudas entre sus miembros, que se extinguen por confusión.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 18 7
La solidaridad funciona, cuando el criterio que domina al grupo no es el
de la unidad económica y para precaver cualquier situación diferente a
ella, el artículo 21 del Reglamento de la Ley Orgánica del Trabajo, antes
transcrito, previene la solidaridad en su Parágrafo Segundo.
Igual ocurre cuando el grupo se conforma con un sentido diferente al de
la unidad económica, y actúa con abuso de derecho o fraude a la ley, caso
en el cual la responsabilidad es solidaria a tenor del artículo 1195 del
Código Civil, o cuando la ley así lo establezca. Pero cuando la unidad
económica es la razón de ser del grupo, ya no puede existir una responsa-
bilidad solidaria entre sus miembros, ya que la acción de regreso no exis-
te, sino que el grupo queda obligado por una obligación indivisible.
Por tanto, no se trata de una responsabilidad solidaria, sino de una obli-
gación indivisible del grupo, que actúa como una unidad económica y
que se ejerce repartida entre varias personas, y que en materia de or-
den público e interés social como lo es la laboral, persigue proteger los
derechos de los trabajadores. Se está ante una unidad patrimonial que
no puede ser eludida por la creación de diversas personas jurídicas.
Quien estructura un grupo económico para actuar en el mundo jurídico,
no puede eludir las responsabilidades mediante lo formal de la instru-
mentalidad, en perjuicio de contratantes, terceros, Fisco, etcétera. Ante
esta realidad, si en el curso de una causa donde está involucrado el
orden público y el interés social, surge la certeza de que hay otros miem-
bros del grupo formado por la unidad económica, diferentes a los de-
mandados, la sentencia puede abarcar a éstos, así no hayan sido
mencionados como accionados, ni citados. Al fin y al cabo, como miem-
bros de la unidad, conocen la obligación del grupo y uno de sus miem-
bros ha defendido los derechos grupales en la causa.
(…omissis…)
Para evitar tal efecto, se contempla expresamente en muchas leyes la
solidaridad, pero ella no tendría técnicamente razón de ser cuando no es
posible en teoría la acción de regreso, como ocurre en los grupos que
nacen bajo el criterio de la unidad económica, por lo que o se está ante
una obligación legal, lo que no resuelve el problema del emplazamiento
de uno solo de los miembros, o se está ante una obligación indivisible,
que sí posibilita la solución del emplazamiento de uno de sus miembros,
tal como se declara.
18 8 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Será la audiencia conciliatoria del proceso laboral, una oportunidad para
que se indague la existencia de los grupos.
Todo esto es diferente a la pretensión de ejecutar un fallo en materia
laboral contra quien no ha sido parte en un juicio y a quien no se le
menciona en el fallo que se pretende ejecutar, lo cual ha sido negado
por la Sala, tal como lo decidió en sentencia N° 3297/2003 (caso: Dina-
mic Guayana, C.A.), con ponencia del Magistrado José Manuel Delga-
do Ocando.
(…omissis…)
En el caso de autos, la Sala observa que de los folios 17 y 35 del expe-
diente, se evidencia que la Presidenta de TRANSPORTE SAET, S.A.
y de TRANSPORTE SAET LA GUAIRA, C.A., es la misma perso-
na: Gordana Cirkovic Cadek, titular de la cédula de identidad N°
2.157.839, y que en los estatutos de TRANSPORTE SAET LA GUAI-
RA, C.A. se declara que su principal accionista es TRANSPORTE
SAET, S.A. (folios 37 y 38), lo que demuestra que entre ambas socie-
dades, con la denominación común TRANSPORTE SAET, existe uni-
dad de gestión y unidad económica, por lo que se está ante un grupo,
que debe responder como tal a los trabajadores del mismo, así los servi-
cios se presten a una de las sociedades que lo conforman.
Siendo ello así, al condenarse al pago de una obligación laboral indivisi-
ble a la empresa controlante, el juez accionado en amparo no conculcó
los derechos a la defensa y al debido proceso invocados por la presunta
agraviada, ni actuó fuera de su competencia, contrariamente a lo decla-
rado por el a quo.
Con base en tales consideraciones, esta Sala Constitucional revoca la
decisión sometida a consulta y declara sin lugar el amparo intentado por
TRANSPORTE SAET, S.A., en contra de la sentencia dictada el 11
de julio de 2001, por el Juzgado de Primera Instancia del Trabajo de la
Circunscripción Judicial del Estado Vargas. Así se decide”.
(…omissis…)
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 18 9
‘... (L)a Sala apunta, que no escapa de su conocimiento, el que
sobre todo en el campo de las personas jurídicas, se trate de
diluir la responsabilidad de las mismas, constituyendo diversas
compañías de manera que unas enmascaran a las otras y ha-
cen difícil a los futuros accionantes determinar a quién deman-
dar. Se trata de un tipo de fraude que en principio nada tiene
que ver con la existencia de los grupos o unidades económicas
y su pluralidad de empresas.
Así mismo, apunta la Sala, que por notoriedad judicial conoce
cómo en materia laboral, las personas jurídicas patronales uti-
lizan prácticas tendentes a confundir al trabajador sobre quién
es su verdadero empleador; o como surgen –a veces hasta por
azar– situaciones que enmascaran al verdadero patrón. Esto
último puede ocurrir cuando el trabajador presta sus servicios
en un fondo de comercio con un nombre comercial definido,
recibe el pago y las instrucciones de una persona física, pero
desconoce –ya que recibe información insuficiente– quién es
el verdadero empleador, por lo general una persona jurídica a
quien el trabajador ignora.
Los enmascaramientos y la información insuficiente son acti-
tudes violatorias del artículo 17 del Código de Procedimiento
Civil, y que contrarían el artículo 1.160 del Código Civil, que
pauta que los contratos (entre los que está el de trabajo) se
ejecutan de buena fe.
Pero en materia de interés social, como la laboral, el juez tiene
que interpretar las normas con mayor amplitud a favor del dé-
bil, en beneficio de quien tiene las dificultades, y sin apegarse
19 0 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
2. A continuación la misma mayoría estima conveniente la referencia al
criterio que fue sentado mediante decisión N° 558/2001 (caso: Cada-
fe), en la que se argumentó lo siguiente:
‘... (E)l desarrollo de los negocios ha llevado a la existencia de perso-
nas (naturales o jurídicas), que dirigen una serie de actividades eco-
nómicas, o que adelanta una sola mediante diversas compañías o
empresas, formalmente distintas a la principal, pero unidas a ella no
sólo por lazos económicos, sino de dirección, ya que las políticas eco-
nómicas y gerenciales se las dicta el principal, quien a veces nombra
los administradores de estas sociedades o empresas, debido a que
tiene en las compañías –por ejemplo– una mayoría accionaría o de
otra índole, que le permite nombrarlos.
Jurídicamente no se trata de agencias o sucursales, ya que ad-
quieren una personería jurídica aparte del principal y distinta a la
de las agencias o sucursales, y en base a esa autonomía formal,
asumen obligaciones y deberes, teóricamente diferenciadas del
principal, pero que en el fondo obran como agencias o sucursales.
Diversas leyes vigentes han tomado en cuenta estas conexio-
nes, y a ellas se refieren, para evitar fraudes a la ley, abusos
de derecho, la defraudación de acreedores o terceros, la com-
petencia desleal, el monopolio encubierto, etc. Entre otras le-
yes, se refieren a los grupos, a las empresas vinculadas, etc: la
Ley del Mercado de Capitales (artículo 120), la Ley para Pro-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 19 1
mover y Proteger el Ejercicio de la Libre Competencia (artí-
culos 14 y 15); la Ley sobre Prácticas Desleales del Comercio
Internacional (artículo 2); la Ley General de Bancos y Otras
Instituciones Financieras (artículos 6,101 a 105 y 127); la Ley
de Impuesto Sobre la Renta (artículo 5); la Ley de Regulación
de la Emergencia Financiera (artículo 16); la Ley Orgánica del
Trabajo (artículo 177) y hasta en la Ley Orgánica de Amparo
sobre Derechos y Garantías Constitucionales (artículo 2) se
refieren a los grupos económicos o financieros, empresas con-
troladas, y sociedades vinculadas, que pueden tentativamente
dividirse, según la posición relativa que asuman en un determi-
nado momento, en: 1) Controlantes, 2) Interpuestas, 3) Filia-
les, 4) Subsidiarias y 5) Relacionados, tal como los nombra la
Ley General de Bancos y Otros Institutos Financieros, y otras
de las leyes mencionadas.
Las filiales, como lo dice la etimología de la voz, no pueden ser
sino hijos de las controlantes, si son sociedades fundadas di-
recta o indirectamente por los controlantes, con el objeto que
crean conveniente, y que pueden obrar en un momento dado
como personas interpuestas, pudiendo ser los administradores
los mismos que los de los controlantes, u otras personas que
reciben ordenes o instrucciones de aquellos, ya que son quie-
nes los nombran, en vista, de que –si son sociedades de capita-
les– son los principales dueños del capital social.
Muchas de estas sociedades o empresas creadas por la ‘casa
o dirección matriz’ o principal, además se presentan pública-
mente como filiales o miembros de un grupo o unidad econó-
mica, bien por declaraciones que hace el grupo en ese sentido,
sin que nadie los desmienta, o porque en sus actos una compa-
ñía o empresa se declara filial de otra, o utiliza símbolos, sig-
nos, lemas u otras expresiones que son compartidas con el
principal, quien así también se identifica y lo permite’.
3. En el número IV, el fallo del que se discrepa afirma, de un modo
genérico, que ‘el ordenamiento jurídico ha señalado deberes y obli-
gaciones solidarias a la actividad concertada entre personas jurí-
dicas y para ello ha reconocido a los grupos…’ y agrega, inmediatamente
después, que, ‘Como unidades que son, existe la posibilidad de que
19 2 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Es el caso que ninguna norma del ordenamiento jurídico venezolano es-
tablece que las compañías integrantes de los grupos de sociedades res-
pondan de manera indivisible de las que puedan ser consideradas como
obligaciones del grupo; ninguna norma del ordenamiento jurídico vene-
zolano establece una responsabilidad a cargo del grupo como unidad,
con un patrimonio ejecutable y con una responsabilidad jurídica diferen-
ciada; y ninguna norma o conjunto de normas acepta –como dice la
mayoría sentenciadora– que se está frente a una unidad que, al obligar-
se, asume obligaciones que no pueden dividirse en partes, ya que co-
rresponde a la unidad como un todo, por lo que tampoco puede ejecutarse
en partes, si se exige a la unidad (grupo) la ejecución, así la exigencia
sea a uno de sus componentes. Se parte de un falso supuesto de
derecho cuando se presume la existencia de una construcción jurídica
contraria al principio de la individualidad patrimonial de los sujetos de
derecho (arts. 1863 y 1864 del Código Civil) principio cardinal del dere-
cho común que tiene, además, en materia de sociedades mercantiles,
una expresión particular en el Código de Comercio, cuyo artículo 201,
después de la formulación de las reglas conforme a las cuales respon-
den las sociedades de sus obligaciones frente a terceros, agrega: ‘Las
compañías constituyen personas jurídicas distintas de las de los
socios’. Cualquier excepción a ese régimen general ha de ser objeto de
una formulación legislativa expresa y tal formulación no existe en los
términos que fueron expuestos en los párrafos que se citaron.
Así, el fundamento central de la sentencia de la cual se disiente, se
resume de la siguiente manera: la existencia de grupos empresaria-
les puede ser desconocida, de forma tal que a las sociedades inte-
grantes de tal grupo se les asignan ‘obligaciones indivisibles bien
porque la ley así lo señale expresamente, o bien porque la ley– al
reconocer la existencia del grupo y su responsabilidad como tal–
acepta que se está frente a una unidad que, al obligarse, asume
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 19 3
El fallo que antecede hace directa referencia, de esa manera, a la lla-
mada teoría del levantamiento del velo, cuyo concepto ha sido per-
filado en distintas decisiones de esta Sala Constitucional. Sin embargo,
se pretende la ampliación de esa teoría –claramente excepcional– y
propugna su aplicación general, con lo cual admite que determinada
sociedad mercantil, que no ha sido citada a juicio ni participado en éste,
sea condenada por la sentencia estimatoria de la demanda que hubiere
sido incoada contra otra compañía de comercio perteneciente al mismo
grupo que aquélla.
Una aplicación indiscriminada, como la que se preceptúa, de la teoría
del levantamiento del velo, supone un atentado directo contra el
derecho fundamental a la libertad de empresa que reconoce el
artículo 112 de la Constitución, e introduce elementos que afectan, sin
base legal alguna, la estabilidad jurídica que ha de informar a todas las
relaciones comerciales.
En efecto, no puede abordarse el análisis de la teoría del levantamiento
del velo sin la previa ponderación de que esta teoría se erige en funda-
mento para la restricción del ejercicio de la libertad de empresa, cir-
cunstancia de la que dimanan dos concretas conclusiones: la teoría del
levantamiento del velo debe estar recogida en una norma legal que,
expresamente, establezca tal limitación. Además, como toda res-
tricción a la libertad de empresa, la aplicación de esa teoría debe
hacerse de manera restrictiva, en procura de la menor lesión a la
libertad económica.
Como se reconoce en la sentencia de la que se aparta el salvante, esta
teoría del levantamiento del velo responde a una ordenación particular
de la libertad de asociación que reconoce el artículo 52 de la Constitu-
ción. Pero lo cierto es que, principalmente, la mencionada teoría da co-
bertura a la adopción de restricciones a la libertad de empresa, derecho
19 4 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
fundamental que abarca, dentro de sus atributos, la libertad de organi-
zación empresarial.
El derecho constitucional que permite a todos los particulares la dedica-
ción a la actividad económica de su preferencia, también da cobertura
al derecho a la adopción de la organización empresarial más acorde con
la actividad que se explote. La doctrina admite que la libertad económi-
ca puede ser afectada a través de los elementos subjetivos de la empre-
sa, lo que a su vez supondrá una limitación del derecho de asociación,
tal y como reconoce la sentencia del Tribunal Constitucional de 23 de
febrero, número 23/1987. (Sebastián Martín Retortillo Baquer, Dere-
cho administrativo económico, La Ley, Madrid, 1991, p. 194). No
obstante, y en tanto restricción a la libertad de empresa, la aplicación de
la teoría del levantamiento del velo debe responder –se insiste– a una
expresa habilitación legal que, en adición, deberá ser interpretada res-
trictivamente. Ya esta Sala Constitucional ha recalcado que toda res-
tricción al ejercicio de la libertad económica, además de su necesario
fundamento legal, debe ser interpretada en forma restrictiva, en acata-
miento a los principios de adecuación, proporcionalidad y racionalidad
(sentencia Nº 1140/2003, caso: C.A. Cervecería Nacional).
La decisión de la cual se disiente desvirtúa estos principios cardinales y,
de esa manera, deriva de la dispersa regulación legal que existe en la
materia, como un postulado general, la aplicación de la teoría del levan-
tamiento del velo, teoría que, en definitiva, permite afectar la esfera
jurídica de determinada sociedad mercantil, por hechos imputables a
otra sociedad, perteneciente al mismo grupo que aquélla. No se niega la
vigencia de esas concretas regulaciones legales. Sin embargo, la exis-
tencia de esas Leyes que regulan tal teoría desde variadas perspectivas
sectoriales, corrobora, precisamente, la conclusión central que antes se
indicó: el levantamiento del velo requiere expresa cobertura legal y sólo
dentro de la respectiva Ley, de interpretación restrictiva, podrán apli-
carse las consecuencias jurídicas derivadas de esta teoría. El plantea-
miento del cual se difiere admite, entonces, la aplicación analógica de
esas regulaciones legales sectoriales, para derivar de ahí una limitación
de general e indiscriminada aplicación. Bajo este razonamiento, bien
podría llegarse a la absurda conclusión de que ciertas restricciones, que
están generalmente recogidas en distintas Leyes (por ejemplo, la auto-
rización necesaria para la explotación de determinada industria o co-
mercio), podrían extenderse a otras actividades respecto de las cuales
el Legislador no ha previsto tal restricción.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 19 5
El planteamiento de fondo de la sentencia de la cual se discrepa es,
entonces, la generalización de la aplicación de una restricción o li-
mitación que, como tal, es de interpretación restrictiva. La Constitu-
ción de 1999 claramente dispone, en su artículo 112, que la libertad de
empresa sólo podrá ser limitada de conformidad con lo que establece la
Ley. Luego, si la Ley no ha establecido, para el caso concreto, determi-
nada limitación, ésta no puede aplicarse sobre la base del razonamiento
según el cual, se trata de una limitación ‘usual’ dentro del ordenamiento
jurídico. Tal afirmación ha sido reiterada insistentemente, cuando se ha
sostenido, por ejemplo, la exégesis restrictiva de cualquier limitación de
la libre actividad empresarial y de las condiciones de su ejercicio (sen-
tencia del Tribunal Supremo Español de 28 de mayo de 1991).
Las restricciones a la libertad de empresa, como es el caso de aquellas
que derivan de la teoría del levantamiento del velo, no pierden su carác-
ter excepcional por más reiteradas que se encuentren en las distintas
Leyes que concurren en la ordenación de la economía. Aun cuando esa
teoría aparezca en las diversas Leyes a las cuales se alude, siempre
será una excepción al principio general de libertad económica –en lo
que respecta a la organización de la empresa– y, como tal, su aplicación
tendrá que ser excepcional y restrictiva, sólo ante texto expreso.
4. Cuando hace referencia al domicilio de un grupo económico, la Sala
incurrió, de nuevo, en un exceso puesto que, de una norma de la Ley
Aprobatoria del Convenio sobre Arreglo de Diferencias Relativas a In-
versiones entre Estados Nacionales y otros Estados, que claramente
alude a personas jurídicas para la determinación de la nacionalidad de
los contratantes, deriva que la nacionalidad de los controlantes, a quie-
nes, en líneas anteriores, calificó como personas naturales ‘cabeza del
grupo’ determina la del grupo, la cual, ‘se ata a la nacionalidad de
los controlantes, que no son otros que aquellos que dirigen la uni-
dad económica, o de decisión o de gestión’.
5. En el número VI la mayoría sentenciadora afirma que ‘...quien pre-
tende obtener una decisión que declare la existencia del grupo,
tendría la carga de alegar y probar su existencia y quién lo dirige
conforme lo pautado en las leyes, según el área de que se trate’.
(Resaltado añadido).
19 6 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Dicha idea se reitera cuando se señala que ‘(d)eterminar quién es la
cabeza o controlante de un grupo, lo que permitirá identificarlo de
tal, así como quiénes son sus componentes, es una cuestión de he-
cho que debe ser alegada y probada cuando se afirma...’ . (Resal-
tado añadido).
En otros pasajes del fallo se vuelve sobre el punto y se destaca que:
‘...la decisión judicial o administrativa (...) que declara la exis-
tencia del grupo, tiene que estar precedida de pruebas
sobre los hechos que, según las leyes especiales, tipifican a
estos entes, o en términos generales, sobre la existencia de
sociedades controlantes y controladas y su vinculación en este
sentido’. (Resaltado añadido).
‘...quien pretende obtener un fallo contra un grupo económico y obtener
la ejecución contra cualquiera de sus componentes, haciéndole perder a
éstos su condición de persona jurídica distinta (individualidad), debe ale-
gar y probar la existencia del grupo, el incumplimiento de las obliga-
ciones por uno de sus miembros, quien debido a su insolvencia o actitud
perjudicial pretende burlar al demandante, a fin de que la decisión abar-
que a todos los que lo componen’. (Resaltado añadido).
En el detallado análisis que se hace del aspecto probatorio del tema que
ocupó a la Sala –el cual se estima excesivo por ser inútil para la solu-
ción del caso concreto e impertinente por su generalidad, a falta, justa-
mente, del marco fáctico de un caso concreto– parecen quedar excluidas
las sociedades irregulares del ámbito del Derecho Societario, cuya exis-
tencia puede probarse por cualquier medio de prueba ante la inexisten-
cia del documento ad substantiam actus que recoja su constitución,
que es, precisamente, el señalado por la mayoría como necesario para
la prueba de la constitución de las distintas sociedades que conforma-
rían un grupo económico o ‘conjunto societario’.
6. Cuando se inicia el razonamiento que se recoge en el capítulo VII
se alude a los grupos económicos como sujetos de derechos, deberes
y obligaciones, en errada interpretación de las leyes a que el fallo
hace referencia en puntos anteriores, ninguna de las cuales les otorga
tal carácter de sujetos de derecho, sino que permiten, de una u otra
forma, según el caso, la fiscalización y regulación de la actividad de
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 19 7
distintas sociedades, ellas sí sujetos de derecho en tanto que dotadas
de personalidad jurídica individual, en su conjunto, lo cual en modo
alguno convierte al conjunto en una persona –sujeto de derecho– dis-
tinta de sus componentes.
En efecto, llama la atención la insistencia con la cual la decisión objeto
de este voto salvado atribuye con carácter general al grupo financie-
ro, capacidad para ser titular de derechos y obligaciones, circunstancia
que se vincula, necesariamente, al reconocimiento de ese grupo como
sujeto de derecho. Insistentemente el fallo se apoya, como fundamento,
en las disposiciones del Decreto con Rango y Fuerza de Ley General de
Bancos y Otras Instituciones Financieras. Es preciso, por ello, hacer
referencia a algunas imprecisiones en las que se incurre en el análisis
de la esa Ley.
En criterio de quien disiente, se hizo un análisis errado del Decreto
con Rango y Fuerza de Ley General de Bancos y Otras Instituciones
Financieras, pues se tomaron disposiciones de esa Ley para extrapo-
larlas a situaciones que ninguna relación guardan con los fundamentos
de la regulación bancaria, en una ilegal inferencia. Debe recordarse,
así, que, en la actualidad, se admite que la regulación bancaria se fun-
damenta en la teoría de los ordenamientos jurídicos sectoriales,
que esbozó Giannini, conforme a la cual determinadas empresas se
someten, exclusiva y excluyentemente, a determinadas normas ju-
rídicas, cuya supervisión se encomienda a una Administración sec-
torial. (Diritto pubblico dell’economia, Editorial Il Molino, Bolonia,
1999, pp. 198-202). En adición, ese ordenamiento jurídico sectorial
tiene su fundamento en la necesidad de salvaguarda de la estabilidad
y solidez del sistema financiero.
La sentencia de la cual se disiente omite esa consideración y, de mane-
ra bastante simple, explana una supuesta teoría general de la doctrina
del levantamiento del velo, aplicable a todos los casos, con independen-
cia de la existencia de una Ley que dé cobertura a tal teoría. Sucede
que, en el contexto del Decreto con Rango y Fuerza de Ley General de
Bancos y Otras Instituciones Financieras, la figura del grupo financie-
ro (artículos 161 y 162) es desarrollada como justificación de las potes-
tades de supervisión de la Administración, y es así como la Ley alude a
la supervisión consolidada (artículo 216). Téngase en cuenta, sin em-
bargo, que tales previsiones no se ha instituido para desconocer la
19 8 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
personalidad jurídica de las distintas sociedades mercantiles que inte-
gran el grupo financiero, sino como permisión para que la Administra-
ción despliegue su potestad de supervisión sobre otras compañías distintas
a las instituciones financieras que, sin embargo, conformen con éstas un
grupo financiero. Incluso, puede sostenerse que la regulación banca-
ria reconoce la existencia de esa personalidad jurídica individualizada,
pues el artículo 216 del Decreto con Rango y Fuerza de Ley General de
Bancos y Otras Instituciones Financieras, claramente, alude a la super-
visión consolidada de las personas jurídicas que integran ese grupo, y
no al grupo en sí. Tan es así, que el grupo financiero es definido como
la sumatoria de distintas personas jurídicas (artículo 161). Se observa,
además, que ninguna disposición del Decreto con Rango y Fuerza de
Ley General de Bancos y Otras Instituciones Financieras, se aplica como
tal a los grupos financieros, ni asigna a éstos derechos y obligaciones:
tales derechos y obligaciones son imputados, por la Ley, a las personas
jurídicas que se integran en tal grupo.
Es preciso destacar, de lo anterior, que las normas del Decreto con
Rango y Fuerza de Ley General de Bancos y Otras Instituciones Finan-
cieras no recogen la doctrina del levantamiento del velo, en el sentido
de que la Superintendencia de Bancos y Otras Instituciones Financieras
no está facultada para el desconocimiento de la personalidad jurídica
de ciertas sociedades. Lo único que el Decreto con Rango y Fuerza de
Ley General de Bancos y Otras Instituciones Financieras aborda, es: (i)
el concepto de grupo financiero, cuya calificación puede ser hecha por
la Administración; y (ii) la posibilidad del ejercicio de la potestad de
supervisión de manera consolidada, respecto de todas las compañías
que integran el grupo.
Por otra parte, lo cierto es que las disposiciones de esa Ley que admiten
restricciones sobre el ejercicio de la libertad de empresa a partir del
concepto de grupo financiero, no pueden ser aplicadas, analógicamente,
a supuestos distintos a los que allí están preceptuados, no sólo por el
carácter restrictivo de toda limitación a la libertad económica, sino, ade-
más, por cuanto las disposiciones del Decreto con Rango y Fuerza de
Ley General de Bancos y Otras Instituciones Financieras únicamente
se aplican a los sujetos que, expresamente, están incluidos en ella, en
virtud de la ya comentada teoría del ordenamiento jurídico sectorial.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 19 9
7. De seguidas, el fallo hace un enrevesado razonamiento según el cual,
para que se condene a un grupo económico, es necesaria la alegación y
prueba de su existencia, pero no la citación de cada uno de sus miem-
bros, ni siquiera la de aquél a quien se atribuya el incumplimiento
de sus obligaciones, sino sólo la del ‘componente controlante’ –quien,
según líneas anteriores del fallo podría ser incluso una persona natural–,
sin perjuicio de que cualquiera de las partes del grupo participe como
tercero en la causa, ya que esa será su cualidad en el proceso ‘hasta
que no se declare judicialmente la existencia del grupo’ y se pre-
gunta el disidente cómo se pondrían en conocimiento de la demanda
esos otros miembros del grupo para participar como partes o como ter-
ceros si no es necesaria su citación. De esta inconsistencia parece, sin
embargo, percatarse la Sala más adelante, cuando destaca la importan-
cia de que las pruebas de la existencia del grupo económico sean con-
temporáneas con la demanda –¿documento fundamental que debe
acompañarse a la demanda so pena de extemporaneidad?– y declara
que ‘algunas empresas podrían ya no ser parte del grupo para esa
fecha, y si no se les emplaza, no podrían alegar tal situación, ya
que al no comparecer al juicio no la podrían exponer’, lo cual, por
obvio, hace inexplicable la afirmación anterior –emplazamiento innece-
sario– más allá de la evidente contradicción entre una afirmación y la
otra; la primera de las cuales se retoma luego cuando se sostiene la
posibilidad de condenatoria de un miembro del grupo, o del grupo ‘como
unidad’ que no hubiere mantenido una relación jurídica con el deman-
dante si se hubiere alegado y probado la existencia del conjunto, al cual
se ‘levantaría el velo’ de su personalidad jurídica. En este punto debe
insistir el disidente en que los grupos económicos carecen de per-
sonalidad jurídica propia. Por último, llama la atención que la senten-
cia, posteriormente, cuando concluye el capítulo VII, incurre en una
nueva –y afortunada– contradicción cuando afirma que, para la conde-
na de miembros del grupo que no hubieren participado en determinado
juicio, se debe haber citado al controlante ‘y al miembro a quien se
atribuya el incumplimiento’.
En todo caso, insiste el disidente en que no es cierto que el levanta-
miento del velo corporativo permite la condenatoria de una sociedad
mercantil que no ha sido parte en juicio, por la sola circunstancia de
pertenecer al mismo grupo empresarial que la sociedad mercantil
que sí había sido demandada. Por el contrario, el levantamiento del
velo permite desconocer las formas jurídicas adoptadas cuando se
20 0 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
haya hecho uso abusivo de éstas, para obviar la aplicación de
determinada disposición de orden público. Hay en este aspecto
una importante contradicción, pues la mayoría sentenciadora afirma,
inicialmente, que esa teoría ‘proviene del abuso del derecho de aso-
ciarse, o de un fraude a la Ley’, y de allí que las Leyes que las
regulan parten del supuesto en el cual la ficción de la personalidad
jurídica de las sociedades mercantiles se realiza para la evasión de la
‘responsabilidad grupal’. No obstante, en las consideraciones ge-
nerales que son efectuadas más adelante, tal requisito de ilicitud es
obviado como sostén de la afirmación que se comentó.
La ilicitud que sirve de soporte y fundamento de la doctrina en cues-
tión es aspecto definido dentro del Derecho venezolano en el sentido de
que la aplicación de esta teoría se supedita a la ilicitud del uso de la
personalidad jurídica de la sociedad mercantil y, por ende, guarda rela-
ción con las acciones de simulación, el hecho ilícito y el abuso de dere-
cho (Levantamiento del Velo de la Persona Jurídica: alcance,
bondades y peligros, en XXIX Jornadas J.M. Domínguez Escovar.
Derecho Mercantil, Barquisimeto, 2004, pp. 236 y 237).
Sobre esta nota determinante, esta Sala, en su sentencia Nº 152/2000,
caso: Firmeca 123 C.A., ha señalado lo siguiente:
‘En casos como el presente, y ello lógicamente no fue alegado
por los actores, cuando los administradores de las sociedades
son los imputados del delito que se comete, utilizando instrumen-
talmente a las personas jurídicas, el velo corporativo se levanta
con el fin de evitar el fraude a la ley que se hace presente cuan-
do las compañías, como personas distintas a sus administrado-
res, reclamen derechos que facilitan los efectos del delito. En
estas situaciones la personalidad jurídica de las sociedades se
confunde con la de sus administradores, motivo por el cual, al
los administradores defenderse, lo hacen también por sus repre-
sentados. Esto es tan cierto, que según la Ley de Ventas de
Parcelas (artículo 22) se pena tanto a los administradores como
a las personas jurídicas en los casos de los hechos tipificados
como delitos por dicha ley; por lo tanto, ni siquiera la condición
de terceros de las personas jurídicas con respecto a los adminis-
tradores, era oponible en esta materia…’.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 20 1
Bastará sin embargo, según la decisión en cuestión, que una sociedad
mercantil pertenezca al mismo grupo empresarial que otra, para que, en
su contra, puedan ejecutarse sentencias condenatorias que hubieren sido
dictadas respecto de ésta última, ello aun cuando en la constitución de
esas compañías comerciales no se haya incurrido en ninguna actuación
ilícita, esto es, aun cuando ello no responda a un acto de simulación. Se
ha desvirtuado, de esa manera, la teoría del levantamiento del velo cor-
porativo, al obviarse, sin ninguna motivación, cualquier consideración
sobre la causa que motivó la creación de tales sociedades, que debe
ser, necesariamente, una causa de simulación, ante la intención de bur-
lar, fraudulentamente, la aplicación de prohibiciones de orden público.
8. Manifiesta su preocupación el disidente respecto de otras afirmacio-
nes que se hacen en el fallo que guardan relación con la participación
en juicio de los distintos miembros de un grupo y que tampoco tienen
cabida lógica, legal ni constitucional; tales son:
20 2 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
‘De ser incluida en el grupo y sentenciada como tal, una perso-
na no citada y que no pertenece a él, la vía de la invalidación la
tiene abierta, en base al ordinal 1° del artículo 328 del código de
procedimiento civil, ya que fraudulentamente fue citada en otra
persona, como lo sería el o los representantes del grupo.
Igualmente la invalidación fundada en el ordinal 3° del artículo
328 del código de procedimiento civil, procedería si los instrumen-
tos que se usaron para probar la inclusión del condenado como
parte del grupo, eran falsos o fueron manejados falsamente’.
De los párrafos que fueron transcritos cabe pensar que cualquier juicio
–y no sólo los atañederos a grupos económicos– puede llevarse sin cita-
ción, porque el justiciable dispone de la invalidación, lo cual se reduce a
un absurdo. Además, la conclusión que aparece en el último de ellos
implica la prueba, en el juicio de invalidación, de que el agraviado no es
conformante del grupo, lo cual no es materia a dilucidarse en ese juicio,
sino en aquél en el que se afirma la existencia del grupo, asimismo, qué
sentido tiene la imposición del tortuoso camino de la invalidación si se
reconoce el derecho a cuestionar la pertenencia al grupo, lo adecuado
es que se permita hacerlo en el juicio en el que se haga tal aseveración,
por último, no se comprende que el justiciable alegue y pruebe que no
pertenece al grupo económico (por lo cual no debió ser- demandado o
‘mencionado’ ni condenado) y que se reponga la causa que motivó la
invalidación para que alegue y pruebe lo que ya adujo y demostró ante
los mismos sujetos, porque las partes del juicio originario son los deman-
dados por invalidación.
9. Pero la Sala fue todavía más allá respecto a la posibilidad de que
quien no ha sido parte en un juicio determinado pueda ser, sin embar-
go, condenado, al establecer una llamada ‘excepción’ a los conceptos
que venía desarrollando y que se han comentado supra, ‘en materia
de orden público’ que operaría ‘cuando la ley señala una obliga-
ción –o una actividad– que debe corresponder en conjunto al
grupo’, aunque no mencionó la mayoría cuál o cuáles serían esas
leyes. En este caso, no sería necesaria siquiera la mención de una
persona en la demanda para que pueda ser condenada en un juicio que
le es ajeno, ‘si de autos quedan identificados quiénes conforman
el grupo y sus características’.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 20 3
Ahora bien, afirma la sentencia objeto de discrepancia que en aquellas
materias de orden público como la laboral, el principio anterior sufre
una excepción ‘...cuando la ley [no se especifica cuál] señala una obli-
gación –o una actividad– que debe corresponder en conjunto al grupo,
en la materia exclusiva donde esa obligación o actividad en conjunto
existe, así la demanda no se incoe contra el grupo como tal, sino contra
uno de sus componentes, debido a que por la ley [tampoco se especifi-
ca] todos los miembros tienen una responsabilidad o deben contribuir a
resolver una situación, por lo que conocen de la demanda así no sea
contra ellos, si de autos quedan identificados quiénes conforman al gru-
po y sus características, la sentencia podrá abarcar a los miembros de
éste no mencionados en el libelo’.
Lo anterior significa que, en relación con este integrante grupal que no
se mencionó (tercero ajeno al juicio), no se hizo la alegación que impone
la carga; que ante tal falta de alegación toda prueba es inadmisible por
impertinente y que, ante el incumplimiento de ambas cargas, alegación
y prueba, quien incumplió deberá cargar con la secuela adversa de su
inobservancia; sin embargo, la excepción en cuestión se refiere a la
condena de alguien que no se mencionó en el escrito continente de la
demanda, sin que se explique cómo, jurídicamente hablando, puede lle-
garse al conocimiento de tal conformante grupal que ni siquiera se men-
cionó, como sucedió en el caso de autos, tal como se comentará infra.
Si la existencia del grupo es una cuestión de hecho cuya alegación y
prueba son indispensables para su establecimiento en juicio, ello forma
parte del THEMA DECIDENDUM y, por tanto, debe dársele la oportuni-
dad a aquéllos que supuestamente conforman el grupo para que hagan
sus alegaciones y la correspondiente promoción y evacuación de las prue-
bas que tengan a bien, así como la posibilidad de control y contradicción
de las que haya aportado su contrario; de allí que, a juicio de quien disien-
te, la excepción de la que habla la mayoría no tiene justificación jurídica
válida; además, es de suma gravedad ya que significa la aprobación o
asentimiento por parte de esta sala, (máximo garante y último intérprete
de la constitución), de una CONDENA SIN FÓRMULA DE JUICIO,
lo cual es inaceptable, tal como lo declaró la corte suprema de justicia en
pleno cuando anuló, precisamente por ese motivo, el artículo 22 de la ley
orgánica de amparo sobre derechos y garantías constitucionales, tampo-
co se explica cómo llegará el juez al convencimiento de la existencia de
un grupo económico –en los términos del fallo que antecede– y de quié-
nes lo conforman, si no es necesario que ello sea objeto de alegación y
20 4 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
prueba, como sucedió en el caso de autos, en el que no hay ni alegato ni
prueba de la existencia de una compañía distinta a la que fue demandada
y, sin embargo, el juez de la causa condenó a un tercero que no había sido
parte en el juicio, sin que se sepa cómo arribó a la conclusión de que era
ese tercero quien debía ser condenado.
A juicio de quien suscribe, el ordenamiento jurídico venezolano no per-
mite la excepción de la que habla la mayoría, ni siquiera en materia
laboral u otras de orden público, ya que su aplicación comporta un des-
equilibrio procesal intolerable en cualquier Estado de Derecho, porque
es contraria al principio de la tutela judicial eficaz que preceptúa el ar-
tículo 26 de la Constitución vigente, así como al debido proceso y al
derecho fundamental a la defensa que reconoce nuestra Carta Magna a
toda persona (natural o jurídica), y que implica el derecho a ser oído con
las debidas garantías, dentro de un plazo razonable, así como la posibili-
dad de alegación y prueba (ex artículos 26 y 49 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela), como lo ha declarado esta Sala
Constitucional en innumerables decisiones.
Desde otro punto de vista, las consideraciones de la sentencia han
sido formuladas de manera general, referibles a todos los supuestos
en los cuales se demanda a determinada compañía de comercio que
conformen un grupo empresarial, lo que constituye, sin duda, una in-
debida aplicación de la teoría del levantamiento del velo. Primero, pues
ésta, en tanto soporte de restricciones de la libertad de empresa, debe
estar expresamente reconocida en la Ley; además, por cuanto el le-
vantamiento del velo sólo queda justificado ante la realización de ac-
tos de simulación (Vid. supra).
La tesis según la cual el derecho a la defensa ‘del grupo’ se garantiza
con la participación de cualquiera de sus componentes o de su contro-
lante, recoge, en realidad, un pálido reflejo del derecho a la defensa que
postulan los cardinales 1 y 3 del artículo 49 de la Constitución. Así, lo
cierto es –debe insistirse en ello– que la sociedad mercantil contra cuyo
patrimonio se ejecuta un fallo que hubiere sido pronunciado en un juicio
en el cual no fue parte, no tuvo oportunidad de desvirtuar los elementos
de procedencia de la aplicación de la teoría del levantamiento del velo.
Muy especialmente, no pudo desvirtuar que, en cualquier caso, la crea-
ción de distintas compañías que estén adscritas a una sociedad matriz
no responde a un acto de simulación, lo que es, como se ha dicho, pre-
supuesto esencial para la aplicación de la señalada tesis.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 20 5
En esta línea de pensamiento se encuentra, entre nosotros, Francisco
Hung Valliant (Doctrina del levantamiento del velo por abuso de la
personalidad jurídica, en El Derecho Público a comienzos del Si-
glo XXI. Estudios Homenaje a Allan R. Brewer-Carías, Tomo II,
Civitas, Madrid, 2003), quien sostiene que esa teoría es de aplicación
restrictiva, que no extensiva. Así, el prenombrado autor afirma que ha
de partirse, siempre, del hermetismo de la personalidad jurídica, y rese-
ña, así, que la posición mayoritaria de la doctrina apunta al ‘carácter
restrictivo y subsidiario de aplicación de la técnica del levanta-
miento del velo’ (p. 2038). Como nota determinante de esa doctrina, se
hace alusión al necesario fraude que legitima la enervación de la perso-
nalidad jurídica, pues ‘cuando un grupo de personas actuando de
buena fe constituyen una sociedad mercantil y cumplen al respecto
todas las disposiciones legales del caso, el reconocimiento de la
diferencia, autonomía e independencia de las personas jurídicas
es invulnerable y como consecuencia, también lo es la diferencia-
ción de personalidades jurídicas y la existencia de patrimonios di-
versos. La razón de ello es sencilla: la ley permite a los ciudadanos,
y éstos tienen la expectativa legítima plausible de ello, que en un
Estado de Derecho los órganos encargados de la aplicación de la
ley (administrativos y jurisdiccionales) observen y respeten los efec-
tos que la constitución de tales sociedades apareja conforme a lo
estipulado en un sistema jurídico’. (Destacado añadido, p. 2.039).
de la empresa. Además, el desconocimiento de esa personalidad única-
mente procederá cuando quede plenamente comprobada la realización
de un acto de simulación, esto es, cuando la constitución de varias so-
ciedades mercantiles respondan a un ejercicio abusivo del derecho de
libertad económica. Todo ello corrobora que la aplicación de esa teoría,
para la ejecución de sentencias condenatorias contra determinada so-
ciedad, sólo es posible en el marco de un debido proceso que, conforme
a las garantías del artículo 49 de la Constitución, asegure el derecho a la
defensa de la compañía que resulte afectada.
10. Por otra parte, se declara que la responsabilidad de la totalidad de los
miembros de un grupo respecto de las obligaciones que hubieren asumido
o incumplido cada uno de sus miembros, devendría, no de la solidaridad
entre estos últimos, ‘sino de una obligación indivisible que nace por
la existencia de los grupos en materia de orden público e interés
social, donde es necesario proteger al débil o a la sociedad, en aras
a una justicia eficaz, contraria a la multiplicidad de juicios, para
dar cumplimiento a los artículos 2 y 26 constitucionales’.
Al respecto, observa quien disiente, en primer lugar, que la Sala no
fundamentó, en forma alguna, la vinculación de una norma genérica,
declarativa de principios, como el artículo 2 constitucional, con el caso
muy concreto que se analiza. Además, se pretende que con la errada
tesis que se maneja se evitaría la multiplicidad de juicios, cuando, en
realidad, es fácil colegir que, por el contrario, la sentencia de la que se
discrepa multiplicará las causas que competen a la jurisdicción consti-
tucional ya que generará, junto con la interposición de numerosos re-
cursos de invalidación –como la propia mayoría lo sugiere–, amparos
constitucionales por violación a los derechos a la defensa y al debido
proceso por la condenatoria de personas ajenas a los procesos en que
hubieren sido condenados, medio éste idóneo para tal fin, de confor-
midad con lo que ha declarado reiteradamente esta misma Sala (Cfr.
ss.S.C. N° 403 de 02-04-01, caso: Simpe C.A. N° 1787 de 25-09-01,
caso: Inversiones Hermisant C.A. y 137 de 23-05-03, caso: Freddy
Alberto Pérez Pérez, entre otras). Por último, en criterio del disidente
las apreciaciones aludidas son innecesarias porque la eventual multi-
plicidad de causas encuentra solución en el ordenamiento jurídico a
través de la figura del litis consorcio que respeta los derechos consti-
tucionales de todas las partes del proceso.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 20 7
En cuanto al carácter ‘indivisible’ de las obligaciones de los distintos
miembros de un grupo, éste no derivaría ni de la naturaleza misma de la
obligación –que si es dineraria, como en el caso de autos, es, por el
contrario, esencialmente divisible– ni de la ley –si cupiera la distinción–
sino, por vez primera, del criterio de la sentencia que antecede.
Quien discrepa estima, con Ángel Cristóbal Montes, que las obligacio-
nes indivisibles lo son, todas, natura rerum:
‘Desde el punto de vista de los sujetos el cuadro obligacional
queda cerrado por las categorías de las obligaciones manco-
munadas, solidarias y, en su caso, conjuntas; ahora, en cambio,
al igual que ocurre con las obligaciones alternativas y genéri-
cas, nos encontramos en presencia de una relación obligatoria
cuyo matiz determinador y su impronta caracterizadora vienen
dados por las circunstancias de que su objeto es indivisible,
sin perjuicio de que semejante factor pueda venir coordinado
con el hecho de que el vínculo plural se presente como manco-
munado o solidario’.
(...)
El olvido de la referencia obligada al objeto y la postergación
del hecho de que la indivisibilidad es algo que debe contem-
plarse bajo el prisma primario de la naturaleza y las circuns-
tancias de la prestación debida han contribuido sobremanera a
enturbiar la especie que nos ocupa, a primar en exceso el jue-
go de los sujetos y, en definitiva, a trasladar progresivamente
la materia desde el campo del objeto de la relación al de los
titulares de la misma. (Destacado añadido. Cfr. Montes, Án-
gel Cristóbal, Las Obligaciones Indivisibles, Editorial Tec-
nos, Madrid, 1991, pp. 33 y ss).
11. Tampoco comparte el salvante un gran número de afirmaciones que
se hacen en el fallo del que disiente, bien sea por que son falsas, contie-
nen imprecisiones de orden técnico, excesos expresivos, contradiccio-
nes, o por las graves consecuencias sociales y económicas que de ellas
pudieran derivarse, entre las cuales se destacan:
lidad (artículo 1254 del Código Civil) por lo que el pago y el
cumplimiento efectuado por uno de los miembros del
grupo libera a los otros’.
‘La identificación del controlante es de vital importancia, ya
que la persona natural o jurídica que ocupa esa posición va a
tener la mayor responsabilidad derivada de los actos del grupo,
y a su vez obliga a los controlados como miembros de él’.
‘El reconocimiento por diversas leyes de los grupos económi-
cos como sujetos de derecho...’. (Resaltado añadido).
‘...en la sentencia definitiva se levanta el velo de la persona-
lidad jurídica al grupo...’. (Resaltado añadido).
‘...quienes conforman al grupo, no adquieren necesariamente
una responsabilidad solidaria, ya que entre el grupo –que es
una unidad– no pueden existir acciones de regreso, como las
contempladas entre los solidarios por el artículo 1238 del Códi-
go Civil, cuando el grupo se ha constituido en base al criterio
de unidad económica, ya que el patrimonio efectivo es uno
solo y mal pueden existir acreencias y deudas entre sus miem-
bros, que se extinguen por confusión’. (Resaltado añadido).
‘...cuando la unidad económica es la razón de ser del grupo
ya no puede existir una responsabilidad solidaria entre sus
miembros, ya que la acción de regreso no existe, sino que el
grupo queda obligado por una obligación indivisible’.
(Resaltado añadido).
‘Se está ante una unidad patrimonial que no puede ser elu-
dida por la creación de diversas personas jurídicas’. (Resal-
tado añadido).
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 20 9
‘(é)ste [se refiere al grupo] tiene un patrimonio o dirección
consolidada y responde con él por medio de todos sus compo-
nentes, si es que dentro del grupo la persona jurídica que asume
las obligaciones las incumple’. (Resaltado añadido).
‘La unidad patrimonial y la responsabilidad común se pa-
tentiza en la Ley Orgánica del Trabajo, en su artículo 177, que
también parte del concepto de grupo, para la determinación de
los beneficios de una empresa. Como uno de los criterios para
distinguir la realidad de un conjunto es la unidad económica,
para verificarla no importa que ésta unidad aparezca dividida
en diferentes explotaciones con personerías jurídicas distintas.
Es más, ni siquiera el que lleven contabilidades separadas rompe
la noción de unidad económica del referido artículo 177 de la
Ley Orgánica del Trabajo (y el artículo 21 de su respectivo
reglamento). Si para el cálculo de los beneficios a que tienen
derecho los trabajadores, se toman en cuenta los beneficios
del grupo, debe considerarse, una vez más, que todo su
patrimonio es una unidad. Siendo esto así, el traslado de
patrimonios de un elemento del grupo a otro es lícito, y a veces
necesario, ya que la responsabilidad de uno de los miem-
bros puede afectar al resto, y una empresa que marche mal,
puede proyectar esa responsabilidad sobre otros componentes
y hasta sobre el todo. Luego, el traslado de fondos de una
sociedad a otra es lícito y común, ya que si se va a respon-
der como un todo, lo justo y equitativo es que se trate que
ese todo no falle, pues el evitar cualquier falta es también de la
responsabilidad de los controlantes. Tampoco estos traslados
de fondos, o retención de fondos en un momento dado, en ope-
raciones intergrupos, pueden considerarse ilícitas o ilegales,
ya que ellos no son sino distribuciones de capital con miras a
sus intereses, el cual –como lo ha señalado este fallo– res-
ponde como una unidad. Es más, así se contabilicen como
créditos entre miembros, ellos –técnicamente no lo son–, ya
que constituyen un solo patrimonio. (Resaltado añadido).
‘Cada vez que puede calificarse como tal uno de estos conjun-
tos sociales, se está ante un capital compacto para respon-
der a los acreedores, y por ello el reparto del capital entre
las instrumentalidades es intrascendente para quien actúa con-
tra el grupo’. (Resaltado añadido).
21 0 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
En todos los asertos que anteceden se parte del mismo error, se consi-
dera al grupo como un ente con personalidad jurídica y con patrimonio
propio, sujeto de derecho con obligaciones, deberes y responsabilidad,
cuando ello es completamente falso ya que, como se indicó en este
escrito, el grupo carece de personalidad jurídica y, por ende, no es
sujeto de derecho, no cuenta con un patrimonio propio, no ad-
quiere obligaciones ni es responsable como tal.
A juicio del salvante, afirmaciones como las que fueron transcritas aten-
tan contra el desarrollo de nuestra economía y podrían aparejar conse-
cuencias nefastas para la sociedad, ya que la inseguridad jurídica que
de las mismas dimana desfavorece la situación de hecho que representa
el fenómeno de los agrupamientos económicos, los cuales han sido de-
terminantes para el desarrollo de la actividad económica moderna y
contemporánea a nivel mundial.
12. En cuanto a la materia laboral –marco del caso concreto que
se decidió– se cita el artículo 177 de la Ley Orgánica del Trabajo
para la afirmación del reconocimiento de grupos económicos a
pesar de que tal reconocimiento no se desprende de la norma,
en la que ni siquiera se habla de grupos.
En el caso concreto de la Ley del Trabajo, el artículo 177 establece
únicamente que la determinación definitiva de los beneficios de una
empresa se hará con atención al concepto de unidad económica de la
misma, aun en los casos en que ésta aparezca dividida en diferentes
explotaciones o con personerías jurídicas distintas u organizada en dife-
rentes departamentos, agencias o sucursales, para los cuales se lleve
contabilidad separada. La única obligación para la empresa es la del
cálculo de los beneficios en función de unidad económica (la palabra
grupo ni siquiera es mencionada). Ahora bien, el artículo 21 del Regla-
mento de la Ley establece una responsabilidad solidaria de los patronos
que integran un grupo de empresas –ajena a la naturaleza de la obliga-
ción (divisible)– con respecto a las obligaciones laborales contraídas
con sus trabajadores, a pesar del rango legal que debe tener la solidari-
dad a falta de convenio entre las partes, a tenor de lo que dispone el
artículo 1.223 Código Civil
Esta norma excede el marco reglamentario, en cuanto que no se ajusta
al espíritu, propósito y razón de ley que desarrolla, ya que le agrega una
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 21 1
cualidad –el principio de solidaridad– a la responsabilidad de los patro-
nos que no está en la ley reglamentada. Esta norma reglamentaria, que
no debería recibir aplicación por su evidente inconstitucionalidad, es
objeto de una cuestionable interpretación por la mayoría sentenciadora
cuando afirma que ‘no se trata de una responsabilidad solidaria,
sino de una obligación indivisible del grupo, que actúa como una
unidad económica y que se ejerce repartida entre varias personas,
y que en materia de orden público e interés social como lo es la
laboral, persigue proteger los derechos de los trabajadores. Se está
ante una unidad patrimonial que no puede ser eludida por la crea-
ción de diversas personas jurídicas’. En otras palabras, el reglamen-
to excede a la ley y la sentencia va más allá del reglamento ya que, en
todo caso, la solidaridad que impone debe ser, en nuestro ordenamiento
jurídico, materia de lege ferenda.
13. Afirma la sentencia en el capítulo VIII:
‘Quien estructura un grupo económico para actuar en el mundo
jurídico, no puede eludir las responsabilidades mediante lo for-
mal de la instrumentalidad, en perjuicio de contratantes, terce-
ros, Fisco, etcétera. Ante esta realidad, si en el curso de una
causa donde está involucrado el orden público y el interés so-
cial, surge la certeza de que hay otros miembros del grupo for-
mado por la unidad económica, diferentes a los demandados, la
sentencia puede abarcar a éstos, así no hayan sido mencionados
como accionados, ni citados. Al fin y al cabo, como miembros
de la unidad, conocen la obligación del grupo y uno de sus miem-
bros ha defendido los derechos grupales en la causa.
21 2 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Se perdería el efecto del levantamiento o suspensión del velo,
si el acreedor tuviere que dividir su acreencia, e ir contra cada
uno de los partícipes del conjunto, y ello no es lo previsto en las
leyes especiales que regulan la responsabilidad grupal.
Para evitar tal efecto, se contempla expresamente en muchas
leyes la solidaridad, pero ello no tendría técnicamente razón de
ser cuando no es posible en teoría la acción de regreso, como
ocurre en los grupos que nacen bajo el criterio de la unidad
económica, por lo que o se está ante una obligación legal, lo
que no resuelve el problema del emplazamiento de uno solo de
los miembros, o se está ante una obligación indivisible, que sí
posibilita la solución del emplazamiento de uno de sus miem-
bros, tal como se declara’.
El criterio que fue establecido en los anteriores párrafos es contrario al
principio constitucional del debido proceso (art. 49 de la Constitución),
al principio constitucional de acceso a la justicia (art. 26 eiusdem) y al
principio de la relatividad de la cosa juzgada (art. 273 del Código de
Procedimiento Civil).
La imputación directa de responsabilidad para los integrantes del grupo
que pretende la sentencia que origina este voto no tiene sustento legal
tampoco en el derecho comparado. Nuestra doctrina se ha hecho eco
de esta situación en estos términos:
‘En el ámbito comunitario europeo no ha tenido acogida la pro-
puesta de modular la responsabilidad de la controlante por las
deudas de la controlada según la técnica de la desestimación de
la personalidad jurídica, que ya había sido adoptada en el Código
Civil italiano en el artículo 2362 y estaba contenida en el modelo
de sociedad europea. Tal como lo explica Galgano, el artículo
239 del estatuto de la sociedad europea formulaba la regla se-
gún la cual la empresa dominante era, en caso de insolvencia de
la dominada, solidariamente responsable de las obligaciones asu-
midas por ésta. En el proyecto de Séptima directiva se prefirió
acoger el modelo de la ley alemana, el cual excluye la imputabi-
lidad directa a la controlante de las obligaciones asumidas por la
controlada, pero admite la responsabilidad extracontractual de
la primera bien frente a la segunda o bien frente a los accionis-
tas de ésta, y regula la acción subrogatoria de los acreedores y
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 21 3
de los accionistas de la controlada frente a la controlante’. (Mor-
les Hernández, Alfredo. Curso de Derecho Mercantil. Las so-
ciedades mercantiles, Tomo II, 5a edición; Universidad Católica
Andrés Bello, Caracas 2002, p. 1.639).
Cosa distinta es el abuso de la personalidad jurídica o el recurso al fraude,
cuestiones que deben ser objeto de alegato y prueba en el proceso res-
pectivo. Sobre estos particulares nuestra doctrina ha sido bien precisa:
‘El grupo carece de personalidad jurídica. Tanto la sociedad
matriz como las sociedades filiales tienen, cada una, su propia
personalidad jurídica. La situación del grupo es una situación
de hecho, deliberadamente querida por los miembros del gru-
po. Si no existieran personalidades jurídicas diferenciadas, los
organizadores del grupo acudirían a establecer agencias, su-
cursales u otras formas de dispersión de lo que sería una uni-
dad. Por otra parte, los grupos son, generalmente,
organizaciones dinámicas y expansivas a las cuales se incor-
poran nuevos miembros o de las cuales se desprenden algu-
nos. Por lo tanto, el grupo no tiene patrimonio propio, no puede
ser ejecutado ni puede quebrar.
Cada una de las sociedades del grupo tiene una personalidad
jurídica completa, tan completa como si fuera económicamen-
te autónoma (Gunyon) y no existiera la relación de dependen-
cia o dirección unitaria propia del grupo. Las excepciones a
este principio provienen de la ley o de la aplicación de princi-
pios generales. En consecuencia, las empresas integrantes del
grupo pueden contratar entre sí; los administradores de cada
sociedad tienen una responsabilidad específica, circunscrita a
la gestión de ésta; los acreedores de cada empresa sólo pue-
den ejecutar sus créditos contra su deudor individual; los ac-
cionistas de cada sociedad sólo son accionistas de ésta; la
quiebra de un miembro del grupo no afecta al resto de sus
integrantes; las utilidades y las pérdidas son utilidades y pérdi-
das de las sociedades y no del grupo. Todo esto significa que
el control que mantiene la cohesión del grupo es lícito y no
crea obligaciones ni para la controlante ni para la controlada, a
menos que se cause un daño a otro.
21 4 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Para poder desestimar la personalidad jurídica de la sociedad se
tiene que estar frente a un cúmulo de circunstancias por medio
de las cuales se compruebe que se ha producido una confusión
de patrimonio y una indiferenciación de los órganos de adminis-
tración; que se ha renunciado de manera expresa, virtual o táci-
ta a la personalidad jurídica; o que existe un propósito de fraude’.
(Morles Hernández, Alfredo. Idem, pp. 1.646 a 1.647).
14. Por último, no puede dejar de resaltarse que la mayoría, después de
las largas disquisiciones a que se ha hecho referencia, dedicó sólo unos
pocos párrafos al caso concreto, a través de los cuales respaldó la con-
denatoria en juicio de una persona jurídica distinta de la que se deman-
dó, que ni siquiera fue mencionada en el curso de la causa –mucho
menos fue citada o tuvo participación alguna en el proceso– sin fórmula
de juicio alguno, y sin que se hubiere alegado ni probado la existencia de
un grupo económico, incongruencia ésta de tal entidad que no sólo vicia
de nulidad al fallo por ilegalidad (ex artículo 243.5 del Código de Proce-
dimiento Civil), sino que también lo inficiona de inconstitucionalidad ya
que vació de contenido el derecho a la tutela judicial efectiva de la que-
josa (artículo 26 de la constitución), así como sus derechos a ser oída y
a la defensa, componentes esenciales del debido proceso que reconoce
el artículo 49 eiusdem.
En efecto, de la revisión del expediente correspondiente, se observa que
se demandó a Transporte Saet La Guaria C.A., cuyo emplazamiento se
acordó en el auto de admisión y que se identificó por el demandante a
través de sus datos de registro en el Registro Mercantil de la Circunscrip-
ción Judicial del Distrito Federal, con inscripción, el 25 de septiembre de
1996, bajo el N° 06, Tomo 256-A Pro. El entonces demandante solicitó la
práctica de la citación en las personas del Representante Legal de la
compañía, Juan José Lucas Riestra Delgado o del Administrador, Ramón
Gil, en la sede de ésta: Parroquia Catia La Mar, Estado Vargas, detrás del
Centro Comercial Victoria. Sin embargo, en la sentencia de primera ins-
tancia laboral se identificó a la parte demandada como ‘Transporte Saet
C.A. inscrita en el Registro Mercantil Primero de la Circunscripción Judi-
cial del Distrito Federal y Estado Miranda, en fecha 15 de marzo de 1956,
bajo el N° 53. Tomo 3-A’, sin justificación alguna.
La sentencia en cuestión narra que no fue posible la citación, según dio
cuenta el alguacil de ese tribunal, en diligencia del 18 de octubre de 2000
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 21 5
que consta en autos y reza: ‘...: consigno en este acto boleta de citación
sin firmar, con su correspondiente compulsa y orden de comparecencia
de la demandada (...) Transporte Saet La Guaira, C.A., ya que el día, 10/
10/00 (...) me presenté en las oficinas de la empresa anteriormente seña-
lada, detrás del Centro Comercial Victoria, entrada Playa Grande, Catia
La Mar, Estado Vargas y allí me fue imposible localizar a los ciudadanos
Juan José Lucas Riestra Delgado y/o Ramón Gil en ese lugar’. (Desta-
cado añadido). A falta de citación, se nombró un defensor ad litem.
Sólo fue en la audiencia oral de este amparo cuando se alegó la existen-
cia de solidaridad entre Transporte Saet C.A. y Transporte Saet La
Guaira C.A., con fundamento en el artículo 21 del Reglamento de la
Ley Orgánica del Trabajo, porque formarían un grupo económico, lo
cual fue rebatido por la primera con el argumento de que tal alegato
correspondía haberlo hecho en el escrito de demanda y que si se consi-
deraba que Transporte Saet C.A. debía responder ha debido ser de-
mandada. Así lo observó el a quo constitucional, el cual declaró con
lugar el amparo por cuanto la solidaridad entre ambas compañías no
había sido invocada, de modo que se condenó a una persona jurídica
que no había sido demandada ni citada y que, por consiguiente, no pudo
alegar nada acerca de la existencia o no de tal solidaridad.
Dicho lo anterior, concluye el salvante que, en el caso que se examina,
se imponía la confirmación del fallo objeto de consulta que dictó el Juz-
gado Superior en lo Civil, Mercantil, Tránsito, Trabajo y Protección del
Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del Estado Vargas
y que declaró con lugar la demanda de amparo que interpuso Transpor-
te Saet, S.A. contra la sentencia definitiva que pronunció el Juzgado de
Primera Instancia del Trabajo de esa misma Circunscripción Judicial el
11 de julio de 2001, en lugar de su revocatoria (…)”.
21 6 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Aspectos adjetivos
El recurso fue resuelto teniendo como fundamento lo siguiente:
“(…) Por otra parte, debe esta Sala referirse al alegato formulado en
relación con el pronunciamiento de la Sala de Casación Social, en lo
relativo al lapso de prescripción que debía aplicarse a la acción intenta-
da, que dio origen al juicio elevado hasta la casación. En efecto, la parte
recurrente alega que no debió esa Sala proceder a analizar la naturaleza
del beneficio de jubilación, para concluir que era de carácter civil y que,
por lo tanto, se aplicaba el lapso de tres (3) años establecido en el Códi-
go Civil y no el de un (1) año previsto para las acciones de carácter
laboral en la Ley Orgánica del Trabajo.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 21 7
Tales determinaciones realizadas por la Sala de Casación Social, impli-
can el ejercicio de las facultades que la misma detenta, a los fines de
ejercer la competencia que tiene asignada y constituye una manifesta-
ción de ese poder de convicción que, de acuerdo al análisis efectuado,
la condujeron a aplicar las consecuencias jurídicas previstas en la Ley,
en virtud de que la recurrida no lo hizo al momento de dictar la senten-
cia de mérito (falta de aplicación de los artículos 12 del Código de Pro-
cedimiento Civil y 1.146 del Código Civil). Sin embargo, yerra la parte
recurrente cuando señala que, según la Sala, lo determinante del lapso
de prescripción a aplicarse consistía en precisar, si la voluntad del tra-
bajador para optar por uno u otro beneficio estuvo viciada; cuando lo
cierto es que ello resultaba relevante, según se desprende de la senten-
cia de la casación, para determinar si era procedente o no la defensa de
prescripción, y para hacer tal determinación era menester, tal como lo
hizo la Sala, apreciar cuál era el lapso de prescripción aplicable al caso
concreto, cuyo conocimiento le era requerido, sin que ello comportara la
pérdida de la naturaleza inicial de los derechos reclamados, los cuales
se mantendrían en la esfera laboral.
Asimismo, estima necesario la Sala advertir, no obstante que ello forma
parte del proceso intelectual de interpretación y aplicación de las nor-
mas jurídicas que efectúa el órgano jurisdiccional, que la doctrina apli-
cada por la casación al caso examinado, en cuanto a la naturaleza jurídica
de la acción correspondiente a las relaciones que derivan del reconoci-
miento que realice el patrono al trabajador, una vez culminado el vínculo
laboral que los unía, y el lapso de prescripción aplicable, no constituye
ninguna creación reciente de la Sala Social o alguna novedad. En efec-
to, la extinta Corte Suprema de Justicia había establecido, desde hace
unos años el carácter laboral de este tipo de acciones y la sustracción al
lapso de prescripción establecido en la Ley Orgánica del Trabajo, para
este tipo de acciones (vid. Sentencia de 28 de mayo de 1965, G.F. Nº 48,
Segunda Etapa, p. 491, ratificada en sentencia de fecha 20 de junio de
1984, G.F. Nº 124, Vol. III Tercera Etapa, p. 1.615)
De más reciente data puede verse sentencia de fecha 27 de junio de
1991, caso AJUTEL contra C.A.N.T.V. en la que se sostuvo:
‘La relación de trabajo termina por cualesquiera de las causas
estipuladas por la ley o en el contrato, entre ellas la jubilación
del trabajador; pero subsiste un vínculo jurídico que tiene
21 8 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
su causa en el contrato de trabajo; por lo cual tiene ca-
rácter laboral, cuyo objeto es pago de las cantidades, o pen-
siones, acordadas a título de jubilación. La situación, en este
sentido es similar a la existente luego de la terminación del
contrato de trabajo por cualquier causa, en la cual subsiste la
obligación del patrono de pagar las prestaciones sociales, vín-
culo éste de naturaleza laboral.
En lo que sí difiere la situación es en cuanto a las reglas apli-
cables a la prescripción. Los artículos 287 de la Ley del Tra-
bajo y 450 de su Reglamento establecen una prescripción de
seis meses, contados a partir de la extinción del contrato de
trabajo, o de acuerdo al Reglamento, desde la terminación de
la prestación de los servicios. Estas disposiciones no resultan
aplicables a la situación de autos, pues en el momento de ha-
cerse exigible el derecho a cobrar cada una de las prestacio-
nes mensuales ya ha terminado, obviamente la prestación del
servicios. No se trata de que sea imprescriptible la acción,
sino que su prescripción, a falta de disposición expresa de la
legislación especial, se rige por la reglas de derecho común,
concretamente por el artículo 1980 del Código Civil...’ (desta-
cado de este fallo).
La cuestionada decisión judicial, emitida por la Sala de Casación Social,
reitera con plena convicción la doctrina expuesta en el fragmento trans-
crito; además consideró que, conservando la causa de la jubilación su
naturaleza jurídica laboral, no obstante el régimen legal que consideró
aplicable en cuanto a la prescripción, dicha Sala resultaba competente
para conocer del recurso intentado, como órgano jurisdiccional que tie-
ne asignada competencia en materia laboral, y por tanto le corresponde
el conocimiento de los recursos de casación que se intenten contra las
decisiones dictadas por los tribunales superiores del trabajo. Ante tales
premisas, resulta obvio que esa Sala no declarara lo contrario, tal como
lo planteó la parte recurrente, al considerar que una declaratoria de
incompetencia era lo que supuestamente procedía, por haber aplicado
la Sala Social la tesis anteriormente apuntada; en virtud de lo expuesto,
esta Sala Constitucional desestima el argumento formulado en cuanto a
la violación del derecho al juez natural y a la incompetencia que el recu-
rrente le atribuye a la Sala de Casación Social y así se decide”.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 21 9
La Sala para decidir advirtió que:
“(…) Lo expuesto [en el artículo 306 Código de Procedimiento Civil],
obliga a esta Sala a realizar una breve consideración acerca de la trami-
tación del recurso de hecho. Así, y siguiendo lo establecido en el artícu-
lo 307, eiusdem, se observa que el tribunal debe decidir dentro de los
cinco días siguientes a la introducción del recurso de hecho la proce-
dencia de éste, si se acompañó con las copias certificadas de las
actuaciones pertinentes, o dentro de los cinco días siguientes a la opor-
tunidad de la consignación de las mismas.
Así, debe entenderse, que en el caso de que el recurrentes haya inter-
puesto el recurso de hecho sólo con las copias simples de las actua-
ciones procesales pertinentes, el tribunal está obligado a considerarlo
como introducido; ahora bien, en el supuesto de que al momento de la
interposición del recurso de hecho, no se acompañen las copias certi-
ficadas pertinentes, el recurrente puede en atención a lo dispuesto en
el artículo 306 del Código de Procedimiento Civil, consignarlas poste-
riormente, dentro del lapso de cinco (5) días siguientes a su interposi-
ción, caso en el cual, conforme a lo dispuesto en el artículo 307
eiusdem, se prorrogará un lapso igual de cinco (5) días desde la opor-
tunidad de tal consignación, para que el tribunal emita pronunciamien-
to sobre el recurso interpuesto.
(…omissis…)
22 0 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Determinado lo anterior, se debe advertir que en un Estado Social de
Derecho y de Justicia, el transcurso de un largo período como el ocurrido
en el caso de autos para la decisión de un asunto de interés laboral, obliga
a esta Sala aplicar las formalidades legales ajustadas a las expectativas
del Estado de Derecho, como en efecto se hace, siguiendo los principios
que informan el Estado de Justicia, y como tal, se destaca la obligación de
todos los órganos que ejercen el Poder Público de dar una respuesta opor-
tuna y eficaz a las peticiones que sean de su competencia, sobre todo en
materia laboral en donde existe el interés social tal como fue reconocido
por el Constituyente, cuando indicó que ‘el trabajo es un hecho social’ que
debe ser tutelado por el Estado (artículo 89 de la Constitución) alcanzán-
dose dicha tutela, siguiendo lo dispuesto en el artículo 257 eiusdem, a
través del proceso, razón por la cual, esta Sala aunque declara con lugar
la presente acción de amparo, ordena al Juez de la alzada decidir en tres
días de despacho el recurso de hecho interpuesto; y de ser declarado con
lugar, resolver la apelación en el término de ley. Así se declara”.
La acción de amparo fue resuelta bajo los siguientes términos:
“(…) Respecto del denunciado cálculo de prestaciones sociales dentro
de un procedimiento de estabilidad, esta Sala observa que el Juez de
Estabilidad Laboral tiene asignada una competencia limitada en razón
de la materia, al conocimiento y decisión de los procedimientos que tie-
nen por prestación principal el reenganche del trabajador y consiguiente
pago de salarios caídos. Ahora bien, si el patrono, en el caso concreto,
insiste en el despido ya declarado injustificado por el órgano jurisdiccio-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 22 1
nal, tal conducta equivale a un convenimiento o allanamiento del patro-
no a la pretensión del trabajador, en el sentido que se le reconoce a éste
su derecho constitucional y legal a la estabilidad laboral frente a la le-
sión causada por el hecho del despido sin causa, caso en el cual el
patrono debe cumplir la prestación subsidiaria, vale decir, el pago de las
prestaciones sociales, más los salarios caídos.
Tal situación no implica, sin embargo, que el Juez de Estabilidad deba cono-
cer de las reclamaciones del trabajador referidas a la cancelación de las
prestaciones correspondientes, en tanto lo concerniente al conocimiento en
sede judicial de las diferencias en el pago de prestaciones sociales corres-
ponde en juicio ordinario a los Tribunales de Primera Instancia del Trabajo.
(…omissis…)
En segundo lugar, en cuanto a la utilización en la experticia complemen-
taria de una convención colectiva no discutida durante el proceso de
conocimiento, esta Sala se pronuncia en el sentido que sigue:
(…omissis…)
(…) si conforme al Capítulo V de la Ley Orgánica del Trabajo la conven-
ción colectiva laboral constituye una ‘norma jurídica en materia de tra-
bajo’ y, por ende, es fuente de derecho en el ámbito jurídico laboral, como
se desprende del artículo 60 del mencionado cuerpo legal, a contrario sen-
su, no constituye un hecho y por ende forma parte del iura novit curia, no
debiendo ser objeto del debate probatorio al ser susceptible de ser aplicada
por el juez como derecho no alegado por las partes hasta en el propio mo-
mento de tomar la decisión definitiva sobre el caso en concreto.
Siendo fuente del Derecho Laboral, si el juez conoce de alguna manera
la convención colectiva vigente, la aplica; pero si no la conociere, está
obligado a indagar sobre su existencia y contenido, y sólo si tal indaga-
ción falla, sentenciará sin tomarla en cuenta. Ahora bien, de aplicarla,
porque gracias a su pesquisa o al aporte de las partes, llega a conocer la
convención colectiva, en la sentencia la debe mencionar entre los moti-
vos de derecho de la decisión, pero hasta allí llega, ya que el fallo a
ejecutarse, o a complementarse por el mandato en él contenido, es el
que contiene y fija el derecho aplicable.
Si en la sentencia definitiva, se ignora la valoración del derecho aplica-
ble a la decisión, y la decisión queda firme sin tomarlo en cuenta, luego
no podrá aplicarse, sin violar la cosa juzgada.
Como corolario de lo anterior, si una convención colectiva no fue apli-
cada durante la etapa de conocimiento de un proceso judicial determi-
nado, mal puede ser tomada en consideración por los expertos durante
una experticia complementaria del fallo definitivo del proceso judicial,
pues a los expertos les toca simplemente concretizar los cálculos que
corresponden conforme a lo decidido, al no poder encontrar el juzgador
elementos suficientes en las actas para determinar el monto de la con-
dena, y así se declara”.
La acción de amparo ejercida fue dilucidada atendiendo a la siguien-
te premisa:
“(…) Observa esta Sala, que la conexión entre dos o más causas, está
determinada por la identidad entre todos o algunos de sus elementos o por
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 22 3
la accesoriedad o continencia de una con otra, y que esa conexión modi-
fica la competencia de los tribunales para conocer de dichas causas, en
aras de la seguridad jurídica, la economía procesal y el orden público.
Apunta la Sala, que del texto del artículo 146 del Código de Procedimiento
Civil, se desprende que hay conexión que permite la interposición conjunta
de demandas, cuando entre los demandantes o los demandados existe co-
munidad jurídica respecto del objeto de la causa; cuando tengan derechos u
obligaciones que deriven del mismo título; cuando haya identidad de perso-
nas y objeto, aunque el título sea diferente; cuando haya identidad de perso-
nas y título, aunque el objeto sea distinto; y cuando haya identidad de título
y objeto aunque las personas sean diferentes”.
5. LITISCONSORCIO
La acción de amparo ejercida fue resuelta bajo el precedente que, a
continuación, se transcribe:
“(…) según el invocado artículo 146, varias personas podrán demandar
o ser demandadas conjuntamente como litis consortes:
a) Siempre que se hallen en estado de comunidad jurídica con respecto
al objeto de la causa. En el caso laboral bajo examen, el estado de
comunidad jurídica respecto del objeto de la causa queda excluido por el
hecho mismo de que cada demandante reclama sumas de dinero dife-
rentes en sus montos e independientes una de otra en cuanto a su origen
y a su causa;
b) Cuando tengan un derecho o se encuentren sujetas a una obligación
que derive del mismo título. Como ya se expresó, en el caso concreto,
22 4 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
c) En los casos 1º, 2º y 3º del artículo 52 del Código de Procedimiento
Civil, cuales son:
c.2. Cuando haya identidad de personas y título, aunque el objeto sea
distinto. En lo que respecta a la identidad de personas ya se explicó su
ausencia y en lo concerniente con la identidad de título, basta recordar,
para excluirla, que cada accionante invocó como título, para fundamen-
tar su pretensión, una relación individual de trabajo totalmente diferente
de cada una de las otras que también fueron alegadas; y
c.3. Cuando haya identidad de título y de objeto, aunque las personas
sean diferentes. Basta tener presente lo observado en los dos párrafos
previos para concluir que no hay las identidades exigidas en el ordinal 3º
del artículo 52 que se citó.
De manera que, en el proceso laboral que se examina, puede observar-
se y apreciarse que las demandantes que lo impulsaron actuaron, ab
initio, en contravención con lo que regula el artículo 146 del Código de
Procedimiento Civil en concordancia con el artículo 52, ordinales 1º, 2º
y 3º eiusdem, que, como ya se analizó, son normas de orden público.
(…omissis…)
Tomando en cuenta que, según lo que se ha sentado en esta decisión, la
acumulación de demandas contraria a lo que permite el artículo 146 del
Código de Procedimiento Civil transgrede lo que disponen los artículos
26, 49 encabezamiento, y 253, primer aparte, de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, esta Sala Constitucional, con fun-
damento en lo que dispone el artículo 335 eiusdem, en cuanto a la natu-
raleza vinculante de las interpretaciones que ella establezca sobre el
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 22 5
contenido o alcance de normas y principios constitucionales, dispone
que las otras Salas del Tribunal Supremo de Justicia y demás Tribunales
de la República apliquen, de inmediato, los criterios acogidos y dispues-
tos en esta sentencia para todos los procedimientos en curso, laborales
o no, sometidos a la regulación del citado artículo 146 del Código de
Procedimiento Civil y, en consecuencia:
a) Se niegue la admisión de las demandas incoadas que aún no hayan
sido admitidas; y
b) En el caso de las demandas acumuladas y admitidas en contraven-
ción con el artículo 146 precitado, actualmente en curso, se disponga,
aun ex oficio, la nulidad de todo lo actuado en el ámbito del procedi-
miento respectivo, desde el mismo auto de admisión, inclusive, y se re-
ponga la causa al estado de que el Tribunal que conozca de ella se
pronuncie sobre la admisión de las mismas en total conformidad con la
doctrina proferida en esta sentencia”.
6. VARIAS PERSONAS PUEDEN SER LITISCONSORTES SI
SE HALLAN EN COMUNIDAD JURÍDICA. ARTÍCULO
146 DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL
Sentencia Nº: 92
Fecha: 29-01-2002
Caso: Acción de Amparo Constitucional intentada por
Banco Industrial de Venezuela C. A., contra las
sentencias dictadas el 27 de marzo de 2001 y el 7
de mayo de 2001 por el Juzgado Superior Primero
en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del Trabajo, de
Estabilidad Laboral y de Amparo Constitucional de
la Circunscripción Judicial del Estado Mérida.
La Sala advirtió que:
“(…) En la presente causa, los presuntos agraviados accionan como
litisconsortes contra dos sentencias dictadas en juicios distintos.
Toca entonces, a esta Sala Constitucional examinar si tal forma de pro-
ceder se encuentra comprendida dentro de los supuestos de hecho, con-
22 6 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
templados en el artículo 146 del Código de Procedimiento Civil que per-
miten constituir dicho litisconsorcio, el cual dispone:
(...omissis...)
La característica fundamental de la comunidad jurídica es que la titula-
ridad de los derechos, pertenece pro indiviso a varias personas como
en los llamados juicios de partición donde los comuneros poseen dere-
chos pro indiviso y se hayan en estado de comunidad jurídica sobre él
o los bienes que la integran, y respecto de los cuales exista identidad de
título o causa petendi, que configura el denominado litisconsorcio ne-
cesario u obligatorio.
(…omissis…)
Por otra parte, es deber del juez que actúa en sede constitucional consta-
tar que el proceso se desarrolle de acuerdo a los principios e instituciones
que lo conforman, ya que sólo a través de la realización efectiva de di-
chos principios e instituciones se puede asegurar el debido proceso y el
derecho a la defensa, y es por ello que la institución procesal del litiscon-
sorcio adquiere en el proceso del amparo constitucional una importancia
relevante, pues al acumular ineptamente las pretensiones se vulneraría el
artículo 257 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
sobre la idoneidad del proceso como instrumento de justicia”.
7. APLICACIÓN DE CRITERIOS DE LA SALA EN CUANTO
A LA FIGURA DEL LITISCONSORCIO ACTIVO
El caso fue resuelto teniendo como base los siguientes argumentos:
“(…) Asimismo, resulta pertinente, (…) indicar que la interpretación
realizada por la Sala sobre la institución del litisconsorcio en su sen-
tencia N° 2.458/2001, del 28-11, caso: Aeroexpresos Ejecutivos C.A.,
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 22 7
es aplicable por igual tanto al procedimiento laboral, regulado todavía
por la Ley Orgánica de Tribunales y Procedimientos del Trabajo, como
al procedimiento contencioso-funcionarial que en la actualidad está
previsto en la Ley del Estatuto de la Función Pública, ya que las reglas
contenidas en dicho fallo para la aplicación conforme a los derechos
constitucionales protegidos por los artículos 26, 49 y 253, primer apar-
te, de la Carta Magna, del artículo 146 del Código de Procedimiento
Civil, como norma de aplicación subsidiaria en ambos procedimientos
judiciales, son compatibles con las normas procesales que rigen la tra-
mitación de procesos en ambas sedes judiciales, de manera tal que
cuando los Tribunales de la jurisdicción contencioso-administrativa
conozcan de recursos de nulidad contencioso funcionariales intenta-
dos por diferentes funcionarios públicos contra diferentes actos admi-
nistrativos contrarios a sus derechos e intereses personales, legítimos
y directos, deberán examinar al momento de pronunciarse sobre la
admisibilidad de las pretensiones deducidas, si éstas no han sido acu-
muladas en contra de las reglas sobre el litisconsorcio establecidas
con carácter vinculante en la sentencia de esta Sala Constitucional
antes mencionada. Así se declara.
(…omissis…)
De acuerdo con el contenido de los fallos (…), es evidente que la doc-
trina vinculante contenida en la primera de dichas sentencias (N° 708/
2001, del 10-05), sólo resulta aplicable, como bien sostiene en su peti-
ción de revisión constitucional la representación judicial del Municipio
Pedraza del Estado Barinas, a aquellos procedimientos contencioso-fun-
cionariales en los que varios funcionarios públicos impugnen de forma
conjunta un mismo acto administrativo de remoción, de retiro o de des-
titución de sus cargos que sirva de fundamento para actuaciones de la
Administración lesivas de sus derechos e intereses personales, legíti-
mos y directos, por existir en tales casos identidad de título o causa y
ser, por tanto, admisible conforme al artículo 146 del Código de Proce-
dimiento Civil el litisconsorcio activo, mientras que la segunda de las
decisiones citadas (N° 2.458/2001, del 28-11), resultaría aplicable a to-
dos los procedimientos contencioso-funcionariales en los que varios fun-
cionarios públicos impugnen de forma conjunta varios actos
administrativos de remoción, de retiro o de destitución de sus cargos,
por no existir en tales casos identidad de título o causa y no ser, en
consecuencia, admisible de acuerdo al mismo artículo 146 del Código
de Procedimiento Civil el litisconsorcio activo en tales causas.
22 8 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Siendo así las cosas, esta Sala Constitucional, luego de constatar que en
el presente caso las ciudadanas Elsa Betty Silva Tibaduiza y María Leo-
nides García Becerra mantenían relaciones de empleo público individua-
les con la Alcaldía del Municipio Pedraza del Estado Barinas, que éstas
fueron separadas de sus cargos no por causa de un solo acto administra-
tivo, sino mediante dos actos administrativos individuales contenidos en
las Resoluciones números 067 y 061 emanadas del Alcalde del referido
Municipio, considera que el alegato de inepta acumulación formulado en
la presente causa no debió resolverse mediante la aplicación de la doctri-
na vinculante establecida por la Sala en su decisión N° 708/2001, del 10-
05, caso: Jesús Montes de Oca Escalona y otros, como erróneamente
lo sostuvieron el Juzgado Superior en lo Civil y Contencioso-Administra-
tivo de la Circunscripción Judicial de la Región Los Andes y la Corte
Primera de lo Contencioso-Administrativo al confirmar el fallo proferido
por aquél el 8 de febrero de 2002, sino que el mismo debió ser acogido o
desestimado atendiendo a la interpretación vinculante contenida en la
decisión de esta Sala N° 2.458/2001, del 28 de noviembre, caso: Aeroex-
presos Ejecutivos C.A., pues fueron más de una funcionaria pública las
que impugnaron diferentes actos administrativos emanados del Alcalde
del Municipio Pedraza del Estado Barinas, por medio de los cuales se
puso fin a las relaciones de empleo público que las impugnantes mante-
nían en forma individual con el referido Municipio”.
El caso fue resuelto teniendo como base los siguientes argumentos:
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 22 9
“(…) Ahora bien, en el caso subiudice la Sala observa que la parte
actora denunció la violación del principio de irretroactividad de la ley,
del debido proceso y del derecho a la defensa, por cuanto la decisión
dictada el 25 de marzo de 2003, por el Juzgado Superior Cuarto del
Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Cara-
cas, aplicó el artículo 49 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo a una
causa en la cual los actos ya se habían realizado.
En este sentido, observa la Sala que el presente caso se plantea un
problema referido a la vigencia de la ley procesal en el tiempo, pues se
constata que la demanda interpuesta por la abogada Ana Victoria Per-
domo fue admitida, bajo el imperio del criterio aplicado por los tribuna-
les laborales referido a la acumulación de pretensiones de los
trabajadores en una única demanda contra el mismo patrono. Luego de
admitida la demanda, se ordenó la reposición de la causa al estado de
declararse su inadmisión con fundamento en el criterio sostenido por
esta Sala el 28 de noviembre de 2001.
(…omissis…)
Ahora bien, en un caso análogo al planteado en autos, la Sala, en sen-
tencia No. 288 del 5 de marzo de 2004 (Caso: Siderúrgica del Orino-
co C.A.), efectuando un análisis del principio de irretroactividad de la
ley, frente a la aplicación del artículo 49 de la Ley Orgánica Procesal
del Trabajo, señaló lo siguiente:
‘el legislador, en consonancia con la doctrina moderna que tra-
ta el problema de la aplicación de la ley en el tiempo, distingue
entre retroactividad y efecto inmediato de la ley. En este sen-
tido, debe señalarse que Roubier, quien ha sido reconocido como
una autoridad en el tema, en su momento indicó que la ley
tiene efectos retroactivos ‘cuando se aplique a hechos consu-
mados (facta praeterita) o a situaciones en curso (facta pen-
dentia) en la parte que es anterior al cambio de legislación,
más no tendrá efecto retroactivo sino efecto inmediato, cuan-
do se aplique a hechos futuros (facta futura) o a situaciones
en curso (facta pendentia) en la parte que es posterior al cam-
bio de legislación’, tesis desarrollada por Paul Roubier en su
obra Les conflits de lois dans le temps (Théorie dite de la
non-rétroactivité des lois) y explicada por Joaquín Sánchez-
Covisa. La Vigencia Temporal de la Ley en el Ordenamien-
23 0 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
De lo anterior se deduce que la ley tendrá efectos retroactivos cuan-
do se aplique a hechos consumados y hechos en curso anteriores a su
entrada en vigencia, mientras que la ley tendrá efectos inmediatos
cuando se aplique a hechos futuros y a situaciones jurídicas todavía
en curso luego de su entrada en vigencia.
La Sala considera, en atención a la distinción entre efecto re-
troactivo y efecto inmediato antes señalado, que el Juzgado
Superior Primero en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del Tra-
bajo, Menores y Contencioso-Administrativo del Segundo Cir-
cuito de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar aplicó
correctamente el artículo 49 de la Ley Adjetiva en cuestión,
porque el trámite de la segunda instancia todavía estaba en
curso luego del 13 de agosto de 2002 –fecha en la cual entró
en vigencia el artículo bajo análisis’–.
(…) la Sala observa que en el caso sub examine, la causa, para la
oportunidad en que entró en vigencia la Ley Orgánica Procesal del Tra-
bajo, se encontraba en el trámite de la segunda instancia (presentación
de los informes –folio 53–), por lo que resultaba procedente aplicar la
disposición procesal contenida en el artículo 49 de la Ley Orgánica Pro-
cesal del Trabajo”.
(…omissis…)
“En el fallo en cuestión la mayoría sentenciadora declaró la improce-
dencia in limine litis de la pretensión de tutela constitucional, por cuan-
to, en su criterio:
‘...la causa, para la oportunidad en que entró en vigencia la
Ley Orgánica Procesal del Trabajo, se encontraba en el trámi-
te de segunda instancia (presentación de los informes –folio
53–), por lo que resultaba procedente aplicar la disposición
procesal contenida en el artículo 49 de la Ley Orgánica Proce-
sal del Trabajo.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 23 1
En razón de lo anterior, la Sala estima que de la decisión dicta-
da el 25 de marzo de 2003, por el Juzgado Superior Cuarto del
Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana
de Caracas, no se deriva lesión a derecho constitucional algu-
no, ya que el mencionado Juzgado no aplicó en forma retroac-
tiva el artículo 49 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo,
sino que se limitó a aplicar en forma inmediata una disposición
de carácter adjetivo...’.
Sin embargo, el apoderado judicial de la peticionaria de tutela constitu-
cional fundamentó su pretensión de amparo en la aplicación retroactiva
del artículo 49 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, así como, en el
desacato en que incurrió el Juzgado supuesto agraviante, por cuanto se
apartó de la decisión que emitió esta Sala Constitucional el 28 de no-
viembre de 2001 (s SC N° 2458, caso: Aeroexpresos Ejecutivos C.A.),
donde se planteó, con criterio vinculante, los supuestos para la proce-
dencia del litis consorcio, criterio que debió aplicar el Juzgado Superior
Cuarto del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área Metropolita-
na de Caracas cuando dictó el fallo objeto de este procedimiento.
Así, en el caso en concreto, el pronunciamiento que resolvió, en pri-
mera instancia, el proceso originario, se expidió con anterioridad a la
entrada en vigencia del artículo 49 de la Ley Adjetiva Laboral (13-08-
02), es decir, que la posibilidad de acumulación de las demandas esta-
ba regulado por el Código de Procedimiento Civil, texto adjetivo al
cual debía ajustarse la sentencia que fue apelada. Por ello, el acto
decisorio que se impugnó no podía fundamentarse en dicha disposi-
ción adjetiva sin la aplicación retroactiva, pues el supuesto de hecho
que regula ya se había producido.
A la luz de una nueva disposición adjetiva, ¿con cuál argumentación
distinta a la retroactividad, un juzgador puede declarar con lugar una
apelación contra un fallo que se ajustó a la legislación vigente para el
momento en que se dictó? ¿Se puede decir que, en ese caso, se produjo
una aplicación inmediata de la norma?
Ahora bien, el artículo 49 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo regula
la posibilidad de acumulación de demandas laborales, siempre y cuando
se cumplan los supuestos que preceptúa, es decir, que regula el acto de
iniciación de todo proceso, el cual se encuentra vinculado al orden públi-
23 2 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
co, pues constituye la materialización del derecho de acción; dicho acto
procesal, en el caso de marras, se había producido para la oportunidad
cuando entró en vigencia la referida norma, de allí que su aplicación, en el
presente caso, constituye una aplicación retroactiva, y, por ende, un des-
acato a la doctrina vinculante de esta Sala Constitucional.
En criterio de quien disiente, en virtud de que la inepta acumulación de
demandas afecta al orden público, en el asunto de autos debió admitirse
la pretensión de amparo para su correspondiente tramitación, y, así, ha-
cer un análisis sobre la procedencia o no de la acumulación de deman-
das producidas y en relación con la correcta o incorrecta interpretación
que se ha dado a la referida disposición adjetiva que regula los supues-
tos de procedencia de la acumulación subjetiva de procesos.
Por otro lado, en el supuesto negado de que, en el proceso originario,
hubiese sido aplicable el artículo 49 de la Ley Orgánica Procesal del
Trabajo, es necesaria la precisión de los supuestos de hecho en los cua-
les, ciertamente, es aplicable.
Así, la referida norma dispone:
‘Dos o más personas pueden litigar en un mismo proceso judi-
cial del trabajo en forma conjunta, sea activa o pasivamente,
siempre que sus pretensiones sean conexas por su causa u
objeto, o cuando la sentencia a dictar con respecto a una de
ellas pudiera afectar a la otra.
Los actos de cada uno de los litigantes no favorecerán ni per-
judicaran la situación procesal de los restantes, sin que por ello
se afecte la unidad del proceso; en consecuencia, varios tra-
bajadores podrán demandar sus derechos y prestaciones so-
ciales, en un mismo libelo y a un mismo patrono’.
Con la transcrita disposición normativa se ha pretendido, en materia labo-
ral, restarle eficacia jurídica al fallo que, con carácter vinculante, emanó
de la Sala Constitucional el 28 de noviembre de 2001 (s N° 2458/01; caso:
Aeroexpresos Ejecutivos C.A. y otro), respecto a los supuestos dentro
de los cuales es posible la acumulación de demandas por uno o varios
actores contra uno o varios demandados (litis consorcio), criterio que ge-
neró mucha polémica en el foro, hasta el punto que se consideró, equivo-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 23 3
cadamente, que se había eliminado del mundo jurídico venezolano la posi-
bilidad de procesos plurisubjetivos (litis consorcio). Esta última conclu-
sión sólo puede entenderse como fruto de una equivocada lectura y de
una peor que pésima comprensión del veredicto que se precitó, pues con
el mismo se pretendió ordenar se pretendió ordenar el caos jurídico que
fue creado por una costumbre contra legem, mediante la cual se permi-
tió, sin ningún sustento jurídico, y sobre todo en materia laboral, la acumu-
lación desordenada de demandas de varios actores contra uno o varios
demandados, sin la existencia de un factor de conexión o de interdepen-
dencia entre las pretensiones propuestas, lo cual resulta era vulnerador
del orden público, debido a que las normas inaplicadas reglamentan el
derecho de acción y el debido proceso (arts. 26, 49 y 253 C.R.B.V.),
ambos íntimamente vinculados con la función jurisdiccional.
En efecto para la oportunidad cuando se dictó el fallo vinculante de esta
Sala (s SC N° 2458/01), el litis consorcio en materia laboral estaba re-
gulado por la Ley Adjetiva Civil (art. 146), y, en la actualidad, por el
artículo 49 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, que anteriormente
se reprodujo, dispositivo que, contrariamente a lo que ha señalado la
Sala de Casación Social de este máximo tribunal, como se demostrará
más adelante, también establece ciertos elementos de conexión de cuya
existencia depende la posibilidad de acumulación de pretensiones de
varios demandantes contra varios demandados, e incluso, contra un solo
sujeto pasivo (lo que erradamente se ha llamado conexión impropia o
intelectual), elementos cuya inexistencia hacen inadmisible cualquier acu-
mulación de demandas que se pretenda.
Por su parte, la Sala de Casación Social ha señalado, en cuanto a la apli-
cación artículo 49 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, lo siguiente:
‘Considera esta Sala de Casación Social, que la sentencia dicta-
da por la Sala Constitucional en fecha 28 de noviembre de 2001
no tiene efectos vinculantes, salvo los supuestos establecidos en
el artículo 335 de la Constitución Nacional de la República Boli-
variana de Venezuela, en virtud de que la inobservancia del artí-
culo 146 del Código de Procedimiento Civil no constituye una
violación del orden constitucional, sino de carácter normativo
adjetivo, en consecuencia no es aplicable el contenido del fallo
ya referido, tal y como lo solicita la parte demandada; ello, au-
nado al hecho que en el caso sub iudice existe una demanda que
23 4 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
acumula varias pretensiones contra un (1) mismo patrono, cues-
tión que es diferente a la sentencia ya citada de la Sala Consti-
tucional, en razón de que en dicho fallo se acumulan pretensiones
contra dos (2) patronos diferentes.
Ahora bien, a los efectos de dejar en claro la posibilidad de
que se presente una demanda laboral en la cual existan varios
trabajadores accionantes contra un mismo patrono, pero sin
identidad de causa, esta Sala observa que: en el caso que nos
ocupa existe una acción interpuesta por 62 ex trabajadores del
Instituto demandado, donde cada uno reclama una cantidad
distinta por diferencia de prestaciones sociales y otros con-
ceptos derivados de la relación de trabajo, es decir, estamos
en presencia de lo que se ha concebido como conexión im-
propia o intelectual, esto es, una acción judicial donde se
pretenden derechos sustanciales que pertenecen a diferentes
sujetos, pero dicha demanda no está identificada ni en causa,
ni en objeto, sólo se concreta la identidad del sujeto pasivo.
En armonía con lo anterior, ya es cotidiano que este tipo de
acciones sea admitida en los tribunales laborales sin conside-
rar que se viola el orden público o el debido proceso, ni tampo-
co que se infringe el contenido del artículo 146 del Código de
Procedimiento Civil, por cuanto se configura la conexión im-
propia, sumado a la realidad de que es un ahorro procesal y
monetario para las partes que pueden integrar una litis, y más
aún para el demandado, vale decir, patrono, en razón de que
puede ser objeto de una acción que cobije, por ejemplo, la pre-
tensión de 10 trabajadores, en vez de 10 acciones diferentes
de 10 trabajadores, lo que le originaría mayores gastos por
cada proceso judicial’.
En adición a lo anterior, el artículo 49 de la novísima Ley Orgánica
Procesal del Trabajo, decretada por la Asamblea Nacional de la Repú-
blica Bolivariana de Venezuela y publicada en la Gaceta Oficial Nº
37.504 de fecha 13 de agosto de 2002, dispone:
‘Artículo 49: Dos o más personas pueden litigar en un mismo
proceso judicial del trabajo en forma conjunta, sea activa o
pasivamente, siempre que sus pretensiones sean conexas por
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 23 5
su causa u objeto, o cuando la sentencia a dictar con respecto
a una de ellas pudiera afectar a la otra.
Los actos de cada uno de los litigantes no favorecerán ni per-
judicarán la situación procesal de los restantes, sin que por ello
se afecte la unidad del proceso; en consecuencia, varios tra-
bajadores podrán demandar sus derechos y prestacio-
nes sociales, en un mismo libelo y a un mismo patrono’.
(Negrillas de la Sala).
‘Los artículos 49, 178 y 179 de la presente Ley entrarán en
vigencia una vez publicada la misma en la Gaceta Oficial de
la República Bolivariana de Venezuela, el resto de su articula-
do, al año siguiente de dicha publicación’. (omissis).
Por lo tanto, aun y cuando ya era algo común en los Tribunales del
Trabajo, hoy en día, bajo el amparo de la Ley Orgánica Procesal del
Trabajo, en la materia que rige dicho cuerpo normativo, es posible la
acumulación de pretensiones en una misma demanda a los efec-
tos de accionar contra un mismo patrono, aun y cuando no exista
identidad de causa, es decir, cuando se produzca una conexión
impropia; todo ello sin poder considerar que se infringe el debi-
do proceso por inepta o indebida acumulación, puesto que no se
materializa dicha figura procesal.
En razón de todo lo anteriormente expuesto, se establece que la solici-
tud planteada por la parte demandada de reposición de la causa al esta-
do de nueva admisión de la misma, es improcedente. Así se establece...
(s. S.C.S. N° 498/02, del 26-09. Resaltado añadido).
23 6 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
En ese sentido, en otros fallos ha expresado:
‘En conformidad con el artículo 4º del Código Civil, a la Ley
debe atribuírsele el sentido que aparece evidente del significa-
do propio de las palabras, según la conexión de ellas entre sí y
la intención del legislador, y de la interpretación gramatical del
artículo 49 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, resulta
que dos o más personas pueden litigar en un mismo proceso,
activa o pasivamente, siempre que sus pretensiones sean co-
nexas, o cuando la sentencia a dictar pudiera afectar a la otra.
Además, también establece el artículo que varios trabajadores
pueden demandar sus derechos y prestaciones sociales, en un
mismo libelo y a un mismo patrono, porque la Ley –acogiendo
la solución jurisprudencial– expresamente lo autoriza y la in-
tención del legislador, conforme con el sentido de justicia de la
Constitución, es garantizar el acceso a la justicia del trabaja-
dor como débil jurídico en la relación obrero-patronal.
En este sentido hay que precisar que el régimen sobre
conexión de pretensiones en la nueva Ley Orgánica Pro-
cesal del Trabajo es diferente al de Derecho común y
ahora se permite expresamente que varios trabajadores
puedan demandar sus derechos y prestaciones sociales,
en un mismo libelo y a un mismo patrono, lo que sin duda
alguna es una norma especial y cuando la Ley especial tiene
una previsión legal concreta para regular el supuesto de hecho
examinado, esa es la norma jurídica aplicable.
Sólo ante la ausencia absoluta de previsión legal en la legisla-
ción especial sobre un supuesto concreto, se puede aplicar el
Derecho común que está excluido en este caso por las normas
especiales del proceso laboral. Además son principios genera-
les relativos a la aplicación de la ley que la ley especial exclu-
ye a la ley general, que la ley posterior excluye a la anterior,
que la ley orgánica excluye a la ordinaria y, en materia proce-
sal laboral, la Ley Orgánica Procesal del Trabajo es especial,
posterior y orgánica, de forma tal que la existencia de una
norma jurídica concreta en la Ley Orgánica Procesal del Tra-
bajo sobre conexión de pretensiones, excluye la aplicación de
la norma general sobre conexión de pretensiones contenida en
el artículo 146 del Código de Procedimiento Civil.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 23 7
En todo caso siempre queda a salvo el derecho de la parte
demandada, si consideraba que no había conexidad laboral, de
oponer la correspondiente cuestión previa por inepta acumula-
ción de pretensiones, con fundamento en el artículo 346 ordi-
nal 6º del Código de Procedimiento Civil, so pena de preclusión,
y al no hacerlo la causa debe continuar su curso con las pre-
tensiones acumuladas hasta sentencia definitiva, en tanto en-
tra en vigencia plena la Ley, pues una vez vigente, tal incidente
será resuelto en la audiencia preliminar, por los Tribunales de
Sustanciación, Mediación y Ejecución del Trabajo.
Por todo ello la nulidad y reposición decretada por el ad quem
deviene en una reposición inútil, expresamente prohibida por el
artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, porque el Juzgado a quo tendría necesariamente
que aplicar el artículo 49 de la nueva Ley y admitir otra vez las
pretensiones acumuladas por los codemandantes, y tal circuns-
tancia lleva a este alto Tribunal a estimar que no debe decla-
rarse la nulidad y reposición de la causa fundada en este motivo
y debe el Tribunal de alzada dictar la sentencia definitiva a que
haya lugar, razón por la cual la Sala considera que la decisión
impugnada se traduce hoy en un menoscabo al derecho a la
defensa del recurrente, con infracción del artículo 49 de la
Ley Orgánica Procesal del Trabajo y de los artículos 15 y 208
del Código de Procedimiento Civil y por ello casa de oficio la
sentencia impugnada...’ (s. S.C.S. N° 514/02, del 08-10. Re-
saltado añadido).
Ahora bien, el artículo 49 de la Ley Adjetiva Laboral reconoce una
serie de supuestos dentro de los cuales procede la acumulación subje-
tiva en un proceso de naturaleza laboral, supuestos que están condi-
cionados a un elemento de conexión del cual deriva la interdependencia
de las pretensiones cuya tutela se pretende; tal condicionamiento se
deduce del propio texto de la referida disposición normativa cuando
establece: ‘[d]os o más personas pueden litigar en un mismo pro-
ceso judicial del trabajo en forma conjunta, sea activa o pasiva-
mente, siempre que sus pretensiones sean conexas por su causa u
objeto, o cuando la sentencia a dictar con respecto a una de ellas
pudiera afectar a la otra...’ (Resaltado añadido). Así, como se ob-
serva son tres elementos de conexión de cuya existencia dependen la
23 8 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
posibilidad de acumulación subjetiva en un proceso laboral, estos son:
i) la causa; ii) el objeto; y iii) que el fallo a pronunciarse para la reso-
lución del caso pudiese afectar la esfera jurídica subjetiva del posible
listisconsorte, elemento éste, cabe decir, que es nuevo respecto a los
que ya contiene el Código de Procedimiento Civil, y del cual puede
derivarse, ahora si, un litis consorcio impropio.
Es impretermitible, se insiste, la existencia de un elemento de conexión
para la procedencia de un litis consorcio, el cual no puede extenderse a
la sola existencia de identidad del sujeto pasivo de la relación procesal,
pues, es necesario, por lo menos que la sentencia que decida la causa
produzca efectos en la esfera jurídica de los posibles colitigantes, es
decir, una ‘suerte común’ entre ellos.
En este mismo sentido se ha referido Hernán J. Martínez cuando señaló:
‘Sin embargo, –y sin que se deteriore los requisitos preseña-
lados– creemos que en la temática del litisconsorcio subyace
la existencia de una suerte común entre sus integrantes. Es
la tesis de Podetti, quien señala: ‘...para que haya litiscon-
sorcio no basta que aparezcan como actores o como deman-
dados dos o mas personas; es indispensable que puedan sufrir
una suerte común, sea porque defiendan un interés único o
intereses que por su origen o naturaleza son paralelos’’, y
que, para nosotros, es una consecuencia lógica de la conexi-
dad exigida entre las relaciones jurídicas. Así lo ha receptado
también algún fallo, señalando: ‘...para que pueda hablarse
de litisconsorcio no es suficiente que existan como actores o
como demandados dos o más personas, sino que es impres-
cindible que por el resultado de las acciones en debate pue-
dan sufrir una suerte común. Ello no impide admitir la
autonomía de cada litisconsorte’.
Esta comunidad ha sido también sostenida por Reimundín, para
quien ‘el litisconsorcio tiene normalmente como fundamento
una comunidad de intereses’ y por Morello, Passi Lanza, Sosa
y Berizonce, sosteniendo que la ‘expresión litisconsorcio alude
a una comunidad o asociación de suertes respecto de una mis-
ma litis, una conducta procesal de varias partes dentro de un
comportamiento común. La razón de esa comunidad en la si-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 23 9
tuación activa, pasiva o mixta en un proceso, provienen bien
de la cotitularidad en el derecho o interés litigioso que se mate-
rializa necesariamente en el ejercicio de la pretensión o e la
oposición a ella, o por mediar conexidad en el vinculo entre las
diversas pretensiones que se hacen valer en el proceso’. (MAR-
TÍNEZ Hernán J., Procesos con sujetos múltiples, Edicio-
nes La Roca, Buenos Aires. 1994. pp. 46 y 47).
El necesario el cumplimiento de los elementos de conexión que precep-
túa el artículo 49 in comento, pues, tal exigencia está claramente pre-
ceptuado en su texto, ello se deduce cuando señala:
‘Dos o más personas pueden litigar en un mismo proceso ju-
dicial del trabajo en forma conjunta, sea activa o pasivamente,
siempre que sus pretensiones sean conexas por su causa u
objeto, o cuando la sentencia a dictar con respecto a una
de ellas pudiera afectar a la otra.
Los actos de cada uno de los litigantes no favorecerán ni perju-
dicaran la situación procesal de los restantes, sin que por ello se
afecte la unidad del proceso; en consecuencia, varios trabaja-
dores podrán demandar sus derechos y prestaciones sociales,
en un mismo libelo y a un mismo patrono’. (Resaltado añadido).
Es evidente la necesidad de la presencia de los elementos de conexión
para la procedencia de un litis consorcio, debido a que señala que, dos o
mas personas pueden litigar en un mismo proceso, siempre que sus
pretensiones sean conexas, por su causa u objeto, o la sentencia a dictar
con respecto a una de ellas pudiera afectar a la otra; en consecuencia,
varios trabajadores pueden demandar sus pretensiones en un mismo libe-
lo y a un mismo patrono. Esa consecuencia, lógicamente, se produce de
la existencia de alguno de los elementos de conexión antes aludido, y no
de un elemento subjetivo común (identidad del demandado), como se ha
pretendido hacer ver. Todo ello, precisamente, en resguardo del derecho
a la defensa y a la tutela judicial efectiva de la parte demandada, e inclu-
so, de los mismos sujetos demandantes. De lo contrario, en la practica,
pudiesen presentarse (tal y como ha sucedido), que un sin numero de
trabajadores demande a un solo patrono (o varios), sin ninguna restricción
(la cual técnica y jurídicamente la proporciona, ciertamente, los elemen-
tos de conexión), en un claro perjuicio a los derechos constitucionales de
24 0 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
las partes, así como de una gran dificultad para el operario de justicia
para la tramitación y resolución del caso.
Tal dificultad ha sido observada por la propia Sala de Casación Social,
cuando, sin ninguna justificación técnica, redujo la participación de po-
sibles demandantes en un mismo proceso y contra un mismo patrono a
veinte trabajadores, para ello, sostuvo:
‘En otro sentido, y a los fines estrictamente pedagógicos pro-
pios de la jurisprudencia que debe informar a esta Sala de
Casación Social, considera prudente esbozar algunas reflexio-
nes con relación a la figura del litisconsorcio activo preserva-
do por el artículo 49 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo’.
Dicho artículo postula:
‘Dos o más personas pueden litigar en un mismo proceso judi-
cial del trabajo en forma conjunta, sea activa o pasivamente,
siempre que sus pretensiones sean conexas por su causa u
objeto, o cuando la sentencia a dictar con respecto a una de
ellas pudiera afectar a la otra.
Los actos de cada uno de los litigantes no favorecerán ni per-
judicarán la situación procesal de los restantes, sin que por ello
se afecte la unidad del proceso; en consecuencia, varios tra-
bajadores podrán demandar sus derechos y prestaciones so-
ciales, en un mismo libelo y a un mismo patrono. (Subrayado
de la Sala).
Sin lugar a dudas, el instituto procesal en debate, tal como se
encuentra concebido en la Ley ilustrada, responde a la óptica
legislativa de preservar la unidad del proceso y garantizar la
economía procesal.
Empero, la consagración de los comentados principios no puede
enervar derechos o principios de incluso mayor trascendencia
en orden al bien jurídico protegido, como lo serían el derecho a
la defensa y la tutela judicial efectiva.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 24 1
De un ejercicio de abstracción podríamos denotar, que el re-
lajamiento de la figura del litisconsorcio activo generaría se-
rias situaciones atentatorias del derecho a la defensa de la
parte demandada e inclusive, de los propios integrantes del
litisconsorcio.
A título de ejemplo se puede describir, lo complejo que resulta-
ría el manejo de los medios probatorios a incorporar en la au-
diencia preliminar, su evacuación en la audiencia de juicio, las
observaciones a las mismas, el soporte de la pretensión y la
defensa de ésta en la audiencia de juicio, la cuantificación de
las pretensiones individualmente consideradas, etc.
Adicionalmente, la amplitud en la conformación o estructura
del litisconsorcio podría afectar en algunos casos, el derecho a
la tutela jurisdiccional de cualesquiera de los consortes.
De tal manera que, este Tribunal Supremo de Justicia en su
Sala de Casación Social, exhorta a los Jueces de Sustancia-
ción, Mediación y Ejecución de la jurisdicción laboral, admitir
litisconsorcios activos exclusivamente cuando los mismos no
exceden de veinte (20) integrantes, todo con el propósito como
se explicó, de resguardar el derecho a la defensa y tutela judi-
cial efectiva de las partes. Así se establece...’ (s. S.C.S. N°
263/04, del 25-03).
En conclusión, en los procesos con pluralidad subjetiva el juzgado debe
verificar la existencia de los elementos de conexión que exige el artícu-
lo 49 de la Ley Adjetiva Laboral para la admisión de las demandas, el
cual, en ningún caso, establece la posibilidad de litis consorcio impropio,
en el sentido que se ha sido entendido (sola existencia de un elemento
subjetivo común –identidad de la parte demandada–) (…)”.
24 2 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
La solicitud de revisión presentada estableció lo siguiente:
“(…) Tal y como se evidencia de la doctrina parcialmente transcrita, la
cual deviene, dado su propio contenido, como de aplicación inmediata
para todos los procedimientos en curso, una vez comprobada la existen-
cia de la figura del litis consorcio activo en contravención a las previsio-
nes del artículo 146 del Código de Procedimiento Civil, deberá inadmitirse
la demanda, o, en caso de haberse admitido, se repondrá la causa al
estado de su nueva admisión con fundamento a lo establecido en la
sentencia in commento.
No obstante, con la entrada en vigencia de la Ley Orgánica Procesal
del Trabajo (agosto 2003), la Asamblea Nacional, como órgano legisla-
tivo, reguló lo que en materia laboral se conoce como el litisconsorcio
activo impropio, que no es más que la posibilidad mediante la cual, dos
o mas trabajadores, acumulen sus pretensiones en una misma acción, y
contra un mismo patrono, como prevé el artículo 49 eiusdem.
En este orden de ideas, si bien es cierto que la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, produjo el antecedente jurisprudencial con-
tenido en la sentencia N° 2458 del 28 de noviembre de 2001, en el cual
se prohibió la admisión de demandas que contravinieran lo establecido
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 24 3
en el artículo 146 del Código Adjetivo Civil, no es menos cierto que, la
Ley Orgánica Procesal del Trabajo reguló tal situación, permitiendo por
lo menos, en materia laboral, la figura del litisconsorcio activo impropio.
La Constitución de 1999, establece la prohibición de los retardos judi-
ciales ocasionados por las dilaciones indebidas, formalismos o por repo-
siciones inútiles, toda vez que atentan contra la economía y celeridad
procesal que deben imperar en todo proceso judicial, de conformidad
con lo previsto en el artículo 26, en su único aparte, que establece:
(…omissis…)
En tal sentido, estima la Sala que reponer la causa primigenia al estado
de que el juzgador de la primera instancia al que corresponda el conoci-
miento de la causa se pronuncie nuevamente sobre la admisión de las
demandas por separado, resultaría inútil, toda vez que iría en contraven-
ción de lo dispuesto por el legislador en la Ley Orgánica Procesal del
Trabajo, que actualmente contempla el litisconsorcio activo impropio,
atentando con ello el derecho de los trabajadores a la tutela judicial
efectiva y a la seguridad jurídica que consagra nuestro Texto Funda-
mental, criterio sustentado por la Sala en sentencia Nº 2527 del 4 de
noviembre de 2004 (caso: Siderúrgica del Orinoco) (…).
Así, con fundamento en el mandato constitucional consagrado en los
artículos 26 y 257 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, la Sala considera que retrotraer el proceso al estado de una
nueva admisión constituiría una reposición inútil, toda vez que en efecto,
para su nueva admisión, necesariamente se tendría que aplicar el artí-
culo 49 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, lo cual se traduciría
en un menoscabo del derecho a la defensa, a una justicia accesible,
imparcial, equitativa y expedita, sin dilaciones indebidas, sin formalis-
mos o reposiciones inútiles. Así se establece”.
(…omissis…)
“El 24 de enero de 2002, la representación de la solicitante de la revi-
sión pidió a esta Sala Constitucional se aplicase el criterio que, con in-
24 4 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
terpretación vinculante, asentó esta misma Sala, el 28 de noviembre de
2001, en el caso ‘Aeroexpresos Ejecutivos C.A. y Aeroexpresos Ma-
racaibo C.A.’ con respecto a la indebida acumulación de demandas.
En la sentencia en cuestión, esta Sala estableció lo siguiente:
‘Es el caso que, según el invocado artículo 146 (del Código de
Procedimiento Civil), varias personas podrán demandar o ser
demandadas conjuntamente como litis consortes:
a) Siempre que se hallen en estado de comunidad jurídica con
respecto al objeto de la causa. En el caso laboral bajo examen,
el estado de comunidad jurídica respecto del objeto de la causa
queda excluido por el hecho mismo de que cada demandante
reclama sumas de dinero diferentes en sus montos e indepen-
dientes una de otra en cuanto a su origen y a su causa;
c) En los casos 1º, 2º y 3º del artículo 52 del Código de Proce-
dimiento Civil, cuales son:
c.1. Cuando haya identidad de personas y objeto. Al respecto,
ya se observó que sólo hay, en todas las demandas acumula-
das, identidad de demandados pero no de demandantes, pues
cada una de ellas es diferente y, en lo que respecta al objeto,
cada actora aspira a una pretensión distinta. Por tanto, no hay
identidad de personas ni de objeto;
c.2. Cuando haya identidad de personas y título, aunque el ob-
jeto sea distinto. En lo que respecta a la identidad de personas
ya se explicó su ausencia y en lo concerniente con la identidad
de título, basta recordar, para excluirla, que cada accionante
invocó como título, para fundamentar su pretensión, una rela-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 24 5
ción individual de trabajo totalmente diferente de cada una de
las otras que también fueron alegadas; y
c.3. Cuando haya identidad de título y de objeto, aunque las
personas sean diferentes. Basta tener presente lo observado
en los dos párrafos previos para concluir que no hay las iden-
tidades exigidas en el ordinal 3º del artículo 52 que se citó’.
La Sala consideró que fuera de estos supuestos se estaba en presencia
de una acumulación de demandas contraria a las que expresamente están
permitidas por el artículo 146 del Código de Procedimiento Civil, lo que
resultaba violatorio al orden público y a disposición expresa de la Ley e
instó a los jueces a acoger, con carácter vinculante, la interpretación an-
terior y, en el caso de las demandas que ya hubieran sido admitidas en
contravención con dicha norma, ordenó que, aun ex oficio, se declarase,
la nulidad de las actuaciones desde el mismo auto de admisión.
En el presente caso, el juicio, en el cual recayó la sentencia cuya revi-
sión se solicitó, es un proceso laboral por cobro de prestaciones sociales
y otros conceptos, que fue intentado conjuntamente por los ciudadanos
Enrique José Rondón y Jesús del Valle Ramos contra la empresa Distri-
buidora Polar S.A., y que fue admitido mediante auto del Juzgado Ter-
cero de Primera Instancia del Trabajo de la Circunscripción Judicial
del Estado Miranda, el 3 de junio de 1.996, antes de la entrada en vigen-
cia de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, lo que sucedió el 13 de
agosto de 2002.
En consecuencia, la norma adjetiva aplicable a la admisión de la deman-
da es el artículo 146 del Código de Procedimiento Civil, pues, para en-
tonces, aún no había entrado en vigencia la Ley Orgánica Procesal del
Trabajo, por lo que su aplicación violentaría el principio de la irretroac-
tividad de las leyes.
De manera que, en el proceso laboral que se examina, se observa y
aprecia que los demandantes que lo impulsaron actuaron, ab initio, en
contravención con lo que regula el artículo 146 del Código de Procedi-
miento Civil en concordancia con el artículo 52, ordinales 1º, 2º y 3º
eiusdem, que son normas de orden público.
En relación con la acumulación de demandas sin cumplir con lo que
preceptúan los dos artículos precitados, cabe destacar lo que, al respec-
to, apunta RENGEL-ROMBERG:
24 6 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
En virtud de esta exigencia, ha sido negado entre nosotros por la
casación, la asociación de varios actores para acumular las ac-
ciones que tienen contra un mismo patrono, derivadas de distin-
tas relaciones o contratos laborales, sin vinculación alguna. En
esta forma, ha dicho la Corte, podrían originarse verdaderos
laberintos procesales y llegar a quedar derogadas las reglas mis-
mas de la admisibilidad del recurso de casación, cuando se pre-
tenda reunir en una misma demanda varias pretensiones de menor
cuantía y sumarlas para obtener así el limite de la cuantía admi-
sible para el recurso’. (RENGEL-ROMBERG, Arístides, Trata-
do de Derecho Procesal Civil Venezolano, Editorial Arte, Caracas
1992, Tomo II, p. 126) (subrayado añadido).
Es entonces una violación al derecho a la defensa que contenía el artículo
68 de la Constitución de 1961, principio que el constituyente de 1999 tam-
bién reconoció y desarrolló en los artículos 49 (‘el debido proceso se aplica-
rá a todas las actuaciones judiciales’) y 253, primer aparte, (‘corresponde a
los órganos del Poder Judicial conocer de las causas y asuntos de su com-
petencia mediante los procedimientos que establecen las leyes’).
En el asunto laboral de autos y ante la acumulación que fue planteada al
juez de primera instancia y que conoció la causa, por la aplicación del
principio constitucional que anteriormente fue mencionado y de los artí-
culos 146, 52 y 341 del Código de Procedimiento Civil, éste debió negar
la admisión de dichas demandas, aun de oficio, por que son contrarias al
orden público y a disposición expresa de la ley. Por ello, considera quien
suscribe el presente voto que la inaplicación de las normas últimas cita-
das a la hipótesis de acumulación de las demandas que consta en autos,
se traduce en una violación constitucional, con fundamento en el artícu-
lo 335 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
En criterio de quien disiente, en virtud de que la inepta acumulación de
demandas afecta al orden público, en la hipótesis que se juzgó debió
declararse que ha lugar a la pretensión de revisión, luego de la verifica-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 24 7
ción del incumplimiento de los supuestos de procedencia de la acumula-
ción subjetiva de procesos en la demanda laboral (…)”.
(…omissis…)
“El litis consorcio, sea activo o pasivo, facultativo o necesario, se ca-
racteriza porque hay un nexo común que une a los consorciados.
1) Se hallen en estado de comunidad jurídica respecto al objeto de la causa.
2) Los consorciados tengan un derecho o se encuentren sujeto a una
obligación que deriva del mismo título.
3) Cuando haya identidad de personas y objeto, aunque el título sea
diferente.
4) Cuando haya identidad de personas y título, aunque el objeto sea distinto.
5) Cuando haya identidad de título y objeto, aunque las personas sea
diferentes.
Si diversos trabajadores demandan a un patrono, por el cobro de sus
prestaciones laborales, las cuales son disímiles en sus montos y que
corresponden a diferenciadas relaciones laborales, no puede existir litis
consorcio alguno, conforme al artículo 146 mencionado.
Ahora bien, el principio establecido por el artículo 146 del Código de
Procedimiento Civil, quien disiente no encuentra que haya quedado de-
rogado por el artículo 49 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo.
una de ellas pudiere afectar a la otra’. Este artículo enfoca el litis
consorcio laboral desde el ángulo de la conexidad.
La conexidad no es una apreciación arbitraria, sus causas están señaladas
en el artículo 52 del Código de Procedimiento Civil, y allí no se toma en
cuenta la causa como factor de conexidad, sino el título, por lo que causa y
título deben ser lo mismo a los efectos de determinar la conexidad.
Si los litisconsortes tienen identidad de personas y títulos, aunque el
objeto sea distinto; es decir, si del mismo título surgen los derechos o las
obligaciones, podrá existir litis consorcio.
En casos laborales, entendemos que del mismo contrato de trabajo, pue-
den nacer esos derechos y obligaciones (no de diversos contratos). Igual
habrá conexión si existe identidad entre el título y el objeto; es decir, del
mismo título surge el mismo objeto.
Para quien suscribe tal conexión no existe, cuando diversos trabajado-
res demandan a un mismo patrono por derechos que nacen de distintos
contratos de trabajo y cuyos objetos, indemnizaciones, son distintas.
El hecho que las distintas indemnizaciones reclamadas, pertenezcan al
género prestaciones sociales, no las convierte en un mismo objeto, como
tampoco forman una unidad, los derechos derivados de diferentes con-
tratos de trabajo, así pertenezcan al género contratos laborales.
Sólo si la palabra causa utilizada por el artículo 49 de la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo, tuviera un significado distinto al de título, podría
atisbarse una interpretación disímil en esta materia, pero quien suscribe
no encuentra que la voz causa sea necesariamente diferente a título.
Sin embargo, la causa –por ejemplo– puede tal vez, considerarse como
no concordante con el título, y así puede determinar la ruptura del con-
trato de trabajo, si ello tiene lugar por un mismo hecho, pero sólo inter-
pretando causa como motivo homogéneo de despido o de fuente de los
derechos (como un accidente de trabajo), ésta tendría relevancia, lo que
igualmente limita el alcance de los consorcios. De allí que la figura del
litis consorcio activo impropio no funciona en esta materia, sin que jus-
tifique una interpretación distinta, como la que hace el fallo, el que este
litis consorcio especial sea de naturaleza laboral.
La naturaleza laboral –por ejemplo– no puede vulnerar los principios
procesales establecidos, máxime cuando esta infracción conlleva a gran-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 24 9
des violaciones del derecho de defensa de los demandados, quienes
puedan ser accionados por numerosos trabajadores, con distintas pre-
tensiones, lo que les impide un cabal ejercicio del derecho de defensa al
contestar la demanda, oponiéndose a múltiples pretensiones, cada una
con perfil propio.
Para quien disiente, el estado social debe interpretarse en beneficio de
los derechos colectivos ante lo individuales, pero nunca sacrificando
derechos fundamentales, como el de defensa.
El otro supuesto del artículo 49 de la Ley Especial, es que la sentencia
que se dicte con respecto a uno de ellos puede afectar a los otros.
Quienes demandan con base en títulos o causas distintas y con objetos
diferentes (diversas indemnizaciones), mal puede pretender que la sen-
tencia que se dicte contra uno de los accionantes afecte a los demás
que se encuentren en situación distinta, no sólo porque se trata de dife-
rentes contratos de trabajo, sino también de diferentes montos reclama-
dos, y hasta distintas causas de ruptura del contrato.
Sólo procedería el litis consorcio, si los demandantes fueran despedidos
por la misma causa, por lo que el derecho les nacería a todos por igual,
lo mismo ocurriría cuando los accionantes fundan su demanda en un
mismo título, como sería un contrato colectivo.
En ambos casos habría identidad de personas y título (…)”.
La Sala para decidir advirtió que:
25 0 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
“(…) el Código de Procedimiento Civil no es el único texto legal que
regula esta modalidad de acumulación procesal, en tal sentido, la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo en su artículo 49 permite la acumulación
de pretensiones esgrimidas por varios sujetos en un mismo libelo, en los
siguientes supuestos: (i) cuando las pretensiones esgrimidas sean conexas
por su causa o título de pedir; (ii) cuando las mismas sean conexas por el
objeto y (iii) cuando la decisión adoptada en un determinado asunto res-
pecto de una de las partes, pueda afectar a otra u otras, lo que se conoce
como conexión impropia o intelectual. Esta disposición, de carácter
especial, contempla la posibilidad de demandar a un mismo patrono, pero
no aplica a un supuesto como el planteado en autos, cuando lo pretendido
es la impugnación, por vía de amparo constitucional, de dos actos jurisdic-
cionales adoptados en juicios laborales bien diferenciados.
Así, en el caso examinado, dos sujetos distintos –trabajadores– impug-
nan sentencias distintas, adoptadas en juicios laborales distintos deriva-
dos de relaciones de trabajo individuales. En efecto, de los recaudos
consignados, esta Sala puede discriminar:
(a) Que ambas relaciones de trabajo se mantuvieron en distintos pe-
ríodos y los vínculos de subordinación son diferentes: (i) el ciudadano
Jairo Bernal Marini prestó servicios en la empresa Santa Fe Drilling
de Venezuela, C.A., desde el 8 de enero de 1998 hasta el 11 de no-
viembre de 1998 como obrero de primera clase y (ii) el ciudadano
Alexis Enrique Salazar Rosillo mantuvo su relación laboral desde el 10
de abril de 1997 hasta el 17 de septiembre de 1998 desempeñando
funciones de obrero de taladro.
(b) Que si bien existe similitud en cuanto a las pretensiones procesales
aducidas en ambas causas –cobro de prestaciones sociales y otros con-
ceptos derivados de la presunta falta de pago de diferencias de salarios
básicos normales, integrales y otras primas, así como vacaciones, utili-
dades e indemnización por prestaciones sociales estipuladas en la Con-
vención Colectiva de Trabajo vigente para los años 1995-1997 celebrada
entre Lagoven, Maraven, Corpoven, entonces Filiales de Petróleos de
Venezuela y la Federación de Trabajadores Petroleros, Químicos y sus
Similares de Venezuela (FEDEPETROL) y la Federación de Trabaja-
dores de la Industria de Hidrocarburos y sus Derivados (FETRAHI-
DROCARBUROS)–, el título o causa de pedir (causa petendi) deviene
de la relación laboral particular y de los montos reclamados en cada una
de las demandas.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 25 1
(c) Que el único factor subjetivo de conexión lo constituye la perso-
na jurídica demandada, sociedad mercantil Santa Fe Drilling de Ve-
nezuela, C.A.
Lo anterior permite excluir de los supuestos contemplados en las nor-
mas antes examinadas la existencia de un factor de conexión de los allí
enumerados, que permita a esta Sala decidir, en un solo pronunciamien-
to la eventual inconstitucionalidad de las decisiones impugnadas, ello en
el marco de una acción de amparo constitucional.
De allí que, en criterio de esta Sala, los accionantes no pueden ejercer la
presente acción invocando en ambos casos las mismas razones de hecho
y de derecho, ya que no están afectados de igual forma por las sentencias
impugnadas, siendo el título o causa petendi distinto para cada uno de
ellos, no pudiendo tal y como lo han hecho, constituir en sede constitucio-
nal un litisconsorcio activo, porque la concreta individualización de los
hechos de los que nace su estado de insatisfacción y por el cual solicitan
la providencia jurisdiccional que los tutele, no puede ser la misma que
invocan al encontrarse en situaciones de hecho distintas (En igual sentido,
Vid. Sentencia N° 92 del 29 de enero de 2002, supra citada)”.
La acción de amparo ejercida fue resuelta bajo el precedente que, a
continuación, se transcribe:
“(…) El control de la legalidad constituye un mecanismo extraordinario
de impugnación distinto al recurso de casación, pues, por una parte,
25 2 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
para su admisión es necesario que el fallo contra el cual se interponga el
referido control de la legalidad no sea recurrible en casación y, por la
otra, no procede, en principio, la fundamentación del recurso extraordi-
nario de control de la legalidad en delaciones que sólo corresponderían
al recurso de casación.
(…omissis...)
Ahora bien, el recurso de control de la legalidad tiene por objeto la im-
pugnación de fallos contrarios a derecho que vulneren o amenacen con
vulnerar normas de orden público, así como los que contraríen la reite-
rada doctrina jurisprudencial de la Sala de Casación Social (ex artículo
178 de la Ley Adjetiva Procesal); amenazas o violaciones que han sido
entendidas por la Sala de Casación Social como referidas a normas de
orden público legal (y no constitucional).
(…omissis...)
Efectivamente, tal y como señaló la Sala de Casación Social, el recurso
de control de la legalidad (cuyo conocimiento le otorgó la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo), no puede ejercerse contra fallos que se dicten en
competencia constitucional, por cuanto, el conocimiento de dicha juris-
dicción corresponde, por mandato constitucional, de manera exclusiva y
excluyente a esta Sala Constitucional.
Sin embargo, no es menos cierto que todo juez de la República es cons-
titucional y, en razón de ello, le corresponde la tutela de los derechos y
garantías constitucionales, obligación ésta, que, en grado superlativo,
tienen los Magistrados de las distintas Salas de este Máximo Tribunal;
de allí que, en principio, y por regla general, todos los mecanismos pro-
cesales de impugnación sean ordinarios o extraordinarios, constituyen
medios idóneos suficientes y eficaces para la tutela judicial efectiva de
los derechos y garantías constitucionales, es decir, para el restableci-
miento de la situación jurídica infringida por injuria constitucional.
En consecuencia, si el justiciable ejerce contra el fallo que considera
lesivo a sus derechos fundamentales, el mecanismo procesal de im-
pugnación disponible, ordinario o extraordinarios porque considera que
tal mecanismo de impugnación es idóneo para el reestablecimiento de
su situación jurídica que denuncie infringida, por lo que, en ese su-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 25 3
puesto, sería inadmisible la pretensión de amparo constitucional que
incoe con posterioridad.
Sin embargo, respecto del recurso de control de la legalidad se observa
que su disponibilidad o ejercicio no podría impedir el del amparo constitu-
cional puesto que son medidas para el ejercicio de pretensiones distintas y
bien diferenciadas por la propia Sala de Casación Social –protección de
derechos constitucionales y control de legalidad, respectivamente– de modo
que con el ejercicio de uno de ellos no podría obtenerse la protección de
la esfera jurídica del justiciable que el otro ofrece. Así se declara.
(…omissis...)
En consecuencia, a juicio de esta Sala, si el fallo es susceptible de im-
pugnación mediante el recurso extraordinario del control de la legalidad,
su falta de ejercicio no configura la causal de inadmisibilidad que esta-
blece el artículo 6, cardinal 5, de la Ley Orgánica de Amparo sobre
Derechos y Garantías Constitucionales, sin necesidad de que, se insiste,
el querellante fundamente o razone su omisión.
En otro sentido, debe aclararse que esa doble opción que se consideró
ut supra, aun cuando no condiciona la admisibilidad de la pretensión de
amparo, sin embargo, pudiese determinar su improcedencia incluso in
limine litis, en los casos en que se pretenda mediante este mecanismo
de impugnación, la sustitución de la finalidad del recurso de control de
la legalidad, mediante denuncias de supuestas violaciones constitucio-
nales cuyos fundamentos puedan subsumirse en los supuestos fácticos
de procedencia del control de la legalidad, esto es, violación o amenaza
de violación de normas de orden público (de naturaleza laboral, que no
impliquen injuria constitucional) o que se contraríe la reiterada doctrina
jurisprudencial de la Sala de Casación Social, pues al no existir, en el
caso concreto, violación constitucional, la consecuencia lógico jurídica
sería la desestimación de la demanda de amparo, y así se decide.
(…omissis...)
En ese sentido, debe reiterarse que si bien es cierto que los jueces de
instancia, en pro de la integridad de la legislación y la unidad de la juris-
prudencia deberían acatar la doctrina que mediante sus decisiones esta-
blecen las distintas Salas de esta máximo Tribunal, sin embargo, su
omisión no produce infracción constitucional que fundamente la proce-
25 4 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
dencia de una pretensión de amparo; además, en los casos como en el
presente, procedería el recurso de control de la legalidad (ex artículo
178 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo)”.
La acción de amparo fue resuelta bajo los siguientes términos:
“(…) Al respecto, cabe advertir que, el 13 de agosto de 2002, la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo fue publicada en la Gaceta Oficial N°
37.504, con lo cual entraron en vigencia anticipada sus artículos 49, 178
y 179, de acuerdo con lo establecido por el artículo 194 de la referida
Ley y al año siguiente entró en vigencia el resto de las disposiciones de
conformidad con la norma contenida en dicho artículo.
Siendo ello así, la sociedad mercantil accionante contaba con el control
de la legalidad establecido en el artículo 178 de la Ley Orgánica Proce-
sal del Trabajo, para impugnar la sentencia denunciada en el presente
amparo, dictada el 16 de noviembre de 2004, por el Juzgado Superior
del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar.
En consecuencia, la accionante tenía a su disposición otros mecanismos
para subsanar la situación presuntamente infringida, pues el artículo 178
del mencionado instrumento jurídico consagra el recurso de control de
la legalidad, del cual pueden ser objeto aquellas decisiones emanadas de
los Juzgados Superiores del Trabajo, no susceptibles de impugnación
mediante el recurso de casación, que violen o amenacen con violar nor-
mas de orden público o sean contrarias a la jurisprudencia reiterada de
la Sala de Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 25 5
En este sentido, la parte actora no indicó si la decisión impugnada fue
objeto del recurso de control de la legalidad; no obstante siendo la vía
idónea a tal efecto, afirmó que no existe otro (…) ‘medio judicial alter-
no para lograr el restablecimiento del orden constitucional infringi-
do’, así como también señaló erradamente que ‘(…) de acuerdo a lo
previsto en el artículo 312 del Código de Procedimiento Civil el re-
curso de casación podrá interponerse en los supuestos señalados
expresamente en la norma, ninguno de los cuales es el presente caso’,
sin percatar la vigencia del instrumento procesal laboral vigente”.
(...omissis…)
“La mayoría sentenciadora, mediante la sentencia de la cual se disiente,
declaró la inadmisión de la pretensión de tutela constitucional con fun-
damento en el artículo 6.5 de la ley Orgánica de Amparo sobre Dere-
chos y Garantías Constitucionales, por cuanto la demandante no agotó
el medio extraordinario de control de la legalidad que preceptúa el artí-
culo 178 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo para el restableci-
miento de la situación jurídica supuestamente infringida; solución que
no se comparte, por cuanto el control de la legalidad no constitu-
ye, en criterio de quien disiente, un mecanismo idóneo cuyo ago-
tamiento previo condicione la proposición de la pretensión de
tutela constitucional. (Resaltado de este libro) Como fundamento de
tal aseveración deben hacerse las siguientes consideraciones:
1. El agotamiento previo de tal solicitud no debe considerarse como un
presupuesto de admisibilidad de la demanda de tutela constitucional en
virtud de que la discrecionalidad que la Ley Orgánica Procesal del Tra-
bajo otorgó a la Sala de Casación Social para la inadmisión de dicho
recurso (La declaración de inadmisibilidad del recurso se hará cons-
tar en forma escrita por auto del Tribunal, sin necesidad de moti-
var su decisión), constituye una razón valedera para que exista, en
este caso, una simple posibilidad de escogencia entre la proposición del
control de la legalidad y el amparo constitucional, aun cuando tal medio
extraordinario suspenda la ejecución del fallo que se impugne, pues, en
definitiva, la procedencia o la desestimación del amparo, por parte de
los tribunales en ejercicio de la competencia constitucional (de lo cual
25 6 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
no escapa esta Sala), siempre será motivada, en garantía del derecho
de petición de los justiciables.
2. En cuanto a dicha discrecionalidad la Sala de Casación Social ha dicho:
‘...Dispone el artículo 178 de la Ley Orgánica Procesal del
Trabajo, que el Tribunal Supremo de Justicia en Sala de Casa-
ción Social podrá, a solicitud de parte, conocer de aquellos
casos emanados de los Tribunales Superiores del Trabajo, que
aun y cuando no fueran recurribles en casación, sin embargo,
violenten o amenacen con violentar las normas de orden públi-
co o cuando la sentencia recurrida sea contraria a la reiterada
doctrina jurisprudencial de dicha Sala de Casación.
Esta Sala de Casación Social en decisión de fecha 12 de diciem-
bre de 2002, expresó que aun cuando los requisitos de ad-
misibilidad se cumplan ‘corresponde a esta Sala de
Casación Social restringir, atendiendo a la potestad dis-
crecional conferida por el artículo 178 de la Ley Orgánica
Procesal Laboral, la admisibilidad de dicho recurso, cuan-
do se hallen violentadas o amenazadas disposiciones de
orden público o la jurisprudencia reiterada de la Sala’.
Por tanto, se refiere la Sala a que la admisibilidad del recurso
se restringe a situaciones donde la violación o amenaza son de
tal entidad, que resulte alterada la legalidad de la decisión o
proceso sujeto a revisión. De allí, que se trate entonces, de
violaciones categóricas del orden legal establecido, que en de-
finitiva, transgredirían el Estado de Derecho, o de aquellas de-
cisiones que contravengan la reiterada doctrina jurisprudencial
de esta Sala de Casación Social, pues, ésta se contrae funda-
mentalmente entre otras, a preservar la uniformidad de la ju-
risprudencia laboral.
En el caso concreto señala el recurrente en su solicitud, que la
sentencia recurrida violó normas de orden público contravi-
niendo lo establecido en los artículos 10 y 11 de la Ley Orgáni-
ca del Trabajo y en los artículos 1º, 2º y 131 de la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo, al no considerar que la detención por un
oficial de tránsito por no tener la documentación del vehículo
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 25 7
constituye un motivo de caso fortuito o fuerza mayor, lo cual
luego de un examen exhaustivo, considera esta Sala que no se
trata de violaciones del orden legal establecido que en definiti-
va transgredirían el Estado de Derecho.
Por las razones mencionadas, con base en los criterios que
fundamentan la presente decisión, se declara inadmisible el
presente recurso de control de la legalidad. Así se decide...’
(sic. s. S.C.S. N° 045/04, de 20 de enero. Resaltado añadido).
En atención a tal argumentación, no debería exigirse al demandante de
amparo contra un fallo susceptible de impugnación mediante control de
la legalidad que ponga en evidencia o justifique, tal y como sucede ante
la existencia de los otros mecanismos judiciales preexistentes, ordina-
rios (apelación) u extraordinarios (casación e invalidación), razones va-
lederas por las cuales ejerció el amparo, pues, la discrecionalidad en la
inadmisión de dicho recurso se erige como justificación suficiente para
la admisión de la demanda de amparo.
Como corolario de lo anterior, en nuestro criterio, cuando se impugne
mediante amparo un fallo susceptible de cuestionamiento mediante di-
cho control de la legalidad, su falta de ejercicio no debe configurar la
causal de inadmisibilidad que preceptúa el artículo 6, cardinal 5, de la
Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constituciona-
les. Sin embargo, el agotamiento previo y espontáneo de tal mecanismo
excepcional de impugnación de parte del justiciable, si constituiría, en
ese caso, una causal de inadmisión de la pretensión de tutela constitu-
cional, siempre y cuando tuviese una razonada respuesta.
En ese mismo sentido se pronunció esta Sala mediante fallo N° 3105/
03, del 05-11, exp. 03-0942) donde señaló:
‘...Sin embargo, respecto del recurso de control de la legalidad
se observa que su disponibilidad o ejercicio no podría impedir
el del amparo constitucional puesto que son medidas para el
ejercicio de pretensiones distintas y bien diferenciadas por la
propia Sala de Casación Social –protección de derechos cons-
titucionales y control de legalidad, respectivamente– de modo
que con el ejercicio de uno de ellos no podría obtenerse la
protección de la esfera jurídica del justiciable que el otro ofre-
ce. Así se declara.
25 8 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
En razón de lo anterior, debe subrayarse que no es necesario
que el recurrente en amparo contra un fallo susceptible de
impugnación mediante el recurso extraordinario de control de
la legalidad ponga en evidencia o justifique, tal y como sucede
ante la existencia de los otros mecanismos judiciales preexis-
tentes ordinarios (apelación) u extraordinarios (casación), ra-
zones valederas para la opción por el amparo.
En consecuencia, a juicio de esta Sala, si el fallo es sus-
ceptible de impugnación mediante el recurso extraor-
dinario del control de la legalidad, su falta de ejercicio
no configura la causal de inadmisibilidad que establece
el artículo 6, cardinal 5, de la Ley Orgánica de Amparo
sobre Derechos y Garantías Constitucionales, sin ne-
cesidad de que, se insiste, el querellante fundamente o
razone su omisión.
En otro sentido, debe aclararse que esa doble opción que se
consideró ut supra, aun cuando no condiciona la admisibilidad
de la pretensión de amparo, sin embargo, pudiese determinar
su improcedencia incluso in limine litis, en los casos en que
se pretenda mediante este mecanismo de impugnación, la sus-
titución de la finalidad del recurso de control de la legalidad,
mediante denuncias de supuestas violaciones constitucionales
cuyos fundamentos puedan subsumirse en los supuestos fácti-
cos de procedencia del control de la legalidad, esto es, viola-
ción o amenaza de violación de normas de orden público (de
naturaleza laboral, que no impliquen injuria constitucional) o
que se contraríe la reiterada doctrina jurisprudencial de la Sala
de Casación Social, pues al no existir, en el caso concreto,
violación constitucional, la consecuencia lógico jurídica sería
la desestimación de la demanda de amparo, y así se decide...’
(Resaltado añadido).
No obstante, debe aclararse que esta misma Sala ha emitido, en ese sen-
tido, decisiones contradictorias, por cuanto, por un lado, ha declarado la
inadmisibilidad de la pretensión por falta de agotamiento de dicho medio
extraordinario, lo cual ha motivado, en todas, el voto salvado de quien
suscribe, así, entre otras, podemos citar las siguientes sentencias: 3417/
03; 448/04; 609/04; 1167/04 y 2173/04; y, por el otro, ha saltado, no obs-
tante la declaración de improcedencia in limine litis, la inadmisibilidad de
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 25 9
pretensiones de amparo no obstante la disponibilidad del control de la
legalidad. Al respecto, entre otras, señalamos: 2527/04 y 2846/04, así como
casos en los que se han admitido pretensiones en igual sentido.
En conclusión, en defensa de la seguridad jurídica y de la uniformidad
de criterios, debe establecerse un criterio único en este sentido, desde
luego, en atención a los intereses del débil económico en estos casos.
En virtud de todos lo señalamientos anteriores, se imponía, en este caso,
la admisión de la pretensión de tutela constitucional (…)”.
El caso fue resuelto teniendo como base los siguientes argumentos:
(…omissis…)
Ahora bien, al analizar la admisibilidad del recurso de control de legali-
dad se debe entender que ésta, se restringe a situaciones donde la vio-
lación o amenaza son de tal entidad, que resulte alterada la legalidad de
la decisión o del proceso objeto de revisión, por lo que, deben alegarse
violaciones categóricas del orden legal establecido, que en definitiva,
transgredirían el Estado de Derecho, o de aquellas decisiones que con-
travengan la reiterada doctrina jurisprudencial reinante en la materia,
pues, ésta, se contrae fundamentalmente entre otras, a preservar la
uniformidad de la jurisprudencia laboral.
Siendo ello así, la discrecionalidad a la que se encuentra sometida la
admisibilidad del recurso de control de legalidad, no es óbice para que
los justiciables una vez interpuesta y negada su admisión, puedan agotar
el ejercicio de la acción de amparo constitucional, pues en determinados
casos, la entidad del vicio denunciado puede reñir con garantías funda-
mentales establecidas en nuestra carta magna.
(…omissis…)
En definitiva, sólo será admisible la solicitud de tutela constitucional
contra las decisiones de los Juzgados Superiores, cuando el agraviado
haya ejercido previamente el recurso de control de legalidad, y éste, sea
declarado inadmisible en virtud del poder discrecional atribuido en la ley
a la Sala de Casación Social.
Aunado a lo anterior, en relación al requisito de inadmisibilidad de la
acción de amparo constitucional, establecido en el artículo 6 cardinal 4
de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitu-
cionales, debe señalarse que el transcurso del tiempo en él indicado,
vale decir, el cómputo de seis (6) meses para que se materialice la ca-
ducidad de la acción, comenzará a contarse, para los casos establecidos
en el presente fallo, una vez agotados todos los recursos preexistentes,
siendo así, será a partir de la fecha de publicación del auto que inadmita
el control de legalidad en virtud de la potestad discrecional de la Sala de
Casación Social, cuando empiece a correr los seis (6) meses previstos
en la referida ley orgánica. Así se establece.
En virtud de los razonamientos expuestos, los cuales se constituyen como
nueva doctrina asentada por esta Sala Constitucional, la acción de am-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 26 1
paro ejercida por el abogado José Emilio Jiménez Mendía, actuando en
su condición de Síndico Procurador Municipal del Municipio Iribarren,
resulta admisible. Así se decide.
(…omissis…)
“La sentencia de la que se discrepa acordó, con efectos vinculantes,
la admisión de pretensiones de tutela constitucional a pesar de su evi-
dente caducidad.
Tal proposición se fundamenta en el reconocimiento de la discrecionali-
dad que posee la Sala de Casación Social para la inadmisión, sin ningún
tipo de motivación, del llamado recurso de control de la legalidad. Ahora
bien, es, precisamente, esa discrecionalidad ilimitada que posee la refe-
rida Sala el cimiento por el cual debe permitirse a los justiciables la libre
escogencia entre dicho mecanismo extraordinario de impugnación y el
amparo. Ese elemento ha sustentado, incluso, la inadmisión de la revi-
sión contra las sentencias de la Sala de Casación Social que inadmitan
tal mecanismo de impugnación (Vid., entre otras, s. S.C. de 10-08-04;
caso: Formiconi C.A.).
En la decisión de autos, con fundamento en la existencia de tal discre-
cionalidad, se adoptó una solución que no comparte quien se aparta del
criterio mayoritario, en el sentido de que ‘...el computo de seis meses
(6) para que se materialice la caducidad de la acción, comenzará
a contarse, para los casos establecidos en el presente fallo, una
vez agotados todos los recursos preexistentes, siendo así, será a
partir de la fecha de publicación del auto que inadmita el control
26 2 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Se discrepa de la solución que se transcribió porque la caducidad es un
lapso fatal que, una vez que comienza, no puede detenerse ni interrum-
pirse; además, en ella se encuentra involucrado el orden público (en
cuanto afecta al derecho de acción y, por ello, de acceso a la justicia).
Por otro lado, el lapso de caducidad debe computarse desde la oportuni-
dad en que se dicte el fallo objeto de amparo (decisión del Superior), y
no del pronunciamiento que desestime el recurso de control de la lega-
lidad, pues éste último no es el acto supuestamente lesivo.
Por otra parte, preocupa al salvante que si se es coherente, este criterio
sería aplicable, a la postre, a todos los medios de impugnación que esta
Sala ha declarado idóneos para la protección constitucional, después de
cuyo ejercicio, se reabriría el lapso de caducidad de la Ley Orgánica de
Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, lo cual haría nu-
gatorio el art. 6.4 eiusdem.
El disidente estima que, en lugar de la decisión anterior, el caso de autos
ha debido ser resuelto en forma armónica con las decisiones de esta
Sala que han establecido que el agotamiento previo de la solicitud de
control de legalidad no debe considerarse como un presupuesto de ad-
misibilidad de la demanda de tutela constitucional en virtud de que la
discrecionalidad que la Ley Orgánica Procesal del Trabajo otorgó a la
Sala de Casación Social para la inadmisión de dicho recurso constituye
una razón valedera para que exista, en este caso, una simple posibilidad
de escogencia entre la proposición del control de la legalidad y el ampa-
ro constitucional, aun cuando tal medio extraordinario suspenda la eje-
cución del fallo que se impugne, pues, en definitiva, la procedencia o la
desestimación del amparo, por parte de los tribunales en ejercicio de la
competencia constitucional (de lo cual no escapa esta Sala), siempre
será motivada, en garantía del derecho de petición de los justiciables.
Como corolario de lo anterior, en criterio de quien discrepa, cuando se
impugne mediante amparo un fallo susceptible de cuestionamiento me-
diante dicho control de la legalidad, su falta de ejercicio no debe confi-
gurar la causal de inadmisibilidad que preceptúa el artículo 6, cardinal 5,
de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitu-
cionales. Sin embargo, el agotamiento previo y espontáneo de tal meca-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 26 3
nismo excepcional de impugnación de parte del justiciable, si constitui-
ría, en ese caso, una causal de inadmisión de la pretensión de tutela
constitucional, siempre y cuando tuviese una razonada respuesta.
En ese mismo sentido se pronunció esta Sala mediante fallo N° 3105/
03, del 05-11, exp. 03-0942) donde señaló:
‘...Sin embargo, respecto del recurso de control de la legalidad
se observa que su disponibilidad o ejercicio no podría impedir
el del amparo constitucional puesto que son medidas para el
ejercicio de pretensiones distintas y bien diferenciadas por la
propia Sala de Casación Social –protección de derechos cons-
titucionales y control de legalidad, respectivamente– de modo
que con el ejercicio de uno de ellos no podría obtenerse la
protección de la esfera jurídica del justiciable que el otro ofre-
ce. Así se declara.
En consecuencia, a juicio de esta Sala, si el fallo es suscep-
tible de impugnación mediante el recurso extraordinario
del control de la legalidad, su falta de ejercicio no configura
la causal de inadmisibilidad que establece el artículo 6, car-
dinal 5, de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y
Garantías Constitucionales, sin necesidad de que, se insis-
te, el querellante fundamente o razone su omisión.
En otro sentido, debe aclararse que esa doble opción que se
consideró ut supra, aun cuando no condiciona la admisibilidad
de la pretensión de amparo, sin embargo, pudiese determinar
su improcedencia incluso in limine litis, en los casos en que
se pretenda mediante este mecanismo de impugnación, la sus-
titución de la finalidad del recurso de control de la legalidad,
mediante denuncias de supuestas violaciones constitucionales
26 4 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
cuyos fundamentos puedan subsumirse en los supuestos fácti-
cos de procedencia del control de la legalidad, esto es, viola-
ción o amenaza de violación de normas de orden público (de
naturaleza laboral, que no impliquen injuria constitucional) o
que se contraríe la reiterada doctrina jurisprudencial de la Sala
de Casación Social, pues al no existir, en el caso concreto,
violación constitucional, la consecuencia lógico jurídica sería
la desestimación de la demanda de amparo, y así se decide...’
(Resaltado añadido).
En virtud de todos lo señalamientos anteriores, se imponía, en este caso,
la inadmisión de la pretensión de tutela constitucional por la previa op-
ción al control de legalidad (…)”.
La acción de amparo ejercida fue dilucidada atendiendo a la siguien-
te premisa:
“(…) resulta oportuno hacer referencia a la sentencia N° 610 del 25 de
marzo de 2002 (caso: Clío Cosmetics, C.A.), en la que esta Sala, frente
a la denuncia de situaciones de ese tipo, como constitutivas de violación
constitucional, señaló la disposición de vías preexistentes en el ordena-
miento jurídico para su restablecimiento (…).
(…omissis…)
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 26 5
Al respecto, esta Sala en sentencia N° 2.148 del 29 de julio de 2005
(caso: Organización de Protección Empresarial Compañía Anóni-
ma), señaló lo siguiente:
‘(…) La Sala observa, que tal como lo señaló el a quo consti-
tucional, la demandante disponía el recurso de invalidación, que
establecen los artículos 327 y siguientes del Código de Proce-
dimiento Civil, medio procesal éste que está destinado a la ob-
tención de la reparación de un error de hecho en un proceso,
no imputable al juzgador, sino a culpa de la parte interesada o a
circunstancia involuntaria, para lo cual establece unas causa-
les taxativas, bien determinadas y entre ellas la primera es la
falta de citación, o el error, o fraude cometidos en la citación
para la contestación.
A juicio de esta Sala, la demandante utilizó el amparo constitu-
cional como un sustitutivo de los recursos ordinarios que esta-
blece en la Ley adjetiva civil, en consecuencia, esta Sala
confirma la declaración de inadmisibilidad de la demanda de
amparo de autos, de conformidad con lo que establece el artí-
culo 6.5 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y
Garantías Constitucionales (…)’.
(…omissis…)
26 6 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
De manera que, al ser susceptible de recurso de invalidación la
decisión dictada el 11 de febrero de 2003 por el Juzgado Prime-
ro de Primera Instancia del Trabajo de la Circunscripción Judi-
cial del Estado Zulia, que declaró con lugar la demanda por pago
de salarios caídos y prestaciones sociales, no puede pretender la
parte quejosa mediante la interposición del presente amparo
constitucional, que se anule el referido fallo, puesto que ello iría
contra la naturaleza especial de esta acción. Así se decide”.
VOTO CONCURRENTE
DRA. CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
(…omissis…)
“La decisión de la Sala coincidió con la del Juzgado a quo, pues ambos
apreciaron que la acción de amparo era inadmisible con base en lo dis-
puesto en el numeral 5 del artículo 6 de la Ley Orgánica de Amparo
sobre Derechos y Garantías Constitucionales, porque la parte accio-
nante contaba con el recurso de invalidación.
Sin embargo, se pasó por alto la particularidad del juicio donde se pro-
dujeron las lesiones constitucionales denunciadas, el cual era de natura-
leza laboral y, como tal, regido por la Ley Orgánica Procesal del Trabajo,
en cuya normativa no sólo no figura la institución del recurso de invali-
dación, sino que además, en su artículo 178, se crea una figura novedo-
sa que abarca los mismos supuestos de aquél: el recurso de control de
legalidad, que es un medio de invalidación respecto del cual esta Sala ha
reconocido su carácter de vía o medio judicial preexistente conforme
los términos señalados en el artículo 6.5 de la Ley Orgánica de Amparo
sobre Derechos y Garantías Constitucionales (en tal sentido, consúltese
las sentencias de esta Sala núms. 2369/2001, 2937/2003, 3166/2003, 3417/
2003, 448/2004, 1167/2004, 1198/2004, 1443/2004, 2026/2004, 2173/2004;
consúltese de data reciente los fallos núms. 104/2005, 331/2005, 662/
2005, 882/2005, 1003/2005, 1570/2005, 3002/2005, 3099/2005), y con
más rigor recientemente en el fallo N° 3315/2005, admitiendo el amparo
cuando el control de legalidad fuera inadmitido.
Lo cierto es que el principio de especialidad que priva en el proceso labo-
ral exige mucha prudencia cuando se utilicen de forma supletoria normas
del Código de Procedimiento Civil, de cuya hermenéutica la legislación
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 26 7
del trabajo en Venezuela se ha deslastrado, tal como lo pretende el artícu-
lo 11 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, que a la letra dice:
‘Artículo 11. Los actos procesales se realizarán en la forma
prevista en la ley; en ausencia de disposición expresa, el Juez
del Trabajo determinará los criterios a seguir para su realiza-
ción, todo ello con el propósito de garantizar la consecución de
los fines fundamentales del proceso. A tal efecto, el Juez del
Trabajo podrá aplicar, analógicamente, disposiciones procesales
establecidas en el ordenamiento jurídico, teniendo en cuenta el
carácter tutelar de derecho sustantivo y adjetivo del derecho del
trabajo, cuidando que la norma aplicada por analogía no contra-
ríe principios fundamentales establecidos en la presente Ley’.
De este modo, la propia Ley Orgánica Procesal del Trabajo indica ex-
presamente en cuáles supuestos se aplica las normas procesales de
derecho común, de manera que el silencio del legislador procesal labo-
ral no remite supletoriamente ipso facto al Código de Procedimiento
Civil, sino que faculta al juez laboral para la aplicación analógica in
bonam partem, es decir, teniendo en cuenta el carácter tutelar del de-
recho sustantivo y adjetivo del derecho del trabajo.
Con base en lo expuesto, quien concurre en su voto es conteste que la
acción de amparo era efectivamente inadmisible por existir una vía pro-
cesal ordinaria, pero esa vía no es, como erróneamente se señaló en el
fallo –por remisión supletoria al Código de Procedimiento Civil–, el re-
curso de invalidación, ya que en nuestra legislación procesal laboral el
recurso de control de legalidad, regulado en el artículo 178 de la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo, es el recurso idóneo”.
26 8 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
La Sala para decidir advirtió que:
“(…) no es posible afirmar que la inejecución por parte de Taller Indus-
trial Metalúrgico Taime C.A. (TAIMECA) de la providencia adminis-
trativa N° 138-01, dictada, el 15 de mayo de 2001, por la Inspectoría del
Trabajo en el Distrito Federal, que es la circunstancia o hecho que esta-
ría afectando derechos laborales de rango constitucional y que hace
surgir el interés procesal en acudir a la vía del amparo, comenzó a partir
del día 3 de mayo de 2002, fecha en la que se practicó la última notifica-
ción de las acordadas en el procedimiento administrativo, pues si bien
es cierto que a partir de esa fecha el referido acto gozaba de eficacia,
esto es, de aptitud para ser ejecutado por la propia Administración auto-
ra o por el particular obligado por él, es igualmente cierto que ni la Ley
Orgánica del Trabajo ni la Ley Orgánica de Procedimientos Administra-
tivos establecen un lapso específico para que la Administración o el
particular obligado a la ejecución del acto procedan a efectuar la con-
ducta ordenada en el proveimiento (la primera ley sólo establece, como
forma de coacción, la imposición de multas al patrono cuando el traba-
jador denuncia falta de cumplimiento), a cuyo término es que podría
entonces considerarse con exactitud que se está ante una real inejecu-
ción o contumacia en la ejecución del acto, y poder así comenzar a
computar el lapso de seis (6) meses para accionar en amparo, de no
existir una vía procesal distinta que sea idónea para lograr el restableci-
miento de la situación jurídica infringida.
Estima esta Sala, ante la imprecisión con que el ordenamiento jurídico
vigente regula la ejecución de las providencias administrativas dictadas
por las Inspectorías del Trabajo, al sustanciar procedimientos de reen-
ganche y pagos de salarios caídos, que computar en sede constitucional
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 26 9
el lapso de caducidad de seis (6) meses que prevé el artículo 6, numeral
4 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitu-
cionales, a partir de la fecha en que se practicó la última de las notifica-
ciones ordenadas del acto particular, cuando a partir de dicha oportunidad
no necesariamente puede estarse ante un caso de inejecución de la pro-
videncia o de negativa del patrono a acatar el contenido de la misma
(pues la efectiva ejecución de una orden de reenganche del trabajador
puede tardar si implica la realización de actos internos en la empresa
donde laboraba para que ocupe nuevamente su puesto de trabajo), im-
plica restringir arbitrariamente el derecho de acceso a la justicia que
protegen los artículos 26 y 27 de la Constitución de la República Boliva-
riana de Venezuela, tanto como lo supondría computar el lapso de cadu-
cidad previsto en el artículo 134 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema
de Justicia en casos de interposición de pretensiones contencioso-admi-
nistrativas contra la inactividad de la Administración, a partir de la fe-
cha en que se practicó la notificación de un acto particular, sin advertir
la inexistencia de un plazo legal para la ejecución efectiva del mismo, o
sin considerar si, desde esa fecha hasta la oportunidad en que se plan-
teó la pretensión de abstención o carencia, fueron realizadas diligencias
tendientes a lograr la ejecución por la propia Administración del acto.
Por otro lado, esta Sala ha indicado en decisiones previas que la proble-
mática derivada de la falta de ejecución por parte de las Inspectorías
del Trabajo de las providencias por ellas dictadas en procedimientos de
reenganche y pago de salarios caídos ante la contumacia de los patro-
nos obligados en cumplir con lo decidido en dichos actos administrati-
vos, que tutelan un interés general específico (el interés del colectivo
que se garantice la estabilidad en las relaciones laborales y se impida la
terminación arbitraria de las relaciones de empleo), está vinculada en
forma directa con la protección del derecho al trabajo, a la estabilidad y
a la libertad sindical, que debe ser conocida, vista la intervención en la
controversia de órganos de la Administración Central (Inspectorías del
Trabajo), por la jurisdicción contencioso-administrativa, que ante la inexis-
tencia de una vía contencioso-administrativa idónea, específica, para
lograr la ejecución de tales providencias administrativas (como sería un
juicio de intimación en sede contencioso-administrativa), es el amparo
ejercido ante los Juzgados Superiores con competencia en lo Conten-
cioso-Administrativo la vía idónea para solicitar la tutela de los dere-
chos laborales protegidos por la Constitución que puedan resultar
desconocidos o vulnerados por la falta de ejecución de la decisión con-
27 0 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
tenida en el acto particular, y que no pueden los Jueces negarse a brin-
dar la tutela judicial requerida por el trabajador o grupo de ellos alegan-
do falta de jurisdicción frente a la Administración. En efecto, en decisión
N° 1318/2001, del 02-08, caso: Nicolás Alcalá Ruiz, esta Sala estable-
ció con carácter vinculante lo siguiente:
(…omissis…)
‘Finalmente, considera esta Sala Constitucional un deber ad-
vertir a los jueces que ningún acto de la Administración Públi-
ca puede estar excluido del control jurisdiccional, por tanto, no
resulta posible declarar la falta de jurisdicción frente a situa-
ciones que, de no proveerse la actuación judicial correspon-
diente, constituiría una denegación de justicia, quedando una
parte de la actividad administrativa al margen de la revisión
judicial implícita en toda actividad del Poder Público. En tal
virtud, los Juzgados del Trabajo cuando conozcan en lo sucesi-
vo de situaciones como la planteada en autos, deberán acatar
la doctrina contenida en el presente fallo en aras de una efec-
tiva administración de justicia, por tanto, el presente fallo ten-
drá efectos ex tunc (sic) a partir de su publicación, pues las
interpretaciones que establezca la Sala Constitucional sobre el
contenido o alcance de las normas y principios constituciona-
les son vinculantes para las otras Salas del Tribunal Supremo
de Justicia y demás tribunales de la República’.
(…omissis…)
Por tanto, al haberse efectuado en el fallo que motivó la presente peti-
ción de revisión extraordinaria una interpretación y aplicación de la nor-
ma contenida en el artículo 6, numeral 4 de la Ley Orgánica de Amparo
sobre Derechos y Garantías Constitucionales contraria a los derechos
protegidos por los artículos 26 y 27 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, que obvió la teleología o finalidad perseguida
por la doctrina vinculante de esta Sala, establecida en su decisión N°
1318/2001, del 02-08, caso: Nicolás Alcalá Ruiz, en cuanto a la obliga-
ción de los Jueces que brindar tutela efectiva a los trabajadores que no
obstante haber resultado vencedores en el procedimiento administrativo
de reenganche y pago de salarios caídos no han podido disfrutar de sus
derechos laborales por la contumacia del patrono, en perjuicio todo ello
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 27 1
de la paz social como fin del Derecho, se declara que ha lugar a la
revisión solicitada y se anula la decisión dictada el 23 de julio de 2003
por la Corte Primera de lo Contencioso-Administrativa. Asimismo, vista
la imposibilidad que existe en la actualidad de que la apelación del fallo
dictado en primera instancia por el Juzgado Superior Séptimo en lo Civil
y Contencioso-Administrativo de la Región Capital sea resuelta, con
arreglo a la motivación contenida en esta sentencia, por la referida Cor-
te, y que conforme a la sentencia de esta Sala N° 3468, del 10 de di-
ciembre de 2003, caso: Asociación Civil y Cultural Comunitaria
Amigos de Santa Rosalía, corresponde a ella conocer de forma excep-
cional las apelaciones y consultas de las sentencias de amparo dictadas
en primera instancia por los Juzgados Superiores con competencia en lo
Contencioso-Administrativo, hasta tanto se garantice a los justiciables
el acceso a la Corte Primera de lo Contencioso-Administrativa, se acuer-
da notificar al Juzgado Superior Séptimo en lo Civil y Contencioso-Ad-
ministrativo de la Región Capital de la presente decisión para que remita
a esta Sala copia certificada del expediente en que se tramitó la acción
de amparo ejercida por el ciudadano José Luis Rivas Rojas contra Ta-
ller Industrial Metalúrgico Taime C.A. (TAIMECA), a fin de que se
dicte sentencia en cuanto a la apelación interpuesta por los apoderados
judiciales de la mencionada compañía anónima. Así se decide”.
La solicitud de revisión presentada estableció lo siguiente:
“(…) considera la Sala que es necesario indicar que en las sentencias
de esta Sala Constitucional N° 2122 del 2-11-2001 y 2569 del 11 de
27 2 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Pero el caso sub-examine, la orden contenida en el acto administrativo
del Inspector del Trabajo, es la de proceder al reenganche de los trabaja-
dores antes mencionados, que según se desprende de autos, están ampa-
rados por inamovilidad laboral. Por tanto la Sala reitera su criterio al
considerar que las Providencias Administrativas deben ser ejecutadas por
la autoridad que las dictó, sin intervención judicial, por lo que el amparo no
es la vía idónea para ejecutar el acto que ordenó el reenganche. En este
sentido, la Sala modifica lo señalado en la sentencia del 20 de noviembre
de 2002 (caso: Ricardo Baroni Uzcátegui), respecto a que el amparo
sea una vía idónea para lograr el cumplimiento de las Providencias Admi-
nistrativas provenientes de la Inspectoría del Trabajo.
Además constituye un principio indiscutible en el derecho administrati-
vo la circunstancia de que el órgano que dictó el acto puede y debe el
mismo ejecutarlo, recogido como principio general en el artículo 8 de la
Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos.
Por estar dotado de ejecutoriedad el acto administrativo adoptado en los
términos expuestos, no requiere de homologación alguna por parte del
juez: y la ejecución de dicha decisión opera por su propia virtualidad.
Ahora bien, a pesar que en el presente caso se produjo por parte de la
Gobernación del Estado Yaracuy, un evidente desacato a la Providencia
Administrativa, dictada por la Inspectoría de Trabajo, que ordenó el reen-
ganche y el pago de salarios caídos de los trabajadores, los órganos juris-
diccionales no son la encargados de intervenir en la actuación de los
órganos de la Administración Pública; excepto que una Ley así lo ordene.
En este sentido se debe hacer referencia al artículo 79 de la Ley Orgá-
nica de Procedimientos Administrativos:
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 27 3
‘La ejecución forzosa de los actos administrativos será rea-
lizada de oficio por la propia administración salvo que por
expresa disposición legal deba ser encomendada a la auto-
ridad judicial’”.
(…omissis…)
“(…) En el fallo se declara con lugar la solicitud de revisión de una sen-
tencia de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo que declaró
con lugar un amparo constitucional contra la negativa de un órgano admi-
nistrativo de ejecutar un acto administrativo de reenganche dictado por la
Inspectoría del Trabajo. Para ello, la decisión expone el criterio de que los
actos administrativos ‘deben ser ejecutados por la autoridad que los
dictó, sin intervención judicial, por lo que el amparo no es la vía
idónea para ejecutar el acto que ordenó el reenganche’.
Ahora bien, este voto salvante disiente de esa postura que abandonó la
jurisprudencia de esta Sala que se asumió en sentencia de 2-8-01 (Caso:
Nicolás José Alcalá), que se reiteró en sentencia de 20-11-02 (Caso:
Ricardo Baroni), según la cual es cierto que la Administración tiene la
potestad (deber-poder) de ejecutar sus propios actos, ‘...pero es evi-
dente que, de negarse la Administración a cumplir con la obliga-
ción que tiene de ejecutar sus actuaciones, ello constituiría, sin
lugar a dudas, una abstención u omisión, controlable por los órga-
nos jurisdiccionales como cualquier otra inactividad en la que
aquélla pueda incurrir, sea cual sea el estadio en la que la misma
se manifieste’ y, además, se sostuvo que el amparo constitucional es la
vía idónea para ello. Y es que, evidentemente, la ejecutoriedad y ejecu-
tividad propias de los actos administrativos (artículo 8 de la Ley Orgáni-
ca de Procedimientos Administrativos) no impiden que, cuando la
Administración se niega a ejecutar sus actos, sea el juez quien, median-
te el control de esa negativa, ordene su ejecución a través de las vías
contencioso-administrativas (V.gr. el recurso por abstención) o consti-
tucionales (El amparo).
Con esa postura, la Sala retoma el criterio que alguna vez se sostuvo en
sentencia de la Sala Político-Administrativa 21-11-98 (Caso: Arnaldo
Lovera), pero que posteriormente fue superada por la jurisprudencia
contencioso-administrativa, entre otras muchas, en fallos de la Sala
27 4 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Político-Administrativa, de 23 de septiembre de 1999 (Caso: Aideé Isa-
bel Campos Pérez), de la Corte Primera de lo Contencioso Administra-
tivo de 16 de abril de 1996 (Caso: Ministerio de Fomento) y de 29 de
enero de 1997 (Caso: Luis Enrique Pages), así como las sentencias
que pronunció dicha Sala el 29 de julio de 1992 (Caso: Mercedes María
Barrera) en la que se afirmó que resulta... factible para aquel que,
con interés legítimo, pretenda hacer concretar realmente los efec-
tos del acto, acudir a la vía judicial contencioso-administrativa
para lograr que, a través del recurso de abstención, la Administra-
ción haga cumplir el acto que está obligada a ejecutar por sí mis-
ma’; de 30 de octubre de 1997 (Caso: Luis Enrique Pages II); y de 10
de abril de 2000 (Caso: Instituto Educativo Henry Clay).
En todo caso, lo que sí es cierto es que si en el caso concreto el particular
pretendía que la Gobernación del Estado Yaracuy diera cumplimiento a
un acto administrativo de la Inspectoría del Trabajo, debía, antes de acu-
dir a la instancia jurisdiccional, solicitar al propio órgano que expidió el
acto (La Inspectoría del Trabajo) la ejecución forzosa del mismo. No
obstante, no queda claro si ello ocurrió o no en este caso, por lo que
pareciera que no es razón suficiente para fundamentar la revisión (…)”.
Criterio ratificado a través de sentencia: 124/2006,
(Caso: Crisóstomo Cristóbal García Molero y
otros Vs. 3M Manufacturas Venezolanas)
La Sala se pronunció, sobre el asunto sometido a su conocimiento, de la
siguiente forma:
“(…) en materia de intereses colectivos, lo primordial, es reconocer quién
representa a la sociedad civil, a la comunidad, a la familia, al grupo.
En consecuencia, la legitimación de los entes colectivos debe surgir de
la representatividad que ostentan, por ende, no pueden ser, entre otros,
personas naturales que obren en nombre propio, ni grupos que repre-
senten una ínfima parte de los componentes del sector.
Por otra parte tenemos, que conforme al artículo 29 de la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo, en su numeral 5, se establece que los asuntos
contenciosos del trabajo relacionados con los intereses colectivos o di-
fusos, son competencia de los Tribunales del Trabajo; esta disposición
permite en principio, a juicio de esta Sala, que un asunto contencioso
laboral que esté relacionado con los intereses colectivos o difusos, co-
rresponda y deba ser conocido por el fuero especial laboral.
Ahora bien, para la fecha en que el Juzgado Superior Sexto del Trabajo
(7-07-03) declaró su incompetencia, la Ley Orgánica Procesal de Traba-
jo no había entrado en vigencia, razón por la cual dicho Juzgado al estimar
que lo planteado se trataba de una acción por intereses colectivos actuó
conforme a derecho al ordenar la remisión de los autos a esta Sala; sin
embargo, dicho envío no se produjo sino después de la entrada en vigen-
cia de la Ley mencionada, cuando el Juzgado Superior Cuarto para el
Régimen Procesal Transitorio del Trabajo del Circuito Judicial del Área
Metropolitana de Caracas, por auto del 1 de septiembre de 2003 acordó
la remisión a esta Sala del expediente en cuestión, atendiendo a lo orde-
nado en la decisión del 7 de julio de 2003 antes señalada.
Sin embargo, en criterio de esta Sala, la accionante en amparo ha recla-
mado una serie de violaciones relativas a las condiciones de trabajo de
los trabajadores y a los beneficios laborales que a ellos les correspon-
den, como la antigüedad, y a su reflejo en la contabilidad de la empresa,
las vacaciones, y esto unido al posterior ‘cierre’ de la empresa, que
27 6 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Estos son derechos litigiosos en conflicto, ya que están claramente de-
terminados, por cuanto se trata de violación de los derechos relativos al
trabajo y a las condiciones de trabajo, tales como la inexistencia del
comité de higiene y seguridad industrial, las condiciones higiénicas del
comedor, cumplimiento de seguridad en los talleres, cotización del Se-
guro Social, dotación de los implementos de seguridad de los trabajado-
res, el apartado en la contabilidad de la empresa de la asignación de
antigüedad de los trabajadores, tal como fueron expuestos por la accio-
nante y en consecuencia, no pueden ser tramitados fuera de la jurisdic-
ción laboral especial, tal como lo contempla expresamente la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo, en el artículo 29 citado”.
El recurso de nulidad intentado, fue resulto teniendo como fundamento
los siguientes argumentos:
“(…) Atendiendo a lo antes indicado, la Sala observa que la Convención
Colectiva, cuya cláusula fue impugnada por vía del recurso de nulidad, no
se trata de ninguno de los actos cuyo control de constitucionalidad corres-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 27 7
ponde ejercer a esta Sala. Siendo ello así, debe necesariamente declarar-
se la incompetencia para conocer del presente recurso y así se decide.
Decidido lo anterior, pasa la Sala a determinar el tribunal competente
para conocer de dicha nulidad y con tal fin, observa que tampoco co-
rresponde el conocimiento de la misma a la Sala Político Administrativa,
toda vez que ésta tiene atribuida en el numeral 25 del artículo 5 de la
Ley que rige las funciones de este Alto Tribunal, entre otras, la compe-
tencia para ‘...conocer de las cuestiones de cualquier naturaleza
que se susciten con motivo de la interpretación, cumplimiento, ca-
ducidad, nulidad, validez o resolución de los contratos administra-
tivos en los cuales sea parte la República, los estados o los
municipios, si su cuantía excede de setenta mil una unidades tribu-
tarias (70.0001 U.T.)’ (resaltado de este fallo), y la Convención Co-
lectiva cuya cláusula fue impugnada no tiene la naturaleza jurídica de
un contrato administrativo, al tratarse de un acuerdo celebrado entre
patrono y trabajadores, la cual sirve como fuente de resolución de un
caso determinado, tal y como lo preceptúa el artículo 60 de la Ley Or-
gánica del Trabajo.
(…omissis…)
De esta manera, resulta evidente la naturaleza eminentemente laboral de
las convenciones colectivas, y por ende, la nulidad que se pretenda de ellas
o de alguna de sus cláusulas, debe ser conocida por los juzgados con com-
petencia laboral, tal y como se desprende de lo dispuesto en el artículo 29.1
de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, que es del siguiente tenor:
‘Artículo 29. Los Tribunales del Trabajo son competentes para
sustanciar y decidir:
1. Los asuntos contenciosos del trabajo, que no correspondan
a la conciliación ni al arbitraje; (...)’.
De allí que siendo impugnada la Cláusula 69, numeral 3, de la Convención
Colectiva 2002-2004 de PDVSA GAS S.A., por el SINDICATO NACIO-
NAL ÚNICO DE TRABAJADORES Y TRABAJADORAS DE
P.D.V.S.A. GAS, S.A., la competencia para conocer del recurso de nulidad
ejercido corresponde a un Juzgado de Primera Instancia con competencia
laboral de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, al
cual se ordena remitir las presentes actuaciones. Así se decide”.
27 8 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
La Sala tuvo como fundamento de su decisión lo siguiente:
“(…) el artículo 2 de la Constitución de la República Bolivariana de Vene-
zuela preceptúa que ‘Venezuela se constituye en un Estado democrático
y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores supe-
riores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la liber-
tad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la
responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos
humanos, la ética y el pluralismo político’ (destacado de este fallo). Por
otra parte, el artículo 26 eiusdem consagra el derecho que tiene toda perso-
na de acceder a los órganos de administración de justicia para hacer valer
sus derechos e intereses y a la tutela efectiva de los mismos. E, igualmente,
dispone la misma disposición normativa que el Estado debe garantizar una
justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea, transparente, autónoma, inde-
pendiente, responsable, equitativa y expedita, sin dilaciones indebidas, sin
formalismos o reposiciones inútiles.
Pero también, el artículo 257 Constitucional establece:
‘El proceso constituye un instrumento fundamental para la rea-
lización de la justicia. Las leyes procesales establecerán la
simplificación, uniformidad y eficacia de los trámites y adopta-
rán un procedimiento breve, oral y público. No se sacrificará
la justicia por la omisión de formalidades no esenciales’.
De tal manera que, aun cuando, como lo señala el fallo emitido por la
Sala de Casación Social, sometido a la revisión de esta Sala, la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo disponga (artículo 11) que ‘los actos
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 27 9
En efecto, a juicio de esta Sala Constitucional, el contenido de las dispo-
siciones constitucionales citadas no puede ser transgredido eludido o
minimizado sobre la base de una interpretación errónea de lo dispuesto
en una normativa de carácter legal, cuya aplicación rigurosa e irrestric-
ta al caso de autos excluyó al solicitante de la oportunidad de que su
caso fuese revisado en sede casacional.
Cabe destacar que el artículo 257 constitucional, invocado igualmente por
el apoderado judicial del solicitante, obliga al operador de justicia a ajustar
el proceso de interpretación de la norma legal al texto constitucional.
De este modo, ‘la interpretación conforme a la Constitución’ es un prin-
cipio o máxima hermenéutica para todos los aplicadores del Derecho, y
visto su fundamento, es un imperativo jurídico constitucional para todos
los aplicadores del Derecho.
En efecto, la disposición constitucional del artículo 257 entraña la segu-
ridad de que no prevalecerá la exigencia de formalismos para alcanzar
la realización de la justicia; que ella se logrará sin que el ordenamiento
jurídico, de una manera incongruente y contradictoria impida su conse-
cución, y bien puede considerarse que una ilustración de excesivo for-
malismo no esencial ha sido la forma en que la Sala de Casación Social
aplicó la norma contenida en el artículo 171 de la Ley Orgánica Proce-
sal del Trabajo, al desestimar el recurso de casación interpuesto por
considerar que el escrito contentivo del mismo no cumplía con la exi-
gencia ‘de tres (3) folios útiles y sus vueltos’, cuando es evidente que
bajo ningún supuesto su solicitud excedió de los tres (3) folios que dicha
norma exige, pues de una simple operación matemática se deduce que
cinco (5) folios, sin sus vueltos, equivalen a dos (2) folios completos con
sus vueltos, y otro simple (sin su vuelto), es decir, dos folios y medio,
cumpliendo así definitivamente con la citada disposición
(…omissis…)
28 0 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
(…) es obvio que resulta exagerado, excesivamente formalista y poco
razonable, a juicio de este órgano judicial, que se haya declarado pere-
cido un recurso de casación a quien, en acatamiento de la limitativa
disposición legal (171 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo), forma-
lizó –según lo alegado por la parte y declarado por la misma Sala de
Casación Social en el fallo que se revisa– su recurso en cinco páginas y
medias, vale decir, en dos (2) folios y sus vueltos y la mitad de otro, pero
que no satisfizo las expectativas de la Sala de Casación Social, supues-
tamente contenidas en la norma legal en la que basó su fallo, sobre la
base de que debía utilizarse tres (3) folios con sus vueltos.
Lo expuesto se opone a la consecución de la meta perseguida no sólo
por los individuos de una sociedad sino por el Estado mismo, que espera
que sus instituciones se comprometan a cumplir con los valores y prin-
cipios que el Texto constitucional propugna”.
La solicitud de revisión presentada estableció lo siguiente:
“(…) Respecto al criterio expuesto por la Sala de Casación Social de
este Máximo Tribunal en el fallo cuya revisión se solicita, cabe referir
que las especificidades del papel sellado se encuentran contenidas en la
Ley de Timbre Fiscal, publicada en la Gaceta Oficial N° 5.416 del 22
de diciembre de 1999, texto normativo que regula la utilización del papel
sellado y que lo define como una renta de timbre fiscal constituida por lo
recaudado mediante timbre fijo con ocasión a los actos o escritos reali-
zados ante organismos públicos (registros de propiedad o de fondos de
comercio, actividades de exportación e importación, expendio de bebi-
das alcohólicas, porte de armas, etcétera).
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 28 1
Ahora bien, según el parágrafo primero del artículo 31 de dicha Ley,
ciertamente el papel sellado debe contar, entre otras características,
con treinta (30) líneas horizontales en el anverso y treinta y cuatro (34)
líneas horizontales en el reverso, esto para evitar que los ciudadanos las
excedan y paguen menos tasas; siendo también cierto que, conforme
con el parágrafo tercero del artículo en referencia, pueda extenderse en
papel común los actos o escritos aludidos en el párrafo precedente siem-
pre y cuando se observe el límite de líneas impuesto y se inutilice es-
tampillas fiscales por el valor que le corresponda al papel.
No obstante, tales especificaciones no pueden ser aplicadas a las actua-
ciones realizadas ante los Tribunales de la República, pues el numeral 1
del artículo 32 de la Ley de Timbre Fiscal, conforme al cual ‘[l]as repre-
sentaciones, actuaciones, sustanciaciones o sentencias en los asun-
tos que conozcan los Tribunales de la República con las excepciones
establecidas por las leyes’ deben extenderse en papel sellado, quedó
derogado tácitamente luego de la entrada en vigencia de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela, conforme lo establecido en la
Disposición Derogatoria Única del aludido texto fundamental.
En efecto, el artículo 26 constitucional obliga al Estado a garantizar una
justicia, entre otras, gratuita y sin formalismos inútiles, mientras que el
artículo 254 prohíbe al Poder Judicial establecer tasas, aranceles o exi-
gir pago alguno por sus servicios; preceptos que han llevado a la Sala a
afirmar, en su sentencia N° 2847/2002, que ‘…la gratuidad de la jus-
ticia está establecida para todos los ciudadanos por el simple he-
cho de que la administración de justicia es un servicio público y
una manifestación del Poder Público del Estado, siendo entonces
éste el que deba sufragar los gastos de un sistema que justifica su
propia existencia…’.
Al ser ello así, no podía obviar la sentencia cuya revisión se solicita que
luego de la entrada en vigencia de la Constitución de 1999, la Ley de
Timbre Fiscal sólo regula la renta de timbre fiscal por el otorgamiento
de documentos y actos por organismos públicos de naturaleza no juris-
diccional, por lo que mal podía aplicar a las actuaciones propias del
Poder Judicial, destinadas al servicio de administración de justicia, las
exigencias y formalidades de un instrumento recaudatorio regulado por
una Ley concebida para obtener ingresos públicos; no sólo por un asun-
to de gratuidad de la justicia, sino además por la prohibición expresa de
28 2 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
formalismo inútil en las actuaciones judiciales y por la exoneración ex-
presa que hace el legislador laboral a los actos, solicitudes y actuacio-
nes judiciales de pagar timbre fiscal (artículo 14 de la Ley Orgánica del
Trabajo), ya que si el legislador prohibió pagar el tributo debe reputarse
como prohibido las formalidades que revisten al mismo.
Así pues, considera esta Sala que los contenidos de las disposiciones
mencionadas no pueden ser transgredidos, eludidos o minimizados con
fundamento en la aplicación de lo dispuesto en una normativa de carác-
ter legal pre-constitucional; y que con la entrada en vigencia de la Cons-
titución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999 resulta a
todas luces incompatible con el nuevo esquema constitucional, ni siquie-
ra so pretexto de complementar la aplicación de lo estatuido en el ar-
tículo 171 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, pues respecto de
dicho precepto, que establece un límite de tres (3) folios y sus vueltos
para formalizar el recurso de casación, esta Sala señaló en el fallo N°
4674/2005, ‘…que para evitar el imperio de la anarquía o el desor-
den procesal se justifica que las formalidades se cumplan, [pero]
ello no justifica de ninguna manera la aplicación ex iure quirita-
rium de la legislación procesal laboral, y el consecuente regreso a
las solemnidades procesales del ordenamiento pre-constitucional’
(corchetes añadidos); sólo que en ese caso la formalidad está estableci-
da por una norma procesal laboral, y con un fin acorde con su naturale-
za, mientras que más grave aún el de la norma que aplica la sentencia
cuya revisión se solicita, el artículo 32 de la Ley de Timbre Fiscal, que
regula a los ingresos públicos y, por ende, materia evidentemente divor-
ciado de cualquier naturaleza procesal.
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 28 3
En definitiva, la aplicación de la norma contenida en la Ley de Timbre
Fiscal constituye un argumento en exceso formalista que en el ánimo
del artículo 265 constitucional la Sala califica como no esencial y poco
razonable (…). Asimismo, vista la declaratoria de derogatoria tácita del
numeral 1 del artículo 32 de la Ley de Timbre Fiscal se ordena la publi-
cación del presente fallo en la Gaceta Oficial. Así se decide.
Finalmente, vista la persistencia con la cual la Sala de Casación Social
ha estado aplicando el precedente jurisprudencial contenido en su fallo
N° 1171 del 11 de agosto de 2005, y que constituye el fundamento del
criterio mediante este fallo revisado, esta Sala declara como criterio
vinculante la doctrina establecida en este fallo. Así se decide”.
El recurso de Nulidad fue resuelto bajo los siguientes términos:
“(…) El Título VII, Capítulo II, de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo
reguló la audiencia preliminar como primera fase del proceso laboral, la
cual, de conformidad con el artículo 129 de esa Ley, será en forma oral,
privada, bajo la presidencia del Juez de Sustanciación, Mediación y Eje-
cución, con la presencia obligatoria de las partes y cuyo objetivo, tal
como expresa la Exposición de Motivos de esa Ley, es el estímulo de
los medios alternos de resolución de conflictos ‘con el fin de evitar el
litigio o limitar su objeto’.
28 4 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
Como garantía del cumplimiento de esa finalidad, también expresó el
Legislador en su Exposición de Motivos que ‘de nada serviría que la
Ley consagrara el carácter obligatorio, si al mismo tiempo no se
plasman los mecanismos procesales, para persuadir a las partes
a que acudan a la audiencia preliminar a resolver sus diferen-
cias, por ello se ha considerado necesario que si el demandante
no compareciere, se considerará desistido el procedimiento y si
no compareciere el demandado, se presumirá la admisión de los
hechos alegados y el Tribunal declarará terminado el procedi-
miento, en el primer caso o resolverá el mérito del asunto ate-
niéndose a la confesión, en el segundo caso, (…). Se piensa que
este mecanismo garantiza que las partes no van a faltar a este
importante acto del procedimiento’.
el demandado sólo podría alegar y probar a favor de la justificación de
su inasistencia, no así en contra de los argumentos que hubieran fun-
damentado la demanda, lo que resulta, en su opinión, contrario al de-
recho a la defensa y debido proceso.
(…) Ahora bien, de manera previa al análisis de constitucionalidad de
la norma, la Sala considera necesaria la exposición de unas breves
consideraciones en relación con la terminología que utiliza la norma
que se impugnó:
Considera la Sala que el silencio procesal produce diversos efectos, y
uno de ellos es el de que una persona se tenga por confesa en una
determinada materia. No es que exista una confesión como tal, como
declaración expresa, desfavorable a quien la hace y favorable a su con-
traparte, sino que, con respecto a quien guardó silencio, si no prueba
algo que le favorezca, se le tendrá –por mandato legal– como si hubiere
confesado unos hechos.
Los artículos 362 y 412 del Código de Procedimiento Civil parten de tal
concepto ‘tenerse por confeso’ y antes que se consoliden los resultados
del silencio en la sentencia, el incompareciente puede demostrar algo
que le favorezca o desvirtuar las posiciones estampadas con la compro-
bación de un error de hecho y, aun en el caso del juramento decisorio, el
incompareciente podrá revertir los efectos de su incomparecencia, si
demuestra impedimento legítimo (artículo 424 del Código de Procedi-
miento Civil). Luego, todo efecto probatorio proveniente del silencio
formal puede ser reversible por las causas que señala la Ley.
No sucede así con el artículo 131 de la Ley Orgánica Procesal del Tra-
bajo, el cual señala que ante la incomparecencia a la audiencia prelimi-
nar se presume la ‘admisión de los hechos alegados por el
demandante’ y, en consecuencia, ‘el tribunal sentenciará en forma
oral conforme a dicha confesión’. Esa dicotomía de terminología –a
juicio de esta Sala– no puede ser sino un error de lenguaje en la norma,
porque son distintos los conceptos jurídicos de presunción de admisión
de los hechos y de confesión. Tal incomparecencia, que no permite prueba
en contrario que enerve sus efectos, no puede ser una confesión. A lo
más cercano que se parece es a una admisión tácita, figura poco co-
mún, pero que, como toda admisión, da por ciertos los hechos de la
28 6 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
pretensión y se hace irreversible el reconocimiento de los mismos, y
quedará a criterio del juez la correcta calificación jurídica de la misma.
(…omissis…)
Por tanto, la decisión de la causa teniendo en cuenta la contumacia
del demandado que no compareció a la audiencia de juicio implica, en
definitiva, que el juez falle, sin más, conforme a lo que se alegó y
probó en el proceso hasta ese momento y en consideración a las con-
secuencias jurídicas de la falta de pruebas en perjuicio de quien so-
porta la carga probatoria.
A ello ha de agregarse que la propia norma (artículo 151 de la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo) dispone que el Tribunal de Juicio decidi-
rá de inmediato teniendo en cuenta la confesión ficta ‘en cuanto sea
procedente en derecho la petición del demandante’, esto es, siem-
pre que a la pretensión objeto de la demanda la Ley efectivamente otor-
gue las consecuencias jurídicas que la parte actora solicita sean
declaradas por el Juez y siempre que, además, los hechos alegados se
hayan comprobado como verdaderos, bien mediante las pruebas que
hubieran sido aportadas por la demandante, bien como consecuencia de
la ausencia de pruebas de la demandada, según a quien corresponda la
carga probatoria. De manera que la decisión según la procedencia en
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 28 7
derecho de la petición de la actora impide que, ante la contumacia del
demandado haya que estimar, de pleno derecho, la demanda; antes por
el contrario, si dicha pretensión no es conforme a derecho, no podrá
estimarse con independencia de que haya operado o no la confesión
ficta. En consecuencia, mal puede interpretarse la norma en el sentido
de que sentenciar teniendo en consideración la confesión ficta del de-
mandado en la audiencia de juicio equivale a que se juzgue a favor de la
parte demandante, quien en modo alguno queda relevada de su carga de
adecuada alegación y prueba.
En segundo lugar, tampoco es cierto que la presunción de confesión del
demandado en la audiencia de juicio impida al juez que aprecie, cuando
sentencie el fondo, los elementos probatorios que hasta el momento cons-
ten en autos. En efecto, lo que la norma preceptúa es que si opera la
confesión ficta en la audiencia de juicio la causa se decidirá de inme-
diato, teniendo en cuenta que se trata de la última fase del proceso y
que, además, se informa de los principios de oralidad e inmediación. No
obstante, esa decisión inmediata no implica que, en su sentencia, el juez
no pueda tomar en cuenta los elementos de juicio que consten en autos,
que hayan sido plasmados en cada una de las etapas procesales ante-
riores por ambas partes; antes por el contrario, el juez deberá, sin per-
juicio de la rapidez con que se debe emitir la decisión, tener en cuenta
todos los argumentos y pruebas que hasta el momento consten en autos.
Evidentemente, el carácter oral de esa oportunidad procesal y la nece-
sidad de que la sentencia definitiva se pronuncie de inmediato en la
misma audiencia, exigirá del juez de la causa el estudio exhaustivo del
expediente antes del inicio de la audiencia de juicio, precisamente para
que, cuando ésta se sustancie, si comparecen ambas partes, o bien cuando
opere la confesión ficta por ausencia de la demandada, pueda fallar de
inmediato, bajo la consideración de los elementos de juicio del expe-
diente y las resultas de la audiencia.
En todo caso, y de conformidad con el propio artículo 151 de la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo, el demandado que no comparezca a la
audiencia de juicio tendrá siempre la posibilidad de alegar y probar la
verificación de alguna causa justificativa de su incomparecencia, como
el caso fortuito o fuerza mayor, de interpretación in extenso y a criterio
del Tribunal, tal como ya antes se expuso.
28 8 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
En consecuencia se desestima también el alegato de inconstitucionalidad
del artículo 151 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo. Así se decide”.
22. PRINCIPIO DE IRRETROACTIVIDAD DE LA LEY CON
OCASIÓN DE LA ENTRADA EN VIGENCIA DE LA LEY
ORGÁNICA PROCESAL DEL TRABAJO
El recurso fue resuelto teniendo como fundamento lo siguiente:
“(…) en el presente caso, el accionante en amparo denuncia que la
sentencia accionada violó el derecho a la irretroactividad de la ley, a la
defensa y al debido proceso de su representada, cuando –a su enten-
der– aplicó retroactivamente la ley al haber decidido con fundamento
en el artículo 49 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, la causa
sometida a su conocimiento, anulando en consecuencia la decisión re-
currida y ordenando la continuación de la causa en el estado en que se
encontraba para el momento del fallo accionado.
En tal sentido, esta Sala Constitucional en sentencia del 19 de febrero
de 2004 (Caso: Tubos de Acero de Venezuela TAVSA), señaló que:
(…omissis…)
De lo cual se deduce, que el Juzgado presuntamente agraviante aplicó
correctamente el artículo 49 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo,
por cuanto la sentencia dictada como alzada fue proferida el 12 de
septiembre de 2003, es decir, luego del 13 de agosto de 2002, fe-
cha en la cual entró en vigencia la nueva normativa procesal laboral que
regiría dichos procedimientos, y que de conformidad con lo previsto en
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 28 9
su artículo 194, poseía normas de aplicación con efecto inmediato como
es el caso del citado artículo 49 de la Ley Adjetiva en cuestión.
Siendo así, en atención a lo expuesto y a lo previsto en el artículo 24 de
la Constitución, considera la Sala que la decisión del 12 de septiembre
de 2003 tomada por el Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mercantil,
del Tránsito, del Trabajo, Menores y Contencioso-Administrativo del
Segundo Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar, no
violó derechos constitucionales a la parte accionante en amparo, ya que
en la misma sólo se aplicó el artículo 49 de la Ley Orgánica Procesal
del Trabajo, de forma inmediata a dicha causa, por el carácter adjetivo
de que se encuentra revestida dicha norma, sin que con ello se pueda
pretender que se estaba aplicando retroactivamente el tantas veces ci-
tado artículo 49 eiusdem al caso de autos”.
(…omissis…)
“(…) La sentencia en cuestión la mayoría sentenciadora declaró la im-
procedencia in limine litis de la pretensión de amparo, por cuanto, en
su criterio, el Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mercantil, Tránsito,
Trabajo, Menores y Contencioso Administrativo del Segundo Circuito
de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar no aplicó, en forma
retroactiva, el artículo 49 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, sino
que, por el contrario, se limitó a la aplicación inmediata de dicha dispo-
sición adjetiva laboral, pues, ‘la sentencia dictada como alzada fue
proferida el 12 de septiembre de 2003, es decir, luego del 13 de
agosto de 2002, fecha en la cual entró en vigencia la nueva norma-
tiva procesal laboral que regiría dichos procedimientos, y que de
conformidad con lo previsto en su artículo 194, poseía normas de
aplicación con efecto inmediato como es el caso del citado artículo
49 de la Ley Adjetiva en cuestión’.
En el caso en concreto, el fallo que declaró, en primera instancia, la
inadmisibilidad de la demanda laboral por inepta acumulación, se dictó
con anterioridad a la entrada en vigencia del artículo 49 de la Ley Adje-
tiva Laboral (26-02-02), es decir, que la posibilidad de acumulación de
las demandas estaba regulado por el Código de Procedimiento Civil,
texto adjetivo al cual debía ajustarse el fallo apelado, pues la tramita-
29 0 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
ción de la segunda instancia pudo concluir antes de la publicación de la
Ley Orgánica Procesal del Trabajo (13-08-02). Por ello, el pronuncia-
miento que se impugnó no podía fundamentarse en dicha disposición
adjetiva sin aplicarla retroactivamente, pues el supuesto de hecho que
regula ya se había producido.
A la luz de una nueva disposición adjetiva, ¿con cuál argumentación
distinta a la retroactividad, un juzgador puede declarar con lugar una
apelación contra un fallo que se ajustó a la legislación vigente para el
momento en que se dictó? ¿Se puede decir que, en ese caso, se produjo
una aplicación inmediata de la norma?
Ahora bien, el artículo 49 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo re-
gula la posibilidad de acumulación de demandas laborales, siempre y
cuando se cumplan los supuestos que establece, es decir, que regula el
acto de iniciación de todo proceso, el cual se encuentra vinculado al
orden público, pues constituye la materialización del derecho de acción;
dicho acto procesal, en el caso de marras, se había producido para la
oportunidad cuando entró en vigencia la referida norma, de allí que, en
opinión contraria a la mayoría sentenciadora, su aplicación en el pre-
sente caso constituye una aplicación retroactiva, de esa manera, tam-
bién se infiere del fallo que se citó en la sentencia de la que se aparta el
salvante, pues allí se sostiene:
‘...Los trámites y actos procesales realizados, necesariamente
se mantienen, así una nueva ley procesal contemple nuevos
trámites o actos, o los simplifique. Las actuaciones acaecidas
conforme a la ley que las regía cuando tuvieron lugar, si re-
unieron las exigencias legales, no son nulas, y por tanto siguen
siendo válidas.
Pretender anularlas en base a la nueva ley, sería reconocer un
efecto retroactivo a ésta, que lo prohíbe el citado artículo 24
constitucional. Dicha norma prohíbe en general la retroactivi-
dad de la ley, y con respecto a las leyes procesales no es que
ordene se apliquen con efectos hacia el pasado, sino que se
apliquen de inmediato a la fecha de su vigencia, es decir de allí
en adelante...’ (s. S.C. N° 190/04, del 19-02).
En conclusión, no obstante que en la decisión de la que se difiere se
indicó que no se produjo la violación de los derechos constitucionales
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 29 1
del peticionante de tutela constitucional, por cuanto, se señaló, sólo se
aplicó (el artículo 49 de la L.O.P.T.) en forma inmediata a dicha causa,
de la anterior cita puede inferirse que se produjo una aplicación retroac-
tiva de dicha norma adjetiva laboral.
Por último, aun cuando para el supuesto negado de que la aplicación de
la referida disposición adjetiva estuviese ajustada a derecho, en criterio
de quien disiente debió admitirse la pretensión de amparo, para que esta
Sala Constitucional realice un análisis sobre el contenido y alcance del
artículo 49 de la Ley Adjetiva laboral, por cuanto dicha disposición pro-
cesal regula el acto de iniciación de todo proceso, al cual se encuentra
vinculado el orden público, tal y como señaló esta Sala Constitucional
en sentencia N° 2458/01 (caso: Aeroexpresos Ejecutivos C.A.)”.
Sentencia Nº: 80
Fecha: 27-01-2006
Caso: Acción de Amparo Constitucional interpuesta por
el ciudadano Yvan Ramón Luna Vásquez contra la
decisión dictada el 12 de abril de 2005 por el Juz-
gado Superior del Trabajo de la Circunscripción
Judicial del Estado Lara.
La acción de amparo ejercida fue resuelta bajo el precedente que, a
continuación, se transcribe:
“(…) la regla general, en materia de perención, expresa que el sólo
transcurso del tiempo, sin que las partes hubiesen realizado actuaciones
que demuestren su propósito de mantener el necesario impulso proce-
sal, origina la perención y se verifica de pleno derecho y puede decla-
rarse de oficio, como lo prevé el artículo 202 de la Ley Orgánica Procesal
del Trabajo.
(…omissis…)
Tal institución procesal, ha sido considerada como un medio de termina-
ción del proceso bajo la presunción de abandono o pérdida de interés en
el juicio, fundamentado en la falta de impulso procesal por parte de los
29 2 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
sujetos de la relación procesal al no instar diligentemente el procedi-
miento, manteniéndolo paralizado por un tiempo determinado por la ley.
Desde el punto de vista de sus efectos, la perención de la instancia,
produce a tenor de lo dispuesto en el artículo 203 eiusdem, la extinción
del proceso, aclarando el legislador que ello no impide proponer nueva-
mente la demanda, pero, para ello existe una imposibilidad pro tempore,
ya que el demandante no podrá ejercerla en ningún caso, antes de trans-
currido el lapso de noventa días después de verificada la perención.
(…omissis…)
Así las cosas, debe concluirse que la perención de la instancia es una
institución procesal de orden público, que debe ser declarada aun de
oficio por el juez de la causa, ya sean éstos de primera o segunda ins-
tancia, pues, contrario a la creencia del actor, los jueces de segunda
instancia, poseen una facultad de revisión amplia y general del caso que
los ocupa –principio de la doble instancia–, claro está, siempre aten-
diendo a lo alegado y probado en autos, por ello independientemente de
que una perención no hubiere sido advertida por el juzgador de primera
instancia, ello no es impedimento para que el de alzada la verifique y la
declare de concurrir las circunstancias para ello, ni mucho menos para
pensar –como aduce el actor–, que se ha configurado una convalida-
ción a la misma por no haber sido decretada en primera instancia.
(…omissis…)
Sin embargo debe hacerse un llamado de atención a dicho Juzgador, por
proceder a fundamentar la perención de marras, en base a las normas
del Código de Procedimiento Civil, que si bien rigen de forma supletoria
en algunos aspectos de la materia laboral, la ley especial que rige la
materia –Ley Orgánica Procesal del Trabajo–, contempla específica-
mente dicha institución –perención–, por lo cual no era necesario hacer
uso de la legislación común, sin embargo, esta Sala no encuentra en ello
suficiente motivo para desvirtuar lo que se ha expuesto a lo largo del
presente fallo, y así se decide.
Todo lo anterior conduce a la declaratoria de improcedencia in limine
litis de la acción de amparo propuesta, pues no se cumplen los requisi-
tos de procedencia contemplados en el artículo 4 de la Ley Orgánica de
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 29 3
Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, al haber actuado
el juzgador accionado dentro del ámbito de su competencia, sin extrali-
mitación de atribuciones, y no evidenciarse la violación de derecho cons-
titucional alguno. Así se decide”.
La acción de amparo ejercida fue decidida atendiendo a la siguiente
premisa:
“(…) en materia de amparo, el principio general es que la competencia
para conocer de la acción corresponde a un Tribunal de Primera Instan-
cia competente para conocer en la materia afín con la naturaleza del
derecho violado, que tenga competencia territorial en el lugar donde se
realizaron los hechos constitutivos de la presunta lesión, ello en razón
de la urgencia en la necesidad del restablecimiento de la situación jurí-
dica que se dice infringida, y en cumplimiento de los principios de bre-
vedad, gratuidad, celeridad y no sujeción a la formalidad que caracterizan
el procedimiento de la acción de amparo, conforme al artículo 27 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
(…omissis…)
Ahora bien, la parte accionante denunció la violación del artículo 112 de
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el cual con-
29 4 DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO
templa el derecho a la libertad de empresa, a la libre actividad económi-
ca y a la propiedad, en el marco de un conflicto entre la empresa actora
y los agraviantes.
Igualmente, la Sala observa que se deben tomar en consideración en el
presente caso los derechos alegados como presuntamente cercenados,
en congruencia con lo establecido en el fallo parcialmente transcrito,
razón por la cual, resulta evidente la naturaleza civil de los derechos
presuntamente violados, independientemente de que los presuntos cau-
santes de la violación son un grupo de personas que prestaron sus ser-
vicios a la empresa constructora.
Establecido lo anterior, esta Sala considera que el Juzgado competente
para conocer la acción intentada, es el Juzgado Segundo de Primera
Instancia en lo Civil y Mercantil de la Circunscripción Judicial del Esta-
do Barinas. (…)”
(…omissis…)
En efecto, la condición de ex trabajadores y la manifestación del dere-
cho a huelga de la acción considerada como lesiva determinan la natu-
raleza laboral de la relación jurídica; relación en la cual la lesión del
derecho constitucional a la libertad económica del patrono no define por
sí sola la competencia de los Juzgados civiles, pues el derecho a huelga,
por cierto de rango constitucional (art. 97 de la Constitución de la Repú-
blica Bolivariana de Venezuela), es la confrontación de los intereses
patronales con los de los trabajadores, quienes por ser tales ameritan
una especial tutela jurídica por ser los débiles económicos, lo que deter-
DERECHO CONSTITUCIONAL DEL TRABAJO 29 5