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Diez principios para ciu
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! Jordi Borja " mayo 2019 # Política principios-para-ciudade
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principios-para-ciudades-
principios-
Derecho a la ciudad, de la calle a la para-
ciudades-
globalización que-
funcionen-
La necesidad del marco político-jurídico. de-
marcelo-
corti.html)

Diplomatura en desarro
CAECE, Buenos Aires
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en-desarrollo-ecosistemic
desarrollo-
aires.html)
ecosistemico-
y-
economia-
circular-
universidad-
“Atravesar la calle / para salir de casa”. Cesare Pavese
caece-
buenos-
I. Y se hizo real el derecho a la ciudad cuando se lo reinventó la ciudadanía aires.html)
activa

Concurso del Plan espe


1. Las ideas. Primero hubo el “dios creador” del derecho a la ciudad, se llamó Henri Lefebvre. de Quito
(http://www.cafedelasciudades
Su libro ha sido muy citado. Me temo que ha sido mucho menos leído. El libro escrito en 1967 y (http://www.cafedelasci
del- del-plan-especial-de-int
publicado a inicios de 1968 dedica solamente un capítulo al “Derecho de la ciudad”. En los años
plan- quito.html)
setenta desarrolló el concepto pero siempre mezclado en otras temas socio-políticos y especial-Ver más !
urbanísticos. Un capítulo exuberante de ideas pero, conscientemente, no propone una de- (http://www.cafedelasciu
del-plan-especial-de-inter
estructura deductiva. Y tuvo el ambiente estimulante del “situacionismo intervencion-
quito.html)
en-el-
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/numero_siete.htm#situacionistas)” en la Universidad de
corredor-
Strasbourg. Su obra de base filosófica se fundió con el impresionismo sociologista. El resto del
metropolitano-
libro es más estructurado y adecuado a Marx, guiño al centenario del Capital, publicado en 1867. de-
Al final del libro Lefebvre nos propone unas “Tesis sobre la ciudad, lo urbano y el urbanismo”. En quito.html)
los años 70 produjo un conjunto de obras sobre lo urbano y dirigió la revista Espaces et
Sociétés. Pero su libro geminal no solo recupera la idea del “derecho a la ciudad” también
Módulos abiertos de la M
sentencia que las reformas urbanas solo lo serán si derivan en una “revolución urbana”. La frase Argentina
(http://www.cafedelasciudades
de Lefebvre retomada por Harvey ha tenido éxito “la revolución será urbana o no será”. Una abiertos-(http://www.cafedelasci
abiertos-de-la-maestria
frase hermosa y que, como la utopía, sirve a caminar, como dijo Galeano. de-la- argentina.html)
maestria-Ver más !
en- (http://www.cafedelasciu
abiertos-de-la-maestria-e
urbanismo-
argentina.html)
faud-
unc-
en-
cordoba-
argentina.html)

Conferencia de Pedro A
(http://www.cafedelasci
(http://www.cafedelasciudades
de-pedro-abramo-sobre
A inicios del siglo XXI emerge con fuerza el pensamiento de David Harvey respecto al “derecho
de- Ver más !
de la ciudad”. Sus obras marxistas y urbanas se habían iniciado con Social Justice and the City, pedro- (http://www.cafedelasciu
de-pedro-abramo-sobre-s
1973. Pero fue la reflexión estructural del “derecho a la ciudad” publicada por la Left Review abramo-
(2008) y más desarrollada en los textos reunidos en “Rebel Cities” (2012) lo que dio a Harvey la sobre-
categoría conceptual, con conceptos del Marx de El Capital. Si fue Lefebvre el “dios creador”, suelo-
y-
Harvey fue el “hijo de dios”, sin crucificación pero sí adorado... Nos ha ofrecido una base
vivienda.html)
estructural teórica sólida. En sus trabajos anteriores, como Espacios de Esperanza (2000), o
posteriores, como “Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo” (2014), y en artículos y
entrevistas apuntan pistas para dotar a la ciudadanía de reivindicaciones y instrumentos de Mensaje de lectores
intervención en los territorios urbanos. En este terreno es muy interesante el pequeño e (http://www.cafedelasciudade
de-lectores.html)
intenso libro cuasi póstumo “La ciudad de los ricos y la ciudad de los pobres” del gran urbanista
italiano Bernardo Secchi (2013 y 2015 en España), cuya reflexión ofrece ideas movilizadoras.
! ¿Alguien puede pensar
seriamente que es
La producción intelectual europea ha sido considerable, a partir de los años setenta y los posible realizar 26 planes
ochenta, desde los cientistas sociales como Étienne Balibar, Manuel Castells, François Ascher y de ordenamiento urbano
Christian Topalov en Paris, el grupo de New York: Harvey, Peter Marcuse, Neil Smith, Tom en 4 meses?
Juan Ignacio Duarte
Angotti y los urbanistas militantes de Venecia: Secchi, Marcelloni, Ceccarelli, Indovina... Todos
son de la misma época y contemporáneos de actores transformadores, como los arquitectos y ! Oposición al comercio
políticos Oriol Bohigas, Joan Busquets y Pascual Maragall de Barcelona. Se generaliza la bajo viaductos, por la
importancia del espacio público en Europa y también y en menor grado en América. También Asociación Civil Vecinos
la cultura del “proyecto urbano ciudadano” en Francia e Italia, el new urbanism anglosajón, la de Belgrano
regeneración o invención de las “centralidades”, etc. ¿Se sientan las bases de hacer realidad el
! Guayaquil y Quito
“derecho a la ciudad”? (modelo y no modelo)
Fernando Carrión
En América latina a partir de los años setenta emergió una producción intelectual desde las
Universidades y centros independientes que se articularon con FLACSO, CLACSO y diversas
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redes que en bastantes casos crearon formas de colaboración con los activistas sociales. En los
años setenta y las décadas siguientes centenares de académicos, profesionales, militantes
Urbanidad contemporánea
políticos y sociales fueron elaborando criterios políticos y legales y lo expresaron en
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“derechos”, si no legales sí legítimos. Construyeron derechos y se dieron cuenta que se contemporanea.html)

tenían que tener estos derechos y las políticas públicas que eran interdependientes y empezaron
POSICiones cordobesas
a impulsar cambios políticos y legales a partir de los ochenta y noventa. Generaron expectativas (http://www.cafedelasciudades.com
que en muchos casos fueron frustrantes pues se actuó más en los efectos que en las causas. cordobesas.html)

Y los mecanismos del mercado y la debilidad o complicidades de los gobiernos lo


Arquitectura
pervirtieron. Como ya expondremos más adelante, fue el “hacer urbanización sin ciudad”. (http://www.cafedelasciudades.com

Como también en España destacó el CEUMT, vinculado a Bandera Roja y el PSUC (partido Planes
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comunista catalán) en los años setetnta y ochenta en Barcelona y se extendió en todo el país.
Fueron profesionales, cientistas sociales, juristas, arquitectos e ingenieros, médicos, pedagogos, Política
trabajadores sociales, periodistas, etc. Hubo en Madrid un centro promovido por arquitectos y (http://www.cafedelasciudades.com

algunos sociólogos y juristas vinculados por el PRT.


Proyectos
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En América Latina y en España, sin proclamarlo de una forma más o menos explícita,
Movilidad
expresaron este derecho a la ciudad más práctico que teórico.
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Terquedades
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Metrópolis
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Territorios
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Economía
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Normativa
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Cultura
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2. Las políticas urbanas. Los discursos bienintencionados son, en el mejor de los casos, Ambiente
ambivalentes. Las actuaciones citadas mejoran la ciudad compacta y crean ámbitos de (http://www.cafedelasciudades.com

ciudadanía. Pero los mecanismos sociales, jurídicos y económicos generan exclusiones y


Espacio Público
desigualdades crecientes. Si se cualifican los espacios públicos y sus entornos se disparan los (http://www.cafedelasciudades.com
precios del suelo, de la vivienda y del comercio. Si se regenera el tejido físico, se mejora la publico.html)

accesibilidad y la movilidad y un ambiente más seguro y visible gradualmente los sectores


Vivienda
medios y altos expulsan a los sectores populares. La gentrificación no es un proceso limitado a (http://www.cafedelasciudades.com
las elites. En un proceso más generalizado, sectores bajos y medios tienden a pasar de la
Ciudad
ciudad a la urbanización. El discurso intelectual de los profesionales y los programas políticos de
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los gobiernos (principalmente locales) a pesar de sus buenas intenciones generan efectos
perversos. Casi siempre por olvido o por incapacidad, las actuaciones ciudadanas acentúan las
desigualdades, lo contrario de lo deseado. La responsabilidad no es principalmente de los
actores actuantes, es el marco político-jurídico que genera la injusticia social. Los
profesionales y los gobiernos locales sí que tienen una responsabilidad: denunciar este
escándalo y proponer instrumentos técnicos y legales para garantizar los objetivos ciudadanos
democráticos. Para ello requieren un apoyo social activo.

El derecho a la ciudad fue construido por los ciudadanos en movimiento. En medio de la


ebullición intelectual y los proyectos urbanísticos de los años sesenta y setenta emergieron los
movimientos urbanos, barriales y ciudadanos. Fueron las clases populares y, en parte, las
medias las que hicieron suyos los conceptos; los intuían sin haberlos aprendido, se apropiaron
de los instrumentos de transformación justiciera. No fueron los profesionales ni los políticos, pero
si que una parte de éstos los asumieron estando con los activistas sociales. América Latina fue
el continente que más desarrolló los movimientos sociales de las clases populares que
generaron una movilización masiva y casi siempre bastante continuadora y organizadora.
Fueron los movimientos de Reforma Urbana
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/numero_uno.htm?fbclid=IwAR2jWpLbBC-Gc-
438wqowM_5MYqwFuIFcmLeB4WUmZOZ44d1TNk2AUgRMZ4#entrevista) en Brasil, con
propuestas jurídico-políticas. Y la lucha por la vivienda y el reconocimiento del lugar en Chile,
Argentina, México, Ecuador, Perú, etc., que incidieron en las políticas públicas aunque con
frecuencia los “con techo (http://www.cafedelasciudades.com.ar/economia_19.htm)” se quedaron
sin ciudad. El derecho a la ciudad estaba en el aire.

En el 1968 europeo emergieron los movimientos urbanos que en el pasado fueron intermitentes,
fragmentados y que fueron apoyo de los gobiernos locales que hicieron las mediaciones
políticas. En los años posteriores las movilizaciones ciudadanas plantearon demandas y
reivindicaciones diversas, de la vivienda, el transporte, los servicios públicos (el agua, la energía,
los equipamientos), la seguridad, el medio ambiente…Pero también derechos socio-culturales
o políticos, como sentirse representado y reconocido, el espacio público y los elementos
referenciales o icónicos, el rendimiento de cuentas y la iniciativa popular, el control de los
gobiernos y la participación política más allá de las elecciones. Y mucho más.
II. De los catálogos a los instrumentos.

3. El catálogo de los derechos ciudadanos tuvo su momento de auge en los años noventa y
principios de siglo XXI. Se derivaron de la Carta de los derechos humanos de Naciones Unidas
(1948) y de las demandas más o menos reconocidas en las Constituciones nacionales: la
vivienda, la educación, la sanidad, la protección social, el trabajo, etc. Sin embargo, estos
derechos teóricos no eran “reales” sino “programáticos”. No se podían reconocer ni exigir
ante la Judicatura o las Administraciones públicas. Las políticas públicas por parte de los
gobiernos reconocían en la práctica algunos derechos más o menos universales, como por
ejemplo la educación pero no la vivienda. Y en muchos casos estos derechos básicos o
necesarios para todos requieren un coste monetario, como el agua o la energía. Los derechos
programáticos son indicativos para los gobiernos, pero no imperativos, es decir no son
propiamente derechos. Para ejercerlos hay que conquistarlos. El ejemplo histórico más
importante ha sido el movimiento sindical de los trabajadores asalariados: derecho a la huelga,
al reconocimiento del sindicato en la empresa, a la negociación colectiva de los salarios y las
condiciones de trabajo, las 8 horas de trabajo, etc. El trabajo o actividad productiva ha sido una
confrontación de intereses entre la patronal (pública o privada) y los asalariados. Sin embargo la
reproducción social o salario indirecto (la vivienda, el transporte, la educación, los
servicios urbanos, etc.) lo asumen un conjunto de instituciones y empresas muy diversas.
Y la ciudadanía demandante es muy compleja y diferenciada por sus ingresos y necesidades,
por su ubicación en la ciudad, por su capacidad de recursos y de influencia, etc. Sin embargo si
la empresa y la propiedad encuadran a los trabajadores, la ciudad encuadra a la gran
mayoría de la población. Y precisamente la ciudad requiere no solo la suma de
infraestructuras, equipamientos y servicios sino también la articulación y la universalidad
de los mismos. Los derechos ciudadanos son interdependientes: vivienda, transporte,
acceso al trabajo y a los ingresos, la sanidad, la protección social, la educación, el espacio
público, la convivencia, la seguridad, todos los derechos políticos, el reconocimiento, etc. Y son,
o deben ser, para todos los habitantes de la ciudad.

El catálogo o las cartas de los derechos a la ciudad, sin embargo, no dejan de ser una
declaración abstracta que hace a la ciudadanía impotente. Los derechos citados no solo
dependen de los ofertantes, sean administraciones públicas o empresas privadas. Es necesario
el marco político-jurídico para que sea posible concretar el conjunto de derechos. Obviamente, la
reproducción social afecta a toda la población pero para proclamar el “derecho o derechos” de la
ciudad se requieren marcos legales y financieros a tal efecto. La producción de viviendas y
gestión del suelo o la energía y el agua en la gran mayoría de los países están en manos de
propiedad privada y se gestionan por lucro. Para hacer efectivos los derechos ciudadanos
hay que garantizar la apropiación o control públicos de los bienes de carácter público.
Incluso gran parte de los economistas clásicos, desde Adam Smith hasta Léon Walras
consideran que estos bienes son de naturaleza pública y que son necesarios para toda la
población. Bienes básicos desde la antigüedad, la energía, el agua, la tierra y el aire. Pero
también los bancos, el transporte, la educación, la sanidad, la vivienda, etc. Ello depende no solo
de los gobiernos y parlamentos. También de los profesionales y de la cultura ciudadana. Los
profesionales deben aportar instrumentos prácticos para posibilitar el acceso a los bienes
comunes. Y es necesario que la cultura ciudadana legitime la propiedad colectiva… pero es
muy frecuente que los habitantes sean ambivalentes: lo que es de todos me toca a mí también,
pero lo que es mío es solo para mí.

4. Profesionales, técnicos y académicos frente a los responsables políticos. ¿Hay una


ética de los urbanistas? La cultura de la disciplina fue concretar a partir del urbanismo la
funcionalidad de la ciudad para que el conjunto de los bienes y servicios colectivos estén
accesibles a toda la población. El urbanismo promueve la libertad de los ciudadanos. Como ya
decían en la Baja Edad Media, “el aire de la ciudad nos hace libres”. Y el urbanismo de la ciudad
industrial plantea la ciudad como lugar donde conviven amplias y diversas poblaciones en
condiciones de igualdad. Como la idea de Cerdà de proyectar “la ciudad igualitaria”. Pero en
la práctica profesional los urbanistas se adaptan a las leyes y las políticas públicas que
facilitan las desigualdades y exclusiones. La mayoría de los profesionales se adaptan a los
clientes públicos o privados, sean empresas o viviendas, infraestructuras o equipamientos,
localizados en zonas de calidad de la ciudad o en territorios en proceso de urbanización, sin las
ofertas de la ciudad, en espacios lacónicos y deficitarios. Actualmente se promueven
ciudades excluyentes y urbanización sin ciudadanía. La ética urbanística no existe. Hay
que revalorizar las bases éticas del urbanismo pero también los medios para aplicarlas.
Los instrumentos técnicos y jurídicos hay que proponerlos a los responsables políticos y a la
ciudadanía activa por parte de los técnicos y los investigadores. Los ejemplos son muy diversos.
Es posible regular la oferta del suelo urbano o urbanizable. ¿“Publificar” el suelo? Podría ser
revolucionario, pero el poder político puede regular el uso del suelo. También puede aplicar
una fiscalidad del suelo expectante para ponerlo en los usos de interés colectivo. Si la propiedad
del suelo aún no urbanizado se pone a la venta el precio será como rústico o muy poco más que
eso. El planeamiento debe exigir como mínimo la cesión del 50% para espacios públicos,
equipamientos y vialidad. Y el conjunto de viviendas deben mezclar ofertas para todos los
niveles sociales. Un ejemplo fue la política de vivienda popular por parte del gobierno británico
del Labour Party (http://cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/218/para-quien-es-
londres.html) en 1945 al terminar la guerra. Véase el libro citado de Bernardo Secchi (La Ciudad
de los ricos y la ciudad de los pobres).

Cultura, política y economía ciudadanas. Los urbanistas, profesionales o académicos, pueden


difundir en sus medios propios la cultura ciudadana pero su influencia es muy relativa. Los
gobernantes en su gran mayoría no entienden el territorio y menos aún las ciudades.
Conocen el Estado, un ente abstracto. La ciudad es concreta, material y sensual, como
escribió Darhendof (1992). En el mejor de los casos los responsables políticos pueden promover
actuaciones sectoriales, viviendas, infraestructuras o grandes equipamientos pero no hacen
ciudad. Cada ministerio o regiduría actúa en su especialidad y en un marco legislativo del
Derecho civil que casi siempre se impone al Derecho administrativo. “Desconfiad de las
palabras” –como vi pintado en un gran muro de Paris, en la rue Belleville, muy cerca de la
librería Le Genre Urbain. Se aplica mucho a la política, el discurso es una cosa y la actuación
es otra. Los agentes económicos casi siempre tienden a ser depredadores del territorio y
su discurso competitivo genera insostenibilidad y desigualdad. La ciudadanía activa es la
esperanza, desde los barrios y desde las ciudades, por medio de formas diversas: asociaciones
y movimientos, economía social o cooperativa, campañas de rendimiento de cuentas y de
iniciativas populares. El dialogo entre profesionales y movimientos ciudadanos pueden construir
una ética práctica.

III. Derecho a la ciudad y territorios urbanizados. La Justicia espacial.

5. Urbanización no es ciudad. Nos referimos siempre a la “ciudad” pero una gran parte de la
población no habita en la ciudad sino en zonas más o menos urbanizadas. La ciudad se
caracteriza por una sociedad heterogénea y una institución autogobernada. Se generan
lazos socio-culturales y son representados por el gobierno local. La urbanización sin ciudad
pueden ser conjuntos o enclaves casi siempre homogéneos, tanto de sectores populares como
medios o altos. Pero la mayor parte de las zonas urbanas sin ciudad son escasamente
urbanizadas o incluso mal dotadas, deficitarias de los servicios básicos, desde el agua potable o
la electricidad o el acceso a los transportes colectivos, o la inexistencia de centros sanitarios,
escuelas o institutos o equipamientos culturales. En estas zonas la administración pública con
frecuencia es lejana o desinteresada, especialmente si son conjuntos informales o
autoconstruidos. La población en estos casos se siente abandonada por la institución y no
reconocida o incluso “criminalizada” por la ciudadanía formal.

El reconocimiento y la integración se dan en el discurso, pero más frecuente resulta la


exclusión y la expulsión. Estos conjuntos “sociales”, sean informales o no, con el tiempo se
integran en la ciudad pero es frecuente que a la vez se expulsa a gran parte de sus habitantes. A
veces la autoridad política o empresas privadas por la fuerza, por considerarse población
marginal. O lo hace el mercado o la presión institucional. Son los pobladores “desechables”; a
los barrios se les denomina incluso “subnormales” (como dicen en Colombia) y viven
precariamente. En otros casos se les consideran “no existentes”, como durante muchos
años el gobierno de Rio de Janeiro, que no contaba la población de los “morros” a pesar de la
visibilidad desde todas partes de las “favelas” en las que vivían y trabajaban un millón de
personas. En Lima, los “pueblos jóvenes” de las periferias fueron tierra de nadie y
predominantemente viviendas autoconstruidas. Luego gradualmente llegaron industria o
depósitos, algunos servicios básicos y se organizaron los pobladores y fueron calificados de
municipios del “gran Lima”. Pero fueron “ciudades de pobres”, como les califica Secchi en el libro
citado. En Barcelona (http://www.cafedelasciudades.com.ar/politica_63.htm), en el “barraquismo”
de los años cincuenta y sesenta e incluso en los primeros setenta, en ningún caso se reconoció
a los inmigrantes que llegaron del resto de España y se asentaron fuera de la ciudad formal, sin
status de ciudadanía. Los primeros años se les ocultó por medio de muros que quisieron
hacerles invisibles. Luego fueron expulsados o enviados a los municipios de la periferia en
conjuntos aislados de mala calidad y escasos servicios que en muchos casos son considerados
como “barrios malditos”, no reconocidos. O no como considerados ciudadanos, sino
“delincuentes” o “peligrosos”. Solamente en algunas zonas en las que había arraigado la
población, el lugar era poco accesible y de difícil hacer conjuntos nuevos como en zonas
montañosas, se fueron insertando en la ciudad y sus servicios públicos. El derecho a la ciudad
en estos casos no se trata de la ciudadanía, sino de una población no reconocida durante
décadas. Es la injusticia espacial.

6. Justicia espacial. Las ciudades compactas ofrecen servicios colectivos y públicos vinculados
a la reproducción social. Desde el agua a la energía. De la seguridad personal a los servicios de
urgencia, sean de enfermería, de la policía local o el servicio de los bomberos. Hay servicios
sanitarios y de protección social. Hay movilidad accesible y zonas de ocio, cultura y deporte. La
mixtura de la convivencia en el espacio público y la diversidad del comercio y de las áreas de
centralidad es propia de la ciudad. En consecuencia las poblaciones de bajos ingresos y las
que llegaron de otras regiones o paises son los que más necesitan las ofertas de la
ciudad. Es una cuestión de justicia espacial.

Sin embargo, prevalece la injusticia espacial. En las ciudades existen barrios muy marginales o
degradados y de mala fama; es probable que a gran parte de sus habitantes se les consideren
ciudadanos teóricamente pero están marcados por su hábitat de residencia. Presentarse en
busca de trabajo y ser rechazado, avergonzarse en la escuela cuando los otros niños se burlan o
cuando los taxis o pedidos comerciales no quieren ir al barrio “criminalizado” es sentirse
estigmatizado, no ser reconocido como ciudadano. Y si te haces presente en la ciudad formal
pero te marca la vestimenta, el color de la piel, la pobreza en la cara, no te sientes seguro ni
aceptado en el espacio público, en los comercios o en los equipamientos, sean públicos o
privados. ¿Son inmigrantes, son de otra “raza”, lengua o religión? ¿Son peligrosos? No, son
pobres y asustados.

Periferias urbanas lejos de la ciudad compacta y la ciudadanía. Sin ciudad y sin justicia.
Los barrios más o menos malditos de la ciudad están relativamente integrados, la dinámica
urbana tiende a recuperarlos, o bien forman parte de un ocio específico, al límite o más allá de lo
permitido o zona de refugio de facto tolerado. La injusticia espacial es mucho más extensa y
afecta incluso a mayorías sociales. Las periferias en parte están integradas o muy
relacionadas con la ciudad central, pero hay zonas que no lo están. Las poblaciones más
segregadas o aisladas son en unos casos asentamientos informales o alegales, en tierras de
nadie u ocupaciones de facto. En otros ocupan barrios de muy baja calidad, sea por la vivienda
precaria o degradada o por los servicios colectivos muy deficitarios. Y finalmente se trata de
conjuntos de “vivienda social”, sea pública o privada, localizados en suelo barato y fuera del
ámbito urbanizado. A medida que se desarrolla la urbanización más aumenta la “no ciudad”, los
asentamientos informales o distanciados quedan aislados del tejido urbano ciudadano. La escala
creciente de la urbanización genera dispersión, difusión, espacios sin sentido, tejido ciudadano
lejano, centralidades inaccesibles. Los sectores populares y en parte sectores medios
encuentran viviendas en la no ciudad, una urbanización a medias que no accede a la calidad
urbana plena.

La injusticia espacial afecta más a los que más precisan de la ciudad, los “inmigrantes”
(que en realidad lo fueron pero que están instalados quizás para muchos años), los
desocupados y los precarios, las familias de ingresos bajos y que no disponen del todo los
bienes y servicios más necesarios. Pero cada vez más hay sectores populares, e incluso
medios, que vivieron en la ciudad pero han debido transferirse, ellos o sus hijos, a conjuntos
off-ciudad. Pero se suman muy pronto los costes económicos y sociales. El transporte
cotidiano supone un coste no solo en dinero, también en tiempo, que puede ser incluso 3 o 4
horas diarias. Las viviendas deficitarias y los entornos banales. La homogeneidad socio-cultural
y la convivencia en bastantes casos escasa, especialmente en Europa. Acceder a la ciudad y
sus centralidades resulta costoso. Los guetos no facilitan obtener trabajo o a acceder a las
ofertas educativas y culturales diversas. En estos que no son ni barrio, ni ciudad ni pueblo, la
información es muy limitada, no se conocen ni acceden fácilmente a personas o asociaciones de
niveles algo más cualificados y diferentes, resulta difícil abrirse a mayores horizontes. Resulta
difícil el acceso a los administradores públicos, incluso si participan en los procesos políticos –
pero desde su atomización y frente a la televisión. En las ciudades la desigualdad social es
visible y en parte la oferta propia de la ciudad reduce las desigualdades sociales de los sectores
populares (siempre que puedan permitírselo). Pero en las zonas periurbanas y los guetos de
todo tipo se multiplica la injusticia espacial.
Nota complementaria: los enclaves de primera o segunda residencia de sectores medios e
incluso altos. La difusión urbana se generaliza por el uso del automóvil y en menor grado los
transportes colectivos relativamente rápidos. Se busca el contacto con la “naturaleza”, la
“seguridad”, el convivir con vecinos como uno, la calidad ambiental, viviendas con jardín o
terrazas que difícilmente son accesibles en las ciudades compactas. Se pueden discutir las
ventajas y las desventajas individuales. Pero es obvio que se generan procesos urbanos
negativos, se acentúan las desigualdades y se multiplican los costes ambientales. El coste
de las infraestructuras y los servicios básicos, el calentamiento del planeta y el despilfarro de las
energías no renovables; los enclaves más o menos lujosos contrastan con los conjuntos sociales
y la vida de los sectores populares. La difusión urbana es una de las principales causas de
la insostenibilidad de los recursos del medio en que vivimos, empezando por el agua, el aire,
el suelo y la energía, bienes comunes que necesitan toda la población. Y se pierde la
ciudadanía, la convivencia, la vida colectiva. Se tribalizan y se atomizan las poblaciones. La
difusión urbana es la negación de la democracia ciudadana.

IV. ¿La revolución urbana será una revolución? ¿El derecho a la ciudad puede
conquistarse en los marcos actuales políticos y económicos?

7. Revolución y democracia en sociedades urbanizadas. La revolución será urbana o no


será, escribió Henri Lefevbre y lo asume absolutamente David Harvey. Sin embargo, las
revoluciones no se inventan, se producen y muy de tarde en tarde y las hay más las fracasadas
que las victoriosas. Y las hacen las mayorías sociales, no los intelectuales ni los políticos. Los
intelectuales y profesionales están en sus ámbitos institucionales y los políticos en cargos
públicos y en sus organizaciones. Evidentemente las movilizaciones, las revueltas y las
revoluciones incluyen intelectuales y políticos cuando se añaden a las mayorías. Las
revoluciones, ruidosas o no, no nacen por una explosión social, aunque sea la chispa,
sino por una acumulación de desigualdades, de privilegios, de injusticias… Sin embargo,
hay revoluciones que también pueden ser silenciosas, se conquistan transformaciones en las
relaciones sociales para que sean más igualitarias cuando las instituciones políticas se abren a
las clases populares y las ideas democratizadoras son hegemónicas en el conjunto de la
sociedad. En este momento histórico no parece que predomine un proceso democratizador, más
bien lo contrario. Vivimos un periodo des-democratizador – por lo menos es visible en Europa y
en América.

¿El derecho de la ciudad es el concepto explicativo de la revolución urbana? La base


teórica del derecho a la ciudad es la exigencia ciudadana de la reproducción social en un marco
de democracia multidimensional (espacial, política, social, cultural, económica, ambiental). Los
procesos urbanos democratizadores conquistan los derechos vinculados con el conjunto de la
reproducción social –o “salario indirecto” – y articulados con la producción social. Si estos
procesos culminan con rupturas o revoluciones o de una forma progresiva y con avances y
retrocesos, dependerá de la relación de fuerzas políticas y económicas y de las coyunturas más
o menos conflictivas. La cuestión no es esperar la “revolución urbana”. En las últimas
décadas y hasta hoy la “revolución urbana”, o mejor dicho la “contrarrevolución”, ha sido en
contra del “derecho a la ciudad”. La des-democratización se ha concretado en gran parte en las
ciudades y los territorios urbanizados mediante la injusticia espacial, la sociedad del desprecio;
las ciudades están sometidas a las leyes, las competencias y los recursos financieros de los
Estados centrales. Y en la actualidad el capitalismo financiero globalizado coloniza y
desposee el mundo social urbano. La fuerza potencial de las ciudades sin embargo se debe a
su bivalencia: disponen de una base institucional política representativa y una sociedad activa
que ejerce una presión sobre las fuerzas políticas y económicas. Será revolución rupturista y
ruidosa o una conquista gradual y silenciosa. La síntesis será el estandarte teórico del “derecho
a la ciudad”.

8. Hacer ciudad y hacer ciudadanía. Sin ciudad no hay ciudadanía, o hay una “capitis
deminutio” de derechos, aunque se viva en territorios urbanizados. Ejercer de ciudadanos
supone la convivencia, la diversidad y el reconocimiento por los otros. La ciudadanía es la
conciudadana, no el habitante atomizado. También en la ciudad compacta hay un déficit de
ciudadanía, pues el acceso a los bienes y servicios propios de la reproducción social es muy
desigual. Pero por lo menos es visible, la población poco integrada tiene mayor capacidad
reivindicativa y de conquistar sus derechos. Hay una relación básica entre ciudad-ciudadanía-
reproducción social y derechos. Pero la ciudad tiende continuamente a las exclusiones. Los
allegados o los que han perdido el tren se sienten desposeídos de la ciudadanía plena. La
reproducción social genera continuamente viejas y nuevas desigualdades, sociales, económicas
o espaciales. Aparecen nuevas demandas y derechos emergentes. La ciudadanía se conquista
cada día, la reproducción social continuamente se amplía y los derechos se deben ejercer
continuamente, porque si no se pervierten. Hacer ciudad y ciudadanía no es competencia
únicamente de los poderes públicos.

La ciudadanía activa genera en primer lugar demandas y reivindicaciones, realiza acciones


expresivas, se manifiesta ante los medios, las administraciones públicas y los medios. En una
segunda fase se concretan los objetivos, se promueven acciones de resistencia o de
exigencia, se buscan medios legales o programáticos, se exigen derechos legítimos y sentirse
representado en los gobiernos locales u otros. Se crean escenarios de diálogo, de pactos, de
control, o bien se denuncia y se revoca a los gobernantes. Y en una tercera fase hay un
sentimiento de injusticia, de no ser reconocido, de indignación por los abusos, los privilegios,
la corrupción. Se aspira a una sociedad igualitaria, justa y solidaria. Sin gobernantes que estén
por encima de los ciudadanos y con los poderes fácticos (poderes económicos, judiciales,
militares, etc.) controlados por las organizaciones ciudadanas y sociales.

9. El territorio articulado entre la producción y la reproducción. Reorganización del


territorio. La producción y la ciudad como ámbito de reproducción social. Reproducción y
producción social forman un todo. Las clases trabajadoras o los asalariados requieren de los
salarios directos y los salarios indirectos vinculados a la reproducción social. Las empresas,
sean de producción industrial o comercial y las de los servicios públicos o privados, pueden estar
en el territorio pero en gran parte están en otros ámbitos territoriales, en otra parte. Los
“productores” en cambio viven en el mismo ámbito territorial, ciudad, área metropolitana o región
urbanizada. Sus demandas y sus derechos están estrechamente relacionados con sus salarios o
empleos y su movilidad, vivienda, etc. La gran mayoría de la población asalariada o por su
cuenta son a la vez trabajadores y ciudadanos. Los territorios ciudadanos y los de la
producción están articulados y casi siempre mezclados. El conflicto social en la producción
y el de la reproducción van unidos en las mayorías sociales. De la misma forma que la
ciudadanía se expresa en las sedes de la producción lo hace en el espacio público –no solo en
el lugar del trabajo, también en su ámbito de vida urbana. No se trata de separar entre
ciudadanos genéricos y trabajadores específicos. En ambas situaciones hay una diversidad
de clases sociales, tienen intereses diversos pero la gran mayoría de la población tiene las
mismas necesidades: los ingresos monetarios y el acceso a la vivienda, los servicios colectivos,
el espacio público, etc. Ciudadanía activa y población trabajadora forman una mayoría para
reclamar sus derechos ciudadanos y sindicales.

Organización política y la recuperación de la sociedad activa. El ámbito territorial urbano


tiene distintos niveles, el vecinal, el barrio, la ciudad, el entorno metropolitano, los espacios
urbanizados sin ciudad, la región urbana. En cada nivel hay formas de cooperación y
convivencia, de prestación de servicios formales o informales, de delegaciones de las
administraciones públicas, de la participación política. Pero el ámbito hegemónico y garantista es
multidimensional: la ciudad metropolitana, la región urbana, la red de ciudades, según sean los
territorios. El poder político representativo, normativo y de grandes proyectos y de gestión de
grandes servicios, debe ser único. Pero en los distintos niveles es conveniente que haya formas
asociativas o no formales de la ciudadanía, los agentes de la producción y de las empresas
públicas o privadas y los representantes de las administraciones políticas.

La “ciudad en todas sus dimensiones” es una entidad institucional y un ente físico y social. La
ciudadanía en su diversidad se cohesiona para defender y conquistar sus derechos. La sociedad
activa urbana en sus distintos niveles debe asumir “el derecho a la ciudad”. Esta ciudad
multidimensional debe tener una organización política potente en lo normativo, lo ejecutivo,
lo judicial, lo descentralizado y lo participativo. Pero además la ciudad tiene su otra
naturaleza: la ciudadanía. Esta sociedad urbana activa es en sí misma una fuerza para
cooperar con el gobierno de la ciudad o región urbana o bien para confrontarse con éste.
Pero juntos pueden establecer relaciones contractuales –más que jerárquicas– con el
Estado y, si es necesario, confrontarse con éste. O aliarse –mucho más positivo–, enfrentarse
con el “poder global” del capitalismo financiero y de las grandes multinacionales, sean
industriales, de servicios o comerciales. La ciudad multidimensional es, o debe ser, un actor
global. Para ello, en este proceso se podrá y se deberá conquistar realmente “el derecho a la
ciudad”.

JB

Nota sobre la idea sobre el derecho a la ciudad por parte del autor: Éste tuvo su
conocimiento básico de la geografía urbana a partir de Pierre George y su grupo de Paris.
Recibió el estímulo de Henri Lefebvre a finales de los sesenta del siglo pasado –puso el
concepto de “derecho a la ciudad” en el universo cultural. Y más tarde entendió la construcción
del “derecho a la ciudad” de David Harvey. El pensamiento deductivo y teórico de Harvey se
inspiró de Marx pero su desarrollo fue muy creativo. En los años setenta y ochenta el autor hizo
un recorrido distinto, inductivo y práctico, y poco a poco lo fue perfilando para llegar a unas
bases teórico-políticas muy próximas a Harvey pero también al pensamiento americano, de
personas como Michael Cohen, Alicia Ziccardi, Horacio Corti, Eduardo Reese, Marcelo Corti,
Alfredo Rodríguez, Ana Sugranyes, Fernando Carrión, el Movimiento de Reforma Urbana de
Brasil, etc.
JB

Referencias bibliográficas

El autor presenta una reflexión personal sobre el derecho a la ciudad que en parte es debida a
sus trabajos anteriores. El texto es totalmente original y es probable un cierto escepticismo y
también algo más de pragmatismo respecto al derecho de la ciudad. Se ha difundido y
banalizado este concepto sin una base algo más sólida, conceptual y políticamente: la
vinculación entre reproducción social, derecho a la ciudad y crítica a la urbanización sin ciudad y
la ciudad excluyente.

A continuación cito los principales textos del autor sobre el “derecho a la ciudad”. En primer lugar
indico los trabajos diversos, algunos en libros o artículos, en los que empecé a exponer el
derecho a la ciudad. Me refiero a la producción de los años setenta, ochenta y noventa del siglo
pasado sobre el “derecho a la ciudad” y sus corolarios como “ciudadanía”, “derechos
ciudadanos”, “ciudad es espacio público”, etc., que aparecen mezclados con otros temas. Cito
algunos libros y artículos extensos referidos a los derechos y la ciudad como “Movimientos
sociales urbanos” (1975), “Movimientos urbanos y cambio político” (1981), “Estado y Ciudad”
(1988), “Urbanismo y ciudadanía” (1991), “Ciudadanía europea: derechos civiles y sociales
desde la perspectiva local” (1997), “Los desafíos del territorio y los derechos de la ciudadanía”
(1999).

En Hábitat 2-Estambul, de Naciones Unidas (1996), participé como miembro de la Federación de


Ciudades hermanadas (que estaban en proceso de unificación con IULA para dar lugar a CGLU)
y del grupo asesor del gobierno español y como representante del alcalde de Barcelona.
Propuse en la Asamblea de alcaldes y de organizaciones ciudadanas “el derecho a la ciudad”
como superación del “derecho a la vivienda”, conjuntamente con Enrique Ortiz, de México,
presidente de HIC (Habitat Internacional Coalition).

En los libros más recientes, ya en este siglo, desarrollo de forma más elaborada la temática del
derecho a la ciudad. Principales obras de autor: “Espacio público: Ciudad y ciudadanía” (2002),
“La ciudad conquistada (http://www.cafedelasciudades.com.ar/numero_dos.htm#tendencias)”
(2003) y “Revolución urbana y derechos ciudadanos
(https://editorialcafedelasciudades.com/2015/06/25/revolucion-urbana-y-derechos-ciudadanos/)”
(2013). Y posteriormente obras colectivas de co-autor: “Ciudades, una ecuación imposible
(https://editorialcafedelasciudades.com/2012/09/04/ciudades-una-ecuacion-imposible/)”, con
Mireia Belil y Marcelo Corti (editores); “Ciudades resistentes, ciudades posibles”, con Mireia
Belil, Fernando Carrión, Michael Cohen y Marcelo Corti (editores, 2016); y “Derecho a la ciudad:
conquista política y renovación jurídica”, con Horacio Corti (2018). En las obras del autor citadas
hay bibliografías bastante extensas.

Las obras de autores citados al inicio del texto forman parte de mis lecturas como Lefebvre,
Harvey, Balibar (“Ciudadanía”, 2013) y otros, geógrafos, sociólogos, urbanistas, arquitectos,
ingenieros, ambientalistas, juristas, politólogos, filósofos, historiadores, etc. Pero también
activistas sociales y funcionarios públicos. Sin embargo, en nombre del “derecho de la ciudad”
se vende cualquier artículo o ponencia que tenga algo que ver con los derechos sociales y los
procesos urbanos. El concepto de “derecho a la ciudad” se diluye debido a que no se ha
desarrollado y estructurado.

Las Cartas de Derecho a la Ciudad plantean los objetivos, pero no concretan casi nunca los
medios. Entre las Cartas interesantes y diversas, sin menospreciar el resto, citamos por ejemplo
la Carta del Foro Social de Porto Alegre y Saint Denis (2010), la de Ciudad de México (2010), la
Carta Urbana Europea del Consejo de Europa (1993) y muchas otras. La UNESCO y ONU-
Habitat promovieron la elaboración de una Carta que no formalizaron en un texto pero que fue
editado por miembros del grupo de trabajo: Urban Policies and the Right to the City, Bernard
Jouve (editor, 2009).
El Institut de Drets Humans de Catalunya publicó siete volúmenes de Derechos emergentes, el
último fue el texto que elaboró DESC (2011). Entre diversos libros muy pertinentes y no muy
conocidos citamos tres. Uno de carácter histórico, de Eric Hobsbawm: “La clase obrera y los
derechos humanos” en “El mundo del trabajo” (1987). El siguiente de carácter político concreto,
elaborado por HIC (Habitat Internacional Coalition, 2011) y editado por Sugranyes, Ana y
Mathivet, Charlotte: Proposal and Experiences towards the Right of the City (también en
castellano y en francés). Y de carácter filosófico-social, “La sociedad del desprecio” de Axel
Honneth (2006).

Las Naciones Unidas y ONU-Habitat se han resistido a aceptar el concepto de “derecho a la


ciudad” debido a la oposición de los gobiernos más poderosos, especialmente los Estados
Unidos.
JB

El autor es Profesor Emérito y Presidente del Comite Académico de los programas de posgrado
de Ciudad y Urbanismo (http://ciudad.blogs.uoc.edu/) de la Universitat Oberta de Catalunya
(UOC). Presidente del Observatorio DESC (http://observatoridesc.org/es) (derechos económicos,
sociales y culturales).

Doctor en Geografía e Historia por la Universidad de Barcelona y Geógrafo urbanista por la


Université de Paris-Sorbonne. Ha ocupado cargos directivos en el Ayuntamiento de Barcelona y
participado en la elaboración de planes y proyectos de desarrollo urbano de varias ciudades
europeas y latinoamericanas. Entre otros libros, es autor de Luces y sombras del urbanismo de
Barcelona (https://editorialcafedelasciudades.com/2011/12/05/140/) y Revolución urbana y
derechos ciudadanos (https://editorialcafedelasciudades.com/2015/06/25/revolucion-urbana-y-
derechos-ciudadanos/), y coautor de Ciudades, una ecuación imposible
(https://editorialcafedelasciudades.com/2012/09/04/ciudades-una-ecuacion-imposible/)
(https://editorialcafedelasciudades.com/2012/09/04/ciudades-una-ecuacion-
imposible/)y Ciudades para cambiar la vida
(https://editorialcafedelasciudades.com/2016/11/29/ciudades-para-cambiar-la-vida/), publicados
por café de las ciudades.

De su autoría, ver también en café de las ciudades:

Número 2 | Tendencias
Jordi Borja: La Ciudad Conquistada
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/numero_dos.htm#tendencias) | "La ciudad es el desafío a
los dioses, la torre de Babel, la mezcla de lenguas y culturas, de oficios y de ideas. Sin memoria
y sin futuro la ciudad es decadencia". | Jordi Borja

Número 15 | Política
"Tendencia no es destino" (http://www.cafedelasciudades.com.ar/politica_15_1.htm) |
Ciudadanía global e innovación en La Ciudad Conquistada, de Jordi Borja. | Marcelo Corti

Número 21 | Política
Barcelona y su urbanismo (http://www.cafedelasciudades.com.ar/politica_21.htm) | Exitos
pasados, desafíos presentes, oportunidades futuras. | Jordi Borja
Número 31 | Tendencias
La Revolución Urbana (I) (http://www.cafedelasciudades.com.ar/tendencias_31.htm) | Las
ciudades ante la globalización: entre la sumisión y la resistencia. | Por Jordi Borja

Número 32 | Tendencias
La Revolución Urbana (II) (http://www.cafedelasciudades.com.ar/tendencias_32.htm) | De un
urbanismo de oferta a un urbanismo de demanda: oportunidades, peligros y abusos. | Jordi Borja

Número 38 | Política de las ciudades (I)


"El circulo vicioso de la marginación"
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/politica_38_1.htm) | Jordi Borja y la violencia en el
banlieue de París. | Jordi Borja

Número 42 | Política de las ciudades (I)


Espacio público, condición de la ciudad democrática
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/politica_42_1.htm) | La creación de un lugar de
intercambio. | Jordi Borja|

Número 64 | Política de las ciudades (I)


La izquierda errante en busca de la ciudad futura
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/politica_64_1.htm) | Un lugar de encuentros múltiples
entre gentes diferentes | Jordi Borja|

Número 81 | Cultura de las ciudades (I)


François Ascher (http://www.cafedelasciudades.com.ar/cultura_81_1.htm) | Pensamiento crítico
y acción en la sociedad hipermoderna | Jordi Borja

Número 87 | Política de las Ciudades (I)


Siete líneas para la reflexión y la acción
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/politica_87_1.htm) | Después de la “burbuja” inmobiliaria
en Barcelona | Jordi Borja

Número 104 | Política de las Ciudades (I)


Carta desde Barcelona: elecciones y campamentos en las plazas
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/politica_104_1.htm)| Los Indignados y la construcción
colectiva de una acción política | Jordi Borja

Número 108 | Urbanidad contemporánea


Ciudades del mañana (http://www.cafedelasciudades.com.ar/urbanidad_108.htm) | Derecho a
la ciudad y democracia real | Jordi Borja

Número 115 | Política de las ciudades (I)


¡Devuélvannos lo que es de ustedes!
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/politica_115_1.htm)| Repsol y la expropiación de YPF en
Argentina | Jordi Borja|

Número 120 | Política de las ciudades (I)


Cómo hacer de la ciudad una ecuación posible
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/politica_120.htm) | Las visiones de David Harvey y Jordi
Borja sobre el derecho a la ciudad | Beatriz Cuenya
Número 120 | POSICiones cordobesas
Algunas reflexiones después de la visita de Jordi Borja
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/cordoba_120.htm) | Cómo producir ciudad en el nuevo
contexto | Carola Inés Posic

Número 133-134 I Urbanidad contemporánea


Ciudades inteligentes o cursilería interesada
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/urbanidad_133.htm) I ¿Hubo alguna vez ciudades
tontas? I Por Jordi Borja

Número 137 I Política de las ciudades


La calle y su propiedad (http://www.cafedelasciudades.com.ar/politica_137.htm) I ¿Quién hace
la calle, quién la usa, para qué sirve? I Por Jordi Borja

Número 141 I Política de las ciudades


Sobre la Revolución urbana (http://www.cafedelasciudades.com.ar/politica_141_1.htm) I
Urbanismo ciudadano o urbanismo globalizado I Por Jordi Borja

Número 148 I Política de las ciudades


Ciudadanía o barbarie (http://www.cafedelasciudades.com.ar/politica_148.html) I Sobre la "ley
mordaza" española I Por Jordi Borja

Número I Política (http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/listar/25/politica.html)


El resistible ascenso del independentismo
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/17/el-resistible-ascenso-del-
independentismo.html) I O el Estado español contra España. I Por Jordi Borja

Ver más sobre Política


(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/listar/25/politica.html)

Más Notas
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/tipos/2/notas.html)

(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/223/el-
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/228/parque-
proyecto-de-una-ciudad-abierta.html) baron.html)
El proyecto de una ciudad abierta Parque Barón
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/223/el-
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/228/
proyecto-de-una-ciudad-abierta.html) baron.html)

En busca de una definición El proyecto ganador del


afirmativa. concurso de Paseo del Mar
para Valparaíso.
Marcelo Corti
Marcelo Corti

(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/224/por-
que-creo-que-no-se-deberia-reconstruir-la-aguja-de-notre-
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/232/territorios
dame.html) periurbanos-horticolas-tph.html)
¿Por qué creo que no se debería reconstruir
Territorios
la aguja de
periurbanos
Notre- hortícolas (TPH)
Dame? (http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/232/t
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/224/por-
periurbanos-horticolas-tph.html)
que-creo-que-no-se-deberia-reconstruir-la-aguja-de-notre-
Fundamentos de un proyecto
dame.html)
de ley de protección y
Un análisis de las opciones fortalecimiento de los
desde la visión del patrimonio cinturones verdes, oasis y
cultural. valles fruti-hortícolas.

Por Miguel Ángel Cajigal Equipo de apoyo a CTEP-


Vera (El Barroquista) MTE

(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/227/la-
villa-olimpica-de-buenos-aires.html)
La Villa Olímpica de Buenos Aires
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/227/la-
villa-olimpica-de-buenos-aires.html)

Una visión desde el acceso al


suelo urbano.

Ignacio Wonsiak

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