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INDICE

INTRODUCCION .................................................................................................................. 2

LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL (1939-1945) ............................................................ 3

CAUSAS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL....................................................... 5

DESARROLLO DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL ............................................ 8

LA GUERRA RELÁMPAGO (1939 - MAYO 1941)........................................................ 9

LA GUERRA TOTAL (JUNIO 1941 - JUNIO 1943)...................................................... 11

LA DERROTA DEL EJE (JULIO 1943-1945) ................................................................ 11

CONSECUENCIAS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL ................................... 12

FIN DE LA GUERRA ...................................................................................................... 14

CONCLUSION .................................................................................................................... 15

ANEXOS .............................................................................................................................. 16
INTRODUCCION
La Segunda Guerra Mundial superó desorbitadamente a la primera, haciendo con esto
referencia a la duración y la intensidad de los combates por un lado y a los recursos
utilizados así como las pérdidas humanas por otro. En este enfrentamiento bélico de
la historia participaron 72 estados, el coste económico aumentó en muchos miles de
millones, se movilizaron 110 millones de hombres de los cuales 40 murieron.

En el ámbito de destrucción de infraestructuras se vieron como países más


afectados China Japón y Europa. Su nombre hace referencia a que combatió en todos los
continentes exceptuando América.

Durante esta guerra las carreras armamentísticas se dispararon y se construyeron armas tan
potentes capaces de destruir a la humanidad entera. Aparecieron las primeras unidades
blindadas, submarinos, portaaviones, misiles antiaéreos, el radar y la utilización de la
aviación para transporte de tropas y bombardeos masivos.

Por último la bomba atómica de Hiroshima marcó una época en la humanidad ya que fue el
comienzo del miedo atómico, es decir el miedo a la destrucción del planeta.
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL (1939-1945)
La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fue uno de los acontecimientos fundamentales de
la historia contemporánea tanto por sus consecuencias como por su alcance universal. Las
«potencias del Eje» (los regímenes fascistas de Alemania e Italia, a los que se unió el
militarista Imperio japonés) se enfrentaron en un principio a los países democráticos
«aliados» (Francia e Inglaterra), a los que se sumaron tras la neutralidad inicial los Estados
Unidos y, pese a las divergencias ideológicas, la Unión Soviética; sin embargo, esta lista de
los principales contendientes omite multitud de países que acabarían incorporándose a uno
u otra bando.

La Segunda Guerra Mundial, en efecto, fue una nueva «guerra total» (como lo había sido la
«Gran Guerra» o Primera Guerra Mundial, 1914-1918), desarrollada en vastos ámbitos de
la geografía del planeta (toda Europa, el norte de África, Asia Oriental, el océano Pacífico)
y en la que gobiernos y estados mayores movilizaron todos los recursos disponibles,
pudiendo apenas ser eludida por la población civil, víctima directa de los más masivos
bombardeos vistos hasta entonces.
En el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial suelen distinguirse tres fases: la «guerra
relámpago» (desde 1939 hasta mayo de 1941), la «guerra total» (1941-1943) y la derrota
del Eje (desde julio de 1943 hasta 1945). En el transcurso de la «guerra relámpago», así
llamada por la nueva y eficaz estrategia ofensiva empleada por las tropas alemanas, la
Alemania de Hitler se hizo con el control de toda Europa, incluida Francia; sólo Inglaterra
resistió el embate germánico.

En la siguiente etapa, la «guerra total» (1941-1943), el conflicto se globalizó: la invasión


alemana de Rusia y el ataque japonés a Pearl Harbour provocaron la incorporación de la
URSS y los Estados Unidos al bando aliado. Con estos nuevos apoyos y el fracaso de los
alemanes en la batalla de Stalingrado, el curso de la guerra se invirtió, hasta culminar en la
derrota del Eje (1944-1945). Italia fue la primera en sucumbir a la contraofensiva aliada;
Alemania presentó una tenaz resistencia, y Japón sólo capituló después de que sendas
bombas atómicas cayeran sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.

El miedo a la expansión del comunismo soviético había hecho que Hitler fuese visto por las
democracias occidentales como un mal menor, suposición que sólo desmentiría el
desarrollo de la contienda. La Segunda Guerra Mundial costó la vida a sesenta millones de
personas, devastó una vez más el continente europeo y dio paso a una nueva era, la de la
«Guerra Fría». Las dos nuevas superpotencias surgidas del desenlace de la guerra, los
Estados Unidos y la URSS, lideraron dos grandes bloques militares e ideológicos, el
capitalista y el comunista, que se enfrentarían soterradamente durante casi medio siglo,
hasta que la disolución de la Unión Soviética en 1991 inició el presente orden mundial.

Dividida en dos áreas de influencia, la Occidental pro americana y el Este comunista,


Europa, como el resto del mundo, quedó reducida a tablero de las superpotencias, y aunque
la Europa occidental recuperó rápidamente su prosperidad, perdió definitivamente la
hegemonía mundial que había ostentado en los últimos cinco siglos; en el exterior, tal
declive se visualizaría en el proceso descolonizador de las siguientes décadas, por el que
casi todas las antiguas colonias y protectorados europeos en África y Asia alcanzaron la
independencia.
CAUSAS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
A pesar de las controversias, los historiadores coinciden en señalar diversos factores de
especial relieve: la pervivencia de los conflictos no resueltos por la Primera Guerra
Mundial, las graves dificultades económicas en la inmediata posguerra y tras el «crack» de
1929 y la crisis y debilitamiento del sistema liberal; todo ello contribuyó al desarrollo de
nuevas corrientes totalitarias y a la instauración de regímenes fascistas en Italia y Alemania,
cuya agresiva política expansionista sería el detonante de la guerra. Ya en su mera
enunciación se advierte que tales causas se encuentran fuertemente imbricadas: unos
sucesos llevan a otros, hasta el punto de que la enumeración de causas acaba convirtiéndose
en un relato que viene a presentar la Segunda Guerra Mundial como una reedición de la
«Gran Guerra».

Ciertamente, la Primera Guerra Mundial (1914-1918) no apaciguó las aspiraciones


nacionalistas ni los antagonismos económicos y coloniales que la habían ocasionado. Todo
lo contrario: la forma en que fue fraguada la paz, con condiciones abusivas impuestas
unilateralmente por los vencedores a los vencidos en el Tratado de Versalles (1919), no
hizo sino incrementar las tensiones. Alemania, que había sido declarada culpable de la
guerra, perdió sus posesiones coloniales y parte de su territorio continental, siendo además
obligada a desmilitarizarse y a abonar desorbitadas reparaciones a los vencedores.
El desenlace de la guerra había llevado a la desmembración de los imperios derrotados (el
alemán y el austrohúngaro) y a la implantación en los viejos y nuevos países resultantes de
repúblicas democráticas. No era fácil consolidar en estas sociedades sometidas a
autocracias seculares y carentes de tradición democrática un sistema liberal, máxime
cuando los valores en que éste se sustentaba (confianza en la razón humana, fe en el
progreso) habían sido minados por los horrores de la guerra. Pero además, las democracias
liberales mostraron pronto su incapacidad para hacer frente a una situación extremadamente
delicada. El conflicto había dejado un paisaje de devastación económica y
empobrecimiento generalizado de la población que los nuevos gobiernos no supieron
abordar.

Todo ello fue capitalizado por grupúsculos y formaciones políticas extremistas, de entre las
cuales cobraron progresivo protagonismo las organizaciones de la ultraderecha nacionalista,
con el fascismo italiano y su variante alemana (el nazismo) a la cabeza. Junto a las
aspiraciones nacionalistas anteriores a la Primera Guerra Mundial (por ejemplo, el ideal
pangermanista de unir a los pueblos de lengua alemana), estos grupos asumieron como
componentes ideológicos el revanchismo suscitado por el Tratado de Versalles y el
militarismo expansionista implícito en doctrinas como la del «espacio vital», que
preconizaba la necesidad ineludible de obtener un ámbito territorial dotado de la extensión
y los recursos necesarios para asegurar el desarrollo económico y la prosperidad de la
nación.
En 1938, Hitler anexionó Austria a Alemania y reclamó la región checa de los Sudetes, con
numerosa población alemana. Ese mismo año, en la Conferencia de Múnich (30 de
septiembre de 1938), Hitler fingió limitar sus ambiciones ante el primer ministro
británico Neville Chamberlain y el presidente francés Édouard Daladier. Pero en seguida se
vio que la «política de apaciguamiento» de Inglaterra y Francia, consistente en ceder a sus
demandas a cambio de la promesa de renunciar a nuevas reivindicaciones, era
completamente inútil. Vulnerando los acuerdos de Múnich, Hitler ocupó no únicamente los
Sudetes, sino toda Checoslovaquia (marzo de 1939), invadió la región de Memel (Lituania)
y puso sus ojos en Polonia, a la que reclamaba el corredor y la ciudad libre de Danzig,
territorios que el Tratado de Versalles había arrebatado a Alemania para proporcionar a
Polonia una salida el mar.

Al mismo tiempo, y en previsión de la inminencia de la guerra, Hitler atendió hábilmente al


flanco diplomático. Desde años atrás había colaborado estrechamente con el régimen
hermano de Italia, entendimiento que reforzó subscribiendo con Mussolini el Pacto de
Acero (mayo de 1939). Tres meses después, el 23 de agosto de 1939, selló el tratado
Ribbentrop-Molotov, así llamado por sus firmantes, el ministros de Exteriores
alemán Joachim von Ribbentrop y el ruso Vyacheslav Molotov. Fundamentalmente, el
tratado era un pacto de no agresión entre Alemania y la Unión Soviética que incluía entre
sus cláusulas secretas el reparto de Polonia, a la que Francia y Gran Bretaña habían
prometido ayuda en caso de guerra.
DESARROLLO DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, la potencia bélica de los bandos contendientes
era prácticamente equivalente, a pesar de que Francia e Inglaterra habían comenzado más
tarde su rearme. Cada uno de los aliados había desarrollado de forma distinta sus medios
bélicos. Francia mejoró y desarrolló su sistema de trincheras (la famosa Línea Maginot,
impulsada por el ministro de Guerra André Maginot), previendo una guerra de posiciones
como en la Primera Guerra Mundial. La poderosa marina británica no invirtió en la
construcción de unidades que se convertirían en vitales (como el portaaviones), pero el país
desarrolló ampliamente su fuerza aérea.

De las potencias que pronto intervendrían en el conflicto, la URSS contaba con sus ingentes
recursos humanos, y el otro gigante mundial, los Estados Unidos de América, poseía mayor
potencial industrial que capacidad militar efectiva; sólo tras decidir su participación en la
guerra enfocó rápidamente su industria a la fabricación de armas, y especialmente a la
construcción de aviones (cazas y bombarderos) y potentes buques de guerra (portaaviones y
acorazados).
LA GUERRA RELÁMPAGO (1939 - MAYO 1941)
La invasión de Polonia, que había desencadenado la Segunda Guerra Mundial, se completó
en poco más de un mes; en virtud de una cláusula secreta del tratado de no agresión
germano-soviético, los rusos facilitaron la victoria ocupando la zona oriental de Polonia,
que había pertenecido a la Rusia zarista. Después de esta primera ofensiva, curiosamente,
se entró en una fase que los periodistas bautizaron como la «guerra de broma»: Francia,
Inglaterra y Alemania se habían declarado la guerra, pero, entre octubre de 1939 y marzo
de 1940, en ninguno de estos países se registraron combates. Ambos bandos movilizaron y
prepararon sus efectivos y defensas, pero dejaron pasar el invierno sin tomar ninguna
iniciativa.

Antes de comenzar la guerra, y pensando en los efectos que podría tener un bloqueo similar
al llevado a cabo durante la Primera Guerra Mundial, Hitler había promovido la autarquía
económica, intentando llevar el país a un nivel de autosuficiencia o de mínima dependencia
del exterior. Pero aunque lo había logrado en muchos ámbitos, Alemania carecía de algunas
materias primas imprescindibles para su industria de guerra, como el hierro: seguía
dependiendo del hierro escandinavo. Por esta razón, el primer paso de Hitler fue la
ocupación de Dinamarca y Noruega (abril de 1940); la escasa resistencia fue vencida en
pocos días, y los gobiernos de los países ocupados hubieron de trasladarse a Londres.

Las campañas citadas, y muy especialmente la ofensiva sobre Francia, son ejemplos
eminentes del éxito de las nuevas tácticas militares conocidas como «guerra relámpago»
(Blitzkrieg). Apoyándose en la rapidez, movilidad y perfecta coordinación de sus unidades
motorizadas (aviación, tanques, carros de combate, artillería autopropulsada), los alemanes
concentraban sus energías en puntos débiles o estratégicos hasta forzar sorpresivas rupturas
en el frente por las que penetraban las fuerzas terrestres, que avanzaban rápidamente por la
desguarnecida retaguardia hacia sus objetivos finales, sembrando el caos y el desconcierto
entre las líneas enemigas.
La guerra se convirtió así en una orgía de la velocidad: de las tropas motorizadas, de las
comunicaciones, de las órdenes, de la definición sobre la marcha de ofensivas y objetivos.
El ajedrez reposado de la Primera Guerra Mundial dio paso a una partida rápida que los
grandes estrategas franceses perdieron por tiempo. El mismo concepto de frente quedó
finiquitado; había frente donde atacaban los alemanes, lo cual, dada su rapidez y movilidad,
era como decir que no lo había. Que la Línea Maginot se mantuviera intacta tras la caída de
París era el negro chiste que señalaba la abismal diferencia entre la guerra antigua y la
moderna, entre acumular tropas para defenderse de nadie y exprimirlas al máximo
dotándolas de un duende de dinamismo que parecía ubicuidad. Hay que notar que este
novedoso enfoque respondía también a una necesidad estratégica profunda: Inglaterra
seguía ejerciendo el dominio de los mares, y, al igual que en la Primera Guerra Mundial,
Alemania podría quedar desabastecida de petróleo y otros productos básicos si era sometida
a un prolongado bloqueo marítimo por los británicos. De ahí la prioridad de llevar
rápidamente el conflicto hacia su desenlace.
LA GUERRA TOTAL (JUNIO 1941 - JUNIO 1943)
En 1941, la invasión alemana de Rusia y el ataque japonés a Pearl Harbour precipitaron la
globalización del conflicto. Alemania y la URSS habían firmado un pacto de no agresión en
cuyas cláusulas secretas se reconocía a Finlandia, los países bálticos y Besarabia como
áreas de influencia soviética. Inmediatamente después de la ocupación de Polonia, Stalin se
había tomado la libertad de invadir por su cuenta las repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y
Lituania) y de ocupar el sur de Finlandia, de modo que la URSS había recuperado ya los
territorios perdidos en la Primera Guerra Mundial.

Estas apresuradas anexiones molestaron a Hitler. Pese a su visceral anticomunismo, el


Führer había buscado el pacto con la Unión Soviética con la pragmática finalidad de no
tener que luchar en dos frentes; pero ahora las ambiciones de los rusos chocaban con el
irrenunciable objetivo de adjudicar a Alemania un «espacio vital», expandiéndose hacia el
este. Por esta razón, Hitler preparó concienzudamente la «Operación Barbarroja» para
conquistar la URSS y, más tarde, abatir el poderío británico en Oriente Medio.

LA DERROTA DEL EJE (JULIO 1943-1945)


La universalización de la Segunda Guerra Mundial decantó el conflicto; con la
incorporación al bando aliado del poderío militar e industrial de la Unión Soviética y
Estados Unidos, las potencias del Eje perdieron todas sus opciones. De hecho, ya en la
etapa anterior se habían registrado combates decisivos que señalaban la inversión en el
equilibrio de fuerzas: desde las batallas de Midway (junio de 1942) y Stalingrado (febrero
de 1943), japoneses y alemanes se veían obligados a retroceder ante la contraofensiva de
los americanos y los rusos. A estos avances se añadió, en la fase final de la guerra, la
apertura de dos nuevos frentes: el de Italia (iniciado con el desembarco aliado en Sicilia) y
el de Francia (tras el desembarco de Normandía), cuyo resultado sería, tras padecer un
acoso en todas direcciones, la caída del Reich.
El desembarco aliado en Sicilia, iniciado el 10 de julio de 1943, tenía como objetivo
apoderarse de la isla y utilizarla como base para la invasión de Italia. Aun antes de haber
sido completada, la ofensiva sobre Sicilia tuvo un impacto psicológico inesperado en la
clase política: el 25 de julio, el Gran Consejo Fascista destituyó a Mussolini, que fue
encarcelado; el monarca italiano Víctor Manuel III encargó la formación de un nuevo
gobierno al general Pietro Badoglio, que firmó un armisticio con los aliados el 3 de
septiembre, fecha en que las tropas aliadas desembarcaron sin oposición en la península
Itálica.

Los alemanes supieron reaccionar rápidamente: invadieron el norte de Italia, liberaron a


Mussolini en una arriesgada operación (12 de septiembre de 1943) y lo pusieron al frente
de un gobierno fascista, la República de Salò, así llamada por el nombre de la ciudad
italiana en que tenía su sede. Pese al apoyo del gobierno y la población, los aliados no
pudieron avanzar por esa Italia partida en dos; el frente se estabilizó a unos cien kilómetros
al sur de Roma. Una importante ofensiva permitiría tomar la capital en junio de 1944, pero
desde entonces las prioridades fueron liberar Francia y caer rápidamente sobre Berlín. Ya
en 1945, ante el ataque final de los aliados, Mussolini intentó huir a Suiza, pero fue
descubierto y fusilado por miembros de la resistencia.

CONSECUENCIAS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL


Las principales consecuencias históricas de la Segunda Guerra Mundial fueron el
establecimiento de un orden bipolar liderado por las dos superpotencias ideológicamente
antagónicas que salieron reforzadas del conflicto (la Norteamérica capitalista y la URSS
comunista) y la pérdida definitiva de la hegemonía mundial que Europa había ostentado
desde finales de la Edad Media, reflejada en el proceso de descolonización que desmanteló
los antiguos imperios coloniales europeos.

La aparente sintonía mostrada por el dirigente soviético Iósif Stalin, el presidente


norteamericano Franklin D. Roosevelt y el primer ministro británico Winston Churchill en
la Conferencia de Yalta (febrero de 1945), cuando la Segunda Guerra Mundial no había
llegado aún a su previsible desenlace, dio paso a las primeras fricciones en la Conferencia
de Potsdam (julio-agosto de 1945).
Pese a ello, y reconociendo la importancia de la contribución soviética al esfuerzo bélico,
Estados Unidos e Inglaterra acordaron con Stalin la división de Alemania y validaron la
anexión de las repúblicas bálticas y parte de Polonia al territorio ruso.

En tanto que proceso en que se percibe una justicia intrínseca y reparadora de los males del
imperialismo, podría creerse la descolonización fue una consecuencia positiva de la
Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, en su realización práctica, la descolonización no
condujo sino a una nueva forma de dependencia, el «neocolonialismo», que acabaría
empeorando las condiciones de vida. Los nuevas naciones heredaron una economía
sometida a los intereses coloniales que se basaba en la exportación de un reducido número
de materias primas o productos agrícolas a las metrópolis; las beneficios obtenidos, sin
embargo, no alcanzaban para la importación de los productos manufacturados necesarios.
Tal déficit comercial sólo podía paliarse con los créditos que los nuevos países solicitaban a
las antiguas metrópolis o a las superpotencias, creando un círculo vicioso de dependencia
económica y, por ende, política.
FIN DE LA GUERRA
La mañana del 30 de abril de 1945, Adolfo Hitler se despidió de los trabajadores de la
Cancillería de Alemania, donde tenía su búnker principal, almorzó con su reciente esposa y
pasadas las tres de la tarde se encerró en su despacho. Cometió suicidio con un disparo en
la cabeza y su cuerpo fue enterrado en los jardines del edificio en el cráter que había dejado
el impacto de un obús ruso. El conflicto, calificado como el acontecimiento más importante
del siglo XX, se inició el 1 de setiembre de 1939 con la invasión de Polonia por parte de la
Alemania nazi.

Aplicando un nuevo concepto bélico llamado blitzkrieg (literalmente “guerra relámpago”


en alemán), los potentes blindados germanos arrasaron con el ejército polaco. El 17 de
setiembre el Ejército ruso invade el país por el este y terminó rindiéndose a sus agresores el
6 de octubre. La guerra pronto arrasó con toda Europa y empezó a expandirse al mundo
entero. Lo mismo se peleaba en los desiertos egipcios, los fiordos noruegos, las selvas de
Borneo o el estuario del Mar del Plata.

Finalmente, la presión conjunta de los Aliados -liderados por Estados Unidos e Inglaterra
por el oeste- y del Ejército Rojo haciendo retroceder a los alemanes desde Stalingrado hasta
Berlín hizo que tras el suicidio de su máximo líder, el último presidente de la Alemania
nazi, Karl Dönitz, se rinda ante los americanos. Todos los jararcas nazis tenían muy claro
que debían rendirse a los aliados y no al Ejército Rojo de los soviéticos, pues era bien
sabido que luego de la invasión del 22 de junio de 1941 a Rusia, las tropas de Joseph Stalin
cobrarían hasta el último muerto de lo que fue el choque del fascismo contra el comunismo.

El documento hacía hincapié en que “todas las fuerzas bajo el mando alemán cesarán las
operaciones activas a las 23.01 horas, hora de Europa Central, el 8 de mayo de 1945”, es
decir, la guerra acababa tanto en el frente Oeste, contra los aliados, como en el frente
Oriental, contra el Ejército Rojo. Desde ese año se celebra cada 8 de mayo el Día de la
Victoria en Europa. Y es que si bien el régimen nazi había terminado, en el pacífico,
Estados Unidos aún libraban una dura batalla contra el Imperio de Japón, que isla por isla
se batía en retirada. Fue tras el lanzamiento de las dos bombas atómicas, el 6 y 9 de agosto,
que el emperador Hiroito aceptó la rendición incondicional de sus tropas a los aliados.
CONCLUSION
Se puede establecer que La Segunda Guerra Mundial trajo consigo enormes consecuencias
para el mundo las más dolorosas las pérdidas humanas ya que un sin número de personas
fallecieron entre civiles y militares guiados por dirigentes los cuales se consideraban de
razas superiores y por qué no decirlo inmortales los que solo buscaban aliarse entre países
para conseguir el poder absoluto y la conquista del mundo con métodos déspotas e in
humanos, sin importarles la cantidad personas que podían morir y sin importar más que su
triunfo. En este lapso de los seis años que duro esta guerra se puede evidenciar el deseo de
venganza, la rabia, la desesperación, la inconformidad y el deseo de conseguir lo que no se
logró en La Primera Guerra Mundial, y que según sus protagonistas el único camino que
encontraron fue la guerra.

Algunos dirigentes aunque se consideraron líderes y triunfadores no les fue muy bien ya
que partir de esta guerra se vieron divididos con grandes pérdidas humanas territoriales y
económicas y derrotados en su mandato como el casos de Adolf Hitler político Alemán
capaz de movilizar a todo el pueblo Alemania, para lograr una guerra en la cual perdió y la
que lo llevo a su terrible desenlace, pero también esta guerra dejo fortalecidos a otras
naciones y a los dirigentes de la época como es el caso de Estados Unidos la potencia
mundial que para entonces ya lo era, pero después de La Segunda Guerra Mundial su
liderato se fortaleció enormemente ya que este lugar no fue un punto de guerra sus pérdidas
solo se dieron en el cuerpo militar, que en comparación con Europa su diferencia fue
mínima también empezó hacer el patrocinador de la reconstrucción de la mayoría de los
países más afectados logrando crear acuerdos como el conocido, sistemas de Bretton
Woods para poder facilitar las transacciones internacionales y ayudar a los países afectados
por la guerra.
ANEXOS

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