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DISPOSICIONES GENERALES
Art. 1442. Normas aplicables. Las disposiciones de este Capítulo se aplican a todo
contrato de colaboración, de organización o participativo, con comunidad de fin,
que no sea sociedad.
A estos contratos no se les aplican las normas sobre la sociedad, no son, ni por
medio de ellos se constituyen, personas jurídicas, sociedades ni sujetos de derecho.
I. Relación con el Código Civil y con la Ley de Sociedades Comerciales. Fuentes del
nuevo texto
Sin perjuicio de lo dicho, cabe en este lugar ensayar una sucinta referencia a los
Proyectos de reformas al régimen civil que sirvieron de fuente del novel Capítulo 16
y de la Sección en comentario.
En línea con la crítica anterior la comisión designada por dec. 468/1992 del Poder
Ejecutivo Nacional, tuvo en cuenta los fundamentos vertidos en los considerandos
del veto que mereció el Proyecto de Unificación de 1987, pero destacó el sumo
interés práctico incorporar al derecho vigente la regulación de relaciones asociativas
que se desenvuelven exclusivamente en el ámbito interno de la comunidad de
intereses, esto es sin exteriorización personificante.
II. Comentario
1.1. Terminología
Preliminarmente tengamos presente tal como explica Richard que los diferentes
sistemas jurídicos disponen de soluciones para sus cuerpos normativos, a fin de
arreglar ciertas relaciones con y entre los terceros. En el plano ideal de las reglas
organizadoras, "persona" o "patrimonio" son recursos técnicos para disciplinar
unitariamente cierto grupo de relaciones jurídicas; esto es, en esencia, lo que
Ihering llamó "paréntesis" y "centro de imputación" Kelsen.
El artículo citado alude al igual que los Proyectos antecedentes asimismo a contratos
participativos, noción que bien entendida, debe ser circunscripta a los fines del
artículo en comentario a aquellos contratos plurilaterales que posean comunidad de
fines según se indica expresamente en el artículo, excluyéndose aquellos negocios
parciarios o con participación en los resultados que se estructuran como contratos
de cambio (v. gr. mutuo, mandato o locación con participación en los resultados),
aun cuando supongan la convergencia de prestaciones en miras de un interés
común (v.gr. aparcería, contrato asociativo de explotación tambera), al regularse
estos últimos en nuestro derecho como contratos exclusivamente bilaterales.
Según hemos adelantado la sección procura regular aquellos contratos que por
oposición a los contratos de cambio, vehiculizan la unión de esfuerzos o
prestaciones que convergen para la satisfacción de fines comunes normalmente en
forma organizada, perdurable o no, siempre que no se utilice para ello y como
vehículo las formas legalmente previstas para la generación de un nuevo sujeto de
derecho.
a) No hay obligaciones correlativas como en los contratos bilaterales, sino que cada
parte adquiere derechos y obligaciones respecto de todos los demás.
c) Las prestaciones pueden ser de muy distinto valor, por lo que no rige el concepto
de equivalencia y correspectividad propia de los contratos de cambio.
e) El vicio que afecta el vínculo de una de las partes, no afecta a las demás.
Noción amplia en la que cabe incluir entre otros al contrato de sociedad ( Aparicio,
Etcheverry, Farina, Richard), pero que en el régimen del nuevo Código por expresa
disposición de la norma bajo comentario queda excluido, como así también
cualquier otro negocio capaz de generar un nuevo sujeto de derecho (fundaciones,
asociaciones, cooperativas, mutuales, etc).
Así Hersalis y Zarría recuerdan que en nuestro ámbito suelen reconocerse tres
formas de agrupamiento empresario: a) la integración horizontal, cuando se
agrupan dos o más empresas del mismo tipo de producto y generalmente
competidoras entre sí; b) la integración vertical, se da cuando la empresa asegura la
provisión de productos que emplean en su propio proceso productivo o integra otra
empresa a la suya; c) el conglomerado, frente a la vinculación de empresas
dedicadas a objetos y actividades disímiles.
a) la imputación y la organización,
El contrato asociativo implica que las partes concurren a crear un orden especial,
admitido a partir del nuevo Código, por el orden legal, el cual tendrá una duración
en el tiempo en tanto es un Proyecto de organización de segundo grado, que
generalmente está destinado a obrar en el mundo de economía de mercado, sin por
ello adquirir una personalidad legal.
Por nuestra parte, si bien coincidimos con Anaya en que "si las partes no han
querido constituir una sociedad, no han organizado una empresa societaria, ni en los
hechos han actuado como socios ni creado una apariencia idónea para que los
terceros puedan llamarse a engaño, resulta antojadizo someterlas a la disciplina de
las sociedades", no obstante y según veremos infra, creemos que ello no obsta que
en determinadas ocasiones pueda echarse mano a la normativa societaria si su
aplicación por analogía se presenta como la única solución posible o al menos, la
única equitativa.
Con similares fines se aclara que esta normativa y la societaria no se aplican a las
comuniones de derechos reales y a la indivisión hereditaria.
Art. 1443. Nulidad. Si las partes son más de dos la nulidad del contrato respecto de
una de las partes no produce la nulidad entre las demás y el incumplimiento de una
no excusa el de las otras, excepto que la prestación de aquella que ha incumplido o
respecto de la cual el contrato es nulo sea necesaria para la realización del objeto
del contrato.
I. Relación con el Código Civil y con la Ley de Sociedades Comerciales. Fuentes del
nuevo texto
La norma que introduce uno de los efectos típicos y caracterizantes de los contratos
asociativos o plurilaterales con finalidad común, ya tenía consagración legislativa en
el art. 16 de la LSC, aunque limitada a las sociedades. Los Proyectos de 1993 (art.
1452) y de 1998 (art. 1334), con las adecuaciones terminológicas del caso,
plasmaron al igual que hoy un principio que se puede reputar esencial en la materia,
según lo hemos destacado ut supra.
A diferencia del régimen societario dónde no es necesario que existan más de dos
partes para la subsistencia del contrato, al menos por el plazo de ley (cfr. art. 16 y 94
inc. 8, LGS), en los contratos de colaboración con finalidad común la existencia de
más de dos partes o centros de interés se impone ante la falta de un sujeto de
derecho diferenciado que nacido del contrato, permita la subsistencia del vínculo
con una única parte. En estos contratos la falta de un cocontratante invalida en
todos los casos el negocio en su integridad.
II. Comentario
El artículo consagra la autonomía del vínculo individual que liga a una de las partes,
respecto de la subsistencia y validez del contrato para los restantes contratantes, en
tanto y en cuanto se trate de negocios con más de dos signatarios. De tal modo, la
invalidez del contrato respecto de una (sea por incapacidad, vicios del
consentimiento, simulación, etc.) no afecta a las otras, provocándose una extinción
parcial subjetiva al decir del maestro López de Zavalía.
Al comentar esta norma se ha dicho que " [s]i durante el iter negocial una de las
partes compromete bienes u objetos prohibidos (art. 1004, Proyecto), sólo la
participación de aquella será nula; al igual que el supuesto en el cual uno de los
partícipes incurriera en error esencial o relevante (arts. 265 y ss., Proyecto).
(Hersalis y Zarría)
De tal modo, podemos señalar que aún descubriéndose la afectación del vínculo, los
miembros del contrato de colaboración pueden acordar su saneamiento mediante la
confirmación del acto, salvo que se acreditara la existencia de dolo, tal como lo
establece el art. 388.
En efecto, si aplicamos el régimen general dónde las nulidades son ex tunc, volver
las cosas al estado anterior podría implicar una solución injusta. El partícipe no
tendría derecho más que a la restitución de su aporte, con más sus intereses legales
(art. 390, Cód. Civ. y Com.) , pero esto podría resultar inequitativo, y provocar un
enriquecimiento sin causa a favor de los demás partícipes, si el negocio se
desenvolvió en el tiempo y la participación del afectado en su vínculo hubiese
acrecentado notablemente su valor, de modo que estaríamos ante una laguna
axiológica donde la aplicación de la normativa societaria debe imponerse por
analogía, pese a la exclusión normativa.
El nuevo régimen al haber proyectado sólo seis artículos, no contempla una solución
específica.
Art. 1444. Forma. Los contratos a que se refiere este Capítulo no están sujetos a
requisitos de forma.
I. Relaciones con el Código Civil y la Ley de Sociedades. Fuentes del nuevo texto
II. Comentario
Debe destacarse que el principio rige para los negocios en participación y los
contratos asociativos atípicos (art. 1446, Cód. Civ. y Com.), en tanto que para las
agrupaciones de colaboración, las uniones transitorias y los consorcios de
cooperación se ha establecido el instrumento público o privado con firmas
certificadas notarialmente (arts. 1455, 1464 y 1473, Cód. Civ. y Com.).
En efecto, el art. 1455 que regla a las agrupaciones de colaboración establece que
debe otorgarse por instrumento público o privado, con firma certificada
notarialmente, e inscribirse en el Registro público que corresponda, además,
requiere expresamente una serie de pautas en orden a su contenido, las que serán
analizadas al tratar este tipo de relación asociativa.
En igual sentido, el art. 1464 también exige en el caso de las UTE el instrumento
público o privado, y establece una serie de pautas que debe contener el convenio
previo a su inscripción registral.
Idéntica es la solución que asumen los arts. 1473 y 1474 para el consorcio de
cooperación, disponiéndose nuevamente que el contrato se otorgue por
instrumento público o privado con firmas certificadas y que se inscriba
conjuntamente con sus representantes en el Registro Público que corresponda.
Ahora bien, siendo que tales formalidades han sido impuestas meramente ad
probationem atento la falta de sanción explicita de invalidez (ver art. 969, Cód. Civ. y
Com.), concordamos con Vítolo en que si estos contratos se celebrasen sin las
formalidades prescriptas, o sin las enunciaciones impuestas en el articulado valdrán
no obstante como contrato en el que las partes se obligaron a cumplir con la
expresada formalidad.
Debe tenerse presente finalmente que la falta de inscripción en los casos impuestos,
no desobligará nunca a las partes otorgantes (Ver infra art. 1447).
Art. 1445. Actuación en nombre común o de las partes. Cuando una parte trate con
un tercero en nombre de todas las partes o de la organización común establecida en
el contrato asociativo, las otras partes no devienen acreedores o deudores respecto
del tercero sino de conformidad con las disposiciones sobre representación, lo
dispuesto en el contrato, o las normas de las Secciones siguientes de este Capítulo.
I. Relaciones con el Código Civil y con la Ley de Sociedades. Fuentes del nuevo
texto
II. Comentario
En correlación con el texto del artículo en los Fundamentos del Anteproyecto los
miembros de la Comisión adelantaban: "También se resuelve el problema de la
representación. Cuando una parte trate con un tercero en nombre de todas las
partes o de la organización común establecida en el contrato asociativo, las otras
partes no devienen acreedores o deudores respecto del tercero sino de
conformidad con las disposiciones sobre representación, lo dispuesto en el contrato,
o las normas de las Secciones siguientes de este Capítulo".
La representación se rige según el régimen del nuevo Código por las normas sobre
representación voluntaria (art. 358, 2do. párr. y arts. 362 y ss., Cód. Civ. y Com.), en
tanto la falta de una personalidad jurídica diferenciada del agrupamiento respecto
de los partícipes (art. 1442, Cód. Civ. y Com.), impide una representación orgánica,
siendo especialmente aplicables las cláusulas contractuales relativas al modo en que
se vincularán hacia los terceros.
Art. 1446. Libertad de contenidos. Además de poder optar por los tipos que se
regulan en las Secciones siguientes de este Capítulo, las partes tienen libertad para
configurar estos contratos con otros contenidos.
Así las cosas, la libertad de contenidos sentada por el artículo bajo comentario y una
regulación general de los contratos asociativos en la Secc.1ª del capítulo, viene a
poner coto a toda interpretación que pretenda ver en estos negocios una sociedad,
salvo — claro está— suficiente prueba en contrario (v.gr. ante la manifiesta
exorbitancia del objeto del contrato que exteriorice la existencia exteriorizada de un
verdadero sujeto de derecho).
II. Comentario
1. El artículo deja librado a la autonomía de la voluntad (art. 958, Cód. Civ. y Com.)
reglar el contenido de los contratos asociativos que celebren cuando juzguen
insuficientes las modalidades contractuales previstas en las secciones subsiguientes.
Tampoco se exige la inscripción en el Registro Público de estos contratos para su
validez sea entre partes, ni para su oponibilidad frente a terceros siempre que
hubiesen conocido su contenido.
En el punto la Comisión se aparta de lo normado en el art. 137, del Proyecto de
reformas a la LSC de 2003, que si bien consagraba la libertad de contenidos requería
la inscripción en el Registro mencionado.
Así destaca Richard que "los medios técnicos como la personalidad, los centros
imputativos y los privilegios (o subordinación legal) sólo se crean por
reconocimiento legislativo. Y para que se generen las preferencias en torno a ciertas
relaciones de un centro imputativo como es el 'fondo común operativo', debe
configurarse necesariamente un 'contrato de agrupamiento de colaboración'".
1. Opinión de Etcheverry
Entiende que para asegurar estos fines no puede haber absoluta libertad de
contenidos como se estableció en el Proyecto de 1998, así destaca que "todos los
estudios que se han hecho a partir de este Proyecto, que llegó a ser aprobado por el
Parlamento, revelaron la importancia de la creación legal" a la vez que indica que "
las conductas pueden ser individuales pero, al mismo tiempo, encuadrarse en un
'sistema' jurídico en el cual se inscriban. El derecho debe dar respaldo a una correcta
y clara interpretación de los hechos acaecidos y a los cuales o a parte de los cuales
deben aplicarse las previsiones legales para extraer efectos jurígenos... Pensamos
que casi todas las organizaciones creadas por dos o más personas, tendientes a
regular o administrar una empresa, pueden originarse en contratos. Pero su
naturaleza jurídica posterior no puede ser solamente contractual en su continuidad
y desarrollo... ".
Entre sus conclusiones plasma las siguientes: "Todos los SIJAP destinados a
administrar parcial o totalmente un patrimonio deberían inscribirse, cualquiera sea
su naturaleza, en el Registro Público de Comercio o en un Registro Único General
apropiado, aunque no todas las organizaciones sean de índole mercantil. Este
Registro debería ser público, amplio, accesible, de bajo costo y administrado por
algún Colegio Profesional. Para el supuesto de que cualquier sistema de autogestión
de un patrimonio (SIJAP) se establezca para violar la ley, actuar fuera de los fines del
instituto, frustrar derechos de terceros, el orden público, la buena fe o tomar riesgos
indirectos que causen perjuicios, todos los comparecientes en el documento original
correspondiente a su creación y los administradores lato sensu del SIJAP, serán
solidaria y personalmente responsables, pudiendo graduarse judicialmente el grado
de participación en el emprendimiento y en consecuencia su grado de
responsabilidad. Una norma especial debería establecer responsabilidades
especiales para el órgano o los órganos de cada sistema de autogestión
patrimonial".
A diferencia del loable concepto acuñado por el autor (SIJAP), los contratos
asociativos, que cabe reconocer en nuestro país fueron una creación meramente
doctrinaria, tienen hoy un importante desarrollo que ha sentado las bases para
fundar la reforma, por lo que en la hora actual nos parece prematuro prescindir del
mismo para avanzar hacia otros conceptos jurídicos no desarrollados en la
dogmática argentina.
Art. 1447. Efectos entre partes. Aunque la inscripción esté prevista en las Secciones
siguientes de este Capítulo, los contratos no inscriptos producen efectos entre las
partes.
La actual LGS, art. 22, establece no obstante la plena oponibilidad del contrato social
entre sus partes: "El contrato social puede ser invocado entre los socios. Es oponible
a los terceros sólo si se prueba que lo conocieron efectivamente al tiempo de la
contratación o del nacimiento de la relación obligatoria y también puede ser
invocado por los terceros contra la sociedad, los socios y los administradores".
Quizás la aclaración viene impuesta por el yerro en que incurría la ley 26.005 de
Consorcios de Cooperación cuando en su art. 6 imponía la inscripción de estos
contratos por ante la Inspección General de Justicia o ante la autoridad provincial de
contralor que corresponda, bajo pena de aplicabilidad del régimen de sociedades de
hecho (art. 21 y ss., LSC), lo que era tanto como decir que se los juzgaría como tales
sociedades, intervirtiendo su naturaleza jurídica.
El Código se inspira en el punto en el art. 1360 del Proyecto 1998, que en lugar de
cerrar la sección destinada a la regulación del negocio asociativo general como
correspondería, dedicaba la Sección Quinta (Contratos asociativos no inscriptos) a la
regulación del supuesto señalando que de conformidad con lo previsto en el art.
1337 (sobre libertad de contenidos), los contratos asociativos que no fuesen
inscriptos tenían plena validez entre las partes, aplicándose supletoriamente las
disposiciones del Capítulo para suplir la falta del algún contenido típico.
El artículo prevé la oponibilidad del contrato entre partes aun cuando la inscripción
en el Registro Público de Comercio fuere impuesta normativamente, lo que no debe
juzgarse más que una reiteración de los principios generales (art. 959, Cód. Civ. y
Com.).
En sentido concordante la inoponibilidad del contrato entre partes prevista para las
sociedades de hecho e irregulares en el art. 23, 2° párr. LSC, a su vez es derogada en
la nueva LGS.
En efecto, el actual esquema legal deja en mano de las provincias, art. 121 de la CN
este aspecto, todo lo cual no ayuda a la seguridad y celeridad de los negocios.