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LA AUTONOMIA PRIVADA:

SUS LIMITACIONES FRENTE A LAS LEYES IMPERATIVAS Y AL ORDEN PÚBLICO

Artículo V del Título Preliminar

“Es nulo el acto jurídico contrario a las leyes que interesan al orden público y a las buenas
costumbres”

Como normalmente se conoce el acto jurídico debe cumplir una serie d requisitos para que
este pueda tener validez y al ser valido significa que será eficaz es decir poder producir
efectos jurídicos.

Acto jurídico definido como el hecho humano voluntariamente licito, aunque autores como
Juan Espinoza Espinoza consideran a los ilícitos, cabe mencionar el caso de la simulación.

Para poder referirme al presente artículo del Título Preliminar definiré al acto jurídico tal como
lo legisla el artículo140 del código civil:

“El acto jurídico es la manifestación de la voluntad destinada crear, regular, modificar o


extinguir relaciones jurídicas. Para su validez se requiere:

1. Agente capaz
2. Agente física y jurídicamente posible
3. Fin licito
4. Observancia de la forma prescrita bajo sanción de nulidad.

Aquí podemos observar que no de no cumplirse con los requisitos antes mencionados se
generará la nulidad o anulabilidad (1) del acto jurídico sin embargo no son las únicas
circunstancias bajo las cuales se puede presentar la nulidad del acto jurídico, como lo
menciona el artículo V del título preliminar también será nulo aquel acto jurídico que
contravenga las buenas costumbres y el orden público

De tal modo que podemos establecer que el acto jurídico será ineficaz, es decir no producirá
efectos jurídicos es decir será nulo.

A. Si le falta un requisito
B. Si afecta el orden público y las buenas costumbres

En la presente desarrollaremos la segunda circunstancia.


Para mejor entendimiento desarrollaremos los siguientes conceptos:

a) Orden Público:

 conjunto de valores y principios que son materia o base de la organización y


estructura (social) de la sociedad.
 Es una necesidad de las personas que existan estos valores
 El estado debe dar normas que las restrinjan

(1) Siendo la nulidad la sanción civil más grave que no se puede subsanar ni convalidar y la anulabilidad
una sanción subsanable.
 El orden público es cambiante, es modificado a medida que cambia el tiempo o
el tipo de sociedad.

 Se busca proteger la coexistencia social, que no se generen acto violentos o


que pongan en riesgo la tranquilidad de las personas

b) Buenas Costumbres

 Hábitos que ha sido tomados por el transcurso del tiempo


 Lo que busca es que la conducta de las personas se adecue a los valores
morales, normas positivas para la sociedad.

Las buenas costumbres se encuentran inmersas en el orden público.

La autonomía de la voluntad se encuentra limitada, enmarcada por el ordenamiento


jurídico.

Prohibiciones generales y especiales restringen las posibilidades de actuación de la


autonomía privada. Dentro de las prohibiciones generales, se encuentran el orden público y
las buenas costumbres.

El orden público es un "conjunto de disposiciones imperativas" (RUBIO CORREA). Sin


embargo, se ha observado que "una disposición no es de orden público, porque aparezca
como impera1iva o prohibitiva, sino lo contrario" (LEÓN BARANDIARÁN). Así, "el orden
público funciona antes que la norma imperativa; es lo genérico, es la concordancia con un
sistema que no solamente es normativo sino también ideológico. Este se manifiesta a través
de normas imperativas" (LOHMANN LUCA DE TENA).

Si se entiende al orden público como un conjunto de principios sobre los cuales se basa la
estructura y funcionamiento de la sociedad y a las buenas costumbres, como la adecuación
de la conducta humana a las reglas de la moral, es forzoso llegar a la conclusión que la
relación entre ambos es de género a especie y, no se encuentra justificación para que se
mantenga la autonomía conceptual de las buenas costumbres frente al orden públicos, por
cuanto las primeras están subsumidas en el último. Ello se pone de manifiesto si se hace un
análisis del tenor del artículo V del Título Preliminar. En efecto, como lo ha señalado un sector
de la doctrina nacional (RUBIO CORREA), se pueden inferir los siguientes supuestos:

a) Es nulo el acto jurídico contrario a las normas que interesan al orden público.

b) Es nulo el acto jurídico contrario a las normas que interesan a las buenas
costumbres.

Advirtiendo que la redacción del artículo V del Título Preliminar es equívoca,


Se sostiene que en materia de buenas costumbres, "puede entenderse de dos formas: la
primera sería 'es nulo el acto jurídico contrario a las leyes que interesan a las buenas
costumbres'; la segunda 'es nulo el acto jurídico contrario a las buenas costumbres'.
El significado de ambas lecturas es completamente distinto, porque en la primera alternativa,
sería necesario que la buena costumbre esté recogida en una norma legal, en tanto que en la
segunda, la buena costumbre adquiere autonomía normativa y no será necesario que se halle
recogida expresamente en la legislación" (RUBIO CORREA).

ARTICULO 219 Causales de nulidad

El acto jurídico es nulo:

8.-En el caso del artículo V del título preliminar, salvo que la ley establezca sanción diversa.

Como podemos observar la reafirmación del artículo V del Título Preliminar del Código Civil
establece lo siguiente: "Es nulo el acto jurídico contrario a las leyes que interesan al orden
público o a las buenas costumbres". Ya analizado en líneas anteriores

De acuerdo con el inciso materia de comentario, el negocio es nulo cuando va en contra de


una norma -imperativa- que le interesa al orden público, esto es, cuando su objeto (o su
causa) se opone a una norma que protege algún principio fundamental del Estado de
Derecho o algún interés general de la colectividad. ¿Qué ocurre, sin embargo, cuando el
objeto del negocio va en contra de una norma imperativa que no es de orden público? Este
inciso del artículo 219 del Código Civil, al igual que los demás incisos, no contiene
respuesta alguna. Si a eso le agregamos que ningún otro artículo del Código Civil establece
qué sucede en el caso propuesto, resulta claro que tenemos un vacío legal. Ante semejante
situación, no queda sino recurrir a la analogía para "construir" una norma que impida
considerar válido al negocio cuyo objeto vaya en contra de alguna norma imperativa que no
sea de orden público.

Las costumbres son aquellas conductas realizadas de manera general, constante y uniforme,
con la convicción de que las mismas tienen valor vinculante (MAJELLO).
Las buenas costumbres a las que se refiere el artículo citado son aquellas que expresan los
cánones fundamentales de honestidad pública y privada dictados por la consciencia social del
momento histórico correspondiente (BETTI). En tal sentido, será nulo el negocio cuyo objeto
(o cuya causa) contraríe la necesidad de abstenerse de realizar ciertos actos que son
interpretados por la consciencia social como contrarios al común sentido de honestidad
imperante en una sociedad y en un tiempo determinados (piénsese en el contrato por el cual
una parte se compromete a pagar una suma de dinero a cambio de obtener recomendaciones
tendentes a "guiar" la actividad de ciertos funcionarios estatales).

Nulidades Virtuales

La Nulidad Virtual también recibe el nombre de Nulidad de Negocios Inmorales, o Nulidad


Tácita, y corresponde a la categoría de la nulidad de los actos jurídicos, que consiste en
aquella causal que sin venir directamente declarada por el supuesto de hecho de la norma
jurídica, se deduce o infiere del contenido de un acto jurídico por contravenir el orden público,
las buenas costumbres o una o varias normas imperativas.
El artículo 219 del Código Civil contempla las causales de nulidad del acto jurídico,
estableciéndose en el inciso 8, la causal del Artículo V del Título Preliminar, salvo que la Ley
señale sanción diversa: “Es nulo el acto jurídico contrario a las leyes que interesan al orden
público o a las buenas costumbres”, que no es otra cosa que el supuesto de Nulidad Virtual,
que para poder ser detectado es necesaria una interpretación integral del sistema jurídico,
tanto en sus normas como en sus fundamentos.

Pero, cuál es la utilidad de la existencia de la Nulidad Virtual y cómo detectarla? Su utilidad e


importancia estriba en un mecanismo de salvaguarda del principio de legalidad en el
ámbito de la celebración de los actos jurídicos y contratos. Detectar una nulidad virtual
requiere de un análisis cuidadoso para poder determinar si nos encontramos ante el supuesto
del artículo V del Título Preliminar del Código Civil, rechazando todos los actos que
contravengan los límites establecidos en los principios que sustentan el sistema jurídico, las
reglas de la convivencia social aceptadas por los miembros de la comunidad y las normas
imperativas.
Como ejemplo tenemos el matrimonio entre homosexuales, según ejemplifica la doctrina,
aunque en otros países ya es permitido, resulta nulo, así como que una persona herede sus
bienes a su mascota.

Haciendo una comparación de la Nulidad Virtual con la Nulidad Expresa, ésta última está
contemplada por el inciso 7º del artículo 219 del mismo cuerpo legal, que sanciona con
nulidad el acto jurídico que así ha sido declarado por la Ley, haciendo referencia a los
supuestos de nulidades textuales o expresas
En consecuencia, todos los actos jurídicos que se celebran sin cumplir con los requisitos
legales, serán nulos, sin necesidad de norma expresa que lo disponga, debiendo hacer un
estudio minucioso para determinar si la conducta contraviene el orden público y las buenas
costumbres, claro, teniendo previamente una definición precisa de dichos institutos.

Constitución Política del Perú


Art. 2 Declaración de derechos

Toda persona tiene derecho a:

13. A asociarse y a constituir fundaciones y diversas formas de organización jurídica sin fines
de lucro, sin autorización previa y con arreglo a ley. No pueden ser disueltas por resolución
administrativa.

Yuri Vega Mere

El texto constitucional consagra, al más alto nivel de jerarquía del ordenamiento jurídico, el
derecho de cualquier persona (natural o jurídica, pública o privada, nacional o extranjera) a
constituir organizaciones jurídicas sin fines de lucro.
La norma es riquísima conceptualmente, por cuanto muestra que para el constituyente la
asociación y la fundación son formas de organización social de los individuos, que, como se
indica, no persiguen fines de lucro. El precepto, por otro lado, no desconoce que puedan
existir otras modalidades de conglomerados de temperamento no lucrativo.
Tal es el caso, en el Derecho Civil, de los comités y, fuera de esta especialidad, de las
cooperativas, de las universidades que no han optado por ser sociedades anónimas, entre
otros.

Esta característica de no lucratividad debe ser bien entendida.


Hasta hace algunos años, las asociaciones y, con mayor énfasis, las fundaciones, para ser
consideradas como instituciones no lucrativas, estaban condenadas, por una inaceptable
confusión, a no realizar actividades económicas pues se estimaba que en este caso actuaban
como entes que perseguían fines utilitarios y especulativos.

Una característica adicional de la asociación que no se refleja en la definición del Código Civil
(que incide en lo común) es aquella según la cual los fines que persigue dicha organización
deben beneficiar a sus asociados. Además, la asociación es una organización abierta a la
afiliación.

Un cambio de suma importancia en la concepción de la fundación, y que la caracteriza de


modo adecuado, es la asignación de fines de interés social y, en vista de ello, no lucrativos.
La fundación, en concreto, realiza objetivos que favorecen a terceros que no son ni el
fundador ni los administradores. No son concebible s, al menos en nuestro ordenamiento,
fundaciones que persigan objetivos que beneficien a quien la ha creado o a quienes la
administran.
Usualmente se ha señalado que se debe conseguir resultados en favor de categorías
indeterminadas de personas, no con otro sentido que el de precisar que los beneficiarios no
pueden ser sujetos individuales o señalados. La fundación, por ser producto de un acto de
liberalidad, de desprendimiento, de preocupación del entorno, de los problemas que afectan a
grupos o categorías concretas de la población, cumple un evidente fin social que no puede
disolverse en motivaciones particulares.

La referencia a la organización es, por otro lado, producto de la nueva concepción humanista
de las organizaciones sin fines de lucro que se plasmó, gracias a los aportes de Fernández
Sessarego, al interior del Código Civil.

También es importante recalcar que el texto constitucional impide que una organización no
lucrativa sea disuelta por medio de una resolución administrativa. Se deberá recurrir a la
jurisdicción ordinaria como parte de la garantía que asiste al derecho a la asociación o
creación de cualquiera de estas figuras para evitar, igualmente, la injerencia del control
político sobre dichas instituciones.

Predomina la autonomía de la voluntad

Artículo 2
Toda persona tiene derecho:
14. A contratar con fines lícitos, siempre que no se contravengan leyes de orden público.

Manuel De la Puente y Lavalle

Este artículo puede descomponerse en dos proposiciones. La primera de ellas es que toda
persona tiene derecho a contratar con fines lícitos, con lo cual se coloca una barrera a la
libertad de la contratación, pues el objeto del contrato no puede exceder de tal límite.
De conformidad con el inciso 24 del artículo 2 de la Constitución, toda persona tiene derecho
a la libertad, cuya consecuencia es que nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni
impedido de hacer lo que ella no prohíbe. Esta es la noción de la libertad individual, que
permite a las personas actuar según su libre albedrío, dentro de los cauces del ordenamiento
jurídico.
Dicha noción de libertad se llega a confundir con el de licitud, ya que dentro del criterio
predominante en el Derecho positivo, lícito es cuanto no se encuentra prohibido por la ley,
todo lo autorizado o consentido, expresa o tácitamente, en virtud de ley o por silencio de la
misma. No obstante, no todo lo lícito es honesto, porque cosas permitidas por la ley están
vedadas por la moral.
Si conjugamos estas ideas podemos llegar a la conclusión de que la noción de libertad
individual se traduce en la libertad de contratar, o sea, la libertad concedida a las personas
para que de común acuerdo puedan crear, regular, modificar o extinguir entre sí relaciones
jurídicas patrimoniales. Tal es el concepto de autonomía privada.

Empero, dado que el agente debe actuar con fines lícitos, esto es, dentro del ordenamiento
jurídico, tal como lo preceptúa el inciso 14 del artículo 2 de la
Constitución, no puede celebrar el contrato y determinar su contenido a su solo arbitrio, sino
que, en realidad, el contrato es el producto de dos poderes: del particular, que se decide a
formado, Y del Estado, que limita el poder particular para que discurra solamente dentro del
campo de la licitud.

De esta manera, se conjugaría armoniosamente dicha disposición constitucional con el


artículo 1354 del Código Civil, que dispone que las partes puedan determinar libremente el
contenido del contrato, siempre que no sea contrario a norma legal de carácter imperativo.

El orden público limita la autonomía de la voluntad

Libertad personal
Artículo 2
Toda persona tiene derecho:
24. A la libertad y a la seguridad personales. En consecuencia:
a) Nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni impedido de hacer lo que ella no
prohíbe.

Enrique Varsi Rospigliosi

La libertad es la facultad de hacer, o dejar de hacer aquello que el orden jurídico permita; es
decir, es la prerrogativa que tiene la persona de realizar, sin obstáculos, sus actividades en el
mundo de las relaciones. En mayor rigor, es el principio rector en la historia de la humanidad
que nos puede llevar a alcanzar el bien común y la justicia social (FERRERO). La persona
progresa, se desarrolla, avanza y crece espiritual e intelectualmente cuando goza y hace uso
de manera apropiada de su derecho a la libertad. Esta no solo constituye un derecho sino un
valor personal y social (al igual que la justicia, la honradez y la verdad) que está vinculado a
la confianza y al orden público. Lo cierto es que la libertad es un valor importante y
trascendente para el continuo desarrollo de las sociedades. Al tener respaldo general, el
Estado se ve en la obligación de promoverlo y garantizarlo. Con mucha propiedad se dice que
vida y libertad son expresiones extraordinarias de la dignidad humana.
Como la vida es esencialmente el ser humano y la libertad es potencialmente expresiva de la
existencia humana, se presentan como los valores que orientan el principio de la dignidad de
la persona humana. Hablar de dignidad es hablar de vida y libertad (ANDRADE NERY). En
similar sentido, se ha sostenido que de la dignidad humana se derivan valores como la
seguridad, la libertad y la igualdad. El derecho a la libertad encuentra su fundamento en el
valor libertad, para Hart es: "el derecho igual de todos los hombres a ser libres", incluyendo la
libertad negativa (no ser obstaculizado por otros) y la libertad positiva (facultad de determinar
la propia suerte) (FERNÁNDEZ)

Delimitación

La libertad discurre entre lo que la ley manda -y por lo tanto, obliga a hacer- y lo que prohíbe -
y por lo tanto, obliga a no hacer- (CHIRINOS SOTO, p. 38). En principio, la única limitación
para el ejercicio de este derecho es el no transgredir ni violar el derecho de las demás
personas, parámetro asumido por la ley sobre la base del principio de reserva de ley y al
principio de legalidad, lo que nos lleva a establecer que la leyes la única que precisa lo que la
persona está obligada a hacer, o en todo caso a no hacer. Entiéndase el término ley en
sentido amplio (RUBIO CORREA, p. 56). En esta corriente, sostiene Arnaldo
Godoy que "la materia tiene amplia discusión dado que la pregunta se centra respecto del
sentido de la palabra ley. Será ley en sentido formal o ley en sentido amplio (por ejemplo,
decretos, resoluciones, las reglas administrativas, y con mayor razón, las sentencias
judiciales). Entonces pasamos a la exigencia constitucional, que nos sugiere una lectura con
ojos y saberes de hombres simples. En ese caso, naturalmente, será ley en sentido amplio, y
que no recibe aceptación de la jurisprudencia y de los mismos doctrinario s, que insisten que
la ley, en relación al principio de legalidad, debe ser en sentido formal y fechado", criterio
sustentando en el principio de legalidad del Derecho Penal.

Como se ha indicado en más de una oportunidad, este artículo recepta el principio de


legalidad, que es una creación del Estado moderno (introducido por Hobbes), como principio
que no existía en el Derecho pre moderno (romano y medieval), y que se presenta como un
cambio esencial en la vida jurídica moderna. Expresa también el llamado principio de
clausura del ordenamiento jurídico, que permite una interpretación integrativa del sistema,
esto es, si una conducta no está prohibid entonces está permitida.

Predomina la autonomía privada

Libertad de contratación
Artículo 62
La libertad de contratar garantiza que las partes pueden pactar válidamente según las normas
vigentes al tiempo del contrato.

Walter Gutiérrez Camacho

Toda Constitución contiene una declaración de principios básicos que la sociedad considera
necesario preservar y respetar, sobre cuya base convivirán y se relacionarán sus miembros.
El ordenamiento jurídico ha de ser necesariamente una expresión de estos ideales, de
manera que toda creación, interpretación y aplicación legal se haga en coherencia con estos
principios.
Uno de estos valores o reglas fundamentales es la libertad de contratación. Al declarar
nuestra Constitución esta libertad, declara también que la nuestra es una sociedad
contractual, es decir, que en materia económica prima la autonomía de la voluntad y el
consentimiento, que no es otra cosa que la inteligencia o entendimiento de dos voluntades.
De ahí que en nuestro ordenamiento el contrato solo se forma cuando hay pleno acuerdo
entre las partes. De esta manera nuestras transacciones y, por tanto, nuestro Derecho
Económico, se hallan basados en la libertad. Por eso cuando se pasa revista a los principios
fundamentales de la contratación, en todos ellos puede hallarse la huella de este primer y
principal principio.

Pero si en materia contractual es fundamental el respeto de la libertad, es preciso tener


presente que los hombres solo pueden ser libres si son iguales.
La declaración de libertad de contratación en una sociedad y en una economía con
desigualdades, no pasaría de ser una libertad formal y en muchos caso generaría más
desigualdad y poder económico o de mercado para quienes ya lo tienen. De ahí que no sea
contradictorio que nuestra propia Constitución imponga límites a la libertad. Límites al
ejercicio de la libertad de los particulares, pero principalmente límites al accionar del propio
Estado.
Así, las limitaciones que la Constitución impone a este principio deben interpretarse como un
esfuerzo por ordenar la libertad de las transacciones. Si en el plano económico, la libertad se
ejerce por medio del contrato, no hay que perder de vista que todo contrato se ejecuta en un
mercado, y no hay economía ni mercado sin un orden jurídico que les permita funcionar. El
contrato no puede superar o rebalsar al ordenamiento jurídico que le da vida y permite su
realización. Los límites de la libertad contractual son precisamente en defensa del contrato.
Son para evitar que actores con poder de mercado reduzcan o desaparezcan la libertad de
contratación de los débiles. Los siguientes comentarios desarrollan estas ideas.

Predomina la autonomía privada

LA LIBERTAD DE CONTRATACiÓN

ARTICULO 1354

Las partes pueden determinar libremente el contenido del contrato, siempre que no sea
contrario a norma legal de carácter imperativo.

Concepto de libertad de contratación

El concepto de libertad de contratación -y el de contrato mismo- no puede estar desligado de


la relación que existe entre este principio y la operación económica que entraña toda relación
contractual. En el fondo, todo contrato es un acto de mercado, un acuerdo que las partes
adoptan sobre su economía, una decisión libre sobre su patrimonio. El contrato es en esencia
una decisión económica, y cualquier cosa que se diga sobre él deberá tener presente esta
realidad.

Si el contrato es una decisión económica, tal decisión para ser eficiente ha de ser libre. En el
Derecho Privado la figura que resume la libertad de la persona es la autonomía privada, que
significa el reconocimiento del derecho de autodeterminación que dispone el individuo para
"gobernar" libremente sus relaciones con los demás. En palabras de Dieter Médicus(1), la
autonomía privada consiste en que cada persona desarrolle su correspondiente libertad,
según su propia voluntad, en sus relaciones jurídicas privadas: por tanto, debe dominar la
autonomía, no la decisión extraña.

Así, se denomina autonomía privada al principio de autoconfiguración de las relaciones


jurídicas de los particulares conforme a su voluntad. La autonomía privada es una parte del
principio de autodeterminación de las personas que según la Constitución alemana, es un
principio previo al ordenamiento jurídico y el valor que con él debe realizarse está reconocido
por los derechos fundamentales. Nuestra Constitución también lo reconoce de manera
expresa: "Nadie esta obligado a hacer lo que la ley no manda ni impedido de hacer lo que ella
no prohíbe" (artículo 2, inc. 22, a). En materia económica nuestra norma suprema no deja
espacio para la duda sobre el estatus jurídico que confiere a la libertad económica, al
establecer que "la iniciativa privada es libre..." (Artículo 58). Al iniciar precisamente con este
principio el tema del "Régimen Económico" en la Constitución, se pretende dar a entender
que todas las reglas y demás principios contenidos en esta parte deberán interpretarse en
sintonía con aquél y en el sentido que más favorezca su aplicación.

Predomina la autonomía de la voluntad

CARÁCTER SUPLETORIO DE LAS NORMAS SOBRE CONTRATACiÓN

ARTICULO 1356

Las disposiciones de la ley sobre contratos son supletorias de la voluntad de las partes, salvo
que sean imperativas.

Rómulo Morales Hervias

Esta norma está estrechamente relacionada con el rol que cumple la autonomía privada en el
Derecho de los Contratos. Las partes pueden determinar libremente el contenido del contrato
dentro de los límites impuestos por las normas imperativas, el orden público y las buenas
costumbres.

Esta norma tiene un antecedente mediato en Domat cuando definió la regla de la libertad
indefinida de los pactos: "como las convenciones son arbitrarias, y se diversifican según las
necesidades, se puede a toda clase de convenciones, contratos y tratados, agregar toda
clase de pactos, condiciones, restricciones, reservas y otros, a condición que no sean
contrarios a las leyes y a las buenas costumbres"

Las normas del Código Civil son normas de Derecho Privado. Como expresó bien Thon, se
convierte en "Derecho Privado la tutela acordada por las normas a los intereses de un
particular contra particulares, por eso al (sujeto) tutelado, en el caso de violación de la norma,
viene dado por el ordenamiento jurídico un medio para la remoción de la ilicitud y (tal medio
viene) otorgado para su uso discrecional. La pretensión privada es la marca del Derecho
Privado". Por eso Romano manifestó que el Derecho Privado "es el sistema de relaciones
entre los ordena mientas particulares de los sujetos, el ordenamiento comunitario que le
concierne y el ordenamiento del Estado en el marco de los principios de una determinada
Constitución".

Si reconocemos el carácter normativo del contrato y definimos a la autonomía privada como


poder de producir cambios jurídicos mediante el establecimiento (o modificación o
derogación) de una norma jurídica, la "distinción entre Derecho Público y Privado, entre poder
público y poder privado, puede ser perfectamente hallada en el propósito o fin perseguido con
la emanación de la norma. Poder público es solo aquel que es asignado e impuesto a la
obtención del interés público. Lo privado resulta, a contrario, de la ausencia de tal imposición,
es decir de la independencia del poder del interés público. En este sentido, precisamente, la
autonomía privada es poder privado. También las normas de Derecho Privado, como por
ejemplo las contenidas en el Código de Derecho Civil, son normas privadas solo en cuanto a
su objetivo inmediato, pero son normas públicas si son consideradas en su formación y en el
fin que las han inspirado, En efecto son el resultado de las actividades de órganos públicos
en el ejercicio de sus poderes normativos. Lo 'privado' de tales normas no se refiere a su
naturaleza o a su formación, sino a la materia que regulan, que es materia sobre la cual
puede ejercitarse también el poder normativo de los privados"

Predomina la autonomía de la voluntad

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