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Es la relación de esta rama, deontología forense, que se halla dentro del ámbito
jurídico y todo lo concerniente a la ética que todo profesional de derecho debe
importar.
Asimismo, la deontología jurídica que trata sobre la moral del abogado y la forma
de actuar con su cliente, formará un profesional del derecho que tiene que
defender los intereses de su patrocinado siempre actuando con la verdad y
siempre teniendo en cuenta su ética profesional. La ética constituye el ámbito
que inspira y cobija los más nobles sentimientos del ser humano. Sin ética el
hombre estaría sin "hogar", a la intemperie, desamparado en un mundo en el
que sólo imperaría la ley de la selva y la de los más bajos instintos.
El abogado que es honesto tiene como deber ético el guardar reserva de los
asuntos vinculados con la vida privada de sus clientes. Ello, porque se debe
proteger el bien jurídico correspondiente a la intimidad de la vida privada de las
personas, protegidas por la normatividad jurídica.
Con frecuencia se suele afirmar que los códigos deontológicos son innecesarios,
ya que, en todo caso, los valores primordiales de la sociedad se encuentran a
salvo, en virtud de que están jurídicamente protegidos en la legislación penal.
Tal afirmación debe calificarse de errónea porque confunde los fines y propósitos
de ambos cuerpos normativos. Entre el Código Penal y el Código Deontológico
subsisten diferencias de fondo y forma.
a) ETICA PROFECIONAL.
Es la parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones que rigen
el comportamiento del hombre en la sociedad. Aristóteles dio la primera
versión sistemática de la ética.
Es el compromiso efectivo del hombre que lo debe llevar a su
perfeccionamiento personal. "Es el compromiso que se adquiere con uno
mismo de ser siempre más persona". Se refiere a una decisión interna y libre
que no representa una simple aceptación de lo que otros piensan, dicen y
hacen.
Ética profesional o moral profesional, se suele definir como la "ciencia
normativa que estudia los deberes y los derechos de los profesionales en
cuanto tales". Es lo que la pulcritud y refinamiento académico ha bautizado
con el retumbante nombre de deontología o deontología profesional. En
efecto, la palabra ética confirmada por diccionarios y academias con el
sentido de "parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del
hombre", no es tan precisa en el significado como la palabra moral.
Moral polariza y concreta de tal manera las obligaciones internas de la
conciencia que, excluye al menos parcialmente, las obligaciones derivadas
del orden jurídico. En otras palabras: El concepto medular de la ética
profesional es el concepto de moralidad. Todos los principios normativos y
las aplicaciones prácticas de su casuística deben estar impregnados e
impulsados por la moral. Pero erraría quien hiciera objeto de la ética y
responsabilidad profesional solamente a las obligaciones impuestas por la
moral o el derecho natural, con exclusión de cualquier otra exigencia de
índole jurídica o social.
Por lo tanto, el objeto de la ética profesional es mucho más amplio de lo que
comúnmente se supone. No es otra cosa que preguntarse (como docente,
profesor, pedagogo, licenciado) frente a su alumno(a), a la sociedad y al país.
La formación profesional es distinta para cada área y nivel de desempeño, y
dependiendo de esto mismo, la formación puede ser larga y pesada o corta
y ligera e incluso puede realizarse mientras se desempeña un trabajo ya sea
similar o distinto, aunque de menor nivel por lo general. La formación
profesional también puede ser muy teórica o muy práctica. Sin embargo,
excepto algunas profesiones eminentemente especulativas como la de
filósofo, todas deben contener una cierta dosis tanto de teoría como de
práctica o sea la auténtica "praxis", entendida ésta como la aplicación de un
conocimiento o de una teoría que a su vez fue extraída de experiencias
concretas.
Hablando ya en un sentido menos amplio, y como se entiende por lo general,
las profesiones son el resultado de un proceso de formación a nivel superior
de calidad universitaria, ya que ésta es la forma en que se puede garantizar
a la sociedad que un individuo que ostenta la certificación de sus estudios
mediante un título, sabe y puede hacer algo dentro de un marco ético-social
y que su actividad es productiva y beneficiosa para la misma sociedad.
Von Ihering nos recuerda que en los primeros tiempos de Roma el juez
que se dejaba corromper era castigado con la pena de muerte. No
existe reproche más grave contra la autoridad judicial que la figura
sombría de los que víctimas de una flagrante injusticia se hacen, en
su frustración, criminales o ejecutan la justicia por sus propias manos.
Cuando las instituciones legales no están a la altura de su misión la
“justicia popular” entra en acción, y con sed de venganza, aplica a los
criminales lo que en los Estados Unidos se conoce como la ley de
Lynch.
IMPORTANCIA
Como humanizadora de la labor del juez y abogado
DILIGENCIA