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5. “Nos decimos que sería muy bello que hubiera un dios creador del mundo y providencia
bondadosa, un orden moral y una vida de ultratumba; pero encontramos harto
singular que todo suceda así tan a medida de nuestros deseos. Y sería más extraño aún
que nuestros pobres antepasados, ignorantes y faltos de libertad espiritual, hubiesen
descubierto la solución de todos estos estigmas del mundo.” (Y al mismo tiempo nos
dice “la ignorancia es la ignorancia. Ningún hombre razonable se conducirá tan
ligeramente en otro terreno ni basará sus juicios y opiniones en fundamentos tan
pobres”. A lo que cabría añadir: “e inexistentes”. No olvidemos que Freud en última
instancia es un científico.)
6. “De los hombres cultos y de los trabajadores intelectuales no tiene mucho que temer la
civilización. La sustitución de los motivos religiosos de una conducta civilizada por otros
motivos puramente terrenos se desarrollaría en ellos calladamente. Tales individuos,
son, además, de por sí, los más firmes substratos de la civilización. Otra cosa es la gran
masa inculta y explotada, que tiene toda clase de motivos para ser hostil a la
civilización. Mientras no averigüe que ya no cree en dios, todo irá bien. Pero ha de
llegar indefectiblemente a averiguarlo, aunque este ensayo mío no sea publicado.” (En
otras palabras, la religión frena la hostilidad de los explotados contra la civilización. Y
sin un dios ya no existen motivos para obedecer, respetar, cumplir las normas. Por
esta razón, no puede haber un vacío de valores. Solo los cultos y los irreligiosos
pueden proveerse de un sistema moral propio, beneficioso para él y para el prójimo.
Luego, el nivel cultural de la civilización es esencial a los propósitos de superar la
religión como fuente moral y social de una civilización desigual.)
7. “Me parecería insensato querer desarraigar de pronto y violentamente la religión.
Sobre todo, porque sería inútil. El creyente no se deja despojar de sus argumentos ni
con prohibiciones. Y si ello se consiguiera en algún caso sería una crueldad. Un
individuo habituado a los narcóticos no podrá ya dormir si le privamos de ellos.”
(Claramente vemos cómo la construcción de un nuevo sistema moral ha de producirse
desde abajo, es decir, en la infancia, el lugar en el que se construyen todos)
8. “El hombre no puede permanecer eternamente niño; tiene que salir algún día a la vida,
a la dura ‘vida enemiga’. Esta sería la ‘educación para la realidad’.” (Asimismo, el
estado de ignorancia y puerilidad en el que la religión sume al ser humano debe
terminar. Hay suficientes elementos de conocimiento para enfrentarse al mundo.
Existe un bagaje suficiente como para superar los relatos toscos que lo explican,
tratando de edulcorarlo. La vida es enemiga, la vida nos aniquila, la vida no conspira
para protegernos y mecernos. Tan solo por medio de la construcción de nuevas
escalas de valores podrá el hombre superar el status actual y perfeccionar el confort
colectivo de la sociedad que ningún dios va, nunca, a procurar)
9. “¿De qué puede servirle el espejismo de vastas propiedades en la Luna, cuyas rentas
nadie ha recibido jamás? Cultivando honradamente aquí en la tierra su modesto
pegujal, como un buen labrador, sabrá extraer de él sustento, Retirando sus
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esperanzas del más allá y concentrando en la vida terrena todas las energías así
liberadas, conseguirá, probablemente, que la vida se haga más llevadera a todos y que
la civilización no abrume ya a ninguno, y entonces podrá decir, con uno de nuestros
irreligiosos: ‘El cielo lo abandonamos, a las aves y a los ángeles’.”
EL PORVENIR DE UNA ILUSIÓN SIGMUND FREUD (2)
Freud se dedicó siempre a mirar el pasado del hombre, el sujeto, la cultura; pero
también se preguntó en un momento por el futuro que le aguardaba, tanto al sujeto,
como a la cultura por el recorrido que debía seguir, por lo que debería pasar con ellos, por
lo que rondaría su presente y lo que de él seguiría; por aquellas cosas que nunca se
borraran pero no por eso nos impedirán vivir el ahora.
Al estar inmerso en una cultura, el individuo deberá sofocar sus deseos, renunciar
a sus pulsiones, poner límites a sus compulsiones, pero el problema está en si todo
individuo está dispuesto a hacer esto, y a solo llevar a cabo aquellos deseos que la cultura
le permite y le dice que debe tener, deseos que llevaran a un bienestar común y a la
producción de bienes, todo esto teniendo en cuenta que dentro de cada ser humano está
la capacidad y tendencia a ser destructivo “antisocial y anticultural”.
Todas estas prohibiciones se hacen teniendo en cuenta que el otro tiene los
mismos deseos que en mi surgen, y así como yo no permitiré que los suyos sean llevados
acabos, el otro tampoco permitirá que los míos salgan.
También se empieza a ver la necesidad de tener “un gobierno para la masa” que
por supuesto será una pequeña minoría porque “…solo mediante el influjo de individuos
arquetípicos que las masas admitan como sus conductores es posible moverlas a las
prestaciones de trabajo y las abstinencias que la pervivencia de la cultura exige…” (Freud,
1927-31) “.
Estos individuos deben aprender a generar más cosas en la masa que la masa en
ellos para poder ser independiente de ella aun estando inmersa en sus costumbres. La
cultura también ofrece diferentes elementos para recompensar y reconciliar al ser
humano por sus sacrificios esto conocido como “…patrimonio anímico de la cultura…”
(Freud, 1927-31).
Quienes empiezan a vivir este nuevo estado, ya no son un peligro para la cultura
por el contrario son “portadores de ella” y mientras más gente allá así, mas protegida
estará la cultura y “…más podrá prescindir de los medios de compulsión externa…” pero
también nos damos cuenta que muchos seres humanos, solo pueden vivir en la cultura
bajo la presión externa.
Para la existencia de un “bien anímico”, no basta con “la moral de sus miembros”,
también se necesita tener un patrimonio de ideales y de creaciones artísticas y la
satisfacción obtenida por ambas. Todo esto le podrá recordar y confirmar a un grupo sus
mayores logros, estos logrados gracias a los “…dotes interiores y las circunstancias
externas de una cultura…” (Freud, 1927-31).
Pero para poder crear un sentimiento de seguridad entre todos, el ser humano
“humaniza la naturaleza” intenta darle las características de un hombre violento contra el
que puede protegerse y al que puede sobornar de una u otra manera, pero también es
consciente de que la naturaleza es superior y sus características de grandeza no pueden
ser eliminadas, por lo que hace de ella “dioses” sobrenaturales y con diferentes poderes,
crea una relación con ella, como sabe debe crearla con todo aquello que le rodea. Todo
esto viene como un arquetipo infantil donde el niño que le teme al padre también se da
cuenta que es este quien le protege, lo que lo hace verse obligado a tener que igualar
estas situaciones.
Al crear a esos dioses, el ser humano espera poder equilibrar las situaciones
desagradables que la naturaleza le impone, ellos están inalcanzables para el ser humano y
rara vez intervienen el curso de la vida de las personas, cuando lo hacen será visto como
un milagro, pero no pasan mucho, ya que el destino ya está escrito y sea cual sea, el ser
humano nunca estará complacido. Los dioses son quienes imponen la moral y quienes
deberán velar porque el ser humano cumpla a cabalidad con estos preceptos.
a un Dios, lo que crea vínculos más poderosos y estrechos, y se puede recuperar “…la
intimidad e intensidad de las relaciones del niño con su padre…” (Freud, 1927-31). Se
sigue viendo protegido por ese ser superior, que será su protector por el resto de su
existencia, pero también su libido encuentra caminos a seguir donde mantendrá su
narcicismo pero también se adhiere a los objetos que aseguran su satisfacción.
Como una disculpa a este ambicioso texto, Freud afirma en el Prefacio que
estamos limitados en nuestra predicción del futuro por cómo percibimos el presente y lo
poco que sabemos acerca del pasado. Dicho esto, hay dos aspectos de la civilización
humana: el primero es la manera en que intentamos controlar las fuerzas de la naturaleza
para nuestro beneficio; el segundo es cómo podemos controlar las relaciones con los
demás.[BR]Los seres humanos somos en general hostiles a la civilización, lo que limita
nuestras facultades de adquisición.
Por lo tanto, la civilización debe ser defendida contra las personas. Los líderes usan
la coacción para frenar los impulsos antisociales humanos. A pesar de que nos gusta creer
que nuestras grandes civilizaciones reposan sobre lo contrario, la gente no está
inherentemente aficionada de trabajo, y es imposible argumentar en contra de las
pasiones de alguien. Las experiencias de la primera infancia son cruciales porque forman a
los niños para amar a la civilización. La clave para mantener las civilizaciones juntas,
entonces, no es la economía sino la psicología.
Freud introduce algunas palabras clave aquí para explicar cómo es esto posible. Las
tácticas de coerción utilizadas por los dirigentes son consideradas como los activos
mentales de la sociedad. Una regulación social (es decir, una moral o una ley) es una
prohibición. Los resultados de los impulsos insatisfechos por las prohibiciones son las
frustraciones. La condición producida cuando un individuo experimenta frustración debido
a la prohibición es la privación. A través de generaciones de condicionamientos externos
las prohibiciones son internalizadas y forman el superyó. Esto presta un cierto grado de
estabilidad a la civilización, aunque las revueltas de clase pueden ser creadas por las
prohibiciones que limitan excesivamente a las clases más desfavorecidas, especialmente si
no reciben un porcentaje suficiente de la riqueza.
de la civilización, incluso para los menos privilegiados, porque también tienen una cuota
por simplemente pertenecer a dicha civilización. El aspecto más importante de la
psicología colectiva de una cultura son sus ilusiones, o ideas religiosas. Sin la civilización
necesaria para protegernos de los demás, todos estaríamos en un estado de la naturaleza
hobbesiano. La naturaleza cruel aún existe y ocasiona daños inevitables, aunque en la
forma de destino y tormentas, terremotos y tifones.
Como bebés tenemos que aprender rápidamente que si queremos amor, vamos a
mamá; si queremos protección, vamos a papá. La civilización tiene el mismo proceso de
maduración que el de un niño. Las ideas religiosas de una cultura dan credibilidad a las
prohibiciones, porque puede atribuirse a la voluntad de un dios. Pese a las privaciones, los
niños y las civilizaciones sufrirán restricciones para complacer a su padre y dios. El dios con
figura de padre también presta un elemento de miedo a la relación, asegurando así que
las prohibiciones queden más firmemente adheridas. La importancia de las ilusiones en
una cultura es que la falta de pruebas creíbles provoca problemas psicológicos. Surgen
muchas defensas como un intento de demostrar que hay un dios mirando por encima de
nosotros, pero todas ellas carecen de sustancia.
Si las prohibiciones son entendidas como procedentes de los hombres, podrían ser
mejoradas más fácilmente que si proceden de lo divino. La religión es como una neurosis
cultural: los niños sufren la misma neurosis cuando aprenden a reprimir sus instintos por
su propio bien. Y Freud considera que los niños brillantes permanecerán inquisitivos e
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Introducción
En el Porvenir de una Ilusión de las obras completas de Sigmund Freud, el autor explica el
surgimiento de la religión y describe que es una ilusión de las personas que esperan algo
de la vida, basados en un ser superior y sus promesas.
Es una conformación que se desarrolla en una cultura de manera que las personas, actúan
en conjunto para concebir la religión. Dentro de una cultura hay reglas para regular las
relaciones humanas y los bienes, pero independientemente, la religión también tiene este
papel. Una persona se puede regir individualmente con el comportamiento que espera el
ser superior, para alcanzar sus promesas y es amenazado por el castigo.
Son una gran cantidad de gente que tienen estas creencias religiosas, pero de cualquier
modo, es una ilusión que los domina y a la vez una expectativa. En sí, son varios razones
(aparte de las promesas) del por qué profesan una religión.
Desarrollo
Al hacer un perjuicio del porvenir, se requerirá conocer el presente, tanto como del
pasado. Entre más se conoce, será posiblemente más acertado el juicio que se le atribuye
al futuro. Por esta razón es que en El Porvenir de una Ilusión de Sigmund Freud se remonta
desde el origen de la cultura para explicar el fenómeno del porvenir.
patrimonio” (Freud, 1927). La manera que se enseña a los hijos de cómo vivir y mirar al
mundo, perjudica su vida posterior.
La ilusión es lo que los seres humanos creen que ofrece la religión. Se cree el Dios
padre ofrece una protección contra las fuerzas de la Naturaleza y apoyo incondicional.
También promete que si se comporta bien, habrá una recompensa al terminar su vida, de
lo contrario se espera el castigo. Esto es una manera de cómo se regularizan la sociedad y
se unifican en masas. Hay una restricción de deseos instintivos que no se permite su
realización.
Una de las razones de por qué funciona la religión, es por la fuerza del deseo del
sujeto. Como mencionado anteriormente, lo que busca es alivio en una figura que
promete recompensa (tratando de alcanzarlo) pero que puede recurrir a la alternativa que
es el castigo. Si una persona cree en que hay un castigo, se comportará de tal manera y
evitará hacer crimines (ejemplo). Será como un auto regulador de uno mismo el concepto
de Dios, ya que la sociedad no es el que necesariamente le esté diciendo que es lo
correcto y que no. Pero si descubre que no hay un Dios, no verá la razón de tener una
buena conducta excepto que se regirá ahora más por la sociedad.
Otra razón es que son indemostrables las ideas religiosas, sin embargo persisten los
creyentes. La ciencia ha tratado de investigar de alguna manera este asunto, pero de
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Conclusión
Por las creencias tan firmes de las personas, hay una dificultad para cambiales el
parecer. Pero por si se pudiera hacer esto y se descubriera que no hubiera dicho ser
superior, la caída de esa ilusión sería muy grande. Se debe al tanto tiempo (mayormente
desde la infancia) de creer en estas cuestiones que reconfiguraría su estructura de
pensamiento casi por completo. Habría una decepción de lo que esperaba de la vida que
creía que era.