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TRASTORNO DE PERSONALIDAD

Los trastornos de personalidad son un conjunto de perturbaciones o anormalidades


que se dan en las dimensiones emocionales, afectivas, motivacionales y de relación social
de los individuos.

CAUSAS Las causas de los trastornos de personalidad se desconocen. Se cree que factores
genéticos y ambientales están relacionados con su desarrollo.

CLASIFICACIÓN Los dos principales sistemas de clasificación, el CIE y el DSM,


deliberadamente han fusionado sus diagnósticos hasta cierto punto, pero aún sigue
habiendo diferencias.

Descripción general
Un trastorno de personalidad es un tipo de trastorno mental en el cual tienes un patrón
de pensamiento, desempeño y comportamiento marcado y poco saludable. Una persona
con trastorno de personalidad tiene problemas para percibir y relacionarse con las
situaciones y las personas. Esto causa problemas y limitaciones importantes en las
relaciones, las actividades sociales, el trabajo y la escuela.

En algunos casos, es posible que no te des cuenta de que tienes un trastorno de


personalidad porque tu manera de pensar y comportarte te parece natural. Y es posible
que culpes a los demás por los problemas que tienes.

Los trastornos de personalidad generalmente comienzan en la adolescencia o la adultez


temprana. Existen muchos tipos de trastorno de personalidad. Algunos tipos se vuelven
menos obvios en el transcurso de la mediana edad.

Síntomas
Los tipos de trastornos de la personalidad se dividen en tres grupos, sobre la base de
características y síntomas similares. Muchas personas que presentan un trastorno de la
personalidad también tienen signos y síntomas de, al menos, un trastorno de la
personalidad más. No es necesario que se manifiesten todos los signos y síntomas
enumerados para que se diagnostique un trastorno.

Trastornos de la personalidad del grupo A


Los trastornos de la personalidad pertenecientes al grupo A se caracterizan por
pensamientos o comportamientos excéntricos o extraños. Incluyen el trastorno paranoide
de la personalidad, trastorno esquizoide de la personalidad y trastorno esquizotípico de la
personalidad

Trastornos de la personalidad del grupo B


Los trastornos de la personalidad pertenecientes al grupo B se caracterizan por
pensamientos o comportamientos dramáticos, excesivamente emotivos o impredecibles.
Incluyen el trastorno de personalidad antisocial, trastorno límite de la personalidad, el
trastorno histriónico de la personalidad y trastorno narcisista de la personalidad.

TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD DEL GRUPO C


Los trastornos de la personalidad pertenecientes al grupo C se caracterizan por
pensamientos o comportamientos de ansiedad o temor. Incluyen el trastorno de la
personalidad por evitación, el trastorno de la personalidad dependiente y el trastorno de
la personalidad obsesivo-compulsiva.

CAUSAS

La personalidad es la combinación de pensamientos, emociones y conductas que nos


hacen únicos. Es el modo en el que ves, comprendes y te relacionas con el mundo
exterior, así como el modo en el que te ves a ti mismo. La personalidad se forma durante
la infancia y en ella incide la interacción de lo siguiente:

Los genes. Es posible que determinados rasgos de la personalidad se transmitan de padres


a hijos mediante los genes heredados. A veces, estos rasgos se llaman tu temperamento.
El entorno. Esto incluye los alrededores en los que creces, los eventos que tuvieron lugar y
las relaciones con familiares y otras personas.
Se piensa que los trastornos de la personalidad son provocados por una combinación de
estas influencias genéticas y del entorno. Es posible que los genes te hagan vulnerable a
desarrollar un trastorno de la personalidad, y una situación de la vida puede
desencadenar el desarrollo.

FACTORES DE RIESGO

Si bien no se conoce la causa precisa de los trastornos de la personalidad, ciertos


factores parecen aumentar el riesgo de desarrollar o desencadenar estos trastornos, entre
ellos, los siguientes:

Antecedentes familiares de trastornos de personalidad u otras enfermedades


mentales
Vida familiar abusiva, inestable o caótica durante la niñez
Diagnóstico de trastorno de la conducta en la niñez
Variaciones en la química y en la estructura del cerebro

COMPLICACIONES
Los trastornos de la personalidad pueden alterar significativamente tanto la vida de la
persona afectada como la de las personas que se preocupan por esta. Los trastornos de la
personalidad pueden provocar problemas con las relaciones, el trabajo o la escuela, y
pueden derivar en el aislamiento social o el consumo abusivo de drogas o alcohol.
LISTA DE TRASTORNOS DE PERSONALIDAD DEFINIDOS EN EL DSM
El DSM-IV-TR (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación
Psiquiátrica de Estados Unidos) menciona diez trastornos de personalidad, los cuales se agrupan
en tres grupos:

GRUPO A (TRASTORNOS RAROS O EXCÉNTRICOS)


Este grupo de trastornos se caracteriza por un patrón penetrante de cognición (por ej.
sospecha), expresión (por ej. lenguaje extraño) y relación con otros (por ej. aislamiento)
anormales. Son individuos retraídos, fríos, suspicaces o irracionales.
1. Trastorno paranoide de la personalidad, personalidad paranoide.
2. Trastorno esquizoide de la personalidad, personalidad esquizoide.
3. Trastorno esquizotípico de la personalidad, personalidad esquizotípica.

GRUPO B (TRASTORNOS DRAMÁTICOS, EMOCIONALES O ERRÁTICOS)


Estos trastornos se caracterizan por un patrón penetrante de violación de las normas sociales
(por ej. comportamiento criminal), comportamiento impulsivo, emotividad excesiva y
grandiosidad. Presenta con frecuencia acting-out (exteriorización de sus rasgos), llevando a
rabietas, comportamiento auto-abusivo y arranques de rabia. Son individuos melodramáticos,
susceptibles, buscan atención, estados de ánimo lábiles, con frecuencia superficiales y muchas
veces tienen conflictos interpersonales intensos.
1. Trastorno antisocial de la personalidad, personalidad antisocial.
2. Trastorno límite de la personalidad, personalidad límite o Borderline.
3. Trastorno histriónico de la personalidad, personalidad histriónica.
4. Trastorno narcisista de la personalidad, personalidad narcisista.

GRUPO C (TRASTORNOS ANSIOSOS O TEMEROSOS)


Este grupo se caracteriza por un patrón penetrante de temores anormales, incluyendo
relaciones sociales, separación y necesidad de control. Son individuos ansiosos, tensos, con
frecuencia con un control extremo.
1. Trastorno de la personalidad por evitación, personalidad fóbica o evitativa.
2. Trastorno de la personalidad por dependencia, personalidad dependiente.
3. Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad, trastorno anancástico de la
personalidad o personalidad obsesiva-compulsiva.
TRASTORNO DE PERSONALIDAD VERSUS PERSONALIDAD SANA

UN TRASTORNO DE PERSONALIDAD ES UN PERSONALIDAD SANA RESPONDE A LAS


MODO PATOLÓGICO DE SER SIGUIENTES CARACTERÍSTICAS
- Es omnipresente: se pone de manifiesto en la mayor - Adaptativa.
parte de las situaciones y contextos, y abarca un - Flexible.
amplio rango de comportamientos, sentimientos y
experiencias. - Funcionamiento autónomo y competente en
- No es producto de una situación o acontecimiento diferentes áreas de la vida.
vital concreto, sino que abarca la mayor parte del - Habilidad para establecer relaciones
ciclo vital del individuo. interpersonales satisfactorias.
- Es inflexible, rígido.
- Capacidad para conseguir metas propias, con
- Dificulta la adquisición de nuevas habilidades y
comportamientos, especialmente en el ámbito de las el consiguiente sentimiento de satisfacción
relaciones sociales: perjudica el desarrollo del subjetiva.
individuo.
- Hace al individuo frágil y vulnerable ante situaciones -
nuevas que requieren cambios.
- No se ajusta a lo que cabría esperar para ese
individuo, teniendo en cuenta su contexto
sociocultural.
- Produce malestar y sufrimiento al individuo o a
quienes le rodean: provoca interferencias en diversos
ámbitos (social, familiar, laboral, etc.)
- El malestar es más bien consecuencia de la no
aceptación por parte de los demás del modo de ser
del individuo más que una característica intrínseca
del trastorno: en general suelen ser egosintónicos (de
acuerdo con el Yo).
- Por lo antedicho, la conciencia de enfermedad o
anomalía es escasa o inexistente.

DIAGNÓSTICO- SEGÚN DSM-IV


El DSM-IV enumera los criterios diagnósticos generales que debe cumplir un trastorno de la
personalidad, además de los criterios específicos para cada trastorno de la personalidad en
particular:

1. Un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que se aparta


acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto. Este patrón se manifiesta en dos (o
más) de las áreas siguientes:
2. Cognición (p. ej., formas de percibir e interpretarse a uno mismo, a los demás y a los
acontecimientos).
3. Afectividad (p. ej., la gama, intensidad, labilidad y adecuación de la respuesta emocional)
4. Actividad interpersonal.
5. Control de los impulsos.
6. Este patrón persistente es inflexible y se extiende a una amplia gama de situaciones
personales y sociales.
7. Este patrón persistente provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral
o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
8. El patrón es estable y de larga duración, y su inicio se remonta al menos a la adolescencia o al
principio de la edad adulta.
9. El patrón persistente no es atribuible a una manifestación o a una consecuencia de otro
trastorno mental.
10. El patrón persistente no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej.,
una droga, un medicamento) ni a una enfermedad médica (p. ej., traumatismo craneal).

DIAGNOSTICO SEGÚN- CIE-10


El CIE-10 introduce los diagnósticos específicos de cada trastorno de personalidad con
unos criterios de referencia generales que son similares:

Pautas para el diagnóstico:


1. Se requiere la presencia de una alteración de la personalidad no directamente atribuible a una
lesión o enfermedad cerebral importante, o a otros trastornos psiquiátricos, que reúna las
siguientes pautas:
2. Actitudes y comportamiento marcadamente faltos de armonía, que afectan por lo general a
varios aspectos de la personalidad, por ejemplo, a la afectividad, a la excitabilidad, al control
de los impulsos, a las formas de percibir y de pensar y al estilo de relacionarse con los demás.
3. La forma de comportamiento anormal es duradera, de larga evolución y no se limita a
episodios concretos de enfermedad mental.
4. La forma de comportamiento anormal es generalizada y claramente desadaptativa para un
conjunto amplio de situaciones individuales y sociales.
5. Las manifestaciones anteriores aparecen siempre durante la infancia o la adolescencia y
persisten en la madurez.
6. El trastorno conlleva un considerable malestar personal, aunque éste puede también aparecer
sólo en etapas avanzadas de su evolución.
7. El trastorno se acompaña, por lo general aunque no siempre, de un deterioro significativo del
rendimiento profesional y social. Para diagnosticar la mayoría de los tipos citados más abajo,
se requiere a menudo la presencia de al menos tres de los rasgos o formas de
comportamiento que aparecen en su descripción.

Para diagnosticar la mayoría de los trastornos de personalidad, se requiere la presencia de


al menos tres de los rasgos o formas de comportamiento que aparecen en cada descripción. El
CIE añade que para las diferentes culturas puede sea necesario desarrollar un conjunto
específico de criterios que tenga en consideración las normas, reglas y obligaciones sociales de
cada región o cultura.

TERMINOS CLAVE
CLASIFICACIÓN DE LOS TRASTORNOS DE PERSONALIDAD SEGÚN EL DSM:
Se agrupan en cuatro grandes categorías: 1) Personas raras y excéntricas que agrupan las
categorías de paranoide, esquizoide y esquizotipico; 2) Personalidades erraticas, emotivas y
teatrales que cubren al histrionico, antisocial, narcisista y limite (borderline); 3) Personas
temerosas con ansiedad marcada: dependiente, obsesivo-compulsivo, pasivo-agresivo y trastorno
por evitacion, y 4) mixto y atipico que incluye al resto de alteraciones.

CLASIFICACIÓN DE LOS TRASTORNOS DE PERSONALIDAD SEGÚN LA CIE- 10:


Se distinguen tres grandes categorias: 1) especificos que incluyen paranoide, esquizoide,
esquizotipico, disocial, inestabilidad emocional de la personalidad, histrionico, narcisista, ansioso
(con conducta de evitacion), dependiente, anancastico y ≪sin especificar≫; 2) trastornos mixtos
en donde se incluyen los denominados trastornos mixtos de la personalidad y las variaciones
problematicas de la personalidad (sujetos-problema en determinado tipo de atributo), y 3)
transformaciones persistentes de la personalidad, como consecuencia de algun acontecimiento o
suceso traumatico, enfermedad o fenomenos inespecíficos

DIAGNÓSTICO DE LOS TRASTORNOS DE PERSONALIDAD:


No existe un instrumento o batería de instrumentos universalmente aceptados (entre otras cosas
por la carencia de criterios claramenteidentificables y consensuados de cada uno de los
trastornos). Se suelen emplear inventarios de síntomas —elementos de identificación criterial—
en forma de entrevista semiestructurada llevada a cabo por clínicos con experiencia. Los
cuestionarios han mostrado un valor restringido (incluso aquellos que como el MMPI han sido
elaborados pensando en sintomatología psicopatológica) y las observaciones directas, así como los
informes de terceros, poseen serias limitaciones. Los registros psicofisiológicos, al menos en
nuestros días, representan una utilidad prácticamente inexistente en este tipo de problemas. La
recomendación más conservadora sugiere el empleo de distintos procedimientos (autoinformes e
informes de terceros, observación) y entrevista directa con el posible paciente.

PERSONALIDAD:
Procesos y dimensiones que identifican a un ser humano y lo diferencian de los demás. En el caso
de los trastornos de personalidad se ha elegido una acepción de personalidad que se restringe a
los atributos invariantes del ser humano, lo que representa una definición irreal sobre lo que
estudian los psicólogos de la personalidad (el grado de «invarianza» es caprichoso).

TRASTORNO DE PERSONALIDAD:
Rasgos de personalidad permanentes que sean inflexibles y desadaptativos, que causen
incapacitación social significativa, perturben la eficacia laboral o promuevan un malestar o
sufrimiento subjetivo.

HISTORIA

Livesley cita el estudio de Berrios (1993) para aseverar que es en los trabajos de Schnider
(1923/1950) donde se formula el concepto de trastorno de personalidad, tal y como se conoce en
la actualidad. Ahora bien, el mismo Berrios señala que hay una serie de autores y estudios a lo
largo del siglo XIX que son básicos a la hora de entender en torno a qué ideas se han estructurado
el concepto. El término carácter, durante ese tiempo, servía para describir las características
estables del comportamiento de una persona, y Berrios (1993) nos hace notar que era el término
preferido para describir diferentes tipos psicológicos. Todavía en la actualidad se utiliza “tipo” para
referirse a determinados patrones de conducta. Sin embargo, el significado de personalidad ha
sufrido más cambios. El término proviene de la lengua griega y designaba la máscara usada en el
teatro de la era clásica. De hecho, hasta el siglo XIX sigue aludiendo a la apariencia. Gradualmente,
el vocablo va recibiendo más significado psicológico y pasa a referirse a los aspectos subjetivos del
sí-mismo (self). De ahí que, en el siglo XIX, bajo el epígrafe “trastorno de la personalidad” se recoja
los mecanismos de la auto-conciencia y trastornos de la conciencia. No es hasta el siglo XX cuando
adquiere el sentido que el concepto posee en la actualidad como patrón o pautas estables del
comportamiento.

Con respecto al término temperamento, Livesley (p. 4) prosigue aludiendo al estudio de Berrios
(1993) para afirmar que dicho término ya fue usado en la medicina de la Grecia Clásica para
referirse a la base biológica de aquellas características que definen el carácter de una persona.
Pero Livesley insiste en retener tanto la idea de un fundamento biológico, que subsistirá, como el
considerar que este término nos remite al establecimiento de una serie de tipos que subyacen en
las clasificaciones contemporáneas (DSM-IV)

Resulta digno de mención que el concepto de “enfermedad moral” (moral insanity) que usa
Pritchard (1835) se haya considerado un antecedente del concepto de psicopatía (acuñado por
Koch en 1891 para sustituir al anterior) o de la descripción de personalidad antisocial (recogida en
los DSM), a pesar de que difiere en gran medida de estos conceptos posteriores. Según Berrios
(citado por Livesley, p. 4) son los trabajos de Maudsley (1884) los que desarrollan el concepto de
Pritchard hasta llegar a aseverar que determinados individuos carecen de un sentido moral,
acercándose así al sentido más moderno de psicopatía. Un aspecto destacable de estos desarrollos
es la idea según la cual la psicopatía tendría un estatuto claramente diferenciado del resto de las
patologías psíquicas.

En 1907, Kraepelin introduce una nueva perspectiva al proponer considerar las alteraciones de la
personalidad como formas atenuadas de las psicosis más graves y Kretschmer (1925) coloca en
continuidad progresiva esquizotimia, esquizoidía y esquizofrenia.

Como puede verse, tanto la noción de que los TP se sitúan en continuidad con las enfermedades
mentales, como la idea de que son entidades nosológicas distintas mantienen su vigencia en las
concepciones actuales sobre los mencionados trastornos de personalidad, aunque es la segunda
de estas concepciones la que ha recibido mayor atención. Según Livesley, es en esta línea donde
se sitúan los trabajos de Jaspers, para quien el tipo de alteraciones psicológicas en el TP se pueden
predecir y colocar en una escala respecto a la personalidad previa, mientras que el resto de los
trastornos mentales graves llevan a cambios que eran impredecibles en el estadio anterior de la
enfermedad. Esta diferencia entre ambas entidades psicopatológicas debería implicar el uso de
diferentes métodos de clasificación siendo la de tipos ideales la propuesta por Jaspers (1923)
tanto para los trastornos de la personalidad como para las neurosis. Sin embargo, esta distinción
en cuanto a la nosología no ha sido aceptada por los sistemas oficiales y el DSM-IV recurre a
categorías politéticas.

En el año1923, Schneider publica Psychopathic Personalities, obra que causó un gran impacto y en
la que propone una distinción entre personalidad anormal y personalidad desorganizada. La
primera es definida exclusivamente como desviación con relación a la media (en sentido
estadístico), de manera que se trataría de una variante extrema respecto a la personalidad normal.
Sin embargo, no todas las formas de personalidad anormal serían psicopáticas y estas últimas sólo
representarían un subgrupo de las primeras, caracterizadas por inferir sufrimiento a los demás.
Schneider describe diez variedades de personalidad psicopática. Muchos años más tarde, en una
reedición de su obra en 1950, se queja de que el término psicopatía ha terminado por designar las
personalidades asociales o delincuentes a pesar de que él sostiene que los actos antisociales han
de considerarse como secundarios a una patología, pues en caso contrario es la mera desviación
frente al comportamiento social aceptado lo que se eleva a categoría diagnóstica.

Livesley puntualiza que, tanto en Jaspers como en Schneider, el concepto de tipo ideal no es una
simple categoría diagnóstica en el sentido que tiene en el DSM. Los tipos ideales son descripciones
de modelos de actuación. Según Jaspers, se organizan en oposiciones bipolares como
dependencia/independencia o introversión/extroversión. Las tipologías iluminan al clínico sobre
aspectos de la personalidad del paciente. Al igual que Jaspers, Schneider no está de acuerdo con
Kraepelin en relacionar sistemáticamente los TP con las psicosis, a pesar de asumió que el tipo de
personalidad tenía su efecto en la forma que adoptaba la psicosis.

Claramente, Schneider anticipa la idea -retomada con posterioridad por los modelos
“dimensionales”- de que los TP representan tan sólo los extremos de un intervalo de variación
normal. Tanto la psiquiatría británica como la americana difieren en el significado atribuido por
Schneider a la psicopatía y consideran a ésta última más próxima a la noción actual de
personalidad antisocial, aunque de ninguna manera serían sinónimos.

Livesley finaliza con una mención al psicoanálisis, teoría a la que el autor reconoce el mérito de
haber hecho algunas aportaciones para la comprensión de esta psicopatología, si bien remarca
que no añade nada importante de cara a su diagnóstico o clasificación. El motivo es que Freud no
estuvo básicamente interesado en estas cuestiones y tan sólo merecería subrayarse la descripción
de los tipos de carácter a partir de su teoría sobre el desarrollo de la sexualidad infantil, tarea
llevada a cabo por Abraham (1921). Posteriormente, el concepto de carácter fue formulado más
claramente por W. Reich, quien sostuvo que determinados conflictos psicosexuales pueden
generar patrones de comportamiento de una gran rigidez a los que se refirió como carácter-coraza
(character armor). Para Reich, esta patología no corresponde al grupo de las neurosis ni tampoco
de las psicosis y, de esta manera, abriría la vía para el concepto moderno de personalidad
borderline.

A pesar de que Livesley va a criticar a lo largo de todo este capítulo la decisión de separar los TP
del eje general de los trastornos mentales en las sucesivas ediciones de los DSM, él mismo
(Livesley, 2000) nos propone organizar la historia sobre el estudio de los TP distinguiendo tres
fases que giran en torno a la clasificación mencionada. Así, a la primera la denomina pre-DSM III,
arrancaría del siglo XIX y nos presenta las descripciones de los clínicos y la gradual aparición del
concepto a partir de los trabajos pioneros de Kraepelin, Kretschmer, Jaspers y Schneider. Tras
ellos, el psicoanálisis nos trae un concepto de patología del carácter basado en su teoría sobre el
desarrollo psicosexual. Entre los años 1960 y 1970 se asiste, tanto en EEUU como en Europa, a la
publicación de los primeros estudios empíricos sobre los trastornos de la personalidad. A la
consolidación de estos trabajos contribuirá la edición en 1980 del DSM-III que marca, por sí
mismo, una fase para el autor. En la actualidad podría hablarse de una tercera fase, la post-DSM
III/IV, marcada por la convicción de que el modelo propuesto por este tipo de manuales tiene una
limitada utilidad clínica. Livesley (p. 6) insiste en que su capacidad de predicción es cuestionable,
así como a la demostrada superposición entre distintas entidades diagnósticas del mencionado
manual.

PERSONALIDAD Y OTROS TÉRMINOS AFINES

Para Livesley, aunque es el concepto de personalidad el que se ha ido imponiendo


para aludir a la psicopatología que estamos tratando, los otros dos términos
(carácter y temperamento) reaparecen en algunas clasificaciones y trabajos
clínicos. De ahí que el autor haga un repaso sobre las relaciones entre estos
conceptos.

Con respecto al concepto de personalidad, el autor subraya que, así como en la


psiquiatría el término personalidad ha sido adoptado sin preocupación acerca de
su definición, la situación en el campo de la psicología es radicalmente diferente. A
lo largo de 1937, G. Allport recoge más de cincuenta definiciones de este concepto
y esto no implica que no hayan aumentado desde entonces. Tal profusión de
definiciones no ha impedido un cierto consenso sobre lo que se consideran los
elementos esenciales de tal definición. En primer lugar, con personalidad se alude
a la regularidad y consistencia en los comportamientos, así como en las formas de
pensar, sentir y percibir las experiencias. En segundo lugar, otros enfoques ponen
el acento en la integración y la organización como cualidades propias del concepto
de personalidad. Es común subrayar la idea de que la personalidad no es un mero
conjunto de rasgos o cualidades sino una organización de ellos que es lo que
termina por caracterizar a una persona en particular.
Para Livesley, el problema es comprender cómo se accede a ese sentimiento
cohesión que se mantiene a pesar de la diversidad de experiencias, así como a la
estabilidad de los atributos personales. Respecto a los TP, las preguntas serían
cómo y porqué el proceso de integración de la personalidad fracasa y cuáles
serían los caminos para ayudar a los pacientes a construir una representación de
sí mismo más coherente y auténtica.

Este aspecto de la integración ha sido señalado por numerosos teóricos. Livesley


cita los trabajos de Kernberg (1975, 1984) y su énfasis en los problemas de
identidad que presentan las personalidades borderline; así como los de Kohut
(1971), autor que describiría las deficiencias en cuanto al sentimiento de cohesión
en las patologías narcisistas.

Livesley (p. 8) está de acuerdo con Berrios (1993) en que el término personalidad
volvería innecesarios otros, como carácter y temperamento, pero considera
interesante fijarse en algunas peculiaridades implicadas en su uso.

Respecto al término temperamento, tradicionalmente ha sido destinado a


denominar el sustrato biológico de la personalidad, significado éste que persiste.
Ahora bien, los estudios genéticos sobre el comportamiento muestran que todas
las diferencias individuales en la personalidad son hereditarias (Turkeimer, 1998,
cit. por Livesley, pg 8), de ahí que la distinción entre personalidad y temperamento
no se sostendría.

Si se pudieran separar los rasgos psicológicos con base biológica de aquellos


influidos por el ambiente, el término temperamento tendría un significado definido.
Sin embargo, los estudios con gemelos demuestran que tanto los factores
genéticos como ambientales contribuyen a la variedad fenotípica, pero los mismos
estudios subrayan la imposibilidad de aislar rasgos surgidos de uno y otro origen y
por tanto cada característica surgen de la interacción genético-ambiental.

Por último, el vocablo carácter ha denotado, tradicionalmente, rasgos estables y


patrones de comportamiento. En la literatura psicológica del último siglo, “carácter”
ha ido siendo sustituido por “personalidad” y el mismo Allport (1961) -citado por
Livesley- afirma que ambos términos son intercambiables, aunque los psicólogos
europeos prefieren el término carácter, mientras que los norteamericanos se
decantan por el de personalidad. Por otra parte, los autores psicoanalíticos
continúan utilizando “neurosis de carácter” posiblemente por el origen europeo de
la teoría psicoanalítica

Livesley apunta que, recientemente, la confusión que rodea al término se ha


incrementado, porque no siempre se usa con su significado tradicional. Así, con el
término carácter se designan los rasgos psicológicos que resultan de la relación
entre aprendizaje e interacción con el medio ambiente. Si se da este contenido,
carácter se usa en contraposición a temperamento. Pudiera parecer atractiva la
posibilidad de distinguir, en los TP, entre las intervenciones dirigidas a la patología
con una base biológica y aquellas otras destinadas a incidir sobre rasgos
aprendidos. Sin embargo, se carece de pruebas de que pueda realizarse una
distinción tan nítida. De manera que, dada la probada interrelación entre biología y
aprendizaje, substrato de todo rasgo de la personalidad, Livesley se decanta por
escuchar el consejo de Allport y opta por el concepto de personalidad como
categoría de estudio científico.

3. CONCEPTOS Y DEFINICIONES SOBRE EL TRASTORNO DE LA


PERSONALIDAD

En un apretado resumen, y proviniendo de teorías y criterios diagnósticos muy


heterogéneos, Livesley (p. 9) propone distinguir entre las siguientes definiciones:

1. El TP sería una forma burda de patología mental severa, según la propuesta de


Kraepelin y Kretschmer. En el DSM-IV este concepto se encuentra representado
por el denominado tipo esquizoide de trastorno de personalidad (schizotypal
personality disorder) que forma parte del espectro de la esquizofrenia.

2. El TP implicando alteraciones en el desarrollo de importantes componentes de


la personalidad habría sido ilustrado por Cleckley’s (1976) para quien la psicopatía
implica una incapacidad de aprender de la propia experiencia, así como de
mostrar arrepentimiento. De forma semejante, el psicoanálisis sostiene un
desarrollo defectuoso del super-yo en la base de esta patología, así como
los modelos del déficit explican la patología borderline como un deficiente acceso
a específicas estructuras psíquicas.

3. El TP como una forma particular de organización o estructura de la personalidad


es ilustrado por el concepto de Kernberg (1984) de organización de personalidad
borderline, el cual se define en términos de difusión de la identidad, defensas
primitivas y deficiente juicio de realidad.

4. El TP en cuanto desviación social estaría representado por el concepto


de personalidad sociopática (Robins, 1966) como el efecto de una socialización
fallida.

5. El TP como personalidad anormal (fuera de la norma, en el sentido estadístico)


es presentado por aquellos modelos teóricos de trastornos de la personalidad que
hacen derivar estos de una estructura de personalidad normal. Esta es la
aproximación al tema de Schneider.

Livesley señala que no siempre está claro si las anteriores concepciones se


refieren a diferentes posiciones teóricas o a descripciones alternativas de la misma
disfunción. Además, algunas de ellas como, por ejemplo, la definición del TP como
déficit y desviación social no tienen por qué ser contradictorias. En cualquier caso,
sólo la última (quinto lugar) de las definiciones nos permitiría una clasificación de
los TP.

Como Livesley sostiene a lo largo de este capítulo, el problema de la clasificación


de los DSM es que, salvo en el caso del “trastorno esquizoide de la personalidad”,
los demás TP quedan sistemáticamente por fuera del eje de la psicopatología
severa, a pesar de haber evidencia empírica de las relaciones entre algunos TP y
otros trastornos mentales. Livesley cita a Rutter (1987) como un autor que habría
puesto de manifiesto el hecho de que muchos TP han sido vistos como variantes
de desórdenes afectivos graves como el autismo y la esquizofrenia. Además,
quedaría un rango sustancial de condiciones caracterizadas por problemas
crónicos en las relaciones interpersonales.

Ahora bien, antes de encarar la clasificación de los TP, Livesley se detiene en las
definiciones propuestas para esta patología y las agrupa en cinco campos.

I. Los conceptos de la clínica

Para el autor, las descripciones clínicas ponen énfasis en dos características:


dificultades crónicas en las relaciones interpersonales y problemas de identidad.
Algunos autores (Vaillant y Perry, 1980) harían hincapié en que es precisamente
en las situaciones sociales en las que esta patología inevitablemente se
manifiesta. También se ha señalado la existencia de un círculo vicioso entre estas
dificultades interpersonales y los problemas de adaptación social. Los teóricos
interpersonales interpretan estos patrones inadecuados de relación con los otros
como una repetición del tipo de vínculo que mantuvieron con los otros
significativos (Benjamin, 1993 y 1996; Carson, 1982; Kiesler, 1986).

El segundo aspecto que la perspectiva clínica subraya es la relativa a la patología


delself. “Difusión de la identidad” es el término acuñado por Erikson (1950) para
describir la imposibilidad de acceder durante la adolescencia a la sensación de la
propia identidad como integrada y que es, a su vez, un elemento central en el
concepto de Kernberg (1984) de la organización borderline de la personalidad. De
forma similar, Kohut y la escuela de la psicología del self describen las fallas en el
sentimiento de cohesión del sí-mismo como condición en la patología de índole
narcisista. Desde una perspectiva diferente, las terapias cognitivas evalúan estos
trastornos en términos de las creencias, pensamientos o esquemas usados para
procesar información sobre el sí-mismo y a través de los cuales se construye la
propia imagen. Por último, también el DSM-IV hace referencia a las perturbaciones
del self.

¿Qué es el trastorno de la personalidad?

La definición exacta del TP está abierta al debate y difiere en los dos


sistemas principales de diagnóstico utilizados para las enfermedades
mentales, el CIE (Clasificación Internacional de Enfermedades) y el DSM
(Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales).

Las diferencias temperamentales en los niños ya pueden observarse desde


una edad muy temprana y probablemente tienen un amplio componente
hereditario. El término personalidad se refiere al patrón de
pensamientos, sentimientos y comportamientos que hace de cada persona
quien realmente es. Esto es flexible y el comportamiento de las personas
es diferente según las situaciones sociales en las que se hallan. Las
personas con TP parecen tener una anormalidad persistente a todo nivel
en las relaciones sociales y el funcionamiento social en general.

Más concretamente, parece haber allí un patrón permanente inflexible en


cuanto a la percepción y relación mundo exterior y su pensamiento acerca
del mundo exterior y su yo, lo que se desvía notablemente de las
expectativas culturales y se halla en una amplia gama de contextos
sociales y personales. Las personas con TP tienen un rango más limitado
de emociones, actitudes y comportamientos con los cuales afrontar las
tensiones de la vida cotidiana.

El TP se considera diferente de las enfermedades mentales debido a que


persiste durante toda la vida adulta, mientras que las enfermedades
mentales son el resultado de algún tipo de proceso morboso, y tienen un
inicio y una evolución en el tiempo.

Un estudio de cohorte comprobó que a los 16 años de seguimiento, las


tasas de remisión en pacientes con TP borderline fueron del 78 al 99%,
pero esa remisión tardó más tiempo en producirse que en las personas
con otros TP y las recurrencias fueron más comunes.

Los datos de 2 ensayos aleatorizados y controlados también mostraron


que la mayoría de las personas con TP experimentará un deterioro
persistente del funcionamiento social, aun después de un tratamiento
especializado efectivo.

¿Por qué es importante el trastorno de la personalidad?

Las personas con TP experimentan distrés, sufrimiento y estigmas


considerables. También pueden ocasionar distrés a las personas que los
rodean. La investigación epidemiológica ha mostrado que los problemas
mentales concomitantes, como la depresión, la ansiedad y el abuso de
sustancias, son más comunes en las personas con TP, más difíciles de
tratar y con peores resultados.

Una revisión sistemática mostró que en presencia de depresión, el TP es


un factor de riesgo importante de cronicidad. Dos revisiones narrativas
recientes de trabajos epidemiológicos concluyeron que los TP también se
asocian con un uso mayor de los servicios médicos, comportamiento
suicida y suicidio, como así con un exceso de enfermedades médicas y
mayor mortalidad, especialmente en relación con enfermedades
cardiovasculares. Una revisión sistemática halló una asociación con las
conductas violentas.

¿Cómo se diagnostica el trastorno de la personalidad?

Los dos sistemas diagnósticos mayores en psiquiatría se basan en puntos


de vista diferentes para clasificar a los TP. Cada vez se pone más en duda
la clasificación puramente categórica, la cual requiere decidir si una
persona cumple con los criterios de trastorno paranoide o, personalidad
borderline o antisocial.

Existe una considerable superposición entre las categorías y no se tiene en


cuenta la gran variación del deterioro que se observa en la práctica diaria,
lo cual refuerza el estigma asociado con el diagnóstico. Se ha debatido
acerca de si sería mejor utilizar un enfoque dimensional, usando la
calificación de los rasgos de personalidad o aplicando una sola medida de
la gravedad del trastorno.

La quinta edición de DSM (DSM-5) publicada recientemente no ha


modificado la clasificación previa por categorías, y aunque es una
alternativa más compleja, la clasificación que fue rechazada antes de la
publicación también ha sido incluida en la última sección.

La 11ª revisión de ICD (ICD-11) está todavía en preparación pero las


publicaciones recientes proponen un enfoque dimensional utilizando 5
niveles de gravedad. Una crítica a este enfoque ha sido que se ha perdido
el diagnóstico de TP borderline, el cual posee una utilidad clínica
considerable.

En cierto sentido, la denominación utilizada para el diagnóstico es poco


apropiada porque la categoría para la cual se aplicaba era la ezquizofrenia,
lo cual ya no se acepta. Sin embargo, todavía es posible describir el TP
borderline usando una combinación de las características. Aun continúan
las controversias sobre el diagnóstico de TP en los adolescentes, al menos
debido a la actual naturaleza peyorativa del diagnóstico. Se recomienda
derivar los casos sospechosos al especialista.

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