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PRINCIPIOS DEL SISTEMA INTERNACIONAL

Kenneth Waltz
LECTURA:
- “Teoría de la Política Internacional”. Capítulo V: Estructuras políticas.
El realismo clásico había salido vencedor tanto del primer debate; contra el idealismo,
como del segundo debate; contra el cientificismo o behaviorismo. Sin embargo, para la época
del tercer debate estaba en crisis, sus anomalías eran demasiadas para sostener la teoría y su
capacidad predictiva era baja o nula. Además, en los años 70’s el auge de nuevas teorías
como el neomarxismo y el globalismo, promovidas por un contexto de distención y la
urgencia de los problemas económicos, sociales y ambientales, intentaban rebatir al realismo.
El realismo tenía que reinventarse, reestructurarse, con el fin de superar sus anomalías y
mantenerse en el debate teórico. Esta reestructuración la capitanea Kenneth Waltz con su
libro “Teoría de la Política Internacional”.
Kenneth Waltz afirma que el realismo clásico tiene razón en el hecho de que: 1) Los
Estados son los únicos actores del sistema internacional que vale la pena analizar, 2) Los
Estados son entes monolíticos y egoístas cuyos intereses son contrarios por naturaleza, y 3)
Que el interés de los Estados está definido – aunque por razones distintas a las que afirman
los clásicos – en términos de poder.
El problema con la teoría realista clásica es que falló en entender el porqué de estas tres
premisas. No se debe a la naturaleza del individuo una visión pesimista del ser humano, ni a
un deseo eterno de poder por parte de los Estados como un fin en sí mismo. Las teorías del
realismo clásico se concentraban en estudiar y entender las unidades del sistema (los
Estados), y las interacciones entre las unidades (las alianzas, los virajes, etc.), pero estas
variables sólo permiten crear una teoría de la política exterior.
Kenneth Waltz afirma que un sistema se compone 1) de sus unidades interactoras y 2) de
su estructura. La política internacional sólo puede ser entendida si se toman en cuenta los
principios sistémicos que constriñen a las unidades y sus interacciones. Una analogía clara
es la de una mesa de billar: las bolas de billar son las unidades y la mesa son los principios
sistémicos. De la misma manera que las bolas de billar chocan entre ellas constantemente
siempre dentro de la mesa de billar, los Estados interactúan constantemente de acuerdo a sus
intereses pero constreñidos por los principios sistémicos. Sería imposible entender como una
bola de billar se mueve si no sabemos que la mesa existe. Es igual de imposible entender el
comportamiento de los Estados sin tomar en cuenta el sistema en el que se encuentran.
El sistema no está determinado por las unidades per se: su capacidad militar, económica,
diplomática, o por las interacciones entre las mismas; sus alianzas o virajes, está determinado
por la posición que ocupan las unidades, una respecto a las otras. Tal como afirma Kenneth
Waltz, el concepto de estructura se basa en el hecho de que las unidades juxtapuestas y
combinadas de manera distinta se comportarán diferente, y los resultados de sus acciones
serán otros.
El accionar de una potencia o de un pequeño Estado en un sistema de balanza de poder
será completamente distinto a su comportamiento en un sistema bipolar y las mismas
acciones en sistemas distintos, darán resultados distintos.
Para determinar un sistema político se requiere tomar en cuenta tres variables principales:
1. Los principios ordenadores del sistema.
2. Las funciones adjudicadas formal o informalmente a las unidades.
3. Las capacidades de las unidades para cumplir funciones similares.
En el sistema internacional el principio ordenador es la anarquía. No existen funciones
adjudicadas a los Estados y por lo tanto sólo las capacidades pueden determinar el sistema
internacional. Mientras que en la política interna existe jerarquía y orden, la política
internacional tiene que recurrir a la coordinación. Formalmente todos los Estados son iguales,
el sistema es descentralizado, su principio es la anarquía. Como Kenneth Waltz lo establece,
es la ausencia del gobierno, las relaciones de subordinación y superioridad formal nunca se
desarrollan.
En este sistema descentralizado y anárquico donde todo se permite, hay que asumir que
la motivación principal del Estado es la supervivencia, más allá de allí los intereses podrán
variar, pero la seguridad y la supervivencia son un pre-requisito para cualquier otro interés.
La supervivencia sólo puede ser un objetivo donde ésta no esté asegurada, como es el caso
de los sistemas anárquicos.
En la política interna, la diferencia de jerarquía requiere que cada una de las unidades
tenga funciones específicas y diferenciadas, los Estados al ser formalmente iguales tampoco
están diferenciados por sus funciones. Si en el sistema internacional el principio es la
anarquía, la cual nunca desaparece, y no existen funciones específicas para las unidades, la
única variable que puede cambiar el sistema son: la distribución de capacidades para cumplir
funciones similares. Los Estados no pueden ser distinguidos por otro medio que no sea sus
capacidades para crecer económicamente, para defender sus fronteras, para atacar a un
enemigo, para influenciar a sus iguales, etc. La menor o mayor capacidad para ejecutar tareas
similares es el principal y único medio que tenemos para diferenciar a los Estados y para
determinar quiénes y cuantas son las unidades principales del sistema.
Una pregunta importante que hay que hacerse es ¿por qué las organizaciones
internacionales no se toman como actores en sí mismos? Bueno, Kenneth Waltz afirma que
las organizaciones internacionales obtienen sus capacidades de los Estados que la forman,
por lo tanto, ninguna organización internacional actuará sin la complacencia y el apoyo de
las unidades principales del sistema. Es insignificante tratarlas como unidades propias
cuando sólo obedecen a los intereses de las verdaderas unidades principales que son los
Estados.
¿Y las empresas trasnacionales? ¿Por qué no se toman como actores? A diferencia de las
organizaciones internacionales, las empresas trasnacionales son actores que no dependen
necesariamente de la voluntad de sus Estados para funcionar y tienen intereses separados de
los mismos, además, se han dado casos de trasnacionales que han logrado influenciar el
accionar de pequeños Estados incluso en contra de sus intereses. Pero la palabra clave es:
pequeños Estados.
Waltz nos recuerda que un sistema se conforma y se estudia a través de sus unidades
principales, no de sus unidades marginales. La capacidad de cualquier potencia excede de
manera exponencial a las capacidades de la más grande compañía trasnacional, por lo tanto,
en términos relativos, las trasnacionales son actores marginales. Además, es necesario tomar
en cuenta que para entender el sistema se tiene que tener no sólo a las unidades más
poderosas, sino también las más tendientes a sobrevivir.
Es mucho más probable que Brasil siga existiendo en 100 años a que siga existiendo una
compañía como Exon.

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