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Las crisis financieras y ambientales que en los últimos años han sacudido e impactado
en los países del mundo permiten afirmar que la economía mundial necesita
implementar estrategias de extracción, producción, transformación y comercialización
que resulten más amigables con el entorno ambiental.
Esto ha llevado a la aparición del enfoque de economía verde, como aquel que busca
mejorar el bienestar humano y la equidad social, reduciendo significativamente los
riesgos ambientales y los desequilibrios ecológicos. En otras palabras, es una economía
que busca reducir las emisiones de anhídrido carbónico; hacer un uso más eficiente y
responsable de los recursos naturales, incluyendo los bosques y árboles; siendo a la vez
socialmente inclusiva y generadora de empleos verdes.
En este contexto, hay que insistir en la importancia de una gestión sostenible de los
bosques nativos y de las plantaciones forestales; sumadas al cuidado de los árboles
urbanos, por su valor y beneficios directos e indirectos en la producción agropecuaria,
en la mitigación de los efectos del calentamiento global, en el bienestar animal y
cuidado de la biodiversidad.
En enero de este año el promedio era de 465 ha por día, mientras que en setiembre
alcanzó la tasa media de 1208 ha por día. En este caso, sería interesante preguntar y
saber ¿cuál es el costo para el ambiente de este tipo de acciones, en términos de pérdida
del hábitat de especies; liberación de gases de efecto invernadero; de fertilidad del
suelo; de contaminación y otros?
INFORME DE LA FAO
En un informe titulado “La situación de los bosques del mundo 2012” (SOFO 2012, por
sus siglas en inglés), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO) afirma que “una mejor y más sostenible utilización de los recursos
forestales puede contribuir significativamente a superar muchos de los grandes retos de
la población: reducir la pobreza y el hambre; minimizar los impactos del cambio
climático; y crear fuentes alternativas y más sostenibles de productos biológicos, como
bioenergía para uso humano”.
CONCLUSIÓN