Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Las comunidades intermedias son aquellas comunidades que situamos entre las
personas singulares (individuos) y la organización del Estado. Son los representantes básicos
para la constitución de una auténtica sociedad civil, y son la expresión clara de su ya mencionada
subjetividad social.
En efecto, las personas singulares son, al mismo tiempo, integrantes de una sociedad
políticamente organizada, y a la vez integrantes de una o varias comunidades intermedias.
Según Domenec Mele, las distintas necesidades de la vida humana llevan a los individuos
a organizarse
- en grupos y asociaciones de diversa naturaleza,
- que se definen por su fin,
- y conforme a ello, adquieren diversos modos.
Cada comunidad tiene, así, un fin común específico, basado en la definición y búsqueda de
un bien común, su bien común específico. Pero el fin de toda institución social es en definitiva
la persona (en su naturaleza relacional). Ése es el punto de partida de toda institución o
comunidad: la primacía social de la persona
1
todos los sentimientos del mismo orden, cuya asociación constituye precisamente la familia y el
Estado”.
En consecuencia: Si bajo el término Estado concebimos las diversas formas que esta
institución haya podido tomar en las muy diversas sociedades humanas, pero siempre
entendiendo con ello una institución con una estructuración determinada, que concentra en sí
la legitimidad para organizar la sociedad y orientarla a sus fines propios, podemos afirmar
entonces que tanto la familia como el Estado son las sociedades que podemos considerar
primariamente de índole natural, teniendo en cuenta, además, que lo natural, para el hombre,
incluye ya su racionalidad y su libertad.
1. La familia
La familia es la primera comunidad natural, y entra, además, con ello, en el rango de las
comunidades intermedias, en el sentido de mediar entre el individuo y la organización del
Estado. Es el elemento natural y fundamental de la sociedad en cuanto sociedad. Es el lugar en
el que se aprenden y ejercitan los derechos y libertades fundamentales, y donde se aprenden y
ejercitan los deberes.
La familia no se diseña a sí misma y tiene, como comunidad natural que es, unas exigencias
jurídicas propias, que actúan a su vez de límites sobre lo que se pueda regular sobre ella.
La familia tiene así una base matrimonial, con relevancia en la condición personal de los
individuos que la componen, comenzando por los progenitores y su relación específica y
duradera, que conduce a la progenie (los hijos) y a la estabilidad necesaria para su educación y
desarrollo, así como la maduración de su personalidad.
Pues bien, para fundamentar realmente todo lo que sigue, vamos a hacer una reflexión
más profunda sobre el concepto que fundamenta la noci+on misma de familia: la naturaleza
humana.
2
En el elemento propiamente de naturaleza, en el sentido de lo dado, lo permanente, lo
constituye su modo de ser intrínseco, invariable, se consideraban en el ser humano ya dos
aspectos fundamentales: La naturaleza en cuanto inmediata, que compartimos con los restantes
animales y seres vivos, y la naturaleza específicamente humana, que se muestra en la
racionalidad (orientada a la verdad por medio del conocimiento) y libertad (orientada al bien
por medio de la voluntad).
Pero el ser humano tiene en su modo de ser, además el aspecto de cultura, en el sentido de
que toda la vida del hombre se desarrolla – debido a su racionalidad y libertad, que le
corresponden de forma natural – en una reinterpretación de la dimensión de naturaleza,
conforme la temporalidad e historicidad que le son propias, temporalidad e historicad que
articula, precisamente, gracias a su racionalidad y libertad.
Pues bien, derivado de su propia naturaleza en sentido amplio, recordamos algo que ya
vimos anteriormente: el ser humano, antes que bueno o malo, es libre (a). Pero hay otro aspecto
también fundamental: antes que hombre o mujer, es persona. (b).
3
b) Antes que hombre o mujer, el ser humano es persona:
El ser humano es un ser intrínsecamente relacional. (Eso significa ser persona). Ya en su
naturaleza inmediata necesita del contexto y de la sociedad, de sus semejantes para crecer y
desarrollarse: sobrevivir, aprender un lenguaje, a socializar y a trabajar, aprender de un modo
colaborativo y enseñar a los otros.
Su proceso de enriquecimiento va ligado a su conexión con los demás, y a organizarse como
sociedad conforme a valores comunes.
- Es en la relación con los demás donde humaniza sus inclinaciones naturales o primarias,
donde humaniza su naturaleza inmediata, sin renunciar a ella. No se alimenta, sino que cocina
y hace de ello un acto social; no se limita a procrear, sino que establece en todo ello una relación
con la otra persona de carácter único; no solo intenta refugio físico y temporal contra las
adversidades, sino que liga su proceso de crecimiento y estabilidad emocional al entorno seguro
de la familia, etc.
- Aquí encuentra su sentido la expresión: dignidad humana. En relación, en sociedad, la
persona humana encuentra las condiciones para el desarrollo de su racionalidad, libertad y
conciencia moral. Allí encuentra el hecho de que es sujeto de derechos y deberes. Al igual que
cualquier otro ser humano, independientemente de sus circunstancias.
- La dignidad humana se posee de un modo intrínseco, pero se experimenta en la relación
con el otro.
- La dignidad necesita de un espejo, del espejo del otro. Por ello, la dignidad implica su
reconocimiento, incluso para que exista de hecho, de una manera concreta. Debe ser
reconocida. También social y jurídicamente. Es reconocida en la relación con el otro.
Lo mismo pasa con la libertad: nuestra condición de seres libres pasa por el reconocimiento
de nuestra libertad por el otro (y viceversa). Al reconocer la libertad en el otro, la respetamos y
la defendemos. Tal reconocimiento implica la negación de cualquier relación de dominio – de
cualquier tipo - sobre cualquier otro ser humano.
Esto no niega la necesidad de organización social, y el respeto a las diferentes funciones
de cada miembro de la sociedad.
Pues bien, una vez estipulado claramente la condición de persona, volvemos a su concreción
a partir de la dimensión de la naturaleza humana en cuanto naturaleza inmediata: de ahí se
infiere la cualidad sexuada del ser humano, es decir, en cuanto hombre o mujer.
Recordamos aquí que, debido a esa su naturaleza inmediata, el ser humano participa de una
serie de inclinaciones constituyentes de todo ser vivo (aquí colocamos nuevamente las
cuestiones sobre la ley natural, y a Tomás de Aquino, que volveremos a ver más abajo):
a) a la conservación de la vida (seres sustanciales)
b) a la reproducción de la vida y conservación de la especie (seres vivos)
c) ya solo en el caso del hombre (seres racionales): al conocimiento, a la vida en sociedad
y a la búsqueda de la verdad.
Pues bien, la naturaleza sexuada del ser humano tiene que ver directamente con la
reproducción, como en cualquier ser vivo.
- Pero la reproducción, en el ser humano, que es un ser personal y libre, implica su
humanización, y por tanto, toda una dialéctica de la relación.
- En ese tipo de relación se encuentra ahí lo más preciado a las relaciones humanas más
íntimas: la generación de la vida.
La naturaleza sexuada se hace cargo de algo indisponible: la vida humana, la generación de
un nuevo sujeto de racionalidad, libertad y dignidad, de una persona.
La naturaleza de las relaciones humanas que a partir de ese hecho se originan, configuran el
fundamento de la sociedad, en concreto, la familia.
4
Y la interpretación o humanización de la naturaleza sexuada en relación a las
configuraciones diversas de la sociedad, debe adaptarse también a este hecho.
Según Caffarra, la familia se refiere a “la realidad del propio ser puesto en relación en cuanto
hombre o mujer, y en cuanto llamado al don de la vida hacia otras personas humanas”.
Encontramos en esta definición cuatro aspectos ligados al carácter personal del ser humano:
1. la relación misma (o reciprocidad)
2. la sexualidad (hombre-mujer)
3. la capacidad generativa, derivada de la sexualidad (nuevas personas humanas)
4. el don, la donación de la persona hacia el otro.
La esencia de la familia está constituida por estas (inicialmente, dos) relaciones fundamentales:
1. la relación matrimonial o de la pareja,
2. y la relación parental, o de los padres con los hijos.
Pero aquí se constituye una tercera relación:
3. la de la relación matrimonial con la relación parental, una relación de derecho,
inseparable entre las dos relaciones. Según Caffarra, la familia no es la suma de ambas,
mera yuxtaposición, sino la com-posición de las dos primeras, para constituirse
plenamente en la tercera relación.
1. La familia tiene su propio bien común, al ser una comunidad social con una estructura
propia. Ese bien común es el bien de los cónyuges –unidad y complementariedad- que
se convierte en el bien de sus hijos.
2. No cualquier forma de relación puede exigir equipararse a la relación familiar, sino
aquella en la cual se encuentran los dos elementos constitutivos, constituyendo además
ese tercero.
De la relación matrimonial se deriva entonces la relación parental, que cuenta así con dos
aspectos:
- La procreación (en un clima de auto donación personal). Los hijos son personas, algo de
valor en sí mismo, y no son objeto ni de dominio ni de derecho.
- La educación de los hijos. Respecto a la educación de los hijos, en el marco de la relación
interpersonal entre padres e hijos: “la persona entra en el mundo a través de la familia.
(…) la persona se despierta, por decirlo así, en su espíritu
a través del aprendizaje de la realidad (en la familia), la intuición de aquello que es. El
primer acto del espíritu no es una pregunta: es una constatación (la presencia de ser en
la familia)”
5
Estos dos aspectos confluyen en el tercer aspecto que une la procreación con la protección y
educación, para constituir la esencia relacional de la propia de la familia.
Bajo esta luz deben ser entendidas algunas cuestiones actuales que mezclan varias
problemáticas, como por ejemplo, la legítima lucha por la igualdad de derechos de la mujer y su
reconocimiento; o la toma de conciencia de una función social de la mujer que sobrepasa la
tradicional función en el hogar, y que es probablemente uno de los mayores cambios que la
sociedad está experimentando; o, desde luego, las consecuencias que todo ello puede suponer
en el tradicional funcionamiento de la dinámica familiar, y las dinámicas relacionadas con el
trabajo (las cuestiones de conciliación, educación, etc.).
La cuestión es equilibrar el aspecto natural y el aspecto cultural del ser humano en relación
a su naturaleza sexuada, también en su reinterpretación dinámica de la esencia de la familia, de
modo que sepa preservar lo permanente, a la vez que irse adaptando a lo dinámico y
legítimamente variable.
6
esencia natural del ser humano, cuestionando así también, de un modo igualmente substancial,
la esencia natural de la propia familia.
Ahora bien, una cosa es cierta: cuando hablamos de género, no hablamos solamente de la
cualidad sexuada del ser humano, sino hablamos de la dimensión cultural asociada a la condición
sexuada del ser humano (sin excluirla!). El género se deriva, por tanto, como todo lo humano,
de su propia naturaleza humana, que no puede olvidar la dimensión inmediata. En la
consideración cultural del género, adquieren importancia todos esos aspectos que la civilización
ha podido ir ganando a través de los tiempos en relación a una mayor comprensión de la persona
humana en relación a su propia cualidad sexuada, pero sin olvidar ese fundamento de naturaleza
inmediata.
La naturaleza sexuada del ser humano tiene como fin el aspecto natural de conservación de
la vida, preservación de la especie, y realización del ser humano en plenitud.
En definitiva y en resumen: la diferencia en la naturaleza sexuada del ser humano no es
cultural. Otra cosa, es la interpretación de la diferencia, conforme las condiciones culturales van
cambiando, e integrándola en el contexto de una mayor comprensión de lo humano general, de
la persona.
Entramos en la cuestión de la preservación del matrimonio por parte del Estado. Para ello,
aunque estamos tratando aquí de las comunidades intermedias, volvemos a recordar lo visto
anteriormente en relación a la inversión entre lo público y lo privado que se estaba produciendo
7
en el seno de sociedades del bienestar en crisis, y abordamos ahora situaciones en las cuales el
Estado podría llegar a estar de hecho ejerciendo una intromisión en lo privado.
Nos basamos en dos elementos ya vistos:
- La naturaleza humana en su sentido amplio (natural y cultural, pero haciendo hincapié
en que no podemos olvidar la naturaleza en su sentido inmediato, lo que en general no
se pone suficientemente de relieve);
- el papel del Estado en la protección del bien común.
La familia es un bien público, con derechos que deben ser protegidos por el Estado. La familia
es el fundamento de lo social. Entronca con aspectos privados que, sin embargo, tienen una
dimensión pública y social fundamental:
2.1 La escuela
8
La escuela es también la transmisora del legado de conocimientos necesarios para afrontar
los retos de cada generación, y entender el mundo en sus diversísimas facetas.
La escuela ayuda
- a socializar a la persona humana
- en todas las fases de maduración hasta llegar a la edad adulta,
- apoyando sus diferentes momentos de evolución
- y enseñando las virtudes y hábitos necesarios para
- ejercitar su sociabilidad y los conocimientos adquiridos.
Otros aspectos:
- obligatoriedad de la educación impartida en la escuela (garantizada por la sociedad,
por lo menos hasta un determinado ciclo, generalmente la secundaria)
“La escuela, desde la segunda mitad del siglo XX, se convirtió en el mecanismo
socialmente compartido para que ningún impedimento distinto al talento y al esfuerzo de los
individuos determinase las posibilidades de ascenso social.”
- libertad de los padres sobre la educación ue escogen para sus hijos:
“El derecho nuclear de la libertad de enseñanza es el de escoger el tipo o modelo de
educación que se desee. Es la afirmación más genuina que la caracteriza y tipifica. Los otros
derechos sobre la libertad de enseñanza implican aspectos o son derivados de este nuclear”.
“Los padres de familia tienen derecho a escoger el tipo de educación de sus hijos no solo por
razón de creencias religiosas o morales sino también de sus convicciones filosóficas, de sus
preferencias pedagógicas, de la titularidad del centro, del profesorado, de la seriedad,
organización, eficiencia y confianza que le ofrezca cada uno, etc.”
John Stuart Mill: “No hay objeciones (…) al estado para que la educación de los niños sea
obligatoria. Pero sí las hay para que el estado proporcione educación de manera dirigida”
Otra vez: la sociedad civil debe tomar iniciativa en la prosecución de estos objetivos: asociaciones
de padres, etc..
2.2. La universidad
9
universidad, apertura de tiempo histórico: todo ello es congruente y solidario, se despliega en
un esfuerzo recíproco, en un crecimiento aunado, y se estropea del mismo modo. [...] Por eso,
una Universidad segmentada, sin unidad [...] en lugar de expansionar su cultura,
la angosta, e ignora la universalidad y el diálogo, lo recluye a afinidades someras".
Según Sellés, existen lo que llama “agentes de cambio”, que entiende de una manera muy
particular las comunidades intermedias. La universidad es un sistema libre, y está en función del
cambio, a mejor. El cambio a mejor comporta novedad, aunque no todo cambio la conlleve,
pues se puede cambiar para adoptar formas ya establecidas, probadas e incluso obsoletas. Por
eso la universidad es tan importante, porque es un motor importante del cambio. El agente más
radical del cambio social es la familia, porque en ella se generan las mayores y superiores
novedades posibles: las nuevas personas. La empresa también genera novedades: nuevos
productos culturales, que son mejores en la medida en que mejor sirven al bien común. A medio
camino entre ambas están las novedades que origina la universidad, porque entre las realidades
personales eternizables y los productos culturales caducos, median las verdades inmateriales y
permanentes.
Sellés afirma que "la decadencia o prosperidad universitarias no se miden por los bienes
materiales de que dispone un centro universitario. Tampoco por la cantidad de profesores,
alumnos, facultades, u otras personas que en ella trabajan, sino por el nivel de verdad que en
ellas se descubre y el consecuente crecimiento en virtud humana y optimización personal de sus
componentes. Si los miembros de una universidad no fuesen susceptibles de mejorar, la ética
estaría de más en la universidad. Si no fuesen capaces de personalizarse, la antropología
sobraría. Pero como tanto en lo humano como en lo personal el hombre está diseñado para
crecer, esas materias son un requisito imprescindible. disciplinas".
La “tercera misión” de la Universidad: “La universidad tiene una función social y cultural;
desde ella se puede contribuir a elevar el grado de cultura cívica, incidiendo en aspectos
relativos a la convivencia y a la cohesión social. Esta denominada «tercera misión de la
universidad», referida a su compromiso social, se concreta en preparar a los universitarios tanto
para su incorporación al mundo del trabajo como para ejercer la ciudadanía activa. Formar
ciudadanos comprometidos en proyectos de ciudadanía activa —dispuestos a mejorar y
transformar la realidad social— supone dotarles de los valores democráticos necesarios y de las
competencias que la sociedad actual requiere””
("La competencia social y cívica en la Universidad. Un caso concreto." Elena Arbues; Concepción Naval; Rosario
Repáraz; Carolina Ugarte. Revista Panamericana de Pedagogía, n. 21 (2014), 37-73:
10
optimista, la responsabilidad —tanto social como política—, el respeto, la lealtad y la justicia».
[47]
“Ahora bien, alguien que quiere ser un buen ciudadano no sólo debe saber qué significa
serlo o estar dispuesto a serlo, sino también debe entrenarse en unas habilidades que
consoliden esas disposiciones. Esas habilidades son principalmente intelectuales y sociales. Las
habilidades intelectuales permiten conocer la necesidad de implicarse en la mejora social.
Destrezas tales como el pensamiento crítico, la capacidad de análisis y síntesis, de resolución de
problemas y la toma de decisiones, hacen posible la participación social. Por último, para
participar en la sociedad, se necesitan unas habilidades sociales, entre las que destacan las
habilidades de liderazgo, comunicación, negociación, iniciativa, trabajo en equipo y empatía,
entre otras. [47-48]
2.3. La empresa.
Una última comunidad intermedia que vamos a ver – de entre otras muchas que hay - es la
empresa, por su evidente función social.
Sellés hablaba de "los motores del cambio", en relación a la universidad, y extendiendo su
concepto a otras comunidades intermedias: La empresa también genera novedades: nuevos
productos culturales, que son mejores en la medida en que mejor sirven al bien común.
Esta referencia a los "motores del cambio" nos hace entrar de lleno en la empresa. Sellés la
califica como la dinamizadora de aquellos productos "culturales caducos", en el sentido amplio
- de productos que obedecen a las necesidades de cada cultura (en el sentido de
configuración humana concreta), y por tanto,
- priman los bienes y servicios que son necesarios en cada momento. Y no solamente
materiales, sino también sociales, puesto que es motor de la dinamización de la
sociedad y del trabajo, de la economía y de la capacidad innovadora del ser humano en
lo concreto.
11
- Digo "puede ser" porque también hay otros fines personales, como la autorrealización,
la contribución al bien común, etc. Ese es el fin del agente.
- Pero el fin propio de la acción emprendida es la producción de bienes o servicios, acción
mediante la cual el hombre logra su fin personal.
Cuando un grupo de hombres se organiza para lograr la producción de bienes y servicios nace la
empresa como sociedad intermedia.
El fin de la empresa, pues, no será el lucro sino la producción de bienes y servicios, como se
consigna en el objeto social de todo contrato constitutivo de una compañía".
En tanto que fin propio, "la producción de bienes y servicios es la forma específica en que la
empresa contribuye al bien común, entendido como "el conjunto de condiciones de la vida social
que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más
fácil de la propia perfección"
Si bien ésa es su forma específica de cooperar para construir el bien común, no es la única, pues
también
- crea puestos de trabajo en los cuales los hombres se desarrollan y perfeccionan,
- genera tecnología a través de la innovación,
- ayuda a sustentar al Estado mediante el pago de impuestos y contribuciones,
- solventa el sistema de seguridad social merced a las aportaciones que realiza, etc.
Ello significa que la dirección empresarial no debe limitarse a considerar criterios técnicos y
económicos en la toma de decisiones, sino también criterios humanos, sociales y éticos. No
obstante, lo económico es soporte del resto de los aspectos inherentes a una empresa".
12