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El cuadro de la izquierda fue pintado en el s.XIX, antes de la aparición de la cámara
fotográfica. La mayoría de cuadros de esa época representan a los caballos con las
cuatro patas en el aire, algo imposible. El perfeccionamiento de la cámara fotográfica
demostró (imagen de la derecha) que los caballos no dejan de pisar el suelo en ningún
momento. ¿Cómo pudieron los pintores del s. XIX “ver” un caballo con las 4 patas en el
aire?
El mito de la caverna es un diálogo escrito por Platón, en el que su maestro Sócrates y su hermano
Glaucón hablan sobre cómo afecta el conocimiento y la educación filosófica a la sociedad y los
individuos. En este diálogo, Sócrates pide a Glaucón que imagine a un grupo de prisioneros que se
encuentran encadenados desde su infancia detrás de un muro, dentro de una caverna. Allí, desde el
otro lado del muro, un fuego ilumina la caverna, y los prisioneros ven las sombras proyectadas por
objetos que se encuentran sobre este muro, los cuales son manipulados por otras personas que pasan
por detrás.
Finalmente, el hombre observa a las estrellas, a la luna y al sol. Sócrates sugiere que el hombre aquí
razona de forma tal que concibe a ese mundo exterior (mundo de las ideas), como un mundo superior.
El hombre, entonces, regresa para compartir esto con los prisioneros en la caverna, ya que siente que
debe ayudarles a ascender al mundo real. Cuando regresa a la caverna por los otros prisioneros, el
hombre no puede ver bien, porque se ha acostumbrado a la luz exterior. Los prisioneros piensan que el
viaje le ha perturbado y no desean acompañarle fuera. Platón, a través de Sócrates, afirma que estos
prisioneros harían lo posible por evitar dicha travesía, llegando a matar incluso a quien se atreviera a
intentar liberarlos.
Este fragmento de Platón tiene le sirve para explicar su concepción del ser humano (antropología), su
idea del ser y de la realidad (ontología) , su descripción del proceso por el conocemos las cosas (teoría
del conocimiento o epistemología) y su visión de la sociedad (política). Pero la parte que a nosotros nos
interesa ahora es la teoría del conocimiento y la ontología: qué es la realidad y cómo podemos
conocerla.
Desde este punto de vista, cada elemento de la alegoría representa un elemento del proceso de
conocimiento:
● Los seres humanos atados detrás del muro representan a las personas comunes y
corrientes, que conocen la realidad a través de sus sentidos principalmente y que se dejan
guiar por las opiniones.
● El prisionero que se libera representa al filósofo: la persona que, no sin esfuerzo, se libera
de las convenciones (de la visión oficial o hegemónica de la realidad) y se aventura a
conocer por sí mismo.
● Los objetos dentro de la caverna (incluyendo el fuego y los prisioneros) no son la verdadera
realidad, sino tan solo representaciones deformadas o imperfectas de esta. Se
corresponden con las creencias u opiniones.
● La ascensión del prisionero representa su liberación de las convenciones y su acceso
gradual a la verdad.
● El exterior de la caverna se correspondería con la verdadera realidad -lo que Platón va a
llamar Mundo de las Ideas-. En ese exterior se encuentran los verdaderos objetos -la
verdad- de la que los objetos del interior de la caverna no son más que COPIAS
imperfectas.
● La caverna o mundo sensible. Comprende todo el conocimiento adquirido a través de los
sentidos y es, en esencia, falso o al menos engañoso. No podemos fiarnos de lo que
aprendemos solo por esta vía, ya que cambia y puede llevarnos a error fácilmente. Este
sería el tipo de conocimiento hegemónico o mayoritario.
● El exterior o mundo inteligible o mundo de las ideas. Comprende el conocimiento
alcanzado a través de la razón. Se trata de ideas, que son el origen real de los objetos que
conocemos a través de los sentidos. Por ejemplo, existiría la idea de mesa, una mesa ideal,
y luego existirían todas las mesas concretas que hay en el mundo, y que no son más que
una COPIA de esa idea de mesa. Las ideas serían, pues, conceptos o definiciones perfectas.
Abū l-WalīdʾAḥmad ibn Muḥammad ibn Rušd; Córdoba, Al-Ándalus, España, Imperio
almohade, 14 de abril de 1126–Marrakech, Imperio almohade, 17 de diciembre de 1198) fue
un filósofo y médico andalusí de origen bereber, maestro de filosofía y leyes islámicas,
matemáticas, astronomía y medicina (fuente: Wikipedia)
3.3.- Verdad como coherencia, la verdad en las ciencias formales y la lógica
Es el tipo de verdad propio de las matemáticas y la lógica y se refiere a objetos abstractos creados por la
mente humana -las ideas- y no tanto a la naturaleza. De esta manera, se considera que una proposición o
una afirmación es verdadera si no entra en contradicción con el resto de afirmaciones verdaderas dentro
de un marco teórico concreto.
Por ejemplo: la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos. Esta afirmación es verdadera no
tanto porque se pueda comprobar de manera empírica que es así, sino porque no entra en contradicción
con el resto de afirmaciones de la geometría euclidiana.
3.4.- Verdad como correspondencia, la versión más extendida actualmente
La verdad consiste en que la representación mental de los objetos o hechos se corresponde de manera
precisa con los objetos o hechos de la naturaleza. Es decir, que existe una correspondencia entre lo que
percibimos y lo percibido. No obstante, esta idea, pese a que está muy extendida, no es del todo correcta,
ya que muchos autores -tanto desde la filosofía como desde la psicología cognitiva- han demostrado que
el ser humano no es un receptor pasivo de la información del exterior, sino que siempre CONSTRUYE el
conocimiento a partir de ese “material” que serían los datos de los sentidos. El ser humano viene
Esquema para ordenar la “carga” (humana) en un barco esclavista inglés del año 1788. El
comercio trasatlántico de esclavos requería de importantes flujos de capital y de una
organización compleja.
b) El positivismo
Es una versión extrema de la confianza del empirismo en la realidad sensorial. Se desarrolla a partir del
s.XIX, en pleno auge del capitalismo industrial inglés, y coincide con la influencia cada vez mayor de la
ciencia y la tecnología como modelo de conocimiento. Toman como referencia la física, de la que
destacan 2 características:
● Puede expresarse en un lenguaje matemático y, por lo tanto, exacto.
● Ha demostrado su capacidad de dominar la Naturaleza a través de las aplicaciones
tecnológicas -fundamentalmente en la industria-
Para los positivistas del s.XIX cualquier tipo de reflexión filosófica que no siguiera este patrón se
consideraba como no válida y resulta evidente la vinculación entre los intereses del capitalismo industrial,
el liberalismo político y el positivismo filosófico, que conforman un paradigma de pensamiento que va a
ser hegemónico durante el s.XIX y una parte importante del s.XX.
La idea de colocar todo el peso del entendimiento sobre “los datos concretos” y explicar la construcción
del conocimiento y de la ciencia sobre ellos presenta varios problemas. Para empezar, aquello que
percibimos de manera inmediata -lo que vemos, oímos o sentimos- no es necesariamente algo concreto.
El propósito de esta argumentación no es llegar a un escepticismo radical y convencernos de que no
existe la verdad, sino llevar hasta el límite la pregunta sobre el conocimiento. Lo que Descartes se está
preguntando con estas reflexiones es ¿existe el conocimiento? ¿existe algún tipo de conocimiento que
sea real, genuino y, por tanto, indudable?
Por un lado, Descartes termina por considerar que podemos dudar de todo, salvo de la existencia de Dios.
La existencia de Dios sería la que, en última instancia, garantizaría la posibilidad de que existieran
verdades ciertas, indudables. Una vez admitida esta posibilidad, Descartes va a intentar desarrollar un
método de razonamiento por el que, partiendo de verdades evidentes -es decir, indudables- podamos
llegar a otras verdades también indudables. Para ello habría que seguir estas cuatro reglas sencillas:
1.- Evidencia: el razonamiento debe partir siempre de una EVIDENCIA, algo que no genere ninguna duda
al pensamiento.
2.- Análisis: todo problema debe ser reducido previamente a sus partes más simples para entenderlo
correctamente.
- El derecho: la justicia en las sociedades capitalistas no castiga necesariamente más los
comportamientos más injustos o más lesivos para la sociedad, sino que sigue un criterio DE CLASE y
ECONÓMICO. Los peores delitos son casi siempre los relacionados con la propiedad privada o los
relacionados con la seguridad y el bienestar de las clases dominantes, mientras que los atentados contra
la propiedad o la vida de las personas más pobres se juzgan siempre con menos dureza.
- La religión: para Marx la religión -cualquier religión, pero la religión cristiana en particular- era algo
negativo en tanto que justificaba el estado de las cosas, el reparto injusto de la riqueza. Además, el
cristianismo invitaba a no rebelarse ante las injusticias presentes, ya que la buena conducta sería
recompensada en el más allá. Marx, no obstante, también entendió el valor positivo de la religión en un
contexto de explotación extrema de una parte de la humanidad y la llamó “el opio del pueblo”. El opio
en la época de Marx no era todavía considerado como una droga, sino más bien como un calmante: quiere
decir que Marx consideraba la religión no solamente como una “falsa conciencia” de la realidad, una
imagen distorsionada, sino que cumplía también la función de aliviar las vidas miserables de una parte
importante de la población.
- La cultura (el arte la literatura, el teatro, la poesía, etc.) Están pensados por y para la clase burguesa.
Dado que la clase trabajadora ni la gente con menos recursos podía participar en la elaboración de
productos artísticos (no tenían la formación suficiente) ni tampoco en su disfrute (no tenían dinero para
acceder a los productos culturales), al final todos los contenidos artísticos (novelas, obras de teatro,
pinturas) reflejaban la visión del mundo de la clase dominante. El relato que elaboraba la cultura era uno
creado por la clase dominante y destinado a ser asumido por todos y todas. Es decir: reflejaban una falsa
Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se
extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas
y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les
impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el
fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un
tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales
exhiben aquellos sus maravillas.
- Ya lo veo-dijo.
- Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos, cuya
altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda
clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén
callados.
- Iguales que nosotros-dije-, porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí
mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está
frente a ellos?
- ¿Cómo--dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?
- Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras
que veían pasar ante ellos?
- Forzosamente.
- Entonces no hay duda-dije yo-de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de
los objetos fabricados.
- Es enteramente forzoso-dijo.
- Mucho más-dijo.
II. -Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía,
volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría qué éstos, son realmente más
claros que los que le muestra .?
- Así es -dijo.
- Y si se lo llevaran de allí a la fuerza--dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no le
dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y llevaría a mal el ser
arrastrado, y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni una
sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?
- ¿Cómo no?
- Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él,
sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que. él estaría en condiciones de mirar y
contemplar.
- Necesariamente -dijo.
- Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y
gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos
veían.
- Efectivamente.
- Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a
aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles
de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de
- Eso es lo que creo yo -dijo -: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida.
- Ciertamente -dijo.
- Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados,
opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad -y
no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no se diría de él que,
por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar una
semejante ascensión? ¿Y no matarían; si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara
desatarles y hacerles subir?.
III. -Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho antes;
hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda-prisión, y la luz del fuego que hay
en ella, con el poder del. sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de
éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la. región inteligible no errarás con respecto a mi
vislumbre, que es lo que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin,
he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del
bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas
las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es
ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera
proceder sabiamente en su vida privada o pública.
Según la versión de la República de J.M. Pabón y M. Fernández Galiano, Instituto de Estudios Políticos,
Madrid, 1981 (3ª edición)
Caverna
Sombras
¿Qué es la ignorancia?