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La Historia de la SBS
ALGUNOS ANTECEDENTES
A fines de 1875, se dictó otro Decreto, entre cuyas condiciones figuraba la creación de un
Banco Central, constituyendo un intento precursor de un Banco Emisor único, disposición
que también trató sobre la vigilancia de las operaciones bancarias y cuyos efectos se vieron
frustrados a la expiración del mandato presidencial de don Manuel Pardo. Durante el perío-
do de la Guerra del Pacífico no advertimos la aparición de normas legales relacionadas con
el sistema de supervisión de las entidades bancarias. Posteriormente, en 1902, se promulgó
el nuevo Código de Comercio, en el cual se contempla un título relativo a los Bancos de
Emisión y Descuento, que contiene algunos dispositivos de regulación bancaria. Con fecha 2
de mayo de 1921, se dictó un Decreto autorizando al Poder Ejecutivo para adoptar medidas
extraordinarias a fin de impedir el alza de los precios, incluyéndose normas relacionadas
con los bancos, disponiendo que deberían mantener su capital y depósitos invertidos per-
manentemente en el País y que el Inspector Fiscal de Bancos desempeñaba la función de
control de los mismos.
En esa forma, un tanto imprecisa si se quiere, nació la Inspección Fiscal de Bancos (precur-
sora de la actual Superintendencia), sin definir claramente sus atribuciones, encargándole
posteriormente la vigilancia sobre las compañías de seguros, urbanizadoras y Registro Fiscal
de Ventas a Plazos. El Inspector Fiscal no fue investido de autoridad suficiente para ejercer
dicha vigilancia, pues tan solo podía recomendar o “sugerir” que se corrigiera errores o
infracciones, lo que denotaba una falta de autoridad en esta materia y la falta de decisión el
gobierno para adoptar un control efectivo.
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LA MISIÓN KEMMERER
P osteriormente, y por muy breve lapso, se creó una dependencia bajo el nombre de Super-
intendencia de Bancos a cargo del señor José Carlos Bernales que tuvo una efímera y poco
trascendente actuación.
Así llegamos al año 1930 en que la grave crisis mundial, tuvo una fuerte repercusión en la eco-
nomía del país y de manera particular, en el campo bancario. El segundo banco de importancia
en esa época, o sea el Banco del Perú y Londres, entró en estado de liquidación por cesación de
pagos, con serio perjuicio del público depositante. Es entonces que se contrato una Misión de
Consejeros y Financieros a la que se le denominó la “Misión Kemmerer”, (que ya había trabaja-
do en Bolivia, Chile, Ecuador, Colombia y Venezuela), que luego de un diagnóstico formuló los
proyectos respectivos que en el año 1931 fueron aprobados por el Gobierno y convertidos en
Ley. Uno se refería a la Ley Monetaria; otro, la reestructuración del Banco de Reserva dándole
la denominación de Banco Central de Reserva del Perú; y el tercero, llamado Ley de Bancos,
que en su Capítulo Primero, norma la creación de la Superintendencia de Bancos, detallando su
organización, atribuciones, funciones, responsabilidades y reglas de supervigilancia y control en
forma técnica y orgánica, de acuerdo a estándares internacionales de la época.
“El banquero que maneja sus operaciones de manera segura y siguiendo normas que
aconsejan los principios bancarios, no tendrán objeción que hacer a las leyes que definen
y regulan los negocios de los bancos. Todo lo contrario, las recibirá con agrado, desde que
tales leyes impedirán la ruinosa competencia de parte de otros bancos que no actúen
dentro de los sanos principios con que él maneja el suyo. La disminución de las quiebras
de bancos tenderá además a impedir el pánico entre los depositantes de bancos”
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“El proyecto de ley no pretende abarcar todos los detalles posibles de las operaciones ban-
carias y de control. Existen cambios continuos en las condiciones generales, siendo por lo
tanto necesario modificar las prácticas bancarias, amoldándolas a dichos cambios. Por estas
razones, sólo se ha fijado reglas generales, dejando al Superintendente de Bancos la deter-
minación de los detalles por medio de reglamentaciones administrativas”.
“Probablemente la tarea más difícil del Poder Ejecutivo en lo que respecta a la organización
de la Superintendencia de Bancos, será la de encontrar la persona apropiada para el cargo
de Superintendente de Bancos. Dicho funcionario está investido de poderes muy amplios, y
asume el peso de graves responsabilidades. Debe ser, por lo tanto, una persona que reúna
amplios conocimientos bancarios, experiencia, firmeza, discernimiento, tacto y honradez
acrisolada. La persona que ocupe dicho puesto debe considerar su ejercicio como un sa-
crificio personal. El hombre que posea las cualidades expresadas no debe estar en solicitud
de puesto sino que debe estar, ordinariamente, en posesión de una renta superior a la del
cargo que se le ofrece. Debe ser una persona que al aceptar el cargo sólo tenga en mira el
interés público.
“Desde que el negocio de los bancos se efectúa principalmente, con el dinero que se les
confía en forma de depósitos del público, es muy razonable que los dueños del banco, o sean
los accionistas, aporten una inversión en capital suficiente para dar la debida protección a
los depositantes. Si como resultado de una mala administración de parte de los directores y
dependientes del banco que son los representantes escogidos directa o indirectamente por
los accionistas, el banco sufre pérdidas, es justo que dichas pérdidas recaigan principalmente
sobre los accionistas, quienes son los responsables. Los accionistas de un banco tienen, ge-
neralmente, fé en aquéllos a quienes escogen para representarlos en la administración; con
todo, dicha fé , no los releva de su responsabilidad para seleccionar representantes capaces
y honrados y para cuidar que dichos representantes desempeñen debidamente sus cargos”
“La mayor parte del fracaso de los bancos se debe a préstamos excesivos hechos a una sola
persona, o a un grupo pequeño de personas. Si se restringe el total de préstamos a una
sola persona o entidad permitiéndolos solamente en una proporción razonable al capital y
reservas del banco, pueden uno o varios de dichos prestatarios ser declarados insolventes,
sin que esto obligue al banco a ir a liquidación, o haga peligrar los depósitos que le han sido
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La Historia de la SBS
confiados. Los préstamos sobre bienes inmuebles deben ser restringidos tanto en su monto
como en su naturaleza a fin de que los depositantes en un banco comercial, que en su mayo-
ría son hombres de negocios, y otros que necesitan su dinero para las necesidades del día, no
se encuentren ante una porción indebida del activo del banco representada por préstamos
para cuya liquidación se requiere cierto número de años.”
“Las quiebras de bancos se deben con frecuencia a préstamos excesivos hechos a directores
o empleados. No sería justo prohibirles obtener préstamos de su propio banco, pero debe
tenerse especial cuidado de que los directores no abusen de la facultad que tienen para
disponer del dinero que se les ha sido confiado por los clientes de la institución. Las disposi-
ciones de la ley, a este respecto, son estrictas, pero la experiencia ha demostrado que tales
disposiciones son necesarias”.
C on la promulgación del Decreto Ley No. 7159 de fecha 23 de mayo de 1931, más conoci-
do como la “Ley de Bancos”, nace la actual Superintendencia de Banca y Seguros, de im-
portante trayectoria en el desarrollo de las instituciones de crédito del país, contribuyendo,
mediante su funcionamiento a asegurar su estabilidad y permanencia en beneficio del público.
Cabe hacer presente que, de acuerdo con lo recomendado por la Misión Kemmerer en su
Exposición de Motivos, las funciones encomendadas a la Superintendencia estaban específi-
camente limitadas a las instituciones bancarias, pues en su opinión era inconveniente que se le
recargara con otras funciones que no fueran las específicas del ámbito bancario y crediticio.
Creada la Superintendencia de Banca y Seguros, surge el problema delicado de elegir al en-
cargado de dirigirla. Como se ha expuesto la propia Misión Kemmerer hace notar en su
Exposición de Motivos, que “probablemente la tarea más difícil del Poder Ejecutivo en lo que
respecta a la organización de la Superintendencia de Bancos, será la de encontrar a la perso-
na apropiada para el cargo de Superintendente de Bancos. Dicho funcionario está investido
de poderes muy amplios y asume el peso de graves responsabilidades. Debe ser, por lo
tanto, una persona que reúna amplios conocimientos bancarios, experiencia, firmeza, discer-
nimiento, tacto y honradez acrisolada. La persona que ocupe dicho puesto debe considerar
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su ejercicio como un sacrificio personal. El hombre que posea las cualidades expresadas no
debe estar en solicitud de puesto sino que debe estar, ordinariamente, en posesión de una renta
superior a la del cargo que se le ofrece. Debe ser una persona que al aceptar el cargo, solo tenga
en mira el interés público”.
Teniendo presente estas recomendaciones, la Junta Civil de Gobierno presidida por don David
Samanez Ocampo, nombró con fecha 23 de mayo de 1931 al Dr. Cesar Antonio Ugarte como
Superintendente, con el encargo inicial de asumir de inmediato, la liquidación del Banco del Perú
y Londres, en moratoria desde el 13 de octubre de 1930. Inicialmente, entran en vigencia los
Capítulos 1o y 8o de la Ley, o sea, el concerniente a la creación de la Superintendencia y el que
norma la liquidación de empresas bancarias. Sesenta días después, entraron en vigor los demás
capítulos.
Sin lugar a dudas, tuvo gran acierto el Gobierno en la designación del Dr. Cesar Antonio Ugarte
Ocampo, quien nació en Cuzco, el 26 de diciembre de 1896 Fue Maestro, Economista, Jurista
y le correspondió el honor de ser el primer Superintendente.
Dicho funcionario tuvo la delicada tarea de organizar esta nueva Institución, sin duda de gran
responsabilidad y acuciosa labor. Aportó todo el bagaje de sus conocimientos nacionales e inter-
nacionales en aquel difícil momento histórico, en que el país atravesaba una delicada situación
financiera y económica como consecuencia de la crisis mundial de los años 1929-1930, coope-
rando en la reforma monetaria y bancaria sugerida por la Misión Kemmerer. Debe destacarse
que por propia iniciativa y de manera voluntaria el Dr. Ugarte se desempeñó como Secretario
Técnico de la Misión Kemmerer. La labor del Dr. Ugarte en la Superintendencia de Bancos, si
bien fue breve, resultó fecunda y dejó una orientación a través de los Oficios y Circulares que
cursó a diferentes dependencias y a las entidades bancarias, haciendo realidad un estricto con-
trol por parte de la Superintendencia. Cuando más esperaba el país de él, falleció inesperada-
mente el 4 de setiembre de 1933, a la temprana edad de 37 años. Meses antes había renunciado
a su cargo de Superintendente por no ceder a determinadas presiones del gremio bancario que
por primera vez se veía sometido a un severo control y supervisión. Este factor influyó mucho
en el deterioro de su salud.
En este mismo año se dicta la nueva Constitución del Perú (en cuyo proyecto participó el propio
Dr. Ugarte) y, por primera vez, en una Carta Magna, se hace referenda específica al control
bancario en el país. En efecto, el Articulo 13o. estableció textualmente: “Un Departamento
Especial, cuyas funciones determinara la Ley, ejercerá en nombre del Estado, la supervigilancia
de las empresas bancarias”.
Según destaca Gianfranco Bardella en su libro “Setenta y cinco Años de Vida Económica del
Perú”, una vez adoptado, en mayo de 1932, el sistema de la inconvertibilidad habría resultado, sin
duda, muy fácil y hasta quizás lógico que el país, imitando muchos ejemplos de países vecinos, se
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dejara llevar hacia un régimen de intervención oficial en el mercado de divisas. Y con tanta mayor
facilidad se habría podido llegar a la adopción de un control de cambios en cuanto no pocos eran
autores de dicha media cuya posible aplicación había sido discutida aún antes de la suspensión
de la convertibilidad.
Según el Dr. César A. Ugarte “los controles de cambios y precios son generalmente ineficaces y con-
traproducentes…porque es muy difícil distinguir las fronteras entre una operación legítima y normal y
una operación especulativa, entre un tipo de cambio o un precio fijados por el deseo de lucro excesivo”.
La clara visión del Superintendente de Bancos, para el cual no había “justificación alguna para
adoptar medidas cuyo fracaso universal está reconocido”, encontró eco favorable, según se ha
indicado, en el Banco Central y en el Ministerio de Hacienda de manera que “en los momentos
en que su economía y sus finanzas eran agotadas por la mayor crisis de este siglo, y mientras que
el mayor parte de los demás países sudamericanos optaban por adoptar el control de cambio…
el Perú optó por dejar el cambio libre para que encontrara su propio nivel sin establecer control
alguno” con una decisión que, según la ilustrada opinión de Rómulo Ferrero a quien debemos
las líneas que anteceden, “ha tenido una trascendencia histórica para el sistema monetario y
cambiario de nuestro país”.
Mediante Resolución Suprema de enero de 1933, se designó Superintendente al Sr. Victor Figari
Gamogli de amplia experiencia profesional en el ámbito bancario. Correspondió a dicho Super-
intendente completar la organización interna de la Institución, para lo cual se creó la Sección
Créditos (en adición a la Intendencia de Inspecciones y de Control, que funcionaron desde el
inicio), se dictó un Reglamento Interno y se amplió el personal con la contratación de elementos
profesionales especialmente seleccionados. En noviembre de 1937 se establece que las funcio-
nes de la Inspección Fiscal de Ventas a Plazo corresponderían a la Superintendencia de Bancos
y, por otro Decreto Supremo de diciembre del mismo año, se centralizó también en la Superin-
tendencia, la función que desempeñaba la Inspección Fiscal de Cooperativas. Esta inclusión de
nuevos encargos, se explica por la eficiente labor y prestigio que supo ganar la Superintendencia
de Bancos en su hasta entonces corta vida institucional; y si bien la acumulación de funciones
no estaba de acuerdo con la recomendación inicial de la Misión Kemmerer, significaba, sin em
bargo, en la práctica una distinción y un reconocimiento a la eficiencia en su labor y serio des-
empeño institucional.
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El 7 de junio de 1948, habiendo ejercido el cargo de Superintendente de Bancos durante dos pe-
riodos y medio, falleció el Sr. Victor Figari Gamogli, dejando tras de sí, una ejemplar trayectoria
y una Superintendencia sólidamente organizada.
Como dato curioso cabe señalar también que en esa época, se otorgó a la Superintendencia de
Bancos la facultad de regular el volumen del crédito bancario, a través de la variación de las tasas
de encaje. Hasta entonces, el encaje correspondía tan solo a una tasa fija mínima legal que era
de 15% sobre los depósitos y obligaciones a la vista y de 6% sobre los depósitos y obligaciones
a plazo y de ahorros.
Muchos años después, en 1962, la nueva Ley Orgánica del Banco Central de Reserva otorgó a
este banco la autorización para intervenir directamente en estos aspectos de regulación banca-
ria y crediticia, los cuales, realmente eran propios de la banca central, como instrumentos de
política monetaria. Es interesante recordar que hasta ese año el Directorio del Banco Central
tenía en su mayoría a representantes de los propios banqueros y tal factor explicaría lo reseñado
líneas arriba.
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necientes al estado y a la actividad privada, tales como las empresas financieras, mutuales de
vivienda, almacenes de depósitos, bancos de fomento, bancos regionales, entre otros.
Las funciones de la Superintendencia se vieron ampliadas al situarse, bajo su control toda esta
gama de instituciones. Su organización se fue adaptando en el transcurso de tiempo para poder
cumplir con cabalidad sus nuevas funciones.
Es así que en 1968, por Decreto Supremo No. 297-68-HC (Gabinete Manuel Ulloa) se sustituyó
íntegramente el capítulo I de la Ley de Bancos, que es el que trata de su naturaleza y funciones
y se consideraron algunas normas complementarias tales como el cambio de la denominación
anterior por la de Superintendencia de Banca y Seguros.
Posteriormente, en el gobierno del General Velazco mediante Decreto Ley No. 17332 de di-
ciembre de 1968, se introdujeron nuevas modificaciones en cuanto al alcance de las funciones y
autonomía de la Superintendencia.
La Constitución Política del Estado sancionada en 1979 y promulgada en 1980 establecía que la
actividad bancaria y financiera debe apoyar a la economía del país en todas sus regiones: que la
ley señalará los requisitos, obligaciones, garantías y limitaciones de las empresas que se dediquen
a dichas actividades, y que el Estado fomenta y garantiza el ahorro privado.
Por Decreto Legislativo No. 197 del 12 de junio de 1981 se promulgo la primera Ley Orgánica
de la Superintendencia de Banca y Seguros dentro de los alcances de la norma constitucional
antes comentada.
Cabe señalar los siguientes aspectos que representaron avances dentro de la normatividad legal
que caracteriza a la supervisión bancaria en el país:
El nuevo status jurídico tipificó a la Superintendencia como institución pública con persone-
ría jurídica de derecho público y con autonomía total respecto del Ministerio de Economía,
Finanzas y Comercio.
En cuanto a su organización, la ley otorgó amplias facultades para que el Superintendente es-
tablezca la estructura orgánica que mejor convenga al cumplimiento de las funciones de la Su-
perintendencia de Banca y Seguros. También señaló que el Superintendente nombrará a los
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En lo relativo a las atribuciones de la institución, se puede indicar que la ley orgánica agregó,
a las que venía ejerciendo la Superintendencia desde su fundación, las relativas a interpretar
administrativamente las normas que rigen a las instituciones supervisadas, y las referentes a
autorizarlas para realizar operaciones no previstas en las leyes que las rigen y que, inicialmen-
te, resulten necesarias para su mejor desarrollo.
En cuanto a los procedimientos generales de supervisión se ratifican los dos canales que se
venían utilizando para el efecto: el análisis y evaluación de la información periódica que re-
miten a la Superintendencia las entidades controladas y los exámenes que funcionarios de la
Superintendencia efectúan, por lo menos una vez al año, en los locales institucionales de las
entidades controladas. Se debe señalar que se facultó a la Superintendencia a conocer los in-
formes de auditores externos y de los órganos de control interno de las entidades controladas.
PRESENCIA INTERNACIONAL
Fue bajo la presidencia del Perú, que en el año 1981, en Lima se elaboró y formuló el estatuto
de la Comisión de Organismos de Supervisión Bancaria de América Latina y el Caribe, (hoy
denominada ASBA) con la presencia de todos los países miembros, así como del presidente
y representantes del Comité de Basilea y las altas autoridades de supervisión bancaria de
los Estados Unidos de Norteamérica y principales países europeos, dándose inicio desde
ese entonces a la cada vez más destacada labor internacional que le ha cabido cumplir hasta
la fecha a la Superintendencia en el ámbito internacional y en el liderazgo latinoamericano.
Luego de haber evaluado las condiciones necesarias para ocupar el cargo de Superinten-
dente de Bancos, el gobierno de David Samanez Ocampo, por recomendación de la Misión
Kemmerer, el 23 de mayo de 1931 nombró como primer Superintendente, al Doctor Cesar
Antonio Ugarte.
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Ante ello, en el mismo año, el cargo es cubierto por Ger- 1968 1968 M. Gamarra
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asumiendo el puesto el señor Luis Cortavarría Checkley quien permaneció hasta enero de 1996.
Durante los últimos años se ha intensificado el uso de medios electrónicos para realizar transaccio-
nes bancarias. La provisión de servicios financieros a través de dispositivos electrónicos, llámense
teléfonos móviles, tarjetas inteligentes o internet continuará incrementándose en los próximos
años. El uso del denominado dinero electrónico, que ya viene siendo utilizado bajo la modalidad de
los llamados monederos móviles, mediante los cuales el usuario solo tiene que hacer el depósito
en efectivo (no necesita tener una cuenta bancaria) en los agentes autorizados por la empresa que
brinda el servicio y esto le permite efectuar a transferencias a terceros (empresas o personas) a
través de su teléfono móvil vía mensajes de texto o ingresando a un menú de opciones para ingre-
sar instrucciones, cada vez más viene ganando mayor importancia. El acceso a cuentas bancarias
para realizar transferencias y pagos a través del celular también constituye otra modalidad de
brindar servicios financieros cuya utilización continua en constante crecimiento.
Es indudable que el uso de todos esto medios, permitirá que mayor parte de la población tenga
acceso a servicios financieros, sobre todo en países con bajos niveles de bancarización, no sólo
por los altos niveles de penetración de la telefonía móvil sino también debido a que la forma de
contratar estos servicios es más sencilla que la tradicional. Al realizarse cada vez más operaciones,
en términos de cantidad y monto, vía estos medios, la necesidad de que las empresas del sistema
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financiero cuenten con plataformas tecnologías que soporten todo este mayor volumen de transac-
ciones, cobra cada vez más mayor relevancia. En este contexto, aspectos vinculados a los riesgos
operativos se volverán más importantes en los próximos años.
Desde el lado de la supervisión, la reciente crisis, ha ocasionado que se esté preparando un nuevo
marco para Basilea III, el cual esta planteado una serie de lineamientos que se espere estén totalmen-
te implementados para el año 2019. La combinación de la globalización y la cada vez más rápida inno-
vación financiera obliga a que los bancos cuenten con colchones de capital y liquidez para enfrentar
riesgos no esperados. En ese sentido Basilea III incrementa significativamente la cantidad y calidad del
capital requerido, mayor seguimiento a los riesgos derivados del mercado de capitales y finalmente
busca fortalecer la supervisión, la administración de los riesgos y la transparencia de la información.
Asimismo introduce colchones de capital para hacer frente a burbujas crediticias y un marco interna-
cional armonizado para el riesgo de liquidez.
Así por ejemplo en el caso de liquidez, se espera que el ratio de liquidez de corto plazo se convierta
en un estándar mínimo para el año 2015 mientras que el ratio de largo plazo se convierta en estándar
para el año 2018.
Todos estos factores, aunados a encarar el problema de incrementar drásticamente el ratio de ban-
carización, a niveles competitivos internacionales, constituyen retos en los que está empeñada estra-
tégicamente la Superintendencia y que viene desarrollando en coordinación con otros organismos
rectores de la economía y del crédito, así como con el sector privado
Los avances tecnológicos de la industria bancaria, superan generalmente a los que puedan tener los
organismos de supervisión. Desde la Superintendencia estamos realizando constantes esfuerzos para
seguir el ritmo vertiginoso de la modernidad del siglo XXI, pues el proceso de adecuación es constan-
te y no da tregua. Ello significa el permanente aprendizaje del personal especializado. Ser supervisor
bancario responde a un oficio que se va aprendiendo y perfeccionado cotidianamente. Difícil de lograr
solamente en base a estudios académicos, más aún, si en el Perú no existe especialización ni cursos
curriculares sobre la materia.
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