Vous êtes sur la page 1sur 13

FORMULARIO PARA EL INFORME DE LECTURA

Nombre del Estudiante: Juan David Giraldo Ahumada Fecha: 26 julio de 2018

Nombre del facilitador Centro de Estudios

Asignatura Nivel Licenciatura


Maestría

Ficha bibliografía completa de cada lectura

Nombre del autor: Dra. Yolanda Angulo Parra Yolanda Angulo Parra

Título del texto: Ética y valores 1

Tercera edición: Diciembre de 2004

RESUMEN

ÉTICA Y VALORES 1
En nuestra vida privada, aprobamos o desaprobamos conductas propias y ajenas, ya sea en
conversaciones familiares, con la pareja, entre amigos o colegas. Lo mismo sucede en el terreno
de lo público, por ejemplo, en periódicos, televisión, radio y otros medios de comunicación
masiva. Hasta en soledad reflexionamos sobre cosas como si ofendimos a alguien, cómo lo
reparamos, qué decir o, por el contrario, si alguien nos ofendió o nos agredió.

Sócrates se interesó en la conducta humana. Solía conversar de temas filosóficos con amigos
en la Atenas del siglo IV antes de Cristo, en una ocasión Sócrates dijo a Antístenes (444-375):
“Tú pareces pensar que la felicidad consiste en el lujo y la extravagancia, pero creo que no querer
nada es asemejarse a los dioses y, por tanto, querer lo menos posible es acercarse lo más
posible a los dioses”.

Para Sócrates la buena vida radicaba en la introspección, pero también en el cuidado de sí


(“conócete a ti mismo; cuida de ti”, rezaba el mandato del Oráculo de Delfos).
Estaba convencido de que el conocimiento conduciría a la verdad y ésta al bien, de donde
se sigue la tesis de que actúa correctamente quien conoce el bien, y mal quien lo ignora.

Platonismo. Para Platón, el bien es algo absoluto, independiente de las opiniones, por lo que
sólo hay una forma de llegar a la buena vida. Quien logre desentrañarla deberá ayudar a los
demás a conocer ese bien y, una vez que se conoce, se actuará conforme a él.

Aristóteles (384-323) quien, a diferencia de tradiciones como la platónica y la estoica, no basa


su ética en una metafísica especulativa, fundada sólo en la razón, sino en la investigación
empírica del comportamiento humano. A través de la conclusión de que todos tienen como fi n
último la felicidad.

Hedonismo. Para las éticas hedonistas, la buena vida consiste en la búsqueda del placer,
darse al placer material sin límites.

Estoicismo. Sostiene que el bien y el mal dependen de cada uno, Hoy entendemos por
estoicismo, valor, coraje o capacidad para enfrentarse a la adversidad.

Ética cristiana. Muchos conceptos éticos actuales tienen su origen en la ética cristiana. Es
posible distinguir tres grupos:
1. La ética de la pastoral cristiana, que proviene del judaísmo y del cristianismo primitivo, que
pone el énfasis en el decálogo y en las enseñanzas de Jesús.
2. La ética de la Iglesia, también con variantes, como la línea de San Agustín (354-430), inspirada
en Platón, y la de Santo Tomás de Aquino (1225-1274), inspirada en Aristóteles.
3. La ética desarrollada por el protestantismo, después de la Reforma. Se tiene un código moral
compuesto por el decálogo, el Nuevo Testamento, y dictado por un Ser divino superior.

Moral es el conjunto de normas, reglas, principios, valores y costumbres que rigen el


comportamiento de los grupos humanos, dictado por instituciones como la familia, la Iglesia, la
es cuela o los medios de comunicación. También se le puede llamar moralidad vigente.

Ética. Es la reflexión y sistematización filosófica sobre la moral, es decir que el objeto de estudio
de la ética es la moral.

La virtud: Tiene que ver con el interior del ser humano, con lo que hemos llamado la “constitución
del sujeto moral”. Toman en serio el “cuidado de sí”, pero a la vez está relacionada con la
aceptación social. Sin embargo, para llegar a adquirir tal condición, el camino es arduo, pues el
hábito no se adquiere sin conflicto.

La virtud de la templanza
La enkrateia sería condición de posibilidad de la sophrosyne:
Aunque ambos se refieren a la templanza, esto es el autogobierno, el primero apunta al
proceso, a la lucha que libra el sujeto cuando se encuentra en conflicto entre hacer algo o no
hacerlo, y el segundo a un estado al cual se llega tras el proceso.

“La virtud de sophrosyne es un estado muy general que asegura que nos conduzcamos ‘como
es debido ante los dioses y ante los hombres’, es decir, que seamos no sólo temperantes sino
piadosos y justos y también valerosos.
La virtud de la enkrateia es el dominio de uno mismo, que permite resistir o luchar y asegurar su
dominio en el campo de los deseos y de los placeres”. (M. Foucault. Historia de la sexualidad. El
uso de los placeres. p. 62)

“Todos tenemos una teoría moral”

CARÁCTER HISTÓRICO Y CULTURAL DE LAS MORALES

Con cierta facilidad se acepta que los distintos pueblos, culturas y épocas tienen sus propias
costumbres y que los individuos que pertenecen a ellas se rigen por sus propias normas. Esto
queda avalado por ciertos dichos populares: “cuando vayas a Roma, haz como los romanos”, lo
que significa que hay una disposición a actuar como otros en lo referente a ciertas reglas
sociales, de etiqueta, jurídicas e, incluso, algunas morales. Sin embargo, eso tiene límites, pues
habrá otras normas que no estaremos dispuestos a acatar, porque atenten contra nuestros
principios y valores morales o religiosos.

La aceptación sin reservas de la diferencia cultural y moral trae como consecuencia respeto y
tolerancia. Pero debemos respetar y tolerar cualquier conducta, sin importar las consecuencias?
Las drogas, cuyo consumo crece entre jóvenes en forma vertiginosa en muchas culturas. Varias
culturas de la antigüedad durante siglos consumieron opio sin restricción legal, para efectos
curativos o de placer. Su uso formaba parte de la vida diaria.
El fumar tabaco, propio de las culturas prehispánicas, que se extendió a través del mundo, hoy
es objeto de campañas de restricción. Sin embargo, durante las décadas de mediados del siglo
XX, para americanos y europeos, el fumar cigarrillos fue cuestión de elegancia y cosmopolitismo.
Lo anterior pertenece a la moralidad vigente. Lo anterior nos lleva a concluir que la moral es
histórica y cultural.

MODALIDADES DE LA ÉTICA NORMATIVA

La ética normativa se opone a la metaética, puesto que busca las razones de lo justo, lo injusto,
lo bueno y lo malo, en tanto que la metaética tiene por objeto los enunciados que contienen los
conceptos del lenguaje moral.

La ética normativa se divide:


• Las éticas de fines o teleológicas, que toman como criterio las consecuencias de las
acciones morales para determinar si son correctas.
• Las éticas de intenciones o deontológicas que, por el contrario, asientan como criterio
los motivos del sujeto moral para su acción. Son llamadas éticas del deber.

Utilitaristas “principio de utilidad”:


Una acción es buena siempre y cuando produzca la mayor felicidad para el mayor número.
Puesto que el acento cae en lo benéfico de las consecuencias, los motivos para la acción no
importan.
Esta ética, aún aceptada en el mundo anglosajón, presenta problemas.
¿Cómo determinar el significado de mayor felicidad? En el caso de la guerra contra Irak, las
intenciones de Bush pudieron ser buenas, el resultado puede aún juzgarse bueno para los
norteamericanos, y ¿para los iraquíes? Por otro lado, ¿es válido separar al agente de sus actos?

ÉTICAS DE INTENCIONES O DEONTOLÓGICAS - Kant (1724-1804).


Un problema que se planteó Kant fue cómo distinguir un acto moral de uno que no lo es. La clave
radica en establecer cuáles actos se hacen por deber y cuáles conforme al deber.

Supongamos que en tu escuela se hace una campaña para ayudar a niños de escasos recursos
y tú acudes gustoso. Para Kant, tu acto sería bueno, más no moral, pues tienes una inclinación
natural hacia ese tipo de acciones. Pero si, pese a no tener tal inclinación, libremente acudes al
llamado “por deber”, entonces tu acto es moral.

“Trata al otro siempre como fin y nunca como medio”, que se refiere a darle un trato digno. Este
imperativo es viejo, pues ya la moral cristiana prescribe no hacer a otros lo que no quieres que
te hagan a ti.

Libertad y Responsabilidad

No podemos hablar de libertad sin hablar de responsabilidad. Soy libre en la medida en que me
responsabilizo de mis actos, es más, mientras más responsable soy de mí mismo, más queda
expuesta mi libertad. Responsabilizarse significa hacerse cargo de la situación. La vida se
encargará de mandarnos varias situaciones, la manera en la que las asumimos pone de
manifiesto nuestra libertad.
El determinismo filosófico sostiene que las decisiones morales están condicionadas, que
obedecen a ciertas leyes causales, lo cual niega la libertad. La libertad termina donde hay
coacción, obligación o compulsión.

LA AUTONOMÍA Y EL DEBER. LA HETERONOMÍA Y LA OBLIGACIÓN

Deber y obligación son conceptos iguales, pues deber, derivado del latín de y habeo, significa
estar obligado. Pero, de acuerdo con las distintas éticas, la obligatoriedad emerge de la
naturaleza (estoicos), de la ley divina (cristianismo), de la voluntad buena (Kant), del otro
(Lévinas), etcétera.

OBJETIVIDAD Y SUBJETIVIDAD DE LOS VALORES

Las teorías universalistas se vinculan con la creencia de que hay valores objetivos. Hoy, por
ejemplo, la mayoría de los países occidentales defienden los derechos humanos, muchos
basados en la tesis de que son valores universales y objetivos.

Tres posibilidades para determinar quién pone el valor:

• Los valores, siendo objetivos y universales, están puestos desde siempre, por alguna
instancia superior.
• Los grupos sociales, atendiendo a sus necesidades, fines y deseos, van creando ciertos
valores y abandonando otros en el curso de la historia. Los valores son, por tanto,
creaciones histórico-culturales.
• El individuo mismo, desde su más profunda subjetividad y atendiendo a sus preferencias o
a sus deseos, es quien pone el valor.

Nietzsche es uno de los más acérrimos defensores de la vida como el valor supremo.

DISTINCIÓN ENTRE BIENES Y VIRTUDES


En las teorías éticas antiguas, el bien se concibe como el ideal al que se debe llegar, de lo
imperfecto a lo perfecto. Los socráticos

Síntesis de la lectura.
La autora nos a conocer que muchos conceptos éticos actuales tienen su origen en la ética
cristiana, que provienen del judaísmo y del cristianismo primitivo, que ponen el énfasis en el
decálogo y en las enseñanzas de Jesús. Cita otros autores que siguen una línea eclesiástica
como San Agustín (354-430), inspirada en Platón, y la de Santo Tomás de Aquino (1225-1274),
inspirada en Aristóteles.
Después dela reforma desarrollada por el protestantismo, la autora da a conocer que se sigue
un código moral compuesto por el decálogo, el Nuevo Testamento, y dictado por un Ser divino
superior.
Los valores, siendo objetivos y universales, están puestos desde siempre, por alguna instancia
superior.

Aplicaciones para la vida personal y el ministerio

Me sirvió mucho este estudio, ya que encontré una autora que resalta, que la mayoría de los
valores éticos provienen de alguien Superior, de una divinidad, lo cual es 100 % cierto. Me
encanta encontrar que personas no Cristinas, escriben libros a donde dan a conocer que los
principios y valores son de origen celestial.

Para el ministerio encontré una base exógena a la de nuestra iglesia, a donde se da a conocer
que ir en el camino de lo recto es de origen Divino. Esto es interesante para dar a conocer que
el decálogo que Dios nos dio es universal, para el hombre común para el hombre cristiano.

Opinión sobre la lectura

Excelente, porque se puede tomar la referencia del autor para dar a conocer a las personas que
el origen de la ética es Divino, que se implanto en corazón del hombre para que este camine
siempre hacia la perfección libremente.

¿Es claro, preciso, confuso, bien documentado, fuera de contexto, muy simple, muy
profundo, anti bíblico, muy técnico? Respalde su opinión con argumentos.

La autora es clara, precisa y además da a conocer las bases de los puntos transcendentales en
su estudio. La ética esta intrínsecamente en el ser humano, lo cual es cierto desde el punto de
vista cristiano. “Dios pone en cada corazón la esencia de entender que es lo malo y que es lo
bueno”.

Gracias,

Dos les continúe bendiciendo grandemente,

David Giraldo

FORMULARIO PARA EL INFORME DE LECTURA

Nombre del Estudiante: Juan David Giraldo Ahumada Fecha: 1 Agosto de 2018

Nombre del facilitador Centro de Estudios

Asignatura Nivel Licenciatura


Maestría

Ficha bibliografía completa de cada lectura


Nombre del autor: Dr. Jaime Balmes

Título del texto: Ética

Año: 2000

RESUMEN

ÉTICA

La ética es la ciencia que tiene por objeto la naturaleza y el origen de la moralidad, otros le llaman
arte de vivir bien.

En todos los hombres hay ideas morales. Bueno, malo, virtud, vicio, licito, ilícito, derecho, deber
obligación, culpa, responsabilidad, infame, esa palabras y muchas más se encuentran en el
lenguaje del linaje humano.

Se debe tener un conocimiento superior a la percepción puramente sensitiva, para


comparar los medios con los fines libremente. La persona debe ser libre para tomar una
decisión libremente con la razón y el sentido común. El universo está dotado de un orden,
de una ley a donde las acciones libres han de tener una regla.

Utilidad privado: la utilidad es un medio para logran un fin


Una criatura racional conoce a su Autor, que por el estudio de su naturaleza haya cada día nueva
razones para admirar la sabiduría del Hacedor supremo. Pero se levanta contra Dios, blasfema
y dese que no exista. ¿Será moral? Claro que no.

Utilidad pública: Desaparece lo privando y aparece lo común, por el bien de todos se acepta
que la mayoría elija y lo que se oponga es inmoral. Un ser inteligente considera una relación con
Dios, la moralidad nace con la relación con este bien. Desde el momento que hay inteligencia
y libertad, hay el orden moral, que es su regla.

Utilidad. Es el interés, provecho o fruto que se obtiene de algo. El término también permite
nombrar a la cualidad de útil (que puede servir o ser aprovechado en algún sentido). Algo útil
sirve para satisfacer una necesidad. Además por prestar un servicio recibe a cambio un bien
monetario que le sirve para vivir.

Razón: Capacidad de la mente humana para entender y establecer relaciones entre ideas o
conceptos y obtener conclusiones o formar juicios. Hay que hacer uso de la razón y no dejarse
llevar por malas influencias. Con ello podemos ver el sentido de justicia de que está bien y que
está mal.

El primer deber ético –me atrevería a decir– es el respeto de la propia naturaleza humana, que
conlleva forzosamente su conocimiento; eso sí, huyendo de cualquier tentación
reduccionista que lo pueda confinar a los márgenes de la mera biología. Si no, más pronto que
tarde terminamos en los delirios morales que suelen ir de la mano de los fundamentalismos
religiosos. Esto lo supo ver muy bien Bertrand Russell cuando, en su ensayo La vida buena, con
sabor a ética clásica de la de las mencionadas escuelas helenísticas, apela al conocimiento de
la naturaleza humana para trazar las líneas maestras de la virtud. Lo moral tiene su origen en
DIOS, pero Él no puede alterar la esencia de las cosas. Esto quiere decir que lo moral tiene
una parte necesaria independiente a la voluntad divina.
El mismo lenguaje con que expresamos la razón de la moralidad indica el carácter absoluto de
su origen. Conforme a razón, a la ley eterna, a los principios eternos.
¿Cuál es, pues, el atributo de Dios, o el acto que concebimos como bondad moral,
como santidad? No es su inteligencia, ni su poder, sino el amor de su perfección infinita. El
acto moral por esencia, el acto constituyente, por decirlo así, de la bondad moral de Dios, o sea
de su santidad, es el amor de su ser, de su perfección infinita; más allá de esto nada se puede
concebir que sea origen de la moral; más puro que esto no se puede concebir nada en el orden
moral. El amor con que Dios se ama a sí mismo es la santidad; es, por decirlo así, la moral
viviente. Todo lo que hay de moralidad, real y posible, dimana de aquel piélago infinito.

Como de la moralidad absoluta dimana la relativa


Dios, viendo desde la eternidad el mundo actual y todos los posibles, veía también
el orden a que debían estar sujetas las criaturas que los compusieran. Una obra de la
sabiduría infinita no podía estar en desorden; y mucho menos la más noble entre ellas, que
era lo intelectual. Amándose Dios a sí mismo, amaba también este orden, y le quería realizado
en el tiempo por las criaturas racionales, cuando se dignase sacarles de la nada. Pero,
como esta realización debía ser ejecutada libremente, pues que los seres dotados de inteligenc
ia no pueden estar sujetos en sus actos a la necesidad, como los irracionales, debía
comunicárseles esta regla por medio del conocimiento, con el cual dirigieran su voluntad. Así
sucedió, y la impresión de esta regla en nuestro espíritu, hecha por la mano del Criador, es la
que se llama ley natural.
Y he aquí una prueba filosófica de la profunda sabiduría de la religión cristiana, que establece el
amor de Dios, como el mayor y primero de los mandamientos.

“La moral, como necesaria y eterna, no se funda en ninguna criatura; luego su origen
está en Dios”

Dios ama el orden que corresponde a las criaturas conforme a lo que está en lasabiduría infinit
a.
La criatura, amando este orden, ama lo que Dios ama, lo que está en Dios
y, por consiguiente, ama en algún modo a Dios. Infringiendo este orden, no ama a DIOS, pues
obra en contra de lo que Él ama. Luego la criatura participa de la moralidad cuando procede con
arreglo a este orden, y peca cuando le traspasa.

La moralidad absoluta y esencial es la santidad infinita, o sea el acto con qué


Dios ama su perfección infinita.

El Pecado es una acción mala. Se suele aplicar este nombre a las acciones malas
consideradas únicamente con relación a Dios. Cuando se las refiere a las leyes humanas, se
apellidan faltas, delitos o crímenes, según su gravedad y naturaleza. Hay pecados de omisión.

DEBERES PARA CON DIOS


Una criatura racional, aunque estuviese enteramente sola en el universo, no podría
prescindir de sus relaciones con el Creador: su simple existencia le produce deberes hacia
el Ser que se la ha dado.
El primero de estos deberes es el amor: éste es la base de los demás. Por el amor
se une nuestra voluntad con el objeto amado, y la criatura no está en el orden, si no está
unida con su Criador. El objeto de la voluntad es el bien; y, por tanto, el objeto esencial de la
voluntad es el bien por esencia, el bien infinito.

Amor de sí mismo
Al amarse el hombre a sí mismo, ama también lo que Dios ama, y, por consiguiente, ama en
algún modo al mismo Dios. La voluntad, los sentidos, los órganos, hasta los miembros,
todo en el hombre está sujeto a leyes; ¿y no lo estará el entendimiento? No podemos usar
de la última de nuestras facultades, sin sujeción al orden moral; y la más noble, la que debe
dirigirlas a todas, ¿estará exenta de la ley? Una acción de la mano, del pie, podrán sernos
imputadas; ¿y no lo serán las del entendimiento? ¿Seremos responsables de nuestros actos ex
ternos, y no lo seremos de los internos? ¿La moralidad se extenderá a todo, excepto a lo más
íntimo de nuestra conciencia?

La naturaleza misma nos está enseñando que debemos conservar la vida y la


salud; a más del deseo que a ello nos impele, los dolores sensibles nos avivan cuando la vida
corre peligro o la salud se perturba. Así, pues, será legítimo el uso de los sentidos, cuando se
ordena a la conservación de la salud y de la vida, y será ilegítimo, cuando contraría estos
fines. También aquí se hermana la moralidad con la utilidad; las reglas de higiene son también
reglas de moral.
La templanza y la sobriedad son virtudes, porque nos prescriben la debida mesura en
la comida y bebida; la gula y la embriaguez son vicios, porque nos llevan a un exceso contrario
a la razón, que es la que nos rige.

Las reglas morales, reducidas a un principio bien sencillo:


La medida de uso de los sentidos, en sus relaciones con las necesidades del cuerpo, es la
conservación de la vida y de la salud: la higiene, extendiéndose no sólo a los alimentos, sino a
cuanto tiene relación con la salud y la vida. Esta es una excelente piedra de toque para
reconocer la moralidad de las acciones relativas a las necesidades o deseos sensibles.

Ejemplos. La pereza es un vicio a los ojos de la sana moral; la


ociosidad está sembrada de peligros: en ella se debilitan las facultades intelectuales y se
corrompe el corazón; pues bien, la higiene está acorde con las prescripciones morales; la
ociosidad es dañosa a la salud; el ejercicio, así el intelectual como el corporal, es muy saludabl
e; para aliviar las enfermedades sirve en gran manera la ocupación moderada del cuerpo
y del espíritu. Mirad al perezoso, que, tendido sobre un sofá, no tiene valor para levantar la
cabeza ni la mano; el tedio se apodera de su corazón, para hacer bien pronto lugar a la
tristeza, a la manía y otros extravíos.

El cuerpo en continua inacción languidece, la digestión se hacen mal, la circulación se retarda, y


desordena el sueño, como no cae sobre el cuerpo fatigado y menesteroso, huye de los ojos o es
interrumpido con frecuencia. El perezoso busca el bienestar en la inacción completa y sólo
halla los males consiguientes al enflaquecimiento del espíritu y a las enfermedades del
cuerpo.

Comparación de estos resultados los de la virtud contraria. La costumbre del trabajo


inspira afición hacia él: el laborioso goza cuando trabaja; padece cuando se le condena a la
inacción. El fruto de su laboriosidad, intelectual, moral o física, le recompensa con una satisfacc
ión placentera; cuando después de largas horas contempla el resultado de su actividad, se
consuela fácilmente de las pequeñas molestias que ha sufrido, y las tiene por muy bien emplea
das. Al llegar la hora de la distracción, disfruta porque la necesita; su sensibilidad no está
embotada por el placer; y éste, por ligero que sea, se multiplica, se aviva, porque es una lluvia
que cae sobre la tierra sedienta. El tedio, la tristeza, las manías, los aciagos presentimientos
no se albergan en su alma porque no saben por dónde entrar; como hay ocupación permanent
e, no queda tiempo para complacer a esas visitas importunas y dañosas. El ejercicio de
las facultades tiene en continuo movimiento la organización; y las alternativas de trabajo y
descanso le dan aquel punto que necesita para desempeñar sus funciones ordenadamente
que constituye la salud y prolonga la vida. Por fin, el sueño, cayendo sobre una organización
fatigada, es tomado con placer; reparando las fuerzas, comunica la actividad, que se despliega
de nuevo, cuando el astro del día, alumbrando el mundo, viene a avisarnos de que sonó la hora
del trabajo.

Resumiendo los deberes del hombre para consigo, diremos que debe amar a
Dios, y amarse a sí mismo; que debe la verdad a su entendimiento y el bien a su voluntad; que
debe a todas sus facultades la correspondiente armonía, para que no sirvan como esclavas las
que deben mandar como señoras; que el uso de las sensibles, en cuanto se refieren a informarl
e de los objetos, debe ser cual conviene para que no le induzcan a error; y en sus relaciones
con el cuerpo deben emplearse del modo conducente para la conservación de la vida y
de la salud; que, por consiguiente, no puede en ningún caso atentar contra su propia existencia
;
que aun los daños que se cause, nunca pueden llegar hasta el punto de producir enfermedade
s graves, y deben tener siempre un fin conforme a la razón; en una palabra, el precepto
fundamental del amor de sí mismo debe practicarlo con el desarrollo de sus facultades en un
sentido de perfección, y con arreglo al fin a que Dios le ha destinado.

No hablo por separado de los deberes de la voluntad, porque todos le pertenecen:


siendo la voluntad una condición necesaria para la moralidad, nada es bueno ni malo, si
no es voluntario.

EL HOMBRE ESTÁ DESTINADO A VIVIR EN SOCIEDAD

El aislamiento que sobreviene desplegada ya la razón, es un accidente


rarísimo en los fastos de la historia; el otro, a más de ser muy raro también, no cae bajo la
jurisdicción de la ciencia moral, porque los individuos que se hallan en tal caso, se muestran
tan estúpidos, que se duda con harto fundamento, si tienen ideas morales.

Las leyes que rigen en la generación, crecimiento y perfección del hombre físico,
son un argumento irrecusable de que no puede estar solo; y las que presiden el desarrollo de
sus facultades intelectuales y morales, confirman la misma verdad. Al nacimiento precede la
sociedad entre el marido y la mujer, y sigue la sociedad del hijo con la madre. Sin estas
condiciones, no existe el hombre.

La debilidad del recién nacido indica la necesidad de amparo, y el largo tiempo que su debilidad
se
prolonga, manifiestaque este amparo ha de ser constante. Dejadle solo cuando acaba de nacer
, y vivirá pocas horas, abandonadlo en el bosque y perecerá sin remedio. Lo que se quiere decir
es que el hombre no está destinado a vivir solo, sino en sociedad, en comunicación con sus
semejantes.
La conservación del humano linaje no se refiere únicamente a la vida física, sino que abraza la
intelectual y moral.
El Autor de la naturaleza ha querido
que se perpetuase la especie humana, pero no como una raza de brutos, sino como criaturas
racionales. La razón no se despliega sin la comunicación intelectual:
y así es que, al encomendarse
a los padres el cuidado de conservar y perfeccionar a los hijos en lo físico, se les ha
encomendado también el desarrollo y perfección en el orden intelectual y moral.
La crianza y educación de los hijos, se sebe perpetuar con el linaje humano con el debido
desarrollo y perfección de las facultades intelectuales y morales.

Origen del poder público


Sin la autoridad paterna, no sería posible la conservación del orden entre los individuos de una
misma familia, sin la autoridad política, no fuera posible conservar el orden entre las diferentes
familias. Si no hubiera este control del estado los individuos arreglarían todo a la fuerza. Dios hizo
al hombre para vivir en sociedad.
El objeto del poder público es una necesidad del género humano;
su
valor moral se funda en la ley natural, que autoriza y manda la existencia del mismo; el modo
de su formación ha dependido de las circunstancias, sufriendo la variedad e instabilidad de
las cosas humanas.

El hombre no puede vivir solo, Esta ley


moral es una condición indispensable para el mismo orden físico,
orden físico, y de aquí es que Dios la ha escrito, no sólo en el entendimiento, sino también en el
en el corazón, para que, no sólo la conociésemos, sino también para que la sintiésemos, por
eso sufrimos al ver el sufrimiento ajeno, uno siente el impulso para ayudar al infortunado,
tenemos el sentido dela conservación de allí que reaccionamos si un niño o un bebe se va a
caer.

La asociación es una condición indispensable para el progreso; sin ella el género


humano se hallaría
reducido a la situación de los brutos.

OBJETO Y PERFECCIÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL


Para conocer a fondo los derechos y deberes que nacen de la organización social,
y cómo en ella deben regularizarse los que son independientes de la misma, conviene tener
presente que la sociedad no es para bien de unos ni de pocos, sino de todos; y, por consiguient
e, el poder público que la gobierna no debe ni puede encaminarse al solo bien de un
individuo, de una familia, ni de una clase, sino al de todos los asociados.

Este es un principio fundamental de derecho público. Los hombres gobernados no son una
propiedad de quien los
gobierna: están, sí, encomendados a su dirección, y para que la dirección pudiese
ejercerse con orden y provecho se les ha prescripto la obediencia.

La verdadera dignidad del mando está en mandar para el bien de los que
obedecen, cuando el mando se dirige al bien particular del que impera, y no al público, la
autoridad se degrada, convirtiéndose en una verdadera explotación. El bien
público no puede ser otra cosa que la perfección de la sociedad.

El poder público tiene dos funciones: proteger y fomentar: la protección consiste


en evitar y reprimir el mal; el fomento, en promover el bien. Antes de fomentar, debe proteger
: no puede hacer el bien, si no empieza por evitar el mal.

La libertad individual absoluta es imposible en cualquiera organización social;


los que la proclaman, es necesario que empiecen por descomponerlo todo, dispersando a
los hombres por los bosques, para que vivan como las fieras.
“Mi liberta llega hasta donde no restrinja la de una tercera persona”

Derecho de propiedad.
La propiedad, tomada esta palabra en su acepción más general, es la pertenencia
de un objeto a un sujeto, asegurada por la ley. Si esta ley es natural, la propiedad será
natural; si positiva, positiva. En el primer sentido, podremos decir que el hombre es propietario
de sus facultades intelectuales, morales y físicas; porque la ley natural le garantiza esta
pertenencia, infringe la ley quien le perturba en el uso de ellas.

Ejemplo de propiedad
Un árbol que está en la orilla de mar, en un país de salvajes, no es propiedad de nadie; pero, si
uno de ellos le derriba, le ahueca, y hace de él una canoa para navegar, ¿cabe título más justo
para que le pertenezca al salvaje marino la propiedad de su tosca nave? Este derecho se funda
en la misma naturaleza de las cosas. El árbol, antes de ser trabajado, no pertenecía a nadie;
pero ahora no es el árbol propiamente dicho, sino un objeto nuevo; sobre la materia, que es la
madera, está la forma de canoa; y el valor que tiene para las necesidades de la navegación, es
efecto del trabajo: representa las fatigas, las privaciones, el sudor del que lo ha construido; y
así la propiedad, en este caso, es una especie de continuación de la propiedad de las facultade
s empleadas en la construcción.

Luego el trabajo es un título natural para la propiedad del fruto del mismo; y la
legislación que no respete este principio, es intrínsecamente injusta.

El principio fundamental de la propiedad, considerada en la región del derecho, es el trabajo; y


que las transmisiones de ella, reconocidas y sancionadas por la ley, vienen a ser un continuo
tributo que pagan las leyes al trabajo del primer poseedor.
Este luminoso principio manifiesta cuán sagrado es el derecho de propiedad, y con cuánta circu
nspección debe procederse en todo cuanto la afecta de cerca o de lejos; pero también enseña
cuán mal uso harían de sus riquezas los que, habiéndolas heredado de otro, no las empleasen
para el bien de sus semejantes, y consumieran en la indolencia el fruto de la actividad del prim
er poseedor, valiéndose de la protección de la ley para contrariar el fin de la misma ley.

La ley civil.
La ley, ha dicho con admirable concisión y sabiduría Santo Tomás, es “una ordenación
de la razón, dirigida al bien común, promulgada por el que tiene el cuidado de la comunidad”.
El cimiento de la ley es la justicia; su objeto, el bien común. Las leyes no deben hacerse para la
utilidad de los gobernantes.
Cuando el hombre obedece sólo por el temor de la pena, procede como esclavo:
compara entre las ventajas de la desobediencia y los males del castigo; y, encontrando que
éstos no se compensan con aquellas, opta por la obediencia. Pero, si en vez de obrar por temo
r
obedece por razones puramente morales, porque éste es su deber, porque hace bien, entonce
s
la obediencia le ennoblece; porque, procediendo con entera libertad, con pleno dominio de sí
mismo, no se somete al hombre, sino a la ley; y la ley no es para él una regla meramente
humana: es un dictamen de la razón y de la justicia, un reflejo de la verdad eterna, una
emanación de la santidad y sabiduría infinita.
Desde este punto de vista, la ley es de derecho natural y “divino”, la
única y sólida garantía de la verdadera libertad.

El orden, la armonía, la razón, la justicia, brillan bajo la influencia de una idea consoladora; y el
universo, lejos de ser un caos, es un conjunto admirable, una
sociedad inmortal de los seres inteligentes y libres, entre sí y con su Creador; en la cúpula de
este vasto conjunto resplandece el destino del hombre en aquella ciudad inmortal, iluminada
por Dios y descripta por el Profeta de Patmos.

El orden moral se explica también con la inmortalidad: el bien tiene su premio, y el


mal, su castigo; sobre la dicha del culpable pende la muerte como una espada; a sus pies el
abismo de la eternidad; si la virtud está algunas veces abrumada de infortunio y marchando
sobre la tierra entre la pobreza, la humillación y el sufrimiento, levanta al cielo sus ojos
llorosos, y endulza sus lágrimas con un pensamiento de esperanza, si hay una recompensa
aquí para el justo y después de la muerte también.

Aplicaciones para la vida personal y el ministerio

Es interesante este libro, ya que el autor da a conocer la parte ética puntualizando que todo
proviene de un ser DIVINO. Resaltando los deberes del individuo para con Dios, ya que Él es su
creador, y para la sociedad su entrono con quien convive, y se desarrolla en todo los aspectos
de la vida. Para mi vida me sirvió mucho la información con referencia a los gobiernos, quienes
éticamente deben estar en la condición de ayudar al pueblo, en orientarlo, todo lo que haga debe
ser para el bien común. Crecimiento de la sociedad con equidad y justicia social siempre,
salvaguardando la dignidad del ciudadano y en defensa de este, en caso de que alguien quiera
alterar este principio.

Para el ministerio es un libro que se puede referenciar, para dar a conocer que existen autores
exógenos a nuestros escritores que respaldan que la ética solo se puede dar con la intervención
Divina.

Opinión sobre la lectura


Completa y bien encaminada ya que nos da a conocer que todo lo ético provienen de DIOS. Si
el ser humano toma la decisión de vivir con ética, está tomando el camino que lo llevara a vivir
en libertad y bien. Lo trascenderá a otra esfera de recibir algo no natural sino celestial. La mayor
parte de la lectura está orientada y es paralela a nuestras creencias, por este motivo la considero
sana para tomarla como punto de referencia para que los no creyentes crean.

¿Es claro, preciso, confuso, bien documentado, fuera de contexto, muy simple, muy
profundo, anti bíblico, muy técnico? Respalde su opinión con argumentos.

El autor muy claro y da unos ejemplos sencillos para que la persona menor letrada entienda
desde su punto de vista que es la ética. Hace referencia a autores que respaldan sus comentarios
por eso la hace más completa y verídica, además cierra que “Dios pone en cada corazón la
esencia de entender que es lo malo y que es lo bueno”. La ley no nos afecta si hacemos las
cosas bien.

Gracias,

Dos les continúe bendiciendo grandemente,

David Giraldo

Vous aimerez peut-être aussi