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NÚCLEO DE BOLÍVAR
ESCUELA DE CIENCIAS DE LA SALUD
“Dr. Francisco Virgilio Battistini Casalta”
DEPARTAMENTO DE MEDICINA
ASIGNATURA: Medicina V, Rotación: Reumatología.
Profesora: Integrantes:
Dra. Siria Rodríguez. Lanz, Jehan. C.I: 20.078.163.
Laurent, Joanina. C.I. 17.909.409.
López, Carliana. C.I: 19.800.107.
López, Hécmari. C.I: 19.140.050.
Luna, Evencio. C.I: 19.729.070.
Maestre, Oriana. C.I: 19.622.157.
Ciudad Bolívar,
ARTRITIS PSORIÁSICA
1) Epidemiología
2) Patología
3) Patogenia
La artritis psoriásica casi seguramente es mediada por factores inmunitarios y tal vez
comparte mecanismos patógenos con la psoriasis. La membrana sinovial de la artritis
psoriásica presenta infiltración con células T, células B y macrófagos y aumento de los
receptores linfocíticos. Las células T CD8+ son más frecuentes en la artritis psoriásica.
Además, la producción de citocinas en la membrana sinovial de los pacientes con esta
enfermedad es similar a la de las lesiones cutáneas de la psoriasis y la membrana sinovial
de la artritis reumatoide, con un patrón principalmente de TH1. En la membrana sinovial o
en el líquido sinovial de los pacientes con artritis psoriásica existen interleucina (IL) 2,
interferón gamma, TNF- , e IL-1 , -6, -8, -10, -12, -13 y -15.
4) Cuadro Clínico
2- Oligoartritis asimétrica
Estos patrones no son constantes, y el tipo que persiste en forma crónica a menudo difiere
de la presentación inicial.
1- Oligoartritis
2- Poliartritis
3- Artritis axial
Cerca de 5% de los pacientes con artritis psoriásica padece de artritis mutilante, que
se caracteriza por acortamiento extenso de los dedos ("en telescopio"), en ocasiones
acompañado de anquilosis y contracturas en otros dedos.
Se conocen seis tipos de lesiones ungueales: punteadas, rugosidades horizontales,
onicólisis, coloración amarillenta de los bordes ungueales, hiperqueratosis distrófica y
combinaciones de éstas. Las lesiones oculares (conjuntivitis o uveítis 7-33%) la uveítis en la
artritis psoriásica tiende más a ser bilateral, crónica o posterior. <4% insuficiencia valvular
aórtica.
6) Diagnóstico
7) Tratamiento
Epidemiologia
La incidencia anual del SR en el mediooeste norteamericano es de 3,5/100.000 (8).
Es más frecuente en varones de raza blanca HLA-B27 positivos entre los 18 y los 40 años
(9). El SR es la causa más frecuente de artritis en los varones jóvenes.
Generalmente las infecciones genitourinarias son desencadenadas por Chlamydia
trachomatis y las intestinales por Shigella, Salmonella, Yersinia y Campilobacter.
Ambas infecciones comparten algo en común y es que se dan en individuos
genéticamente susceptibles y son HLA-B27 positivos.(2-8)
Fisiopatologia
Cuadro Clinico
Diagnostico
Cultivos de heces y orina, examen directo y cultivo del exudado uretral, se justifican
dependiendo del contexto epidemiologico.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
El diagnóstico diferencial debe establecerse con la artritis psoriásica, el síndrome de
Behçet, la espondilitis anquilosante, la fiebre reumática, la enfermedad de Lyme, la infección
gonocócica diseminada y la artritis reumatoide.
Tratamiento
Según las guıas europeas para el tratamiento del SARA (artritis ractiva adquirida
sexualmente) , la terapeutica de primera lınea deberıa incluir, el reposo absoluto, fisioterapia
(La terapia física es importante para mantener la movilidad y prevenir la fibrosis articular )
antiinflamatorios no esteroideos (AINES) y la inyeccio´n de corticoides intraarticulares.
Actualmente no existe ninguna evidencia de la superioridad de un determinado AINE frente
a otros .Enlos casos resistentesa los tratamientos convencionales con AINES, pueden ser
eficaces los corticoides y la sulfasalazina. El metrotexato se reserva para la enfermedad
refractaria y persistente con una duracion superior a 3 meses
La uretritis se trata con tetraciclinas como doxiciclina o dosis de 100 Mg. dos veces
por día durante 3 meses.
ESPONDILITIS ANQUILOSANTE
Epidemiología
En las encuestas de población, 1 a 6% de los adultos que han heredado el B27 padecen AS.
En cambio, en las familias de pacientes con AS, 10 a 30% de los familiares adultos en primer
grado que han heredado el B27 presentan también esta enfermedad. Se calcula una tasa de
concordancia cercana a 65% en los gemelos idénticos. En la actualidad se piensa que la
predisposición a padecer espondilitis anquilosante depende por completo de ciertos factores
genéticos, que en casi 33% corresponden a B27.
Anatomía patológica
Patogenia
Manifestaciones clínicas
Pueden ser frecuentes las exacerbaciones nocturnas del dolor, que obligan al paciente a
levantarse y a moverse.
En algunos pacientes, los dolores y la rigidez de espalda conllevan hipersensibilidad ósea con
el contacto y la presión (lo que tal vez refleje entesitis), mientras que en otros este último
síntoma puede ser la molestia predominante. Las localizaciones más frecuentes del dolor óseo
provocado son las articulaciones esternocostales, las apófisis espinosas, las crestas ilíacas, el
trocánter mayor de ambos fémures, las tuberosidades isquiáticas, las espinas tibiales y los
talones. En ocasiones, los dolores óseos del tórax son la primera manifestación. Se observa
artritis de caderas y hombros (articulaciones de las "raíces" de los miembros) en 25 a 35% de
los pacientes, muchas veces en estadios precoces de la enfermedad. La afección de otras
articulaciones periféricas distintas de las caderas y los hombros suele ser asimétrica y aparece
hasta en 30% de los pacientes en cualquier momento de la enfermedad. El dolor y la rigidez
del cuello por afección de la región cervical suelen ser manifestaciones bastante tardías.
Alguno que otro paciente, ante todo del grupo de edad más avanzada, presenta síntomas
preferentemente generales como fatiga, anorexia, fiebre, pérdida de peso o sudores nocturnos.
La AS en los países en vías de desarrollo suele ser una enfermedad de comienzo juvenil. En
esos casos suele predominar la artritis periférica y la entesitis, mientras que los síntomas
axiles sobrevienen al final de la adolescencia.
Al principio, los signos de la exploración física reflejan la existencia del proceso
inflamatorio. Los datos más específicos consisten en pérdida de la movilidad de la columna,
limitación de los movimientos de flexión-extensión hacia delante y a los lados a nivel de la
región lumbar, y menor amplitud de las dilataciones respiratorias. La limitación de los
movimientos suele ser desproporcionada con respecto al grado de anquilosis ósea, debido a la
existencia de un espasmo muscular secundario al dolor y la inflamación. El dolor de las
articulaciones sacroilíacas se puede desencadenar ejerciendo compresión directa o con
maniobras de distensión articular. Además, suele haber hipersensibilidad con la palpación en
las zonas con sensibilidad ósea sintomática y espasmo de los músculos paraespinales.
La prueba de Schober es útil para medir el grado de flexión de la región lumbar. Con el
paciente en pie y los talones juntos, se trazan marcas en la columna 5 cm por debajo y 10 cm
por encima de la unión lumbosacra (determinada por una línea horizontal que pasa por las
espinas ilíacas posterosuperiores). Luego, el paciente se inclina al máximo hacia adelante, y
entonces se mide la distancia que separa a ambas marcas. Esa distancia debe aumentar en 5
cm o más cuando la movilidad de la columna es normal, y es menor de 4 cm cuando esa
movilidad está disminuida. La amplitud de las dilataciones torácicas se mide por la diferencia
que existe entre la inspiración máxima y la espiración forzada máxima a nivel del cuarto
espacio intercostal en los varones, o inmediatamente por debajo de las mamas en las mujeres.
La expansión normal del tórax es de 5 cm o más.
Si esas articulaciones están afectadas suele haber limitación o dolor con los movimientos de
caderas o de hombros. Hay que advertir que en las primeras fases evolutivas de los casos
leves, los síntomas pueden ser sutiles e inespecíficos, y que la exploración física puede ser
completamente normal.
El curso de la enfermedad es sumamente variable, variando desde los casos con rigidez ligera
y unos signos radiográficos de sacroileítis ambiguos hasta los pacientes que presentan fusión
completa de la columna y una artritis intensa de ambas caderas acompañadas posiblemente de
artritis periférica y de manifestaciones extraarticulares. El dolor tiene tendencia a ser
persistente al comienzo de la enfermedad para volverse luego intermitente, con períodos
alternados de exacerbaciones y remisiones. En un caso grave y típico sin tratamiento, en el
que la espondilitis avanza hasta que se forman sindesmofitos, la postura del paciente sufre
una serie de cambios característicos, con lordosis lumbar, atrofia de los glúteos y xifosis
torácica pronunciada. En ocasiones el cuello se curva en sentido anterógrado o aparecen
contracturas de flexión en la cadera, que son compensadas por la flexión de las rodillas. Un
método para vigilar el avance de la enfermedad es midiendo la altura del paciente, su
expansión torácica, realizando la prueba de Schober y midiendo la distancia entre el
occipucio y la pared. En unos cuantos casos el paciente manifiesta datos físicos avanzados
pero niega haber padecido síntomas importantes.
La complicación más grave de la afección raquídea son las fracturas vertebrales, que pueden
ocurrir incluso con traumatismos poco importantes y están favorecidas por la osteoporosis y
la rigidez de la columna. Afectan ante todo a las vértebras cervicales; pueden ser fracturas
con desplazamiento y lesionar la médula espinal.
La manifestación extrarticular más frecuente es la uveítis aguda anterior, que aparece en 30%
de los pacientes y en ocasiones precede a la espondilitis. Los episodios son unilaterales y se
caracterizan por dolor, fotofobia y lagrimeo. Estas crisis tienden a recurrir, a menudo en el
ojo opuesto. Tanto las cataratas como el glaucoma secundario constituyen secuelas
relativamente frecuentes. Hasta 60% de los pacientes padece inflamación del colon o el íleon.
Casi siempre es asintomática, pero en 5 a 10% de los casos aparece enfermedad inflamatoria
intestinal franca. En un pequeño porcentaje de pacientes conlleva insuficiencia aórtica, en
ocasiones con síntomas de insuficiencia cardíaca congestiva; rara vez aparece al principio de
la enfermedad. También puede haber bloqueo cardíaco de tercer grado solo o combinado con
insuficiencia aórtica. Asimismo, las lesiones pulmonares subclínicas y la disfunción cardíaca
son complicaciones relativamente comunes. Por lo contrario, el síndrome de la cola de
caballo y la fibrosis de avance lento del lóbulo pulmonar superior son complicaciones raras
de la espondilitis prolongada. También la fibrosis retroperitoneal es rara. Se dice que la
prostatitis es más frecuente en los varones con espondilitis anquilosante y la amiloidosis es
rara.
Análisis de laboratorio
Signos Radiográficos
En los casos leves pueden transcurrir años antes de que las alteraciones inequívocas de las
articulaciones sacro iliacas sean evidentes en la radiografía simple. La tomografía
computadorizada (computed tomography, CT) y las imágenes por resonancia magnética
(magnetic resonance imaging, MR1) pueden detectar fielmente las alteraciones en un estadio
más temprano de la enfermedad que la radiografía simple. La resonancia magnética nuclear
dinámica con saturación de grasa, sea mediante recuperación de inversión tau corta (short tau
inversión recovery, STTR) secuencia o imágenes ponderadas en TI con intensificación de
contraste, es muy sensible y específica para identificar la inflamación intraarticular en las
primeras etapas, cambios en el cartílago y edema subyacente de la médula ósea en la
sacroilitis (fig. 318-1). Estas técnicas también son muy sensibles para valorar los cambios
agudos y crónicos (fig. 318-2).
Diagnostico
Los criterios de Nueva York modificados se utilizan ampliamente (1984), representan una
clasificación más que criterios diagnósticos, y son insensibles en los casos incipientes o leves.
Consisten en lo siguiente:
1) Antecedente de dorsalgia inflamatoria (dolor lumbar y rigidez > 3 meses de duración que
mejora con el ejercicio pero no se alivia con el reposo)
2) Limitación del movimiento de la columna lumbar tanto en los planos sagital como frontal
El criterio 4 más alguno de los otros tres es suficiente para un diagnóstico de espondilitis
anquilosante definitiva.
sacroileítis erosiones y
ensanchamiento del
espacio articular
esclerosis residual
Diagnóstico diferencial
Dorsalgia inflamatoria:
Se utilizan las siguientes cinco características para distinguir la dorsalgia inflamatoria
de la espondilitis anquilosante:
1) Edad de inicio de menos de 40
2) Inicio insidioso
3) Duración de más de tres meses antes de procurar atención médica
4) Rigidez matutina
5) Mejoría con el ejercicio o la actividad.
Las causas más comunes de dorsalgia diferentes a la espondilitis anquilosante son mecánicas
o degenerativas más que principalmente inflamatorias y no muestran conglomerado de estas
manifestaciones.
Una revaloración reciente ha llevado a los siguientes criterios propuestos para la dorsalgia
inflamatoria en adultos de 50 años de edad o menores:
1) Rigidez matutina de más de 30 min
2) Mejoría con el ejercicio pero no con el reposo
3) Despertarse a causa de la dorsalgia solamente durante la segunda mitad de
la noche
4) Dolor alternante en la nalga.
Espondilitis infecciosa
Espondilodisquitis
Sacroilitis.
Tratamiento
A partir del año 2000 se comunicaron respuestas formidables al tratamiento con anti-TNF-a
en pacientes con espondilitis anquilosante y otras espondiloartritis. Los sujetos con
espondilitis anquilosante tratados con infliximab (anticuerpo monoclonal anti-TNF-a
humano/de ratón quimérico), etanercept (proteína soluble de fusión de receptor p75 TNF-a-
IgG) o adalimumab (anticuerpo monoclonal anti-TNF-a humano) han demostrado
reducciones rápidas, intensas y prolongadas en todos los indicadores clínicos y de laboratorio
de la actividad de la enfermedad.
Los pacientes con enfermedad crónica e incluso algunos con anquilosis raquídea completa
han demostrado una mejoría notable tanto en indicadores objetivos como en subjetivos de la
actividad de la enfermedad y la función, lo que incluía rigidez matutina, dolor, movilidad
raquídea, edema de articulaciones periféricas, proteína C reactiva y tasa de
eritrosedimentación. Los estudios de resonancia magnética nuclear indican la resolución
sustancial del edema de la médula ósea, la entesitis y los derrames articulares en las
articulaciones sacroiliacas, la columna vertebral y las articulaciones periféricas.
Si bien estos agentes inmunosupresores potentes hasta el momento han sido relativamente
seguros, no son raros siete tipos de efectos secundarios; a saber: 1) infecciones importantes,
que incluyen tuberculosis diseminada; 2) trastornos hematológicos, como pancitopenia,- 3)
trastornos desmielinizantes; 4) exacerbación de insuficiencia cardiaca congestiva; 5)
autoanticuerpos relacionados con el lupus eritematoso generalizado y sus manifestaciones
clínicas,- 6) reacciones de hipersensibilidad por infusión o inyección, y 7) hepatopatía grave.
El aumento en la frecuencia de cáncer es de importancia teórica pero no se ha observado en
pacientes con espondilitis anquilosante tratados hasta por cinco años.
Antes del inicio del tratamiento anti-TNF, todos los pacientes serán sometidos a pruebas de
reactividad a la tuberculina, y los que tengan reacción positiva (>5 mm) serán tratados con
antifímicos. Las contraindicaciones incluyen infección activa o riesgo elevado de infección;
cáncer o trastornos premalignos; y antecedente de lupus eritematoso generalizado, esclerosis
múltiple o autoinmunidad relacionada. El embarazo y la alimentación al seno materno son
contraindicaciones relativas. La continuación después de 12 semanas de tratamiento requiere
una reducción de 50% en BASDAI (o reducción absoluta de 2 de 10) y la opinión favorable
de un experto.
La sulfasalazina, en dosis de 2 a 3 g/día ha demostrado un beneficio modesto, principalmente
en la artritis periférica. Un ensayo terapéutico con este agente antecederá a cualquier empleo
de agentes anti-TNF en pacientes con artritis predominantemente periférica.
Los brotes de uveitis suelen tratarse con buenos resultados aplicando glucocorticoides y
midriáticos por vía tópica, aunque algunos casos requieren glucocorticoides por vía general, o
incluso inmunodepresores y, rara vez, infliximab. Los inhibidores del TNF
reducen la frecuencia de ataques de uveitis en pacientes con espondilitis anquilosante.
Algunos individuos han presentado uveitis reciente o recidivante tras el empleo de un
inhibidor de TNF, sobre todo etanercept.
Kumar, Vinay., Abbas, Abul., Fausto, Nelson. Robbins y Cotrans. Patología Estructural y
Funcional. 7ma Edición. Editorial MMV Elseiver. Ciudad de Madrid, España. Año 2006.
Capítulo 28. Pps: 1299 – 1302.
Gustavo Legorreta Cuevas, Ricardo Hernández Nazar. Síndrome de Reiter (caso clinico).
Acta Médica Grupo Ángeles. julio-septiembre 2012. Volumen 10, No. 3,