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1) El Estado de Bienestar cuenta entre sus antecedentes al sistema Speenhamland (como
apunta Isuani) y a las instituciones Bismarckianas.
El primero fue una experiencia que tuvo lugar a finales del siglo XVII en Inglaterra
como intento de paliar la inflación que azotaba la región, producto de la escasez que la
guerra con Francia, el retraso de las importaciones desde Prusia y Polonia y los crudos
inviernos de 1794 y 95 habían generado.
Inglaterra miraba con malos ojos los victoriosos procesos revolucionarios en la Europa
Continental al tiempo que la hambruna se convertía en una amenaza para las
poblaciones rurales. Tiene lugar en mayo del 75 en Speenhamland (Berkshire) una
suerte de asamblea que tenía como propósito fijar un salario mínimo móvil en virtud del
precio del pan (Breadscale), pero en su lugar se resolvió suplementar los salarios desde
la contribución que cada parroquia recibía para socorrer a los pobres.1
Este sistema se aplicó por varios condados con velocidad y fue adoptado por medio país
hasta que un año después obtuvo sanción legislativa convirtiéndose así en una primera
experiencia de Estado de Bienestar.
Las segundas hacen referencia a los beneficios sociales otorgados a la clase obrera
(luego hechos extensivos a otros estratos) mediante la legislación social del Canciller
alemán Otto Von Bismarck. Este proceso comienza en el año 1870 cuando la actividad
del Estado se incrementa hasta la constitución del imperio en 1871, federalmente
estructurado con potestades sobre la defensa, relaciones exteriores, comercio aduanero,
finanzas y monedas. El Estado aportaba junto con el sector obrero y la patronal, una
estructura creada para combatir la expansión de las ideas socialistas.
La legislación de Bismarck comprende el seguro de salud y el de accidentes, la pensión
por discapacidad y las jubilaciones; todos de carácter compulsivo a ser cubiertos por el
Estado, empleados y empleadores.2
La primer tendencia termina por revertirse por la conversión a un sistema donde los
trabajadores se hacen cargo de su supervivencia (Self-Reliance) donde la asistencia a
quienes no estaban en condiciones de vender su fuerza de trabajo era lo suficientemente
despreciable como para que el trabajo fuera la primer opción (Less Elegibility).
Dada esta coyuntura, dos innovaciones de vital importancia tienen lugar a principios del
siglo XX en E.U.A.: el shop management de Frederick Taylor y la cadena de montaje
implementada por H Ford. La primera consistía en la descomposición de procesos
complejos de la producción en tareas simples y cronometradas. 3 La segunda, radicaba
en sistemas de ensamblaje racionalizados de modo que las piezas se acerquen a los
1
Ver “El «Speenhamland System» o el subsidio de los salarios en períodos de crisis”. Ensayo
publicado en “Revista de Política Social” ISSN 0034-8724, Nº 108, 1975, Pag. 7 por Manuel
Moix Martinez.
2
Según “El Desarrollo y la Consolidación del Estado de Bienestar Alemán desde sus inicios
hasta nuestros días” de Cristina Gonzalez Muñoz, Universidad de las Américas Puebla
(UDLAP), 2004. Capítulo 2.1, Pag. 6.
3
De acuerdo a “Frederick Taylor, Padre del Management Moderno”, artículo de Diego
Fainburg, Profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella, publicado
en MATERIABIZ.
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operarios en lugar de la inversa.4 Ambas supusieron un fuerte incremento de la
productividad mediante la reducción de los tiempos de ejecución y requerimientos de
calificación de los empleados.
Se desata un proceso en el que la oferta gana terreno a la demanda. En la década del 20,
debido a la pujanza del sector industrial, los inversionistas se abocan a colocar su dinero
en el mercado interno causando una vertiginosa suba de la acciones. La creación de
instituciones financieras apócrifas y una sed conducida por intereses espurios hicieron
que la burbuja se expanda hasta explotar (Crac de 1929) 5 dando comienzo a la crisis
conocida como “Gran Depresión”.6
Roosvelt asume la presidencia en E.U.A. con la promesa de grandes cambios (New
Deal) para activar la economía y así superar el catastrófico estado legado (trece millones
de desocupados, indigencia, migraciones internas, pérdida de propiedades). Se crean
numerosos empleos con obra pública de infraestructura (caminos, escuelas, represas).
Se establecieron salarios mínimos y precios máximos a la vez que se erradicaba el
trabajo infantil, se legalizaban los sindicatos, el derecho de huelga y se creaban los
seguros de desempleo, vejez y enfermedad.7
Estas acciones sumadas a la incentivación del consumo daban como resultado mayor
producción y ganancias a la vez que, como apunta Heilbroner, se regularizaba el ciclo
económico. Esto constituye el Estado de Bienestar, que se diferencia de sus
antecesores en su financiación mediante impuestos generales y que sus beneficios
estaban dirigidos a todos los ciudadanos en lugar de solo a los económicamente activos.
Las ideas revolucionarias pierden impulso. Los capitalistas obtienen prioridad de
inversión y los trabajadores, propiedad privada.
La obtención de conquistas sociales encuentra su camino allanado en un contexto de
expansión democrática (sufragio universal).
Las siguientes décadas se caracterizaron por un crecimiento económico virtualmente
ininterrumpido, encontrando su punto álgido durante la distensión; hasta entrada la
década del ‘70 cuando se hace sensible el aumento en el desempleo al tiempo que los
niveles de producción decrecían.
Este estancamiento de la economía estaba acompañado por inflación (antes asociada al
crecimiento), fenómeno denominado stagflation y tiene como punto de inflexión la
Crisis del Petróleo de 1973, cuando el Lobby de los países petroleros sacude las
economías occidentales acordando una suba extraordinaria en los precios del crudo.
Entrando en los ‘80s, se arraiga la creencia de que el modelo comienza a agotarse,
resaltando lo oneroso del Estado de Bienestar, y que la intervención estatal atentaba
4
Descripto según el artículo “Cadena de Montaje” en el sitio oficial de Ford,
http://www.ford.com
5
“Crac de 1929”, Enciclopedia Microsoft® Encarta® Online 2009. http://es.encarta.msn.com
© 1997-2009 Microsoft Corporation.
6
“Gran Depresión”, Idem.
7
“New Deal”, Enciclopedia Microsoft® Encarta® Online 2009. http://mx.encarta.msn.com ©
1993-2009 Microsoft Corporation.
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contra las ganancias empresariales, restringiendo la competencia, ergo, eran
responsables de la inflación.
Se empieza a sugerir que el Estado debía volver a retraerse, reduciendo su presupuesto y
los impuestos al segmento más rico; exigiéndole, sí fortaleza para enfrentar situaciones
o entidades que pusieran en riesgo la libertad de mercado (e.g.: los sindicatos), dando
forma así a lo que comenzó a denominarse como propuestas neoliberales, siendo el
gobierno inglés de la Dama de Hierro entre el ‘79 y el ‘90 el ejemplo más puro de
Estado Neoliberal.8
La presencia del Estado en los medios de producción se ve acotada por las
privatizaciones, comienzan a quedar sin efecto las regulaciones que actuaban sobre el
mercado y las condiciones laborales sufren una paulatina degradación en un proceso
llamado “flexibilización”.
La caída y fragmentación de la URSS, la conformación de bloques económicos
compitiendo entre sí bajo el dominio de los E.U.A. era el contexto en el que se produce
un corrimiento en las actividades económicas centrales (metalúrgica, producción
petrolífera, etc.) hacia actividades que requerían mayor nivel de especialización,
impactando sensiblemente en el mercado laboral, marginando un número sorprendente
de personas que no estaban en condiciones de ingresar en este nuevo ámbito.
Dado este contexto, se da un gradual pero voraz proceso de exclusión que margina del
sector productivo a quienes antes eran parte del sistema, engendrando así pobreza
estructural. Isuani también enfatiza la heterogeneización social donde la dualidad asume
formas palpables.
El papel de la asistencia social se retrotrae a épocas prekeynesianas asumiendo el puesto
de la antigua beneficencia, con un alcance muy cuestionable.
Las reformas neoliberales en nuestro país tenían como objeto conciliar demandas de
sectores históricamente antagonistas: el capital nacional, el extranjero y la banca
acreedora, a través de medidas como las privatizaciones (“achicar” el Estado),
descentralización (transferencia de funciones), reforma administrativa (ahorro de gasto,
“retiros voluntarios”), reforma tributaria (atacar el evasión), desregulación (eliminación
de subsidios, menor control), y la ya nombrada flexibilización; con los resultados
anteriormente expuestos.9
Saborido indica, que como resultado de las políticas aquí descriptas, toma presencia un
fenómeno que constituye un cambio histórico y que envuelve la realidad toda en
retroalimentación con ésta:
La globalización en el último tramo de la historia aparece como representante del
Capitalismo Neoliberal Hegemónico y se configura exacerbando las diferencias
preexistentes; contrastando el geométrico progreso material con el estancamiento o
incluso retroceso moral.
8
Ver “La crisis del Estado de Bienestar: el neoliberalismo” en “Historia Económica del Siglo
XX”, Planeta Sedna.
9
“Medidas Neoliberales”, Idem.
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Aunque aún se debata si este proceso es realmente nuevo o si es una tendencia histórica
que cobra vigor en los últimos tiempos, lo cierto es que en el plano económico y sus
relaciones se han venido globalizando desde hace siglos, según Saborido y Aróstegui.
El fenómeno afecta todos los planos de la vida. Las transformaciones en todos los
niveles (información, comunicación, tecnología, de los flujos financieros y procesos
productivos) tienen una magnitud comparable y hasta superadora de las revoluciones
industriales.
Es evidente que puede trazarse una conexión entre el fenómeno y las economías
capitalistas. El flujo de la información tiene vital importancia en las transacciones
financieras y acorta la distancia en la conquista de nuevos mercados.
Las grandes empresas colocan parte importante de su mano de obra allí donde sea ésta
más barata.
Este entramado conlleva un muy grave talón de Aquiles: la inestabilidad. Las crisis
(eminentemente financieras) se propagan en efecto dominó, arrastrando consigo a todos
sus vínculos. La actual crisis es viva prueba de ello, cuando la depresión se halla en un
nodo central, el mundo entero padece los efectos, incluso la Unión Europea, cuya
creación ha dependido en gran medida de la globalización, presenta índices recesivos.
Así como hay ganadores y perdedores con este efecto, lo concreto es que, tal como
comentan Aróstegui y Saborido el capitalismo dio el paso decisivo hacia su completa
transnacionalización […]. Todas las economías particulares deben integrarse para
poder tener pleno acceso a mercados e intercambios de capital, mercancías y recursos.
Lo que evidentemente no garantiza que las relaciones sean simétricas, sino todo lo
contrario, suelen presentar un sesgo considerable en beneficio de los poderes
hegemónicos.
Algunas empresas multinacionales son capaces de mover sumas ingentes de dinero y
recursos comparables a la sumatoria de los productos brutos de decenas de estados y las
consecuencias de la concentración de poder en manos privadas están a la vista.
Este proceso, de momento indetenible y de constante transformación y cambio nos
depara un futuro incierto. Si el sistema de estados prevalecerá, acomodándose a la
realidad darwinista que no toca o si está en vías de franca extinción es el desafío que
golpea las puertas de las generaciones venideras.
3) Los orígenes del fenómeno de consumo se remontan a la década del ‘20 en los
E.U.A. que como consecuencia de las reformas en las estructuras de trabajo descriptas
en el primer punto, se da una situación en la cual el exceso de producción en
comparación con el escaso nivel de compra se convierte en un serio problema a resolver
en pos de la supervivencia del sistema.
Tal como comenta Regnasco, el fenómeno de consumo de masas no es espontáneo en
su aparición, ni tampoco una consecuencia de la insaciable naturaleza humana,
responde en cambio a una construcción deliberada..
Era menester convertir la cultura de aquel entonces, frugal, de ahorro, moderación y
sacrificio, típica del protestantismo, que identificaba al consumo como un vicio en todo
lo contrario: una virtud.
Una vez satisfechas las necesidades básicas, era sumamente difícil que la sociedad se
procurara bienes de consumo. Romper esta barrera era conditio sine qua non para lograr
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la expansión de la economía. Disfrazar al consumo de “deber patriótico” fue uno de los
ardides utilizados para alcanzar un cambio psicológico de masas.
El proceso se aletarga debido a la Gran Gepresión y la Segunda Guerra Mundial, sin
embargo, entrando a los ‘50 el sueño americano comienza a materializarse: una
explosión de consumo inunda todos los sectores de la economía. La construcción y a
industria de los electrodomésticos (principalmente televisores) a la vanguardia.
La economía de los E.U.A. estaba dirigida a la producción de bienes de consumo y
mantuvo ese rumbo hasta la actualidad, exponenciando los niveles generación tras
generación.
Con un capitalismo industrial incipiente se configura la conciencia de identidad de
modo tal que el concepto de “ser” comienza una trasmutación al de “tener”.
Como apunta Regnasco, El sentimiento fundante del consumo es el deseo […] y su
posibilidad de satisfacción es siempre de carácter efímero […].
Con estos preceptos, quienes tenían las riendas del empresariado fundan la figura del
consumidor insatisfecho, para quien lo poseído nunca será suficiente y el deseo se
renovará en ciclos cada vez más cortos.
Uno de los más fieles servidores que debe su existencia a este propósito, es el
marketing. El marketing tal como lo conocemos actualmente (orientado a un grupo de
compradores o marcado meta) nace en Harvard en 1950.10
Los especialistas de esta disciplina pronto se convertirían en actores principales en las
empresas pues su dedicación en el arte de mejorar la comercialización será exclusiva.
En este aspecto, la publicidad juega un papel preponderante. Regnasco comenta como
esta apela a la emoción cada vez más que a la razón, a la elevación en el medio social y
a descalificar la producción casera, a la vez que comienza a introducir los bienes de lujo
como necesidades.
Tres hechos significativos de importancia considerable tiene lugar: el surgimiento de las
marcas, la reorientación de los productos y las compras a crédito. El primero permitió a
los consumidores identificarse con el producto, y esta tendencia aún no conoce techo.
Nuevas marcas nacen, mueren y son fagocitadas por otras todo el tiempo. El segundo
aplica la creatividad del mercado para encontrarle nuevas aplicaciones a los productos,
ampliando así su mercado. El tercero, el nacimiento de las compras a crédito,
revoluciona el consumo: se amplía enormemente el espectro de personas que pueden
acceder a bienes cada vez más onerosos, sin mediar el ahorro hasta el momento de
compra, llegando a un punto de gratificación inmediata.
Durning ilustra como el consumo llega al grado sumo en los ‘80 como producto de la
“euforia de dinero fácil” que las políticas de laissez-faire y la internacionalización de las
finanzas produjeron, llevando a un nivel exorbitante la deuda privada, como resultado
del acopio indiscriminado de bienes de consumo por parte de los ciudadanos.
El fenómeno del consumo se expande por todo el mundo cambiando la cotidianeidad de
las personas y sus estilos de vida por toda la faz de la tierra. En esta expansión de
10
Según Erika Geraldine Zárate Tinoco en “Marketing”, Capítulo “Evolución del Concepto de
Comercialización”.
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constante (condición necesaria para la supervivencia del capitalismo), aparecen sobre la
marcha nuevas estrategias de publicidad y captación que se aggiornan conforme los
avances tecnológicos, el marketing one-one-one11 y el neuromarketing se estandarizan.
Los consumidores del mundo pueden calificarse en tres grupos básicos: pobres, medios
y altos. Los últimos representan menos de la quinta parte de la población mundial. Son
los poseedores del 64% del ingreso mundial marcando una severa desigualdad con el
segmento inferior. El consumo alto, tiene como contrapartida una cara poco nombrada:
la contaminación y degradación del ambiente y los recursos que cada vez se acercan
más a límites que pondrían en juego la supervivencia.
Todos estos cambios de hábitos que se fueron dando desde la mitad del Siglo XX
mantuvieron a lo largo de su desenvolvimiento estrecha relación e influencia en la
cultura.
La antigua vanguardia modernista buscaba chocar con los valores de época,
principalmente a través de sus movimientos y expresiones artísticas.
En los albores del posmodernismo, una vez llevado el shock cultural hasta los límites, la
audacia e innovación comienza a flaquear.
De la mano del consumo de masas y una concentración de pensamiento colectivo
centrado en la individualidad y el yo domina la escena; lo que Lipovetsky denomina la
“democratización del hedonsimo” y el placer y el estímulo de los sentidos se convierten
en los valores dominantes.
La era del consumo literalmente liquidó los valores tradicionales. La vida actual se ha
vuelto sumamente dinámica y estar dentro del sistema exige una adaptabilidad nunca
antes vista en la historia.
Los condicionamientos que la actual sociedad nos impone en todos los niveles psíquicos
supone un franco abandono de la autodeterminación, de nuestra identidad y libre
albedrío, y cada vez se configura más de acuerdo a la pseudo-elección que hacemos
sobre el abanico de ofertas que se nos impone, lo cual no supone necesariamente una
homogeneización sino una fragmentación infinita de posibles configuraciones
diluyendo así los grupos identitarios clásicos tal como los conocemos. Alvin Toffler
acuñó el término "prosumidor" en el libro de 1980 The Third Wave que hace referencia
a la evolución de los consumidores, involucrados en el diseño y manufactura de los
productos, dando paso a la denominada “customización masiva”.12
Habiendo derrocado el autoritarismo de los valores puritanos no estamos en libertad,
sino que simplemente hemos cambiado grilletes por esposas. Dejamos de responder a
los mandatos eclesiásticos para rendir culto inconsciente al mercado.
Hoy nos toca asistir al espectáculo del metrosexualismo y la obsolescencia perpetua. Se
ofrece una devoción anti-saludable a la belleza quasi patológica para satisfacer
necesidades espurias. Todas las tecnologías innecesarias que tocan nuestras manos se
hacen obsoletas antes de siquiera poder aprender a utilizarlas, y sin embargo, nos
sentimos magnetizados a adquirir “el nuevo modelo”.
11
Idem nota 10.
12
“Prosumidor” en Wikipedia, La Enciclopedia Libre, ref:
http://es.wikipedia.org/wiki/Prosumidor
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Este es el mundo que se configura; donde moral y consumo toman caminos divergentes;
cremas de belleza y celulares para unos, hambre, exclusión y miseria para otros.
En una concepción educativa dialógica y cuyo objetivo primordial sea la educación de ciudadanos
autónomos y participativos en el contexto histórico social en el que viven, el binomio educador–
educando constituye una pareja, que si bien es asimétrica en cuanto a funciones, es recíproca en su mutua
determinación.
Una educación que parta del contexto en que se desarrolla la labor educativa, que elabore con la
comunidad educativa los planes y programas a desarrollar en virtud de su significación para esa
comunidad, es una educación que proveerá contenidos y técnicas que serán apropiados al mismo tiempo
que los metainstrumentos cognoscitivos aplicables a diferentes contextos: fijarse las propias metas,
cuestionarse los saberes instituidos, crear nuevas ideas y caminos, investigar entornos, crear soluciones
nuevas a viejos problemas, trabajar en colaboración, solucionar conflictos, reconocer las propias
capacidades y puntos débiles,conocerse a sí mismo (inteligencia intrapersoal), ser empático con los otros
(inteligencia interpersonal).
Si una tal educación se pusiera en marcha, comenzando por formar a los formadores de los futuros
docentes, estas generaciones y las venideras tendrían esa característica de adaptabilidad, pues se habrían
adueñado de aquellos metainstrumentos que los impulsaría a la formación permanente y autónoma en
cualquier tiempo y contexto.13
Comparte con todos los seres vivos lo que Maturana ha denominado autopoiesis o autoorganización que
es la capacidad de un sistema de reproducir sus propios elementos y las relaciones que los unen, es decir,
su propia organización. Pero estos sistemas son autoclausurados, su organización es invariante: posee
clausura operacional.
En tanto que el ser humano, posee como carácter diferencial y especial respecto de todos los demás seres
vivos, además de autopoiesis, su capacidad autogenética. Mediante la cual ya no sólo replica
recursivamente y por causalidad mutua los procesos sostenedores de su organización y su relación con el
entorno, sino que es capaz de generar novedad, es capaz de crear nuevas asociaciones con elementos
presentes antes inconexos, así como inventar nuevas reglas asociativas entre ellos.
13
Textualmente por la Lic. Elisa T. Chisleanschi, una autoridad en Epistemología y
Aprendizaje, quien fuera encuestada con motivo del presente trabajo (LETC, de aquí en más).
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Es capaz de estudiarse y conocerse a sí mismo e intervenir en sus modos de conocer el mundo que lo
rodea y a sí mismo en esos modos de conocer, hasta incluso ahora de conocer y alterar su propia dotación
genética: su aparato de conocer puede intervenir en su propio aparato de conocer y de reproducirse.
El ser humano es también el único ser vivo que posee la capacidad autointerpelativa: quién soy; adónde
voy; de dónde vengo; para qué estoy aquí.
Una educación encaminada a la autogénesis promoverá una humanidad sin techo, que generará más y más
nuevos niveles de aprendizaje y conocimiento, construidos como una escalera, sobre los desarrollos
alcanzados por cada generación.
Pero la condición es una educación que privilegie la autonomía de pensamiento y de autoreflexión, por
sobre la acumulación de conocimientos que necesariamente se obsoletizan cada vez más rápido. Que
privilegie la autogénesis por sobre la autopoiesis.14
Dado este contexto, cabe entonces depositar nuestras expectativas al futuro próximo en
coordinar los recursos en virtud de una profunda reforma educativa en todo el mundo,
tendiente a la formación de subjetividades comprometidas, autónomas, generativas,
colaborativas y sensibles a las necesidades de todo el planeta.
Se empieza a vislumbrar un cambio de paradigma respecto de la superespecialización
escotomizadora del conocimiento unidisciplinar.
La imperiosa necesidad del trabajo multidisciplinario y del conocimiento
transdisciplinario, de una labor de coordinación para salvar al planeta y a los seres
que vivimos en él.
Es una gran batalla entre las fuerzas del mercado cuya única ley es la mayor ganancia,
y las leyes del cosmos, el planeta y la ética de la condición humana indisolublemente
ligada a la suerte de los prójimos.
Y es una batalla que necesita de la participación creativa y militante por la
transformación social. Por eso la educación bancaria favorece al mercado.15
Tal como Regnasco señala, no hay ningún factor de espontaneidad en la realidad que
nos toca vivir. Nuestro presente ha sido cuidadosamente determinado, y está en nosotros
mismos y en nuestro poder de organizarnos convertir nuestro destino en una Sociedad
del Saber por la Humanidad en lugar de una Sociedad del Saber funcional a un sistema
perverso, que utiliza el saber como combustible y deshecha a sus productores una vez
obsoletizados por su propia mecánica; logrando que el cambio y conversión provenga
del interior, por el deseo de superarnos y no por las perturbaciones o estímulos de
grandes intereses al servicio de un mundo nihilista y epicureista para unos pocos, a
expensas del sacrificio supino del resto y la totalidad del medio.
14
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15
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