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TERE IARI Psicoanalisis y existencialismo De la psicoterapia a la logoterapia por VIKTOR E. c e€ FONDO DE CULTURA ECONOMICA MEXICO Primera edicién en alemén, Octava edicién en alemén, revisada, Primera edicién en espafiol, Primera reimpresién, Segunda reimpresién, Tercera reimpresién, Cuarta _ reimpresién, Quinta reimpresién, Segunda edicién en espafiol de la octava en aleman, Primera reimpresién, Segunda reimpresi6n, Titulo. original: Arztliche Seelsorge ; © 1966, Franz Deuticke, Viena D. R. © 1950, Fonpo ve Guirura Econémica ‘Av. de la Universidad, 975, 03100 México,-D. F. ISBN 968-16-0072-X 1946 1971 1950 1952 1957 1963 1967 1970 1978 1982 1983 RRR 8 EL SENTIDO DE LA VIDA La thlanatia Cabe preguntarse ahora, si puede haber rancia, OY GUE NOS autorice a privar 4 nado armorir de laposiblidad dee posibilidad de ilenar de sentido 5 instante de Cita, aunque ese vey 2 ve exdusivamente, en realizar valores * vane modo como eb paciente, ef “paciente”, se con eee a : + S€ Comporta ante su pasion, En | momento culminante ¥ postrero de ésta. EI mOnir ia un hombre, Sempre que se trate realmente de SU morir, Jorma, €n rigor, parte sustancial de su vivir y cierra su vida como una totalidad de sentido, : El problema que nos sale al paso es el dela cutanasia, pero interpretada no en el sentido de aliviar el transito, sino en el mas amplio de ahorrarlo. La cutanasia en el significado estricto de la palabra no ha constituido nunca un problema para el médico; el alivio medicamentoso de las torturas de la muerte es algo evidente por si mismo; el momento indicado es una simple cuestion de hecho y no merece, por tanto, que x \e discuta ¢n el plano de los principios. Pero, por encima de esta euranasia en sentido estricto, se ha intentado repeti- das veces, y desde diversos campos, decretar legalmente libre la destruccién de las Iamadas vidas inutiles. Acerca de esto conviene decir lo siguiente: En primer lugar, el médico no es el llamado a juzgar acerca del valor o carencia de valor de una vida humana. La sociedad humana le encomienda como tinica mision la de ayudar alli donde pueda hacerlo y la de mitigar los dolores del que sufre en los casos en que pueda; la de curar, cuando le sea posible, y Ja de cuidar a los enfermos, si no consigue curarlos. Si los pacientes y sus familiares no rae convencidos de que el médico toma en serio y al pie de b: letra este sagrado mandato que la sociedad le oe Tetirarian su confianza. Seria terrible que el ent eas ae Supiera, en ningin momento, si el médico se oa Cabecera de su cama como médico 0 como i a excep- _Esta posicion de principio no deja tampoco peated ne Ciones cuando se trata de enfermedades in “0 Hinguna circuns- un enfermo conde- Ncontrar “su muerte”, dela 4 extstencia hasta el Ultimo y . 92 ANALISIS EXISTENCIAL GENER Ay, fisicas sino mentales. ¢Quien se atreveria a Profetiy cuanto tiempo debera considerarse como incurabjt psicosis clasificada como tal en Ia actualidad? Y, Sobre, Ung no debemos olvidar que el diagndstico de una to reputada por incurable puede ser, simplemente, algo cae de un modo subjetivo, pero no objetivamente seguro r° sandose en lo cual pueda extenderse una sentencia sobr “ ser o no ser del enfermo. Conocemos un caso en que 1 enfermo yacié en cama, inmovil, durante cinco aftos enters los musculos de las piernas se le atrofiaron y habia que alimentarlo artificialmente. Si se hubiese mostrado este ol alos médicos a quienes con tanta frecuencia se conduce en visitas a través de los manicomios, alguno de ellos habrig preguntado seguramente, a la manera tipica, si acaso no valdria mas poner fin a la-vida de aquel individuo. Pues bien, el porvenir se encargé de dar a esta pregunta la mejor de las respuestas. Un buen dia, nuestro paciente se incorpordenel lecho, pidid que le dieran de comer lo que a los demas y expres6 su deseo de levantarse. A fuerza de ejercicio, sus piernas atrofiadas estuvieron de nuevo en condiciones de sostener su cuerpo. Pocas semanas después fue dado de alta, y no tardé en recorrer las escuelas superiores dando confe- rencias, que tenian como tema los viajes hechos por él antes de caer enfermo. En un circulo mas intimo de oyentes s¢ presto a hacer a los psiquiatras una narracion de sus tiempos de hospital, en la que, por cierto, no salian muy bien parados algunos enfermeros, los cuales no se habjan preocupado de atender debidamente a aquel enfermo, sin sospechar si- quiera que, andando el tiempo, estaria en condiciones 4¢ contar en publico todo lo que le habia ocurrido. m ate ake a enaeneat y argumentaria, probable se halla capacitado para vi, sik Palabras: un enfermo ment a vigilar por sus propios intereses. Por eso nosotros, los médicos, estanios autorizados a darle muerte, como si dijéramos en representacion d unt enferma, ya que, segtin lo m4 Fe eer e cages ‘4s probable, el enfermo § habria quitado por sus manos |a vj, seen vida si las sombras que rodean su SSP no le impidiesen hacerse cargo de que"? sirve para nada. Nosotros nos situamos en un punto de vist ann EL SENTIDO DE LA VIDA rotalmente distinto. El médico debe, servicio y en el sentido de Ia volu: derechos de vida del enfermo, pero $ re j : Sse dine oven Es Instructivo, a este respecto, el c Pats ‘ que padecia de un melanosar: y que se habia diagnosticado ya acertadamente su corsa dad. Sus colegas intentaron en vano engafarle con rece nes negaTvas de orina, sustituyendo la suya por la de otros enfermos: una noche, el meédico enfermo se encerré en el laboratorio € hizo por si mismo la reacci6n. Al progresar la enfermedad, sus compaferos temian que el enfermo se suicidars. éPero qué hizo, en realidad, el médico.enfermo? Empezo a poner en duda, cada vez mas, su primer diagnds- tico —exacto—} cuando empez6 a sentir metastasis en el higado, se diagnostico tales o cuales padecimientos hepati- cos inofensivos. De este modo iba enganandose inconscien- temente a si mismo, movido precisamente por su voluntad de vivir, que a Ultima hora se rebelaba contra la idea de la muerte. Pues bien, esta voluntad de vivir es la que debemos respetar, sin saltar por encima de ella para privar al hombre de la vida en nombre de estos o aquellos argumentos ideoldgicos. Es frecuente recurrir también, en defensa de estas ideas, a otro argumento. Se dice que los enfermos mentales incura- bles y, principalmente, las gentes espiritualmente taradas, representan una carga econémica de consideracién para la sociedad, que son seres improductivos e inutiles para la colectividad. ¢Qué valor tiene este argumento? En realidad, los idiotas que, por lo menos, pueden tirar de una carretilla, son, a pesar de todo, mas “productivos” que puedan serlo, por ejemplo, los ancianos que vegetan en un asilo y cuya exterminacién por razones exclusivas de improducti idad no se atreverian a mentar ni siquiera aquellos que invocan otros casos. Todo el este criterio de la utilidad colectiva e mundo tendra que confesar que un ser rodeado det ane! de sus familiares representa el objeto insustituible, irremp @ zable de este carifo, lo que daasuv ida un sentido (aunque 8 in em- sea puramente pasivo). No todo el mundo sabe, si! bargo, que son precisamen 93 desde luego, actuar al intad de vida y de los nunca negandole estos te los niftos mentalmente retra- 94 ANALISIS EXISTENCIAL GENERAL sados los que, en general, mas quier ‘el y bandas Os padte, Precisamente como compensacion de! abandono, del des’ Mmafo con que se enfrentan a la vida. / El deber incondicional del médico de salvar fa vida de] hombre cuando pueda hacerlo no Cesa, @ NUCSETO juicio, pj siquiera frente a un enfermo que ha intentado quitarse |g vida y cuya vida pende, ahora, de un hilo. En estas condicio. nes, el médico tiene que enfrentarse con el problema de si entregar 0 no al suicida a la suerte libremente elegida por él, de si debe oponerse a su voluntad manifiesta de suicidarse, voluntad puesta ya en practica, 0, por el contrario, respe- tarla. Podria decirse, en efecto, que el médico que inter- viene terapéuticamente interponiéndose ante una tentativa de suicidio, trata de actuar como destino, de suplantarle, en vez de dejarle libre curso. Cabe replicar: si el “destino” o la Providencia hubiesen querido realmente dejar morir al cansado de la vida, habrian encontrado los medios y los caminos necesarios para que la intervencién médica llegase demasiado tarde. Siempre que el destino Pone auna persona todavia con vida en manos del médico, no cabe duda de que éste tiene que obrar como tal, sin que pueda, en ningun caso, ni bajo ningun concepto, erigirse en juez, ©, mejor dicho, en arbitro llamado a decidir omnimodamente, con arreglo a su parecer ideoldgico-personal, o sin criterio alguno, arbitra- riamente, acerca del ser 0 no ser de otro hombre,

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