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Análisis de Cartas de mamá

s. La primera indicación de que Laura no está contenta surge suavemente de una imagen plástica:
“el rostro que parecía haberse desdibujado un poco desde los tiempos de Buenos Aires, como si el
aire gris de París le quitara el color y el relieve”. De ahí en adelante, poco a poco se va
intensificando el tema del fracaso matrimonial reflejado tanto en la monotonía de la vida
moderna —”el trabajo pasable, el departamento bonito, las películas excelentes”— como en una
serie de pequeños detalles: el retiro del brazo en el cine; el silencio sobre Nico, ya muerto de tisis,
por su aspecto de reproche, de arrepentimiento, de traición; el recuerdo de cómo se habían
querido desesperadamente en la luna de miel; la resignación de Laura, el simulacro de sonrisa; el
llanto de Laura mientras “abajo corrían a gritos los chicos de la portera”; el sexo monótono no
deseado; la pesadilla de Laura que no recibe el consuelo acostumbrado de Luis; la contemplación
de Laura como a un insecto.

Sólo hacia el final se recalca la importancia del título con la transformación por el humo de la cara
triste y sufrida de Laura en la cara llena de odio de mamá. Esa identificación de Laura con mamá,
anunciada antes con la complicidad de Laura en el orden tan odiado de mamá, destaca el carácter
edípico del problema (como en Hamlet) y explica el anhelo de libertad de Luis.

Aunque logró escaparse de Buenos Aires, las cartas de mamá constituyen un eslabón con el
pasado que dan un carácter condicional a esa libertad. Es más, tanto como anhelaba en otra
época la libertad, anhela ahora las cartas de mamá porque “si le hubieran faltado habría sentido
caer sobre él la libertad como un peso insoportable”.

La “libertad duramente conquistada” y provisional de Luis es un reflejo al revés de la


independencia de la Argentina. Para conseguir su libertad, Luis tuvo que rechazar a su madre y
refugiarse en Europa pero descubre que no puede borrar el pasado. De una manera paralela, la
Argentina tuvo que rechazar a su madre europea para liberarse pero también ha descubierto que
la libertad es condicional y que no puede romper por completo el puente hacia el pasado. La
trascendencia nacional de este problema individual se insinúa levemente con los retratos de los
próceres San Martín, Rivadavia y el almirante Brown en las estampillas que llegan con las cartas de
mamá. La importancia de esas estampillas se refuerza por el interés filatélico de Nico.

Como la novela Rayuela y el cuento “El otro cielo”, “Cartas de mamá” tiene el doble escenario de
París y de Buenos Aires que se refleja en la estructura lo mismo que en el estilo del cuento. El
puente entre las dos ciudades se construye sobre una serie de detalles paralelos: el calor, los
nombres de las calles, el cine, el coñac de Luis y el jerez de mamá, “Tom y Jerry” en París y el gato
y el perro en Buenos Aires y las alusiones al ajedrez.

Además, se insiste tanto en el número dos que refuerza la monotonía que sienten los
protagonistas: los dos años que llevan en París, la salida de Buenos Aires dos meses después de la
muerte de Nico, los dos perros de mamá, las dos horas pasadas en el banco de plaza, “hizo dos
cosas”, un rechazo con las dos manos, los dos hijos de mamá, la pesadilla dos noches antes de la
llegada de Nico, los dos viajeros argentinos, los dos toques cortos de siempre, “entre dos aguas” y
el departamento suficiente “exactamente para dos”.

Esta simetría estructural que refleja la visión del doble mundo de París-Buenos Aires concuerda
perfectamente con el trabajo y el carácter del protagonista Luis: es diseñador en una agencia de
publicidad y le gusta el sentido de la simetría. Más que nada la presencia simultánea de las dos
ciudades se afirma por las series sin fin de dos palabras o dos frases paralelas.

La conversión de la realidad en mentira o fantasía o viceversa es uno de los trucos predilectos de


Cortázar: “Continuidad de los parques”, “El río” y “La noche boca arriba”. En “Cartas de mamá”,
tanto Luis como Laura viven la mentira de un matrimonio feliz. La madre vive la mentira de que
Nico no ha muerto y que va a emprender un viaje a Europa. Los esposos, incrédulos y todo, van a
la estación para recibir a Nico y al final la mentira se impone tanto a la verdad que los dos creen
que en efecto lo han visto. El mismo autor se sugestiona con el juego y simboliza la mentira por la
explicación parentética, tantas veces repetida, de lo que es una pregunta retórica: “(no era una
pregunta, pero cómo decirlo de otro modo)”. Poco antes del fin, el autor insinúa otra mentira
identificando a Luis con Nico por medio de la tisis: “siempre subía despacio para no fatigarse los
pulmones y no toser”.

Esta identificación algo mágica concuerda con el ambiente de todo el cuento, creado en parte por
el punto de vista y también por el entretejimiento de los tres planos cronológicos. A pesar de la
narración en tercera persona, todo el cuento se presenta desde el punto de vista de Luis, que vive
muy poco en el presente, que recuerda mucho del pasado y que piensa constantemente en lo que
va a suceder. En el presente, Luis lee las tres cartas de mamá, viaja en autobús, trabaja en la
agencia de publicidad, vuelve a casa para almorzar, acompaña a Laura al cine, escribe a mamá y al
tío Emilio, bebe, conversa con los vecinos, pasa un fin de semana en Fontainebleau y va a la
estación para recibir a Nico. Mientras camina por el presente de una manera automática, piensa
tanto en el pasado como en el futuro.

El pasado revela la historia de cómo Luis fue presentado por su hermano Nico a Laura y de cómo
poco a poco éste fue sustituido por aquél hasta llegar a la posesión en el automóvil. Al mismo
tiempo que recuerda el pasado, Luis anticipa las reacciones futuras de Laura respecto a la
“resurrección” de Nico: “por supuesto, unos días después Laura se extrañaría... y él contestaría...”
Aunque los tres planos cronológicos se entremezclan frecuentemente, mantienen su propia vida
independiente hasta el fin cuando, como tres ríos afluentes, desembocan en el estuario del primer
verdadero diálogo, por breve que sea, entre los esposos. Antes no se hablan directamente más
que una vez en el dormitorio con el velador apagado y con él dándole la espalda a ella. En cambio,
en el diálogo final el pasado y el futuro se funden con el presente y los dos se miran como
cómplices en la perpetuación de la mentira de la resurrección de Nico.

Decidieron instaurar el silencio a todo lo que se refería a Nico, aunque ambos sabían reconocer
perfectamente aquellos silencios o cambios de tema en los que se escondía el nombre
“prohibido”. Luis intentaba a veces hablar del tema con Laura pero ella siempre le evadía y
resultaba imposible. Un día recibe una carta de su madre, como cada mes, y ésta le decía que Nico
había preguntado por ellos. Luis no tuvo valor para decírselo a Laura porque sabía que le haría
daño y supuso que su madre se refería a su primo Víctor. A la carta del mes siguiente, su madre le
decía que Nico iba a ir a París y le decía la hora y el tren con el que llegaría. Esta vez Luis se armó
de valor y se lo dijo a Laura y pensó que su madre debía de tener algún problema mental debido a
la soledad y a la edad. Escribió a su tío Emilio, para que fuera a verla y averiguara si estaba bien y
saber a qué se debían las menciones de Nico. Su tío,que todavía le guardaba rencor por lo que
pasó, le contestó que su madre estaba bien y que no había podido sacar nada en claro con lo
referente a Nico.

El día que estaba prevista la llegada de Nico, según la carta de su madre, Luis le dijo a Laura que
tenía trabajo y no almorzaría con ella, pero en verdad le mintió para poder ir a la estación a ver la
supuesta llegada de Nico. Una vez allí, vio a Laura que también había ido a escondidas, y es que él
y Laura no eran para nada un matrimonio feliz, todo se había helado, ya nada era igual y para
colmo a ella la atacaban las pesadillas sobre Nico, y se había dado cuenta que él era su hombre y
no Luis. En la estación vio bajar a un hombre que se le parecía, o más bien, él quería que se le
pareciese. Después se paró en un bar a beber y al volver a casa no le dijo nada a Laura de que la
había visto en la estación. Ya le daba igual.

El relato concluye con una pequeña conversación en el despacho de Luis en la que Laura le dice
que Nico parece más delgado y Luis le dice que sí que la gente cambia.

Los cuentos de Cortázar se caracterizan por sus elementos fantásticos, pero “Cartas de mamá”
consigue que el lector se confunda y crea que en éste, en concreto, no hay nada de fantástico, ya
que todo parece muy “normal” durante todo el relato pero al final consigue crear esa fantasía y
ese enigma que lo caracteriza. Veamos esos aspectos:

Es obvio que Luis vive atormentado por su pasado y cada carta de su madre es como una punzada
de ese pasado que de alguna manera lo devuelve a la realidad y a pesar de que esté lejos de su
casa, le recuerda la muerte de su hermano y su traición con Laura. Ahora bien, Luis de alguna
manera está acostumbrado a estas cartas, pero el problema viene cuando su madre nombra a
Nico en la carta. La primera vez se lo calla por no herir a Laura, pero la segunda se lo dice para ver
qué opina ésta. Hasta aquí no hay nada que se salga de lo “real”, ya que Luis cree firmemente que
su madre sufre algún tipo de trastorno senil y por eso nombra a su hijo muerto o simplemente por
el dolor de la pérdida. Lo que le choca al lector es que si Luis está tan convencido de que se trata
de algún trastorno de su madre, por qué va a la estación el día que supuestamente llega Nico? Por
qué Laura también va a escondidas, si saben perfectamente que Nico está muerto?

En la estación Luis no ve a Nico, solo a un hombre que se le parece muy poco. La impresión que
dan ambos, Luis y Laura, es que viven obsesionados con Nico, por el remordimiento de su traición
y de que éste muriera infeliz y engañado por su hermano y su novia. No lo nombran pero es como
si estuviera presente de alguna manera entre ellos, ya sea en las pesadillas de Laura o
simplemente que se palpe su presencia en el aire. En todo esto no se ve ningún elemento
fantástico, ya que mucha gente cuando pierde a alguien puede llegar a obsesionarse e incluso a
sentir su presencia aunque sea solamente fruto del inconsciente para calmar el dolor.

Pero el remate final es lo que deja al lector descolocado, porque Luis y Laura hablan del aspecto
físico de Nico, hablan como si lo hubieran visto y dejan al lector perplejo y sin saber claramente
qué es lo que está pasando, ya que Nico está muerto, eso se sabe desde el principio, pero ellos
terminan hablando de que está más “flaco”.

Cortázar deja de alguna manera el final en el aire y dependiendo de la interpretación de cada


lector, lo verá de un modo u otro, ya que unos pueden pensar que efectivamente han visto a Nico
y éste fingió su muerte en el pasado para hacerlos sufrir o que han perdido el juicio por su
obsesión y esto hace que se imaginen lo que quieren ver…pueden ser muchas cosas según cada
persona.

Luis cortó de cuajo su vida de Buenos Aires y creyó que se había liberado

para siempre de ese pasado culpable, ya que él había logrado un nuevo orden

de cosas. Engañoso encubrimiento sustentado con la suma de tres acciones:

“había querido” más “trazado” más “conseguido” y además ese nuevo “orden

de cosas” lo calzó en su vida como si se tratara de un guante o un zapato. Pero

el “encubrimiento” produce un corto circuito cada vez que le llegan de Buenos

Aires cartas de la madre. La fuerza de las cartas rompe el aparente equilibrio y

el pasado aflora y se impone en su vida: “Cada carta:{ ,,,] lo devolvía al pasado

como un duro rebote de pelota,” Es de destacar la fuerza expresiva de esta

comparación construida con un elemento de competencia deportiva. [,,,} las

cartas de mamá eran siempre una alteración del tiempo, (ver cita). “No

quedaba más que una parva libertad condicional”.

El desarrollo del cuento es una comprobación de que todo ese pasado

concentrado en las “cartas de mamá” es inevitable, es una prisión que les

permitirá solo a medias una ilusión de libertad. Las eles con que comienzan los

nombres de los personajes: Luis, Laura y la palabra “libertad” connotan cierta

ironía. Luis y Laura están atrapados, condicionados por las cartas periódicas

“de mamá”. A saber, las cartas cumplen las siguientes funciones:

a) Son las que imponen “la libertad condicional”. No permiten el despegue del

pasado.

b) Las cartas unen espacios: Buenos Aires(Argentina), París(Francia).

c) Las cartas están escritas en el estilo trivial de la madre y dirigidas a su hijo

Luis, y no a su esposa Laura, pero provocan la curiosidad de esta que las

lee y relee constantemente. Son el objeto de su atención inquisidora.

d) A pesar de que son el mensaje del presente o quizás de un pasado muy

cercano, tienen toda la carga de los hechos que provocaron la huida de

Luis y Laura a Francia. Es decir, las cartas sintetizan los tiempos:


1) Pasado lejano: noviazgo de Laura con Nico, enfermedad y muerte de

Nico, mientras se llevaba adelante la relación entre Luis y Laura y su

repentino casamiento.

2) Pasado cercano: Los años de residencia en París de la pareja. La

búsqueda de una libertad que – de no haber estado condicionada por

las cartas- no la hubiera podido soportar. “No las detestaba, si le

hubieran faltado habría sentido caer sobre él la libertad como un peso

insoportable(

e) Las cartas funcionan como eje en la simetría Nico, el muerto; Luis, el vivo,

ambos con derecho propio en la vida de Laura.

f) Las cartas, como movilizadoras de recuerdos, imponen un pasado

culpable y cierran el acontecer temporal con la presencia , en el juego,

del muerto compartiendo sentimientos y espacio en París como tercero en

discordia.

En el juego, el muerto ha sido recuperado para la vida, a través de las últimas

cartas en las que Nico es mencionado por la madre como interlocutor real en el

mundo de los vivos. Presencia que es fuertemente cuestionada por Luis y más

tarde oprimente revelación para Laura. El nombre Nico, callado durante los dos

años de residencia en París, deja la realidad subyacente para ser

resistentemente asumido por el perdedor: Luis.

Es notorio que, aunque Cortázar resuelve el tema con este desenlace de

cuento fantástico, se desprende del mismo una realidad desgarradora, porque

más allá del juego está el experimento y –guste o no- este enfoque de

interpretación deja una sensación amarga, opresora, de la imposibilidad de

construir un presente y un futuro más allá de las oprimentes manifestaciones

del pasado culpable. Un pasado que mancha siempre “la copia en limpio”

Los cuentos de Cortázar se caracterizan por sus elementos fantásticos, pero “Cartas de mamá”
consigue que el lector se confunda y crea que en éste, en concreto, no hay nada de fantástico, ya
que todo parece muy “normal” durante todo el relato pero al final consigue crear esa fantasía y
ese enigma que lo caracteriza.

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