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I

Ir leyendo en el cole
Es una posición estética ante la vida
Y ante el movimiento.
Que la señora de atrás me espíe
Me llena el corazón de gusto
Y quisiera parame, caminar
Y leerle todo el libro en voz alta
Y ser el juglar de los colectivos.
Leer en el cole
Y descansar la vista sobre aquel lapacho
-sorprenderme, dejar la lectura,
cambiarme de lado para mirarlo
Más cerca, más lapacho-
Y descubrir que la primavera estalló en lapachos
Y yo adentro de un colectivo todo roto
Pensando en la señora
Que me sigue espiando.
II
El perro del vecino
(Ese negro, sombra de todos
En la impenetrable vaguedad
De la siesta)
Está hecho más mierda cada día.

Pelos babeados, rastudos


Leviatán de las pulgas
Que efervescen en su lomo
Me sigue siempre y lo dejo seguirme
Y así vamos sin rumbo
Hombre y sombra perro,
Aplaudiendo yo a los mosquitos
Y él alegre tirando tarascones.

Perro sombra a la hora sin sombra


Fiel al río y a los camalotes
le saca la lengua a la humedad
Y miramos juntos al río
(¿pueden sus ojos ver el otro lado?)
Hasta que un viento amigo
Nos llenó los pelos de jacarandá
Nos cubrió todos en violeta
Y nos borró
Allá en un brazo del Salado.
III
Un día quise hacerle frente a la vida
Y fue como boxear con un Palo Borracho.
Es decir duro y punzante
Es decir todo espinas
Es decir vida: palo borracho.
No le entró ningún gancho,
Se le resbalaban las patadas
Por la curva de su panza.
La vida alta (es decir palo borracho)
Llevaba sus raíces al fondo de la tierra
Prendida de su corazón, cubriéndolo hosca,
Erizada de no querer responderme.
Por eso le di la espalda
Al grueso palo borracho (es decir vida)
Y lo dejé ahí
Preguntándome
Quién secaría la sangre de mis puños.
IV
No estoy conforme con estar
Acá sentado
Mirando pasar el domingo.
Quiero que también sean míos
La anchura del Paraná y lo dulce
Del Salado.
Veo a la madre con el niño
Y los quiero también y a su moto
Y los bizcochos que llevan.
Los domingos en Santoto
Quiero todo, porque justo ese día
No tengo nada, ni a mí mismo
Y me consuelo estirando la mano
Y arrancando un sauce lejano
Con el pulgar y el índice.
No es verano pero todo arde
Como si lo fuera y yo
-que también me quemo-
Le pido silencio a las ranas
-Cállense, déjenme escuchar
Al domingo
Que se va caminando por Roverano,
Quiero concentrarme y clavarle los ojos
Fijos en su espalda
A ver si gira y le entra remordimiento
Por llevarse todo de mí.

Ahora que se callaron las ranas


Escucho:
Los sauces conversan cosas
Que me llegan como hojas livianas
Y caen sobre mis manos abiertas.
Yo, que olvidé cómo leer la naturaleza
Hace tanto,
No puedo leer sus mensajes de hoja
Y sólo los acepto
Y me los guardo en los bolsillos
Para después, para otro día
Que no sea domingo y que
Tanto verde río cielo humedad
No me caigan tan pesados.
V
Qué tarde tan sepia
y todos somos una foto,
Ah ¿pero por qué justo aquí?
Hoy que llueve tanto y tan
Tormentoso el viento

La ciudad se está inundando


Nos quiere peces
Y no personas
Los pies tan mojados (sirenas)
Y las manos (aletas)
Secándonos la lluvia de la frente
Como un sudor constante,
Un tedio agrio que nos empapó
Todos.

No va a pasar nunca el colectivo,


Y si pasa será pez grandísimo
Atravesará el río
Y lo seguiré nadando
Cuando vaya al mar.
VI
Me quiero ir
(Y ya estaba a la mitad del puente)
Pero cómo brillaron los camalotes
Cuando quise,
Cómo se irisaron los soberbios
Refulgentes,
Y yo en el colectivo
Sin poder correr sobre ellos
Descalzo.

Es decir, no sé si pueda irme


Justo por ese brillo solar
Río de luz
Y los camalotes en la orilla
Bebiendo agua
Como si no notaran
Que los miro.

Y no sé si de verdad los miro


(A los camalotes y a ti)
O sólo los recuerdo al mirarlos
¿Acaso se me entregan siempre por vez primera
Naciendo a mis ojos en un acto de luz solar
Y yo hago como que son los mismos?

Y si es así ¿Quién los mira entonces?


¿Quién te está mirando?
Quisiera que este puente se cruzara por siempre.
VII

Al final nos inundamos todos


Y voy en lancha al quiosco
Pido un par de bizcochos y me los alcanzan
A la lancha, con un caño largo.
Remo un poco, muy contento, y preparo el mate
Como me enseñaron
45 grados de inclinación para el cebado
Y agua justo a ochenta: amargo
Y me llaman fundamentalista del mate.
Giro en la esquina con la lancha
Y le cebo a la señora que va pasando sobre una gran tabla
Por 4 de Enero
Y a su marido que va recostado con los ojos en el cielo
Igual de nublado

Sigo o seguí derecho por la calle hacia una placita


Y les cebo a dos enamorados parados sobre una banca
Que alguno pudiste ser tú o yo
Y nos miramos pasar en la lancha llenos de gozo.
Con exactitud termodinámica calculo
Cantidad de agua y calor
Y decido reiniciar la ronda buscando a la señora con el marido
Que trataba de hacer que escampara con sus ojos
Y busco a todos y todos me buscan
Me dan las gracias
Que en la jerga del mate
Significa que no me quieren ver más
Así que desaparezco

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