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MIRADOR

NUESTRAS CRITICAS
Por Gonzalo FERNANDEZ DE LA MORA
« FEDERALISMO Y REVOLUCIÓN»
£d. Cátedra de Historia,
Barcelona, 1966, 228 págs. de A. JUTGLAR

A NTONIO Jutglar, profesor de la Uni- lucha de clases en su forma más típica:


versidad de Barcelona y autor de los "las huelgas son medio esencialmente per-
libros. "La era industrial de España" turbador, que tras consigo grandes alar-
(1963) y "Occidente, mito y realidad" mas, medio que no hace más que complicar
no duda en pedir "la autoridad del Estado"
cuando las cuestiones sociales no las re-
suelve el juego de la libertad y del pacto.
El mismo Pi que fustiga al capitalismo de-
(1963) se ha ocupado con insistencia por el problema". fine sus condiciones fundamentales que
la figura de Pi y Margall. La monografía Cuan Pi llegó al poder, nada menos que son la propiedad de los medios de produc-
que ahora ve la luz versa únicamente sobre como supremo magistrado de la nación, ción y la libre competencia. Y al mismo
"las ideas sociales de Pi y Margall en fun- concedió al orden pacífico una importancia tiempo que exalta la soberanía del indivi-
ción de la realidad política". Lo biográfico máxima, mantuvo la propiedad y el régi- duo proscribe la huelga. Etcétera. Las con-
y los demás aspectos doctrinales quedan, men económico de Jibre competencia, se tradicciones y las incoherencias son tan
de momento, al margen. apoyó en el ejército para impedir la insu- decisivas y numerosas que no permiten Jle-
A Francisco Pi y Margall, encarcelado rrección, se opuso al cantonalismo de las gar juicios cabalmente positivos sobre su
en 1854 por su partici- juntas1 provinciales, y se esquema doctrinal. La mediocridad teoré-
pación en la insurrec- a f e r r ó a la legalidad.
ción, director de "El Eco tica de Pi es un hecho inconcuso. Voy, pues,
Esta actitud le enajenó en este punto más afila que las fundadas
de la Bevolución", exi- la adhesión de los extre-
liado en París en 1876. mistas y de no pocos de críticas de Jutglar; en cambio, sería más
presidente dé la Repú- sus partidarios. Su man- benévolo con el estadista.
blica y autor de libros d a t o fue desairado y Lo que, en definitiva, Jutglar viene a
de viajes, arte, historia breve. censurar a Pi y Margall ss su derechismo o,
y política, se le ha solido ¿Cómo valora Jutglar por decirlo con una expresión menos anfibo-
presentar como campeón al ¡''jólogo y al estadis- lógica y vulgar, su insuficiente revoluciona-
de federalismo, fe repú- ta? Al doctrinarlo lo de- rismo. Creo, sin embargo, que este realis-
blica, la irreligiosidad y fiende de las acusacio- mo acomodaticio fue el que impidió que
como el epígono español nes de servil comentaris- la Primera República desembocase en la
el anarquismo, es decir» ta cte Proudfaon. Reco- bancarrota irreversible y en un torrente
de Proudhon. ¿Hasta qué núce "una fuerte y no- de sangre. Si Pi hubiera aplicado impla-
punto esto es verdad? toria influencia prou- cablemente su anarquismo y su federalis-
Con ánimo revisionista d^oaiana", pero que no mo, el caos cantonalista habría sido com-
y, en parte, reívindiea- anula "unos caracteres pleto. Renunciando al radicalismo y la de-
dor, Jutglar centra eí propios que le diferen- magogia se comportó patrióticamente. Pac-
análisis sobre los libros cian considerablemente tando con el antiguo régimen, Pi y Mar-
pigarmalianos más sig- y que le otorgan, preci- gall prestó un servicio a nuestra revolu-
nificativos—"La R e a c - samente, su originali- ción industrial y- a la consolidación de una
ción y la involución" dad, digamos, ibérica". burguesía que necesitábamos angustiosa-
(18541 y "Las Naciona- Lo califica de "intelec- mente. Más que un político "inhábil" como
lidades" (1876)—, l o s tual romántico", "utópi- lo consideraron algunos de sus secuaces,
programas de su partido Antonio Jutglar.
co" y "racionalista" y lo fue un político honesto. La pureza no me-
y las d e c i s i o n e s del hombre público. define como "una de las personalidades más pareos que fuese en él una "tentación",
Según nuestro autor, el ideario pimar- interesantes de la vida y del pensamiento sino una virtud. Resumo, pues, mi juicio
gallano se sostiene, principalmente, sobre político y social de la E s p a ñ a del si- que aunque coincide en lo fundamental
un breve haz de posiciones. Enumeraré glo XIX", como "el primer político español
la básicas. "Evidente heterodoxia" frente que 1 abiendo llegado al poder de una for- con el de Jutglar, difiere en. el acento: el
al cristianismo, lo que le lleva a preconizar ma democrática y legal intentó llevar a autor de "Las Nacionalidades" fue un doc-
una revolución "atea". Defensa de la li- cabo una realización decididamente trans-, trinario mediocre, y un estadista genero-
bertad individual como supremo valor so- formadora de las estructuras sociales". Pero so y bienintencionado cuyo "fracaso" cons-
cial y, consecuentemente, negación del po- al mismo tiempo, Jutglar le acusa de "tre- tituyó un servicio a España.
der coercitivo: "las distintas formas de au- mendos errores" como estadista, denuncia Antonio Jutglar ha penetrado muy ex-
toridad—resume Jutglar—, según éstas su contradicción entre "idea y realidad", es tensamente en la obra pimargaliana y no
realizan la libertad, pueden ser admitidas decir, entre su programa y su gestión, su se ha dejado resbalar por la fácil pen-
como mal menor; en ningún otro caso pus- "ingenuidad", "utopismo", "pureza", "le- diente de la apología. Más de una vez sus
da admitirse la autoridad, puesto que de galismo", 'falta de flexibilidad", "acepta- epítetos son justificadamente duros. Pero
no producir libertad sólo es una explota- ción del compromiso "de convivencia con el lo más sugestivo de su monografía no es
ción": "la constitución de una sociedad sin orden antiguo", "posición al propio tiempo 1» exposición doctrinal que por exigencias
poder—declara el propio Pi—es la última reformista y acomodaticia", "paternalista". metodológicas deja un poco de lado el
de mis aspiraciones revolucionarias"; y no Jutglar da al último capítulo de su libro gran tema del federalismo y del regiona-
rechaza la etiqueta de "anarquista" en el un titulo que es toda una elocuente con- lismo, sino el contraste del programa con
sentido de qus considera el poder "como clusión: "Fracaso político y permanencia la gestión gubernamental. Es muy fecun-
una necesidad muy pasajera". Este libera- de la influencia ideológica". da esta técnica sociológica. Las numerosas
lismo básico le lleva a reconocer la "liber- contradicciones están señaladas con fuer-
tad de industria, de comercio y de concu- za y razón. Pero ¡muchas de las valora-
rrencia". También propugna la propiedad ciones de Jutglar parecen apoyarse en el
individual sobre los frutos del trabajo y Francisco Pi y Margall es, como escribe supuesto de que lo benéfico y lo fecundo
sobre la tierra; su lema es "elevar al pro- Jutglar, uno de dos escritores políticos más era la revolución, la ruptura con el pa-
letario a propietario", y no acepta que la "interesantes" del siglo pasado. Desde el sado, la drástica reforma de las estruc-
propiedad colectiva sea una solución com- punto de vista especulativo es casi.todo turas, y la aplicación implacable del pro-
pleta. Su anticapitalismo es más bien de lo que de favorable puede decirse. El pen-
principio: "no podemos destruir aún del samiento de Pi es rígido, poco profundo, grama proudhoniano. Soy bastante parti-
todo la tiranía del capital". Las dos ideas impreciso, difuso y escasamente original. dario de los radicalismos esenciales; pero
clave son la "federación" y el "contrato": ¿Quedaría de él algo sustantivo si se le peco de los existenciales, sobre todo, cuan-
puesto que todos dos hombres son Ubérri- restase euanto procede de Proudhon? Lo ' do se trata de implantar la incoherente e
mos y soberanos, entre ellos "no cabsn dudo muchísimo. Lo que Jutglar llama la inviable utopía pimargaliana. Entiendo
más que pactos", "la base social es el con- "originalidad ibérica" me parece mes ds que^et "compromiso" del Pi gobernafnte con
trato", o sea la suma de voluntades. Cen- talante que de doctrina. Hay, además, gra- la Historia fue una venturosa prueba de
sura la violencia: "la insurrección deja, de ves paradojas en su esquema: el mismo madurez personal. Y esta es la mejor lec-
ser un derecho desde el momento en que Pi que proclama la primacía absoluta de ción de aquel episodio final de la desven-
es universal el sufragio". Y se opone a la la libertad y las delicias del anarquismo turada Primera República.
ABC (Madrid) - 25/08/1966, Página 17
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