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Tablilla de la maldición o defixio, romana

“Buena y hermosa Proserpina, esposa de Plutón, [...] arrebata la salud, el cuerpo, el color, las
fuerzas y las energías de Plocio, llévaselas a Plutón, tu marido, para que no pueda ni en sueños
evitar esto. Lleva a éste a la fiebre terciana, cuartiana, cotidiana, para q ue luchen y combatan con
él; que acaben con él, que lo venzan hasta que le arrebaten su alma, para lo cual yo te entrego
esta víctima, Proserpina, ya sea Proserpina o Aquerusia como debo llamarte; envíame a mí, que te
invoco, al perro de tres cabezas para que arrebate el corazón de Plocio (…); para él yo te daré tres
víctimas, dátiles, higos secos y un cerdo negro, siempre que cumpla con ello antes del mes de
marzo. Estas cosas, Proserpina Salvia, te entregaré cuando lo hayas hecho cuidadosamente. Te
entrego la cabeza de Plocio, el (esclavo) de Avonia, Proserpina Salvia; te entrego la frente de
Plocio, Proserpina Salvia; te entrego las cejas de Plocio, Proserpina Salvia; te entrego los párpados
de Plocio, Proserpina Salvia; te entrego las pupilas de Plocio, Proserpina Salvia; te entrego la nariz,
los labios, las orejas, la lengua, los dientes de Plocio, que Plocio no pueda decir qué le duele; el
cuello, los hombros, los brazos, los dedos, que nada le pueda aliviar; el pecho (…) el corazón, los
pulmones, el vientre, el ombligo, los costados, que no pueda descansar; sus hombros, que no
pueda dormir bien de salud; (…) que no pueda orinar; las nalgas, el ano, los muslos, las rodillas, las
piernas, las tibias, los pies, los talones, las plantas, los dedos, las uñas, que no pueda estar de pie
por su propio esfuerzo. Ya sea mucho o poco aquellos que ha sido escrito, de la misma manera
que ha sido escrito, de la misma manera que ha escrito algo convenientemente y lo ha
encomendado, así yo te entrego a Plocio y te encomiendo que lo entregues o lo encomiendes en
el mes de febrero; que a aquel lo maldiga, que lo eche a perder, que lo arruine; que lo
encomiendes, que lo entregues, que no pueda mirar, ver o contemplar ningún mes más”

La Ilíada, Homero
33
Así dijo. El anciano sintió temor y obedeció el mandato. Sin desplegar los labios, fuése por la
orilla del estruendoso mar; y en tanto se alejaba, dirigía muchos ruegos al soberano Apolo, hijo de
Latona, la de hermosa cabellera:
37
«¡Óyeme, tú que llevas arco de plata, proteges á Crisa y á la divina Cila, é imperas en Ténedos
poderosamente! ¡Oh Esmintio! Si alguna vez adorné tu gracioso templo ó quemé en tu honor
pingües muslos de toros ó de cabras, cúmpleme este voto: ¡Paguen los dánaos1 mis lágrimas con
tus flechas!»

La maldición de Caín
9
Entonces el SEÑOR dijo a Caín: ¿Dónde está tu hermano Abel? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo
acaso guardián de mi hermano? 10 Y Él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano
clama a mí desde la tierra. 11 Ahora pues, maldito eres de la tierra, que ha abierto su boca para
recibir de tu mano la sangre de tu hermano. 12 Cuando cultives el suelo, no te dará más su vigor;
vagabundo y errante serás en la tierra. 13 Y Caín dijo al SEÑOR: Mi castigo[a] es demasiado grande
para soportarlo. 14 He aquí, me has arrojado hoy de la faz de la tierra, y de tu presencia[b] me
esconderé, y seré vagabundo y errante en la tierra; y sucederá que cualquiera que me halle me
matará. 15 Entonces el SEÑOR le dijo: No será así[c]; pues cualquiera que mate a Caín, siete veces

1
En la mitología griega, Dánao (en griego Δαναός) era el hermano gemelo de Egipto. Ambos eran hijos del
mítico rey egipcio Belo y de la hija del dios fluvial Nilo, la náyade Anquínoe. Por parte de su padre descendía
de Poseidón y la ninfa Libia.

1
sufrirá venganza. Y puso el SEÑOR una señal[d] sobre Caín, para que cualquiera que lo hallase no lo
matara.

Zacarías 5 La Biblia de las Américas (LBLA)


5 Alcé de nuevo mis ojos y miré, y he aquí un rollo que volaba. 2 Y me dijo el ángel: ¿Qué ves? Y
respondí: Veo un rollo que vuela; su longitud es de veinte codos y su anchura de diez
codos. 3 Entonces me dijo: Esta es la maldición que sale sobre la faz de toda la tierra; ciertamente
todo el que roba será destruido según lo escrito en un lado, y todo el que jura será destruido
según lo escrito en el otro lado. 4 La haré salir —declara el SEÑOR de los ejércitos— y entrará en
casa del ladrón y en casa del que jura por mi nombre en falso; y pasará la noche dentro de su casa
y la consumirá junto con sus maderas y sus piedras.

Salmo 137, 7-9:9 (Reina Valera contemporánea)


Señor, recuerda lo que decían los edomitas
el día que Jerusalén fue destruida:
«¡Arrásenla, destrúyanla hasta sus cimientos!»
8
¡También tú, Babilonia, serás arrasada!
¡Dichoso el que te dé tu merecido
por todo el mal que nos hiciste!
9
¡Dichoso el que agarre a tus niños
y los estrelle contra las rocas!

Maldiciones por la desobediencia (Lv 26,14-46) Deuteronomio 28


15
Pero si no obedeces al Señor tu Dios ni pones en práctica todos sus mandamientos y preceptos
que yo te prescribo hoy, vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas maldiciones:
16
Maldito serás en la ciudad
y maldito en el campo.
17
Maldita serán tu canasta
y maldita tu artesa.
18
Malditos serán el fruto de tus entrañas,
y el fruto de tu tierra, las crías de tu ganado,
las terneras de tus manadas
y las crías de tus rebaños.
19
Maldito serás al salir
y maldito al entrar.
20
El Señor hará que maldición, angustia y fracaso te acompañen en todo lo que emprendas, hasta
que seas exterminado y desaparezcas sin tardanza, por tu mal proceder al abandonarle.
21
El Señor te enviará la peste hasta acabar contigo en la tierra que va a darte en posesión. 22 El
Señor te castigará con epidemias mortales, fiebres malignas e inflamaciones, con calor sofocante y
sequía, y con plagas y pestes sobre tus cultivos. Estos desastres te perseguirán hasta que te hagan
perecer completamente. 23 Sobre tu cabeza, el cielo será como bronce; bajo tus pies, la tierra será
como hierro. 24 El Señor cambiará la lluvia de tu tierra en arena y ceniza que caerán del cielo sobre
ti hasta que seas aniquilado.

2
25
El Señor hará que tus enemigos te derroten. Avanzarás contra ellos en perfecta formación, pero
huirás en desbandada. ¡Todos los reinos de la tierra sentirán espanto al verte! 26 Tu cadáver servirá
de pasto a las aves del cielo y a las bestias de la tierra, y no habrá quien las ahuyente.
27
El Señor te hará sufrir con úlceras como las de Egipto, con tumores, sarna y tiña incurables.
28
El Señor también te hará padecer locura, ceguera y delirio, 29 de manera que en pleno día
andarás a tientas, como el ciego en la oscuridad. Fracasarás en todo lo que hagas; día tras día
serás oprimido; te robarán y nadie acudirá en tu ayuda. 30 Te casarás con una mujer, pero será otro
quien se acueste con ella; te construirás una casa, y no llegarás a habitarla; plantarás un viñedo,
pero no llegarás a disfrutar de su fruto. 31 Tu buey será degollado ante tus propios ojos y no
probarás su carne; te arrebatarán tu asno, estando tú presente, y no te lo devolverán; tus ovejas
pasarán a manos de tus enemigos, y nadie te ayudará a recuperarlas. 32 Tus hijos y tus hijas serán
entregados a un pueblo extranjero; tú lo contemplarás con desconsuelo, pero nada podrás
hacer. 33 Un pueblo desconocido se comerá los frutos de tu tierra y todo el producto de tu trabajo;
te explotará y te maltratará sin parar. 34 Y enloquecerás cuando veas con tus propios ojos esas
cosas.
35
El Señor te herirá con úlceras purulentas e incurables en las rodillas, en las piernas, desde la
planta del pie hasta la coronilla.
36
El Señor hará que tanto tú como el rey que hayas elegido para ser tu soberano, seáis deportados
a un país que ni tú ni tus antepasados conocisteis. Allí rendirás culto a otros dioses, hechos de
madera y de piedra. 37 Serás motivo de espanto, de burla y escarnio en todas las naciones a las que
te lleve el Señor.
38
Sembrarás abundante semilla en el campo, pero cosecharás una miseria, porque la langosta la
devorará. 39 Plantarás viñedos y los cultivarás, pero no vendimiarás las uvas ni beberás el vino,
porque el gusano atacará la cepa. 40 Tendrás olivos por toda tu tierra, pero no te darán aceite ni
para ungirte, porque se pudrirán las aceitunas. 41 Tendrás hijos e hijas, pero no podrás tenerlos
contigo, porque serán llevados al cautiverio. 42 ¡Enjambres de langosta devorarán todos los árboles
y las cosechas de tu tierra!
43
El emigrante que resida contigo subirá cada día más alto, mientras que tu caerás cada vez más
bajo; 44 él será tu acreedor y tú serás su deudor; él irá a la cabeza y tú quedarás rezagado.
45
Todas estas maldiciones caerán sobre ti. Te perseguirán y te alcanzarán hasta destruirte, porque
desobedeciste al Señor tu Dios y no cumpliste los mandamientos y preceptos que él te ha
mandado. 46 Ellos serán una señal y una advertencia permanente para ti y tu descendencia, 47 pues
no rendiste culto al Señor tu Dios con alegría y generosidad cuando tenías de todo en
abundancia. 48 Por eso sufrirás hambre y sed, desnudez y suma pobreza, y serás esclavo de los
enemigos que el Señor enviará contra ti. Ellos te pondrán un yugo de hierro sobre el cuello hasta
que te aniquile.
49
El Señor hará que se levante contra ti una nación muy lejana, cuyo idioma no podrás entender;
vendrá de los confines de la tierra, veloz como un águila. 50 Esa nación, de aspecto feroz, no sentirá
compasión de los ancianos ni se apiadará de los niños. 51 Se comerá las crías de tu ganado y las
cosechas de tu tierra, hasta arruinarte; no te dejará trigo, ni mosto, ni aceite, ni terneras en las
manadas, ni corderos en los rebaños. ¡Te dejará completamente arruinado! 52 Sitiará todas tus
ciudades hasta que se desplomen en todo el país las murallas altas y fortificadas en que habías
depositado tu confianza. Sí, él te sitiará en todas las ciudades, en toda la tierra que el Señor tu Dios
te da.
53
Tal será tu penuria durante el asedio a que te someta tu enemigo, que acabarás comiéndote el
fruto de tu vientre, ¡la carne misma de los hijos y las hijas que el Señor tu Dios te ha
dado! 54 Incluso el hombre más delicado y sensible de tu pueblo recelará de su propio hermano, de
su esposa a la que ama y de los hijos que todavía le queden, 55 hasta el punto de no compartir con

3
ellos nada de la carne de sus hijos, que comerá por no haberle quedado ninguna otra cosa después
de la angustia que te hará sentir tu enemigo durante el asedio de todas tus
ciudades. 56 Igualmente, la mujer más fina y delicada de tu pueblo, tan fina y delicada que no se
atrevería a rozar el suelo con la punta de su pie, recelará de su propio esposo al que ama, de sus
hijos y de sus hijas. 57 No compartirá el hijo que acaba de parir ni su placenta, sino que se los
comerá en secreto, pues será lo único que le quede debido a la angustia que te hará sentir tu
enemigo durante el asedio de todas tus ciudades.
58
Si no cumples cuidadosamente todas las palabras de esta ley, que están escritas en este libro, ni
respetas el glorioso y temible nombre del Señor tu Dios, 59 entonces el Señor enviará terribles y
persistentes plagas contra ti y tus descendientes, junto con enfermedades malignas e
incurables. 60 Enviará sobre ti todas las plagas de Egipto, que tanto espanto te causaron, y no te
podrás librar de ellas.
61
El Señor enviará contra ti, hasta exterminarte, toda clase de enfermedades y desastres, incluso
las que no se mencionan en el libro de esta ley. 62 Y vosotros, que como pueblo llegasteis a ser tan
numerosos como las estrellas del cielo, quedaréis reducidos a unos cuantos por no haber
obedecido al Señor tu Dios. [...]
Será tanto el miedo que se apoderará de ti y tales las cosas que verán tus ojos, que por la mañana
dirás: “¡Ojalá fuera de noche!”, y por la noche: “¡Ojalá fuera de día!”. 68 Y aunque el Señor te dijo
que no volverías a recorrer el camino de Egipto, sin embargo te hará volver allí en barcos. Allí
seréis ofrecidos como esclavos y esclavas a vuestros enemigos, pero nadie os querrá comprar.

Chilam – Balam, Tercero, 1680.


.... Se quemarán las pezuñas de los animales; arderán las arenas del mar, se incendiarán los nidos
de los pájaros. Reventarán las cisternas. Grandes sequías son la maldición del Katún. Es la palabra
de Nuestro Padre dios y de la Señora del Cielo. Nadie podrá escapar al filo de la guerra. Es la
palabra de Nuestro Padre Dios, Dios Hijo, Señor del Cielo y de la Tierra. Va a desplegarse con todo
rigor sobre todos. Llegará el Santo Cristiano, trayendo el tiempo en que se conviertan los
soberbios de su desvío.

Epígrafe para un libro condenado, Baudelaire, 1861

I
Lector plácido y bucólico,
sobrio y simple hombre de bien,
arroja este libro saturniano,
orgíaco y melancólico.

Si no has cursado tu retórica


en lo de Satán, el astuto decano,
¡Arrójalo!, tú no comprenderás en él nada,
o me creerás histérico.

Pero si, sin dejarse encantar,


tu mirada sabe penetrar en los abismos,
léeme, para aprender a amarme

4
Alma curiosa que sufres
y vas buscando tu paraíso,
¡Compadéceme!.... sino, ¡yo te maldigo!

5
Parábola de la reina y el cardenal, VII, José María Pemán
..... Lenin, el que ocultaba como un crimen, sus lágrimas,
oyendo una sonata de Beethoven: ¡traidor!
¡Traidor a la Tristeza y a la Pena y al Ansia:
traidor a la Ternura, traidor al Corazón!

¡Yo te maldigo en nombre de los enamorados


de los novios, las madres, los niños, los poetas,
los sauces y las flores, por traidor!

¡Yo te maldigo en nombre de todos los crepúsculos


y de todas las rosas: yo
te maldigo en el nombre de Venecia y sus góndolas,
de Viena y sus violines,
de Sevilla y su sol.

¡Yo te maldigo en tú fracaso, porque


tú eres el Anti-Espíritu y el Espíritu es Dios!

¡Tú estás seco, entre nieves, allá en la Plaza Roja!...


¡Pero en Granada sigue cantando el ruiseñor!

6
¡Maldición! Al gobierno de Montt
Alejandro Escobar i Carvallo, 1908 (en Los sucesos del norte, Folleto en verso).

Hipócrita ralea de bandidos, no será libre de purgar su culpa.


Aborto repugnante del Averno, ¡Envíe el cielo sobre el tigre un rato
La vil putrefacción de los Partidos que lo disuelva en asquerosa pulpa!
No mas pudo llevaros al gobierno!
[...] I a tí, oh, Pedro Montt, tirano aleve,
Decís mui bien que sois conservadores: Falso mentor de multitud ignara!....
Del crimen, la opresión, el mal i el vicio. ¡Yo os maldigo en nombre de la Plebe,
Ser siempre con el Pueblo inquisidores... Tantas veces cuan lágrimas llorara!....
Es hoi, cual ayer, vuestro santo oficio!
[...] ¡Que tu mujer sufra de alguna entraña!
¡Cuántos morísteis en la lucha artera Que le impida comer i regalarse
Seréis benditos por el Dios Eterno! I sintiendo hambre sea una alimaña....
Vuestros verdugos, como vil pantera, Que te estorbe dormir de lamentarse!
Serán tragados por el gran Averno!
Impotente i estéril, los dos lloren
Ellos verán por donde quiera que vayan Su mísera existencia maldecida!
Vuestros espectros demandando vida! I cuando hipócritas a Dios imploren,
Mientras castigo por el mundo hallan Que Dios azote su traidora vida !
Cubra sus cuerpos incurable herida!
Tus Consejeros de cerebro idiota....
Que vuestros hijos la venganza alienten Odiados por los hombres de trabajo,
Como el deber de su existencia amarga! Verán un dia sus cabezas rotas...
Hasta el dolor que vuestras viudas sienten í sus vientres abiertos por un tajo!
Sea amenaza maldiciente i larga!
Todos esos políticos ladrones
¡Cuántos un arma dispararon sobre Que asaltaron las salas del Congreso,
la muchedumbre sin hogar ni pan Caerán mañana de sus sillones
Tengan la suerte del obrero pobre: De las picas del Pueblo al rudo'peso!
morir hambriento en infeliz desván!
¡Adiós Gobierno de burgueses ruines,
Es Carlos Eastman, criminal cobarde Sin alma, sin conciencia, sin moral!
¡Maldito de los hombres i del cielo! ¡Sois una raza de cien mil Caínes ....
Ningún castigo será nunca tarde Vendida al oro del Rei Capital!
Para tan torpe, infame tiranuelo!
¡Oh, Gobierno tirano i corrompido,
¡Silva Renard, masacrador hambriento, El odio de los pueblos te condena. .
Chacal inmundo, de bestial ralea, Será tu fin cual de tantos ha sido:
De los caídos el final lamento Caer al toque de un clarín que suena!...
apague en tu cerebro toda idea!

El Coronel Ledesma, vil lacayo,

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