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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE GUERRERO

MAESTRÍA EN DERECHO

MATERIA:.SISTEMAS DE INTERPRETACIÓN, INTEGRACIÓN Y


JURISPRUDENCIA

“TAKIN RIGHTS SERIOUSLY (Los Derechos en serio)”

LICENCIADA: AMAYRANI PINEDA CÁRDENAS

DR: VÍCTOR MANUEL ARCOS VÉLEZ

CHILPANCINGO DE LOS BRAVO, GUERRERO; OCTUBRE DE 2019.


DWORKIN, Ronald. Takin Rights Seriously (Los Derechos en serio), Segunda
edición, editorial Ariel, S. A. Barcelona, España, diciembre, 1989. 512 páginas.

La presente obra acádemica es de cración de Ronald Dworkin, quien fue filósofo del
Derecho y catedrático de Derecho constitucional. Su teoría del derecho es una de
las contemporáneas más influyentes, fue profesor de derecho en la Universidad de
Yaley, en1969, ocupó la cátedra de Jurisprudencia de la Universidad de Oxford,
sucesor de Hart, fue profesor de laUniversidad de Londres, actividad que ha
compaginado con la impartición de diferentes seminarios en la Universidad
deNueva York Entre sus trabajos se destacan, Los derechos en serio, Freedom’s
Law: The Moral Reading of the American Constitution (1986), Life’s Dominion: An
Argument about Abortion, Euthanasia and Individual Freedom (1993) y Virtud
soberana. La teoría y la práctica de la igualdad (2000). Su obra ha sido traducida a
numerosos idiomas, incluido el chino y el japonés.

La obra se compone de 13 capítulos, el primero habla sobre Jurisprudencia, el


segundo sobre el modelo de normas, asimismo el tercero, el cuarto sobre casos
difíciles, el quinto sobre los casos constitucionales, el sexto sobre la justicia y los
derechos, el siete es el capítulo medular que se denomina los derechos en serio, el
octavo sobre la desobediencia civil, el noveno trata sobre la discriminación inversa,
el décimo sobre libertad y moralismo, el décimo primero sobre la libertad y el
liberalismo, el décimo segundo sobre si tenemos derechos y el décimo tercero sobre
so los derechos pueden ser controvertibles.

En esta obra, Ronald Dworkin propone un nuevo modelo de función judicial que
llama el de la respuesta correcta, que presupone que el juez al tomar una decisión
siempre encuentra la respuesta correcta en el derecho preestablecido y que carece
de discreción y de poder político (pues el juez no es un legislador, sino mero
aplicador, ya que existe la separación de poderes y el juez está subordinada a la
ley), donde la finalidad es que el juez garantice los derechos individuales y en los
casos calificados como difíciles el juez se basa y debe resolver a través de los
principios en los que se funda el derecho, en otro sentido, el juez debe ser siempre
garantizador de derechos y no creador de ellos. Este modelo es distinto a los
modelos del Silogísmo, que es defendido por el formalismo jurídico donde el juez
es la subsunción del caso de la norma preestablecida; el Realista (antiformalista)
que sostiene que las decisiones judiciales son fruto de las preferencias de los jueces
y de su conciencia subjetiva (dándole poder político); el Positivista, el cual reconoce
la existencia de casos difíciles en los cuales no existe una norma aplicable y donde
el juez tiene la discrecioanlidad y le permite la aplicación de normas retroactivas, no
ofeciendo respuestas correctas, sino variedad de posibles respuestas.

El autor, hace la distinción entre los conceptos directriz y principio, ya que son
términos que utiliza en la argumentación de la teoría que sostenta; entendiendo la
primera como un tipo de estándar que propone un objetivo que ha de ser alcanzado
para la mejora de algún rasgo económico, político o social en pro de la comunidad,
y el segundo es un estándar que ha de ser observado no porque favorezca o
asegure una situación, sino porque es exigencia de justicia, la equidad o alguna otra
dimensión de la moralidad.

Asimismo, el autor plantea la diferencia entre lo que son principios jurídicos y


normas jurídicas; señalando entonces que esta diferencia radica en que, a pesar de
que ambos estándades apuntan a decisiones particuares referentes a la obligación
jurídica en determinadas circunstancias, difieren en el carácter de la orientación que
dan, es decir, las normas se aplican de manera de disyuntivas (teniendo en cuenta
que las normas pueden tener excepciones), mientras que los principios no
pretenden siquiera establecer las condiciones que hacen necesaria su aplicación,
más bien enuncian una razón que discurre en una sola dirección, pero no exige una
decisión particular; es decir, éstos tienen una dimensión que las normas no, la del
peso o importancia. Sin embargo, la norma y el principio en muchos casos son difícil
de distinguir.

Tomando como referencia la teoría de Hart (en su libro The Concept of Law),
Dworkin explica la diferencia de una norma social (que se constituyen por el
comportamiento) y una regla normativa, mencionando que enunciar una u otra, no
es, pues, una diferencia en el tipo de norma que afirma cada enunciado, sino más
bien una diferencia en la actitud que se toma hacia la norma.

En ésta obra Dworkin hace una crítica a la escuela positivista y utilitarista, utilizando
la filosofía de Rawls y los principios del liberalismo individualista, considerando que
el derecho no debe separar la ciencia descriptiva de la política jurídica,
argumentando que sin derechos indivuduales no existe derecho. El autor rechaza
éstas docrtinas desde la perspectiva metodológica, única vía que permitía unificar
la diversidad de las escuelas positivistas. Dworkin argumenta que se debe acudir al
derecho que se aplica y obedece, para demostrar que la moral interviene en el
derecho es muy peligroso para la doctrina positivista porque pone en manifiesto la
debilidad de su enfoque, siendo este el obejtivo fundamental de su crítica, tomando
como punto de partida las teorías de Austin y Hart, considerando la de Hart la mas
depurada del positivismo jurídico.

Para Ronald Dworkin, el modelo positivista sólo tiene en cuenta las normas que
tienen la particularidad de aplicarse en toto o no aplicarse, dejando fuera el análisis
de las directrices y los principios; pues el contenido material del principio es el que
determina cuándo se debe aplicar una situación determinada. El razonamiento del
autor parece defender una forma de iusnaturalismo en oposición al positivismo de
Hart, utilizando el razonamiento jurídico, invocando y utilizando principios, principios
específicamente de carácter moral, entonces, el razonamiento jurídico depende del
razonamiento moral, entrando en contradicción con la tesis central positivista, donde
se hace la separación entre el derecho y la moral.

El autor intenta construir una tercera vía que va más alla del iusnaturalismo y el
positivismo, fundandose en el modelo contstructivo de Rawls; trata de extender el
pensamiento moral al pensamiento jurdídico, que Bentham y Austin separarón a
través de las doctrinas positivistas. El autor argumenta que no existe una conexión
necesaria o conceptual entre derecho y moral, sino más bien es una fáctica, a través
de su propio aparato análitico de reconstrucción racional aplicado al conocimiento y
la crítica del derecho, pues el modelo positivista es incapaz de dar cuenta de la
complejidad del derecho.

Ahora bien, Austin creo el primer dógma del positivismo, definió tener una obligación
como el hecho de estar sometido a una norma, una norma como un mandato
general, y un mandato como expresión del deseo de que otros se conduzcan de
determinada manera y así mismo distingue distintas clases de normas como las
jurídicas, morales y religiosas; es decir, para Austin el soberano concede a quienes
hacen respertar la ley (jueces) la discrecionalidad de dar nuevas órdenes toda vez
que se presentan casos nuevos o difíciles, haciendo éstos nuevas normas o
aplicandolas retroactivamente. En este sentido se entiende que en los casos difíciles
no existe respuesta correcta previa a la decisión del juez (teoría de la
discrecionalidad), ahora bien, Dworkin sostiene que en los casos difíciles si se tiene
una respuesta correcta, a pesar que no siempre pueda aplicarse una norma
concreta, pero si son aplicables los principios, puesto que el derecho y material
jurídico se compone no solo de normas, sino de directrices y principios que son
suficientes para dar una respuesta correcta al problema planetado.

Entrando en contradicción con la tería de la discrecionalidad que tienen los jueces,


el autor también argumenta que, a los jueces se les debe de exigir la búsqueda de
criterios y la construcción de terías que justifiquen sus decisiones y que en los casos
difíciles deben acudir a los principios, balancenado estos principios y decidiendo por
el que tiene más peso, es decir tomando en cuenta la búsqueda incesante de
criterios que sean siempre objetivos. Tomando en cuenta que el las naciones el
control político es pluralista y cambiante, asimismo, las exigencias del derecho y sus
sanciones lo son al igual que son diferentes, y en el análisis que Austin hace no hay
lugar para tal distinción, porque en él se define una obligación como sumisión a la
amenaza de la fuerza, de modo que la autoridad del derecho se funda
exclusivamente sobre la capacidad y la voluntad del soberano de perjudicar a
quienes desobedecen.

La tería positivista de Hart es más compleja que la de Austin, pues dice que las
normas son de diferentes generos lógicos, dividiendólas en primarias y secundarias;
también rechaza la teoría de Austin de que una norma es una especie de mandato,
sustituyendo esa idea por un análisis general de la naturaleza de las normas. Las
normas primarias son las que imponen obligaciones a los miembros de la
comunidad y las secuendarias son las que estipulan cómo y quiénes pueden
formar, reconocer, modificar y extinguir normas primarias. Hart hace la distinción
también entre verse obligado a hacer algo y estar obligado (caso contrario al
planteamiento de Austin), la idea central de Hart es que una norma para ser
obligatoria, debe ser aceptada y es aceptada porqué es válida, a lo que el autor
llama regla del reconocimiento.

Podemos decir que a pesar que la teoría de Austin tiene los puntos fundamentales
del positivismo, Hart rescata sus errores y es similar en lo relativo de que las normas
jurídicas válidas pueden ser creadas por actos de funcionarios públicos, pero Hart
difiere en que en algunas comunidades se reconocen diferentes fuentes de derecho,
como la práctica consuetudinaria; los dos autores reconocen que las normas
jurídicas tienen límites inciertos y que en los casos diíciles los jueves tienen y
ejercen la discrecionalidad en la toma de decisiones.
La teoría de Dworkin se funda en los derechos individuales y manifiesta que ninguna
directriz política ni objeto social colectivo puede triunfar frente a un auténtico
derecho, siendo entonces una teoría antiutilitarista e individualista, pues éstas
tienen fines colectivos a los cuales se deben suboordinar los derechos individuales,
por eso se dice que el autor se toma en serio los derehcos. También sostiene que
los objetivos sociales sólo son legítimos si respetan los derechos de los individuos.

Otra discrepancia que tiene el autor y la teoría positivista es que éstos solo aceptan
aquellos derechos que son reconocidos por un sistema jurídico, pero Dworkin
menciona que junto a estos derechos jurídicos estan los derechos morales y que
los problemas no se resuelven a través del reconocmiento legal, también difiere en
que haya teorías políticas que no unen los derechos y los objetivos de éstos
mediante la causalidad, sino haciendo que la fuerza de un derecho dependa de su
poder, como derecho, para promover algún objetivo colectivo, perdiendose la
garantía de los derechos individuales que es la función más importante del sistema
jurídico, siendo justificacle desde esta perspectiva que, que un funcionario de una
institución determinada se negara a tomar una decisión política cuando esta fuera
necesaria para proteger un derecho de cualquier individuo como tal.

CONCLUSIÓN

El autor argumenta qué, el positivismo es un modelo de y para un sistema de normas


que se encuentran preestablecidas y que esa es su idea central; es decir, que la
única fuente de derecho legislativa nos obliga a pasar por alto los estándares que
no son normas, como) los principios, directrices políticas y otros tipos de pautas (lo
que sostiene Dworkin).
Así también Dworkin manifiesta que, las proposiciones del la teoría positivista son
erróneas, ya que no es posible establecer una distinción entre estándares legales y
morales y que por lo tanto, su doctrina de una regla de derecho fundamental y
comúnmente reconocida, confunde con el todo parte del dominio que abarca ese
concepto. Por lo que éste trata de concebir el fenómeno jurídico desde la
perspectiva del juez. De esa maneram a diferencia de Hart, quien define el derecho
con base en aspectos externos del sistema, Dworkin adopta una perspectiva interna
del problema, considerando que el arquetipo de la actividad jurídica a la decisión
judicial y que dicha decisión es la pieza central de su paradigma.

Es por eso que hace la distinción lógica entre normas y principios, el modelo de
reconstrucción, la fusión entre moral y derecho, y la tesis de la respuesta correcta
son las principales herramientas de crítica del positivismo, tratando de superar ésta
teoría del Derecho que solo se identifica como el conjunto de normas, donde cada
uno de los cuales tiene su propio ámbito de válidez sobre las conductas humanas,
mientras que el autor entiende el Derecho como una praxis interpretativa vista desde
el punto de vista del juez, que se niega a diferenciar entro lo que es y lo que debería
ser, es decir, atendiendo a reglas y principios que sirven para razonar y dar
argumentos que motivan a las decisiones judiciales.

Por ello, se considera que uno de los objetivos principales del sistema jurídico es
controlar y limitar la acción del gobierno, a través de la defensa de los derechos
individuales, especialmente el derecho a la igualdad, considerandose un liberal con
posiciones progresistas.

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