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Fortalecimiento Municipal

Nuevas estrategias para el paradigma municipal


Por Eduardo Arraiza∗

Luego de la reforma constitucional y frente a la nueva concepción que tiene la


ciudadanía sobre los municipios, surge la necesidad de que los mismos planteen una
estrategia de gobierno. La proyección de las acciones a desarrollar, la forma en que
realizarán y las capacidades con las que se contarán son temas que no pueden ser
dejados al azar sino que merecen ser planificados en respuesta a las demandas
sociales.

Los tiempos cambiaron

Desde hace tiempo hemos afirmado que durante la década de los noventa se ha operado
un importante cambio de paradigma municipal. Los rasgos institucionales más visibles
de este nuevo modelo de municipio se pueden advertir en el artículo 123 de la
Constitución Nacional, incorporado merced a la reforma de la misma, y por el cual los
municipios del país adquirieron de forma innegable la autonomía tan reclamada por
ellos en diversas oportunidades.
El caso de los municipios patagónicos es un poco diferente ya que no necesitaron de la
reforma constitucional para consagrar su autonomía, todas las constituciones
patagónicas la contemplaban dentro de sus regímenes municipales aunque sólo se le
reconocía a los municipios de la categoría más alta. En este sentido es ejemplar el caso
de San Carlos de Bariloche, que sancionó su propia Carta Orgánica durante el año 1986,
lejos aún de la reforma constitucional que consagraría a la autonomía como una
característica natural de los municipios.

¿Los municipios cambiaron?

Los cambios institucionales y políticos tales como la reforma de la constitución nacional


y la transferencia de funciones de la Nación a las Provincia, y de ellas a los municipios
parecen haber generado cambios más importantes en la ciudadanía que en los gobiernos.
Así en tanto los ciudadanos le exigen cada vez mayor cantidad de respuestas a “los
políticos” y a los gobiernos municipales, los municipios no parecen haber asumido aún
que deben responder a una mayor diversidad de demandas cada vez. Si bien los
municipios tienen una responsabilidad meramente concurrente con otros niveles
superiores de gobierno, respecto de algunas de las demandas que se les realizan (como
por ejemplo demandas de seguridad, de empleo, de justicia, etc.), todos se vieron
forzados a adentrarse en estas temáticas en mayor o menor medida. Lo que se ha
operado es un cambio en la concepción de municipio, mucho más importante que las
modificaciones políticas o institucionales, ya que los vecinos interpretan de otra forma
lo que el gobierno municipal debe hacer y presiona en consecuencia.
Ante esa presión de la ciudadanía los gobiernos municipales, en su mayoría han
reaccionado, aunque desde nuestro humilde punto de vista, les ha faltado una de las
reacciones más importantes a los efectos de poder dar cumplimiento a las exigencias
que se les han planteado. La reacción que ha faltado en muchos municipios es la de
definir una estrategia de gobierno acorde a los tiempos actuales y que sea adecuada a la
nueva concepción que del municipio tiene la ciudadanía.
Una definición estratégica puede realizarse de muchas formas y con muchas
metodologías distintas sin que existan grandes diferencias en cuanto al resultado final,
pero lo que no puede hacerse es no definir una estrategia. Parece haberse dado un
proceso en el cual, por la acumulación de cambios en poco tiempo, los municipios han
ido reaccionando compelidos por la fuerza de las circunstancias, pero con muy pocas
chances de analizar su situación y definir una estrategia de acción a mediano o largo
plazo que los posiciones anticipándose a los problemas que se suscitarán.

¿Qué entendemos por una definición estratégica para un municipio?

Lo primero que debemos aclarar es que una definición estratégica de la que hablamos
no tiene nada que ver con que un municipio anuncie la elaboración de un plan
estratégico, aunque muchas veces se lo conozca con ese nombre. Esta definición puede
realizarse simplemente con un plan de gobierno o plan de acción. Lo que sí es
conveniente, es analizar brevemente el contenido mínimo de la mencionada definición.
Genéricamente hablando podíamos decir que una estrategia municipal debería analizar
cuáles son las acciones que el gobierno está dispuesto a encarar en función del
diagnóstico de situación que haya realizado; cómo realizará esas acciones desde el
punto de vista de los recursos económicos y humanos; y finalmente cuáles son las
capacidades de que se debe valer el municipio para tener éxito al llevar adelante esas
acciones.
A pesar de que le enunciación de estos tres puntos pueda parecer extremadamente
simple, no lo es tanto cuando tiene que ser llevada a la práctica. No es simple en una
empresa, en donde se cuenta con la ventaja respecto del municipio, de que en las
empresas hay un solo criterio contra el cual validar el éxito de un plan estratégico que es
la rentabilidad. En un municipio en cambio, los criterios son muchos y además, la
ciudadanía aplicará por sí sola su criterio de validación del éxito o fracaso de una acción
concreta.
No obstante las dificultades mencionadas, no deja de ser posible y en algunos casos
provechoso para los municipios elaborar un plan estratégico, que intente definir los
puntos básicos de la política municipal a seguir por una gestión o varias gestiones
sucesivas.
Si las definiciones estratégicas están bien hechas, deben reflejar de la mejor forma
posible toda la gama de demandas de la sociedad, por lo que es conveniente llegar a la
elaboración final de una estrategia, luego de un proceso participativo en el que los
distintos sectores puedan emitir sus opiniones y ser escuchados.
La estrategia a su vez debe esbozar al menos una acción concreta tendiente a dar
respuesta a cada una de las demandas sociales, las que pueden ser combinadas en
función de su similitud. De esta forma, si bien algunas definiciones estratégicas serán
asumidas sólo por la dirigencia municipal, todos los involucrados en llevar adelante la
acción deberán estar al tanto de cuál es la tarea que se espera de ellos para responder a
un determinado reclamo, y por supuesto deben estar capacitados para cumplirla.

Desarrollando nuevas capacidades

El lanzamiento de un plan estratégico municipal o su equivalente, con otro nombre aun


más resonante en los medios implicará generar en los vecinos una expectativa que si no
es respondida en sus objetivos mínimos se transformará en una dificultad creciente para
la gestión de gobierno. Por esta razón, la definición estratégica (cualquiera sea el
nombre que adopte), deberá acompañarse con el desarrollo de ciertas capacidades por
parte de los municipios que le permitirán cumplir con las expectativas de los ciudadanos
(por supuesto que deben ser expectativas razonables)1.
Dentro de esas capacidades, podemos mencionar (sin pretender hacer una enumeración
exhaustiva) por ejemplo, la de coordinar recursos disponibles en la localidad, los que de
no mediar la combinación y coordinación municipal no se traducirán en acciones
beneficiosas para los vecinos y para el municipio. Otra capacidad será la de tender hacia
un esquema presupuestario equilibrado en el cual el porcentaje de recursos propios sea
cada vez mayor respecto del porcentaje de los recursos coparticipados, lo que aumentará
la capacidad de acción propia de cada municipio. También deberá desarrollarse una
capacidad de control cada vez mayor, no sólo de lo actuado internamente por el
municipio (administración y legislación) sino también de las actividades de la sociedad
tanto en su rol de ciudadanos como de empresas.
Por último, debe desarrollarse una capacidad muy reclamada pero que siempre vuelve a
fallar en todos los sectores de la sociedad, pero se rechaza de forma enérgica cuando
hace referencia a la política, que es la capacidad de administrar honestamente. Todas las
técnicas y todas las teorías fallarán, inclusive la definición estratégica de la que
hablamos, si no hay una decisión previa de administrar los recursos públicos de forma
honesta. Pero ello debe alcanzarse con el compromiso de la ciudadanía, no hay
mecanismos automáticos que garanticen la honestidad, por lo que los ciudadanos
comprometidos deben entender que todas sus acciones, contribuirán u obstaculizarán los
hechos de corrupción. Así podemos concluir que la capacidad más importante a
desarrollar no depende exclusivamente de los municipios sino que es una asignatura
pendiente de la sociedad, por otra parte y paradójicamente la “nueva” capacidad, no
tiene nada de nuevo.


Lic. en Ciencias Políticas, UCA. Responsable del área de Fortalecimiento Municipal del Programa de
Investigación Geográfico Político Patagónico, Escuela de Ciencias Políticas, UCA.
1
Al introducir la idea de expectativas razonables, hacemos referencia a que ningún municipio, por más
rico en recursos económicos que sea, podría satisfacer todas y cada una de las demandas de todos sus
vecinos. Aunque no es tan tratado en los medios, existe una tendencia entre algunos grupos de habitantes
acostumbrados a requerir absolutamente todos los servicios y beneficios al gobierno municipal, sin
comprometerse a colaborar de ninguna forma con el mismo. El poder revertir esta situación para
encontrar esquemas de trabajo conjunto es otra de las importantes capacidades que los municipios deben
desarrollar en esta nueva etapa.

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