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Desde hace tiempo hemos afirmado que durante la década de los noventa se ha operado
un importante cambio de paradigma municipal. Los rasgos institucionales más visibles
de este nuevo modelo de municipio se pueden advertir en el artículo 123 de la
Constitución Nacional, incorporado merced a la reforma de la misma, y por el cual los
municipios del país adquirieron de forma innegable la autonomía tan reclamada por
ellos en diversas oportunidades.
El caso de los municipios patagónicos es un poco diferente ya que no necesitaron de la
reforma constitucional para consagrar su autonomía, todas las constituciones
patagónicas la contemplaban dentro de sus regímenes municipales aunque sólo se le
reconocía a los municipios de la categoría más alta. En este sentido es ejemplar el caso
de San Carlos de Bariloche, que sancionó su propia Carta Orgánica durante el año 1986,
lejos aún de la reforma constitucional que consagraría a la autonomía como una
característica natural de los municipios.
Lo primero que debemos aclarar es que una definición estratégica de la que hablamos
no tiene nada que ver con que un municipio anuncie la elaboración de un plan
estratégico, aunque muchas veces se lo conozca con ese nombre. Esta definición puede
realizarse simplemente con un plan de gobierno o plan de acción. Lo que sí es
conveniente, es analizar brevemente el contenido mínimo de la mencionada definición.
Genéricamente hablando podíamos decir que una estrategia municipal debería analizar
cuáles son las acciones que el gobierno está dispuesto a encarar en función del
diagnóstico de situación que haya realizado; cómo realizará esas acciones desde el
punto de vista de los recursos económicos y humanos; y finalmente cuáles son las
capacidades de que se debe valer el municipio para tener éxito al llevar adelante esas
acciones.
A pesar de que le enunciación de estos tres puntos pueda parecer extremadamente
simple, no lo es tanto cuando tiene que ser llevada a la práctica. No es simple en una
empresa, en donde se cuenta con la ventaja respecto del municipio, de que en las
empresas hay un solo criterio contra el cual validar el éxito de un plan estratégico que es
la rentabilidad. En un municipio en cambio, los criterios son muchos y además, la
ciudadanía aplicará por sí sola su criterio de validación del éxito o fracaso de una acción
concreta.
No obstante las dificultades mencionadas, no deja de ser posible y en algunos casos
provechoso para los municipios elaborar un plan estratégico, que intente definir los
puntos básicos de la política municipal a seguir por una gestión o varias gestiones
sucesivas.
Si las definiciones estratégicas están bien hechas, deben reflejar de la mejor forma
posible toda la gama de demandas de la sociedad, por lo que es conveniente llegar a la
elaboración final de una estrategia, luego de un proceso participativo en el que los
distintos sectores puedan emitir sus opiniones y ser escuchados.
La estrategia a su vez debe esbozar al menos una acción concreta tendiente a dar
respuesta a cada una de las demandas sociales, las que pueden ser combinadas en
función de su similitud. De esta forma, si bien algunas definiciones estratégicas serán
asumidas sólo por la dirigencia municipal, todos los involucrados en llevar adelante la
acción deberán estar al tanto de cuál es la tarea que se espera de ellos para responder a
un determinado reclamo, y por supuesto deben estar capacitados para cumplirla.
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Lic. en Ciencias Políticas, UCA. Responsable del área de Fortalecimiento Municipal del Programa de
Investigación Geográfico Político Patagónico, Escuela de Ciencias Políticas, UCA.
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Al introducir la idea de expectativas razonables, hacemos referencia a que ningún municipio, por más
rico en recursos económicos que sea, podría satisfacer todas y cada una de las demandas de todos sus
vecinos. Aunque no es tan tratado en los medios, existe una tendencia entre algunos grupos de habitantes
acostumbrados a requerir absolutamente todos los servicios y beneficios al gobierno municipal, sin
comprometerse a colaborar de ninguna forma con el mismo. El poder revertir esta situación para
encontrar esquemas de trabajo conjunto es otra de las importantes capacidades que los municipios deben
desarrollar en esta nueva etapa.