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Textos Medievales II:

EL ENTE Y LA ESENCIA Walter Monjes

EL ENTE Y LA ESENCIA
CAPÍTULO SEGUNDO
Es preciso saber que en las substancias compuestas conocemos la materia y la forma. Esto
quiere decir que la materia sola no es la esencia, ya que algo se deja conocer por ésta,
ordenándose en género y especie; así, la materia no es principio de conocimiento. Tampoco la sola
forma (de la substancia compuesta) es la esencia. Por lo tanto, «la esencia es aquello que es
significado por la definición de la cosa»; en efecto, cuando definimos algo manifestamos qué es tal
cosa, es decir, expresamos su esencia: aquello por lo que la cosa es lo que es. Por ende, la
definición de las substancias naturales manifiesta la forma y la materia de una cosa; si no fuera así,
no habría distinción entre las definiciones naturales y las definiciones matemáticas. No puede
afirmarse, por tanto, que en la definición de las substancias naturales la materia sea un añadido a
la esencia, es decir, un ente fuera de su esencia, ya que así la definición sería propia de los
accidentes (cuya esencia es ser en otro, o sea, una esencia imperfecta); en consecuencia, las
substancias naturales deben recibir, en su definición, el sujeto, que está fuera de su género. Por
ende, la esencia comprende la materia y la forma.

Sin embargo, no puede afirmarse que la esencia signifique la relación que hay entre la materia
y la forma, ya que si fuera de este modo hablaríamos precisamente de un accidente (la RELACIÓN).
Lo correcto es afirmar que por la forma (acto de la materia) la materia se hace ente en acto, o sea,
es esto y no aquello. Así, lo que se le añade a la materia (accidentes extrínsecos) no le da el ser en
acto, sino el ser en tal acto (por ejemplo, el rojo no le da el ser a la manzana, sino que la hace una
manzana roja). Por tanto, cuando una substancia compuesta recibe tal forma (accidente
extrínseco, entendido como una perfección ulterior) no se afirma que ella es engendrada
absolutamente, sino en cierta medida (siguiendo con el ejemplo, el rojo no engendra a la manzana
en sí misma, sino que engendra a la manzana roja).

El nombre de esencia en las substancias compuestas significa lo que está compuesto de


materia y forma. Boecio dice el término griego “ousía” significa el COMPUESTO, ya que la “ousía”
de los griegos es igual a la “essentia” de los latinos. Por su parte, Avicena acuñó el término
“quidditas” (o “quiddidad”) para referirse a la composición de materia y forma en las substancias
compuestas, es decir, la ESENCIA. Por ende, el ser de la substancia compuesta no es sólo de la
forma, así como tampoco lo es de la sola materia: el ser de las substancias compuestas es del
compuesto de materia y forma (la composición “hilemórfica” de Aristóteles). Ahora bien, es
preciso que la esencia (por la que algo es tal cosa y no otra) no sólo sea la forma ni la materia sola,
sino ambas a la vez, aunque sólo la forma sea a su modo la causa de tal ser.

Por su lado, la materia es el principio de individuación de la cosa; así parece deducirse que la
esencia sea sólo particular y no universal, y de esto se seguiría que los universales no tengan
definición, si la esencia es lo que se significa por la definición. Así, la materia tomada de cualquier
modo no es principio de individuación, sino sólo la materia signada, que no es otra cosa que la
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materia considerada bajo determinadas dimensiones. No obstante, la materia signada no se pone
en la definición de algo para referirnos a la especie (por ejemplo, en la definición de hombre no
ponemos la materia signada), en cambio, para definir a los individuos si se pone la materia signada
(si quiero definir a Juan sí ponemos, en su definición, la materia signada), si es que estos tienen
definición. Por ende, en la definición de algo en cuanto a la especie se pone la materia no signada
del hombre.

Es patente, por consiguiente, que la esencia de la especie y la esencia del individuo difieren
como lo signado y lo no signado: el primero es para el individuo, mientras que el segundo, para la
especie. Al respecto, Averroes pone un ejemplo: «Sócrates no es otro que la animalidad y la
racionalidad, que son su quiddidad». En este caso vemos claramente que la esencia del género y la
esencia de la especie difieren como lo signado y lo no signado, aunque la designación en uno y
otro caso es diversa; quiere decir que la designación del individuo, respecto a la especie, es por la
materia designada por las dimensiones, mientras que la designación de la especie, respecto del
género, es por la diferencia constitutiva, tomada de la forma de la cosa. Esta determinación o
designación (presente en la especie con respecto al género) no es por algo existente en la esencia
de la especie que no esté presente en el género, sino todo lo contrario: todo lo que está en la
especie está también en el género como no determinado. En resumen, santo Tomás quiere decir
que ninguna parte integral se predica del todo.

Y esto se ve si se examina cómo difiere el cuerpo tomado como parte del animal (siguiendo el
ejemplo de Averroes) y como género: 1) el cuerpo nunca será el género si es parte integral, ya que
el género es más universal; 2) si es parte integral, será signado, es decir, tendrá una determinación
dimensional. Sin embargo, sucede que en la realidad lo que tiene una perfección llega a tener
también una perfección ulterior (por ejemplo, el hombre tiene una naturaleza sensitiva y además
la intelectiva). También, de manera semejante y sobre esta perfección, puede añadirse otra
perfección (en el caso de un ser vivo, la vida). De este modo, el cuerpo será una parte material
(susceptible de recibir ulteriores perfecciones) e integral del animal.

Por tanto, el término cuerpo puede tomarse de modo que signifique algo que tiene tal forma
por la que pueden asignarse en él tres dimensiones; de este modo, cuerpo sería el género de
animal, ya que en éste (animal) no se puede tomar nada que no esté incluido en cuerpo. De la
misma manera es la relación del término animal respecto al (término) del hombre, puesto que si
animal nombrara sólo una cosa (que sólo tuviera una perfección que habilite al cuerpo a moverse
y a sentir gracias a un principio existente en ella) no sería género; sin embargo, es género, puesto
que la noción de este término (animal) significa una cusa de cuya forma proviene la sensación y el
movimiento, susceptible de poder recibir una perfección ulterior independientemente de la forma
(sea el alma sensitiva así como la racional y sensitiva a la vez).

Así, el género significa indeterminadamente todo lo que está en la especie; mas no significa
solamente la materia. De manera semejante se puede afirmar que la diferencia significa el todo y
no la forma sola, igualmente que la definición significa el todo, y también la especie, pero de
diverso modo:
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 El género significa el todo como una cierta denominación (por ejemplo, viviente
predica todo aquello que tiene unas funciones vitales, como las plantas y los animales,
entre los que está el hombre);
 El género se toma de la materia, pero NO es la materia (por ejemplo, animal se toma
de la materia que siente y se mueve, pero no es esa materia).
 La diferencia es como una determinación de una forma determinada.
Al respecto, Avicena sostiene que el género no se entiende en la diferencia como una parte de
su esencia, sino como un ente fuera de la esencia, o sea, que lo acompaña, que no conviene al
género en la quiddidad (esencia) que se le predica.
Sin embrago, la definición o especie incluye ambas, es decir, la materia determinada que
designa el nombre de género (cuerpo animado, que siente y se mueve: animal) y la forma
determinada que designa el nombre de diferencia (alma racional, que incluye la sensitiva).

En consecuencia, la razón por la que género, especie y diferencia se relacionan


PROPORCIONALMENTE con la materia, la forma y el compuesto de la naturaleza (materia y forma)
no significa que sean estas tres, ya que el género no es la materia, sino que se toma de ésta en la
medida en que está significando el todo; la diferencia no es la forma, sino que se toma de está por
cuanto significa el todo. Entonces, afirmamos (por ejemplo) que el hombre es un animal racional y
no un compuesto de animal y racional, es decir, de cierta manera es un compuesto de materia y
forma, pero no en el sentido de que es un resultado de este compuesto (como si fuera el resultado
del compuesto de dos moléculas de oxígeno y una de carbono, o sea, el dióxido de carbono), sino
más bien como un tercer concepto de dos conceptos. Es decir, el concepto de animal hace
referencia a la naturaleza de la cosa sin una perfección ulterior, susceptible a recibirla, y el
concepto de racional expresa la determinación de una forma determinada; estos dos conceptos
juntos, constituyen el concepto de definición o especie: animal racional, es decir, hombre. En
resumen, la definición no es el género o la diferencia.

No obstante, si el género significa toda la esencia de la especie no significa que todas las
especies pertenecientes al mismo género tengan una sola esencia, ya que justamente la unidad
del género se basa en la misma indeterminación o indiferencia; el género significa la forma, no
determinadamente esta o aquella forma (que determinadas, expresan la diferencia), sino la forma
indeterminadamente significada por el género. Averroes afirma que la materia prima se dice una
por REMOCIÓN de todas las formas, lo que quiere decir que el género se dice uno por comunidad
de todas las formas signadas. De aquí que es evidente que por la adición de la diferencia (tomada
de la forma) se suprima esta indeterminación del género, lo que hace que las especies
permanezcan diversas por la esencia.

La naturaleza de la especie es indeterminada en relación al individuo, como la naturaleza del


género respecto de la especie. En consecuencia, la especie significa todo lo que esencialmente
está en el individuo, pero de manera distinta. Así, siendo que la esencia de la especie se significa
por el nombre de hombre (por ejemplo), hombre se predica de Juan. Ahora bien, si se significa la
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naturaleza de la especie suprimiendo la materia designada (principio de individuación), se tendrá
(la especie) por modo de parte, es decir, se significará con otro término (siguiendo el ejemplo, no
se dirá hombre, sino humanidad), y esté significará aquello por lo que la especie es especie (es
decir, se predicará la esencia de la especie desde otro aspecto). Sin embargo, la materia designada
no es aquello por lo que el hombre (especie) es hombre, y no está contenida de ningún modo en
las cosas por las que el hombre es hombre. Por tanto, la predicación de la especie desde otro
aspecto, por ejemplo, humanidad respecto al hombre, incluye en su significación sólo aquello por
lo que el hombre (especie) es hombre, excluyendo la materia designada. Sin embargo, como
hemos dicho que la humanidad se toma como parte, y siendo que la parte no se predica del todo,
deducimos que la humanidad no se predica ni del hombre ni de Juan. En palabras de Avicena,
decimos que la quiddidad (la esencia) del compuesto no es el mismo compuesto del que es
quiddidad, o sea, siendo que humanidad es lo que caracteriza al hombre, no es el hombre, ya que
ésta debe ser recibida en la materia designada.

Por tanto, como la designación de las especies respecto del género se da por las formas, y la
designación del individuo respecto de las especies se da por la materia designada, es necesario
que el término que significa aquello de donde se toma la naturaleza del género (es decir, el cuerpo
tomado de la noción de materia) signifique la parte material del todo. Por su lado, el término que
significa aquello de donde se toma la naturaleza de la especie, excluyendo la materia designada,
signifique la parte formal. En conclusión, siguiendo con el ejemplo, la humanidad es una cierta
forma, pero se dice que es la forma del todo, no como un añadido a las partes esenciales (la
materia y la forma), sino que es una forma que es el todo, ya que comprende la materia y la forma,
excluyendo lo que determina (lo que la hace designada) a la materia.

Finalmente, en el caso del hombre, su esencia es significada por el término hombre y por el
término humanidad, aunque lo hacen de modo diverso: el término hombre significa la esencia del
hombre como un todo, sin suprimir la materia designada, o sea, la contiene implícitamente (por lo
que decimos que este se predica de los individuos), mientras que el término humanidad significa la
esencia del hombre pero como parte, ya que excluye la designación de la materia.

CONCLUSIÓN
Hemos visto que el género se toma de la materia, pero no es la materia, así como la diferencia
se toma de la forma, mas no es la forma. Por tanto, la especie o definición es el término que surge
de estos dos conceptos, que predica aquello por lo que algo sea lo que es (es decir, predica la
esencia de algo).
Por otro lado, dijimos que la esencia de la especie, cuando no excluye la materia designada,
que es el principio de individuación, es más completa (o más específica) que cuando excluimos la
materia designada; cuando sucede esto, la esencia de la especie no significará el todo, sino que
significará a modo de parte.
Finalmente, a modo de síntesis conclusiva, es necesario considerar todo para definir algo (o
sea, considerar el género y la diferencia) con más exactitud, ya que la especie revela la esencia del
individuo. Si consideramos sólo una parte de la especie, estaremos precisando únicamente lo
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propio de este ente, lo que quiere decir que sólo afirmamos algo, no el todo. Por ende, la
definición o especie nunca tiene que ser parcial, sino total.

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