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Morhange Pisán

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Si alguna vez sentís que entendéis más cosas que el resto,
y que no os entienden, tranquilidad. No podemos obligar a
nadie a ver aquello para lo que aún no está preparade.
Morhange Pisán

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Prólogo

"El Cuarto de Hielo" se llama así porque al igual que Dante Alighieri pienso que
la falta de afecto, el odio y la falta de empatía, son emociones frías. La
oscuridad con gente gritando dentro del mismo representan la falta de
motivación, negación a comprender al resto de la gente y la alienación de las
mentes de la gente por parte de gente poderosa.

Pero al contrario que Dante, pienso que las personas con pensamiento
crítico, intelectuales y personas altamente sensibles, ya estamos en ese lugar
desde que nacemos y los seres de hielo tratan de apagarnos con su manta de
ignorancia, nuestra llama. Mucha de la gente de hielo va disfrazada para poder
vencernos con más facilidad. Pero cuando se les descubre, se puede reducir a
cenizas cualquiera de sus razonamientos.

A lo largo de esta novela iré plasmando está idea del mundo a través de
los ojos de Marlén, una chica muy inteligente que se verá separada de sus
familiares y desconocidos por el simple hecho de tener pensamiento crítico.
Para averiguar esto, viajará a sus vidas pasadas gracias a la intervención de un
personaje fantástico al que conocerá como “La señora” o “La anciana”. Dicho
personaje está basado en la idea wiccana de la forma sabia de “La Diosa”.

Las curiosidades enumeradas a lo largo de esta novela las he ido


sacando de páginas y libros sobre egiptología, la Wicca, las reencarnaciones,
las interpretaciones oníricas de Sigmund Freud -la mayoría de ideas de este tío
me parecen machistas y lgbtfobas, no hay más que acordarse de que por su
culpa se tildaron a muchas mujeres de “histéricas” por no doblegarse a los
deseos egoístas de sus maridos. Pero sus ideas sobre los sueños, me resultan
curiosas y dignas de ser plasmadas-, otras pocas culturas, historia de Murcia
(aunque no por orden perfectamente cronológico) y también sobre feminismo y
ciencia ficción.

Aclarado esto, espero que disfrutéis de este mejunje de novela.

Morhange Pisán

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He vuelto…

Buenos días, buenas tardes o buenas noches, sea cual sea la hora del
día en la que están leyendo esto…

Se nota que los seres humanos sois unos metomentodos de mucho


cuidado, ya que al estar leyendo esto me estás diciendo que te interesa saber
lo que le pasó a, quien antes era una persona.

Pero de momento, dejémonos de rollos siniestros, que todavía no he


comenzado a contaros lo que me pasó en el piso segundo de la Calle Santa
Treh de La Región.

Antes que nada, os diré que me habéis conocido como Evollette, una
simple alma vieja1 que trata de dar consejos a un alma nueva2 para que no se
estrellase antes de tiempo, como hice yo.

Mi misión allí fue realmente satisfactoria, ya que logré alejar a mi


portador de su antigua casa, consiguiendo como recompensa que se pusiera
mi nombre en agradecimiento.

En realidad, le ayudé por razones de sangre, ya que yo pertenecí


también a su familia, la familia Pineda. Una de las familias más acaudaladas de
toda La Región, tanto que tenían un carril con su apellido.

El patriarca de los Pineda, Tino Pineda, cometió un error que le hizo


perder mucho dinero: casarse con una noble de Albúmina. La madre de su
enamorada la amenazó conque si se casaba con aquel burgués, la
desheredaría. Tino era un empresario de éxito de una empresa de aluminio, de
modo que le dijo a ella. Pru, que no tenían nada que perder.

La madre la desheredó, pero ella se sentía agusto con aquella decisión.


Pru y Tino eran tan felices juntos que tuvieron dos hijos y una hija. Nuestros

1 Alma que se ha reencarnado otras veces. Ya ha vivido otras vidas

2 Alma que está disfrutando o padeciendo de su primera vida.

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padres nos llamaron: Pepe, Darío y, la mayor, Marlen. Mi nombre de aquel
entonces era Marlen Pineda, pero nadie me llegó a conocer fuera de allí.

La noche en que yo nací, las tenues luces que iluminaban la habitación


de hospital en la que se encontraba mi madre, tintilearon hasta terminar de
apagarse. Mi padre entró corriendo a dicha habitación, por miedo a que a mi
madre le hubiera pasado algo grave. Las caras de ambos eran de horror y
tristeza, pero yo estaba bien. No entendía lo que pasaba.

Las luces se encendieron de golpe y, al iluminarme, sonrieron y se


abrazaron. También lloraron un poco, supongo que de la emoción o a lo mejor
porque yo tenía alguna tara.

Pero no lo sé, los adultos humanos siempre me han parecido muy raros;
son como mentes de gorillas en cuerpos de capacidades reducidas para casi
cualquier actividad. Y aun así se empeñan en pensar que son superiores a los
monos.

¿Qué por qué hablo de “los adultos humanos”? Porque ahora mismo no
soy un ser humano. Tenéis muchas maneras de denominar a los espíritus guía:
los cristianos os pensáis que somos ángeles o demonios en función de si nos
ceñimos a unas normas que os habéis inventado vosotros según vuestra
conveniencia, los hindúes y budistas os pensáis que somos meros recuerdos
de vidas pasadas, los wiccanos os pensáis que somos sombras o reflejos que
guían a la nueva alma, y los ateos pasáis de nuestra cara y denomináis a
nuestros portadores “trastornados”.

Después de que yo naciera, nacieron mis dos hermanos. Lo más curioso


es que con sus partos y recibimientos no hubo nada parecido a lo mío. No sé,
supongo que debió fundirse alguna luz o que las bombillas estaban flojas, que
tampoco me extrañaría. Lo que sí que me extraña es que cada vez que papá
me mencionaba.

No recuerdo mi bautizo, ni mis padres me hablaron de él a posteriori, lo


que es extraño ya que toda mi familia era cristiana católica. Esto sería lo
normal -lo de no recordarlo-, tenía muy corta edad, pero que mis padres nunca
me hablaran de ello, eso ya es otra cosa.

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Pesadilla o realidad

Mi infancia fue un tanto, ¿cómo le llamáis vosotros? ¡Ah, sí!


Desalentadora. Nunca es plato de buen gusto que te ignoren tus propios pares
sistemáticamente, la única forma que tenía de que me prestaron atención era
tirar cacharros al suelo o a mis hermanos, desordenar camas, dibujar y escribir.

Eran cosas que hacían que salieran corriendo o me miraran con miedo,
yo nunca entendí la razón. De noche me molestaba la luz y la música clásica
que mis padres nos dejaban puesta para poder pillar el sueño. Así que,
mientras mis hermanos dormían, yo primero quitaba la música y después la luz.

Cuando me volvía a dormir, mis hermanos me despertaban chillando


como locos porque no había luz. Claro que no había luz, la quitaba yo porque
me deslumbraba. Cuando mamá llegaba congestionada y les preguntaba lo
que pasaba, Darío me acusaba:

-Marlen ha vuelto a apagar la luz. Dice que le molesta la luz.

-A lo mejor es que ella no le tiene miedo a la oscuridad, como papá y yo


-les explicaba mamá.

-¿Y por qué no duerme con vosotros? -propuso Pepe.

Por alguna razón, a mamá le hacía mucha gracia la idea.

-Tiene que dormir con vosotros -sentenciaba mamá -y se iba.

Al cabo de un tiempo, me asignaron un cuarto para que pudiera dormir


tranquila. Era un cuarto enorme que estaba entre un baño un tanto
cochambroso y el recibidor. Pero tenía una pequeña peculiaridad, la puerta era
tan grande y estaba tan cerca de la cama, que no se podía cerrar.

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Atrévete, reflexiona, has llegado…

Era una noche de verano, y como toda noche de verano, hace un calor
de cojones. No me podía dormir, como de costumbre. Encendí la radio ya que
la música clásica me ayudaba a conciliar el sueño. Me empecé a relajar, sentía
como se me cerraban los párpados por el cansancio acumulado, por fin…

La ventana de la habitación, una ventana enorme que daba a una caída


que separaba el amplio patio del patio de vecinos, estaba abierta de para en
par. Yo estaba sudando, ya no sabía lo que hacer para bajar la temperatura de
la puñetera habitación.

Volteé hacia la puerta, quería tenerla vigilada porque tenía la impresión


de que alguno de mis hermanitos me iba a gastar una broma pesada. Traté de
mantener mis ojos abiertos, pero no paraba de dar cabezadas y me pesaba
todo el cuerpo.

En ese pequeño intervalo de trance onírico, noté como una mano de un adulto
me tocaba la espalda. Sin pensarlo dos veces, salí corriendo al grito de
“¡MAMÁ!” hacia la habitación de mis padres. Como era de esperar, ellos no me
hicieron caso, pero mis hermanos fueron sobresaltados a ver qué me pasaba.

Cuando les dije lo que había pasado, oímos como la música de mi


habitación, se paró de golpe. Muertos de miedo, pero deseosos de entender lo
que acontecía allí, nos asomamos a la habitación… la ventana se había
cerrado sola. Pero no había nadie.

Me quedé mirando fijamente el cuadro que había colocado encima de mi


cama. El cuadro de un bebé con alas canijas que hacía pompas, tumbado,
delante de una paloma.

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Poltergeist acuático

-¿Para qué habéis comprado tres casas? -Le pregunté ofuscada a mi


madre, pero no obtuve respuesta.

Eran tres pisos situados en un edificio del Barrio del Karma, en frente de
donde ahora se encuentra la tienda Kiss. Molesta por la ausencia de respuesta,
decidí echarle un vistazo para saber qué era lo que tenían de especial dichos
lugares.

La primera era una casa del siglo XIX. Poco iluminada, con un amplio
pasillo, una cocina de grande como el pasillo, y unas escaleras de mármol
negro justo al terminarlo.

En el recibidor, al lado de un paragüero había una cómoda y encima de


ella se hallaban perfectamente colocados tres juegos de ropa interior de
encaje: el primero, azul celeste; el segundo, rojo carmín y el tercero era verde
kiwi.

-Pero, si yo no tengo pecho aún -me pregunté un segundo antes de salir


de allí para entrar en la segunda nueva vivienda.

En el segundo, lo primero que me encontré fue un pasillo kilométrico


mucho más amplio que el encontrado en la anterior casa. Pero a diferencia de
ese, este tenía fuentes situadas a cada lado, en lugar de muebles antiguos.

Ya harta de tanta rareza, subí por otras dichosas escaleras… ¡Y


ENCONTRÉ UN BALNEARIO! ¡MI MADRE HABÍA ELEGIDO ALGO BIEN POR
UNA VEZ EN SU VIDA! ¡Ja, ja, ja, ja!

Un momento, que esto es demasiado bonito para ser cierto. Lo dicho,


vendí la piel del oso antes de cazarlo, puesto que al borde de uno de los
jacuzzis se encontraba de pie una chica de piel azul pastel3 adornada con

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La Diosa Kali nació del entrecejo de la diosa Durga, que mientras que luchaba contra el mal,
enloqueció. Ella ronda por todos los lugares donde haya muertos, como cementerios y
crematorios.

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muchas joyas, vestido negro de escote pronunciado y unos ojos
desproporcionados de color azul real.

Los humanos azules no existen, y menos aun con esos enormes ojos. Ni
la gente de Armenia los tenían tan grandes. Lo cierto es que no me inspiraba
mucha seguridad aquel ser.

La bicha se dio cuenta de que la estaba mirando. Clavó su mirada en mí


y sonrió de una forma que me dio verdaderos escalofríos. Sin comerlo ni
beberlo, levitó hacia mí y, cuando estuvo cerca de mi oído, murmuró algo que
yo no entendí.

Mi atención cambió de foco: las joyas que aquel ser llevaba puestas. Por
curiosidad cogí un par de ellas, y esto hizo que ella -la bicha rara- se volviera
marrón mientras se quemaba. El fuego que emanaban las joyas me afectó a mí
también, el dolor era tal, que me desmayé y acabé en un hospital. El hospital
era la tercera casa.

En ese momento me desperté. Todo fue un sueño, ¿qué coño un


sueño? Más bien una premonición o una pesadilla.

Rebusqué en una de las estanterías de la librería en busca de alguna


respuesta, ya que pensaba que mis sueños no eran sólo una función del
cerebro para desechar información y solventar situaciones acontecidas a lo
largo del día.

-¡Eureka! ¡Lo encontré! -exclamé mentalmente mientras sostenía un libro


de análisis de los sueños y posibles profecías.

Respuesta tras respuesta, fui sumándolas con mucho esfuerzo, ya que


había muchos detalles que evaluar, hasta llegar a la siguiente respuesta:

• La primera casa representaba un pasado que tendría que investigar,


teniendo en cuenta que la casa era la mía de aquel momento.
• La segunda casa quería decir que me tropezaría con muchos problemas
en dicha búsqueda.

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• La tercera casa sería un hospital debido a que la verdad del caso, me
acabaría por destruir.

Al pasar por la despensa para picar algo, unos buñuelos de anís;


elaborados en un monasterio de monjas; se cayó al suelo. A esas alturas ya no
pensaba que estuvieran mal colocados.

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Interiores azul celeste

Por mucho que lo intentara olvidar o tratar de pensar que me estaba


imaginando cosas, no sólo no lo lograba, sino que encima iban a más las
premoniciones. Pero ahora cada vez eran más oscuras y realistas, lo que hacía
que cada vez tuviera más claro que había pasado algo en aquella casa.

Algo horrible que mis padres trataban de ocultarnos, a mis hermanos y a


mí, a toda costa, llegando al punto de esconderme el libro de La Interpretación
de los Sueños.

Su paranoia de que yo era peligrosa, por el simple hecho de buscar


respuestas de preguntas profundas, que esparcieron sal por todo el suelo de la
casa. Como si eso les fuera a funcionar contra alguien de carne y hueso.

Bien sabía yo -por cuenta propia, porque al ser una familia católica no
me iban a enseñar nada que tuviera que ver con lo paranormal- que la sal se
suele utilizar para que los malos espíritus se queden fuera del lugar de interés y
que no molesten a la gente viva.

Pero, de todas formas, me parece -cuanto menos- fascinante el hecho


de que me oculten libros de hierbas medicinales, minerales curativos y demás
de esoterismo; para que después se los conozcan todos de pe a pá.

¿Se los habrán memorizado por alguna razón? De ser así, ¿cuál sería?

Mientras le daba al magín dando un paseo mañanero, me percaté de


que enfrente de la casa había un edificio antiguo, al cual habían lavado la cara
y presentado como un convento de monjas de clausura.

Había estado allí desde mucho antes de que yo naciera, pero nunca me
había llamado la atención, de hecho, siempre trataba de alejarme de allí porque
no me daba buena espina. A partir de los últimos sueños, comenzó a
resultarme “atrayente”.

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En el momento en que di los primeros pasos hasta el umbral, la
vagabunda4 que estaba pidiendo limosna me hizo un gesto para que me
acercara a ella. Yo lo dudé un instante porque mis padres me habían comido la
cabeza con la falacia de que todos los pobres se dedicaban a violar gente y
robar. Por otra parte, toda la vida me han dicho que una buena cristiana tiene
que ayudar a los pobres y la gente necesitada. ¡¿En qué quedamos?!

Como con esa moralidad no se aclaran ni ellos, yo hice lo que me


pareció a mí que era lo correcto. Sin rollos de esto lo dice tal o lo dice cual.
Total, tenía la impresión de que, aunque me perdiera, nadie iba a echarme de
menos, salvo mis hermanos y a lo mejor ni ellos.

Al acercarme la mujer me dijo algo en rumano mezclado con el poco


español que sabía -que apenas entendí-, y tras asentir con una sonrisa
amigable mezclada con “por favor, que alguien me traduzca lo que está
diciendo. Que no sé a qué coño estoy diciendo que sí”, me dio a entender que
le diera la mano.

Entonces sí que dudé un poco, ya que al no entender muy bien lo que


me había dicho, no podía saber lo que me iba a hacer y le hacía caso. La
vagabunda tuvo que notarlo, porque trató de darme a entender que no pasaba
nada, que si quería irme que era libre de hacerlo.

Esta reacción, junto a su lenguaje no verbal, me pensar que era de fiar, de


modo que hice lo que me pidió. Ella me puso una pulsera de hueso parecida a
un rosario y adornada con dos pequeños colgantes de elefantes y me dijo en
un perfecto castellano:

-Ten cuidado, no quiero que te hagan daño -y mirando a la pulsera prosiguió-


Esto es una “mala tibetana”, te dará suerte y te permitirá optar a una segunda
oportunidad en caso de necesitarla.

Cuando fui a darle las gracias, se esfumó.

4 Es el aspecto de la vejez de la Diosa, es sabia y experimentada, nos orienta y aconseja.


Representa la vejez del ser humano.

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Cabrones con piel de oveja

La señora había desaparecido como lo hacen las burbujas de las olas,


dejándome a mí con la duda de cómo puñetas había hecho eso. ¿Quién era
esa señora? ¿Qué querría decir con que llevara cuidado? ¡¿Y cómo cojones
sabía que yo estaba allí para buscar respuestas a preguntas extrañas?!

Ya sé que a esas alturas no me tendría que haber sorprendido aquella


situación tan rara, pero es que siempre van a haber cosas a las que no te
acostumbres por muchas veces que pasen. Bueno, fuera lo que fuera, esa
persona me quería viva.

Miré a mi amuleto y me dispuse a cruzar el umbral. Un viento frío, o más


bien gélido, me empujó bruscamente dándome la impresión de que había
alguien que no quería que descubriera algo que allí ocurrió.

Justo después de eso, una monja se acercó a mí con una alegría


desmesurada, casi fingida. Lo siento, siempre he dudado de la gente que va de
“happy the flower”, me hacen pensar que se tratan de personas a las que les
han prohibido expresar lo que realmente sienten.

Cambié sin pensarlo mi expresión facial de “corta el rollo, tía” a una


sonrisa amable. La eufórica beata se paró delante de mí.

-¡Hola, niña preciosa! –Me saludó en el mismo tono que se habla a los
niños de 3 años. ¿“Niña preciosa”? ¿Perdona? Pero si tenía 14 años, no me
jodas. La infancia sólo llega hasta los 11 años incluidos, de los 12 hasta los 19
años es la adolescencia- ¿En qué te puedo ayudar?: ¿Quieres saber el horario
de las misas?, ¿dar a conocer a tus compañeritos la Palabra del Señor?,
¿tienes clase de catequesis? ¡Oh! O quizás te hayas perdido y estás buscando
ayuda.

¡Qué puto agobio de tía! En fin, me tranquilicé en la medida que pude y


le contesté lo mejor que mis crispados nervios me permitieron.

-Sí que busco ayuda, pero de nada de lo que ha dicho, hermana.

-Entonces, ¿qué quier…? -la corté antes de que me soltara otra retaila.

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-… Déjeme terminar, que a eso voy. Soy la hija de los Pineda.

-¡SÍÍÍ! -Exclamó dando palmas. Joooder, a esta mujer, definitivamente, le


han dado algo con el vino. Esa felicidad no es normal- Esa maravillosa familia
nos dio refugio durante la guerra y nos permitió instruir a nuestros niños en su
inmenso piso.

-No sabía eso -dije yo-. Verá, el caso es que en mi casa ocurren cosas
muy raras, y mis padres evitan a toda costa darme detalles. Incluso me evitan a
mí. Y me preguntaba si sabría la razón, dada la cercanía a nuestra casa.

La expresión de su cara le cambió de golpe.

-Creo que deberías respetar su decisión y hacer menos preguntas.


Obedéceles, sé discreta. Recuerda que a los hombres no les gustan las
mujeres más inteligentes que ellos y mucho menos las rebeldes. ¡Adiós!

¿A qué vino eso? Como si conseguir a un maromo fuera mi último


objetivo en la vida. Pero sin duda, lo más extraño fue ese cambio de humor al
preguntarle acerca de lo sucedido en mi casa. Estoy empezando a sospechar
que la mendiga me estaba avisando de que debía llevar cuidado con esta
gente concretamente.

Al salir de ese lugar, una suave brisa me acarició cariñosamente y pude oír un
murmullo, con la voz de la señora rumana, que me decía:

-Les han hecho pensar cosas que yo no he dicho… La gente tan sensible como
tú puede ayudarme a desenmascararles porque os he permitido percataros de
las injusticias…

-¿Qué dices? -Pregunté sorprendida- Pero si no me quieren ni hablar, así es


imposible.

-No te haces a la idea de cuantas personas, antes que tú, han dicho eso -
Respondió la voz jocosamente- Tú me vas a ayudar, que para algo te he dado
la pulserita. Y no hay más que hablar.

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La desmitificación del veneno

Me encontraba en el estrecho pasillo que conectaba mi habitación con


nuestro extenso salón. Un salón con una lámpara de araña enorme que ya se
había estrellado contra la mesa en dos ocasiones, dejando un bollado enorme
y negro en el centro de la misma.

Yo ya sabía que era un sueño, pero parecía tan real que tuve que
preguntárselo a una de las personas que había por allí: mi madre.

-Mamá5, ¿esto es un sueño? -Le dije tocándole el hombro.

-Claro que sí -me respondió animadamente.

Esto me sorprendió de sobremanera, ahora sí que estaba


completamente claro que se trataba de un sueño. Mi madre jamás me habla
sonriendo, ni de manera amable, de hecho, me evita.

De repente noté una brisa nórdica proveniente de mi habitación. Cuando


entré lo vi todo como estaba normalmente: el sillón, donde se sentaba Darío
para leerme cuentos, al lado de un mueble con cajones y una radio antigua
colocada encima de dicho mueble; en frente del sillón mi cama y un estante de
madera con muñecos muy diversos.

Todo muy normal… salvo que al otro lado de la cama había una suerte
de pista de patinaje con aire siniestro. Curiosamente el hielo no resbalaba, eso
me permitió investigarlo sin peligro, y menos mal. Conforme me acercaba al
término de la pista, no vi más que un tremendo abismo del que provenían gritos
desgarradores y gemidos de desesperación.

Me asusté tanto ante aquella desgarradora escena que salí corriendo en


dirección a la terraza. Nada más estar delante de ella, me vino un escalofrío y
al girarme para mirar en dirección a la habitación de mis padres, todo se volvió
negro.

5 Es el aspecto maduro de la Diosa, es maternal y compasiva, pero a la vez protectora de sus


hijos. Representa la madurez del ser humano.

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Salí de allí a todo correr, fue horrible. Ya en la zona de los dormitorios de
mis hermanos, me volteé hacia la habitación del teléfono. Sólo alcancé a ver
una niebla espesa negruzca y me alegré de no estar dentro de ella.

Decidí seguir caminando hacia la biblioteca de la casa a pesar de la


retahíla de gritos y risas siniestras, y de los numerosos niños que andaban
pululando por ese lugar que parecían estar huyendo de alguien.

¡¿De dónde coño habrían salido esos críos?! En casa nunca ha habido
tanto crío. Sencillamente no cabían. ¿Y de qué huían?

Me adentré en la sala de la lavadora… encima de ella encontré un


cuadro del Anticristo6, lo supe en cuanto le vi los ojos vacíos negros y una cruz
invertida en la frente. Intenté gritar con todas mis fuerzas, pero por mucho que
lo intentaba no podía… no me salía la voz.

Salí corriendo atropelladamente al pasillo. Un niño rubio y de ojos


oscuros, de aproximadamente seis años, parecía estar esperándome. Con toda
la calma del mundo me dijo:

-No temas. Esto acabará pronto.

Nada más decir aquello, la niebla de detrás del niño se transformó en la


cabeza de un dragón7 que me miró y, acto seguido, me engulló.

Me desperté entre gritos de puro terror. Y la presencia de una


adolescente de 12 años con el pelo largo y negro, de ojos grandes azul celeste
brillantes, vestida con un camisón, y un aura muy brillante del mismo color, no
ayudaba mucho precisamente.

-¿Y tú quién eres? – le pregunté alteradísima mientras pegué un bote de


la cama.

6 Según la Wicca, se una bruja o un brujo daña a alguien con magia, deberá pagar los daños
tres veces más que su víctima.

7 El Dragón es una de las representaciones del Dios wiccano. Es el patrón de la caza, los
animales salvajes y el sexo

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-Ellos nos tocaban, no nos gustaba, pero nadie nos escuchaba… -me
respondió pasando de mi pregunta- Sálvate, corre…

-¿Ellos? ¿Quiénes son ellos?

-Los curas y monjas de en frente… nunca les metieron en la cárcel… nunca les
despidieron…sólo les trasladaron allí…

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Entrañas azules…y carmines.

Yo andaba dando vueltas por la Plaza Mayor fijándome en la gente que


pasaba por mi lado. La mayoría octogenarios, marujas y gente insulsa que no
tenían otra cosa en la vida mejor que hacer que cotillear las de los demás.
Siempre me ha dado rabia este tipo de gente.

Tenía que despejarme las ideas, y salir a pasear me era la mejor forma
si tenemos en cuenta que nunca he tenido demasiadas amigas por el hecho de
que no acato las normas de etiquetas por sexos, me resultaba y me resulta
absurdo clasificar los comportamientos de la gente en función de lo que tiene
entre las piernas.

Una de las tantas normas no escritas entre las tías de aquella época, y,
por desgracia, de esta también: es que no podemos decir lo que pensamos de
verdad respecto a nada, lo que nos lleva a hacer cosas que no queremos
hacer, pero las hacemos “por educación”.

Otras dos son y eran: los platos sucios debían y deben lavarse en casa,
y las mujeres son tan insignificantes, que no merecen puestos de importancia.
Esto último se extendía y se extiende a todos los ámbitos, ya que se nos
consideraba y se nos considera como simples incubadoras portátiles de fetos,
de los que encima después abusaban y abusarán. Muy lamentable.

Lo peor de todo esto era que estas mujeres incompletas por haber sido
usadas como un objeto para limpiar, criar y limpiarse el sable; la emprendían
contra todas las que no quisieran destruir sus vidas como tenían las suyas.
Animaban a las demás a seguir los impulsos del enamoramiento, lo cual sólo
son un amasijo de feromonas fugaces.

Un par de adolescentes estaban hablando y riéndose con la siguiente


conversación:

-Tía, pero, ¿te ha besado ya? -le preguntó una de ellas.

-No -respondió la otra-. Si empezamos a salir ayer.

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-¿Y más da, tía? -Soltó la otra- Si estáis de verdad enamorados, es lo
que deberíais hacer.

-Vamos bien así, aún nos estamos conociendo -explicó en un sussurro la


segunda chica.

-¡A la mierda el conocerse! -Chilló la primera- El corazón no miente y si


el tuyo te dice que es el amor de tu vida, debes darlo todo por él.

-Supongo que tienes razón. -Dijo finalmente la pobre chica- A él parecen


gustarle los niños, espero que me pida matrimonio pronto.

Subrealista, ¿verdad? Pues esa conversación era cien por cien real,
hasta le he quitado detalles que… telita… Como que la chica esta que estaba
chinchando a la otra, había dejado a su otro por su novio actual; el cual la
celaba, la insultaba y ridiculizaba; todo por querer dejarse llevar por los
sentimientos estilo Romeo y Julieta. Lo había pasado fatal y ahora le estaba
aconsejando pasar por lo mismo a su amiga. Una verdadera pena que no haya
visto dónde estaba su error.

A raíz de estas reflexiones, de mis visiones y sueños; decidí luchar


porque ninguna más de nosotras tuviera que aguantar el yugo del machismo y
de la pedofilia generada a raíz de éste. Esa señora8 me conocía bien, yo jamás
dejaría campar a sus anchas ningún tipo de injusticia.

-Por fin te has decidido -dicho la voz de la señora.

Levanté la cabeza pasmada, ya estaba empezando a cansarme de toda


esa mierda de los sustos. ¿No podía aparecer de una forma normal, joder?

-Otra vez tú… -dije desanimada.

-Sí, soy Yo -afirmó Ella divertida-. Déjame decirte -explicó mientras


tomaba asiento a mi lado- que a Jonás también le costó. Je, je, por lo menos a
ti no te he tenido que meter en la boca de un pez gigante.

8 La Diosa, a la vez que representa el carácter femenino de la creación, también representa los
estados de la vida como la Triple Diosa. Esta se compone de La Doncella, La Madre y La
Anciana. Cada una de ellas representa un carácter de la vida humana

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-Entonces, ¿es cierto? -Pregunté curiosa.

-Esa parte sí -Y prosiguió con su aclaración-. Lo del génesis es fantasía


del autor de turno, Yo creé bacterias capaces de ir evolucionando. Los seres
humanos erais algo demasiado importante como para ser creados de un golpe.

-Entiendo… y, una preguntita más, ¿Por qué te me apareces como


mujer? En la Biblia, el Corán y la Torah dice que eres un hombre.

-Se empeñaron en pensar que los hombres eran superiores a las


mujeres, y se les fue el ego a todo lo alto. Nunca habrían escuchado a una
mujer, y lo seguirán sin hacer, creeme. Se piensan que sois débiles por
manifestar empatía, por eso bloquean todos los sentimientos que les dí.

-A ver si lo entiendo -dije tratando de esclarecer la situación-. ¿Tú eres


una mujer?

-¿Para qué iba a querer yo tener un sexo y un cuerpo? – Preguntó


retóricamente- Eso limita mucho a la hora de tomar decisiones y moverse
libremente. No. Yo no tengo sexo ni género. Pero en esta época me sería muy
difícil explicar el pronombre neutro a la gente, así que me manifiesto según la
persona con quien esté hablando.

-Eso ya tiene más lógica.

-A lo que iba -dijo ella-. Esa gente ha malinterpretado mi mensaje. Yo no


les dije que fueran racistas, clasistas, machistas, pedófilos, bífobos, lesbófobos,
tránsfobos y homófobos; si no que amaran al prójimo como yo los amo. Hay
sus excepciones, pero son muy puntuales.

-Y quieres que yo haga entrar en razón a esa mayoría, ¿cierto? -


Pregunté una vez más tratando de esclarecer mis idea- Pero, ¿por qué yo?
¿Sólo por ser sensible?

-No -Negó de forma rotunda-. Si no porque eres una Persona Altamente


Sensible. Espero haberte dejado mis intenciones claras.

-Demasiado bien, diría yo.

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Reflexiones que bloquean

Me encontraba mirándome al espejo de la habitación de mis padres,


observando cómo se desenredaba mi largo pelo cobrizo, era hipnótico. No
tenía un tono demasiado notorio de naranja, de hecho, parecía más bien rubio
oscuro o algo así.

Chorradas aparte, creo que la razón por la que mis padres me tratan
como si no existiera, es justamente el color de mi pelo. Ya que resulta que la
primera esposa de Adán, según la Biblia, era pelirroja y le dejó con dos palmos
de narices porque se negó a obedecer los caprichos de su marido.

Si eso fuera cierto, me parecería perfectamente comprensible que le


dejara al zángano de Adán. Al fin y al cabo, fueron creados por barro los dos,
eran iguales. Luego no había motivo por el cual él se comportase como si fuera
superior a ella… como si ella le debiera algo.

De modo que ella se hartó y se piró, que se buscara las habas él mismo,
por vago y machista. Ella era totalmente independiente, ¿por qué no lo iba a
ser también él?

Lo malo es que a la gente de esas religiones les han comido el cerebro


para que piensen que las mujeres somo inferiores a los hombres, y que por ello
debemos servirles a ellos, y nunca verían con buenos ojos que se nos diera un
trato igualitario.

No obstante, ¿cómo pudo descender toda la raza humana de sólo dos


personas? La respuesta es simple: no pudo.

El génesis es una parte inventada, no se basa en nada verídico, al igual


que la historia de Luzbel. Totalmente inventada o inventada por la imaginación
de un borrachuzo instantes después de haberse pimplado una botella de vino o
un porrón de jarras de cerveza.

Aunque algo en mi interior me decía que el cristianismo no era la razón


por la que mis padres me odiaran, no, había algo más. Pero cada vez que
trataba de averiguar la auténtica razón, había algo que me bloqueara su

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recuerdo9. La cuestión era que aquel bloqueo me estaba haciendo realmente
difícil la deducción del caso.

¿Por qué tenía bloqueada la memoria? Teóricamente cuando un


recuerdo es irrelevante para el desarrollo personal, simplemente se olvida.
Pero en este caso era un bloqueo clarísimo, eso sólo quería decir que había
pasado algo horrible.

El cristal comenzó a nublarse, a la par que yo a asustarme. Dejé el


cepillo apresuradamente y cómo pude, sin desviar ni dos centímetros la mirada
de la nublada superficie. ¡Estaba acojonadísima!

La niebla desapareció, dejando ver una serie de escenas a cámara


rápida. Al dejar la sucesión, el cristal se nubló de nuevo y apareció una
pregunta en el cristal que decía:

“Estás preparada para saber la respuesta, ¿quieres conocerla o crees


que podrás ser feliz sin saberla?”

A lo que contesté:

-Quiero saberla, claro que sí.

Una doncella10 guapísima y sexy apareció detrás de mí, sonrió


juguetonamente y me dijo con voz melódica:

-¡Pues entonces para adentro! -y me empujó al interior del espejo11.

9 Si un recuerdo pudiera destruir la estabilidad mental de una bruja o brujo, permanecerá


bloqueado hasta que se piense que está realmente preparada o preparado.

10 Es el aspecto más joven de la Diosa, es ingenua y a la vez seductora, enamorada y curiosa,


representa la niñez y juventud del ser humano.

11 Junto a la bola de cristal y el vaso de agua, el espejo es uno de los instrumentos más
adecuados para hacer las regresiones. En ellas se ve la vida pasada de la persona en cuestión
según la Wicca, el Budismo, el Reiki y el Hinduismo.

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Persecución por año nuevo

Yo… de verdad… ¡¿Cómo, cojones, pasó esto?!, ¿cómo mierda pasé a


través del espejo, como si de una cascada se tratara? Es que, aún a día de
hoy, sigo reviviendo aquella situación como algo inverosímil.

Creía que era un sueño, pero al instante noté un dolor punzante en la


cabeza y molestias en el resto del cuerpo, que me hizo darme cuenta de que
era jodidamente real. Cuando logré calmarme un poco y levanté la cabeza, me
vi inmersa en un bosque otoñal… Un precioso paisaje anaranjado que hacía
juego con el hilillo de sangre que emanaba de mi cabeza.

Algo brillaba allí además del sol, algo que venía de mi espalda. No me lo
podía creer, ¡¿De verdad me había caído de allí arriba?!

Era una luz muy brillante de color azul con la misma forma del espejo
por el que me colé, y estaba colocada a cuatro metros de altura. Demasiado
bien había salido con semejante golpetazo. Pero, ¿de qué se trataba todo
esto? ¿Por qué estaba allí?

-Vaya golpe te has pegado, Marlén -dijo una voz que me resultó de lo
más familiar.

-No tiene ni puta la gracia -gruñí mientras me trataba de voltear a verla-.


Si la herida llega a ser más grande, me podría haber matado.

-¿Te has parado a pensar que si hubiera pasado, -aclaró la señora


mientras me curaba la herida y los dolores- yo te habría recuperado tal como
acabo de hacer? Todavía te quedan muchas cosas por saber antes de morir.

-Mira, no me acostumbro a tus apariciones -le dije ofuscada- Bueno, ni a


tus apariciones, ni a tus visiones, ni a tus mensajitos ocultos, ni a tus
fantasmas… ¡Ni a la madre que te parió!

-Si mi presencia te molesta, me voy -dijo a punto de desvanecerse.

-¡Ehhhh! ¡PARA! -Le grité asustada ante las consecuencias que


conllevaría semejante acción- Que te conozco, y si te vas, sé que no podré
volver al punto de salida.

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-Como quieras, je, je, je -dijo sonriendo traviesamente antes de
proseguir con su discurso-. Te he traído aquí para que conozcas tres de tus
vidas pasadas. ¿Prefieres que te diga más? ¿O te gustaría seguir viendo con
tus propios ojos?

-¿Eso es una pregunta trampa, o qué? -le contesté- No pienso haberme


pegado una hostia para nada. Guíame, a donde sea que me quieras llevar.

-Buena elección -me felicitó con toda la calma del mundo-. Sígueme.

Al cabo de un rato andando por el bosque en total silencio, la atmósfera


se volvía a tensar… o, al menos, eso me parecía. Los animales corrían
inquietos, como si trataran de advertirme de algo que estaba a punto de pasar.

Una horda de gente se encontraba huyendo hacia el centro del bosque.


La mayoría eran mujeres, algunas de ellas embarazadas de varios meses. Sólo
había dos hombres acompañándolas, parecían estar tratando de actuar como
señuelo para que dejaran en paz a sus compañeras.

El gélido sonido del acero, hizo acto de presencia. Quienes les estaban
persiguiendo iban armados con espadas, ballestas y mazos; estaba claro que
aquello no era ninguna broma.

Ellas nada más que llevaban un viejo caldero, unos pocos papeles con
propósitos a cumplir por ellas mismas y unas velas. Eso no era nada en
comparación con lo de sus atacantes.

Los cazadores ya habían pillado a muchas de las mujeres, y no tardaron


en gritar para llamarle la atención al resto, al mismo tiempo que ellas les
advertían de que debían proseguir con o sin ellas.

Ellos les rajaban los cuellos y las barrigas, y cuando ya las tenían
separadas del cuerpo, metían sus cabezas en un saco, donde daba la
impresión de que llevaban más. Era un espectáculo horrible.

Yo me sentía impotente. Sentía una fuerte conexión hacia esas


personas, como las conociera de antes, como si fueran mis hermanas de otras

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madres. ¡Un momento! Había un detalle en el que no había caído: sus cruces.
Aquellos monstruos destruye-mujeres eran cristianos…Entonces… ellas eran…

-Son brujas -me aclaró la señora-. Sí, son tus hermanos y hermanas.

-¿Por qué las persiguen? -le pregunté indignada- Ni siquiera están


tratando de protegerse… ¡Están indefensas! ¡¿QUÉ CLASE DE MONSTRUO
ANIQUILA DE FORMA TAN SÁDICA?! -Grité con lágrimas en los ojos.

-Tú lo has dicho -afirmó la señora-. Gente sádica que se piensa que su
cultura es la única que debe sobrevivir, y para ello son capaces de hacer las
más fuertes atrocidades al resto de culturas y religiones, bajo la excusa de que
“las brujas son peligrosas”. También porque pensaban que las mujeres con
pensamiento propio y crítico, inteligentes, sabias, trabajadoras fuera del hogar,
lesbianas, mujeres trans, solteras o que tenían hijos fuera del matrimonio eran
cosa del diablo y merecían que les pasara todo lo malo: abusos de poder como
violaciones, torturas, vejaciones, insultos, acoso sexual y callejero.

-Eso siguen pensándolo todavía… -me lamenté.

-Por desgracia, eso que dices, es verdad -dijo la señora.

Mientras hablábamos, la mayoría de los cristianos se había ido ya, y una


buena parte del grupo perseguido desapareció entre los árboles, salvo un par
de mujeres que se habían quedado atascadas en trampas para osos.

Una cayó a un hoyo y la otra pisó un cepo, mientras que una trataba de
trepar escuchaba los lamentos de la otra, que gritaba presa del pánico y el
intenso dolor de la mordedura metálica.

Al ver aquello quise reaccionar, pero ni siquiera estábamos en la misma


dimensión. Uno de los que había escalado a los árboles, bajó. Y, mientras los
cristianos se acercaban, él murmuró algo, mirándole al mismo tiempo que
cogía un palo para hacer palanca.

Esta vez, la mujer parecía más espantada por lo que él murmuró que por
el hecho de poder quedarse sin pie. Estando ya a pocos metros de distancia de
sus víctimas, el cristiano que quedaba, sufrió un infarto

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-¿Qué has hecho, Darel? -preguntó la mujer en shock.

-¿Por qué ese nombre me suena tanto? -le pregunté a la señora.

-Porque ese hombre fuiste tú en tu primera vida -respondió ella.

Darel comenzó a sufrir el mismo destino que el cristiano. Pero no sin


decir sus últimas palabras:

-… Porque así terminaran las injusticias…

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El regalo de Samhain

Después de aquello, la mujer a quien Darel había salvado, le explicó al


resto lo que había hecho su compañero. Todo el mundo parecía asombrarse,
¿tan terrible era lo que había hecho? ¿Y qué es lo que había hecho realmente?

-Darel le lanzó una maldición al cristiano -me aclaró la señora-. Al ser


magia negra tendría que pagar un gran coste a lo largo de su siguiente vida. Y
al hacerlo antes del Samhain, la dificultad de poder aspirar a su siguiente vida,
sería mayor. Ellas debían celebrarlo urgentemente para que él pudiera
reencarnarse.

-Debían ser muy importantes para mí para poner mi vida en peligro por
las suyas -reflexioné- ¿Y todo ese material es para eso que has dicho?

-Así es -respondió.

(A quien no le gusten los rituales, que se pase a la siguiente página)

Simbólicamente hablando y de acuerdo con la creencia wiccana,


Samhain representa la muerte del Dios para renacer después en Yule -otra
fiesta wiccana-. Es la celebración más importante del año. Marca el fin del ciclo
de la rueda del año. Es el año nuevo wiccano.

Es un momento mágico en el que los mundos se tocan. Es hora de


recordar a los ancestros, rendir tributo a nuestros antepasados que han
fallecido. Meditamos sobre todas las muertes que hemos tenido que enfrentar
en este ciclo, cosas, amistades, situaciones, etc, que dejamos atrás.

Una de las mujeres prendió fuego dentro del caldero, ya que el Dios
muere y regresa al vientre de la Diosa y el caldero es una representación del
vientre de la Diosa y el fuego es una representación del Dios.

Se quemaron los papeles previamente escritos de todo aquello que


querían dejar atrás. También se prendió una vela en honor de los espíritus que
nos visitan esta noche, por lo cual necesitaron aceite de pachulí para ungir las
velas, así como tallaron calabazas para introducir en su interior las velas.

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Aquella mujer pronunció unas palabras con solemnidad. Para después
prenderle fuego al caldero. Invitó a sus hermanas a que se sentaran a su
alrededor. Tomó los papeles en donde escribieron todo aquello de lo que
deseaban liberarte, los fue leyendo en voz alta, miró fijamente las llamas y
recitó otra oración.

Después del ritual, colocaron las calabazas con las velas cerca de unas
cabeceras improvisadas, con la idea de dejarlas arder toda la noche hasta que
se consumieran. Por último, dejaron comida para las almas de los muertos.

Después de esto, agradecieron a la Diosa madre, al Dios padre y a los


elementos por su presencia, y se fueron a dormir. Un saltamontes pequeño
apareció volando y comenzó a comerse una de las ofrendas.

-Sigo pensando que toda esa parafernalia era innecesaria -dije antes de
que desapareciéramos.

-Lo es -dijo la señora mientras nos teletransportaba a otro tiempo-. Pero


es muy difícil quitarle el pensamiento de invocación a la gente. Y, de todas
formas, a pesar de que los rituales sean una maraña de condicionamientos
clásicos y operantes, estos por lo menos no discriminan a nadie. Lo peor de las
religiones, querida Marlén, no son los rituales, si no los dogmas que acarrean.

-¿Qué es un dogma? -Le pregunté.

-Es un pensamiento incuestionable en el que o crees o no crees, porque


no tiene ningún tipo de lógica -me respondió cuando ya estábamos en mi
siguiente vida.

-Entiendo -dije- ¿Cómo tener que follar por cojones dentro del
matrimonio para tener hijos, porque son incapaces de separar sexo de amor?
¿O que se piensen que el hombre es más fuerte, inteligente e insensible; y que
la mujer más sensible, tonta y débil? ¿O que tengamos que vestirnos de una
manera u otra por nuestro sexo?

-Veo que lo has comprendido, je, je, je -afirmó antes de que yo perdiera
la consciencia.

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Revoltijo de reencarnaciones

Me desperté con un sujetador medio caído y disfrazada de conejita en


algún lugar de un cementerio. Perezosa, me coloqué bien el sujetador sin
tirantes y fui enderezándome lentamente de la lápida sobre la que estaba
recostada.

Un hombre de unos treinta y muchísimos años observó como me


colocaba bien el ridículo atuendo. Miré un momento mi disfraz buscando
desesperadamente otra ropa con la mirada. Al no ver nada más que nichos y
tumbas, le dije exaltada como buenamente pude:

-Esto no es lo que parece -y tras esto salí corriendo mientras veía por el
rabillo del ojo como ese hombre me seguía.

De la nada surgió un ascensor enorme, y, aun arriesgándome a que una


multitud me atropellara, me subí en él.

Conforme íbamos subiendo iba cambiando mi erótica indumentaria,


hasta transformarse en un práctico conjunto deportivo. Pasaban lentamente las
paradas en aquellos pisos imaginarios y la gente iba desapareciendo… ya sólo
quedaba yo…

Bajé del ascensor… allí estaba. Aquel tipejo estaba allí delante,
esperándome.

-¿De quién huyes? No te voy a hacer nada -me dijo acercándose a mí.

Retrocedí todo lo que pude, y cuando ya no podía hacerlo más, le hice


una finta por la izquierda. Seguí corriendo hasta encontrar una granja llena de
perros paulovianos, pero la atravesé.

Los pasillos eran de tipo tubo: pequeñísimos, cilíndricos y estrechos -


hasta el punto de que había que ir a cuatro patas-. Esto me hizo recordar lo
que leí que dijo un doctor en psicología, que oí con voz profunda en aquel
momento:

-Practico el condicionamiento clásico no sólo con perros…

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Al escapar por fin de ese extraño lugar vi frente a mí el Convento de
Genímus, que había sido transformado en una universidad de monjas de
clausura camareras. Ni rastro de mi acosador, así que me relajo.

En ese instante vi desde fuera de la verja a dos monjas paseando y no


me pude aguantar las ganas de gritar:

-¡Auxilio! Me quieren violar.

Abrieron la puerta sin demasiada prisa y me dejaron entrar. Me pareció


leer en alguna parte “Universidad del Santo Dinerico” cuando me llevaban a
una cafetería. Tranquilamente me tomaba un mini eclair y un café con leche,
pero la tranquilidad no duró una puta mierda, ya que el mamonazo de del
acosador estaba allí mismo.

Del susto casi se me atragantó el eclair. Ni de coña iba a escapar


aquella vez, así que me puse a hablar con él fingiendo que todo iba bien.

Después de 20 minutos de alegre parloteo, la caga, de modo que le pedí


amablemente que pidiera la cuenta -sacando ventaja de que era de esos tíos
que se creen más hombres por pagar cuentas a mujeres- y mientras lo hacía,
aproveché para escapar otra vez.

Finalmente logré llegar a un sitio donde no podía entrar ese ser


despreciable: mi casa de ese momento.

Entonces desperté… ¿por qué algunos de esos lugares no los conocía?

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Vida callejera

-¡Ey! -Oí mientras me terminaba de espabilar- Por fín te has despertado.

-Perdona, pero no sé cómo coño lo haces.

Miré a todos lados buscando con la mirada algo que me dijera dónde
nos encontrábamos ahora.

-He tenido un sueño rarísimo -le conté-, y encima me despierto y no


tengo ni repajolera idea de qué tipo de sitio es este.

-Tu sueño era una forma onírica de explicarte tus siguientes vidas -me
explicó la anciana-. La primera parte del sueño era esta vida: una mujer trans
que no conseguía amor de nadie, y como tampoco la dejaban trabajar porque
la tomaban como una aberración, se vio empujada a ejercer de algo que odiaba
para poder tener un mínimo de dinero y que hay gente que falsamente “libre”…

-¡¿ME ESTÁS DICIENDO QUE FUI PUTA?! -Grité pasmada.

-Sí, exacto -dije con toda la calma del mundo. Por eso te viste en el
sueño vestida de conejita.

-Pero no lo entiendo -negué tratando de volver en mí-. Si ese “trabajo” lo


hubiera elegido yo realmente, no me daría pánico ni lo detestaría hasta el punto
de huir.

-A veces en la vida, nos cierran tantas puertas que nos impulsan a


escoger una a pesar de que no fuera la que más nos gustara. Efectivamente,
no es una elección. No eras libre, ya que elegir por supervivencia no es
libertad. Ni siquiera si hubieras sido mujer cis; o sea con vagina; hubieras
podido elegir. Las elecciones habrían sido: o madre o puta, y en ambas habrías
tenido que renunciar a tu libertad.

-Eso ya tiene más sentido -dije reflexiva-. ¿Y cómo acabó mi huida?

-Eso es lo que vamos a ver ahora. ¿Preparada?

-La pregunta ofende -afirmé con seguridad en mí misma.

-Pues vamos allá.

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Por la puerta entraron de golpe y sin previo aviso cuatro policías
armados, pero vestidos de una forma un tanto extraña. Mi antepasada se dio la
vuelta sin demostrar demasiado entusiasmo, abriendo una jaula con un grillo en
su interior.

-Vale… -suspiró- Con que os gustan ese tipo de rollos, ¿eh? Pues tomad
asiento, que aún no estoy.

-¡NO SOMOS TUS CLIENTES, TRAVELO DE MIERDA! -Le gritó uno de


ellos.

-¡Pues entonces largaos! -les respondió enfadada mientras se volvía a


mirarles- Y arregladme la maldita puerta -añadió dándoles la espalda.

-¡TÚ TE VIENES CON NOSOTROS! -Ladró otro.

-Mirad, chavales. Sin dinero no hay trato, y el dinero por delante, que os
conozco -explicó ella.

-Venimos por orden del gobernador. Se te acusa de traición a la patria


por no haberte escabullido de la guerra sin justificación -leyó otro de ellos.

-¡Enhorabuena! Sabes leer una orden de detención, querido -dijo


descaradamente- Y no fue sin razón, sino porque son una mujer trabajadora.
No creo que se pueda decir lo mismo de vosotros.

-¡Pero, serás! -farfulló el último, que se adelantó y tras dejarla


inconsciente de un garrotazo- Así aprenderás a no dejar en ridículo a la
autoridad.

El grillo salió volando justo entonces. La anciana me quitó la escena y el


sonido de delante durante un largo rato. No quería fuera testigo de mi propia
violación, y lo cierto es que se lo agradecí, ese tipo de cosas son realmente
desagradables.

Tras aquello, llevaron a mi antepasada a un edificio que se encontraba


en el centro de la ciudad, parecía un monasterio, cuando en realidad se trataba

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de una cárcel con dos controles y unas ventanas con tan poquitos barrotes,
que cualquiera podría subir hasta ellas para escaparse. Muy infuncional.

La tiraron dentro de una celda enorme de piedra con una de esas


ventanas, y un montón de gente que para nada tenían pinta de criminales. De
hecho, hasta había una pareja heterosexual ataviada como lo haría alguien de
clase alta, y una chica joven que reconoció a mi yo pasado nada más verla.

Pero no fue la única, el resto también la reconoció y le dieron una


recibida entre burlesca y animosa. Fue algo muy extraño.

A medida que iban hablando, me iba dando cuenta de que todos ellos
tenían unas vidas y unas ideas muy distintas al resto de la ciudad y de sus
gobernantes. Por eso habían sido encerrados ahí, por desobedecer unas
normas injustas y sin sentido.

Mi predecesora trataba de consolar a la otra chica, la cual se sentía tan


agobiada con aquella situación, que no podía parar de llorar. Ella la atrajo hacia
sí para hacerle ver que no estaba sola.

Algunos de los allí presentes soltaron unas cuantas risotadas por aquel
gesto, a lo que mi antepasada respondió con un corte de mangas con la mano
que tenía libre.

Los días se sucedían de manera realmente tediosa, hasta que, de


repente, se escuchó un alboroto enorme proveniente de fuera de la celda.

El grillo que se había escapado, llegó un día cualquiera. Transcurridos


unos incómodos momentos de pensar que se iban a morir allí mismo por un
desprendimiento, la puerta de la celda se abrió.

-¿Qué os gusta esto como casa? -cuestionó un hombre desde la puerta-


¿U os venís con nosotros?

Todo el mundo salió de ese lugar, salvo la pareja. Preocupada, mi


ancestra, se puso a buscarla tras todos las columnas y recovecos de la celda.
La chica le metía mucha prisa, le preocupaba que el resto de gente se fuera sin
ellas.

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En cuanto encontraron sola a la mujer de dicha pareja, dieron por
sentado que el marido estaría muerto, así que se apretujaron en las primitivas
avionetas y se fueron. Desgraciadamente, cuando ya estaban a gran altura,
recibieron unos cuantos tiros que agujerearon las alas… Y de la caída no
salieron vidas…

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Huérfana de padres y de buenos tratos

Una ola de frío inundó cada fibra de mi cuerpo de forma repentina y


violenta, era como si fuera a descubrir algo realmente desagradable. Quizás no
debiera descubrir ese pasado, pero mi curiosidad arrambló aquel miedo. ¿He
mencionado alguna vez que soy una inconsciente de campeonato?

Dicen que una persona valiente no es la que carece de miedo, si no la


que lo mata para avanzar… entonces, que alguien me explique porqué me
sentí más gilipollas que valiente.

-Un momento -pedí estando a las puertas de un edificio un tanto


peculiar- ¡Yo conozco este sitio! Es el edificio Deaz Casei.

-Sí -contestó la señora-, pero no es esa casa la que te quiero enseñar, si


no el orfanato de al lado.

-Wo, wo, wo, wo -repliqué mientras trataba de reorganizar mis ideas-


Espera. Eso no puede ser, ese sitio es un monasterio la mar de siniestro, no un
orfanato.

-Puede que en tu época sea así. Pero antes de ser un monasterio fue lo
que te he dicho, Marlén.

Mientras discutíamos, una niña idéntica a la de mi sueño salió corriendo


tras un saltamontes tratando de cogerlo. Una niña de gustos un poco raros,
porque ese bicho no es de los más agradables de ver. Si dijéramos que era
una mariposa, me parecería normal, pero esto, no sé yo.

La niña dio un salto y lo alcanzó cayéndose al suelo y manchándose el


hermoso camisón azul en el proceso. Una monja salió por la puerta -por lo visto
estaba persiguiendo a la niña- y, al verla manchada, le echó una bronca.

Tras la reprimenda, la monja agarró a la niña de la oreja y la niña por el


dolor, soltó al bicho, saltando éste a la cara de la monja. Ella se exaltó
muchísimo y la niña al ver eso, pensando en la que se le iba venir encima, se
metió corriendo en el orfanato.

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-¿Soy yo o es que en todas mis reencarnaciones siempre ha habido un
saltamontes o parecido? -Le pregunté a la señora.

-No eres tú -me respondió-. A partir de tu primera vida, vi necesario ir


avisándote de los problemas o cambios positivos que se avecinaban. Cosa que
le encargue a la familia de los saltamontes.

-¿Y éste de qué me estaba avisando? -Cuestioné curiosa.

-Ten paciencia y lo veras -me anunció risueña.

Después de aquello la niña fue flagelada con un látigo reforzado por cera
por la madre superiora. Al parecer no era la primera vez que era castigada de
semejante manera. Las monjas las hacían rezar a toda hora y si no lo hacían,
les azotaban.

El contacto con el cura de les comulgaba era asqueroso, manoseaba a


las niñas cuando las monjas no estaban, pero si éstas se quejaban de los
abusos, las monjas les pegaban fuertes palizas. Los bebes a los que
“rescataban” lloraban de frío y hambre muy a menudo.

La niña soñaba con escapar de ese asqueroso lugar en el que estaba


por el egoísmo de negarse a dejar abortar a las mujeres. Para más inri, las
monjas le decían que debían estar agradecidas por estar en aquel mundo en el
que no eran bienvenidas.

Ella empezaba a fantasear con la muerte a la corta edad de cinco años.


Un día que le obligaron a sacar la basura, avistó a un gato negro de pelaje muy
sucio.

El animal se le acercó, la niña hizo un ademán de huida, al ver eso el


gato, se sentó en el suelo y maulló. A ella le extrañó esa reacción tan pacífica,
pero cuando iba a acercarse, la monja la llamó tan malhumorada como
siempre. Pareciera ser que para las monjas ser feliz era pecado.

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Los días se iban sucediendo y la niña por fin había encontrado algo que
le diera sentido a su vida: el gato negro. A escondidas de las monjas, se
llevaba comida para dársela, para que al menos él fuera feliz.

Esa antepasada mía adoraba a los animales, y ya había tenido


problemas por interponerse entre la monja carnicera y algún animal, como bien
indicaban los cortes en su cara y clavícula.

Pero, como todo lo bueno, aquello también fue efímero… Llego el día en
el que forzarían al gato a separarse de ella. Cuando sacó la basura esa vez, su
amiguito peludo no estaba, ella lo esperó un rato por si acaso, pero el gato no
apareció.

Al entrar en el recinto de nuevo, escuchó fuertes maullidos y bufidos


provenientes de la cocina. La escena que se encontró fue grotesca, tanto que
no quiero describirla, me limitaré a decir que la moja carnicera lo estaba
descuartizando para meterlo en la sopa del día.

Ahora me explico porque me revuelve las tripas el hedor a carne. Mi


antepasada se dejó morir por inanición, prefería morir a vivir en un mundo en el
que sus mejores amigos se pudieran convertir en comida.

Todas aquellas niñas, incluida mi antepasada de aquel momento, fueron


enterradas en el sótano de la casa de Deaz Casei. Ninguna de sus lápidas
tenía nombre. Pero al parecer, el fantasma de un gato negro ronda una más
que al resto.

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Vuelta al monasterio

Ya estoy de vuelta en casa, por el maldito espejo otra vez. Al parecer a


la Señora le gusta despeñar a la gente porque me lo ha hecho a la entrada y a
la salida. Bueno, pero a pesar de ser muy pesada y de hacerme ver y vivir
cosas horrendas, tiene razón en todo lo que cuenta…

Me chiflaría que no fuera así, pero me ha hecho darme cuenta de que


los prejuicios son los mismos a lo largo de toda la historia, y que no mejoran,
sino que sólo se transforman como la materia.

Da igual la época, que las mujeres, las personas trans, las


homosexuales, las asexuales, las bisexuales, las de otras razas, los menores
huérfanos y toda aquella persona que no sea hombre blanco, cisgénero y
heterosexual; no es bienvenida y debe ser adoctrinada en la obediencia a un
sistema que la quiere muerta.

En teoría, ya estoy viviendo mi cuarta vida, la última de la maldición por


matar a alguien haciendo uso de la magia. Se supone que esta vida será la
final en la que las pasaré putas, es que como haya una quinta ni siquiera sabría
a quién tendría que reclamar o si no se reclama, ni puta idea.

Ni siquiera sé qué tipo de lógica tiene que tenga que pagar por haber
matado a un asesino en serie, y para colmo, socialmente bien visto. Para mí
que eso se llama autodefensa, pero si nos regimos por la chorrada de norma
cristiana de “no matar”, entonces sería yo peor asesina que mi agresor y
perseguidor, por el simple hecho de no dejarme matar por los mensajeros de
su dios.

Sinceramente, dudo mucho que, si alguien nos hubiera creado de la


nada, fuera tan sádico como para no meter las narices en las calamidades que
hacen sus servidores en su nombre. Si el mundo fuera justo, la gente de esa
religión, serían duramente represaliados por ajusticiar, discriminar y humillar de
mil maneras a otra parte de su propia creación.

Los fantasmas de niños, que veía correteando por los pasillos de la vieja
casa noche tras noche, me contaban historias altamente preocupantes acerca

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de todo lo que habían tenido que vivir por pertenecer a todos estos colectivos
oprimidos y de lo mal que se sentían por el hecho de que ni siquiera se
esforzaran de ponerles tumbas con sus nombres, siendo enterrados en fosas
comunes, o con lápidas olvidadas por haber sido repudiados por sus padres y
abandonadas por madres que nunca desearon tenerlos.

Se quedaban en mi casa porque querían disfrutar de la libertad que no


tuvieron en vida, cosa perfectamente comprensible; aunque mis hermanos no
pensaban lo mismo. Su religión les había taladrado tanto la cabeza que les hizo
pensar que esos fantasmas eran diablos que rondaban por la casa; cuando no
había más diablos en la casa que ellos mismos.

Llegaron a taladrarle tanto la oreja a nuestros padres que acabaron


llamando a un exorcista para que hiciera uno de sus paripés. Aquellos parecían
no agradarles a los fantasmitas, los cuales ya habían tenido suficiente con
tener que aguantar a esa clase de gente estando vivos, como para tener que
lidiar con ella en su etapa de descanso.

Como yo sufría al ver su reacción, pensaron que yo estaba hechizada o


poseída por algún tipo de espíritu malévolo; todo sólo por desobedecer unas
normas absurdas que les hacen daño a miles de personas hasta en épocas
futuras.

¿En serio por el hecho de manifestarme contra un comportamiento


despreciable, se comportaban así conmigo? ¿En serio anteponían unas
creencias inverosímiles -porque si nos acordamos, no hay ni rastro de una
barca gigante, ni de unas personas que ascendió sin dejar cadáveres- al
bienestar de seres vivos o de seres que una vez estuvieron vivos?

Como yo no tenía nada malo rondándome, mis padres se desesperaron


y, tras unos minutos de gritos maternos, paternos y del exorcista, llegaron a la
conclusión de que yo debía salir de allí… para acompañar al exorcista…

Mis hermanos me acorralaron y, como yo mostré mucha resistencia ante


esa absurda idea -y siendo conocedora de las miserias que era capaz de hacer
esa gente a menores y adolescentes-, alguien me golpeó la nuca y me
desmayé.

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Al despertarme me encontré dentro del mismo monasterio al que no me
dejaron entrar en un primer momento. Noté la muñeca, en la que llevaba la
pulsera que la señora me había regalado, curiosamente suelta…normal, nada
más mirarla, me di cuenta de que ya no llevaba la mala tibetana.

Eso objeto se hallaba hecho trizas en el suelo de la habitación en la que


estaba encerrada. Seguramente se pensarían que, al no ser parte de su
religión, era un símbolo diabólico, ya que se piensan que su religión es la única
aceptable y por eso prefieren mantenerse ignorantes ante el resto.

Observé aquella escena desde una altura suficiente como para no tocar
el suelo, mis pies estaban a pocos centímetros del mismo, pero la suficiente
como para no alcanzarla más que con las puntas de los dedos de los pies. Mi
respiración era costosa, sentía algo parecido a una cuerda apretándome cada
vez más el cuello.

Traté de quitarme la cuerda desesperadamente, aprovechando que las


manos no me las habían atado… pero nada funcionó… ya sentía mi vida
abandonando mi cuerpo… me desmayé.

Eso fue el fin de mi vida…

Al despertar, me encontré en medio de un campo de trigo de color


amarillo brillante, en el que la gente trabajaba sin gestos de cansancio, más
bien de gusto. Tal campo parecía encontrarse al otro lado de un inmenso río
cristalino que no permitía avistar la otra orilla12. No lo entendí hasta que la
Anciana apareció a mi lado.

-Hola de nuevo, Marlén -me saludó, mientras examinaba una pequeña


gavilla de trigo que sostenía entre sus manos-. No te esperaba tan pronto.

-Claro que no -respondí apesadumbrada-, si estoy aquí porque me


rompieron la pulsera que me diste.

-Ya veo -dijo soltando con suavidad la gavilla-… Te rompieron la mala


para poder ahogarte mejor… En tal caso, como ya estás muerta y ya no tienes

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Para los antiguos egipcios el cielo consistía en un inmenso campo de trigo al otro lado del Nilo, donde
trabajarían para los dioses a no ser que hubieran pagado por no currar.

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que pagar nada, tienes dos opciones: quedarte aquí para trabajar sin cansancio
junto a toda esta gente y hacer auténticas amistades, o volver a reencarnarte.

Tardé unos minutos en decidirme, ya que la idea de no estar sola era


muy tentadora, eso significaría ser feliz para toda la vida. Por otro lado, no
deseaba que todo aquello que yo había sufrido lo padeciera otra persona…Ya
estaba decidido, el egoísmo nunca fue una opción.

-Nadie debería sufrir más injusticias… -musité, y por fin le comuniqué mi


respuesta- Elijo volver a reencarnarme en alguien débil para darle fuerzas en
los momentos difíciles y que, en un futuro, luche contra cualquier conducta
perjudicial para la sociedad y para ella misma.

-Que así sea. Pero recuerda -añadió la Señora-, las sombras no tienen
género ni sexo y, que esa reencarnación en concreto tiene una pega.

-Sorpréndeme -dije resoplando.

-Deberás portar mordaza o mascarilla clínica -explicó- y tener aspecto de


saltamontes, por el significado que ya te expliqué. Además de que correrás con
la suerte de que esa persona le tenga fobia a los mismos y cambiarte el
nombre por “Evollette”, porque éste infunde fuerza, intuición y voluntad.

-Mmm, vaya. Pero de todas formas lo mantengo.

Así es como pasé a llamarme Evollette y como pasé a darle consejos de


vida difusos a mi portador, quien tendría una vida plagada de injusticias debido
a sus condiciones sexuales, sexo e identidad de género no normativa.

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