La psicología puede definir de muchas formas la agresividad. Entre otras
dícese de la propensión a faltar al respeto, a ofender a los demás o a provocarles, pero más precisamente lo que la agresividad señala es la fácil disposición a atacar a los demás o a uno mismo. Por tanto se trata de un capítulo esencial puesto que hace referencia a la conducta violenta que forma parte fundamental de ciertos cuadros esquizofrénicos en los que junto al trastorno de la personalidad y las circunstancias de su aislamiento y de depresión el enfermo reacciona buscando la solución de sus dificultades en un acto de agresión. Además, dentro de los cuadros esquizofrénicos se entienden las conductas peligrosas y violentas, las que llevan a la automutilación, las que llevan al matricidio, que es la forma más rara de asesinato y que no es posible imaginar fuera de esta enfermedad, las conductas suicidas, las agresiones a personas que supongan autoridad (padre, maestro, médico, ídolo popular, líder) o las vertidas hacia cónyuge e hijos. En todas estas violencias el enfermo parece mover su espíritu entre el honor que merece su acto y la necesidad de pagar con la propia muerte o la de otro como castigo. Es obvio que el estudio psicológico de estas violencias esta supeditado al de la enfermedad esquizofrénica que las sostiene, como un síntoma más entre la desorganización del pensamiento, los delirios y las alucinaciones, la retracción social, la pobreza intelectual, etc. No obstante el estudio de la violencia como propensión a ejercer la fuerza supera lo definido dentro del ámbito de la patología esquizofrénica y se instala en el ámbito de la vida diaria como un exceso conductual ligado a frustraciones y stress, y como define Mayer (1966) al instinto de predación, al de defensa del territorio, al de protección de la prole, y al sexual. Y más que a ningún otro al de la garantía en la búsqueda del alimento. Al llegar a este punto la cuestión estriba en diferenciar el impulso hacia la seguridad propia como constante biológica, presente a lo largo de toda la evolución de la humanidad y la agresividad sin más objetivo que la agresividad en sí. Los problemas de la agresividad así planteados suponen una crisis, legal, médica, psiquiátrica y social puesto que en ninguno de estos planos resulta fácil determinar la naturaleza moral de ciertos episodios agresivos no patológicos. En el Instituto INSUMED creemos que la comprensión de las vías metabólicas que constituyen fáciles reacciones agresivas puede ser un decisivo aporte para su control. AGRESIVIDAD Y MEDICINA BIOLÓGICA
El episodio mismo de la reacción agresiva, el momento del ataque gratuito
y el carácter violento se generan en un terreno biológico constituido como dice Neijing, por “una excitación que perturba el corazón que late, asociada a una excitación del corazón que siente”. En Medicina Biológica se define este síndrome como “Mucosidades-Fuego que perturban el Corazón y excitan el Espíritu”. Es preciso reconocer que ambas definiciones tan solo nos aproximan a la comprensión de esta etiología y su aclaración es vital. El síndrome Mucosidades-Fuego solo significa irritación mucosa en epitelios internos cerebrales con subsiguiente hiperproducción de moco que, densificado, presiona áreas de constitución de emociones. Esta descripción parece caprichosa y poco científica pero define un eje metabólico con signos y señales que no faltan nunca en él. El enfermo agresivo tiene lengua roja y capa saburral amarilla. El pulso rápido. La tez roja. La orina concentrada. El espíritu agitado siempre e independiente a los episodios agresivos. Algo más definitorio: El paciente debe tener flemas abundantes aunque quizás difíciles de expectorar. Más aún, las Mucosidades-Fuego que agobian el Corazón pueden producir mal carácter, cefalea terebrante severa, comportamiento maniaco, gritos sin razón, que curiosamente conforman un cuadro propio de cualquier violento aunque no este diagnosticado de patología alguna. TRATAMIENTO BIOLÓGICO: B-1, B-16 y F-401 suponen la fitoterapia más aproximada para controlar la agresividad.
F-401 (plantas estudiadas):
Muérdago, Azahar, Sauce, Valeriana, para corregir el exceso metabólico y relajar. Tila, Espino blanco, Melisa, para corregir el exceso de Corazón y relajar. Pasiflora, Fumaria, Malvavisco, para corregir el exceso mental. y relajar. Remania, Ruibarbo, Angélica, Scutelaria, Rizoma Coptidis, para corregir el bloqueo hepático, el calor por Vacío de Yin y el exceso metabólico. Aceites esenciales: Azahar, Ylang-Ylang, Lavanda, Limón.