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impunidad”
Un año después, revisé sus cuentas y descubrí deslumbrado que había más
que triplicado su capital inicial, que pasó de 3,3 millones a 11,2 millones. En
efecto, había ganado un 240% en esos breves 12 meses por haber invertido
precisamente --que es casi como ganarse otra Tinka-- en las 33 empresas
más rentables del país, las cuales figuran en el gráfico adjunto.
Las cifras que ahí aparecen representan la ganancia nominal porcentual por
acción de las que han rendido más del 100% entre setiembre del 2005 y
setiembre de este año, considerando tanto los cambios en sus cotizaciones
como los dividendos repartidos, y que hemos recalculado del 'índice de lucro'
(sic) que publica trimestralmente la Bolsa de Valores de Lima (BVL).
Candelaria merece, pues, nuestros mayores respetos, porque logró
sobrepasar los incrementos del Índice General y del Selectivo
(correspondiente este a las 15 blue chips) de la BVL, que aumentaron,
respectivamente, 109,1% y 134,3% en ese período (septiembre 2006-
septiembre 2005), bastante menos que el que alcanzaron entre anteayer y el
mismo día del año pasado: 176,2% y 202,3% cada cual. Sin duda, como es
sabido, se trata de la bolsa más jugosa del orbe.
En cambio, mi abuela paterna Érika Inge, que se llevó la misma suerte en la
Navidad del año pasado, es absolutamente adversa al riesgo en general y a
la bolsa en particular. De ahí que la mitad del premio la guardó en billetes
debajo y dentro de sus cojines y colchón (por lo que decía poder dormir más
suavecito y que así ya no extrañaba al abuelo), con lo que perdió a tres
bandas: -2,7% por los soles, debido a la inflación; y -6,5% por los dólares y -
3,6% por los yenes, por la revaluación del sol respecto a esas monedas y por
la diferencia de cambio en la compra y la venta de la M/E, a lo que debió añadir
una pérdida adicional por la inflación mencionada. Solo ganó 2,5% con los
euros y las libras esterlinas, por la devaluación del sol respecto a esas
monedas, pero que finalmente se esfumaron completamente por la leve
inflación local.
El otro 50% del premio lo llevó al banco. "No vaya a ser que me asalten en
casa", decía, aunque las malas lenguas y las estadísticas -"lo mismo son en
este país"- afirman que es más probable que lo hagan dentro o junto al banco.
También sabía que los bancos quiebran, pero por lo menos el seguro le
devolvería 65.000 soles (o 20.000 dólares) de sus depósitos si ello sucediera.
Asignó su dinero en cuentas de ahorro y a plazo, tanto en soles como en
dólares, de manera que también perdió en las de ahorro: las de soles le daban
apenas un 1,1% de interés al año, que por efecto de la leve inflación se
convirtieron en -1,7%; mientras que las de dólares le rendían nominalmente
0,46%, por lo que efectivamente perdió 9% en soles reales, contando las
pérdidas por tipo de cambio e inflación.
En las cuentas a plazo en dólares, si bien le pagaban 4,50%, terminó
perdiendo 5,3% debido a los efectos mencionados, por lo que solo ganó
alguito con las denominadas en soles (también a 360 días), que daban un
interés del 4,9%, que con la diferencia en el IPC le significaron un liliputiense
plus del 2,1%.
Nicolasa (esa de la TV), mi tercera y más célebre abuela, gracias a los
genes minerales que había heredado, asignó todos sus fondos a tres tipos
de barras: oro, cobre y plata, que le permitieron recabar 31,6%, 64,5% y
65,1% de ganancias, respectivamente, sin contar inflación e insomnio,
comisiones y pérdida cambiaria, alarmas y ametralladoras. No compró
barriles de petróleo, lo que fue una suerte porque apenas aumentaron de
59,4 a 62 dólares en estos 12 meses y porque habría tenido que
almacenarlos en su piscina. Claro que si los hubiera vendido en agosto,
cuando el barril volaba por los 74 dólares, la cosa le habría salido
simpática (25% de ganancia). Finalmente, de mi cuarta abuela prefiero no
hablar y no doy su nombre, porque no tiene nombre que en 33 días le
hayan pelado sus 3,3 millones en un casino miraflorino y que hoy ha
tenido el descoco de pedirme tres soles... para jugar ya saben qué.
En conclusión, debe usted reconocer que mis abuelitas tienen mucha
suerte por haberse ganado todas ellas una Tinka. Porque la única manera
de ganársela con seguridad plena (rezando para que a ningún otro tinkero
le tinquen los seis números milagrosos) es comprando 8.145.060 tickets,
para lo que habría que desembolsar casi 24,5 millones de soles, lo que
no resulta muy rentable si tenemos presente que el pozo que se juega
esta dulce noche navideña es de 1,2 millones. Aquí termino y me
disculpan... tengo que salir a comprarme un huachito y comerme cada
uno de los pavos que cada una de mis cuatro viejitas lecheras me ha
preparado.
1. ¿Cómo se obtuvo dinero las abuelitas
para jugar a la tinka?
13. ¿
14. ¿