Vous êtes sur la page 1sur 5

I.

Sustentación del objeto de estudio a la luz de los


materiales literarios:
1. El escritor:

BIOGRAFIA

GIOVANNI BOCCACCIO

Giovanni Boccaccio nace en Florencia o en Certaldo (1313,1375), fruto de un


amor ilegitimo de Boccaccio di Chellino y una dama Francesa. Un hombre alegre
gordinflón, que narra historias obscenas y chocarreras a damas más bellas que
honestas: tal es la imagen de Boccaccio que circula entre el vulgo.

Un poeta en prosa que escribe, a poco de la Divina Comedia, una Comedia


humana y que, junto con Petrarca, prepara el Humanismo y abre el Renacimiento:
tal es la imagen docta que del florentino tienen los modernos.

Imágenes mancas y deformantes ambas, tanto la del pueblo como la de los


críticos. La primera lo rebaja demasiado hasta convertirlo en un cortesano, mezcla
de sátiro y de bufón; la otra lo magnifica fuera de medida haciendo de él un rival de
Dante y el primer ciudadano de un mundo nuevo. La verdad no está en el medio,
como cabría especificar; es mucho más compleja.

Ante todo es menester decir adiós a la imagen del eterno reidor, que se pasa
colmado de halagos por las cortes, como una especie de Casanova anticipado. La
vida de Boccaccio, desde el nacimiento ilegitimo hasta la muerte solitaria, disto
mucho de ser placentera. El fondo triste su de su naturaleza, su carácter inestable
e impulsivo, las circunstancias adversas lo llevaron con frecuencia a lamentarse
bajo la máscara de sus personajes y aun en primera persona. Junto al Boccaccio
elegíaco, lúgubre y lacrimoso.

Para empezar, no fue feliz en su familia. Hijo bastardo de una viuda


abandonada, no conoció a su madre, que murió de pena cuando él era todavía muy
pequeño. En cambio tuvo que soportar la animadversión de dos madrastras, una de
las cuales lo obligo a abandonar una de las casas paterna.

Nunca llegó a amar de veras a su padre; en ocasiones hasta parece


despreciarlo. Por muchas razones: por lo mal que había tratado a su madre, que el
imaginaba de más noble procedencia y a la cual creía ser deudor de lo mejor de su
genio; por no haberle protegido bastante de la madrastra y de los hermanastros; por
repugnancia hacia el oficio paterno, ya que siempre resultó odioso cuando olía a
mercantil; por el carácter de su progenitor, desagradable, rígido y siempre proclive
hacia el ‘‘vil lucro’’.
La más grave acusación contra su padre es la de haberlo obligado a perder
sus mejores años en ocupaciones contrarias a su inclinación y genio. Seis años de
comerciante y otros seis lidiando con las leyes impidieron a Boccaccio consagrarse
libremente al estudio de las letras y de la poesía. Si no llego a hacer un excelente
poeta, la culpa seria de su padre, como admite abiertamente en un pasaje famoso
de la genealogía de los dioses de los gentiles.

Boccaccio fue también padre y tampoco como padre fue feliz. Tuvo, no se
sabe de qué mujeres, cuatro hijos; ninguno le sobrevivió. La más amada, Violante,
murió antes de cumplir siete años, lejos de él.

Ni fue afortunado en amores, si hemos de atenernos a sus veladas


confesiones. De su primer amor, que se llamó Pampinea, parece no haber guardado
buen recuerdo. Al segundo, por el llamado Abrotonia – acaso una de tantas Marielas
napolitanas - , poco lo pudo gozar, ya que después de algún tiempo no quiso verlo
más y resulto para Boccaccio ‘‘materia de pésima vida’’. El 20 de marzo de 1336 vio
en la iglesia de San Lorenzo de Nápoles a la famosa Fiammetta – una María de
Aquino, bastarda, a igual que el de sangre francesa – y se enamoró de esa mujer
casada. No tardo en comprobar que también a él le engañaba la que por su causa
había engañado a su marido. Jamás pudo consolarse de esta traición ni volver a
la gracia de la voluble Fiammetta. De regreso a Florencia amo a una Emilia, a una
Lisa, a una Lucia… pasados los 40 años se encapricho de una viuda que no quiso
saber de aquel pobre poeta envejecido más que para hacerlo objeto de sus burlas.
Él, a su vez, desfogo su despecho en la satírica invectiva del Corbaccio.

No le cupo mejor suerte en otros asuntos de la vida. Siempre fue pobre,


siempre anduvo en pos de un estado seguro y honorable. No tuvo como su amigo
Petrarca, prebendas ni coronas de laurel y su fama no creció hasta después de su
muerte. Mediocre fue su vida de cortesano en Nápoles y en Florencia. Cuando hubo
oportunidad de que le dieran un buen puesto prefirieron a mediocres. Ya anciano
paso por estrecheces muchas veces, tanto que hubo de aceptar dinero del yerno
de Petrarca y de otros varios. El propio Petrarca sabiendo que era pobre, le dejo en
su testamento 50 florines, a fin de que se hiciera una capa para estudiar en el
invierno. Sólo, cumplidos ya los 60 años, le confirieron un encargo digno de él: el
de leer a Dante en público con un estipendio de 100 florines al año.
Envejeció muy pronto. A los 40 años blanqueaban sus cabellos y se convirtió
en un ser grueso y fofo; parece que sufría diabetes. La descripción que hace de sus
males en carta a su amigo Mainardo de Cavalcanti no puede ser más deprimente.
Martirizado en vano por los médicos paso sus postreros días en Certaldo. El
conquistador de tantas damas jóvenes no tuvo junto a sí en sus últimos años y en
su muerte (Certaldo 31 de diciembre de 1375) más que a una pobre fámula
pueblerina, anciana y desmañada. El ardoroso amante de Fiammetta, hija de reyes,
debió a la postre contentarse con los venales servicios de una Bruna di Ciango.

2. La obra literaria:

El Decamerón, diez jornadas de diez narraciones cada una, que hacen en total
100 cuentos, fue escrito en 1353. Bocaccio su autor, contaba a la sazón poco más
de 40 años. No fue ni la última ni la primera de las obras de Bocaccio, ya conocido
en Italia de su tiempo como un poeta de estimable talla, pero si fue la obra cuyo
título le imprimió valimiento para la posterioridad, el libro que habría de situarlo entre
otros dos grandes del trecientos: Dante y Petrarca.

Bajo la pluma de Bocaccio, la lengua italiana adquirió gran ductilidad para


amoldarse a todos los vuelos del pensamiento. El Decamerón ha servido de modelo
a la gran mayoría de cuentistas italianos posteriores y han ejercido una gran
influencia en toda Europa. El Decamerón voló por el mundo. La corrompida
sociedad de la época (pórtico al Otoño de la Edad Media y antesala del
Renacimiento), halló su propio espejo y justificación en aquel modelo de
narraciones, en aquella enérgica descripción de los vicios y de las virtudes, en aquel
ingenioso desenmascarar a los hipócritas, todo ello impregnado con un
extraordinario hálito poético.

El Decamerón se difundió al principio sin problemas en España sobre todo a


partir de las dos traducciones: una en catalán (1429) atribuida a un monje de Sant
Cugat de Vallés y otra en castellano, aproximadamente de la misma época, de la
que sólo cincuenta cuentos. Su inclusión en el Índice de libros prohibidos (1559)
condenó la difusión de la obra durante varios siglos. Hasta el siglo XIX no se volvió
a disfrutar de ella en España en condiciones adversas con ediciones parciales y
adulteradas que transmitían la idea de Bocaccio como un autor libertino, sin más
valor que el anecdótico. Hubo que esperar hasta la segunda mitad del siglo XX para
encontrar las primeras ediciones íntegras y valorarlo como uno de los clásicos
indiscutibles de la literatura universal.
3. El lector: En el año 1351, Giovanni Bocaccio completó “El Decamerón”, una colección de
100 cuentos con el nexo común de que eran relatados por 10 jóvenes encerrados en una
villa durante la peste negra en Florencia. Repletos de sexo y con pullas a la todopoderosa
Iglesia, los 100 cuentos no tardaron en hacerse populares, al tiempo que los clérigos los
condenaban y la Inquisición incluyó “El Decamerón” en su lista “Negra” de libros
prohibidos. Después de tales ataques, pasó poco tiempo antes de que el libro se convirtiera
en todo un clásico de la literatura.

http://cineultramundo.blogspot.com/2012/01/critica-de-el-decameron-por-
ivan-suarez.html

4. Transductor:

Cervantes y Shakespeare lo leyeron e imitaron. Botticelli, Tiziano, Jean Fouquet


o Waterhouse pintaron escenas sacadas de sus relatos e incluso en el siglo XX el
director de cine italiano Pier Paolo Pasolini llevó El Decamerón al cine en 1971 con
actores no profesionales y en escenarios naturales.

II. Delimitación del espacio de la obra literaria:


1. Antropológico:

2. Gnoseológico:

Los personajes del Decamerón al principio de los cuentos nos dan una
introducción de quienes son los que narran esas historias y son siete damas y tres
caballeros. La primera que era la mayor, Pampinea, la segunda Fiammetta; a la
tercera, Filomena; a la cuarta, Emilia; a la quinta, Lauretta; a la sexta, Neifila; y la
última con el nombre de Elisa. Entre los jóvenes Filóstrato, Pánfilo y Dioneo. Los
tres jóvenes, todos lo han reconocido, no son otros que el mismo Boccaccio bajo
tres diferentes apariencias: Dioneo, es el Boccaccio alegre y salaz; Filóstrato es el
Boccaccio como amante engañado e infeliz; Pánfilo es el Boccaccio como amante
correspondido y satisfecho. Las damas bien podrían ser aquellas que Boccaccio
más amó en su vida: Pampinea, la floreciente mujer prudente y zagas, de armoniosa
y madura juventud, alegre por un único amor feliz, es la napolitana que primero le
dispensó amor; Lauretta, la amante dolorida, es la monja benedictina del convento;
la lisonjera Emilia, únicamente prendada de sí misma; Elisa, de un amor no
correspondido, es la Lisa que el poeta cantó en su amorosa visión, Fiammetta, la
cabal enamorada, temerosa siempre de perder su amor, es la nunca olvidada María
de Aquino. A las otras dos, Neifila y Filomena, no ha sido posible identificarlas con
certeza todavía, mas todo induce a creer que son, igual que las otras cinco, féminas
amadas por el poeta, encubiertas bajo nombres simbólicos.

3. Ontológico:

4. Estético:

La obra está dividida en diez jornadas y cada jornada (son diez días) la
conforman diez cuentos, en total la obra tiene 100 cuentos.

III. Genealogía de la obra literaria:


Modos de conocimientos: Críticos o acríticos.

Niveles de conocimiento: Pre racional o racional.

IV. Explicación del texto (obra literaria) según los tipos de


literatura:
Crítica o indicativa.

Vous aimerez peut-être aussi