Vous êtes sur la page 1sur 22

I.

Sobre el mecanismo psíquico


de fenómenos histéricos:
comunicación preliminar1
(Breuer y Freud)
(1893)
1
Movidos por una observación casual, desde hace una serie
de años investigamos, en las más diversas formas y síntomas
de la histeria, su ocasionamiento: el proceso en virtud del
cual el fenómeno en cuestión se produjo la primera vez,
hecho este que suele remontarse muy atrás en el tiempo. En
la gran mayoría de los casos no se consigue aclarar ese punto
inicial mediante el simple examen clínico, por exhaustivo
que sea; ello se debe en parte a que suele tratarse de viven-
cias que al enfermo le resulta desagradable comentar, pero,
principalmente, a que en realidad no las recuerda, y hartas
veces ni vislumbra el nexo causal entre el proceso ocasio-
nador y el fenómeno patológico. Casi siempre es preciso hip-
notizar a los enfermos y, en ese estado, despertarles los re-
cuerdos de aquel tiempo en que el síntoma afloró la primera
vez; así se consigue evidenciar el mencionado nexo de la
manera más nítida y convincente.
Este método de indagación nos deparó en gran número
de casos unos resultados que parecen valiosos tanto en el
aspecto teórico como en el práctico.
En el aspecto teórico, porque nos han probado que el
factor accidental comanda la patología de la histeria en una
medida que rebasa en mucho la notoria y admitida. En el
caso de la histeria «traumática» es evidente que fue el acci-
dente el que provocó el síndrome; y si en unos ataques his-
téricos se infiere, de las exteriorizaciones de los enfermos,

[{Corresponde a la llamada que aparece en el título, supra, pág.


Según lo explícita la nota al pie del «Prólogo a la primera edi-
ción», este primer capítulo había aparecido primitivamente, en 1893,
como trabajo separado. Fue reimpreso no sólo en el presente libro,
sino también en el primer volumen de la recopilación de escritos bre-
íiqo Freud titulada Sammlung kleiner Schriften zar Neurosenlehre
(1906); en este último caso se añadió la siguiente nota al pie: «Im-
preso también como introducción a Estudios sobre la histeria, 1895,
ra en
la cual Josef Breuer y yo desarrollamos las concepciones aquí
Puestas y las ilustramos mediante historiales clínicos».]

29
que en cada ataque ellos alucinan siempre el mismo proceso su fuerza de voluntad para mantenerse silenciosa y no des-
que provocó al primero, también en este caso es patente el pertarlo; y justamente a causa de este designio produce un
nexo causal. Más oscuro es el estado de cosas respecto de chasquido con la lengua (¡voluntad contraria histérica!). Ese
chasquido se le repite luego en otra oportunidad en la que
otros fenómenos.
de igual modo quiere mantenerse completamente en silen-
Ahora bien, nuestras experiencias nos han mostrado que cio, y desde ahí se le desarrolla un tic: durante muchos años,
los síntomas más diferentes, tenidos por operaciones espon- a raíz de cada emoción se le produce un chasquido de len-
táneas, por así decir idiopáticas, de la histeria mantienen gua.3 — Un hombre de elevada inteligencia asiste a la ope-
con el trauma ocasionador un nexo tan estricto como aque- ración a que es sometido su hermano: en estado de narcosis
llos otros fenómenos más trasparentes en este sentido. He- le estiran la articulación anquilosada de la cadera. En el
mos podido reconducir a unos tales traumas ocasionadores momento en que esta cede con un crujido, siente un dolor
tanto neuralgias como anestesias de la más diversa índole, y violento en su propia articulación de la cadera, dolor que le
que a menudo databan de años atrás; también, contracturas persiste casi un año; etc.
y parálisis, ataques histéricos y convulsiones epileptoides que En otros casos, el nexo no es tan simple; sólo consiste en
según todos los observadores eran epilepsias genuinas, petit un vínculo por así decir simbólico entre el ocasionamiento
mal y afecciones del tipo de los tics, vómitos permanentes y el fenómeno patológico, como el que también las personas
y anorexia hasta llegar al rehusamiento de toda comida, las sanas forman en el sueño: por ejemplo, si a un dolor anímico
más diferentes perturbaciones de la visión, alucinaciones se acopla una neuralgia, o vómitos al afecto del asco moral.
visuales recurrentes, etc. La desproporción entre los años Hemos estudiado enfermos que solían hacer el más amplio
que dura el síntoma histérico y su ocasionamiento único es uso de una simbolización así.4 — Y en otros casos, un de-
la misma que estamos habituados a ver de una manera re- terminismo de esa índole no se ofrece al entendimiento de
gular en la neurosis traumática; con harta frecuencia son primera intención; entre ellos se cuentan justamente los sín-
sucesos de la infancia los que han producido para todos los tomas histéricos típicos, como hemianestesia y estrechamien-
años subsiguientes un fenómeno patológico más o menos to del campo visual, convulsiones epileptiformes, etc. Nos
grave. vemos precisados a reservar para un comentario más deta-
El nexo suele ser tan claro que es bien visible cómo el llado sobre el tema la exposición de nuestras opiniones sobre
suceso ocasionador produjo justamente este fenómeno y no este grupo.
otro. Este último, entonces, está determinado {determinie- Tales observaciones parecen demostrarnos la analogía pa-
ren} de manera totalmente nítida por su ocasionamiento. tógena entre la histeria corriente y la neurosis traumática, y
Así, para tomar el ejemplo más trivial: un afecto dolorido, justificar una extensión del concepto de «histeria traumáti-
generado en el curso de una comida, pero sofocado, produce ca». En el caso de la neurosis traumática, la causa eficiente
luego náuseas y vómitos, y estos últimos duran meses como de la enfermedad no es la ínfima lesión corporal; lo es, en
vómitos histéricos. Una muchacha que en martirizadora an- cambio, el afecto de horror, el trauma psíquico. Análoga-
gustia vela ante el lecho de un enfermo, cae en un estado mente, nuestras pesquisas averiguaron para muchos síntomas
crepuscular y tiene una alucinación horrorosa en el momento histéricos, si no para los más, unas ocasiones que es preciso
en que se le adormece el brazo derecho, pendiente del res- designar «traumas psíquicos». En calidad de tal obrará toda
paldo de la silla: desde ahí se le desarrolla una paresia de vivencia que suscite los afectos penosos del horror, la angus-
ese brazo con contractura y anestesia. Quiere rezar y no en- tia, la vergüenza, el dolor psíquico; y, desde luego, de la
cuentra las palabras; por fin consigue pronunciar una ora- sensibilidad de la persona afectada (así como de otra con-
ción infantil en inglés. Cuando más tarde se le desarrolla dición, que mencionaremos más adelante) dependerá que la
una histeria grave, en extremo compleja, habla, escribe y 3
comprende sólo inglés, mientras que su lengua materna le [Véase el segundo historial clínico, infra, págs. 71 y sigs. Estos
episodios fueron mencionados con cierta extensión en «Un caso de
resulta ininteligible durante un año y medio.2 — Un niño curación por hipnosis...» (Freud, 1892-93), AE, 1, págs. 157-8, don-
gravemente enfermo se duerme al fin; la madre tiende toda de se examina asimismo el concepto de «voluntad contraria histérica».]
4
[Véase la descripción del caso de Cácilie M., infra, págs. 189
2
[Sobre el caso de esta paciente versa el primer historial clínico; y sigs.]
cf. infra, págs. 47 y sigs.]

30 31
vivencia se haga valer como trauma. No es raro que en la Aquí surge la sospecha de que pudiera tratarse de una
histeria corriente hallemos, en lugar de un gran trauma, sugestión involuntaria; el enfermo esperaba ser librado de
varios traumas parciales, unas ocasiones agrupadas que sólo su padecer mediante aquel procedimiento, y esa expectativa,
en su sumación pudieron exteriorizar efecto traumático y no el declarar como tal, sería el factor eficiente. Sin embar-
forman una trama en la medida en que constituyen los capí- go, no es así: la primera observación en que se analizó de
tulos de una historia de padecimiento. En otros casos, en esta manera un caso de histeria en extremo complicado (cu-
cambio, son circunstancias al parecer indiferentes en sí mis- yos síntomas, de causación separada, se resolvieron también
mas las que por su conjugación con el suceso de genuina separadamente) data de 1881, vale decir, de una época «pre-
eficacia, o con un momento temporal, particularmente sen- sugestiva»; fue posibilitado por autohipnosis espontáneas de
sible, han adquirido la dignidad de traumas, que de otro la enferma y deparó al observador la máxima sorpresa.6
modo no les correspondería, pero que conservan desde en- Por inversión del apotegma «cessante causa cessat effec-
tonces. tus»* tenemos derecho a concluir de estas observaciones
Sin embargo, el nexo causal del trauma psíquico ocasio- que el proceso ocasionador produce efectos de algún modo
nador con el fenómeno histérico no es tal que el trauma, durante años todavía, no indirectamente por mediación de
como agent provocateur {agente provocador}, desencadena- una cadena de eslabones causales intermedios, sino de ma-
ría al síntoma, el cual subsistiría luego, ya devenido autóno- nera inmediata como causa desencadenante, al modo en que
mo. Antes bien, debemos aseverar que el trauma psíquico, o
un dolor psíquico recordado en la conciencia despierta sus-
bien el recuerdo de él, obra al modo de un cuerpo extraño
cita en un momento posterior la secreción lacrimal: el histé-
que aún mucho tiempo después de su intrusión tiene que
ser considerado como de eficacia presente; y vemos la prueba rico padece por la mayor parte de reminiscencias.7
de ello en un fenómeno en grado sumo asombroso que, a
la vez, confiere a nuestro hallazgo un significativo interés
práctico.
N
Descubrimos, en efecto, al comienzo para nuestra máxima J
sorpresa, que los síntomas histéricos singulares desaparecían
enseguida y sin retornar cuando se conseguía despertar con A primera vista parece asombroso que vivencias hace tiem-
plena luminosidad el recuerdo del proceso ocasionador, con- po trascurridas puedan producir efectos tan intensos, que
vocando al mismo tiempo el afecto acompañante, y cuando los recuerdos de ellas no sucumban al desgaste en que vemos
luego el enfermo describía ese proceso de la manera más de- sujeto en el estado en que el mal se manifestó, y combate mediante
la palabra ese mal, pero en su reemergencia»} (Delboeuf, 1889). ■—■
tallada posible y expresaba en palabras el afecto. Un recordar «.. .peut-étre verra-t-on qu’en reportant le malade par un artífice
no acompañado de afecto es casi siempre totalmente inefi- mental au moment méme ou le symptóme a apparu pour la premiére
caz; el decurso del proceso psíquico originario tiene que ser fois, on rend ce malade plus docile a une suggestion curative»
repetido con la mayor vividez posible, puesto en status {«... quizá se compruebe que reconduciendo al enfermo, mediante un
nascendi y luego «declarado» {«Aussprechen»}. En tal ca- artificio mental, al momento mismo en que el síntoma apareció por
so, cuando los fenómenos respectivos son de estimulación, primera vez, se vuelva a ese enfermo más dócil a una sugestión
curativa»} (Binet, 1892, pág. 243). — En el interesante estudio de
como convulsiones, neuralgias, alucinaciones, ellos afloran Pierre Janet sobre el automatismo psicológico (1889) hallamos des-
una vez más con intensidad total y luego desaparecen para crita una curación de una muchacha histérica, obtenida por apli-
siempre. Deficiencias funcionales, parálisis y anestesias, des- cación de un procedimiento análogo al nuestro.
aparecen de igual modo, desde luego sin que sea nítida su 8
[En pág. 58 se informa sobre el primer suceso de esta índole.]
agudización momentánea.5 * {«cuando cesa la causa, cesa el efecto».}
7
Ño nos resulta posible distinguir, en el contenido de esta co-
municación preliminar, qué parte es nueva y cuál se encuentra en
5
La posibilidad de esta terapia ha sido claramente reconocida por otros autores, como Moebius y Strümpell, que han sustentado pare-
Delboeuf y Binet, como lo muestran las siguientes citas: «On s’ex- cidos puntos de vista respecto de la histeria. Hemos hallado la má-
pliquerait des lors comment le magnétiseur aide á la guérison. 11 xima aproximación a nuestros desarrollos en materia de teoría y
remet le sujet dans l'état oü le mal s’est manifesté et combat par la de terapia en algunas puntualizaciones de Benedikt, publicadas en
parole le méme mal, mais renaissant» {«Ahora se explicaría de qué forma esporádica. [Cf. Andersson, 1962, pág. 114, n. 3.] Nos ocupa-
manera el hipnotizador promueve la curación. El vuelve a colocar al remos de ellas en otro lugar [cf, infra, pág, 221, n, 14].

32 33
caducar a todos nuestros recuerdos. Acaso mediante las elu- la propia dignidad, etc. Así, por medio de unas operaciones
cidaciones que siguen estos hechos nos resulten algo inte- asociativas, el hombre normal consigue hacer desaparecer el
ligibles. afecto concomitante.
El empalidecimiento o pérdida de afectividad de un re- A esto se suma esa universal borradura de las impresio-
cuerdo depende de varios factores. Lo que sobre todo im- nes, ese empalidecimiento de los recuerdos que llamamos
porta es w frente al suceso afectante se reaccionó enérgica- «olvido», y que desgasta sobre todo a las representaciones
mente o no. Por «reacción» entendemos aquí toda la serie ya ineficaces afectivamente.
de reflejos voluntarios e involuntarios en que, según lo Ahora bien, de nuestras observaciones se sigue que los
sabemos por experiencia, se descargan los afectos: desde el recuerdos que han devenido ocasionamientos de fenómenos
llanto hasta la venganza. Si esta reacción se produce en la histéricos se han conservado durante largo tiempo con asom-
escala suficiente, desaparece buena parte del afecto; nuestra brosa frescura y con su plena afectividad. Aquí debemos
lengua testimonia este hecho de observación cotidiana me- mencionar otro hecho llamativo, que hemos de valorizar
diante las expresiones «sich austoben» {«desfogarse»}, «sich luego: los enfermos no disponen de estos recuerdos como
ausweinen» {«desahogarse llorando»}, etc. Si la reacción es disponen del resto de su vida. Al contrario, estas vivencias
sofocada, el afecto permanece conectado con el recuerdo. Un están completamente ausentes de la memoria de los enfer-
ultraje devuelto, aunque sólo sea de palabra, es recordado mos en su estado psíquico habitual, o están ahí presentes
de otro modo que un ultraje que fue preciso tragarse. El sólo de una manera en extremo sumaria. Unicamente si se
lenguaje reconoce también ese distingo en las consecuencias indaga a los enfermos en estado de hipnosis, esos recuerdos
psíquicas y corporales, y de manera en extremo característica acuden con la vividez intacta de unos acontecimientos frescos.
designa «Krankung» {«afrenta»; en el sentido de «morti- Así, una de nuestras enfermas reprodujo durante medio
ficación»} al sufrimiento tolerado en silencio. — La reacción año en estado de hipnosis, con vividez alucinatoria, todo
del dañado frente al trauma sólo tiene en verdad un efecto cuanto la había excitado esos mismos días del año anterior
plenamente «catártico» si es una reacción adecuada, como (en el curso de una histeria aguda); un diario íntimo de su
la venganza. Pero el ser humano encuentra en el lenguaje madre, diario cuya existencia la enferma desconocía, demos-
un sustituto de (a acción; con su auxilio el afecto puede ser tró que la reproducción era fiel. [Cf. pág. 57.] Otra pacien-
«abreaccionado» casi de igual modo.8 En otros casos, el de- te revivió, en parte en la hipnosis, en parte en ataques espon-
cir mismo es el reflejo adecuado, como queja y como decla- táneos, y con nitidez alucinatoria, todos los sucesos de una
ración en el caso de un secreto que atormenta (¡la confe- psicosis histérica que había pasado diez años antes y sobre
sión!). Cuando no se produce esa reacción de obra, de pa- la cual, hasta ese reafloramiento, había padecido amnesia
labra, o mediante el llanto en los casos más leves, el recuerdo casi completa. También algunos recuerdos, de importancia
del hecho conserva en principio su tinte afectivo. etiológica, de entre quince y veinticinco años de antigüedad,
La «abreacción» no es, empero, el único modo de trami- se demostraron en ella asombrosamente intactos y provistos
tación de que dispone el mecanismo psíquico normal de la de intensidad sensorial, poseyendo a su retorno la plena fuer-
persona sana cuando ha experimentado un trauma psíquico. za afectiva de unas vivencias nuevas. [Cf. págs. 190-3.]
Su recuerdo, aunque no se lo abreaccione, entra en el gran Sólo podemos buscar el fundamento de ello en que tales
complejo de la asociación, se inserta junto a otras vivencias recuerdos han de estar eximidos de las absorciones desgas-
que acaso lo contradicen, es rectificado por otras represen- tadoras antes elucidadas. En efecto, se demuestra que esos
taciones. Por ejemplo, tras un accidente, al recuerdo del recuerdos corresponden a traumas que no han sido suficien-
peligro y a la repetición (debilitada) del terror se acopla temente «abreaccionados», y a poco que ahondemos en las
el recuerdo de lo que luego sobrevino, el rescate, la con- razones que impidieron esto último descubriremos al menos
ciencia de la actual seguridad. El recuerdo de una afrenta dos series de condiciones bajo las cuales es interceptada la
es rectificado poniendo en su sitio los hechos, ponderando reacción frente al trauma.
En el primer grupo incluimos los casos en que los enfer-
8
[En este pasaje, los términos «catarsis» y «abreacción» hacen su mos no han reaccionado frente a traumas psíquicos porque
primera aparición en una obra impresa. Freud había empleado «abreac-
ción» anteriormente, en una carta a Fliess del 28 de junio de 1892 la naturaleza misma del trauma excluía una reacción (como
en la que hacía referencia al presente trabajo (Freud, 1950a, Carta 9).] por ejemplo la pérdida, que se presentó irreparable, de una

34 35
persona amada), o porque circunstancias sociales la imposi- un trauma en sí eficiente sobreviene en un estado de afecto
bilitaron, o porque se trataba de cosas que el enfermo quería grave y paralizante, o de conciencia alterada. Pero parece
olvidar y por eso adrede las reprimió {desalojó} 9 de su pen- también que en virtud del trauma psíquico en muchas per-
sar conciente, las inhibió y sofocó. A esas cosas penosas, jus- sonas se suscita uno de esos estados anormales, el cual a su
tamente, se las halla luego en la hipnosis como base de vez imposibilita la reacción.
fenómenos histéricos (delirios histéricos de monjes y reli- Ahora bien, ambos grupos de condiciones tienen en co-
giosas, de mujeres abstinentes, de niños bien educados). mún que los traumas psíquicos no tramitados por vía de
La segunda serie de condiciones no están comandadas por reacción no lo son tampoco mediante procesamiento asocia-
el contenido de los recuerdos, sino por los estados psíquicos tivo. En el primer grupo es el designio del enfermo el que
en que sobrevinieron las vivencias en cuestión: en la hipno- quiere olvidar las vivencias penosas y excluirlas en lo posi-
sis, uno halla como ocasionamiento de síntomas histéricos ble de la asociación; en el segundo, ese procesamiento aso-
también representaciones que, sin ser significativas en sí ciativo no se produce por falta de un vasto enlace asociativo
mismas, deben su conservación a la circunstancia de haberse entre el estado de conciencia normal y el patológico en que
generado en afectos graves y paralizantes, como el terror, o se generaron aquellas representaciones. Enseguida tendremos
directamente en estados psíquicos anormales, como el estado ocasión de considerar con más detalle estas constelaciones.
crepuscular semihipnótico del soñar despierto, los estados de Cabe decir, pues, que las representaciones devenidas pa-
autohipnosis y fenómenos similares. Aquí fue la naturaleza tógenas se conservan tan frescas y con tanto vigor afectivo
de esos estados lo que imposibilitó reaccionar frente a lo porque les es denegado el desgaste normal por abreacción y
que sucedía. por reproducción en estados de asociación desinhibida.
Ambas clases de condiciones pueden desde luego conju-
garse, y de hecho lo hacen a menudo. Es ese el caso cuando
9
[Es esta la primera vez que aparece el verbo «reprimir» {«ver- 3
dean gen») con el sentido que luego tendría en psicoanálisis. El con-
cepto, aunque no el término, ya había sido utilizado por Breuer y
Freud en su bosquejo postumo (1940¿) escrito en noviembre de Ya cuando comunicamos las condiciones que según nues-
1892, apenas un mes antes que el presente trabajo. En obras de Freud, tras experiencias son decisivas para que desde traumas psí-
la palabra aparece por primera vez en «Las neuropsicosis de defen- quicos se desarrollen fenómenos histéricos, nos vimos pre-
sa» (1894a), AE, 3, pág. 51, y luego varias veces en sus contribu- cisados a hablar de unos estados anormales de conciencia en
ciones de fecha más tardía para el presente volumen (v. gr., infra, pág.
133). En este período, «represión» era empleada como equivalente que se generan esas representaciones patógenas, y a desta-
de «defensa» {«Abwebr»), como lo muestra, por ejemplo, el prólogo car el hecho de que el recuerdo del trauma psíquico eficien-
conjunto a la primera edición (supra, pág. 23). No obstante, en la te no se halla en la memoria normal del enfermo, sino en
«Comunicación preliminar» no figura la palabra «defensa». Ella apa- la memoria del hipnotizado. Pues bien; mientras más nos
reció por primera vez en el ya citado trabajo sobre las neuropsicosis
de defensa (1894a), AE, 3, pág. 49, y, lo mismo que «represión», es ocupábamos de estos fenómenos, más seguro se volvía nues-
generosamente utilizada en fragmentos posteriores de los Estudios tro convencimiento de que aquella escisión de la conciencia,
(v. gr., infra, pág. 162). Breuer recurre a ambos términos en su tan llamativa como double conscience en los casos clási-
capítulo teórico (v. gr., infra, págs. 225 y 255). ■— En algunas de cos consabidos, existe de manera rudimentaria en toda his-
sus apariciones previas a esta, el verbo «reprimir» iba acompañado,
como aquí, por un adverbio con el sentido de «adrede», «intencio- teria; entonces, la inclinación a disociar y, con ello, al sur-
nalmente» («absichtlich», «willkürlich»). Freud explícita esto en uno gimiento de estados anormales de conciencia, que resumire-
de sus escritos (1894a), al aseverar que el acto de la represión «es in- mos bajo el nombre de «hipnoides», sería el fenómeno bá-
troducido por un empeño voluntario, cuyo motivo es posible señalar». sico de esta neurosis. En esta opinión coincidimos con Binet
Así pues, la palabra «intencionalmente» no hace sino indicar la exis-
tencia de un motivo, y no implica que haya una intención conciente. y con los dos Janet, 10 acerca de cuyo descubrimiento, en
En verdad, al comienzo de sus «Nuevas puntualizaciones sobre las extremo notable, hecho en pacientes anestésicos, carecemos
neuropsicosis de defensa» (1896a), AE, 3, pág. 163, califica expre- por otra parte de experiencia propia.
samente de «inconciente» al mecanismo psíquico de la defensa. — Por eso, a la tesis a menudo enunciada: «La hipnosis es
En mi «Introducción» al presente volumen [supra, pág. 16) se ha-
llarán algunos comentarios con respecto al origen del concepto de Ift
represión.] [Pierre y Jules.]

36 37
una histeria artificial», nos gustaría adjuntar esta otra: «Base sonas; pero en sus estados hipnóticos son alienados, como
y condición de la histeria es la existencia de estados hipnoi- todos nosotros lo somos en el sueño. Nuestras psicosis oní-
des». Estos últimos, a pesar de su diversidad, coinciden entre ricas no influyen sobre nuestro estado de vigilia, mientras
sí y con la hipnosis en un punto: las representaciones que que los productos de los estados hipnóticos penetran en la
en ellos afloran son muy intensas, pero tienen bloqueado el vida de vigilia como fenómenos histéricos.11
comercio asociativo con el restante contenido de la concien-
cia. Esos estados hipnoides son asociables entre sí, y su con-
tenido de representación puede alcanzar por este camino
grados más o menos elevados de organización psíquica. Por
lo demás, la naturaleza de esos estados y el grado de su
segregación de los restantes procesos de conciencia pueden Respecto de los ataques histéricos podemos repetir casi
variar de un modo semejante al que vemos en la hipnosis, las mismas aseveraciones que hemos formulado para los sín-
que se extiende desde la somnolencia ligera al sonambulis- tomas histéricos permanentes. Como es sabido, poseemos
mo, del recuerdo pleno a la amnesia absoluta. una descripción esquemática, dada por Charcot, del «gran»
Si tales estados hipnoides existen antes que se contraiga ataque histérico, que en la secuencia de un ataque completo
la enfermedad manifiesta, ofrecen el terreno sobre el cual permite discernir cuatro fases: 1) la epileptoide; 2) la de
el afecto instalará al recuerdo patógeno junto con los fenó- los grandes movimientos; 3) la de las attitudes passionnelles
menos somáticos que son su consecuencia. Este comporta- (la fase alucinatoria), y 4) la del delirio terminal. De la
miento corresponde a la histeria de predisposición. Pero de abreviación y alargamiento, de la falta y el aislamiento de
nuestras observaciones se sigue que un trauma grave (como cada una de esas fases hace surgir Charcot todas aquellas
el de la neurosis traumática), una sofocación trabajosa (p. formas del ataque histérico que de hecho se observan con
ej., del afecto sexual), pueden producir una escisión de gru- mayor frecuencia que el grande attaque completo.12
pos de representaciones aun en quienes ese fenómeno no Nuestro intento de explicación se refiere a la tercera fase,
preexistía, y este sería el mecanismo de la histeria adquirida la de las attitudes passionnelles. Toda vez que ella aparece
psíquicamente. Entre los extremos de ambas formas es pre- de manera marcada, contiene meramente la reproducción
ciso admitir una serie, dentro de la cual la proclividad a la alucinatoria de un recuerdo sustantivo para el estallido de
disociación en el individuo considerado, por una parte, y
la histeria: el recuerdo del gran trauma único de la histeria
la magnitud afectiva del trauma, por la otra, varían en sen-
llamada zar’ Éso/qv {por excelencia} traumática, o de una
tidos contrapuestos.
serie de traumas parciales afines, como los que están en la
No sabemos decir nada nuevo acerca del fundamento de
base de la histeria corriente. O, por último, el ataque espeja
los estados hipnoides predisponentes. Nos inclinamos a creer
que se desarrollan a menudo desde los «sueños diurnos», aquellos sucesos que se elevaron a la condición de traumas
tan frecuentes también en personas sanas, y a los que tanta en virtud de haber sobrevenido en un momento de particular
ocasión ofrecen, por ejemplo, las labores manuales de la predisposición.
mujer. El problema de averiguar por qué las «asociaciones Ahora bien, existen también ataques que en apariencia
patológicas» que se forman en esos estados son tan sólidas consisten sólo en fenómenos motores, y a los que les falta
e influyen sobre los procesos somáticos con esa intensidad, una phase passionnelle. Si en uno de esos ataques de con-
mucho mayor de la que solemos hallar en las representacio- vulsiones generales, rigidez cataléptica, o en un attaque de
nes, coincide con el problema de la eficacia de las sugestiones sommeil, se consigue establecer un rapport con el enfermo,
hipnóticas en general. Nuestras experiencias no aportan nada o, todavía mejor, si se logra suscitar el ataque en estado de
nuevo sobre esto; en cambio, echan luz sobre la contradic- hipnosis, se descubre que también le subyace el recuerdo del
ción entre la tesis «La histeria es una psicosis» y el hecho trauma psíquico o de una serie de traumas, el mismo que
de que entre los histéricos uno encuentra a los seres huma- de ordinario cobra relieve en una fase alucinatoria.
nos de más claro intelecto, voluntad más vigorosa, mayor Una niña sufre hace años de ataques de convulsiones gene-
carácter y espíritu crítico. En tales casos, esta última carac- 11
[Un borrador previo de esta sección del trabajo ha sobrevivido
terización es correcta para el pensar despierto de estas per- en el bosquejo postumo titulado «III» (Freud, 1941¿ [1892]).]
12
[Cf. Charcot, 1887, pág. 261.]

38
39
rales que podían creerse epilépticos, y de hecho se los tuvo Una particular apreciación del ataque histérico se obtiene,
por tales. A fin de establecer el diagnóstico diferencial se la además, si uno toma en cuenta la teoría antes indicada, a
hipnotiza y enseguida sufre su ataque. Ahora bien, pregun- saber, que en la histeria están presentes grupos de represen-
tada: «¿Qué ves ahora?», responde: «¡El perro, viene el pe- taciones generadas en estados hipnoides, excluidas del comer-
rro!»; y efectivamente se averiguó que el primer ataque de cio asociativo con los restantes grupos pero asociables entre
esta índole le sobrevino cierta vez tras ser perseguida por sí, y que de ese modo constituyen, con una organización más
un perro salvaje. Después, el éxito de la terapia perfeccionó o menos alta, el rudimento de una conciencia segunda, de una
la decisión diagnóstica. «condition seconde». Según eso, un síntoma histérico per-
Un empleado, que se ha vuelto histérico a consecuencia manente corresponde a una penetración de ese estado segun-
de maltratos que le infligió su jefe, padece de ataques de do en la inervación corporal gobernada de ordinario por la
descontrol en los que rabia y se enfurece sin pronunciar pa- conciencia normal; en cambio, un ataque histérico atestigua
labra ni dejar traslucir alucinaciones. Se logra provocar el una organización más alta de ese estado segundo, e indica,
ataque en estado de hipnosis, y el enfermo manifiesta que cuando nace, un momento en que esa conciencia hipnoide se
revive esta escena: su jefe lo insulta por la calle y lo golpea ha apoderado de la existencia total, vale decir, una histeria
con un bastón. Pocos días después regresa con la queja de aguda; pero, cuando es un ataque recurrente en el que está
que ha vuelto a tener el mismo ataque, y esta vez se averi- contenido un recuerdo, indica un retorno de este último.
gua en la hipnosis que ha revivido la escena a la que en Charcot ya ha formulado la idea de que el ataque histérico
verdad se anudó el estallido de la enfermedad; es la escena acaso sea el rudimento de una «condition seconde». En el
ocurrida en el tribunal cuando no consiguió satisfacción por curso del ataque, el gobierno sobre el conjunto de la inerva-
el maltrato, etc.
ción corporal ha traspasado hacia la conciencia hipnoide. En
Por otra parte, los recuerdos que afloran en los ataques
tales casos, como lo muestran consabidas experiencias, la
histéricos, o que pueden ser evocados en medio de ellos, se
corresponden en sus restantes aspectos con las ocasiones que conciencia normal no siempre está por completo reprimida
dilucidamos como los fundamentos de síntomas histéricos {suplantada}; ella puede percibir los fenómenos motores del
permanentes. Igual que estos, atañen a traumas psíquicos ataque, en tanto los procesos psíquicos de este se sustraen
que no se tramitaron por vía de abreacción ni por un trabajo de su noticia.
asociativo del pensar; e igual que ellos, se sustraen entera- La trayectoria típica de una histeria grave es, como sabe-
mente, o en sus partes esenciales, a la capacidad mnémica mos, la siguiente: primero se forma en estados hipnoides un
de la conciencia normal y muestran pertenecer al contenido de contenido de representación que luego, cuando ha tomado
representación de estados de conciencia hipnoides con asocia- el suficiente incremento, se apodera, durante un período de
ción restringida. Por último, admiten también la prueba tera- «histeria aguda», de la inervación corporal y de la existencia
péutica. Según nos lo enseñaron a menudo nuestras obser- del enfermo, crea síntomas permanentes y ataques, y luego
vaciones, un recuerdo de esta clase que había provocado sana, salvo algunos restos. Si la persona normal consigue
ataques queda inhabilitado de hacerlo si en la hipnosis se lo cobrar de nuevo el gobierno, lo que ha sobrevivido de aquel
lleva hasta la reacción y rectificación asociativa. contenido de representación hipnoide retorna en ataques his-
Los fenómenos motores del ataque histérico se pueden in- téricos y de tiempo en tiempo devuelve a la persona a esos
terpretar en parte como unas formas de reacción generales estados, que a su vez son influibles y receptivos para even-
para el afecto acompañante del recuerdo (como la agitación tuales traumas. Luego es frecuente que se establezca una
de todos los miembros, de la cual ya el lactante se sirve), suerte de equilibrio entre los grupos psíquicos que se en-
en parte como unos movimientos expresivos directos de ese cuentran reunidos en la misma persona; ataques y vida
recuerdo; pero en otra parte se sustraen de esta explicación,
normal se suceden los unos a la otra, sin influirse entre sí.
iguales en esto a los estigmas histéricos 13 en el caso de los
síntomas permanentes,. El ataque sobreviene entonces de manera espontánea, como
a nosotros mismos suelen acudimos los recuerdos. Pero tam-
bién puede ser provocado, al modo en que los recuerdos
13
[Nombre que dio Charcot (1887, pág. 255) a «los síntomas despiertan siguiendo las leyes de la asociación. La provoca-
permanentes de la histeria». Breuer hace algunas consideraciones so-
bre ellos infra, págs. 254-5.] ción del ataque se produce por la estimulación de una zona

40 41
Si con el descubrimiento del mecanismo psíquico de fenó-
histerógena14 o por una vivencia nueva que hace resonar a menos histéricos hemos avanzado un paso por la vía que
la vivencia patógena en virtud de su semejanza con ella. Charcot inauguró tan fecundamente al explicar y obtener
Esperamos poder mostrar que no hay una diferencia esencial la imitación experimental de parálisis histerotraumáticas, no
entre esas dos condiciones tan diversas en apariencia, pues
se nos escapa, empero, que así sólo nos hemos acercado al
en ambas es tocado un recuerdo hiperestésico.
En otros casos, aquel equilibrio es muy lábil, y el ataque conocimiento del mecanismo de síntomas histéricos, y no
aparece como una exteriorización del resto de conciencia hip- al de las causas internas de la histeria. No hemos rozado más
noide todas las veces que la persona normal se agota y pierde que la etiología de la histeria, y en verdad podemos iluminar
capacidad de operación. Tampoco cabe desechar que en tales únicamente las causas de las formas adquiridas, el valor del
casos el ataque pueda desvestirse de su significado originario factor accidental para la neurosis.
y retornar como una reacción motriz carente de contenido.
Quede como tarea para una ulterior indagación averiguar Viena, diciembre de 1892
las condiciones que deciden si una individualidad histérica
ha de exteriorizarse en ataques, en síntomas permanentes
o en una mezcla de ambos.15

Ahora se entiende el modo en que produce efectos cura-


tivos el método de psicoterapia por nosotros expuesto. Can-
cela la acción eficiente de la representación originariamente
no abreaccionada, porque permite a su afecto estrangulado
el decurso a través del decir, y la lleva hasta su rectificación
asociativa al introducirla en la conciencia normal (en estado
de hipnosis ligera) o al cancelarla por sugestión médica, co-
mo ocurre en el sonambulismo con amnesia.
Consideramos sustantiva la ganancia terapéutica que se
logra aplicando este procedimiento. Desde luego, no curamos
la histeria en tanto ella es predisposición; tampoco conse-
guimos nada contra el retorno de estados hipnoides. Y aun,
durante el estadio productivo de una histeria aguda, nuestro
procedimiento no puede prevenir que los fenómenos labo-
riosamente eliminados sean sustituidos enseguida por otros
nuevos. Pero trascurrido ese estadio agudo, y cuando quedan
pendientes los restos de él como síntomas permanentes y
ataques histéricos, nuestro método los elimina a menudo y
para siempre, porque lo hace radicalmente; creemos que en
esto lleva mucha ventaja, por su eficacia, a la cancelación
sugestiva directa como hoy la ejercitan los psicoterapeutas.
14
[Expresión usual en Charcot (v. gr., 1887, págs. 85 y sigs.).]
1
5

[
U

42 43
1. Señorita Anna O.
(Breuer)

La señorita Anna O., de 21 años cuando contrajo la enfer-


medad (1880), parece tener un moderado lastre neuropático
a juzgar por algunas psicosis sobrevenidas en su familia ex-
tensa; los padres son sanos, pero nerviosos. Ella fue siempre
sana antes, sin mostrar nerviosismo alguno en su período
de desarrollo; tiene inteligencia sobresaliente, un poder de
combinación asombrosamente agudo e intuición penetrante;
su poderoso intelecto habría podido recibir un sólido ali-
mento espiritual y lo requería, pero este cesó tras abandonar
la escuela. Ricas dotes poéticas y fantasía, controladas por
un entendimiento tajante y crítico. Este último la volvía
también por completo insugestionable', sólo argumentos, nun-
ca afirmaciones, influían sobre ella. Su voluntad era enérgi-
ca, tenaz y persistente; muchas veces llegaba a una testaru-
dez que sólo resignaba su meta por bondad, por amor hacia
los demás.
Entre los rasgos más esenciales del carácter se contaba
una bondad compasiva; el cuidado y el amparo que brindó
a algunos pobres y enfermos le prestaron a ella misma seña-
lados servicios en su enfermedad, pues por esa vía podía
satisfacer una intensa pulsión. — Mostraba siempre una li-
gera tendencia a la desmesura en sus talantes de alegría y
de duelo; por eso era de genio un poco antojadizo. El ele-
mento sexual estaba asombrosamente no desarrollado; 1 la
enferma, cuya vida se volvió trasparente para mí como es
raro que ocurra entre seres humanos, no había conocido el
amor, y en las masivas alucinaciones de su enfermedad no
afloró nunca ese elemento de la vida anímica.
Esta muchacha de desbordante vitalidad espiritual llevaba
una vida en extremo monótona, y es probable que el modo
en que ella se la embellecía resultara decisivo para su enfer-
medad. Cultivaba sistemáticamente el soñar diurno, al que
llamaba su «teatro privado». Mientras todos la creían pre-

citó esta
oración,
aunque no

47
sen te, revivía en su espíritu unos cuentos: si la llamaban, A comienzos de diciembre surgió el strabismus conver-
estaba siempre alerta, de suerte que nadie sospechaba aque- gens. Un oculista lo explicó (erróneamente) como paresia de
llo. Esa actividad trascurría junto a los quehaceres hogare- un abductor. El 11 de diciembre la paciente cayó en cama,
ños, que ella cumplía de manera intachable. Informaré luego y siguió en ella hasta el 1? de abril.
sobre cómo esa ensoñación habitual de la mujer sana pasó En rápida sucesión se desarrollaron una serie de graves
directamente a la enfermedad. perturbaciones, en apariencia totalmente nuevas.
El ciclo de la enfermedad se descompone en varias fases Dolores en el sector posterior izquierdo de la cabeza;
bien separadas; ellas son: strabismus convergens (diplopia), que las emociones agrava-
ban mucho; queja de ver inclinarse las paredes (afección del
A. Incubación latente. Desde mediados de julio de 1880 obliquus). Perturbaciones visuales de difícil análisis; paresia
hasta el 10 de diciembre, más o menos. Esta fase casi siem- de los músculos anteriores del cuello, de suerte que la pa-
pre se sustrae de nuestro conocimiento, pero en este caso, ciente terminó por mover la cabeza sólo si la apretaba hacia
debido a su peculiaridad, se pudo averiguarla de una ma- atrás entre los hombros alzados y giraba la espalda. Con-
nera tan completa que ya por ese hecho estimo en mucho tractura y anestesia de la extremidad superior derecha y, pa-
su interés patológico. Expondré luego esta parte del historial. sado algún tiempo, de la inferior de ese mismo lado; esta
B. Contracción manifiesta de la enfermedad; una psicosis última, extendida por completo, aducida y rotada hacia aden-
peculiar, parafasia, strabismus convergens, perturbaciones tro; luego, igual afección apareció en la extremidad inferior
graves de la visión, parálisis por contractura, total en la izquierda y, por último., en el brazo izquierdo, cuyos dedos
extremidad superior derecha y en ambas inferiores, parcial conservaron empero cierta movilidad. Tampoco las articu-
en la extremidad superior izquierda, paresia de la muscula- laciones del hombro de ambos lados quedaron por completo
tura cervical. Progresiva reducción de la contractura en las rígidas. El máximo de la contractura afectaba a los músculos
extremidades del lado derecho. Alguna mejoría, interrumpi- del brazo, así como luego, cuando la anestesia pudo ser
da por un grave trauma psíquico (muerte del padre) en examinada con mayor precisión, la zona del codo demostró
abril, a lo cual sigue: ser la más insensible. Al comienzo de la enfermedad, el
C. Un período de sonambulismo persistente, que luego examen de la anestesia no era completo a causa de la resis-
alterna con estados más normales; continuación de una se- tencia de la paciente, debida a unos sentimientos de angustia.
rie de síntomas duraderos hasta diciembre de 1881. En ese estado empecé a tratar a la enferma, y pronto
D. Progresiva involución de esos estados y fenómenos pude convencerme de estar ante una grave alteración psí-
hasta junio de 1882. quica. Existían dos estados de conciencia enteramente sepa-
rados; alternaban entre sí muy a menudo, y sin transición,
y fueron divorciándose cada vez más en el curso de la enfer-
En julio de 1880, el padre de la paciente, a quien ella medad. En uno de ellos conocía a su contorno, estaba triste
amaba con pasión, contrajo un absceso de peripleuritis que y angustiada pero relativamente normal; en el otro aluci-
no sanó y a consecuencia del cual murió en abril de 1881. naba, se «portaba mal», vale decir insultaba, arrojaba las
Durante los primeros meses de esa enfermedad, Anna se almohadas a la gente toda vez que se lo permitía su con-
consagró al cuidado del enfermo con toda la energía de su tractura, arrancaba con sus dedos móviles los botones del
ser, y a nadie sorprendió que se debilitara mucho. Nadie, cubrecamas y la ropa blanca, etc. Si durante esa fase se alte-
quizá tampoco la propia paciente, sabía lo que le estaba raba algo dentro de la habitación, entraba o salía alguien,
sucediendo; pero poco a poco empeoró tanto su estado de ella se quejaba después de que le faltaba tiempo, e indicaba
debilidad, anemia, asco ante los alimentos, que para su má- las lagunas en el decurso de sus representaciones concientes.
ximo dolor la alejaron del cuidado del enfermo. La ocasión Toda vez que luego se le disimulaba eso en lo posible y se
más inmediata para ello la ofreció una tos intensísima, a procuraba tranquilizarla ante su queja de que se volvía loca,
raíz de la cual la examiné por primera vez. Era una típica a aquella botadura de los almohadones, etc., seguían todavía
tussis nervosa. Pronto acusó una llamativa necesidad de re- quejas en cuanto al trato a que se la sometía, el desorden
poso en las horas de la siesta, a lo cual seguía al atardecer en que se la dejaba, etc.
un estado de adormecimiento y luego una intensa inquietud. Esas ausencias ya se habían observado cuando aún no

48 49
había caído en cama; entonces se atascaba en mitad de lo al parecer sin saber que lo hacía; reñía con la enfermera,
que iba diciendo, repetía las últimas palabras y tras breve quien desde luego no la entendía; sólo varios meses después
lapso retomaba el hilo. Poco a poco esto tomó las dimen- logré convencerla de que hablaba en inglés. Empero, ella
siones descritas, y en el apogeo de la enfermedad, cuando entendía a su contorno germanohablante. Sólo en momentos
la contractura le afectó también el lado izquierdo, sólo por de gran angustia el lenguaje se le denegaba por completo o
breves lapsos estaba casi normal durante el día. Pero las mezclaba entre sí los más diversos idiomas. En sus horas
perturbaciones desbordaban también sobre los momentos de mejores, más libres, hablaba en francés o italiano. Entre esos
conciencia relativamente clara; rapidísima alternancia de ta- períodos y aquellos en que hablaba en inglés existía una
lantes extremos, fugacísima alegría, de ordinario sentimien- amnesia total. Entonces cedió también el estrabismo, que
tos de angustia grave, oposición empecinada a todas las por último aparecía únicamente en caso de emoción violen-
prescripciones terapéuticas, angustiosas alucinaciones sobre ta; volvió a mover la cabeza. El 1 ? de abril abandonó la
unas serpientes negras, que tal le parecían sus cabellos, cin- cama por primera vez.
tas, etc. Tras eso ella misma se exhortaba a no ser tan tonta, Pero el 5 de abril murió su padre, endiosado por ella, y
pues que eran sólo sus cabellos, etc. En momentos de clari- a quien en el curso de su propia enfermedad sólo había visto
dad total, se quejaba de las profundas tinieblas que invadían por breve tiempo y raras veces. Era el más grave trauma
su cabeza, de que no podía pensar, se volvía ciega y sorda, psíquico que pudiera afectarla. A una emoción violenta si-
tenía dos yoes, el suyo real y uno malo que la constreñía a guió un profundo estupor, que duró cerca de dos días y del
un comportamiento díscolo, etc. que salió en un estado muy alterado. Continuaron la con-
A las siestas caía en una somnolencia que duraba más o tractura del brazo y la pierna del lado derecho, así como la
menos hasta pasada una hora de la puesta del sol; luego des- anestesia, no profunda, de esos miembros. Subsistió un alto
pertaba, se quejaba de que algo la martirizaba, o más bien grado de estrechamiento del campo visual. De un ramillete
repetía siempre el infinitivo: «Martirizar, martirizar». de flores, que la alegraba mucho, veía sólo una flor por vez.
Después, simultánea a la formación de las contracturas Se quejaba de no reconocer a las personas. Antes reconocía
sobrevino una profunda desorganización funcional del len- los rostros sin verse precisada a un empeño deliberado; aho-
guaje. Primero se observó que le faltaban palabras, y poco a ra, en ese laboriosísimo «recognizing work» {«trabajo de
poco estp cobró incremento. Luego, su lenguaje perdió toda reconocimiento»} debía decirse: la nariz es así, de tal suerte
gramática, toda sintaxis, la conjugación íntegra del verbo; los cabellos, por consiguiente es tal o cual persona. La gente
por último lo construía todo mal, las más de las veces con un se le convertía como en unas figuras de cera, sin relación con
infinitivo creado a partir de formas débiles del participio y ella. Muy penosa le resultaba la presencia de algunos pa-
el pretérito, sin artículo. En un desarrollo ulterior, también rientes cercanos, y ese «instinto negativo» fue en aumento.
le faltaron casi por completo las palabras, las rebuscaba tra- Si entraba en la habitación alguien a quien antes habría
bajosamente entre cuatro o cinco lenguas y entonces apenas tenido gusto en ver, lo reconocía, por breve lapso estaba
si se la entendía. En sus intentos de escribir (al principio, presente, y enseguida volvía a su ensimismamiento; esa per-
hasta que la contractura se lo impidió por completo), lo sona desaparecía así para ella. Sólo a mí me conocía siempre
hacía en ese mismo dialecto. Durante dos semanas enteras cuando yo entraba; también permanecía siempre presente y
cayó en total mutismo, y en sus continuados y tensos ensayos despabilada mientras hablaba con ella, salvo en las ausencias
de hablar no profería sonido alguno. Aquí por vez primera alucinatorias que le seguían sobreviniendo de una manera
se volvió claro el mecanismo psíquico de la perturbación. Yo por entero repentina.
sabía que algo la había afrentado {mortificado} mucho y se Ahora sólo hablaba en inglés y no entendía lo que se le
había decidido a no decir nada. Cuando lo hube colegido y decía en alemán. Sus allegados debían hablar en inglés con
la compelí a hablar acerca de ello, desapareció la inhibición ella; hasta la enfermera aprendió a entenderla en alguna
que hasta entonces le imposibilitara además cualquier otra medida. Pero leía en francés e italiano; si debía hacerlo en
proferencia. voz alta, con asombrosa presteza y fluidez daba una versión
Esto coincidió en el tiempo con el retorno de la movili- inglesa de lo escrito en la hoja.
dad en las extremidades del lado izquierdo, en marzo de Empezó a escribir de nuevo, pero de una manera curiosa;
1881; la parafasia cedió, pero ahora sólo hablaba en inglés, escribía con la mano izquierda ágil, pero en letras de im-

50 51
prenta del tipo «Antigua», con un alfabeto que se había empeorando cada vez mas; sobrevinieron intensos impulsos
construido a partir de su Shakespeare. suicidas, que volvieron imposible que siguiera residiendo en
Si ya antes había tomado mínimas porciones de alimento, un tercer piso. Por eso se la trasladó contra su voluntad a una
ahora se rehusaba por completo a comer; pero permitió que casa de campo de las cercanías de Viena (el 7 de junio de
yo la alimentara, de suerte que su nutrición fue en rápido 1881). Yo nunca la había amenazado con este alejamiento
aumento. Después que se le suministraba comida, nunca que le resultaba aborrecible, pero ella lo esperaba y temía
omitía lavarse la boca, y lo hacía también cuando por una en silencio. También con esta ocasión se volvió patente el
razón cualquiera no había comido nada —un signo de cuán dominio que sobre su perturbación psíquica ejercía el afec-
ausente se encontraba—. to de angustia. Así como tras la muerte de su padre le so-
La somnolencia a la siesta y el sopor profundo hacia el brevino un estado calmo, también se tranquilizó ahora, des-
atardecer perduraban. Pero si después se declaraba {Aus- pués que se produjo lo que temía. No, en verdad, sin que
sprechen} (más adelante consideraré este punto con profun- los primeros tres días con sus noches, siguientes a la mu-
didad), le volvían la claridad, la tranquilidad, la alegría. danza, los pasara sin dormir ni probar bocado, con repetidos
Ese estado relativamente tolerable no duró mucho. Unos intentos de suicidio (que en el jardín no eran peligrosos),
diez días después de la muerte de su padre se llamó a un rotura de ventanas, etc., alucinaciones sin ausencia, lo cual
médico en consulta; ella lo ignoró absolutamente, como a las diferenciaba enteramente de las otras. Después se tran-
todos los extraños, mientras yo le hacía demostración de quilizó, tomó el alimento que le suministraba la enfermera,
y también doral al anochecer.
todas sus rarezas. «That’s like an examination» {«Es como
un examen»}, dijo riendo cuando le hice leer en voz alta
un texto en francés que ella pasó al inglés. El médico extraño
Antes de describir la ulterior trayectoria, debo retroceder
procuraba meter baza, hacérsele notable; en vano. Era la
una vez más y exponer una peculiaridad del caso, que hasta
verdadera «alucinación negativa» que después se ha produ-
ahora sólo rocé de pasada.
cido tan a menudo por vía experimental. Por fin el médico
Ya señalé que en todo el ciclo anterior diariamente aque-
consiguió quebrar esta soplándole humo al rostro. De pronto
jaba a la enferma una somnolencia a las siestas, que hacia el
ella vio a un extraño, se precipitó sobre la puerta para quitar
atardecer se convertía en sueño profundo («clouds»), (Es
la llave, y cayó al piso desmayada; siguió un breve ataque
muy verosímil derivar esta periodicidad simplemente de las
de cólera y luego uno de fuerte angustia, que pude apaciguar
circunstancias que rodearon su cuidado del padre, al que se
con gran trabajo. Desdichadamente debí partir de viaje esa
había consagrado durante meses. Por la noche velaba junto
misma tarde, y cuando regresé varios días después hallé muy
al lecho del enfermo, o permanecía en su cama despierta
empeorada a la enferma. Se había abstenido totalmente de
hasta la mañana, al acecho y llena de angustia; a la siesta
comer durante ese tiempo, sentimientos de angustia la ane-
se recostaba para reposar algún tiempo, como casi siempre
gaban, en sus ausencias alucinatorias proliferaban figuras
suele hacerlo una persona en su situación, y acaso este tipo
terroríficas, calaveras, esqueletos. Como al vivir estas cosas
de vigilia nocturna y sueño a las siestas se deslizó de contra-
las teatralizaba diciéndolas en parte, sus allegados las más
bando en su propia enfermedad y persistió cuando hacía ya
de las veces conocían el contenido de estas alucinaciones.
tiempo que el sueño había sido remplazado por un estado
A la siesta, somnolencia; hacia el atardecer, la hipnosis
hipnótico.) Cuando el sopor duraba más o menos una hora,
profunda para la cual ella había hallado la designación téc-
se ponía inquieta, removiéndose de un lado al otro y excla-
nica de «clouds» («nubes»). Si luego podía referir las aluci-
mando una y otra vez: «Martirizar, martirizar», siempre con
naciones del día, despertaba con mente clara, tranquila, ale-
los ojos cerrados. Por otra parte, se había reparado en que
gre, se ponía a trabajar, dibujaba o escribía durante la noche
durante sus ausencias diurnas evidentemente forjaba siempre
con pleno uso de razón; hacia las cuatro se metía en cama,
alguna situación o historia, de cuya trama daban noticia
y por la mañana la misma escena recomenzaba, igual al día
ciertas palabras murmuradas. Pues bien; sucedió, por casua-
anterior. Era en extremo llamativa esa oposición entre la en-
lidad al comienzo, y luego de manera deliberada, que alguno
ferma diurna enajenada, asediada por alucinaciones, y la
de sus allegados dejaba caer una de esas palabras claves mien-
muchacha con plena claridad espiritual por las noches.
tras la paciente se quejaba de su «martirizar»; de pronto ella
A pesar de esta euforia nocturna, su estado psíquico siguió

52 53
se acordaba y empezaba a pintar una situación o a relatar completamente tranquila, y, al día siguiente, amable, dócil,
una historia, al principio balbuciéndola en su dialecto para- laboriosa, hasta alegre; pero el día subsiguiente, cada vez
fásico, y con mayor fluidez cuando avanzaba, hasta que al más caprichosa, terca, desagradable, lo cual tomaba incre-
final hablaba un correctísimo alemán. (En la primera época, mento el tercer día. En este talante, ni siquiera en la hipno-
antes que diera en hablar sólo en inglés.) Las historias, siem- sis era siempre fácil moverla a declarar, procedimiento para
pre tristes, eran en parte muy lindas, del tipo de Bilderbuch el cual ella había inventado el nombre serio y acertado de
ohne Bilder, de Andersen, y probablemente construidas se- «talking cure» («cura de conversación») y el humorístico
gún este modelo; las más de las veces, su punto de partida de «chimney-sweeping» («limpieza de chimenea»). Ella sa-
o su argumento era la situación de una muchacha sentada bía que tras la declaración perdería toda su testarudez y
ante el lecho de un enfermo y presa de angustia; no obstante, «energía»; y cuando (a raíz de un intervalo más largo) ya
también eran procesados otros motivos, de índole por entero estaba de mal humor, rehusaba «conversar» y yo debía arran-
diversa. — Momentos después de terminado el relato, des- carle las palabras esforzándola, y con ruegos y algunos arti-
pertaba, manifiestamente tranquilizada o, como ella decía, ficios, como empezar yo mismo pronunciando una fórmula
«gehaglich».* Por las noches volvía a intranquilizarse, y a inicial estereotipada de sus historias. De todas maneras, sólo
la mañana, tras dos horas de sueño, no había duda de que hablaba después que se había convencido de mi identidad
ya estaba dentro de otro círculo de representaciones. — Si tanteando con cuidado mis manos. Las noches en que no
en la hipnosis del anochecer no podía referirme la historia, se había conseguido el sosiego por declaración era preciso
le faltaba aquella calma y al día siguiente era preciso que recurrir al doral. Antes ya lo había intentado alguna vez,
refiriera dos historias para producir esa tranquilidad. pero ahora debí suministrarle cinco gramos, y al sueño le
Lo esencial del fenómeno descrito ■—la acumulación y precedía una embriaguez que duraba horas; estando yo pre-
condensación de sus ausencias en la autohipnosis del ano- sente, esa embriaguez era alegre, pero en mi ausencia emer-
checer, la eficacia de los productos fantásticos como estímulo gía un desagradable estado de emoción angustiosa. (Señalo
psíquico, y el alivio y eliminación del estado estimulador de pasada que esa severa embriaguez no modificaba en nada
mediante su declaración en la hipnosis— permaneció cons- la contractura.) Yo había podido evitar los narcóticos por-
tante a lo largo del medio año de observación que restaba. que la declaración traía consigo al menos tranquilidad, si
Tras la muerte de su padre, las historias se volvieron bien no sueño. En el campo, las noches entre los alivios
desde luego más trágicas aún, aunque sólo con el empeo- hipnóticos eran tan insoportables que resultó forzoso buscar
ramiento de su estado psíquico, que siguió al ya referido refugio en el doral; pero poco a poco fue necesitando menos.
violento quebrantamiento de su sonambulismo, esos infor- El sonambulismo persistente no reapareció; en cambio,
mes del anochecer perdieron el carácter de una creación poé- prosiguió la alternancia de los dos estados de conciencia. En
tica más o menos libre y se trocaron en unas series de alu- medio de la conversación alucinaba, salía corriendo, inten-
cinaciones temerosas, terroríficas, que ya a lo largo del día taba treparse a un árbol, etc. Si se la retenía, pasado breví-
se podían deducir del comportamiento de la enferma. Pero simo lapso retomaba la frase interrumpida, sin saber qué ha-
ya he descrito cuán completa era la liberación de su psique bía ocurrido entretanto. Pero en la hipnosis todas esas alu-
después que, sobrecogida de angustia y horror, había repro- cinaciones aparecían luego en su informe.
ducido y declarado todas esas imágenes terroríficas. Su estado mejoró en líneas generales; se podía alimentarla,
dejaba que la enfermera le llevara la comida a la boca; sólo
al pan lo pedía, y luego lo rechazaba tan pronto tocaba sus
En el campo, donde yo no podía visitar a la enferma dia- labios; la paresia por contractura de la pierna cedió sustan-
riamente, el asunto se desarrolló del siguiente modo: Yo cialmente; también cobró el debido aprecio y gran afecto
acudía al anochecer, cuando la sabía dentro de su hipnosis, por el médico que la visitaba, mi amigo el doctor B. De gran
y le quitaba todo el acopio de fantasmas {Phantasme} que ayuda fue un perro de Terranova que le habían dado y al
ella había acumulado desde mi última visita. Esto debía ser que amaba con pasión. Cierta vez que este, su preferido,
exhaustivo si se quería obtener éxito. Entonces ella quedaba atacó a un gato, fue hermoso ver cómo la endeble muchacha
rescataba a la víctima empuñando la fusta en la mano
* {Por «behaglich», «sosegada».} izquierda y dominando con ella al enorme animal. Más tarde

54 55
amparó a algunos enfermos pobres, lo cual le fue de gran los fantasmas que bajo el imperio de intensos afectos de
utilidad. angustia había forjado día por día en ese mismo período fes-
La prueba más nítida del efecto estimulador patógeno que tivo de 1880 [un año antes]. Acabada la serie, un gran alivio.
sobre ella ejercían los complejos de representación produci- Así se renovaron su separación del padre, su caída en
dos en las ausencias, su «condition seconde», así como de cama, y a partir de ahí su estado se aclaró y sistematizó de
su trámite mediante la declaración en estado de hipnosis, una manera muy curiosa. Los dos estados de conciencia se
la recibí a mi regreso de un viaje de vacaciones de varias sucedían alternados, y siempre así: desde la mañana, y a me-
semanas. En ese intervalo no se emprendió ninguna «talking dida que avanzaba el día, las ausencias (es decir, el aflora-
cure», pues no había caso de que la enferma refiriera sus miento de la «condition seconde») se volvían cada vez más
historias a alguien que no fuera yo, ni siquiera al doctor B., frecuentes, para subsistir, ellas solas hacia el atardecer; esos
con quien había simpatizado cordialmente. La encontré en dos estados, decía, ya no difirieron meramente como antes, a
un triste estado moral: desidiosa, indócil, lunática, hasta saber, que en uno (el primero) ella era normal y en el se-
maligna. En los relatos del anochecer se advirtió que su vena gundo alienada, sino que en el primero vivía como los demás
de fantasía poética sin duda estaba por agotarse; eran, cada en el invierno de 1881-82, mientras que en el segundo vivía
vez más, unos informes sobre sus alucinaciones y a veces en el invierno de 1880-81 y había olvidado por completo
sobre lo que la había enojado durante los días trascurridos: todo lo sucedido después. Sólo la conciencia de que el padre
de ropaje fantástico, es cierto, pero lo fantástico consistía había muerto parecía quedarle, no obstante, las más de las
más en fórmulas estereotipadas que en lo poético de su veces. El retraslado al año anterior se produjo con tanta
creación. Ahora bien, sólo se obtuvo un estado soportable intensidad que en su nueva vivienda alucinaba su dormi-
cuando hice trasladar a la paciente por una semana a la torio anterior, y cuando quería dirigirse hacia la puerta em-
ciudad, y allí cada anochecer le arrancaba de tres a cinco bestía la estufa, que en la nueva vivienda estaba situada,
historias. Cuando se terminó con esto, quedó acabado todo respecto de la ventana, como en la otra la puerta. El vuel-
cuanto ella había acumulado en las semanas de mi ausencia. co súbito de un estado al otro se producía de manera espon-
Unicamente entonces se restableció aquel ritmo de su estado tánea, pero también se lo podía provocar con la mayor fa-
psíquico: al día siguiente de una declaración, estaba amable cilidad mediante alguna impresión sensorial que recordara
y alegre; el segundo día, irritable y desagradable, y el ter- vividamente al año anterior. Bastaba mostrarle una naranja
cero, directamente «antipática». Su estado moral era una (que era su principal alimento durante la primera época de
función del tiempo trascurrido desde la última declaración, su enfermedad) para remitirla, saltando todo el año 1882,
porque cada producto espontáneo de su fantasía y cada epi- a 1881. Ahora bien, ese retraslado al período pasado no se
sodio concebido por la parte enferma de su psique seguían producía de una manera general e indeterminada, sino que
obrando como estímulos psíquicos hasta que eran relatados revivía día por día el invierno anterior. En cuanto a esto,
en la hipnosis, lo cual eliminaba por completo su eficacia. yo habría podido conjeturarlo meramente, si no fuera porque
Cuando en el otoño la paciente regresó a la ciudad (a una en la hipnosis del atardecer ella formulaba en palabras lo
vivienda distinta de aquella en que había enfermado), su que la había excitado ese mismo día de 1881, y pude com-
estado tanto físico como mental era tolerable, pues muy po- probar la absoluta corrección de los hechos supuestos me-
cas vivencias, en verdad sólo las más profundas, eran proce- diante un diario íntimo que la madre llevara en 1881. Esta
sadas patológicamente como estímulos psíquicos. Yo espe- revivencia del año trascurrido duró hasta el definitivo cese
raba una mejoría creciente si mediante la declaración regular de la enfermedad, en junio de 1882.
se impedía que nuevos estímulos quedaran como lastre per- Era muy interesante ver los efectos de repercusión que
manente en su psique. Primero me desilusioné. En diciem- en el primer estado, más normal, ejercían los estímulos psí-
bre su estado psíquico desmejoró sustancialmente; estaba quicos revividos del estado segundo. Ocurrió que una ma-
de nuevo inquieta, presa de triste desazón, irascible, y tenía ñana la enferma me dijo sonriendo que no sabía qué tenía,
poquísimos «días totalmente buenos», aunque no se pudiera pues estaba enojada conmigo; gracias al diario íntimo supe
rastrear en ella nada «atascado». A fines de diciembre, para de qué se trataba, y esto se corroboró en la hipnosis del atar-
las Navidades, estuvo particularmente intranquila y en los decer: en 1881, ese mismo anochecer, yo había causado
atardeceres de toda esa semana no relataba nada nuevo, sino mucho enojo a la paciente. En otra ocasión dijo que algo

56 57
fallaba en sus ojos, veía falsamente los colores; sabía que perturbación desaparecía para siempre. De igual modo se
su vestido era marrón, y no obstante lo veía azul. Ensegui- disiparon unos raros y obstinados caprichos tras relatar ella
da se demostró que en los papeles del examen visual distin- la vivencia que los había ocasionado. Ahora bien, se dio un
guía de manera correcta y tajante todos los colores, y la gran paso cuando desapareció el primero de sus síntomas
perturbación recaía sólo sobre la tela de su vestido. La razón permanentes, la contractura de la pierna derecha —el cual,
era que en 1881 se había ocupado mucho por esos días de cierto es, ya había aminorado en mucho—. A partir de estas
una camisa de dormir para su padre, en la que se utilizó la experiencias —que los fenómenos histéricos se disipaban en
misma tela, pero azul. Y aun solía patentizarse un efecto esta enferma tan pronto como en la hipnosis reproducía el
anticipado de estos recuerdos emergentes: la perturbación suceso que había ocasionado al síntoma—, a partir de allí,
del estado normal sobrevenía ya, mientras que el recuerdo pues, se desarrolló un procedimiento técnico-terapéutico que
sólo poco a poco despertaba para la «condition seconde»? no dejaba nada que desear en materia de consecuencia lógica
Si la hipnosis del anochecer ya estaba muy recargada, pues y de realización sistemática. Cada síntoma de este enredado
no debían apalabrarse sólo los fantasmas de producción re- cuadro clínico fue abordado por sí; el conjunto de las oca-
ciente, sino también las vivencias y las «vexations» {«dis- siones a raíz de las cuales había emergido fueron relatadas
gustos»} de 1881 (por suerte ya había eliminado los fan- en secuencia inversa, comenzando desde el día anterior a
tasmas de 1881 en aquel momento), la suma de trabajo a aquel en que la paciente cayó en cama y yendo hacia atrás
realizar por la paciente y el médico aumentaba todavía enor- hasta el ocasionamiento de su primera emergencia; .hecho
memente en virtud de una tercera serie de perturbaciones esto, el síntoma quedaba eliminado para siempre.
singulares que era preciso tramitar de igual manera: los Así se «removieron por vía de relato» («Wegerzáhlen»}
sucesos psíquicos de la incubación de la enfermedad, de julio las paresias por contractura y anestesias, las diversas pertur-
a diciembre de 1880, que habían producido el conjunto de baciones de la visión y la audición, neuralgias, tos, temblores,
los fenómenos histéricos y con cuya declaración desapare- etc., y por último también las perturbaciones del lenguaje.
cieron los síntomas. Por ejemplo, entre las perturbaciones de la visión se trami-
La primera vez que por una declaración casual, no provo- taron una por una: el strabismus convergens con diplopia;
cada, en la hipnosis del anochecer desapareció un síntoma desviación de ambos ojos hacia la derecha, de suerte que la
que ya llevaba largo tiempo, quedé muy sorprendido. En el mano aprehensora caía siempre a la izquierda del objeto;
verano hubo un período de intenso calor, y la paciente sufrió limitación del campo visual; ambliopia central; macropsia;
mucho a causa de la sed; entonces, y sin que pudiera indicar visión de una calavera en vez del padre; incapacidad para
razón alguna, de pronto se le volvió imposible beber. To- leer. Sustraídos de este análisis [cf. pág. 71, n. 2] perma-
maba en su mano el ansiado vaso de agua, pero tan pronto necieron sólo fenómenos aislados que se habían desarrollado
lo tocaban sus labios, lo arrojaba de sí como si fuera una mientras guardaba cama, como la propagación de la paresia
hidrofóbica. Era evidente que durante esos segundos caía en por contractura al lado izquierdo, que probablemente no tu-
estado de ausencia. Sólo vivía a fuerza de frutas, melones, vieran en verdad ningún ocasionamiento psíquico directo
etc., que le mitigaban su sed martirizadora. Cuando esa situa- [cf. págs. 67-8],
ción llevaba ya unas seis semanas, se puso a razonar en estado Demostró ser por completo imposible abreviar el trámite
de hipnosis acerca de su dama de compañía inglesa, a quien procurando evocar de manera directa en su recuerdo el pri-
no amaba, y refirió entonces con todos los signos de la re- mer ocasionamiento de los síntomas. Ella no lo hallaba, que-
pugnancia cómo había ido a su habitación, y ahí vio a su daba perpleja, y todo marchaba más lento que si uno, con
perrito, ese asqueroso animal, beber de un vaso; ella no dijo calma y seguridad, desovillaba hacia atrás los hilos, asidos,
nada pues quería ser cortés. Tras dar todavía enérgica expre- del recuerdo. Pero como en la hipnosis del anochecer se iba
sión a ese enojo que se le había quedado atascado, pidió de demasiado despacio, pues la enfermedad estaba exigida y se
beber, tomó sin inhibición una gran cantidad de agua y des- dispersaba por la «declaración» de las otras dos series, y
pertó de la hipnosis con el vaso en los labios. Con ello la además los recuerdos necesitaban su tiempo para desplegarse
2
[Un fenómeno similar se presentaba en el caso de Cacilie M.;
con su vividez plena, se instituyó el siguiente procedimiento:
cf. infra, pág. 90.] yo acudía a ella por la mañana, la hipnotizaba (eran proce-
dimientos hipnóticos muy simples, descubiertos por vía em-

58 59
pírica) y le inquiría, concentrados los pensamientos de ella También aquí se observaba de manera regular que, «apa-
en el síntoma en cuestión, por las oportunidades en que labrado» un síntoma, emergía con renovada intensidad mien-
había surgido. Entonces la paciente designaba, en rápida tras se lo relataba. Así, en el análisis del no-oír, la enferma
secuencia y con palabras claves, esos ocasionamientos exter- se volvió tan sorda que a veces debí entenderme con ella
nos, que yo anotaba. En la hipnosis del anochecer, apoyada por escrito.3 Por regla general, la ocasión primera había
por esas secuencias anotadas, ella refería con bastante detalle sido algún terror que vivenció mientras cuidaba a su padre,
los episodios. Un ejemplo acaso ilustre la manera concien- algún descuido de ella, etc.
zuda y exhaustiva en todo sentido como esto se hacía. Había No siempre el recordar se conseguía con facilidad, y mu-
ocurrido siempre que la paciente no oyera cuando se le diri- chas veces la enferma debió hacer violentos esfuerzos. Así,
gía la palabra. Este pasajero no-oír se diferenció así: en cierta oportunidad la marcha del proceso se detuvo du-
rante un tiempo porque un recuerdo no quería aflorar; se
a. No oír que alguien entra, en estado de dispersión. trataba de una alucinación que causaba mucho terror a la
Ciento ocho casos detallados de esto; indicación de las per- enferma: había visto a su padre, a quien cuidaba, con una
sonas y circunstancias, a menudo de la fecha; la primera vez, calavera. Ella y sus allegados recordaron que, estando toda-
cuando no oyó entrar a su padre. vía en apariencia sana, había visitado a un pariente; tras
b. No comprender cuando hablan varias personas. Vein- abrir la puerta, cayó al punto desmayada. Pues bien, para
tisiete veces; la primera, también, entre el padre y un co- superar aquel obstáculo volvió a ese lugar, y al entrar en
nocido. aquella habitación cayó otra vez desmayada. En la hipnosis
c. No oír cuando, estando sola, se le dirige la palabra de ese atardecer se superó el obstáculo: al entrar había divi-
directamente. Cincuenta veces; origen: que el padre en vano sado su pálido rostro en el espejo próximo a la puerta, pero
le dirigía la palabra para pedirle vino. no se vio a sí misma, sino a su padre con una calavera. — A
d. Ponerse sorda por sacudimiento (en carruajes, etc.).
menudo hemos observado que el miedo a un recuerdo, como
Quince veces; origen: que su hermano más joven la había
sacudido en tren de reyerta una vez que la sorprendió espian- era el caso aquí, inhibe su afloramiento, que la enferma o
do a la puerta del dormitorio del enfermo. el médico se ven precisados a arrancar.
e. Ponerse sorda por terror a un ruido. Treinta y siete La fuerza de esta lógica interna de sus estados puede mos-
veces; origen: un ataque de ahogo que su padre sufrió tras trarla un ejemplo entre otros muchos: como se señaló, en
atragantarse. este período la paciente por las noches estaba siempre en su
/. Ponerse sorda en ausencia profunda. Doce veces. «condition seconde», vale decir, en 1881. Cierta vez desper-
g. Ponerse sorda por mucho escuchar y espiar, de suerte tó de noche afirmando que de nuevo la habían sacado de su
que no oía cuando le dirigían la palabra. Cincuenta y cua- casa, y cayó en un estado de inquietud díscola que alarmó a
tro veces. toda la casa. La razón era simple. El anochecer de la víspera
su perturbación de la vista había desaparecido en virtud de
Desde luego que todos estos procesos son en gran parte una «talking cure», desde luego que también para la «.condi-
idénticos, pues pueden ser reconducidos a una dispersión, a tion seconde». Entonces, al despertar por la noche se halló
una ausencia o a un afecto de terror. Sin embargo, en el re- en un dormitorio desconocido para ella, pues la familia se
cuerdo de la enferma estaban separados con tanta nitidez había mudado de vivienda en la primavera de 1881. El
que si alguna vez se equivocaba en la serie era necesario res- modo de prevenir estas contingencias harto desagradables
tablecer por vía de corrección el orden preciso; de lo con- fue que yo (a su pedido) cada anochecer le cerrara los ojos
trario, el informe se detenía. Los episodios referidos, por su con la sugestión de que no podía abrirlos hasta que yo mis-
falta de interés y de significación, y por la precisión del mo lo hiciera por la mañana. Sólo una vez se repitió el albo-
relato, no dejan lugar a la sospecha de que fueran inventa- roto: la paciente echó a llorar en sueños y, despertándose,
dos. Muchos de esos sucesos eran unas vivencias puramente había abierto los ojos.
internas que se sustraían del control. Respecto de otros, o
3
de las circunstancias que los acompañaron, guardaban me- [Freud alude más extensamente a esto infra, pág. 301, donde
moria los allegados de la enferma. designa a este fenómeno como la «intromisión» del síntoma {«mitspre-
chen»', literalmente, «intervenir en la conversación»}.]

60 61
Como este laborioso análisis de los síntomas se refería a en diciembre, cuando la paciente, totalmente quebrantada,
los meses del verano de 1880, período en el cual se preparaba ya no pudo abandonar el lecho.) A raíz de una ocasión que
la enfermedad, obtuve una perspectiva completa de la incu- no hallo anotada y de la cual no me acuerdo, a la contractura
bación y patogénesis de esta histeria, que paso a exponer del brazo se sumó la de la pierna derecha.
brevemente. Así se creó la inclinación a las ausencias autohipnóticas.
En julio de 1880, hallándose en el campo, el padre de la El día que siguió a la noche aquella, a la espera del cirujano,
paciente había contraído un absceso subpleural grave; Anna cayó en un estado de ausencia tal que cuando al fin este
participó con su madre en los cuidados. Cierta vez hacía vi- entró en la habitación ella no lo oyó llegar. El constante
gilancia nocturna con gran angustia por el enfermo, que pa- sentimiento de angustia la estorbaba al comer y poco a poco
decía alta fiebre, y en estado de tensión porque se esperaba le produjo un asco intenso. Pero en todos los demás casos,
a un cirujano de Viena que practicaría la operación. La ma- los diversos síntomas histéricos le sobrevinieron en estados
dre se había alejado por un rato, y Anna estaba sentada afectivos. No es del todo claro si en ellos la paciente entraba
junto al lecho del enfermo, con el brazo derecho sobre el en una ausencia momentánea total, pero es probable, pues
respaldo de la silla. Cayó en un estado de sueño despierto en la vigilia no sabía nada de la trama en su conjunto.
y vio cómo desde la pared una serpiente negra se acercaba Sin embargo, muchos síntomas parecen no haber emer-
al enfermo para morderlo. (Es muy probable que en el prado gido en estado de ausencia, sino en estados de afecto durante
que se extendía detrás de la casa aparecieran de hecho algu- la vigilia despierta, repitiéndose luego como los otros. Así,
nas serpientes y ya antes hubieran provocado terror a la el conjunto de perturbaciones de la visión se recondujeron
muchacha, proporcionando ahora el material de la alucina- a ocasiones singulares, más o menos claramente determinan-
ción.) Quiso espantar al animal, pero estaba como parali- tes {determinieren}. Por ejemplo: la paciente estaba sentada,
zada; el brazo derecho, pendiente sobre el respaldo, se le con lágrimas en los ojos, junto al lecho de enfermo de su
había «dormido», volviéndosele anestésico y parético, y cuan- padre, cuando este le preguntó de pronto qué hora era; ella
do lo observó, los dedos se mudaron en pequeñas serpientes no veía claro, hizo un esfuerzo, acercó el reloj a sus ojos y
rematadas en calaveras (las uñas). Probablemente hizo in- entonces la esfera se le apareció muy grande (macropsia y
tentos por ahuyentar a la serpiente con la mano derecha strabismus convergens); o bien se esforzó por sofocar las
paralizada, y por esa vía su anestesia y parálisis entró en lágrimas para que el padre no las viera.
asociación con la alucinación de la serpiente. Cuando esta Una reyerta en la que sofocó su respuesta le causó un
hubo desaparecido, quiso en su angustia rezar, pero se le espasmo de glotis que se repetía a raíz de todo ocasiona-
denegó toda lengua, no pudo hablar en ninguna, hasta que miento parecido.
por fin dio con un verso infantil en inglés4" y entonces pudo El lenguaje se le denegaba: a) por angustia, desde la pri-
seguir pensando y orar en esa lengua. El silbido de la loco- mera alucinación nocturna; b) desde una vez en que volvió
motora que traía al médico esperado interrumpió la fantas- a sofocar una exteriorización (inhibición activa); c) desde
magoría. una vez que la reprendieron injustamente; d) a raíz de todas
Cuando al día siguiente quiso recoger entre la maleza las ocasiones análogas (afrentas). La tos le sobrevino por
un aro arrojado ahí en medio del juego, una rama torcida primera vez cuidando ella al enfermo; le llegaron los sones
le convocó otra vez la alucinación de la serpiente y al mismo de una música bailable desde una casa vecina y le creció el
tiempo el brazo derecho le quedó extendido y rígido. Y a deseo de encontrarse ahí, deseo que despertó sus autorre-
partir de entonces esto se le repitió siempre que un objeto proches. Desde entonces, y por el tiempo que duró su enfer-
más o menos serpentiforme le provocaba la alucinación. Aho- medad, reaccionaba con tussis nervosa frente a cualquier mú-
ra bien, tanto esta como la contractura sólo emergían en las sica de ritmo marcado.
breves ausencias que desde aquella noche se le hicieron cada No lamento demasiado que lo incompleto de mis notas
vez más frecuentes. (La contractura se volvió estable sólo me impida aquí reconducir cada rasgo histérico a sus ocasio-
namientos. La paciente lo hizo en todos los casos, con la ex-
4
[En la «Comunicación preliminar» (supra, pág. 30) se sostiene cepción antes mencionada [pág. 59, e infra, págs. 67-8], y,
que consiguió pronunciar «una oración infantil» en inglés, lo cual, según ya lo he descrito, cada síntoma desaparecía tras el
por supuesto, no contradice lo afirmado aquí.]
relato de la primera ocasión.

62 63
De esta manera llegó a su término la histeria íntegra. La en la notable trasparencia y el carácter explicable de su pa-
propia enferma se había trazado el firme designio de termi- togénesis.
nar con todo para el aniversario de su traslado al campo [7 Como predisponentes a contraer histeria hallamos en la
de junio (pág. 53)]. Por eso a comienzos de junio cultivó muchacha todavía completamente sana dos peculiaridades
la «talking cure» con grande, emocionante energía. El último psíquicas:
día reprodujo, con el expediente de disponer la habitación
como lo estuvo la de su padre, la alucinación angustiosa antes (1) El excedente de movilidad {Regsamkeit} y de ener-
referida y que había sido la raíz de toda su enfermedad: gía psíquicas no empleado en la monótona vida familiar y
aquella en que sólo pudo pensar y rezar en inglés; inmedia- sin correspondiente en un trabajo espiritual, sobrante que
tamente después habló en alemán y quedó libre de las in- se aligera en el continuado y progresivo trabajar de la fan-
contables perturbaciones a que antes estuviera expuesta. 5 tasía, y que produce
Dejó entonces Viena para efectuar un viaje, pero hizo falta (2) el soñar despierto habitual («teatro privado»), con
más tiempo todavía para que recuperara por completo su lo cual se crea el terreno para la disociación de la persona-
equilibrio psíquico. A partir de ese momento gozó de una lidad mental. Sin embargo, ese soñar permanece todavía den-
salud perfecta. tro de las fronteras de lo normal; el ensoñarse, como el
meditar mientras se realiza una tarea más o menos mecánica,
en sí mismos no condicionan ninguna escisión patológica de
Aunque he omitido numerosos detalles no carentes de la conciencia, puesto que cualquier perturbación de ellos,
interés, el historial clínico de Anna O. ha cobrado una ex- un llamado por ejemplo, restablece la unidad normal de aque-
tensión mayor de la que parece merecer la contracción de lla y, además, nó subsiste amnesia alguna. Pero en Anna O.
una histeria, cosa en verdad no insólita. Pero era imposible creaba el terreno sobre el cual, de la manera descrita, se
exponer el caso sin entrar en los detalles, y atribuyo a sus pe- establecía el afecto de angustia y de expectativa, después
culiaridades una importancia tal que disculpa la prolijidad que este hubiera recreado la ensoñación habitual como ausen-
del informe. Tampoco los huevos de equinodermo son inte- cia alucinatoria. Es notable cuán acabadamente afloraron ya,
resantes para la embriología porque lo sea en particular el en esta primera manifestación de la enfermedad incipiente,
erizo de mar, sino porque su protoplasma es trasparente y los rasgos capitales que luego permanecerían constantes a lo
lo que en él se ve permite inferir lo que acaso suceda en largo de casi dos años: la existencia de un estado de con-
huevos de protoplasma opaco.6 ciencia segunda, que, habiendo emergido primero como au-
El interés de este caso reside sobre todo, a mi entender, sencia pasajera, se organizaría más tarde como double cons-
cience-, la inhibición del lenguaje, condicionada por el afecto
5
[En una oportunidad Freud me dijo, señalándome con el dedo de angustia, con el aligeramiento contingente a través de un
este pasaje del libro, que había una laguna en el texto. Se refería verso infantil en inglés; luego, parafasia y pérdida de la
al episodio que puso fin al tratamiento de Anna O., y me lo narró a lengua materna, sustituida por un excelente inglés; por últi-
continuación. Aludió brevemente a él en su «Contribución a la histo-
ria del movimiento psicoanalítico» (1914¿7), AE, 14, pág. 11 —donde, mo, la parálisis casual del brazo derecho por opresión, que
adoptando el punto de vista de Breuer, lo llamó un «suceso adverso»— más tarde se desarrolla en una paresia por contractura y anes-
y en la Presentación autobiográfica (19254), AE, 20, pág. 26. Hizo un tesia del lado derecho. El mecanismo de la génesis de esta
relato mucho más completo del asunto en su carta a Stefan Zweig del última afección responde por entero a la teoría de Charcot
2 de junio de 1932 (Freud, 1960a). Ernest Jones relata todo el inci-
dente en su biografía de Freud (Jones, 1953, 1, págs. 246 y sigs.). sobre la histeria traumática: estado hipnótico en el que so-
Bastará decir que, cuando el tratamiento había llegado en apariencia breviene un trauma leve.
a una consumación favorable, la paciente exteriorizó de pronto una
intensa trasferencia positiva no analizada hacia Breuer, de inequívoca Pero mientras que en los pacientes en quienes Charcot
naturaleza sexual. Según Freud, fue esto lo que movió a Breuer a
postergar por tantos años la publicación del historial clínico y lo llevo, produjo experimentalmente la parálisis histérica esta última
a la postre, a rehusar toda colaboración a Freud en las ulteriores inves- quedó enseguida estabilizada, y en los afectados de neurosis
tigaciones de este.] traumática, conmovidos por un terror intenso, ella se instaló
6
[La misma analogía fue empleada por Freud años más tarde, en enseguida, el sistema nervioso de nuestra joven ofreció resis-
«Experiencias y ejemplos extraídos de la práctica analítica» (1913A), tencia exitosa por unos cuatro meses todavía. La contractura,
AE, 13, pág. 197.]

65
64
chos síntomas (con la mejor buena fe) un ocasionamiento
como las otras perturbaciones que poco a poco se le alia- aue en verdad no existió. No obstante, tampoco creo correc-
ron, advenían sólo en las ausencias momentáneas dentro de ta esta conjetura. El carácter nimio de tantas ocasiones, lo
la «condition seconde» y dejaban a la paciente, mientras du- Oracional de muchas tramas, abogan por su realidad. La
raba su estado normal, en plena posesión de su cuerpo y nferma no entendía cómo la música bailable podía hacerla
de sus sentidos, de suerte que ni ella misma sabía nada de toser: algo demasiado disparatado para ser una construcción
eso, ni tampoco vieron nada los allegados, cuya atención, por deliberada. Para mí, en cambio, era bien concebible que
lo demás, estaba concentrada en el padre gravemente enfer- cualquier escrúpulo de su conciencia moral le causara su
mo, y así desviada de ella. notorio espasmo de glotis y que los impulsos motores que
Ahora bien, en la medida en que desde aquella primera sentía esta muchacha muy amante del baile se mudaran en
autohipnosis alucinatoria se acumularon las ausencias con una tussis nervosa. Considero, pues, enteramente confiables
amnesia total y fenómenos histéricos concomitantes, se mul- v veraces las indicaciones de la enferma.
tiplicaron las oportunidades para que se formaran nuevos
Ahora bien, ¿hasta dónde está justificada la conjetura de
síntomas de esta índole y para que los ya formados se afian-
que también en otros enfermos el desarrollo de la histeria
zaran en una repetición frecuente. A ello se sumó que,
cada vez más, cualquier afecto penoso y repentino le pro- sería análogo, y ocurrirían cosas semejantes aun donde no se
ducía los mismos efectos que una ausencia (si es que no organizara con tal relieve y nitidez una «condition seconde»?
producía siempre una ausencia momentánea); coincidencias Quiero hacer notar que ni la enferma ni el médico habrían
casuales formaban asociaciones patológicas, perturbaciones llegado a conocer este historial de desarrollo patológico de
sensoriales o motrices, que desde entonces reaparecían si- no haber presentado ella la peculiaridad de recordar en la
multáneamente con el afecto, pero todavía de manera sólo hipnosis de la manera descrita, y de relatar lo recordado. En
momentánea y pasajera. Antes de caer en cama, la paciente la vigilia, nada sabía de todo eso. Por tanto, en los otros
ya había desarrollado toda esa gran colección de fenómenos casos el examen clínico de la persona despierta no puede
histéricos sin que nadie lo supiese. Sólo cuando la enferma, determinar cómo sucedieron las cosas, pues, aun mediando
debilitada en extremo por la inanición, el insomnio y el per- su mejor buena voluntad, el paciente en estado de vigilia es
manente afecto de angustia, sufrió un total quebranto, en- incapaz de proporcionar información. Y ya he señalado cuán
contrándose más tiempo en la «condition seconde» que en poco pudieron los allegados observar todos aquellos proce-
estado normal, los fenómenos histéricos desbordaron también sos. — Entonces, sólo con un procedimiento semejante al
sobre este último y, de unos fenómenos que sobrevenían en que las autohipnosis brindaron en el caso de Anna O. se
forma de ataques, se mudaron en síntomas permanentes. podría discernir lo sucedido en otros pacientes. Por ahora
Cabe preguntarse ahora si las indicaciones de la enferma sólo es lícita esta conjetura: acaso procesos de esta índole
son confiables y si los fenómenos tuvieron realmente la gé- sean más frecuentes de lo que permitía suponer nuestra igno-
nesis y el ocasionamiento señalados por ella. Por lo que atañe rancia del mecanismo patógeno.
a los procesos más importantes y básicos, para mí está fuera Cuando la enferma cayó postrada en cama y su conciencia
de duda la confiabilidad de su informe. No aduzco aquí la oscilaba de continuo entre el estado normal y el «estado se-
desaparición de los síntomas después que ella los «aventaba gundo», y el ejército de síntomas histéricos generados sepa-
relatándolos» {«aberzáhlen»}-, se la podría explicar como radamente y latentes hasta entonces se manifestó como un
mero resultado de la sugestión. Es que yo hallé a la enferma conjunto de síntomas permanentes, a este grupo de fenóme-
siempre enteramente veraz y confiable; las cosas relatadas nos se le reunió otro. Parecían de diverso origen: la parálisis
se entramaban de la manera más íntima con lo que era más por contractura de las extremidades del lado izquierdo y la
sagrado para ella; se corroboró por completo todo cuanto paresia del cuello. Los aparto porque, tras desaparecer en
admitía el control de otras personas. Ni aun la muchacha más cierto momento, nunca volvieron a aflorar, ni como ataques
talentosa sería capaz de edificar un sistema de indicaciones ni en forma indicativa, ni tampoco en la fase de cierre y de
caracterizado por una lógica interna tan grande como la pre- curación en que todos los demás síntomas revivieron después
sentada aquí en el historial de desarrollo de su enfermedad. un prolongado letargo. Y en consonancia con ello, no se
Pero no se puede rechazar de antemano la posibilidad de presentaron en los análisis hipnóticos ni fueron reconducidos
que justamente por el rigor de esa lógica atribuyera a mu- a
ocasiones afectivas o fantaseadas. Por eso me inclinaría a

66 67
creerrecordados,
que no debierones ciertosuque particularmente
al comienzo
existencia al mismo llamativa
sólo en la gran
la
proceso influencia
«conditi
p sf. 0n de los pro-
quico seconde»,
que los perootros gravitaban
del «yosino
síntomas, sobre a ella como
díscolo», estado ella
propagación normal
misma ylo ldesignó,
secun- 0 ¡n. sobre
dariatranquilizaban.
de aquel estado Cabedesconocido
habiconsiderar
tus m
°ral. Dquela
e no
posibilidad
habérselos
constituyeremovido de que a medida
la base en que
otros de
somática casos una psicosis,
los fenómenos sU
punto
histéricos.
¡jían, terminal
se habría vuelto de una
unahistérica
histeria de eró-
lo más turbulenta,
nica, pueda tener sUorigen.8
Durante todo el igual
trayecto de la enfermedad
rca, desagradable, mala; pero subsistieron
tras el alejamiento de esos
uno junto al otro los dosestímulos, estados una de conciencia:
y otra vez salía el primario
a la luz, y de inmediato, su
en el cual la paciente era por entero
erdadero carácter, normal psíquicamente’
lo contrario de todo aquello.
y el estado segundo, que pero, bien por podemos
divorciadoscomparar que con el
estuvieran ambos estados, no
sueño por su riqueza en¿jofantasmas el estado{Phantasme}
segundo sey introducía alucina- en el primero, sino
ciones, por las grandes que, lagunas como quela presentaba
paciente misma su recuerdo
lo expresaba, en algún rincón
y por el hecho de que sus¿eocurrencias su cerebro carecíantenía su de inhibición
asiento y
un observador agudo y calmo
de control. En ese estado quesegundo
contemplaba la paciente
los locos era alienada.
desvarios incluso de sus peores
El estado psíquico de laestados, enfermao dependía
al menos por entero
lo hacía condefrecuencia
la aun en estos. Tal
intrusión de ese estado segundo persistencia en el de estado
un pensar normal, claroy durante
esto, el reinado de la psi-
a mi parecer, brinda una cosisbuena cobró visión
una sobre
expresión la esencia de
harto curiosa; cuando, al término
una variedad, al menos, Jde e lospsicosis
fenómenoshistéricas. Cada hipnosis
histéricos, la enferma caía en una depre=
del anochecer ofrecía lasión prueba
pasajera,de que entrelaotros enfermatemores teníay autoacusaciones infan-
total claridad y orden mentales, tiles decíay que era ella
normal en su enferma,
no estaba sentir sino que todo había
7
y su querer, siempre que sido en «lo inconciente»
simulado. Como se sabe, no ya obrara
muchas veces se han obser-
como estímulo algún producto del estadoparecidas.
vado situaciones segundo; la psico-
sis franca cada vez que unCuando intervaloyamás largo separaba
trascurrida en-
la enfermedad los dos estados de
tre sí las aplicaciones de ese procedimiento
conciencia vuelven a fusionarsealigerador en erauno solo, los pacientes,
prueba de lo mucho que en esosojeada productos influíanse sobre
retrospectiva, ven comolos una personalidad no
procesos psíquicos del estado dividida«normal».que supoEsdedifícil todos no losave-
dislates y creen que, con
nirse a esta formulación: sólo laquererlo,
enfermalosestaba habrían fragmentada
impedido; es decir que habrían
en dos personalidades, una de las adrede*esas
perpetrado cuales era psíquicamente
locuras. — Por lo demás, acaso esa
normal, y la otra, enferma mental. Opino
persistencia de un que pensarla nítida
normaldivi- en el curso del estado se-
sión de ambos estados en gundonuestra estéenferma
enormemente no hace más quedesde un punto de vista
debilitada
patentizar una relación que también yen
cuantitativo, en muchos
buena parte otros histé- haya existido.
ni siquiera
ricos ha de ser la causa de tantísimos En cuanto enigmas.
al hecho En asombroso
Anna O. de que, desde el comienzo
de la enfermedad hasta su término, todos los estímulos pro-
7
venientes del estado segundo, así como sus consecuencias,
[Parece ser esta la primera oportunidad en que apareció en una
se eliminaran duraderamente al ser declarados en la hipno-
obra impresa el término «lo inconciente» («das Unbewusste») en su
sentido psicoanalítico. Desdesis, ya ya
luego, lo antes
he descrito
había sido y no tengo con
utilizado nada que añadir sobre él,
frecuencia por otros autores,como no sea asegurar
particularmente por los que no fue
filósofos (v. una
gr., invención mía sugerida
Hartmann, 1869). El hecho adela que Breuer al
paciente; lo contrario,
escriba entre mecomillas
sorprendió en grado máximo,
posiblemente indica que lo atribuye a Freud, quien- lo utiliza más
adelante en esta misma obra (v. gr., en pág. 96, n. 31). Conproducido
y sólo después de haberse valor de una serie de tramita-
adjetivo («unbewusst»), habíaciones espontáneas
sido empleado años atrás desarrollé a partir de ahí una técnica
en el bosquejo
inédito de noviembre de 1892 terapéutica.
(Freud, 1940¿), AE, 1, pág. 189. En su
trabajo en francés sobre las parálisis La curación motrices (1893c),
final AE, 1, pág.
de la histeria merece todavía algunas pa-
209, Freud había utilizado la frase «le subconscient» {«el subcon-
ciente»}, y en la presente obra emplea el adjetivo «subconciente» descrita,
labras. Sobrevino de la manera («un- con una intranquili-
terbewusst») (cf. pág. 89), zación como lonotable hace Breuerde la con enfermamuchoy mayor
el agravamiento de su estado
frecuencia (v. gr., en pág. Psíquico.
232). Por Se supuesto,
tenía Freud
toda la objetaría
impresiónmás de que la multitud de
8
adelante [Una
el usoamplia sinopsis
de este y discusión
término;
Productos encontramos
del de esteesehistorial
estado reparo
segundo,ocupa la Lá
ya enque mayor
habían permanecido en
parte de ladeprimera
interpretación de las (1900<t),
los sueños Cinco conferencias
AE, 5, pág. sobre 603,psicoanálisis
y en «Lo (Freud,
in-
1910«),(1915c),
conciente» AE, 11,AE,
págs. letargo,
14,8-17.]
pág. 167.) esforzaban ahora su ingreso a la conciencia y eran

68 70 69

Vous aimerez peut-être aussi